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LA MUSICA COMO LENGUAJE SOBRE DIOS

- las “tres vías” de la música en su expresión del Misterio de Dios-

Después del silencio, aquello que se aproxima más

a expresar lo inexpresable es la música.


Aldous Huxley

Introducción

¿Es la Música un lenguaje? Si afirmamos que la música puede ser un lenguaje


sobre Dios, estamos suponiendo que la música en sí misma ya es un lenguaje.
Sin embargo, en este punto no hay acuerdo entre los filósofos del Arte o los
musicólogos: “La estética musical se pregunta reiteradamente por la condición real de la
música como lenguaje”1
Los músicos, al hablar de lenguaje musical, se refieren al código de signos que
conforman la lecto-escritura musical y las reglas sintácticas que tradicionalmente han
regido su uso. Para los filósofos, dicho término provoca la cuestión sobre la capacidad
de la música de expresar un significado que se proyecte como unívoco.2
Charles Rosen reconoce que la música tiene la capacidad de transmitir un
significado pero no un mensaje3. Pierre Schaeffer4 duda si haya o no un lenguaje
musical, aunque reconoce en la música al menos tres elementos “linguisticos”: sus
signos (el solfeo), su sintaxis y el sentido de una obra. Theodor W. Adorno afirma:
La música es semejante al lenguaje. Expresiones como idioma musical o entonación
musical no son ninguna metáfora. [...] La música es análoga al habla no solo como
textura organizada de sonidos, semejante al lenguaje, sino ya en la manera de su
articulación concreta.[...] Pero la música no es el lenguaje. Su semejanza con el lenguaje
indica el camino hacia la interioridad, pero también hacia la vaguedad. Quien toma la
música literalmente como lenguaje, se confunde.5

Vladimir Jankélévitch sostiene que “la música no es, pues, ni un ‘lenguaje’ ni un


instrumento para comunicar conceptos, ni tampoco un medio de expresión utilitario [...]
¿No es el equívoco infinito el régimen natural de la música? Llamamos, pues,
espressivo inexpresivo al primero de estos equívocos!”6

1
Jordi-Agustín Piqué i Collado. “Experiencia, empatía y conversión: una teología de la música como
epifanía del Misterio”, Scripta Theologica Vol. 42 (2010): 425-434.
2
“Es clara la imposibilidad de tender una relación biunívoca entre arte y emoción” Sixto José Castro
Rodríguez. "Una aproximación al complejo emotivo del Arte," Aisthesis: Revista chilena de
Investigaciones Estéticas, no. 62 (2017): 68.
3
Cf. Charles Rosen. Las Fronteras del Significado. Tres Charlas Sobre Música, trad. F. López Martín
(Barcelona: Acantilado, 2017), 9.
4
Cf. Pierre Schaeffer. Tratado de los Objetos Musicales (Madrid: Alianza, 1988), 306.
5
Theodore W. Adorno. Sobre la música (Barcelona: Paidós Ibérica, 2000), 25.
6
Vladimir Jankélévitch. La música y lo inefable (Barcelona: Alpha Decay, 2005), 104. 107
Más allá de que a los músicos nos sea útil (y lícito) referirnos a elementos del
lenguaje musical, para distinguir algunos parámetros en los que la música se expresa, o
ciertos elementos del discurso musical como lo hacemos con el sonoro, aceptamos que
la música no conforma en términos filosóficos un lenguaje exacto y univoco: es muy
probable que una misma pieza musical comunique un significado diverso a los
oyentes... y hasta a una misma persona en momentos distintos.
Pero, por otro lado, no podemos negar que la música es una forma y un canal de
comunicación: la música ha comunicado de hecho la interioridad humana desde hace
siglos. Según nuestro entender, la misma ambigüedad expresiva de la música, esa
pluralidad de significados que abre y sugiere, lejos de ser una limitación, es una
fortaleza comunicacional que atrae y seduce, porque nunca se agota.

Pasemos ahora a abordar las expresiones musicales que la humanidad utilizó


para expresar su relación con el Misterio de Dios.

La música como expresión del Misterio de Dios en la Historia de la Música

En el trascurso de la historia, la música fue cambiando su manera de comunicar


la experiencia del Misterio de Dios. Creemos reconocer en este cambio un paulatino
crecimiento en su libertad de expresión que se podría esquematizar en tres etapas o vías:
La vía del puro servicio de la música a la Palabra en la liturgia (1), la vía de
descubrimiento y expansión del propio lenguaje musical en el servicio a esa Palabra (2)
y la vía de la autonomía de toda palabra para comunicar el Misterio en los formatos de
la pura música (3). Estas tres vías podrían asemejarse (salvando las distancias) a las vías
que clásicamente han reflejado el itinerario humano hacia Dios: la ascética, la
iluminativa y la unitiva. Estas vías no son estancas ni excluyentes sino que pueden ser
consideradas como dimensiones diversas y co-existentes de expresar una relación.
La Belleza es una puerta a la Trascendencia. En todo Arte hay ya una
vinculación y referencia al Misterio de Dios7 y nuestro modo de conocer es afectado
por la belleza del ser, que nos despierta admiración, entusiasmo y contemplación8.
Veremos cómo en cada una de las que llamamos vías o caminos de expresión
musical, el Arte provoca el pasaje de la admiración estética a la admiración religiosa y
así el oyente pueda percibir y descubrir, en la obra, el Misterio de Dios.

7
“La expresión artística ya manifiesta en sí misma la profunda dimensión espiritual del ser humano. Un
ser que, aun cuando pueda ser no consciente de ello, participa del mismo ser creativo de Dios. El artista
y el místico tienen mucho en común. Son personas de experiencia del misterio escondido, […] de la
belleza que quizás nuestros ojos no son capaces ya de percibir.” Fco. Javier Sancho Fermín,
“Presentación”, en Estética y Espiritualidad. “Via pulchritudinis”. Coord. Fco. Javier Sancho Fermín, 8
(Burgos: Monte Carmelo – CITeS, 2012).
8
“La dinámica del conocimiento comienza con […] la oferta del ser y su percepción por parte del
hombre. Porque los trascendentales tienen su propia correspondencia en los mecanismos del
conocimiento humano. Y en este sentido, la verdad se dirige a la inteligencia que busca la adecuación
con las cosas que percibe; igualmente el bien se orienta a la voluntad, a lo que ella quiere y desea; y la
belleza afecta a la sensibilidad, a los dispositivos propios de la admiración, del entusiasmo y de la
contemplación.” Jesús Casás Otero, “Estética teológica y arte sagrado”, en Estética, 16

2
1) La música al servicio de la palabra en la Liturgia. Vía ascética

La música litúrgica ha sido la primera relación entre la música y la expresión


religiosa de la que tenemos registro escrito. En este modo de relación, la música queda
supeditada a su funcionalidad respecto del rito litúrgico: es “la función ministerial de la
música sacra en el servicio divino”.9
Por este motivo relaciono el camino de expresión musical litúrgica con la Vía
ascética. Aquí la música debe resignar de ella todo lo que pueda resultar un estorbo a su
cometido principal: servir al texto sagrado.10

1.a) El Canto Gregoriano como prototipo de este servicio


El Concilio Vaticano II, en su Constitución sobre la Liturgia, valora
notablemente el canto litúrgico11. Los textos de la Palabra de Dios o los que pronuncia
la Asamblea son textos que, por su carácter sagrado, deben proclamarse con
solemnidad. El canto, además de colaborar en la cohesión anímica y espiritual de la
Asamblea, es un medio para expresar y realzar esa solemnidad. “La acción litúrgica
reviste una forma más noble cuando los oficios divinos se celebran solemnemente con
canto y en ellos intervienen ministros sagrados y el pueblo participa activamente.”12 El
canto, se une a las palabras con el fin de servirlas. Las palabras tienen, junto con los
gestos en la Liturgia, un rol central, son las que develan el significado de los gestos y
comunican lo central de la experiencia creyente, la revelación de Dios13. Estas palabras,
ya bellas de por sí, se embellecen aún más por la musicalidad con la que se comunican.
El Canto Gregoriano es considerado en la Iglesia “como el propio de la liturgia
romana”14. En este canto los textos se musicalizan bajo algunas condiciones:
La música es vocal. El único timbre sonoro permitido es la voz humana. No hay
instrumentos musicales que acompañen o den un contexto sonoro al canto.15
Se canta al unísono. Todos los cantores entonan la misma melodía. A esta
manera de canto se le denomina monodia.
9
“La tradición musical de la Iglesia universal constituye un tesoro de valor inestimable, que sobresale
entre las demás expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado, unido a las palabras,
constituye una parte necesaria o integral de la Liturgia solemne”. Concilio Vaticano II, Constitución
Sacrosantum Concilium, 112b, Página web de la Ciudad del Vaticano, (consultado el 22/XI/2019)
http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-
ii_const_19631204_sacrosanctum-concilium_sp.html
10
Poniendo a la música en analogía con la persona en su camino hacia Dios: “El aspecto negativo de la
vida cristiana consiste en luchar y desembarazarse de todo cuanto pueda constituir un estorbo en el
camino de nuestra santificación.” Antonio Royo Marín. Teología de la Perfección cristiana (Madrid:
B.A.C., 1962): 288.
11
Sacrosantum Concilium, 112a
12
Ibid., 113
13
Como la Revelación experimentamos que Dios habla, la Palabra será un elemento clave en la Liturgia:
Jordi-Agustín Piqué I Collado. "Palabra, Espacio y Música: parámetros teológicos de la Música Litúrgica,"
Scripta Theologica 47, n° 3 (2015): 693.
14
Ibid., 114
15
Para cimentar la nueva fe en los pueblos recién evangelizados, la Iglesia cortó toda manifestación
musical que pudiera rememorar el antiguo paganismo, incluida toda música instrumental.

3
El ritmo de la monodia es libre, irregular16, sino que las acentuaciones del canto
homologan las acentuaciones del texto que ha de ser musicalizado. Normalmente el
canto respeta las articulaciones de la palabra y de la frase pero algunas veces las sílabas
pueden contener más un sonido: es lo que se llama “melisma”. El melisma realza la
sílaba y en ella la palabra, dotándola de mayor solemnidad.
La forma del discurso musical está dada por la estructura del texto: sus pausas y
unidades de sentido están determinadas por las del texto.

1.b) La belleza de la música en esta Vía: despertar la piedad y el bien.


Uno de los servicios de la música al texto es darle una mayor expresividad 17. El
texto cantado es portador de una significatividad que supera la del texto leído en virtud
de algunos elementos de la composición musical: cómo se suceden los sonidos, la
duración y la articulación entre ellos y la interpretación de los cantores. Aún en esta
ascética musical donde casi todos los parámetros de la música son ajustados en función
del texto litúrgico, la música es capaz de desplegar su belleza y de acercarnos a la
Trascendencia, justamente en ese ajuste.
Aquí la música puede “explayarse” en uno de sus principales parámetros: la
altura. Las notas se mueven en el pentagrama con cierta libertad pero también dentro de
los límites del registro de la voz humana para quien está compuesta. La monodia se
organiza dentro de unos conjuntos acotados de notas llamados “modos”18. Los distintos
modos expresan y estimulan distintos estados emocionales y comportamientos debido a
la diversa organización sonora que contienen. Esto ya lo pensaban los griegos:
“Admitimos la división de las melodías establecidas por algunos autores
versados en filosofía; distinguen melodías éticas, prácticas y entusiásticas, y atribuyen a
cada una de estas clases una naturaleza peculiar de los modos, un modo respondiendo a
una clase de melodía; y nosotros afirmamos, por otra parte, que la música debe
practicarse no a causa de un solo beneficio, sino de muchos.” 19

Y se continúa en la tradición eclesiástica con San Agustín:


“Otras veces, [...] siento que nuestras almas se mueven más ardiente y
religiosamente en llamas de piedad con aquellos dichos santos, cuando son cantados de
ese modo, que si no se cantaran así, y que todos los afectos de nuestro espíritu, en su

16
La rítmica regular implica una acentuación periódica de un conjunto de pulsos. Como las palabras en
un texto acentúan sus silabas diversamente, la rítmica resultante no será regular, a menos que se
ubiquen las palabras de modo que resulte regular, como es el caso de una poesía en verso.
17
“¡Por supuesto que escuchamos las palabras! Y sin embargo, siempre y cuando estemos en presencia
de música auténtica, significativa, y a condición de que la escuchemos de manera adecuada, percibimos
siempre un significado adicional, sumamente íntimo, que estaría ausente de las palabras por sí solas.
Josef Pieper. Solo quien ama canta, El arte y la contemplación (Madrid: Encuentro, 2015): 40-41
18
Los modos se arman con la escala sucesiva de las notas (do-re-mi-fa-sol-la-si) pero cada modo toma
como punto de partida una nota distinta: uno recorre desde la hasta el la de la octava siguiente, otro del
re hasta el re de la octava siguiente, etc…
19
Aristóteles. Política (Madrid: Gredos, 1988): 1342a

4
diversidad, tienen en el canto y en la voz sus modos propios, con los cuales no sé por
20
qué oculta familiaridad son excitados”.
El canto, al ser sonoro, influye en la sensibilidad. Será más funcional a la
Liturgia cuando las sensaciones que despierte sintonicen con el texto cantado y el
propósito y el sentido del rito litúrgico.
Agustín, desde su propia experiencia, analiza el ministerio del canto litúrgico.
Opina que el canto ayuda a “que el espíritu flaco se despierte a piedad con el deleite del
oído”. El deleite musical actúa de atractivo para que las palabras pronunciadas queden
más fijas en la conciencia creyente. Pero el Santo también reconoce que, al escuchar los
cantos de la Iglesia, experimenta una lucha interior entre el deleite del oído por la
música y la captación del significado por las palabras. Y al sentirse “más movido por el
canto que por lo que se canta” querría quitar de la Iglesia todos los cantos pero, al
recordar cuánto le ayudaron a llegar a la fe en la Iglesia de Milán, retrocede y acepta de
nuevo su “gran utilidad”.
La propiedad de atraer y emocionar que posee la música es su don para la
Liturgia y, a la vez, es su mayor riesgo: puede despertar sensaciones que no sean
apropiadas al momento litúrgico correspondiente y puede volverse el centro de la
atención y punto de llegada dejando de ser camino hacia Dios.
Las reglas litúrgicas modelan, por eso, la manera de composición e
interpretación musicales para que la música se avenga a cumplir su función litúrgica.

1.c) Crisis del “puro servicio” de la música al texto


El servicio ascético de la música litúrgica fue, poco a poco, asumiendo algunas
evasiones y excursus netamente musicales que comprometían dos elementos claves del
Gregoriano: la centralidad del texto y la unicidad de la voz.
La centralidad del texto fue siendo puesta en cuestión por la música en los
melismas. Estos van a constituir un momento musical que poco a poco irá cobrando
más autonomía. La alegría se explayaba en el Canto a través de alguna sílaba que se
prolongaba con varios sonidos (a veces decenas). Vemos el ejemplo del Aleluia Pascha
Nostrum: en esta melodía el “a” del Aleluia canta 43 sonidos y 49 el “a” del inmolatus.
Aquí la música habla por sí sola sin ajustarse estrictamente al texto, realiza como
un “excursus”. Se va y vuelve, pero dejó constancia de una presencia más libre.

20
Confesiones, Libro X, Capítulo XXXIII. San Agustín. Confesiones (Madrid: B.A.C., 1979). Las citas a
continuación remiten al mismo capítulo. El cuidado en la elección de los modos musicales y en la
interpretación de los cantos señala la función educativa que se le reconoce a la música en la antigüedad:
“La música, de acuerdo con Platón, no es tan sólo un instrumento para formar el carácter del hombre,
sino también un instrumento para el correcto ordenamiento de la estructura legal de la sociedad [...] en
cuanto relacionado con la consecución del bien común” Pieper, 40-41

5
San Agustín, comentando el Salmo 32, v.3 (Cantadle un cántico nuevo, cantadle
bien, con júbilo) justifica que el canto y la palabra adquieran una relación de autonomía:
“¿Qué es cantar con júbilo? Comprender, pero sin poder explicar con palabras,
lo que se canta con el corazón. [...] El júbilo sería algo así como lo que da a luz el
corazón para expresar algo imposible de decir con palabras. ¿Y a quién le gusta esta
expresión jubilosa, sino al Dios inefable? Es inefable lo que no puedes expresar con
palabras. Pero si no lo puedes pronunciar, y tampoco lo debes callar ¿qué queda, sino
que te desahogues en el júbilo, para que, sin palabras, se regocije tu corazón, y el campo
inmenso de las alegrías no quede aprisionado por los límites de las sílabas?”21

La unidad en el canto, es otro elemento central del Gregoriano que fue mutando
poco a poco y dando paso a un nuevo género musical: la Polifonía musical. Como
muestras de esta primera polifonía tenemos sobretodo el testimonio Guillaume de
Machaut, compositor litúrgico que compuso la primera Misa “firmada” (primera
composición no anónima de la que tenemos registro22).
La unidad de la monodia y el anonimato de la composición eran dos elementos
que remitían a la Iglesia de voz única y toda ella Orante. Ahora va apareciendo una
Iglesia como Pueblo más diverso y plural. Por otro lado, la música va adquiriendo
rostro y nombre y se emancipa de la invisibilidad funcional litúrgica.

2) La música expande su lenguaje en la Liturgia. Vía iluminativa

La música va impregnando, por un lado, los ámbitos de la vida cotidiana de la


gente, para amenizar su vida a través del baile, para ensalzar el amor o para contar
historias, y por otro, continúa expresando la experiencia religiosa o trascendente a través
de la liturgia de la Iglesia (Católica o Reformada).
A través de formas pre-establecidas, como las Misas, Oratorios, Cantatas,
Vísperas y Letanías, los compositores musicalizan los textos religiosos haciendo uso
libre y expandido de los elementos del lenguaje musical. Coincide con el período de
mayor esplendor de la música occidental: el Renacimiento, el Barroco, el Clasicismo y
el Romanticismo. El cambio cultural permitió otro paradigma en la relación entre
música y Liturgia.

2.a) Nuevos modos de expresión en el discurso musical


En este discurso musical hay un nuevo modo de expresar el Misterio de Dios y
hay virtudes (parámetros) musicales que se expanden: el timbre, el ritmo y la armonía.

21
San Agustín. Comentarios a los Salmos, 32, II, 1. En Nova Biblioteca Agustiniana (on line) (consultado
el 22/XI/2019) https://www.augustinus.it/spagnolo/esposizioni_salmi/index2.htm
22
Cf. La Messe de Notre Dame: https://www.youtube.com/watch?v=mvIEA2dBKGA

6
Además de la voz humana aparecen los instrumentos musicales, en un primer
momento emulando o duplicando el canto pero más tarde interpretando líneas propias.
Si bien la voz seguirá, por razón del texto, liderando el discurso, los instrumentos
musicales asumirán cada vez más protagonismo. La traslación del eje del timbre a lo
instrumental permite al discurso expandirse en el campo del registro y explorar alturas y
profundidades que la voz humana no alcanza a interpretar.
La expansión de registros hasta el extremo audible descubre y explora en el ser
humano sensaciones que se relacionan con las emociones básicas como el temor y la
esperanza, o estados anímicos como la serenidad o la tensión. ¿Acaso no están estas
sensaciones o estados anímicos en la base de toda experiencia religiosa?
El ritmo ya no será liso o irregular para regirse según las acentuaciones del texto
sino regular y hará al texto ajustarse a la métrica de la melodía musical. A pesar de su
matriz de ritmo regular, la Polifonía renacentista logra generar la sensación de
“navegar” sobre aguas sin pisar tierra firme y comunica de manera magnifica esta
condición del Misterio de Dios: la permanente actividad.
El texto musicalizado en gran parte de la Polifonía se diluye entre repeticiones,
estiramientos de sílabas, adelantamiento y superposiciones. Esto muestra que la
comunicación de lo divino no pasa principalmente por la intelección del texto.
La complejidad sonora que ofrece el discurso musical de estos períodos se aleja
notablemente de la simplicidad de la monodia que, en su desnuda sencillez, mostraba la
simpleza de Dios y la desnudez necesaria para comunicarse con Él. El discurso tiene
profundidad, se reconoce una diversidad de planos y, en todas estas texturas resultantes,
el oyente encuentra un discurso complejo que comunica la majestuosidad, la amplitud,
la profundidad del Misterio de Dios.23

2.b) La Belleza de la música en la Vía Iluminativa. El Misterio de Dios expande


el discurso musical
Proponemos para este tipo de relación entre música y experiencia de Dios la
semejanza de lo que tradicionalmente se ha llamado Vía iluminativa.24
Así como la gracia Dios, sin estar ausente de ninguna de las vías, en esta
comienza a evidenciarse más allá de los ejercicios activos que la persona procure obrar,
la música comienza a expresar la inefabilidad de la trascendencia divina superando el
molde de lo escrito en el texto litúrgico. La musicalización expande el texto de tal modo
que su comprensión material se diluye y la comunicación de “lo divino” se canaliza más
a través del éxtasis que provoca la música que por la meditación de lo escrito.

23
Un atisbo de lo que nos canta el autor de la carta a los Efesios: “Así podrán comprender, con todos los
santos, cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, en una palabra, ustedes podrán
conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento, para ser colmados por la plenitud de Dios.”
(Ef 3, 18-19)
24
Experimentando una incomodidad con el paradigma anterior, en esta vía se fragua un nuevo modo de
relación con Dios desde una mayor libertad respecto de los moldes de la meditación ordinaria. Se
evidencia un crecimiento de las virtudes por la efusión y el mayor aprovechamiento de los dones del
Espíritu Santo. “...Llaman vía iluminativa o de contemplación infusa, con que Dios de suyo anda
apacentando y reficionando el alma sin discurso ni ayuda activa de la misma alma”. San Juan de la Cruz.
5
Noche Oscura, I, I, 14, 1. Obras Completas (Madrid: Editorial de Espiritualidad, 1993), 486.

7
Esta etapa o dimensión puede ser considerada a modo de vía “iluminativa”
porque la belleza va “tomando la palabra”: en el texto, más allá del texto y muchas
veces ya sin el texto. Este “otro lenguaje”, que se expresa sin estar regulado
litúrgicamente, revela el desarrollo de lo más auténticamente musical y la expresión del
“don” de la belleza en los diversos parámetros musicales. Aquí, lo litúrgico se abre y
“cede el paso” a lo musical.
Abundan ejemplos de las obras consideradas como hitos en “música sacra” a lo
largo de la historia: el Miserere de Allegri, la Misa del Papa Marcelo de Pallestrina, los
Corales de J. S. Bach, los Glorias de Vivaldi, el Requiem de Mozart o de Fauré , son
algunos ejemplos de los innumerables composiciones que han inmortalizado textos
litúrgicos y religiosos en diversas versiones musicales.
Sin embargo, tanto en el Concilio de Trento (1545-1563) como en disposiciones
papales posteriores25, la Iglesia exige a la Música – llamada Sacra composiciones que
respeten la comprensibilidad del texto, la dignidad de la expresión (sin afectaciones), la
exclusión de melodías profanas y un uso de los instrumentos que logre “ayudar
eficazmente a conseguir el elevado fin de la música sagrada” en las que se “conmueve
las almas de los fieles con la grandiosidad y dulzura de sus sonidos, llena las almas de
una alegría casi celestial y las eleva con vehemencia hacia Dios y los bienes
sobrenaturales.”26
La tensión que genera, al interior del Magisterio, la evolución de la música en
los siglos XIX y XX hace que la expresión musical litúrgica quede, en adelante, fijada
en los estilos ya consagrados del pasado.

3) La música “toma la palabra”. Vía Unitiva

La música académica27, sin embargo, seguirá buscando por su cuenta expresar el


Misterio de Dios o la dimensión trascendente. Lo hará de dos maneras: acercándose a
lo religioso- litúrgico desde las nuevas estéticas musicales contemporáneas, reflejando
el Misterio desde la búsqueda de sentido, de verdad, de belleza o conectando con las
experiencias liminares de lo humano. Algunos compositores contemporáneos
prescinden de la palabra para expresar el Misterio. Consideran que la música es un arte
que logra comunicar la interioridad humana y conectar con la trascendencia sin la
mediación de conceptos, palabras, o símbolos.
Esta etapa o dimensión puede ser considerada un modo de vía “unitiva” porque
todos los elementos de la música quedan “tomados” y unificados por el Misterio y lo
expresan a través de la Belleza musical. Es el Misterio que se expresa sin otra
mediación que la puramente sonora.

25
Tra le Sollecitudini de Pío X (1903) y Musicae Sacrae de Pio XII (1955)
26
Pio XII, Musicae Sacrae, 18. Página oficial del Vaticano, (22/XI/2019)
http://w2.vatican.va/content/pius-xii/es/encyclicals/documents/hf_p-xii_enc_25121955_musicae-
sacrae.html
27
Con este nombre se suele identificar a la música que no es producida comercialmente para satisfacer
el consumo musical masivo.

8
En la historia de la música ha habido compositores que (religiosos o no) han
expandido el discurso musical hasta convertirlo en auténticos “íconos” musicales.28
3.a) La Belleza de la música en la “vía unitiva”. Correspondencia entre la
música y el Misterio de Dios.
La dimensión teofánica del arte (y por lo tanto, de la música) ha sido
abundantemente estudiada29.
Quisiéramos aportar una perspectiva: dentro de lo específicamente musical hay
una suerte de afinidad o correspondencia con lo divino (o con el Misterio) que le ubica
privilegiadamente respecto de las demás artes en las posibilidades de expresividad 30.
¿Qué es lo que tiene la música que suscita conversiones súbitas de personas que
no habían manifestado ningún entusiasmo especial por lo religioso?31 Reconocemos
pintores o escultores que se han destacado notablemente por su arte, pero... ¿qué tendrá
la música que solo en ella se ha dado el caso de los llamados niños prodigio que, a poco
de aprender (o de mirar simplemente a alguien hacer música), son capaces de desarrollar
una maestría singularmente precoz en el arte musical?
Lo que permite a la música comunicar mejor a Dios, no son sus parámetros
como la melodía o la armonía, no tiene que ver con una determinada organización de los
sonidos, sino con su propia naturaleza. Hay en la música como fenómeno, como medio
de expresión, una correspondencia o afinidad, una semejanza con el misterio de lo
humano y con el Misterio de lo divino. Y nos referimos a una semejanza con la vía
unitiva porque este modo de expresión es sin modo y acontece simplemente en el ser de
la música.
La música guarda una especial relación con el misterio humano. Josef Pieper
comprende el interés de los filósofos hacia la música porque esta se encuentra “por su
misma naturaleza, tan cerca de los fundamentos de la existencia humana.”32 Según él, la
música “expresa el dinamismo interior del yo existencial del hombre, el cual es la

28
Olivier Messiaen, La Nativité du Seigneur, Les anges:
https://www.youtube.com/watch?v=B15OacVHXkQ / Piotr Ilich Tchaikovsky. Himno de los Querubines:
"Los que místicamente somos íconos de los querubines "--y a la vivificante Trinidad, cantamos el himno
Tres veces Santo--, "todo afán material desechemos... "Para recibir al Soberano del Todo, "por angélicas
huestes, invisiblemente escoltado: "¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!"
https://www.youtube.com/watch?v=OPlK5HwFxcw / Samuel Barber, Adagio for Strings:
https://www.youtube.com/watch?v=tVNhFMZP4NM / György Ligeti, Lux Aeterna :
https://www.youtube.com/watch?v=Ftc7JMm8B1I (22/XI/2019)
29
“El arte responde al intento de expresar, con el lenguaje más adecuado, el impacto sensacional de las
tensiones que experimenta ante sus interrogantes y la trascendencia del misterio.” Jesús Casás Otero.
“Estética”, en Estética, 26-27. “La belleza artística suscita la emoción interior, provoca, en el silencio, el
a
encantamiento y esa “salida de sí mismo”, [...] por la intensidad del sentimiento experimentado.” M .
Ángeles Almacellas Bernardó. “El cine y el misterio del hombre”, en Estética, 165.
“El arte de los sonidos es verdaderamente y dicho esto sin metáforas la intimidad de la interioridad
30

y el fuero interno de las demás artes. Para admitir que la música traduce el alma de una situación, y
hace que esta última sea perceptible al oído de nuestra alma, no es necesario conferirle un alcance
transfísico.” Vladimir Jankélévitch, La música, 122-123
31
Es muy conocido el caso de García Morente: cf. Oscar Valado Dominguez, “75 aniversario de la
conversión de Manuel García Morente. ¿La música como “preludio” de un acto de fe?”, en Teología
Espiritual, LVI, 167, (2012): 177-191.
32
Pieper, Solo, 38

9
materia prima de la música (por así decirlo), compartiendo ambos una característica
particular: los dos discurren en el tiempo”. 33 Esta especie de afinidad de la música con
lo humano, esa posibilidad de reflejarle su interioridad de forma inmediata, interpela y
desafía al hombre a un “nivel profundo, donde acontece su auto-realización.”34 ¿No
rozamos aquí una correspondencia de la música con el Misterio de Dios?
Otras características de la música como lenguaje la hacen afín y apropiada para
comunicar el Misterio de Dios.
Su inefabilidad:
Lo inefable es inexpresable por ser infinito e interminable cuanto sobre ello hay que
decir. Este es el insondable misterio de Dios, [...] (y) el misterio que la música nos
transmite no es lo inexpresable estéril de la muerte, sino lo inexpresable fecundo de la
vida, la libertad y el amor dicho brevemente, el misterio musical no es lo invisible, sino,
lo inefable. [...] donde la palabra falta, allí comienza la música; donde las palabras se
detienen, el hombre no puede hacer más que cantar. 35
Su fuerza creativa y presencial. La música es obra. En la composición, la
interpretación y la escucha de la música hay
...una operación mágica: el instrumentista o el cantante cooperan con el primero
[compositor] porque de modo efectivo materializa la obra en el aire vibrante durante un
cierto lapso de tiempo; [...] la verdad eterna deviene entonces operación temporal y
comienza a suceder efectivamente, según coordenadas de horario y calendario. Esto se
llama “tener lugar”. [...] ¡la música no ha sido inventada para que se hable de música!,
¿y no es ésta la definición misma del Bien? El Bien debe ser hecho, no dicho o
conocido.36
Su carácter experiencial: ¿cómo explicar el gusto de ese encantamiento que
irremplazablemente hay que experimentar para poderlo comprender?37
Su relación con el silencio. La música es capaz de engendrar el silencio interior
de la escucha, y a la vez su alocución es silenciosa, no es evidente sino que nos confía la
tarea de la interpretación.38
No es tanto el contenido expresado sino el medio mismo quien comunica el
Misterio: sin dejar de ser lo que es, participa en su ser del Misterio y lo transparenta.

Conclusión

Así como en las etapas del itinerario espiritual, la gracia de Dios tiene la
iniciativa y, ya desde la vía ascética, mueve y atrae al creyente, la música comunica y
refleja esa correspondencia o afinidad con el Misterio de Dios en cada una de las
manifestaciones musicales de la historia con las que el ser humano ha buscado expresar
su experiencia de Dios. Creemos que no es alguno de los elementos del lenguaje
musical en particular el que nos regala atisbar el Misterio de Dios y nos provoca

33
Ibíd., 45
34
Ibíd., 47
35
Vladimir Jankélévitch, La música, 118
36
Ibíd., 127.129
37
Ibíd., 133-134
38
Ibíd., 136; J. Pieper, Solo, 54

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admiración y sobrecogimiento, sino la música misma como lenguaje, como mano y
corazón humanos que insisten en alcanzar ese Misterio del que, sin merecerlo, como un
don, llevamos su huella... ¿no es acaso el ritmo (cardíaco) nuestro principal signo vital?

Fray Germán Pravia Silvera OP

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