Espacialidades

César Jannello, estas investigaciones

están destinadas a "hacer factibles y
denominables entidades inexactas e
inefables". Esto puede resultar
especialmente valioso para los
diseñadores, mucho más s¡ se at¡ende al
hecho de que varias de las curvas
estudiadas están, de alguna manera,
sugeridas o intuidas en diversos productos
del diseño contemporáneo. En este
sentido el trabajo cont¡ene el recurso
adecuado para rigorizar, controlar más
racionalmente y manejar con mayor
justeza algunas formas apropiadas a la
sensibilidad actual. En tercer lugar, la
investigación puede entenderse desde
una perspectiva metodológica, en tanto el
tipo de pensamiento que la origina y los
recursos de distinta índole utilizados para
su desarrollo pueden ser generalizados, es
decir, aplicados a otros casos, proveyendo
a su vez de nuevos conocimientos y de
repertorios f ormales progresivamente
ampliados y racionalizados. aGURA r.

r Análisis morfolégico

Análisis morfológico es aquel que estudia
las formas para reconocer los modos en
que se produce su apropiación perceptual
y conceptual. Se atiende, entonces, a los
tipos posibles de estructuración de las
formas o, en otros términos, a los modos
de comprensión o lectura de dichas
entidades.
En este caso nos ocuparemos
espec¡almente por establecer los
elementos y propiedades estructurantes
de las curvas conóidicas, los que
"ordenan" su lectura, los que las
"construyen" en el plano de su
aprehensión y organización sensible.
Podemos denominar entonces, a esos
elementos y propiedades como estructura
abstracta, básica o sustentante de la forma.
Dada la naturaleza de las formas en juego
haremos uso de un lenguaje de base
geométrica pero el sentido de lo dicho
estará siempre en el campo morfológico.
El conoide es una superficie reglada que
tiene como directrices a una circunferencia
y un segmento de recta de longitud igual al
diámetro de la circunferencia y tal que se
eleva de la misma según una dirección
perpendicular. En térm¡nos poco
académicos o estr¡ctos pero bastante
gráficos, el conoide es como un cono que
en lugar de tener un vértice tiene una
recta; las generatrices rectas no convergen
a un punto sino que se apoyan sobre el
segmento rectílíneo y se mantienen
paralelas a un plano, llamado director que
es perpendicular a dicho segmento. Para
situarnos ubicaremos a la circunferencia en
un plano horizontal, lo que hace también
horizontal al segmento d¡rectriz -figura 1-.
Las curvas obtenidas por intersección del
conoide con planos paralelos a su d¡rectriz
rectilínea -las análogas a las cónicas-
 Floberto Doberti
se d¡stinguen en cinco tipos distintos
-figuras 2 a 5-.
Si el plano es horizontal las secciones son
elipses -caso A- cuya estructuración
fundamental según dos ejes ortogonales es
bien conocida. S¡ se corta con otros planos
horizontales la sucesión de elipses -que
mant¡enen un eje con dimensión
constante- permite reconocer fácilmente al
segmento de recta como límite cuando uno
de los ejes tiende a ser nulo, a la
circunferencia como caso particular, y a la
inversión de predominio de los ejes si se
prolonga el conoide más allá de la
circunferencia.
Cuando el plano, como dijimos paralelo a la
directriz rectilínea, no es horizontal se dan
cuatro alternativas. Si la pendiente del plano
de corte es menor que la pendiente de la
generatriz central, que resulta ser la de
mínima pendiente, las secciones son
ovoides -caso B-. Estas curvas tienen un
solo eje de simetría y la estructura está
determinada además por un eje normal al
mismo -podríamos llamarla, entonces,
estructura del romboid+-. Como en el caso
de la elipse, las tangentes a la curva en los
puntos de contacto con un eje son paralelas
al otro eje, lo que fortalece el carácter
estructurante de estas entidades. Cabe
consignar que algunas ovoides presentan
puntos de inflexión mientras que las más
cercanas a las elipses no los presentan.
Si el plano rota, dentro de los valores que no
modifican este tipo de curvas, la relación o
proporción entre los ejes se modifica,
teniendo como límites 1 a 1 -cuando el plano
tiende a ser horizontal-y 1 a infinito-cuando
el plano tiende a una pendiente igual a la de
la generatriz central-.
Precisamente en esta posición, equivalencia
de las pendientes del plano y de la
generatriz central, la sección es una
"parábola conóidica" -caso C-. La curva
t¡ene un eje de simetría al que la misma es
doblemente asintótica. Esta recta es
fundamental en su estructura porque
además en el lugar de cruce de la curva con
esa recta se ubica el vértice de la parábola
conóidica, punto donde la tangente es
perpendicular a dicho eje.
Cortes con planos paralelos producen curvas
similares, aunque desde un punto de vista
perceptual, cuanto más próximo se ubica el

FIGURAS 4 Y 5.
plano a la directriz rectilínea tanto más rápido
es el acercamiento as¡ntótico.
La cuarta alternativa es que la pendiente del
plano de corte sea mayor que la de la
generatriz central, denominamos a esas
curvas "hipérbolas conóidicas asimétricas"
-caso D-. El plano corta ahora a la superficie
dos veces -por abajo y por arriba de la
directriz recta- y, consecuentemente, la
sección tiene dos ramas. Ambas ramas
comparten un eje de simetría, pero
comparten además dos rectas que serán
fundamentales en su estructura, son
paralelas al ele de simetría e igualmente
distanciadas respecto del mismo. Estas
rectas serán asíntotas para ambas ramas;
una rama se desarrolla totalmente en el
espaclo delimitado entre las asíntotas,
podemos decir que la curva se acerca
asintóticamente desde el "interior" de ese
espacio, la otra rama tiene puntos con
mayor alejamiento respecto del eje de
simetrÍa y, entonces, la curva se acerca
asintóticamente desde "af uera ".
Si se hace rotar al plano estableciendo
como límites de la rotación el paralelismo
con la generatriz central y la posición
vertical, verificamos que a medida que nos
aproximamos al primer límlte los ejes que
operan como asíntotas se acercan
progresivamente al eje de simetría, y
alcanzada esta posición coinc¡den con él -la
curva es entonces una parábola conóidica-.
Cuando nos acercamos al otro límite los
ejes a los que las curvas son as¡ntót¡cas se
alejan del eje de simetría.
Si el plano toma efectivamente la posic¡ón
vertical la sección es denominada "hipérbola
conóidica simétrica" -caso E-. Está
const¡tu¡da por dos ramas iguales que tienen
en común un eje de simetría que actúa
como tal para cada rama y existen dos
rectas paralelas al mismo e igualmente
distanciadas que serán asíntotas para ambos
sectores. La estructura básica contiene
también un eje de simetría entre ramas y,
paralelas a é1, las rectas tangentes a los
vértices de la curva.
Las figuras 4 y 5 muestran estas curvas con
sus correspondientes estructuras básicas o
sustentantes. Reiteramos que aunque
hemos descripto las curvas y sus estructuras
con términos provistos por la geometría, el
sentido se ubica en un plano distinto al de la
lección geométrica. Si observamos estos
dibujos podemos verificar que las estructuras
const¡tuyen un "trazado" que ha guiado su
construcción. Esta operación mater¡al del
dibujo refleja las operaciones mentales de
Espacialidades
percepción, reconocimiento y comprensión
de las formas. Sobre esta trama dasu
estructuración es donde las curvas cobran
sus significados primigenios, en la medida en
que se subordinan y ordenan según dichas
estructuras, y también en la medida en que
las trascienden. Las estructuras sustentantes
de la forma siempre ponen en juego
elementos en tensión, en oposición, y toda
lectura supone la existencia de esos pares
opositivos tratados como polos o términos
que cumplen la misión de oponer y vincular;
toda menc¡ón significativa de este tipo es, a
la vez, integradora y distintiva.
Los elementos de la estructura muestran el
luego de la complementariedad y la
oposición: la ortogonalidad es una relación
fundamental de oposición de direcciones, el
paralelismo señala constancias y
separaciones, los ejes de simetría
distinguen y oponen derecha e izquierda,
arriba y abajo. Todas estas relaciones están
incluidas y sintetizadas en las curvas
conóidicas y son, a la vez, reveladas,
analizadas, por su estructuración. Los
elementos de la estructura que son
discretos y diferenciados están
mencionados simultáneamente por el
conoide, contenidos en su continu¡dad,
incorporados a su significación primigenia,
significación anterior a toda relación
evocat¡va, a toda semejanza con objetos
conocidos.
Pero si así son constru¡dos los rasgos que
caracterizan a la forma como signo, la
matriz opositiva no es solo categoría de su
calificación, sino que está presente en el
acto const¡tutivo de su propia entidad, en
tanto oposiciones entre lo discreto y lo
continuo, lo analítico y lo sintético, lo recto
y lo curvo.
Hoberto Doberti

Las estructuras básicas marcarán las

C
equivalencias y distinciones no solo entre

B
estas curvas, sino también con otras ya
A
conocidas. Así la hipérbola cónica y la
hipérbola conóidica simétrica se distinguirán,
en su aprehensión inmediata, por el
cruzamiento o el paralelismo de sus
asíntotas, y la parábola cónica y la conóidica
se distinguirán por el alejamiento, infinito en
un caso o nulo en el otro, de sus tangentes
paralelas al ele de simetría, o dicho de otra
manera por su abrirse o su cerrarse.
Si consideramos ahora un plano oblicuo que
contenga a la recta horizontal perpendicular a
la directriz recta -figuras 6 y 7- hallamos otras
curvas notables. Entre ellas las que
denominamos "lemniscatas conóidicas
simétricas" -caso A- cuya estructura coincide
con la de la lemniscata conocida, que es un
tipo particular de los óvalos de Cassini. llene
dos ejes ortogonales de simetría y presenta
un punto de cruce que caracteriza a la curva
por su capacidad de delimitar dos áreas
contactadas precisamente por ese punto. La
rotación de este plano genera una sucesión
compuesta por lemniscatas conóidicas
simétricas con diferentes proporciones.
Si el plano se desplaza paralelamente,
cortando a la directriz recta en cualquier
punto que no sea su centro o su extremo,
las curvas resultantes son "lemniscatas
conóidicas asimétricas" -caso B-. La
estructura básica contiene un solo eje de
simetría y otro perpendicular que pasa por el
punto de cruce y que divide
asimétricamente al primero.
Por último, queremos destacar dentro de las
líneas generadas por este tipo de planos a la
"gota conóidica" que se obtiene cuando el
plano de corte cont¡ene a uno de los puntos
extremos de la directriz rect¡línea -caso C--
 Espacialidades

La estructura está constituida por un e.¡e de

simetría, las dos rectas tangentes en el
punto cuspidal y la normal al eje que es
tangente en el punto opuesto -se trataría de
una estructura de carácter triangular-.
Cuando el plano de corte es vertical, pero es
oblicuo con respecto a la directriz recta
-figuras 8 y 9- se obtienen las
configuraciones que llamamos "clepsidras
conóidicas". Cuando el plano de corte pasa
por el centro del conoide se denomina
"clepsidra conóidica simétrica". Está
constituida por dos líneas con un punto de
cruce simétricamente distanciado de dos
paralelas que resultan asintóticas de ambas
ramas. Esas rectas, más la paralela que pasa
por centro y la normal por el punto de cruce
que es también e.je de simetría, conforman
la estructura de la sección -caso A-.
Para concluir con esta selección de las
formas emergentes de la intersección con
planos de este t¡po, mencionaremos a la
"clepsidra conóidica asimétrica" obtenida
cuando el plano, paralelo al anterior, no
ocupa la posición central -caso B-. Su
estructura es similar a la anter¡or pero ahora
las tres rectas no están igualmente
distanciadas y, lógicamente, la intermedia
no es eje de simetría.
Por encima de la relativa comple.jidad
geométrica con que se ha operado,
atendiendo ahora la totalidad de las
estructuras sustentantes -figuras 4,5,7 y 9-
queremos destacar la claridad de su
organizacíón, su simplicidad y fortaleza
perceptual, conjuntamente con la variedad,
elegancia y sutileza de las curvas que sobre
ellas se ordenan.
Como di.jimos al comienzo, es esta
calificación estética y esa notable condición
FIGURA IO de incluirse y esconderse en la continuidad

Boberto Doberti
del conoide lo que genera nuestra
admiración por estas curvas.
Pero hay algo más, algo que descubrimos
casi casualmente varios años después de
haber realizado la indagación principal sobre
el conoide y sus lÍneas. En rigol nos
quedaba algo así como una deuda. El caso
es que las cónicas además de poderse
definir como secciones planas del cono y
como funciones analíticas, tienen la
posibilidad de establecerse estrictamente
en el plano, según determinaciones que las
vinculan con centros, o focos o directrices
y, en definitiva, se pueden definir de una
manera homogénea o uniforme.
Las conóidicas las conocíamos bien,
sabíamos de su generación a partir del
conoide, las habíamos dibujado con
técnicas manuales e informáticas, y
teníamos las ecugciones de todas ellas,
pero no encontrábamos una determinación
plana y homogénea. Supusimos que tal
vez no la hubiera pero cada tanto la deuda
cumplía su tarea de incitación a cancelarla.
Finalmente encontramos esa
determinación plana con un
descubrimiento que suena a maravilla.
Todas las conóidicas básicas -las análogas
a las cónicas- son las recíprocas de la
circunferencia -figura 1 0-.
Si se dibula una circunferencia y se miden
las alturas de todos sus puntos desde una
horizontal que pase por su centro los
valores recíprocos -en el sentido preciso
de que a un valor n le corresponde el valor
1/n- dibujan la hipérbola conóidica
simétrica. Si se miden a partir de una recta
tangente por el punto inferior de la
circunferencia los puntos recíprocos
dibujan la parábola conóidica. Si se
eligieran lugares intermedios para la
ubicación de la recta, es decir que fuera
secante no diametral de la circunferencia
se obtiene la serie de las hipérbolas
conóidicas asimétricas, y por último. si las
rectas desde donde se miden las alturas
son externas a la circunferencia aparece la
serie de las ovoides conóidicas.
Oue estas curvas tuvieran un nexo tan
directo con la más simple y conocida de
todas las curyas resulta ciertamente
asombroso y les confiere un nuevo valor de
referencia en el campo de la
organización misma de la bidimensionalidad.
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Forma e interdisciplina
r La determinación de Ias disciplinas
La Lógica se acerca y nos susurra, con su
obvia rigurosidad deduct¡va, que ella se
ocupa de la Forma de los enunciados
asert¡vos. Otra Lógica, más joven y
sugestiva, nos dirá que ella t¡ene menos
lÍmites, que se ocupa también de los
enunciados que hablan de la preferencia o
de los intereses, en fin, que además trata
de la Forma de los enunciados modales.
Otra Lógica, de rasgos muy estfictos, con
entonación casi mecánica declarará que ella
es una Forma del cálculo, y entonces uno
avizora que se trata de una fila y que cada
confesión diferirá de las anteriores pero, sin
embargo, sostendrá su equivalencia con las
demás manteniendo la idea de Forma.
Puede uno encontrarse con la Matemática,
quien seductivamente le dirá que ya no es
correcto entenderla como ciencia de la
cantidad sino que es más adecuado
pensarla como ciencia de la Forma.
Argumentará que desde los antiguos y
sabios griegos eso se veía venir, que desde
la Ar¡tmética y la Geometría Elemental se
puede reconocer que la cuestión, es una
cuestión de Forma. Terminará echándole la
culpa a los interesados mercaderes,
quienes con sus calculados cálculos
marcaron la cantidad como tema prioritario.
Uno no puede seguir discutiendo porque
aparecen otras Geometrías: una de ellas se
presenta por la negativa diciendo
simplemente que ella es no-euclidiana, y
que trata sobre la Forma de los espacios
con curvatura, ya sea pos¡tiva o negativa.
Rápidamente ¡nterviene la segunda,

proclamándose algo así como la campeona
de la Forma, en tanto que es Topología,
reina de las Trans-formaciones y desdeñosa
de toda connotación métr¡ca. También aquí
la fila es extensa y convendrá alejarse
preventivamente.
Mientras uno camina tomando alguna
distancia piensa que el asunto era previsible
porque, de acuerdo con patrones
epistemológicos ya clásicos, la Lógica y la
Matemática suelen ser llamadas ciencias
formales, en oposición a las ciencias
factuales. Estas últimas ciencias tratarían,
de una vez por todas, con los hechos
simples y concretos, superando la marca
insistente de la Forma.
Pero el paseo no prolonga esa ilusión por
mucho tiempo. Enseguida nos topamos con
la casi desesperada Sociología, que después
de contárnos los desvelos a la que la
someten los tiempos presentes, nos dice
que ella, en el fondo, se dedica a reconocer
las Formas que toman las sociedades
humanas. Su prima hermana, la
Antropología, también interviene para
decirme que al principio estuvo dedicada al
conocimiento de la Forma de las
sociedades primitivas, pero que ahora tiene
nuevas y lozanas ramas -por eiemplo la
Antropología Urbana- orientadas a la Forma
de las prácticas humanas en diferentes
ámbitos y contextos.
Aprovechando que las primas se enroscan
en una acalorada discusión sobre
competencias y límites, reiniciamos la
marcha cuando nos encontramos con un
grupo bastante histerizado: es el grupo de
las Psicologías. Para colmo de males, una
de las integrantes del grupo, la Teoría de la
Gestalt, aceptÓ su traducciÓn como
Psicología de la Forma. El propio
Psicoanálisis, en sus diversas y divergentes
vertientes -con el derrotero señalado por
Freud, Jung o Lacan- no deja de apuntar
siempre a la Forma sea síntoma,
desplazamiento, polisemia o arquetipo.
Es evidente que no resulta fác¡l
desprenderse de la Forma, pero uno de
pronto se da cuenta que solo ha contactado
con las ciencias humanas, y que tal vez sea
la presencia de los hombres la que siempre
antepone la Forma a los nudos hechos.
Entonces otro espejismo: correrse hasta las
ciencias naturales para vérselas, cata a carc,
con la realidad objetiva y directa de los
hechos, para que las disciplinas nos
muestren y nos expliquen las cosas,
indubitables cosas, inmediatas cosas,
tangibles cosas.
Una anciana dama, muy prolija pero
claramente venida a menos se presenta
como miembro excelente de la familia de la
Historia Natural, y enseguida nos dice que se
ocupa de la organización taxonómica de las
Formas de la vida. No atinamos a responder
cuando es suplantada por la glamorosa y ya
madura Teoría de la Evolución. Ella sabe que
en su mejor momento fue intel¡gentemente
escandalosa, y pretendiendo conseryar ese
encanto nos dice:
-No hagan caso de esos esquemas rígidos, la
vida evoluciona, todo se trans-forma.
Enfatiza entonces: -Yo puedo dar cuenta de
/as Formas que adopta la vida -y sonríe en
tren de complicidad- en realidad de las
Formas en las que se adapta la vida, y más
aún puedo contarles la sintesis exacta.
EI acercamiento ya resulta provocativo
cuando enuncia su síntesis: -laForma sigue
a la función.
Para evitar una larga cuenta de
explicaciones, nos vamos casi hasta el final
Espacialidades
de la fila, donde una lozana, exitosa y algo
convulsionada Genética exclama casi a los
gritos, que no hagamos caso de lo que
acabamos de escuchar, que sólo se trata de
burdas aproximaciones, que esos planteos
sólo atienden a las configuraciones externas,
que la clave está en lo micro, en lo invisible
al ojo desnudo. Agrega de inmediato, que
debe leerse en esa maravillosa Forma de la
doble hélice en la que se encr¡ptan las
Formas de la vida.
Es necesario tomarse un respiro y volver a
reflexionar. La Forma parece seguir
colándose por todos los camPos que
indagamos... aunque tal vez no fuimos por
donde debiéramos haber comenzado: las
ciencias de la materia inerte, las que
enfrentan a la más pura y concreta
materialidad, antes o aparte de la cultura y
hasta de la vida.
Decididos a probar un procedimiento
tradicional adoptamos el camino de lo
general a lo particular. Aún más obvio, o
ingenuamente confiados en el
funcionamiento de las metáforas directas e
inmediatas, nos dirigimos a una señora
monumental, amplia de caderas y de todo
aquello que se quisiera mirar. No nos
equivocamos del todo, puesto que nos dijo
que ella era la Cosmología y que abarcaba la
totalidad del universo en tiempo y espacio.
También dijo que aunque había sufrido
muchísimas mutaciones, hoy estaba
convencida de haber nacido minúscula pero
que en una explosión, en la primera y gran
explosión, se expandió incontrolablemente,
y muy afligida comentó que sigue
engordando. Ya tranquilizada, no pudo
contener su entusiasmo mlentras describía
que habÍa parido incontables y fantásticas
Formas'. espirales galácticas, elípticas

arqu¡tectón¡co se ha convertido casi en
sinónimo de arquitectura, se lo señala
como la temática o la materia de nuestra
tarea. El Proyecto parece estar orientado
en esa dirección. Sin embargo, el Tiempo
es, al menos, tan const¡tutivo como el
Espacio cuando atendemos a la esencia
del Proyecto.
Previamente, en este sentido es necesario
establecer la posición del Proyecto. No hace
mucho escribí un documento en el que
formulaba los siguientes conceptos.
El Proyecto tiene el mismo rango, el mismo
valor identificatorio y primordial que tienen
la Ciencia, el Arte y la Tecnología. Esto
quiere decir, también de manera muy clara
y precisa, que no puede subsumirse en
ninguna de las otras posiciones, ni es una
mezcla o combinación de ellas. Las distintas
posiciones no establecen sectores
inconexos sino, por el contrario, fronteras
porosas, donde influencias, capacitaciones,
procedimientos y aportes circulan entre
ellas. Pero, sin embargo, cada una de las
posiciones implica un modo específico y
primordial de mirar y operar la realidad.
Caracterizamos ahí, de la manera más general
y sintética al Proyecto como prefiguración o
planificación del entorno humano.
Pese a la necesaria simplificación que
supone esta caracterización tan breve, se
puede deducir de ella por qué se restringe o
se niega la condición primordial del
Proyecto, se puede reconocer cuál es la
causa por la que resulta incómodo aceptar
al Proyecto como un modo específico de
incidencia en el mundo.
El desarrollo de la razón occidental, con su
intención de hegemonía absoluta, con su
fachada de libre desenvolvimiento de las
fuerzas económicas y sociales, no puede
admitir un lugar autónomo de prefiguración,
concretamente de proyectación del mundo.
Es el propio imperio de la razón absoluta,
que el lmperio detenta y ejercita, la que por
su própio peso se arroga el derecho de
generar y organizar el futuro; ciertamente
un futuro que, en esa lógica, no puede
tener otro horizonte que el fortalecimiento
de su predominio.
Proyectos restringidos y acotados para
acomodar sus comodidades y sus
desarrollos comerciales serán permitidos y
hasta ensalzados,.pero una visión
proyectual capaz de poner en tela de .juicio
el modelo vigente no resulta aceptable,
menos aún una visión proyectual que en
tanto visión específica pueda mirar y
proponer desde un pensamiento y una
práctica social diferente. Para serv¡r al
modelo de la razón hegemónica la práctica
proyectual no es aniquilada, sino limitada y
en lo posible domesticada. Ciertamente, lo
grave no es el perjuicio que sufren los
Proyectistas, sino las restr¡cciones que
surgen de sociedades s¡n Proyecto.
Como la misma etimología de proyectolo
anuncia el desarrollo en el tiempo, la
consideraciÓn del presente como momento
para intervenir en el después, para proponer
un futuro, son inherentes al Proyecto, a esa
comprometida elaboración de la Forma, a
esa elaboración de la Forma que está
dispuesta a su encuentro con la materia,
con la historia, con los usos, con los
sueños, con los ritos, en definitiva con las
personas y los pueblos.
::r;1. r ;
Espacialidades
Sistema de figuras
. Sistemática clasificatoria
En este contexto vamos a entender por
sistema a la organización clasificatoria de
las cosas. No puede creerse que esto
suponga una simple voluntad de poner
orden o un mayor grado de prolijidad en el
mundo. Se trata de una cuestión de
primera magnitud, tanto que se debe
hablar de una metafísica clasificatoria, o
más precisamente, que toda clasificación
tiene correlatos inevitables con la
determinación de lo que hay. Vamos a
enunciarlo de este modo: la clasificación
es necesaria e inevitable porque en caso
contrario las alternativas son el amasijo o
la dispersión -no solo no deseables sino
inviables o imposibles-.
La siguiente pregunta es si la clasificación
es una recopilación rigurosa de datos o si es
una construcción. Entendamos desde ya
que clasificar es definir el repertorio
organizado de los existente -sea en la
totalidad de lo real o, más probablemente,
en un campo determinado-.
Puede postularse que toda vida requiere
hacer aparecer un mundo, es decir un
conjunto organizado de ciertas cosas que
previamente ha recortado del continuo de
la experiencia.
La vida animal repertoriza, clasifica de
maneras muy simples -en los animales
inferiores- o más complejas -en los
animales superiores- pero para la vida
animal el mundo, es decir el modo como se
clasifican las cosas, es una imposición o
dotación genética. Para esas vidas la
primera y sustancial base organizativa del
 Roberto Dobert¡
WW* mundo, es decir su estructura clasificatoria,
es inmutable, es un dato.
Puede suponerse que para la especie
W7 humana hace millones de años la
clasificación era una dotación físico-cultural
wné@ posiblemente constante durante muchas
WA generaciones. Sin embargo, la vida
humana contiene en el horizonte de lo
posible la modificación del repertorio, se
const¡tuye como vacilación de la
-\-/\ determinación última de lo real.
(en los tres casos son dos figums) El paso fundamental consistió en entender
que las cosas no se clasifican de suyo, que
no son ellas las que buscan o definen un
lugar en el repertorio, sino que las cosas son
clasificadas; que es una mirada, una
intencionalidad la que bosqueja el orden de
los lugares, la que los reacomoda y
redistribuye según la posición del observador.
f¡guras con cal¿duras Es necesario, sin embargo, distinguir entre
clasif icaciones cruzadas, coyunturales o
pre-científ icas y clasif icaciones
estructurales o científ icas.
-1 El lenguaje cot¡diano, el andar cotidiano,
.,1t opera múltiples clasificaciones para un
figuras con inflex¡ón mismo universo o conjunto de cosas. Así
los árboles serán frutales o de sombra, de
hoja caduca o perenne, altos o
,9 ffi.
achaparrados, de crecimiento rápido o lento,
de flores decorativas o inadvertidas, con un
sinnúmero de alternativas más.
También un objeto artificial pertenecerá a
diversos universos. Así un determinado libro
es una novela, una mercancía, un volumen de
hojas de papel, un objeto del diseño gráfico,
un producto de la industr¡a gráfica, una marca
f--'-\- indeleble del ingenio de su autor, un estorbo
k#
1
, ------.--s en la biblioteca, y ciertamente incluirá
muchas otras posibilidades.
Todas estas clasificaciones ad-hoc,
múltiple tangencia realizadas según parezcan adecuadas para
el momento, son útiles y en realidad
resultan convenientes para las exigencias
de lo cotidiano
La actitud científica se funda en la
neces¡dad de superar la ambigüedad de
estas ubicaciones, en la necesidad de
establecer de manera rigurosa el punto de
vista. La clasificacíón tenderá a ser precisa y
estructural.
Cabe aquí hacer una separación entre
clasificaciones científicas y clas¡ficac¡ones
cientificistas.
Si se supone que un determinado orden
clasificatorio, ya preciso y estructural, es de
valor absoluto, es decir si se supone -y en
lo posible se impone- ese orden como
objetivo, devenido del propio ser de las
cosas, si se supone que el sistema
clasificatorio no repertoriza el mundo sino
que define su orden verdadero, entonces
estamos en el cientificismo. Estamos en la
idealización de la ciencia, en imponer rigidez
a lo real, ya no se intenta un sistema
preciso y riguroso sino que se pretende un
sistema absoluto.
Una clasificación científica será estructural y
no ad-hoc, será estructural y no arbitraria,
pero se sabe producto de una mirada,
resultado de una intención. Se exige ser
palabra fundamentada pero nunca palabra
última, se plantea como apertura orientadora
de la experiencia del mundo, no como límite
y cierre de la experiencia.
. Orientaciones del trabajo
Nuestra relación con el mundo, con la
realidad exterior, se realiza por medio de
sensaciones o percepciones que pueden
clasificarse, en función del canal o vía de
llegada, en visuales, auditivas, etcétera.

En el ser humano parece comprobada la
preeminencia del canal visual, no solo por
lo que diaria e intuitivamente podemos
verificar sino tamb¡én por nuestra
estructura cerebral.
Este trabajo está referido a las
percepciones visuales aunque es muy
probable que pueda extenderse también a
ü*@
las percepciones táctiles o hápticas.
Las percepciones canalizadas por medios
visuales son a su vez dividídas según las
denominadas variables visuales o
línea plana cualidades sensibles de la visión. Se
determinaron así clásicamente tres
variables o cualidades sensibles: figura,
fi
t# color y textura. Desde hace algunos años se
k#
\H*
ha incorporado la cualidad sensible cesía
-nominación asignada por haber sido César
Jannello quien realizó estudios pioneros en
línea espacial esa dirección-, cualidad que, simplificando
un poco, se relaciona con las condiciones
de transparencia y brillo.
W&
Cabe también aclarar que es frecuente que
la cualidad que aquí denominamos figura
se mencione como forma, asignación que
en otros contextos también nosotros
hemos asumido. Sin embargo, en este
dos caladuras caso preferimos la palabra figura porque
también es frecuente que la palabra forma
se use para reunir la total¡dad de las
T#@
cualidades sensibles.
Bespecto de la figuras planteamos aquí un.
Sistema de Figuras entendiendo por tal,
como ya anticipamos, una sistemática
clasificatoria.
@Mffi
Llama la atención que existan -y diríamos
que ya están instaurados- sistemas de
colores, de texturas y cesías -aunque estos
últimos con menos institucionalidad- pero
que haya muy pocos antecedentes relatlvos
dos limitantes cuatro limitantes se¡s l¡mitantes a sistemas de figuras, siendo claramente la
Espacialidades
figura la condición primordial y dominante
de nuestra percepción visual.
Sin embargo, no es extraño que pese a la
existencia de un gran número de trabalos
sobre grupos parciales de figuras (poliedros,
polígonos, grupos de curvas, etc.) no se
hayan desarrollado sistemas generales de
clasificación de las figuras. No es extraño
porque el dominio, campo o universo es
extraordinar¡amente complejo, quizás de los
más complejos que podamos imaginar.
En primer lugar, los elementos no se ubican
en el campo de la naturaleza, con su relativa
estabilidad, sino en el campo de la inventiva
humana, con su sustancial movilidad. En
segundo lugar, es un universo con infinitas
clases a las que les pertenecen infinitos
elementos, En tercer lugar, no se trata de
infinitos predecibles, tales como el con.junto
de los números naturales, conjunto que
posee una ley simple y constante de
construcción de sus elementos. En cuarto
lugar hay parámetros discretos -tales como
el número de lados de un polígono- y
parámetros continuos -tales como la
proporción de los lados de un rectángulo-.
El factor determinante de esta situación de
carencia en el universo de las figuras es la
diferencia de complejidad que ellas
establecen si se lo compara con los campos
propios de las otras cualidades sensibles.
Por otra parte, el estudío del sentido de
algunas investigaciones que se
desarrollaron alrededor del tema -no con
intención sistematizadora, pero sí con la de
vincular las figuras a los actos de diseño-
podría ayudar a ubicar el significado de
este trabajo.
En este orden de cosas puede reconocerse
un período fecundo durante el Renacimiento
-que a su vez se apoyaba en los logros
 Roberto Doberti
euclid¡anos y pitagóricos-. Luca Pacioli,
Leonardo y Durero son eiemplos de rígor
conceptual y aporte efectivos. A tal punto
llega su influencia que textos cercanos,
como los de Matila C. Ghyka, comulgan con
la actitud propuesta varios siglos atrás.
lmporta hacer notar que las bases teóricas
entonces establecidas sirvieron de
fundamento y fueron coherentes con las
realizaciones concretas de los artistas
plásticos y los arquitectos de la época.
La intención de este trabajo es recobrar
esa relac¡ón entre los contenidos teóricos
y las realizaciones, ahora atendiendo a los
requerimientos y la sensibilidad de
nuestra época.
El Sistema de Figuras que proponemos es
un sistema abierto, dispuesto para la
invención de figuras en la retícula que su
lógica propone. Aquí clasificación y
generación se tocan y alimentan
mutuamente. El sistema puede leerse
como incitación y desafío, no como
repertorio ya concluso y acabado.
Pero el sistema también posee vacíos,
vacíos sistemáticos, en el sentido de no
poder ser cubieños por figura atguna por
incompatibilidad estructural de las
condiciones que impone.
Haber encontrado la existencia de vacíos
sistemáticos es un logro capital del Sistema
de Figuras, demuestra la presencia de una
lógica específica de la espacialidad, de la
configuración, una estructural restricción al
juego banal de cubrir todas las
combinaciones que el ejercicio mecánico
puede sugerir.
La Biblioteca de Babel de Borges es una
extraordinar¡a sátira y refutac¡ón a la ciega
mecánica combinatoria, temática que con
honduras metafísicas muy profundas ya
había abordado con suma precisión el genio
matemático y filosófico de Gottfried Leibniz.
. Determinación del universo
Es siempre una cuestión decisiva para un
sistema clasificatorio definir con precisión las
condiciones que deben tener los elementos
que pertenecen al universo a clasificar. La
cuest¡ón nunca es fácil, y es siempre
resultado de una estipulación. Esto es
importante, un sistema clas¡ficatorio no es
verdadero o falso, es consistente o
contrad¡ctorio, es fecundo o inútil.
El universo sobre el que tratamos está
compuesto por figuras, es decir el nivel
abstracto o general de las formas por lo que
no ingresan ni tienen consecuencias los
modos de concreción de las figuras, las
otras var¡ables sensibles tales como color,
textura, ni tampoco los posibles usos, o las
evocaciones que las figuras susciten.
Un punto fundamental es la determinación
de qué se entenderá como una figura y qué
se entenderá -en el interior del sistema-
como un agregado o agrupamiento de
figuras. El problema es bastante similar al
de la química, que tuvo que resignar la
tradicional sustanc¡alidad del agua para
entenderla como un compuesto de
hidrógeno y oxígeno. Sin embargo, aquí no
hay naturaleza a la que pedirle consejo, es
necesario est¡pular desde la mirada y la
intencionalidad, garantizando la consistencia
lógica del sistema.
Un rasgo fundamental y diferenciador de
este sistema, rasgo o condición que
entendemos necesario para poder clasificar
las figuras, es el que podríamos denominar
anulación de los privilegios dinásticos. Es
fácil inferir que esto cont¡ene algo más que
l
I
l
una premisa metodológica, que aquí hay un
cambio de actitud frente al universo a
considerar. Se trata de un cambio
copernicano, en el doble sentido de
constituir un cambio radical y de eliminar un
privilegio o posición muy enraizada. Con
Copérnico ya nuestro planeta no es el
centro del mundo alrededor del cual gira
todo lo demás, y rápidamente con Kepler
tampoco la forma circular será la única que
regirá los cielos en razón de una supuesta
perfección absoluta.
La mayoría de los esquemas parciales
previos, siguiendo la huella marcada por la
sistematización del color, partieron de
premisas opuestas a la que acabamos de
describir. Supusieron la existencia de c¡ertas
formas o figuras primeras -o primarias según
la notación de color- tratando
infructuosamente de hallar todas las otras
como combinatorias o mezclas de las figuras
primeras o excelentes. Cuadrados,
triángulos, círculos, cubos, cilindros y esferas
fueron motores de esas ilusiones de figuras
básicas o esenciales a las que las demás se
subordinaban para aparecer como sus
combinatorias o modificaciones. Digamos
que el éxito de las clasificaciones del color
determinó el fracaso de la clasificación de las
figuras con los mismos principios, del mismo
modo en que la belleza y la capacidad
racionalizadora que proveía la filosofía
aristotél¡ca obstaculizaron los avances que
requerían remover sus bases.
Como decíamos el sistema que proponemos
anula todos los privilegios dinásticos, no hay
figuras primeras, o segundas, o terceras. En
algún sentido se asocia a una revolución
copernicana: no hay ningún lugar central, el
universo no es concluso sino abierto, nuevas
entidades están siempre en gestación. En
 Espacialidades 'l 19

otro sentido se asocia a la revolucióndel uno cua¡quiera de sus elementos respecto Para el tercer nivel se desarrolla además un
Movimiento Moderno en Arquitectura: no hay de la totalidad del universo. procedimiento para transformar dj.chos
cinco Órdenes legítimos, ni el proyectose conjuntos en continuos.
desarrolla sobre la base de su composición o . Definiciones básicas del sistema
ensamblaje. Es más, ni siquiera hay órdenes . Obietivos
-sean clásicos o innovadores- se abre un Niveles
abierto horizonte para la creación. El sistema propuesto se estratifica en tres Los objetivos de un sistema de figuras, y
Cabe preguntarse cuál es la razón última niveles o estadios de determinación: en particular del sistema propuesto en
para producir o conocer este complejo este trabajo, son variados y cubren un
aparato clasificatorio, cuál es la ventaja 1. nivel de los frpos de figuras amplio espectro.
respecto de un ingenuo deambular por el 2. nivel de las familias de figuras Entre los objetivos ubicados en un campo
mundo de las figuras apreciándolas a 3. nivel de las figuras individuales que podemos llamar teórico destacamos
medida que se presentan. los siguientes:
Hay varias respuestas. Muy radicalmente se Las clases que operan en el nivel uno se
puede decir, que no hay garantías de que obtienen como productos lógicos 1. Constituir un lenguaje para describir el
las figuras se presenten, lo más probable es -intersecciones- de clases resultantes de dominio sistematizado. Dadas sus
que en la ingenuidad pasen desapercibidas dos procesos clasificatorios, ambos definiciones estipulativas tiende a eliminar
o solo sean reconocidas en sus rasgos relacionados con la noción de dimensión las ambigüedades del lenguaje coloquial.
mínimos, digamos miradas al bulto. Ello Las clases que operan en el nivel dos se 2. Establecer los conjuntos de
implica que aquello de apreciarlas a medida obtienen como productos lógicos propiedades no sat¡sfechas por ninguna
que se presentan, más se acerca a -intersecciones- de clases resultantes de entidad del dominio. Esto se verifica en el
despreciarlas porque no se las puede hacer cinco a siete procesos clasificatorios según sistema cuando una clase producto es una
claramente presentes. el tipo de figura. clase vacía.
Otra respuesta. Sin clasificación se está En el nivel tres las clases unimembres se 3. Poder comparar dos figuras
siempre sometido al riesgo de la dispersión, determinan por procedimientos especiales cualesquiera estableciendo sus similitudes
cada figura solo es igual o distinta a otra. de seriación. y sus oposiciones, que se definen
Un sistema clasificatorio posibilita establecer La estratificación en niveles es una cuantitativamente.
relaciones más ricas y sutiles: def¡nir peculiaridad de este s¡stema que refle.ja la 4. Si se incluye el sistema dentro de una
equivalencias y diferencias. Esta es una complejidad del dominio o universo en hipótesis semiológica, el sistema opera a

que
razón primordial para trabajar con clases
son productos lógicos de diversos procesos
pueden
clasificatorios; dos figuras
pertenecer a algunas clases en común y clasificatorios en un único nivel.
distinguirse u oponerse según las clases
provenientes de otros procesos clasificatorios.
Última y contundente respuesta. Un
sistema clasificatorio es un instrumento de
comprensión del universo que clasifica,
habilita el recorrido y el pasaje de un
elemento a otro, el reconocimiento de las
relaciones de parentesco y divergencia de
cuestión, e implica otra imposibilidad de
asimilación con los sistemas de color que
en general suponen solo tres procesos
Cuantificación
El propuesto es un sistema cuant¡tativo
donde los valores o rasgos determinantes
de las clases resultantes de cada proceso
clasificatorio const¡tuyen conjuntos discretos
a lo sumo enumerables -coordinables con el
conjunto de los números naturales-.
nivel de los significantes, constituyendo
clases que en relación con significados
codificarían el universo formal. Por la
naturaleza del sistema estos códigos
poseerÍan la primera articulación -condición
si bien no obligatoria, al menos altamente
conveniente en códigos de cierta extensión-.
Por otro lado el análisis histórico contaría con
un cuerpo normalizado que le permitiría
estudiar los sub-códigos correspondientes a
los dist¡ntos períodos de diseño.
 Floberto Doberti
\s¡mismo, hay dos posibilidades generadas
'or la realización de este sistema
uantitativo que nos parecen relevantes:
. Constituif a partir del sistema cuantitativo
istemas cualitativos. Estos sistemas darían
uenta de nuestra comprensión habitual, no
,rofesional, de las figuras. Los sistemas
ualitativos a diferencia de los cuantitativos
,resentan zonas de transición o
mbigüedad. En este sentido anticipamos la
iguiente hipótesis. Dado un proceso
lasificatorio y las clases del sistema
uant¡tativo según la sucesión de los
úmeros naturales, las clases del sistema
ualitativo siguen una progresión
eométrica y también siguen una
,rogresión geométr¡ca las zonas de
'ansición o ambigüedad.
. Constituir una base de clarificación para
no de los aspectos o problemas más
omplejos, por sus implicaciones
sicológicas y culturales, que se presentan
n relación con las figuras. Nos referimos a
r que podríamos denominar peso
ntológico de las figuras y que puede
lantearse así: s¡ b¡en en el transcurso del
empo el hombre fue descubriendo o
lventando nuevas figuras, también es
ierto que desde mucho tiempo atrás le fue
able imaginar muchas más figuras que
quellas que efectivamente utilizó. Y no
olo se trata de las figuras utilizadas -lo que
odría resultar de un sistema selectivo muy
¡strictivo- sino de las figuras a las que les
oncedió la propiedad de existencia.
I problema excede el marco del diseño y
enen gran influencia en todo el ámbito
ultural. Se han realizado análisis muy
rinuciosos que muestran la vigencia
durante largos períodos de la negación de
existenc¡a para toda figura que no
perteneciera a un grupo muy reducido
-círculo, algunos polígonos regulares y
poliedros regulares o semirregulares- en las
concepciones cosmológicas desde la Grecia
clásica hasta la ruptura del orden
aristotélico, conservando cierta inercia hasta
bien entrado el siglo XVlll.
En el campo del diseño no nos cabe duda
que muchas soluciones adecuadas fueron y
son desconocidas, no propuestas o, más
exactamente, subconscientemente
desechadas, por la falta de peso ontológico
de las figuras que dichas soluciones ex¡gen.
Entendemos que el sistema que proponemos
al desestimar toda preeminencia dinástica,
es decir al plantearse sobre la base de una
equivalencia ontológica de las figuras, aclara
el carácter selectivo, racional y consciente
que a toda restricción en el campo de las
figuras utilizadas debemos pedirle.
Por último, cabría preguntarse si el s¡stema
mismo no tiene presupuestos ontológicos.
La pregunta es de naturaleza tal que no
puede demostrarse que no los tenga y lo
que sí cabe es investigar y encontrar tales
presupuestos. La investigación,
fundamentalmente si se descubren los
presupuestos que el sistema conlleva, será
un aporte más a la clarificación del
problema, tanto más cuanto que el tipo de
presupuestos que pudiera contener será de
naturaleza mucho más general y abstracta
que los anteriormente exhibidos.
. Descripción del sistema
Definiciones
Espacio: conjunto continuo e ilimitado de
puntos.
Figura en sentido lato: conjunto continuo
pero limitado de puntos.
Dimensiones de un espacio: número
mínimo de coordenadas que permiten
definir todos los puntos en relación a uno
cualquiera de eltos.
Espacio cont¡nente de una figura: es
aquél con menor número de dimensiones
capaz de incluirla.
Dimensiones de una figura: número
mínimo de coordenadas con que pueden
mensurarse las figuras -número de
dimensiones de cualquier posible unidad de
medida de las figuras-.
Figura en sentido estricto: -esta def¡nición
es la operante en el sistema- coniunto
limitado y continuo de puntos tal que:
1. No puede dividirse en sectores que
difieran en el número de sus dimensiones.
2. No pueda dividirse en sectores por medio
de secciones que posean dos o más
dimensiones menos que la figura.
3. Dado dos puntos cualesquiera del
conjunto, que estos puedan unirse por
medio de un línea cont¡nua -es decir sin
punto anguloso- cuyos puntos pertenezcan
al coniunto.
Caladura: propiedad de una figura que
permite enlazarla. Esto implica que se
pueda construir una línea cerrada
totalmente exterior a la figura tal que línea
y figura no puedan ubicarse en
semiespacios opuestos sin
atravesamientos, y tal que exista algún
semiespacio que contenga puntos de la
línea y no contenga puntos de la figura.
Entidades de inflexión: puntos -en líneas y
líneas en superficies- tales que definida su
línea o plano tangente, puntos de la figura
 Espac ia lid ade s '121

infin¡tamente próximos al considerado Estas entidades son habitualmente b.1. figuras que tienen igual número de
queden ubicados en semiplanos o llamadas vértices. dimensiones que el espacio cont¡oente.
semiespacios opuestos. Entidad de múltiple tangencia no b.2. figuras que tienen una dimensión
Entidades limltantes: aquellos puntos o intersección de aristas: es aquella tal que menos que el espacio continente.
conjuntos continuos de puntos -que lo puntos de su entorno inmediato poseen b.3. figuras que tienen dos dimensiones
constituyan figuras- tales que a todo un solo plano tangente. Pueden ser menos que el espacio continente.
entorno de dichos puntos le pertenecen denominadas vértices aislados.
puntos interiores y puntos exteriores de la Los tipos de figuras son las clases
figura -puntos frontera-. ¡ Determinación de las clases en el nivel producto de las arriba enunciadas y son
Cuando el número de dimensiones de una t¡polég¡co nominadas del siguiente modo:
figura no coincide con el de su espacio
cont¡nente para dilucidar para cada uno de Los tipos de figuras se definen como a1 I b1 . Figuras tales que el espacio
sus puntos si es o no frontera, debe productos lógicos de dos procesos continente tiene tres dimensiones y tales
realizarse una proyección de un entorno de clasificatorios. que ellas tienen igual número de
la figura sobre un espacio de tantas
' Los procesos clasificatorios que intervienen dimensiones que dicho espacio. Son
dimensiones como las de la figura. son los siguientes: denominadas volúmenes.
Reflexión: propiedad que posee una figura a1 / b2. Figuras tales que el espacio
cuando una recta o un plano -según que la a. Se clasifican las figuras por el número continente tiene tres dimensiones y tales
figura esté incluida en un espacio de dos o mÍnimo de dimensiones del espacio que que ellas tienen una dimensión menos que
tres dirriensiones- tiene para cada uno de pueda incluirlas -espacio continente-. dicho espacio. Son denominadas
los puntos de la misma ubicada en un superficies en el espacio.
semiplano o en un semiespacio Dado que el dominio o universo a clasificar a1 / b3. Figuras tales que el espacio
determinado por tal recta o plano su son las figuras perceptibles, este proceso continente tiene tres dimensiones y tales
correspondiente -aquél ubicado sobre la clasificatorio origina solo dos clases. que ellas tienen dos dimensiones menos
normal a la recta o plano y a igual distancia-. que dicho espacio. Son denominadas
Traslación: propiedad que posee una figura a.1. figuras tales que el número mínimo de líneas en el espacio.
cuando puede entenderse como un dimensiones del espacio que puede a2 I bl . Figuras tales que el espacio
desplazamiento de un subconjunto de incluirlas es tres -figuras en el espacio-. continente tiene dos dimensiones y tales
puntos -o motivo- que se adosa sí mismo. a.2. figuras tales que el número mínimo de que ellas tienen igual número de
Entidad de doble tangencia: son aquellos dimensiones del espacio que puede dimensiones que dicho espacio. Son
puntos o conjuntos continuos de puntos que incluirlas es dos -figuras en el plano-. denominadas áreas o superficies en el plano.
poseen dos rectas o planos tangentes. b. Se clasifican las figuras por el número de a2 lb2. Figuras tales que el espacio
Estas entidades son habitualmente llamadas sus dimensiones en relación con el número continente tiene dos dimensiones y tales que
puntos cuspidales o aristas -según se trate de dimensiones de su espacio continente. ellas tienen una dimensión menos que dicho
de la bidimensión o la tridimensión-. espacio. Son denominadas líneas en el plano.
Entidad de doble tangencia no separatriz: (a)
Dado que por el proceso clasificatorio a2 lb3. Figuras tales que el espacio
es aquella tal que puntos infinitamente trabajamos con espacios de dos y tres continente tiene dos dimensíones y tales
próximos a uno y otro lado de ella dimensiones, las clases provenientes de que ellas tienen dos dimensiones menos
pertenecen a la misma figura. este proceso clasificatorio son las que dicho espacio. Es una clase vacía pues
Entidad de múltiple tangencia: puntos siguientes: las figuras tendrían cero dimensiones;
que posen más de dos planos tangentes. también podría considerarse que se trata de
 Roberto Doberti
una clase un¡membre a la que solo le
pertenece el punto.
¡ Determinación de las ctases en el nivet
de las familias de figuras
Los siguientes procesos clasificatorios se
aplican a todos los tipos de figuras:
l. Número de caladuras
El número de caladuras de una figura se
estipula igual al número mínimo de
ent¡dades obturantes que la conv¡erten en
figuras sin caladuras o figuras compactas.
Las entidades obturantes deben ser
superficies planas y no tener puntos
comunes -cruzamientos de obturantes-.
Las clases provenientes de este proceso
clasificatorio s¡guen la sucesión de los
números naturales a partir de las clases de
figuras con cero caladuras,
ll. Número de entidades de inflexión
Las clases provenientes de este proceso
clasificatorio siguen la sucesión de los
números naturales a partir de las clases de
figuras con cero entidades de inflexión
-figuras sin inflexiones o figuras
convexas-.
El número de entidades de inflexión de un
área es igual al número de entidades de
inflexión de la línea cerrada con menor
número de entidades de inflexión que pase
ordenadamente por todos sus vértices. Si
la figura tuviera caladuras será necesario
considerar también las inflexiones de las
líneas correspondientes a las caladuras.
El número de entidades de inflexión de un
volumen es igual al número de entidades
de inflexión de la superficie cerrada que
pase ordenadamente por todos sus
vértices intersección de aristas y/o por las
ar¡stas separatrices de caras si ellas no
t¡enen vértices.
lll. Número de entidades limitantes
Las entidades limitantes poseen una
dimensión menos que la figura limitada y
reciben las siguientes denominaciones.
Entidades l¡mitantes de líneas en el plano y
de líneas en el espacio: puntos extremos.
Entidades limitantes de áreas: /ados.
Entidades limitantes de superficies: bordes.
Entidades lim¡tantes de volúmenes'. caras.
Las clases provenientes de este proceso
clasificatorio siguen la suces¡ón de los
números naturales a part¡r de las clases de
figuras con cero entidades limitantes
cuando se trata de líneas/puntos extremos
y de superficies/bordes; y a part¡r de la
clase con una entidad limitante cuando se
trata de áreas/lados y volúmenes/caras.
lV. Número de reflexiones
Las figuras cuyo espacio continente es de
dos dimensiones tienen e¡es -rectas- de
reflexión.
Las figuras cuyo espacio continente es de
tres dimensiones tienen planos de reflexión.
Las clases provenientes de este proceso
clasificatorio siguen la sucesión de los
números naturales a part¡r de las clases de
figuras con cero reflexiones.
V. Número de traslaciones
Las clases provenientes de este proceso
clasificatorio siguen la suces¡ón de los
números naturales a partir de las clases de
figuras con una traslación.
Además se const¡tuye una clase con las
figuras que no tienen traslaciones o que tienen
infinitas traslaciones, denominada 0/*.
Las familias de volúmenes y de áreas se
definen como los productos lógicos de las
clases proven¡entes de estos c¡nco
procesos clasificatorios.
Vl. Número de entidades de doble
tangencia
Las clases provenientes de este proceso
clasificatorio siguen la sucesión de los
números naturales a part¡r de las clases de
figuras con cero entidades de doble
tangencia.
Las familias de líneas en el espacio y de
líneas en el plano se definen como los
productos lógicos de las clases
provenientes de los procesos
clasificatorios I a Vl.
Las familias de superficies en el espacio
requieren además el siguiente proceso
clasificatorio.
Vll. Número de entidades de múltiple
tangencia
Las clases provenientes de este proceso
clasificatorio siguen la sucesión de los
números naturales a part¡r de las clases de
figuras con cero ent¡dades de múltiple
tangencia o vértices aislados.
La descripción sistemática de una figura en
este nivel de las familias implica la
determinación de las clases a las que
pertenece dicha figura según todos los
procesos clasificatorios que le son
pertinentes. Además es necesaria, para su
precisa ubicación en el sistema, la
determinación de las clases a las que
pertenecen sus ent¡dades limitantes y las
limitantes de sus limitantes si las hubiera,
con más la clasificación de las aristas no
separatrices que eventualmente tuv¡era.

r Determ¡nación de Ias figuras
individuales
Las figuras pertenecientes a una familia
pueden ordenarse y definirse por medio de
la construcción de series.
Los procedimientos que se detallan a
continuación no solo se lustifican por su
valor operativo -en cuanto racionalización
de las infinitas var¡antes que presentan las
figuras componentes de una familia- sino
por lo que implican como concepción de las
figuras y como despliegue de posibilidades
para las operaciones de selección.
Frente a la actitud clásica que propone unas
pocas figuras excelentes, aisladas y
estables, se contrapone, desde el origen del
movimiento moderno, una actitud que ya no
entiende a las figuras como entes aislados y
establei, sino como conjuntos de entidades
transformables, flexibles, que expresan por
su comunidad de propiedades más que por
cualidades particulares.
La diferencia se patentiza en la manera de
encarar el tema del rectángulo. Mientras la
actitud clásica tiende a fijar cierlos
rectángulos específicos -rectángulo áureo,
raíz de dos, cuadrado- las pinturas de
Mondrian o las plantas de Gropius, revelan
una meta donde la intención expresiva no
es tal o cual rectángulo sino la familia de
los rectángulos o la rectangularidad.
Todos los planteos, aun los que parten de
las mismas bases, se impregnan de
distinto sentido. El tratamiento de la
célebre relación S, tan cara a los
renacentlstas, se transforma en Le
Corbusier en series, en clases de medidas
y relaciones. De la misma forma el estudio
de las especies biológicas busca en uno de
los momentos el módulo permanente y
perfecto, mientras que en el otro el tema
se plantea en términos de
transformaciones, de evolución.
r Desarrollo del método de series
Definiciones
Serie: con.junto de figuras que se ordena
de acuerdo con leyes de transformación
tales que todas las figuras pertenecen a
las mismas clases, tanto en el nivel
tipológico como en el de las familias de
figuras con excepción de las clase
proveniente de lV -número de reflexiones-
donde se estipula que las figuras no
pueden tener menor número de
reflexiones que la figura origen.
Figura origen: figura desde la que se parte
en la construcción de una serie; recibe la
notación ceroy las demás figuras se
ordenan hacia su derecha siguiendo la
suces¡ón de los números naturales y hacia
su izquierda siguiendo la sucesión de los
números enteros negativos.
Conjunto equioriginado de series:
conjunto de series que tienen una única
figura en común, que es la figura origen.
Series elementales: aquellas con que se
comienza la construcción de series y cuya
ley de transformación no admite
descomposiciones.
Series de aplicación: son aquellas que se
obtienen realizando conjuntamente dos o
más transformaciones. Pueden ser
entendidas como aplicaciones de un
conjunto a otro conjunto donde la figura
origen de una serie debe aplicarse sobre la
figura origen de la otra serie de manera de
obtener una transformación idéntica o nula
que conserve la equioriginalidad.
Espacialidades
Condiciones de las series elementales
a. lgualdad de paso. Se plantea que
perceptivamente se vea un mismo grado de
transformación en el pasaje entre dos
figuras suces¡vas cualesquiera de las que
constituyen la serie. Los crecimientos
dimensionales no siguen, entonces, una ley
lineal -progresión aritmética- sino una ley
exponencial -progresión geométrica-, de
manera que si la razón es lal la magnítud
transformada y sigue la ley (y=2'¡siendo x
Iasucesión de figuras de la serie.
Este criterio además de su justificación
interna hace viable la siguiente condición.
b. llimitación. La serie no posee ni primero
ni último elemento o, lo que es lo mismo,
siempre podremos dibujar una nueva figura
tanto a la derecha como a la izquierda de la
serie.
c. Enumerabilidad. La serie debe poder
coordinarse con la serie de números enteros.
Las condiciones by cson muy
¡mportantes para las poster¡ores
operaciones entre series.
Para poder operar con un conjunto
equioriginado de series elementales se
requiere además la independencia de las
transformaciones, es decir, que las
transformaciones puedan realizarse
conjuntamente sin implicaciones.
Co nj u ntos eq uio ri g i n ados de seri es
Se denominan series biyectivas o directas a
aquellas en que a cada elemento de una
serie le corresponde uno de la otra, y no
quedan elementos libres, o sea, cuando se
coordinan biunívocamente.
Dadas dos ser¡es elementales existen dos
variantes de aplicaciones biyectivas de
acuerdo con los siguientes esquemas:
 Roberto Dobert¡

-7 _1
012 Esto sigue el siguiente esquema árbol: Figuras de integración
a a a

I I
lrr
rtt Número de serres 2 3 4
Hasta ahora habíamos concebido a laq
series como coniuntos d¡scretos. Si
a a aa
suponemos series de figuras cuyo espacio
continente tiene dos dimensiones podemos
entenderlas como un conjunto continuo
const¡tu¡do por un volumen o una superficie
en el espacio tal que sus secciones sean las
t<----\.<=
figuras de la serie.
De acuerdo con las condiciones de igualdad
Dadas tres series elementales ex¡sten \.-_--:- de paso e ilimitación si las figuras dibuiadas
cuatro variantes de aplicaciones biyectivas, en la serie -conjunto discreto- están a la
de acuerdo con los siguientes esquemas: misma distanc¡a entre sí, medidas sobre el
De donde la aplicación coniunta de n eje de la figura de integración dicho
-2-1012 series elementales origina 2"-1 series de volumen tiene dimensión infinita en las dos

ttttt
aa_aa
aplicación -var¡antes-. direcciones y algunas de las líneas que lo
Como es fácil inferir el total de series de componen son asintóticas al eje

ttttt
aa_aa
aplicación biyectiva crece muy rápidamente
cuando crece el número de series elementales.
aaaa
De los conjuntos equioriginados de series
nos ¡nteresan tamb¡én las series inyectivas o
indirectas. Son aquellas en que cada figura de
una de las series se aplica sobre una y solo
una de la otra, pero existen figuras de esta
mencionado.
La figura de integración puede tener
organización rectilínea si se acepta que las
figuras de la serie no sin equidistantes, lo
que facilita su construcc¡ón e interpretacíón.
r Recorriendo todo el sistema

lt
a a a
-a segunda serie que quedan libres.
I I I Responden a esquemas como los siguientes: Las series permiten un mecanismo
a a a a
mediante el cual se puede recorrerla
-9 -8 -7 -6 -5-4-3-2 -1 0 1 234567I I totalidad del sistema pasando de figuras de
-2 -1 012 un tipo a otro y de una familia a otra.
a a
-aa
III La posibilidad deriva de verificar que para
I

a a
I ttt algunas series los términos en el
_aa
infinito-tendencia de la serie- modifican

iri§s
-9 -8-7-6 -5-4-3-2 -1 01234567I I propiedades de nivel tipológico o del nivel
de las familias de figuras.
Las cadenas de sez'es constituyen el
-2
mecanismo en cuestión y son coniuntos de
a
series que vinculan dos figuras -llamadas
Se demuestra como propiedad de los terminales de la cadena- que no pertenecen
con.juntos enumerables que dadas dos a la misma familla o ni siquiera a la misma
series elementales existen infinitas series tipología. Una de las figuras en el infinito de
de aplicación inyectivas. una serie es un térm¡no finito o infinito de la
 Espacialidades

Series elementales Series de aplicacion

Volúmenes de ¡ntegración
 Boberto Dobert¡
sucestva y así s¡gu¡endo. Una de las figuras
terminales debe ser un término finito de la
primera serie y la otra figura terminal debe
serlo de la última serie de la cadena.
Con esto hemos llegado a un lugar
interesante. Un sistema clasificatorio es,
entre otras cosas, un procedimiento
destinado a deslindar, a distínguir, si se
quiere a separar los elementos del universo
clasificado. En este caso el universo de las
figuras. Y por último hemos desarrollado un
método o mecan¡smo que nos permite
pasar, a través de maniobras precisas y
rigurosas, de un lugar a otro cualquiera, es
decir vincular, asociar, una figura con
cualquier otra. El lugar es interesante
porque muestra que el mismo principio, la
misma metodología, que parecía destinada a
poner distancias y fronteras contiene en su
interior, si se lo desarrolla hasta sus últimas
consecuencias los recursos para caminar
todas las rutas que pasan por todos los
reinos de las figuras. El universo de las
figuras estaría así organizado, clasificado,
con deslindes y secciones pero
conservando su condición de universo, de
totalidad de entidades afínes. Los recorridos
son abiertos e infinitos, los panoramas
amplios y diferentes, la lógica estará a favor
de la sensibilidad.
La seducción de los poliedros
Vamos a presentar bajo este título algunos de
los desarrollos que estas notables formas
tridimensionales nos han promovido. En
primer lugar haremos algunas consideraciones
o reflexiones de carácter general, en
segundo lugar dos demostraciones que
permiten determinar a los poliedros
platónicos o regulares y a los poliedros
arquimedianos o semirregulares, luego
plantearemos un sistema de generación de
los poliedros arquimedianos, y por último
una conceptualizacién sobre la discernibilidad
que montada sobre los poliedros tiende a un
entendimiento amplio de ese tema.
. Asombro y trascendencia
Un poliedro es un volumen limitado por caras
planas, un poliedro regular es aquél cuyas
caras son polígonos regulares iguales
y tal que todos sus vértices pueden ubicarse
sobre una misma superficie esférica.
Esta escueta definición, o conjunto de
propiedades básicas, desencadena una
historia que trans¡ta no solo por la geometría,
sino que influye en las concepciones
metafísicas y cosmológicas, inspira la
imaginación de los artistas y diseñadores y
establece de manera permanente un campo
problemático acerca de la noción de
"perfección" sensible e intelectual.
Los griegos del período clásico conocieron
los poliedros regulares -en rigor les venían
anticipados desde mucho tiempo antes- y
se sintieron fascinados por ellos. Les
maravillaba la regularidad de su forma, su
equilibrio, su acabada estructuración y el
juego de la simplicidad y complejidad
simultánea que conllevan -figura 1-.
Pero además les asombraba, y aumentaba el
efecto de embeleso, lo limitado del núme'ro
de formas que satisfacían las premisas
planteadas en la definición, la restricción a
solo cinco alternativas. Debe pensarse que
en el espacio bidimensional, es decir en el
plano, los polígonos regulares componen
una sucesión infinita según el número
creciente de lados. Un pensamiento que
viera a la tridimensión como una simple
extrapolación del plano tendería a imaginar
que los poliedros regulares, "correlato,, en el
espacio de los polígonos regulares, también
definirían una sucesión infinita.
Sin embargo, dicha generalización es
incorrecta y entonces, los únicos cinco
cuerpos regulares posibles parecen
expresar la idea de "excelencia", de una
elección producida por la propia naturaleza
del espacio tridimensional.
fue su influjo que Platón los ubicará
Tal
como pieza decisiva de su metafísica,
haciendo corresponder a cada poliedro
regular con un "elemento" de la naturaleza
según la concepción legitimada por
Empédocles, vigente en su época. Como los
"elementos" eran solo cuatro -€ire, agua,
tierra, fuego- Platón postula para conservar la
equivalencia con los cinco poliedros regulares
un nuevo "elemento", la "qu¡ntaesencia,,, el
éter, de carácter más sutil e intangible que
los anteriores. También se asigna a cada
poliedro un elemento en part¡culal
correspondiéndole el dodecaedro al éter.
De ahí, de la preeminencia que en esta
concepción tienen los poliedros regulares, el
nombre de "sólidos platónicos,, con que
muchas veces se los designa.
Es interesante ver como cerca de dos mil
años después resuena otra vez, ahora en

Kepler, la misma valoración de esas formas
limitadas en número y exactas en estructuración.
Ese hombre que descr¡be por primera vez la
conformación elíptica de las órbitas
planetarias, que establece leyes
fundamentales referentes a esos recorridos,
sostuvo plenamente convencido que la
distribución de los planetas en los cielos
estaba regida por las proporciones de los
poliedros regulares en relación de
inscripción concéntrica -figura 2-. Para
Kepler, Dios no podría haberse guiado para
esa distribución por otros principios que
aquellos emergentes de esas formas
perf ectas, excelentes.
Todavía hoy, la observación de los sólidos
platónicos parece hacer vibrar en nosotros
esa cuerda admirativa, evocar o suscitar una
fascinación ancestral.
Por otro lado, entre estos cinco cuerpos,
entre estas cinco islas que sobresalen en el
océano de lo posible, hay relaciones
profundas. La más notable de estas
relaciones es la de "dualidad" o
Esta relación implica que los puntos que son
centros de caras de un poliedro regular
pueden ser considerados como vértices de
otro poliedro regular. Así el cubo y el
octaedro constituyen un par de poliedros
duales o correspondientes donde uno es, en
algún sentido, el reflejo o contraparte del
otro. También el icosaedro y el dodecaedro
componen un par dual o correspondiente,
mientras que el tetraedro, el poliedro regular
con menor cantidad de componentes es
autodual porque los centros de sus caras
son lo vértices de otro tetraedro.
Es notable que en estudios más recientes,
destinados a definir los equivalentes a los
poliedros regulares en espacios de más de
Espacialidades
tres dimensiones -los llamados "polítopos"-
se puedan seguir estableciendo relaciones
de correspondencia o dualidad.
Cabe también consignar que Euier demostró
una relación constante entre los
componentes -caras, aristas, vértices- de
todos lo poliedros que no presenten
discontinuidades, sean o no regulares, y esta
constancia se traduce para los poliedros
correspondientes de la siguiente manera:
dos poliedros regulares mutuamente duales
o correspondientes tienen el mismo número
de aristas, en tanto que el número de
vértices de uno de ellos es igual al número
de caras del otro y viceversa. F|GURA 1.
En el desarrollo de la cultura griega se
planteó también el estudio de otros
poliedros que tuvieran altos niveles de
regularidad y estructuración. En ese sentido
se elaboró la noción de poliedro
semirregular, entendiendo por semirregular
a un poliedro que satisface las mismas
condiciones que los cuerpos platónicos
pero tal que sus caras no son todas iguales,
sino que son polígonos regulares de
distinta especie, por ejemplo triángulos
equiláteros y cuadrados.
Esta definición, menos restrictiva que la
anterio¿ amplía el campo de formas a
considerar. Las nuevas premisas son
satisfechas por dos series infinitas -poco
interesantes- la serie de los prismas y la de
los antiprismas, y por un grupo de cuerpos
-muy interesantes- independientes de dichas
series, llamados poliedros arquimedianos, por
los aportes que Arquímedes hizo para el
conocimiento de varios de ellos.
Se trata de trece volúmenes, otra vez
notables por su equilibrio y estructuración,
se trata otra vez de un conjunto limitado en
su número, y otra vez de formas capaces
Boberto Doberti

de suscitar esa emoción sensible e tres de estos polígonos en cada vértice'

Para determinar la configuraciÓn
precisa de-
intelectual ligada a la problemática de Io
"perfecto", lo "estable". los cinco poliedros regulares -en tanto
y
determinación del número de caras, aristas
. vértices en cada uno de ellos, se procede a
Dos demostraciones fundamentales
partlr del teorema de Euler que establece
la siguiente relación entre dichos elementos:
Las dos cuestiones que se demostrarán a +2
nq de caras + na de vértices = nq de aristas
continuaciÓn son decisivas para un
tratamiento riguroso sobre poliedros' No
o, escrito sintéticamente:
creo que sean novedosas, seguramente
deben constar en más de un libro de
C*Y=d+2
geometría, solo que no las he visto así
o también
explayadas ni accesibles para quienes
tienen con la forma intereses relacionados c+v-a=2
con el diseño. Dependiendo del grado de
Por otro lado, la relación entre el número
afición a este tipo de razonamientos se
de aristas y el número de caras depende
seguirán o no todos los Pasos aquí
del tipo de cara, es decir del polígono que
elaborados, pero es conveniente que al
la constituye, y esa relaciÓn responde a
la
menos se incursione por las nociones o
principios demostrativos que se explayan' siguiente leY general:
de
El número de aristas es igual al número
caras multiplicado por el número de lados
Primera tesís puesto que
de dichas caras, dividido por dos
Los cinco poliedros platÓnicos son:
cada arista está const¡tuida por la
tetraedro, cubo, octaedro, dodecaedro e
confluencia de dos lados'
icosaedro.
Asimismo, el número de vértices es igual a
(Euclides' dos veces el número de aristas dividido por
Se demuestra en primer lugar
el número de aristas que ¡nciden en el
final del libro Xlll) que hay, y solo hay, cinco
poliedros regulares. Esta demostraciÓn se vért¡ce puesto que cada arista tiene dos
puntos extremos cada uno de los cuales
realiza a partir de la incidencia de los
polígonos en un vértice,teniendo en cuenta
coincide con puntos extremos de las
que la suma de los ángulos de las caras aristas que confluyen. Todo esto permite
armar el cuadro demostrativo 2'
incidentes debe ser inferior a 360"' Dado
que se trata de polígonos regulares iguales
'l Segunda tesis
se puede armar el cuadro demostrativo '
Existen, y solo existen trece poliedros
De aquí surge que solo existen cinco
poliedros regulares. Tres de ellos tienen arquimedianos.
las
de Los poliedros arquimedianos satisfacen
caras triangulares que inciden en número
siguientes condiciones:
tres, cuatro y cinco respectivamente en
y el . sus caras son polígonos regulares de más
cada vértice; uno tiene caras cuadradas
de una esPecie.
otro tiene caras pentagonales, incidiendo
 Espac¡a¡idades 129

. sus vért¡ces se ubican sobre una misma

PolÍgono triángulo cuadrado pentágono hexágono 6+n
superfic¡e esfér¡ca, lo que estableee su
Ángulo 60' 90' 1 07" 120' creciente
cond¡ción de poliedro convexo.
lnciden 3 caras 180' 270" 321' 360' creciente . sus vértices son ind¡scernibles o
equ¡valentes, es decir que en cada uno de
lnciden 4 caras 240" 360" crec¡ente crec¡ente crec¡ente ellos inciden las mismas caras en cantidad,

lnciden 5 caras 300' crec¡ente creclente creciente crecienre espec¡e y disposición.

lnciden 6 caras 360' crec¡ente cfecrente creciente crecrente En los poliedros semirregulares suelen
distinguirse dos conjuntos. Uno const¡tuido
CUADRO DEMOSTSATIVO I- por trece cuerpos denominados
arquimedianos que poseen al menos cuatro
caras ¡guales (a los que mencionaremos
como PA) y el otro compuesto por dos
serien inf¡nitas cuyos elementos se
denominan pr¡smas y antiprismas siendo
1. en el caso de la incidencia de tres triángulos en cada vértice: poliedros semirregulares que adm¡ten tener
a--312c v=2Ra=2/3x3l2c=c solo dos caras iguales. En rigor los cuerpos
entonces, reemplazando en c + v -a=2 que nos interesan más profundamente son
c+c-312c=2 2c-312c=2 112c=2
dedonde c=4 a=312c=6 v=c=4 (determinación del tetraedro) los arquimedianos pero para sostener la
coherenc¡a de la demostración trataremos la
2. en el caso de la incidencia de cuatro triángulos en cada vért¡ce:
totalidad de los semirregulares. Los
a=312c v=214a=2l4x3l2c=314c
poliedros arqu¡med¡anos los
entonces, reemplazando en c + v - a=2
c+314c-312c=2 4l4c+314c-614c=2 114c=2 especif¡caremos no por los comple.jos y
dedonde c=8 a=312c=12 v=314c=6 (determinación del octaedro) estrambóticos nombres que suelen
3. en el caso de la incidencia de c¡nco triángulos en cada vértice:
aplicarse en manuales de geometría sino
a=3/2c v =215a=2l5x3l2c=315c por las caras que los componen, en nÚmero
entonces, reemplazando en c + v - a = 2 y especie.
c+315e-312c=2 1 0/10 c + 6l't0 c- 15110 c = 2 ll1Oc=2
dedonde c=20 a=312c=30 v=315c=12 (determ¡nac¡ón del icosaedro)
1. solo puede haber poliedros
4. en el caso de la incidencia de tres cuadrados en cada vért¡ce: semirregulares con dos o tres espec¡es de
a=412c=2c v=213a=2l3x2c=413c polígonos.
entonces, reemplazando en c + v-a =2
c+413c-2c=2 3l3c+413c-6f3c=2 1R c --2 Si fueran cuatro las especies de polígonos
dedonde c=6 a=2c=12 v=4/3c=8 (determinación del cubo) debieran incidir al menos uno de cada
especie en cada vértice, en cuyo caso Ia
5. en el caso de la incidencia de tres pentágonos en cada vértice:
a=512c v =213a=213x512 c = 5/3 c suma del valor angular en el vért¡ce no sería
entonces, reemplazando en c + v -a =2 inferior a 360', dado que los polígonos con
c+513c-512c=2 6/6c+10/6c-1516c=2 116c=2 menor valor angular son:
dedonde c=12 a=5/2c=30 v=513c=20 {determinación del dodecaedro)
triángulo 60o, cuadrado 90", pentágono
108', hexágono 120" = 378"
CUADRO DEMOSTRAIIVO 2.
 Roberto Doberti
2. poliedros sem¡rregulares cuyas caras
son de dos especies: son d¡ez PA y las dos
series inf¡n¡tas -prismas y antiprismas-.
2.1. Poliedros en cuyos vértices inciden
tres caras.
2.1.1. No pueden incidir dos polígonos de
número impar de lados porque es necesario
alternar la contigüidad de los polígonos
iguales y distintos.
2.2.2. No pueden incidir dos dodecágonos o
polígonos con número mayor de lados
porque el ángulo interior es (n 180" - 360' / n)
de donde (12 x 180" - 360'/ 12 = 150")
de manera que dos dodecágonos suman
300" y no admíten ningún otro polígono
dando una suma angular inferior a 360'.
2.2.3. Pueden incidir dos cuadradosáexágonos
-octógonos-decágonos.
. Si inciden dos cuadrados cuya suma
angular es 180'admiten la incidencia de
cualquier polígono regular se genera la
serie de los prismas regulares
. Si inciden dos hexágonos cuya suma
angular es24Oo admiten: un tr¡ángulo
PA (4 hexágonos - 4 triángulos); un
cuadrado PA (8 hexágonos - 6 cuadrados);
un pentágono PA (20 hexágonos - 12
pentágonos).
No admiten eptágono cuyo valor angular es
apenas superior a 128 dado que la suma
angular resultante sería (240o + 128" = 368").
En consecuencia no admiten tampoco ningún
polígono con número superior de lados.
. Si inciden dos octógonos cuya suma
angular es 27Q" solo adm¡ten: un triángulo
PA (6 hexágonos - 8 triángulos).
No admiten cuadrado cuyo valor angular es
90" dado que la suma angular resultante
sería 270o + 90o = 360". En consecuencia
no admiten tampoco ningún polígono con
número superior de lados.
. Si inciden dos decágonos cuya suma
angular es 288" solo admiten: un triángulo
PA (12 hexágonos - 20 triángulos).
No admiten cuadrado cuyo valor angular es
90" dado que la suma angular resultante
sería (288" + 90o = 378"). En consecuencia
no admiten tampoco ningún polígono con
número superior de lados.
2.3. Poliedros en cuyos vértices inciden
cuatro caras siendo dos de una especie y
dos de otra espec¡e.
2.3.1. Pueden incidir: dos triángulos y dos
cuadrados PA (6 cuadrados - 8 triángulos)
dado que la suma angular es (2x60' + 2x90'
= 300"); dos triángulos y dos pentágonos
PA (12 pentágonos - 20 triángulos)
dado que la suma angular es (2x60' +
2x'108'= 336").
2.3.2. No pueden incidir otros pares de
polÍgonos porque la suma angular no sería
inferior a 360o.
Por ejemplo, dos triángulos y dos
hexágonos tienen la s¡guiente suma angular
(12Q" + 240" = 360"), y dos cuadrados y
dos pentágonos tienen la siguiente suma
angular (180"+216"= 396').
2.4. Poliedros en cuyos vértices inciden
cuatro caras siendo tres de una especie y
una de otra especie-
2.4.1. Pueden incidir tres triángulos cuya
suma angular es 180o y cualquier polígono
regular.
Se genera la serie de los antiprismas
regulares.
2.4.2. Pueden incidir tres cuadrados y un
triángulo PA (18 cuadrados - 8 triángulos)
dado que la suma angular es (3x90o + 60o
= 330").
2.4.3. no puede incidir ningún otro grupo de
este tipo porque la suma angular no sería
inferior a 360'.
Por ejemplo tres pentágonos y un triángulo
tienen la siguiente suma angular (3x108" +
60" = 384"), y tres cuadrados y un
pentágono tlenen la siguiente suma angular
(3x90" + i08'= 378').
2.5. Poliedros en cuyos vértices inciden
cinco caras siendo cuatro de una especie y
una de otra especie.
2.5.1. Pueden incidir: cuatro triángulos y un
cuadrado PA (6 cuadrados - 32
triángulos) dado que la suma angular es
(4x60" + 90o = 330"); cuatro triángulos y un
pentágono PA (12 pentágonos - 80
triángulos) dado que la suma angular es
(4 x 60' + 108" = 348").
2.5.2. No puede incidir cuatro triángulos y
otro polígono con más de cinco lados porque
la suma angular no sería inferior a 360o.
El caso de suma angular inferior está
constitu¡do por cuatro triángulos y un
hexágono, caso que tiene la siguiente suma
angular (4x60' + 120' = 360").
2.5.3. No puede incidir tres caras de una
especie y dos de otra espec¡e porque la
suma angular no sería inferior a 360". El
caso de suma angular ínferior está
constituido por tres triángulos y dos
cuadrados tienen la siguiente suma angular
(3x60'+ 2x90" = 360'). que poseen al
menos cuatro caras iguales.
3. poliedros sem¡rregulares cuyas caras
son de tres especies: son tres PA.
3.'1 . Poliedros en cuyos vértices inciden tres
caras.
3.1 .1 . No pueden contener polígonos de
número impar de lados porque es necesario
que dada una cualquiera de las caras se
alternen la otras dos en sus lados.
3.1.2. Pueden incidir: cuadrado, hexágono y
octógono PA (6 octógonos - 8 hexágonos -

12 cuadrados) dado que la suma angular es
(90" + l20o + 135'= 345.);
cuadrado,
hexágono y decágono PA (12 decágonos -
20 hexágonos - 30 cuadrados) dado que la
suma angular es (90" + 120o + 144' = 354"1.
3.1.3. No existe ninguna otra terna de
polígonos regulares de lados pares cuya
suma angular sea inferior a 360'.
Por ejemplo, cuadrado, hexágono y
dodecágono tienen la siguiente suma
angular (90" + 'l 20' + 150" = 360')
o hexágono, octógono y decágono que
tienen la siguiente suma angular
(120' + 135o + 144" = 399').
3.2. Poliedros en cuyos vértices inciden
cuatro caras.
3.2.1. No pueden incidir grupos que no
contengan al menos un triángulo porque
todas las otras alternativas t¡enen sumas
angulares no menores a 360o.
El caso de suma angular inferior que no
cont¡ene triángulo está constitu¡do por tres
cuadrados y un pentágono cuya suma sería
la siguiente (90" + 90" + 90o + 108' = 378").
3.2.2. No pueden incidir grupos en los que
los polígonos de lados impares no sean
contiguos a polígonos de la misma especie
porque no pueden alternar la contigüidad, de
modo que no podrían incidir por ejemplo
dos triángulos, un cuadrado y un pentágono.
3.2.3. No pueden incidir grupos que
contengan un hexágono o un polígono con
número superior de lados porque de
acuerdo a los establecido más arriba la
alternativa con suma angular inferior estaría
constituido por un triángulo, dos cuadrados
y un hexágono cuya suma sería la siguiente
(60o + 90o + 90o + 120'= 360").
3.2.4. Pueden incidir un triángulo, dos
cuadrados y un pentágono
PA (12 pentágonos - 20 triángulos - 30
cuadrados) dado que la suma angular es
(60o+90'+90'+ 1 08"= 348').
3.3. No pueden incidir cinco caras en los
vértices de poliedros semirregulares con
caras de tres especies porque en ese caso
la suma angular no es inferior a 360..
El grupo con valor angular inferior estaría
constituido por tres triángulos, un cuadrado
y un pentágono, en cuyo caso la suma
angular sería la s¡guiente:
(60o + 60" + 60o + 90o + 108" 378').
= condición de especificidad exige que la
Con las demostraciones de estas dos tesis
se establece no solo el número o cantidad
de los poliedros regulares y de los
arquimedianos sino también las
propiedades y configuraciones esenciales
de este selecto y especial conjunto de
formas espaciales.
r Sistema de generación de los poliedros
arquimedianos
No hay aquí invención de poliedros
arquimedianos ni obtención de nuevas
precisiones sobre ellos, ya que desde hace
tiempo se ha completado su
descubrimiento y se los ha detallado con
suficiente precisión.
Nuestro trabajo apunta a otra dirección, nos
interesa mostrar una sistemática generat¡va
homogénea, completa y específica.
Un sistema generativo supone o exige que
estén definidos los elementos de partida, es
decir aquellos que se considerarán como
datos o materia prima sobre los que se
trabajará. También es necesario que se
establezcan las operaciones que se aplicarán
sobre los elementos de partida para alcanzar
los productos o resultados buscados.
Para que el sistema sea homogéneo las
operaciones deberán ser de la misma o
Espacialidades
s¡mrlar naturaleza, es decir que no se
admitiría, por ejemplo, que una operación
fuera de asociación de planos en el
espacio y otra fuera de intersección de
poliedros. Decíamos que además de
homogéneo el sistema debe ser completo,
lo que implica para el caso que deben
poderse const¡tuir los trece poliedros
arquimedianos, o sea que ese coniunto
resulte exhaustivado, y por último la
aplicación de las operaciones sobre los
elementos de partida solo genere los
productos buscados o reincida en los propios
elementos de partida, es decir que no haga
aparecer a productos de naturaleza dispersa.
En nuestra propuesta de generación de los
poliedros arquimedianos, la materia prima o
las formas desde las que partimos son los
poliedros regulares o cuerpos platónicos, y
las operaciones se aplican sobre las caras
de dichos poliedros, aplicándolas de
manera tal que cualquier operación se
ejecuta siempre en todas las caras del
poliedro de origen. Fueron necesarias para
generar la totalidad de los poliedros
arquimedianos seis operaciones.
Resulta notable que operaciones de
carácter plano, puesto que se ejercen sobre
las caras de los cuerpos, tengan
consecuencias tan precisas en el campo
espacial. Es tamb¡én notable y hasta
asombrosa la simplicidad de las operaciones
en relación a sus efectos espaciales.
Para construir los poliedros, después de la
aplicación de estas operaciones, basta
simplemente conformar aristas uniendo los
vértices resultantes y así constituir las caras
que comp¡etan los distintos cuerpos.
Como traba.jamos a partir de los cinco
sólidos platónicos y realizamos seis
 Roberto Doberti

operac¡ones sobre cada uno de ellos, se

establece un con¡unto de treinta cuerpos en
el sistema, donde, obviamente, hay
'
Giro ¡nscripto

reiteraciones o, en otros términos, que el

mismo poliedro arquimediano puede
generarse de más de una manera.
Buscaremos ahora la forma más económica
de mostrar las generaciones. Se verifica que
Duplicación inscripta
los poliedros regulares duales o
correspondientes generan los mismos
cuerpos arquimedianos -aunque nunca a
través de la misma operación-. Siendo
correspondientes el cubo con el octaedro y el
dodecaedro con el icosaedro optaremos por
mostrar las operaciones en el cubo y el
dodecaedro. Con ello tendremos doce de los
cuerpos buscados. Para encontrar el faltante
será necesario aplicar las operaoones en el
tetraedro que es dual de sí mismo. De los
Duplicac¡ón / reducción
seis operaciones puestas en juego dos dan
como resultados poliedros regulares
rcctaedro e icosaedro- otras dos generan
poliedros arquimedianos que ya habíamos
obtenido desde el cubo y cualquiera de las
Redücción / giro otras dos generan el poliedro restante, por lo
que elegiremos la operación más simple. El
cuerpo en cuestión es el arquimediano con
menor número de caras, solo ocho, al que
algunos autores denominan sólido de
Newton. Dicho sea de paso, no utilizaremos
Beducción / giro as¡métr¡co
nombres de este tipo porque no cubren la
totalidad de los arquimedianos ni tampoco las
complicadas designaciones que suelen
esgrimirse en una extraña pirotecnia verbal.
Si los nombres constituyen descripciones
abreviados solo tienen sentido si son más
simples y recordables que las descripciones;
no siendo este el caso utilizaremos
directamente las descripciones que permiten
identificar a los arquimedianos por el tipo y
número de sus componentes.
 Espacialidades

Volviendo ahora al sistema, digamos que las

operaciones sobre las caras son las
siguientes, según se muestran en la figura 3:

. giro o g¡ro ¡nscripto (las caras giran y al

mismo tiempo reducen su dimensión de
modo que los vértices se ubican en los
puntos medios de los lados de la cara inicial).
. duplicación o duplicación inscripta lse
duplica el número de lados de la cara,
siendo un sector central del lado de la cara
inicial uno de los lados de la nueva cara)
. reducc¡ón (la cara se contrae manteniendo
el centro de la cara inicial y el paralelismo
con los lados de la cara inicial).
. duplicación / reducción (se realizan Poliedrogenerador Cubo
0peración Giro
coniuntamente las operaciones de Poliedro resultante 12 vértices

dupficación del número de lados y la 24 aristas

14 caras 6 cuadrados
contracción manteniendo et paralelismo). I triángulos

. reduciión / giro (la cara gira pero al

reducirse ya sus vértices no tocan los lados
de la cara inicial aunque mant¡enen sus
direcciones, de modo que la recta trazada
desde el centro de la cara al nuevo vértice
intersecta al lado de Ia cara inicial en su
punto medio).
. reducción / giro asimétrico (El caso es
similar al anterior, girando sobre el centro de
la cara inicial, solo que el ángulo de giro ya
no es la mitad del ángulo del polígono, o
sea que la recta lrazada desde el centro que
pasa por el vért¡ce de la nueva cara no
intercepta al lado inicial en su punto medio).

Las figura 4 a 16 muestran los trece

arquimedianos, seis generados desde el
cubo, otros seis desde el dodecaedro y uno Poliedrogenerador Cubo
0peración Duplicación
desde el tetraedro. Pol¡edro resultante 24 vértices

Los valores de reducción y la dimensión de 36 aristas

14 caras 6 octógonos
los lados para las primeras cinco operaciones 8 triángulos

son de fácil y directo cálculo en cada caso. FIGURA 5.

 Roberto Doberti

Con las mencionadas cinco operaciones

t se obtienen once de lo trece
arquimedianos, la sexta operación es
necesaria para la construcción de los muy
notables dos restantes.
Es particularmente interesante el caso del

L poliedro emergente de la aplicación del giro

asimétrico sobre las caras del cubo. Desde
el punto de vista cualitativo pude intuir sin
grandes dificultades la naturaleza de la
operación necesaria con la condición
asimétrica del giro. Pero la definición exacta
de la ubicación de los vértices del nuevo
cuadrado con "relación al cuadrado
Poliedrogenerador Cubo preexistente resultó compleja. Sin entrar en
operación Beducción
Pol¡edro resulta8te 24 vén¡ces detalles, que aquí no son pertinentes. la
48 aristas
solución es la raíz de una ecuación de cuarto
26 caras 18 cuadrados
I tr¡ángulos grado que encontré como intersección de
FIGUEA 6. dos ecuaciones de segundo grado. Pero lo
interesante fue el resultado. Cuando otorgué
al vértice de ese cuadrado reducido y
asimétricamente girado las coordenadas con
respecto al centro y consideré como escala
unitaria la distancia de ese centro a los lados
del cuadrado, aparecieron relaciones que no
había sospechado, según se podrá ver
siguiendo la figura 'l 7.
Si bien todos lo valores son irracionales los
vamos a redondear porque el sentido al
que apuntamos se verá así más
claramente. La ordenada o altura del
vértice está a 0.544 del centro y la abscisa
o desplazamiento lateral a 0.296, números
que no parecen decir nada de interés. Sin
embargo, al calcular la relación o cociente
Pol¡edrogenerador C[bo entre ellos encontré que es 1.84 y cuando
operación Duplicación y reducción
los sumé obtuve 0.84 (y esta coincidencia
Po¡¡edro resultante 48 vértices
72 aristas se mantiene cualquiera sea el número de
26 caras 6 octógonos
decimales que se quieran agregar).
I hexágonos
12 cuadrados Todavía más: el número descendente que
sigue la serie proporcional es 0.16 y la suma
 Espacialidades

0.544 + 0.296 + 0.16 = 1 . Por otro lado el

número ascendente que s¡gue la serie es
también 1. Evidentemente hay algo
¡nteresante en la serie cuya relaciÓn de
proporción creciente es 1.84, y entones se
descubre que la serie -que yo había
originado desde los valores de las
coordenadas del vértice girado
asimétr¡camente- es tal que cada valor es la
suma de los tres anteriores, ley que remite a
la famosa serie de Fibonacci en la que cada
térm¡no es la suma de los dos anteriores,
serie íntimamente emparentada con la
proporción áurea o número de oro. Estamos
ante una organización de proporciones y Poliedrogenerador Cubo

ante una serie de Fibonacci ampliada o operac¡én Giro y reducción

Poliedro resultaflte 24 vért¡ces
especializada porque ya no se trata de dos 36 ar¡stas
14 caras I hexágonos
sino de tres términos anteriores -figura 18-. 6 cuadmdos

Por otro lado, el despliegue del conjunto de FIGURA 8.

los poliedros generantes y de los poliedros

generados permite elaborar y comprender
múltiples relaciones entre estas formas.
Formas que aspiran, no sin argumentos, a la
admiración porque parecen surgir como una
selección impuesta por las propias leyes de
la tridimensionalidad y la armonía.
El sistema generativo que mostramos
remite, en última instancia, a las nociones de
orden, de totalidad organizada y estructurada,
de trama subyacente que contiene a un
coniunto de elementos notables y establece
sus relaciones profundas, determinando asi
su pertenencia a un universo antiguo y
recurrente en el misterio de sus cualidades
sensibles y su rigurosa racionalidad.

. Sobre discernibilidad Poliedrogenerador Cubo

operación Beducción y g¡ro as¡métrico
Poliedm resu¡tante 24 vért¡ces
60 aristas
Trataremos este tema relevante para la 38 caras 6 cuádrados

Morfología montados sobre la amplia y sutil 32 triángulos

gama de posibilidades que nos ofrecen los FIGURA 9.

 Roberto Doberti

poliedros, tomados aquí como mater¡a

prima para un análisis que puede mostrar la
r¡queza y las alternativas de lo discerniblé y,
lógicamente, de lo indiscernible.
Distinguiremos dos modos o tipos de
discernibilidad, lo discernible desde el punto
de vista geométr¡co y los discernible en el
campo perceptual.
Asimismo abordaremos las relaciones que
se establecen entre ambos modos, cuestión
que, en el fondo, es la que más nos interesa
y donde otra vez los poliedros evidenc¡an su
inagotable apertura explicativa.
,'{
J Discern ibi I i dad perceptu a I
Discernir significa también entender, tener
Poliedro generador 0odecaedro
0peración Giro la capacidad y el ejerc¡c¡o de la comprensión
Poliedro resultante 30 vértices del mundo. La expresión "no tener
60 aristas
32 caras 12 pentágonos capacidad de discernimiento" implica
¡ustamente la carencia de posibilidad de
20 triángulos
FIGURA IO.

entendimiento.
Es notable que entre las cosas más
dispuestas a nuestra comprensión -me
refiero aquí espec¡almente a una
comprensión perceptual más que a una
cuestión rac¡onal abstracta- son
precisamente los poliedros regulares.
Podemos decir, sin riesgo de error para la
inmensa mayoría de las experiencias, que
nadie se siente desconcertado frente a la
presencia de un cubo. No solo lo entiende
sino que también lo recuerda con facilidad,
lo puede representar gráficamente y
describir verbalmente y también podrá
reconocer la equivalencia de su configuración
si se le presenta el mismo u otro cubo.
La cuestión resulta en c¡erto sentido
Poliedro generador Dodecaedro paradoial, puesto que se discierne con
0peración Duplicación
Poliedro resultante 60 vértices claridad un objeto cuyos elementos son
90 aristas
geométricamente indiscernibles, como
32 caras 12 cuadrados
20 tr¡ángulos precisaremos más adelante. La aparente
 Espac¡a¡idades

contradicción se explica porque

nuestros
modos de percepción disuelven
o modifican
la indíscernibilidad. En rigor, para,,ver,,
el
cubo esta operación sobre lo discernible
es
imprescindible aunque normalmente
desapercibida. para la apropiación perceptual
del cubo es necesario que alguna
cara se
distinga como ,,superior,, y se oponga
a la
"base", pasando entonces
las demás a ser
"lateraies". Más interesante
aún es que
esto no es siempre así, bien puede
ser que
la apropiación perceptual se
organice
entendiendo a alguna cara como ,,frontal,,
y
se oponga entonces a otra que i
se entiende I
como "fondo,,. Estas alternativas I
l.-'
determinan la ubicación perceptual Poliedrogenerador oodecaedro
de los
otros elementos, así en el primer 0peración Beducción
caso las Poliedro resultante 60 vértices
aristas se distinguen en ,,horizontales,,
_las 120 ar¡stas

correspondientes a la cara superior y 62 caras 12 pentágonos

a la FIGUBA I2- 30 cuadrados
base- y "verticales,,. En el segundo
caso las 20 triángulos

cuatro aristas del frente y las cuatro

del
fondo componen una clase separada
de las
"horizontales en profundidad,,.
Es claro que
distinciones similares se producen
en la
organización perceptual de los vértices.
La percepción del cubo, requiere
de una
discernibilidad ,,contextual,, sin la

-1
cual no
hay forma, y esa discernibilidad puede
tener
cualquier orden -part¡r de caras y
extenderse a aristas o vértices,
o bien partir
de aristas o vértices- y puede
mudar con el
tiempo de exposición def objeto y
el interés
del sujeto por captar otras posibilidades
de
interpretación.
En cada momento perceptual
será uno el
sistema de discernibilidad que prevalezca,
pero siempre habrá alguno.
Todos ellos
tienden a organizarse sobre la base Pofiedro generador Dodec¿edro
de una Operación
oposición espaciai preponderante que Poliedro resultante
Dupl¡cación y reduccién
120 vértices
produce la distinción fundamental. 180 ar¡stas
La '12
62 caras
contextualidad de la percepción queda decágonos
FIGUñA I3. 20 hexágonos
30 cuadrados
 Roberto Doberti

claramente manifiesta s¡ se presenta un

tetraedro en dos situaciones dist¡ntas. En
una de ellas apoyado en una cara -entonces
la oposición fundamental tiende a producirse
entre la cara de base y el vértice super¡or- y
en la otra apoyado en una arista -entonces la
oposición fundamental tiende a produc¡rse
entre esa arista de apoyo y la arista superior
que es una ortogonal espacial de ella-.
Por el contrario, si se presenta una forma
totalmente irregular -tal como una piedra
partida o un volumen de madera cortado
arb¡trariamente a hachazos- donde
geométricamente cada uno de sus
elementos son absolutamente discernibles
Poliedrogenerador Oodecaedro la percepción vacila, le cuesta aprop¡arse de
operación G¡ro y reducc¡ón
Pol¡edro resultante 60 vért¡ces la forma, no puede recordarla con facilidad,
§0 aristas
ni describirla con precisión. Más aún, si
32 carás 12 pentágonos
20 hexágonos después de algún t¡empo de producida ta
Ft6URA 14. experiencia se le presenta otra configuración
relativamente próxima no podrá discernir si
se trata o no de la misma forma.
Digamos que la apropiación perceptual
requiere de un trabajo, de un traba.io que
consiste en la producción de un "mapa" de
¡nterpretación, más precisamente de un
"atlas" puesto que puede contener más de
un mapa. En cada uno de los procesos
perceptivos ese trabajo -generalmente
{_) subterráneo- vuelve a producirse.
Sin esa posibilidad nos perdemos, por eso
desorienta tanto el desierto de arena donde
las dunas son indiscernibles y no habilitan
contexto que las organice como desorienta
la selva donde cada uno de los múltiples
'¡ I
I
árboles, ho.jas, lianas, frutos y flores son
distintos e irrepetibles.
Poliedrogenerador Dodecaedro
operación Beducción y giro asimétrico
Poliedro resultante 60 vért¡ces Di sce rn i b i I i d a d g eom étrica
150 aristas
Trataremos ahora sobre discernibilidad
92 caras 12 pentágonos
FIGUBA I5. 80 triángulos geométrica en los poliedros regulares y
 Espacialidades

semirregulares porque const¡tuyen casos

precisos y de notable importancia.
Empecemos estableciendo algunos criterios
y precisiones generales. Podríamos asoclar
la discernibilidad con la diferencia y la no
discernibilidad con la equivalencia. S¡n
embargo, es más preciso decir que
discernibilidad es una relación entre
elementos de la misma especie o tipo que
permite distinguirlos, reconocerlos, señalar
uno respecto del otro aunque se hayan
producido movimientos en el espacio -que
no modifiquen la forma- y aunque dichos
movimientos estén fueran de la mirada del
Poliedrogenerador Tetraedro
observador que pretende discernir.
0peración Oupiicación
Para ejemplificar con un caso ya analizado Poliedro resultante '12
vértices
18 aristas
del cubo, si lo ponemós bajo la mirada de I caras 4 hexágono§

un observador y le pedimos que at¡enda a 4 triángulos

cualquiera de sus elementos -sea una cara, FIGURA I6.

una ai¡sta o un vértice- y luego ocultamos

el cuerpo y los hacemos girar, el observador
no podría señalar o reconocer cuál era la
(
cara, arista o vértice que había sido objeto
de su atención en la experiencia inlcial. En

il\
)
tal sentido, el cubo es un poliedro
totalmente indiscernible porque son ,

indiscernibles todos sus elementos del Bectángulo en proporc¡ón áurea

mismo tipo y esto para todos los tipos de
componentes sean caras aristas o vértices.
Si ahora repetimos la experiencia con el
cuerpo arquimediano cuyas caras son ocho
sHs
triángulos y seis cuadrados -frecuentemente
llamado cuboctaedro-- el observador no
podría discernir en absoluto aristas o
vértices. Si hubiera atendido a una cara
\ I
cuadrada tampoco podría señalar de cuál de
las caras cuadradas se trata, pero como es
obvio podría decir sin riesgo de error que
ciertas caras -en este caso las triangulares-
Volumen según Fibonacci ampl¡ado
no fueron el ob.¡eto de su atención.
Podemos entonces, distinguir entre una FIGURA 17. FIGURA I8.