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Y nos abrió su corazón.

Tened la ternura de Jesús

Guía 1:
Se abre la puerta de una casa para dejar entrar; se abre la vida cuando se quiere compartir; se abre el corazón
cuando se quiere regalar. Jesús nos abrió su Corazón para darnos lo mejor que tenía.
“Y NOS ABRIÓ SU CORAZÓN”, para que arraigados y cimentados en el amor, podamos comprender con
todos los creyentes la anchura y la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo; un amor que supera
todo conocimiento y nos llena de la plenitud misma de Dios” (Ef 3,17-19).

Guía 2:
¡Cuántas veces nuestro corazón se vuelve frío e insensible! ¡Cuántas veces al relacionarnos con los otros nuestros
sentimientos son negativos y nuestras reacciones son de dureza!...
Dejemos que el Corazón de Cristo ilumine nuestro corazón, que sus sentimientos sean los nuestros.
"Una de las realidades más urgentes hoy, es la de realizar un profundo trabajo cultural y teológico para hacer que
la palabra 'santo' y la palabra 'hombre' vuelvan a coincidir. El 'hombre' según toda su verdad es el 'santo'; el santo
es el hombre realizado en plena humanidad. Si no llegamos a comprender esto, despojamos al cristianismo de
aquello que le es más propio" (Sicari).

Sacerdote:
Padre Celestial, nos hemos reunido aquí para alabarte y agradecerte habernos concedido ser hijos Tuyos, Tu
amor y todo lo que nos das.
Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los Filipenses:
Si ponemos en nuestras relaciones los sentimientos del Corazón de Jesús, nuestra vida será una fiesta:
"Por tanto, yo os pido por el estímulo de vivir en Cristo, por el consuelo del amor, por la comunión en el Espíritu,
por la entrañable compasión, que colmen mi alegría siendo todos del mismo sentir, con un mismo amor, un mismo
espíritu, unos mismos sentimientos. Nada hagan por rivalidad ni por vanagloria, sino con humildad, considerando
cada cual a los demás como superiores a sí mismos, buscando cada cual no su propio interés, sino el de los demás.
Tened entre ustedes los mismos sentimientos que tuvo Cristo" (Flp 2,1-5).

Breve silencio Parábola


Un hombre era dueño de un hermoso jardín donde los niños se encontraban a sus anchas para correr y saltar. Pero
éste era un hombre de corazón duro. Le dolía que los niños disfrutasen de la belleza de su jardín. Esto fue lo que
hizo: lo rodeó de una pared muy alta para que los niños no pudiesen entrar.
Pero sucedió que cuando las plantas dejaron de escuchar las risas de los niños dejaron también de florecer Se secó
el follaje de los árboles. El invierno se prolongó como nunca antes lo recordaba y parecía que la primavera no
volvería jamás.
El hombre se sentía muy triste, como si una gran pena anegase su corazón. Las noticias de lo sucedido llegaron a
un hombre muy sabio de la comarca. Vino donde él y le dijo: Tengo un solo consejo que darte y si lo sigues tu
jardín volverá a lucir como antes. El hombre repuso: Escucho tu consejo y lo seguiré de inmediato.
Este fue el consejo: Derriba las paredes y deja que los niños jueguen" (Limardo).

Reflexión
 ¿Cuántas paredes he puesto a mi corazón?
 ¿Cuántas barreras me impiden relacionarme con los demás?
 ¿Acaso tengo miedo de amar?
Guia 1:
Comentario sapiencial
Tened la paciencia de Jesús con el hermano que vive a vuestro lado.
Tened la paciencia de Jesús, sed su palabra y la fuerza de su abrazo.
Tened la mirada de Jesús con el hermano que vive a vuestro lado.
Tened la mirada de Jesús, sed su palabra y la fuerza de su abrazo.
Tened la ternura de Jesús con el hermano que vive a vuestro lado.
Tened la ternura de Jesús, sed su palabra y la fuerza de su abrazo.

Pista para el camino


"Un poco de oro vale mucho más que mucho cobre. Rezas mucho, pero no amas a Dios, no amas al prójimo.
Tienes el corazón seco, duro, no partido con misericordia; no lloras con los que lloran. Y si esto te falta, bien
puedes quebrarte la cabeza rezando y enflaquecerte ayunando; que no puso Dios en esto la santidad
principalmente, sino en el amor" (S. Juan de Avila).

Sacerdote:
Oremos en esta noche queridos hermanos por cada uno de nosotros para poder tener los mismos
sentimientos de Jesús:
Padre celestial, que con amor eterno y gratuito nos creaste y nos tienes en la palma de Tu mano, ayúdanos a
corresponderte viviendo como hijos Tuyos, confiados en Tu amorosa Providencia, amando como nos amas,
perdonando como nos perdonas, orientando y reorientando nuestros pasos, para encaminarnos a Tu encuentro a
gozar para siempre de Tu abrazo. Te lo pedimos por Tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Ahora invitamos a todos los padres de familia presentes a acercarse al altar para recibir una bendición:
(El Sacerdote da la bendición a los catequistas padres presentes)
Señor Dios, Padre bueno,
creador del género humano,
Tú enviaste a tu Hijo Jesús,
para redimir y salvar a los hombres,
El quiso nacer en una familia como la nuestra,
le diste a la Virgen María como madre
y a San José como padre;
te pedimos por estos padres
para que, a ejemplo de San José,
amen a sus hijos, los cuiden y protejan,
y sobre todo, les enseñes a amarte a Ti
que eres nuestro Padre del Cielo,
te sirvan en todo,
y alcancen finalmente la vida eterna.
Te lo pedimos a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amen.
Guia 2: Y ahora invitamos a todos a elevar la oración que tienen en sus manos por cada uno de nuestros
hermanos aquí presentes:
Dios Padre eterno,
En Ti encontramos el verdadero amor.
Bendice a los padres de familia.
Que los que son padres por primera vez,
puedan guiar a sus pequeños con Tu sabiduría.
Que los que tienen a sus hijos lejos,
fortalezcan más sus lazos de amor.
Que los que luchan por su familia,
renueven sus fuerzas todos los días.
Y que los padres ya ancianos,
sientan siempre la cercanía de
sus seres queridos y el valor que aportan al mundo.
Gracias Padre Celestial por mostrarnos Tu gracia y
amor a través de nuestros padres terrenales.

Amén.

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