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Capítulo 3:1 - 4
Pero esta libertad de expresión la vemos en la universidad de Dios. Este es uno de los
títulos que podemos darle a este capítulo aquí. También podemos darle otro: Dios escucha
Esta libertad de expresión, este movimiento hoy, creemos que tuvo su comienzo en la
zona oeste de los Estados Unidos, allá en la universidad de Berkeley, y a la cual la industria
de medios masivos le dio una proporción que no tenía. Esto preocupó en gran manera a
personas interesadas en la obra de la universidad, que decían que su dinero con el cual
apoyaban estos estudios se utilizaba para otras cosas, y todo resultó en un espectáculo en
realidad ridículo, ya que esos jóvenes de esa época trataron de tomar ventaja de todo esto.
La mayoría de los estudiantes en esa universidad fueron intimados, los estudiantes serios, y
eso, por supuesto, reflejaba sobre las buenas intenciones de obtener una buena educación.
Ha cambiado todo esto ahora y está mucho mejor, pero aún permanecen las cicatrices de
esa época.
En esta sección en la cual nos encontramos, Dios está probando nuestra fe en formas
diferentes. Vamos a mencionar esto cuando concluyamos, porque aquí tenemos el último
capítulo que trata de esto. Dios prueba la fe por nuestra lengua. Así es que, queremos
tomar una de las botellas de ácido que tenemos para hacer este experimento. En realidad,
este ácido es mucho más potente que el ácido sulfúrico o cualquier otro ácido que haya sido
creado por el hombre y la etiqueta que encontramos aquí dice LENGUA. No estamos
hablando aquí en cuanto a la composición química de la lengua, amigo oyente, sino en
cuanto a la teología de la lengua. Él ya ha indicado que iba a entrar en esto cuando dijo
allá en el capítulo 1, versículo 26:
26
Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su
corazón, la religión del tal es vana. (Stg. 1:26)
Y él también expresó algo en cuanto a ser prontos para oír, pero tardos para hablar, porque
usted tiene dos oídos, y Dios se los dio a usted para que pueda escuchar dos veces más, y
solamente le dio una boca. Hay algunos que tienen dos, pero la mayoría tenemos una. Hay
personas que tienen doble lengua, como bien sabemos. Ellos dicen una cosa por un lado, y
luego dicen otra cosa por otro lado.
Bien, entremos a este tema tremendo, porque en realidad la lengua es el armamento más
peligroso en el mundo. Es más mortal que la bomba atómica misma, y en realidad, no se puede
inspeccionar nada en cuanto a la lengua. Alguien dijo que fue un milagro cuando el asno de
Otra persona lo expresó de la siguiente manera. Un bebé necesita dos años para aprender a
hablar, y 50 años para aprender a mantener su boca cerrada. Cierto hombre se encontraba
pescando a orillas del mar. Por allí pasaron dos mujeres, y él estaba pescando sólo y había
estado pescando por varias horas, y por fin cogió un pescadito que por cierto no era muy grande.
Y estas dos mujeres que por allí pasaban decidieron reprender a ese hombre, y le dijeron: “No
tiene usted vergüenza de atrapar tan cruelmente a ese pequeño pescadito?” Y ese hombre que
ya estaba un poco desanimado por haber pasado tanto tiempo sin pescar nada, dijo: “Quizá usted
tenga razón, señora, pero si ese pez hubiera mantenido su boca cerrada no hubiera sido
atrapado”. Se dice que el caracol tiene sus dientes en la lengua, que conserva enrollada como
una cinta mientras que no la necesita. Una vez que llega el momento de usarla, saca su afilada
apéndice y aunque el tamaño de los dientes es realmente microscópico, esto no impide el que
realmente haga una labor devastadora. Lo mismo puede decirse de algunas personas; no parece
sino que tienen dientes en sus lenguas, y muerden al hablar, devorando la buena fama y
reputación de sus semejantes.
El gran predicador Spurgeon, lucía en cierta ocasión una larga y vistosa corbata de aquellas
que estaban de moda en su época, cuando el príncipe de los predicadores llenaba los templos y
salones de espectáculos más grandes de Londres.
Después de la predicación, se le presentó una señora que era conocida de él, de esas que son
muy devotas pero cuya mayor preocupación es descubrir los defectos del prójimo. “Señor
Spurgeon”, le dijo: “he traído mis tijeras, pues deseo acortarle la corbata que es muy mundana y
demasiado larga para un predicador del evangelio”. “Corte como quiera, señora”, fue la
respuesta. “Pero antes, permítame usar sus tijeras para cortar algo que usted lleva, una cosa que
es demasiado larga, y que produce, a mi entender, mucho más escándalo al evangelio que mi
Creemos que una de las cosas más peligrosas en este mundo, amigo oyente, como ya hemos
dicho, es la lengua. Creemos que ésta es una de las cosas más peligrosas que pueda existir
dentro de la iglesia. Alguien dijo lo siguiente: “Tú puedes controlar la palabra que no se ha
pronunciado, pero la palabra que se ha pronunciado te controla a ti”. Uno que trabaja en la
radio tiene que tener mucho cuidado con lo que dice, porque uno puede ser malentendido muy
fácilmente, y es necesario reconocer esto.
Bien, después de haber dicho todo esto, como introducción preliminar, podemos entrar ahora
sí, al capítulo 3, y ver lo que nos dice el versículo 1 de la epístola de Santiago:
1
Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos
mayor condenación. (Stg. 3:1)
Lo que tenemos aquí es algo importante de notar. Aquí él está diciendo que el maestro tiene
mayor responsabilidad, y la razón para esto es que existe un gran peligro en la boca de la
enseñanza hoy, el enseñar algo equivocado. Estamos sorprendidos absolutamente, y nos
sentimos sobrecogidos por la forma en que tantos creyentes caen en toda clase de enseñanzas que
tiene que ver con la profecía en el presente. Estas personas siguen cualquier cosa. Todo lo que
se necesita hoy es una lengua hábil. Y luego, hay quienes caen siguiendo toda clase de
métodos, toda clase de sectas. Y aún así, estas personas, en realidad, en lo que se refiere a la
Palabra de Dios, son completamente ignorantes. Y esa es la razón por la cual decimos, y nos
El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee contaba que tuvo el privilegio de
guiar al Señor a un joven, pero que luego se había apartado por la tangente, y a quien él había
tratado de que se dedicara a estudiar la Palabra de Dios. Bueno, este joven no lo hizo, y había
comenzado a enseñar una clase, y este joven era muy hábil con su lengua. El Dr. McGee decía
que alguien en esa clase se acercó a este muchacho y le dijo: “¿Sabía usted que lo que está
enseñando es contrario a lo que enseñan la mayoría de los maestros bíblicos, en especial a aquel
que le llevó a usted al Señor?” Y este joven respondió: “¿Y quién es ese?” Y luego esta otra
persona le dijo quien era. Y ese joven dijo: “Ah, McGee. Bueno, él quizá debería corregir su
teología, pues quizá lo tenga que hacer”. Nos sorprendemos, mientras más estudiamos la
Palabra de Dios, de lo ignorantes que somos en cuanto a lo que ésta enseña, y no de nuestro
conocimiento. Amigo oyente, pensamos que hay mucho camino que recorrer aún. Y este
joven nos recuerda lo que dijo un predicador en cuanto a un joven que recién comenzaba. Este
joven parece ser muy orgulloso. Y este hombre dijo: “Sí, él parece creer que es la cuarta
persona de la Trinidad”.
Amigo oyente, la lengua es algo muy peligroso. Y lo que Santiago nos está diciendo aquí:
“Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros”, es una advertencia. No crea que
en el momento en que usted es salvo usted ya puede comenzar una clase de estudio bíblico y
enseñar el libro de Apocalipsis. Sabiendo que recibiremos mayor condenación. – dice aquí
Santiago.
2
Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón
perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. (Stg. 3:2)
Este versículo 2, comienza diciendo: Porque todos ofendemos muchas veces. Nos gusta
mucho como esto ha sido traducido. Quiere decir que nosotros podemos tropezar muchas veces
y eso lo hacemos todos nosotros. No hay ninguna excepción a esto, digamos de paso.
Y luego, él dice: Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto. Esto quiere decir
que es un creyente ya maduro como debería ser, como un niño que ya ha crecido. Cuando un
niño tiene cuatro años, es un niñito o una niñita, cualquiera sea el caso. Cuando ya tiene 21
años, entonces, ya está listo para contraer matrimonio. Está diciendo aquí que el hombre o
varón perfecto es capaz también de refrenar todo el cuerpo. Es decir que, si él puede controlar
la forma en que habla, entonces puede refrenar todo su cuerpo, o refrenarlo, en realidad, toda su
vida.
Ahora, aquí leímos: Todos ofendemos muchas veces. Pero debemos recordar que la lengua
en realidad es el índice de nuestras vidas. La lengua levanta o eleva al hombre del mundo
animal. Evita que él sea un simio que produce sonidos sin sentidos o un ave parlanchina. La
lengua es un distintivo que usted y yo llevamos. Nos identifica. Es el índice más indicativo de
la vida. Esto es lo que nos hace resaltar ante los demás, dice a los demás lo que somos.
Usted recuerda que el día que crucificaron al Señor Jesús, el Apóstol Pedro le seguía de lejos,
y algunos de los que estaban allí le dijeron a Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque
eres galileo, y tu manera de hablar es semejante a la de ellos. (Marcos 14:70). Él no podía
negar de donde venía. La lengua, el lenguaje, la forma de hablar de cada uno, indica de dónde
viene, quién es. También demuestra si uno es educado o no lo es. Prueba si uno es limpio o es
inmundo; si usted es una persona vulgar o refinada; si usted es un creyente o un blasfemo; si
usted es un creyente o si no lo es; si usted es culpable o si no lo es. Amigo oyente, pensamos
que, si tuviéramos una grabación hecha de todas las cosas que usted ha dicho durante el mes
pasado, usted no quisiera que el mundo se enterara de lo que dijo.
Bien, veamos ahora si podemos colocar este ácido del cual hablamos sobre la lengua, su
lengua y la mía. Y vamos a descubrir que él menciona aquí una lengua desenfrenada. El
versículo 3 de este capítulo 3 de Santiago, dice:
3
He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y
dirigimos así todo su cuerpo. (Stg. 3:3)
Aquí se está hablando de este caballo. Fue David que dijo en el Salmo 39, versículo 1: Yo
Ahora, la lengua puede desbocarse también. Alguna persona hablando de otra persona ha
dicho: “¿Sabe una cosa?, su mente hace que su lengua comience a moverse, luego se apaga la
mente, y lo deja”. Hay muchos de nosotros que pasamos a través de esta vida de esa manera.
Se necesita, amigo oyente, poner un freno a la lengua. Y ahora, Santiago va a cambiar esta
forma retórica de expresarse, y va a decir aquí en el versículo 4:
4
Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son
gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. (Stg.
3:4)
Los grandes barcos tienen un timón por el cual son controlados, y este timón es tan pequeño,
que casi no se puede ver. Una tormenta muy fuerte puede empujar a un barco, y un timón
también puede controlarle. Pero la lengua puede cambiar el curso de su vida. Muchos han sido
arruinados por la lengua. Muchos nombres o reputaciones de mujeres han sido arruinadas
completamente por los chismes de alguna persona. La lengua, amigo oyente, es más peligrosa
que un caballo desbocado, o una tormenta en la mar. Hoy podemos observar que el alcohol, el