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“¿Un soliloquio más o la clave del cuidado enfermero?

Ensayo Argumentativo:
La importancia de incorporar la espiritualidad y realización propia en cuidados de
enfermería - sugerencias para lograrlo

Fundamentos del Proceso de Enfermería


(ENF-108)

Docente
Constanza Muñoz

Autor
Paulina Soto Bustos
El ser humano es un ente complejo; Y lo es básicamente, porque está en constante
cambio en respuesta a su entorno. Es por ello que al intentar dilucidar su experiencia
sensitiva ante procesos de la vida como crisis normativas o no normativas, resulta útil para
el profesional de enfermería comprender la naturaleza de este cambio para así abordarlo a
través de una mirada biopsicosocial.
El acompañamiento enfermero va más allá de las atenciones médicas, puesto que no se
limita a administrar tratamientos físicos, sino que además, busca establecer un vínculo con
el paciente que determinará la calidad de sus cuidados.
De la mano de esta interrelación nace un esfuerzo que debe estar motivado por la vocación
de servicio y se alcanzará solo explorando la dimensión espiritual propia, ya que sin ella no
se logrará comprender el mundo del otro ni ayudarle.
El siguiente ensayo analiza qué conlleva el sufrimiento, la importancia de brindar apoyo
espiritual en situaciones adversas y lo determinante que resulta la actitud del profesional en
el proceso de cuidado.
El sufrimiento es espiritual

La espiritualidad es ​el ámbito íntimo o interno de la persona. “Breker afirma que consiste
en creencias o valores que proveen fuerzas, esperanza y significado a la vida”​1​. De esta
manera, se entiende la espiritualidad como una búsqueda personal que guía la vida del
hombre y le confiere herramientas para sortear dificultades. Según dice Boff: “La
espiritualidad está siendo descubierta como una dimensión profunda del ser humano, como
un espacio de paz en tiempos de conflicto y desolación”​2​. Esta búsqueda tiene como
finalidad tres elementos: el sentido, la conexión y la trascendencia.
El primero es más introspectivo, integra armoniosamente las malas y buenas vivencias con
objeto de lograr auto-reconciliación, mitigar la culpa o buscar el perdón; también otorga
valor a todo aquello que contribuye en la formación y maduración del hombre, y entrega un
propósito determinado en la vida; el segundo habla de las interrelaciones del individuo con
su entorno, del sentido de pertenencia que posee un individuo en sociedad y su
participación activa en esta; y el tercero busca la prolongación de la esencia misma de ser:
la vida eterna: “...una fuerza que guía, algo fuera del ser (Espeland, 1999)”​3​. Esta
concepción nos permite dejar en segundo plano la vida terrenal y aceptar de mejor manera
un panorama desolador.​4
Durante la vida el ser humano pasa por etapas necesarias que van forjando su carácter y
capacidad adaptativa. Sin embargo, existen situaciones que él solo no puede enfrentar, que
lo llevan a cuestionar su potencialidad y perder la esperanza. Así, la definición del
diagnóstico Sufrimiento Espiritual: “Estado de sufrimiento relacionado con el deterioro de la
habilidad para experimentar el sentido de la vida a través de conexiones con el yo, los otros,
el mundo o un ser superior”​5​, refleja afectación de varias áreas del individuo que
comprometen su bienestar y calidad de vida. De ahí, se puede afirmar la vital función de
integrar la mirada espiritual a la hora de remendar asuntos que competen la esencia del ser,
puesto que no se podría sanar lo inmaterial desde lo material.

El cuidado es espiritual

Ahora bien, tras analizar este mundo interno del hombre, surge la premura por conjugar
aquellos conocimientos con las atenciones de enfermería, y para ello se hace
imprescindible comprender qué implica el cuidado como tal.
“El cuidado surge cuando la existencia de alguien es importante para mí. El cuidado
significa entonces desvelo, solicitud, diligencia, celo, atención y delicadeza. El cuidado se
lleva a cabo con cuidado y espirit de finesse (espíritu de gentileza), como corresponde a los
aspectos espirituales (Boff, 2002)”​6​. Esta cita revela la magnitud del quehacer enfermero, el
cual requiere dejar una parte de sí en el proceso e involucrarse de tal forma que las
necesidades propias como dormir o comer pasan a ser desatendidas en pro del
cumplimiento de intervenciones necesarias para recobrar el bienestar del paciente.
Por lo tanto, no existe cuidado sin espiritualidad, y más importante, no puede haber
sanación completa si no se indaga el mundo interno de la persona; sólo se estaría tratando
la punta del iceberg.

La actitud debe ser espiritual

Este punto es el principal articulador del cuidado enfermero, puesto que no se puede
mejorar algo que no se comprende. Y para brindar apoyo y orientación al paciente, es
crucial que el profesional indague primero en su propio mundo espiritual e incluso si es
preciso reformular sus creencias.
Según la cita: “Todos somos seres espirituales. El espíritu es la esencia de la persona. Es
aquello que da un carácter a la vida generando el sentido de totalidad. La espiritualidad es
una guía interna que determina comportamientos ​y actitudes. ​Da sentido y significado a la
existencia”​7​, se puede afirmar que el ámbito espiritual es inherente al ser humano, ya que
toda persona posee una esencia particular que le confiere su visión de la vida.
Por consiguiente, es fundamental que la actitud que tome el enfermero/a al momento de
consolar, considere las siguientes prácticas: Dirigirse al paciente con mirada sincera y
calma, que proyecte apoyo e interés en su verdad; con una postura corporal adecuada y
relajada que lo invite a la exteriorización de su sentir. También se debe propiciar un
ambiente de confianza que garantice intimidad y contribuya a establecer un vínculo con él.
Para luego, clarificar su percepción respecto de la situación adversa que enfrenta y cuáles
son los aspectos clave a intervenir, según lo que necesitaría mejorar para alcanzar el
bienestar espiritual.
En relación a lo recién expuesto, no queda más que reconocer el rol de la espiritualidad
como determinante de la salud, puesto que dirige y motiva los esfuerzos enfermeros hacia
el cuidado del otro. Ya sea porque el sufrimiento se manifiesta desde el interior del otro,
porque el cuidado implica volcar la esencia hacia un objetivo que persigue el bien ajeno o
porque la espiritualidad es inherente al hombre.
Referencias Bibliográficas

1
Ortega, M., Ojeda, M. G., Ortiz, A. & Guerrero, R. F. (2016). Espiritualidad y cuidado de
enfermería. Revista Iberoamericana de las Ciencias Sociales y Humanísticas, (5) 10, 3-5.

2
Ortega, M., Ojeda, M. G., Ortiz, A. & Guerrero, R. F. (2016). Espiritualidad y cuidado de
enfermería. Revista Iberoamericana de las Ciencias Sociales y Humanísticas, (5) 10, 4.

3
Ortega, M., Ojeda, M. G., Ortiz, A. & Guerrero, R. F. (2016). Espiritualidad y cuidado de
enfermería. Revista Iberoamericana de las Ciencias Sociales y Humanísticas, (5) 10, 3-5.

4
Gomis, C., Benito, E., Barbero, J. (2011). cap. 5 GUIA ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL
SECPAL (pp. 1-11) Madrid, España: Sociedad Española de Cuidados Paliativos.

5
Herdman, T. H. (2012) (Ed.). NANDA International. Diagnósticos Enfermeros. Definiciones
y clasificación. 2012-2014. Barcelona: Elsevier.

6 ​
Ortega, M., Ojeda, M. G., Ortiz, A. & Guerrero, R. F. (2016). Espiritualidad y cuidado de
enfermería. Revista Iberoamericana de las Ciencias Sociales y Humanísticas, (5) 10, 5-12.

7
Quintero, M. C. (2000) "Espiritualidad y afecto en el cuidado de enfermería" Cuidado Y
​ , p.184 -
Práctica De Enfermería. En: Colombia ​ISBN: 958-701-003-5 ​ed: Unibiblos​, v.2
191.
8​
García, L. M.

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