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IVÁN OROZCO ABAD

SOBRE LOS LÍMITES


DE LA CO CIE CIA
HUMA ITARIA
DILEMAS DE LA PAZ Y LA JUSTICIA
EN AMÉRICA LATINA

Prólogo de Antanas Mockus

EDITORIAL TEl\AIS S. A. -UNIVERSIDAD DE LOS ANDES


Bogotá - Colombia
2005
TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 319

gar por lo menos el Pacto de Derechos Civiles y Políticos de 1966 y las con-
venciones regionales de derechos humanos, que, a su vez, dieron lugar al surgi-
miento de instancias como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y la
Corte Interamericana de Costa Rica.
CAPÍTULO VII De otro lado, en lo que respecta a la aplicación de las normas sustantivas
y en particular al castigo de los opresores, la revolución que ha tenido lugar
siguiendo la pauta del Tribunal Internacional de Nuren1berg comprende el Tri-
HACEDORES DE PAZ Y DEFENSORES bunal ad hoc de Arusha (Tanzania), que en el marco de la Convención contra
DE DERECHOS HUMA:NOS 1 el Genocidio condenó a algunos líderes hutus por su responsabilidad enlama-
(UNA DISPUTA DE FAMILIA) sacre sistemática y masiva de cientos de miles de tutsis durante la guerra de
Ruanda; el Tribunal ad hoc de La Haya para el juzgamiento de los crímenes
de guerra y de lesa humanidad perpetrados durante la guerra de la extinta Yu-
Las notas que siguen tienen cotno propósito contlibuir a familiarizar a la
goslavia, que, además de dictar la primera orden de captura de un jefe de Estado
opini6n pública colombiana con la historia y con las lógicas que han acompa-
en ejercicio y de poner en marcha las primeras investigaciones forenses ade-
ñado la evolución de los movimientos internacionales de derechos humanos y
lantadas en contextos de guerra inmediatamente después de perpetrados los deli-
de paz, y contribuir así misn1o a familiarizar a la opinión pública internacional
tos ha proferido las primeras condenas internacionales por crímenes de guerra
con las peculiaridades de nuestra historia doméstica en materia de movimien-
después de Nuremberg y Tokio. La detención de Augusto Pinochet en Lon-
tos y de políticas de paz y de justicia.
dres por petición de jueces españoles por cargos de tortura y ejercicios simila-
res de aplicación del principio de jurisdicción universal por los Estados y la ins-
l. EL NUEVO ACTIVISMO HUMAf\TJTARIO: ¿QUIÉNES SON, DE DÓNDE VIENEN, tauración del tribunal de Sierra Leona, pero sobre todo la creación y puesta en
EN QUÉ CREEN Y QUÉ HACEN LOS NUEVOS DEFENSORES funcionamiento de la nueva Corte Penal Internacional, completan este cuadro.
DE DERECHOS HUMANOS? En lo que atañe a la influencia de la revolución legal y de aplicación en
la revolución del activismo humanitario, observa lGNATIEFF que la nueva
A) La revolución de los derechos humanos institucionalidad ha creado un espacio para que "observadores" y "testigos"
abandonen su vieja indolencia amilanada y se conviertan en activistas-aboga-
En un conocido ensayo de MICHAEL IGNATIEFF titulado Los derechos hu- dos de las víctimas, y lo que es igualmente importante, que la hegemonía del
manos como política, publicado en 2001, el autor afirma que en materia de nuevo discurso hutnanitario ha forzado a los Estados abusadores a abandonar
derechos humanos, después de 1945 ha tenido lugar una triple revolución: 1) su antigua arrogancia soberana y a practicar una doble moral que hacia fuera
legal, 2) de aplicación y 3) de activismo. La dimensión legal atañe a la amplia predica el respeto por los derechos humanos y que hacia adentro, en cambio,
reorganización del orden normativo puesta en marcha a partir de la Carta de oculta en forma vergonzante los atropellos. Precisamente en el destape de ese
Naciones Unidas de 1945 que condena la guerra de agresión, la Declaración doble juego, anota con agudeza lGNATIEFF, emerge para los nuevos activistas
Universal de 1948, la Convención contra el Genocidio del mismo año, que pro- sin fronteras la posibilidad de avergonzar a los Estados.
tege el derecho de los grupos étnicos, religiosos y nacionales contra el exter- Por último y en lo que respecta a la tercera dimensión del cambio, nos
minio, los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, que dieron origen al moder- recuerda IGNATIEFF cómo "la revolución en el terreno del activismo ha roto el
no derecho humanitario y que convirtieron la protección de la población civil monopolio de los Estados en la conducción de los asuntos internacionales y
en el centro de su preocupación y la Convención Internacional sobre el Esta- ha dado voz a la llamada sociedad civil global" 2 • A su juicio, los grandes pro-
tuto de Refugiados de 1951. A esta lista y en el entendido de que se trata tam- tagonistas de la revolución que ha tenido lugar en el campo del activismo en
bién de instrumentos internacionales orientados a poner el Estado bajo control derechos humanos son las llamadas ONG (Organizaciones No Gubernamen-
sobre todo mediante la delegación de poderes en los individuos hay que agre- tales), que antes que actor unitario y homogéneo -como parece estar sugerí-
1 2
Este capítulo fue elaborado a pedido de Fescol (Fundación Friedrich Ebert de Colom- MICHAEL loNATIEFF, Los derechos humanos como política e idolatría, Barcelona, Paidós,
bia), y habrá de aparecer publicado próximamente por dicha entidad. 2003, pág. 35.
TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 321
320 SOBRE LOS LÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA

do en la expresión sociedad civil global- expresan una pluralidad altamente B) Los límites y los peligros del nuevo activismo humanitario
heterogénea y hasta conflictiva de organizaciones no estatales que en nombre De todas maneras, IGNATIEFF ve que la causa de los derechos humanos tiene
de los derechos humanos como credo universal hacen un "activismo moral
límites intrínsecos y enfrenta peligros. Cree que el mayor riesgo para su credi-
extraterritorial". Haciendo uso de un lenguaje ambivalente y que se debate entre
bilidad proviene de la asimetría entre el universalismo que se predica y las limi-
la admiración y la crítica, observa lGNATIEFF cómo, a pesar de que dicen repre-
sentar a la humanidad de manera más eficiente que los Estados, se trata en taciones de tiempo y recursos con que se cuenta para su aplicación, asimetría
realidad de grupos que se orientan -legítiman1ente- por causas más bien de la cual se deriva un grave problema de "coherencia". Las intervenciones
particulares y dispares como son las atinentes a la defensa y la promoción de humanitarias de los Estados y de los activistas sin fronteras son selectivas, de
categorías particulares de víctimas de violaciones. Observa igualmente nues- lo que resulta casi inevitablemente la percepción de que son parcializadas. En
tro autor que las ONG tienen una representatividad inevitablemente deficitaria ello se sustenta, por lo menos en parte, el reproche de "imperialismo moral"
y que si bien gustan de presentarse como "apolíticas" e incluso como "antipolí- que recae con frecuencia sobre ellos. Así pues, a la parcialidad voluntaria que
ticas", de manera que oponen su pretensión de universalismo e imparcialidad resulta del particularismo y del pmtidismo, se agrega la parcialidad involun-
a lo ideológico y lo sectario de los partidos, son en realidad marcadamente taria que resulta de la selectividad. Y no es fácil separarlas.
políticas en el sentido de que adoptan en forma militante y comprometida la En lo que atañe al asunto de las tensiones entre derechos humanos y es-
causa de las víctimas contra la de los opresores. Cree lGNATIEFF que un reco- tabilidad política, afirma el director del Centro Carr para la política de dere-
nocimiento claro del carácter político de su trabajo les permitiría estar más chos humanos de la Universidad de Harvard: "Algunos activistas de derechos
atenta~ al asunto del déficit de representación y de accountability que las ca- humanos niegan que exista un conflicto entre la estabilidad y los derechos hu-
ractenza, y que les permitiría, además, entender los derechos humanos más manos. Afirman que la mejor garantía de estabilidad debe ser la democracia,
como marco y lenguaje para la negociación y la deliberación que como credo. los derechos humanos y la justicia de los Estados en cuestión. Esto puede ser
lGNATIEFF le teme a que los activistas de derechos humanos sumidos en cierto a largo plazo, pero a corto plazo -que es el que cuenta para la mayoría
una suerte de "idolatría" traten a estos como las "verdades eternas" de una de los gobiernos-la democracia y los derechos humanos entran a menudo en
"religión secular" y con ello como "cartas ganadoras" contra intereses y valo- conflicto" 5 • Si donde se dice estabilidad leemos paz y seguridad, y donde se
res tan fundamentales como la paz y la estabilidad de los Estados y la autode- dice democracia leemos autodeterminación mayoritaria, quedan claras las
terminación de los pueblos, y no como "un discurso para la mediación en los implicaciones de esta afirmación en contextos de transición doble de la guerra
conflictos"3 • Afirma el prestigioso autor canadiense que el universalismo moral y el autoritarismo a la paz y a la democracia. Por lo menos en el corto plazo,
que predican, más que para situarlas al margen de la política, les debería ser- a juicio de lGNATIEFF, los intereses de la mayoría y de los gobiernos que la re-
vir para "disciplinar su parcialidad" obligándolas a reconocer los derechos de presentan en tomo a la paz y a la estabilidad pueden, ciertamente, entrar en con-
la otra parte. Pero el juicio final de lGNATIEFF sobre el papel de las ONG para flicto con los derechos humanos y primar sobre ellos en cuanto interesados en
el desarrollo de la causa de los derechos humanos es, si duda, positivo: "Pero
que, en lógica contramayoritaria, se les haga justicia a las víctimas.
incluso si pensamos que muchas ONG son más particularistas y menos trans-
parentes de lo que dicen, muchas otras cumplen una función esencial. Al vi- De otro lado, en lo que respecta a la relación entre derechos humanos y
gilar para impedir que se cometan violaciones de los derechos humanos y al Estado-nación -soberano- advierte lGNATIEFF: "( ... )es utópico soñar con una
sacar a la luz pública los abusos, hacen que los Estados se atengan a sus com- era más allá de la soberanía estatal. En vez de contemplar la soberanía estatal
promisos firmados, o al menos difunden la divergencia entre Út promesa y la como un principio pasado de moda, destinado a desvanecerse en la era de la
práctica, la retórica y la realidad. En otras palabras, sin la revolución del acti-. globalización, debemos apreciar hasta qué punto la soberanía constituye la fuen-
vismo de las ONG, la aprobación de muchos de los instrumentos de derechos te del orden en el sistema internacional, y que los regímenes constitucionales
6
humanos desde 1945 solo habría sido una revolución sobre el papel" 4 • nacionales representan la mejor garantía para los derechos humanos" • Y agre-
ga: "Este principio es poco familiar, incluso polémico, para una comunidad de
3
MICHAEL IaNATIEFF, op. cit., pág. 46. Al tema de los derechos humanos como idolatría
derechos humanos que durante 50 años ha visto al Estado como el peligro prin-
dedica lGNATIEFF la totalidad del segundo ensayo que integra su libro. En el mismo sentido,
véase BRAD R. RoTH, "Anti-Sovereigntism, Liberal Messianism, and Excesses in the Drive
5 ldem, pág. 51.
against Impunity", en Finnish Yearbook of lnternational Law, vol. xn, 2001.
4
MrcHAEL lGNATIEFF, op. cit., pág. 37. 6 /dem, pág. 60.
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cipal para los derechos humanos de los individuos. Y ello fue cierto en la épo- los organismos internacionales que los escuchan, a presionar a los Estados y
ca de los totalitarismos. En la actualidad, sin embargo, la principal amenaza gobiernos violadores para que mejoren sus prácticas. Se habla en tal sentido
para los derechos humanos no proviene únicamente de la tiranía, sino tmnbién del "efecto bumerán" que se pone en marcha cuando las relaciones entre las
de la anarquía y de la guerra civil. De ahí que estemos redescubriendo la nece- ONG domésticas que denuncian el desconoCimiento o las violaciones de los
sidad del orden estatal como garantía para los derechos" 7 • En este contexto derechos de determinados grupos de población y sus Estados violadores o ne-
IGNATIEFF hace una de sus afirmaciones más tajantes y polémicas. Dice que en gligentes están bloqueadas. Entonces las ONG canalizan sus denuncias hacia
el corto plazo "es mejor la estabilidad sin democracia que la falta absoluta de el exterior para buscar, por medio de las llamadas ONG internacionales, que
estabilidad". Nótese, por último, que a juicio de IGNATIEFF la defensa del Es- Estados poderosos y organismos internacionales presionen a los Estados in-
tado-nación no procede porque este sea valioso per se, sino porque es un ins- fractores para que mejoren su comportamiento y modifiquen sus normas y con-
trumento importante para la protección de los individuos y de su agencia. cepciones9. Las fundaciones, entre tanto, antes que crear ONG han contribui-
do a financiar y a promover su independencia y capacidad de acción. En lo
C) Las redes de derechos humanos que atañe a Latinoamérica, afirma SIKKINK que las organizaciones de la red que
más han contribuido a la defensa y promoción de los derechos humanos son:
A diferencia de quienes siguiendo por ejemplo a ALAIN TuRAINE estudian la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, la Comisión Intera-
el activismo de los derechos humanos en Latinoamérica en términos de "movi- mericana de Derechos Humanos, Amnistía Internacional, Human Rights
miento social", MARGARET KECK y KATHRIN SIKKINK prefieren apelar al concep- Watch, la Washington Office on Latin America (Wola), la Fundación Ford y
to más flexible, fluido y comprehensivo de "red" (issue-network) para abordar otras fundaciones de Iglesias cristianas europeas, y ONG domésticas como las
el fenómeno. Así, mientras los primeros ponen la diferencia entre la sociedad Madres de la Plaza de Mayo en Argentina, etc. 10 •
civil y el Estado y entre lo doméstico y lo internacional, o por lo menos entre Nótese el énfasis que pone la señora SIKKINK y en general, quienes estu-
lo social y lo político, etc., en el centro de su conceptualización, la señora SIK- dian el tema, en la importancia que tiene para las ONG de derechos humanos
KINK, en cambio, supone que el activismo transnacional en derechos humanos el rigor en la consecución, el procesamiento y la presentación de la verdad, de
solo puede ser comprendido en forma suficiente si entendemos que se despliega los cuales depende su prestigio y su lugar de privilegio como motores de las
en el tejido denso y extenso que configuran "los intercambios -horizontales redes de derechos humanos. Ello, dicho sea de paso, nos recuerda que, como
y transversales- de información y de servicios" entre actores individuales y
colectivos, estatales y no estatales, que se orientan en su trabajo por "valores 9
MARGARET KEcK y KATHRIN SIKKINK, Activists Beyond Borders, op. cit., págs. 12 y ss.
compartidos" como son las ONG internacionales y domésticas de derechos 10
En el entendido de que, por ejemplo, los Estados no son actores unitarios y las uni-
humanos, las agencias y oficinas internacionales y aun las fundaciones que se versidades no son simples comunidades epistémicas y de que ambos sirven de asiento a in-
ocupan en el asunto 8 • El papel de los valores compartidos -encarnados en la dividuos que actúan como verdaderos "quintacolumnistas" comprometidos con el "activismo"
legisl~ción internacional de derechos humanos, pero sobre todo en la Decla- en derechos humanos, a pesar de los riesgos que ello implica en términos de dificultad para
ración Universal- como la base de la estructura de motivación de los indivi- trazar fronteras conceptuales, acaso resulta necesario ampliar hasta ellos el concepto de red.
duos y como el eje de aglutinamiento de las redes ayuda a entender aspectos tan Al fin y al cabo, el concepto de red suele ser utilizado para designar tejidos de relaciones "cara
a cara" entre individuos más que entre organizaciones. En referencia a las Transnational
importantes del fenómeno como el trabajo "voluntario", imposibles de expli-
Advocacy Networks en general, cuyas redes de derechos humanos son apenas una especie, KEcK
car en términos, por ejemplo, de la teoría realista de las relaciones internaciona- y SIKKINK ofrecen una lista más amplia de sus principales actores. Dicen las investigadoras:
les. También sostiene la señora SIKKINK que las ONG son el núcleo que mueve "Entre los principales actores de las advocacy networks se cuentan: 1) organizaciones no gu-
el resto de la red, así que a través de sus denuncias -de sus prácticas de blaming bernamentales, internacionales y domésticas de investigación y de advocacy, 2) movimien-
and shaming- y de su labor de lobby conducen a los Estados poderosos y a tos sociales locales, 3) fundaciones, 4) los medios de comunicaciones, 5) las iglesias, los
sindicatos, las organizaciones de consumidores, los intelectuales, 6) partes de organizaciones
intergubernamentales, internacionales o regionales". Y agregan que no todos estos actores par-
7
ldem, pág. 61. ticipan en todas las redes. Acaso intelectuales e iglesias deben ser incluidos de manera explí-
8
MARGARET KECK y KATHRIN SIKKINK, Activists Beyond Borders: Advocacy Networks cita en las redes de derechos humanos. Véase KECK y SIKKINK, Activists Beyond Borders, op.
in International Politics, Cornell University Press, 1998; KATHRIN SIKKINK, "Human Rights, cit., pág. 9. Pero en el capítulo sobre las redes de derechos humanos en Latinoamérica, las au-
Principled Issue-N etworks, and Sovereignty in Latin America", en International Organization, toras ponen un énfasis importante en el papel de personalidades individuales como JosÉ ZA-
vol. 47, núm. 3 (verano, 1993), págs. 415 y ss. LAQUETT en la construcción de redes.
TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 325
324 SOBRE LOS LÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA

Carter y las transformaciones que propició en el seno de la Administración Y


"emprendedores morales" 11 que son, las ONG de derechos humanos son so-
del Congreso estadounidenses también desempeñaron papel_ im.portante e~ estos
bre todo grandes emprendedores de la verdad 12 y de la memoria 13 •
desarrollos. A partir de entonces y a pesar de las contradiCCiones propias de
En una perspectiva histórica, recuerda la señora SrKKINK cómo el activismo la política de derechos humanos de dicho país, las grandes ONG internaciona-
moral internacional surgió antes de la declaración universal de los derechos les tuvieron en el Departamento de Estado y en el Comité de Derechos Huma-
humanos, de manera que tuvo antecedentes importantes en el movinliento de nos del Congreso de Estados U nidos un escenario y un puntal para ?enunciar
la Cruz Roja Internacional contra la crueldad de la guerra y en la "Liga" inter- las violaciones y para apalancar todo tipo de presiones contra los vio~adores.
·nacional contra la esclavitud. Así, mientras aquel condujo a la legislación de En general, el gobierno Carter contribuyó, sin duda, a elevar el perfil de los
La Haya y de Ginebra, esta fue capaz de persuadir a los Estados de que adop- derechos humanos como un asunto de política exterior de los Estados.
taran la convención de 1926, que declaró ilegal la esclavitud. Recuerda así
mismo SIKKINK cómo organizaciones no gubernan1entales representativas de
distintas iglesias y confesiones, grupos étnicos, sindicatos y movimientos en 2. EMERGENCIA Y CRISIS DE LA NUEVA FAMILIA HUMANITARIA
favor de la paz se reunieron en el marco de la Conferencia de San Francisco
A) La convergencia entre los derechos humanos
y tuvieron papel central en la inclusión de los derechos humanos en el docu-
mento final de la Carta de Naciones Unidas 14 • Observa, sin embargo, que si y el derecho humanitario
bien el papel de las organizaciones mencionadas fue importante en la inclu- Para entender la creciente integración sustantiva entre el derecho de los
sión del lenguaje de los derechos humanos en la Carta de Naciones Unidas, ellas conflictos armados y el derecho de los derechos humanos como antecedente
no constituían todavía en aquel entonces una verdadera "red" temática. Los y como precondición para la ulterior integración entre los movimiento~ po~ ;a
actores eran entonces Inuy pocos y no se contaba aún con el flujo constante y paz y por los derechos humanos en los países del centro -y solo por difu~Ion
denso de información propio de una verdadera red. A pesar de que ya desde también en la periferia latinoamericana-, es importante observar cómo, rulen-
el fin de la segunda guerra mundial y después de Nuremberg surgió buena parte tras el derecho clásico de los conflictos armados estaba apuntalado sobre la
de la legislación internacional sobre derechos humanos, la guerra fría congeló premisa de que la guerra era connatural a la condición humana, de manera que
y subordinó su aplicación a los términos de la confrontación entre el comunis- solo se trataba de "acotarla", el nuevo derecho humanitario compa1te con el
mo y el capitalismo. Solo durante el decenio del setenta, cuando aumentó derecho de los derechos humanos un pacifismo radical basado en la convic-
dramáticamente el número de los actores y de los nexos recíprocos entre ellos, ción de que mediante el derecho la guerra -y mediante la democratizació~
emergió una red internacional de derechos humanos. Entonces, el acta de Hel- global- puede ser erradicada 15 e instaurada "la paz perpetua". Esa es_ -d.I-
sinki de 1975 creó un clima más favorable dentro del cual fueron posibles gran-· cho sea de paso- una de las principales razones por las cuales en la histona
des movilizaciones internacionales contra las dictaduras griega, chilena, uru- reciente se han desplegado tensiones fuertes entre el movimiento de la Cruz
guaya y brasileña y aun argentina, a pesar del respaldo que recibió esta de su Roja -con su apego.a los principios de neutralidad y con~idenci~~idad- y el
socio comercial de entonces, la desaparecida Unión Soviética. El gobierno de movimiento de los derechos humanos -con su compromiso pohtlco en favor
de las víctimas-, las cuales anticipan parcialmente los conflictos entre hace-
11
HowARD BECKER, Los extraños. Sociología de la desviación, Buenos Aires, Tiempo dores de paz y defensores de derechos humanos 16 • Y es que la Cruz Roja ~s
Contemporáneo, 1971. Véase también: ELIZABETH JELIN, Los trabajos de la memoria, Madrid,
más vieja que sus nuevos pares en el universo humanitario. Mientras los pn-
Siglo XXI Editores, 2002, págs. 48 y ss. JELIN prefiere hablar de "emprendedor" a hablar de
"empresario" para evitar el equívoco que resulta de ello en español, pues se suele llamar em- rneros, es decir, el movimiento de la Cruz Roja, la vieja diplomacia de la gue-
presarios a quienes producen con un interés de lucro en el marco de una economía capitalista. rra y la paz y aun los viejos movimientos antiguerra -n~ pacif~st_as- ~nt~rio­
12
Véase MICHAEL IGNATIEFF, The Warrior's Honor, Ethnic War and the Modern res al octavo decenio del siglo pasado, son cercanos al nnsmo vieJO pesimistno
Conscience, Nueva York, Owl Books, 1997, pág. 171. que hacía de la guerra un destino ineludible -del cual también se alimentaba
13
Véase PAUL RrcoEUR, La memoria, la historia, el olvido, Buenos Aires, Fondo de
Cultura Económica, 2000. 15 Véase MICHAEL IoNATIEFF, "Human Rights", en Robert Post (ed.), Hwnan Rights in
14
CATAN NoHLAN no comparte esta apreciación, defendida por IoNATIEFF y por SIKKINK. Political Transition: Gettisburg to Bosnia, Nueva York, Zone Books, 1999, pág. 316.
NoHLAN afirma que fueron funcionarios de la Administración Truman y no representantes de
16 Véase MICHAEL IoNATIEFF, The Warrior's Honor: Ethnic War and the Modern Cons-
ONG quienes introdujeron el lenguaje de los derechos humanos en la Carta de Naciones Unidas.
cience, Nueva York, Owl Books, 1997, especialmente el capítulo sobre "the Warrior's H_o-
Véase CATAN NoHLAN, Principled Diplomacy: Security and Richts in US foreign Policy,
nor" en el aue se discuten los fundamentos y el papel del Comité Internacional de la Cruz RoJa.
Westaport, Greenwood, 1993. ' .l
326 SOBRE LOS lÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 327

el viejo belicismo- 17 , el movinüento y las redes de derechos humanos, en Solo después del fin de la guerra fría, en los países del centro se acabó de
cambio, están fuertemente anclados en el nuevo optimismo pacifista. romper el monopolio de la gestión de la paz que tenían funcionarios de Esta-
De igual manera, mientras aquellos parten en general del primado de la do, diplomáticos y políticos. Entonces las organizaciones de la sociedad civil
política sobre el derecho, este, en cambio, parte del primado del derecho sobre y política no-parlamentaria empezaron a autorrepresentarse en los escenarios
la política. Por último, no es de extrañar que mientras aquellos, en cuanto tienen institucionales y mediáticos de la nueva sociedad civil global. Pero ha sido sobre
puesta su mirada en un horizonte final de omnipresencia de la guerra y de todo a partir del decenio del noventa cuando se han desplegado plenamente las
prünado de lo político-polémico, tienden a leer el autoritarismo en "la analo- redes centro-:-periféricas, socioestatales e intennésticas de derechos humanos
gía de la guerra", estos, en cambio, apuntalados como están en un horizonte y ha cambiado la naturaleza de los movimientos antiguerra y pacifistas, así que
de "paz perpetua", si no normativamente presupuesta por lo menos soñada como estos se han vuelto más independientes de las políticas de los Estados o de los
muy posible, tienden a leer las guerras en "la analogía de la dictadura". partidos y se orientan crecientemente por el derecho.
En su reciente libro The Global Civil Society: an Answer to War, MARY
B) La convergencia entre paz y derechos humanos. (El nacimiento
KALDOR llama insistentemente la atención sobre la convergencia que ocurrió
de la nueva fmnilia humanitaria en Europa)
en los años ochenta en Europa Occidental y en Europa Oriental entre los movi-
En Europa, durante varios siglos, la política de la guerra y de la paz fue mientos de paz y de derechos humanos. Si en el contexto de la guerra fría las
prerrogativa de los Estados y de sus sistemas de partidos y con ello, de los po- potencias occidentales solían levantar sobre todo demandas de "libertad" y de
líticos de profesión y de los burócratas, y sobre todo de los diplomáticos. Y respeto por los derechos civiles y políticos contra la opresión postotalitaria que
es que hubo un tiempo, primero en el seno del absolutismo, cuando el Estado, reinaba en el Este, los Estados del Este, a su vez, además de poner el énfasis
y más tarde en el marco de las democracias, cuando el Estado y sus partidos en los derechos económicos y sociales, levantaban demandas de paz contra las
tuvieron el monopolio de la representación política. La emergencia de los mo- supuestas agresiones de Occidente. En ese-sentido, el Acuerdo de Helsinki de
vimientos sociales en general con1o actor independiente, orientado por tácti- 197 5, mediante el cual las potencias de Occidente se comprometieron a respe-
cas y estrategias disruptivas del orden establecido hacia la transformación del tar el statu quo territorial en favor de la antigua Unión Soviética en Europa
statu quo sociopolítico, fue lenta. Todavía cuando el movimiento sindical apa- Oriental a cambio de que esta se obligara a respetar los derechos humanos, pue-
reció en el siglo XIX como expresión de lo que algunos autores denominan los de ser considerado un pacto de convergencia entre paz y derechos humanos.
"viejos" movimientos sociales -por oposición a los nuevos, surgidos sobre En una lógica ya no de arriba hacia abajo, sino de abajo hacia arriba, cabe, así
todo bajo la influencia de las protestas de 1968. y dentro de los que se incluyen mismo, entender que el diálogo que se estableció durante ese decenio entre el
los grupos de derechos humanos-, lo hizo, en buena medida, subordinado a movimiento pacifista de Europa Occidental y el movimiento de derechos hu-
las directrices y objetivos de los partidos de la izquierda revolucionaria o anar- manos de Europa del Este -desarrollado en buena medida al amparo del Acuer-
quista18.
tos coino estaban a los dictados de sus líderes políticos y militares, las primeras ONG nacie-
17
Véase, por ejemplo, CARL SCHMITT, Der Begriff des Politischen, Berlin, Dunker und ron ciertamente para defender a las víctimas -casi todas de izquierda- de los regímenes
Humboldt, 1963 y Der Nomos der Erde im Voelkerrecht des Jus Publicum Europeaunz, Berlín, autoritarios del Cono Sur, pero de paso también para combatir al Estado, favorecidos para ello
Dunker und Humboldt, 1960. ScHMITT habla del derecho clásico de los conflictos armados, por el discurso clásico de aquellos, en la medida en que este estaba orientado exclusivamente
del llamado Jus Publicum Europaeum, como un sistema de relativización y de acotamiento a controlar al Leviatán. En la medida en que los Estados enfrentados a guerrillas revolucio-
de la enemistad. En este sentido, resulta interesante la observación de LEo STRAuss sobre la narias "victimizaban" a los miembros de todo tipo de organizaciones de izquierda, democrá-
diferencia entre las visiones que tienen THOMAS HoBBES y CARL ScHMITT sobre las relaciones ticas y no democráticas, sobre todo allí se producían los reclutamientos de los cuadros que
entre el Estado de guerra como naturaleza y el Estado de civilidad. Dice al respecto STRAuss engrosaban las organizaciones de víctimas y de derechos humanos. En ello coinciden expe-
que mientras HoBBES concibió el Estado de naturaleza como una hipótesis existencialmente riencias tan disímiles como las de Chile y El Salvador. Y lo que es igualmente importante,
imposible y solo para negarlo mediante el Leviatán, ScHMITT en cambio lo concibió como un allí donde las guerrillas no fueron derrotadas de manera que se desplegaron verdaderos con-
Estado que estamos condenados a habitar y que solo puede ser acotado. Véase LEo STRAUSS, flictos armados, en la medida en que las circunstancias han propiciado soluciones negocia-
"Anmerkungen zu Carl Schmitt, Der Begriff des Politischen", en HEINRICH MEIER, Carl Schmitt, das, los grupos de víctimas y de derechos humanos afiliados, o por lo menos ideológicamente
Leo Strauss und Der Begriff des Politischen. Zu einenz Dialog unter Abwesenden, Stuttgart, cercanos a las guerrillas, tendieron a transformarse en verdaderos hacedores de paz. Después,
Metzlerscheverlagbuchhandlung, 1988, págs. 106-107. En un sentido análogo, otros autores bajo la influencia del universalismo moral característico del movimiento humanitario inter-
hablan del viejo derecho de la guerra como un sistema orientado hacia la "harm reduction". nacional más reciente y globalizado, se han ido transformando para adoptar un credo cada vez
18
Un patrón similar de filiación inicial se presentó en Latinoamérica 100 años después, más igualitariamente justiciero y punitivo que tiende a reducir la cuestión de la paz a la de la
durante el séptimo decenio del siglo pasado, en los movimientos de derechos humanos. Suje- justicia y la democracia.
328 SOBRE LOS lÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 329

do de Helsinki- fue el camino hacia la ünbricación creciente de las pregun- talitarismo. Así, cualquiera que apoyara a Occidente era «libre», inclusive
tas por la paz y por los derechos humanos, las cuales, a decir de KALnoR, ha- Estados evidentemente no-democráticos como Turquía y Brasil. Para la iz-
bían estado separadas durante los decenios de la guerra fría 19 • Recuerda KALDoR quierda, se trataba de un conflicto entre el capitalisn1o y el socialismo, lo cual
en tal sentido cómo "hacia finales de los 70 Helsinki proveyó el ímpetu para la explicaba la resistencia de muchos entre quienes se consideraban comprome-
formación de nuevos grupos para la defensa de los derechos humanos como tidos con el socialismo a condenar a la Unión Soviética. El nuevo argumento
Charter-77 en Checoslovaquia, KOR (La Defensa de los Trabajadores) en sostenía que la guerra fría era un «conflicto virtual», unjoint venture, que los
Polonia y la Oposición Democrática en Hungría" 20 • Entonces los nuevos mo- dos lados requerían para mantener sus instituciones n1ilitares y sus esferas de
vimientos sociales en Europa del Este empezaron a hablar de "antipolítica", influencia" 21 • Así las cosas, la hegemonía del nuevo discurso integrado de la
de "sociedad civil" y de una "polis paralela", etc. paz y los derechos humanos puede ser entendida como la hegemonía de un
Una de las claves centrales para el entendimiento del proceso de conver- discurso que interpreta la guerra fría -y la guerra en general- en la analogía
gencia entre los nuevos movimientos sociales de Europa Occidental y Orien- de la dictadura.
tal y con ello~ las reclmnaciones de paz y de derechos humanos fue la reconcep- A partir de entonces y como nos lo recuerda PAULINE BAKER: "A diferencia
tualización de la guerra fría. Mientras parte del movimiento pacifista insistía de lo que pasaba durante la guerra fría, la paz ya no es aceptable a cualquier
en seguir interpretando la guerra fría en los términos tradicionales de un con- precio, ahora está íntimamente ligada a la noción de justicia. Durante la guerra
flicto horizontal entre dos sistemas, a comienzos de aquel decenio emergieron fría, los derechos humanos fueron frecuentemente sacrificados en nombre de
nuevos movimientos pacifistas que, de cara a la represión experimentada en consideraciones estratégicas, lo cual constituye una fórmula difícil de justificar
el Este y el Oeste, empezaron a interpretarla como una suerte de alianza tácita hoy por fuera de algunas regiones como China o Rusia. En el presente la reso-
de los Estados de uno y otro lado de la Cortina de Hierro para integrar activamente lución de conflictos no se mide simplemente por la ausencia de derramamientos
unas sociedades que trataban de escapar a sus controles. En la nueva perspec·- de sangre, sino que se la juzga por la cualidad moral de los resultados" 22 •
tiva, se trataba ya no de un conflicto horizontal, sino de un conflicto vertical El nuevo discurso integrado de paz y de derechos humanos está edifica-
entre dos grupos de Estados represores, aliados en un discurso de enemistad que do sobre una marcada tendencia a la reducción de los problemas de la paz a
justificaba el aplastamiento de las protestas y de las disidencias, y una socie- los de la justicia y la democracia. Uno de sus principales artículos de fe es,
dad civil que a ambos lados de la Cortina de Hierro reivindicaba la libertad y con ello, el de que solo la justicia conduce a la reconciliación. Por lo menos
con ella, los derechos humanos y la democracia. Cabe hablar, en tal sentido, en el corto plazo de las transiciones y en contextos de verdadera guerra, dicho
de un movimiento pacifista tradicional que seguía pensando el Conflicto Este- discurso tiende a dificultar, si no a hacer imposibles, soluciones negociadas. En
Oeste en la "ánalogía de la guerra" y que mantenía por ello separadas la pre-
la medida en que la mayoría de las transiciones de comienzos de la década de
gunta por la paz y las preguntas por la democracia y por los derechos huma-
los noventa en Europa Oriental-de la misma manera que las transiciones del
nos, y un nuevo movimiento pacifista que empezaba a pensar dicho conflicto
Cono Sur en el decenio del ochenta- fueron transiciones simples de la dicta-
en la "analogía de la dictadura" y que, además de separar del todo -y en forma
dura a la democracia, llevadas a cabo en el horizonte de procesos verticales de
un tanto artificial-los papeles del victimario y de la víctima, conseguía asi-
victimización, ello no fue problemático. En esos contextos la guerra era ape-
milar, en un discurso integrado, la paz, la democracia y los derechos humanos.
nas un riesgo que había que evitar, y la paz, un bien- que había que preservar
Dice KALnoR al respecto: "Lo que hizo el nuevo movimiento por la paz fue tratar
-por lo menos como orden- y no un bien por producir, de manera que una
de poner la paz y la libertad juntas de nuevo, domo lo expresó E. P. THOMSON.
visión integrada de los derechos humanos y de la paz -dominada por aque-
Ambos bloques fueron vistos como restrictivos de las libertades de sus ciuda-
danos. La ideología de la «deterrence» era una forma de disciplina -una llos- era suficiente para encarar las circunstancias. Si en la Europa Oriental
amenaza externa eternamente presente que mantenía la cohesión-. Subya- de la década de los noventa no hubo más castigo, ello se debió acaso sobre todo
cente a esta aproximación había un análisis distinto de la guerra fría. Ambas, a que se trataba de regímenes pos totalitarios en los que la culpa por los horro-
la izquierda y la derecha, habían concebido la guerra fría como un conflicto de
sistemas. Para la derecha, se trataba de un conflicto entre la libertad y el to- 21
MARY KALDOR, op.cit., págs. 61 y 62.
22
PAULINE H. BAKER, "Conflict Resolution versus Democratic Governance", en Ches ter
19
MARY KALDOR, Global Civil Society: An Answer to War, Cambridge, Polity Press, A. Cracker, Olser Hampson y Pamela Aall (eds.), Turbulent Peace: The Challenges oj
2003, págs.50 y SS. Managing International Conflict, Washington, United States Institute ofPeace Press, 2001,
20
MARYKALDOR, op.cit., pág. 57. pág. 757.
330 SOBRE LOS lÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 331

res perpetrados estaba muy diseminada por buena parte de la sociedad. Fue- fue un ejercicio de victor's justice, se impuso por lo menos parcialmente el
ron solo los dile1nas propios de la "victimización" horizontal y de una transi- legalismo de los abogados sobre el realismo de los políticos, a pesar de la pre-
ción doble co1no la que siguió a la guerra de la antigua Yugoslavia aquello que ferencia inicial de Stalin y de Roosevelt por las ejecuciones sumarias y por los
puso en tela de juicio la solidez de la familia humanitaria europea recién inte- procesos espectáculo. Al fin y al cabo, de los tres grandes aliados que instau-
grada. raron el tribunal internacional-la Francia derrotada no contaba para el efec-
to-, dos fueron democracias liberales, Estados Unidos e Inglaterra, quemo-
C) La crisis de la moderna familia humanitaria vidas por presiones internas de opinión pública terminaron por exhibir sus
estándares internos de derecho. De allí surgió la famosa frase del fiscal Robert
a) Algunos antecedentes. Los dilemas y conflictos asociados a las rela-
Jakson: "El hecho de que cuatro grandes naciones, exaltadas por la victoria y
ciones entre paz y justicia son tan antiguos como la existencia de tribunales me-
llenas de dolor por las heridas sufridas, hayan renunciado a la venganza y hayan
diante los cuales se ha querido juzgar a los criminales de gueiTa durante -pero
sometido voluntariamente a sus enemigos capturados al juicio de la ley, es uno
sobre todo- al término· de las confrontaciones armadas y en general, de las
de los tributos más significativos que el poder ha pagado jamás a la razón" 24 .
transiciones políticas disruptivas y precedidas por grandes violencias y críme-
Y la verdad es que a pesar de las limitaciones a que estuvo son1etido el dere-
nes23. Fue necesario llegar a Nuremberg, al final de la segunda guerra mun-
cho de defensa, en Nuremberg se respetó el debido proceso. De otro lado, es
dial, para que en condiciones de dominio y control casi absolutos sobre el
cierto que en Nuremberg se pretendió juzgar la guerra de agresión y no el ho-
territorio de la Alemania derrotada por los ejércitos aliados, pudiera por fin
locausto. Y sin embargo, Nuremberg fue el punto de partida para una revolu-
ponerse en escena un modelo de transición coactiva y exógena a la democra-
ción de la conciencia humanitaria global que tiende a demonizar al Estado y
cia, edificado sobre el castigo de las cúpulas responsables, bajo los auspicios
que suele interpretar la guerra, siguiendo el patrón universalizado y globalizado
de un tribunal internacional. En Nuremberg, a pesar de las sospechas harto
del holocausto, en "la analogía de la dictadura" y de la "masacre administra-
fundadas que despierta contra su sentido de equidad la circunstancia de que
tiva"25. Y lo que resulta igualmente importante, el patrón de Nuremberg ha
23
terminado por colonizar el derecho humanitario de manera que este tiende a
En lo que atañe a la justicia en contextos de transición simple del autoritarismo a la
democracia, podríamos remontarnos hasta la Atenas del año 403 a. C., de cuyo modelo de representarse la guerra, con independencia de su configuración empírica, como
justicia de transición ARISTÓTELES nos ha dejado un relato minucioso en su pequeña obra sobre una doble dictadura de las máquinas de guerra enemigas, aliadas en la tarea de
la constitución de Atenas. JoN ELSTER, entre tanto, en su libro recién publicado sobre lama- atropellar la población civiF6 •
teria, hace una aguda presentación del balance de castigo y clemencia que entonces se llevó Y lo que es igualmente importante, como lo advierte ÜARY J. BAss, en lo
a la práctica, en un contexto cultural dominado por el deber religioso de la "venganza" -y
del castigo- y por la divinización del "olvido" (amnistía) como expediente curativo y de re-
que atañe al primado del derecho sobre la política y de los abogados sobre los
conciliación. Pero podríamos traer a cuento también otros intentos, casi todos fallidos, por hacer diplomáticos, hay que tener mucho cuidado en no exagerar la utilidad de Nu-
justicia después de la terminación de las grandes guerras. Así, por ejemplo, después de las remberg como precedente. La justicia de Nuremberg fue excepcional, por la
guerras napoleónicas, el tema se discutió con acrimonia. A pesar de la presión de la opinión presencia masiva y el dominio casi absoluto de los ejércitos aliados sobre el te-
pública en los países castigados por las invasiones napoleónicas, se impusieron la "razón de rritorio alemán. BAss observa en tal sentido que la historia del último decenio ha
Estado" y el "realismo político", aun en la protodemocrática Inglaterra. Finalmente, Napo-
león no fue juzgado, así que pudo vivir su exilio en Santa Elena. De nuevo y a pesar de que 24
la "gran guerra" había sido "total" y había dejado inmersas en el rencor y el deseo de vengan- Comienzo del libelo acusatorio inicial del fiscal Robert J ackson, citado por GARY BAss,
za -y de justicia- a las sociedades nacionales "victimizadas" de las potencias aliadas, que Gmy Bass, Jonathan, Stay the Hand ofVengeance: The Politics ofWar Crimes Tribunals, New
presionaban por alguna forma de retribución, y aun a pesar de que el "legalismo" había ga- Jersey, Princeton University Press, 2000, pág. 147 (traducción personal).
25 Sobre la americanización y globalización del holocausto, véase NoRMAN G. FIN-
nado adeptos sobre todo en las grandes democracias liberales, de manera que aun entre los di-
plomáticos sobre todo ingleses ya no gobernaba solo la "razón de Estado" sino también la idea KELSTEIN, The Holocaust Industry: Reflections on the Explotation of Jewish Suffering, Lon-
del rule of law, argumentos de política determinaron que el káiser Guillermo n pudiera esca- dres y Nueva York, Verso, 2000.
par a Holanda y evitar su juzgamiento. El pueblo alemán estaba envenenado de indignación 26 Véase en este volumen IvÁN 0Rozco,Algunas reflexiones impertinentes sobre la me-

por el carácter "vindictivo" del oneroso tratado de Versalles, y lo que es igualmente impor- moria y el olvido, y sobre el castigo y la clemencia, ponencia presentada en la Conferencia
tante, a pesar de la derrota sufrida, los alemanes preservaron suficiente poder como para re- internacional "Entre el perdón y el paredón: preguntas y dilemas de la justicia transicional",
sistir las presiones punitivas de los vencedores. La alternativa que se encontró en los proce- organizada conjuntamente por el Programa de Investigación sobre Construcción de Paz del
sos ante el tribunal doméstico de Leipzig no produjo como resultado sino una caricatura de Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes y el International Deve-
justicia, completamente desproporcionada ante la cantidad y la magnitud de los crímenes: solo lopment Research Center (IDRC) de Canadá, Auditorio Lleras, Universidad de los Andes, 4
absoluciones y muy bajas sentencias condenatorias. noviembre 2004.
332 SOBRE LOS lÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 333

confrrmado y no refutado, la tesis de que las grandes potencias no están dispues- gados-defensores de derechos humanos, éticamente motivados 29 • En lo que
tas a poner en peligro la vida de sus soldados para perseguir judicialmente a atañe a la antigua Yugoslavia entre 1992 y el cambio de milenio, y en la me-
los grandes y pequeños criminales de guerra, corriendo además el riesgo de que dida en que en dicho caso estaba en juego para Estados Unidos antes que in-
la confrontación se recrudezca y de que las violaciones de los derechos huma- tereses económicos un enorme reto humanitario, cabe pensar, por el contra-
nos y los crímenes de guerra se vuelvan a incrementar27 • Ejemplos como los rio, que el debate se desarrolló como la expresión de un conflicto en el seno de
de So1nalia e Irak, a comienzos de los noventa, ilustran suficientemente el argu- la familia humanitaria, entre hacedores de paz y defensores de derechos hu-
mento. En sentido análogo, criterios nacionalistas orientados a preservar la ima- manos.
gen internacional de Estados Unidos se impusieron con éxito, según DAVID Parece estar demostrado que el Consejo de Seguridad de Naciones Uni-
FoRSYTHE, sobre las pretensiones de quienes reclamaban el establecimiento de das creó el Tribunal de la extinta Yugoslavia bajo la presión de los medios y
tribunales internacionales después de las invasiones de Granada ( 1983) y Pa- de la opinión pública internacionales, visualmente informada y fuertemente
namá (1989) 28 • conmovida por las atrocidades que se estaban perpetrando. Gobiernos de paí-
b) La crisis de la familia humanitaria en Yugoslavia. En cualquier caso, ses como Estados Unidos querían evitar intervenir de manera masiva con tro-
hay que llegar a la década de los noventa del siglo pasado, al colapso de la ex- pas y con dinero en una situación altamente peligrosa y costosa, pero estaban
tinta Unión Soviética, al fin de la guerra fría y a la última gran revolución hu- bajo fuertes presiones, de manera que sentían que "tenían que hacer algo".
manitaria que ha tenido lugar bajo la égida del sueño restaurado de alcanzar Entonces, miembros importantes de las redes de derechos humanos, ac-
"la paz perpetua" mediante el matrimonio entre paz y justicia -y derechos hu- tuando no solo desde fuera, sino también desde dentro de los gobiernos y de
manos- promovido por el movimiento y en general, por las redes globalizadas los organismos internacionales y acaso pensando con el deseo, interpretaron
de derechos humanos y de paz, para entender los términos del conflicto emer- la creación del tribunal ad hoc, como triunfo de los derechos humanos y del
gente entre hacedores de paz y abogados de los derechos humanos, ya no solo legalismo justiciero. Así, por ejemplo, DAVID ScHEFFER, quien poco después
como conflicto entre extraños, sino también corno verdadero conflicto en el seno de hacer dicho planteamiento habría de convertirse en la cabeza de la oficina
de la familia humanitaria. Y es que ya no se trata como en el siglo XIX y hasta del Departamento de Estado encargada de los crímenes de guerra, escribió en
la primera mitad del siglo xx de un conflicto entre políticos y diplomáticos prac- la revista Foreign Policy: "El Consejo reconoció la aplicación de la ley inter-
ticantes de la "razón de Estado" y del cinismo moral del viejo "realismo po- nacional como una prioridad inmediata, no subordinada ni a imperativos po-
lítico", de un lado, y los defensores éticamente motivados del rule oflaw, del líticos ni militares" 30 • Entre tanto, PAYAM AKHAVAN, abogado y funcionario de
otro, sino además de un conflicto entre hermanos cada vez más unidos en "red" Naciones Unidas, afirmó desde la tribuna del Human Rights Quarterly: "Ha-
y movidos todos crecientemente por un profundo sentido de humanidad. bía un consenso político sobre la complementariedad de las relaciones entre el
Durante el decenio del noventa, se adelantaron en Estados Unidos impor- establecimiento de un tribunal y la restauración de la paz y la seguridad en la
tantes debates públicos entre quienes, como Aryeh Naier, presidente de Open antigua Yugoslavia" 31 •
Society y ex colaborador de Human Rights W atch y J effrey Garten, ex secre- Sin embargo, muchos hacedores de política y observadores, implicados
tario de comercio de Estados Unidos debatieron en torno al conflicto entre la o por lo menos atentos a lo acaecido entre 1993, año de la creación del tribu-
prioridad debida, según Naier, a la política de derechos humanos y la impor- nal, y 1995, año en que se concluyó el acuerdo de Dayton, tuvieron enormes
tancia atribuida por el otro al establecimiento de lazos comerciales con econo- dificultades para aceptar y fueron marcadamente críticos de la creación de la
mías de mercado gigantes y emergentes como las de China, Indonesia y Tur- corte por considerar que esta constituía un obstáculo serio para las labores
quía. A pesar de que fueron debates adelantados en términos éticos, resulta diplomáticas de quienes tenían a su cargo impulsar una solución negociada del
sin embargo plausible interpretarlos como expresión del viejo conflicto entre conflicto. El interrogante estaba claro: exigir el sometimiento a la justicia de
el realismo y hasta el cinismo de los diplomáticos y el romanticismo de abo- quienes como líderes políticos estaban de una u otra manera implicados en la

29
27
Sobre los modelos de justicia y clemencia aplicados después de las guerras napoleó- Idem, págs. 90-93.
30
nicas, después de la primera y segunda guerras mundiales, y en el contexto de la guerra de la DAVID SCHEFFER, "International Judicial Intervention", en Foreign Policy, núm. 102,
antigua Yugoslavia, véase GARY J. GAss, op. cit. primavera de 1996, pág. 38.
28 31
DAVID FoRSYTHE, Human Rights in International Relations, Cambridge, Cambridge PAYAM AKHAvAN, "The Yugoslav Tribunal ata Crossroads: The Dayton Peace Agree-
University Press, 2001, págs. 85-90. ment and Beyond", en Human Rights Quarterly, núm. 18, 2 mayo 1996, pág. 267.
334 SOBRE LOS lÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA
TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 335

comisión de crímenes de guena, ¿habría de desincentivarlos de buscar una sa- cida en las negociaciones. La Fiscalía de la Corte trató entonces de investigar
lida negociada, y habría por el contrario, de estimular la prolongación del con-
crímenes perpetrados en Kosovo, pero Milosevic les negó el acceso a los fun-
flicto y con ello, la masificación de las violaciones de los derechos humanos
cionarios. Hasta el Congreso de Estados Unidos votó en su momento para que
y demás crímenes asociados? ¿Habrían de preferir los líderes amenazados por
se urgiera al presidente Clinton para que negociara con Milosevic un exilio
la justicia seguir peleando a cooperar con el acuerdo de paz?
dorado en el evento de que abdicara del poder. El fiscal de la Corte, entre tanto,
El dilema no era nuevo. Ya se había presentado, por ejemplo, en Cambodia terminó por acusar formalmente a Milosevic y a varios de sus más cercanos
en 1988, donde varios líderes del Khmer Rouge ofrecieron rendirse pero si les colaboradores en Bel oorado por los crímenes perpetrados en Kosovo. Después
garantizaban una amnistía amplia y absoluta impunidad por los crímenes per- . .,
de Dayton, el miedo a que la justicia pudiera hacer más daño que bwn resurgio
petrados en el pasado. Pero en la extinta Yugoslavia la creación de la nueva una y otra vez de múltiples maneras. En un plazo más largo, como sabemos,
Corte ad hoc incrementó dramáticamente la visibilidad y las tensiones alrede- gracias a la presión constante de múltiples actores en la comunidad i?t~rna­
dor del dilema entre paz y justicia, entre reconciliación y castigo. De los polí- cional, pero gracias sobre todo a cambios muy importantes en las condiciones
ticos y funcionarios ingleses que durante el gobierno de J ohn Major tuvieron políticas internas y que dieron al traste con el gobierno de Milosevic, este pudo
a su cargo las negociaciones de paz, se dice que practicaron una odiosa doble ser extraditado y sometido a juicio en La Haya. En cualquier caso, y en lo que
moral, de manera que públicamente apoyaban a la Corte, pero en forma con- atañe a las tensiones entre paz y justicia durante los años inmediatamente an-
fidencial se oponían a ella. Acaso ello explica la furia de GEOFFREY RoBERTSON, teriores y ulteriores a los acuerdos de Dayton, podemos resumir, siguiendo a
activista inglés de derechos humanos cercano a Amnesty International y quien
FoRSYTHE, diciendo que la justicia penal internacional en la antigua Yugosla-
escribió su apasionado y apasionante libro Crimes Against Humanity: the
via fue abordada por los hacedores de política occidentales más en la tradición
Struggle for Global Justice a manera de cruzada victoriosa de los abogados
de favorecer el análisis político contextua! que en la de reclamar consistencia
defensores de derechos humanos contra los políticos y los diplmnáticos 32 •
legal y moral. Casi siempre los razonamientos políticos tuvieron bajo control
La rabia de los activistas de derechos hun1anos contra los diplomáticos era los razonamientos legales. El neoliberalismo triunfó sobre el liberalismo clá-
tanto mayor cuanto los acuerdos de Dayton implicaron el reconocimiento de sico y el romanticismo judicial33 •
un statu quo territorial definido por la fuerza y mediante limpiezas étnicas. A Insistimos, sin embargo, de acuerdo con P. BAKER y contra lo que afirma
pesar de que el Acuerdo de Dayton dejó la impresión superficial de que se FoRSYTHE, en que frente a conflictos como el de Kosovo estaba en juego un
podían armonizar las demandas de paz y las de justicia, la verdad es que la prác- asunto humanitario más que de grandes intereses económicos y comerciales.
tica subsecuente fue mucho más compleja. Croacia, a pesar de las promesas
Eso permite pensar el conflicto no como confrontación entre funcionarios de
de colaboración hechas en Dayton, rehusó durante varios años entregar nlate- viejo cuño, defensores de la razón de Estado y del cinismo realista, etc., y abo-
rial probatorio y extraditar a sus funcionarios. Zagreb solo prestó tanta cola-
gados románticos, como confrontación entre hacedores de paz y defensores de
boración con la Corte, cuanta fue necesaria para evitar la furia de las potencias
derechos humanos, desplegada en el seno de la familia humanitaria. Por tan-
de Occidente. Y lo que es aún más importante: los principales líderes serbio-
to, resulta importante observar que figuras como ScHEFFER y AKH~ ~ AN, que al
bosnios, ni fueron a Dayton, ni firmaron los acuerdos y muchísimo menos
tiempo de la crisis yugoslava se presentaban como defens~res militantes ~el
aquellos atinentes a la cooperación con la justicia internacional. Más aún, se
primado de la paz sobre la justicia, no eran miembros de ninguna ONG sino
tiene por cierto que por lo menos al comienzo, la colaboración de Milosevic
funcionarios de gobierno y de instituciones interestatales.
y del ejército serbio bajo su mando estuvo condicionada al negocio implícito
de que a aquella justicia no lo iba a molestar. El mismo dilema resurgió des-
33 También DAVID FoRSYTHE ha acuñado su propia terminología para definir los térmi-
pués frente a la tragedia de Kosovo. Milosevic era simultáneamente -en pala-
nos del conflicto entre hacedores de paz y defensores de derechos humanos. Distingue, para
bras de FoRTHSYTHE- el incendiario y el bombero, es decir, quien enviaba los el efecto entre el discurso de los derechos humanos como hard y como soft law, de manera
perros de la guerra a 'la pequeña provincia, de manera que se hacía responsa- que mie~tras aquella implica el uso judicial de l~s derechos humano_,s; esta, en cambio, i_mpli-
ble de graves crímenes perpetrados contra la población albanesa, y quien, por ca su uso político por ONG, legisladores y demas hacedores de pohtica. Sobre ~a prem1~a de
su capacidad para controlar los ejércitos serbios, era una figura clave y recono- que él prefiere el uso de los derechos humanos como soft a como hard law -sm ~xcl~I.r del
todo este- en el manejo de las relaciones internacionales, pero sobre todo d~ la JUStlci~ de
32 transición, FoRSYTHE se autorrepresenta como un neo liberal y no como un reahsta, para dife-
GEOFFREY RoBERTSON, Crimes Against Humanity: The Struggle for Global Justice, New
York, The New Press, 2000. renciarse de aquellos a quienes considera practicantes de un liberalismo clásico Yde una suerte
de romanticismo punitivo. Véase DAVID FoRSYTHE, op. cit., págs. 12-17.
336 SOBRE LOS lÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 337

El hecho de que las nuevas redes de paz y derechos humanos sean redes una "ética -consecuencialista- de responsabilidad", los "defensores de
complejas que incluyen no solo miembros de ONG sino también funcionados derechos humanos", en cambio, suelen estar apegados a una ética -princi-
públicos del orden estatal y supraestatal, etc., sometidos a la compulsión de sus pialista- de conciencia" 35 • De otro lado, en el lenguaje -objetivante- de
respectivos "roles", determina que aquellos se debatan entre múltiples lógicas LuHMAN podemos decir que mientras los "hacedores de paz", como los políti-
morales y hasta amorales en lo que atañe a sus definiciones de las situaciones cos en general, se orientan por outputs, los "defensores de derechos humanos",
y dilemas que deben enfrentar. Entonces, no es de extrañar que el conflicto como en general los juristas, se orientan más bien por inputs. Así, mientras
entre hacedores de paz y defensores de derechos humanos se haya presentado estos se ciñen a un libreto moral y legal "dogmatizado" del que se "presume"
con frecuencia, por lo menos en el tiempo, como un conflicto intrasubjetivo. que ya ha sido escrito -en el pasado-, aquellos, en cambio, inventan la obra,
Así, por ejemplo, al mismo presidente Clinton se le reprocha que al comienzo por lo menos en parte, durante la marcha, de acuerdo con las circunstancias, y
de su mandato hubiera hecho declaraciones de abogado defensor de los dere- siguiendo en todo caso una orientación más teleológica -y de futuro-. Basta
chos humanos, basadas en el primado de la justicia y que más adelante, de cara recordar cómo entre los inputs que le introducen la nueva legislación y la ju-
a los acuerdos de Dayton, hubiera empezado a hablar el lenguaje de los hace- risprudencia humanitarias al sistema jurídico se encuentran aquellos que ata-
dores de paz34 • Lo mismo se puede decir de múltiples funcionarios de la ad- ñen a la imprescriptibilidad y la negación de amnistía para los crímenes de lesa
ministración estadounidense. humanidad y las faltas graves contra el DIH, y al principio del "deber de cas-
En cualquier caso, si suponemos que la pertenencia a una red de derechos tigar" en cabeza de los Estados, para darse cuenta de los problemas que eso le
humanos y de paz puede ser considerada criterio adicional de pertenencia a una plantea al sistema político en cuanto orientado por outputs como la paz y la re-
misma familia hun1anitaria, los conflictos entre funcionarios públicos y acti- conciliación.
vistas privados y en general, entre hacedores de paz y defensores de derechos
B) Pragmáticos contra puristas
humanos que se susciten dentro de ella, deben ser entendidos como conflictos
de familia. Y es que dentro de las redes los consensos en tomo a los principios En un sugestivo ensayo titulado Terms of Reconciliation y con los ojos
que los orientan no están presupuestos, sino que deben ser construidos mediante puestos en la política de los gobiernos estadounidenses en los Balcanes y en
el diálogo. Por ende, las redes son más que sujetos, escenarios en los que los los conflictos suscitados en torno a la creación del tribunal para la antigua
individuos y grupos que interactúan tejen consensos. Yugoslavia en 1993, es decir, cuando aún no se habían firmado los acuerdos
de Dayton 36 , MrcHAEL FEHER -a diferencia de lo que hace lGNATIEFF- carac-
3. HACEDORES DE PAZ CONTRA DEFENSORES DE DERECHOS HUMANOS: SOBRE teriza el conflicto entre "puristas" y "pragmáticos" en torno a la justicia y las
LA DISTINTAS CARACTERIZACIONES Y EXPLICACIONES DEL CONFLICTO amnistías transicionales no como disputa por el tipo de secuencia temporal y
A) Políticos contra abogados con ello, de precedencia temporal de la paz o de la justicia en situaciones de
En la medida en que la historia reciente del Estado y de la sociedad oc-
35 En este sentido, un defensor de derechos humanos como JosÉ ZALAQUETI, arquitecto
cidentales es en parte la historia de la pérdida del monopolio de la gestión de
de la Comisión Chilena de la Verdad y defensor de la ética de responsabilidad contra el
la guerra y la paz por parte de políticos y diplomáticos en favor de abogados fundamentalismo de la ética de conciencia en materia de justicia de transición, está más cerca
defensores del rule of law, primero, durante el siglo XIX y la primera mitad del del tipo de los peace makers que del de los human rights defenders. ZALAQUETI no acepta, sin
xx, y solo muy recientemente también de los derechos humanos, resulta sen- embargo, que la ética weberiana de la responsabilidad constituya varial)te del consecuen-
sato pensar la diferencia y los conflictos entre hacedores de paz y defensores cialismo moral. Llegados a este punto, resulta útil observar de nuevo cómo, en la medida en
de derechos humanos en los términos de una diferencia entre dos grandes y que la búsqueda de paz puede ser conceptualizada razonablemente en términos de una ética
viejas culturas profesionales como son las de los políticos y los abogados. weberiana de responsabilidad o de lo que ELSTER -siguiendo al ex presidente Alfonsín de
Argentina y a su asesor CARLOS S. NINO- ha denominado "consecuencialismo de derechos",
Para ilustrar los términos del conflicto, resulta útil traer a cuento el cri- como condición previa y necesaria de posibilidad para que en el futuro cesen o por lo menos
terio de diferenciación entre unos y otros, elaborado por NIKLAS LUHMANN, acaso disminuyan las violaciones masivas de los derechos humanos, los argumentos en favor de la
siguiendo la huella de MAX WEBER. En el lenguaje -subjetivante- de este, paz pueden transformarse fácilmente en argumentos en favor de los derechos humanos, la per-
cabría afirmar que mientras los políticos "hacedores de paz" suelen practicar tenencia de los políticos-hacedores de paz y de los abogados defensores de derechos huma-
nos a una misma familia -ética- puede y debe ser predicada.
34 36 Véase MICHAEL FEHER, Powerless by Design, The Age of the International Community,
MICHAEL FEHER, Powerless by Design; The Age of the International Community,
Durham and London, Duke University Press, 2000. Durham and London, Duke University Press, 2000.
338 SOBRE LOS LÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 339

transición, sino corno una pelea de fondo sobre distintas concepciones sobre la C) Administradores de conflictos contra democratizadores
naturaleza de la reconciliación y de la transición misma. A juicio de FEHER,
PAULINE H. BAKER publicó en 2002, con el título Conflict Resolution ver-
quienes abogan por que las amnistías sigan siendo una opción legíthna suelen
sus Democratic Governance: Divergent Paths to Peace ?, un magnífico ensa-
partir de la idea de que las transiciones a la democracia representan un "salto ci-
yo sobre los nuevos dilemas que se presentan para los hacedores de paz en Es-
vilizatorio" desde el Estado de naturaleza hacia el Estado de derecho, salto me-
tados Unidos, en el contexto de la posguerra fría. De la misma manera que
diante el cual las antiguas facciones en guerra se reconcilian entre sí, así que
MICHAEL FEHER, la señora BAKER hace sus reflexiones y elabora su tipología
los antiguos enemigos se transforman en contrincantes y se comprometen vo-
después de observar detenidamente los intensos debates, pero sobre todo las
luntariamente a respetar hacia el futuro las reglas de la democracia y de su sis-
idas y venidas y las contradicciones de la política exterior de E~tados U nidos
tema de justicia penal, fundado en la responsabilidad de los individuos. Quie-
en materia de paz y de justicia frente a casos corno los de la extinta Yugosla-
nes creen, por el contrario, que el castigo debe y tiene que ser el punto de partida
via, Carnbodia, Chile, El Salvador, Haití y Suráfrica. También ella, corno FE-
de toda verdadera reconciliación entienden que la transición, antes que un salto
HER, quedó profundamente marcada por los dilemas que se suscitaron duran~e
civilizatorio, es el resultado de una "lucha política" que solo puede terminar
las negociaciones que condujeron a los acuerdos de Dayton, en un esce~ano
con la victoria de los demócratas sobre las fuerzas de antidernocracia. La prime-
dominado por la presencia del nuevo tribunal ad hoc creado por el ConseJO de
ra responsabilidad de los demócratas es, así, la de exponer los horrores del ré-
Seguridad de Naciones Unidas. Para BAKER corno para FEHER, detrás de la línea
gimen anterior, práctica simbólico-política sin la que resulta imposible l~ recon-
de conflicto emergente entre lo que ella denomina conflict managers y democra-
ciliación de los victimarios y de las víctünas con la nueva democracia.
tizers están, de nuevo, sobre todo los políticos y diplomáticos, de un lado, y las
Nótese que la lectura que hace FEHER de los términos del nuevo conflicto ONG de derechos humanos, del otro. Pero ella sabe que el surgimiento de "re-
emergente entre hacedores de paz y defensores de derechos humanos, además des" que tienden a borrar las diferencias entre lo externo y lo interno~ y en.tre
de replicar el viejo conflicto entre los distintos modos de ver la guerra propios lo estatal y lo societal y con ello, entre guerra y conflicto y entre functonanos
del viejo derecho de gentes y del nuevo derecho humanitario, parece el resul- de Estado y agentes privados, etc., implica una transformación profunda de los
tado de una suerte de abstracción y generalización interr1poral de los tétminos términos del conflicto con los hacedores de paz, que ya no puede ser interpre-
de la disputa ya referenciada entre los viejos y los nuevos movimientos paci- tado, a la manera de GEOFFREY RoBERTSON, corno conflicto entre políticos y di-
fistas del decenio del ochenta en torno a la interpretación de la guerra fría en plomáticos de Estado y abogados de derechos humanos. Precisamente por eso
Europa Occidental y la Oriental. Pero la suya es una lectura que erige corno se trata para ella de un conflicto y una tipología emergentes.
principales protagonistas del conflicto entre puristas y pragmáticos a los fun-
De la misma manera que lGNATIEFF, BAKER formula el dilema emergente,
cionarios de Estado y diplomáticos, en un lado, y a los defensores de derechos
otra vez, en términos de oportunidades (timing) y de secuencias temporales:
humanos en el otro, así que lo captura en su expresión n1ás tradicional. FEHER
"( ... ) ¿cómo reconciliar los dos imperativos de la paz: la resolución del co~­
reconoce, sin embargo, que se trata de un asunto que divide a los representan-
flicto, de un lado, y la democracia y los derechos humanos, del otro? ¿Debena
tes de distintas posiciones ético-políticas en el seno de la familia democrática
la paz ser buscada a cualquier precio para terminar el derramamiento ~e san-
-que no de la familia humanitaria- y no de una simple disputa entre cínicos
gre, aun si los acuerdos de distribución de poder fracasan en el cornettd~ ~e
y moralistas. Y lo que es muy importante para nosotros, al establecer que se
garantizar los derechos humanos y los principios democráticos? ¿O el objetl-
trata de dos concepciones ornnicornprensivas y tnutuarnente excluyentes de
toda reconciliación y de toda transición a la democracia, FEHER trata como
irrelevantes las diferencias empíricas entre la guerra y la paz y entre lastran- que ejercen contra ciertos segmentos de población. apel~~do a doctrinas como la de "1~ seg~­
siciones simples del autoritarismo a la democracia y las transiciones dobles de ridad nacional", que interpretan la paz como contmuacwn de la guerra, y lo que es aun mas
la guerra y el autoritarismo a la paz y a la democracia. Así, mientras los prag- llamativo, inventan episodios de- guerra como el famoso "Plan Z" para darle fuerza a su argu-
mento. A mi juicio -como en un juego de imágenes invertidas de espejo y como lo muestra
máticos conciben -en forma expansiva- el autoritarismo en la "analogía de el concepto "purista" de la reconciliación de que habla FEHER-, muchos defens?res de dere-
la guerra", los puristas conciben, en cambio, la guerra -en forma igualmente chos humanos suelen hacer lo mismo, pero al revés. Sobre el moderno derecho mtegrado de
expansiva, pero de signo inverso- en la "analogía del autoritarisrno" 37 • los derechos humanos y humanitario en cuanto concebido, a partir del holocausto y d~ los pro-
cesos de Nuremberg, en la "analogía de la dictadura", véase IvÁN ÜRozco, "Reflexi?nes s?-
37
Prueba de la fuerza que tiene esta intuición, por lo menos en lo que atañe a concebir bre la memoria y el olvido, el castigo y la clemencia", conferencia preparada para el ~1mpos10
el orden no bélico de la dictadura en "la analogía de la guerra" es que dictadores del tipo de Entre el perdón y el paredón: preguntas y dilemas de !ajusticia transicional. Próximo a ser
Pinochet tratan siempre de justificar y de hacerse perdonar la violencia vertical y asimétrica publicado.
340 SOBRE LOS lÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 341

vo a alcanzar debería ser más bien una paz democrática que respete los dere- pados por los procesos, así que ponen el énfasis en las capacidades negocia-
chos humanos, un objetivo que podría prolongar los enfrentamientos y arries- doras (skills) requeridas para facilitar el diálogo y poner fin a la violencia. Los
gar que se cometan más atrocidades durante el tiempo que se requeriría para dernocratizadores, en cmnbio, se preocupan por los resultados, de manera que
alcanzar una solución negociada? La necesidad de crear arreglos de distribu- hacen énfasis en el constitucionalisrno y en la protección de los derechos ci-
ción de poder entre facciones rivales y de incluir todos los grupos importantes viles y políticos. Los administradores de conflictos llaman la atención sobre
en el proceso de paz, entra con frecuencia en colisión con la necesidad de lle- la importancia de los valores culturales particulares de las sociedades que los
var a la justicia a quienes abusan de los derechos humanos, con el estableci- sufren. Los dernocratizadores, en cambio, llaman la atención sobre los valo-
miento de la legitimidad política y del Estado de derecho, así corno con la cons- res y los estándares universales de la comunidad internacional. Los adminis-
trucción de nuevas estructuras que puedan merecer la confianza de la gente. tradores de conflictos asumen la equivalencia Inoral de los beligerantes y no
Este dilema está en el corazón del debate actual sobre la mejor manera de per- les imputan responsabilidades. Los dernocratizadores, en cambio, identifican
seguir la paz en el siglo xxi" 38 • a los violadores de los derechos humanos y les imputan responsabilidades mo-
La señora BAKER define así los tipos en competencia: "El término «adrni- rales. Los administradores de conflictos argumentan que la solución de con-
nistradores de conflictos» (conflict managers) es usado para denotar a quie- flictos es negociable. Los democratizadores argumentan, en cambio, que la
nes están envueltos en una paleta de actividades, desde la diplomacia preven- justicia no es negociable. Los administradores de conflictos insisten en la neu-
tiva y la mediación para la resolución de disputas de varios tipos (incluyendo tralidad de los actores externos corno una condición necesaria para una media-
aquellos esfuerzos que caen dentro de denominaciones tales corno «regulación ción efectiva.. Por el contrario, los dernocratizadores insisten que los mediado-
de disputas» y «rnitigamiento de conflictos»). Los «dernocratizadores» (demo- res externos no pueden ser neutrales y que tienen que tornar partido a favor de
cratizers) incluyen a todos aquellos que abogan por los derechos humanos, por quienes luchan por la democracia y por los derechos humanos".
las instituciones democráticas, por el Estado de derecho y por el castigo de quie- En general, encuentro adecuada la tipología desarrollada por la señora
nes han cometido crímenes de guerra y atrocidades". Advierte, además, que BAKER. Tengo, sin embargo, algunas reservas frente a su conceptualización.
no se trata sino de una distinción analítica entre dos actitudes básicas, pero El término conflict manager, por ejemplo, refleja mejor que el término "hace-
que en la práctica unos y otros, conflict managers y democratizers, convergen dor de paz" el crecimiento de ese campo del saber y de la práctica social más
con frecuencia en muchas posiciones y actividades, y procede a señalar, sin allá de las fronteras estrechas de la política de la guerra y la paz entre Estados.
pretensiones de exhaustividad, las diferencias más importantes entre ellos: "Los Prefiero, sin embargo, seguir hablando de hacedores de paz antes que hablar de
administradores de conflictos tienden a ser incluyentes, a neutralizar a aque- conflict managers, porque con ello se evita la disolución de esa sustancia densa
llos que pueden obstruir las negociaciones. Los democratizadores, en cambio, y oscura que es la guerra en el agua demasiado abundante y clara de una conflic-
tienden a ser excluyentes, a castigar o purgar a los violadores de los derechos tividad difusa. La caracterización de la señora BAKER subvalora la orientación
humanos. Expresado de manera simple, los administradores de conflictos quie- de futuro 39 y desdeña el compromiso democrático de los hacedores de paz40 ,
ren mantener un ojo puesto en los bad guys, pero haciéndolos parte de los arre-
39 Contrario a lo que afirma la señora BAKER, los activistas de derechos humanos suelen
glos de distribución de poder, mientras los dernocratizadores quieren dejarlos
de lado, haciéndolos responsables por sus crímenes y excluyéndolos del po- tener una actitud que podemos denominar con JoN ELSTER backward looking. La mayoría de
los defensores de derechos humanos privilegia la justicia retributiva. A juicio de expertos como
der. Los administradores de conflictos enfatizan en la reconciliación corno el CARLOS S. NrNo y JoN ELSTER, son dominantemente retribucionistas. Con todo, precisamente
principal resultado de la paz. Los dernocratizadores, en cambio, hacen énfa- porque la búsqueda de la paz implica una miradaforeward looking, en su nombre le damos
sis en la justicia corno el principal objetivo de la paz. Los administradores de con frecuencia la espalda al pasado y defendemos la posibilidad moral del "olvido". JoN ELSTER,
conflictos tienen un enfoque pragmático, orientado hacia la generación pro- "Coming to Terms with the Past. A Framework for the Study of Justice in the Transition to
Democracy", en Archives Europeennnes de Sociologie, t. xxxrx, núm. 1, 1998, págs. 35-37.
gresiva de confianza personal entre los líderes, mientras que los dernocrati- 40
En este sentido vale la pena recordar el juicio de CARLOS S. NrNo, que sostiene que la
zadores representan un enfoque orientado por principios que implican la diferencia en torno al concepto de democracia entre quienes, como él, asesor del gobierno de
institucionalización del Estado de derecho corno camino hacia la construcción transición de Raúl Alfonsín, asumiendo una actitud políticamente responsable abogaron por
de confianza en el sistema. Los administradores de conflictos están preocu- un modelo de castigo limitado y quienes desde el movimiento de derechos humanos aboga-
ron por un retribucionismo maximalista en la Argentina del decenio del ochenta, radica en que
38
PAULINE H. BAKER, "Conflict Resolution versus Democratic Governance", en Ches ter mientras aquellos defendían una visión más de procedimiento y agnóstica de la democracia,
A. Crocker, Fen Osler Hampson y Pamela Aall (eds.), Turbulent Peace: The Challenges oj estos, en cambio, estaban por una democracia más sustancial en términos de sus compromi-
Managing International Conflict, \Vashington, United States Institute of Peace, 2001. sos ético-valorativos.
342 SOBRE LOS LÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 343

y exagera, en cambio, los de los human rights defenders. Les reconoce a am- toria de las ONG de derechos humanos en Latinoamérica, en la que distingue
bos, eso sí, un fuerte compromiso humanitario. tres períodos: el de su emergencia (1973-1981), el de su consolidación (1981-
1990) y el de su reorientación y reacomodamiento (desde 1991 hasta el pre-
Pienso que confrontados con la tipología expuesta, tanto en su versión ori-
sente)42 • Dada la importancia que le atribuye a su papel en las luchas por la
ginal como en otra modificada, habrá siempre defensores de derechos huma-
justicia de transición primero en contextos de dictadura y luego de guena ci-
nos y hacedores de paz que no se reconozcan en ella. Más allá del hecho de
vil, resulta importante traer a cuento dicha periodización, por lo menos en lo
que los llamados "tipos ideales", a pesar de estar enraizados en ella, siempre
que atañe al desarrollo de los grupos locales y a la evolución de sus estrate-
le hacen alguna violencia a la realidad, el desarrollo de "redes" transversales
gias. Para el efecto, me limito a parafrasear los párrafos pertinentes:
y que atraviesan escenarios y actores antes separados como los que dividen e
integran lo doméstico y lo internacional, lo estatal y lo societal y aun lo colec- Las ONG nacieron, proliferaron, crecieron y se diversificaron en los
tivo y lo individual, ha impactado de manera tan fuerte y ha tomado tan poli- decenios del setenta y del ochenta. Las ONG más tempranas fueron sobre todo
morfas y cmnbiantes las identidades de quienes luchan por la paz y por los una respuesta a las violaciones masivas que de los derechos humanos hicieron
derechos humanos, que la tarea de construir tipos generales y estables para ellas las dictaduras militares, así que concentraron sus esfuerzos sobre todo en los
se ha vuelto extreinadamente difícil. derechos de las personas, especialmente en el ser libres de ser ejecutadas, tor-
turadas y detenidas arbitrariamente -v. gr.libertades neg~ti_vas- .. El énfasis
Por último, BAKER no distingue sistemáticamente entre las transiciones
en los derechos de las personas encontró un eco en las tradiciones liberales de
desde la dictadura estable y la barbarie asimétrica, y las transiciones desde la
los países de Occidente, donde el movimiento de derechos hui?anos tiene la
guerra civil y la barbarie simétrica, y por esta razón no puede tematizar la ten-
n1ayoría de sus miembros. Y fue, además, congruente ~on el tipo_ de proble-
dencia einpírica a que en aquellas lleguen a dominar los defensores de dere-
mas que dominaban entonces en Chile, Uruguay, Argentina y BrasiL Durante
chos humanos, y a que en estas, por el contrario, lleguen a dominar los hace-
dores de paz. este período, los movimientos de derechos humanos desarrollaron sus estr~te­
gias y sus tácticas más básicas. La mayor parte de la actividad de las ONG gira-
Obsérvese entonces en este sentido, y a manera de abrebocas, cómo en ba en torno a la documentación y a la denuncia. Se trataba de recolectar, pu-
las transiciones simples desde la dictadura, la negociación -aparentemente- blicar y diseminar información sobre las violaciones y de llamar la atención
inevitable entre las facciones de centro suele ser un proceso informal, inesta- de los gobiernos para que criticaran y aislaran a los peores violadores. Las ONG
ble y difícil de situar en un tiempo y un espacio precisos de acaecüniento, mien-
tras en las negociaciones que llevan a la paz desde la guerra civil, en cambio,
suelen ser en extremo formalizadas y ritualizadas, con espacios y tiempos defi- les. Es más probable que estén integradas por profesionales pa~ados y ~~e tengan mejores
nidos y sacralizados, y que absorben buena parte del trabajo de las elites y la conexiones internacionales, una mayor habilidad para procesar mformacwn y mayor acceso
a financiación internacional. De otro lado, los movimientos sociales tienden a estar fundados
atención de la sociedad. Así las cosas, a diferencia de lo que sucede en lastran-
en el trabajo voluntario y cuentan con menos capacidad organizativa y ~on meno~ _acceso a
siciones desde la dictadura estable, en las transiciones desde la guerra civil los los financiadores internacionales. Los movimientos sociales se caractenzan tamb1en por su
actores externos e internos implicados en ellas tienden a aplicar el saber histó- mayor interés en movilizar activistas en forma masiva". KATHRIN SIKKINK, "Nongovernmen-
rico acumulado por la política y por el derecho internacionales en materia de "paz tal Organizations, Democracy and Human Rights in Latina~erica", e~ ToM FARER, Beyond
negociada" entre Estados. Acaso ello también contribuye a que en las negoci~­ Sovereignty: Collectively Defending Democracy in the Amerzcas, Baltlmore y Londres, The
John Hopkins University Press, 1996, pág. 151.
ciones desde la guerra civil los "hacedores de paz" cuenten con mayor espacio 42
Obsérvese que SIKKINK empezó sus investigaciones convencida de que las ONG es-
y legitimidad para actuar que en las transiciones desde la dictadura estable.
taban caracterizadas por el dominio del trabajo profesional y pagado, pero después que ads-
cribió a la teoría sociológica de redes terminó concluyendo que lo fundamenta~ en ellas era el
4. LA HISTORIA DEL MOVIMIENTO DE DERECHOS HUMANOS EN LATINOAMÉRICA voluntariado. Ello se debe acaso al hecho de que la "razón moral", como denomma JoN ELSTER
a la motivación por principios, antes que la "pasión" o el "interés", pa:ece ~o?Iinar el com-
promiso de los individuos con la defensa de los derechos humanos enp~1se~ ,d1stmtos del suyo.
En un estudio realizado en 1996, anterior a su conceptualización de las La verdad es que ambos se dan. Así, resulta interesante recordar la d1stmc10n que hace P ~TRI­
ONG en términos de redes y en el que distingue entre movimientos sociales y ero ÜRELLANA en su estudio comparado de los movimientos de derechos humanos en Ch.Ile Y
organizaciones no gubernamentales41 , EuzABETH SIKKINK hace una breve his- Argentina entre organizaciones burocráticas y de voluntariado, la cua~ da cuenta,. por e~em­
plo, de las diferencias entre los grupos de derechos humanos en Argentma y ~n ~h1le, as1 que
41
Dice al respecto la señora SIKKINK: "Las organizaciones no gubernamentales (ONG) durante las dictaduras y las transiciones, en aquel país dominaron las orgamzacwnes volun-
tarias, y en este, las burocráticas.
se diferencian de los movimientos sociales en que son más internacionales y más profesiona-
344 SOBRE LOS LÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 345

aportaban testimonios e información factual. Los activistas interpretaban experiencia en el sistema de Naciones Unidas empezaron a ofrecerles consejo
hechos y testimonios de manera que hicieran posible la acción política. La prin- y entrenamiento en materias prácticas y políticas, con objeto de capacitarlos
cipal táctica utilizada por las ONG de derechos humanos en aquella época era para trabajar en la arena de las organizaciones internacionales.
la de proveer información fidedigna para convencer a actores más poderosos Finalmente, en un tercer período, concluidas las transiciones y ya en el
como gobiernos, instituciones financieras y organizaciones internacionales de seno de las nuevas democracias, las ONG sufrieron una crisis profunda, ma-
que presionaran a los gobiernos represivos. nifiesta acaso sobre todo en el abandono de los grandes financiadores interna-
El segundo período estuvo, según SIKKJNK, caracterizado por la expansión cionales y en la pérdida de interés de las organizaciones, de los gobiernos y de
continuada del número de las organizaciones de derechos humanos, por el cre- las audiencias internacionales. Entonces las ONG debieron replantearse sus
cimiento de los grupos ya existentes y por la evolución de sus objetivos, temas objetivos y también sus tácticas. Algunas organizaciones como la Vicaría de
y tácticas en un momento en que el contexto internacional había cambiado sus- la Solidaridad reaccionaron a la nueva situación celTando sus puertas. Otras
tancialmente, de tnanera que empezó a favorecer las democratizaciones, a pesar se reacomodaron y empezaron a enfrentar temas nuevos y de importancia cre-
de que la era Carter había quedado atrás y de que los gobiernos de Reagan y de ciente, como: 1) la impunidad; 2) las violaciones que de derechos humanos per-
Thatcher querían restringir el ámbito de trabajo de las ONG. Entre 1980 y 1990, petraron ambos, los gobien1os y los insurgentes, en contextos de conflicto ar-
el número de ONG internacionales se duplicó. Hacia 1990, más de 200 ONG mado interno; 3) las violaciones endémicas de derechos hutnanos en regímenes
situadas por fuera de la región trabajaban en derechos humanos en Latinoamé- electorales como los de Brasil, Colombia y Venezuela; y 4) las violaciones de
rica, América Central y el Caribe. Otras 140 organizaciones internacionales los derechos de grupos especialmente vulnerables, como las mujeres, los ni-
articuladas en tomo a temas afines se preocupaban también por los derechos ños, los homosexuales y los indígenas 45 • En lo que respecta al segundo tema,
humanos en Latinoamérica. El staffde las tres ONG de derechos humanos más observa la señora SIKKJNK que la experiencia en El Salvador fue de especial im-
grandes de Estados Unidos comprometidas con la región creció de aproxima- portancia, pues mediante el trabajo en el contexto de la guelTa civil salvadoreña
damente 21 trabajadores en 1981 a más de 200 en 1992, mientras sus presu- las ONG internacionales aprendieron a utilizar el derecho humanitario como
puestos crecieron de menos de cuatro millones a casi 40 millones en el mismo el eje de una suerte de centro humanitario equidistante de las partes en con-
período43 . En muchos países latinoamericanos el movimiento de derechos flicto y dispuesto a condenar los crímenes de guelTa y en general los abusos,
humanos se convirtió en parte importante de la coalición que luchaba por la vengan de donde vinieren.
transición a la democracia, y la agenda de derechos humanos formaba parte La señora SIKKJNK hace un magnífico trabajo. Sorprende, sin embargo,
de las demandas de la oposición política. Las organizaciones latinoamerica- que ignora casi de un todo y por todo, el problema de los orígenes y las filia-
nas de derechos humanos incrementaron su número en forma dramática de 220 ciones partidistas del movüniento de derechos humanos. El movimiento de los
en 1981 a 550 en 199044 • derechos humanos en Latinoamérica no es una excepción a la regla general
Si anteriormente las ONG se habían ocupado sobre todo en documentar comprobada por múltiples observadores, en el sentido de que la falta de dife-
y en denunciar los abusos de los gobiernos militares, ahora empezaron a en- renciación entre Estado y sociedad civil en Latinoamérica ha sido responsable
frentar los problemas de derechos humanos en los regímenes de transición, de que la separación entre lo social y lo político no sea tan clara como en Europa
enfatizando la importancia de la democracia, de los derechos políticos y de la o en Estados Unidos 46 • Acaso se trata, además, de que busca protegerlos, para
justicia para las víctimas de las violaciones del pasado. Como resultado de ese lo cual lee el pasado con categorías del presente, es decir, desde el nuevo uni-
cambio en sus objetivos y actividades, las ONG se vieron envueltas en asun- versalismo hegemónico, equidistante de todos los partidos en conflicto -sal-
tos electorales, en la observación de juicios penales y en las acciones de res- vo el de las víctimas-. La verdad es que muchos de los primeros grupos de
ponsabilidad contra los victimarios. En esta época la financiación de los gru- derechos humanos latinoamericanos, nacidos de los sueños de la izquierda
pos de derechos humanos aumentó en forma importante. Y lo que es igualmente revolucionaria y subordinados a ella eran un híbrido, así que operaban de ma-
importante, las ONG domésticas estrecharon sus lazos y empezaron a trabajar nera alternada y secuencial como combatientes revolucionarios -que usaban
·en forma más coordinada y eficaz con sus pares en el extranjero. Personas con los derechos humanos como arma contra el Estado-, defensores de derechos

43
KATHRIN SIKKINK,Nongovernmental Organizations, Democracy and Human Rights 45
Jdem, pág. 159.
in Latinamerica, op. cit., pág. 156. 46
MAURICIO ARCHILA NEIRA, Idas y venidas, vueltas y revueltas: protestas sociales en
44
ldem, pág. 157. Colombia, 1958-1990, Bogotá, Icanh y Cinep, 2003, págs. 56-61.
346 SOBRE LOS lÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 347

humanos -que demandaban respeto a ciertas categorías de personas protegi- un lazo muy fuerte, esto es: la oposición al régimen y después, a la obra su-
das por la ley-, y hacedores de paz -que apoyaban negociaciones y amnis- pérstite y al pacto de impunidad heredados de Pinochet. En El Salvador en su
tías, etc.-, según la dirección y la forma en que evolucionara el conflicto47 • momento y en Colombia hasta hoy, en cambio, a nadie entre los defensores de
A diferencia de los nuevos activistas de derechos humanos, legalistas, universa- derechos humanos se le ha ocurrido seriamente pensar que el concepto de de-
listas y globalizados, con su tendencia a reducir los problemas de la paz a los lincuente político y en general, las labores de defensa judicial comprendan solo
problemas de la justicia y la democracia~ los primeros activistas latinoameri- a los luchadores sociales. Ese concepto también incluye a los rebeldes-revo-
canos solían ser, en sentido mucho más radical, hacedores de paz. lucionarios, comprometidos con actos de violencia. Algunos, desde la dere-
cha humanitaria, que también existe en Colombia, reclaman dicha calificación
5. EL OPORTUNISMO FRENTE A LA GUERRA Y FRENTE A LA DICTADURA hasta para los paramilitares contrarrevolucionarios.
Aún más, en El Salvador, donde el conflicto armado interno tuvo pueblo,
Como lo ha afirmado M. ÜLSON, en lo que atañe a la acción colectiva, el de manera que constituyó una verdadera "guerra civil", en el sentido que el
comportamiento de los "oportunistas" es acaso el más racional, pues adhieren actual gobierno de Uribe V élez le atribuye a dicho término, el movimiento de
a la opción que juzgan más exitosa, de manera que disfrutan con bajo costo de derechos humanos, sobre todo por medio de la Comisión No Gubernamental,
las mieles del triunfo. Por tanto, la diferencia entre contextos de guerra y tuvo nexos muy fuertes con el FMLN. Un número significativo de sus cua-
contextos de dictadura estable se torna fundamental para el adecuado enten- dros dirigentes llevó una doble existencia moral como defensores de derechos
dimiento del comportan1iento de los defensores de derechos humanos y de los humanos y como guerrilleros, y estuvo convencido de que era lo correcto. Du-
activistas de la paz. rante la guerra, más que por medio de la mentira, señalando solo al Estado como
En Chile, a finales del decenio del setenta y comienzos del ochenta y en violador, apoyaron primero la causa de la revolución y luego la paz negociada.
circunstancias en que algunos cuadros del MIR empeñados en organizar la lucha En Chile, en cambio, no tuvo lugar una guerra, sino una masacre administra-
armada para el derrocamiento de la dictadura regresaron clandestinamente al tiva, de manera que el asunto fue muy distinto. En el país austral, hasta la iz-
país y se vieron comprometidos en acciones violentas, en el seno del movimien- quierda revolucionaria exiliada se volvió democrática, no solo porque tuvo la
to de los derechos humanos se produjo un debate importante y un cierto deslinde ocasión de observar de primera mano los fracasos y los horrores del socialis-
entre quienes desde la izquierda política y humanitaria (Codepu) y en forma mo real, sino también porque habiendo sido aplastada mediante el terrorismo
minoritaria entendían que su tarea central era defender a los autores de hechos de Estado, aprendió con sangre que era mejor transformarse, cambiar de partido,
políticos de sangre y quienes desde el centro político y humanitario de la Igle- pasarse para la izquierda democrática. La probabilidad del éxito militar repre-
sia y representando una posición mayoritaria alegaban que solo estaban dis- sentada por los cuatro gatos del MIR que regresaron a Chile no alcanzó para
puestos a defender delitos de opinión. La Vicaría de la Solidaridad, mater et alimentar los sueños revolucionarios de casi nadie. La CNI, heredera de la
magistra de los movimientos de derechos humanos y de víctimas, estableció DINA, los eliminó uno a uno de forma implacable. Y ni qué decir de los aco-
oficialmente que no se comprometería con la defensa de delitos de sangre para modos oportunistas del resto de la sociedad. ¿Cuántos entre quienes entonces
luchar contra la dictadura. Pero no por ello se rompieron los lazos entre los se sumaron al coro de loas a Pinochet aplauden hoy, con igual sentido de la
representantes del universalismo globalizante hegemónico y pacifista y los re- oportunidad, las desgracias judiciales del dictador caído?
siduos del instrumentalismo particularista, partidista y más belicoso. Conti- En Colombia, como en El Salvador, hay suficiente desigualdad social
nuaron unidos durante mucho tiempo, hasta muy avanzada la transición, por como para alimentar en amplios sectores un sentimiento por lo menos difuso
de injusticia articulable ideológicamente. Y lo que es tanto o más importante:
47
En lo que atañe a Colombia, por ejemplo, de la misma manera que SrKKINK y en ge- el hecho de que en Colombia, sobre todo a partir del decenio del ochenta, la
neral quienes estudian el movimiento de derechos humanos como movimiento social, FLoR guerra -potenciada por la narcoeconomía- haya sido capaz de cuestionar de
ALBA RoMERO dice que el movimiento colombiano es un movimiento social y no político, pues hecho y en forma visible la capacidad del aparato de Estado para brindar se-
está "inscrito en una dinámica de construcción de consensos y no de imposición por la vía guridad a sus ciudadanos, muy seguramente ha estimulado que un número
armada". Véase FLoR ALBA RoMERO, "El movimiento de derechos humanos en Colombia" en
MAURICIO ARCHILA y MAURICIO PARDO, _Movimientos sociales, Estado y democracia en Col~m­
importante -y no establecido- de "oportunistas" (free riders) se haya sumado
bia, CES, Bogotá, Universidad Nacional, Icanh, 2001, pág. 443. Sospecho que en ese deslin- de alguna manera, acaso sobre todo en forma pasiva y expectante, al sueño de
de, más que un criterio epistemológico hay una opción ideológica solidaria o por lo menos la victoria militar de la revolución. Ello incluye no solo a militantes y simpa-
normativa orientada a proteger a los activistas. tizantes de partidos de izquierda, sino también a algunos defensores de dere-
348 SOBRE LOS LÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 349

chos humanos y hacedores de paz. De allí provienen, por lo menos en parte, Colombia, como en general en Latinoamérica, los mejores portadores de esta
las dificultades de la izquierda colombiana para actuar en forma unida. Lapo-- tradición han sido y siguen siendo quizá los "comités para la defensa de pre-
sición de sus distintas vertientes frente a las guerrillas sigue teniendo fuerte in- sos políticos" y en general, quienes cumplen esas funciones con otras denomi-
fluencia divisiva sobre ella. En cualquier caso, la orgía de detenciones masi- naciones49. ·
vas y arbitrarias en que está comprometida la actual administración es la prueba
de que el gobierno, aunque grite que las guerrillas están aisladas, cree en el B) Los orígenes históricos de la figura del combatiente rebelde
fondo que sí tienen apoyos importantes. De todas maneras, es un error creer En nuestro país, tras el triunfo de los ejércitos liberales y rebeldes del ge-
-como lo han creído los paramilitares- que la izquierda no armada y las ONG neral Tomás Cipriano de Mosquera sobre los ejércitos conservadores del pre-
de derechos humanos y de paz son el enemigo. Siguiendo la lógica de M. ÜLSON, sidente Ospina Rodríguez en la guerra civil de 1861 y en circunstancias en que
pero adecuándola a las exigencias del derecho y de la moral, antes que de mal- las elites y los caudillos regionales de un país muy fragmentado como era
tratar a civiles que simpatizan con la revolución, se trata de golpear militar- Estados Unidos de Colombia de entonces se opusieron visceralmente a la apo-
mente a las guerrillas y con ello, a la fuente de oportunidades que alimenta la teosis y a la hegemonía del nuevo caudillo nacional emergente, la Constitu-
quimera. Y lo que es igualmente importante, se trata también de luchar desde ción de Rionegro de 1863 estableció en su famoso artículo 91 que a partir de
la esfera pública y estatal contra la pobreza y la desigualdad que, además, alien- entonces los conflictos armados que se presentaran entre los estados federados
tan los sentimientos de injusticia. "se regularían por el Derecho de Gentes", de manera que se pudiera amnistiar
a los derrotados y alcanzar soluciones negociadas. De la misma manera que
6. APUNTES SOBRE PAZ Y DERECHOS HUMANOS EN COLOMBIA en la Europa continental de los siglos xvn y xvm, también en la Colombia del
siglo XIX la entronización del derecho de gentes fue la expresión de la prefe-
A) El tratamiento privilegiado del combatiente rebelde
rencia estructural de las elites dominantes por las soluciones negociadas. El
Mientras para los nuevos movimientos universalistas y globales de dere- ius in bello interno de Rionegro fue concebido por ellas como dispositivo fun-
chos humanos y de paz la figura privilegiada del delincuente político no es sino damental para mantener un sistema de equilibrio entre las regiones y evitar las
un recurso de uso residual al cual se debe apelar una y otra vez, en contextos hegemonías a que dan lugar las acumulaciones de victorias militares. En este
de negociación de transición para poder separar el oro de la escoria y para ma- contexto de "intemacionalización del espacio político interior" nació la figu-
tizar la animadversión de los nuevos estatutos de derecho penal de los dere- ra del "combatiente-rebelde", la cual dominó durante más de un siglo los esce-
chos humanos hacia la impunidad, en Colombia, en cambio, la figura del re- narios de la paz y de la justicia políticas en Colombia. Apelando al tratamien-
belde está en el centro de una larga tradición que todavía le disputa al nuevo to privilegiado del delincuente político, se puso fin no solo a las guerras de la
discurso de los derechos humanos su hegemonía cultural y jurídico-institucio- segunda mitad del siglo XIX, sino también a la violencia liberal conservadora
nal en el manejo de la paz. y a la incipiente violencia social revolucionaria de finales del decenio del cin-
A diferencia del nuevo discurso y legislación humanitarios globalizados, cuenta, y aun a los enfrentamientos con algunos grupos guerrilleros social re-
que tienden a subordinar los imperativos de la paz a los de la justicia y la demo- volucionarios menores, durante el decenio del ochenta y principios del noventa.
cracia, las viejas ideas y legislaciones sobre el tratamiento privilegiado del delito
político, imperantes en Colombia durante más de un siglo, estaban concebi- 49 Ellos ya no tienen verdaderos equivalentes en Europa y en Estados Unidos, donde el

das en términos de una clara subordinación de la justicia y el castigo a la paz viejo concepto privilegiado del delincuente político, nacido en medio de las turbulencias de
la Revolución francesa, ha sido sustituido por un tratamiento igualitario de todas las desvia-
y la reconciliación. Gracias a su peculiar ambivalencia, las amnistías a que da-
ciones punibles, o por uno francamente discriminatorio. En Alemania, por ejemplo, la figura
ban lugar solían constituir un vehículo para la "integración subordinada" de del "delincuente por convicción", cercana a la del rebelde, fuertemente defendida por GusTA V
los rebeldes, a los que simultáneamente exaltaban mediante el reconocimien- RADBRUCH, desapareció de los códigos penales durante la República de Weimar, para dar pa,so,
to político y arrodillaban mediante el reproche penal48 . En cualquier caso, en después de la segunda guerra a figuras más neutras o discriminatorias. De eso da cuenta la
generalización -sobre todo a partir delll de septiembre- de la etiqueta de "terrorista" para
48
Es cierto, en ese sentido, que el concepto de rebelión designa simultáneamente un referirse a todas las formas de la violencia política. El nombre de "amnistía internacional" es
crimen y un derecho, de manera que configura lo que Z. BAuMANN llamaría unfarmakon, simul- un eco arcaizante de esa visión, propia de otra época y de estados más frágiles, y asociada ya
táneamente veneno y remedio para la salud del Estado. En efecto, parece que durante la paz no tanto a la defensa de quienes están en la cárceles por delitos de sangre como por delitos de
estimulara la guerra y durante esta favoreciera la paz. Acaso por ello parece condenado a opinión. Véase lvÁN ÜRozco ABAD, Combatientes, rebeldes y terroristas: guerra y derecho
desaparecer. en Colombia, Bogotá, Edit. Temis, 1992.
350 SOBRE LOS lÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 351

El tratamiento privilegiado del delincuente político corr1o combatiente-rebelde de paz se limitó a adoptar el discurso clásico de los derechos humanos y pre-
constituyó, junto con la vieja doctrina cristiana del perdón y la reconciliación, servó la figura privilegiada del delito político como carta secreta, el nuevo
una de las grandes matrices culturales y en todo caso el útero político-jurídico centro humanitario y de paz se apropió además el DIH y lo que es igualmente
en el cual se gestaron y aprendieron sus principales destrezas negociadoras y importante, descartó la institución privilegiada del delito político como ana-
punitivas los funcionarios públicos y los políticos de todos los colores, libera- cronismo.
les y conservadores, de izquierda y hasta de derecha. Y lo que es más impor- En Colombia, durante el decenio del setenta pero sobre todo durante el
tante en este contexto, en esa matriz cultural se formó la primera generación gobierno Turbay, de manera similar a como sucedía entonces en El Salvador,
de hacedores de paz y defensores de derechos humanos de izquierda5°. hubo más autoritarismo que guerra, lo cual determinó que el discurso clásico
No es, pues, de extrañar que la primera ONG de derechos humanos -y de los derechos humanos, elaborado con1o estaba para controlar exclusivamente
de paz- que se estableció en Colombia fuera el Comité de Solidaridad con al Estado, resultara muy funcional a los intereses de la izquierda política y huma-
los Presos Políticos. Recuerda en tal sentido FLoR ALBA RoMERO: "La primera nitaria, legal y extralegal. Entonces el particularismo partidista se podía cu-
organización no gubernamental de derechos humanos fue el Comité de Soli- brir sin dificultades con el manto del universalismo no partidista. Y es que la
daridad con los Presos Políticos, creada en 1973 por personalidades democrá- capacidad militar de las guerrillas no era entonces tanta, a pesar de la espec-
ticas. A la cabeza de ellas estaban el premio Nóbel de Literatura, Gabriel García tacularidad eventual de las acciones un grupo tan cercano al terrorismo urbano
Márquez, Enrique Santos Calderón, líderes sociales como Noel Montenegro clásico como el M -19. Solo desde mediados del decenio del ochenta, pero so-
de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, la señora Carmen de Rodrí- bre todo a partir del decenio del noventa, cuando el conflicto armado creció y
guez, del movimiento de los barrios nororientales, y miembros de la academia se escaló, y la barbarie desplegada por guerrillas y paramilitares se tomó más
como Jorge Villegas, Diego Arango y Nirma Zárate" 51 • Así recomenzó una his- simétrica, el discurso clásico de los derechos humanos fue perdiendo su capa-
toria que lentamente fue dejando en la retaguardia moral y política el viejo cidad para capturar la realidad53 •
discurso jurídico-penal del delincuente político y que fue dando prioridad pro-
gresiva al discurso constitucional y globalizado de los derechos humanos y del y que en nuestro recuento corresponde con la emergencia de la segunda generación de hace-
dores de paz y defensores de derechos humanos bajo la égida de un discurso integrado y de
derecho humanitario, punto de partida de una gran revolución en la cultura polí-
subordinación de la paz a la justicia y a la democracia. RoMERO habla, por último, de una tercera
tico-jurídica del mundo y del país52 • Pero mientras la izquierda humanitaria y etapa de estatización del tema de los derechos humanos y de diálogo entre el Estado y las ONG
que comenzó con la creación de la Comisión de Derechos Humanos de la Procuraduría en 1986,
50 Sobre la historia del tratamiento privilegiado del delincuente político como comba-
por el entonces procurador general de la nación, Carlos Mauro Hoyos, que fue asesinado por
tiente rebelde durante los siglos XIX y xx en Colombia, véase Yv ÁN ÜRozco ABAD, Combatien- el cartel de Medellín. En 1987 el gobierno Barco creó la Consejería Presidencial de Derechos
tes, rebeldes y terroristas: guerra y derecho en Colombia, op. cit. Humanos. Luego nació la Unidad·de Derechos Humanos de la Fiscalía. Y lo que es igualmen-
51 FLOR ALBA ROMERO, El movimiento de derechos humanos en Colombia, op. cit., nota
te importante, la Constitución de 1991 creó la Defensoría del Pueblo, etc. Si en su primera etapa
7, pág. 445. el movimiento de derechos humanos había sido decididamente contestatario y antiestatal, en
52 RoMERO distingue, desde entonces, tres etapas en la historia del movimiento de dere- tercera etapa y en la medida en que se fueron tejiendo redes público-privadas, las relaciones
chos humanos. La primera, que cubre el decenio del setenta y comienzos del ochenta y que con el Estado se volvieron más complejas. En ese sentido, tiene razón RoMERO cuando des-
ella caracteriza como de confrontación contestataria con el Estado, corresponde en parte al cribe la tercera etapa de s.u historia como un período de diálogo entre el Estado y las ONG.
período del gobierno Turbay ( 1978-1982). De acuerdo con cifras de Human Rights Watch, s~lo 53
En su ensayo Los desafíos que enfrentan las organizaciones de derechos humanos
en 1979 y como respuesta del gobierno a los golpes militares urbanos del M-19, se produJe- en Colombia, escrito y publicado por IAMIE FELLNER y CoLETTA YouNGERS en 1990, los auto-
ron 60.000 detenciones, casi todas ellas ilegales y asociadas a episodios de tortura. En aque- res empezaban por decir: "En América del Sur, en forma creciente, las violaciones a los de-
llos difíciles días, en algunos sentidos muy parecidos a los de hoy, el movimiento de derechos rechos humanos se producen en contextos que son mucho más complejos que el modelo
humanos invertía parte muy significativa de sus esfuerzos en la defensa de los presos políti- arquetípico del Cono Sur, consistente en un régimen militar que oprime y abusa de sus ciu-
cos de sangre y de opinión, con frecuencia detenidos arbitrariamente y hasta torturados a la dadanos. Los activistas de derechos humanos, en diferentes lugares del hemisferio, tienen que
sombra del llamado "estatuto de seguridad" con su marcada tendencia a la asimilación de la pro- repensar sus marcos conceptuales y estratégicos para afrontar las violaciones a los derechos
testa social a la subversión y al terrorismo. El primer foro por la defensa de los derechos hu- humanos en estas realidades más complejas". Y agregaban, algunas páginas más adelante,
manos se llevó a cabo ese mismo año. En 1980, fundado y dirigido por los jesuitas, nacieron evidenciando algunas de las implicaciones que tiene la multiplicación de los victimarios en
el Cinep, el Colectivo de Abogados Alvear Restrepo, Asfades (Asociación de Familiares de contextos de barbarie simétrica como el colombiano: "En Perú, por ejemplo, en caso de produ-
Detenidos Desaparecidos) y la Oficina de Derechos Humanos de la CUT. La primera visita cirse una masacre en una aldea rural, lo más probable es que pueda atribuirse a las fuerzas de
de Amnistía Internacional y de la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos) seguridad o a Sendero Luminoso, y que las circunstancias en que se produjo el hecho arrojen
a Colombia también data de esa época. Luego vino una segunda etapa que RoMERO caracte- pistas respecto a los culpables. Sin embargo, en Colombia lo más probable es que sea un grupo
riza como de acceso a los organismos internacionales y de cambio de actitud de los gobiernos paramilitar o un sicario el responsable de los asesinatos, siendo extremadamente difícil de-
SOBRE LOS lÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA
TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 353
352

C) La simetrización de la barbarie y la revolución humanitaria pública, tiende a tensar las relaciones entre hacedores de paz y defensores de
derechos humanos en el seno del centro humanitario y de paz.
La expansión de la guerra y la simetrización d~ l.a barbari~ in~rementaron . En el marco del primer encuentro de "iniciativas ciudadanas contra la
la visibilidad internacional del conflicto y de la cnsis humanltana en un mo- guerra y por la paz", organizado por la "red de iniciativas por la paz" 54, lleva-
mento en que el fin de la guerra fría favoreció la resignificación de .l~s relacio- do a cabo en Bogotá a finales de 1993, que congregó a más de 300 personas
nes entre paz, justicia, democracia y derechos humanos y ~ortalecio la v?lun- provenientes de 20 regiones del país y del que nació "Redepaz", las mayores
tad de intervención por medio de redes intermésticas. El final del decenio del tensiones se presentaron entre quienes anclados en una visión partidista de iz-
ochenta pero sobre todo el comienzo de! decenio del nov~n~a ~stuvo acompa- quierda persistían en fiscalizar y condenar exclusivamente los crímenes perpe-
ñado, tanto por razones externas como Internas, de una d1namica de t~an~for­ trados por los agentes del Estado y por sus aliados paramilitares, o se resistían
mación profunda, tanto para el movimiento por la paz como para el movimiento a que se incorporara a las iniciativas de paz a los militares y a los partidos de
de derechos humanos. Si hasta entonces uno y otro habían mostrado profunda derecha, y entre quienes habían empezado a igualar a las partes en conflicto
afinidad y cercanía hacia los partidos en conflicto, ahora, en cam~io, empe~~­ para condenar sus acciones criminales o para negociar con ellas, o para ambas
ron a proclamar su independencia y equidistancia frente a ell~s. ~a I~~oyeccion cosas. Observa en tal sentido MAURICIO RoMERO -siguiendo para el efecto el
de la mirada externa sobre el nuevo fenómeno de la barbane simetnca deter- testimonio de Ana Teresa Bernal-: "Los debates suscitados por la definición
minó que muchos hacedores de paz evolucionaran h~cia una visión cada vez de la agenda a seguir dentro de la red fueron reveladores. Su propósito era el de
más autónoma e igualitaria de los actores armados, dispuesta a favorecer ne- congregar, antes que el de separar, aunque la exclusión de los grupos guerri-
gociaciones de "mesa redonda". . lleros no fue bien acogida por sectores con alguna afinidad con estos. Estas
y en sentido análogo, pero con implicaciones muy opuestas en matena diferencias se ahondaron con la discusión sobre derechos humanos y las vio-
de justicia, durante parte de la década del decenio del ochenta Y.durante todo laciones por agentes del Estado, énfasis de las organizaciones encargadas de
el del noventa, y al ritmo de la narcotización y simetrización creciente del con- velar por su defensa y de la legislación internacional, las cuales no considera-
flicto, en el seno del movimiento de derechos humanos empezó a fortalecerse ban las que cometían las guerrillas. En un consenso dentro de la red coinci-
la convicción de que había que tratar de forma igualitaria los crímenes de unos dieron en hacer también visibles las violaciones cometidas por la guerrilla. La
y otros. y lo que es igualmente importan~e, la paz. neg?ciada y los derechos tensión aumentó con la discusión sobre el paramilitarismo y su origen. Se
humanos dejaron de ser un asunto exclusivo de la Izquierda. Por lo ~enos a consideró que este no se podía ver solo como una «política de Estado», sino
partir de entonces, puede decirse qu~ ~mpezaro.n a .estructur~rse dos hn~as de que también se alimentaba de los efectos surgidos de la extorsión y el secues-
conflicto latente en el seno de la familia humanitaria colombiana. La pnmera tro cometidos por la guerrilla. Otro punto de discusión álgido fue el del alcan-
se ha desplegado sobre el eje político-ideológico izquierda-centro-derec~a, pero ce de la convocatoria al país. En efecto, se propuso un cambio de actitud hacia
tensando sobre todo las relaciones entre la izquierda y el centro político-hu- empresarios y militares, y se consideró que la paz era imposible sin el concur-
manitario y de paz. La segunda, en cambio, a pesar de su relativa invisibilidad so de ellos, abriéndose canales de acercamiento e intercambio" 55 •
En lo que atañe al eje de conflicto izquierda-centro-derecha y a su desplie-
terminar la responsabilidad que le cabe al Estado. Bajo dichas circunstancias, l~s grupos. ~e gue en el ámbito de la paz, cabe señalar, a manera de ejemplo, que mientras
derechos humanos tienen más posibilidades de ser atacados por no contar con mformacwn iniciativas y procesos como el de la "Asamblea Permanente de la Sociedad Civil
completa sobre un caso particular". Obsérvese que 1~ ~f~rmación t~anscrita ~~ refiere solo a por la Paz"56 , puesta en marcha en 1998, permanecen, a pesar del carácter plu-
las dificultades cognitivas y a los problemas de credibilidad de la mformacwn que .r~sultan ralista de su composición, anclados en una paz de izquierda, abierta prefe-
de un escenario de barbarie en extremo fragmentada. A ello habría que agregar la dificultad
para establecer quiénes son los buenos y quiénes son los malos y su impacto divisivo ~o~re 54
La red había nacido a finales de 1992 e integraba organizaciones como el Cinep, el
actores centrales para el desarrollo de la causa de los derechos humanos como la Iglesia l,;~­ Programa de Paz y la Fundación Social, todos ellos hijos de la Compañía de Jesús, y la Co-
tólíca, que en Colombia, a diferencia de lo que s~cedió e.n Chile y au~ e~ parte en,Centroame- misión Colombiana de Juristas, etc. Véase MAurucro RoMERO, "Movilizaciones por la paz, coo-
rica donde dicha institución simultáneamente mternacwnal y domestica adopto la causa de peración y sociedad civil en Colombia", en MAURicro ARCHILA y MAURICIO PARDO, Movimien-
los ;ebeldes, ha estado profundamente dividida, así que sin llegar a partirse ha adoptado la forma tos sociales, Estado y democracia en Colombia, Bogotá, CES. Universidad Nacional, Icanh,
compleja de lo que CARL ScHMITT llamaba una complexio op.osit?rum. Véase JAIME FELLNER 2001, pág. 416.
y CoLETTA YouNGERS, "Los desafíos que enfrentan las orgamzacwnes de ~erechos h~ma~~s 55
MAURICIO RoMERO, op. cit., págs. 417 y 418.
en Colombia", en Rugo Fruehling (ed.), Derechos humanos y democracza: la ~ontnbucwn 56
de las organizaciones no gubernamentales, Santiago de Chile, Instituto Interamencano de De- Sobre la Asamblea Permanente, véase Lurs IGNACIO S ANDO V AL, La paz en movimien-
to, vol. 1, Realidades, Instituto María Cano (ISMSC), 2004, págs. 136 y ss.
rechos Humanos (IIDH), 1991. ·
SOBRE LOS lÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 355
354

rentemente a la negociación política con las guerrillas y cercana a la idea de Pastrana se comprometió con el Plan Colombia y a lo largo de todo el gobier-
una revolución negociada, Redepaz, entre tanto, nacida hacia 1993 de una con- no de Uribe, las relaciones entre el gobierno y los movimientos socio-políti-
vergencia de iniciativas igualmente pluralista, está en cambio apuntalada en cos de derechos humanos y de paz han venido empeorando.
el centro político-ideológico, y si bien reivindica una idea de paz que implica Si hasta entonces solo la izquierda había hablado de derechos humanos,
democracia y justicia social, está más abierta a la posibilidad de que se ade- a partir de ese momento tanto el Estado como la derecha empezaron a elaborar
57 su propio discurso instrumental sobre el tema. Empezando por la Procuradu-
lanten negociaciones de mesa redonda con todos los actores del conflicto .
En sentido análogo, mientras algunas ONG han persistido en mirar el con- ría, múltiples dependencias estatales crearon sus propias oficinas de derechos
flicto colombiano por medio del lente exclusivo del discurso clásico de los dere- humanos. Las más importantes son, sin duda, la Consejería Presidencial, creada
chos humanos, otras, en cambio, como el CINEP y la Comisión Andina de Ju- por el gobierno Barco en 1987, hoy adscrita a la vicepresidencia de la repúbli-
ristas, secciona! Colombia -hoy Comisión Colombiana de Juristas- se ca; la Fiscalía de Derechos Humanos y la Defensoría del Pueblo, esta última
desplazaron hacia una suerte de centro humanitario -y político-, así que creada por la Constitución de 1991. Y lo que es igualmente importante, en ese
adoptaron el DIH como pauta universal, igualitaria y equidistante de enjuicia- contexto nacieron las primeras ONG de centro derecha y de derecha60 • Los de-
miento de las violaciones y de los abusos de los derechos humanos de todos rechos humanos se convirtieron en arma de guerra en las manos de todos los
los actores en conflicto58 . El giro se produjo acaso en parte por razones inter- actores armados.
nas de honradez y coherencia discursiva de cara a la experiencia de una bar- Pero si bien es cierto que la izquierda radical utilizó los derechos huma-
barie cada vez más simétrica, pero en parte también bajo la influencia de aque- nos, también es cierto que los derechos humanos, a su vez, transformaron a la
llas ONG internacionales que como Human Rights vVatch, aleccionadas por la izquierda. Tiene razón RicARDo SÁNcHEz cuando afirma que la izquierda colom-
experiencia salvadoreña, acababan de hacer lo propio. biana se democratizó mediante los derechos humanos. En lo que atañe a los
Con todo, la independencia creciente frente a la izquierda y el desplaza- movimientos de nuestra reflexión, ello acaso vale sobre todo para el centro
miento hacia el centro político-humanitario les permitieron a los movimientos político-humanitario y de paz, más que para quienes se han quedado amarra-
de derechos humanos y de paz mejorar por lo menos temporalmente y densificar dos a la izquierda -o a la derecha-. Pero aun frente a estos, el discurso hu-
sus relaciones con el Estado. Tiene razón, en ese sentido, FLOR ALBA RoMERO manitario ha desplegado, muy seguramente, su lógica y su ethos interno y los
cuando en su historia del nuevo movimiento de derechos humanos nos dice que ha forzado a cambiar.
a una primera fase de confrontación radical con el Estado durante casi todo el Pero es un error creer que la adopción del DIH por el nuevo centro huma-
decenio del setenta y comienzos del decenio del ochenta la sucedió otra du- nitario significó la derrota del discurso clásico de los derechos humanos. Al
rante la cual el diálogo y las relaciones con el Estado mejoraron y se intensi- fin y al cabo, como ya lo advertimos cuando nos referimos a las dinámicas inter-
ficaron59. El Estado no solo empezó a apropiarse del tema mediante las ofici- nacionales, en la práctica la adopción del DIH significó la colonización del
nas de derechos humanos que creó para el efecto, sino que además hasta trató derecho de la guerra por los derechos humanos, de manera que aquel se con-
de cooptar a las ONG. Pero por lo menos desde cuando la administración virtió en derecho humanitario. Y lo que es igualmente importante, el nuevo
derecho cada vez más integrado, a la vez humanitario y de los derechos huma-
nos, empezó a ser transformado y utilizado sobre todo como derecho penal
57 Sobre Redepaz, véase Lms IGNACIO SANDOVAL, idem, págs. 128-131.
58 Grupos como el Cinep, de cara al nuevo horizonte de barbarie simétrica y sin renun-
60
ciar su "opción por los pobres", recorrieron un camino parecido al de la "Tutela Legal" salvado- El establecimiento social y económico y aun la extrema derecha han fundado sus
reña y asumieron, hacia 1990, el reto de cambiar el paradigma de enjuiciamiento, de manera propias ONG y hasta sus confederaciones de organizaciones de derechos humanos. Tal es, por
que "complementaron" el discurso de los derechos humanos con el del derecho internacional ejemplo, el caso del Comité para la Defensa de las Víctimas de la Guerrilla, organización apa-
humanitario. Desde entonces el Banco de Datos del Cinep y la revista Cien Días empezaron rentemente cercana a los paramilitares, y aun el de "Verdad Colombia", confederación de ONG
a reflejar en sus denuncias ese cambio de perspectiva. El giro no fue fácil. En esa transición de derecha. Acaso también "País Libre", la ONG fundada por el actual vicepresidente de la
se separaron los bancos de datos sobre violaciones de derechos humanos del Cinep y de "J us- república, Francisco Santos, pueda ser interpretada como de "centro-derecha". Es cierto que
ticia y Paz", organización que optó por seguir privilegiando la vigilancia del Estado. A pesar de cuando en cuando ha levantado la bandera de los "desaparecidos", que son el equivalente
de que Cinep y Justicia y Paz volvieron a integrar sus archivos hacia 1996, las diferencias entre popular de los "secuestrados" para las clases medias y altas. Pero su compromiso fundamen-
ambas organizaciones subsisten. En 1988 nació la Comisión Andina de Juristas, Secciona! Co- tal -y por demás legítimo- es con la denuncia del secuestro y con la ayuda a las víctimas
lombia, que se transformó más adelante en la Comisión Colombiana de Juristas. de este grave flagelo, perpetrado por muchos, incluidos la delincuencia común y los parami-
59 Véase supra, cita 47. litares, pero sobre todo las guerrillas.
SOBRE LOS lÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA
TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 357
356

internacional. Pero el nuevo derecho penal internacional, edificado como está La integración de las ideas de los derechos humanos y de la paz dentro
sobre el primado de una ética de medios, es indiferente a la cuestión de los fines del marco del nuevo derecho de los derechos humanos y humanitario ha esta-
y de las motivaciones altruistas, de manera que poco le interesa la tradición do acompañada también de un proceso de resignificación de la paz. Si en el
colombiana del con1batiente-rebelde, edificada sobre la distinción entre deli- pasado se solía distinguir entre la paz negativa -silencio de las armas- y la
tos políticos y comunes. A la sombra del discurso de los derechos humanos, paz positiva -armisticio con democracia, desarrollo y derechos humanos-
también el DIH empezó a ser interpretado por el nuevo centro humanitario en y se le atribuía enorme valor a aquella, a pesar de que su precio inicial fueran
"la analogía de la dictadura", de forma tal que la guerra colombiana pudo em- arreglos poco democráticos de distribución de poder, ahora la idea de una rea-
pezar a ser leída como "guerra contra la población". En concordancia con el lización secuencial de la paz negativa y luego en forma progresiva de la paz
patrón normativo doblemente vertical del nuevo derecho humanitario y de la positiva ha caído en desgracia. Y es que muchos de los nuevos luchadores po-
misma manera que la "guerra fría" en la Europa del decenio del ochenta, tam- lítico-humanitarios entienden que la paz, para que sea sostenible, debe implicar
bién la guerra colombiana empezó a ser interpretada en los términos de una desde el comienzo y con mucha simultaneidad, democracia, desarrollo y de-
alianza tácita entre máquinas -igualmente autoritarias- de guerra para cas- rechos humanos.
tigar y para "controlar" mediante un doble proceso vertical de victimización De todas maneras, a pesar de la independencia y del fortalecimiento cre-
a la población civil. Con estos supuestos y de manera imperceptible, algunos ciente de los grupos del centro dentro de los movimientos de derechos huma-
de los nuevos defensores de derechos humanos, armados con un discurso que nos y de paz, basado aquel en una perspectiva de DIH, independiente, simé-
tiende a reducir los problemas de la paz a los de la justicia y la democracia, se trica y equidistante de los partidos en conflicto, y este, en una idea igualitaria
convirtieron en sustitutos de los hacedores de paz61 • de negociación multipartita en mesa redonda, el hecho de que las "alas" extre-
mas de uno y otro permanezcan atadas a una visión ideológica y en parte ins-
trumental ha sido un factor determinante para que el movimiento todo haya sido
61 En Colombia, el debate en tomo a la interpretación del DIH ha adoptado en algunas

ocasiones importantes la forma de disputa entre los promotores de una lectura heterodoxa y
cuestionado en su legitimidad y en su credibilidad y aun sometido al "fuego
si se quiere "criolla", y los promotores de una lectura "ortodoxa" de él. Los llamados "Acuer- cruzado" de los enemigos. Los defensores de derechos humanos y los hace-
dos de Maguncia" entre representantes no autorizados de la "sociedad civil" y el ELN en tomo dores de paz han debido pagar por ello, sin distinción de credos, un alto pre-
a la aplicación "progresiva" del DIH, los acuerdos humanitarios para el "intercambio de pri- cio. Leal a su compromiso de proteger la vida, el centro humanitario y de paz
sioneros" y el estatuto de "neutralidad" de las comunidades de paz, han sido algunos de los se ha tapado con la misma cobija que los extremos y ha puesto en riesgo su
puntos centrales alrededor de los cuales ortodoxos y heterodoxos han cruzado sus espadas
credibilidad y hasta su propia vida.
retóricas. Hasta hace poco tiempo, en la medida en que en el imaginario colombiano solo cabía
la posibilidad de negociar la paz con las guerrillas, los defensores de una y otra postura se podían
distribuir siguiendo el eje ideológico tradicional izquierda-derecha, de manera que la izquierda D) La muerte judicial del delito político
política y humanitaria, defensora de una paz negociada, prefería un DIH criollo, diseñado de
manerá ad hoc de conformidad con las especificidades del conflicto armado colombiano me-
diante "acuerdos especiales", en tanto que la derecha, opuesta a la paz negociada, propendía Durante el pasado decenio, en la medida en que se incrementaron los
más bien a una interpretación absolutamente respetuosa de la doctrina y la jurisprudencia contactos de las ONG locales con sus pares en los países del centro, es decir,
internacionales dominantes en la materia. JoRGE EsQUIROL, que hace un interesante recuento en la medida en que se fueron tejiendo las nuevas redes globales, parte del
y análisis de lo que ha sido el debate entre la ortodoxia y la heterodoxia humanitaria en Co- centro humanitario adoptó por lo menos superficialmente el nuevo credo inte-
lombia durante los últimos años no duda en afirmar que la ortodoxia se ha opuesto a la paz grado humanitario de derechos humanos y de DIH, legalista, marcadamente
negociada en tanto que la heterodoxia la ha defendido. Aún más, EsQUIROL afirma que el mo-
nopolio doctrinal de los ortodoxos es en Colombia un obstáculo importante a la paz negocia-
punitivo y si rto abiertamente hostil, por lo menos ajeno a la paz negociada. Al
da. Dice, por ejemplo, EsQUIRoL: "In terms of issues, orthodox arguments take aim against establecimiento del nuevo discurso contribuyó de manera decisiva la nueva Cor-
poli ti cal recognition of guerrilla groups and against mutual exchanges of captured combatants.
They support all-or-nothing humanitarian rules and rigid sovereignty standards. Furthermore,
orthodox publicists resist gradualist propos'als for humanizing the war, as muchas they oppose advances blunts the potential benefits of intemational proposals. In the place of incentives to
eroding the current state. To this end, they reject doctrinal innovation in dealing with the insur- peace, orthodox thinking fuels further war. Instead of intemational accountability, it stands
gents, and they erect formal obstacles against prisoner exchanges". Véase JORGE L. EsQUIROL, as a defense of the state. In this way, intemational rules· are u sed to stifle the politi cal demands
"Negotiating Colombia's Peace Process: Disagreements of Intemational Law", en Leiden of warring groups. This result is achieved by defining reformas beyond the power of the state.
Journal oflnternational Law, vol. 13, núm. 3, 2000, pág. 547. Y agrega: "Orthodox intema- Intemationallaw, in this context, fumishes the limits-narrow limits that make the state virtually
tionalism clearly works a disservice to the cause of peace. The landscape of doctrines it non-negotiable", op. cit., pág. 568.
358 SOBRE LOS LÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 359

te Constitucional, creada por la Constitución de 1991 62 • Paradójicamente y a sünultáneamente la expresión del triunfo del universalismo moral mediante el
pesar de que la nueva Constitución había sido por lo menos en parte la expre- discurso integrado de los derechos humanos y del derecho humanitario, y de
sión de un pacto de paz entre el recién desmovilizado M-19 y el gobierno Ga- la reducción ansiosa y prematura de lapa-ralos derechos humanos, al Estado
viria, cristalizado a la sombra de la figura del combatiente-rebelde, la nueva de derecho y a la retribución p-reventiva como ejes de la justicia de transición.
Corte, tras abrirse en forma decidida a los nuevos vientos del derecho interna- Entonces se volvió frecuente escuchar no solo entre los funcionarios y ex-
cional mediante la adopción de la figura del "bloque de constitucionalidad", pertos independientes, sino también entre los miembros de las ONG, que ni el
que les otorgó a ciertos tratados de derechos humanos, de derecho humanita- derecho de los derechos humanos ni el derecho humanitario tenían nada que
rio y derecho penal internacional rango constitucional, le dio un golpe terrible ver con la paz. Algunos no se daban cuenta ni siquiera de que la suya era una
al tipo penal de la rebelión. La muerte progresiva de la "conexidad" judicial posición que implicaba una política de paz fundada en el castigo de los responsa-
de los delitos medio con el delito fin (la rebelión) iniciado en el decenio del bles de los peores actos de crueldad, vinieran de donde vinieren. Muchos acti-
ochenta, desterró los privilegios del delito político de los escenarios judicia- vistas de derechos humanos dejaron de formar parte de las iniciativas de paz
les. En el marco de los procesos penales, el delito político se volvió una suerte o solo llegaron a ellas para exigir justicia. A juicio de Daniel García-Peña, ex
de delito de opinión cuya imputación solo servía para agravar la responsabili- consejero de paz de la administración Samper y director de Planeta-Paz, una
dad de aquellos autores de actos violentos que habían perpetrado otros delitos, ONG de paz de nuevo corte, independiente, de centro y abierta a las negociacio-
ahora imputados de manera independiente, o para enjuiciar a los activistas so- nes en mesa redonda63 , esa situación solo empezó a cambiar de nuevo durante
ciales de izquierda ideológican1ente afines, pero ajenos de hecho a la lucha ar- la administración Pastrana ( 1998-2002), cuando todavía en el contexto del bru-
mada. Por medio de ello y muy eri consonancia con los nuevos tiempos, la juris- tal escalamiento del conflicto armado que paradójicamente acompañó a las
prudencia de marras no solo consolidó el camino para el establecimiento de la negociaciones de paz del Caguán, importantes ONG de derechos humanos
hegemonía reciente del tipo del terrorismo, sino, sobre todo, arrinconó ética- opuestas al Plan Colombia se acogieron a esa iniciativa de paz que se llamó
mente y oscureció -por lo menos en apariencia-la capacidad pacificadora "Paz-Colombia" 64 •
del viejo delito político, cuya regulación ya solo sobrevivió como competen-
cia constitucional del Congreso para su uso ad hoc, en contextos de negocia- E) ¿Resucitará el delito político?
ción de paz. El destierro del delito político como categoría judicial-penal fue
Pero con la llegada de Álvaro Uribe al poder, todo se ha vuelto a barajar.
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La ratificación del Protocolo n de 1977 durante la administración S amper ( 1994) fue, Su autoritarismo democrático (democradura) de derecha y su franca hostili-
sin duda, otro paso importante en el difícil proceso de apropiación del DIH hecho por el Estado dad hacia las ONG de derechos humanos, a las que él y algunos de sus cola-
colombiano. Por medio de ese hecho político y legislativo se proveyó no solo al Comité In- boradores han calificado abiertamente y en forma indiferenciada de soportes
ternacional de la Cruz Roja (CICR), sino también a las oficinas de Naciones Unidas para los
Derechos Humanos y para los Refugiados-v.gr. desplazados internos-, un marco legal más
de la guerrilla, han aglutinado a la mayor parte de las organizaciones de paz
amplio y adecuado para actuar en el escenario de un conflicto armado cuya magnitud rebasa y de derechos humanos de izquierda en torno a un adversario común. Ade-
los términos restringidos del artículo 3°, común a los cuatro convenios de Ginebra de 1949, más, la decisión revolucionaria del gobierno de empezar a negociar la paz con
ratificados por Colombia desde 1961. La jurisprudencia de la nueva Corte Constitucional sobre los paramilitares y no con las guerrillas, haciéndole eco al cansancio y a la frus-
los protocolos r y n, con su doctrina sobre el ius cogens y sobre el "bloque de constituciona- tración que le dejaron a la sociedad colombiana las largas e infructuosas ne-
lidad", refrendó y aun reforzó el estatuto jurídico del DIH en el ordenamiento jurídico colom-
gociaCiones con unas guerrillas narcotizadas en extremo y secuestradoras, ha
biano. Y como si fuera poco, acaso anticipando la voluntad del gobierno de debilitar la Corte
Constitucional, esta, mediante sentencia C-004 de 20 enero 2003, decidió que cuando un or- puesto a la familia humanitaria colombiana de izquierda y de centro-izquierda
ganismo judicial internacional como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos o la en una aparente disyuntiva. Si se deciden hoy, para encarar a los paramilitares,
Corte Interamericana de Costa Rica, etc., estableciera la responsabilidad del Estado en un caso por el maximalismo retribucionista, razones de coherencia en términos de igual-
sobre el que ya se hubiera proferido sentencia o decisión definitiva en Colombia, la decisión . dad en el trato podrían llevarlos inevitablemente a la necesidaP. de postular rece-
de la instancia internacional daría lugar a que mediante un recurso extraordinario de revisión tas parecidas para el tratamiento futuro de las guerrillas. Si se deciden, en cam-
se reabriera internamente el proceso. En otras palabras: la Corte Constitucional, para bien y
,para mal, acaba de constituir a los órganos judiciales internacionales en "cuasi-instancias"
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dentro de la pirámide judicial colombiana. La decisión deberá ser implantada por el legisla- Sobre Planeta-Paz, véase Lurs IGNACIO SANDOVAL, op. cit., págs. 124 y 125.
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dor. ¿De qué manera? Las ventajas y desventajas de esta decisión en lo que atañe a la sobe- Agradezco a Daniel García-Peña esta observación hecha en diálogo personal. Sobre
ranía estatal y a la soberanía popular para negociar el conflicto colombiano están por verse. Paz-Colombia.
360 SOBRE LOS lÍMITES DE LA CONCIENCIA HUMANITARIA
TRES ENSAYOS ESPECULATIVOS SOBRE LA JUSTICIA TRANSICIONAL 361

bio, por un tratamiento benévolo para con sus archienemigos, los paramilitares, nos de los factores que determinan que nuestra relación con la nueva conciencia
para que se establezca un patrón de lenidad relativa que permita negociar en humanitaria globalizada, tan vertical y punitiva como es, resulte hoy muy difí-
forma elegante la guerra con las FARC y con el ELN, ello, además de implicar cil. Contra lo que dicen muchos defensores de derechos humanos, en Colom-
la negación de su nueva identidad humanitaria recién aprendida, muy segura- bia no tenemos una dictadura que practica el "terrorismo del Estado", y contra
mente terminaría por producir fuertes tensiones en las relaciones con sus pa- lo que dice el presidente Uribe, el país está siendo asolado por la guerra. Solo
res, financiadores y soportes internacionales. si enmarcamos nuestra comprensión de lo que sucede dentro de esos límites
cognitivos podremos diseñar hoy un modelo de paz y con ello, de justicia
transicional y de reconciliación, que nos permita salir del infierno. No impor-
*** ta que la fórmula utilizada no nos conduzca de manera directa e inmediata al
cielo de una democracia liberal y pluralista, y de un Estado de derecho per-
Al momento de corregir pruebas para enviarlas a la imprenta. fecto.
La propuesta de modificación del Proyecto de Ley de Justicia y Paz ela-
borada por el senador Rafael Pardo y sus aliados ha sido estruendosamente
derrotada. Si a ella estaban irremediablemente atados los estandares internacio-
nalmente aceptables de verdad, justicia y reparación, ya defraudarnos al mun-
do, por lo menos en el corto plazo. Ahora lo que se discute es la posibilidad y
la oportunidad política, jurídica y moral de utilizar el instrumento constitucio-
nal que permite otorgar un tratamiento privilegiado a los delincuentes políti-
cos en contextos de negociación de paz. El presidente Uribe ha intervenido a
su manera muy polémica en la discusión pública sobre la materia. De un lado
y de cara a las frágiles negociaciones de Santa Fe de Ralito con las AUC, ha
movilizado sus huestes en el Congreso para que se resucite el artículo 64 del
Proyecto de Ley de Justicia y Paz, fenecido temporalmente en comisión con-
junta de Senado y Cámara, de manera que los paramilitares puedan recibir el
calificativo de "sediciosos" y gozar corno reinsertados, de los beneficios sim-
bólicos e instrumentales de un tratamiento político-militar y no simplemente
policivo-punitivo. Del otro y con una simultaneidad que aturde por incoherente
y por peligrosa, el presidente ha dicho que está dispuesto a buscar la erradica-
ción de la figura del delito político de la Constitución.
Muchos comentaristas se han pronunciado sobre el doble episodio. La
verdad que casi todos, aun dentro de las filas uribistas, lo han hecho para mani-
festarse en contra de la propuesta presidencial de extirpar por ahora el delito
político de nuestra Carta Fundamental. En síntesis, el tema está candente y las
posibilidades de futuro están muy abiertas. Se le va a dar tratamiento político
corno sediciosos a los paramilitares de Ralito? O se los va a tratar más bien corno
delincuentes comunes? De qué manera se va a tratar a las guerrillas cuando
llegue el momento? Ni idea. La guerra se ve de maneras muy distintas desde
el infierno de quienes la padecen y la administran, y desde el cielo de quienes
corno observadores externos, la compadecen y la juzgan con estandares abstrac-
tos y universales. Esa diferencia en las perspectivas, asociada al arraigo pro-
fundo que tiene la institución del delito político en nuestra tradición, son algu-

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