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LA ECONOMÍA HISPÁNICA EN EL SIGLO XVI

ADRIÁN BUENO EXPÓSITO

SAMER FARHAT LINARES

MANUEL FERNÁNDEZ MILLÁN

JUAN CARLOS SÁNCHEZ MATEOS

ALEJANDRO SANTANA PEROGIL

JOSÉ FRANCISCO VILLEGAS GUTIÉRREZ

Trabajo tutorizado por Dña.:

PILAR YBÁÑEZ W ORBOYS

UNIVERSIDAD DE MÁLAGA
RESUMEN:

Para tratar la economía española en el siglo XVI consideramos


imprescindible estudiar las políticas económicas de finales de la centuria
anterior, durante el reinado de los Reyes Católicos, periodo por el cual
comienza nuestro ensayo. Creemos oportuno continuar el guión con los
aspectos monetarios y con los principales acontecimientos relacionados con el
tráfico indiano, destacándose el aumento de las remesas americanas y la
subida de precios que tuvo lugar a lo largo del siglo XVI. A continuación la
investigación se centra en los aspectos más “típicos” de la economía -
agricultura, ganadería industria, comercio, hacienda, etc. - para más tarde
culminar con una especie de resumen de los sucesos político-económicos más
importantes que tuvieron lugar a lo largo de la decimosexta centuria, la cual
finalizaría con una España sumergida en una crisis social, política y económica.
ÍNDICE

I. FINALES SIGLO XV - PRINCIPIOS SIGLO XVI: REYES CATÓLICOS ....................................... 1


II. LA MONEDA EN ESPAÑA ................................................................................................................... 4
1. INTRODUCCIÓN .................................................................................................................................... 4
2. LA INFLUENCIA DEL NUEVO MUNDO ..................................................................................................... 5
3. LAS CASAS DE LA MONEDA .................................................................................................................. 5
4. COMPONENTES DE LOS SISTEMAS METÁLICOS ................................................................................... 6
a) Monedas de cuenta ................................................................................................................. 6
b) Monedas reales ........................................................................................................................ 6
III. TRÁFICO INDIANO ............................................................................................................................. 7
IV. POBLACIÓN, PAISAJES, HÁBITATS, CLIMA Y TIERRA ............................................................ 8
V. AGRICULTURA Y GANADERÍA ...................................................................................................... 11
VI. PESCA ................................................................................................................................................ 15
VII. INDUSTRIA ....................................................................................................................................... 15
1. TIPO DE INDUSTRIAS ......................................................................................................................... 16
a) Industria textil .............................................................................................................................. 16
b) Industria siderometalúrgica ....................................................................................................... 17
c) Industria naval ............................................................................................................................. 17
d) Industria armamentística ........................................................................................................... 18
VIII. RUTAS Y TRANSPORTES............................................................................................................ 18
IX. COMERCIO EXTERIOR Y MERCANCÍAS (IMPORTACIONES Y EXPORTACIONES) ....... 18
X. BANCA ................................................................................................................................................. 20
XI. CIRCUITOS DE CRÉDITO .............................................................................................................. 21
XII. CENSOS ............................................................................................................................................ 21
XIII. BANQUEROS PRIVADOS ............................................................................................................. 21
XIV. FERIAS Y LETRAS DE CAMBIO ................................................................................................. 21
XV. TAULAS DE CANVI ......................................................................................................................... 22
XVI. BANCARROTAS ............................................................................................................................. 22
XVII. HACIENDA REAL .......................................................................................................................... 22
XVIII. DIFICULTADES FINANCIERAS E IMPERIALES .................................................................... 24
XIX. PERIODOS DE CRISIS ................................................................................................................. 24
1. LA UNIÓN CON PORTUGAL ................................................................................................................. 25
2. LA ÚLTIMA DÉCADA ............................................................................................................................ 26
XX. BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................................. 27
I. FINALES SIGLO XV - PRINCIPIOS SIGLO XVI: REYES CATÓLICOS

En su propósito de restaurar el poder de la monarquía frente a la cada


vez más incesante influencia política de la nobleza, los Reyes Católicos
llevaron a cabo numerosas revisiones de carácter económico que permitieron,
al menos en Castilla, consolidar los cimientos de un Estado autoritario. Durante
el reinado de Isabel se aprobaron muchas leyes relacionadas con la vida
económica de Castilla; por ejemplo, se llegó a prohibir la exportación de oro y
plata y, en ocasiones, se limitaron las importaciones de ciertos tejidos para
favorecer a las industrias textiles. Parece evidente que la intención primordial
era incrementar el tesoro castellano a la vez que se fortalecía el poder
monárquico. Existe una corriente que defiende la idea de que Fernando e
Isabel eran decididos enemigos de la aristocracia, pero lo cierto es que la
mayoría de las medidas que llevaron a cabo los monarcas contra los magnates
nobiliarios fueron de carácter político, no económico ni territorial. Es más, se
puede decir que los grandes nobles aumentaron su poder social y económico
durante el reinado de Isabel y Fernando, aprovechándose muchos de aquellos
del reparto de las tierras conquistadas en el reino de Granada y posteriormente
de las leyes aprobadas por las Cortes de Toro de 1505, las cuales consolidaron
el derecho a establecer mayorazgos:

Las alianzas matrimoniales entre las grandes familias castellanas, que la Corona no
hizo nada por detener, contribuyeron aún más a poner grandes extensiones de tierras
en las manos de unos pocos poderosos […] Esto significaba, en la práctica, que el dos
o el tres por ciento de la población poseía el 97 por ciento del suelo de Castilla y que
más de la mitad de este 97 por ciento pertenecía a un puñado de grandes familias1.

La información acerca de la vida rural castellana en esta época es


escasa, pero sabemos que el campesinado conformaba la gran mayoría de la
población, padeciendo un gravísimo estado de pobreza, pues, además de tener
que hacer frente al pago de los préstamos que necesitaban para mantener una
porción de terreno, los diezmos y la enorme carga impositiva fiscal que recaía
sobre sus hombros no hacía más que reducir sus ganancias. Además, un par
de malas cosechas podía condenarles a la más profunda pobreza.
Arrendatarios de las propiedades de los grandes terratenientes -los cuales no
tenían mucho interés en cultivar directamente su suelo- y responsables totales
de la producción agrícola del Estado, los campesinos trabajaban de sol a sol
(sin recursos adecuados para un cultivo eficiente) con el fin de hacer frente a
todas sus deudas y vivir una vida medianamente honorable.

A su vez, la población castellana estaba en continuo crecimiento, y para


alimentarla era necesario que aumentase la producción agrícola. En cuanto a
las técnicas agrícolas, éstas no variaron mucho con respecto a los tiempos

1 J.H. ELLIOTT (1965), 117

1
medievales, por lo que el principal modo de desarrollar la producción seguía
siendo el arado de extensas superficies de terrenos, el cual, al no tener el
suficiente descanso, iba reduciendo su rendimiento paulatinamente:

En general, por lo menos en los años buenos, la meseta castellana producía cierta
cantidad de trigo para la exportación, pero algunas partes de la península eran
incapaces de subvenir a sus propias necesidades alimenticias, sobre todo Galicia,
Asturias y Vizcaya, que eran abastecidas por Castilla por vía marítima, y la Corona de
Aragón, que importaba grano de Andalucía y de Sicilia. Pero en los años de mala
cosecha, incluso Castilla dependía de las importaciones de trigo extranjero. En especial
los primeros años del siglo XVI fueron años de pésimas cosechas. Los precios del
grano subieron vertiginosamente a partir de 1502 y se mantuvieron altos hasta 1509,
cuando una cosecha extraordinariamente buena los hizo caer tan bruscamente que
muchos cultivadores se arruinaron2.

Mientras que Isabel y Fernando no llevaron a cabo ninguna reforma de


importancia para mejorar la producción de trigo, el desarrollo del comercio de la
lana iba a consolidarse durante el reinado de los Reyes Católicos, los cuales
promulgaron numerosas leyes que concedieron a la Mesta importantes
privilegios que conducirían a una importante ley implantada en 1501, mediante
la cual se decidía que toda aquella tierra en la que se hubiese pastado, aunque
fuese una sola vez, quedaba reservada exclusivamente para el pastoreo, lo
que supuso que muchas tierras, especialmente en Extremadura y Andalucía,
quedasen inhabilitadas para la producción agrícola. Los ganaderos se veían así
favorecidos, al igual que la monarquía, la cual recibía de aquellos los impuestos
de servicio y montazgo. Por lo tanto, podemos apreciar una Corona que
pretende monopolizar el comercio de la lana, una ganadería beneficiada por las
mejores tierras de pasto proporcionadas por las órdenes militares -controladas
por la monarquía- y una agricultura cada vez más deficiente en la economía
española de finales del siglo XV y principios del siglo XVI. A pesar de ello,
tanto el comercio interior como el exterior atravesaban un buen momento en
dicha época, en la cual tuvo lugar un considerable desarrollo económico.

Cabe destacar que Isabel y Fernando construyeron sus políticas


económicas a partir de fundamentos ya existentes, pues más que por la
originalidad, se caracterizaron por la continuidad y el desarrollo. Por ejemplo,
se reorganizaron en 1483 las famosas ferias de Medina del Campo. Un aspecto
de importancia tiene que ver con las dificultades financieras que provocaron las
emigraciones de capital judío, emigraciones causadas en gran parte por la
persecución que éstos sufrieron a finales del siglo XV. Su definitiva expulsión
en 1492 supuso un importante revés al tráfico de la lana, motivo por el cual se
creó en 1494 el Consulado (institución de origen aragonés que garantizaba el
monopolio comercial a los mercaderes locales) de Burgos, ciudad que
constituía el centro del comercio de la lana y que contaba con representantes
gremiales que comerciaban con especial importancia en Francia y en Flandes:

2 J.H. ELLIOTT (1965), 122-123

2
Sin embargo, Burgos se hallaba a un centenar de millas del puerto más próximo, y
bestias de carga llevaban de doce a quince mil balas de lana de Burgos a Bilbao, desde
donde uno o dos convoyes anuales los transportaban a Amberes por vía marítima […]
Las exportaciones de lana siguieron aumentando y los Reyes Católicos intentaron
estimular el desarrollo de la flota mercante mediante […] la aprobación, en 1500, de
una ley de navegación, en virtud de la cual las mercancías castellanas tenían que ser
exportadas por naves castellanas 3.

El Consulado de Burgos sirvió de modelo para la Casa de Contratación,


la cual se estableció en 1503 en Sevilla y supuso la paulatina consolidación del
monopolio sevillano en el tráfico comercial atlántico. No obstante, hubo más
instituciones típicas aragonesas que sirvieron de ejemplo a la economía
castellana, caso de los gremios, los cuales no habían sido vistos con buenos
ojos en Castilla durante los tiempos medievales, teniendo un papel de poca
transcendencia. Sin embargo, en Aragón los gremios sí que tenían gran
importancia en la economía, siendo organismos de muy buena organización.
Siendo así, los Reyes Católicos terminaron por implantar en Castilla un sistema
gremial que por aquel entonces presentaba graves síntomas de decadencia en
Aragón. La instauración de esta rígida organización industrial no trajo buenos
resultados a la economía castellana.

Cabe recordar que las principales actividades industriales de Castilla


eran el trabajo del hierro en el norte, la pañería en la zona central de la
península y la industrialización de la seda granadina, la cual sufriría una grave
crisis tras la rebelión de las Alpujarras (1568-1571). A su vez, la pañería
castellana se vio eclipsada por la gran cantidad de paños extranjeros
importados a cambio de las numerosas exportaciones de lana castellana sin
manufacturar. Es destacable la prosperidad de industrias locales como la
joyería toledana y la cerámica sevillana, pues generalmente el desarrollo
industrial se vio fuertemente truncado por circunstancias tales como las
grandes distancias entre distintos núcleos urbanos y las malas condiciones de
las comunicaciones, las cuales aumentaban los gastos de transporte, y por
consecuente, los precios. Cierto es que Fernando e Isabel llevaron a cabo
importantes reformas de la red de comunicaciones y crearon además nuevas
calzadas en el reino de Granada:

Las mejoras en el servicio postal y en las carreteras contribuyeron algo a unir más
estrechamente las diferentes regiones de la península española, pero, en conjunto, los
Reyes Católicos no hicieron, por derrocar las barreras económicas entre sus reinos,
más de lo que hicieron por derribar las barreras políticas. El sistema arancelario se
mantuvo intacto, por lo que todas las mercancías siguieron pagando gravosos derechos
al pasar de una región a otra. No se hizo tampoco nada por conseguir una asociación
económica más estrecha entre los diferentes reinos. Por el contrario, dos sistemas

3 J.H. ELLIOTT (1965), 126

3
económicos distintos siguieron coexistiendo: el sistema atlántico castellano y el sistema
mediterráneo de la Corona de Aragón4.

Los mercaderes catalanes, cuya principal actividad fue el comercio de


los paños en los mercados mediterráneos de Sicilia, Cerdeña y Nápoles, se
vieron apartados del comercio directo con América, eclipsados en gran parte
por el monopolio sevillano, pero también discriminados en cierta medida por la
sociedad castellana. Como vemos, a pesar de la unión de las coronas de
Castilla y Aragón, ambos reinos se veían separados por sistemas políticos,
económicos e incluso monetarios.

II. LA MONEDA EN ESPAÑA

1. INTRODUCCIÓN

Al contrario de lo que sucede en la actualidad con la Unión Europea,


donde existe una homogeneidad monetaria, España gozó de una gran
diversidad numismática en la época en la cual enmarcamos este trabajo. Para
comenzar con absoluto rigor este apartado, definiremos el concepto de
moneda5.

Para lo que nos concierne, debemos de entender la definición de


moneda como una unidad de medida -abstracta y comparativa- por la cual
expresamos el valor de los bienes. Es abstracta, puesto que su valor fluctuará
debido a diferentes razones que explicaremos más adelante, y comparativa ya
que dicho valor se identificará por medio de diversos materiales. En el caso de
la Edad Moderna, su importancia se reflejaba en metales como el oro, la plata o
el cobre.

A tenor de las mutaciones que podían sufrir el valor de la moneda, éstas


afectarían a la calidad o la cantidad de metal que se halle en la misma. Se
tratan de acontecimientos premeditados, llevados a cabo con el objetivo de
paliar las carencias financieras que asolen tanto a los estados como a las
potencias económicas privadas. Un buen ejemplo de este tipo de medida son
las más de una docena de ordenanzas que tuvieron lugar entre 1429 y 1473
fruto del descontrol económico en la que se hallaba la Castilla de los
Trastámara, hasta el reinado de Enrique IV. Dicho monarca intentó ponerle
remedio, aunque sin éxito debido a las necesidades de su capacidad

4
J.H. ELLIOTT (1965), 129
5 Según la RAE: Pieza de oro, plata, cobre u otro metal, regularmente en forma de disco y
acuñada con los distintivos elegidos por la autoridad emisora para acreditar su legitimidad y
valor.

4
administrativa. Fue con la llegada de los Reyes Católicos cuando se
reinstauraría el orden monetario.6

Para la obtención o el incremento de nuevas riquezas en estos tiempos


existían dos ramas principales de actuación. La primera se trababa del
aumento, mejora o expansión del espacio donde tuvieran lugar las actividades
económicas. La segunda, una redistribución de los bienes llevadas a cabo
mediante prácticas forzadas, es decir, a través de la violencia –unos ganan
mientras que otros pierden-.

2. LA INFLUENCIA DEL NUEVO MUNDO

Parecía que los reinos peninsulares –y especialmente a Castilla- se


hallaban en el lugar y momento indicados. Tras los primeros compases de
navegación atlántica por los archipiélagos y un bautismo de fuego en suelo
africano, sobrevino la prueba final con el Descubrimiento de América. Un
auténtico “boom” que cambiaría la manera de ver el mundo tal y como lo
conocían entonces.

El siglo XVI vendría abanderando un capitalismo mercantil del cual la


Península Ibérica supo aprovecharse. La basculación mercantil hacia el
Atlántico la colocó en el centro del mundo. Si hiciéramos hincapié en el ejemplo
castellano, podríamos destacar a grandes rasgos: su disponibilidad humana,
una amplia red urbana e importantes lazos con las potencias adyacentes que le
ayudarían a conseguir una rápida reacción para la nueva tesitura que se
avecinaba.

En lo que respecta al apartado económico –y más concretamente al


numismático- el incesante afluente de metales preciosos venidos desde Las
Indias consiguió derrotar por completo el balance negativo que caracterizaba
hasta entonces al conjunto monetario disponible. En otras palabras, el
estancamiento de metales en los distintos países europeos empezaba a
desintegrarse, favoreciendo un intercambio fluido y “seguridad monetaria”
durante toda la primera parte de esta centuria.

3. LAS CASAS DE LA MONEDA

Conocidas también popularmente como Cecas, eran aquellos


establecimientos oficiales en los cuales se fabricaba y acuñaba moneda 7.
Realizaban sus actividades de forma intermitente y sus obligaciones estaban

6 Medina del Campo, 13 de Junio de 1497. Se crea el llamado “Excelente de Granada”, un


sucedáneo del ducado veneciano que pronto adoptarían otras zonas como Valencia (excellent
valenciano, 1483), Cataluña (principat catalán, 1493) Aragón (1506), Navarra (1513)…etc. El
propósito era la unificación monetaria referida al patrón oro.
7 Definición extraída del Diccionario de la Real Academia Española.

5
bajo mandato del propio monarca, quien decidía sobre el peso, la ley o el valor
de la moneda. Sus funciones eran básicamente dos:

 La primera de ellas estaba vinculada con la captación de metal, el


objetivo era convertirlo en monedas de la calidad deseada cuya
obtención provenía generalmente de particulares.
 La segunda se encontraba relacionada con el pago o la compensación
en monedas a aquellas personas que habían entregado el metal para su
posterior transformación.

La correlación entre la base de precios y la tasación al que se debía de


emitir la moneda obtenida daban lugar a unos beneficios, utilizados en su
mayoría para subsanar el gasto que suponía el braceaje y el señoreaje.8

Podemos encontrar diversos casos de cecas a lo largo de la Edad


Moderna en la Península Ibérica. Por ejemplo, en Castilla funcionaron -en
algún momento, volvemos a repetir, de manera esporádica- casas de la
moneda en Valladolid, Toledo, Madrid, Sevilla, Segovia 9…etc. Si nos fijamos en
el modelo aragonés, debemos mencionar algunas de las más relevantes como
Barcelona, Zaragoza, Valencia o Palma de Mallorca.

En lo referido a la gestión de dichos organismos, podían ser dirigidos de


forma directa por las autoridades públicas pertinentes o mediante el
nombramiento de funcionarios que se encargaban de custodiar y supervisar las
actividades del personal monedero.

4. COMPONENTES DE LOS SISTEMAS METÁLICOS

a) Monedas de cuenta

Arquetipo de dinero que servía de medición para la moneda en


circulación. Su mayor característica es su predisposición a la devaluación.
Tenían su origen en las monedas reales aunque no fueron creadas de manera
intencionada, nacieron por diversas eventualidades políticas y económicas.

b) Monedas reales

Definidas materialmente en oro, plata (monedas gruesas) o cobre


(moneda pequeña). La fabricación tenía lugar en las cecas, con peso y ley
establecidos con anterioridad a dicho proceso. La moneda de oro tenía tal valor
que su utilidad en la vida cotidiana era prácticamente nula. Considerada casi
como una joya, solía estar en manos de príncipes u organismo eclesiásticos de
8 El braceaje hace referencia a los gastos fruto de la fabricación de la moneda y el señoreaje al
derecho del monarca sobre el erario. Ambos dejarían de ser recaudados en 1730.
9 Muy especial es éste último caso, ya que Segovia, a partir del 1583, fue sede tanto de la

llamada Casa Vieja y del Ingenio. Ambos organismos con funciones relativas al tema
numismático.

6
gran magnitud. Todo lo contrario sucedía con la de cobre, la más utilizada en
los intercambios y transacciones del día a día. En lo referente a la moneda de
plata, era usada para establecer los precios, tanto en el mercado nacional
como internacional.

Es necesario destacar el conflicto de variaciones que sufrió el valor de


los metales preciosos tras el expolio del Nuevo Mundo. La correlación que
existía entre el oro y la plata fue basculando en detrimento del metal blanco,
produciendo su depreciación. Ésta entrada incesante de barcos cargados con
dichos metales desde América aceleró una “Revolución de los precios”, que
trajo consigo una inflación sin parangón hasta ese momento.

III. TRÁFICO INDIANO

Poco después del gran descubrimiento, los Reyes Católicos abrirían en


1495 el tráfico comercial con América a todos los súbditos de la Corona,
siempre y cuando se reservase un tributo a esta última. En este mismo año se
fija en Cádiz el registro de las naves que vienen y van al Nuevo Mundo. Hasta
1503, los lugares habituales para el despacho de las embarcaciones fueron
Sanlúcar de Barrameda, Palos, Puerto de Santa María, etc. Sin embargo, fue
en Sevilla donde los Reyes Católicos crearon en 1503 la Casa de Contratación,
organismo administrativo y económico fundado para supervisar todo el tráfico
entre América y España. Fueron sus capacidades financieras y administrativas
las que llevaron a la ciudad hispalense a hacerse con el monopolio del
comercio americano, pues, técnicamente, el apresto de las flotas en Sevilla
resultaba dificultoso.

En 1529, Carlos V abriría el tráfico indiano a otros puertos castellanos


(La Coruña, Bilbao, Málaga, Cádiz, etc.) con la condición de que el viaje de
vuelta debería realizarse obligatoriamente por Sevilla. Posteriormente se
crearía en 1535 el Juzgado de Indias en Cádiz, lo que significaba una clara
disminución del monopolio sevillano. No obstante, el contrabando nacional e
internacional invitaba a la restauración de un monopolio estricto y absoluto, lo
que llevó a que en 1573 se firmase una cédula que anulaba lo dispuesto en
1529.

En cuanto a los navíos, cabe destacar que a finales del siglo XVI se
multiplicarían casi por cuatro el número de naves implicadas en los tráficos en
comparación con las travesías de principios de siglo, momento éste en el que
los barcos pesaban unas cien toneladas, mientras que a finales de la centuria
este peso terminaría multiplicándose casi por cinco.

La intensificación de las remesas americanas ha sido interpretada como


una de las causas principales de la subida de precios que tuvo lugar en la

7
economía española -y europea- a lo largo del siglo XVI, de la que fueron muy
conscientes los coetáneos de la época. Sin embargo, algunas corrientes niegan
que este aumento de los precios estuviese causado por el incremento del oro y
la plata americanos, defendiendo que los verdaderos motivos podrían ser la
carencia de moneda hasta las reformas de los Reyes Católicos, los costes de
la guerra granadina, los gastos de las guerras contra los franceses en Italia,
etc. En cuanto a los niveles de importaciones de oro y plata a España, tal y
como afirma Jean-Paul Le Flem, “podemos subrayar el máximo de importación
de oro en el decenio 1551-1560, y el máximo correspondiente para la plata en
el decenio 1591-1600”10.

IV. POBLACIÓN, PAISAJES, HÁBITATS, CLIMA Y TIERRA

Para cubrir las necesidades del creciente imperio español, durante el


siglo XVI, la corona requería cada año más efectivos humanos que fuesen
capaces de cubrir las cada vez mayores exigencias económicas, políticas y
sociales del imperio, por lo que la demografía adquiere un papel fundamental
en esta época.

Debido a la escasa exactitud de las fuentes, es difícil establecer unos


datos exactos sobre la población, por lo que los historiadores intentan obtener
información más o menos acertada a partir de, principalmente, las fuentes
tributarias, fiscales, militares y eclesiásticas. Estos datos, junto con los
testimonios de investigadores y contadores de profesión, nos permiten
hacernos una idea aproximada de la población, pero siendo rigurosos y
contrastando la información vemos que las dataciones se inclinan hacia la
exageración, por lo que habría que esperar a futuras investigaciones para
establecer una cifra más exacta de la población española en el siglo XVI.

Lo que si podemos afirmar con seguridad es una concentración de


población en las zonas interiores de la península a la par de una disminución
de la población en las costas a raíz de movimientos corsarios, además del
fuerte crecimiento de la población en las ciudades11.

Otro factor importante en el flujo demográfico fueron las migraciones. En


cuanto a las migraciones internas, destacan los movimientos llevados a cabos
por los grupos confesionales, siendo estos muy difíciles de documentar debido
a las características de estos movimientos, ya que estos grupos eran
perseguidos y debían moverse con discreción. Junto a estas migraciones
internas, también destacan las migraciones causadas por sobrecargas
demográficas en algunas zonas, las cuales obligan a las personas más pobres

10
M. TUÑÓN DE LARA (1980), 70-73
11
M. TUÑÓN DE LARA (1980), 17

8
a buscarse la vida en otras zonas españolas necesitadas de efectivos
humanos.

En cuanto a las migraciones externas, los casos principales son la


llegada de extranjeros europeos, la emigración a Flandes y la emigración a la
India. Respecto a la inmigración de europeos a España, destaca la inmigración
de franceses en Cataluña, la cual estaba necesitada de población debido a la
peste del siglo XIV y la crisis del siglo XV. En cuanto a las inmigraciones a
Flandes y a la India, es difícil establecer un número exacto de inmigrantes
españoles debido a los pobres datos de los archivos provinciales, por lo que
solo contamos con hipótesis y aproximaciones de algunos historiadores.
También destacar la presencia de españoles en el reino de Nápoles y en el
Imperio Germánico, la cual estaba motivada por la política imperial que España
llevaba a cabo en ese momento12.

En lo respectivo al paisaje de la época, es difícil establecer una visión


clara debido a la escasez de información. La única información directa acerca
de los paisajes la encontramos en algunas novelas -por ejemplo, el Quijote- o
en descripciones dadas en los escritos de viajeros de la época. Hay que
recalcar que la información es muy pobre e imprecisa, pero por los
descubrimientos del nuevo mundo y los desarrollos comerciales podemos
suponer que en las zonas rurales se adaptaron a las nuevas circunstancias y
comenzarían a cultivar especies vegetales de distinta procedencia, mientras
que las ciudades españoles comenzarán a “florecer” debido al auge económico
que proporcionó el descubrimiento de América, por lo que el paisaje durante el
siglo XVI tendría ligeras diferencias con el del siglo anterior debido a la
introducción de nuevos cultivos en el ámbito rural y el desarrollo de las nuevas
actividades comerciales y diplomáticas en las ciudades. También destacar que
hasta prácticamente el siglo XX en el territorio español se seguían utilizando
técnicas agrarias originarias de la Edad Moderna, por lo que podemos suponer
que en estas zonas apenas se produjeron cambios importantes hasta hace
relativamente poco tiempo13.

Mientras que las ciudades prácticamente seguían el esquema de ciudad


medieval heredado de etapas anteriores (en este siglo comienza la transición
hacía los nuevos modelos de ciudades), en el ámbito rural podemos encontrar
dos tipos de asentamientos con evidentes diferencias. Por un lado, podemos
encontrar el denominado hábitat diseminado, el cual predomina en las regiones
periféricas y está formado por asentamientos de tipo independiente, tales como
caseríos, masías, huertas … Este tipo de hábitat se daba, entre otras zonas, en
las actuales Cataluña, Asturias, Galicia, País Vasco, Andalucía y el País
Valenciano. Por otra parte, tenemos el hábitat de tipo agrupado, formado por

12
M. TUÑÓN DE LARA (1980), 21-23
13
M. TUÑÓN DE LARA (1980), 27-36

9
pueblos que surgían en las zonas interiores montañosas por las necesidades
de la población de estas zonas. Generalmente, este tipo de hábitat está
formado por agrupaciones de unas pocas de decenas de casas que surgen por
las necesidades y dificultades agrarias que constituye la actividad agraria en
las zonas montañosas. Como ya se ha dicho, están en las zonas interiores de
la Península y, en ocasiones, alrededor de algunos pueblos, nacen otras
aldeas satélites14.

Hay un factor que influirá indirectamente en todos los demás aspectos:


el clima. Por las fuentes, que vuelven a ser testimonios de viajeros a los que se
les suman algunos archivos provinciales, podemos deducir que el clima de
España durante la Edad Moderna era prácticamente igual al de hoy en día. A
pesar de que faltan muchos datos para establecer teorías precisas, gracias a
los registros de los archivos sabemos que se producían inundaciones, sequías,
e incluso heladas. Estos fenómenos iban variando según la zona, ya que una
de las principales características de la península es la gran variedad de climas
que dispone, los cuales moldean y dan forma al paisaje y al estilo de vida de la
población, siendo muy distinto de una zona a otra15.

Uno de los factores más importantes en la España del siglo XVI es el


escenario donde se desarrollarían las distintas actividades económicas y
sociales de la población, es decir, la tierra, donde se presentarán problemas de
distinta índole.

Teóricamente, la tierra tenía un estatuto jurídico específico, por lo que


cada tierra era de, podemos decir, un “tipo determinado” según sus
características (existían “tierras realengas”, “baldíos”, tierras “concejiles” y
“propios” entre otros tipos), pero, en la práctica, este tipo de organización de
tierras no se adoptará hasta entrado el siglo XVII. Comienza ahora una especie
de “movimientos” de tierras que irán cambiando de propietarios y funciones a lo
largo del siglo XVI debido al empuje demográfico y a las necesidades
económicas.

Debido al empuje demográfico, los residentes y titulares de los señoríos


intentarán privatizar sus zonas para aumentar su espacio de pasto y de cultivo
y los municipios intentarán ampliar los dominios de sus propios. Por otra parte,
debido a las necesidades económicas acentuadas por la situación española
(principalmente debido a las guerras y a la carrera de las Indias), la política
imperial intentará ampliar las tierras realengas para venderlas a particulares,
las cuales comenzaron durante el reinado de Carlos V y ya en el reinado de
Felipe II supusieron una de las principales fuentes de ingresos de la corona,
destacando la venta de baldíos por este último. Sabemos que Andalucía
occidental, La Mancha y Castilla la Vieja fueron las tres zonas donde más

14
M. TUÑÓN DE LARA (1980), 36-37
15
M. TUÑÓN DE LARA (1980), 42-46

10
ventas de tierra se llevaron a cabo, sin embargo, debido a la poca profundidad
de las investigaciones actuales, es casi imposible determinar la categoría de
las tierras adquiridas y el estado social de los compradores.

En cuanto a la jurisdicción en estas tierras, también es difícil de


establecer un marco debido a la pobreza de las investigaciones hasta la fecha.
De las pocas cosas que se conocen, podemos afirmar que el diezmo
representaría la carga tributaria más fuerte para los campesinos. Para el
campesinado arrendador se le exigía la renta territorial, por los cuales debían
entregar entre el tercio y la mitad de la cosecha. Estas duras medidas, las
cuales seguramente eran de obligado cumplimiento ante la ley, produjeron una
situación de malestar en las familias campesinas de las zonas con mayor
presión fiscal, pero, según escritos de la época, se sabe que había tanto
campesinos apurados económicamente como algunos más desahogados,
destacando la situación en las tierras de realengo, donde parece más favorable
para estos16.

V. AGRICULTURA Y GANADERÍA

Las actividades primarias no sólo ocupaban a la mayor parte de la


población y eran la principal fuente de necesidades primarias, sino que además
tanto la agricultura como la ganadería superaban con gran diferencia al resto
de actividades, acumulando riquezas y excedentes. La propiedad de la tierra
era el origen de riqueza y de asegurar el alimento cotidiano pero también es
símbolo de poder político y de toda la trama de los procesos productivos. Pese
a ello, hay que aclarar que estamos aún ante una agricultura de subsistencia
con productos muy básicos y poca diversidad, dirigidos a una dieta alimenticia.

La evolución técnica de las herramientas de cultivo en el siglo XVI es


inexistente ya que los campesinos se limitaban a desarrollar las técnicas
utilizadas por sus mayores que se basaban en la experiencia desarrollada
durante muchos siglos atrás17. El utillaje agrícola apenas había evolucionado
desde la época romana (arado simple, la azada, la carreta, la hoz y la
guadaña). El uso de la fuerza humana o animal era todavía imprescindible.
Este atraso técnico estaba íntimamente ligado a la agricultura de subsistencia
que apenas necesitaba avances para ser cumplida. Aunque el motivo principal
de este atraso era sin duda la falta de excedentes que no permitía acumular
excedentes ni capital para invertir posteriormente. Todos estos factores daban
como resultado una productividad de la tierra muy baja.

16
M. TUÑÓN DE LARA (1980), 53-59
17 G. ANES ÁLVAREZ (1999), 12

11
Respecto al rendimiento agrario, el cual ya hemos dicho que era muy
pobre, hay que añadirle cualquier imprevisto como una alteración climática o
una plaga que provocaba crisis productivas y económicas. Sin embargo se
observa una estabilidad en la producción durante la mayor parte del siglo XVI.
De esta forma, la única manera de aumentar la productividad era o bien una
extensión de la superficie cultivada o bien una intensificación del trabajo
campesino. Pero ambas suponían a partir de un momento un descenso de la
productividad, debido al aumento a su vez de los esfuerzos y de los costes de
producción, por lo que nos encontramos ante un modelo estable y muy
parecido en las propiedades terrenales y su explotación.

Entre los siglos XVI Y XVII encontramos uno de los pocos cambios en
relación al sistema productivo. Hablamos de la progresiva sustitución de las
mulas por los bueyes como animales de tiro. Pese a la mayor velocidad de las
mulas a la hora de arar, la disminución de las áreas de cultivo supuso la
pérdida de interés del campesinado por acortar los tiempos de cultivo. Además,
el precio de las mulas era mayor que el de los bueyes, al igual que su
alimentación. También hay que tener en cuenta la mayor potencia y fuerza de
los bueyes, que suponía un mayor rendimiento de la tierra en comparación con
las mulas.

Respecto a la estructura de los cultivos en España durante estos


momentos, se sabe que los cereales ocuparon casi los dos tercios de la
plantación cultivada, por lo que su peso en la agricultura fue enorme. Dentro de
los cereales, el trigo era con diferencia el cereal más cultivado. Tras los
cereales, el vino y el aceite fueron los productos que alcanzaban mayor
producción, lo que demuestra la importancia de la trilogía mediterránea en la
alimentación18. El resto era completado con legumbres, hortalizas, etc. En
conclusión, el cultivo estaba orientado claramente al aprovechamiento personal
y al autoabastecimiento de la población.

Pese a esta homogeneidad en la productividad y la estructura de los


cultivos, sí se aprecia ciertas diferencias entre las regiones interiores, más
arraigadas al tradicionalismo, y la zona Mediterránea y Galicia, donde los
regímenes terrenales más moderados permitían diversas mejoras e
innovaciones (especialización agraria, cultivos comerciales, etc.).

La propiedad de la tierra condicionaba las relaciones de producción, su


distribución y la articulación social. Durante el siglo XVI tenemos escasos
documentos que traten sobre el tema, por lo que las conclusiones a las que se
han llegado no serán totalmente fiables hasta siglos posteriores.

La propiedad de la tierra podía ser pública o privada. En la propiedad


privada, que suponía casi un 80% de la tierra, encontramos las propiedades

18 A. MARCOS MARTÍN (2000), 76

12
pertenecientes a la nobleza, el clero (manos muertas), la burguesía, y en mayor
medida, a una minúscula parte del campesinado. El otro tanto por ciento
pertenecía a tierras municipales, así que gran parte del campesinado trabajaba
tierras cedidas o amortizadas por los grandes tenientes de terrenos. La
tenencia de la tierra por parte de la Iglesia estaba justificada y protegida por la
Corona, terrenos que además no se podían vender, sólo amortizar.

La nobleza tenía igualmente privilegios en la propiedad de la tierra.


Dentro de ellos destacan los mayorazgos, que inmovilizaba los bienes en una
misma familia para evitar su dispersión, fijando una sucesión que favorecía al
primogénito frente a sus hermanos. Tras su regulación con las Leyes de Toro
en 1505 pasó a ser también habitual en las clases medias. Esto daba pie a que
las tierras fuesen quedando estancadas en unas pocas manos en vez de una
división que a largo plazo hubiese llegado a muy diversas personas de
diferentes clases.

La burguesía también participó en la compra de tierras, una burguesía


muy variada (banqueros, comerciantes, manufactureros, etc.) que veía en la
posesión de terrenos una fuente de beneficios (subida de los precios de
productos agrarios por ejemplo).

En la España moderna no había una coincidencia entre propietario y


cultivador de la tierra, sino que la gran parte de ellas eran cedidas de diferentes
maneras al campesinado para ser trabajada. La forma más generalizada era el
arrendamiento, especialmente en el País Vasco, las dos Castillas, Extremadura
y Andalucía, que suponía una cesión de la tierra de forma temporal. En Galicia
y Asturias destacaba el foro, que suponía una cesión de la tierra a cambio de
un pago anual y de una mejora y devolución del terreno cedido. La rabassa
morta se daba en Cataluña y consistía en la cesión de territorios para
plantación de viñas, aunque este tipo de cesión era posterior. Los censos
enfitéuticos por el contrario, ofrecían mayores ventajas al campesino debido a
su larga duración que permitía incluso la herencia de la tierra por parte del
campesinado.

Durante el siglo XVI se da un aumento constante y sostenido de la


producción agrícola, que tendrá su máximo con la llegada de la crisis del siglo
XVII. Regiones como Castilla la Nueva o el reino de Valencia sufrieron una
expansión terrenal y demográfica. Las causas de este incremento productivo
agrario son varias, pero no deben buscarse en una intensificación agraria o un
aumento del rendimiento, ya que como dijimos anteriormente, la evolución
técnica fue inexistente (bajo nivel de abono, malas condiciones del suelo,
servidumbre, etc.).

El aumento de la producción se produjo como consecuencia de la


extensión de la superficie cultivada y una nueva forma de aprovechar la tierra.
Medidas como la adopción del sistema de hojas de cultivo (suponía la división

13
de la superficie cultivada de cada municipio en dos, tres o más hojas, siendo
cada una cultivada de manera alternativa) o la derrota de mieses (permitir
entrar al ganado a pastar en las tierras cultivadas) provocaron cambios en la
forma de los sistemas de cultivo. Pero esto no fue suficiente, y para abastecer
a una población que estaba creciendo tuvo que ampliarse a su vez la superficie
de tierra cultivada. El asalto desde diversos frentes y las numerosas ventas de
tierras de la Corona son indicios de la gran expansión que se produjo en el
siglo XVI y que produjo este aumento de la producción agraria.

En este contexto hay que añadir que la agricultura española sufrió una
profunda transformación con el comercio con América, que produjo un aumento
de la demanda de productos y una extensión de la tierra cultivable.
Entendemos que la extensión de de la superficie de cultivo responde al
aumento de la demanda y al comercio con el continente americano además de
otros factores que ya hemos citado anteriormente. En ciertos lugares los
campesinos se especializaron en productos que eran demandados desde el
otro continente, aunque esto se dio de forma excepcional.

También sabemos que en el siglo XVI se produjo un aumento de la


población debido a causas que desconocemos aún por falta de información,
pero esto provocó una mayor necesidad de alimentos que no podían provenir
de las importaciones, lo que obligó a aumentar las tierras de cultivo. Sin
embargo, aumentar la superficie provoca en un momento determinado una
disminución de los rendimientos debido a que se cultivan tierras de peor
calidad y al someter a las tierras a siembras más frecuentes, por no citar un
aumento en la intensidad y jornada de trabajo de los campesinos.

Respecto a la ganadería hay que decir que estaba muy ligada a la


agricultura ya que la tierra se trabajaba con fuerza animal y se usaba su
materia orgánica para el abono. Ofrecía muchas materias primas para la
industria, la más importante de ellas la lana, pero también las pieles para el
cuero de la industria textil.

Ambas actividades provocaron enfrentamientos entre agricultores y


ganaderos por la explotación de la tierra. El aumento demográfico del siglo XVI
provocó la reducción de tierras utilizadas para el pastoreo y con ello una
reducción del número de ganado. En conclusión, ambas actividades fueron
complementarias durante este siglo ya que una necesitaba de la otra para un
mayor rendimiento debido al atraso tecnológico al que se asiste en estos
momentos (uso de la fuerza animal para cultivar y la necesidad de alimentar al
ganado para vender materias a las industrias).

14
VI. PESCA

No hay mucha información específica sobre la pesca española en el


siglo XVI. En cuanto al papel del pescado en la sociedad, señalar que en
cualquier ciudad había pescaderías y establecimientos relacionados con este
alimento que se las ingeniaba para llegar desde las costas peninsulares hasta
casi cualquier punto del interior, donde en las ciudades y pueblos existían las
llamadas “calles de las pescaderías” o “mesones de la trucha” o la sardina.

En cuanto a las técnicas y tipos de pesca, se sabe que catalanes y


valencianos practicaban la pesca al lamparón y que en Zahara de los Atunes y
la Ensenada de Bolonia se utilizaban las almadrabas para capturar atunes que
hoy en día siguen funcionando como legado del monopolio de esta pesca
acaparado por los duques de Medina Sidonia. En la zona cantábrica
predominará la pesca de sardina, merluza y bacalao, pero lo que más destaca
en esta zona es la fuerte competencia bretona y el abandono del oficio de la
pesca por muchos marineros cántabros debido a la carrera de las Indias, las
cuales les brindaban otra alternativa en alta mar19.

.VII. INDUSTRIA

Nos puede chocar hablar del tema de la industria en la Monarquía


Hispánica durante el siglo XVI o inicios del siglo XVII, encontrándonos con una
sociedad preindustrial. En la época se observaba con recelo las actividades
industriales llevadas a cabo en otros países como las ejercidas por los
holandeses que, aunque herejes, estaban bastante más avanzados que
nosotros. La palabra “industria” nos daba a entender cualidades personales o
colectivas. Además, debemos comprender que, ya en esta época, algunas
ciudades o regiones dependían de su dedicación industrial.

En ciudades como Córdoba, Granada o Segovia, un tercio de la


población estaba relacionada con el mundo industrial. Tenemos añadido en ese
porcentaje a la población femenina, cuya actividad era muy alta en ciudades
como Segovia en la elaboración de paños. Se ha escrito en este mismo sentido
que un 40% de la población vizcaína, población activa, estaba directa o
indirectamente implicada en la industria del hierro20.

19
M. TUÑÓN DE LARA (1980), 60
20 A. DOMÍNGUEZ ORTIZ (1988), 231

15
1. TIPO DE INDUSTRIAS

a) Industria textil
Si nos centramos en la industria del siglo XVI, deberíamos hablar de las
pañerías de Segovia, Toledo, Ciudad Real, etc. También podríamos hablar de
las sederías malagueñas, granadinas o la jabonería sevillana. A la hora de
tratar las ferrerías catalanas o vizcaínas, las construcciones navales y
actividades salazoneras de la costa atlántica nos encontraríamos en un
segundo plano.

La industria textil ha sido la más estudiada y, lo más probable, la más


tratada tanto en ciudad como en el campo. Podemos ver cierta oposición entre
norte-sur, siendo este asunto más complejo de lo que parece, debido a que los
paños elaborados en el norte (Soria, Segovia, Villacastín…) eran de inferior
calidad que los elaborados en el sur (Córdoba, Sevilla, Úbeda…). No se puede
achacar del todo a la vinculación con las áreas rurales en el norte, ya que
Córdoba también se vinculaba con las áreas rurales de su entorno. Estas
diferencias, de todos modos, no eran tan radicales.

En general, se intuye un notable crecimiento de la industria textil a lo


largo del siglo XVI. Ya desde finales del siglo XV subió la demanda interna de
materia prima, haciendo esto cambiar ciertas políticas de la Corona. Debemos
destacar que se intentó estimular la industria española, castigando las
importaciones de lo foráneo. Aun así, los dirigentes públicos no consiguieron
que las mejores calidades de pañería no provinieran de manufacturas
extranjeras. El mundo de la lana vio como tras la preferencia desde Flandes o
Francia por las mejores (las de Cuenca, por ejemplo), gran parte de los
industriales españoles se vieran obligados a no poder disputar por beneficios
estimulantes. Para la corona, la lana suponía saneados ingresos, imposibles de
rechazar, y en ciudades como Burgos se vivía de ella.

La importación era, prácticamente, imposible de evitar. Esto se debía al


alto precio de los paños españoles (primera mitad del siglo XVI), que a su vez
era causado por la exportación a las Indias. Se propuso cortar esta masiva
exportación pero Felipe II decidió aumentar la introducción de paños
extranjeros, suponiendo esto un gran error. La industria de la monarquía
hispánica no era capaz de producir lo suficiente para satisfacer su propia
demanda.

Consideramos que durante las décadas de 1560 y 1570, incluso quizás


unos poco años más tarde, la mejor época de la industria textil española. Esto
se debe a la caída de las exportaciones laneras destinadas a Flandes o
Francia, redirigidas a Italia. Se mantuvo así los precios de la materia, incluso
llegó a bajar ligeramente. Esto abarató costes y estimuló la producción.
También debemos señalar que la calidad del producto mejoró, mientras

16
ocurrían los problemas en Flandes o nuestra relación con Inglaterra
empeoraba.

b) Industria siderometalúrgica
Comparado a nuestros tiempos, la presencia de objetos de metal en la
Edad Moderna no dejaba de ser un hecho anecdótico. Es cierto que las familias
ya solían tener objetos de metal para su día a día (elementos de cocina, para
labrar o herramientas) hechos de peltre, hierro o alambre. Este metal era
bastante reutilizado y se fabricaba en modestos talleres. El uso generalizado
del mismo pudo deberse a la sustitución del carbón vegetal por el carbón
mineral, siendo el combustible usado para que los altos hornos rindieran de
forma apta.

Las primeras fases de esta industria no fueron tan intensivas en capital


como uno puede pensar, siendo una excepción la industria armamentística tras
el uso general de armas de fuego en la Europa de la Edad Moderna,
constantemente en guerra. Las ferrerías, poco capitalizadas, no se libraban de
evitar continuos problemas. El País Vasco era la principal región
siderometalúrgica de la España de los siglos XVI y XVII.

A partir del siglo XVII se abrirá una gran diferencia entre la siderurgia
española y otros focos europeos, más avanzados en lo que a tecnología se
refiere. La industria del metal del País Vasco ya vio su mejor situación a inicios
del siglo XVI, esto se debió a la calidad del mineral del hierro extraído,
especialmente, de las vetas de Somorrostro. Esto dio ventaja al hierro fundido
vasco sobre los de otros puntos del Viejo Continente. Pero, abusando de esta
ventaja, introdujeron tardíamente los altos hornos (al contrario que otros
centros metalúrgicos europeos). Aunque se intentó continuar con estas
ferrerías con la elaboración de armas pesadas desde la Corona, no se pudo
evitar lo que suponía un fracaso cantado.

La solución a lo anterior llegaría sorprendentemente desde Flandes, no


se vincularía con el País Vasco. Durante la tregua de los Doce Años, Lieja era
la ciudad más importante en la elaboración de hierro colado, tanto en calidad
como en cantidad, vio como su producción se paró. Esto hizo que Juan Curcio
(proveedor de los ejércitos de Flandes) recalara en España por motivos
religiosos e instalara una fundición en Santander (fracasó en el País Vasco
anteriormente) tras un acuerdo con la corona española.

c) Industria naval
Esta industria se encuentra bastante ligada a los pedidos de la
monarquía. Nos encontramos con pocos astilleros en las costas españolas en
la Edad Moderna y debido a sus costes sólo estaban al alcance de la Corona.
Los problemas financieros de la monarquía hispánica a finales del siglo XVI
obligaron a contratar partes necesarias para la construcción de barcos fuera de
nuestras fronteras. Otros problemas a destacar, entrado el siglo XVII, fueron la

17
fidelidad de los catalanes hacia los Borbones hacia el 1640 (fidelidad que
volvieron a recuperar los Habsburgo sin poder volver a recuperar el nivel
mostrado por las atarazanas catalanas anteriormente) o el fracaso ante
Inglaterra y otros conflictos europeos que exigieron mucho a la Corona.

d) Industria armamentística
Al igual que en la anterior industria, ésta también tendrá como
protagonista a la Corona. Nos encontramos con un territorio con una
potencialidad suficiente para haber satisfecho a nuestros ejércitos que se
encontraban a lo largo de Europa, aun así esto no ocurrió. Las posibles causas
se pueden encontrar, entre otras, en la falta de técnicos y en una organización
empresarial nefasta. De nuevo tuvimos que recurrir a industrias de fuera de
nuestras fronteras. Ante otros puntos negativos como la siempre fallida
elaboración de pólvora (en Málaga no se aumentó sino que, incluso, no pudo
mantener ritmos anteriores), hubo iniciativas que alcanzaron cierto éxito como
la producción de armas desde Guipúzcoa y Vizcaya. En general, las industrias
navales y armamentísticas tuvieron el mismo problema, siendo éste su
excesiva dependencia de la Corona.

VIII. RUTAS Y TRANSPORTES

En relación a las rutas comerciales y transportes en el siglo XVI, en


primer lugar podemos destacar el alto grado de lentitud con el que se llevaban
a cabo los transportes de productos mercantiles debido principalmente a los
defectuosos caminos, los cuales, según los testimonios que tenemos,
atestiguan que las rutas están en mal estado debido a la erosión provocada por
el clima. A estos problemas en los caminos se le suma el todavía rudimentario
sistema de transporte de tiro de bueyes, los cuales tardaban, más o menos,
unos cuarenta días para recorrer quinientos kilómetros.

Por otra parte, mientras que en la zona mediterránea los transportes


estaban enfocados a dar salida a productos hacia territorios franceses, italianos
y norteafricanos, en el ámbito atlántico las rutas principales estaban orientadas
hacia otros territorios europeos (Flandes, Amberes, Inglaterra…) y las nuevas
tierras americanas21.

IX. COMERCIO EXTERIOR Y MERCANCÍAS (IMPORTACIONES Y


EXPORTACIONES)

El comercio transatlántico que Castilla desarrolló durante el siglo XVI


estuvo motivado por la existencia de materias primas en los nuevos territorios

21
M. TUÑÓN DE LARA (1980), 75-76

18
descubiertos, las cuales no podían encontrar en Europa. Castilla ofrecía a
Europa del norte productos derivados de su actividad agrícola. Entre ellos hay
que destacar el vino, el aceite o la lana. Tras el descubrimiento de América y el
comercio con las Indias se ponen en el mercado nuevos productos como el
azúcar, el cuero y sobre todo metales preciosos. Brujas y Amberes fueron
centros comerciales muy importantes en estos momentos donde los
mercaderes españoles ponían en el mercado sus productos. La lana era el
principal producto de exportación a Flandes. A finales de siglo se iba a producir
la crisis económica en Flandes, donde Italia se erigió como su sustituta en el
comercio de la lana, aunque el nivel de comercio descendió de manera notable.
La actitud incierta de las principales potencias europeas iba a dar lugar a un
escenario de desconfianza e incertidumbre que se unió a la crisis económica
de finales de siglo.

Pese a ello, el comercio Atlántico iba a superar claramente al tradicional,


el Mediterráneo, provocando un crecimiento comercial sin precedentes.
Respecto al comercio Mediterráneo, en ciudades como Valencia o Barcelona la
actividad comercial se mantuvo cerca de las cifras de años anteriores. El cuero
y el jabón eran los productos principales del comercio catalán. Las ciudades
acostumbradas tradicionalmente al comercio con el Mediterráneo como las ya
citadas Barcelona, Valencia, Alicante o Málaga aprovecharon un primer
momento de impulso con el descubrimiento americano, pero con el paso de los
años y tras la desaparición de los holandeses en las transacciones
mediterráneas, su actividad se hundió.

Como ya hemos dicho, las guerras entre Portugal, España, Francia,


Flandes e Inglaterra propiciaron que a finales del siglo XVI apareciera un
escollo económico que trajo la reducción de los niveles de la actividad
comercial en el Atlántico y el Mediterráneo. El descubrimiento de América y el
comercio con las Indias son las causas del desplazamiento del eje comercial de
forma internacional, que pasa de la hegemonía mediterránea a la atlántica. El
comercio mediterráneo iba a ser dominado principalmente por los países
nórdicos tras ese cambio.

En cuanto a las mercancías, hay que señalar que disponemos de


testimonios que describen con gran precisión el tipo de producto, origen y
cantidad de las mismas, por lo que podemos hacernos una idea bastante
acertada de cuáles eran las características de estos productos.

Podemos dividir las mercancías en dos grupos: importaciones y


exportaciones. En cuanto a las importaciones, entre los productos agrícolas
destacan la cera (muy presente en el ámbito doméstico y religioso) y los
cereales. De los productos textiles podemos destacar tejidos de lana
(procedentes de Inglaterra), de algodón (Alemania, Brujas y Manchester), de
lino (originarios de Brujas, Hamburgo y factorías francesas) y de seda

19
(Florencia y Brujas), además de otros tejidos más lujosos (hilos de oro y plata
milaneses y tejidos de cáñamo). En cuanto a los metales, el cobre en bruto
solía proceder de Hungría o Suecia, mientras que se importaban armas de
Italia y mercurio de Eslovenia. Por último, en cuanto a los productos de lujo se
refiere, los objetos de decoración flamencos, los libros, el ámbar gris o las
pieles de Moscovia son algunos de las muchas caras mercancías que se
introducían en la península para acabar en las manos de algún individuo de
alta clase.

Respecto a las exportaciones, la corona española ofrece productos de


todo tipo. En lo respectivo a productos alimenticios, destacan especias
(procedentes de varios lugares), azúcares (procedentes de zonas de fuera de
la península), sal (procedente principalmente de Cádiz), aceite (sevillano), vino
(de Málaga y Almería) y frutas variadas del este de la península. También se
exportaban colorantes y productos de droguería americanos y orientales. En
cuanto a los materiales textiles, destacamos las vegas valencianas y las lanas
de los merinos castellanos, producto estratégico en la historia económica
española. Por último, destacar los cueros guadamecíes y cordobanes, los
cuales tuvieron fama incluso en América y en el resto de Europa22.

X. BANCA

Durante la Edad Moderna y más concretamente en el siglo XVI se da un


proceso de concentración, internalización y especialización de la vida
económica. Este proceso se inició en siglos anteriores en Italia, pero será
durante el siglo XVI en Castilla donde se van a mostrar todas las variables del
mismo: reservas de metales preciosos, expansión irregular de sus actividades
productivas, necesidad de liquidez de la Corona para sufragar sus guerras, etc.
Debido a esto, el desarrollo de los sistemas de crédito fueron igual de
importantes que las finanzas particulares y públicas, debido a que casi todos
los individuos de la sociedad moderna estuvieron, estaban o iban a estar
endeudados23.

El desarrollo del comercio y del crédito en Castilla se sitúa dentro de un


contexto general de crecimiento, ciclo que culminaría a finales del siglo XVI.
Fue en las ciudades donde más se apreció este crecimiento del comercio y las
finanzas. También durante el siglo XVI la fiscalidad regia comenzará una
conexión con los sistemas de crédito, la cual se basaba en tres tipos de
impuestos: alcabalas, tercias y servicios24, lo cual se tradujo en el desarrollo de
los sistemas de deuda.

22
M. TUÑÓN DE LARA (1980), 82-85
23 A. ALVAR EZQUERRA (2006), 241
24 A. ALVAR EZQUERRA (2006), 242

20
XI. CIRCUITOS DE CRÉDITO

A principios del siglo XVI podían distinguirse cuatro circuitos de crédito:


a) el comercial ligado a las letras de cambio y en manos de hombres de
negocios; b) el del crédito hipotecario de las rentas llamado censo; c) el de la
deuda pública o juros, y d) la compra de bienes de consumo unida a la usura25.

XII. CENSOS

Los censos eran una de las fórmulas que superaban el procedimiento


del préstamo con usura. El prestamista adquiría una renta anual en dinero o
especie, el rédito, y el prestatario obligaba a su entrega algún bien raíz. Podían
ser perpetuos o por varias vidas y su empleo proporcionó una oferta de dinero.
El censo podría compararse con un contrato hipotecario actual.

XIII. BANQUEROS PRIVADOS

Regulados por la ley y asentados en distintas ciudades castellanas,


desarrollaban su actividad tras haber sido nombrados por el rey, si iban a
actuar en la Corte, o por los regidores, si iban a actuar en otra localidad. Su
principal actividad estaba aún muy ligada a la de comerciantes por lo que su
actividad como banqueros era una tarea a parte de sus negocios. El principal
sistema por el que operaban estos financieros eran las letras de cambio.

XIV. FERIAS Y LETRAS DE CAMBIO

Las ferias en Castilla se remontan al siglo XII pero será durante el siglo
XV cuando vivan su apogeo y comiencen a unificar el comercio castellano.
Destacará la feria de Medina del Campo, convirtiéndose en un centro primordial
para el comercio y la banca europea. No se producía ningún flujo de dinero
efectivo entre las ferias. De este modo el dinero y las letras de cambio iban y
venían sin parar por Europa, por lo que el valor de las letras de cambio no era
fijo. Si los tipos de cambio sufrían una gran variación, el valor de la letra
disminuía y como consecuencia podían arruinarse los banqueros, sin embargo
esto no ocurriría si el pagador no tenía fondos para solventar la deuda ya que
la letra podía renovarse continuamente con unos intereses convirtiéndose así
en un préstamo.

25 A. ALVAR EZQUERRA (2006), 244

21
XV. TAULAS DE CANVI

En la Corona de Aragón la actividad bancaria estuvo intervenida por los


reyes y los municipios con el fin de evitar posibles abusos, controlar la
circulación de moneda y evitar posibles fugas. Las Taulas de canvi eran bancas
municipales o públicas, entre las que destaca la de Barcelona. A pesar de esta
vigilancia por parte de las autoridades se cometieron abusos y una mala
gestión de las taulas entre las que circularon de forma abundante las letras de
cambio.

XVI. BANCARROTAS

Las bancarrotas serán un aspecto esencial para conocer el


funcionamiento de las finanzas y los mecanismos del crédito. Esta suspensión
de pagos se producía cuando el endeudamiento del rey retraía a los hombres
de negocios hasta el punto de que estos se negaban a hacer más asientos.
Esta suspensión de pagos se informaba por medio de un decreto. Se realizaba
la cuenta con todos los hombres de negocios de los que se debía el interés
para establecer la legitimidad de las tasas. La primera suspensión de pagos se
dio durante el reinado de Felipe II, en 155726, y la siguieron otras en 1560, 1575
y 1596. Pero los banqueros no pierden todo lo que han prestado a la Corona,
sino que la deuda pasaba a ser de largo plazo.

XVII. HACIENDA REAL

Las fuentes de financiación habituales de los reyes castellanos en la


época altomedieval comenzaron a ser insuficientes. Esto se debió al
estancamiento de los beneficios producidos por los derechos feudales, a su vez
los reyes castellanos no contaban, como otros muchos monarcas europeos, de
los beneficios de las tierras de realengo la cual era una fuente de financiación
notable ya que la propiedad solariega de estas tierras le permitía venderlas o
explotarlas.

En Castilla la desaparición de la tierra de realengo se produjo siglos


antes en el resto de Europa siendo una consecuencia de la temprana
incapacidad de su hacienda por lo que los soberanos se vieron obligados a
crear un sistema de recaudación y generación de ingresos: la Hacienda Real,
la cual favorecerá la creación y desarrollo del Estado moderno. Fue durante
1265 y 1342 cuando surgieron los tributos que sería la base financiera de la
monarquía durante los siglos venideros: el servicio de las Cortes, las

26 A. ALVAR EZQUERRA (2006), 252

22
contribuciones eclesiásticas, estancos y aduanas e impuestos como la alcabala
y los millones27. Estos ingresos serán completados y complementados con
otros ingresos extraordinarios como podrían ser los préstamos. Este modo,
como la hacienda real, constituyó el sustento que fue exclusivo de las casas
reales durante la Edad Moderna, financiándose con los rendimientos de la
tierra y de la hacienda con diferencias territoriales y temporales.

Los servicios de las Cortes tuvieron más importancia a la hora de


financiar la Casa Real. En 1580 los servicios aportaron la cuarta parte de lo
ingresado28. Las contribuciones eclesiásticas no tuvieron una gran participación
en el mantenimiento de la casa real. Los ingresos producidos de rentas como la
cruzada, el subsidio, las tercias, los maestrazgos de las órdenes militares o el
excusado no parece que fueran destinados en aquella tarea. Sin embargo
parece que ocurrió lo contrario con las mesadas eclesiásticas, las cuales fueron
concedidas en 1625 por el Papa Urbano VII.

La alcabala y sus recargos, los cientos, son considerados como los


tributos más importantes de la hacienda real y participaron de manera muy
importante en la financiación de la casa real. Se podría decir que la Casa Real
fue financiada por los más relevantes ingresos ordinarios de la Corona sin que
los ingresos extraordinarios tuvieran mucha importancia. La institución se
mantuvo en gran medida por lo que llegó a sus arcas a raíz de los millones,
salinas, tabaco, alcabalas, etc.

Los ingresos aportados por alcabalas, millones, estancos, aduana y


otras rentas se recaudaban en numerosas localidades de la península. De este
modo presenta unas características que refleja la existencia de un modelo
regional de financiación. La treintena de localidades en las que estas rentas
serán recaudadas pertenecían a la corona de Castilla como Asturias, Madrid,
Andalucía, etc. El grueso del dinero procedía de Castilla y León, Castilla-La
Mancha y Andalucía. Ninguna de estas poblaciones se encontraba en las
provincias vascas, el reino de Navarra o los territorios pertenecientes a la
corona de Aragón. Los ingresos generados por los millones, las alcabalas, etc.,
también procedían de estos territorios.

El análisis del origen regional de los ingresos durante los Austrias


muestra que fueron los diversos territorios de la corona de Castilla los que
financiaron en exclusiva las distintas casas reales y la hacienda real, como
solía definir la historiografía tradicional, la cual decía que sólo las espaldas de
los castellanos soportaban el peso del Estado. Éste fenómeno fue
consecuencia de las características de formación de la monarquía hispánica, la
cual se constituyó como un agregado progresivo de reinos y provincias, las

27
J. JURADO SÁNCHEZ (2005), 67
28
J. JURADO SÁNCHEZ (2005), 68

23
cuales conservaron durante siglos sus instituciones y sus haciendas, por lo que
la utilización de los recursos de cada reino dependía de los órganos rectores de
éstos, como las Cortes y las Juntas, las cuales tendieron a preservar su
autonomía e intereses frente a los soberanos. Como resultado, los territorios
aforados, como la corona de Aragón o el reino de Navarra con las provincias
vascas, no contribuyeron a las cargas del Estado durante buena parte de la
época moderna. Un intento de modificación estructural de este hecho fue el
proyecto de la unión de armas concebido por Olivares, pero será la victoria en
el campo de batalla de Felipe V de Borbón la que acabará definitivamente con
los fueros.

XVIII. DIFICULTADES FINANCIERAS E IMPERIALES

Todas las preocupaciones imperiales de Carlos V -guerra contra Francia


de 1520 a 1530, importantes conflictos con el turco de 1530 a 1540, deseo de
someter la herejía y la revuelta en Alemania de 1540 a 1550, etc.- requerían
abundantes recursos, de los cuales el emperador estaba escaso, por lo cual
acudía reiteradamente a sus dominios en busca de más dinero, negociando
desde una situación desfavorable con sus banqueros genoveses y alemanes,
los cuales realizaban préstamos que le permitían disminuir problemas,
hipotecándose así continuamente. El desastre financiero podía vislumbrarse en
el horizonte. Finalmente, como hemos visto, la esperada bancarrota tendría
lugar en 1557, ya con Felipe II en el trono.

Los territorios que primero soportaron la mayor parte de la carga fiscal


para financiar la política imperial fueron los territorios europeos, pues las
nuevas posesiones americanas tuvieron un papel de poca importancia en este
aspecto durante la primera mitad del siglo XVI. Según J.H. Elliot, “hasta 1550
aproximadamente, los ingresos americanos de la Corona alcanzaron solo los
200.000 o 300.000 ducados anuales, frente a los 2.000.000 de los últimos años
del reinado de Felipe II”29. Cabe destacar la contribución financiera de la Iglesia
española, la cual estaba obligada a pagar a la Corona las tercias reales
(tercera parte de todos los diezmos recaudados por la Iglesia en Castilla) y el
subsidio (impuesto sobre las rentas y los ingresos eclesiásticos en todos los
reinos españoles). A estos impuestos se sumaría en 1567 el excusado, que
consistía en el diezmo total de la propiedad más valiosa de cada parroquia. No
obstante, casi todo el peso fiscal recayó sobre aquellas clases que menos
capacitadas económicamente estaban para sustentarlo.

XIX. PERIODOS DE CRISIS

29 J.H. ELLIOTT (1965), 213

24
La bancarrota de 1557 y la enorme preocupación de Felipe II y Enrique II
por la extensión del protestantismo en Francia fueron motivos más que
suficientes para que en 1559 se firmase la paz de Cateau-Cambrésis, mediante
la cual se ponía fin a la guerra franco-española. A su vez, el poder otomano se
encontraba en estos momentos debilitado, siendo éste otro motivo para
abandonar la guerra con Francia e intentar recuperar la iniciativa en el
Mediterráneo. Felipe II se lanza con todos sus recursos a la guerra contra los
turcos, pero la década de 1550-1560 presenta una situación financiera
decadente, escaseando el dinero, pues los impuestos no son suficientes para
cubrir los costes militares:

Ya en 1558, se había gravado con un impuesto muy elevado la exportación de lana


castellana. A esto siguió la percepción de aranceles en la frontera portuguesa, un
aumento de los almojarifazgos y de los derechos de aduana en los puertos vizcaínos, la
imposición del monopolio real sobre los juegos de naipes y la incorporación de las
minas de sal a los bienes de la Corona30.

El aumento de la tributación hizo posible la campaña en el Mediterráneo


y la construcción de más galeras, aunque la flota española seguía siendo
pequeña. Además, el turco no era la única amenaza, pues la expansión del
calvinismo y el inicio de las guerras de religión francesas a principios de la
década 1560-1570 representaba un peligro palpable y creciente. A su vez, los
herejes eran cada vez más en la población de los Países Bajos españoles,
llegándose a producir alborotos y saqueos de iglesias. Felipe II se aprovechó
de la mejoría de la situación financiera española -los envíos de plata eran
ahora más constantes- para llevar a cabo una acción militar -otra más- que
reprimiese la revuelta en los Países Bajos. Cabe destacar que el
protestantismo tenía su fuerza principal en el mar, donde España tenía aun
muchas cosas que aprender. Los protestantes aprovecharon esto para llevar a
cabo una guerra naval que se desarrollaría especialmente en el Golfo de
Vizcaya, en el Canal de la Mancha e incluso en el Atlántico, de forma que las
posesiones españolas en América estaban ahora en peligro.

1. LA UNIÓN CON PORTUGAL

Como hemos visto -conflictos con el turco en el Mediterráneo, rebelión


de los Países Bajos, guerras de religión francesas, rebelión de los moriscos en
las Alpujarras, etc.-, Felipe II tuvo que solventar grandes y diversos problemas
durante las dos primeras décadas de su reinado. A pesar de que la victoria de
Lepanto (1571) supuso un respiro en el Mediterráneo, la década de los setenta
fue también una década turbia por el fracaso en el sofoco de la revuelta de los
Países Bajos y por la bancarrota real de 1575-1576:

30 J.H. ELLIOTT (1965), 248-249

25
Las dificultades financieras de la Corona habían obligado a su vez al rey a solicitar de
las Cortes castellanas, en 1574-1575, un nuevo aumento de la tributación, petición a la
que las Cortes respondieron aumentando nuevamente el encabezamiento hasta
hacerle alcanzar el cuádruplo de su valor durante los primeros años del reinado de
Carlos V […] Finalmente, la dificultad de recaudar el impuesto al elevado interés fijado,
obligó a la Corona a hacer marcha atrás, y en 1577 Felipe II rebajó el encabezamiento
en una cuarta parte31.

Cuando parecía que todas las fuentes de ingresos habían llegado a su


límite, la plata americana llegó en auxilio del rey. Durante la segunda mitad de
la década 1570-1580 se produjo un grandioso aumento de la cantidad de plata
que llegaba de las Indias. Este incremento estuvo motivado por la introducción
de la amalgama de mercurio para el refinado de la plata, sobre todo la peruana.
Este aumento de plata americana estuvo muy relacionado con la anexión de
Portugal en 1580, pues Felipe II encontró el apoyo de los comerciantes y
banqueros de las ciudades portuguesas, deseosos de la plata americana que
Castilla manejaba. La unión de Portugal dio a Felipe II un nuevo litoral atlántico,
un gran poderío naval (la unión de las flotas mercantes española y portuguesa
la convertían en la mayor del mundo, por encima de los Países Bajos e
Inglaterra) y nuevos territorios que se extendían desde África a Brasil y desde
Calcuta a las Molucas. Fueron estas adquisiciones y el aumento de la llegada
de los metales preciosos los factores que permitieron que se llevase a cabo la
política imperial de la segunda mitad del reinado de Felipe II: intentos de
recuperación del norte de los Países Bajos, propósito de invasión a Inglaterra
en 1588, intervenciones en las guerras civiles francesas, etc.

2. LA ÚLTIMA DÉCADA

Las aventuras imperiales de Felipe II suponían grandes gastos, y la


capacidad de sus territorios, tanto europeos como de ultramar, parecía haber
llegado al límite a mediados de la última década del siglo XVI. Del total de los
ingresos anuales de la Corona, menos de un cuarto procedía de los envíos de
plata americana. Los demás ingresos derivaban de empréstitos o de
impuestos, estos últimos, como ya hemos visto, soportados en su mayor parte
por el exhausto reino de Castilla. No obstante, se hizo necesario crear un
nuevo impuesto que fue aprobado por las Cortes, la sisa, también conocido
como “millones”. Los ingresos no eran suficientes para costear la política
imperial, y en noviembre de 1596 Felipe II volvía a suspender todos los pagos a
sus banqueros, con los cuales se acordó que las deudas serían reembolsadas
bajo forma de juros. La Corona estaba de nuevo en bancarrota.

Los sueños imperiales de Felipe II tocaban fondo. Cabe destacar que,


aunque es cierto que la financiación de la política imperial había sido posible
gracias especialmente a los recursos castellanos y americanos, también fueron

31 J.H. ELLIOTT (1965), 291

26
de gran importancia las relaciones comerciales con la Europa septentrional y
oriental para el abastecimiento de granos, madera y materia naval, productos
éstos transportados en su mayoría por barcos holandeses. Felipe II,
disgustado, estableció, primero en 1583 y más tarde en 1595, un embargo
sobre los buques holandeses en los puertos españoles y portugueses. La
respuesta de los holandeses, los cuales necesitaban la plata y los productos
coloniales españoles, fue clara; desde 1594 se dirigieron regularmente
directamente a las zonas productoras, el Caribe y la América española. El
monopolio de ultramar español nunca se había visto tan amenazado.

En cuanto a la economía americana en sí, cabe destacar que la


población indígena disminuía a velocidades de vértigo, mientras que la
población blanca y mestiza seguía creciendo. Esto significaba que los
colonizadores contaban con menos manos de obra para explotar las minas. Se
importaron muchos negros para sustituir a los indios, pero sufrieron las mismas
enfermedades que habían hecho tanto daño entre estos últimos. Sin embargo,
lo más preocupante era el establecimiento en América de una economía similar
a la española, hasta el punto de que dejaron de ser necesarias algunas
exportaciones. Como ejemplo, a finales del siglo XVI Perú producía ya
cereales, vino y aceite en cantidades bastante considerables.

En la segunda mitad del siglo XVI tiene lugar un gran éxodo del campo a
la ciudad, convirtiéndose Castilla en un reino de grandes campos desiertos, con
muy malas repercusiones para el desarrollo agrícola de España, la cual hacia
1570 ya dependía de las importaciones de cereales procedentes de la Europa
septentrional y oriental. Los precios del grano subían y el hambre hacía mella
en la sociedad española de finales del siglo XVI. Por si todo esto fuese poco,
en la segunda mitad de la década de los noventa hace su primera gran
aparición la peste o epidemia, la cual se iría propagando de norte a sur,
castigando duramente a las densas ciudades castellanas. Esta epidemia
provocó una gran crisis de mano de obra, pero las consecuencias más graves
fueron de carácter psicológico, pues la peste era la gota que colmaba el vaso
para una Castilla desanimada por los numerosos fracasos -Francia, Países
Bajos, Armada Invencible, etc.- y la elevadísima carga fiscal a la que tenía que
hacer frente.

XX. BIBLIOGRAFÍA

ALVAR EZQUERRA, Alfredo (2006), La economía en la España Moderna, Istmo,


Madrid.

ANES ÁLVAREZ, Gonzalo (1999), Cultivos, cosechas y pastoreo en la España


Moderna, Real Academia de la Historia, Madrid.

DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio (1988), Historia de España: El siglo de Oro, Planeta,


Barcelona.

27
ELLIOTT, John (1965), La España Imperial, Vicens-Vives, Barcelona.

JURADO SÁNCHEZ, José (2005), La economía de la Corte: El gasto de la Casa


Real en la Edad Moderna (1561-1808), Instituto de Estudios Fiscales, Madrid.

MARCOS MARTÍN, Alberto (2000), España en los siglos XVI, XVII y XVIII:
economía y sociedad, Crítica, Barcelona.

TUÑÓN DE LARA, Manuel (1980), Historia de España: La frustración de un


Imperio, Labor, Barcelona.

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