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Bigamia

Autor: Ana Medina


Esta entrada de la Enciclopedia Legal se ha clasificado en B, Derecho Penal
Venezolano, BI, Delitos, Derecho de Familia, Destacado

La Bigamia

Concepto de Bigamia

Una definición de Bigamia podría ser la siguiente: Es el estado de


la persona que estando ligada (o), por un vínculo matrimonial
contrae con otra (o) matrimonio sin hallarse legítimamente
disuelto el anterior.

El delito de Bigamia

Bigamia es palabra derivada del adjetivo bígamo, y este vocablo es


compuesto de dos voces: una latino: bis, que significa dos, y otra
griega: gamos equivalente a casamiento, matrimonio.

Según el articulo 400, comete el delito de bigamia «cualquiera que


estando casado válidamente, haya contraído otro matrimonio, o
que, no estándolo, hubiere contraído, a sabiendas, matrimonio con
persona casada legítimamente». La pena señalada para este delito
es de prisión por tiempo de dos a cuatro años. Será de tres a cinco
de presidio «si el culpable hubiere inducido en error a la persona
con quien ha contraído matrimonio, engañándola respecto a la
libertad de su propio estado o el de ella». Y será castigado con
una u otra de las penas predichas aumentadas de un quinto a un
tercio, «el que, estando válidamente casado, haya contraído
matrimonio, a sabiendas de que el otro contrayente era también
legítimamente casado».

La acción consiste, por tanto, en contraer matrimonio estando


casado válidamente; o sin estar casado, si sabe que la persona
con quien lo contrae está casada legítimamente. Se requiere,
pues, para que se cometa el delito de bigamia, la existencia de un
matrimonio anterior que no haya sido disuelto conforme ala Ley.
Elmatrimonio anterior ha de ser válido.
Se requiere además que el culpable contraiga un segundo
matrimonio formalmente válido, es decir, celebrado de
conformidad con las disposiciones legales que lo rigen, aunque
sea nulo o anulable, y así será, en todo caso, el matrimonio de una
persona ya casada. Si el nuevo matrimonio se contrajere ante un
individuo que simula ser uno de los funcionarios antes
mencionados, o si se omiten los requisitos formales del contrato
en referencia, no podría hablarse de bigamia; pero la persona
casada cometería adulterio, si bien tratándose del marido seria
indispensable que hiciera vida marital notoriamente con la
coautora.

Para la perpetración de este delito basta con la celebración del


segundo matrimonio.

En cuanto a la participación, es admisible en todas sus formas,


aunque Rodríguez Devesa advierte que «auxiliador necesario es,
sin embargo, nada más que el contrayente doloso».

Está plenamente justificada la circunstancia agravante que


consiste en haber el culpable «inducido en error a la persona con
quien haya contraído matrimonio, engañándolo respecto de su
propio estado o el de ella», porque además de haber delinquido él,
ha determinado con su engaño al otro contrayente a cometer el
delito. Lo mismo debe decirse del aumento de un quinto a un tercio
de la pena establecido en el aparte final del artículo citado, para el
que, «estando válidamente casado, haya contraído otro
matrimonio a sabiendas de que el otro contrayente era también
válidamente casado». Es la llamada doble bigamia, la cual entraña
un doble desacato de las normas que regulan el matrimonio en
nuestra legislación civil.

«Los reos de bigamia deberán ser condenados, por vía de


indemnización civil, a mantener la prole menor de edad; y si la
contrayente inocente es soltera y no se ha hecho constar que no
es honesta, deberán ser, además, condenados a dotada», dispone
el artículo 401 del Código Penal. No hay manera de explicar por
qué el legislador, rompiendo su costumbre, se refiere en este texto
legal a todos los reos de bigamia, y no a cada uno de ellos. La
consecuencia es el absurdo de la parte final del mismo, en la que
se prescribe que «si la contrayente inocente (singular) es soltera y
no se ha hecho constar que no es honesta, deberán ser, además,
condenados (plural) a dotarla». Parecería que en cada caso en que
se trate de una contrayente inocente y soltera, de la que no se
haya hecho constar que no es honesta, todos los reos de aquel
delito deben ser condenados a dotarla. Aunque no como dote,
porque no habría lugar a ella, parece justo que también las viudas
y las divorciadas inocentes, cuando no se haya hecho constar que
no son honestas, deben también ser indemnizadas.

Según el artículo 402, «la prescripción de la acción penal por el


delito previsto en el artículo 400, correrá desde el día en que se
haya disuelto uno de los dos matrimonios, o desde el día en que el
segundo matrimonio se hubiere declarado nulo por causa de
bigamia».

Así queda resuelta de modo expreso por el legislador la cuestión


relativa a la instantaneidad o permanencia del delito, la cual
todavía se debate. En virtud del anterior señalamiento del día
desde el cual correrá la prescripción de la acción penal, el delito
de bigamia es permanente.

Faltaría señalar ahora el bien jurídico que la bigamia lesiona; o lo


que es lo mismo: el bien jurídico protegido por el artículo 400 del
Código Penal. En nuestra América existen cuatro maneras
distintas de resolver este problema. En efecto, algunos códigos
penales hispanoamericanos consideran que el bien jurídico
protegido es el estado civil, tales son los de República Argentina y
Costa Rica; y en esos países habrá que definir previamente el
concepto de estado civil, acerca del cual no se han puesto de
acuerdo los tratadistas; otros, como los de Bolivia y Haití aprecian
que son las buenas costumbres las protegidas; algunos otros,
entre los cuales están los de Cuba y Panamá, aprecian que los
bienes amparados son dos: la familia y las buenas costumbres; y
aún hay alguno -el dela República Dominicana-que tiene la bigamia
como un delito contra la honestidad, como consecuencia de
estimarla como delicta carnis. La clasificación correcta parece
ser, sin embargo, la de delito contra las buenas costumbres y el
buen orden de las familias como aparece en el Código Civil
venezolano, puesto que afecta los dos intereses sociales al mismo
tiempo por perturbar el régimen jurídico del matrimonio, que en los
pueblos civilizados es de tipo monogámico.
Autor: Livia Hernández, Abogada y Profesora Universitaria
(Venezuela)

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