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Instituto Mexicano de Sexología A.C.

Didáctica

Brian Rosete Dorantes

G-44

Trabajo:
El ansia.
(Ensayo sobre “Los 7 saberes necesarios para
la educación del futuro”)
El ansia
Por Brian Rosete Dorantes

“Human kind have one way. We have another. Their end is final. Ours is not. In the
earth, its rotted wood. In the eternal darkness, we will see and hear and feel.”
​Miriam Blaylock. The hunger (1983).

Desde el inicio de la civilización la educación formal ha sido un problema filosófico y


técnico. Durante este tiempo se buscó la manera de integrar al individuo dentro de la
masa para congeniarlo dentro de la cultura, todo en base de un ideal humano inspirado
en la corriente filosófica del momento. Sin embargo, ha sido hasta hace poco que la
pedagogía como disciplina cayó en cuenta que en sí, no solo es su responsabilidad
moldear al humano dentro de un aula de colores y dinámicas de estímulo continuo. No.
La tarea del pedagogo poco a poco se expandió hasta tener la responsabilidad de un
sociólogo ejecutivo, que desde tu trinchera (su aula), procuraría influir más allá de su
área de trabajo y su círculo de influencia. O así debería de serlo.

La lectura de este libro me llevó más que a inspirarme, a darme un sentido de urgencia y
ansiedad. La educación se ha convertido en sinónimo de aula, escuela, y en ocasiones
intra-hogar. Sin embargo se olvida el papel del pedagogo o experto educativo en la
constante educación cultural del medio. Este bombardeo educativo se puede diseccionar
en la publicidad, los medios, las opiniones del entorno y en toda la metacomunicación a
la que es expuesto el individuo, sin filtros y sin contemplar el modelo educativo formal.

De los 7 saberes que comparte, he de tomar algunos e implicarlos en una sola


interpretación. Sin embargo, ¿cómo aterrizo o incluso ejemplifico el trabajo pedagógico
que sugiere este autor?

Sinceramente, aún no sabría especificarlo. Lo que queda claro es la necesidad de


involucrarse se vuelve evidente. Podría argumentar que la intención del libro es sugerir
a los educadores y educadoras una filosofía “anti-paradigma” que rechaza la
instrumentalización inmediata del conocimiento siempre fomentando que el individuo
se vea incluido dentro de un sistema que, independientemente de sus acciones, siempre
logrará influir.

Salvador Minuchin, psicólogo sistémico, argumenta en su visión psicoterapéutica, cómo


la exclusión del sistema del que viene el consultante dentro del proceso terapéutico,
genera una visión reducida que logrará progreso mínimo para superar la crisis. Lo
mismo puede argumentarse sobre la educación y el trabajo pedagógico. S obre esto
Minuchin menciona:

“​Las técnicas tradicionales de salud mental se originaron en una fascinación


producida por la dina/nica del individuo. Esta preocupación dominó
el campo y condujo a los terapeutas a concentrarse en la exploración
de la vida intrapsíquica. Como consecuencia inevitable, las técnicas
de tratamiento basadas en esta concepción se concentraron
exclusivamente en el individuo, aislado de su medio. Entre el
individuo y su contexto social se erigió una "frontera" artificial. En
teoría, se reconoció que esta frontera era artificial, pero en la
práctica fue mantenida por el proceso de terapia. Al ser tratado en
forma aislada, era inevitable que los datos encontrados fuesen
restringidos a la forma en que él pensaba y sentía sólo acerca de lo
que le ocurría; ese material centrado en el individuo, a su vez,
reforzaba el enfoque del individuo en forma aislada de su contexto y
dejaba escaso margen para un feedback correlativo. Por sí sola, la
abundancia de los datos disponibles desalentaba otros enfoques.
Como consecuencia de ello, se llegó a concebir al individuo como el
asiento de la patología.”​ (Minuchin S., 1974)

Si se reemplazan las palabras que hacen referencia al rato psicoteraéutico en específico,


y se sustituyen por un homónimo educativo se puede apreciar la importancia de la
inclusión del individuo en un sistema que constantemente le está modificando su ser, y
viceversa.
Este concepto no es nuevo, para autores de antaño ya era conocido y estudiado. Aun así,
la aplicación de esta información en el ámbito educativo ha sido mínimo, no en el
sentido de una planeación de trabajo, no en el hacer consciente al educador o pedagogo,
sino en el hacer consciente al individuo. Prepararlo para esta responsabilidad simbiótica
con el sistema y para sí mismo.

Dado que el libro en análisis busca que el educador adopte esta posición no solo dentro
del aula ayudando al educando a posicionarse dentro de su sistema, sino involucrándose
en el sistema mismo (familia, escuela y macrosistemas como medios de comunicación e
incluso política), surgía en mi la necesidad de fundamentar este argumento ya que es el
que genera la ansiedad misma, debido a la rotunda complejidad que la tarea descrita
conlleva.

Harían falta vidas enteras para lograr un cometido tan amplio, las suficientes para que el
simple planteamiento de la tarea sea casi inexistente en la opinión general. Sin embargo,
es posible, sobre todo usando la cooperación sistémica que el autor del libro aboga.

Independientemente de la factibilidad o de su discusión, esta tarea se ve envuelta en otra


barrera ejecutiva: El Ansia. La misma ansiedad que me causa la urgencia y el malestar
es la que más detiene su progreso.

Claro, puede argumentarse que esta declaración es una mera proyección personal, ahora,
tómese en cuenta su factibilidad a partir de un ejemplo que, ahora sobre todo, tiene
relevancia irrefutable: la indecisión política. En esta época de prontas campañas
electorales (finales de 2017) e inminentes elecciones, en especial presidenciales, el
ciudadano se ve obligado a escoger, en palabras comunes “el mejor de los males”, “el
menos peor”. Se tiene la perspectiva de no poder elegir a alguien que realmente haga
una diferencia o al menos no haga daño, y de no ser posible, la manera de solucionarlo
es inimaginable o imposible.

Ahora, es importante establecer, como menciona Andrés Valdez que la indecisión no


implica que aún no han resuelto por quién votarán, ya que:
“Los indecisos son los electores flotantes, aquellos que cambian fácilmente de
candidato o partido de preferencia. Sus características distintivas son
las siguientes: son electores menos interesados en la política, poco
informados, desprovistos de una ideología estructural, con opiniones
políticas escasas o poco articuladas. Son ciudadanos muy
influenciables, generalmente muy jóvenes o muy viejos,
mayoritariamente de género femenino, que viven preferentemente en
zonas rurales, con ingresos económicos bajos y con menos grados de
educación formal.”

Sobre el número y porcentaje de electores indecisos hay una gran diversidad


de opiniones. Algunos analistas lo ubican en el orden del 20 por
ciento y algunos otros hasta de un 30 por ciento, considerando que la
característica distintiva de los nuevos tiempos es la volatilidad del
​ aldez Zepeda A.,
voto y el incremento de los electores indecisos.” (V
2012)

Si bien, esa es la tendencia, en un análisis cualitativo (incluso empírico), puede


apreciarse que la reflexión es la misma, se tiene suma confianza en un candidato o se le
cree el que menos daño hará.

Ambos fenómenos responden a lo que podría considerarse, una urgencia por solucionar
problemas sociales. Se aprecia una necesidad por solucionar algún problema a partir de
la (constante) elección de mandatarios, sin involucrar, precisamente, al sistema en
dónde se desarrollan esos candidatos.

Comúnmente se escuchan opiniones como “el sistema no funciona”, o “hay que


implementar más leyes” con el fin de evitar problemas como corrupción o impunidad, a
partir de un cambio drástico (por ejemplo, una revolución). Es lo que, al parecer, crea el
ansia, a la cual, “los 7 saberes para una educación del futuro”, sin querer, parece
combatir. Esta opinión podrá verse desconectada del resto de este texto, sin embargo he
de abogar que una estrategia la cual involucra un servicio y cuidado hacia el individuo
así como a su entorno sin excepción, la cual llevaría más de una vida y un trabajo
incesante, y que a su vez hace claro que es la de las pocas estrategia lo suficientemente
humana para lograr este cometido, debe hacerse a un lado la idea de que un cambio
contundente (en sí, acorde al completo de nuestras necesidades sociales) es posible;
entonces a partir de la asimilación personal de la filosofía “soy uno en un sistema
espacial y TEMPORAL (no en el sentido: ​intransigente)​ ” es que la construcción para
un futuro se ve posible, incluso tangible, y como educadores es menester no solo
atarearse dentro de esta misión, sino asimilarla y vivirla, no por nosotros per se, sino por
los que siguen, y así por fin acabar con el ansia.

Bibliografía

Minuchin S. (1974) ​Familias y terapia familiar.​ Gedisa editorial mexicana, S.A. Octava
reimpresión. México. D.f., México.

Morín E., (1999) ​Los 7 saberes necesarios para una educación del futuro​. UNESCO,
Francia. Recuperado de:
http://unesdoc.unesco.org/images/0011/001177/117740so.pdf

Valdez Zepeda A. (2012) ​El mito de los indecisos y otros cuentos.​ Más Poder Local.
Universidad de Guadalajara, México. Recuperado de:

file:///C:/Users/ananena/Downloads/Dialnet-ElMitoDeLosIndecisosYOtrosCuento
s-4753117.pdf

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