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Dr. Juan Alberto Bastard Rico Isabel E.

Gutiérrez López Olivera


Ontología II Cuestionario parcial 24 de abril 2019

Ontologías Modernas: Suárez, Leibniz y Wolff


1. ¿Qué es la metafísica y cuál es el problema que plantea su objeto de estudio?
La primera dificultad que observa Francisco Suárez (1548-1617) para el estudio de la metafísica consiste
en que hay diversas opiniones acerca de lo que es esta ciencia. Del mismo modo, no hay concordancia
sobre cuál es su objeto. A lo largo de tiempo la metafísica ha sido llamada sabiduría, prudencia, filosofía
primera y teología natural;1 estos nombres se le han otorgado en relación con las cosas que estudia, por
ejemplo, se dice que es sabiduría porque investiga las cosas más elevadas o divinas y las primeras causas.
En otras ocasiones, al asumir que Dios es el ser supremo se ha hecho de la metafísica una teología, es
decir, la doctrina sobre Dios.

Suárez intenta arrojar luz sobre dicha discusión y dedica la sección I de la primera disputación a analizar
y refutar los diferentes objetos que se han propuesto a esta ciencia. Su intención es encontrar un concepto
más universal y común que sea adecuado para sus diversos objetos, sin aceptar que ese concepto refiera a
un ente específico. Así, el concepto que Suárez elige es el de ser, el cual engloba a Dios, las substancias,
los accidentes y los entes particulares; sin reducir este ser a un solo ente por. No obstante, para responder
a esta pregunta definiré en primer lugar qué es la metafísica siguiendo las afirmaciones de Suárez, para
posteriormente explicar cuál es su objeto, ya que esto requiere un análisis más detallado.

Definición de la Metafísica

Mencionaré las sentencias más importantes que da Suárez para caracterizar a esta doctrina y luego
explicaré cada una. 1) “La metafísica es verdadera y propiamente ciencia”.2 2) “La metafísica es una sola
ciencia específicamente”.3 Ahora bien, el primero de los enunciados anteriores nos indica que la
metafísica es una ciencia especulativa porque proporciona un conocimiento que queda en la mente y busca
“noticia cierta y evidente de cosas necesarias por sus propios principios y causas”. 4 Además, puede
definirse como la ciencia que considera al ente en cuanto tal, prescindiendo de la materia. Así, la metafísica
se puede subdividir en: “tres ciencias específicamente diferentes bajo la unidad general de la metafísica.
Una que se ocupe del ente en cuanto tal, y que, a lo sumo, descienda hasta las razones comunes de sustancia

1
Las denominaciones anteriores para esta ciencia se encuentran en la Metafísica de Aristóteles, como el mismo Suárez lo
expone en los Libros I, IV y VI.
2
Suárez, F. Disputaciones Metafísicas Disput. I, Secc. III, p. 256.
3
Ibid., Secc. III, p. 261.
4
Ibid., Secc. III, p. 256.

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y accidente […] la segunda, que trate de las inteligencias creadas, y la tercera, que contemple sólo a Dios.”5
Dado lo anterior se podría pensar que la metafísica es una ciencia general que puede clasificarse por
especies, pero el Doctor Eximio refuta esta posibilidad: “La razón en que se apoya este parecer es que no
hay ningún fundamento suficiente para esta multiplicación de las ciencias; y por lo demás, todas las cosas
que se tratan en esta ciencia están tan entrelazadas entre sí, que no pueden distribuirse cómodamente entre
varias ciencias, principalmente porque […] todos coinciden en una misma razón de cognoscible”. 6 Hasta
aquí, vamos viendo cómo se dibuja la problemática de su objeto. Por un lado, la metafísica estudia el ser
pero, dentro de dicha denominación, la cantidad de seres es infinitamente diversa. Por otro lado, debe
existir algo que unifique dicha multiplicidad, pero Suárez no acepta que sea por mera analogía porque esto
implicaría que existe un primer ente (analogado) que posee la propiedad completa, mientras que los demás
participan de él.

Problemas que presenta su objeto de estudio

Al finalizar la primera sección de la disputación I, el Doctor Eximio concluye que el objeto de la metafísica
es el ente7: “Hay que decir, por tanto, que el ente, en cuanto ente real, es el objeto adecuado de la
metafísica”.8 Sobre los otros posibles objetos que había discutido anteriormente determina que: “el objeto
adecuado de esta ciencia debe comprender a Dios y a las demás sustancias inmateriales, pero no sólo a
éstas. Y así, debe comprender no sólo a las sustancias sino también a los accidentes reales, pero no a los
entes de razón ni a los que sean totalmente per accidens, y como tal objeto no puede ser otro más que el
ente como tal”.9 Esto significa que la metafísica tratará a Dios, pero no directamente sino desde la luz de
la razón que, a diferencia de la teología sobrenatural, utiliza conceptos para comprender lo divino. De
forma similar se tratarán los entes de razón, no en cuanto seres reales, sino como un esfuerzo del
entendimiento por concebir las privaciones.

5
Ibid., secc. III, pp. 257-258. Sobre esta clasificación resulta interesante la afirmación de León Florido: “La creación de la
ontología surge doctrinalmente de la distinción de una metaphysica generalis y una metaphysica specialis, que no se encuentra
expressis verbis en las Disputaciones, pero que se presenta de hecho en la ordenación de la doctrina, al separar la determinación
general y común y un examen de las diferentes species entis”. En: “Estudio preliminar”, Disputaciones metafísicas, Madrid,
Tecnos, 2011, p. 39
6
Ibid., secc. III, p. 263.
7
Cuando adopta esta postura, ya ha rechazo como objetos: el ente en su mayor abstracción; el ser real (Dios); la sustancia
inmaterial, entre otras.
8
Ibid., secc. I, p. 230. Las cursivas y negritas son mías.
9
Ídem.

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Con la proposición del “ente, en cuanto ente real” surgen nuevas dificultades. La primera de ellas es
delimitar qué se entiende exactamente por ente real. Suárez expone que: “El ente puede ser concebido
como cuasi todo actual y como todo potencial”.10 El enunciado anterior significa que el ente real por un
lado es aquel ente actualizado o existente. Sin embargo, es problemático en cuanto habla del ente posible
que para ser real necesita tener su fundamento en Dios. Para esclarecer esta dificultad la segunda
disputación se centrará en el concepto de ser.

a) Distinción entre concepto formal y concepto objetivo

El filósofo granadino advierte al comienzo de la segunda disputación que trabajará con dos tipos de
conceptos, el formal y el objetivo. El concepto formal es la acción de la mente con la cual captamos el
contenido del ser, nos sirve para representar la cosa conocida de manera singular e individual. 11 En
cambio, el concepto objetivo es: “la cosa o razón que, propia e inmediatamente, se conoce o representa
por medio del concepto formal […] muchas veces es una cosa universal o confusa y común”.12 Con los
conceptos anteriores el inconveniente que encuentra Suárez es que el concepto objetivo de ser sólo se
entienda de manera confusa, sin referir con claridad a un ente ni a la pluralidad. Suárez rechaza como
posible solución la analogía: “Solo con suma impropiedad se puede decir que el concepto del primer
analogado es el concepto confuso de otros analogados secundarios […] el concepto propio y distinto del
primer analogado es solamente uno y formalmente sólo representa al mismo y primer analogado”. 13

Suárez quiere evitar con el concepto de ser los enredos anteriormente descritos. Por ejemplo, según el
filósofo jesuita es un error decir que el concepto de sustancia es el concepto confuso de ser o de accidente.
La postura de Suárez será afirmar la unidad del concepto formal: “Al ser en cuanto ser le corresponde con
igual derecho un solo concepto formal; porque ser, o es igual que existente, o si se toma como existencia
aptitudinal, su concepto tiene la misma razón de unidad. […] al concepto de ser no sólo se le llama uno,
sino también el más simple”.14 Al aseverar lo anterior, Suárez quiere evitar que con la multiplicidad de
entes particulares se multiplique el concepto de ser. Incorpora asimismo su concepto de existencia
aptitudinal, que posteriormente identificará con la esencia como un principio de operaciones y efectos. La
existencia aptitudinal también es indispensable para incluir dentro del ente real al ente posible, porque se

10
Suárez, F. Disputaciones Metafísicas, Disput. I, Secc. II, p. 241.
11
Cfr. Disputaciones Metafísicas, Disput. II, Secc. 1, p. 361.
12
Ídem.
13
Disputaciones Metafísicas, Disput. II, Secc. 1, pp. 365-366
14
Ibid., p. 369. Las cursiva y negritas son mías.

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concibe como aquél que no encierra contradicción consigo mismo y por tanto, tiene la capacidad de
actualizarse.

Posteriormente, el Doctor eximio introduce su concepto de semejanza entre los entes: “Todos los entes
reales tienen verdaderamente alguna semejanza y conveniencia en la razón de ser; pueden, por lo mismo,
ser convenidos y representados bajo esa razón precisa, […] pueden, bajo dicha razón constituir un solo
concepto objetivo, y este es, en consecuencia, el concepto objetivo de ente”.15 Hasta aquí, lo que Suárez
ha hecho para obtener un solo concepto objetivo de ser, es sustituir la explicación de analogía por la idea
de semejanza, el resultado de esto es que ya no se piensa en un ente mayor y, en los demás como derivados
de aquél, sino que todos comparten una cualidad que los identifica: “según dijimos, la unidad del concepto
objetivo no consiste en una unidad real y numérica, sino en una unidad formal o fundamental, que no es
otra cosa que la conveniencia o semejanza”.16 Ahora será necesario definir próximamente cual es esa
semejanza; ya que lo común a todos los seres es la existencia, es imprescindible encontrar aquello que
reúne la existencia actual y la existencia posible.

b) Concepto de esencia real o existencia aptitudinal

En la sección IV de la segunda disputación el filósofo jesuita menciona que después de afirmar que el ente
tiene un solo concepto objetivo es preciso explicar la esencia.17 En primer lugar, la esencia real es aquello
por lo que llamamos ser a una cosa, dicha esencia real es: “la que en sí no envuelve contradicción alguna,
ni es mera ficción del entendimiento. […] primero, por el hecho de ser principio o raíz de operaciones o
efectos reales, sea en el género de la causa eficiente, de la formal, o de la material […] solo podemos decir
que esencia real es la que de suyo es apta para ser o existir realmente”.18 A partir de la cita anterior, Suárez
señala que el concepto de ser no es entonces una identidad de las cosas sino un predicado común a todas:
“aunque el existir en acto no sea de esencia de la criatura, el orden a la existencia, no obstante, la aptitud
para existir, pertenece a su concepto intrínseco y esencial, y de este modo el ser es un predicado
esencial”.19 Así, para el filósofo granadino la existencia aptitudinal no se muestra como algo accidental

15
Suárez, F. Disputaciones Metafísicas, Disput. II, Secc. II, p. 383.
16
Ibid., p.384.
17
Es importante señalar que Suárez identifica ente y ser. El ente es aquello que tiene existencia, y esa existencia puede ser en
acto o en potencia. Cfr. Segunda disputación, secc. IV, p. 415.
18
Ibid., p. 420.
19
Ibid., p. 425.

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sino esencial, de tal modo que, al actualizarse la esencia se actualiza completamente; en otras palabras, no
hay diferencia real entre esencia y existencia.

CONCLUSIÓN 1

La metafísica es una ciencia específica que estudia en ente en cuanto ente real. El problema de su objeto
de estudio es definir cuáles son las propiedades del ente real y cómo se ajusta este concepto a los entes
que existen. Dentro del ente real deben pensarse aquellos seres con existencia actualizada e igualmente
aquellos con existencia potencial; el concepto de existencia aptitudinal de Suárez responderá a dicha
necesidad. Todo lo que existe comparte como semejanza este predicado esencial que es la aptitud para
existir, la cuál implica la anulación de contradicciones dentro de sí o con los demás seres, siendo a la vez
principio de operaciones y efectos.

2. ¿A partir del problema del principio de individuación cómo va planteando Leibniz su proyecto de
monadología?

Dos textos donde G. W. Leibniz (1646-1716) reflexiona sobre el principio de individuación son la
Discusión metafísica sobre el principio de individuación y el diálogo de La profesión de fe del filósofo.
En el primero de ellos, el filósofo de Leipzig retoma el debate escolástico sobre los universales, expone
algunos de los argumentos más representativos y refuta aquellas opiniones adversas a la suya. 20 Él va a
sostener una postura similar a la de Suárez, es decir, el ente se individua por su totalidad (materia y forma)
y, su existencia sólo actualiza la esencia.

El diálogo de profesión de fe muestra ya una propuesta propia de Leibniz, su planteamiento es la


percepción de lugar y tiempo en cuanto a un objeto determinado como condiciones para la individuación.
Además, expone también el principio de razón suficiente para afirmar la causalidad e inteligibilidad de
todo cuanto existe. Para explicar la relación de estas obras con la monadología, presentaré primero las
tesis más destacadas que postula Leibniz en cada uno de los siguientes textos: Discusión metafísica sobre
el principio de individuación; La profesión de fe del filósofo, y el Discurso de metafísica. A partir de
escritos anteriores relacionaré el principio de individuación con el proyecto de la monadología.

20
Entre las posturas que rechaza se encuentra la tomista (que sostiene que es la materia el principio de individuación) e
igualmente rechaza la postura escotista por suponer la existencia real de los universales. No obstante, después retomará la idea
de la haecceidad (como un principio propio a la forma particular de cada sustancia).

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Discusión metafísica sobre el principio de individuación

Como mencioné anteriormente este es un debate que retoma posturas escolásticas como la individuación
partiendo de la materia (tomismo) o de la forma específica (escotismo). Leibniz afirma que “todo
individuo está individualizado por su entidad total”.21 Una de las consecuencias fundamentales de la
aserción anterior es que el ente mismo es quien se autodetermina: “así resulta evidente que la naturaleza
se determina en sí por sí misma, no por algo añadido”.22 El principio de individuación no es externo al
ente. Aunado a lo anterior, se presenta la idea de que la existencia no añade nada a la esencia y, por tanto:
“si la esencia es puramente potencial, todas las esencias son la materia prima”.23 Podemos observar la
similitud con la existencia aptitudinal suareciana, que abarca en su definición la realidad actual y la
posible. El principio de individuación es útil al filósofo racionalista porque le permite postular la existencia
autosuficiente de las sustancias entre sí, dependiendo únicamente de Dios: “En los entes que son
adecuadamente diferentes, ninguno de los dos necesita al otro para su ser. Luego pueden separase por la
potencia absoluta de Dios”.24 Dios será entonces la entidad suprema que unifica el universo y a través de
la cual se da la comunicación entre entes separados. A modo de conclusiones Leibniz emite dos sentencias
importantes, la primera: “las esencias de las cosas son tantas como sus números”25 y, “Las esencias de las
cosas no son eternas sino en cuanto están en Dios”.26 Ambos enunciados aparecerán más adelante como
parte de la monadología.

La profesión de fe del filósofo

Las reflexiones leibnizianas que voy a enfatizar de este diálogo son tres: 1) El principio de razón
suficiente; 2) La teoría de la armonía universal y, 3) Tiempo y lugar como principios de individuación.

Este diálogo se genera entre un filósofo y un teólogo, los temas que toca son diversos, desde el origen del
mal, el pecado, el libre albedrío e incluso los atributos divinos como voluntad y entendimiento. Leibniz
dirá que, aunque el mal es parte de la creación, no lo es por voluntad de Dios sino por las acciones libres
de los individuos. Además, la presencia del mal parece algo relativo si se piensa que hay una razón para
que las cosas sucedan y, que esa razón responde conforme a la totalidad de relaciones. A este acomodo de

21
Discusión metafísica sobre el principio de individuación, p. 17.
22
Ibid., p. 21, las cursivas y negritas son mías.
23
Ibid., p. 24
24
Ibid. p. 29.
25
Ibid. p. 32
26
Ídem.

6
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los entes y los sucesos podemos llamarlo armonía universal.27 Leibniz identifica Dicha armonía con la
felicidad: “La máxima armonía espiritual, es decir, la felicidad, consiste en la concentración de la
armonía universal, es decir, de Dios, en el espíritu”.28 Esta máxima de la armonía universal tiene un
vínculo estrecho con la razón suficiente porque muestra que hay causas y efectos que determinan por qué
las cosas son de un modo u otro: “Considero que puede demostrarse que nunca existe cosa alguna a la que
no se le pueda asignar una razón suficiente […] Todo lo que existe tendrá en cada caso todos los requisitos
para existir, pero todos los requisitos para existir tomados a la vez son la razón suficiente de existir”.29
Entre los requisitos mencionados uno de los más destacados es que lo posible, para llegar a existir, no
debe guardar contradicción interna ni contradicción con los entes presentes en su entorno.

El tema del principio de individuación será abordado casi al finalizar el diálogo, la inédita respuesta de
Leibniz sobre el tema consiste en hacer del tiempo y lugar principios de individuación externos al sujeto:
“Qué es sino la percepción del tiempo y del lugar, o sea, del movimiento de una cosa dada con respecto
a nosotros, o con respecto a una cosa ya determinada”.30 Es importante mencionar que este principio
también aplica a las almas o espíritus ya que son individuados del mismo modo. Con respecto a esta
innovación de Leibniz se da un cambio ontológico en cuanto a la perspectiva del análisis, pasa de
sustancias (forma y materia) a relaciones (tiempo y espacio). También en este diálogo el filósofo de
Leipzig menciona brevemente la haecceidad como cualidad formal que hace únicas y distintas a todas las
sustancias.

Discurso de metafísica

Esta obra es una de las cuales manifiesta más ideas en común con la monadología, luego de haber
explicado algunas determinaciones para el principio de individuación (como su entidad total, tiempo y
lugar) Leibniz analiza las cualidades que adquieren las sustancias particulares. De este modo, en el §8
señala que: “Para distinguir las acciones de Dios y de las criaturas se explica en qué consiste la noción
de una sustancia individual”.31 Según Leibniz pertenecen a las sustancias las acciones y las pasiones que
permiten llegar a comprender la naturaleza de una sustancia y, deducir de ella todos sus predicados o
atributos: “Dios al ver la noción individual o hecceidad […] ve a la vez en ella el fundamento y la razón

27
La armonía también guarda afinidad con la tesis de que al contemplar la totalidad de las cosas se puede observar que lo
existente es lo mejor.
28
Leibniz, G. W., La profesión de fe del filósofo, p. 117.
29
Ibid., p. 120.
30
Ibid., p. 166, las cursivas y negritas son mías.
31
Leibniz G. W., Discurso de metafísica, p. 332.

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de todos los predicados que pueden afirmarse de él verdaderamente”.32 Esta sentencia muestra que existe
cierta unidad de una sustancia a través del tiempo.

Del fragmento ocho, se conjetura el §9. “Que cada sustancia singular expresa el universo entero a su
manera y que en su noción están comprendidos todos sus acontecimientos, todas las circunstancias y todo
el curso de las cosas exteriores”.33 El principio de individuación dará ocasión para pensar a cada sustancia
como un todo orgánico, un mundo entero o un espejo del universo. Vemos aquí el antecedente de la
mónada como sustancia hermética; a lo anterior, el filósofo racionalista añade: “que una sustancia no
podría comenzar sino por creación y perecer por aniquilación, siempre que se considere que no se divide
una sustancia en dos ni que de dos se hace una”.34 Como veremos más adelante, las mónadas sólo pueden
surgir por creación o terminar por aniquilación al ser los primeros principios o sustancias simples.

Agregaré un par de enunciados más que Leibniz menciona en su Discurso de metafísica y que son
fundamentales para su sistema monadológico. En el §12 el filósofo de Leipzig afirma lo siguiente: “creo
que quien medite sobre la naturaleza de la sustancia […] hallará que toda la naturaleza del cuerpo no
consiste sólo en la extensión, es decir, en el tamaño, sino que […] es preciso necesariamente reconocer
ahí algo que tiene relación con las almas y que se llama en general forma sustancial”.35 La forma
sustancial también será mencionada en el §3 del Nuevo sistema de la naturaleza, con esta idea se pretende
atacar la tesis de los átomos materiales como principio constitutivo de los cuerpos, para proponer en su
lugar átomos formales. Nuevamente estos átomos formales serán las mónadas que se caracterizarán por
el apetito y la percepción.

Finalmente, una característica de las sustancias simples es que, al ser completamente herméticas no pueden
afectarse unas a otras §15: “La acción de una sustancia finita sobre otra sólo consiste en el aumento del
grado de su expresión unido a la disminución del grado de expresión de la otra, en la medida en que Dios
las obliga a acomodarse mutuamente”.36 Las formas sustanciales tienen capacidad de actuar y padecer,
pero sólo de manera indirecta.

32
Ídem.
33
Leibniz, G. W., Discurso de metafísica, p. 333.
34
Ibid. p. 334.
35
Ibid., p. 337, las cursivas y negritas son mías.
36
Ibid. p. 343.

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El principio de individuación y la Monadología

Para concluir haré una correlación citando sólo los parágrafos específicos de la monadología que se
conectan estrechamente con lo mencionado hasta ahora. §1, §3. La mónada es una sustancia simple: “donde
no hay partes no hay extensión, figura, ni divisibilidad”37 por tanto, estos son los átomos formales de la
naturaleza. §6. Las mónadas “sólo pueden comenzar por creación y concluir por aniquilación”.38
Posteriormente en el §11. Leibniz señala que: “los cambios naturales de las mónadas provienen de un
principio interno, […] no podría influir una causa externa”. 39 Por otra parte, el §32 nos habla de la razón
suficiente como aquello que nos permite explicar el fundamento de las cosas. Con esto, queda clara la
conexión entre las sentencias de la monadología y las reflexiones sobre el principio de individuación que
analizamos anteriormente.

CONCLUSIÓN 2

Abordar el tema del principio de individuación es indispensable para fundamentar el sistema leibniziano
de la monadología, ya que cada mónada es un átomo formal, único y aislado del resto. El principio de
razón suficiente al igual que la omnipotencia divina serán fuerzas organizadoras que mantendrán en
armonía las relaciones entre las sustancias simples y los entes compuestos que existen. Algunas
características de los entes individualizados como su existencia espacio-temporal específica y su
capacidad de autodeterminación serán propuestas también como cualidades de las mónadas.

3. ¿Cómo deriva Wolff los principios de no contradicción y razón suficiente y en qué sentido éstos se
refieren a lo que es?

Christian Wolff (1679-1745) presenta en su obra Pensamientos racionales acerca de Dios, el mundo y el
alma del hombre, así como sobre todas las cosas en general (1719), un sistema ontológico organizado
según principios de la razón que funcionen como condición de posibilidad para pensar la realidad. Este
filósofo ya utiliza el término de ontología para hablar del estudio de “lo que es” en sentido general. Así,
Wolff divide la metafísica en metaphysica generalis (ontología) y metaphysica specialis (cosmología
racional, psicología y teología). Los dos principios o axiomas que Wolff considera fundamentales son: el
principio de no contradicción y el principio de razón suficiente, ambos axiomas corresponden a la razón,
pero también al ser, de este modo se unifican lógica y ontología. Debido a estos pensamientos Wolff es

37
Monadología, p. 691.
38
Ibid., p 692.
39
Ibid. p. 693.

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considerado un filósofo racionalista. A continuación, expondré cómo llega Wolff a estos principios y de
qué manera se relacionan con lo que es.

Principios de no contradicción y razón suficiente derivados de la unidad de la conciencia

Existe un primer pensamiento indudable: “que somos”. Este razonamiento lo proporciona la conciencia y,
si alguien llegara a ponerlo en duda, no podría, sin embargo, dudar que hay un ente efectuando dicho
pensamiento. Wolff estructura el siguiente silogismo para afirmar el ser: “El que es consciente de sí mismo
y de otras cosas, es. Nosotros somos conscientes de nosotros mismo y de otras cosas. Por tanto, somos”.40
Demostrar esta certeza inicial es la base de cualquier conocimiento firme. A partir de aquí, llegamos al
principio de no contradicción ya que es imposible pensar que algo sea y no sea a la vez.

El principio de no contradicción se vincula estrechamente con la definición de lo posible; en primer lugar,


porque lo imposible es aquello que encierra contradicción, por consiguiente, lo posible es: “aquello que
no encierra en sí nada contradictorio, es decir, aquello que no solamente puede existir junto a otras cosas
que son o pueden ser, sino que además solo encierra lo que puede coexistir entre sí”.41 Observamos que
cualquier cosa que existe debe cumplir con esta condición, la existencia se convierte en consumación de
lo posible, pero no todo posible pasa a la existencia.

La razón suficiente es el siguiente axioma que Wolff da en el §30: “Todo lo que existe ha de tener su razón
suficiente por lo cual es, es decir, siempre tiene que haber algo a partir de lo cual se pueda comprender
por qué algo puede convertirse en real”.42 La razón suficiente es clave para la comprensión de la realidad.
Wolff asume que con la razón suficiente se llega a la esencia de las cosas (por qué algo es) así como a la
causalidad de las mismas (por qué algo vino a ser). De esta manera, es posible analizar la realidad en orden
con lo necesario e inmutable que son las esencias, y, en orden con las condiciones variables para los
objetos (pero necesarias en sí mismas) como el tiempo y el espacio. Veamos la definición de esencia: “se
llama esencia a aquello donde encontrar la razón del resto de las notas que le corresponden a un objeto.
[…] el que conoce la esencia de un objeto puede mostrar la razón de todo lo que le corresponde”. 43 Las
cualidades más importantes de la esencia son que es necesaria, eterna e inmutable.

40
Wolff, C., Pensamientos racionales acerca de Dios, el mundo y el alma del hombre, así como sobre
todas las cosas en general, §6., p. 62.
41
Ibid., §12, p. 66.
42
Ibid., p. 69
43
Ibid., §33 p. 70

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Además, es necesario considerar dos órdenes de la realidad que posibilitan la existencia, estos son: tiempo
y espacio. El tiempo entendido como el orden de las cosas sucesivas; y el espacio como el orden de las
cosas coexistentes.44

Relación de ambos postulados con lo que es

Ahora bien, la conexión de los principios de no contradicción y de razón suficiente con lo que es, se halla
en primer lugar, en que todo lo que existe necesita previamente haber sido posible, y, para esto no encerrar
contradicción consigo mismo ni con el entorno donde surge. En segundo lugar, el ámbito del ser se
compone de cosas simples y cosas compuestas, las cuales para existir necesitan de una esencia y ésta a su
vez se identifica con la razón suficiente. Con dicho antecedente, todo lo real se vuelve explicable.

Revisemos qué entiende Wolff por una cosa simple y una cosa compuesta, para posteriormente observar
cómo interactúan estas en la realidad. Se llama cosa simple a lo que no tiene partes y “mediante el principio
de razón suficiente se puede comprender aún mejor que, sin cosas simples o en sí indivisibles, no se puede
tener nada compuesto”.45 Como vemos, las cosas simples son el principio de los entes. Dado que las cosas
simples no tienen partes, no pueden tener forma ni magnitud, ni ocupar espacio alguno. Las cosas simples
son creadas directamente por Dios en un instante. Una de las características principales de las cosas
simples es que son poseedoras de fuerza, esto significa que son principios de acción y de cambio §127:
“Toda cosa simple poseen una fuerza (§.125) y encierra en sí, por ello, un principio de los cambios (§.115)
y es, por eso, una cosa simple existente por sí misma (§144)”.46 Para retomar hasta ahora, el orden de
nuestra exposición, tenemos que existen dos principios que rigen la realidad: el principio de no
contradicción y el principio de razón suficiente. El principio de no contradicción determinará que cosas
son aptas para la existencia y así, por medio de su esencia y de la fuerza que poseen pasarán a la existencia
en un tiempo y lugar específicos. La razón suficiente será el instrumento que organice y muestre por qué
cada cosa está en un sitio y es de un modo particular; e igualmente, la razón suficiente sirve para conocer
las relaciones entre los diversos entes del mundo, cómo surgen y como se suceden.

Finalmente, en el §143, Wolff enlaza todos los elementos hasta ahora mencionados poniendo un ejemplo
de los sucesos que ocurren en sueños y aquellos que ocurren en la realidad. La disposición espacio-
temporal con un sentido lineal regular nos permite encontrar un sentido en lo que pasa, y por ende, conocer.

44
Cfr. §46-47, §94-100.
45
Ibid., §75 y 77, p, 77
46
Ibid., p. 89

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En los sueños las cosas pueden aparecer o desaparecer instantáneamente, el tiempo volver hacia atrás y
los escenarios cambiar sin que haya aparente movimiento del sujeto que percibe, en otras palabras, todo
es caos. Sin embargo, en la realidad “todo se fundamenta en todo” obedeciendo la razón suficiente. Wolff
se atreve a afirmar que: “sin el principio de razón suficiente, no puede haber realidad alguna. […] sin él
ya no se puede distinguir la realidad del sueño”. 47 Con este fragmento de los pensamientos racionales,
concluyo la relación entre los axiomas ontológicos que postula Wolff con lo que es.

CONCLUSIÓN 3

El trabajo que realiza Wolff para derivar de una primera certeza (que somos) los dos principios
fundamentales en sentido lógico y ontológico 1) No contradicción y, 2) Razón suficiente, tiene el mérito
de explicar el orden de la realidad sin dar saltos metodológicos. El principio de no contradicción sirve
para regular que cosas son posibles mientras que el de razón suficiente organiza racionalmente la realidad.

Bibliografía
* Leibniz, G. W., Escritos filosóficos, Ed. Ezequiel de Olaso, Machado libros: Madrid, 2003.
* Leibniz, G. W., “La profesión de fe del filósofo”, en Escritos filosóficos, Ed. Ezequiel de Olaso,
Machado libros: Madrid, 2003, pp.115-170.
* Leibniz G. W., “Todo posible exige existir”, en Escritos filosóficos, Ed. Ezequiel de Olaso, Machado
libros: Madrid, 2003, pp. 176-178.
* Leibniz G. W., “Discurso de metafísica”, en Escritos filosóficos, Ed. Ezequiel de Olaso, Machado libros:
Madrid, 2003, pp. 323-378.
* Leibniz G. W., “Monadología”, en Escritos filosóficos, Ed. Ezequiel de Olaso, Machado libros: Madrid,
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* Leibniz, G. W., Discusión metafísica sobre el principio de individuación, Instituto de Investigaciones
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* León Florido, F., “Estudio preliminar”, Disputaciones metafísicas, Tecnos: Madrid, 2011, pp. 15-65.

* Wolff, C., Pensamientos racionales acerca de Dios, el mundo y el alma del hombre, así como sobre
todas las cosas en general, Ediciones Akal: Madrid, 2000.

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Ibid., §143-144, pp. 92-93.

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