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FICHA DE ORACIÓN Nº 1

EL ALFARERO
ENTRADA EN LA ORACION
En este rato de oración vamos a encontrarnos con una de las dimensiones primordiales
de nuestra relación con Dios Padre. Vamos a contemplarlo como creador y origen de
cuanto existe y de cada uno de nosotros.
Invocación al Espíritu Santo (ver)
Para crear una actitud de silencio interior y capacidad para orar nos puede ayudar San
Agustín con esta súplica:
«Enséñame, Señor, cómo llegar hasta ti. Yo no puedo hacer otra cosa que desearlo...
Cómo llegar hasta ti, no lo sé. Inspírame tú, enséñame, dime que necesito para este
camino.»
Repite esta súplica hasta hacerla tuya.
TEXTOS PARA LA ORACION
1.
«Cuando el Señor Dios hizo tierra y cielo, no había aún matorrales en la tierra, ni
brotaba hierba en el campo...Entonces el Señor Dios modeló al hombre de la arcilla...
Entonces el Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló sobre su nariz
aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo.» (Gn. 2,4.7)
Con un bellísimo antropomorfismo -una imagen tomada de la vida humana- el Génesis
describe el momento de la creación.
Contempla la escena, incluso ayudándote de imágenes visuales. La tierra recién
estrenada, pero como un páramo desértico.
Con la dinámica de una secuencia cinematográfica, imagina que en medio de esa
soledad aparecen las manos grandes y expertas del Padre... Como un alfarero, toma un
puñado de arcilla y moldea un cuerpo humano... Acerca su rostro, echa su aliento divino
sobre la arcilla ... y aparece el hombre.
Repite esta secuencia viendo tu propio origen. Primeramente el páramo de la nada
donde no existía, a continuación las manos del Padre que toma las células embrionarias
y les infunde el alma para que seas precisamente tú.
Recorre tu vida. Contempla cómo las manos incansables del Padre te han ido dando lo
que necesitas tanto para vivir como para alimentar tu vida cristiana.
Termina esta primera parte de la contemplación preguntándote: ¿que ha querido el Padre
de mí al darme la existencia, la gracia de conocerle, de ser cristiano... etc.?
La misma palabra del Padre te ayudará a dar la respuesta. Lee atentamente el texto que
nos ha dejado el profeta Jeremías.

1
2
«Palabras que el Señor dirigió a Jeremías?
Anda baja al taller del alfarero y allí te comunicaré mi palabra.
Bajé al taller del alfarero, y lo encontré trabajando en el torno.
A veces, trabajando el barro, le salía mal una vasija: entonces hacía otra vasija, como
mejor le parecía.
Y me dirigió la palabra el Señor:
Y yo, ¿no podré trataros, israelitas, como ese alfarero?. Como está el barro en manos del
alfarero, así estáis en mis manos, israelitas.» (Jr. 18, 1-6).
La Palabra de Dios vuelve a tomar las imágenes del alfarero y de la arcilla para definir
las relaciones que existen entre el Padre y nosotros.
En este texto late una queja del Padre: la obra de sus manos -Israel- no ha sabido
responder debidamente sino que ha deformado el proyecto divino, apartándose de la
Alianza y cayendo en la idolatría.
Lee el texto como dirigido a ti personalmente. Ya sabes, el Alfarero divino, al principio
de tu existencia, te moldeó con todo cariño. Es más, Él quiere, y tu lo necesitas, que te
siga moldeando para conseguir que llegues a ser imagen de Cristo, el modelo en el que
se inspiró el Padre al crearnos.
Termina la oración sintiéndote arcilla en las manos del Padre y pídele que te dejes
moldear para llegar a ser tú mismo, lo que el Padre proyectó cuando te alumbró a la
vida. Ayúdate del siguiente texto.
«Si, pues eres tú hechura de Dios, deja obrar a la mano del artista que hace todas las
cosas a su debido tiempo.
Ofrécele tu corazón, suave y moldeable, y conserva la figura que te ha dado el artista.
Que tu barro sea húmedo, que no se endurezca y pierda la huella de sus dedos» (San
Irineo).
CANTOS: "Señor, Dios nuestro" (Palazón), n. 149 y "Un vaso nuevo" (Verde), n. 134.

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