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Hoy en día, la enseñanza del cine parece haber adquirido un lugar dentro del
campo de la educación superior: las licenciaturas en Realización de Cine y TV,
el Diseño de Imagen y Sonido conviven, no sin tensiones, con las ya
institucionalizadas carreras de Comunicación Social. A lo largo del presente
artículo nos proponemos dar cuenta de la historia de la enseñanza
cinematográfica con el objetivo de identificar continuidades y rupturas, y
comprender, en base a la inscripción socio-histórica de este proceso, las
resignificaciones ligadas a la enseñanza del cine.
Como ellos mismos sostienen: “la misma dimensión autoritaria del régimen
presiona hacia la unificación en un mismo lugar de oposición a diversos grupos
culturales que asumieron en términos políticos más radicales su enfrentamiento
al gobierno” (Longoni y Mestman, 2008, p. 37). Sin embargo, también provocó
algunas fracturas. En relación al cine resulta de interés consignar una anécdota
que narra Beatriz Sarlo en el libro La máquina cultural que ilustra la fractura
que se establece entre vanguardia estética y vanguardia política. En 1970,
producto de las recurrentes censuras y amenazas que pesaban sobre la
Escuela Documental de Santa Fe, un grupo de docentes de esta viaja a
Buenos Aires para establecer contactos con cineastas porteños y
comprometerlos a colaborar en un acto a realizarse en la ciudad de Santa Fe.
La decisión de los cineastas porteños, entre ellos Alberto Fischerman, Rafael
Fillipell, Julio Ludueña fue llevar al acto una serie de cortometrajes, todos ellos
realizados en un lapso muy breve de tiempo y con una fuerte carga
experimental. En el marco del encuentro, conocido como Primer Encuentro
Nacional de Cine, se exhibieron estos films que provocaron un acalorado
debate entre los asistentes.
Recordemos que ya al interior de la Escuela había una clara división entre los
“birristas”, partidarios del documental social puro, identificados con Fernando
Birri y que tenían fuertes nexos con el Instituto de Cine Cubano y el Grupo Cine
Liberación, y los “antibirristas” o esteticistas. La reconstrucción que realiza
Sarlo muestra el grado de politización presente en el campo cultural en ese
entonces y el acotamiento de las potencialidades de la autonomía en un
contexto de autoritarismo, censura y persecución. Sarlo busca reivindicar el
gesto de los cortos realizados por los referentes de la “movida cultural porteña”
como un esfuerzo por mantener la tensión entre estética y política.
En sus palabras: estos films quisieron seguir examinando un camino que sus
autores no consideraban clausurado: el de la relación intrincada entre dos
lógicas y dos lenguajes. La política pedía intervenciones de contenido; estos
filmes promovieron intervenciones formales consideradas en sí mismas, más
radicales que los contenidos explícitos. Interesan (y conmueven) por lo que
muestran como posibilidad que se cerró poco después… (Sarlo, 2007, p. 197)
En este contexto y en las áreas que nos competen se inauguran las carreras de
Diseño Gráfico y Diseño Industrial en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo
incorporando los “diseños” dentro de dicha unidad académica; se crea la
carrera de Ciencias de la Comunicación en el marco de la Facultad de Ciencias
Sociales,11 se inaugura la especialidad de Artes Combinadas (cine, teatro y
danza) en la Facultad de Filosofía y Letras y se inician acciones destinadas a
motorizar la reapertura de las carreras de cine de las universidades nacional de
La Plata y Córdoba que luego se extenderían a otras universidades
nacionales.
La primera medida fue abolir la censura que pesaba sobre el cine, y luego el
esfuerzo se centró en recuperar la producción (durante esta etapa se alcanzó
un promedio de 20 estrenos anuales); ganar prestigio a nivel internacional (se
tejieron lazos con el circuito de festivales internacionales que propiciaron luego
la realización de coproducciones) y fomentar la aparición de nuevas propuestas
estéticas y de producción a través del impulso a las opera prima (entre 1984 y
1987 más de cincuenta realizadores consiguieron filmar su primer
largometraje).
Por último, nos interesa hacer mención del caso de la Universidad del Cine
(FUC) dirigida por Manuel Antín. Una universidad que, dadas sus
características, adquirió una importante notoriedad a partir de lo que fue el
fenómeno del Nuevo Cine Argentino. Se trata de una universidad de gestión
privada que se funda en el año 1991, si pensamos en lo que era por entonces
el campo de la educación cinematográfica, podemos decir que tuvo la
particularidad de ser pionera al instalar la importancia de la enseñanza de nivel
superior en cine.
Reflexiones finales
Este extenso derrotero por la historia de la enseñanza cinematográfica nos
permite vislumbrar en primer lugar, la importancia que tiene inscribir estos
procesos en el marco sociohistórico en el que tienen lugar, sólo así resulta
posible advertir las líneas de fuerza y las tensiones que los atraviesan, así
como las resignificaciones de las diferentes posiciones en juego. En ese
sentido nos interesa detenernos sobre un punto que marca tanto continuidades
como rupturas.
Hacia fines de los años 60 el campo cultural se vio atravesado por un conjunto
de debates vinculados a la función social del arte. En el caso del cine, como
vimos, la anécdota que reconstruye Beatriz Sarlo acerca del Primer Encuentro
Nacional de Cine realizado en Santa Fe en 1970 resulta por demás significativa
y sirve para ilustrar además, los debates en que se hallaban inmersas las
recientemente creadas carreras de Cine, nos referimos a la tensión entre
vanguardia estética y vanguardia política. A partir de los ochenta se recuperan
estas discusiones pero resignificadas a partir de un nuevo contexto signado por
la expansión del universo audiovisual en la cultura contemporánea. En este
contexto, las posiciones que defienden la función social del cine, que en otro
tiempo, reivindicaban al cine político, hoy aparecen representadas a través de
las voces que plantean la necesidad de pensar al cine en el marco del
expandido universo audiovisual; se trata de una posición que podemos
identificar claramente a partir de la trayectoria del propio Getino.
Notas
1. En 1920 se inician los cursos en El Instituto Estatal de Cinematografía en
Moscú y en 1935 se funda, en Roma, el Centro Experimental de
Cinematografía, las iniciativas se vinculan al interés institucional que despierta
el cine por su enorme potencial de penetración ideológico-cultural.
10. Cabe aclarar que unos años antes, luego de la muerte del General Perón,
la Universidad ya se había convertido en el blanco preferido de las acciones
paramilitares comandadas por Lopez Rega.
11. La carrera de Ciencias de la Comunicación se inaugura oficialmente en el
año 1986 bajo la órbita del rectorado y se incorpora finalmente a la Facultad de
Ciencias Sociales en 1989. La propuesta de crear dicha facultad venía
discutiéndose desde la reapertura democrática, siguiendo el ideal
interdisciplinario y modernizador que guió los debates en materia de política
universitaria.
12. Sobre las características del Nuevo Cine Argentino puede consultarse el
libro Otros mundos de Gonzalo Aguilar donde se analizan los films en tanto
cifras que permiten captar algunas de las transformaciones operadas en la
sociedad argentina. Para un análisis sociológico del fenómeno puede
consultarse también el libro Una década de Nuevo Cine Argentino (1995-2005),
industria, crítica, formación, estéticas, compilado por Ignacio Amatriain.
13. De las más de 2000 salas que funcionaban en el país en los años setenta
se llegó a un mínimo de 280 en 1992, año en el que se registra el número más
bajo de estrenos cinematográficos.
16. La nueva legislación (24.377) modificó el nombre del Instituto que pasó a
denominarse Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales
(INCAA); supuso además el reconocimiento de la multiplicidad de formas de
circulación del material cinematográfico modificando los mecanismos de
recaudación del organismo estatal. Al tradicional 10% que se extraía de las
entradas vendidas se sumó un gravamen similar por venta y alquiler de video
pregrabado y un 25% de lo que recauda el Comité Federal de Radiodifusión
(COMFER) por las exhibiciones televisivas de películas nacionales. La nueva
legislación, al ampliar notablemente los recursos del INCAA, resultó un aliciente
importante para la producción fílmica, que pasó de 11 películas en 1994 a 36
en 1996.
Bernades, H., Lerer, D., Wolf, S. (comp.) (2002). Nuevo Cine Argentino. Temas,
autores y estilos de una renovación. Argentina: Fipresci.
Bernini, E. (2000). Ciertas tendencias del cine argentino. Notas sobre “el nuevo
cine argentino” (1956-1966). Revista KM 111, Nº 1, pp. 71-72.
Massari, R., Peña, F., Vallina, C. (2006). Escuela de cine. Universidad Nacional
de La Plata. Crea ción, rescate y memoria. La Plata: Ed. UNLP.
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