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OAXACA
METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN
ASESOR:
DR. LUIS REY MATÍAS CRUZ
PRESENTA:
CRUZ PACHECO JESUA
SEMESTRE: 5º GRUPO: B
SEPTIEMBRE 2019
CONTENIDO
I. Introducción
II. Antecedentes u orígenes del Jazz
II.1. El jazz latino
III. Desarrollo del Jazz en México
III.1. El caso Oaxaca
Anexos
Bibliografía
I. Introducción
De acuerdo con Kintto, desde la aparición del jazz a orillas de los Estados Unidos,
surgió como un fenómeno de rebeldía, de protesta y ha sido una forma de expresión
de las minorías negras (Lucas, 2016). El jazz es como el alma de los de EUA, y es
como el alma de los afroamericanos, fueron ellos quienes importaron estos ritmos
y, aunque aparentemente su creación musical sea hacer lo que se quiera, sin reglas,
innovando e improvisando, nos muestra un deseo del oprimido por “poder
expresarse libremente y romper las barreras que lo han limitado históricamente” (R.,
2007). Lo anterior es algo sumamente importante considerando que, por 200 años
esa libertad no existía, y aún después siguió sin llevarse a la práctica pues sabemos
que la guerra civil no terminó con el racismo cultural inserto en la mayoría de la
gente blanca, particularmente del sur.
Este género fue evolucionando y se ha ramificado por todo América Latina, es por
eso que es importante reconocer, si no a todos, a los principales actores
intelectuales de este movimiento, así como la forma en que se ha ido desarrollando
hasta llegar a nuestro país y estado oaxaqueño que, inclusive, lleva por lo menos
medio siglo creciendo y generando nuevas propuestas.
Esta investigación recopila los puntos de inflexión más importantes del jazz y cómo
fue desarrollándose hasta su llegada a México y Oaxaca, está dividida en 3 partes
fundamentales que exponen la historia del jazz: sus orígenes, cómo fue que llegó a
México y por último, su desarrollo en el estado de Oaxaca.
II. Antecedentes u orígenes del Jazz
Tras la emancipación de los esclavos, muchos se asentaron en Nueva Orleans y
muchos comenzaron a tocar, sin formación musical reglada, los blues y los
spirituals, pero también en las bandas de la ciudad. A la vuelta de los entierros las
bandas tocaban melodías rápidas en 2/4, como Didn’t He Ramble o When the Saints
Go Marching In. De acuerdo con Gunter Schuller en su libro El jazz: Sus raíces y
su desarrollo (Hypotheses, 2016). Las bandas abundaron en Nueva Orleans y entre
ellas se establecieron competencias callejeras muy acusadas. Muchos futuros
músicos de jazz tocaron en ellas, aunque eso todavía no era jazz.
No existe una fecha de comienzo del jazz como música definida y autónoma, sin
embargo, suele ubicarse entre 1895 y 1917, año en que el término jazz se
generalizó y en el que la Original Dixieland Jazz Band realizó sus primeras
grabaciones. Además parece claro que el jazz temprano surgió en muchos lugares
de los Estados Unidos, no sólo en Nueva Orleans.
En los años ochenta, mientras Miles Davis regresa a los escenarios, dominan dos
grandes corrientes. Por una parte, una nueva generación vanguardista: los Weather
́ enes cuyo protagonista
Report, John McLaughlin, etc. Por otra, una vuelta a los orig
es el trompetista Wynton Marsalis (y su hermano Bradford, saxo tenor), en algo que
se llamó Post Bop o Mainstream Moderno. Wynton Marsalis comenzó inspirado por
el Miles Davis de los 60 y luego encontró su propio sonido al adaptar de una manera
original las ideas del jazz clásico (Pereda, 2010).
Una de las manifestaciones musicales originarias del sur y que más éxito alcanzó
en el periodo anterior a la guerra, fue el minstrel, un espectáculo que mezclaba
elementos de la opereta con números musicales basados en los "cantos de las
plantaciones". Se generalizaron a partir de 1820, interpretados por actores y
cantantes blancos que actuaban con la cara tiznada, y su música provenía más bien
de las óperas inglesas, sin relación alguna real con la música de origen africano,
salvo la utilización de instrumentos como el banjo, el pandero y otros de de
percusión, además del imprescindible violín. El primer gran éxito del minstrelsy fue
"Jim Crow", un supuesto baile de los negros de las plantaciones, mucho más
próximo sin embargo a las danzas escocesas, que Thomas Dartmouth Rice llevó
incluso a Europa, en 1836, con su grupo Virginia Mistrels. Canciones de gran
proyección e influencia en los primeros tiempos del jazz, como las de Stephen
Foster, se compusieron en este marco.
Estrictamente blancas hasta la guerra civil, las bandas de música, sobre todo las
militares, tuvieron también una importante presencia en el mundo musical
estadounidense de la primera mitad del siglo XIX.
II.1. El jazz latino
Los años 40 fueron claves en el desarrollo del jazz latino, especif́ icamente el jazz
afrocubano. En los clubes de la calle 52 de Nueva York y en salas de bailes como
el Palladium tocan los trompetistas Dizzy Gillespie y Mario Bauzá, compane
̃ ros en
las bandas de Chick Webb y Cab Calloway, y Mario trae al percusionista Chano
Pozo. Gillespie y Pozo rápidamente se hicieron amigos y colaboradores,
escribiendo juntos varias piezas como Manteca. Mario también invita a sus cuna
̃ do
Machito y Graciela para formar y dirigir la orquesta Machito and the Afro-Cubans,
utilizando arreglistas de primer nivel, tales como el pianista René Hernández.
Tanga, una pieza escrita por Bauzá en 1943 y arreglada por Hernández, es
considerada la primera composición del jazz latino. La Afro-Cuban Jazz Suite escrita
por Chico O’Farrill, fue la primera composición que combinó con éxito los ritmos
latinos, la improvisación y arreglos sofisticados de jazz.
De acuerdo con José Pereda, el jazz latino alcanzó renombre con el mambo de los
últimos años de los 40 y de los comienzos de los 50, con lid
́ eres como el
́ uez. El pianista Eddie Palmieri,
percusionista Tito Puente o el cantante Tito Rodrig
a caballo entre el jazz y la salsa, así como los percusionistas Ray Barreto y Mongo
́ serán protagonistas en los 70 y 80. Mientras, en Cuba, surge el grupo
Santamaria
Irakere, liderado por Chucho Valdés (hijo de Bebo Valdés) y con músicos como el
saxofonista Paquito D’Rivera y el trompetista Arturo Sandoval, que popularizó un
́ rido de funk, jazz y música afro-cubana (Pereda, 2010).
nuevo hib
III. Desarrollo del Jazz en México
Según Ricardo Viñas el Jazz fue introducido a México mediante un largo proceso
de intercambio cultural en las primera décadas del siglo XX, luego de que en
Estados Unidos fuera influido por muchos elementos, tanto históricos (la depresión
económica mundial iniciada en 1929. El sistema de explotación y esclavitud
imperante en los campos de cultivo y la industria) como sociales, como lo fueron las
condiciones de trabajo de la comunidad negra y sus formas de expresión musical,
ligadas a los cantos espirituales africanos o a las canciones para el trabajo o las
marchas callejeras, en ejecuciones con pocos instrumentos; y musicales como el
blues, el foxtrot, el swing, el ragtime como caldo de cultivo (Viñas, 2016).
Sin embargo, algunas crónicas, fotografías y películas de la época dejan ver que,
pese a las restricciones impuestas, por las noches las calles del centro eran un
hervidero de gente que salía a divertirse. En paralelo, en el Estados Unidos de la
posguerra, la corriente bebop del jazz sonaba con fuerza y en 1954 se realizaba la
primera edición del festival de ese género más antiguo del que se tiene registro, el
Newport Jazz Festival.
En un Estados Unidos con gran actividad jazzística y una Ciudad de México azotada
por el llamado Regente de Hierro, se realizó la primera grabación formal de jazz
mexicano, en la que participó, entre otros, el contrabajista Víctor Ruiz Pasos, Vitillo.
Originario de Veracruz, él cuenta que los músicos en aquella época llegaban a
trabajar a los centros nocturnos o teatros de revista de la capital mexicana entre las
ocho y las nueve de la noche, y salían con los primeros rayos del sol: “a la una de
la madrugada se cerraban las puertas, pero la gente se quedaba adentro y nosotros
seguíamos tocando”. De esta manera, los locales burlaban las restricciones
impuestas por Uruchurtu.
III.1. El caso Oaxaca
El término de Jazz mexicano había sido acuñado por Alain Derbez, incluso tiene un
libro titulado “EL Jazz en México” donde narra la historia de este género y cómo se
fue expandiendo a los estados de México.
En el año de 1999, una plática con tal tit́ ulo (“El Jazz en México”), aunque modificado
el contenido, se oyó al iniciar las actividades de una asociación de jazz en Oaxaca.
Nueva información iba sumándose a otra y otra más para permitirme, partiendo de un
tema central, la escritura de una serie de ponencias —verbales instantáneas de un
cuerpo en mo- vimiento— pronunciadas en diferentes coloquios, en ferias de libro y en
festivales de jazz, tanto nacionales como extranjeros (Derbez, 2012).
1
Percusionista oriundo mixteco, actualmente reside en Oaxaca, autor intelectual y músico en proyectos
importantes como “Lorena y los alebrijes”, “Nunduva yaa”, “rekindio” y “El son de la calavera”.
Entrevista al músico catalán, especialista en el subgénero del jazz: gypsi jazz.
JC¿Cree usted que exista un jazz mexicano que marque diferencia con el jazz que se
hace en otros lados?
PS: Decir jazz mexicano se entiende al jazz que se hace en México, el jazz es un estilo
de vida, tiene sus variaciones, el jazz se mezcló con el jazz latino, con la música
brasileña, porqué no habría de mezclarse con la música mexicana.
Con esta entrevista nos podemos dar cuenta que Oaxaca ha sido semillero de grandes
intérpretes del jazz, incluso aquí se sigue desarrollando este lenguaje.
“Hace cincuenta años Oaxaca era una ciudad completamente provinciana sin una
apertura al exterior, porque para ir al D.F. te tardabas catorce horas. Aquí el
provincianismo era absoluto, era una ciudad muy clasista, muy burguesa, con castas y
clases sociales perfectamente delimitadas. Por un lado con las familias de apellidos de
buena cuna, por el otro, todas y todos los que no hubieran nacido en esa cuna”.
Oxama habla en una charla que parece extenderse a cada tramo sobre todos los
posibles vértices. El motivo es la ruta del jazz en Oaxaca, peo antes decide abordar el
auténtico principio y define a aquel que llegó a liderar a aquel grupo de chavos
oaxaqueños que con los libros de Albert Camus, las cintas de Jean Luc Godard y
Francois Truffaut y la efigie del Che Guevara empezaron a declararse hartos de la
dictadura de las buenas conciencias.
“El más incendiario de ellos un pintor iconoclasta que fundo la primera galería
independiente en Oaxaca en Ciudad Universitaria, Virgilio Gómez, el primer agitador,
de raíces indígenas, un verdadero yope”.
Antes Oscar, también conocido en los barrios altos, bajos y no tan bajos como Oxama,
da un breviario sobre la acepción del término yope, tan arraigado en la cultura vallista
y el porqué de ser un término que gritaba discriminación, a mediados de los sesentas
se significó en una reivindicación de la igualdad.
“Yope es alguien señalado como una persona que no tiene cultura, ni refinamiento,
alguien silvestre, cerril. Con una profunda connotación racista. Gómez reivindica esto
en un movimiento de energía que apunta a la identidad. En donde dice, si, somos yopes
y yo soy el yope mayor”.
“Y no es que fueran cinco, es que solo necesitaban un nombre. Fundaron algo que
pomposamente llamaron el Instituto de la Juventud Oaxaqueña, con su cuartel general
ubicado en lo que ahora es la Casa de la Ciudad”
“El sacerdote de la iglesia del Carmen, que está enfrente, salía a exorcizar los
demonios de esos mechudos comunistas”. En una década de gritos de exigencias de
cambio que terminó nacionalmente con el movimiento estudiantil de 1968, Oxama
cuenta que a esto cinco (que en realidad eran más de cinco) se les ocurrió realizar su
propia versión de concilio vaticano, que concluyó con una enorme pinta en la principal
pared de la catedral de Oaxaca que decía Dios no existe
“Imagínate el nivel de provocación que eso tuvo en la Oaxaca de hace cincuenta años.
El arzobispo los excomulga y hasta celebra una misa de desagravio. Aquella fue una
juventud que realmente agitó las aguas”.
“Es un músico oaxaqueño que estudia en Bellas Artes, que le toca dirigir el grupo de
jazz de la UABJO. Es el primero que realmente entiende el lenguaje del jazz en Oaxaca,
asumiéndolo como una postura vital, no como una estética sino como una forma de
vida que tiene que ver con la bohemia, con la noche, con vivir un poco al límite” comenta
Oaxama.
Oxama matiza un poco su narración, habla de que quizás esta visión del jazz cae un
poco en el estereotipo, pero que aun así existe y hay grandes músicos que vivieron en
él, como Charlie Bird Parker, Miles Davis o Chet Baker, en donde algunos
sobrevivieron a sus excesos y otros no
“En el caso de Jorge Fernando, murió en 1991. Tocaba la trompeta, el piano, era un
gran compositor y un gran bohemio. Se emborrachó y se enfiestó con gente que ahora
son académicos e historiadores, que en su momento fueron jóvenes contestatarios”.
Martínez cuenta que Jorge Fernando Hernández tuvo problemas con el grupo de jazz
de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) de donde se dice que
lo terminaron corriendo. Funda entonces el grupo el Yope Power en los ochentas,
reivindicando lo hecho por el Grupo de los Cinco quince años antes.
“El Yope Power tocaba jazz en las plazas, en la torterias, lugares donde se improvisaba
un escenario. Jorge era un músico muy dedicado, que hacia sus propias piezas. Por
ahí no se sabe bien si las grabó o no, se dice que hay grabaciones suyas esperando a
ser descubiertas”.
Jorge Fernando Hernández murió por un exceso de mezcal y alcohol. Oxama cuenta
que la primera familia del jazzista, sobre todo sus hijos, no han querido abrirse mucho
al tema de su padre, de lo que fue su vida y su muy peculiar talento.
“Hace unos años quise entrevistarlos y una de sus hijas me dijo que no, porque siempre
que hablaban de su papá, le decían que fue un borracho. Hasta ahora nadie le ha dado
a Jorge Fernando su estatus como parte esencial de la contracultura en Oaxaca”
¿Porque no se sabe nada de él? Se le pregunta a Oxama, al que una buena cantidad
de melómanos rockeros, metaleros noventeros oaxaqueños o a medio camino entre los
dos, identifican como “el primer pirata de Oaxaca”.
“Hay que entender que en ese momento prácticamente a nadie le interesa el jazz en
Oaxaca. Por ejemplo hoy cuando hablas de que hay gente haciendo música electrónica
propositiva en Oaxaca a nadie le interesa , no hay un lugar donde digas voy a escuchar
este tipo de música y todo se encierra a un geniecillo de la electrónica metido en su
cuarto experimentando con su computadora”.
Estas y otras narraciones del jazz y la contracultura en Oaxaca por parte de Oscar
Javier Martínez se encuentran incluidos en el Atlas de Jazz en México, libro que
recupera las historias y los personajes del jazz en los 32 estados del país a través de
los testimonios de 63 especialistas en jazz, compilado y autoría de Antonio Malacara
Palacios.
“El rock se movió mejor en Oaxaca en los inicios con grupos como los Betthovens, los
Happy Hunters o los Kidnappers”, señala Oxama recordando en los noventas el jazz
en Oaxaca ya no tiene que ver con una contracultura sino con una posibilidad para los
músicos, que provenientes de las bandas de pueblo de sus comunidades llegan a la
ciudad de Oaxaca para empezar a tocarlo, o también para los chavos que deciden irse
a estudiar música a la Ciudad de México.
Oxama observa que en cuanto a políticas culturales siempre ha habido una enorme
ceguera y torpeza de todas las personas que ha dirigido la cultura desde los tres niveles
de gobierno
“La cultura oaxaqueña siempre ha sobrevivido por fuera, en la periferia. Los programas
culturales que han permanecido tienen que ver con iniciativas de lo que hoy llamamos
la sociedad civil”
“El jazz ha sido lo mismo ha sobrevivido gracias a pequeños lugares que se abren o los
músicos que siempre han sido muy necios”.
Necedad, tesón y unas ganas infinitas de tirarlo todo y volverlo a levantar, es lo que
Oscar Javier Martínez identifica como las riendas que han movido y seguirán moviendo
la expresión artística y humana en la Ciudad de Oaxaca: esa contracultura viva que ni
la ineptitud gubernamental más rampante, ni los recortes presupuestarios más
caníbales, podrán desaparecer jamás (Brito, 2016).
El libro “Atlas del jazz en México” está disponible en el IAGO puesto que no está en
venta por tener pocos ejemplares a nivel nacional.
Anexos
ENCUESTA
EL JAZZ EN OAXACA
Desde su aparición del blues y el jazz a principios del siglo XX en Nuevo Orleans
(EUA), el jazz se expandió rápidamente hacia todas partes del mundo pero, cómo
fue que llegó hasta lugares tan recónditos en el estado de Oaxaca como la sierra
Juárez, Valles Centrales o la Mixteca alta, de donde han salido jazzistas de talla
nacional e internacional como Guillermo Porras (piano), Arodi Martínez (Sax),
Bernardo Santos (Sax), Abraham Díaz (batería), Ornel Jiménez (bajo), etc.
Resultados de la encuesta
https://docs.google.com/forms/d/1oIcbNArNgri3JMGrMWnZiKWdqUBtm0tCZnEiax
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