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FACULTAD DE EDUCACIÓN
DECANO
DIRECTOR ADMINISTRATIVO
Prof. Enrique Pérez Zevallos
DIRECTORA
Mg. María Emperatriz Escalante López
COMITÉ DIRECTIVO
Dra. Edith Reyes de Rojas
Lic. Walter Gutiérrez Gutiérrez
© Programa de Licenciatura para Profesores sin Título Pedagógico en Lengua Extranjera Facultad de Educación,
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
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Educación - 2.º piso, oficina 203
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CONTENIDO
PRÓLOGO 7
INTRODUCCIÓN 11
Anexos 141
Bibliografía 168
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PRÓLOGO
El libro que Usted tiene en sus manos es una introducción a la semiótica. Su pretensión
básica es permitir al interesado un acceso inicial a las operaciones descriptivas que per-
mite el análisis del discurso desde su orientación. En este sentido, las nociones funda-
mentales que de la teoría semiótica se expondrán aquí no serán exhaustivas. Y tampoco
es el objetivo de este libro dar cuenta sucinta y general del estado de la cuestión de las
investigaciones en este campo. Sin embargo, el lector que se interne por sus páginas
podrá observar cómo es posible analizar textos desde una semiótica orientada por los
trabajos de A. J. Greimas, la cual se ha visto renovada por sus más recientes y destaca-
dos seguidores y complementadores, tales como Jacques Fontanille, Claude Zilberberg
y Eric Landowski, principalmente.
Como se verá en la introducción, el interés principal de este trabajo es el análisis de
la significación o semiosis y de sus procesos de generación de sentido. Pero, como
resulta tradicional dentro de la semiótica de raigambre estructuralista, también veremos
las muy conocidas estructuras narrativas desde su punto de vista greimasiano. Empero,
este análisis se verá complementado con las posibilidades más recientes y de mayores
proyecciones que hasta hoy la semiótica se ha permitido en el análisis de las transforma-
ciones narrativas y su configuración discursiva.
De manera general este libro se orienta al análisis de textos y en especial a dar cuenta del
proceso de generación de sentido en los textos literarios. Sin embargo, nos atreveremos a
indagar por otro tipo de discursos, tales como el de la historieta, la fotografía y el cine.
Para tener una idea de conjunto respecto de nuestro proyecto, imaginemos una araña
casera, una Pholcus phalangioides. Su característica más visible es el contraste entre
su pequeño cuerpo y sus largas patas. Le proponemos al lector esta imagen porque la
relación que existe entre la introducción y los capítulos se organiza con esta estructura.
Decimos esto porque en la introducción haremos el análisis de un relato brevísimo y
anónimo que ynos
explicaremos servirá para
utilizaremos a lopresentar
largo del de manera
libro. En talsucinta
sentido,todas
cadalas
unacategorías que
de las partes
de este análisis se verá desarrollado en un capítulo posterior dedicado a la descripción
de otro discurso –un poema, una prosa, un cuento— que nos permita profundizar en las
posibilidades analíticas de una determinada categoría o grupo de categorías.
De este modo, el texto de la introducción será el cuerpo de nuestra ínfima Pholcus pha-
langioides y los siete capítulos siguientes –además de la última “pata” de la bibliografía–
se conectarán directamente con ese cuerpo como relativamente largos desarrollos –por
lo menos más largos en comparación.
En tal sentido, el capítulo inicial tratará sobre el primer fenómeno destacado por la se-
miótica, la significación, es decir la articulación solidaria entre el plano de la expresión
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Finalmente, incluimos –como patas de otras arañas– tres anexos que extienden las posi-
bilidades de la semiótica y las conectan con otro tipo de reflexiones. Este intento permite
confrontar el análisis semiótico con otros tipos de entradas descriptivas dentro del campo
del análisis del discurso.
Algunas categorías no serán abordadas dentro de este libro, otras serán brevemente
explicadas porque resultan necesarias para el entendimiento de otras más directamente
en relación con el análisis; sin embargo, pensamos que los conceptos teóricos a los que
nos aproximamos con cierto detenimiento permitirán, al interesado, y con ayuda de la
bibliografía que proponemos, ingresar con solvencia al estudio y profundización de las
teorías semióticas. Por lo demás, la semiótica es una disciplina en formación, con sus
logros ya establecidos, es verdad; pero también con exploraciones todavía inconclusas.
Este libro pretende dar cuenta de lo uno y de lo otro, por lo cual postula no un corte
entre lo antiguo y lo nuevo sino antes bien una continuidad y complementación. Incluso
podemos afirmar, con toda certeza, que una mirada a las realizaciones más recientes
de esta disciplina permite una observación más eficaz y crítica de los desarrollos de la
semiótica estructuralista.
Comencemos, entonces.
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INTRODUCCIÓN
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Guillotina
En medio del jolgorio de la cafetería su rostro parecía una tumba.
Me di cuenta que algo andaba mal...
—Hola, me demore porque...
—¡Siempre lo mismo! ¡Ya estoy harta!
—Cálmate, por favor. No ha sido mi culpa...
—¡Nunca tienes la culpa! Te he esperado sólo porque tengo algo
que decirte.
—¡Mozo, mozo!
Como el reo que sabe la condena que le aguarda, intenté ganar
tiempo...
—¡¿Me has escuchado?!
—Sí, pero tengo hambre...
—¡Solo piensas en ti! ¡Nunca vas a cambiar!
—¡Caramba, ni que fuera tan grave!
—¡Lo es: estoy embarazada!
Los verdugos en Francia solían, a los que iban a pasar por la gui-
llotina, ofrecerles una opulenta cena. Luego, les cortaban el pelo y
les embadurnaban aceite sobre el cuello...
—Sabía que te ibas a quedar mudo.
—Este..., la verdad..., ¿no te estabas cuidando?
—Ya sé que estás tratando de buscar cómo echarme la culpa. No
te preocupes, no es tu problema. Solo quería contarte.
—¿No sería mejor ver como arreglamos el asunto...?
—No, tonto. El padre del niño sí lo quiere tener.
1. Signi fi cación
Habíamos sostenido que un discurso es una totalidad que alberga significación. ¿Pero
qué es la significación? Es, simplemente, la articulación que se produce en el discurso
entre una serie de elementos expresivos y “exteriores”, es decir sensiblemente mani-
fiestos o aparentes, y otra serie no mani fiesta sino manifestada llamada contenido y que
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surge desde una cierta “toma de posición” de una instancia que hace las veces del agen-
te u operador de la significación: el cuerpo propio.
En otras palabras, la significación no es un procedimiento automático sino que requiere
del concurso de un agente que asuma la significación para sí y luego para el otro cuando
comunique su enfoque de significación.
En el caso de “Guillotina” la instancia del cuerpo propio es visible e inmediatamente la
del narrador: “…su rostro parecía una tumba. Me di cuenta de que algo andaba mal”. El
primer acto del análisis de la significación es, por consiguiente, la ubicación de la primera
presencia que hace las veces de cuerpo propio y gestor de la semiosis. ¿Cuál podría ser
en nuestro cuento dicha primera presencia?
En este caso, si bien es “su rostro”, el de la mujer, lo que vemos aparecer en el contexto
de la cafetería, esta no es sino una segunda presencia solo ubicada y sentida desde el
cuerpo propio sensible e inteligible que la siente y la ubica. Es, entonces, el narrador y
no la mujer en el café la primera presencia en el discurso. Y es primera porque a partir
de ella se organiza la significación en el relato, no sabemos más que lo que esta posi-
ción nos permite conocer; en ese sentido, todo lo demás se proyecta en el universo del
discurso como otras presencias representadas.
Y es a partir de esta primera presencia y de su toma de posición que desarrollaremos
el análisis de la significación. Lo siguiente que observamos es la ponderación del rostro
de la mujer en
el “jolgorio” es contraste
expresióncon el resto
de un deldecampo
estado ánimosensible de la cafetería:
generalizado en este
en ese lugar que sentido
implica
un conjunto de sensaciones eufóricas esperables en un espacio público y de encuentro
multitudinario. La observación de la cafetería es amplia, podríamos decir que extensa o
difusa; por su parte, la mujer que se convierte en el foco de la observación del narrador
es percibida de manera concentrada e intensa: se trata de un aspecto de ella que la re-
presenta: “su rostro parecía una tumba”. Esta expresión con figura, en contraste, estados
de ánimo disfóricos, es decir, todo lo contrario a la felicidad y el placer expresados por
“jolgorio de la cafetería”. Esquemáticamente, proponemos lo siguiente:
Expresión “jolgorio de la cafetería” “su rostro parecía una tumba”
Euforia: estados de ánimo Disforia: estados de ánimo displacen-
Contenido
placenteros. teros.
Esta semiosis inicial se confirma con el diálogo posterior, en el que los signos de excla-
mación y losde
expresiones reproches
la disforiafemeninos y las
constitutiva deldefensas
plano del masculinas,
contenido. de corte tradicional, son
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Tres segmentos del relato instauran una relación signi ficativa interesante. Se trata de
dos comparaciones que trasladan el campo semántico del crimen al de la relación de
pareja. Son dos enunciados insertos en el diálogo a los que debemos añadir el título:
a. “Guillotina”
b. “Como el reo que sabe la condena que le aguarda, intenté ganar tiempo…”
c. “Los verdugos en Francia solían, a los que iban a pasar por la guillotina, ofrecerles
una opulenta cena. Luego, les cortaban el pelo y le embadurnaban aceite sobre el
cuello…”
Estos segmentos se convierten en elementos del plano de la expresión de la perspectiva
que organiza el discurso. De este modo, la posición masculina es parangonada con la de
la víctima, el “reo” y la posición femenina es asemejada a la del “verdugo”. Este “semi-
simbolismo” semiótico es posible por la continuidad metonímica entre el diálogo y dichas
sentencias. Este procedimiento de significación no alude sino a un sentido común, a una
imagen verosímil y, por lo tanto, a un cierto carácter ideológico implícito en el relato:
“reo”
Expresión “Los verdugos”
“los que iban a pasar por la guillotina”
Posición masculina Posición femenina
Contenido
[disfórica] [¿eufórica?]
La posición eufórica de lo femenino es implícitamente postulada por la articulación se-
misimbólica o de significación inscrita en el relato. En otras palabras, como el reo no
puede sino “ganar tiempo” y ser el destinatario de un ofrecimiento obsceno, a saber,
“una opulenta cena”, es posible postular que el “verdugo” femenino, por contraste, es un
sujeto que disfruta perversamente de esta manipulación. No obstante, como por un lado
la mujer se encuentra tomada por la desazón (como en el caso del primer esquema se-
misimbólico) y, por el otro, disfrutaría con las estrategias de acorralamiento que organiza
para su reo masculino, la posición femenina es configurada, más precisamente, como
una monstruosa mezcla entre el placer y el displacer, una especie de goce obsceno e
incomprensible que, finalmente, se ratifica con el develamiento final: “El padre del niño
sí lo quiere tener”.
En consecuencias, el semisimbolismo para las posiciones masculina y femenina sería
el siguiente:
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Este semisimbolismo radica en el punto de vista que organiza el discurso: por un lado,
la toma de posición que instaura el relato es masculina y es a través de su capacidad de
darnos paso al discurso objetivo de los enunciados de la mujer y de hacernos conocer
(por
culinolasseanalogías
configuraque realiza)
como su proceso de
un “racionalismo de comprensión
observador”; de
porlos
el sucesos,
otro lado,que lo mas-
la mujer es
observada en su opacidad de “tumba” y por sus enunciados que solo nos permiten inferir,
muy tentativamente, sus estados de ánimo. En consecuencia, la mujer es lo desconocido
por naturaleza y el hombre es el sujeto instalado en la razón y en el conocimiento. Pero
lo más importante es que el filo eficaz de la aguillotinada frase final nos da cuenta de un
ser contradictorio que reclama airadamente y que, no obstante, es el principal trasgresor
del relato. Todo esto hace de ella un ser que goza sin los parámetros de la razón y que,
en sus apelaciones al sentido común (“¡Siempre lo mismo! ¡Ya estoy harta!”, etc.), delata
una instrumentalización perversa de la verosímil posición de la “mujer maltratada”.
2. Estilos de categorización
Ahora bien, vincular al personaje femenino con la naturaleza y al masculino con la razón
conlleva una operación que resulta fundamental: la clasi ficación. De este modo, la mujer
es clasificada dentro de un orden natural y al narrador lo incluimos en la clase de lo
racional.
A decir de Fontanille, es imposible pensar un lenguaje sin esta capacidad de clasi ficar
o categorizar los hechos que designa. De este modo, discurrir implica utilizar clases de
fenómenos para dar cuenta de ocurrencias especí ficas. Por ejemplo, la frase inicial de
nuestro relato, “En medio del jolgorio de la cafetería…”, podemos observar que el es-
cenario específico de los acontecimientos es una cafetería imaginaria, pero singular. No
obstante, para nombrarla no utilizamos una palabra igualmente singular, única, incanjea-
ble, sino que utilizamos una clase o un concepto cuyo significante es, a saber, cafetería.
En otras palabras, por muy imaginaria que sea, esta cafetería es una ocurrencia espe-
cífica, un espacio preciso; pero la palabra con la que la referimos es un tipo de espacio,
una clasificación, una categoría general.
Podemos imaginar cuán difícil sería la comunicación si para referirnos a los hechos del
mundo concreto utilizáramos un nombre distinto, caso por caso. Esto implicaría una me-
moria infinita y una disolución de la posibilidad de agrupar tipos de cosas.
No obstante, la categorización es un procedimiento que tiene variantes. A la clasi fica-
ción inherente a una lengua, debemos añadir las categorizaciones que son posibles en
el nivel del discurso. En este sentido podemos decir que existen, por lo menos cuatro
grandes tipos; se trata del parangón, la serie, el conglomerado y la familia. De ellas
hablaremos en un capítulo posterior. En todo caso, podemos observar que, una de las
operaciones implícitas que realiza el personaje femenino en sus enunciaciones es la de
clasificar los actos del personaje narrador bajo la forma de la serie:
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3. Recorridos narrativos
Un procedimiento tradicional de la semiótica para el análisis de los relatos es describir
las estructuras actanciales y la narrativa fundamental que organiza estados y transfor-
maciones en este tipo de discurso. Pero, se nos preguntará, ¿qué son los actantes, qué
son estados y qué transformaciones? Para responder a esto debemos primero describir
la concepción semiótica de enunciado.
Un enunciado es una unidad de signi ficación compuesta por un “predicado”, lo que se
dice de alguien, y un “actante” la posición correspondiente, el lugar de quien se dice algo.
Pero es importante distinguir entre el actante como posición “de la que se dice algo” y
el “actor” que es la presencia que puede ocupar dicha posición de actante o posición
actancial; por otro lado, el actante puede ser sujeto u objeto, o puede ser destinador o
destinatario. (Todos estos conceptos se explicarán poco más adelante).
Del mismo modo, es imprescindible distinguir dos tipos de predicado: predicados de
acción y predicados de estado. He aquí esquemáticamente estas diferenciaciones:
En consecuencia, los enunciados, constituidos por actantes y predicados, pueden dar
cuenta de estados o de transformaciones. En el enunciado “parecía una tumba”, observa-
mos claramente la configuración de un estado: ella ocupa la posición actancial de sujeto
y parecer una tumba es un predicado de estado que la describe. Por su parte, en “intenté
ganar tiempo…” el actanta másculino, él, es adjuntado a un predicado de acción intentar.
No obstante, los enunciados de acción tienen una muy minuciosa articulación que, den-
tro de la semiótica, tiene por lo menos dos esquemas que han devenido en recorridos
canónicos . Seel trata
ocasión, por del esquema
discurso de la
que estamos prueba y utilizaremos
abordando, el esquema eldeesquema de la En
la búsqueda. esta
prueba
porque pensamos que “Guillotina” puede ser descrito bajo la luz de esta estructura.
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Sin embargo, debemos recalcar que un esquema no es una plantilla para su inmediata
aplicación y que si este esquema puede funcionar para este relato, no todo relato nece-
sariamente funcionará con el mismo. Como todo esquema, el de la prueba es una orien-
tación
no nospara la descripción
debemos preocupary si
el “no
reconocimiento del sentidoen
encaja” perfectamente encada
el discurso
caso uny, esquema.
por lo tanto,
Si
le pedimos a la semiótica esquemas universales y “para todo” no nos lo dará; de ser
posible, ya no sería un esquema sino, antes bien, una ley universal. Pero si existieran
leyes universales para la producción de los discursos, el valor de la interpretación y de
la significación no tendría ningún relieve y estaríamos condenados a la automatización.
Una máquina podría producir análisis semióticos y derivar interpretaciones y, de ser así,
para qué servirían. Hecha esta salvedad, retornemos al análisis.
Todo enunciado de acción implica dos tipos de estado y dos tipos de transformaciones.
El estado conjuntivo, en el que el sujeto esta en posesión o conjunto respecto de su
objeto de valor, y el estado disyuntivo en el que el sujeto de estado lo ha perdido o no
lo posee.
En las fórmulas semióticas canónicas, esto es:
- La conjunción: S ∩ O
- La disyunción: SUO
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S1 = Sujeto masculino
S2 = sujeto femenino
O = hegemonía
En otras palabras, la sentencia final de la protagonista (“No, tonto. El padre sí lo quiere
tener”), es la expresión de la victoria final, la hegemonía de la posición femenina y la
relegación a la periferia del narrador masculino.
En síntesis, lo que observamos es una transformación en la que un sujeto operador
obtiene el objeto de valor en pugna y, en tal sentido, mantiene al oponente en un estado
de carencia:
S3 U (S1 U O U S2) U (S1 U O ∩ S2)
Donde:
S1 Sujeto masculino
S2 = S3 = Sujeto femenino
O = hegemonía
Para explicar esta fórmula, debemos distinguir entre sujeto operador y sujeto de estado.
Este último, como ya se mencionó, es aquel que participa en una de las dos relacio-
nes posibles con el objeto de valor, el estado de carencia o disyunción, y el estado de
posesión o conjunción. Tenemos entonces que el sujeto puede ser el sujeto de estado
conjuntivo o de estado disyuntivo.
El sujeto operador es aquel que se encarga de la transformación conjuntiva o disyuntiva.
Es el agente de la transformación. En el esquema anterior, S3 es el operador de las
transformaciones de los sujetos de estado.
De acuerdo con lo anterior, dicho esquema se leería del siguiente modo: el sujeto opera-
dor (S3) hace que el sujeto de estado S1 permanezca en su estado de carencia, neutra-
lizando sus intentos de realizar su propia conjunción con el objeto de valor, y hace pasar
al otro sujeto de estado (S2) de la disyunción al estado de conjunción.
Nótese que, en este caso, el “actante” operador S3 y el “actante” de estado S2 son en-
carnados por el mismo “actor” (o actriz), a saber, el personaje femenino. (Cabe también
la posibilidad, en otros casos, de que un actante pueda ser encarnado por varios actores,
esto es así porque, como ya se ha mencionado, un actor es una presencia particular que
puede ocupar la función de un actante).
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4. Esquemas tensivos
Un desarrollo muy importante a la semiótica greimasiana es el giro fenomenológico para
la descripción de la significación en acto de los discursos. Los abanderados de este
aporte son fundamentalmente Jacques Fontanille y Claude Zilberberg. Ellos proponen
la posibilidad de explicar el devenir del sentido discursivo por medios sensibles y, para
ello, han elaborado un esquema que propone mayor cercanía al discurso específico que
aquel que ofrece el cuadrado semiótico, muy importante aún, pero más abstracto.
En tal sentido, el esquema tensivo que ellos proponen pretender describir el valor que
pueden adquirir las presencias representadas a partir de las coordenadas de dos valen-
cias denominadas intensidad y extensión.
La primera de ellas pretende graficar los grados de la sensación o del impacto, podría-
mos decir, que una presencia cualquier deja en el cuerpo propio que toma posición
ante el mundo. Esta gradiente de intensidad puede graficar la dimensión interior o del
contenido que se denomina interoceptiva. Por ejemplo, nosotros podemos sentir que la
intensidad del calor en el verano es mayor con respecto de la que sentimos en primavera
y que es aún mayor que la sensación térmica en nuestro cuerpo en el invierno. Así como
es con el calor, podemos postular una gradiente intensiva del dolor o de la felicidad y
otras experiencias más como internas y de diferente gradualidad en cada caso: podemos
sentir mucho o poco dolor, mucha o poca felicidad.
La otra valencia es la extensión y con ella se mide los grados de cantidad y de las
posiciones de las cosas en el mundo exterior, es decir en el plano de la expresión
o en la dimensión exteroceptiva. Para seguir con el ejemplo de las estaciones y uti-
lizando un refrán muy conocido como una golondrina no hace un verano, podemos
postular que la extensión de ese verano, descrito a través de la única golondrina,
es concentrada, y tanto que con ella sola todavía no podemos afirmar la presencia
de un verano . Pero siguiendo con el juego que implica la frase, podríamos afirmar,
en consecuencia, que más de una, diez, un centenar o simplemente “muchas” go-
londrinas harían un verano propiamente. En este segundo caso, la gran cantidad
de golondrinas hacen las veces de una extensión difusa. Concentrada y difusa,
entonces, son las valencias extremas o límites de la extensión. Como se notará, se
trata de todo lo medible, en el espacio, en el tiempo y en la posición, con métodos
convencionales: cantidades en metros, kilos y sus subdivisiones; pero también en
horas, años, centurias, etc.
Ambas valencias son dispuestas en dos ejes cartesianos dentro de cuyo encuadre es
posible ver surgir el valor tensivo de ciertas presencias en los discursos. Pero no sola-
mente eso, a partir de este esquema se hace posible representar los recorridos del valor
de
de cualquier tipo de
valor conversa transformación
, cuando narrativa.
la intensidad Podemos aumentan
y la extensión entonces establecer secuencias
o disminuyen propor-
cionalmente, y secuencias de correlación inversa, que expresan el paulatino aumento de
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cómo hacerlo.
Desde la perspectiva semiótica, es el concepto de modalidad el que aquí resulta perti-
nente y fundamental, si bien no el único. Efectivamente, la modalidad es un dispositivo
que puede ser descrito en general como el modi ficador de un enunciado cuya peculiari-
dad es que, por un lado, determina la realización de una acción y, por el otro, la posterga.
Veamos el siguiente enunciado:
“Marita estudia”.
Este enunciado no tiene ninguna modalidad que lo determine. Pero consideremos el
siguiente:
“Marita quiere estudiar”.
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En este caso, el querer es la modalidad que determina el modo en el que el sujeto (Ma-
rita) se relaciona con su acción y, por otro lado, posterga el acto de su realización: el
querer estudiar no es estar estudiando.
Ahora bien, las modalidades semióticas fundamentales son: querer, deber, poder, saber;
a las cuales debemos añadirles el adherir y el asumir, como dos formas distintas del
creer. Lo que nos interesa ahora de las modalidades es que pueden describir los afectos
que son los efectos protagónicos en nuestro relato. Por la razón de que esta es solo una
introducción, aquí analizaremos exclusivamente la perspectiva del narrador.
Con Fontanille, podemos descomponer este aspecto de “Guillotina” en dos niveles de
la modalidad: el nivel social y el nivel individual. En el primero de ellos, podemos clara-
mente observar que el relato comienza con un incumplimiento respecto del deber . Y es
que existe
quiere, máslacaballerosamente,
convención social “no
según
se la cualhacer
debe uno debe llegar
esperar puntual
a una a una
dama”. cita de
Dentro o, sieste
se
mismo nivel social, el complemento del deber es el poder y, visiblemente, la disculpa que
esboza el personaje narrador implica un no-poder (“No ha sido mi culpa...”).
En consecuencia, desde el punto de vista del narrador y en el nivel social, podemos des-
cribir un conflicto entre el deber y el poder. Ahora bien, la postulación semiótica respecto
de la pasión en el discurso es que ella es una resultante afectiva de una articulación
modal compleja. En este caso, la perceptible desazón, como afecto del narrador que se
desprende de la lectura tiene, entonces, esta contradicción como su determinante. Dicho
de otro modo, la tensión entre el deber y el no-poder tienen un efecto afectivo que puede
denominarse “culpa” o “remordimiento”.
En el nivel individual tenemos una tensión entre el saber y el querer. La segunda oración
del cuento, “Me di cuenta que algo andaba mal...”, es descriptible como un saber. Lo que
observamos es que el narrador tiene la certeza de saber o por lo menos de un saber que
le basta (“Como el reo que sabe la condena que le aguarda, intenté ganar tiempo...”).
Esto, claro está, se verá defraudado en el momento final, con el impacto afectivo mayor,
que es un momento gnoseológico, aquel en el que accedemos a un sorprendente cono-
cimiento.
Por otro lado, este intento de postergación es un no-querer: la guillotina que se le aproxi-
ma no es querida; aunque el narrador sabe que, de finitivamente, ella caerá filuda y de-
vastadora. Tenemos aquí, entonces, en el nivel individual, un con flicto entre el saber y
el no-querer, cuyo efecto afectivo puede ser descrito como “inquietud” o incluso “angus-
tia”.
En síntesis, los afectos resultantes de los conflictos modales observados son, en el nivel
social, la culpabilidad o el arrepentimiento. Este malestar se ve agudizado por la con-
currencia del dispositivo modal individual, también en crisis, que generan una nefanda
inquietud.
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7. Cuadrado semiótico
El último esquema que propondremos es el famoso grupo de oposiciones y complemen-
tariedades denominado cuadrado o cuadro semiótico. Para entenderlo hay que explicar,
primero, dos tipos de oposición: la contrariedad y la contradicción.
La contrariedad es la oposición entre dos términos bajo el principio de una semejanza: si,
por ejemplo, podemos entender como “opuestos” el blanco y el tinto es porque pueden
ser incluidos en la clase de los vinos. En consecuencia, el vino blanco es contrario del
vino tinto como una presencia concentrada frente a otra presencia concentrada dentro
del cambio general y difuso de los vinos.
La contradicción, en cambio, opone una presencia con su ausencia o su posible au-
sencia. En este sentido, el tinto se opone al no-tinto que, sin embargo, no es el blanco.
Dicho de otro modo, el tinto y el no-tinto son contradictorios. Se trata, entonces, de
una presencia concentrada que ya no se opone a otra de equivalente pero antagónica
concentración, sino que se distingue del género difuso. La contradicción es, por un lado,
una oposición entre lo concentrado y lo difuso y, por el otro, entre una presencia actual y
concreta, y la dimensión de lo potencial y abstracto.
La tercera relación del esquema, de complementariedad, es la que se establece entre
uno de los contrarios y el contradictorio del otro. Utilizando el ejemplo de los vinos, po-
demos proponer:
En este caso, la complementariedad se establece entre no-tinto y blanco, por un lado, y
tinto y no-blanco por el otro. Se dirá entonces que lo no-tinto es complementario o implica
el blanco y que lo no-blanco implica o es complementario del vino tinto.
El cuadrado semiótico es un esquema que deviene de una apuesta interpretativa, pero
que utiliza la inferencia a partir del análisis realizado y pretende gra ficar los valores más
fundamentales de un discurso. Cuáles podrían ser estos valores en “Guillotina”. Lo que
hemos visto esbozarse en el tensivo –y precisarse en el análisis modal— es algo del
orden del develamiento de una verdad que guillotina toda capacidad de respuesta. Esa
verdad final, como una hoja afilada, separa dos órdenes de cosas: el orden del discurrir
habitual, las frases hechas (“parecía una tumba”, “¡nunca vas a cambias!”, etc.) y el silen-
cio de la verdad novedosa, que pretende ser anunciada por ciertas analogías (“como el
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reo que sabe la condena…”, “Los verdugos en Francia solían…”), y que en algo atenúan,
es verdad, la caída de la hoja. Sin embargo, la guillotina no deja de ser e ficaz.
Casi todo lo anterior a la frase final tiene el sabor de las verdades de Perogrullo, es decir
de lo muy manido, de lo rutinario y repetitivo. Se trata, pues, de los vicios de la costumbre
que se opone al acontecimiento novedoso de la traición. Por otro lado, lo acostumbrado
implica, con evidencia, un deterioro de la relación de pareja; ella se encarrila fácilmente
en los términos de una discusión ritual y hasta programada devenida de la reiteración y el
cansancio. Podríamos decir, en consecuencia, que es una relación “mortificada” –lo cual
se confirma con el intento sugerido de “ver cómo arreglamos el asunto…”. En contraste,
el develamiento de la verdad cercenadora, implica el arribo de una vida nueva; en tal
sentido tiene que ver con lo “vivi ficado”. Finalmente, cuando describíamos la semiosis
general del relato, habíamos encontrado la oposición entre la observación racional y el
goce irracional.
Todas estas oposiciones descansan sobre las figuras representadas del narrador y su
pareja: el hombre y la mujer. En consecuencia, parece posible postular el siguiente cua-
drado semiótico:
Entre estos puntos de articulación del cuadrado semiótico se pueden postular diversos
recorridos. Estos puede ser canónicos si van de uno de los polos de la contrariedad a su
contradicción (por ejemplo de masculino a no-masculino) y luego al otro contrario (de no-
masculino a femenino). Es canónico, en el sentido de establecido por la tradición, porque
es “esperable” o de sentido común que, para convertirse en su contrario, se pase por la
negación de “sí mismo” (para ser el otro debo dejar de ser uno).
Pero el recorrido también podría ser no canónico y, por serlo, aparece como raro o fuera
de lo común. Este tipo de recorrido se describe como el tránsito de uno de los polos de
la contrariedad hacia el complementario (por ejemplo, de masculino a no-femenino) y de
allí al otro polo de la contrariedad (es decir, de no-femenino a femenino).
En este caso, ¿es o no es canónico el tránsito que se efectúa en el relato? Parecen
postulables dos movimientos en este relato. Por un lado, desde la posición masculina,
observamos un recorrido canónico, es decir, uno que transita desde la observación racio-
nal al develamiento, y de allí a la posición de goce irracional femenino. En consecuencia,
la racionalidad del narrador se niega a sí misma (es el tránsito de la racionalidad del ob-
servador al develamiento) y el relato deviene en puramente objetivo: se trata de la tras-
cripción del diálogo de los personajes. Esta negación es complementaria de la posición
de goce irracional del personaje femenino: como un cientí fico positivista, el narrador, al
exponer los hechos, espera que ellos “hablen” por sí mismos, es decir, deja que nosotros
“experimentemos” la irracionalidad del goce femenino.
Por otro lado, y también desde la perspectiva masculina, se puede observar un recorrido
no canónico: desde la observación racional al ocultamiento y de ahí a la verdad nove-
dosa. Esto es así porque lo que enfrenta el narrador en casi todo el relato es un velo, el
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recurso del reclamo femenino muy trillado, muy cansado que no hace más que retener,
todo lo posible, el repentino golpe de la guillotina, de la verdad novedosa a la que le
suponemos un goce loco.
El recorrido contrario, de lo femenino a lo no-femenino y de ahí hacia lo masculino, es
decir, hacia la muerte y el saber rutinario no resulta pertinente en este caso. Esto es así
porque el cuadro semiótico puede constituir
No deja de sorprender, finalmente, que la racionalidad operadora de la posibilidad del
conocer al otro (la mujer en este y en otros casos) implique la mortificación o su suge-
rencia, mientras que la posición femenina, con todo el goce irracional que contenga, no
obstante, implica la vida. Claro está que, en este caso, se trata de una vida no-nata y,
en tal sentido, aún no colonizada por la racionalidad occidental y por lo simbólico de la
palabra. Es por es
como producto, elloparte
que constitutiva
está completamente
de la mujerdely, lado
ante femenino; incorporada
el advenimiento y aún no
de la intensidad
de su presencia, la racionalidad del observador y narrador declinan ostentosamente,
deviene la página en blanco.
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CAPÍTULO 1
Objetivos
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Dijimos además que esta articulación no se realiza sola sino que surge desde una cierta
“toma de posición” de una instancia que hace las veces del agente u operador de la signi-
ficación: el cuerpo propio. Desde este punto de vista, la signi ficación es un procedimiento
que requiere del concurso de un agente que asuma la signi ficación para sí y luego para
el otro cuando comunique su enfoque de signi ficación. Pero, desde dónde proviene esta
distinción.
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formasen dibujos diferentes –explica analógicamente–, o como las nubes del cielo que
s un instante a otro cambian de forma a los ojos de Hamlet” (Hjelmslev, 1971: 79). La
forma del contenido sería aquella que hace de esa masa informe se conforme de manera
DE INVIERNO
En invernales horas, mirad á Carolina,
medio apelotonada, descansa en el sillón,
envuelta con su abrigo de marta cibelina
y no lejos del fuego que brilla en el salón.
Este poema tradicionalmente ha sido tomado para explicar algunos aspectos del proceso
de modernización de los estados americanos a fines del siglo pasado. Por ejemplo, Julio
Ramos (1989) observa en este periodo una transformación en la categoría de letrado que
deja de estar relacionada con la política entendida como organizadora del caótico mundo
americano y pasa a ser independiente, pero con vistas a una institucionalización que no
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de postular
dos suque
funciones reciproca
explicanecesidad. En todo
las relaciones entrecaso, para yprobarla,
expresión la semiótica
contenido. plantea
Dicha explicación
se funda en la función de conmutación y la correspondiente de sustitución.
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Como sostiene Joseph Courtés, serán conmutables o invariantes aquellos elementos del
plano del contenido que al ser reemplazados el uno por el otro, trae como consecuencia
un correspondiente cambio en el plano de la expresión, y viceversa. (Courtés, 1997:
42). Por supueden
expresión parte, la sustitución se explica en tanto que dos elementos del plano de la
ser sustituidos el uno por el otro sin que ocurra un correspondiente
cambio entre elementos del plano del contenido y viceversa. De este modo, “un mismo
significado puede expresarse a través de diversos significantes” (50).
Sin embargo, esto no significa que algún elemento del plano de la expresión sea exclu-
sivamente de ese plano y que los del contenido lo sean también en exclusividad. Cour-
tés plantea esta situación cuando trata de describir esta relación a partir del criterio de
arbitrariedad. Sostiene que es arbitraria en el sentido de que tal correlación dependerá
del contexto. Es decir que, por ejemplo “ alto”, como elemento la expresión, puede ser
eufórico o disfórico en el contenido dependiendo del universo de sentido en el que dichos
elementos se actualicen. (42). Nosotros podemos pensar en una comparación entre oc-
cidente y nuestro mundo andino; así, tendremos dos relaciones “semisimbólicas”:
todos los días, etc. En otros términos, la correlación que el sentido común occidental
propone para estos cuatro elementos sería el siguiente:
En contraste,
el aura es posible
de lo exótico y lopostular
sensual que “De invierno”
precisamente marca
porque no elhaespacio de lo conseguido.
sido todavía privado con
En tal sentido, el poema en cuestión es emblemático del tránsito hacia la modernización
poética.
(No está demás destacar, entre paréntesis, que una simple apoyatura de descripción
formal permite una demostración solvente para una interpretación; dicho de otro modo,
sin un previo análisis semiótico, aunque sea breve y elemental como el que postulamos,
resulta inverosímil cualquier interpretación que se postule).
son la expresión del contenido postulado aquí como compuesto por: inquietud, abulia,
aflicción, mortificación.
Con todo esto, podemos plantear el esquema descriptivo general para nuestro especí-
fico objeto de análisis –no es una plantilla para un uso indiscriminado—, el poema “de
invierno” y que se encuentra en el grá fico 1.
Sin embargo, debemos hacer un énfasis que no está planteado en el discurso de Fon-
tanille; con él pretendemos explicar por qué hemos ubicado en el nivel propioceptivo del
esquema, no sólo la notación “sensible” sino que incluimos la cali ficación de “inteligi-
ble”.
Como ya dijimos, para Fontanille, cualquier serie de diferencias que en una relación de
semiosis sea parte del plano del contenido puede muy bien, en otras circunstancias de
significación, constituirse como plano de la expresión. Todo depende de aquella instancia
llamada “propioceptiva”, ubicada entre la dimensión exterioceptiva o mundo exterior o
forma de la expresión, y la interioceptiva o mundo interior o forma del contenido. Lo que
sostiene este autor es que dicho cuerpo propio, eje móvil de la relación entre los planos,
es “imaginario”:
Habría que inferir –porque no es explícito en el texto mencionado–, que dicho cuerpo
imaginario es una construcción posterior a la cultura y la lengua, producto de ella y de
sus categorizaciones inherentes. Pese a esto, se convierte en el eje a partir del cual es
posible la significación, la cual a su vez no puede ser sino la causa de su creación como
dimensión imaginaria.
Podríamos decir, en consecuencia, que el lenguaje construye con sus categorizaciones
una dimensión, “el cuerpo propio”, para seguir produciendo categorizaciones en el dis-
curso. De este modo, la dimensión propioceptiva es, tanto un punto de partida, como
un efecto. Pero si es un punto de partida, lo es para el discurso, y si también hablamos
del cuerpo propio como un efecto, debe entenderse que lo es de algo que podríamos
denominar el sistema semiótico preexistente.
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Disfórico Eufórico
[inquietud] [abulia] [sosiego] [deseo]
[aflicción] [mortificación] [dicha] [sensualidad]
Esquema 1
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228. Un signo, o representamen, es algo que, para alguien, representa o se refiere a algo
en algún aspecto o carácter. Se dirige a alguien, esto es, crea en la mente de esa persona
un signo equivalente, o tal vez, un signo aún más desarrollado. Este signo creado es lo
que yo llamo el interpretante del primer signo. El signo está en lugar de algo, su objeto.
Está en lugar de ese objeto, no en todos los aspectos, sino sólo con referencia a una
suerte de idea, que a veces he llamado fundamento del representamen.
Interpretante Representamen
P1 O. I.
FUNDAMENTO
O. D
[Cultura - Lengua]
Esquema 2
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Todo esto cómo se ubica en nuestro trabajo semiótico. Una vez más a partir de algo
que sostiene
signi Fontanille en
ficación intencional estáunconstituida,
artículo titulado “La basepor
para Husserl, perceptiva de la semiótica”:
la orientación (intención) y“La
la
donación del sentido (completud intencional). La orientación misma, […], suscita la inten-
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“Algo hay…”
P1 P2
“…aquí y ahora…”
“…por lo tanto, siento”.
CONTENIDO EXPRESIÓN
Esquema 3
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eel imprevisible
marco de la en
aparición del tal.
tanto que sentido singular, el cual si es un hecho empírico, contingente
En este caso, la terceridad resultante y, al mismo tiempo, el marco de posibilidades para
la relación anterior, está delimitada por un conjunto de estados de ánimo contrastados.
Correspondientes con el espacio imaginario exterior tenemos las ya mencionadas: in-
quietud, abulia, aflicción, desagrado. Por su parte, para el imaginario espacio interior
volvemos a ver a las siguientes: sosiego, deseo, dicha, sensualidad.
Finalmente, con todo lo aquí propuesto, podemos organizar un nuevo esquema para la
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40
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EXPRESIÓN:
Estados de cosas:
Primeridad Segundidad
[algo hay] [correlaciones por la lengua]
Espacio exterior:
Espacio interior:
“abrigo de marta cibelina”,
“ fuego que brilla en el salón”,
/silencio/ /calor/
“fino angora blanco”,
/color/ /lujo/
“falda de Alençón”,
/exotismo/ /orientalismo/
“jarras de porcelana china”,
“biombo de seda del
“besar”, “dulce sueño”,
“rostro rosado y halagüeño”, /sensualidad/
“flor de lis” “rosa roja”, “mirar
CONTENIDO:
Estado de ánimo:
Terceridad
[nivel de posibilidad de los anteriores]
Espacio exterior
Disfórico implícito [inquietud] [abulia] [aflicción] [desagrado]
Espacio interior
Eufórico [sosiego] [deseo] [dicha] [sensualidad]
Esquema 4
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ACTIVIDA DES
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CAPÍTULO 2
Objetivos
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En el capítulo anterior habíamos analizado “De invierno” distinguiendo dos tipos de sig-
nificación. Estas estrategias de descripción de la semiosis provienen de dos tradiciones
fundamentales, la hjemsleviana y la peirceana. Lo que destacamos finalmente es que
ellas
para laseprimera
diferencian, en loocurre
tradición fundamental,
que, en elpordesarrollo de con fise
el modo tensivo, gurar la posición
instala un sujetodelcorporal
sujeto:
y sensible; en la segunda, el sujeto es una instancia presupuesta y vacía, una suerte de
soporte funcional e incorpóreo de la significación.
En este capítulo añadiremos una re flexión sobre otra noción fundamental cuya función
también es la de atribuir significación a un conjunto textual. Se trata de la isotopía y su
relación con los tipos o estilos de categorización que permiten, como la noción de cuerpo
propio, dar cuenta de una organización del sentido.
Dentro de este
“Guillotina” en laorden de cosas,
introducción, podemos
dijimos recordar
que es que,pensar
imposible cuándo
un analizamos
lenguaje sinellacuento
capa-
cidad de clasificar o categorizar los hechos que designa cuando este lenguaje se aplica
a la configuración de un discurso. De este modo, discurrir implicaba utilizar clases de
fenómenos para dar cuenta de ocurrencias especí ficas. En la frase inicial de aquel relato,
“En medio del jolgorio de la cafetería…”, observamos que el escenario específico de los
acontecimientos es una cafetería imaginaria, pero singular. No obstante, para nombrarla
no utilizamos una palabra igualmente singular, única, incanjeable, sino que utilizamos
una clase, una categoría general o un concepto cuyo significante es, a saber, cafetería.
No obstante –añadimos–, la categorización es un procedimiento que tiene variantes. A la
clasificación inherente a una lengua, debemos añadir las categorizaciones que son po-
sibles en el nivel del discurso. En este sentido, podemos decir que existen por lo menos
cuatro grandes tipos; se trata del parangón, la serie, el conglomerado y la familia.
En esta ocasión utilizaremos un fragmento, muy útil para nuestro actual objetivo, de una
famosa novela de ficción fantástica. Se trata de un pasaje de Harry Potter y la piedra
filosofal, de J.K. Rowling:
—¿Qué?
—Oh, por supuesto, no debes saber... Las ranas de chocolate llevan cromos, ya sabes,
para coleccionar, de brujas y magos famosos. Yo tengo como quinientos, pero no consigo
ni a Agripa ni a Ptolomeo.
Harry desenvolvió su rana de chocolate y sacó el cromo. En él estaba impreso el rostro
de un hombre. Llevaba gafas de media luna, tenía una nariz larga y encorvada, cabello
plateado suelto, barba y bigotes. Debajo de la foto estaba el nombre: Albus Dumbledore.
—¡Así que éste es Dumbledore! —dijo Harry.
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—¡No me digas que nunca has oído hablar de Dumbledore! —dijo Ron—. ¿Puedo servir-
me una rana? Podría encontrar a Agripa... Gracias...
—¡Ya no está!
—Bueno, no iba a estar ahí todo el día —dijo Ron—. Ya volverá. Vaya, me ha salido otra
vez Morgana y ya la tengo seis veces repetida... ¿No la quieres? Puedes empezar a
coleccionarlos.
Los ojos de Ron se perdieron en las ranas de chocolate, que esperaban que las desen-
volvieran.
—Sírvete —dijo Harry—. Pero oye, en el mundo de los muggles la gente se queda en las
fotos.
—¿Eso hacen? Cómo, ¿no se mueven? —Ron estaba atónito—. ¡Qué raro!
Harry miró asombrado, mientras Dumbledore regresaba al cromo y le dedicaba una son-
risita. Ron estaba más interesado en comer las ranas de chocolate que en buscar magos
y brujas famosos, pero Harry no podía apartar la vista de ellos. Muy pronto tuvo no sólo a
Dumbledore y Morgana, sino también a Ramón Llull, al rey Salomón, Circe, Paracelso y
Merlín. Hasta que finalmente apartó la vista de la druida Cliodna, que se rascaba la nariz,
para abrir una bolsa de grageas de todos los sabores.
—Tienes que tener cuidado con ésas —lo previno Ron—. Cuando dice «todos los sabo-
res», es eso lo que quiere decir. Ya sabes, tienes todos los comunes, como chocolate,
menta y naranja, pero también puedes encontrar espinacas, hígado y callos. George dice
que una vez encontró una con sabor a duende.
Ron eligió una verde, la observó con cuidado y mordió un pedacito.
—Puaj... ¿Ves? Coles.
Pasaron un buen rato comiendo las grageas de todos los sabores. Harry encontró tosta-
das, coco, judías cocidas, fresa, curry, hierbas, café, sardinas y fue lo bastante valiente
para morder la punta de una gris, que Ron no quiso tocar y resultó ser pimienta.
En aquel momento, el paisaje que se veía por la ventanilla se hacía más agreste. Habían
desaparecido los campos cultivados y aparecían bosques, ríos serpenteantes y colinas
de color verde oscuro. (Rowling, 1999: 49 – 50).
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Este pasaje muestra varios grupos de objetos con figurados sobre la base de distintos
modos de categorización1. El que destaca, por su carácter inusitado, es el grupo de
las grageas “de todos los sabores”. Pero también tenemos las ranas de chocolate
que contienen cromos coleccionables. Finalmente, menos evidente es el grupo
de presencias que se configura al final del segmento, en el que colinas, bosques,
campos de cultivo y ríos se articulan en una totalidad.
Podría pensarse que son, simplemente, grupos de cosas, que la única lógica para
su constitución es aquella de la lógica del conjunto. Pero vayamos por partes.
¿Es tan simple la lógica del conjunto? ¿Qué es un conjunto? Para esta ocasión
tomaremos una definición incluida en un libro de lógica. Según ella un conjunto
estaría compuesto por un axioma de base denominado el axioma de comprehen-
sión, el cual “afirma que una propiedad determina inequívocamente un conjunto. […] por
ejemplo, la propiedad de ‘ser vertebrados’ determina el conjunto de todos los objetos que
son vertebrados” (Piscoya, 2007: 235).
En consecuencia, un conjunto estaría determinado por una especie de regla constitutiva
–en el ejemplo, la propiedad de ‘ser vertebrado’– y por todos los individuos que cumplan
con dicha regla –que posean dicha propiedad. En el pasaje de la novela de Rowling que
nos ocupa, resulta evidente que podemos configurar principalmente cuatro conjuntos de
cosas:
a) Ranas de chocolate.
b) Cromos de brujas y magos famosos.
c) Grageas de todos los sabores.
d) El paisaje.
Cada uno de estos grupos ha sido considerado según la regla que los constituye, por
ejemplo, el conjunto de las “Ranas de chocolate” es aquel que tiene por regla cons-
titutiva “tener forma de rana y substancia de chocolate” y cada una de las que Ron y
Harry desenvuelven y comen en el tren que los lleva al colegio es un elemento de ese
conjunto.
No obstante, el texto muestra que, en realidad, estas ranas son un subconjunto de otro
mayor, que incluye a los cromos. Entonces tenemos que las golosinas llamadas “Ranas
de chocolate” contienen al conjunto anterior, las ranas propiamente dichas, y a los cro-
mos. Estos dos tipos de cosas son por naturaleza distintos –uno es comestible; el otro,
coleccionable–, pero es innegable que “Las ranas de chocolate llevan cromos” y de
hecho forman una unidad aunque heterogénea.
1 A continuación, vamos a utilizar indistintamente los conceptos de “categorización”, “clasificación” por un lado y, por el
otro, la noción de “clase” y la de “conjunto”. En rigor, se trata de nociones que la lógica diferencia; pero, para nuestros
propósitos, tales distinciones carecen de pertinencia.
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Por su parte, estos cromos son “de brujas y de magos famosos”; en otras palabras,
están compuestos por dos clases de individuos, aunque más homogéneas (imágenes
móviles), también distintas.
A partir de lo que acabamos de subrayar podemos ver que, en consecuencia, la agrupa-
ción en conjuntos, siendo elemental, no es algo simple sino más bien un procedimiento
complejo. En esta ocasión, vamos a considerar solo estas cuatro clases de cosas y, si
bien cada una de ellas es un conjunto, el modo de su constitución puede distinguirse con
claridad.
entre una isotopía y otra, es decir, entre el color amarillo brillante de los cabellos de una
dama y el color dorado del preciado metal.
En todo caso, coherencia, cohesión y congruencia son tres modos distintos de con figurar
la isotopía o iteratividad homogenizadora de un discurso, al que se le supone un carácter
de totalidad. Así, de lo que se trata en lo básico con tales nociones es de observar la
relación entre el todo y las partes de un conjunto signi ficativo.
En consecuencia, la distinción entre tipos de clasificación resulta pertinente por que su-
pone distintos modos de hacer sentido o, más precisamente, porque supone distintas
maneras de captación cognoscitiva atribuibles al lector u observador. Además, en cuanto
a los efectos pasionales, hacer distinciones entre tipos o estilos de categorizar también
resulta pertinente. Como podemos deducir del análisis realizado sobre “Guillotina”, cla-
si ficar a un hombre como uno más de una serie es muy distinto, afectivamente, que
distinguirlo como el ejemplar representativo de un grupo.
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¿Y qué pasa con los cromos de magos y brujos famosos? Dichos cromos se constituyen
en una totalidad a partir de ciertas características comunes tales como:
1. El rasgo “famoso” atribuido al personaje reseñado.
2. Una imagen móvil del personaje.
3. Una breve información escrita sobre dicho personaje.
Como es evidente, estos rasgos hacen del conjunto de los cromos una serie; sin embar-
go, también es notable que, en una comparación con las ranas de chocolate, su carácter
intercambiable es menos estricto. Dicho de otro modo, elegir entre las ranas a solo una
de ellas tiene que ver con el apetito del elector y no con las características inherentes
de esta golosina particular. En cambio, elegir un cromo de Dumbledore en vez de otro
de Morgana
cada uno de se
losrealiza por undentro
personajes afán de
de coleccionista y por el valor singular que adquieren
dicha colección.
En tal sentido, podemos proponer que el modo de categorización que resulta pertinente
para describir este tipo de conjunto posible es el del conglomerado. Según Fontanille,
este tipo de categoría descansa sobre un té rmino de base : “la ocurrencia elegida para
caracterizar el tipo puede también ser la más neutra, la que no posee más que algunas
de las propiedades comunes a las otras” (Fontanille, 2001: 41). En otro lugar, el mismo
autor ha sostenido que este tipo de isotopía obtiene su unidad a partir de “una sola
parte”: “una única parte, diferente de todas las demás, está no obstante conectada con
todas ellas”; además afirma que el conglomerado corresponde “a la presencia constante
de un esquema único subyacente, que enlaza motivos extraños los unos a los otros”
(Fontanille, 2008: 32).
De este modo, una colección de cromos de magos y brujas podría describirse como un
conglomerado puesto que solo compartirían los requisitos formales del cromo (aquellos
numerados arriba del 1 al 3). Todo lo demás sería diferente: la imagen y la información
escrita.
Este tipo de conjunto implica que el lector deberá contribuir más participativamente con
la configuración del sentido del relato. Mientras que una serie tan rigurosa como la de las
ranas de chocolate el lector se permite generalizar sin problemas y confiadamente, esta
colección que es un conglomerado deja muchos puntos de indeterminación precisamen-
te allí donde resulta interesante cada uno de los elementos de la colección: la imagen del
personaje y sus atributos.
En otras palabras, mientras que podemos “ver” en cierto modo a todas las ranas de
chocolate “habiendo visto” solo una, la lectura de la información sobre Albus Dumbledo-
re, que hace Harry por nosotros, no nos dice nada sobre los atributos de Morgana o de
Ptolomeo o de Agripina o de Ramón Llull o del rey Salomón o de Circe o de Paracelso
o de Merlín o….
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—Tienes que tener cuidado con ésas —lo previno Ron—. Cuando dice «todos los sabo-
res», es eso lo que quiere decir. Ya sabes, tienes todos los comunes, como chocolate,
menta y naranja, pero también puedes encontrar espinacas, hígado y callos. George dice
que una vez encontró una con sabor a duende.
Ron eligió una verde, la observó con cuidado y mordió un pedacito.
—Puaj... ¿Ves? Coles.
Pasaron un buen rato comiendo las grageas de todos los sabores. Harry encontró tosta-
das, coco, judías cocidas, fresa, curry, hierbas, café, sardinas y fue lo bastante valiente
para morder la punta de una gris, que Ron no quiso tocar y resultó ser pimienta.
Este pasaje tiene su relevancia por la literalidad mágica de la promesa cumplida por las
grageas: se trata, realmente, de Todos los sabores. No es imposible que, en el mundo
muggle –el nuestro, de la gente sin magia—, unas cajitas de dulces ofrezcan, con una
frase en la cubierta, tener “todos los sabores”. Pero, en ese caso, se habría omitido una
parte de la promesa por quedar sobrentendida. Según ella, tales sabores son “dulces y
comestibles”, evidentemente. En el caso de las Grageas Bertie Bott, dicha omisión obliga
al cumplimiento de la totalidad.
¿Pero qué es una totalidad? Hay dos maneras de concebirla: una imaginaria, la que per-
mite creer que podemos incluir a todos los elementos que comparten uno o más rasgos
dentro de un conjunto. Y otra real, en la que debemos reconocer que para la con figura-
ción de un conjunto total es necesario excluir por lo menos a uno y, de este modo, hacer
de la totalidad algo paradójicamente incompleto.
No viene al caso demostrar estas a firmaciones, pero podemos traer a la memoria el
famoso catálogo de los catálogos. Si es un catálogo y por lo tanto debe registrar de manera
ordenada al conjunto de los documentos que, en este caso son catálogos, ¿debería in-
cluirse a sí mismo o no? Si lo hiciera sería una totalidad paradójica porque estaría ubicado
del lado del todo y de la parte, dicho de otro modo, sería una parte de sí mismo. Si no se
incluyera, estaría entonces incompleto; al ser un catálogo, si él mismo faltara dentro de su
relación, estaría incumpliendo con su promesa de catalogar a todos los catálogos.
Debemos, entonces, reconocer que cualquier totalidad debe excluir por lo menos a uno
y, por lo tanto, no ser total. Ahora bien, qué pasa con las grageas en cuestión. Son
efectivamente
Toda. Es, antesuna totalidad
bien en el sentido
una Apertura, siempre al del
real término,dedicho
encuentro de otra manera,
lo inesperado. Como es No-
afirma
Deleuze:
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El todo no es un conjunto cerrado, sino, por el contrario, aquello por lo cual el conjun-
to nunca está absolutamente cerrado, nunca está completamente a resguardo, aquello
que lo mantiene abierto en alguna parte, como un firme hilo que lo enlazara al resto del
universo. […] El todo se crea, y no cesa de crearse en una u otra dimensión sin partes,
como aquello que lleva al conjunto de un estado cualitativo a otro diferente, como el puro
devenir sin interrupción que pasa por esos estados (Deleuze, 1994: 25).
Nadie nunca estaría completamente a resguardo ante las Grageas Bertie Bott, habría
que andarse “con cuidado” con ellas; uno debería ser “lo bastante valiente [como] para
morder la punta de una” cualquiera. Y nunca se sabría realmente qué sería lo que nos
deparara el encuentro
mente singular con alguna
y al mismo tiempo que, así, seComo
universal. convertiría
sostieneen Deleuze,
una experiencia
se tratacompleta-
del “puro
devenir sin interrupción”, movimiento por el cual el “todo se crea, y no cesa de crear-
se”.
Como en el caso de aquella gragea gris frente a Harry, al principio todo es posible y esa
inmensidad abismal produce vértigo. A continuación un sabor, por ejemplo, pimienta;
pero pudo ser cualquier otro. Hay pues una conexión entre el infinito de los sabores y
el singular sabor a pimienta que ocupa su lugar, el lugar del in finito: allí, en ese espacio
donde cualquier sabor era posible, el sabor de la pimienta adviene contingentemente
a representarlos a todos. Lo más sorprendente es que ese vértigo entre el infinito y el
singular puede comenzar de nuevo, una y otra vez, hasta que la caja de grageas se
acabe.
¿Qué tipo de isotopía es esta? ¿Cuál es el estilo de categorización que la gobierna? Es
una buena pregunta. Lo único que podemos hacer con estas grageas es tratar de dar
cuenta de todas a partir de una.
Hacia el final de la novela, Albus Dumbledore, hace el siguiente comentario sobre las
Bertie Bott:
Ah, las grageas de todos los sabores. En mi juventud tuve la mala suerte de encontrar
una con gusto a vómito y, desde entonces, me temo que dejaron de gustarme. (Rowling,
1999: 142).
En este caso, hay una “con gusto a vómito”, que permite a Dumbledore hacer una to-
talidad con todas ellas y decidir que dejaron de gustarle. En otros términos, todas se
convierten una golosina a partir del rechazo por una parte in finitesimal de ella, una
enprocedimiento
gragea. Este de categorización es llamado por Fontanille parangón .
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Pero se puede también organizar una categoría en torno a una ocurrencia particularmente
representativa, a un ejemplar más visible o más fácilmente localizable que los otros y que
posee él solo todas las propiedades que sólo están parcialmente representadas en cada
uno de los otros miembros de la categoría. (Fontanille, 2001: 41).
Resulta posible decir, entonces, que la gragea con sabor a vómito es el parangón de
las grageas para Dumbledore, es “ese ejemplar visible o más fácilmente localizable” en
su memoria y que le permite totalizar a partir de ella a todas las in finitas grageas. Esta
gragea, además, cumple también para nosotros, los lectores, la función de representar
a las demás: si nos encontráramos con una gragea de ese sabor imposible en el mundo
muggle, no tendríamos otra salida que atribuírsela a las famosas Grageas Bertie Bott de
Todos los Sabores.
Ahora bien, como podemos suponer, la configuración de una totalidad a partir del ejem-
plar representativo o parangón es un procedimiento inestable. Y es que la fuerza de lo
infinito se impondrá, a partir de la contingencia, al conectarse con uno singular. Siempre
es posible, pues, que un ejemplar diferente ocupe el lugar del anterior y cumpla con la
misma función. En el caso de Dumbledore, después de contar su nauseabunda historia,
el mago dice:
[…] Pero creo que no tendré problema con esta bonita gragea, ¿no te parece?
Sonrió y se metió en la boca una gragea de color dorado. Luego se atragantó y dijo:
—¡Ay de mí! ¡Cera del oído! (Rowling, 1999: 142).
Hasta ese momento, las grageas Bertie Bott habían sido totalizadas a partir de aquella
única con sabor a vómito; luego de su osadía, Dumbledore tendrá que hacerlas una a
todas nuevamente, pero ahora con el parangón de esta no menos repulsiva con sabor
a cera de oído.
Finalmente, el paisaje
En aquel momento, el paisaje que se veía por la ventanilla se hacía más agreste. Habían
desaparecido los campos cultivados y aparecían bosques, ríos serpenteantes y colinas
de color verde oscuro.
Esta es una agrupación menos compleja que la anterior, se trata de una familia
. En ella,
los elementos agrupados comparten sus rasgos pertinentes no de un modo uniforme,
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En sí
ntesis
Estos cuatro modos de categorización suponen sendos procedimientos para la articu-
lación de unidades dentro de una clase o conjunto. La serie, es la forma más precisa y
regular porque, en principio, todos los elementos que la componen tienen los mismos
rasgos constitutivos. Por su parte, el conglomerado agrupa existentes sobre la base de
una más laxa cualidad o cantidad de cualidades comunes.
Aparentemente, la clase configurada a partir de un ejemplar representativo o parangón
es la manera hegemónica de organizar o clasificar en Occidente. Pensemos en los líde-
res políticos, en los escritores renombrados, en los cantantes famosos. Un estudiante
de literatura, por ejemplo, siempre escuchara un “Ah, como Vargas Llosa”, después de
contarle, a cualquiera que le pregunte, cuál es la carrera que estudia. Y esto es así
porque Vargas Llosa es, en el Perú, el parangón de los escritores. Aunque a una parte
significativa de los escritores les parezca injusto, es a partir de él que se concibe en
nuestro país a la totalidad de los literatos.
Finalmente, la familia es una articulación de existentes que permite una deriva metoními-
ca. Una “asociación libre” entre los elementos del conjunto formado bajo su principio.
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ACTIVIDA DES
55
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CAPÍTULO 3
ESQUEMAS NARRATIVOS:
Entre Mafalda y Fray Bartolomé
Arrazola
Objetivos
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Sostuvimos que el esquema de la prueba se describe como la con fluencia de dos se-
cuencias narrativas. Cada secuencia presenta, a su vez, a un sujeto que desea un obje-
to. Esquemáticamente, podemos observar lo siguiente:
• Secuencia 1 = S1 O
• Secuencia 2 = S2 O
En esta secuencia de viñetas de Quino, podemos plantear que los actantes compro-
metidos son, Mafalda (S1) y su madre (S2). En el esquema de la prueba, se trata de
dos secuencias en las que cada uno de los sujetos está modalizado (en este caso, con
la modalidad del querer ) y, por lo tanto, anhela la conjunción con el objeto de valor. El
problema está en que ese objeto es el mismo para los dos sujetos:
• S1 O S2
Para esta ocasión, podemos postular que “permiso” hace las veces de aquello que rea-
liza la función de objeto de valor: S1 pide permiso para ir a la plaza, y S2 no se lo quiere
otorgar. Aparentemente, la madre se ha impuesto sobre la voluntad de Mafalda, pero en
realidad la batalla recién se va a entablar.
La consecuencia evidente de esta confluencia de posiciones incompatibles es el enfren-
tamiento de los dos sujetos. Como sostiene Fontanille, estamos ante la estructura de un
antagonismo , que es una relación “particularmente violenta si cada uno de los sujetos
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En ellas, poco a poco, el entorno familiar se va con figurando, a los ojos de la madre, en
un espacio incluso más peligroso que el espacio exterior de la plaza. Esa, por lo menos,
parece ser la estrategia desplegada por S1: demostrar que mejor se está en la plaza que
en la casa; con mayor precisión, probar que ver televisión es causa de la relativización
del poder de la madre o, por lo menos, de su modo de organización del espacio interior
a su cargo.
Finalmente, la apropiación es la conjunción del sujeto vencedor S1 con el objeto dispu-
tado, es decir, el permiso es conseguido; mientras que la desposesión es la disyunción
respecto del mismo objeto que padece el sujeto vencido, en otros términos, el permiso
es otorgado:
S1 ∩ O U S2
Este esquema se lee, como recordarán, así: el estado final del
relato
ción delesobjeto
aquelde
envalor
el que el actante
que, al mismoS1tiempo,
se encuentra
está en en conjun-
disyunción
con el actante S2.
Dicho en otros términos, Mafalda “toma la plaza”. “Plaza” es, en
términos militares, una palabra que tiene el sentido de “lugar for-
tificado con muros, reparos, baluartes, etc., para que la gente se
pueda defender del enemigo”. En este sentido, “tomar la plaza”
puede entenderse como vencer al enemigo. Por ello, la plaza no
solo es el espacio de la diversión sino también del triunfo de la
infancia respecto del mundo de los adultos.
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El Eclipse
Cuando Fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido, aceptó que ya nada podría salvarlo. La
selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignoran-
cia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna
esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el
convento de Los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su
eminencia para decirle que confiaba en el celo de su labor redentora.
Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se
disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como un lecho
en el que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.
Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas.
Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.
Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal
y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un
eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para
engañar a sus opresores y salvar la vida.
—Si me matáis —les dijo— puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.
63
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Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio
que se produjo un pequeño consejo, y espero confiado, no sin cierto desdén.
Dos
mentehoras
sobredespués,
la piedraeldecorazón de fray (brillante
los sacrificios Bartolomébajo
Arrazola chorreaba
la opaca luz de unsusol
sangre vehe-
eclipsado),
mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una,
las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos
de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de
Aristóteles. (Monterroso, 1971: 53 – 56)
Es posible afirmar que el relato es la puesta en relación de dos recorridos del saber:
uno explícito, aquel que observamos en el fraile Bartolomé –con su conocimiento de
Aristóteles y de las lenguas nativas de Guatemala–, y otro implícito e implicado por el
final sorprendente. La letanía final de los indígenas es la insospechada demostración de
un saber tecnológico de alto nivel y de un uso ritual de ese saber.
Además de esta relación entre los dos modos de llegar al saber (uno occidental y privile-
giado por la perspectiva narrativa y otro implícito y sorprendente), es claro observar que
este saber permite o determina el hacer o el posible hacer de los sujetos implicados en
el relato. En el caso de Fray Bartolomé el hace de su saber aquello que le permite actua-
lizar su acción; lo mismo ocurre con los indígenas. Pero mientras la acción del fraile es
un intento de hacer hacer, ubicada en una dimensión cognoscitiva, la de los indígenas es
una acción instrumental, un hacer ser , un cambio definitivo en el estado de vivo del pobre
Bartolomé, un hacer ubicado en la dimensión pragmática. Pero debemos ir por partes.
El así llamado esquema de la búsqueda es en realidad un engarce de dos recorridos,
de tal suerte que la dimensión pragmática se presenta como un enclave en el recorrido
de la dimensión cognoscitiva. Esquemáticamente, tenemos:
Competencia → Performance
[…] por ejemplo desplegando las cosas, reuniendo o separando sus partes, es decir, rea-
lizando entre algunas unidades conjunciones o disjunciones que den por resultado hacer
ser nuevas realidades (construir o destruir una casa, una ciudad, un país), o modificar
los estados de algunos objetos existentes (encender o apagar una lámpara, congelar o
descongelar provisiones). (Landowski, 2007: 19)
S1 = Indígenas
O = Fray Bartolomé
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S2 → (S1 U O) → (S1 ∩ O)
Donde:
S1 = S2 = Indígenas
O = Fray Bartolomé (poder)
…describe un programa de uso necesario para instalar otro; en este, el sujeto operador
S2 hace que S1 pase de la disyunción a la conjunción con el objeto modal poder; este
programa de uso es requerido para el siguiente, el ritual, que podría ser reescrito así:
S2 → (S3 U O) → (S3 ∩ O)
Donde
S2 = Indígenas
S3 = Divinidad
O = Sacrificio
Este programa sería de uso en la hipótesis de que es lo que se necesita para renovar un
pacto con la divinidad y, de este modo, reestablecer o perpetuar el orden cósmico vigen-
te. Pero esto, como venimos diciendo, es una hipótesis especulativa, una interpretación
que añade significados a las posibilidades abiertas del texto. Este es el punto en el cual
nuestro relato se conecta con el universo de los otros textos posibles, aquellos que dan
cuenta de la historia de la civilización maya.
2007: 20).
Como ya sabemos, este régimen implica la relación entre un destinador y un desti-
. Dicha relación es más nítida –ya que la relación entre dioses y mayas es una
natario
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hipótesis— en la parte del relato en la que interviene, como agente estratégico y no como
cuerpo orgánico, Fray Bartolomé Arrazola. Esta actuación se inicia con el relato de la
adquisición de la competencia o programa de uso.
En el inicio, Arrazola ha perdido todo tipo de competencia. Enunciados como “se sintió
perdido” y “aceptó que ya nada podría salvarlo” actualizan lo que podríamos llamar la
pérdida de la modalidad del querer.
El querer, tanto como el deber son modalidades llamadas virtualizantes (Courtés, 1997:
155), son aquellas que instauran al sujeto como tal. Al perderlas, Arrazola transita vero-
símilmente al estado de no sujeto y se queda profundamente dormido. Su conciencia se
desvanece con el último recuerdo de su deber, aquel en el que “Carlos Quinto” le dijo que
“confiaba en el celo de su labor redentora”.
En los términos de Fontanille, estamos ante un actante M 0, que se corresponde con un
campo discursivo en vías de formación. Aquí, este autor propone de ejemplo la expe-
riencia del despertar, en la cual el actante no tiene ninguna modalización (Cf. Fontanille,
2001: 150). En nuestro caso, se trata de una desmodalización, en la cual el actante
pierde todas sus modalidades y “desaparece”: signi ficativamente, vuelve a escena –des-
pierta– solo cuando actualiza alguna modalidad:
Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas.
Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.
Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal
y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un
eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para
engañar a sus opresores y salvar la vida.
Con estas dos modalidades (el saber observable en su conocimiento de las lenguas
nativas y de Aristóteles, y el querer presente en sus deseos de engañar y “salvar la vida”)
construye lo que podría llamarse un simulacro y lo proyecta:
—Si me matáis —les dijo— puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.
Un simulacro sería una especie de “imagen esquemática y virtual del objetivo apuntado
por el programa del otro” (Fontanille, 2001: 174). Se trata de una anticipación al hacer
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El proceso apela, en tal caso, a la capacidad de las partes para comparar entre sí los
valores de los diferentes valores en juego; dicho de otro modo, de evaluar las ventajas y
los costos de la transacción considerada. En tales casos, solamente a partir de razones,
que pueden ser consideradas en última instancia como de orden económico, se estable-
ce (o no) el acuerdo entre los proyectos respectivos del manipulador y del manipulado.
(Landowski, 2007: 24).
En “El eclipse” Arrazola pretende persuadir sobre el valor negativo de su muerte por la
vía de la disuasión en relación con el valor, negativo también, de la pérdida del sol. En
este esquema, Arrazola es el sujeto Destinador y los indígenas son el sujeto Destinatario.
A partir de esta consideración de los valores impuesta, el destinatario debería convertirse
en el agente de la transformación de un programa de base como el siguiente:
S2 → (S4 U O) → (S1 ∩ O)
Donde
S2 = Indígenas
S4 = Arrazola
O = libertad
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Una vez realizada esta transformación principal, la sanción que Arrazola espera que se
espere de él –en este simulacro proyectado– sería la devolución del sol por su parte y
el agradecimiento y la veneración idólatra (por paradójico que parezca) por parte de los
indígenas hacia su persona.
En síntesis –y dentro de la estrategia imaginaria—, Arrazola sería el destinador-manipu-
lador y los indígenas el destinatario-manipulado. Una vez aceptado el acuerdo impues-
to desde el destinador, el destinatario realiza la performance que tiene como correlato
implícito su competencia, su poder hacer , su saber hacer , por lo menos. Realizada la
transformación principal, la liberación de Arrazola, el destinador (el mismo Fray Bartolo-
mé) sanciona, en este caso, les devuelve la luz del sol. Allí veríamos el esquema de la
búsqueda completo.
Como sabemos,
los términos esta entelequia
asépticos es rotacognoscitiva,
de la dimensión violentamente, como el pecho
el destinatario de su eldueño.
no acepta En
contrato
y no se aviene a la manipulación. La amenaza no surte su imaginario efecto; hablamos,
con Landowski, de una “manipulación abortada por un error de apreciación”.
Y es que la configuración imaginaria, casi fantasmal, de su simulacro de dominio sobre
el indígena partía del supuesto de la ignorancia radical de este destinatario. En términos
de Landowski, se trataría de un “error técnico en la ejecución del proyecto”, “querer ma-
nipular a un sujeto perfectamente manipulable escogiendo una mala manipulación: […]
amenazar a un superior en lugar de adularlo” (Landowski, 2007: 62).
En este punto, nos podemos preguntar si era realmente manipulable el destinatario. Tal
vez, alguna maquinaria burocrática maya hubiera determinado, de modo programado,
todas las realizaciones del proceso tendentes al cumplimiento del ritual. En consecuen-
cia, la interacción adecuada habría sido la programación; sin embargo, en tal caso, las
cosas ya estarían consumadas, la operación de liberación con fiada solo a sus fuerzas
físicas habría sido claramente concebida como un fracaso y, en consecuencia, la resig-
nación habría continuado siendo la dueña de Bartolomé, convertido ya desde antes en
un no sujeto.
Entonces, quizás, la adulación habría funcionado. No lo sabemos. Pero resulta evidente
que Arrazola practicó la amenaza y, por lo tanto, operó bajo el régimen de sentido correc-
to pero con errores técnicos en la ejecución.
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ACTIVIDA DES
2. Exponga unaelinterpretación
sostenga en personal
análisis realizado del cuento anterior. Que su interpretación se
anteriormente.
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CAPÍTULO 4
ESQUEMAS DE TENSIONES:
Análisis de algunas prosas
apátridas y del mito de Narciso
Objetivos
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Para el caso de los esquemas narrativos esta tensividad le servirá a Fontanille y a Zilber-
berg –los abanderados de esta semiótica— para ampliar las posibilidades de descripción
semiótica. Así por ejemplo, este último sostendrá:
[…] si nada se levanta, sin que simultáneamente y “co-localmente” algo se deshaga o algo
se hunda, quiere decir entonces que el juego de las valencias es capaz de proyectar tres
regímenes narrativos: un régimen positivo de emergencia o de aumentación; un régimen
negativo de aniquilamiento o de disminución; un régimen mixto que equilibra la aumenta-
ción y la disminución” (Zilberberg, 2000: 96).
S1 S2 S3 S4
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de extensión, como externo”. (61). Se trata del interior y el exterior del cuerpo llamado
propio o propioceptividad que permite el engarce entre el interior o la interoceptividad y
el exterior o la exteroceptividad.
Para entender esto, debemos imaginar el cuerpo propio como una membrana sensible
que alberga y contiene como una célula órganos internos y que se contacta con el ex-
terior a partir de una super ficie. Tenemos entonces, el mundo exterior de los estados de
cosas y el mundo interior de los estados de ánimo. Entre ambos, el “operador” –digamos
así– de la distinción entre lo interno (interoceptivo) y lo externo (exteroceptivo) se deno-
mina cuerpo propio o instancia propioceptiva.
De este modo, la dimensión de lo sensible se convierte en la hegemónica para la signi-
ficación. En este sentido, sostendrá que antes de cualquier categorización está la cons-
tatación de tales
cualidades la presencia
como lascomo sensible.
táctiles, Cuandolasaquí
las visuales, se dice
térmicas “sensible”
y las se re fiere
de movimiento. a las
Dichas
cualidades serán, entonces, apreciadas según la intensidad en los términos de niveles
de energía, y según la extensión, que se explicará como la apreciación espacial y tem-
poral de las posiciones ocupadas por la presencia.
Después de ubicadas las dimensiones de intensidad y extensión plantea la correlación.
Los valores serán, precisamente, el resultado de la proyección de las valencias en dos
ejes de coordenadas cartesianas; serán, así, los puntos de con fluencia de las valencias.
De este modo, el eje Vertical, será el de la intensidad y se describirá como el eje del
dominio interno, interoceptivo, que se convertirá en el plano del contenido. Por su parte
el eje Horizontal, será el de la extensión y se describirá como dominio externo, extero-
ceptivo y el plano de la expresión.
Puntos de
confluencia
VALORES
de las
Gradiente de la
intensidad valencias
VALENCIAS Gradiente de la
extensión
77
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por una gradiente, en consecuencia, el calor de la primavera, del verano, del otoño y el
del invierno forman una gradiente que, ahora, podemos observar conformando una su-
cesión de intervalos que, en este caso, con figuran un repunte (entre primavera y verano),
una atenuación del calor (entre verano y otoño) y luego una aminoración (entre otoño e
invierno). En general, podemos decir que esta gradiente se realiza entre unidades que
van desde lo débil o bajo hacia lo estallante o alto.
Sobre la otra valencia, la extensión propusimos –siguiendo con la idea del calor en el ve-
rano— un refrán muy conocido según el cual una golondrina no hace un verano. Postu-
lamos entonces que la extensión de ese verano, descrito a través de la única golondrina,
es concentrada, y tanto que con ella sola todavía no podemos afirmar la presencia de un
verano. Pero siguiendo con el juego que implica la frase, a firmamos, en consecuencia,
que más de una, diez, un centenar o simplemente “muchas” golondrinas harían un vera-
no propiamente. En este segundo caso, la gran cantidad de golondrinas hacen las veces
de una extensión difusa.
Concentrada y difusa, entonces, son las valencias extremas o límites de la extensión. Se
trata, pues, de todo lo medible, en el espacio, en el tiempo y en la posición, con métodos
convencionales: cantidades en metros, kilos y sus subdivisiones; pero también en horas,
años, centurias, etc.
Como dijimos, ambas valencias son dispuestas en dos ejes cartesianos dentro de cuyo
encuadre es posible ver surgir el valor tensivo de ciertas presencias en los discursos.
Pero no solamente eso, a partir de este esquema se hace posible representar los reco-
rridos del valor de cualquier tipo de transformación.
Podemos entonces establecer secuencias de valor conversa, cuando la intensidad y la
extensión aumentan o disminuyen proporcionalmente, y secuencias de correlación inver-
sa, que expresan el paulatino aumento de la intensidad y disminución de la extensión o
a la inversa (la disminución de la intensidad y el aumento de la extensión). En síntesis,
veamos el esquema siguiente:
(+)
Intensidad
(-)
(-) (+)
Extensión
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29
La
queluz no nublado
está es el medio más por
he visto adecuado para
el balcón ver las
mayor cosas,desino
número para ver
detalles ciertas
en el cosas.
paisaje Ahora
que en los
días soleados. Estos resaltan ciertos objetos en detrimento de otros, a los que dejan en
la sombra. La media luz del día nublado pone a todos en el mismo plano y rescata de la
penumbra a los olvidados. Así, ciertas inteligencias medianas ven con mayor precisión y
con mayores matices el mundo que las inteligencias luminosas, que ven solo lo esencial.
Este breve texto despliega una serie de presencias sensibles con distintos grados de
interés. Podemos claramente distinguir entre la luz, como presencia hegemónica, las
“cosas” o los “objetos” así designados de manera imprecisa y el balcón que sirve de
punto de focalización. También resulta notable que la luz tiene distintos grados, especí-
ficamente dos: la luz del día nublado y la del día soleado. La primera parte de la prosa
no sería sino la articulación de estos tres elementos: desde el punto de vista que otorga
al observador el balcón, es posible distinguir que la luz del día soleado permite una
observación distinta que aquella otra que admite la luz del día nublado. Las últimas
líneas implican una comparación semisimbólica entre el campo de la visibilidad y el de
la inteligencia.
Luz
sas. del día nublado: inteligencias medianas :: luz del día soleado : inteligencias lumino-
Para los intereses de nuestra explicación, tomaremos los contrastes de la luz y su re-
lación con las “cosas” iluminadas como valores que se despliegan entre los ejes de la
intensidad y de la extensión. De este modo, podemos apreciar que la luz es un claro
fenómeno de intensidad, esto es así en la medida en que su variación es principalmente
planteada en los términos de una “energía” inherente, cuya posición o cantidad en el
mundo se describe en relación con las presencias que intensi fica para la percepción;
dicho de otro modo, la luz no es descrita en esta prosa como unidades espacialmente
dispuestas o amontonadas, dispersas o separadas, sino antes bien como una fuerza que
aumenta o disminuye.
79
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Por otra parte, las cosas o los objetos son, por un lado, “ciertos objetos” y, por el otro, una
determinada luz “pone a todos en el mismo plano”; es decir que, en este caso, hay unas
pocas presencias que se oponen a muchos o incluso “todos” los objetos. En tal sentido
su determinación
y posición permiteestá más del
describir ladoladevalencia
desde la extensión que de la elintensidad.
de la extensión Suluz
valor de la cantidad
en su
aspecto “nublado” o “soleado”. Con todo esto es posible postular el siguiente esquema
de tensiones:
(+)
Luz de día soleado
Intensidad
(-)
(-) (+)
Extensión
En
peroeste
de esquema podemos
una extensión observar que
concentrada la luzque,
puesto del sidíabien
soleado es de
ilumina conuna gran intensidad
ímpetu sobre las
cosas, estas se reducen a “ciertas cosas”. Por oposición, la luz del día nublado es, de
baja intensidad, pero de una gran extensión porque “pone a todos en el mismo plano y
rescata de la penumbra a los olvidados”.
Además, observamos que estos dos valores –producto de las valencias especí ficas pos-
tuladas– guardan entre un modo de relación que con figura lo que se denomina una
correlación inversa, aquella que se describe de la siguiente manera: a mayor intensidad,
menor extensión; a menor intensidad, mayor extensión.
Por otro lado, hay una implícita valoración al estilo de lo que Zilberberg denomina el
“área de los valores de universo” (que es al área de la gran intensidad y la extensión
concentrada), por oposición al “área de los valores de absoluto” (es decir, de la gran
extensión, pero de intensidad baja): “para los valores de universo, sensibles a las va-
lencias extensivas, los valores de absoluto son ciertamente intensos, pero presentan el
grave defecto de ser concentrados [limitados]; los valores de universo, por su parte, son
débiles, pero ofrecen la ventaja superior a sus ojos de ser difusos [amplios]” (Zilberberg,
2006: 104).
Esta valoración se observa, claramente, en el paso de la descripción de la experiencia
sensible a la comparación con el campo de la inteligencia. En este tránsito, la capacidad
80
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de observar el mundo con “mayor precisión y con mayores matices” es reivindicada. Así,
el estilo extensivo, es valorado como superior al estilo intensivo. Se podría pensar que
la “mayor precisión” se corresponde con el estilo intensivo pero, como toda presencia
correlativa, estaluminosa”
la “inteligencia expresiónque
designa el valor “lo
solo observa de esencial”.
una inteligencia mediana en relación con
23
Los años nos alejan de la infancia sin llevarnos forzosamente a la madurez. Uno de los
pocos méritos que admito en un autor como Gombrowicz es haber insistido, hasta lo
grotesco, en el destino inmaduro del hombre. La madurez es una impostura inventada
por los adultos para justificar sus torpezas y procurarle una base legal a su autoridad. El
espectáculo que ofrece la historia antigua y actual es siempre el espectáculo de un juego
cruel, irracional, imprevisible, ininterrumpido. Es falso, pues, decir que los niños imitan los
juegos de los grandes: son los grandes los que plagian, repiten y amplifican, en escala
planetaria, los juegos de los niños.
En esta prosa, la “infancia” y la “madurez” parecen ser los valores que propone el
prosista
la madurezparasesuconvierte
contrasteeny“una
significación.
imposturaSin embargo,con
inventada”, vemos que,entendemos
lo cual a continuación,
que
no es más que un parecer distinto que no compromete el ser distinto. En consecuen-
cia, la diferencia, si la hubiera, no está del lado de una posible esencialidad que dé
cuenta del ser de lo maduro o del ser de lo infantil. La diferencia no estaría, pues, en
la dimensión de la calidad, digamos así, sino en la de la cantidad. ¿Por qué decimos
esto?
Con los términos tensivos que estamos ensayando, podemos afirmar que, por una
parte, el final de la prosa nos permite ubicar la diferencia en los términos de la ex-
tensión; decir que los juegos de los grandes “amplifican, en escala planetaria, los
juegos de los niños” implica distinguir una extensión concentrada para los últimos y
otra, antes bien, difusa para los primeros. Por otra parte, expresiones como “juego
cruel, irracional” para calificar al juego de los adultos nos permiten distinguir una alta
intensidad de los mismos, respecto de una implícita baja intensidad para el juego
de los niños.
Con todo esto podemos configurar un esquema de los valores de la Prosa 23 con una
correlación conversa, que es aquella que describe un aumento o disminución proporcio-
nal de la intensidad y de la extensión: a mayor intensidad, mayor extensión y también a
la inversa.
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(+)
ELECTIVA ENGLOBANTE
Intensidad
PARTICULAR ACUMULATIVA
(-)
(-) (+)
Extensión
La intensidad de Narciso
Estos esquemas, sin embargo, no nos permiten todavía indicar una dirección tensiva.
En este sentido, un podría preguntarse, por ejemplo, en relación a la primera prosa
aquí analizada ¿la tensión descrita va de la luz del día soleado a la del día nublado o
a la inversa?, ¿la tensión va de subida o de bajada? Esto es así porque dicho texto no
es propiamente narrativo y, en consecuencia, no podemos diseñar una dirección de su
pendiente.
Para lograrlo, Fontanille propone cuatro “escenarios típicos” o “cuatro grandes tipos de
movimientos” que pueden establecerse entre una gran intensidad y un gran reposo.
Estos son:
1. Esquema de la decadencia
2. Esquema de la ascendencia
3. Esquema de la amplificación
4. Esquema de la atenuación.
Sucintamente diremos que, el primero de estos esquemas, el de la decadencia , descri-
be una intensidad que va disminuyendo a la par que la extensión aumenta. Este desplie-
gue de la extensión implica un “reposo cognitivo”. Por su parte, el de la ascendencia es
aquel en el que la intensidad va aumentando a medida que la extensión disminuye. Este
aumento de la intensidad proporciona una tensión afectiva.
Con estos dos esquemas podemos describir una dirección dentro de la denominada
correlación inversa.mientras
Para elque
caso, flecha con la línea punteada gra fica el esquema
de la decadencia, la fllaecha de línea continua expone el movimiento de la
ascendencia:
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(+)
Intensidad
(-)
(-) (+)
Extensión
El esquema de la ampli ficación
es el correlativo aumento de la intensidad y del des-
pliegue de la extensión. Esta amplificación supone una tensión afectivo cognitiva. Por su
parte, el esquema de la atenuación se describe como la disminución de la intensidad
y es correlativa de un repliegue de la extensión. Tal atenuación proporciona un reposo
general. Estos dos esquemas permiten describir direcciones de la tensión dentro de la
correlación conversa. La flecha continua representa, en este caso, al esquema de la
amplificación, mientras que la flecha punteada grafica el esquema de la atenuación:
(+)
Intensidad
(-)
(-) (+)
Extensión
consideración
mito sino,
de Narciso; en exclusivamente, los esquemas
esta ocasión, tomaremos tensivos
la versión quearriba
de él descritos. Se trata
hace Roberte del
Graves
en su libro Los mitos griegos:
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que le daban sombra, y cuando se tendió, exhausto, en su orilla herbosa para aliviar su
sed, se enamoró de su propio reflejo. Al principio trató de abrazar y besar al bello mu-
chacho que veía ante
contemplándose en el él,
aguapero pronto
una hora se
trasreconoció a sí podía
otra. ¿Cómo mismosoportar
y permaneció embelesado
el hecho de poseer
y no poseer al mismo tiempo? La aflicción le destruía, pero se regocijaba en su tormento,
pues por lo menos sabía que su otro yo le sería siempre fiel pasara lo que pasase.
Eco, aunque no había perdonado a Narciso, le acompañaba en su aflicción, y repitió com-
pasivamente sus «¡Ay! ¡Ay!» mientras se hundía la daga en el pecho, y también el final
«¡Adiós, joven, amado inútilmente!» cuando expiró (Graves, 1996: 356 – 358).
El recorrido
actitud de Narciso,
de rechazo visto(sus
y orgullo con amantes
una estrategia englobante,rechazados,
son “cruelmente es aquel quepues
va desde una
se sentía
tercamente orgulloso de su propia belleza”) hasta una a flicción destructora que es una
mezcla de placer y displacer, (lo que en el psicoanálisis se denomina goce), perceptible
en expresiones tales como “se regocijaba en su tormento”.
Pero, de una manera más detenida, podemos describir comparativamente este re-
lato a partir de sus puntos de inflexión que están marcados por la participación de
estos enamorados. En este sentido, tenemos a los “numerosos amantes de ambos
sexos cruelmente rechazados”, después a Eco y a Aminias, para terminar, como era
de esperarse, en un tormentoso “sí mismo”, como destinador y destinatario final de
su amor.
Para el caso, proponemos comparar la intensidad y la extensión en los términos, res-
pectivamente, del interés, la conmoción o el efecto afectivo que, por un lado, despiertan
estos “enamorados” en Narciso y, por el otro, la cantidad y las posiciones que ellos
ocupan en el espacio. Creo que es intuitivamente correcto percibir al amor como una
valencia al estilo de la intensidad, es decir, como una fuerza interior. Esto es así porque
no es verosímil, e incluso resulta moralmente reprensible, medir al amor en los términos
de cantidades
se propone a ladeexperiencia
cosas (porvital
ejemplo
comodeestallidos
bienes ointernos
regalos)o sino
comoque, antes bien,eelincluso
atenuaciones amor
aminoraciones de camino a las valencias nulas.
El problema resulta más complicado respecto de la ubicación, en lo extenso, de aquellas
determinaciones que permitan configurar el correlato correspondiente a la intensidad.
Aquí se exige el gesto de una decisión. En tal sentido, se decide para este análisis que la
dimensión de la extensión, que en general tiene que ver con la pareja concentrado / difu-
so, cobre la forma particular de “cantidades y posiciones de los otros”. En concordancia
con esta decisión, los muchos amantes rechazados marcan la subvalencia de lo difuso,
mientras que Eco y Aminias actualizan las valencias de una concentración, que no será
tan concentrada, si cabe, como la que representa el propio “sí mismo” para Narciso.
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Entonces, podemos observar que las presencias de los amantes y, por ejemplo, Eco
cobran los siguientes valores tensivos:
(+)
Eco
Intensidad
Amantes rechazados
(-)
Se establece entre ellos una correlación llamada inversa: mientras que los amantes son,
aunque cruelmente, solo rechazados; la figura de Eco cobra una dimensión más intensa
porque, primero, suscita el interés que lo desconocido despierta en un Narciso perdido
en el bosque y, segundo, porque motiva palabras rotundas y gestos violentos en él:
“¡Moriré antes de que puedas yacer conmigo!”. Por otro lado, la extensión es difusa en el
punto de lo “numeroso” de los amantes y por el contraste con la unicidad de Eco.
fi
Mientras
de su vozque
en laEco
queesseuna gura relacionada
vio convertida; con el de
la presencia viento o con relacionada
Aminias, esa presencia
consutil que escon
el agua, la
la muerte y con el reclamo de una venganza, termina siendo más gravitante en la historia y,
por lo tanto, de una mayor intensidad. La insistencia de Aminias hace que Narciso le envíe
una espada, como una suerte de implícita orden de suicidio. Por ello, no solo proponemos
una mayor intensidad sino que también una extensión más concentrada respecto de Eco.
Aunque esto resulta accesorio, podemos acotar el hecho de que el género de Aminias es
el mismo que el de Narciso y, en tal sentido, su posición es “más próxima” que la de una
mujer. Con todo esto, postulamos el siguiente esquema de tensiones:
(+)
Aminias
Eco
Intensidad
(-)
(-) (+)
Extensión
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Una vez más, observamos una correlación conversa en la medida en que Eco y Aminias,
en progresión, ocupan lugares de valor tensivo dentro de un movimiento ascendente. Sin
embargo, el valor que Narciso cobra para sí mismo es, obviamente, más intenso y de
extensión
el espacio más concentrada.
tensivo Así, la máxima
del goce mortífero intensidad y la mínima extensión con figuran
de Narciso:
(+) Narciso
Aminias
Intensidad
(-)
(-) (+)
Extensión
Habíamos sostenido que, desde nuestro punto de vista, la participación de estos perso-
najes comporta una especie de puntuación o ritmo de la historia; por ello, decidimos que,
para el análisis, representaran con su valor tensivo un modo de describir, a través de
ellos, el movimiento general del mito. En este sentido, podemos apreciar que el esquema
que se configura aquí es el esquema de la ascendencia, cuyo punto culminante es la
muerte del protagonista y por su propia mano.
(+) Narciso
Aminias
Eco
Intensidad
Amantes rechazados
(-)
(-) (+)
Extensión
Sin embargo, el relato no termina allí, lo que sigue en la versión de Graves es lo siguiente:
Su sangre empapó la tierra y de ella nació la blanca flor del narciso con su corolario rojo,
de la que se destila ahora en Queronea un ungüento balsámico. Éste es recomendado
para las afecciones de los oídos (aunque puede producir dolores de cabeza), como un
vulnerario y para curar la congelación. (Graves, 1996: 358).
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La información de herbología que se presenta como final del relato marca un contraste
tanto en intensidad como en extensión que, por lo tanto, describe un esquema de la
decadencia. De la intensa singularidad de Narciso pasamos a la extensa particularidad
de la flor deldenarciso;
afecciones dellas
los oídos, goce excesivo
llagas y desconsolador pasamos al tratamiento de las
y la congelación.
(+)
Muerte de Narciso
Intensidad
Datos de herbología
(-)
(-) (+)
Extensión
En los términos de Zilberberg, podemos distinguir en el relato del mito un intervalo mayor
–o de super-contrarios– que va de un punto casi nulo hasta la cúspide de una intensidad
más allá de la cual no es posible sino la muerte, y un intervalo menor –o de sub-contra-
rios– que se actualiza en el tránsito de la gravitación de la presencia de Eco en la vida de
Narciso a la que realiza la presencia y muerte de Aminias en dicha vida.
[…] cuando [S4] es planteado como una valencia nula, su nulidad exige que sea recorrido
el intervalo [S4 ↔ S3], a lo que denominamos un repunte, el cual disjunta del “no ser”, es
decir, del tedio moderno. El discurso podría quedar ahí, pero también puede ir más allá
de [S3]: en consecuencia, aceptaremos que al repunte le sigue el redoblamiento, que se
instala en el intervalo [S2 ↔ S1]. (Zilberberg, 2006: 97).
ACTIVIDA DES
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CAPÍTULO 5
Objetivos
1. Exponer la teoría tensiva de los actantes posicionales: fuente, blanco
control.
2. Describir teóricamente algunas alternativas al esquema de la
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Se espacio
un trataría semiótico
entonces de lo siguiente:
organizado desde
en torno de este punto dedevista,
una relación “el espacio
percepción, tensivo
a partir es
de una
intención que instala un centro de orientación deictizante y un mundo deictizado” (Fonta-
94
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nille, 1993: 14). Dicho de otro modo, toda intención genera, retrospectivamente, un lugar
“desde donde” se mira o capta y un mundo “hacia el que” se dirige la mira o captación.
Esta relación configura lo que se denominará una profundidad descrita como una in-
tencionalidad . Aquí, esta palabra no alude a las motivaciones psicológicas explícitas o
implícitas de un individuo, sino a la ya mencionada orientación compuesta a su vez por
una dirección (aquella establecida entre el centro desde donde se percibe y el mundo
percibido) y una tensión (en el interregno ubicado entre esas dos posiciones).
Pues bien, los actantes posicionales surgen de estas consideraciones elementales. En
su Semiótica del discurso, Fontanille los denomina blanco , fuente y control y los explica
en relación con la diferencia entre mira y captación. Hagamos una cita; se trataría de:
[…] dos actantes posicionales, un primero y un segundo, el actante fuente y el actante
blanco, pero con un cambio de registro: en la mira, la fuente entra en relación intensiva y
afectiva con el blanco, en un campo posicional abierto (cf. El hombre descubrió un pájaro
en el cielo); mientras que, en la captación, la fuente entra en una relación cognitiva y
extensiva, léase cuantitativa, con el blanco, y eso, en un campo posicional cerrado (cf. El
hombre escrutó el cielo hasta el horizonte y vio un pájaro). Un tercer actante debe, igual-
mente, ser previsto, pues hay que hacer lugar para un tercero, en el enfrentamiento de la
fuente y el blanco. Lo llamaremos actante de control, o simplemente control; el obstáculo
es, por ejemplo, una de sus posibles realizaciones (Fontanille, 2001: 135).
Dicho en otras palabras el centro desde el cual se orienta toda mira y toda captación se
denominará fuente , el blanco será el punto de llegada de esa orientación, finalmente el
término control constituirá el nombre de aquel actante cuya función será la de regular e
incluso de obstaculizar el tránsito de esa orientación.
Por otro lado, debe distinguirse entre una mira y una captación. La mira es la dimensión
perceptiva puramente sensible, incluso energética y es la que se relaciona con el afec-
to y, en el esquema de tensiones, con el eje de la intensidad. La captación es, por su
parte, más bien cuantitativa, numerable, cognoscitiva y se corresponde con el eje de la
extensión dentro del esquema tensivo de las dos coordenadas. Tendríamos, entonces,
esquemáticamente esta relación entre fuente blanco y control:
Cuerpo c Presencia
FUENTE o BLANCO
Mira / captación n No intencional
intencional (mirada/captada)
MIRA y t
CAPTACIÓN
Cuerpo
r Presencia
o
BLANCO l FUENTE
No intencional Mira / Captación
intencional
95
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Este esquema sostiene que tanto la mira como la captación se realizan a partir de las
relaciones de interacción entre estos tres actantes. El cuerpo propio –aquel que vimos
como articulador de la significación en el capítulo 1– puede ser concebido como fuente
de la mira (sensible,
es intencional afectiva)
y el punto y de ladecaptación
de partida (cognoscitiva,
una orientación extensiva);
que recae en tal
en la otra sentido,
presencia,
el blanco, no intencional y por tanto mirada y captada. Sin embargo, este cuerpo propio
puede convertirse en el blanco no intencional (mirado y captado) para otra presencia que
será intencional, y se le denominará fuente. Ese filtro, ese intercesor o mediador siempre
implicado será denominado actante de control.
La semiótica de la luz es el ejemplo parangón, al que siempre se recurre en este caso.
Podemos imaginar una mínima puesta en escena como la siguiente: un potente re flector
que será la fuente de luz, en el escenario veremos un sector destacado por dicho re flec-
tor sobre el telón cerrado, el blanco. Podemos imaginar, además, que esa luz cambia de
color; ese cambio estará determinado por filtros de color entre la fuente de luz y el telón
de fondo, estará, pues, determinado por el actante de control.
96
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albergar
en en el fundamento
concomitancia de lo propio
con la premisa una falta.
del deseo De manera
y planteará que implícita,
la plenitudla de
semiótica actúa
la presencia,
compuesta por las valencias de alta intensidad y de extensión difusa, genera, antes bien,
relatos no de felicidad sino de opresión y de angustia: “[…] la acción, en tal caso, sólo
tiene sentido si permite huir del campo de presencia saturado, o si permite recomponerlo
por medio de una selección entre los objetos y entre los valores” (Fontanille: 2001: 105).
(Sin embargo, también resulta verosímil, en la actual estación histórica, la existencia de
individuos insaciables que no huyen sino que van detrás de la siguiente consumición con
la misma voracidad con la que iniciaron; la figura del adicto incluso la del drogadicto sería
la emblemática de este modo de relación con la plenitud).
La reciente película Revolutionary Road, (Vía revolucionaria) dirigida por Sam Mendes y
protagonizada por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, podría ser un ejemplo de este tipo
de relatos. Dicho filme, basado en la novela del mismo nombre de Richard Yates, postula
que la única salida a un estado de posesión ideal es, precisamente, la recomposición de
los objetos de valor. Se trataría, pues, de una discriminación axiológica que está rela-
cionada con la huida respecto del agobiante mundo de las pertenencias posibles de un
norteamericano de clase media en los años 50.
Puede sostenerse
te que los que elcomo
toma a ellos idealsu
consumista delpertenencias
blanco. Las capitalismo moderno
múltiples,esespecí
la presencia fuen-
ficamente la
casa de la calle Revolucionaria, añorada en algún momento, es la que hace las veces del
97
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actante de control, aquel que permite el acceso de la dimensión abstracta de los ideales
hacia April (protagonizada por Winslet) quien deviene así en el cuerpo propio que articula
la desdichada significación de su existencia.
Incluso podría postularse que la confrontación ideológica entre la estructura de la caren-
cia respecto de la estructura de plenitud es el motor desencadenante de las desgracias
devenidas hacia el final de la película. Desde la perspectiva del esposo, salir de la estruc-
tura de la plenitud y pasar a la de la carencia es inaceptable; el tedio y la miseria moral
son costos mínimos que deben pagar para mantenerse en el horizonte de los esfuerzos
de la tradición, específicamente, de los esfuerzos de su padre.
Por oposición, la propuesta de la esposa es abogar por la necesidad de transitar desde la
plenitud a la carencia; la perdida de sentido, la imposibilidad de valorar lo poseído es un
costo excesivo
de lo que tienenque pagar.
lo que En consecuencia,
resulta ella selección
más valioso, esta le proponecasi
al esposo discriminar
no retiene nada, sedentro
trata
de los sueños de juventud.
(La película fue titulada, en castellano y para Latinoamérica, Solo un sueño, aludiendo
al objeto de valor de la pareja; sin embargo, la primera parte de la frase, “Solo un…”,
convierte al título en nostálgico y resignado; en inglés Revolutionary Road es, antes bien,
un título amargamente irónico).
Pero podemos imaginar el proceso por el cual la pareja llega este punto; este relato
formaría
inanidad parte de aquellos
, descritos en unaque, en la denominación
dinámica tensiva de la de Fontanille“cuantos
decadencia: serían losmás
relatos de
objetos
acumulan los sujetos narrativos, más se debilita su deseo, y menos cuenta a sus ojos el
valor de esos objetos; los objetos conservan su valor social, económico o simbólico, pero
para la instancia de discurso, pierden poco a poco su cualidad de presencia” (Fontanille,
2001: 105).
Esta es la historia implícita de la película. Al principio, el tener era el objetivo de los per-
sonajes; existe una escena retrospectiva (un flashback) en la cual vemos a April que, con
ilusión creciente y a medida que se aproxima, observa lo que será la casa propia en la
calle Revolutionary. Esta escena contrasta radicalmente con el retorno al tiempo actual
de la película en el que vemos a la esposa mirando inexpresivamente la calle al lado del
tacho de basura. Este contraste permite observar los dos polos de un intervalo mayor o
de super-contrarios (S1 S4), aquel de la máxima ilusión y el de la mayor depresión.
↔
Los sub-contrarios del intervalo (S2 S3), los pasos intermedios, quedan implícitos.
↔
Podríamos decir, además, que este contraste también opera para demostrar que el per-
sonaje protagonizado por Kate Winslet asume aquí el estilo de categorización intensivo.
En los términos de Zilberberg: “para los valores de absoluto, sensibles sobre todo a
las valencias intensivas, son difusos pero débiles; los valores de absoluto por su parte
son ciertamente concentrados [restringidos], pero su destello compensa con creces esa
deficiencia” (Zilberberg: 2007, 104). Es decir, lo difuso, lo extenso de las posesiones con-
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lo logros cada vez mayores en extensión pero que, en correlación inversa, van disminu-
yendo en la intensidad. Por lo tanto, y en palabras de Fontanille:
[…] para volver a dar sentido a la acción, aquel que posee alguna cosa (los bienes, la
vida), debe arriesgarse a perderla. No es, pues, en ese caso, la búsqueda el precio de la
acción sino el riesgo. Los esquemas narrativos de riesgo reposan, pues, sobre la inanidad
del Objeto para el Sujeto (Fontanille, 2001: 105).
En tal sentido, la decisión de partir para París con toda la familia y reinstalar la carencia
es la propuesta que una noche le hace April a su esposo. Este proyecto tiene como
determinante, “reposabajo
conjunto –constituido sobre”, la inanidad
la forma del objeto de valor
de un conglomerado— de que,
todosenloseste caso,
bienes es el
adquiri-
dos dentro del horizonte de expectativas para el hombre moderno de la década del 50
en Estados Unidos.
No obstante, ese proyecto se ve truncado; los valores de universo de Frank, el esposo
(Leonardo DiCaprio), se sobreponen a los valores de absoluto de April. Como correlato,
ella no solo pierde el valor de sus posesiones, sino que pierde dichas posesiones o, con
más precisión, se despoja voluntariamente de ellas. Estamos ante una actualización de
los relatos de los que están configurados bajo la forma en que la presencia
vacuidad,
pierde o disminuye su intensidad y su extensión. En los términos de Fontanille: “ni coraje,
ni honor, ni amor, ni fidelidad, ni seguridad; nada de eso merece la pena, sino el placer”
(Fontanille, 2001: 106).
La sexualidad, se convierte para ella en una salida momentánea y degradada a su es-
tado de vacuidad. La escena en la que ella tiene relaciones sexuales dentro de un auto-
móvil con un vecino es nítidamente vacía, sin ningún atisbo de fruición vouyerista para el
espectador. El vecino le confiesa su amor ridículamente, luego del coito, ante lo cual ella
solo le pide que se calle y que la lleve a su casa. Se trata pues, como en los héroes de
Céline de un “verdadero debilitamiento intencional tanto de la mira como de la captación.
De ahí que la única cosa con la que se puede contar es la degradación” (Fontanille,
2001: 106).
Ella lo pierde todo, no solo el valor del amor y de la fidelidad, sino que luego se provoca un
aborto de una manera muy rudimentaria por lo cual, finalmente, pierde la vida. Como su-
pondrán, la muerte es el estado radical de la mínima intensidad y de la mínima extensión.
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de lasrespecto
vas” manifestaciones críticas
de su modo de ellanada
de vida—, –radicalmente contrarias,
hubiera impedido incluso “deconstructi-
la convivencia de los dos
dentro del estatus quo ideal que ellos representaban para todos sus conocidos. Obser-
101
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puede decir que: “la demarcación coloca o mantiene los límites, en tanto que la segmen-
tación se ocupa de los umbrales; la demarcación mantiene bajo control el ‘gran’ intervalo
comprendido entre ‘lo primero’ y ‘lo último’, dejando a la segmentación los ‘pequeños’
intervalos intermedios” (Zilberberg: 2000: 104).
En este sentido, resulta factible postular un tránsito entre los intervalos; dicho de otro
modo, un movimiento por el cual se sale del intervalo mayor y se entra al menor. Este
recorrido es descriptible como el proceso por el cual, luego de la delimitación del estatuto
pertinente de la interrelación (sea la posibilidad de inscribirse en una misma identidad
o, por el contrario, la de simplemente luchar e intentar dominar), pasamos al proceso y
a la segmentación de pasos posibles y tendientes a la consecución de un fin (articular
identidades o imponer la propia), ya sea según el régimen de la programación o el de la
manipulación –los cuales fueron observados en el capítulo 3.
mitirsesujetos
Estos estar inscrita
podrán,dentro de relaciones
entonces, reconocerodesde
interacciones
su puntomás complejas
de vista e inestables.
una segregación,
que sería la capacidad de “reconocer en su propio seno, la existencia de una cierta parte
extraña, incluso anormal” (Landowski, 1995-1996: 120). Con ella, la incomodidad que
pueda causar el segregado no implica excluirlo; la segregación es un procedimiento que
se diferencia de la exclusión en la medida en que el sujeto tratado como “segregado”
–por aquel que se considera y es considerado como habitante, por derecho propio, del
“grupo de referencia”– cohabita y es tomado a cargo como parte constitutiva de la totali-
dad. Ser segregado es un estado en el cual el otro es “incluido como excluido”.
La otra estrategia compleja e inestable es la de la admisión, cuyo intento fundamental
es el de “descubrir en el otro (el extranjero, el vecino, el viajero de paso) los elementos de
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una complementariedad benéfica […] a condición sin embargo […] de que no se llegue
[…] a la fusión de estas dos identidades puestas en contacto” (Landowski, 1995-1996:
120). Admitir al otro no es asimilarlo; la admisión es un procedimiento que se distingue
de la asimilación
aparecen porque
o incluso en aquella
se requiere las diferencias,
que sean mantenidaslospara
rasgos exóticos del otro, no des-
la convivencia.
Es factible, luego de esta breve revisión, observar las semejanzas entre estos cuatro tér-
minos de relación entre el “uno” hegemónico y el “otro” marginal con los modos de rela-
ción narrativa propuestos por Fontanille. De esta forma, la asimilación es a la exclusión,
lo que la colusión es al antagonismo; del mismo modo, la admisión es la segregación, lo
que negociación es a la disensión.
Mayo francés
Con el nombre de Mayo francés o Mayo del 68 se conocen los acontecimientos sucedidos
en Francia en la primavera de 1968.
Todo se inició cuando se produjeron una serie de huelgas estudiantiles en numerosas uni-
versidades e institutos de París, seguidas de confrontaciones con la universidad y la poli-
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ACTIVIDA DES
1. Desarrolle un análisis personal de alguna película reciente sobre la base de los mo-
delos alternativos al esquema de la prueba.
2. Desarrolle un análisis personal de alguna película reciente sobre la base de los mo-
delos alternativos al esquema de la búsqueda.
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CAPÍTULO 6
EL CUADRADO SEMIÓTICO,
FORMAS DE ALTERIDAD
E INTERACCIONES
Objetivos
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EDIFICIOS
casa hotel
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entonces,
antagónicadeconcentración,
una presenciasino
concentrada que ya no
que se distingue delsegénero
oponedifuso.
a otra Entonces,
de equivalente pero
la contra-
dicción es, por un lado, una oposición entre lo concentrado y lo difuso y, por el otro, entre
una presencia actual, concreta, y la dimensión de lo potencial o abstracto.
EDIFICIOS que no son “casa” (d i f u s o)
casa (CONCENTRADO)
NO-HOTEL NO-CASA
Por su puesto, también existirá una complementariedad entre no-hotel y casa. Se dirá
entonces que el término no-hotel es complementario o implica la casa y que el término
no-casa implica o es complementario del término hotel.
Entre estos puntos de articulación del cuadrado semiótico se pueden postular diversos
recorridos. Estos puede ser canónicos si van de uno de los polos de la contrariedad a
su contradicción (por ejemplo de casa a no-casa) y luego al otro contrario (de no-casa a
hotel). Es canónico, en el sentido de establecido por la tradición, porque es “esperable”
o de sentido común que, para convertirse en su contrario, se pase por la negación de “sí
mismo” (para ser el otro debo dejar de ser uno).
CASA HOTEL
NO- HOTEL
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En nuestro ejemplo, este tránsito sería aquel por medio del cual, para comprar un hotel,
debemos primero vender todas las casas que están en uno de nuestros lotes. Tengo en
mis manos el título de propiedad del Paseo Tablado, uno de los solares más caros del
juego.
cuatro En él seEn
casas”. puede leer:para
efecto, “Lascomprar
casas cuestan
un hotel$200 cada una.
se debía pagarLos
conhoteles,
cuatro $200
casasmás
po-
seídas con anticipación además del precio de un hotel; en consecuencia, tener un hotel
significa recorrer el camino canónico de transitar primero por el estado de desposesión
de las casas.
Pero el recorrido también puede ser no canónico y, por serlo, aparece como raro o fuera
de lo común. Este tipo de recorrido se describe como el tránsito de uno de los polos de
la contrariedad hacia el complementario (por ejemplo, de casa a no-hotel) y de allí al otro
polo de la contrariedad (es decir, de no-hotel a hotel).
CASA HOTEL
NO- HOTEL
Este tránsito es impensable dentro de las reglas del Monopolio. Sin embargo, podemos
imaginar una situación en la cual vendemos, con rebaja y a otro jugador, un hotel de
alguna de nuestras propiedades menos privilegiadas para luego pasar a comprar, con
el dinero recaudado y algún otro que teníamos, un hotel en el solar que nos interesaba
más y que solo tenía una casa –a la cual también vendimos con el mismo propósito. Esta
estrategia solo podría hacerse al margen de las reglas, “por lo bajo”, en colusión con
otro jugador en perjuicio de un tercero; no obstante, si bien esta figura no se encontraba
contemplada se hallaba plenamente permitida y sin sanción. En todo caso, esto nos
permite ilustrar cómo el recorrido no canónico es calificado de inesperado y anómalo: en
este ejemplo, se produciría un camino que va de tener una casa en un solar, a no tener
un hotel en otro y finalmente poseer un hotel en el primero. La ventaja de las salidas
inesperadas es que pueden permitirnos triunfar.
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axiológica, la elección de los valores para dicha disposición tiene mucho que ver con un
cierto nivel de intuición del analista.
Por este motivo, una cierta decisión no justi ficada puede y debe ser el punto de partida
para la descripción que hagamos a través de la estructura que ahora abordamos. En
relación con el análisis que hiciéramos en el capítulo primero sobre la significación del
poema “De invierno”, proponemos aquí un esquema que tome de base los grados de
calor como nivel de pertinencia y como campo representativo de la totalidad de su signi-
ficación. Tendríamos, entonces, un cuadrado como el siguiente:
NIEVE FUEGO
En esta ocasión, hemos optado por darles un nombre a los contradictorios de fuego y de
nieve. Dichos nombres se encuentran formando parte de los versos del poema; de tal
suerte que nuestra decisión no es en esto arbitraria. Por lo tanto, “no-nieve” puede ser
fi
gurativizado
como comoProponemos
“flor de lis”. “Abrigo de esto
marta”; mientras
porque, quelado,
por un “no-fuego”
el abrigopuede será
cumple connombrado
el requi-
sito de “contradecir” a la nieve, neutralizar su efecto térmico y tender hacia el calor cuyo
grado máximo es el fuego, propiamente. Por su parte, la “ flor de lis” es el contradictorio
del fuego en la medida en que dicho sintagma nominal tiene la función de comparar
analógicamente a Carolina con una flor bella pero en latencia, la que después será una
“rosa roja”. En tal sentido, comparte la blancura de la nieve y su latencia hace que “flor
de lis” sea complementaria de la nieve, que tienda hacia ella como una cierta lividez que
no termina en frío nevado.
Dicho esto prosigamos. Como se puede suponer, tanto la “nieve” como el “fuego” son
grados máximos de calor y configuran los polos extremos del recorrido que se realiza
desde el exterior al interior. Como recordarán, el análisis que hicimos describía un movi-
miento en el poema que iba de un exterior invernal hacia el interior cálido. Este tránsito
era también aquel que distinguía, por un lado, lo extraño y maquinal del mundo moderno
(donde el poeta ha perdido su lugar, su sentido social y se convierte en un crítico radical),
y, por el otro, lo privado e interior que era a la vez un espacio exótico y paradójicamente
propio.
En el poema,
en ambos la nieve
grados es lo más
máximos de loexterior,
térmico mientras que el fuego
se hace imposible es lopara
la vida, máslainterior. Y como
interpretación
del poema proponemos que el término que engloba a estos opuestos es la “Muerte”. De
113
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este modo, “Muerte” sería el término general que determina la clase en la que se hallan
inscritos los opuestos contrarios de la “nieve” y el “fuego”. Por otro lado, el ámbito exclu-
sivamente interior, el de la “flor de lis” y el del “abrigo de marta”, es el espacio intermedio
en
de donde se superior
jerarquía hace posible
y quelalos
vida, el placer,
englobe el amor; por ello, proponemos como término
a “Vida”.
En este punto podemos añadir que la relación entre uno de los contrarios y su comple-
mentario (por ejemplo, “nieve” y “no-fuego”) puede también ser incluido dentro de una
clase general; de este modo, el par implicado “nieve” y “ flor de lis” pueden constituir la
clase general de la “Naturaleza”, mientras que la complementariedad contraria: “fuego”
y “abrigo de marta” hacen conjunto bajo el término de “Cultura”. Con todo lo dicho pode-
mos elaborar nuestr ocuadrado de la siguiente manera:
MUERTE
NIEVE FUEGO
NATURALEZA CULTURA
FLOR DE ABRIGO
LIS DE MARTA
VIDA
Proponemos esto debido a que con dicha organización podemos con figurar un sentido y
un valor a los recorridos que se pueden leer implícitamente en el poema.
¿Qué nos obliga a pensar, por ejemplo, el recorrido canónico que se establece desde la
nieve hacia el fuego? Resulta evidente (o, en todo caso, postulable con verosimilitud) que
la nieve es la encarnación del valor disfórico en el poema; relacionada con la monotonía de
la gran ciudad. Transitar a su negación (representada aquí por el “abrigo de marta”) es un
camino deseable y esperado. Esto es precisamente hacia donde nos dirige el poeta al de-
cirnos “mirad a Carolina”, en el verso inicial. Carolina es, como sabemos, el centro latente
del universo lujoso y exótico que organiza el poeta en su espacio interior. ¿Pero el recorrido
sigue hacia la presencia del fuego? En este punto es posible imaginar una alusión erótica
típica, según la cual, el fuego es la representación analógica del ardor amatorio. De este
modo, el abrigo interior es el paso canónico previo para el encuentro sexual.
Sin embargo, estas son elucubraciones que no se sostienen en el discurso sino en los
puntos de su contacto con el sentido común más allá del poema. En tal sentido, resulta
más preciso postular que “De invierno” no describe un recorrido canónico completo sino
que se queda en los puntos más inestables y complejos que son las posiciones contra-
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dictorias, es decir, en el campo de la vida. Sin embargo, para sostener esto debemos
demostrarlo. En tal sentido, ¿qué podemos decir del camino canónico del calor del fuego
hacia la nieve?
Como sabemos, el fuego es, en el poema, una presencia que no está lejos pero tampoco
muy cerca del resto de los objetos exóticos del interior (el verso es “y no lejos del fuego
que brilla en el salón”). En consecuencia, las presencias destacadas por el observador
no están sino a una relativa distancia de su calor y, como ellos son una especie de marco
glamoroso para Carolina, la sensualidad es acentuada justo allí en ese punto inestable
entre el fuego y la nieve. En otras palabras, la negación del fuego, figurativizada por
la “flor de lis”, no tiende hacia el frío exterior sino que se sostiene precariamente en la
tensión de su carácter negativo.
En consecuencia,
postular el poema
una implícita poética parece destacar
de lo precario y deloslo valores intermedios
inestable, y, de esteademás,
como sosteniendo, modo,
que la vida presupone dicha condición insegura. Es también como si Darío evadiera los
extremos, los grandes intervalos de la demarcación y propugnara una salida horaciana,
una especie de dorado punto medio entre la naturaleza y la cultura, una tensión propia
del intervalo menor. En tal sentido, es como si la poética modernista –representada por
este poema– reconociera su incapacidad de operar un gran corte, una hendidura de
demarcación rotunda entre la modernización capitalista, a la que avizora y detesta, y la
Otra Cosa poética. No. El intimismo modernista es, entonces, un repliegue necesario,
una búsqueda de la vitalidad en la sensualidad con la esperanza de que algo de esta
exploración permita lanzar hacia el horizonte una salida.
COLUSIÓN ANTAGONISMO
NEGOCIACIÓN DISENSIÓN
Otra vez mayo del 68
El breve análisis que hiciéramos de lo sucedido en la primavera parisina del 68 utilizó
simultáneamente dos cuartetos de categorías, uno de Jacques Fontanille y otro de Eric
Landowski. El primero se compone de colusión, negociación, disensión y antagonismo;
mientras que el segundo articula asimilación, admisión, segregación y exclusión.
En ese momento estábamos defendiendo el argumento de la tensividad y, por lo tanto,
el esquema del intervalo de Zilberberg fue aquel que utilizáramos para organizar tales
categorías. Sin embargo, como podrá suponerse, cada uno de esos grupos puede ar-
ticular sus componentes dentro de un cuadrado semiótico. De esta manera, el primero
dispondría sus cuatro términos de la siguiente manera:
115
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En tal sentido, podemos preguntarnos por el sentido de los recorridos canónicos, prin-
cipalmente. Tomemos como punto de partida el antagonismo , aquella interacción cuya
lógica solo permite vencer o ser vencido. ¿Cómo pasar a una forma de coparticipación
en fi
cia?la¿Cómo
que lospasar
sujetos
a laaceptan identi
colusión , su carse e incluso
contrario? hacerse teórica
La respuesta uno olvidando
es que, toda diferen-
primero, de-
bemos transitar por la negociación , por ese esfuerzo de aproximación de las posiciones
encontradas, tratando de “identificar rasgos de identidad y programas comunes”. Puede
no lograrse, es verdad, incluso la mayoría de las veces, si Ustedes quieren. Pero lograrlo
requiere lógicamente el paso por la contradicción del antagonismo.
Con una dirección contraria, salir de la colusión y entrar en un antagonismo, requiere el
pasaje canónico por la disensión ; es decir, aquella forma de interacción en la que por lo
menos uno manifiesta su desacuerdo con la situación compartida y reivindica una iden-
tidad diferenciada. En tal sentido, una desavenencia entre pares siempre es un indicio,
una representación de la crisis posible.
Por su parte, las cuatro categorías de Landowski pueden disponerse dentro de un cua-
drado semiótico de la siguiente manera:
ASIMILACIÓN EXCLUSIÓN
ADMISIÓN SEGREGACIÓN
Como vimos, estos modos de interacción asumen como dado la diferencia entre el “Uno”
y lo “otro”. En realidad, estas cuatro son las que Landowski llama “políticas del Uno”, es
decir las políticas de quien “goza localmente de una posición económica, cultural o políti-
ca dominante, y que se da una imagen idealizada de sí mismo”. Este sujeto hegemónico
tiende,
reconocecomo es de
como de los
esperarse, “a defi–nir1996:
suyos” (1995 negativamente la alteridad
98). Por este deenfrenta
motivo, se aquellosoque él no
imagina
enfrentarse a una serie de estrategias del otro que también pueden organizarse en un
cuadrado semiótico como el siguiente:
ESNOB DANDY
CAMALEÓN OSO
116
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Son cuatro estrategias respecto del Uno, el sujeto hegemónico del “grupo de referencia”.
Vamos a acompañar este cuadrado de una cita que explica las relaciones entre estas
estrategias del otro:
[…] el esnob, que ve en la silueta del gentleman [el sujeto hegemónico del grupo de re-
ferencia] el modelo a seguir; al dandy, siempre presto, por el contrario, a establecer una
demarcación que lo separa de la misma sociedad; al camaleón, cuyo saber-hacer, de la
mayor discreción, consiste en hacerse tomar por alguien que ya pertenece al mismo mun-
do aunque en realidad nunca se haya separado del universo –enteramente diferente– del
cual proviene […]; al oso, ese solitario –ese loco o ese genio– a quien nadie, salvo él
mismo, puede indicarles el camino a seguir[…] (Landowski, 1995 – 1996: 105).
La estrategia del esnob es conjuntista o conjuntiva, pretende arribar, formar parte; en
cambio el dandy, que pertenece al grupo hegemónico, pretende distinguirse incluso ra-
dicalmente, llegando a extremos estrafalarios; en tal sentido su estrategia de disyuntiva.
Ambos estilos tienden a “subir”, el primero para llegar a…, el otro para salirse de… Por
su parte, el camaleón aparenta ser “uno como nosotros”, pero su fidelidad y sus ideales
pertenecen a otro universo de sentido; de esta manera, puede decirse que se “introduce
transversalmente” en el grupo de referencia y que su estilo es no disyuntivo. Finalmente,
el oso se separa del grupo, pero no para sentirse superior a los demás, no como el dandy
para distinguirse “por encima”; su alejamiento, también trasversal, es independiente de
la mirada de sus iguales; su estilo será no-conjuntivo.
Es, en principio,
Landowski se ve fácil establecer
inducido una homología
a comentar algo sobreentre estos dos cuadrados.
esta posibilidad: El elpropio
“Por ejemplo “es-
nobismo”, esta estrategia de promoción a partir de la conformidad […] ¿no ‘pega’ acaso
a satisfacción con su homólogo […] al encuentro del proyecto de asimilación concebido
por el medio que lo acoge?” (1995 – 1996: 122). Pero también resulta muy estimulante
analizar las consecuencias de lo que podríamos llamar una “homologación oblicua”, por
ejemplo, la conexión problemática entre una política conjuntiva, la de la admisión, y una
estrategia disyuntiva, la del dandy. O la imposible confluencia entre una política como la
de la admisión y un estilo o estrategia tipo oso.
En todo caso, con este pequeño y nuevo arsenal, ¿por qué no echamos otra mirada al
famoso mayo francés a partir del texto elegido?
Si tomamos al gobierno de De Gaulle como aquel que tenía la competencia suficiente
como para ejercer determinadas políticas y, por otro lado, asumimos a los estudiantes
como un grupo que se mueve hacia el exterior de los valores del grupo de referen-
cia, podemos observar que el con flicto producido entre ellos deriva de una anomalía
compuesta, por un lado, por una política de tipo segregacionista y, por el otro, por una
estrategia de alteridad tipo dandy. En otros términos, el efecto de movilización social
específico del fenómeno llamado “Mayo del 68” surge de la confluencia crítica entre una
operación estatal no conjuntista [∼(S ∩ O)] del gobierno de De Gaulle –ya que la segre-
gación es la contradicción de la política conjuntista de la asimilación– y una estrategia de
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alteridad disyuntiva [(S ∪ O)] de los estudiantes. Utilizando la escritura canónica para la
conjunción y la disyunción, podemos diseñar dos cuadrados semióticos de la siguiente
manera:
(S ∩ O) (S ∪ O)
En este sentido, podemos entender que la orden de reprimir que asume la policía de
París, por más violenta que se manifieste, no tiene el objetivo de exterminar a los su-
blevados sino de recuperar la calma ciudadana, como es su función [∼(S ∩ O) ≠ (S ∪
O)]. Es decir, la no-conjunción no es idéntica a la disyunción. Otro caso hubiera sido si,
en vez de a la policía, se hubiese hecho intervenir, como en otras latitudes –la nuestra–,
al ejército dentro de las calles. En todo caso, si comparamos estas dos instituciones, el
ejército podrá definirse, claramente, en relación con una actividad de naturaleza marca-
damente excluyente, mientras que la acción policial, cuando mucho, se ubicaría en la
posición de no-conjuntiva, segregadora.
Por otro lado, la participación de los trabajadores es, en cierto modo, no disyuntiva y
por ello, aunándose en el plano de la expresión al movimiento estudiantil, no deja de
representar una actitud de camaleón; dicho de otro modo, se hace pasar por “uno de
los nuestros” –de los asimilados– justo en el momento en que este, el grupo estudiantil,
se aproxima a su posición de exclusión desde la perspectiva del gobierno. Mejor aún, la
forma en que comienzan a ser vistos los estudiantes por el gobierno les da un lugar de
segregados, lo que ya vimos, y en tal sentido se ubican dentro del derrotero, del recorrido
canónico de los trabajadores, los excluidos del centro de referencia.
DE GAULLE TRABAJADORES
NO-TRABAJADORES
(CAMALEONES) ESTUDIANTES
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Regímenes de interacción
Cuando analizamos en el capítulo 3 el cuento “El eclipse” y lo relacionamos con el es-
quema canónico de la búsqueda, incluimos algunas reflexiones, también de Landowski,
sobre los regímenes de interacción desarrollados en su libro llamado Interacciones ries-
gosas. Específicamente, la relación entre la programación y la manipulación.
Pero este autor incluye otras dos dimensiones de sentido a modo de una complementa-
ción del modelo canónico greimasiano. Esto es así, en la medida en que dicho modelo no
da cuenta de dos dimensiones posibles para la significación. En todo caso, Greimas en
su De la imperfección, habría esbozado aunque de manera sincrética lo que Landowski
distingue. Y es que para este autor resulta imprescindible, por un lado, dar cuenta de los
procesos de la significación por la vía de lo sensible y, por el otro, de aquellos cuya posi-
bilidad resulta gravemente precaria debido a que encaran la necesidad de hacer sentido
en el enfrentamiento con el azar y la catástrofe. Estos últimos regímenes de sentido son,
a partir de racional,
evaluación las cualesinteresada
puede sery según
convencido,
lo máspersuadido
conveniente,o no
disuadido, estaque
es la única facultad de
debe ser
tomada en cuenta. Es como si desde la perspectiva de la interacción por medio de la ma-
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nipulación se considerada al otro y a uno mismo como cerebros pensantes sin cuerpo.
Si con la programación tenemos cantidades de energía que pueden ser operadas, ob-
jetos que pueden ser intervenidos en su materialidad, y con la manipulación aparecen
sujetos que no solo obedecen a leyes naturales sino que tienen inteligencia y autonomía,
con el ajuste surge la dimensión estésica:
Con el ajuste, esos mismos sujetos reconocen, además, que tienen un cuerpo, y por
eso mismo, una sensibilidad. La interacción ya no se basa en el hacer creer , sino en
el hacer sentir –no en la persuasión entre seres inteligentes, sino en el contagio entre
sensibilidades: hacer sentir que uno desea para hacer desear, dejar ver el miedo para
amedrentar, dar náusea vomitando, calmar al otro con la propia calma, dar impulso –¡sin
empujar!— con su propio impulso, etc. (2007: 48 – 49).
MANIPULACIÓN ACCIDENTE
PROGRAMACIÓN AJUSTE
El hablante
pasa lírico realiza
a la dimensión una actividad
pragmática previamente
para controlar contratada,
o regular él es el destinatario
a los hermanos. que
En este caso,
su hacer es también el intento de un hacer-hacer a los pequeños que están a su cargo
tratando de disuadirlos:
Aguedita, Nativa, Miguel,
cuidado con ir por ahí, por donde
acaban de pasar gangueando sus memorias
dobladoras penas,
hacia el silencioso corral, y por donde
las gallinas que se están acostando todavía,
se han espantado tanto.
Mejor estemos aquí no más.
Madre dijo que no demoraría.
Dicho en otros términos, la madre como destinador establece un contrato con su hijo
como destinatario en el que ambas partes se ven conminadas a la realización de de-
terminados ofrecimientos en contrapartida: el destinador promete regresar temprano si,
por su parte, el destinatario está tranquilo y ayuda a tranquilizar a los hermanos. El hijo
manipulado
como a sudevez
régimen intentaadecuado;
sentido persuadir en
a loseste
menores, en tal sentido
caso intenta, con el elige la manipulación
procedimiento de la
tentación, obtener un determinado comportamiento de sus hermanos:
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En este sentido, debemos suponer que si el hablante lírico hace hacer a los hermanos,
estos a su vez, en su posición jerárquicamente subordinada, realizan la acciones disyun-
tiva (“Ya no tengamos pena”) o conjuntiva (“Vamos viendo / los barcos ¡el mío es más
bonito de todos!”).
Sin embargo, en el contrato con la madre, el hijo mayor se ve llevado al cumplimiento de
su
unaparte más allá ladeprogramación
vez instalada la posibilidad–el
de paso
obtener la conjunción
de la ventaja convenida. En otros
a la disyunción o atérminos,
la inver-
sa—, llega un punto en el que su continuación excede todo cumplimiento posible:
Aguardemos así, obedientes y sin más
remedio, la vuelta, el desagravio
de los mayores siempre delanteros
dejándonos en casa a los pequeños,
como si también nosotros no pudiésemos partir.
Ya no estamos
ahora, entonces en
resulta necesario el régimen
observar que de
la la manipulación,
realización ni en el de laseprogramación;
del destinatario acomoda, se
ajusta, al modo de proceder de su madre más allá de lo pactado. Como sostiene Lando-
wski, el ajuste entendido como una dinámica de interacción “no puede reducirse, […], a
leyes preestablecidas y objetivables. Al contrario, los principios mismos de la interacción
emergen poco a poco de la interacción misma” (2007: 46). En este sentido, el hijo reac-
ciona y se arriesga a continuar con su cometido convenido pese a que la otra parte ya no
pueda cumplir con su promesa:
Aguedita, Nativa, Miguel?
Llamo, busco al tanteo en la oscuridad.
No me vayan a haber dejado solo,
y el único recluso sea yo.
El acontecimiento final es una aproximación al absurdo: resulta posible que ya no haya
nadie más sometido testarudamente a ese ajuste infinito con una madre quizás inexis-
tente. En este punto, puede que el “único recluso”, la única persona encarcelada, so-
metida a ese contrato sea el “yo” de este poema. Trascendemos así, en el final, a la
dimensión de un tiempo de tipo traumático: podemos imaginar a un hombre ya mayor
que, no obstante, sigue sujeto a este recuerdo infantil; más allá de lo posible, el hablante
lírico con la actualización de este poema demuestra su sometimiento a la par que intenta
neutralizarlo.
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1. Elabore un cuadrado semiótico a partir del inicio del cuento de Ribeyro “Alienación”
que a continuación se presenta:
“A PESAR de ser zambo y de llamarse López, quería parecerse cada vez menos
a un zaguero de Alianza Lima y cada vez más a un rubio de Filadel fia. La vida se
encargó de enseñarle que si quería triunfar en una ciudad colonial más valía saltar
las etapas intermediarias y ser antes que un blanquito de acá un gringo de allá. Toda
su tarea en los años que lo conocí consistió en deslopizarse y deszambarse lo más
pronto posible y en americanizarse antes de que le cayera el huayco y lo convirtiera
para siempre, digamos, en un portero de banco o en un chofer de colectivo. Tuvo
que empezar por matar al peruano que había en él y por coger algo de cada gringo
que conoció. Con el botín se compuso una nueva persona, un ser hecho de retazos,
que no era ni zambo ni gringo, el resultado de un cruce contranatura, algo que su
vehemencia hizo derivar, para su desgracia de sueño rosado a pesadilla infernal”.
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CAPÍTULO 7
LA MODALIDAD, LA IDENTIDAD
Y EL AFECTO
Objetivos
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realizaciones
mayor asombrosas
precisión— también narrativo
por el programa pueden llevarnos
(PN) en ela cual
la pregunta –y dicho
estos héroes esto con
obtuvieron su
competencia, es decir, no solo sus “poderes”, sino que además sus “quereres”, “sabe-
res”, “deberes”, etc. Desde este punto de vista, la competencia es, como dice Courtés,
aquello que se identifica con “todas las condiciones necesarias para la realización de la
prueba decisiva, con todos sus requisitos; en una palabra, está constituida por todo lo
que permite efectuar un PN de performance” (Courtés, 1997: 150).
Este conjunto de condiciones, que en un nivel super ficial puede verse como un grupo de
facultades especiales sin un orden concreto, son susceptibles de ser organizados de un
modo jerárquico. Las modalidades en la semiótica se presentan dentro de una clasi fica-
ción que se sostiene en el grado de proximidad respecto de la acción realizada.
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Las modalidades
el saber queSea trata
y el poder. continuación se presentan,
de aquellas y presuponen
que le atribuyen a lasalvirtualizantes,
cualidades son
sujeto del relato.
La primera de estas modalidades que obtiene el Hombre Araña y por azar es el poder .
En la historia del comic, del año 62, dicha modalidad se figurativiza a partir del piquete
de una araña radioactiva. La película dirigida por Sam Raimi, posterior en cuarenta años,
hace que una araña mutante, creada por intervención genética de laboratorio, sea la
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que le dé ese casi letal mordisco. En un caso tanto como en el otro, es a través de esa
intervención científica y por el azar de los encuentros que a Peter Parker se le traspasan
los poderes de una araña.
En relación con el saber hay una divergencia significativa entre la historieta y la película.
Mientras que la primera las habilidades arácnidas le son transmitidas sin mediación de
un aprendizaje; en el filme, es solo la práctica la que finalmente le permite conjuntarse
reflexivamente con el saber. Efectivamente, desde la perspectiva de la película, tener
esos poderes no implica saber manejarlos, solo un proceso de auto enseñanza relativa-
mente largo le dará el dominio necesario sobre sus habilidades, le dará un saber-poder .
Por otro lado, en el comic, preexiste un saber en el estudiante superdotado Parker que le
permite construirse unos brazaletes especiales con los que lanza la tela de araña. En el
filme, dicha tela es un atributo más bien de su poder, se trata de una substancia orgánica
que su cuerpo lanza.
Estas dos modalidades, el poder y el saber, son actualizantes en la medida en que le
permiten al sujeto pasar a la acción, sin ser todavía la acción propiamente. Si el deber y
el querer son requeridos para la instalación del sujeto en relación con un objeto, dichas
modalidades no bastan. Siguiendo nuestro ejemplo, el deber del Hombre Araña (como
de todo superhéroe) en relación con neutralizar el crimen y garantizar la tranquilidad ciu-
dadana (todo lo cual podría ser su objeto de valor) no resulta verosímil sin un determina-
do poder. En tal sentido podemos decir que el deber modaliza al poder . Es este poder, en
combinación con su saber, lo que le permite realizar la conjunción principal de la ciudad
con el orden público. Podemos preguntarnos ¿qué pasa si el poder no está modalizado
por el deber? La respuesta esta en esta viñeta:
Como vemos, Peter Parker se lamenta de no haber detenido al ladrón que luego asesina-
rá al viejo tío Ben. Se dice: “Si lo hubiese detenido cuando pude …”. En otras palabras,
tenía el poder, pero aún no estaba
propiamente modalizado por el deber.
Solo este hecho infausto, que deviene
en un
de unadeber
suerte
másdeallá
inscripción trágica
de sus apetitos
adolescentes, le permite al sujeto ins-
taurarse como tal.
Las modalidades que el cuadro de
Courtés presenta a continuación no
son de la competencia sino son de la
performance. Se trata de las realiza-
ciones del sujeto, en nuestro caso de
Spider-man, en beneficio de la ciuda-
dana.
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La potencialización modal
A estas tres dimensiones de la modalidad (virtualizante, actualizante y realizante), Zil-
berberg y Fontanille añaden la modalidad potencializante. Ayudados de la categoría de
“presencia” proponen esta cuarta modalidad como la manifestación de una decadencia
posterior a la realización. Pero vamos de a pocos.
Lo primero que estos teóricos postulan es el “defecto de actualización” como una “im-
perfección” imprescindible para el devenir del sentido: “la imperfección de la predicación
tiene como correlato una demanda de plenitud, una tensión hacia la completitud o per-
fección. En consecuencia, dicha imperfección puede ser graduada y segmentada en
diferentes modos de existencia” (Fontanille, Zilberberg, 2004: 239).
Podeos suponer que esta demanda de plenitud es lo que en términos semióticos es
aquello que postular una continuación más allá de la realización; dicho de otro modo,
todo no se acaba con la realización de las actualizaciones. Para expresarlo en términos
de sentido común, ¿qué pasa después del “…y vivieron felices para siempre”? La res-
puesta semiótica es: pasa que dicha felicidad se potencializa. ¿Qué quiere decir esto?
Simplemente, que la plenitud conseguida no implica la detención o perpetuación extática
de la felicidad. Siempre será, por lo menos en nuestra época, más verosímil observar
un proceso tensivo de decadencia o de atenuación. En tal sentido, podemos observar,
además del canónico recorrido a la realización, otro, también canónico, hacia la virtua-
lización:
REALIZADO VIRTUALIZADO
ACTUALIZADO POTENCIALIZADO
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Modos de existencia
Potencializado Virtualizado Actualizado Realizado
Modalidades
Creencias Motivaciones Aptitudes Efectuaciones
La diferencia postulada entre las modalidades endógenas y exógenas radica en que las
primeras se conforman dentro de una relación entre un sujeto consigo mismo, se trata
de modalidades autónomas. Mientras que las exógenas son aquellas que llegan hasta el
sujeto desde una esfera social o por la intervención de un tercero, se trata aquí de una
cierta heteronomía.
Por ejemplo, con la modalidad del creer el sujeto Peter Parker, antes de estar enamorado
de Mary Jane, debe creer reflexivamente en su amor para luego intentar la consecución
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romántica. Por otro lado, antes de asumir el deber que se hace presente a partir de la
sentencia del tío Ben, debe adherir a este imperativo que proviene del otro (creer tran-
sitivamente en él).
[…] esta ‘transformabilidad’ de los estados de cosas es un efecto de sentido que puede
emerger directamente a partir de los conflictos subyacentes al hacer: poco importa que
los sujetos y los antisujetos sean identificados, basta con que la inestabilidad de un esta-
do, que su modalización hace sensible, muestre la presencia de una tensión entre fuerzas
antagónica. (1993 – 1994: 59).
En tal sentido, cobra un relieve singular aquel famoso pasaje de la novela El túnel en el
que el narrador personaje, Juan Pablo Castel, pone un énfasis excesivo en una escena
dentro de uno de sus cuadros:
En el Salón de Primavera de 1946 presenté un cuadro llamado Maternidad. Era por el
estilo de muchos otros anteriores: como dicen los críticos en su insoportable dialecto, era
sólido, estaba bien arquitecturado. Tenía, en fin, los atributos que esos charlatanes en-
contraban siempre en mis telas, incluyendo “cierta cosa profundamente intelectual”. Pero
arriba, a lasolitaria
una playa izquierda, a través
y una mujer de
queuna ventanita,
miraba el mar.seEra
veía
unauna escena
mujer pequeñacomo
que miraba y remota:
espe-
rando algo, quizá algún llamado apagado y distante. La escena sugería, en mi opinión,
una soledad ansiosa y absoluta.
Nadie se fijó en esta escena; pasaban la mirada por encima, como por algo secundario,
probablemente decorativo. Con excepción de una sola persona, nadie pareció compren-
der que esa escena constituía algo esencial. (Sábato, 1948: 6).
Este hecho es el que luego motiva la intensa relación de ambos personajes, Castel y
María Iribarne. En todo caso, podemos preguntarnos ¿cómo resulta posible que, se-
gún el pintor, esa “escena pequeña y remota” de la ventanita le sugiriese “una soledad
ansiosa y absoluta”? La respuesta es: a partir de las modalidades en que su sentido se
manifiesta. En la descripción leemos que se trata de una mujer en una actitud anhelante,
“miraba como esperando algo”. No se trata, pues, de una transformación sino de una
transformabilidad; su sentido interpretable de “soledad ansiosa y absoluta” deviene de la
intensificación de la modalidad del querer . Un querer-oír el llamado de alguien que, en
su dimensión propiamente virtual, sin conexión con algún tipo de actualización, resulta
sobrecogedora.
Por otro lado, si el querer es una modalidad virtualizante y, por lo tanto, alejada de la
realización de las acciones, la paradoja de la escena de la ventanita es aquella en la que
vemos una presentación –en el sentido de hacerse presente— de una virtualización. Esa
tensión entre lo virtual y lo realizado es postulable como el desencadenante modal del
efecto afectivo llamado en el libro “soledad ansiosa”.
En general, la modalización del entorno humano permite a éste adquirir un “sentido para
el hombre”. Así, como llevamos dicho a través del ejemplo anterior, tal sentido resulta
entonces reconocible en el análisis de discursos que ya no necesitan ser narrativos o
“secuenciales”. Aquí también Fontanlle pone el ejemplo de una ventana, pero no con un
valor modal
ejemplo, virtualizado
toma su sentidosino
porcon dos dedetipo
el hecho actualizado:
permitir la visión“Una ventana
(‘poder ver’) ydeporcristal, por
no trans-
mitir el paso (‘no poder franquear’)” (Fontanille, 1993 – 1994: 59).
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Modalidad e identidad
Las posibilidades de la modalidad para describir el discurso sin pasar por la narratividad
se observan con más claridad en la con figuración de la identidad de los sujetos en el
discurso. Para hacerlo debemos reconocer que, en este caso, la modalidad se debe
transformar en un valor modal. ¿Cuál es la diferencia?
En principio, cuando las modalidades son asumidas desde la perspectiva de la compe-
tencia estamos en un modo de relación propio del esquema de la búsqueda, las modali-
dades aquí no son valores, son atributos necesarios para la consecución de los valores,
aquellos que se presentan en los programas de base. Cuando las modalidades son vis-
tas desde el punto de vista del valor, entonces se independizan y pueden inscribirse en
los esquemas tensivos con derecho propio y sin la necesidad de constituirse en relación
con los valores llamados principales.
Un modo de diferenciarlos con mayor precisión es aquel que postulan Zilberberg y Fonta-
nille en relación, precisamente, con las valencias de la tensividad. Tomemos su ejemplo
del saber. Si lo articulamos como modalidad y no como valor, mientras más saber, mejor
saber: “la correlación entre extensidad e intensidad es conversa: un saber amplio es un
saber superior”. Sin embargo, si asumimos al saber como un valor pasa todo lo contra-
rio: “el saber amplio se convierte en un saber super ficial, mientras que la restricción en
el campo del conocimiento permitirá, por ejemplo, proyectar en él sistemas axiológicos
como la especialización” (Fontanille-Zilberberg, 2004: 230).
Desde este punto de vista, pensemos por ejemplo en el bibliófilo que colecciona libros
raros o ediciones incunables pero que, paradójicamente, no lee los libros que adquiere.
Si leer sería la efectuación correspondiente, el hacer propio del biblió filo, ¿cuál podría
ser la modalidad actualizante relacionada? Efectivamente, sería el poder. Así un poder-
leer resulta implícito en este coleccionista particular.
La identidad de este bibliófilo sería, entonces, la de quien puede leer y mucho, pero que
no pasa a su acción correspondiente. Sin embargo, ¿pierde su identidad de biblió filo?
No, por supuesto; en tal sentido, su identidad es independiente de los actos que realice
en relación con su poder. De este modo, como valor, el poder-leer de este personaje
imaginario tiene una gran extensión, pero una mínima intensidad.
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Intensidad
Mira
Impotente ¿Mediocre?
(-)
(-) Extensión (+)
Captación
De este modo, aquel sujeto caracterizado por la gran intensidad en el poder pero que
tiene un campo restringido para el ejercicio del mismo será un actante competente. Por
su parte, la figura de Dios es, desde la perspectiva judeocristiana, omnipotente puesto
que tiene una extensión completamente difusa sin por eso perder ninguna intensidad
en su poder y en su ejercicio; es el “todopoderoso” debido a que su campo de acción
es infinito, pero también porque es dueño de energías capaces de mover continentes.
Luego, en el plano de mínima intensidad y extensión concentrada, podemos ubicar al
impotente, quien puede poco sobre pocas cosas. Finalmente, el mediocre, ¿no sería
aquel que tiene un dominio escaso sobre una extensión difusa? Como nos recuerda el
saber popular, “el que mucho abarca, poco aprieta”.
Lo mismo podemos hacer con el saber.
Intensidad
Mira
Ignorante Hombre cultivado
De este modo, un saber de gran intensidad y extensión concentrada describe o con figura
la identidad del erudito. Por su lado, la figura del sabio, bajo el modelo de Aristóteles se
describe en los términos de una gran intensidad y extensión en el saber; esta figura, ca-
paz
comodeencampear
biología,y ya
sentar precedentes
no existe tanto en retórica
en la modernidad. comocultivado
El hombre en física,tiene,
tantocomo
en política
se ve
en el esquema, una gran extensión de conocimientos, pero un mínimo de profundidad,
esto es, de intensidad en los conocimientos que domina. Finalmente, el ignorante, sabe
poco de casi nada.
Estos son solo un par de ejemplos, podemos imaginar las identidades que se pueden
generar a partir de los valores modales dentro del esquema de tensiones. ¿Qué iden-
tidades se configuran con el querer, el deber y el creer? ¿Qué es el querer proyectado
hacia la máxima intensidad pero con una mínima extensión? ¿Qué es un querer que se
extiende de manera difusa, pero que no se fi ja sino a una mínima intensidad? Más intere-
sante en este punto resulta indagar por los con flictos entre las modalidades. Retomemos
a nuestro superhéroes el Hombre Araña, a la película del 2002.
En ella vimos que, canónicamente, el deber modaliza al poder. La sentencia (que en el
comic la realiza el narrador, pero que en la película la efectúa el tío Ben) según la cual
“un gran poder implica una gran responsabilidad” es asumida retroactivamente como
aquella que regulará las facultades arácnidas que le han sido otorgadas y las dirigirá
hacia la neutralización del crimen. Por oposición, el antagonista antihéroe, en este caso
el Duende Verde,
personaje, tiene unsupoder,
que comienza pero
devenir enque no estácomo
la historia modalizado
el cientípor
ficoningún
Osborn,deber. Este
solo tiene
un enorme saber que lo ha llevado a revolucionar el campo de la ciencia. En tal sentido,
podemos sostener que la identidad modal de Osborn es la de un saber que modaliza a
un poder.
Si comparamos rápidamente ambas identidades contrapuestas, podemos observar con
facilidad que la modalidad central en ambos casos es el poder . Pero mientras que en el
superhéroe un acontecimiento trágico instaura al sujeto sobre la base de una modaliza-
ción de su poder con un deber que no cesará de inscribirse en la conciencia como una
culpa, en el villano antihéroe esta modalización no se instala, el Duende Verde no es un
destinatario de ningún destinador. Es como si hubiese en la historia una implícita mo-
ral: la conjunción del poder y del saber traen como consecuencia necesaria la maldad,
como en el Génesis, y la destrucción del orden; solo con la instauración de un deber
trascendente (incluso dictado por un “padre” muerto, como en el tabú el mito freudiano)
es posible el sostenimiento del orden.
Pero eso no es todo. Como sabemos ya, la otra modalidad virtualizante es el querer
y, en este caso, dicha modalidad endógena (por oposición al deber exógeno) instaura
al sujeto
ama en Jane
a Mary relación
y lacon un programa
modalidad narrativo
del querer de naturaleza
lo virtualiza romántica.
como un Peter de
sujeto disjunto Parker
ese
“objeto” de deseo.
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De la identidad a la pasión
En la introducción, analizamos el cuento “Guillotina” en dos niveles de la modalidad: el ni-
vel social y el nivel individual. Se trata pues, de las modalidades ahora llamadas exógena
y endógena respectivamente. Como en aquel caso, aquí también podemos claramente
observar una especie de incumplimiento respecto del deber puesto que, para el Hombre
Araña, el amor ha interferido con sus obligaciones. Dentro de este mismo nivel social o
exógeno, el complemento del deber es el poder; se trata de un vínculo de implicación, ya
observado, entre el ámbito de las aptitudes respecto del ámbito de las motivaciones.
En consecuencia, como llevamos dicho, no solo existiría una crisis entre las dos mo-
dalidades virtualizantes sino también es factible proponer la existencia de un con flicto
determinado por la tensión entre el deber y el poder . Ahora bien, la postulación semiótica
respecto de la pasión en el discurso es que ella es una resultante afectiva de una articula-
ción modal compleja. Para el caso del Hombre Araña, resulta posible proponer, al inicio de
su prueba decisiva en el puente, que la angustia es el resultado afectivo de la mencionada
tensión modal: la tensión entre el deber y el aparente no-poder tienen un efecto afectivo
que puede denominarse “desesperación”. En todo caso, por causa de la máscara con la
que se cubre el rostro no podemos sino especular en que esto es así; nos faltaría una
convencional articulación semisimbólica entre un tipo de expresión facial consagrado por
la tradición y un tipo de afecto correspondiente también canónicamente.
Esto es
solo no postulable
pasa con laa imagen,
partir depor
lasejemplo, de Mary
convenciones Jane que
afectivas quecae al vacío. El un
correlacionan pánico
tipo no
de
gesto con un determinado afecto; sino que, con mayor precisión, el pánico y la desespe-
137
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ración son las resultantes afectivas del con flicto entre el querer y el no-saber o, incluso,
el no-poder salvarse a sí misma. Lo mismo ocurrirá con la desesperación de los niños
en el funicular.
El Hombre Araña logra detener en su caída tanto a los niños como a su amada. La calma
momentánea de ambos, pese a estar todavía suspendidos en el aire, es una afecto que
se debería a la incorporación de la modalidad exógena del adherir, un creer en el otro,
en el salvador enmascarado y en su hacer ; pero también por la modalidad endógena del
creer-ser salvados.
Podemos extender la afectividad resultante de la trama modal hacia la dimensión exter-
na al discurso; en tal sentido, el impacto de la sorpresa que compromete al espectador
se debe a que él se identifica con las diversas crisis modales que se observa en este
recorrido de los afectos en esta secuencia fílmica. Es una suerte de adherir se a los con-
flictos entre el deber y no-poder inicial del héroe, el querer y no-saber de las víctimas, en
contraste con el repentino tránsito del no-creer al creer a partir de la “evidencia” ficcional
de las acciones sorprendentes del Hombre Araña.
Todas estas articulaciones simultáneas, todas estas secuencias contrastantes y descrip-
tibles dentro el nivel de la modalidad traen como resultado un vertiginoso cambio afectivo
que deja al espectador tomado, incluso objetivado, por el espectáculo de la pantalla. El
espectador es el paciente receptáculo de las grandes intensidades afectivas que se ge-
neran en su cuerpo y que excluyen la extensión racional casi por completo.
Por consiguiente, puede sostenerse –para este caso, pero también en general— que la
semiótica es un instrumento para la neutralización de la pasividad a la que nos pueden
someter algunos discursos. Con su asunción meditada respecto de las configuraciones
en las que el sentido puede convertirse en significación –a través del análisis—, la se-
miótica permite e incluso motiva una actitud dinámica y exigente frente a los discursos y
sus pretensiones de sentido. Por ello, estudiar semiótica es aprender a recibir de mane-
ra alerta las probables pretensiones de manipulación con las pudieran intentar gravitar
sobre nuestras decisiones y nuestro deseo. Pero también es, claro que sí, permitirse
una vía de acceso a una comprensión más cabal, productiva e incluso más deleitable
de todos los discursos (literarios, pictóricos, cinematográ ficos, televisivos, etc.) que una
civilización produzca, halla producido o pueda producir.
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ACTIVIDA DES
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ANEXOS
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El procedimiento
que que asumiremos endesde
se aplican metodológicamente nuestra exposicióny,esenelvez
la semiótica de enunciar las categorías
de definirlas, utilizarlas
inmediatamente en la operación de análisis de cada aspecto concreto de la secuencia
142
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2. Expresión y contenido
La semiosis que se configura a partir de esta toma de posición propioceptiva hace de la
oscuridad de la noche, las luces tenues en la otra orilla y el brillo que se proyecta sobre
las aguas del río, presencias sensibles que se convierten en elementos de una dimen-
sión exteroceptiva, es decir, del plano de la expresión que se articulan con ciertos esta-
dos de ánimo del mundo interior o plano interoceptivo. Al principio todo ello, en el plano
de la expresión, se relaciona, en el plano del contenido con sentimientos disfóricos, es
decir, con el desinterés por el semejante, con la falta de fraternidad respecto del enfermo
separado de la vida normal, y condenado a no poder celebrar los eventos que los sanos
si pueden celebrar. Esto propicia una profunda desazón, un fuerte remordimiento que
Ernesto quiere resolver.
Se
dad.trata,
Cabepues, de fuertes
resaltar que la emociones de solidaridad
dimensión sensible que se presentan
prácticamente con una
nula del plano de gran intensi-
la expresión
se articula con una dimensión interoceptiva de fuertes emociones que obligan a la acción
descomunal, al esfuerzo que linda con las capacidades físicas del ser humano.
Así, la correlación semisimbólica entre el plano del contenido y el plano de la expresión
–efecto de una determinada toma de posición ante el mundo– produce una significación
particular, en la que la dimensión interoceptiva resulta preeminente, muy destacable,
respecto de la dimensión exteroceptiva. Podría decirse que los estados de ánimo que
causan una determinada acción muy esforzada produce el cambio en los estados de
cosas. Esto es así debido a que el esfuerzo del recorrido a nado y finalmente el logró de
Ernesto en llegar a la otra orilla propician que lo que antes era calma, oscuridad, sepa-
ración entre sanos y enfermos, se transforme en un acto colectivo de apoyo y de arenga
para que Ernesto logre su cometido y, finalmente, se transforme en una celebración
eufórica de los sanos y los enfermos. Los uno y los otros resultan hermanados en esta
celebración, con abrazos y vivas, en un gesto eufórico que rompe las barreras conven-
cionales establecidas.
3. Actantes posicionales
Desde la perspectiva de los actantes posicionales, fuente, blanco y control, podríamos
decir que Ernesto, se configura como la fuente de su mira y su captación. Él, después
de su “toma de posición” comprometida con el semejante, dirige una mira y una capta-
ción intencional hacia las luces al otro lado del río. Ellas son, el blanco de su mira y su
captación, en tanto que se les reconoce como no intencionales: las luces son captadas,
es decir, cuantificadas como lejanas y tenues, pero también miradas con una alta inten-
sidad debido a su juramento a favor de los desposeídos. La instancia de control resulta
ser, en este caso, una confluencia entre el esfuerzo físico desplegado para el cometido
de cruzar, como nadie antes, el río, y la densidad del agua que le hace resistencia a su
esfuerzo, resistencia que finalmente vence. La instancia de control regula la relación
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entre la fuente y el blanco y determina, aquí, que el vínculo entre ambos, es decir, la
orientación intencional desde la fuente hasta el blanco adquiera el relieve de un logro
casi épico, casi sobrehumano.
Sin embargo, creemos que plantear este esquema implica considerar exclusivamente
los cambios sensibles en la presencia de Ernesto como si estuviera separada de su en-
torno, sin ningún interés en lo que se suscita alrededor suyo y por su causa. Esto último,
en realidad, resulta más importante respecto de los valores con figurados en la escena.
Por ello podemos,
aproximación con másenprecisión,
se describe términos plantear
tensivos que
comodeuna
lo que se trata en
correlación este proceso
conversa, de
es decir,
aumenta la intensidad a la par que se produce un aumento en la extensión.
145
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Esto resulta así en la medida en que las fogatas del campamento de leprosos, al otro
lado del río, no son simplemente manifestaciones de un fenómeno físico llamado luz;
ellas son, en realidad, un punto de partida para el paulatino despertar de las emociones
de los hombres
Ernesto. En este ysentido,
mujereslo en
queambas laderas es
va ocurriendo delque
río ela acto
través
dedel esfuerzo
Ernesto natatorio
no sólo de
aumenta
la intensidad sino que aumenta en extensión.
146
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5. Cuadrado semiótico
Finalmente, los valores más generales que parecen ponerse en juego serían entonces la
apatía opuesta a la solidaridad:
Y el camino que se realizaría entre ambas podría ser descrito como canónico progresivo.
La apatía es polarizada como negativa y la solidaridad como positiva. Decimos que es un
recorrido canónico en la medida en que el acto de Ernesto saca a sanos y enfermos de
su apatía, podríamos decir que la NO APATÍA equivale al esfuerzo de Ernesto por llegar
hasta los leprosos.
No está demás destacar que la apatía es aquí opuesta a la solidaridad y que ello proba-
blemente no sea de la misma manera en otro discurso. Los valores configurados lo son
en este fragmento narrativo destacado por nuestro análisis y no siempre así en todos
los casos. Al margen de esto, la acción de Ernesto adquiere un valor “negativo” o, más
precisamente, contradictorio pero respecto de la apatía que intenta abolir. De este modo
dicha acción implica o es complementaria de la solidaridad entre los hombres que pre-
tende conseguir y, aparentemente, consigue.
Lamentablemente, nosotros sabemos que la historia desmiente a la película. El mundo
contemporáneo es uno en el que los valores que la figura de Ernesto representa se han
devaluado.
la apatía. Podríamos hablar de un tránsito canónico regresivo desde la solidaridad a
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Una pregunta que resulta pertinente y sin respuesta es la siguiente: ¿qué ha servido de
puente contradictorio respecto de la solidaridad hacia la apatía? ¿Qué ha sido aquello
que nos condujo a este mundo desencantado e individualista que nos agobia? Quizás lo
que en realidad
son tantas que lasucede no esunívoca,
respuesta que no clara,
haya una respuesta,
manejable sino que son
y controlable demasiadas;
(es decir capaz dey
ser revertida) parece resultar imposible. ¿Lo será realmente?
1. Revisión de la crítica
Tempranamente, la crítica logró reseñar con certeza diversos aspectos de la temática
particular desarrollada en la obra poética de Rodolfo Hinostroza. Uno de ellos es el
enfrentamiento entre el individuo y el Poder. Se trata, pues, del individuo que frente al
Poder, entendido este en el desarrollo histórico sobre la base de la violencia, opta por
una alternativa disidente y pacifista a partir de la idea de la poesía como forma válida de
conocimiento. En esta ocasión nos interesa fundamentalmente indagar por el modo en
que esta temática se desarrolla en el libro de Hinostroza llamado Contra Natura, del año
1970, con el que ganara el premio Maldoror.
Uno de
quien enlos varios críticos atempranos
su “Aproximación de la lírica
Contra Natura”1 hinostrociana
esgrime es Abelardo
estos argumentos especíOquendo
ficamen-
te dirigidos a la descripción del libro que se consigna en el título de su artículo. Para
Oquendo, “Gambito de Rey”, el primer poema del libro, establece la relación entre la
historia individual y la Historia, en donde una “rebelión ingenua contra la realidad” hace
que el narrador, dentro de la alegoría del juego de ajedrez, pierda la partida. Sobre
“Diálogo entre un preso y un sordo” comenta que incide en la soledad, la incertidumbre
como condiciones de la existencia en la realidad. Por otra parte, sostiene que “Imitación
de Propercio” abre la alternativa erótica, como núcleo determinante para vivir, contra el
Poder
nuo concorruptor de que
la realidad la Idea. Si en
suscita unael derrota,
primer poema del libro hay
en “Imitación...” un enfrentamiento
encontramos inge-
una propuesta
de autoexilio contra la Historia Oficial, una alternativa de anarquismo pasivo porque todo
Poder, que es aquí rechazado, conlleva algo maligno “lo que se propone no es derrocar
la realidad imperante sino crear otra: una contra realidad”2 creada con el amor y no con
la guerra, como en “Celebración de Lysistrata”. Oquendo dice que los seis primeros
poemas de Contra Natura se construyen en torno a la referencia crítica de la civilización.
En realidad debió querer decir los primeros cinco. Efectivamente, en estos cinco poemas
que inician el poemario, si bien podemos encontrar una suerte de progresión (desde una
actitud desencantada
también ante la realidad
es cierto que mantienen opresiva
una unidad quehasta una propuestaestablece
se individuo/Poder de contrarrealidad),
a partir de
la oposición individuo/Historia Oficial. Tendríamos entonces un primer grupo.
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A partir del sexto poema, “Dentro y fuera”, Oquendo observa un cambio –que para él es
una interrupción en las meditaciones sobre la historia– hacia una contemplación de las
formas relacionada con la necesidad de establecer nexos entre el hombre y el universo,
yesto
conselapuede
conexión entre Belleza,
“aventurar Armoníadey un
la imaginación útero a partir
nuevo del Arte
mundo”3, y laenPoesía.
esto Convisión”
“Para una todo
y “Aria verde”, idílicas imágenes que son transgresiones de “lo permitido”. Lo interesante
es que en este fluir, en esta segunda progresión que va desde una purificación a partir
de la inmersión en las formas, hasta una visión utópica de la nueva realidad, hay un
poema que parece simplemente interrumpir este recorrido; es el “Horóscopo de Karl
Marx” que Oquendo asume después de describir la mencionada progresión (también en
su reseña este poema es un obstáculo) y dice de él que “precede a los esbozos de una
nueva humanidad”4. Salvado este obstáculo, el recorrido esbozado por Oquendo llega
hasta “Contra Natura”, penúltimo poema del libro, como una suerte de retorno a la unión,
aunque ya no mística, de dos cuerpos.
Según este critico, hay dos actitudes básicas en el libro “la re flexión sobre el acontecer
que afirma la convicción viciosa de la civilización y la re flexión sobre las traicionadas vir-
tualidades del ser, que auspician la visión utópica”5. Estas dos actitudes dividen al libro
en dos formalmente, la primera parte la constituyen los cinco primeros poemas –no los
seis primeros–, la segunda, sin embargo, tiene dos manifestaciones: al parecer, desde
“Dentro & Fuera” hasta “Kristianshavns Kanal” son poemas sin carnalidad, según Oquen-
Contra Natura
1
Gambito de rey.
Diálogo de un preso y un sordo
Imitación de Propercio.
Celebración de Lysistrata.
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2
2.a. Dentro & Fuera
Homenaje a Vasarely.
Orígenes de Christianshavs
Love’s body la sublimación. Kanal
3
Quinteto del Salmón.
Con este esquema, logrado a partir del texto de Oquendo, podemos quizás entender
claramente, un poco a contracorriente respecto de la opinión del crítico, que las tenden-
cias no confluyen o se bifurcan en el poemario, y es más bien una suerte de progresión
narrativa la que establece el hilo de coherencia a nivel del contenido en este libro. El
propio Oquendo colabora con esta idea al haber descrito diferencias entre, por ejemplo,
“una explicación desencantada de la existencia” que se realiza en “Diálogo entre un
preso y un sordo” y la alternativa erótica de “Imitación de Propercio” comentada en el
tonoel de
es de una propuestadicha
no entender contra el ordencomo
diferencia establecido. Sin embargo,
una sucesión el error de
la cual describe unaeste autor
evidente
transformación; todos los temas de reflexión de Oquendo en torno a Contra Natura son
precisos y muy a lugar como paráfrasis explicativas, pero en nuestra opinión todos esos
elementos descritos en el poemario se suceden y van creando una línea narrativa de
gran importancia para entender un aspecto central del volumen, lo cual nuestro critico
parece no ver. Si bien entiende que se presentan cambios –por los cuales hemos podido
elaborar el esquema de más arriba– los considera como “interrupciones” por un lado,
por ejemplo entre 1 y 2, y superaciones de tipo formal, como entre 2.a y 2.b; pero por el
otro observanoloslogran
o divergen, cambios como vertientes,
articularse posibilidades
dinámicamente estáticas que si bien con fluyen
en una progresión.
Desde estas líneas de posibilidad abiertas hace ya bastantes años por diversos críticos
como Abelardo Oquendo es que nosotros realizamos un análisis del poemario tomando
como hipótesis la idea de la narratividad como hilo conductor del texto en su integridad
6(Citar aquí mi tesis). En esa ocasión utilizamos el instrumental metodológico de la se-
miótica generativo-transformacional; en las líneas que a continuación se presentan dicho
procedimiento de análisis será un presupuesto que aquí, por motivos de espacio, no
podremos explicitar. En esta ocasión deseamos exponer una descripción del proceso
narrativo de nuestro poemario del primer grupo. Lo denominaremos como en nuestra
tesis citada: “La adquisición de la competencia y primeras luchas”.
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Y“Jugada
continué P4AR dijo el maestro, “de la escuela ro-
peligrosa”,
mántica. Andersen
sale así en la Inmortal” (9)7
En el contexto de este desembrague actancial, el yo-enunciado cali fica a la “Realidad” y
a la “Historia” con términos que la axiologizan disfóricamente: “y por entonces la Reali-
dad era; una impetuosa fantasmagoría (...) Qué decir de la Historia si es licencia poética;
decir que se repite, que el incesante error; de los vencidos se repite, que el Poder del
Imperio se / repite?” (9). La perspectiva que construye el yo es claramente la del vencido:
“y todo fue arriesgado; y todo fue perdido (...) Mala peste; al país/ que abandona a sus
héroes, que caen como una estampa bíblica” (12). La alternancia entre las descripciones
de jugadas de ajedrez y las de la Historia caracterizada de nefasta trae como resultado
una amalgama de sentidos en donde se le atribuye a la “Realidad” el carácter de pre-
determinado por reglas inamovibles, pero también se relativiza la derrota ante ella: “La
implacable esfera / las leyes implacables. 64 escaques y el universo se comba sobre
si mismo (...) ‘Pero vuelva a jugar’ dijo el maestro ‘una partida es sólo una partida’”
(13). Esta yuxtaposición permite identificar al oponente-maestro con la realidad adversa,
implacablemente
lucha regida y el encuentro
contra las adversidades de la vida.con
Sin el oponente
embargo, ajedrecístico
la derrota del “yo”selotransforma en
prepara para
un nuevo encuentro el cual se inicia con mejores perspectivas. A pesar de que la trans-
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seco y lacónico,
“estamos hechosCalderón: la vida
de la misma es sueño.
madera Y lo dice,
de nuestros ya con y,una
sueños”; imagen, Shakespeare:
espléndidamente, lo dice
el poeta austriaco Walter von del Vogelweide, quien se pregunta (...): “¿He soñado mi
vida o fue realidad?”. No está seguro. Lo que nos lleva, desde luego, al solipsismo; a la
sospecha de que sólo hay un soñador y ese soñador es cada uno de nosotros10.
Por tal circunstancia, y hablando en términos narrativos, podríamos decir que el segundo
poema de Contra Natura es una calificación del actante figurativizado como “Realidad”
en los términos de prisión y sueño; el enunciado podría ser parafraseado, pobre pero
funcionalmente para nuestras intenciones, de este modo: “la realidad es una pesadilla
de estar en prisión”. Este entonces seria un enunciado narrativo cuyo predicado es cali-
ficativo. Pero no en el tono de una afirmación tajante; las constantes interrogaciones con
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las que se califican los enunciados del poema nos hacen pensar en aquella sospecha,
mencionada por Borges, de que la realidad sea parte del sueño. En otras palabras, el
“yo” no está seguro de su realidad: “el sueño de este sueño?” (17).
De otro lado, la Realidad está aquí relacionada con la mujer como disturbio: “Realidad, tu
nombre escribo / la mujer es ese ruido” (16). Durante todo el poema vamos a encontrar
incrustadas alusiones a una mujer, como percibida por el sentido del olfato, las cuales
parecen interferir con lo narrado en el poema: “La mujer olía a lino”, verso 4; “La mujer
olía”, verso 9; “La mujer olía a mujer”, verso 20; “La mujer olía a sándalo”, verso 45;
“Pero olía a sándalo y a sopa de cebollas”, verso 63. Es la mujer quien, como sujeto
operador, realiza la transformación por la cual un sujeto –pero no se sabe cual, puede
ser cualquiera, todos– cae en profundidades cali ficadas como disfóricas y eufóricas al-
ternativamente: “Ella te empujó con ambas manos para arrojarte dentro del barril” (16).
Ese barril11 es la entrada a la anulación de la identidad del sujeto, ya que se lo identi fica
con el vientre materno: “Has oído ese cuento / del hombre que cae dentro de un barril, y
se va hun- / diendo, / y al principio se aterra y hace intento de salir, / y luego advierte que
ha retornado al vientre de su madre? / Ese hombre / volvió a ser puro, George” (Ibíd.).
Esto es muy importante puesto que, como veremos inmediatamente, la mujer tiene un
importante papel en la búsqueda del “yo” de una otra realidad.
Esto ocurre en el siguiente momento de la secuencia, el famoso poema “Imitación de
Propercio” que, dividido en once partes, nos va a narrar el desarrollo del “yo” con res-
pecto a su oposición frente al Poder. Aquí el sujeto operador inicia el programa narrativo
principal a partir de la asimilación explicita de un modelo cultural que le es utilitario; se-
gún se sabe Propercio, el personaje histórico, rechazó, con cartas poéticas, a Mecenas
quien pretendía anexarlo al servicio de la política imperial12; del mismo modo, el sujeto
de la enunciación desembraga un sujeto que se inviste con los valores de la figura de
Propercio. Esto puede ser una lógica consecuencia de la adquisición de la competencia.
En el poema “Gambito de rey”, el maestro sanciona dicha adquisición: “Usted aprende”
(13). Esto nos da a entender que el sujeto enunciado adquiere la competencia a partir
de su “querer”, el cual, de esta manera, modaliza al “saber” y da por resultado un objeto
modal caracterizado por el “querer-saber”. En otras palabras, la asimilación de la tradi-
ción cultural es asumida como forma de lograr su cometido, de realizar su transformación
conjuntiva, dentro del contexto de su lucha contra el Poder.
Desde luego, en este poema también el programa narrativo asume la forma de prueba
o competencia, esto quizás sea porque, según Greimas, la lucha surge de la antropo-
mor fización del eje de la contradicción de la estructura mínima de signi ficación y por eso
tiene un carácter necesariamente polémico13. En este caso, el desembrague actancial
crea los siguientes sujetos: el “yo” como operador que asume por una “imitación” la
forma de Propercio;
la Historia César, elquien
Oficial; y Azucena oponente
aportay quien detenta
los semas del del Poder,
campo sujeto operador
semántico “erotismo”dey
se comporta como ayudante. El objeto de deseo aquí podemos denominarlo “libertad
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del ‘yo’”, pero es valorizada de distintos modos por los contrincantes; mientras que el
oponente la desea para transformarla en su negación y asimilar la producción intelectual
de aquel a su perspectiva de la Realidad o Historia O ficial, para el sujeto enunciado es
la condición
a través con la que puede buscar una realidad diferente de la impuesta por el Orden
del Poder.
“Oh César, oh demiurgo, / tú que vives inmerso en el Poder, deja / que yo viva inmerso
en la palabra” (19); así comienza el poema, colocando desde el principio la evidencia
del conflicto entre los dos quehaceres opuestos. César busca asimilar al “yo” quien ante
esto responde: “No hay arreglo con la Historia Oficial” (Ibíd.). Un elemento interesante de
este poema radica en que el tiempo de muchos de los verbos sea el futuro con respecto
de los ultimátum del Poder “debo incorporarme al movimiento / si no, seré abolido por
el movimiento” (Ibíd.); pero fundamentalmente en la explicación del quehacer del yo en
pos de un mundo diferente: “Cantaré a la risa / y al ridículo: ésas son cosas ciertamente
inmortales” (20). Contra el hostigamiento de los “gerifaltes” del Poder, responde con la
opción del erotismo: “yo reposaré esta noche entre los muslos de Azucena” (22), “nos
revolcaremos sobre campos de avena / una vez más hacer el amor será un milagro /
entre dos o tres” (24), “y el roce de una mano puede precipitar el éxtasis / avant-garde /
de un mundo que entrevemos” (26). Estas marcas temporales determinan al ahora como
un periodo de latencia y no de realizaciones: “el mundo de que me sentía mediador / no
existió jamás, y / no lo verán mis días” (20), sino quizás sólo el de los planes a partir de
los avizoramientos. En el presente del enunciado el arte y el eros son caracterizados
como los únicos o verdaderos mediadores o actantes ayudantes:
–ante un grabado de Albers
amarillo sobre amarillo, dos cuadrados / sabiendo
que aún hay mediadores–
necesitado de armonía. Oh César
sigo el largo cabello de Azucena
la gracia y la encarnación” (23).
La mediación es “entre el mundo de la realidad y el mundo de los sueños” (26). Ese
mundo avizorado como posibilidad ha sido trizado por el Poder, que por tal motivo es
caracterizado como maligno. No obstante, si en el plano del enunciado la performance
es colocada en el futuro, caracterizando al aquí-ahora del texto como sólo de espera y
avizoramiento mas no de realización, en la instancia enunciativa el sujeto de la enun-
ciación realiza las transformaciones prometidas: cantar a la risa, al ridículo, buscar la
Utopía, hacer el amor sobre el papel para ello, etc. La poesía entonces, en un salto de la
escritura poética hacia afuera, se va configurando como una instancia mediadora entre
la realidad ideal y la real, como una operación de concretización de la oposición al Poder
y como un espacio critico y paralelo al Orden de la Realidad imperante.
Sin embargo, la probabilidad, en el plano del enunciado, de alcanzar la utopía entrevista
–y deseada por eso como un objeto sublime– está abierta, pero sólo a partir de asumir la
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tradición cultural: “entrando en Shakespeare & Company / papel sobre papel” (23). Ha-
blamos aquí de roles superpuestos, de actuar sobre nuestra performance cotidiana: asu-
mir un rol asimilado de la tradición y representarlo es una manera de llegar a la armonía;
el
deamor es también
un ritual que nos una actuación
da sentido: regida porel un
“y haremos guión
amor preexistente,
sobre el papel / yesnounla papel
guerradentro
/ y su
cuerpo ondulará” (Ibíd.). Así como el sujeto de la enunciación manipula intertextualmente
su puesta en discurso a partir de la asunción de la tradición poética latina, el “yo” desem-
bragado también propone su actuación futura a partir de la superposición de textos.
Finalmente, la actualización valorativa o axiologización creada por el punto de vista del
poema califica claramente al actor César y a todo lo que él presenta con elementos disfó-
ricos. Dentro de su campo semántico podemos ubicar al “Poder”, a la “Historia O ficial”, a
la “culpa”, la “represión”, la “Idea corrompida”, el “chantaje”, etc. Mientras que del lado del
yo enunciado se hallan todos los elementos eufóricos relacionados con la individualidad,
por oposición a la integración al Orden que implica obviamente su anulación. Este “yo”,
pues, connota la inestabilidad de la búsqueda a través del erotismo y la cultura.
“Celebración de Lysistrata”14, poema dividido en cuatro partes, es el siguiente momento
de la secuencia y, en el plano del enunciado, la actualización de la búsqueda que era
sólo prometida en el poema anterior. Aquí, en primer término, podemos apreciar una
transformación disyuntiva, de la reunión a la separación de dos amantes. También hay
un conflicto entre dos axiologías que se concretizan y divergen en dicha relación amo-
rosa; la perspectiva en este caso es preponderantemente femenina y ella actualiza los
valores del amor erótico y libre como eufóricos: “hazme el amor / no la guerra / repetí
en su oído / él prometió y juró” (31); “éramos como 5.000 que dormíamos o hacíamos
el / amor / o fumábamos en silencio” (33); todo lo cual asemeja a esta postura con las
de los hippies de los años sesenta. Mientras que, por su parte, el amante actualiza los
valores bélicos: “escribió y dijo: ‘Marga, la vida del ejercito es la mía; / hay un tesoro / de
compañerismo. Me siento más hombre que en tus bra- / zos –etc’”. La opción erótica es
reprimida fuertemente:
155
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Es muy claro que la desposesión o transformación disyuntiva tenga relación con la bús-
queda de formas más vitales de subsistir, el conflicto se da entre dos formas antagónicas
de asumir la propia existencia, la de la autodestrucción, muy claramente marcada del
lado
quiendel Orden,
aquí “us Army
se llama / War
“Marga”, is good
pierde en labusiness” (35), Ya la
confrontación sudel individuo
amante vitalista.
por causa de El
la “yo”,
gue-
rra, y es dominado por lo que debe atribuir el cuerpo de su pareja. Pero la opción contra
el Poder va más allá, es libre en su erotismo, la apropiación realizada por el sistema
–correspondiente a la desposesión del “yo”–, no destruye la posibilidad de una existencia
basada en lo erótico; mientras aquel está en la guerra y escribe extrañas cartas sobre el
compañerismo militar, Marga declara que
Hice al amor con un hindú; sus brazos eran fres-cos y su lengua dulcísima
El
masúltimo momento de esta
con Brabancio”15. secuencia
El poema está de los cinco
dividido primeros
en cuatro poemas
partes y tienedelcomo
tomoepígrafe
es “Proble-
una
cita de Shakespeare que puede ser traducida de esta manera: “¡Infame ladrón! ¿Dónde
tienes a mi hija? ¿Con qué hechizos le has perturbado el juicio?”. Estas acusaciones e
insultos son proferidos por Brabancio, el padre de Desdémona, ante el moro Otelo, quien
más adelante, en la pieza teatral, explicará que lo único capaz de hechizar a su amada
fue el relato de sus azares “viajes, desastres, peleas y aventuras”. Otelo enmarcado en
las circunstancias de la consecución del amor de Desdémona, es un sujeto con una es-
trategia contradictoria, el punto critico de ella es el pasado: por un lado le niega la capa-
cidad degobierno
elite del determinar
de su conducta,
Venecia; peroy por
trataotro,
de reprimir su historia
este pasado, para ser
la narración deaceptado por la
sus aventuras,
le permite “hechizar” a una mujer joven y bella que se complacía, dice Otelo: “devorando
con los oídos mis palabras”. Esta paradoja puede apreciarse claramente por un lado, en
una serie de lexemas y oraciones que refieren un pasado de violencia y barbarie, y por
el otro, en las que lo niegan como propio, es decir como parte de la identi ficación del “yo”
desembragado; así tenemos por ejemplo: “& un Poder pudo más que otro Poder / una
lengua mató a otra lengua / los conquistados bailaron las dulces canciones del enemigo”
(38), pero también “mi memoria no es la memoria / nada basta no hay un pasado” (37);
los dos polos de la contradicción están juntos en la parte IV del poema: “civilizaciones
hundidas / no hay un pasado no tengo memoria / no amo no tradición” (40).
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distinto
pero al del como
también poematema
anterior. De bajo
poético estalamanera, el “arti
forma de “arte”, como
ficio”, palabra
como con acepciones,
categoría actualizada
veladamente, la poesía en este caso concreto, es el lugar donde con fluyen los niveles
de la enunciación y el enunciado y, una vez más, se con figura como una instancia de
oposición al Poder y un espacio critico y paralelo al Orden de la Realidad imperante.
Recapitulando lo hasta aquí visto diremos que el recorrido narrativo de esta secuencia
sigue la siguiente trayectoria:
El primer momento de ella, “Gambito de rey”, lo constituye un programa modal o de ad-
fi
quisición de laencerrado
gurosamente competencia; no obstante
en leyes en él de
despiadadas paralelamente se con no
las que el individuo gura un mundo
puede ri-
escapar,
esta axiologización disfórica de la Realidad, sin embargo, se irá transformando en tanto
que el individuo empieza a asimilar las reglas del juego con la intención de trascender
esa realidad asfixiante.
El poema “Diálogo de un preso y un sordo” dentro del paradigma analítico utilizado se
puede describir corno un enunciado calificativo de “Realidad” caracterizado en términos
disfóricos. En este poema –catalítico16 dentro de lo narrativo– podemos encontrar indi-
cios de la configuración de la “mujer” como ayudante de la transformación principal.
“Imitación de Propercio” actualiza la relación individuo/Poder, como dos campos opues-
tos en donde cada término engloba respectivamente valores eufóricos y disfóricos. En
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3. Notas
1. Oquendo, Mario. “Aproximaciones a Contra Natura”. En: Textual. N° 3, Lima, diciem-
bre de 1971; pp. 67 – 71.
2. Ibídem; p. 69.
3. Ibídem; p. 70.
4. Ibídem.
5. Ibídem.
6. Mondoñedo, Marcos. Grafismos retóricos y narratividad en Contra Natura de Rodolfo
Hinostroza. Tesis para optar el título de Licenciado en Literatura. Lima, Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, 1998.
7. El número de las páginas aparecerá entre paréntesis y pertenece a la edición que
manejamos, a saber: Hinostroza, Rodolfo. Contra Natura. Barcelona, Barral Editores,
1971.
8. Denominada desembrague enunciativo que construye una posición delegada para
cumplir dentro del texto la función de narrador en enunciación enunciada (Cf. Que-
zada Machiavello, Oscar. Semiótica generativa. Bases teóricas. Lima, Edic. Universi-
dad de Lima, 1991; p.149).
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15. nes
EsteLysistrata
es el tituloque
conactualiza la oposici6n
que aparece guerra-amor
en la edición originalerótico.
de Contra Natura. Barcelona,
Barra1, 1971. En la edición de los Poemas reunidos de 1986, el titulo se cambia a
“Problemas de Brabancio”, lo cual nos parece un error si tomamos en cuenta la cohe-
rencia del texto en cuestión, según la cual el sujeto operador asume la figura de Otelo
y su perspectiva ante el mundo y no 1a del padre de Desdémona, como sugeriría el
cambio de 1986.12. Las catálisis son una subclase de función narrativa que llenan
los espacios entre los núcleos o funciones cardinales (Cf. BARTHES, Roland. “Aná-
lisis estructural del relato”, En: Comunicaciones. Nº 8, Buenos Aires, Tiempo Nuevo,
1970; p. 20).
C. LA PASIÓN POR EL VACÍO: ANÁLISIS SEMIÓTICO DE UN POEMA DE JOSÉ
WATANABE
Deseamos comenzar con una alusión externa la semiótica o, por lo menos, mucho más
antigua que ella: se trata de la lógica modal. Y lo más elemental de esta lógica es el
reconocimiento de sus cuatro términos analíticos: Necesario, Imposible, Contingente y
Posible. Se trata de cuatro situaciones de existencia, de cuatro modalidades por las
que los enunciados pueden ser considerados: lo que deónticamente debe ser o resulta
obligatorio es lo necesario, lo que en cuanto al deber resulta prohibido es modalmente lo
imposible, aquello considerado como indiferente es la modalidad de lo contingente y lo
que es leído como lícito resulta ser lo posible.
Dentro del ámbito de la semiótica también podemos encontrar una cierta lógica modal;
se trata, como es sabido de los predicados modales del querer, poder, saber, creer, de-
ber y el hacer. Estas modalidades se distribuyen en virtualizantes, actualizantes, poten-
cializantes y realizantes. Una aplicación de dichas modalidades que podemos destacar
a modo de ejemplo es la de la “praxis enunciativa”. Dentro de ella podemos observar
estos mismos
dalidades cuatro
de los modos de
enunciados presenciacomo
entendidos que aparte
su vez
delsediscurso;
corresponden
se tratacon
de cuatro mo-
los modos
virtualizado, actualizado, potencializado y realizado.
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Estos modos, no obstante, al ser correlacionados con la lógica modal no resultan del
todo compatibles. Dicho en otras palabras, cuando intentamos establecer una suerte de
correspondencia biunívoca entre los términos de un campo con los del otro, nos encon-
tramos con que lodiscursiva:
la modalización imposible modal no se traduce, por lo menos no de manera nítida con
Necesario --------- realizado
Contingente --------- actualizado
Posible --------- virtualizado / potencializado
Imposible --------- ¿?
Decimos que lo necesario se corresponde con lo realizado puesto que en ambos casos
se trata de una condición obligatoria. Al respecto Leibniz sostiene que un predicado es
necesario cuando esta
términos kantianos). implícito
Decir, en el sujeto
por ejemplo, que(se
un trataría
dictadorderestringe
un juiciolasanalítico a priori,
libertades es pro-en
nunciar un enunciado necesario en la medida en que un dictador se describe como aquel
que restringe las libertades; no puede haber un dictador sin tal restricción. En el caso de
la semiótica, el modo realizado alude al momento en el que el plano de la expresión se
configura en correlación con el plano del contenido, se trata de una articulación particu-
lar que trae como resultado una concreción discursiva. Como sostiene Fontanille, en el
modo realizado, el enunciado se encuentra con la realidad articulada, “realidad material
de la expresión, realidad del mundo natural y del mundo sensible en el plano del conte-
nido” (Fontanille, 2001: 239). Para que exista la semiosis debe ocurrir esta determinada
articulación; no hay significación sin ella. Como vemos, en ambos casos resulta irrenun-
ciable la condición que los constituye –de ahí su carácter de necesidad: un dictador lo es
necesariamente si restringe las libertades, un discurso lo es en tanto concreto si produce
la semiosis o significación.
Por su parte, correlacionamos de la lógica modal la contingencia con el modo actualizado
debido a que este describe el pasaje a la realización discursiva de aquello que todavía no
es un discurso concreto y puede serlo. Volviendo a nuestra referencia filosófica anterior,
Leibniz sostiene
contradicción: que uncruza
si César enunciado contingente
el Rubicón esjornada
o gana la aquel cuyo contrarioéstos
de Farsalia, no produce una
son hechos
cuyos contrarios no producen una contradicción respecto de César, el no deja de ser
César si gana o no gana dicha jornada, en cambio deja de ser un dictador en caso de que
deje de restringir las libertades. En el caso de la praxis enunciativa, si bien en el tránsito
de lo virtual hacia lo realizado se describen procedimientos discursivos, un discurso solo
adquiere el rango de coherencia retrospectivamente: podemos producir una hipótesis
generativa que dé cuenta del proceso de actualización de dicho estado final o producto
discursivo una vez que el discurso adquiere su modalidad realizada. Pero, por un lado,
dicho recorrido
establece reglasesfi jas
en síy necesarias
mismo hipotético y, por el la
que conlleven otro, el proceso
realización dedelosactualización no
discursos. Los
discursos no se realizan en serie; aun cuando podemos reconocer una lógica isotópica
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¿Era necesario
que la carne de mi carne
sea entregada como alianza
entre la ingrata tierra y el cielo? (Watanabe, 2002: 55).
Desde la perspectiva de la semiótica tensiva, una primera descripción es aquella de la
ubicación
una madredeque
lascontempla
presenciaselpuestas en juego
padecimiento en fielciodiscurso.
y sacri En La
de su hijo. esteprimera
caso sepresencia,
trata de
la madre, se ve afectada internamente por los estados de cosas del mundo exterior que
se imprimen sobre su piel y producen una conmoción interna, que puede ser descri-
ta como una impotencia y un dolor muy grandes. Se trata de una primera articulación
semisimbólica, entre un plano llamado exteroceptivo, aquel del mundo exterior o plano
de la expresión y otro interoceptivo el cual se corresponde con los estados de ánimo
del mundo interior o plano del contenido. De este modo podemos proponer este primer
esquema elemental:
“cada vez más vertical”
“cabeza injuriada por espinas”
“tu herida”
“los olores de tu nacimiento”
_______________________
[Impotencia]
[Sufrimiento]
Desde este primer análisis podemos observar una continuidad entre el hijo y la madre
como
hijo eselsentido
anversocomo
y el reverso de una misma
duros acicates sobre lamembrana
propia pielsensible: todo loesto
de la madre, quesacude
le sucede al
fuer-
temente la carne interior materna. Pero este es casi un saber de sentido común: existen
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entre nosotros frases hechas y melodramáticas las cuales a firman que “una madre se ha
hecho para sufrir” o “nadie sabe todo lo que tiene que sufrir una madre por sus hijos” o
“todo lo que el hijo padece lo siente la madre” y así una in finidad de enunciados que tiene
como baseadmitir
debemos esta relación
que esteentre el derecho
fenómeno puedey el revés
tener de una
como piel prístina,
historia sensible.como
No obstante,
paradig-
ma la relación entre María y su hijo aquí aludidos.
Por otro lado, en la descripción realizada podemos observar momentos de embrague
que intentan recuperar la posición inicial, la de la primera presencia, lo vemos en el pa-
saje en el que la madre se lamenta y dice “Ay niño mío, / crucificado desde siempre”, es
un intento de retorno a la primera toma de posición ante el mundo.
En un segundo momento podemos observar un desembrague muy marcado debido al
contraste conaludida,
ción de dolor respectola alconmoción
anterior procedimiento de embrague
interna de la madre. En este–aquel de pasaje
siguiente la manifesta-
se nos
presenta al hijo cuya sangre cae y quema. Se produce, pues, una transfiguración de un
líquido elemental en fuego. Cabe sospechar que esta modi ficación metafórica es posible
gracias al color rojo que compartirían la sangre y el fuego. La sangre y el fuego son dos
contenidos en pugna a partir de una misma expresión, el color rojo; esta articulación
semisimbólica permite, pues, sostener que la sangre queme.
Lo impresionante es que esta transfiguración de la sangre en fuego prepara e inme-
diatamente posibilita la desconfiguración de la verosimilitud hasta aquí respetada y la
ampliación de su campo de pertinencia. Se rompe la isotopía de la crucifixión de un cuer-
po y se produce una explosión en donde, sin embargo, con fluyen, como cuatro puntos
cardinales que se reúnen a los pies del hijo, los reyes y los pobres, el espacio y el tiempo;
todos son quemados y purificados en ese incendio:
tu sangre cae
y quema la tierra
y quema los siglos. El tiempo de los pobres
y el tiempo de los reyes,
con su cada hora, tendidos,
están ardiendo a tus pies.
En este momento se produce la trascendencia de la relación elemental entre la carne
de la madre y la piel del hijo. Es el instante de la apertura al mundo más allá de esta
relación exclusivamente semisimbólica y sensible. Los tiempos se incorporan a la tierra y
los hombres de contrarias condiciones se amalgaman, todo lo cual nos podría dar a en-
tender que este pasaje configura una anisotopía previa a la sustitución de este amasijo
indiscernible por el fuego y la sumisión.
En el último pasaje, retorna la figura de la madre; se produce otro repliegue o embrague
luego del anterior desembrague.
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En este grupo de versos vemos la cabeza que se proyecta hacia las nubes. Podemos
destacar, entonces una relación entre la cabeza y las nubes o incluso el cielo. Si preten-
demos que esta correlación sea analógica y genere una isotopía, debe completarse con
otro par articulado. Para ello, echemos otra mirada a los siguientes versos:
tu sangre cae
y quema la tierra
y quema los siglos. El tiempo de los pobres
y el tiempo de los reyes, […]
A partir de lo visto, podemos correlacionar la sangre con la tierra, con el tiempo humano,
con los hechos propios del reino de este mundo. Ordenando todo, observamos que la
cabeza tiende y se proyecta hacia el cielo, mientras que la sangre se dirige a la tierra:
CABEZA SANGRE
–––––––– : –––––––––
CIELO TIERRA
Esta homología se ve confirmada con los versos finales en los cuales se declara que
hubo un pacto o “alianza / entre la ingrata tierra y el cielo”. Pero viéndolo así, ¿acaso no
hay un término medio, no dicho e imposible de decir?; con mayor precisión debiéramos
sostener que más que un término ¿no sería antes bien un NO-término, un vacío, un agu-
jero el que en este momento nos interpela? Si la cabeza tiende hacia las nubes del cielo
y la sangre se precipita y quema la tierra, ¿no estamos precisamente ante un desgarra-
miento, ante un medio que se forma, un vacío que genera y es generado por esta tensión
antagónica, por estos tirones de la madre hacia la tierra y del padre hacia el cielo?
El hijo de María entonces se deshumaniza en el justo momento de su intensa y humana
o inhumana pasión, se hace vínculo o posibilidad de vínculo entre lo significantes te-
rrestres y los divinos. Pero sólo con la condición de devenir en un contundente NO, un
no-hijo, un no-dios, una nada, un imposible de ser inscrito que no cesa de no estar para
que todo lo demás con fluya y armonice.
En conclusión, la constante evitación de aquel nombre que genera una sensación de
prohibido en el poema se confirma con el vacío en el que deviene el hijo de María, un
vacío o desgarrón o resquebrajamiento que permite o hace posible el lazo, lo garantiza
y de este modo concede, además, la significación particular de “La crucifixión”. De este
modo, en esta ficción de la cruz, bajo la forma de lo negado y de lo vaciado, lo imposible
deviene imprescindible para la semiosis. Debiéramos hacerle frente y en ningún caso
evadir esta dimensión ya de por sí evasiva. Pese a su di ficultad, ella es de todos modos
eficaz o por lo menos concurrente en el proceso de la signi ficación. El que no implique lo
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