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la adolescencia
El estrés, desde el punto de vista negativo del término, es hoy día uno de los
problemas más frecuentes en la sociedad, origen de diversas enfermedades como el
infarto o el cáncer. Sin embargo, en la actualidad existe el error de relacionar el término
estrés con un estado psicológico, producto de la interacción del sujeto con el entorno.
De hecho, Crespo López y Labrador Encinas (2003) consideran que la palabra estrés es
utilizada hoy por hoy como una expresión comodín que usamos para todo tipo de
síntomas. Quizás la definición que Lázarus y Folkman (1986) desarrollaron para dar una
explicación al fenómeno fue la causa de que esta creencia se generalizara: “El estrés
psicológico es una relación particular entre el individuo y el entorno que es evaluado
por éste como amenazante o desbordante de sus recursos y que pone en peligro su
bienestar” (p.43). Muy probablemente, la definición que engloba todos los factores que
el fenómeno conecta sea la del estrés como una “reacción biológica que acaece en
función de la forma en que una persona interactúa (dado un equipo y una funcionalidad
biológica propia de la especie) con objetos, eventos u otras personas en el ambiente en
sus distintas modalidades” (Piña López, Ybarra Sagarduy & Fierros, 2012, p.7).
El estrés agudo episódico haría referencia a aquel tipo de estrés agudo que se da
con más frecuencia de la habitual, propia de personas tensas y nerviosas, propensas a
ataques cardíacos, hipertensión y migraña (Lyle H. Miller & Alma Dell Smith, 1994).
Estos dos modelos fueron propuestos por Seyne, pero han sido muy criticados
debido a que son muy planos, considerando sólo una relación directa entre la causa del
estrés y el estresor. Es por ello que Lazarus y Folkman desarrollaron un nuevo modelo
(1986) conocido como el modelo transaccional, donde se producen dos procesos: por
una parte, una valoración primaria, caracterizada por la relevancia que una persona
otorga a distintas variables sociables como los valores o las creencias personales. Si la
fluctuación no afecta al bienestar de este individuo en cuanto a la alteración de sus
principios y estables, no se producirá una situación de estrés. Si por el contrario, se
superan los límites establecidos, el sujeto sufrirá estrés. Por otra parte, se da una
valoración secundaria, también conocido como acto de evaluación, en el cual el
individuo valora los recursos necesarios para afrontar esa situación adversa y recuperar
el bienestar.
I. Referencias bibliográficas