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EL CONTRABAJO EN LA MÚSICA SINFÓNICA

Aprovechando la ocasión de una especie de examen que debieron pasar Joseph Haydn y sus músicos en la
corte del principe Esterhazy, este compositor escribió bastantes sinfonías para medir el valor de cada instrumentista. Es
por esta causa por lo que encontramos los primeros solos de contrabajo en la orquesta, en la sinfonía seis, La mañana y
en la sinfonía siete El mediodía. El gran maestro confía una parte solista importante al violón en su célebre Sinfonía de
los Adioses (nº45)

Al principio del andante de su primera sinfonía (1888), Gustav Mahler eligió el contrabajo para la exposición
del tema en re menor, Frère Jacques, puntuado sólo or los timbales.

En su ballet Pulcinella (1919), versión libre sobre Pergolesi, Stravinsky confía al contrabajo y al trombón y
largo dúo humorístico. También encontramos en la producción de ests compositor numerosos fragmentos de solo como
en El Canto del Ruiseñor.

Prokofieff explota la sonoridad expresiva del contrabajo en Chout (1920), ballet para la célebre compañia
Diaghilev y sobre todo en su suite El Teniente Kijé, en la que hace dos versiones para la melodía La Paloma de Blancas
Alas, que puede ser interpretada indistintamente por voz humana o por contrabajo.

En su arreglo de Cuadros para una Exposición de Moussorgsky, Mauricio Ravel hace participar a los
contrabajos enla exposición del tema de la sexta variación Samuel Goldenberg, con un efecto sorprendente.

En Francia, Darius Milhaud confía al contrabajo un largo solo rítmico inspirado en el jazz en La Creación del
Mundo (1923). Marcel Samuel Rouseau le da un solo en Le Hulla y en Tarass Boulba, y Arthur Honegger en ky en El
Rey David.

Ravel en la Rapsodia Española (1907), le confía algunas notas expresivas en solo y un pasaje más importante
en El Niño y los Sortilegios (1925). Es justamente el empleo juicioso de los armonicos de nuestro instrumento lo que
caracteriza la escritura de este compositor, como en el minueto de El Tambor de Couperin (1917).

En una época más reciente encontramos el bello solo de contrabajo en la variación H de Guía para Jovenes
Personas para Orquesta de Benjamin Britten (1945). También debemos al compositor argentino A. Ginastera una
variación para contrabajo solo en sus Variaciones para Orquesta de Cámara (1953) y un pasaje imortante y de gran
dificultad para este instrumento en su concierto para cuerdas, delante del cual los responsables de los atriles suelen
desbordarse.

Esta utilización del contrabajo en música de cámara o en sólo en la orquesta y el teatro no se hizo sino a
consecuencia de una ósmosis entre los compositores y los virtuosos: Haydn fue influenciado por los virtuosos vieneses,
Beethoven po Dragonetti, Berlioz por el italiano Anglios, etc. Al principio de siglo, un periodista holandés fue tan
impresionado por un recital de Edouard Nanny que hizo que Richard Strauss se personara en el concierto y recogiera
"malas" ideas para sus composiciones futuras.

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