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• Declaración censal de inicio de actividad en la Agencia Tributaria.
• Alta en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos en la Tesorería
General de la Seguridad Social.
• Licencia de apertura en función de la actividad que realice.
• Comunicar la apertura de su centro de trabajo a la Administración
autonómica.
• Si tiene que contratar empleados, inscribirse como empresa en la Seguridad
Social y formalizar el alta y los contratos.
Todos estos trámites se facilitan enormemente si se dispone de certificado digital,
que incluso para algunos de ellos es imprescindible, como por ejemplo el alta en el
Régimen Especial de Trabajadores Autónomos.

Un empresario individual o profesional autónomo puede empezar su actividad con

estos trámites, que se pueden realizar en una mañana. La única excepción sería la
obtención de la licencia de apertura, pero se puede comenzar habiéndola solicitado
aunque aún no se haya obtenido.

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Antes de realizar los trámites anteriores una sociedad tiene que constituirse
legalmente, y ese proceso lleva más tiempo.

• Redactar los estatutos.

• Asegurarnos de que no existe otra sociedad con la misma denominación.

• Firmar la escritura ante notario.

• Solicitar el CIF en la Agencia Tributaria

• Pagar el impuesto de operaciones societarias

• Inscribirla en el Registro Mercantil.

En esta ocasión el certificado digital resulta imprescindible.

El caso de una Comunidad de Bienes es más sencillo, pero sí necesita un contrato de

constitución, solicitar el CIF en la Agencia Tributaria y presentar una liquidación del
impuesto de operaciones societarias aunque no hay que pagar cuota.

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• Impuesto directo principal: el IRPF para los empresarios individuales y el
Impuesto de Sociedades para las sociedades.

• La actividad seguramente estará gravada con IVA, que se liquida trimestralmente.

• Trimestralmente también se liquidan las retenciones a cuenta del IRPF de

empleados, profesionales y arrendadores.

• Mensualmente se liquida la cotización a la Seguridad Social de autónomos y

empleados.

• Todos los empresarios tienen la obligación de llevar contabilidad.

• Sólo las sociedades tienen la obligación genérica de depositarla en el Registro

Mercantil.

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• Actividad empresarial es la que se ejerce en el seno de una organización,
normalmente con una infraestructura creada. Por ejemplo, un herbolario o una
cafetería. Suele requerir más inversión y además contratar personal.

• Las actividades profesionales son aquellas que desarrolla una persona física de
forma individual, directa y personal. No requieren titulación universitaria. El
principal activo es la propia profesional, que a veces la desarrolla sola.

El tipo de actividad puede determinar, además, las obligaciones fiscales. Por

ejemplo, los ingresos de actividad profesional están sometidos a retención y en la
actividad empresarial no. Las actividades profesionales pueden estar en estimación
objetiva en el IRPF o régimen especial simplificado en el IVA (módulos) o en el
régimen especial del recargo de equivalencia en el IVA y las profesionales no.

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• En el IRPF encontramos la estimación directa (normal y simplificada) y la
estimación objetiva.

• En el IVA tenemos el Régimen general y algunos regímenes especiales (régimen

simplificado, recargo de equivalencia, agencias de viajes, criterio de caja, etc.).

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La base de cotización que escojamos determinará después el importe de las
prestaciones a las que tengamos derecho (enfermedad, accidente, maternidad, cese
de actividad, jubilación, etc.).

En este momento podemos disfrutar en la mayoría de los casos de la tarifa plana

que abarata considerablemente los costes de Seguridad Social. También hay otras
bonificaciones para casos concretos (reincorporación tras la maternidad,
discapacidad, etc.).

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Es posible compaginar una actividad por cuenta propia con el cobro de la prestación
por desempleo. Así nos aseguramos unos ingresos mínimos.

Y también puedo solicitar el pago único de la prestación para financiar la inversión

que tenga que realizar, las cuotas del régimen especial de trabajadores autónomos
o ambas cosas.

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El coste del personal con contrato de trabajo está formado por el propio salario y la
cotización al régimen general de la Seguridad Social.

El salario mínimo depende del convenio colectivo que regule el sector de actividad
en el que nuestro proyecto se encuadra (hostelería, comercio, etc.).

Existen diferentes tipos de contratos laborales: indefinidos, de duración

determinada, formativos, a tiempo parcial…

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El Servicio Público de Empleo Estatal bonifica la cotización a la Seguridad Social de
determinados colectivos vulnerables: personas con discapacidad, víctimas de
violencia, situación de exclusión social o parados de larga duración.

El Servicio Público de Empleo de Castilla y León asimismo subvenciona la

contratación en determinadas condiciones.

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