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Carlos Albornoz
Marzo 2004
Existen numerosas escuelas de liderazgo que adoptan distintas fórmulas para hacer que
un individuo logre influir en otro. Nuestra escuela propone que el camino mas corto
para enseñar a liderar, es enseñar a influir sobre uno mismo. Un individuo aprende a
influir sobre si mismo cuando se conecta con sus objetivos vitales y se apoya en
tecnologías para alcanzar esos objetivos.
Los seres humanos estamos biológicamente estructurados para vivir en grupos, esos
grupos siempre son liderados por alguien. El liderazgo es una condición humana
básica, hubo un primer ser humano que influyó en otros para organizarlos y constituyó
equipos para conseguir comida. El liderazgo es una habilidad, no un don y se aprende
practicando.
Las empresas son organizaciones de seres humanos, han existido siempre y sirven
básicamente para que los individuos que habitan en ellas aseguren su descendencia
directa.
No es posible liderar a otros sin antes liderarse a uno mismo. Convertirse en líder
implica expandir la conciencia de sí para ajustar las acciones y/o las declaraciones que
aproximan al individuo a la sensación profunda de bienestar.
Un escultor tiene al frente una piedra en bruto a la que quiere dar forma según la idea de
escultura que tiene en mente. Posee un cincel, un martillo y comienza a esculpir. A cada
momento y automáticamente hace ciertos cálculos en relación a la fuerza del martillo y
al ángulo del cincel para lograr la forma que desea. Durante los inicios de la obra sus
cálculos son acertados y milímetros más o menos está conforme con el resultado. Pero
en un momento quiere dar a la piedra una forma determinada: hace el cálculo, toma
ángulo, imprime fuerza y el resultado no es la forma que imaginó. Vuelve a pensar,
calcula, actúa y nada. No está conforme. Sigue los procesos una y otra vez y no logra
los resultados que espera ¿Qué salida queda? preguntarse por las preguntas que se está
haciendo y que lo están llevando a sacar conclusiones que no son útiles para lo que
quiere. Gracias a que posee lenguaje, puede darse cuenta que las preguntas que usa no
sirven para llegar a los resultados esperados. En el momento que comienza a
preguntarse por sus preguntas comienza a expandir conciencia.
Según Peter Druker, aplicar saber al saber corresponde a la tercera fase del management
desde su perspectiva histórica.
Pero las preguntas por las preguntas carecen de sentido sin las preguntas por los
objetivos. O mas bien, siempre las preguntas por las preguntas llevan a preguntarse por
el para que. Cuando estamos en el para qué comenzamos a bordear nuestros
paradigmas, a encontrar nuevas preguntas y en definitiva a ajustar nuestras
declaraciones. Podemos, al momento de preguntarnos el para qué de esos resultados
que no quiero, ajustar mis estándares o modificar mis declaraciones en torno a lo que
quiero. Es el momento del autoliderazgo como proceso dinámico de ajuste de objetivos.
El primer objetivo del líder es auto liderarse desde un ejercicio permanente por alcanzar
la sensación profunda de bienestar. La pregunta por los objetivos es la pregunta por los
gustares o los quereres. Objetivos, gustares o quereres para efectos de estas notas son
conceptos homólogos.
Te gusta fumar y desarrollas una serie de acciones, que obedecen a una estrategia para
cumplir con el objetivo de fumar. Es lo mismo que decir quiero fumar o me gusta
fumar.
Habrá veces en que tu estrategia sea inadecuada y te quedes sin cigarrillos y lo pases
mal por ello, hay algo que te gusta hacer y no puedes hacerlo. Muchas veces los
fumadores se quedan sin cigarrillos en un camping o en un viaje y deciden modificar la
estrategia habitual. Incluso pueden llegar a pedir un cigarrillo y cambiar abruptamente
la marca de cigarrillos habitual.
En este ejemplo llega un momento en que el fumador hace preguntas sobre su estrategia
habitual y decide modificarla según el entorno para alcanzar el objetivo –fumar-. Este
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Llamaremos objetivos vitales a los “sueños” que dan sentido a nuestro existir
ejemplo muestra de forma simple que siempre es posible preguntarse por la pertinencia
de la estrategia para conseguir los resultados que espero. Pero no solo el lenguaje da la
posibilidad de preguntarme por mi estrategia preguntándome por mis preguntas, puedo
preguntarme también por los objetivos que están detrás de la estrategia, observar mis
gustares y decidir cambiarlos ¿me gusta fumar? Si, pero ¿Me gusta que me guste fumar?
posiblemente la respuesta no sea tan categórica como la primera.