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eparé en la anciana en cuanto entré en el aparcamiento del Wal-Mart. De hecho, no pude evitarlo porque me cerraba el paso. Inclinada sobre
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su andador, ajena a los impacientes compradores que tocaban el claxon para manifestar su desagrado por mi deseo de no atrepellarla, la
mujer avanzaba centímetro a centímetro hacia la entrada de la inmensa
tienda de descuento.
Por fin encontró un carro de la compra en el aparcamiento y con un
movimiento rápido, casi elegante, levantó el andador y lo colocó dentro. Acto
seguido, apoyándose en el carro, logró apretar el paso y no tardó en alcanzar
la puerta principal. Por nuestra parte, los conductores pudimos aparcar y
seguir adelante con nuestros propósitos.
Continué pensando en ella mientras me dirigía hacia la tienda. ¿Por qué
se tomaba tantas molestias? ¿Qué era lo que tanto necesitaba?
Nos cruzamos varias veces en el interior de la tienda. Cada vez que la
veía estaba ante un expositor de ropa o un cajón de saldos, examinando con
detenimiento faldas, bermu-das o camisetas. Al cabo de media hora había
acumulado una selección de pequeños artículos en el carro, todos ellos pro-
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ductos de los que sin duda podía prescindir, pero no había pamos, sitúan los objetos en el corazón de sus sociedades.1
ninguno lujoso ni manifestación alguna de despilfarro. Para todos los pueblos, al menos desde el neolítico, los objetos
Cuando por fin la abordé y le hice la pregunta que me son depósitos de poder. Quienes poseían objetos clave eran
rondaba la cabeza descartó de inmediato la idea de que comprar los gobernantes y los hechiceros de la tribu. La corona del rey,
exigiera demasiado esfuerzo. Según me contó, acudía a la tienda el manto del jefe, la colección de amuletos del chamán y los
a menudo en autobús. Ese día tenía intención de adquirir dientes tachonados con joyas del rapero siempre han sido
algunas cosas que necesitaba para la casa y algo para los nietos, fuentes de autoridad y magia.
aunque nada imprescindible. A lo largo de gran parte de la historia, los objetos deseables
—Es que me gusta salir de casa y comprar cosillas —ex- han sido escasos y preciosos. Las personas ambiciosas
obtenían poder al hacerse con ellos, mientras que las personas ya
plicó.
poderosas conservaban su posición destacada haciendo obsequios
Para ella, lo más valioso no eran los objetos, sino la capa-
a aliados o a potenciales adversarios. Los sacerdotes y las
cidad de salir por su cuenta y elegirlos. Me contó que debía
sacerdotisas proclaman su acceso al mundo espiritual utilizando
procurar no meter más cosas en el carro de las que podía llevar
objetos rituales que invocan poderes sobrenaturales. Cuando
en el autobús, ni gastar demasiado. Sin embargo, el hecho de ir
los objetos poderosos caen en manos equivocadas, el orden de
a la tienda la hacía sentirse autosuficiente, generosa y
la sociedad corre peligro. A lo largo de la historia, los
ahorradora. Los escasos artículos que llevaba en el carro daban
gobernantes y los líderes espirituales han procurado acumular
fe de su deseo de demostrarse algo a sí misma y a quienes la
objetos poderosos no solo para su propio beneficio, sino
rodeaban. Mientras fuera capaz de ir a la tienda nadie podría
también para impedir que otros se apropiaran de ellos.
decir que dependía de los demás, pues aún se las arreglaba para
Intentaban mantener el control limitando la distribución de
llevar una vida normal. Y al regalar cosas a sus nietos
bienes materiales.
reafirmaba su importancia para los miembros de su familia.
La sociedad contemporánea sería la peor pesadilla de esos
Así pues, podría deducirse que el acto de salir de com-
gobernantes y chamanes. Incluso los pobres pueden permitirse
pras era más importante que cualquiera de los objetos que
llevar una vida atestada de pertenencias, y entre tanta
contenía el carro, pero eso no sería del todo cierto. Puede
abundancia resulta difícil determinar la autoridad. Las pose-
que ir de compras constituyera una afirmación de sus capaci-
siones ya no señalan el derecho de un jefe a mandar, pero sí
dades, pero los objetos que se llevó a casa simbolizaban su
son esenciales para ejercer otra clase de poder, el derecho del
poder.
consumidor a elegir. La mujer de Wal-Mart no se planteaba
Utilizar los objetos para establecer vínculos entre las per-
que los artículos que había guardado en el carro tuvieran nada
sonas y reafirmar la propia autoridad es una característica an-
que ver con la corona de un monarca, pero en realidad
cestral y universal del comportamiento humano. Otras especies
también eran declaraciones políticas, aunque de otra índole.
usan herramientas de un modo limitado para llevar a cabo
Eran declaraciones de independencia.
tareas específicas, pero solo los seres humanos, que se-
Aún hoy, comprar no es el único modo en que las personas estadounidenses permiten a sus hijos seleccionar y pagar
afrontan el poder de los objetos. La gente también roba algunas compras a la edad de cinco años y medio, y les dejan ir
objetos, con frecuencia para hacerse con ese poder. Algunos a comprar solos y con su propio dinero a partir de los ocho.
jóvenes mueren porque unos ladrones quieren sus zapatos. Y Todos empezamos nuestra vida como consumidores en
el intercambio de regalos sigue siendo un importante modo de función de lo que los demás pueden proporcionarnos. Tal vez
establecer vínculos y obligaciones entre las personas. escoger artículos en una tienda no nos haga realmente
Pero al comprar operamos con el poder que tienen los independientes, pero sí nos ayuda a tener ese sentimiento de
objetos. Es un ritual tan imbricado en el tejido de nuestras autonomía que nuestra sociedad tanto valora. Además, los
vidas que apenas reparamos en él. En la sociedad productos de envases llamativos que los niños ven en la tienda
contemporánea, casi todo el mundo aprende a comprar aun son auténticos tesoros. Los niños juegan con latas y cajas,
antes de aprender a leer o a articular más que un puñado de objetos que estimulan la imaginación, y los pequeños a
sonidos ininteligibles. Según los psicólogos infantiles, es una menudo les atribuyen significados particulares muy distintos
de las primeras maneras en que las personas empiezan a de los que pretenden transmitir los expertos en marketing.
comprender el mundo y a desarrollar su personalidad. Los jóvenes aprenden a comprar al igual que los patos
Tres de cada cuatro bebés estadounidenses visitan una aprenden a nadar. Es una reacción frente al mundo y una
tienda, por lo general un supermercado, antes de cumplir los afirmación de la fortaleza y las características de la especie.
seis meses, y algunos prácticamente al nacer. Pronto se dan Puede que no «naciéramos para comprar», como proclama la
cuenta de que la tienda es la fuente de algunas de las cosas famosa camiseta, pero sí nacimos para usar objetos y se nos
buenas que hasta entonces habían asociado exclusivamente a educa para creer que seleccionarlos forma parte del proceso de
sus padres. Poco después, cuando tienen alrededor de dos convertirnos en seres humanos competentes y exitosos. El
años, empiezan a señalar y a manifestar su deseo de tener consumo está tan imbricado en nuestra educación que en
co¬sas que ven en la tienda. La mayoría no tarda en realidad es inherente a nuestros pensamientos y conducta. Pero
percatarse de que tiene muchas probabilidades de salirse con a fin de estudiar con perspectiva el poder que los bienes
la suya, y al poco comienza a recordar cosas que ya ha visto o materiales ejercen en nuestras vidas, debemos intentar
que le gus¬taban de forma especial, y a pedirlas aunque no imaginar la vida tal como era antes de que existiera el acto de
las tenga a la vista. Es entonces cuando los niños empiezan a comprar.
cobrar interés para los expertos en marketing.
Casi todos los niños de tres años recuerdan la disposición
de los artículos en los supermercados y las tiendas a las que
los llevan, y a menudo les gusta que les permitan pasear entre
las estanterías y elegirlos por sí solos. Esta elección es la
parte más importante de la experiencia de la compra. Se inicia