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Innovaciones Agropecuarias en la Nueva España

Por Al Garcia

Las innovaciones agropecuarias en la Nueva España comenzaron tras el


establecimiento del virreinato de Nueva España por parte del Imperio español a
partir del 8 de marzo de 1535.

Tras la caída de Tenochtitlan en 1521 y la conquista de México, los españoles


comenzaron la gran Conquista y con esta introdujeron el trigo, la uva y el olivo,
que se daban muy bien en esas tierras.

La técnica proveniente de Europa ayudó a la gran producción que se dio en


Nueva España e impulso el crecimiento de la actividad agrícola al punto de
hacerla de exportación.

Sin embargo, en general la agricultura se encontró en una situación precaria,


debido a que las tierras las poseían muy pocos, el suelo fértil no se trabajaba y
hubo un lento progreso.

Los principales cultivos tropicales en la Nueva España fueron caña de azúcar,


algodón, cacao, vainilla y añil.

Las innovaciones agropecuarias más importantes en la Nueva España


Innovaciones en la técnica
No solo se trataba de nuevas semillas y sembradíos, sino de la forma de sembrar
y cosechar.

La llegada de los españoles introdujo técnicas tales como el arado, la asada, la


pala y la rotación de cultivos, que no solo optimizaron la siembra y recolección
sino que cambiaron el paisaje.
Las yuntas y arados de madera o metal, tanto por tracción animal como humana,
optimizaron el uso de la tierra.

Estas técnicas incluían la hidratación del suelo y el establecimiento de periodos


cuantificables para la cosecha, dando así resultados predecibles en comparación
al relativo azar con el que vivían muchas poblaciones indígenas.

Las poblaciones de América contaban con ciertas técnicas para el cultivo, pero
es innegable el aporte europeo en sistematizar la producción.

El trigo

El principal cultivo de los españoles en el virreinato fue el trigo, alimento básico


en gran parte de Europa y que no era excepción en España.

Tuvo su mayor auge en el estado de Puebla, al centro del actual México. Esta
zona fue conocida como el granero de la Nueva España por dos siglos.

Desde 1550 comenzó a cosecharse y se quedó a formar parte de la dieta no solo


de México sino de todo el continente.

Su permanencia se debió no solo a la influencia española sino a la de otros


inmigrantes provenientes de Italia, Francia y Portugal, que tenían como parte de
sus dietas los productos hechos a base de trigo, como el pan y la pasta.

Café, plátano y naranja

El virreinato de Nueva España se extendía originalmente desde la parte sur de


Estados Unidos, pasando por México y Centroamérica, hasta la zona norte de la
actual Sudamérica.

Fue en estas tierras en donde se dieron las mejores cosechas de café y plátano,
especialmente en lo que pasó a llamarse Nueva Granada, que incluía a Colombia
y Venezuela. Ambos países actualmente son productores de café.

El plátano caló de tal modo que forma parte de las mesas en todos los países
del Caribe.

Por su parte, la naranja es uno de los principales productos de los estados de


Florida y California, ambos pertenecientes a Nueva España en el siglo XVI y que
actualmente forman parte de Estados Unidos.
Cambios en la actividad económica y social

La agricultura proporcionó un sustento básico, constante y fiable a la población


prehispánica, fueran españoles, indígenas o esclavos, a pesar de que la mano
de obra provenía principalmente de estos dos últimos grupos.

El precedente de cargas fiscales y pago de tributos quedó instaurado junto con


el desarrollo de la agricultura, al punto de evolucionar de distintas maneras en
los actuales sistemas económicos en todos los países de América tras la
independencia del continente del poder español.

 Historia

 Historia

Minería en Nueva España: características, influencia,


tecnología
Por Daniela Rodríguez

La minería en la Nueva España representó una actividad importante que


definió gran parte de las actividades comerciales de la época. Entre los metales
que se extrajeron destacaron la plata y el oro; en cuanto a los minerales,
sobresalió la explotación del estaño, el plomo y el cobre.

Para esta labor, cuya finalidad fue conquistar la fortuna y aumentar la


economía, los productores y monarcas no escatimaron en esfuerzos. El
desarrollo y la explotación de las minas iniciaron después del descubrimiento
de América, que se llevó a cabo en el año 1492.

La imagen representa el flujo de los minerales en la Nueva España. La


explotación minera permitió desarrollar actividades comerciales fundamentales para
esta región. Fuente: National Library of Congress [Public domain]
Por esa razón Cristóbal Colón (1451-1506) en su segundo viaje para la
Española —isla que se encontraba entre los actuales República Dominicana y
Haití— trasladó herramientas para la extracción de los metales.

De esa manera surgió la leyenda de “El Dorado”: un reino mineral o una ciudad
impregnada de minas de oro, donde el rey (o el líder indígena) cubría su cuerpo
con dicho elemento y realizaba alguna especie de ritual. Esa ceremonia motivó
numerosas expediciones que se extendieron hasta el siglo XIX.

No obstante, en los territorios que se iban colonizando no predominaron los


yacimientos de oro sino de plata, los cuales se fundían y exportaban por todo el
continente europeo. La extracción de estos minerales representó un auge
financiero en la antigua Europa menos en España, donde aumentó la inflación.

Las minerías pasaron a ser de instrumentos decorativos a excavaciones de


producción. Es decir, en Sudamérica las explotaciones no tuvieron ningún
beneficio sino todo lo contrario, desestabilizaron las aldeas. En España, a
finales del siglo XVI el resultado fue la quiebra del Estado y de los proyectos
para restaurar la administración.

Índice

 1 Origen
o 1.1 Primeras minas
o 1.2 Las minerías: un secreto revelado
 2 Características
 3 Influencia en la economía
 4 Tecnología minera
o 4.1 La plata de fuego
o 4.2 La plata de azogue
o 4.3 La plata de pie y cazo
 5 Principales ciudades
o 5.1 Guanajuato
o 5.2 Potosí
 6 Referencias

Origen

Se denominó Nueva España a los territorios que el imperio hispano iba


subyugando a través de las armas y del dominio político-religioso. El nombre
fue otorgado en honor a la antigua España: la idea era expresar que las
regiones usurpadas también le pertenecían a este país.

Sin embargo, las costumbres de los colonizadores demoraron por lo menos


cinco décadas en consolidarse en los espacios americanos. En el transcurso
de ese tiempo los españoles utilizaron los recursos novohispanos como medios
de intercambio y comercio, razón por la cual las minerías fueron una fuente
fundamental para la expansión del mercado.

Por tal motivo, la conquista se enfocó en la búsqueda de lugares con


yacimientos minerales y el establecimiento de un sistema de presidios.Al igual
que la evangelización de los indios, este sistema tuvo la finalidad de procurar la
mano de obra necesaria para el estable funcionamiento de las zonas de
explotación minera y de sus campos de abasto.

Entonces, el interés de la corona española fue similar al de los mercaderes y


propietarios que participaron en el refinamiento y exportación de los metales, el
cual era el reconocimiento político y social mediante el incremento mercantil.

Primeras minas

A partir del 1522 se inició —aunque de manera superficial— la extracción del


oro que se hallaba en los ríos y arroyos, especialmente en los terrenos del valle
central de Oaxaca y de la región mixteca. Tiempo más tarde surgieron los
yacimientos de Motines, Zacatula, Zumpango y Tehuantepec; todos eran
propiedad de Hernán Cortés (1485-1547).

En 1536 se encontraron las minas de las riveras de Espíritu Santo y las que se
localizaban por la provincia de Chiametla, al sur de Sinaloa. Los primeros
centros mineros sufrieron un sinfín de daños debido a las continuas
explotaciones; por ese motivo, en 1540 dejaron de ser fructíferas.

En ese momento el oro ya no era el metal anhelado por asiáticos y europeos,


sino la plata. Este cambio de perspectiva hizo que se desarrollaran las sedes
mineras más importantes del virreinato, entre las que destacaron Zacatecas,
Pachuca, Ixmiquilpan, Guanajuato, Comanja, Xichú, Morcillo, Potosí, Pachuca,
Real del Monte, Castrovirreyna y Oruro.

Por un lado, estos yacimientos generaron los principales ingresos para la


nación española, ya que los dueños de las minas tenían que abonar una quinta
parte de la extracción de los minerales como impuestos. Asimismo, la
monarquía reservó la distribución del mercurio con el cual se agilizaba la
producción argentífera.

Por otro lado, para la población nativa los efectos de la explotación fueron
nocivos, pues el constante traslado produjo una ruptura en la organización de
las comunidades, alterando sus jerarquías y cesando con las vidas de sus
habitantes.

Las minerías: un secreto revelado


El crecimiento económico que generaron los yacimientos fue el comienzo de
una etapa de prosperidad, tanto que los hombres viajaban de un continente a
otro con la intención de indagar acerca del origen del tesoro (como también se
les llamó a las minerías). Un tesoro que la nación española procuró mantener
en secreto.

Debido a los beneficios obtenidos, el Estado español intentó ocultar la


ubicación de las minas al resto de los países europeos con la finalidad de no
compartir los recursos. Sin embargo, dicho suceso originó varios conflictos
porque eventualmente fueron descubiertas.

A mediados del siglo XVI Francisco Drake (1540-1596), comerciante de


esclavos y explorador, incursionó por las regiones de Suramérica. Este corsario
inglés dio a conocer que las comunidades americanas se encontraban
indefensas, ya que no había ejércitos formales que las resguardaran.

Además, en 1579 se formó la República de los Siete Países Bajos Unidos. Esa
unión tuvo como propósito que los holandeses, pueblo de marineros, viajaran y
llegaran al llamado Nuevo Mundo.

Así fue como las provincias unidas, especialmente Holanda, consiguieron ser
adversarios de España por el dominio territorial de las nuevas zonas
descubiertas. Esta disputa perduró un largo tiempo hasta que en 1588 el plan
elaborado por Felipe II (1527-1598) —designado la “grande y felicísima
armada”—, fracasó ante las tropas inglesas.

En ese momento España tuvo que entregarle a Inglaterra los derechos sobre
los océanos y, con ellos, las localizaciones de los campos mineros, siendo
revelado el secreto.
Características

La producción minera de la Nueva España se caracterizó por la intervención de


la nación hispana y de los poderes políticos locales, los cuales brindaron
protección al momento de la explotación de los yacimientos. Es decir, los
geólogos europeos procuraron mejorar las técnicas de extracción con el fin de
proteger el terreno y a los habitantes.

Vale acotar que la extracción de minerales y metales no presentó un resultado


inmediato, razón por la que varios inversionistas desistieron del proyecto
porque esperaban prontas ganancias. Al principio, la inseguridad de las
pérdidas del capital por parte de los individuos fue lo que detuvo el progreso
oportuno de la explotación minera.

A su vez, la falta de capital causó el forzado reclutamiento de indígenas para


ocuparse de las labores de las minas. Las condiciones del trabajo eran
esclavizantes e iban contra lo proclamado por el gobierno español, quien
manifestó que los indios podían poseer y labrar las minas pero no se debían
obligar a prestar servicios arduos sin ser remunerados.

El proceso de esclavización no fue permanente, también hubo empleados


voluntarios y, de manera relativa, asalariados.

Sin embargo, esta expresión laboral demoró en expandirse debido a la falta de


conocimiento de los trabajadores sobre la explotación de los yacimientos, por el
desconocimiento de la moneda y por el agobio que dejaban las tareas
asignadas.

Influencia en la economía

En el siglo XVI, España y Sudamérica se encontraban desestabilizadas


económicamente por las malas inversiones que se habían realizado en los
sectores mineros, metalúrgicos y de exportación. Por ello, Felipe II pretendió
ordenar por vía legislativa el sistema de explotación minera y anunció la ley de
Ordenanzas de Minas (1563).

En esa reforma se señaló que los yacimientos de oro, plata y azogue eran
patrimonios de la realeza y solo podían ser manipulados por aquellos que
cancelaran el impuesto correspondiente.
Tal decreto ocasionó el desarrollo monetario a través del comercio; los metales
y los minerales se podían cambiar por artículos como seda, especies,
porcelana y marfil.

En cuanto a las barras de oro y plata, estas se vendían y parte del dinero
obtenido se invertía en la formación de industrias alimentarias, ganaderas y de
curtidos, así como en la elaboración de productos técnicos para renovar y
acelerar la labor en las minerías.

Tecnología minera

Para extraer los metales de las primeras minas se utilizaron hornos castellanos
o “huayras” (calentadores minerales en la época prehispánica). Mediante estos
y las monteras de los filones se fundían el oro y la plata.

Sin embargo, el cambio mineralógico ocasionó la evolución de las técnicas de


amalgamación, incluyendo el uso de la pólvora y la brújula en el laboreo. El
desarrollo tecnológico se manifestó de varias formas y entre estas destacaron
las siguientes:

La plata de fuego

Los metales se diluían a través del plomo.

La plata de azogue

Los elementos se disolvían por medio del mercurio frío.

La plata de pie y cazo


Los minerales se fundían mediante el mercurio caliente.

Principales ciudades

Las principales ciudades mineras fueron Guanajuato y Potosí. Como


consecuencia de estas labores mineras, dichas ciudades se convirtieron en
importantes centro económicos de la Nueva España.
Guanajuato

Guanajuato —cuyo nombre oficial era intendencia de Santa Fe de


Guanajuato— se encontraba en México.

Vale acotar que actualmente Guanajuato se mantiene como una de las áreas
mexicanas más ricas en cuanto a minerales, a pesar de que está en un
proceso de recuperación de la calidad de su suelo.

Potosí
Potosí se hallaba hacia el sur de Bolivia y el nombre por el que era más
conocida fue Villa imperial de Potosí. Entre los siglos XVI y XVII, en Potosí se
encontraba la mina de plata de mayor envergadura en el ámbito mundial.

Esto es indicativo de que la plata siempre fue su elemento más abundante y


más explotado, y así se reflejó en el arte orfebre típico de esta región, que tenía
prestigio mundial

Los inicios de la actividad industrialEditar

Alegoría de la industria tondo de Francisco de Goya. La industria textil fue muy importante para el auge
económico y para el extenso desarrollo industrial de Nueva España.[19]

España tuvo un desarrollo industrial lento y tardío.[20] Las colonias españolas,


por tanto, tampoco alcanzaron un desarrollo importante, ya que España
aplicaba sobre ellas una política proteccionista que prohibía el desarrollo de
ciertas industrias reservadas exclusivamente a los productores de la península
ibérica.[21] Sin embargo surgieron en Nueva España pequeñas industrias,
principalmente artesanales, que elaboraban muchos de los productos que
demandaba la población y que no eran suministrados por la metrópoli. Los
pequeños fabricantes se organizaban en gremios para proteger sus intereses y
en las principales ciudades se establecían por barrios;[21] había quienes
producían alimentos como queso, pan, miel y hasta embutidos y carnes
secas;[21] estaban también quienes se dedicaban a la producción relacionada
con el vestido:[21] telas, sastrerías, zapatos; quienes curtían pieles, elaboraban
jabones, cerámica, fabricaban ladrillos o tallaban cantera. Asimismo la industria
de la orfebrería y la platería era muy apreciada.
De todas las industrias, la que alcanzó mayor impulso fue la textil,[21]
especialmente la del algodón y la lana. Favorecieron su desarrollo la
abundancia de materia prima, la enorme demanda interna (principalmente
indígena y mestiza que no tenía acceso a las telas importadas), el bajo costo
de la mano de obra y la larga tradición en las técnicas de confección de las
telas de algodón que venía desde la época prehispánica.[21]
Los llamados obrajes, centro manufactureros que operaban desde el siglo XVI,
se desarrollaron como verdaderos centros productivos donde se
confeccionaban no sólo telas, ropa, sombreros y calzado, sino también
cerámica, vidrio y hasta pólvora. Los principales obrajes estaban establecidos
en Puebla y en la Ciudad de México y poco a poco surgieron en otras ciudades
de importancia. Las condiciones de trabajo de los indios, castas y negros en los
obrajes eran de auténtica esclavitud.[21] Como lo destacan los siguientes
fragmentos, el primero escrito por el virrey Luis de Velasco dijo, de finales
del siglo XVI, respecto al trabajo de los indios en los obrajes. El segundo texto
hace referencia a la ordenanza del virrey Carlos Francisco de Croix, de 1767,
acerca del mismo asunto:

Porque los indios son fáciles en recibir dinero y obligarse por ellos, y
siendo mucha cantidad, quedan casi en esclavonía y de suerte que
jamás pueden pagar, ordeno y mando que ningún indio laborío ni de
cualquiera calidad que sea pueda recibir adelantado, ni el español
obrajero darle, ni el juez consentirlo, más que la cantidad que
pudiesen montar cuatro meses antes del salario.[22]

[...] dispuso el virrey en estas ordenanzas que a ingún indio se le podía


admitir empeño por un tiempo mayor de cuatro meses; la cantidad
que se les adelantase no podía pasar de las dos terceras partes de los
salarios que debían devengar durante ese periodo, «dejando la tercia
parte para entregarles samanariamente a fin de remediar sus
urgencias». Declara el virrey que a pesar de «las prohibiciones de dar
dinero adelantado a los indios, así en el tiempo de su entrada como en
el de su empeño, se hayan algunos en ellos obrajes debiendo 40 y 50
pesos, y continuando los empeños en tanta forma que no consiguen el
verse libres en sus días, y precisan los dueños de los obrajes a los
hijos de los sirvientes a que les paguen lo que quedaron debiendo los
padres».[23]
La preeminencia del BajíoEditar

El Bajío, cerca de San Miguel el Grande. El Bajío fue una rica región minera, muy valorada por el gobierno
virreinal de la Nueva España, lo cual hizo que sus territorios se extendieran hacia la región norte del
virreino; un impulso muy gran llevado a cabo por las autoridades virreinales y por las particulares, lo
cual hizo acrecentar la fortuna de toda Nueva España.[24]

En la región del Altiplano Centro de Nueva España se concentraba la mayor


parte de la población, tanto española como criolla, mestiza e indígena; por ello
el centro era, con mucho, la zona de mayor dinamismo, donde se llevaban a
cabo las principales actividades políticas, económicas, sociales y culturales de
la vida colonial.[25] Las ciudades de mayor importancia, las vías de
comunicación, la relación comercial más enérgica, se desarrollaron en la región
central. Las grandes haciendas agrícolas y ganaderas no fueron la excepción.
La producción agropecuaria fue mucho más intensa allí que en los alejados
territorios del norte.[25]
La región del Bajío, integrada por parte de los actuales estados de
Guanajuato, Michoacán y Querétaro (llamada así por ser las tierras bajas con
respecto de las del Altiplano Central), de fértiles suelos y clima benigno, se
desarrolló a partir de los primeros avances hacia la colonización de los
territorios del norte y muy pronto se integró a la actividad económica y social
del Altiplano Central.[25] Su empuje fue tal, que para el siglo XVIII era la zona
de más rápido crecimiento demográfico y de mayor producción agropecuaria de
Nueva España.[25] En ella también se desarrollaban centros urbanos de
primera importancia como Celaya, Salamanca, San Miguel el Grande, León de los
Aldama y Guanajuato que era a la vez, una rica zona minera.[24] Debido a la
gran productividad de la región del Bajio su mercado se convirtió en uno de los
más prósperos de Nueva España, ya que por ahí pasaban o se producían
buena parte de las mercancías y los insumos para la minería y la agricultura
destinados a las provincias del norte.
La decadencia del poderío
naval español
Conoce las principales razones de la decadencia del poderío naval español.

Durante el siglo XVII, España experimentó un desgaste que afectó todas las áreas de la sociedad,
el constante gasto bélico tuvo duras consecuencias sobre la economía peninsular y la
disminución de ingresos impidió la renovación de la flota naval.

ÍNDICE
 1 Antecedentes de la decadencia
 2 Deterioro de los navíos
 3 Batalla de Trafalgar

ANTECEDENTES DE LA DECADENCIA
La poderosa Armada Invencible se financiaba con minerales traídos desde América, sin
embargo, la piratería fue en considerable aumento y las flotas mercantes fueron los principales
objetivos de sus acciones. Los corsarios eran contratados por los mismos británicos, pues sabían
que saboteando la exportación de mercancías lograban debilitar el poderío naval de España;
entre menos riquezas, menos navíos de guerra.
Para atenuar los efectos de la piratería se crearon caravanas de defensa de las flotas mercantes,
no obstante, estos no tuvieron el éxito esperado. La piratería era ejecutada por experimentados
guerreros y hombres de mar que normalmente lograban el objetivo de diezmar la flota española.
Entre los años 1585 y 1605, el rey de España y Portugal Felipe II se involucró en una guerra
contra Inglaterra, la Armada Invencible fue por primera vez derrotada en 1588 por la moderna
flota inglesa. Los monarcas que sucedieron a Felipe II también se vieron involucrados en
conflictos armados que requerían enormes gastos y recursos para financiarlas.
En 1701 estalló la Guerra de Sucesión Española que marca el arribo al poder de
los Borbones y que tuvo como principales consecuencias la desestructuración de la monarquía,
la pérdida de territorios europeos que impulsaron el surgimiento del Imperio Británico y el
detrimento del control sobre el comercio con las Indias.
El desgaste producido por las constantes guerras generó la decadencia de la economía española
y de la mano de ella, del poderío naval.

DETERIORO DE LOS NAVÍOS


A principios del siglo XIX, la flota española se modernizó bastante a pesar de las dificultades que
se enfrentaban. Gran parte del financiamiento fue obtenido de los mismos altos mandos que no
estaban dispuestos a ser derrotados en batalla por causa de navíos en mal estado. Esta
modernización no fue suficiente frente al poderío de la flota inglesa que contaba con navíos
poderosos y modernos.
Sin embargo, uno de los principales aspectos problemáticos de la flota era la tripulación, la cual
había sido diezmada por un brote de fiebre amarilla provocando un recambio de ancianos,
inexperimentados y hombres de infantería. Lo único a su favor, eran los altos mandos que
contaban con gran experiencia.
La situación de la flota española era compleja al momento de realizar la alianza con Napoleón
Bonaparte, quien tenía intenciones de enfrentar y mermar la hegemonía marítima del Imperio
Británico.

BATALLA DE TRAFALGAR
Este hito histórico marcó la debacle del poderío naval español y el golpe de gracia de la
decadencia a la otrora afamada Armada Española. La Batalla de Trafalgar ocurrió el 21 de
octubre de 1805 convirtiéndose en uno de los escenarios de las Guerras Napoleónicas.
En este conflicto, España se vio involucrada tras la alianza de las tropas españolas con las
napoleónicas, en un intento por distraer la flota británica en las costas americanas para que
Napoleón pudiera desembarcar a sus tropas en las costas británicas. Este intento resultó
infructuoso ya que la flota franco – española fue derrotada en la Batalla de Finisterre,
retirándose hacia Cádiz.
Tras de estos hechos, Napoleón solicitó a la flota que se dirigiera hacia el Mediterráneo y
detuviera el avance británico que bloqueaba las rutas comerciales francesas. A pesar de que en
un primer instante, el vicealmirante a cargo de la flota desoyó el llamado, posteriormente tras
ser presionado, acude al encuentro y de este modo se enfrentan las dos flotas armadas.
La flota franco – española recibe una dura derrota siendo aplastada por las fuerzas británicas
que contaban con una moderna y experimentada flota naval. Este triunfo marca el inicio de una
nueva era, en donde el poderío británico se consolida y España como potencia, inicia su lenta
agonía.

Reformas borbónicas en Nueva España


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una publicación acreditada.
Este aviso fue puesto el 27 de octubre de 2018.
Felipe V de España, primer promotor de las reformas borbónicas en Nueva España.

Las Reformas borbónicas fueron una serie de cambios administrativos


aplicados por los miembros de la monarquía absoluta borbónica,
españoles de la casa de Borbón a partir del siglo XVIII . Estas buscaban
remodelar tanto la situación interna de la Península como sus relaciones
con las provincias ultramarinas. Ambos propósitos respondían a una
nueva concepción del Estado, que consideraba como principal tarea
volver a abrogarse todos los atributos del poder que había delegado en
grupos, corporaciones y asumir directamente la dirección del poder
español que mostraba signos de decadencia. Las constantes guerras
con Inglaterra, la corrupción y la evasión de impuestos habían
contribuido al deterioro de las finanzas, mientras que las pestes y las
epidemias habían producido una crisis demográfica. Ante esta situación,
los monarcas fortalecieron la economía española mediante el máximo
aprovechamiento de los recursos provenientes de las colonias y
unificaron así su administración a través de la designación de ministros
más eficientes. El virreinato de la Nueva España (hoy México) y el de Perú
constituían las colonias más prósperas y ricas que España disponía. México
producía en Zacatecas y Guanajuato el 67 por 100 de toda la plata de América.
Alrededor de 1810, contaba con una población de unos seis millones de
habitantes, repartidos en un 18% de blancos (setenta criollos por cada
peninsular), un 60% de aborígenes (la mayoría del país) y un 22% de castas
(pardos y mestizos). La riqueza se encontraba mal distribuida; como observó
Alexander von Humboldt, México es el país de la desigualdad. España,
envuelta en guerras, una veces con Inglaterra por compromisos diplomáticos
y otras con Francia, exigió mayores y más directas exacciones fiscales a las
colonias, al tiempo que debilitaba su control militar y administrativo sobre
ellas. Al acudir al dinero mexicano, chocó con los intereses de la Iglesia,
principal capitalista del país. ¿cual fue el decreto que muestra el poder
absoluto el rey a sus colonias? Sublevación de Miguel Hidalgo En el Bajío,
región próspera y fértil de Guanajuato, la ebullición social se desbordó y
encontró a su líder en el sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla. La conspiración
de Querétaro lo atrajo a su causa y aprovechó su enorme ascendiente sobre
los indios. Desbaratado por los realistas, este levantamiento había sido
inspirado por criollos ilustrados y radicales como Ignacio Allende, Juan
Aldama y Miguel Domínguez. Hidalgo apeló al apoyo popular y el 16 de
septiembre de 1810, en la misa, profirió el famoso Grito de Dolores. El
movimiento se propagó por todo el Bajío y llegó a contar con un ejército de
cincuenta mil hombres, en su mayoría indios y mestizos mal armados e
indisciplinados. El cura Hidalgo, con la imagen de la virgen de Guadalupe
como estandarte, asaltó y tomó la ciudad de Guanajuato, donde decidió
aprisionar a los españoles, confiscar sus bienes y abolir el tributo indígena.
Los criollos y peninsulares adinerados se enfrentaron a Hidalgo en la
Alhóndiga de Granaditas (Guanajuato), donde habían concentrado sus fuerzas.
La victoria supuso una matanza de blancos, ya que latía en la guerra el odio
racial. Hostigado por militares españoles y criollos, Hidalgo es derrotado el 17
de enero de 1811 en el Puente de Calderón, huye con su lugarteniente Allende
hacia el norte, pero cae en una emboscada en Chihuahua, y es más tarde
ajusticiado.
José María Morelos, se une a Hidalgo y levanta un ejército popular, pero
disciplinado, móvil y aguerrido. En 1812 cae Oaxaca en sus manos, lo que
provoca la alarma de los realistas. Morelos, el más intuitivo de los
nacionalistas de su país, promulgó un decreto constitucional por el que todos
se convertían en americanos y se abolían las castas, el tributo indio y la
esclavitud. Partidario de un socialismo utópico y agrario, fue juzgado por
herejía y ajusticiado en 1815. Dos compañeros de Morelos continuaron la
lucha después de su muerte: Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria. La
represión fue llevada a cabo por el ejercito colonial criollo y la Iglesia oficial,
que constituían, entre 1815 y 1821, las fuerzas más conservadoras del país.
Sólo una política muy hábil hubiera podido retener a los criollos para la
Corona y España, pero los liberales peninsulares precipitaron la caída del
colonialismo americano. Constitución de 1812 Fernando VII había dispuesto
la formación de una enorme expedición punitiva que partiría hacia América,
compuesta por 20.000 veteranos. Uno de sus jefes, el teniente coronel Rafael
de Riego, se sublevó el 1 de enero de 1820 en Cabezas de San Juan, proclamó
la Constitución de 1812 y obligó a Fernando VII a aceptarla el 8 de marzo.
Durante el trienio liberal (1820-1823), tras el pronunciamiento de Riego, se
proclama en México la Constitución de Cádiz y se eligen diputados a Cortes
mediante sufragio censitario, como en la Península. El momento se aprovechó
para cercenar las tierras de la Iglesia, atacar las órdenes monásticas y abolir el
fuero eclesiástico. La oligarquía criolla, aristocrática y terrateniente, vio
peligrar su posición social, ya que España no podía garantizar el dominio de
las masas indígenas.

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