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TENNESSEE WILLIAMS ALLEN GINSBERG
CHRISTOPHER ISHERWOOD WILLIAM BURROUGHS
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CÓNSULES DE SODOMA
WINSTON LEYLAND
FABULA
TUSOUETS
1.® edición en Cuadernos ínfimos: abril 1982 y abril 1983
1.» edición en colección Fábula: mayo 2004
ISBN: 84-8310-958-1
Depósito legal: B. 16.438-2004
Introducción 9
Allen Ginsberg.......... 11
John Giorno............... 59
Christopher Isherwood 115
Tennessee Williams . . 143
Roger Peyrefitte .... 169
William S. Burroughs 197
Jean Genet.................. 239
Gore Vidal.................. 283
Estas entrevistas se publicaron originalmente en la revista Gay Sunshine
(San Francisco, California). William Burroughs: GS 21 (primavera 1974);
Jean Genet: GS 35 (invierno 1974); Alien Ginsberg: GS 16 (enero 1973)
y GS 17 (marzo 1973); John Giorno: GS 24 (primavera 1975); Chris
topher Isherwood: GS 19 (septiembre-octubre 1973); Roger Peyrefitte:
GS 38 (otoño 1978); Gore Vidal: GS 26-27 (invierno 1975-1976); Ten
nessee Williams: GS 33-34 (verano-otoño 1977).
Introducción
9
temática abiertamente homosexual ('véanse las antologías Angels of the
Lyrejy Orgasms of Light). La mayoría de estas entrevistas reflejan el im
pacto del movimiento de liberación gay en la literatura y el arte posteriores.
Winston Leyland
Director de Gay Sunshine
San Francisco, primavera de 1978
10
Allen Ginsberg
ALLEN GINSBERG (1926-1997) nació en Newark, Nueva Jersey,
aunque al poco tiempo se trasladó con su familia a Paterson, en
el mismo estado. Su infancia estuvo marcada por la figura de su
madre, Naomi Ginsberg, una emigrante rusa militante de izquier
das que fue internada tras sufrir varios ataques de locura. En 1943,
ingresó en la Universidad de Columbia, en Nueva York, donde
desarrolló una estrecha amistad con William S. Burroughs, Neal
Cassady, Herbert Huncke, Lucien Carr y Jack Kerouac. Junto a
este último emprendió un viaje de costa a costa con el objetivo de
recuperar el espacio norteamericano y retomar la tradición de
Walt Whitman, sembrando de esta manera la semilla de lo que
posteriormente vendría a denominarse la generación Beat. Tras es
tablecerse en San Francisco, conoció a Peter Orlovsky, con el que
mantuvo una estrecha relación. En 1956 publicó «Howl» («Aulli
do»), un poema que rompía con todas las normas de la poesía y
que constituyó una declaración de principios.
Posteriormente realizó varios viajes por Japón y la India, don
de entró en contacto con el budismo, que, junto a la reivindicación
de la homosexualidad, las drogas y el pacifismo, conformarían la
base de su pensamiento. En los años setenta se convirtió en uno
de los referentes del movimiento contracultural surgido en Esta
dos Unidos. Fue un gran activista y mantuvo un fuerte compro
miso social hasta su muerte.
De su producción literaria cabe destacar, además de Aullido,
Kaddish (1961), Sándwiches de realidad (1963), Noticias del planeta
(1968), La caída de América (1972) y Suspiros mentales (1977). Gins
berg es autor además de: Ankor Wat (1968), Sueños en avión (1968),
13
TV Baby Poems (1968), Caballo de hierro (1972), Las puertas de la ira:
Poemas rimados, 1948-1952 (1972), Improvisaciones poéticas (1972),
Alien Verbatim (1974), Visions of the Great Remember {\914} y Los pri
meros blues (1976). En 1977, Gay Sunshine publicó una selección de
la correspondencia y los poemas de Ginsberg y Orlovsky. En su
última etapa destacan las obras Oda platoniana (1982), Cartas de
amor ambiguo (1985), Selected Poems: 1947-1995 (1996), Luminous
Dreams (1997), Muchos amores (2000) y Muerte y fama: poemas 1993-
7997(2000).
14
cuentros sexuales desde mediados de los años cuarenta hasta bien
entrados los sesenta, así que se trata de una amistad muy larga e
íntima. Pero al final no quiso tener más relaciones conmigo, sim
plemente me rechazó. Eso es todo con respecto a Neal y a Jack.
YOUNG: ¿Por qué crees que se publica ahora por primera vez?
GINSBERG: Kerouac siempre quiso que se publicara. Pero el mun
do editorial no estaba preparado para apostar por un libro tan de
senfadado, de un genio tan extraño y con una estructura suma
mente compleja. Se parece más a Ser norteamericanos de Gertrude
Stein que a otras obras suyas.
15
YOUNG; ¿Insinúas que Kerouac tuvo que luchar por su publicación?
GINSBERG: ¡Sin duda! Jack escribió En el camino en 1950, pero, a
pesar de que ya había aparecido su gran libro. La ciudady el cam
po, tuvo que esperar siete años para verlo publicado. La estrategia
comercial de la editorial le exigía que escribiera algo sencillo y
atractivo entorno a la generación Beat. Así es como nació Los va
gabundos del Dharma, una especie de ejercicio de virtuosismo y
magnanimidad bodhisattvay La obra, escrita con frases cortas para
ser accesible a todo el mundo, pretendía ofrecer su visión sobre la
revolución espiritual. Además utilizaba como héroe el personaje
de Japhy Ryder, que estaba inspirado en la figura de Gary Snyder.
16
YOUNG: Tras reconocer tu homosexualidad ¿tuviste algún problema con
tu círculo hipster^?
GINSBERG: Te voy a responder con un poema, titulado «In So
ciety», que leí en el juicio de los Siete de Chicago.^ Reproduce un
sueño que tuve en 1947, durante mi estancia en Columbia:
17
Volvió la cabeza, y no quiso
que nos presentaran. Me indigné y le dije: «¡Qué!
¡Por qué pones esa cara de asco, imbécil!».
La gente se volvió hacia nosotros.
«¡Por qué, cerda narcisista! ¿Cómo
puedes tomar una decisión así si ni
me conoces?» Proseguí en un tono violento
y mesiánico, al final me sentía inspirado,
dominaba toda la habitación.
YOUNG: Bueno, ¿y besar a los jugadores defútbol era una realidad o sólo
una fantasía ‘whitmaniana?
GINSBERG: En mi caso era una realidad, puesto que yo estaba con
Jack Kerouac, que por aquel entonces jugaba en el equipo de fút
bol americano de la Universidad de Columbia. Quizás era una de
esas fantasías whitmanianas que se convierte en una realidad coti
diana. Evidentemente, en aquella época nadie osaba hacerlo en la
facultad, aunque por suerte los tiempos han cambiado. A los die-
4. Perteneciente o relativo al poeta estadounidense Walt Whitman y a su
visión sobre la sexualidad, en la que prima el homoerotismo por encima de la
homosexualidad explícita. (N. del T.)
18
viséis años, durante el primer curso en Columbia, mantenía en se
creto mi homosexualidad. A los diecisiete, el encarcelamiento de
un buen amigo provocó que me rebelara contra el autoritarismo
cultural y moral de Columbia. En esa época me interesaban Rim
baud y Whitman, y ya me habían presentado a Burroughs. A tra
vés de él descubrí la obra de William Blake y de Oswald Spengler.
Por aquel entonces, la semántica era algo importante, pues era ne
cesario separar las palabras de los objetos que representaban, y no
dejarse confundir por etiquetas como gay o marica.
Viví el cambio de la pubertad a la vida adulta cuando dejé el ins
tituto. Durante mi adolescencia, vivía como aislado, pero eso no
quiere decir que me escondiera; ése no era mi estilo. Más bien era de
bido a mi timidez y el miedo al rechazo. En mi época del instituto
me enamoré de varios chicos, en particular de uno que iba al Institu
to de East Side, en Paterson, y que, de hecho, seguí hasta Columbia.
19
gustaban las chicas, estaba obsesionado con ellas. Le encantaba la
merles el coño, aunque realmente lo que más le excitaba era ver-
las en ropa interior, con unos panties o unas medias negras. Tam
bién le atraían los chicos guapos, y sentía una gran debilidad por
los maricas de la tercera edad. Le parecía que compartían huma
nidad, emociones, y hasta un cierto tipo de erotismo, aunque en
esto último, él prefería no participar.
Como novelista, se abrió al arte homosexual y comulgó con al
gunos de sus postulados y ciertas expresiones literarias. Muchos de
sus poemas son autobiográficos, aunque en otros exagere hasta la
cursilería. En aquella época llamábamos high teacup'^ a una jerga pre
tenciosamente refinada y amanerada que nos habíamos inventado.
Lo que trato de decir es que, en ocasiones, tenía sentimientos con
tradictorios, y creo que no sería justo ni acertado definirle como
homosexual. Antes, existía la tendencia entre algunos gays de po
ner etiquetas a todo, incluso a ellos mismos. Al igual que los ma
chos heterosexuales etiquetaban a los gays, éstos les devolvían la
moneda reaccionando de forma exagerada contra todo aquello que
oliese a hetero. De ahí que Kerouac se resistiera a que le señalasen
como marica cuando en verdad no lo era. (De pronto, Ginsberg se di
rige a Peter Orlovsl^, que se hallaba en el otro extremo de la habitación,
donde no podía oír la entrevista:) ¿Jack era marica?
ORLOVSKY: ¿Jack?, ¿marica? No, que yo sepa.
GINSBERG: Eso es..., que tú sepas. Todos nos acostamos con Jack
en alguna ocasión.
ORLOVSKY: Me acuerdo de una vez en que estaba tan borracho que
ni se le levantó.
GINSBERG: (Riendo) Sí. Bueno, pero al final se corrió. Estábamos en
casa de Clellon Holmes, ¿te acuerdas? Yo se la mamé y tú me dis
te por el culo.
ORLOVSKY: ¿Y qué me dices de aquella vez en Second Street? Jack
estaba en una de las habitaciones, borracho perdido, y tú intentas
te mamársela. Allí sí que no se le levantaba. Y él, mientras, no pa
raba de hablar de su pequeña polla, tan encogida y arrugada.
20
GINSBERG: Nos dio todo tipo de explicaciones. Sin embargo, años
atrás, no dejaba de pedirme que se la mamara. Recuerdo que un
buen día me dijo: «Soy viejo, feo, tengo barriga cervecera, soy un
borracho y ya nadie me quiere. Ya no les gusto a las chicas. Ven y
hazme una buena mamada». Cuando se emborrachaba insistía mu
cho en eso. Es cierto que en esa época tenía una barriga de bebe
dor de cerveza y la cara enrojecida por el alcohol; incluso ante mis
ojos ya no parecía aquel joven elegante y romántico, aquel prínci
pe encantador salido del tenebroso reino spengleriano de la posgue
rra. De hecho, todas esas ideas suyas sobre los cuerpos y el sexo tam
bién hicieron mella en mí, aunque hoy las considero como una de
mis primeras lecciones de castidad. Hay un verso de William Yeats
que dice «Tendrán los viejos amantes el tiempo denegado, sepulcro
sobre sepulcro lo habrán al fin gozado». En realidad, me di cuenta
de que con el tiempo me había acostado con todas esas personas
que había amado y deseado. Puede que ello me llevara veinte o
treinta años, y que quizá, para cuando lo consiguiese, todos fuéra
mos ya viejos y calvos, pero lo importante es que al final el deseo
siempre encontró su camino. Para mí, eso es una lección muy im
portante. Cuando uno consigue distanciarse un poco de la neuro
sis y la obsesión, comprende que todo fluye normalmente y que los
seres que una vez adoró han desaparecido en un mar a la deriva.
Un elemento importante en la lucha y la metafísica del movi
miento de liberación gay, y que me parece que todavía no ha sido
considerado, es el relativo a la desilusión por el cuerpo. Personal
mente, creo que entre los hombres existe un eros auténtico que
no depende del apego neurótico o de la obsesión, puesto que es
libre y no entiende de barreras. Todos descubrimos este eros con
nuestros primeros amores, fantasías y devociones. Sólo unos po
cos somos lo suficientemente afortunados como para expresamos
libremente, dejándonos llevar por nuestros sentimientos. La ten
sión neurótica que provoca el desmadre, la ruptura y la propia li
beración gay, acaba por destruir la gracilidad del amor. El movi
miento de liberación gay también tendrá que aceptar, tarde o
temprano, las limitaciones del sexo.
El sexo se puede convertir en algo interesante si se parte desde
el posicionamiento que toma al respecto el hinduismo, el budismo
21
O, incluso, el fundamentalismo cristiano. Burroughs ha escrito lar
go y tendido sobre este tema, y ha logrado convencer tanto a los
más modernos como a los más radicales. El ve el sexo como un
«hábito», como una droga u otro producto semejante, que el po
der estimula a consumir para así poder mantener a la gente escla
va de su cuerpo. De esta manera, y bajo la amenaza de destruir los
cuerpos, el poder garantiza su control sobre las mentes. Según Bu
rroughs, ése es el camino que lleva al gran palacio de la masa verde,
al jardín de la masa verde, a la trampa de la masa verde, donde todo
el mundo chapotea en medio de una sustancia verde.
A medida que me hago viejo, he ido descubriendo que pue
den existir otros tipos de relación aparte del sexo, si bien, sigo sin
tiendo en mi interior las pulsiones de antaño. Cuando estuve en
Australia, me enamoré locamente de un joven y guapo guitarrista
que tocaba el dobro^ y que me acompañó durante todo el viaje.
Me esperaba cada día en el hotel para tocar música juntos. El re
citaba mantras, pero más adelante descubrí que era un virtuoso del
blues, y le pedí que me enseñara. Nos acostamos juntos la prime
ra noche, y quedé fascinado por sus ganas de complacerme y por
su generosidad y sumisión. Después ya no quiso volver a tener re
laciones sexuales conmigo, aunque era evidente que me amaba.
Fui el primer hombre con quien se acostó. ¿Cómo podía estar con
alguien que me quería de verdad, pero que no quería jugar con mi
polla ni mucho menos mamármela? Y sin embargo, dado lo que
sentía por mí, no le importaba dormir desnudo a mi lado. Era una
situación muy extraña... pero ¿acaso más extraña que mis deseos?
Al final me pareció vivir lo que Edward Carpenter y Whitman
pusieron de moda en el siglo XIX, esto es la carezza, una forma de
amor platónico que se da entre personas que duermen juntas y se
acarician, pero en el que no está permitida la eyaculación. Ésa fue
básicamente la relación que mantuve con aquel chico.
Durante las dos semanas siguientes recorrimos toda Australia.
Pronto me di cuenta de que mi obsesión por aquel chico se con-
22
vertía paulatinamente en una sensación cálida y a la vez dolorosa,
como una droga que desde entonces corre por mis venas. Noté
que él me correspondía y que sentía, al igual que yo, que esa des
nuda castidad que practicábamos nos unía más si cabe. Cuando
subíamos al escenario, nuestra comunicación erótica se convertía
en algo delirante e incontenible. Yo, además de tocar el armonio,
recitaba mantras y cantaba bines, mientras él tañía el dobro. Nos
excitábamos continuamente con canciones y miradas, e incluso lo
grábamos transmitir esa pasión al público. Yo llegué a sentir un
tipo de orgasmo muy sutil y etéreo que parecía ocupar la parte su
perior de mi cuerpo, en lugar de la zona genital. Aunque siempre
he tenido prejuicios contra la sublimación de los impulsos sexua
les, la experiencia resultó tan deliciosa que ningún tipo de moral
puede nublarla. La recomiendo sinceramente, creo que todo el
mundo debería sentir dicha experiencia. Poder acercarse íntima
mente a la persona amada aunque no se tengan relaciones sexua
les. Llegar a tener una especie de relación consumada. ¡Abajo el
sexismo!
Conozco a muchos hombres heterosexuales que piensan lo
mismo. Tal vez nunca lleguen a dormir desnudos junto a otros
hombres, pero sus corazones albergan los mismos sentimientos, y
aunque parezca lo contrario, no se pone en duda su heterosexua-
lidad. No me sorprendería que, entre la mayoría de varones, esa
fuera una experiencia completamente aceptada.
El problema es vulgarizar la idea del «compañero» con una
simple etiqueta. En su fase política, el movimiento de liberación
gay aún no ha aceptado ni integrado gratas manifestaciones de co
municación humana, satisfactorias para todo el mundo, como
pueden ser la tradición de camaradería, de la cual por ejemplo ya
se habla en la Biblia entre David y Jonatán, o las relaciones cor
porales, tal como las entendemos en la actualidad. En otras pala
bras, hay muchas tendencias políticas y sociales que se abren al
movimiento de liberación gay, a medida que éste asume otras mo
dalidades de amor, además del exclusivamente sexual. Puede ser
que el puente entre la liberación gay y la liberación heterosexual
se encuentre en el reconocimiento de la ternura masculina, la cual
fue durante tanto tiempo negada.
23
YOUNG: En Kaddish haas referencia a tu homosexualidad de la siguien
te manera: «Montes Cervinos'^ de polla, Grandes Cañones de ojete».
¿Usaste esas grandes metáforas porque te pesaba demasiado tu homosexua
lidad?
GINSBERG: De niño, cuando mi timidez me impedía expresar mis
sentimientos, nunca imaginé la cantidad de amantes que llegaría a
tener, ni que acabaría siendo uno de los portavoces de la homo
sexualidad. Ése es el sentido de «Montes Cervinos de polla, Gran
des Cañones de ojete»: haber conseguido desnudarme en público
y que, cuando se hable de mí en el Quién es Quién, se diga que es
toy casado con Peter.
7. Relativo al monte Cervino, una de las cumbres más elevadas de los Al
pes Peninos, en la frontera italosuiza. (N. del T.)
24
YOUNG: En una de tus obras hay un verso que dice: «éQuién quiere ek
verdad que le den por el culo ?».
(íiNSBERG: Eso pertenece a «Mescalina», un poema que aparece en
Kaddish. Para empezar, si se está en un viaje gracias a la mescalina,
¿quién quiere existir en el universo? ¿Quién quiere tener un nom
bre? ¿Quién quiere tener un ego? Y sobre todo ¿quién quiere ser
marica? ¿Quién quiere sentir dolor cuando le dan por el culo,
como de hecho a veces sucede? Eso también forma parte de la
puesta en escena. Y puede que no lo sepas de antemano. Las co
sas parecen ir bien y, de repente, se convierten en algo doloroso.
Así que ¿quién quiere realmente que le den por el culo de esta ma
nera? El escándalo llegó cuando recité Aullido. De repente me pa
reció gracioso decir «Dejad que les den por el culo... y que griten
de placen*, en lugar de «y que griten de dolop>. Ahí está la para
doja, aquel público esperaba que dijera «dolop>, pero en su lugar
preferí decir: «y que griten de placer».
En otro verso hago referencia a Hart Crane^ cuando digo:
«Quienes mamaron y fueron mamados por esos serafines huma
nos, los marineros, y sus caricias de amor atlántico y caribeño».
Era una forma de aceptar la realidad del placer homosexual. Fue
como una liberación, una salida del armario, aceptar algo que no
había querido hacer público antes a causa de mi padre y de mi
familia.
25
ron un golpe bajo, ya que se trataba de un reconocimiento y un
rechazo a la vez; además, llamaba «bruto» a Kerouac.
Walt Whitman es un referente muy importante en cuanto a la
ternura masculina. Aunque ni la izquierda radical ni el movimien
to de liberación gay lo han considerado nunca un ídolo o un pro
feta, Whitman hizo unas declaraciones muy acertadas sobre la li
beración masculina en su obra Perspectivas democráticas. En ellas
cuenta cómo la vorágine capitalista podría convertir a Norteamé
rica en lo que, en parte, es en la actualidad: la «maldita entre las
naciones». Es posible que ya estemos en el camino hacia un des
tino y un estatus equivalentes en el mundo al de esa legendaria
nación maldita. Whitman matiza que «la camaradería y el apego
apasionado de un hombre por otro sustenta, aunque sea difícil de
definir, las enseñanzas y los ideales de los salvadores de cada na
ción en cualquier época. Los hábitos y la literatura deben cultivar
la esperanza y la seguridad en el futuro de estas naciones».
Luego, en una nota a pie de página, dice:
«Es en el desarrollo, la identificación y la preeminencia de esa
fervorosa camaradería (el amor y el afecto en pugna con el amor
pasional) donde busco el equilibrio y la compensación a nuestra
materialista y vulgar democracia americana. Muchos dirán que sue
ño despierto y no seguirán mis postulados, pero yo espero confia
do el momento en que corrientes de amistad masculina se deslicen
como vibraciones subterráneas a través de los intereses mundanos
de nuestro país. De la democracia se desprende esa camaradería
amorosa, sin la cual resultaría incompleta y vana».
Posteriormente, en el prefacio de la edición de 1876 de Hojas
de hierba, Whitman añade la siguiente nota a pie de página:
«Ya que hablo del tema, haré una confesión completa. En par
te, publiqué Hojas de hierba para despertar la amistad y el amor, y
fomentar esas corrientes de amistad entre mis actuales y futuros
lectores, ya sean hombres o mujeres, jóvenes o viejos. En este li
bro expreso abiertamente y sin tapujos mi infinito deseo de afec
to y camaradería universal, el cual, en el fondo, está presente en
el alma de la mayoría de los hombres. La poesía ha sido desde
hace mucho tiempo el guardián formal del arte y la belleza, y en
este sentido es una forma de amor. Quiero pensar que en obras
26
como «Cálamo» establezco un dulce y sutil lazo con el lector.
Además, la fuerza de esta obra reside en su sentido político. En
mi opinión, en un futuro no muy lejano, los Estados Unidos se
consolidarán como una unidad viva gracias al ferviente y conscien
te desarrollo de la camaradería masculina, latente en todos los jó
venes de norte a sur y de costa a costa».
Por eso creo que el camino de la liberación gay y el de la li
beración de los hombres pasa por sacar a la luz los sentimientos
y la ternura que éstos albergan.
YOUNG: Los que dentro del movimiento gay se hacen llamar «afeminados»
dirán que esta idealización del amor masculino ningunea a las mujeres, y
que no es más que otra forma de supremacía masculina, en la misma lí
nea que el amor griego,
GINSBERG: No lo sé. No creo que a la larga fuera así. Me parece
un sentimiento muy genuino. En el caso de Whitman eso no pa
recía interferir en sus relaciones con las mujeres, porque tenía ami
gas que sentían lo mismo que él y que eran, creo, lesbianas casa
das y amas de casa.
Whitman decía que, en Estados Unidos, la relación emocional
entre hombres no había evolucionado. Actualmente diría que ha
sido reprimida por la competencia y la rivalidad características de
la economía capitalista. La única relación entre hombres que ad
mite la ternura es la que se da entre hermanos. Pero incluso ese
vínculo le ha sido negado al hombre blanco con escasa formación
del sur de los Estados Unidos, lo que le ha provocado una inca
pacidad para relacionarse, tanto con hombres como con mujeres.
Aún no conocemos el alcance real de los lazos afectivos entre
hombres, ni si éstos son conscientes de su significado político.
Pero ¿cuál es la alternativa? En este punto, alguien puede rescatar
el ideal de amor en la antigua Grecia, y señalar los puntos de con
tacto, como podría ser el miedo a las mujeres, con el comporta
miento de los beatniks. Sin embargo, también habrá que compren
der las restricciones propias de nuestra educación, como son la
desconfianza, el odio y la paranoia.
Whitman era consciente de esta situación y estaba sensibiliza
do con el tema debido a la represión impuesta a su amor hacia
27
otros hombres, y al hecho de no poder manifestarlo abiertamente
y en público. Así que tuvo que buscar una forma propia de expre
sar lo que él llama su «apego».
Creo que la liberación emocional de los hombres llevaría tam
bién a una distensión de las relaciones entre hombres y mujeres,
puesto que los hombres no tendrían que mostrarse fuertes y con
quistadores con ellas. De este modo, el establecimiento de amista
des puramente emocionales entre los hombres podría significar
también una apertura hacia amistades no necesariamente sexuales
con mujeres.
Por el contrario, Hemingway encamaría un modelo preemi
nentemente machista, musculoso y militar. Al igual que Whitman,
creo que el antídoto al escenario machista que presenta Heming
way pasa por el reconocimiento de la ternura honesta y emotiva
como base de la emoción sexuada o asexuada. La camaradería en
tre los hombres debería democratizar la amistad, de tal manera
que no se limitara a la típica amistad entre hombres y mujeres ba
sada en el sexo. Creo que esto solucionaría gran parte del conflic
to que presenta el machismo y sus propias contradicciones.
Es obvio que la homosexualidad masculina se define, en par
te, por la transmisión del fluido sexual y emotivo hacia los hom
bres más que hacia las mujeres. Pero yo creo que el objetivo de la
liberación gay ha de ser aceptar la diversidad de desarrollo como
algo viable, y en consecuencia darle cabida. Es por ello que me
atrevo a decir: deja que la flor más pura manifieste su recto pro
pósito, que es orientarse hacia la luz; y deja que la flor rebelde
muestre también, en su inclinación, su empeño, que es igualmen
te encararse hacia la luz. La flor rebelde tiene que rodear las pie
dras para buscar la luz, pero su fin es llegar, como la flor pura, a
la luz del amor. Dicho esto, el movimiento de liberación gay de
bería echar por tierra el temor que muchos maricas sienten hacia
las mujeres, o acabar con la barrera que existe entre los hombres,
con lo cual, probablemente, se podría llegar al mismo objetivo.
También me gustaría señalar lo que sería el tradicional despre
cio que sienten los afeminados hacia las relaciones sexuales inter
generacionales. En Berkeley leí varios manifiestos al respecto. Re
cuerdo que hablé de esto con Gavin Arthur, un caballero de
28
exquisitos modales que murió hace poco en San Francisco. Gavin,
además de nieto del presidente Chester Arthur, era astrólogo,
maestro y todo un gurú. Neal Cassady se fue a la cama con él al
guna vez, cuando se refugiaba en San Francisco tras sus correrías
con Ken Kesey. Ahí comenzó el mito, la leyenda de una cierta lí
nea de transmisión, puesto que Gavin Arthur se había acostado
con Edward Carpenter, que a su vez hizo lo propio con Walt
Whitman. El héroe heterosexual de Kerouac también se acostó
con alguien, que a su vez se había acostado con una tercera per
sona, la cual se había ido a la cama con Whitman, y de esta for
ma, recibió la tradición susurrada de ese amor.
29
perimenta como un hecho natural. Cuando te acuestas con al
guien más joven que tú, ganas un poco de vitalidad, de aire fres
co y de brío.
30
Nosotros dos chicos siempre juntos,
Sin que ninguno deje nunca al otro.
Por caminos que suben y bajan, haciendo excursiones al
norte y al sur,
Disfrutando del vigor, extendiendo los codos, apretando los
dedos,
Armados e intrépidos, comiendo, bebiendo, durmiendo,
amando.
No obedecemos otra ley que la nuestra, navegando, sirviendo
en el ejército, robando, amenazando,
Asustando a los míseros, los lacayos, los clérigos, respirando
aire, bebiendo agua, bailando en la hierba o en la orilla
del mar,
Arrasando las ciudades, despreciando el reposo, burlándonos
de los estatutos, combatiendo la debilidad,
Realizando nuestras correrías.
31
¡Es perfecto y refleja fielmente la realidad! Eso es justamente
la vida, tanto la de los homosexuales como la de los heterosexua
les. Es sin duda una magnífica visión de las relaciones humanas en
los Estados Unidos. Y no es ninguna realidad exclusivamente ho
mosexual, tiene que ver con el apego del que hablaba Whitman,
que está latente en todos nosotros y listo para aflorar entre Dios
sabe cuántos jóvenes con los que me he topado en la universidad
o en cualquier otra parte. Jóvenes con los que me senté y a los
que tomé de la mano, y para los cuales tuve sentimientos de amor,
y seguro que ellos los tuvieron hacia mí. Todo eso no tiene nada
que ver con mariconerías, ni tan siquiera con algo gay, lo gay tie
ne demasiada categoría.
YOUNG: Por lo que has dicho antes, esto se daba más entre los bohemios
y los hipsters.
GINSBERG: ¡No, qué va! ¡Esto existe desde el hombre de Cro-Mag
non!
32
vioso. Pero también existe la figura del homosexual disciplinado,
resentido y quisquilloso con complejo anal. Cuando yo era joven,
la división entre los mugrientos, y sin embargo adorables, beatniks
y los maricas monopolizadores, privilegiados y con dinero, era
más explícita. Personalmente nunca me ha gustado definirme ex
clusivamente como marica u homosexual; quizá me siento más
como un amante sin nombre.
YOUNG: ¿Te has encontrado con gente así en los bares de ambiente de
Nueva York?
GINSBERG: He conocido gente de todo tipo, desde gays deslengua
dos y divertidos a viejos marineros maricones de los años veinte.
Pero también ejecutivos del mundo de la publicidad con la boca
fruncida, totalmente paranoicos, asustados, conservadores y reac
cionarios. En fin, de todas las clases y condiciones. Existe un rei
no de maricas que depende del dinero, amanerado, chic, privile
giado y exclusivo, de clase alta excluyente, y yo diría que, por lo
general, acompañado de oscuras intenciones, malos modales y
amor desleal. A mí me gusta la homosexualidad en la que hay mu
chos amantes y amigos, y en la que éstos lo son para toda la vida.
33
Vigne, con el que me enfrasqué en una larga e interesante conver
sación sobre el mundo del arte y sobre pintores como Larry Ri
vers, Willem De Kooning y Franz Kline. LaVigne era un pintor
que no había viajado mucho, así que le conté las últimas noticias
del ambiente artístico de Nueva York. Me invitó a su apartamen
to para ver sus pinturas. Estaba a unas cuatro calles, en Gough
Street, que es donde más tarde fui a vivir. Ese día cuando entré en
su piso me sorprendió un enorme y bonito cuadro que despren
día un gran lirismo. Era el retrato de un joven desnudo con las
piernas separadas, unas cebollas a sus pies y un pequeño bordado
griego sobre el sofá. Tenía una bonita polla, el cabello rubio, una
carita joven y una expresión de dulce honestidad, parecía que me
estuviese mirando. De inmediato, sentí un vuelco en el corazón.
Pregunté quién era. Y Robert dijo: «Ah, ése es Peten Está en casa».
Poco después Peter entró en la habitación, y observé que su ros
tro tenía una expresión algo más tímida que la del cuadro.
A la semana siguiente, Robert dijo que se iba de la ciudad,
que había roto con Peter, o que éste había roto con él, ahora mis
mo no me acuerdo. Me preguntó si Peter me interesaba, y ante
mi respuesta afirmativa, me dijo que vería lo que podía hacer. Yo
le respondí que no se burlara de mí. Aunque sólo tenía veintinue
ve años, la verdad es que no tenía muchas esperanzas. Diez años
atrás, había tenido un intenso affaire con Neal Cassady, lo que me
había convertido en un perro viejo y cansado con respecto a los
fracasos amorosos. Aún no había encontrado un compañero para
toda la vida, y ya hacía tiempo que había dejado de ser aquel vein-
teañero con ideas románticas. Esa noche nos encontrábamos en el
bar Vesubio. Robert tuvo una larga conversación con Peter, y le
preguntó si yo le interesaba. Se comportó como una especie de ca
samentero.
Una noche volví a casa de Robert y fui directamente a la ha
bitación de Peter. Me quité la ropa y me tumbé junto a él en un
enorme colchón que tenía en el suelo. Yo no me había acostado
con muchos hombres, y siempre me había limitado a dar o a re
cibir. Las personas con quien había estado, como Jack o Neal, se
sentían heterosexuales, con lo cual nunca aceptaron darme abier
tamente la ternura que yo necesitaba. Siempre me sentía muy co-
34
hibido, y sólo teníamos relaciones sexuales cuando ellos querían,
lo cual, por otra parte, sucedía muy pocas veces y era como un re
galo del cielo. Si te metes en una relación de este tipo, lo que ob
tienes es un placer muy peculiar, una mezcla de dolor, pérdida ab
soluta y esperanza. Cuando uno se la mama a alguien en estas
circunstancias y consigue que se corra ¡es algo maravilloso! Basta
una sola caricia para olvidarte de tu corazón, de tu sexo y de la
vida misma. Y está claro que te puede hacer llorar.
En fin, Peter se volvió hacía mí, sólo llevaba puesta una gran
bata japonesa con la cual me envolvió y me acercó hacia él hasta
unir nuestros cuerpos. Fue tan honesto que lo recuerdo como una
de las primeras veces en que me sentí realmente libre con un hom
bre. Entonces, me envalentoné y me lo tiré. Luego él se puso a
llorar, y yo me asusté porque ignoraba qué había hecho para pro
vocar su llanto, pero por otra parte me emocionó ver que le im
portaba lo suficiente como para llorar. Al mismo tiempo, mi yo
más sádico se sintió halagado y excitado. El caso es que Peter llo
raba porque se dio cuenta de lo mucho que me estaba dando, y
de lo mucho que yo le exigía. Creo que su llanto venía motivado
por encontrarse en una situación en la que no sabía cómo se ha
bía metido. Me quedé impresionado al darme cuenta de que ésa
era la más cruda de las razones para llorar. Cuando Robert se en
teró de lo sucedido, corrió a consolar a Peter. Yo era muy posesi
vo, e hice lo posible para apartar a Robert de Peter, lo que provo
có una curiosa desconfianza de Robert hacia mí, que duró unos
dos años, hasta que nuestros karmas por fin se disolvieron.
En un principio, Peter era heterosexual, siempre lo había sido.
Creo que el peso de mi posesión sádica al follarlo fue otra de las
razones de su trauma. ¡Por primera vez en mi vida tenía la opor
tunidad de joder de verdad con otro hombre! Creo que eso le des
concertaba. En cambio a mí me tenía fascinado. Así que por mu
chos años tuvimos que trabajar aquel aspecto de nuestra relación,
lo cual era a veces doloroso.
En las Navidades de 1954, tuve que ir a Nueva York para asis
tir a la boda de mi hermano. Cuando regresé, me mudé a su apar
tamento. Por aquel entonces existía un triángulo amoroso entre
Robert, Peter y yo. Peter aún no había decidido si quería iniciar
35
una relación más seria conmigo. Yo estaba enamorado y me ha
bía hecho ilusiones. Estaba convencido de que quería compartir el
resto de mi vida con él. Por su parte, Robert dudaba de no haber
cometido un disparate, y Peter se sentía atrapado por esta rivali
dad entre Robert y yo, aunque al mismo tiempo no estaba seguro
de querer una relación seria conmigo. De todos modos, a él siem
pre le habían gustado las chicas, pero entonces ¿qué hacía acos
tándose conmigo?
Al final me harté de aquella situación y me trasladé a un apar
tamento frente al hotel Wentley. Trabajaba haciendo estudios de
mercados cuando tuve la brillante idea de clasificarlos e introdu
cirlos en una máquina para ahorrar trabajo. Aquel hecho compor
tó que la empresa para la que trabajaba pudiese prescindir de mis
servicios. Fue una manera agradable y sin resquemores de quedar
me sin trabajo, y además pasé a cobrar el subsidio de desempleo.
En esa época acudía a sesiones de psicoanálisis en la Langley
Porter Clinic, un centro perteneciente a la Facultad de Medicina
de la Universidad de Berkeley. El psicoanalista que me llevaba era
un gran profesional, y le dije: «Tengo muchas dudas respecto a en
rollarme con Peter porque no sé cómo acabará. Temo que, con
forme me vaya haciendo viejo, Peter deje de quererme, y entonces
todo se convertirá en una relación pasajera. Además, ¿no debería
ser heterosexual?». Él me respondió lo siguiente: «¿Por qué no ha
ces lo que quieres? ¿Qué te gustaría hacer?». Y yo contesté: «Bue
no, realmente lo que me gustaría sería conseguir un piso en Mont-
gomery Street, dejar de trabajar, vivir con Peter y escribir poemas».
El insistió: «¿Por qué no lo haces?». Dije: «¿Qué pasará cuando me
haga viejo?». Y replicó: «Hombre, tú eres una persona muy agra
dable, siempre habrá gente a quien le gustes». Esa respuesta me
sorprendió muchísimo y me ayudó a sentirme libre y no preocu
parme tanto por las consecuencias.
Yo seguía esperando a Peter en la habitación que había alqui
lado, pero él decidió quedarse en el apartamento de Gough Street
e ir a la universidad. Durante aquella larga espera me dediqué por
completo a la escritura.
Neal Cassady vino a verme un par de veces y recuerdo que nos
lo montamos. Una de las últimas veces que follamos fue maravi-
36
lioso, porque por fin podíamos tener intimidad. Él estaba echado
en la cama, completamente desnudo, yo me senté encima de su
polla y comencé a excitarlo para que se corriera.
Entretanto, yo seguía esperando que Peter tomase alguna deci
sión. No tenía mucho que ofrecerle, ni tampoco podía exigirle que
viniera en contra de su voluntad. Las cosas no le iban bien en casa,
así que decidió instalarse en el Wentley, cerca de mi apartamento.
Entonces, nuestra relación se enfrió, no sabíamos qué iba a pasar.
Mientras, yo esperaba que tomara alguna decisión. Quedamos un
par de veces para echar un trago y tratar de arreglar la situación,
pero no nos acostamos más, aunque ganas no me faltaban.
Un día Peter estaba echado en la cama y se puso a llorar. Me
dijo: «Ven y tómame». Yo estaba excesivamente abrumado como
para tener una erección. No sabía qué hacer. Ambos estábamos
vestidos. Temía que pensara que yo sólo quería follar con él. En
cualquier caso, el tema pronto se resolvió, y nos trasladamos a vi
vir juntos a un apartamento de North Beach. Encontramos un
piso que tenía una habitación para él, otra para mí, un pasillo en
tre ambas y una cocina que podíamos compartir. De esta manera,
cada uno tenía su propio espacio.
Peter era muy dulce y tierno, pero cada cierto tiempo caía en
un estado de ánimo sombrío, casi depresivo. Se encerraba en su
habitación y lloraba durante días; después volvía a aparecer como
si no hubiese pasado nada. Al cabo de un tiempo, entendí que lo
mejor era dejarlo tranquilo y no estar tan encima de él. El momen
to culminante fue cuando decidimos las bases de nuestro matri
monio, creo que fue en la cafetería Foster, a eso de las tres de la
madrugada. Estábamos sentados tratando de saber qué significába
mos el uno para el otro. Yo había tenido una especie de visión,
como un estado de iluminación en el que oí la voz de William
Blake. Curiosamente, Peter también tuvo una experiencia pareci
da un día que se dirigía hacia la universidad: sintió que los árbo
les se inclinaban ante él. Así que los dos compartíamos en nues
tro espíritu un mismo estado místico y psicodélico. Hicimos un
voto mediante el cual él poseería mi mente y mi cuerpo, y al re
vés: nos entregaríamos el uno al otro y haríamos todo lo que qui
siéramos sexual e intelectualmente, en el sentido de exploramos
37
mutuamente hasta alcanzar juntos, en una sola alma, la «X» mís
tica. Llegamos al acuerdo de saciar nuestro deseo erótico hasta que
la pasión disminuyera y los dos fuéramos libres en el cielo. Y así,
como una mutua promesa bodhisattva, fue como nos juramos que
ninguno de los dos iría al cielo sin el otro. De hecho, éste fue
nuestro particular voto bodhisatíva'. «Los seres conscientes son in
contables, prometo iluminarlos a todos. Las pasiones son inconta
bles, prometo ahogarlas totalmente. La naturaleza del dharma y las
puertas de la naturaleza son infinitas, prometo entrar por cada una
de ellas. El sendero de Ruda es infinito, prometo recorrerlo hasta
el final». Básicamente se trata de una promesa de continuo rena
cer en cada elemento del universo, y, por así decirlo, aceptar el
destino de uno mismo. Bueno, lo nuestro era una versión limita
da, casi intuitiva, de esa promesa de permanecer unidos: él con sus
árboles inclinados, yo con mi alucinación trascendental de Blake.
Yo era más racional, así que ofrecía mi mente; él era más atlético
y brindaba su cuerpo. Entonces nos cogimos de la mano y sella
mos una promesa: «Lo prometo, ¿lo prometes?». «Sí, lo prometo.»
En ese instante nos miramos a los ojos, y algo así como un fuego
celestial iluminó de pronto la cafetería donde estábamos, convir
tiéndola en un lugar donde parecía que se hubiese parado el tiem
po. Aquello fue la culminación de todos mis deseos amorosos, y
esa promesa ha quedado como el núcleo de nuestra relación.
En el Bhagavad Gitad se habla de la llegada a las puertas del
cielo del legendario guerrero Arjuna y de su perro. Cuando Arju
na se disponía a entrar en el cielo, le dijeron: «Puedes entrar, pero
no así tu perro». Y él contestó: «Si él no puede acceder conmigo,
yo tampoco lo haré». Entonces, ellos dijeron: «Oh, vamos, tú sí
que puedes entrar, déjalo fuera, sólo es un perro». A lo que Arju
na respondió: «No, amo a mi perro y si no puedo entrar con él,
entonces, ¿qué clase de cielo es éste? Me quedaré fuera, pues me
comprometí con él hasta las lágrimas y no puedo abandonarlo».
Tras pronunciarse estas palabras, el perro se manifestó como Krish-
9. También conocido como «Canto del Señor», es uno de los textos más
venerados del hinduismo. Forma parte del Mahabharata y está compuesto por
18 capítulos en los que Krishna instruye a Arjuna sobre diversas doctrinas. (N.
d£lT.)
38
na, el señor del cielo y del universo. Arjuna sólo trataba, como Pe-
ter y yo, de meter el cielo dentro del cielo, y su instinto nos guió
en momentos difíciles como los ocasionados por la fama, el esta
tus, y nuestra pertenencia a la generación Beat.
Estamos juntos desde 1954, aunque las cosas han cambiado
mucho. En la vida de Peter se han producido muchos cambios y
en ocasiones hemos pasado temporadas separados. Pero al final
siempre volvemos el uno al lado del otro. La verdad es que hemos
pasado épocas de todo, desde vivir con otra gente y hacer orgías,
hasta dormir solos. Ahora Peter se acuesta con una chica, y rara
mente nos acostamos juntos. Pero el origen de nuestra relación es
la ternura y el afecto. No quisiera irme al cielo y dejar a Peter solo
en la tierra; y él no me dejaría solo si yo estuviese muriéndome,
con el pelo canoso, agusanado y reumático. Tendría piedad de mí.
Hemos mantenido nuestra relación durante tanto tiempo que casi
podríamos separarnos sin demasiados cambios. Creo que, en cier
to modo, nuestro karma se ha agotado.
La premisa original de nuestra relación era poseernos el uno al
otro hasta que el karma se gastara, hasta que el deseo y el apego
neurótico fuera saciado. A mediados de los años sesenta, Peter so
lía tomar estimulantes, lo cual hizo las cosas aún más difíciles. En
los peores momentos, nuestras discusiones eran tan o más duras
que las que se dan entre los matrimonios peor avenidos. Eso apa
gó gran parte de la falsa emoción de la juventud y del dominio,
el anhelo y la dependencia irreales. En la actualidad los dos man
tenemos nuestra independencia, aunque aún sentimos curiosidad
el uno por el otro.
39
onda y disparar contra ellos; no creí que eso fuera cierto. Miran
do retrospectivamente, no venía al caso prohibirla.
Además se estaba dando una persecución de los homosexuales
dentro de los grupos de teatro, y en lugar de buscar un lugar para
ellos, se les enviaba a cortar caña, lo cual no era sino una humi
llación. Los periódicos no hablaron del asunto porque se trataba
de una campaña secreta, promovida por los militantes más reac
cionarios de la Unión de Jóvenes Comunistas, que acusaban a
todo aquel que no fuese de su agrado de ser marica. No estaba
bien visto llevar barba y el pelo largo, por mucho que ése fuera el
estilo característico de Castro y de los revolucionarios. La policía
arrestaba a los que llevaban el pelo largo y les acusaba de existen-
cialistas y degenerados. Un grupo de jóvenes vinculados a El Puen
te, un círculo de poetas que yo conocía, eran acosados constante
mente por la policía, que no les permitía publicar y que los
insultaba llamándoles maricas. Una noche fui al teatro con el gru
po de escritores del Encuentro Interamericano, auspiciado por
Casa de las Américas, a escuchar un concierto. Allí se nos unió un
grupo de jóvenes poetas. Al salir del teatro, la policía los arrestó a
todos por andar con extranjeros. Algunos de aquellos jóvenes es
taban traduciendo mi obra.
Recuerdo que en aquella época en Cuba existía una burocra
cia policial extremadamente dura con respecto a esa cultura basa
da en las barbas, la revolución sexual y la homosexualidad. En
otras palabras, no existía una verdadera revolución cultural; conti
nuaba existiendo una mentalidad católica. Como en muchos paí
ses comunistas, los militantes más acérrimos y los policías buró
cratas no eran más que unos patrioteros y culigordos chapados a
la antigua. Conservadores egoístas, que de ningún modo eran co
munistas de corazón, controlaban cada vez más las políticas poli
ciales y de inmigración, y no soportaban a los que follaban sin mi
ramientos, escuchaban a los Beatles o leían libros interesantes
como los de Genet. Incluso los que habían estado en sierra Maes
tra con Fidel mantenían una actitud muy reservada en cuanto a te
mas como fumar hierba. La prensa era aburrida, estaba completa
mente controlada, y las opiniones de los reporteros me recordaban
a los farisaicos periodistas del Daily News,
40
En Cuba, mantuve mi posicionamiento antiautoritario tal
como lo hacía aquí, aunque he de admitir que veía la Revolución
con buenos ojos. Fui a la isla invitado por unos amigos que vivían
allí, y formé parte del jurado en un concurso literario en el que
¡me limité a cerrar la boca! La posición oficial, marcada por un
discurso que pronunció Castro en la universidad, era contraria a
la homosexualidad. Allí, había definido la homosexualidad como
«degenerada y anormal»; supongo que la veía como una càbala o
una conspiración. Creo recordar que elogió la labor de la Unión
de Jóvenes Comunistas en cuanto a la delación de los maricas.
En otra ocasión, sugerí a Haydée Santamaría que invitase a los
Beatles y obtuve la siguiente respuesta: «No tienen ideología, y
nosotros tratamos de construir una revolución con ideología».
Bueno, eso está bien, pero ¿cuál era la ideología que proponían?
¿Un Estado policial que perseguía a los maricas? Creo que están
gastando demasiada energía en eso. Algunos de esos «maricas» fue
ron precisamente los mejores revolucionarios, gente que luchó en
bahía de Cochinos.
En lo que respecta a mi «conducta criminal», ésta se limitó a
acostarme con un joven poeta y fumarme un porro en medio de
la calle. Precisamente en esa ocasión iba con un compañero bar
budo que me dijo que había estado en la sierra con Castro y que
allí habían fumado hierba.
Creo que uno de los resultados más interesantes que obtuvo la
liberación gay en Cuba füe la confrontación con la burocracia po
licial represiva y conservadora. El enfrentamiento entre la Brigada
Venceremos^^ y la liberación gay muestra el bloqueo mental cuba
no frente al tema de la homosexualidad. Es uno de los hitos del
movimiento de liberación gay a escala internacional, ya que al me
nos alzó la voz, y mucha gente se sumó a su causa aunque sólo
fúese para saber qué estaba pasando. Obviamente, eran favorables
al cambio y a la Revolución, con lo cual la prensa derechista y ca
pitalista no pudo meter cizaña, y así el movimiento pudo retar a la
mentalidad machista y represiva cubana de un modo constructivo.
41
YOUNG: Entretanto^ la Brigada ha excluido agente procedente del movi
miento de liberación gay. De hecho, se formó una quinta brigada que no
admitía en su seno a miembros del movimiento. Desde entonces, la políti
ca cubana ha definido la homosexualidad como una «patología social».
Por otra parte, muchos de los miembros de la Nueva Izquierda que sen
tían simpatía por Cuba se han mantenido al margen debido a la cuestión
gay. Los cubanos han forzado a muchas personas a elegir entre la Revolu
ción y el movimiento de liberación gay, y se han sorprendido al ver que
hay gente que se posiciona al lado de los homosexuales.
GíNSBERG: En los primeros tiempos, Castro proclamaba que la suya
era una revolución marxista, aunque de hecho seguía siendo una re
volución humanista. En cualquier caso, una revolución humanista
nunca puede atacar a los homosexuales, sería una contradicción.
Creo que es importante apoyar cualquier modelo alternativo al del
imperialismo norteamericano y su excesivo consumismo. Pero na
turalmente la razón de ser de esta alternativa es volver a los princi
pios humanistas y a la independencia. Si eso significa apoyar un
punto de vista autoritario y católico entorno a la sexualidad, enton
ces los radicales norteamericanos no deberían idealizar la situación
cubana.
Estoy dispuesto a aceptar que la Revolución cubana represen
ta un auténtico alivio del anterior modelo corrupto, así como una
liberación del dominio de Estados Unidos. Dicho en otras pala
bras, creo que la Revolución cubana es importante y que debe ser
apoyada. Los cubanos lo aprenderán en poco tiempo y la política
estatal acabará por aceptar el pelo largo y la pansexualidad, aun
que sólo sea para aliviar su problema de superpoblación. La fuer
za de la oposición que ejercitan los gays reside en su larga tradi
ción de reconocimiento de una humanidad común.
Durante mi estancia en Cuba, fui testigo de otros casos rela
cionados con la persecución cultural, como cuando me interesé
por la santería. En una ocasión, fui con un grupo de escritores a
casa de un santero, en las afueras de La Habana, para asistir a un
rito congo y también a uno yoruba. A media ceremonia llegó la
policía, que nos pidió con malos modos el nombre y el domicilio
de todos los allí presentes. Alegaron que a esas horas, y estando
congregadas más de diez personas, era necesario disponer de un
42
permiso de reunión en residencia privada. Por supuesto, sabían
perfectamente quiénes éramos, puesto que entre nosotros se en
contraban representantes de la Casa de las Américas. Y eso que
por aquel entonces, la aceptación de la herencia racial africana era
uno de los motivos de orgullo del Gobierno cubano. La santería
era uno de los más importantes y ancestrales rituales que había re
sistido a la Iglesia católica. ¡Y ahí estaba la policía, interrumpien
do aquella ceremonia! Al parecer, formaba parte de un plan para
restringir la práctica de la santería, ya que era considerada una es
pecie de poder fáctico que podría interferir en las competencias
del Estado. Recuerdo que en Cuba, la mayoría de la población
blanca que había recibido una educación católica se mostraba in
diferente a la cultura negra y a la santería. Pero entre los interesa
dos por el tema se encontraban algunos de los viejos pintores y
poetas gays.
43
de culto para las masas. Desde el punto de vista revolucionario,
los derechos y la herencia cultural de las minorías deben ser pro
tegidos de los monopolios culturales. De acuerdo con esta teoría,
se ha de preservar la tradición yoruba como expresión folclórica
del pueblo, como su arte y su religión. O sea que, según el pro
pio marxismo, es una contradicción que exista esa rivalidad entre
la burocracia policial y los sacerdotes yoruba.
YOUNG: Creo que esta contradicción tiene que ver con el viejo racismo^ con
la supremacía blanca.
GINSBERG: Supongo que sí. Esto significa que los negros tienen una
cultura propia que no es aceptada por los blancos. Si es así, ¿qué
le puedes decir a Castro? Este solía conversar con gente interesan
te como Sartre, pero, ¿ha tenido alguien una conversación inteli
gente con Castro en los últimos siete años?
Recuerdo mi último día en Cuba. Me encontraba en la habi
tación del hotel cuando tres soldados uniformados entraron en
compañía de un oficial. Este último se identificó como el jefe de
Inmigración, y me informó que tenía que hacer las maletas y que
sería deportado en el próximo avión a Praga. Pregunté si habían
notificado mi expulsión a la Casa de las Américas, y me contesta
ron que no, que ya habría tiempo para ello. No me permitieron
telefonearles, y me llevaron directamente al vestíbulo. Una vez
allí, nos cruzamos con Nicanor Parra, a quien rogué que se pusie
ra en contacto con la Casa de las Américas para avisarles. En el
trayecto hacia el aeropuerto, pregunté por qué me deportaban. El
oficial contestó: «Por quebrantar las leyes de Cuba». Y volví a pre
guntar: «¿Qué leyes?». Él dijo: «Hágase usted mismo esa pregun
ta». Me recordó la respuesta que me había dado el decano de la
Universidad de Columbia cuando me echaron a patadas por ha
ber pasado una noche en mi habitación con Jack Kerouac. ¡Y eso
que no habíamos hecho el amor!
A la vuelta, no quise contactar con la revista Time para decir
les que me habían echado de Cuba injustamente y a empujones.
Me limité a concederles el beneficio de la duda, dando por senta
do que yo era como un peón de ajedrez. Se trataba de una lucha
entre los grupos liberales y la burocracia militar. También me di
44
cuenta de que la presión que ejercía Estados Unidos sobre Cuba
no hacía sino fortalecer las posiciones tanto de los militares del ala
derechista, como de la burocracia policial y los acólitos del Parti
do. La solución real pasaba por aliviar la presión norteamericana
y terminar con el embargo en vez de «culpan» a la Revolución, a
Castro y al marxismo. De todas formas, sigo creyendo que Castro
no tuvo mucho tacto con el tema de la homosexualidad; pecó de
falta de sensibilidad y de machismo.
45
tía el deseo de pertenencia a la izquierda, resumido en el siguiente eslogan:
«Unete a la izquierda, hazte gay, empuña un arma». Que no es sino una
variante del eslogan de los Panteras Negras.
GINSBERG: Aun cuando puede servir como vínculo entre el machis
mo y los gays, también sirve para desinflar la pomposidad de los
eslóganes tanto del poder blanco como del negro, que a veces son
realmente ridículos. El eslogan «El poder sale del cañón de un
arma» fue en su momento ajeno a la situación real norteamerica
na. No había la suficiente imaginación en cuanto a las tácticas y
la poesía. ¿Cómo transformas y conviertes a Norteamérica? Fue
esa pobreza imaginativa la que decantó a la gente hacia la violen
cia, una violencia mental acompañada de ceguera y rabia que se
erigió en el principal problema. En realidad, la liberación gay sacó
a relucir todo el machismo latente en la izquierda.
46
una imagen de ellos completamente distorsionada. Nunca antes
se inventó en este país una categoría tan baja para un ser huma
no como la de vicioso que se usa con los heroinómanos. Ni tan
siquiera se aplica el término vicioso a los alcohólicos. Además son
constantemente calumniados y reciben el trato de criminales y
asesinos, incluso cuando no lo son. Porque en realidad son los al
cohólicos los que, debido a su adicción, se pueden encontrar fue
ra de control.
47
mentano, en la Mattachine Society^^ y OneS^ Eran más calma
dos, pero hicieron algunas cosas interesantes en su época.
En 1959, publiqué en The Mattachine Reviei^) un poema dedica
do a Neal y titulado «El automóvil verde». Se trataba de un him
no al amor de verdad en el que celebraba las relaciones gays. Esto
provocó la indignación de un psiquiatra de Topeka, Kansas, lla
mado Karl Menninger, que escribió una curiosa carta a la Matta
chine Society en la que decía que mientras ellos estaban intentan
do curar a todo el mundo, los de la Mattachine se dedicaban a
publicar este tipo de textos llenos de sentimientos perversos.
En San Francisco, asistí a algunas reuniones de la Mattachine y
también hice una pequeña lectura de mis poemas, pero nunca me
comprometí políticamente con ellos, sólo literariamente. En lo re
ferente a la aceptación de la homosexualidad, San Francisco siem
pre estuvo por delante de Nueva York. En la zona de North Beach
había un bar muy famoso, el Black Cat, y cerca de allí se encontra
ba el Monkey Block, probablemente el mejor bar de ambiente de
Estados Unidos. Era un lugar abierto y bohemio, como un café
de Viena, en el que se reunían tanto homosexuales como hetero
sexuales. Pronto se convirtió en el lugar de encuentro de locas desa
foradas, pero también de heteros de traje gris y de poetas.
YOUNG: Martha Shell^ tiene una excelente primera línea en «Lo gay es
bueno», que fue uno de los primeros artículos que aparecieron sobre la li
beración gay: «Mirad hacia adelante, aquí llega el Frente de Liberación
Gay, brotando como una verruga sobre el blando rostro de Norteamérica,
causando espasmos de indigestión en los equilibradosy delicados intestinos
del movimiento», Alfinal del artículo, dice: «Nunca os libraréis de no
sotros, porque nos reproducimos fuera de vuestros cuerpos»,
GINSBERG: Ahí está el problema. El argumento es que nadie es nor
mal. Es como llamar a alguien cerdo. Todo el mundo tiene sue
ños homoeróticos, así que la clave de la cuestión está en conse-
12. Sociedad homófila creada en 1950, en Estados Unidos. Fue una de las
primeras organizaciones de defensa de los derechos de los homosexuales. Desa
pareció en 1964. (N. del T.)
13. Revista homófila estadounidense que vio la luz por primera vez en
1951. (N. delT,)
48
guir que los «normales» se sientan seguros dentro de una gama
completa de sentimientos, y no sólo en un único nivel. Eso tam
bién es aplicable a los gays, por lo que la provocación política no
viene al caso, puesto que no se atrae a alguien provocándolo, sino
ofreciéndole un lugar en el que se sienta cómodo y protegido para
que pueda tener una erección.
YOUNG: Creo que se están dando una serie de tensiones en el seno del mo
vimiento entre los que piensan que chupar pollas todo el día les llevará a
la liberación, y los que opinan que estamos atrapados en un círculo de
«came-conoce-a-came», del cual tenemos que salir para relacionamos con
todo el mundo.
GINSBERG: A veces, relacionarse consigo mismo y con los demás
como un mero pedazo de carne es una experiencia interesante.
Es una manera efectiva de olvidar por unos instantes tu propio ego,
una especie de yoga divino: participar en una orgía te permite ser
reducido a un anónimo pedazo de carne, correrte y reconocer tu
propio anonimato orgiástico. No es el lugar ideal para pasar el res
to de tus días, pero sí es una experiencia que se ha de vivir, como
una lección casi sagrada. Para eso servían las orgías dionisíacas,
como rito ancestral. No creo que sea malo relacionarse con la gen
te a un nivel puramente carnal, siempre y cuando no te manten
gas en este único nivel de conciencia, como hacen algunos mari
cas. La utilización del sexo como estandarte para remecer nuestros
sentimientos o para provocar, no es lo suficientemente interesan
te ni puede sostenerse por más de diez minutos. Tienes que hacer
algo más, debes relacionarte con otra gente y con sus problemas.
Eso no significa que no me gusten las saunas y las orgías. Al
contrario, creo que las orgías deberían institucionalizarse como en
cuentros impersonales de carne en los que no se pueden hacer pre
guntas acerca de la personalidad ni el carácter de los allí presen
tes. Quien ose insultar a Dioniso, ¡que se prepare! En su «Canto
2», Ezra Pound dice que quien menosprecie al dios será presa de
los leopardos o convertido en hojas de parra.
49
GINSBERG: No necesariamente. A mi edad es cuando realmente se
aprecian las orgías, sobre todo a oscuras, donde nadie ve a nadie
y te importa una mierda con quién estás jodiendo. El problema se
da en los baños turcos, cuando te entra la paranoia sobre si estás,
o no, aceptable. Pero la orgía es una forma de igualar a la gente,
gordos, flacos, guapos, feos, jorobados, cojos o raquíticos; todos
unidos en la oscuridad.
En San Francisco, Peter y yo solíamos montárnoslo con chi
cos y chicas a la vez, todo muy bonito... A él le gustaban las chi
cas, y eso creaba buen rollo cuando se nos unían otros hombres.
Peter y yo éramos una pareja muy unida, pero eso no quita que
estuviésemos abiertos a cualquier propuesta. El se acostaba con
chicas y yo lo hacía con chicos, aunque a veces yo también me
acostaba con chicas. O, si no, nos lo montábamos entre nosotros.
Durante los dos años que pasamos en San Francisco, en casi to
das las fiestas a las que fuimos acabamos en la cama con uno o
dos desconocidos. Nosotros no iniciábamos las orgías, simplemen
te nos limitábamos a pasear por la fiesta ligeros de ropa y a tratar
de divertimos.
50
dijo: «Yo soy Kirílov». [Ambos personajes de El idiota y Los ende
moniados, respectivamente, del escritor ruso Fiódor Dostoievski.]
De esa manera tan divertida fue como conectamos. Más tarde tu
vimos una época literaria en que escribíamos cartas imaginarias a
T.S. Eliot. Cari sabía mucho de literatura francesa y de surrealis
mo, y me introdujo en la obra de autores como Genet y Artaud.
Posteriormente me llevó al Village, y a través de sus ojos comen
cé a apreciar el verdadero Village de finales de los años cuarenta.
Él ha escrito varias colecciones de cuentos en los cuales vuelca
toda su imaginación. Todavía somos amigos, de hecho estuvo
aquí hace un mes. La verdad es que nos reunimos un par de ve
ces al año para pasar un tiempo juntos. Cari tenía unas fuertes
convicciones marxistas, aunque luego se volvió antimarxista. Vivió
una serie de cambios camaleónicos en su locura, buscando la ma
nera más cuerda de llegar al convencimiento de que, a fin de cuen
tas, todos estamos locos.
51
En el contexto de las discusiones acerca del LSD, declaré lo si
guiente en el Congreso:
«Me gustaría contar una experiencia que tuve en Perú. Desde
mi niñez, he sido reacio a mantener relaciones sentimentales con
mujeres, posiblemente debido al hecho de que mi madre vivió en
un permanente estado de sufrimiento, que me asustaba sobrema
nera, hasta que murió en un psiquiátrico. En Perú, en la choza de
un curandero, me encontraba en estado de trance, cuando tuve un
conmovedor recuerdo de mi madre y de lo mucho que había per
dido al distanciarme de ella y, posteriormente, al distanciarme de
chicas que merecían la pena. Me di cuenta de que durante mucho
tiempo había estado negando mis sentimientos hacia ella. Aunque
estaba bajo los efectos de la ayahuasca, noté que algo había cam
biado en mi interior en lo referente a mi relación con las mujeres.
El universo humano se hizo más completo para mí, al igual que
mis propios sentimientos»,
52
Un poeta de la Unión de Escritores me dijo en una ocasión
que durante la época de Stalin casi todas las familias de Moscú
perdieron a alguien de su entorno. Yevtushenko, por citar un caso,
tiene familiares que fueron deportados a Siberia y de los cuales
nunca más se supo. Oí decir que todo el mundo sin excepción fue
severamente castigado, incluso la misma policía. Stalin creó una
nueva burocracia policial que se encargó de eliminar a la antigua
policía, la cual se encontró en la misma situación que la gente a
la que habían arrestado con anterioridad. La policía que hay aho
ra, tras la muerte de Nikita Jruschov, conoce la historia, y no quie
re volver a ser la mano ejecutora de tantos excesos. No quieren
volver a aquel modelo de Estado policial absolutista y corrupto,
en el cual se practicaban detenciones masivas. La explicación a
todo esto es que la propia policía sabe que si volviesen a aquellas
prácticas, cualquier día ellos mismos podrían ser objeto del terror
instaurado.
53
quismo de comunas y amor libre, que recogía la tradición del vie
jo anarquismo americano.
YOUNG: ¿Pensaban los hipsters de los años cincuenta que erais anarquistas?
GINSBERG: Sí, eso es lo que pensaban de Kenneth Rexroth y Ro
bert Duncan en 1948, cuando estaban en San Francisco. Entre
1943 y 1945, Brother Antoninus y Philip Lamantia, ambos poetas,
tenían un círculo anarquista en San Francisco. Leían a Kropotkin
y admitían a gente de la liberación gay. Ésa era la tradición bohe
mio-anarquista de la Costa Oeste.
YOUNG: ¿Qué quieres decir con que admitían gente de la liberación gay?
GINSBERG: Pues que por allí pasaban toda clase de gays. Robert
Duncan lo era, y me parece que fue un miembro destacado del
círculo anarquista. El esplendor de tolerancia y conciencia gnosti
ca (mística, psicodélica) se desarrolló en los años cuarenta, y per
duró en San Francisco y en algunos círculos de Nueva York.
54
las entrañas, «¡Por favor, Maestro!». También hay un gran misticis
mo en una chica siendo follada o cuando es ella la que monta a
un chico. Cualquier posición es mística.
La respuesta de mi profesor tibetano fue muy interesante: «La
calidad de la emoción es importante, la comunicación es impor
tante, y obviamente la forma no lo es».
En el budismo tibetano, hay una secta, llamada Gelugpa, que
se opone al matrimonio. En el transcurso de la historia esto con
dujo lentamente a que los monjes se acostaran unos con otros.
Pero en el yoga la predisposición es hacia la castidad y la reten
ción del semen. El esperma es arte, poesía y música. Es kundedini,
o sea el poder de la serpiente, capaz de unir los dos principios nor
malmente opuestos de sexualidad y espiritualidad. La retención
del esperma es, al parecer, uno de los conceptos básicos en algu
nas de las variantes del yoga.
No es que desaprueben la heterosexualidad o la homosexua
lidad, sino el apego a cualquier tipo de «placer». Como diría
Burroughs, un apego a la fábrica de la masa verde, al cuerpo. El
cuerpo en sí mismo sería el subproducto de una conspiración a
gran escala, impulsada por ciertas fuerzas que tratan de mantener
a la gente prisionera en una cárcel-universo, sujeta a las aparien
cias. Como dirían Blake, los budistas y el propio Burroughs, el
mundo real es un mundo de silencio absoluto, placentero y vacío.
En otras palabras, la postura del yoga sobre el cuerpo es trascen
dental. Estamos tan liberados de nuestros cuerpos que podemos
usarlos a nuestro antojo. Esta es la posición budista.
Nos preguntamos ¿qué es el sexo? William Burroughs tam
bién se ha hecho esta pregunta. Es uno de los pocos «héroes» de
la liberación gay, porque no hay muchos teóricos homosexuales
que, como él, hayan reflexionado sobre la liberación del cuerpo
y el desapego de la sexualidad. De hecho, los cut-ups^^ fueron ori
ginalmente diseñados para ensayar y repetir, una y otra vez, su
16. Técnica inventada por Brion Gysin que consiste en recortar trozos de
dos imágenes distintas para luego unirlas entre sí. William Burroughs adaptó este
método a la escritura construyendo un nuevo texto a partir de la unión al azar
de fragmentos de diferentes textos. Con ello pretendía llegar a la destrucción del
lenguaje y en última instancia al silencio. (N. del T.)
55
obsesión por las imágenes sexuales, para luego reunirías, cortar
las y mezclarlas de tal modo que, finalmente, el apego obsesivo,
la compulsión y la preocupación se vacían y drenan de la ima
gen. La peculiaridad sexual de Burroughs es que se corre cuan
do le dan por culo; es uno de los pocos hombres que puede ha
cerlo.
56
y lo ha visto a través de los ojos de un sufi, de un maestro zen, o
de un monje tibetano.
Burroughs ha abierto grandes espacios que las nuevas genera
ciones no han podido llenar. Su estilo ha sido recogido por gen
te joven, y todo lo referente al cut-up-collage influyó sobremanera
al periodismo underground. Su investigación filosófica acerca de la
percepción sensorial aún no ha sido descubierta por la liberación
gay. Hay muchos jóvenes que portan el estandarte del sexo y ha
blan a la ligera del mismo, sólo como reacción al impulso super
ficial primario.
Le pregunté al asceta hindú Swami Sivananda dónde podría
encontrar un gurú. Y él me dijo: «Tu corazón es tu propio gurú».
Deberíamos dejarnos llevar un poco más por el corazón, y confiar
en nuestros sentimientos. Creo que muchos de los conflictos ho
mosexuales nacen de los prejuicios de la sociedad hacia el amor
homosexual, los cuales al final hacen dudar a uno mismo. La otra
cosa que considero importante es aceptar el rechazo, porque te
hace menos vulnerable. Los jóvenes temen dar el primer paso por
miedo a ser rechazados. Por lo tanto, no queda más remedio que
hacer caso al corazón. No escuchar a tu corazón es lo que ha fas
tidiado el pensamiento radical, así como el pensamiento sexual en
Estados Unidos.
Si no nos interesamos por vuestros corazones y aceptamos nues
tros corazones, si no encontramos nuestra realidad en el corazón,
entonces, lo que quede será el perpetuo vacío del intelecto. Uri-
zen, el Urizen de Blake, tu razón, tu racionalización, el error co
mún, y por último el corazón que se convierte en un centellean
te vacío. Si pensamos en eso y lo relacionamos con emitir juicios
políticos, ¿tiene Tom Forcade un corazón luminosamente vacío, o
tiene un corazón cargado de mierda de plata? ¿Está el corazón de
Mark Rudd, resplandecientemente vacío, ahora, mientras se dirige
a una cafetería anónima en busca de su comida? ¿Está el corazón
de Mother Machree brillantemente vacío cuando sale del bar Ca-
pri a las tres de la madrugada, dejando atrás al chico más bello de
San Francisco, con largos y flotantes rizos que ruedan sobre sus
hombros de león, y una sonrisa en sus ojos y en sus dientes cual
perlas que brillan a la luz de la luna?
57
Una flor es la belleza,
que se marchita y se consume,
en el aire se apaga el resplandor,
han muerto locas jóvenes y hermosas.
El polvo ha cerrado los ojos de Helen.
Es hora de morir, estoy enfermo:
Señor, ten piedad de nosotros.
58
John Giorno
JOHN GIORNO (1936) nació en Nueva York, ciudad en la cual ha
desarrollado gran parte de su trabajo hasta convertirse en una de las
figuras más importantes de la poesía contemporánea. En 1962, par
ticipó en la película Sleep de Andy Warhol. Tres años más tarde, fun
dó Giorno Poetry Systems, que tenía por objetivo el uso de la tec
nología en la creación de poemas y en la transmisión de los mismos
al público. También es el creador de las series Dial-A-Poem [Marque 1
un Poema] (Museo de Arte Moderno, MoMA, Nueva York, 1970;
Museo de Arte de Filadelfia, 1973; etcétera). Ha producido varios
elepés de poesía en los cuales los propios poetas recitan sus obras:
TheDial-A-PoemPoets [Los poetas de Marque un Poema]; Disconnec
ted [Desconectado]; Biting Offthe Tongue ofa Corpse [Mordiéndole la
lengua a un cadáver]; Totally Corrupt [Totalmente podrido]; o Wi
lliam Burroughs/John Giorno, Este último álbum contiene un extenso
poema de Giorno titulado «Subduing Demons in America» [Some
tiendo a los demonios en América], y poemas breves como «Suici
de Sutra» [Sutra suicida] o «Eating Human Meat» [Comiendo carne
humana]. Entre los poetas que han participado en estos álbumes se
encuentran Alien Ginsberg, Frank O’Hara, John Cage, Charles Bu
kowski, Diane Di Prima, W.S. Merwin, Charles Olson, Sylvia Plath,
Jack Spicer, William Carlos Williams, Robert Creeley, Michael
McClure y Anne Waldman. De su obra cabe destacar: American
Book of the Dead [El libro americano de la muerte] (1964), Balling
Budha [Follando con Buda] (1970) y Cancer in My Left Ball [Cáncer
en mi huevo izquierdo] (1973). Sus poemas han sido recogidos en
varias antologías poéticas, entre ellas Anthology of New York Poets
[Antología de poetas neoyorquinos] (1970), Angels ofthe Lyre [Ánge
61
les de la lira] (1975) y: Orgasms ofLight [Orgasmos de luz] (1977). En
tre sus obras más recientes se encuentran: Grasping at Emptiness [Ava
ro en la vacuidad] (1985) y You Gotto Bum to Shine (1994) [Debes ar
der para resplandecer], en la cual relata, entre otras cosas, su relación
con Andy Warhol, sus anónimos encuentros sexuales con Keith Ha-
ring, o su pensamiento sobre la interpretación de la muerte en la
época del sida según el budismo tibetano.
62
te dosis de buena voluntad y entrega a la situación. Hay disciplinas
específicas para todos los gustos, desde las extremadamente doloro-
sas, hasta las más placenteras, pasando por las realmente aburridas.
LEYLAND: ¿Vaciarse con la idea de que el espíritu entre en ti, o con otro
sentido?
GIORNO: Simplemente vaciarse, aunque uno de hecho ya lo esté.
Sólo que la televisión nunca se apaga. Siempre hay una televisión
sintonizada en tu mente, lo cual te impide estar en el lugar don
de te encuentras, abierto y con el espacio a tu alrededor.
63
LEYLAND: è Cuándo fuiste a la India por primera vez?
GIORNO: En 1971. Ante la posibilidad de ir a la cárcel, o volverme
completamente loco, tuve que pensar en una alternativa. Fue en
aquella época en la que uno todavía pensaba que existían solucio
nes políticas para los horrores del mundo. Abbie Hoffman y yo
trabajábamos en la emisora WPAX. Hacíamos programas de radio
que se transmitían por Radio Hanoi. El gobierno norvietnamita
nos había ofrecido un espacio que se retransmitiría para todo el
país, y que iba destinado especialmente a los soldados estadouni
denses. La idea era fantástica. Abbie quería ser el primer poeta de
tenido por traición en aras de la libertad de expresión. Era un vi
sionario, pero por otra parte estaba la consabida mierda del
movimiento pacifista. Perdían tanto tiempo en discusiones que al
final terminé haciendo todo el trabajo yo solo.
64
ba contra el resto del mundo, mientras yo asumía todo el trabajo,
puesto que era el único que sabía cómo hacerlo. Fue agotador y de
primente. Entonces, dije: «¡A joderse!». Cogí un avión y me fui a la
India. Tenía unos amigos que vivían en Almora, y dos semanas más
tarde, ya estaba conduciendo una furgoneta con la cual viajé por el
norte de la India. Allí conocí al dalai-lama. Todo se desanolló sin
demasiadas complicaciones, una cosa condujo a la otra. Conocí a
Nyichang Rinpoche y fui a vivir a Sarnath. Posteriormente me lle
varon a Darjeeling, donde vivía Dudjom Rinpoche.
LEYLAND: ¿Esa claridad te llegó de forma gradual, o más bien fue como
una iluminación que tuviste pasado un cierto tiempo ?
GIORNO: Es un proceso gradual. No se puede medir en tiempo,
porque cada uno cuenta con diferentes variables. También va a in-
65
tervalos. Cuando tu meditación se hace difícil, aburrida y doloro
sa es cuando realmente estás avanzando. Estás batallando con tu
propio ego, de manera que, cuando estás a punto de darte por
vencido, es el momento justo en el que estás a un paso de llegar
al final. Es diferente de otras formas de espiritualidad que se dan
en Estados Unidos, sobre todo por el enfoque que le dan. Te ha
cen sentir bien, te llevan al éxtasis, pero no pasan de ahí.
3. Técnica yogui que dio nombre al movimiento fundado por el gurú Ma
harishi Mahesh Yogui. En los años sesenta la Meditación Trascendental se exten
dió por Occidente y recibió el apoyo de artistas como Mia Farrow y Los Beatles,
(N. del T.)
66
GIORNO: Me encanta Nixon. Es uno de los grandes héroes del fol
clore americano, como Billy the Kid o Jesse James. Nadie en la
historia contribuyó tanto a socavar la autoridad del presidente de
Estados Unidos como lo hizo él. La música folk debería tenerlo
en cuenta en sus letras. Si miras a tu alrededor, puedes ver todas
las esferas del samsara.^ Lo que entiendes como cielo e infierno no
son sólo fenómenos abstractos. El auténtico dios del mundo es el
ricachón, son los multimillonarios, los Rockefellers, los Mellons y
los Duponts, que viven en la ignorancia, con todos los placeres
y comodidades que el dinero puede comprar. Y los Asuras^ son
los bombarderos B-52, los misiles nucleares y los cientos de millo
nes de dólares que se gastan en armamento, las hamburguesas, los
jugosos bistecs y el triste universo de los animales. Por otra parte,
el infierno es ser quemado por el efecto del napalm o ser destro
zado por el proyectil de un mortero. Y en último lugar, morir de
hambre en Bangladesh es, además de un infierno, una realidad es
pectral.
67
a desertar y creer que todo está perdido y que la respuesta se encuentra en
el gurú. Yo siempre he creído que lo ideal es estar en el punto medio. Esto
es, no hallarse tan inmerso en la actividad política como para no poder
encontrar tu propia espiritualidad. Por lo que acabas de comentar, deduz
co que has encontrado ese punto medio.
GIORNO: La meditación budista. Es como la sala de estar, el dormi
torio o la zona para descansar que tiene todo el mundo. Cada uno
de esos lugares goza de una gran intensidad, puesto que es, de al
guna manera, una extensión de uno mismo. Generalmente, lo lle
namos con algún tipo de actividad: trabajamos en algo, limpiamos,
charlamos con alguien, miramos la televisión si no tenemos nada
que hacer, o simplemente hablamos solos, estableciendo un diálo
go con nosotros mismos. Así que todo lo que tienes que hacer es
dejar de hablar, dejar que el diálogo interior cese, acallar la mente
y quedarte donde estás. En ese espacio sólo tienes que hacer fren
te a lo que pueda surgir. Es algo placentero.
68
de 1972, y tenía pensado ir con Alien a las convenciones que de
mócratas y republicanos iban a celebrar en Miami Beach. No ha
bía opción, así que nos fuimos a Miami. Era el último intento por
llegar a una solución política. No quería ser consciente de que te
nía cáncer. No quería oír nada al respecto, pero Alien no paraba
de decirle a todo el mundo que me convenciesen para ir al hospi
tal. Entre todos empezaron a preocuparme.
Un día, tras una lectura de poemas en la iglesia de Saint Mark,
fuimos a una fiesta. Allí estaba Nanao, un yogui japonés del bu
dismo zen, quien finalmente me convenció. Me dijo: «Pareces en
fermo». Al día siguiente, fui al Bellevue Hospital y los médicos me
dijeron: «No permitiremos que abandone el hospital. Será opera
do hoy mismo». No me lo podía creer, ahí estaban esos descono
cidos diciendo que querían cortarme uno de mis testículos. Les
dije; «¡Esperen un minuto! Prometo regresar en tres horas, pero dé
jenme salir». Me las arreglé para salir pitando. En realidad, estaba
bastante deprimido. Telefoneé a Anne Waldman y luego fui a ver-
la. Ella llamó a su médico, quien me recomendó ir al Memorial
Hospital, que es un centro especializado en oncología. Bellevue es
el más sucio y horroroso nido de serpientes que jamás haya exis
tido. Anne no paraba de llorar, así que tomamos un taxi y fuimos
al Memorial. Todo fue muy intenso y sobrecogedor, era una de
esas situaciones en las que no tienes escapatoria. En el Memorial
me sometieron a un reconocimiento. Cuando estas cosas te pasan
a ti, te quedas pasmado. Uno se dice: «Vaya. Mira todo el karma
negativo que me estoy quitando de encima». Es lo mismo que su
cede cuando estás haciendo meditación, puesto que librarse de los
obstáculos a veces es doloroso. La realidad es sufrimiento, dolor y
muerte. Los venenos brotan hacia el exterior, cuando normalmen
te deberían permanecer ocultos o sin manifestarse.
69
cidad y los océanos de aburrimiento. Creo que el truco está en
deshacerse tanto del karma negativo como del positivo, o sea, no
tener karma. El resultado es muy sorprendente.
LEYLAND: Así que los poemas ya estaban escritos cuando decidiste titular
el libro
Cáncer en mi huevo izquierdo.
GIORNO: Sí, me pareció una buena idea.
70
cincuenta nódulos linfáticos que corrían por tus entrañas. Luego
te vuelven a rellenar con todos los intestinos y las visceras que te
habían sacado y te cosen como a un pavo. Es el infierno más pro
fundo, en el cual el dolor es una agonía que no cesa, como un
flash continuo de luz blanca.
71
GIORNO: Digamos que ambas cosas. Practico la meditación y trato
de incorporar la claridad o el espacio que se crea a mi quehacer
diario.
LEYLAND: ¿No crees que afinales de los años cincuenta y principios de los
sesenta ocurrieron cosas excitantes?
GIORNO; Sí, pero mientras surgía una nueva generación, gente
como Alien Ginsberg, Kerouac y Frank O’Hara seguían haciendo
lo mismo que en la década anterior. En 1962, mis amigos eran ar-
72
tistas, pintores y escultores; entre ellos, Andy Warhol y los artis
tas pop. Compartíamos una atmósfera creativa. Todos trabajába
mos y hacíamos nuestra vida, y después nos reuníamos cada no
che. Yo leía muchos periódicos y revistas, y así fue como empecé
a escribir poesía encontrada. Me parecía más interesante leer la re
vista Time que un libro de poemas. La información me parecía
más real, y las imágenes más vivas.
8. Véase la nota 16, pág. 55 (entrevista a Allen Ginsberg). (N, del T.)
73
ra de la vida cotidiana, con su poderosa y maloliente fuerza. Últi
mamente, estoy muy interesado en el lenguaje de la televisión, ya
sean las noticias, los anuncios, o cualquier programa. No sólo no
leo libros de poesía, sino que ni siquiera ojeo los periódicos ni las
revistas. La cuestión es recibir cualquier input, ya sea oral o escri
to. Cualquier palabra o imagen que penetre en tu mente, cualquier
elemento externo que te cautive. En los últimos años, también he
incluido imágenes mentales que han surgido del diálogo interno.
A veces, tu mente coge al vuelo una representación y reaccionas
de un modo especial. La tomas y la separas de su fuente, casi siem
pre por una buena razón. Si más tarde mirás atrás, te das cuenta
de por qué la has escogido. Cuando trabajas en un poema exten
so, generalmente durante dos o tres meses, éste se convierte en un
montón de imágenes muy concretas.
74
blicó en Adventures in Poetry; y, finalmente, Cáncer en mi huevo iz
quierdo, en Something Else Press.
LEYLAND: 0 sea, que los temas que utilizas provienen de diferentes áreas.
GIORNO: Así es, de cualquier palabra escrita, hablada o de las que
escuchas en la radio y en la televisión. De esta manera puedes cap
tar manifestaciones del saber, que se muestran en forma de imá
genes. Para mí, el arte no es un mero entretenimiento. El princi
pal propósito de la poesía es calar lo más hondo posible en quien
la escucha, destruir sus concepciones, quitarle la alfombra de deba
jo de los pies y dejar que se las apañe.
75
GIORNO; Yo diría que sí. Nunca sabes muy bien lo que estás ha
ciendo. Así que cuando realmente haces algo que funciona, ves el
efecto que provoca en la gente, y eso te abre un nuevo horizonte
de posibilidades, que conducen a otras tantas, lo cual es terrible
mente angustioso.
76
esquinas y restaurantes, son acribillados a balazos. Un par de man
zanas al sur, está Chinatown y su exquisita comida china.
Se podría decir que vivir en Nueva York es una gran lección.
Están representados todos los ciclos del samsara: los cielos y los
infiernos, los fantasmas hambrientos y la polución del aire, que
nos impide ser iluminados. Sabes que cuando llueve en Nueva
York, si te cae una gota de lluvia en el ojo, quema; eso es porque
en su caída recoge todo el ácido que flota en el aire. De todas for
mas, no me puedo quejar, vivo en un loft y tengo mucho espacio
para trabajar. Durante la temporada que paso allí, unos cinco me
ses al año, estoy solo. Me encanta Nueva York porque es una ciu
dad que tiene mucha energía con la que poder trabajar, y porque
ofrece todo tipo de posibilidades. Para alguien como yo, que uti
liza los medios de comunicación, Nueva York es una ciudad fan
tástica. Encuentras todo lo que necesitas, sólo tienes que coger el
teléfono. Además, te permite mantener fácilmente veinticinco pro
yectos funcionando a la vez. Consumes mucha energía y, quizá
por eso, uno tiende a pasar poco tiempo allí; si te quedas duran
te todo el año, puedes volverte loco.
77
seis y, una hora después, allí estaba yo con Sally, la esposa de Wyn.
El loft estaba en un segundo piso y tenía unos grandes ventanales
que daban a la calle. En la esquina había una estación de metro. Era
una sombría mañana de invierno y la calle estaba desierta. De re
pente, vimos salir de la boca del metro a gente pequeñita. Eran ba
jos y regordetes, gente feísima que desfilaba como un ejército de
hormigas hacia sus trabajos. Estábamos en pleno viaje con ácido, y
nos pareció ver que cada vez salía más gente del metro; gente hin
chada, horrorosa, embutida en ropa grande y abultada. No podía
mos parar de reír, se trataba del éxtasis total y completo que produ
ce el LSD. Amanecía y no paraba de salir gente y más gente del
metro. De pronto, todo nos pareció horrible. Aquella gente tan pa
tética, prisionera de su rutina, hizo que nos pusiésemos a llorar. El
paisaje era cada vez más desolador, y nada podía acallar nuestro llan
to. Al final, nos caímos al suelo gritando y retorciéndonos por el do
lor que nos habían provocado. La sensación era tan desgarradora
como la muerte de tu mejor amigo. Entonces Wyn se acercó y,
mientras nos rodeaba con sus brazos, dijo: «No pasa nada. Os dije
que miraseis por la ventana a las siete en punto y así lo habéis he
cho». En realidad todos deberíamos asomarnos a la ventana alguna
vez. En Nueva York todo se siente con más intensidad, pero el pa
norama es igual en el resto del país. Es el estilo de vida americano.
78
puede ver en ninguna otra parte del mundo. El caso es que Estados
Unidos tiende a querer borrar sus miserias con algún fantástico
spray limpiador, lo cual es dañino y destruye las semillas. O si no,
cubre toda su belleza con una especie de película plástica impene
trable, que elimina la posibilidad de que suceda cualquier cosa.
79
conocidas y pertenecen al estréllate, pero entonces eran sólo unos
corazones angustiados.
LEYLAND: ¿Cómo crees que les ha afectado la fama, por ejemplo a Raus-
chenbergy a Warhol?
GIORNO: Los ha jodido completamente. Yo los quiero a todos.
Fueron mis amantes y aún los siento cerca, pero ganar cien mil
dólares al año durante quince años jode a cualquiera. Tu ego ad
quiere el tamaño de un melón podrido. ¡Te sientes tan bien sien
do rico, poderoso y adorado! Aunque, en realidad, nunca dejan de
joderte y debes seguir luchando en medio de la calma momentá
nea que te otorga el poder. Sólo que, entonces, ese gigantesco ego
alimentado por la misma sociedad limita tus posibilidades. Jasper
es el único artista realmente admirable y, en cierto sentido, fasci
nante. Pero sus pinturas se venden por doscientos mil dólares, y
con las series de litografías se puede sacar hasta medio millón.
Pero ese éxito se convierte en una fama que limita su manera de
abordar el espacio, porque le obliga a hacerlo de un modo en que
se sienta seguro, y eso afecta su forma de enfrentarse a la realidad.
Jasper ya no es totalmente independiente; ninguno de ellos lo es.
Bob, por ejemplo, se dedica a regalar su dinero. Es horrible.
LEYLAND: ¿Crees que esto es un trauma para él? ¿No será más bien una
especie de catarsis?
GIORNO: No lo creo, todos piensan que están dando el máximo. Yo
diría que tiene que ver con el territorio. Cuando tienes muchos do
minios, te sientes bien y quieres conservarlos. En cuanto te sientes
amenazado, reaccionas de una manera que crees inteligente, pero
que en realidad no lo es. Uno no hace sino reafirmar aún más su
ego. Esos tíos son como príncipes decadentes al frente de un eva
nescente mundo del arte. No hay más que ver dónde viven. Bob
Rauschenberg vive en un gigantesco edificio que en otro tiempo
hizo las veces de iglesia y de orfanato. Jasper, por su parte, vive en
lo que era antes un banco. El cuarto de estar es el antiguo hall de
mármol blanco, su habitación es el antiguo despacho del director,
y su magnífica colección de pintura está bajo llave en la cámara aco
razada del sótano. Ahora que viven en esos descomunales palacios.
80
ya no pasan tanto tiempo en Nueva York. Bob vive en Florida, en
una isla del golfo de México, y Jasper a caballo entre Saint-Martin,
en las Antillas, y Stony Point, al norte de Nueva York. Se han dado
por completo a la bebida. Se quedaron en el rollo de los años cin
cuenta y nunca quisieron probar el tema de las drogas, tan habitual
en los años sesenta. De hecho, rompí con Jasper, entre otras razo
nes, porque se negó a probar el LSD. El solía enfadarse conmigo
porque tomaba ácidos, y ya sabes cómo sienta eso cuando estás en
pleno viaje. Así que ahí siguen, emborrachándose hasta alienarse,
torturando a todos los que están a su alrededor y a ellos mismos.
LEYLAND: ¿Superes que hay un alto índice de alcoholismo entre estos gran
des artistas?
GIORNO: A mí también me gusta el alcohol. Pero en el caso de gen
te como Pollack y De Kooning, o los mismos Bob y Jasper, que
surgieron en los años cincuenta y se realizaron en la década si
guiente, la bebida era algo innato.
81
LEYLAND: ¿Te refieres al Ginsberg de Aullido? Coincido contigo en que
antes su poesía era muy dispar.
GIORNO: Ya hace tiempo que Alien no escribe un buen poema, y
aún hace mucho más que no publica nada que sea realmente ex
celente. Cuando escribió Aullido, era la voz del momento, refleja
ba un sentimiento común. Ahora tan sólo es un mal poeta, pero
la fama hace que aún tenga seguidores. El hecho de ser famoso te
convierte en un buen actor, capaz de desarrollar ciertas habilida
des y un estilo para contentar al público. De tanto en tanto, escri
be cosas que se salvan, como «CIA Calypso» o «Morning», pero
que, aun así, no están a la altura de un gran poeta. Debe de ser
alucinante que cinco mil personas te transmitan toda su energía;
supongo que es algo como follar bajo una ducha de agua calien
te. Quieres repetirlo, te enamoras de eso y te vuelves adicto. Lo
que haces se convierte en entretenimiento para ti y para tu públi
co. Tú los alimentas, y ellos, a su vez, te alimentan. Pero la poe
sía no es entretenimiento.
82
LEYLAND: ¿Te refieres a sus mantras por la destrucción del Pentágono y
cosas por el estilo?
GIORNO: Él usaba los mantras como una oración, y eso es muy
egocéntrico. Es como decir: «Quiero que esto, que es bueno, su
ceda». El que haya algo por salvar y la idea de que seas tú quien
pueda salvarlo no es más que una mierda. No sirve a ningún pro
pósito útil recitar mantras ante una multitud; sólo los estás divir
tiendo, haces que se coloquen, y después los dejas plantados. El
mantra es muy poderoso, pero no debe usarse de esa forma. Es un
artificio del lenguaje que puede ser usado para la formación de
imágenes mentales. Acalla el diálogo interior y te ayuda a liberar
extraordinarias energías, lo cual entraña cierto riesgo. Por lo tanto,
debes hacerlo con la supervisión de un maestro. Las prácticas tán-
tricas son muy complicadas y se han de hacer progresivamente, de
lo contrario pueden trastornarte. Incluso pueden llegar a bloquear
la relación que tienes con tu propio espacio.
LEYLAND: Creo que para el público allí presente fue una experiencia au
téntica, Tienes razón cuando afirmas que no se puede adquirir una verda
dera claridad, pero lo cierto es que puede darse un proceso de catarsis en
tre esa parte de la audiencia que sabe de qué va la cosa y para la cual no
es un mero entretenimiento,
GIORNO: Te hace sentir bien durante unos días, como en las te
rapias de grupo. Vas allí y sacas todo lo que tienes dentro, gri
tas, tocas a la gente, recibes la aceptación del grupo y te sientes
bien, pero eso no basta. Con eso no vas a ninguna parte, no lle
gas al origen ni sabes qué es lo que realmente te hizo perder la
chaveta. El viaje americano es anestesia: «Alivia pronto el dolop>.
Norteamérica es la madre de la anestesia. La cultura de la droga
es como la farmacia. Lo que hace es separarte de los sentimien
tos y hacerte experimentar el dolor del lugar donde te encuen
83
tras, para después poder deshacerse de él. La heroína es un falso
samadhí^^
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que tiene muchos amigos, a algunos los quieres y a otros los dejas,
lo cual es muy pesado e intenso. Lo mejor de los poetas es que nun
ca les pagan por su trabajo. O como mucho les dan una cantidad
simbólica, para guardar las apariencias. Siempre estamos sin blan
ca, aunque a veces te dan el dinero suficiente para pagar la factura
del teléfono o el alquiler. No somos pintores ni escultores tipo
Rauschenberg y Jasper, que ganan 200.000 dólares al año. William
Burroughs está pelado. Nunca le han pagado mucho por su traba
jo, y los millones de dólares que generó El almuerzo desnudo fueron
a parar al bolsillo de los intermediarios. El mismo Bill me comen
taba la semana pasada: «Querido, si fuese dentista y hubiera llega
do a lo más alto en la profesión, como lo he hecho en la mía, no
cabe duda de que me iría mejor». Y yo le dije: «Tienes suerte. Si fue
ras como Bob, Jasper, Andy o Norman Mailer y te pagaran 100.000
dólares al año durante veinte años, para después quitártelos, esta
rías completamente jodido. Pero como nunca te han dado nada, no
tienen nada que quitarte. Cuando estás tirado en el suelo, todo lo
que pueden hacer es darte de patadas, pero como has empezado por
ahí, ahora por lo menos sabes qué terreno pisas». Entiende que los
poetas no producen objetos vendibles o de primera necesidad. No
puedes comercializarlo de la misma forma que una hamburguesa de
McDonald’s o un cuadro de Jackson Pollock. La poesía es una na
vaja que rasga el ego, el ego del karma estadounidense. La gente lo
encuentra menos agradable que Diana Ross y las Suprêmes.
85
ser una empresa sin ánimo de lucro, estamos exentos de pagar im
puestos. Yo ocupo la presidencia, William Burroughs la vicepresi
dencia y Les Levine la tesorería; también contamos con una ilustre
junta directiva compuesta por Marion Javits, esposa del senador por
Nueva York, Kynaston McShine, conservador del Museo de Arte
Moderno, Alien Ginsberg y Anne Waldman. La fundación reúne a
un grupo de prominentes poetas estadounidenses con el objetivo
de recaudar fondos para poder continuar con nuestros proyectos.
Giorno Poetry Systems intenta tender puentes entre los poetas y
su público, y de esta manera abrir un gran abanico de posibilidades.
Tradicionalmente, el poeta manda su obra por correo a una revista o
a un editor, y, llegados a ese punto, se olvida del tema. Yo he encon
trado el lugar donde el poeta se encuentra con su público, donde,
usando los medios de comunicación, pueden conectar y así crear una
experiencia maravillosa. La energía de autor y público combinadas,
genera mayores perspectivas. Es por ello que he estado investigando
nuevas formas de uso y transmisión, cosa que ha hecho posible in
numerables proyectos como Dial-A-Poem, elepés de poesía, radio, te
levisión o cintas de vídeo. También hemos creado la poesía para pro
ductos de consumo, esto es: poemas que sustituyen la basura que se
suele poner en las cajas de cereales, en los tetrabricks de leche y en
los envoltorios de los bombones. Así que, mientras te dispones a co
cinar un paquete de brécol congelado, puedes leer algún texto de
John Cage, en vez de las estupideces que habitualmente escriben en
el envoltorio. Dados sus niveles de producción, Estados Unidos es
un excelente lugar para desarrollar estas técnicas. La idea es utilizar y
transformar aquello en lo que este país destaca: producción de bie
nes materiales, pero procurando no generar más basura.
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pues, podía volver a telefonear y que le tocase un poema diferen
te. íbamos cambiando cada día.
87
la Calle 11- o la de Diane Di Prima, que explicaba cómo hacer
un cóctel molotov o cómo fabricar una bomba. Precisamente, al
gunos de estos poemas sonaban el mismo día en que varias bom
bas destruyeron el edificio de la IBM.
El New York Post recogió este suceso en segunda página, con
un artículo a dos columnas y un titular que decía que si llamabas
al Museo de Arte Moderno te explicaban cómo construir una
bomba. Más tarde, el New York Times también se hizo eco de la
noticia. Posteriormente se sumaron el Daily News y la revista Time.
Esta última publicó en su sección de noticias nacionales, una co
lumna que explicaba cómo convertirse en un revolucionario lla
mando al museo de los hermanos Rockefeller. La noticia aparecía
justo al lado de una fotografía de un policía de Filadelfía muerto
a balazos mientras hablaba por teléfono. Parecía querer ilustrar el
proyecto Dial-A-Poem, aunque eso no tenía nada que ver con
nuestro trabajo.
La junta directiva del Museo de Arte Moderno alucinaba con
todo lo que estaba pasando. Tras un primer momento de pánico,
David Rockefeller quiso zanjar el asunto ordenando el cierre in
mediato de la instalación. John Hightower, que por aquel enton
ces era el director del museo, tuvo remordimientos que le llevaron
a ponerse de mi lado, «John es un poeta y no se le puede censu-
rap>, dijo. La firmeza con que defendió su posicionamiento fue
uno de los hechos que condujeron a su posterior destitución. Acto
seguido, entró en escena el FBI. Se presentaron en recepción ha
ciendo alarde de sus placas y comenzaron a hacer preguntas sobre
Dial-A-Poem. Entonces los enviaron a la novena planta, donde se
encontraban las oficinas. Ya te puedes imaginar la reacción de los
conservadores del museo ante la presencia del FBI paseándose por
las oficinas. Fue algo realmente impactante. ¡El sanctasanctórum
del Museo de Arte Moderno violado!
Es muy interesante la utilización que se hace de los media. És
tos se autoalimentan y acaban extendiendo aún más la mancha.
Nos hicieron mucha publicidad, y eso hizo que todo el mundo
quisiese llamar a Dial-A-Poem. Los teléfonos se volvieron locos.
Los contestadores trabajaban al máximo de su capacidad, cada se
mana recibíamos 60.000 llamadas, y eso sin contar las decenas de
88
miles que se encontraban con las líneas ocupadas. Si hubiésemos
contado con más líneas telefónicas, habríamos llegado a las
200.000 llamadas semanales. Eso hizo que la gente se sintiese atraí
da por la poesía. Cuando te metes en algo de tal envergadura,
todo el mundo alucina.
89
to que se establecían flujos de energía entre poeta y público. Te
níamos miles de poemas, y yo me encargaba de seleccionarlos.
Contábamos con doce líneas telefónicas, cada una con un poema
distinto que cambiaba todos los días. Yo disponía los poemas
como si se tratase de un todo, así, cada poema que se escuchaba
en una línea podía estar en contraposición o en sintonía con el
resto. De esta manera, la gente podía volver a llamar y encontrar
se con un poema totalmente diferente al anterior, aunque siempre
estaban relacionados de alguna forma.
90
me refiero a ellos porque son iconos, pero por lo menos la mitad
de los poetas que presentamos son jóvenes autores con una obra
realmente interesante. Para hacer la selección no hace falta ningún
proceso democrático, yo mismo me encargo de ella. Son poemas
que me transmiten algo o que me hacen reaccionar de alguna ma
nera. Se convierte en algo personal, pero es mejor que alguien se
posicione con firmeza a que no lo haga nadie. Estoy en contra de
los poetas académicos que están en la luna. En definitiva, viendo
el interés que despiertan en mí esos poemas, quizás alguien tam
bién se sienta interesado, y puede que ésa sea una de las razones
por las cuales ha funcionado hasta el momento.
91
tamente cautivado. Es igual que en los álbumes de rock, donde en
cada cara aparecen diferentes piezas, por lo que puedes escuchar
el disco en su totalidad o por partes, como en la radio. Ese es uno
de mis proyectos favoritos: una especie de servicio público consis
tente en programas de radio que combinen poemas de dos o tres
minutos con anuncios y música pop. De todas maneras, los dis
cos no son sino sonido, no importa si cantas o hablas, y existe una
estrecha relación con la poesía.
92
pero con aquellos que lo hace es muy cariñoso. Es una persona
muy reservada y siempre intenta permanecer en el anonimato.
Ahora le ha dado por el silencio. Deja de hablar contigo mismo,
detén el diálogo interno e intenta estar con otra persona sin tener
que hablar incesantemente. Por otra parte, es increíblemente diver
tido, es la persona más graciosa que he conocido. Habla igual que
en los diálogos de El almuerzo desnudo. Se trata de un héroe aristó
crata del folclore americano. Aparte de eso, es el nieto del hom
bre que inventó la sumadora,versión estadounidense de lo
que ya apuntaban los códices mayas. Su madre era Laura Lee, fa
miliar de Robert Edward Lee, el jefe de los ejércitos sudistas du
rante la guerra de Secesión. Su tío por parte de madre, Ivy Lee,
también forma parte de esta divertida historia, puesto que fue el
primer jefe de prensa de John D. Rockefeller 1. Se encargaba de
las relaciones públicas, y fue la persona a la que se le ocurrió la
idea de que Rockefeller regalara monedas de diez centavos a los
pobres. También füe el que inventó los comunicados de prensa.
Era una persona tan malvada y cruel, que los profesionales de la
época lo conocían como Poison Ivy («Hiedra Venenosa»).
12. Máquina de cálculo capaz de realizar una adición de cifras que quedan
registradas por medio de un juego de teclas, botones o cursores. (N. del T.)
93
LEYLAND: ¿Te ha influido su obra?
GIORNO; Yo diría que sí. Cuando dos personas se ven a menudo se
produce un intercambio mágico entre ellos. Aunque trabajen en co
sas diferentes, las ideas crecen y se desarrollan con influencias mu
tuas. Cada cual estimula al otro de la forma que mejor le parece.
LEYLAND: Parecía que estaba a punto de alcanzar esa unión entre misti
cismo orientaly cristianismo.
GIORNO: Cuando estás a un paso de conseguirlo, aparecen los obs
táculos, los cuales a veces pueden acabar contigo.
94
LEYLAND: En vez de acabar el edificio.
GIORNO: Sí, un edificio sin refrigeración. Sin restricciones de buen
principio. Cuando quieres algo, ese algo siempre está condiciona
do por otra cosa, por un karma inmundo que llevas dentro de ti,
y que te hace querer algo específico, hecho a tu medida. Me pa
rece que la sexualidad tiene menos que ver con el deseo que con
la comunicación.
LEYLAND: ¿Hasta qué punto has llevado a la práctica todo eso en tus re
laciones gays? ¿Crees que has explorado tu homosexualidad?
GIORNO; Soy gay. Pero como me crié en un mundo heterosexual,
tendía a imitar su modelo buscando lo mismo que ellos. Soy el tí
pico macho gilipollas. Así que uno corta con toda esa mierda y
con un montón de restricciones más, como son el apego y la nos
talgia. Es como bailar, la libertad para bailar despacio y sin inte
rrupciones. Justo lo contrario a bailar como un histérico, o embo
rracharse y drogarse hasta terminar con todos tus sentidos
completamente saciados, y tú mismo exhausto y aniquilado antes
de llegar a hacer el amor. En realidad, tampoco hay nada de malo
en eso. Es la continuidad, un momento conduce a otro, y eso es
lo interesante. Como dice Trungpa Rinpoche; «Es como una pe
lícula, donde termina una secuencia empieza otra». Cuando mue
re un momento, nace otro, y si no eres consciente de ello, te das
cuenta cuando eres tú el que está a punto de diñarla. De modo
que te encuentras en ese espacio, y cuando dos personas se en
cuentran en la misma dimensión, es algo muy fuerte. Sintiendo
tus sentimientos y tus emociones, porque la única forma que tie
nes de convivir con ellos es siendo consciente de los mismos. No
son más reales que Johnny Carson.^"* Es como un ciego bailando
en el andén del metro. Percibes a los folladores a medida que van
surgiendo, y se convierten en imágenes transparentes que te ense
ñan todo lo que necesitas saber. Pero no debes obsesionarte con
ellos, sólo limitarte a besarlos mientras dejas que desaparezcan. Es-
14. Comentarista de televisión estadounidense, famoso por su participa
ción, durante más de treinta años, en el programa The Tonight Show, y por haber
presentado en varias ocasiones la gala de los Oscar de Hollywood. (N. del T.)
95
pero no estar pintando un cuadro demasiado bonito. La vida es
bastante deprimente. Siempre es la misma historia. Placer y dolor;
cuando tienes uno, te falta el otro. Llegados a ese punto, cuando
te limitas a experimentar de igual manera dolor que placer, ambos
se transmutan. Una vez que todo eso finaliza, tan sólo quedan dos
personas follando. Todo radica en la concentración. Antes de co
rrerte, intenta alargar cuanto puedas esa sensación, y, cuando ya te
hayas corrido, vuelve a chupar la leche en la polla y luego siente
cómo te llega al corazón. Entonces, intenta no pensar en nada du
rante un rato.
LEYLAND: ¿Crees que en los dos últimos años,y como resultado del budis
mo tántrico, esas sensaciones han tenido mayor incidencia en tu vida?
¿Además de éste, has tenido otras influencias?
GIORNO: Yo diría que todo consiste en el dharma^^ de Buda y en
dejar suficiente espacio en tu vida para poder practicarlo. Para em
pezar, te tomas algo así como una hora cada mañana para practi
car la meditación, pase lo que pase. Me refiero a que comienzas
porque no sabes nada de nada, no importa cuánto hayas aprendi
do, te encuentras en un estado de pánico, sientes toda clase de
emociones y ansiedades, y no sabes qué hacer, excepto ponerte
tenso o sacudir los brazos en señal de impotencia. Entonces te en
teras de que existen otras alternativas y te acercas a ellas con cau
tela. Sólo conociéndote bien a ti mismo, puedes conocer mejor a
los demás. Cuando estás bien contigo mismo, lo puedes estar con
el resto. Sólo tienes que ceder un poco para darte cuenta de lo le
jos que puedes llegar. Hacer el amor es como meditar. Es entre
garte y hacerle el amor al espacio que te rodea, y cuando haya al
guien en ese espacio, debes focalizar tu atención hacia él. Te
concentras en él y compartís el espacio. Intentas no tener dema
siados pensamientos para que éstos no interfieran la conexión que
habéis establecido. Es simplemente abrirse, sin tantas ideas precon
cebidas. Entre los gays, se acostumbran a dar situaciones e ideas
preconcebidas acerca de lo que realmente desean. Quiero decir
96
que, cuando sales a ligar, vas en busca de cierta imagen, y eso li
mita mucho las posibilidades. También ocurre que se tiene una ac
titud hacia el sexo altamente estilizada, lo que tiende a limitar los
sentimientos y a interrumpir el flujo que se establece entre las per
sonas. A veces tan sólo consiste en representar las fantasías una y
otra vez. A mí me encanta que me folien con el puño e inhalar
poppers,^^ pero a veces tienes la sensación de que con eso desapa
recen los sentimientos y que todo se convierte en una película por
no en la mente de tu pareja. Cuando te obsesionas por un detalle
o por las expectativas, todo acaba bloqueándose.
97
fijo. Pero, de hecho, lo único que tienen que hacer es ser ellos mis
mos y aceptar al resto tal como son. Me refiero a que estar con
otra persona no tiene por qué implicar que la desees, que la nece
sites, que pienses en ella constantemente, que quieras estar con
ella todo el tiempo, que estés enamorado y que te destroce el co
razón. Cuando deseas algo, la idea de ganar y perder, de aceptar
y rechazar, tiende a envenenarlo todo.
La homosexualidad es como dos personas que se convierten
en budas o un raudal de energía en un solo buda, y además es per
mitir que las emociones fluyan hacia las dos caras del ser. Consis
te en no rechazar tus propios sentimientos y en aceptar tanto los
comportamientos neuróticos como los buenos momentos de la
otra persona. Has de ceder un poco a ti mismo y a la otra perso
na, ir hacia ella, tomarla y luego dejarla marchar. Si se hace bien
el amor, no importa el hecho de que sean dos hombres los que lo
estén haciendo, así como tampoco importa que sean un hombre
y una mujer; nada es relevante y todo es maravilloso, pero no te
das cuenta de que lo es porque el ego ha desaparecido. Es sorpren
dentemente sencillo. Placer y más placer que te hace sentir bien y
que luego desaparece. Pero como nos falta la iluminación, las
emociones tienden a convertirse en barreras. Normalmente, la gen
te quiere hacerlo, pero algo les dice que es, o que va a ser, miste
rioso, y entonces aparece el miedo, que los hace abandonar. Pero
en verdad no hay nada que temer, sólo te has de entregar, porque,
aunque acabe desvaneciéndose, eso es luz y amor. Si sientes algo,
debes dejar que se cumpla. Permitir que acontezca y no aferrarte
a ello, porque cuando te aferras a algo, luego te da miedo perder
lo, y es entonces cuando lo jodes todo. Y cuando ya la has jodi
do unas cuantas veces, dices: «Un momento, amigos. No quiero
hacerlo más». Tus acciones te condicionan cada vez más, y aun
que sea algo muy sutil, eso hace que te cueste relacionarte con al
guien.
Los estadounidenses están completamente obsesionados por
sus cuerpos. Es un caso de materialismo extremo. Para los gays se
trata de un ofuscado y excesivo consumo de cuerpos. En cambio,
para los heterosexuales consiste en no pensar jamás en sus cuer
pos. Tan sólo eres una cosa que nace y a la que alimentan y lim
98
pian la mierda, hasta que eres tú mismo el que te puedes desha
cer de tu propia mierda, comerte tu propio bistec con patatas y
beberte tu propia cerveza. Hasta ahí llega la conciencia que los es
tadounidenses tienen de sus cuerpos. No quiero que parezca que
menosprecio a Estados Unidos. Creo que es un país sorprenden
te. Si vas a cualquier otra parte del mundo como África, el Saha
ra, América del Sur o la India, y piensas en Estados Unidos y su
gente, los ves como un montón de bodhisattvasV Me refiero a
todo el tema de los movimientos políticos, la liberación gay, la li
beración de las mujeres, etcétera, que no se dan en ningún otro
lugar. Hay millones de mujeres que no pueden siquiera concebir
la idea de un movimiento de liberación feminista. Dentro del con
texto de sus vidas, no sabrían de qué les hablas. La liberación gay
sólo existe en Europa, Estados Unidos y Australia.
Estados Unidos es el país más rico del planeta. Produce y con
sume mucha basura, lo que lo hace aún más rico, y, aunque em
piece a pudrirse y los gusanos se arrastren por él, es precisamente
esa energía increíble la que hace posible todo esto de lo que esta
mos hablando. Tengo la teoría de que Estados Unidos era tan
adicto al materialismo, tan irreversiblemente prisionero, que se
tuvo que inventar el LSD para poder bregar con la situación. El
ácido era lo único que podía abrirla un poco, es como golpear la
mente de alguien con un martillo, no había otra alternativa. Y eso
te deja como única salida el ligue en los supermercados... Las re
laciones entre hombres en otras partes del mundo son aún peores,
incluso en Marruecos o entre los llamados árabes bisexuales. Es
tán completamente estructurados por la sociedad heterosexual y
condicionados por los mismos venenos.
17. Véase la nota 1, pág. 16 (entrevista a Alien Ginsberg). (N. del T.)
QQ
ese sentido, reduciendo los artículos teóricos y haciendo mayor incidencia
en la poesía y en los relatos más personales, sin olvidar artículos más den
sos sobre política, materia que tiene el tipo adecuado deflujo energético. Lo
que dices con respecto alflujo de enerva gay parece sencillo, sin embargo,
es algo muy dificil de aceptar para los occidentales, especialmente para los
estadounidenses, puesto que tienen un comportamiento muy condicionado.
Hasta en la cultura gay existen ciertos condicionamientos a la hora de ac
tuar.
GIORNO: Exacto. Es como si estuvieras viviendo en un lúgubre
apartamento infestado de cucarachas y, mientras estás fuera, al
guien entrara a robar y se llevara la televisión y el equipo de soni
do; o como si te encontraras completamente solo y no pudieses
llamar a nadie porque te han cortado el teléfono por falta de pago;
o bien como si no existiera ni la más remota posibilidad de que
alguien viniera a visitarte, hiciera mucho frío para salir y el pano
rama general fuera muy desolador. Lo único que puedes hacer en
tales circunstancias es sentarte bien erguido, tomar aire, e intentar
mantenerlo dentro para llenar tu vacío e inundar el espacio que te
rodea con el amor que circula fuera y dentro de ti. Eso crea un
medio en el cual trabajar. Un lugar desde donde empezar, en vez
de permanecer alucinado y solo, con ganas de que alguien te haga
una paja. No puedes permitir que eso ocurra en tu espacio.
LEYLAND: Me pasa lo mismo en Gay Sunshine. Dejo que las cosas flu
yan, y los artículos, poemas y dibujos llegan en la medida que los necesito,
sin tener que ir en busca de ellos frenéticamente.
GIORNO: Es una técnica muy sencilla: «No intentes esforzarte».
Puede aplicarse a cualquier cosa. Todos creen que lo que les pasa
es lo más importante del mundo. Cada uno es el centro de su pro
pio mundo. Cuando todos hacen lo mismo, se da un panorama
muy extraño. Creo que lo principal es trabajar a fondo en lo que
sea y después tratar de serenarlo. A veces parece como si los gays
tuviesen una orientación sexual extrema, una necesidad inagota
ble, que se va haciendo mayor, y que se escenifica en las saunas,
los bares o en el ligue con camioneros.
100
GIORNO: Que es un paso en la dirección correcta. Hacia la since
ridad. El matrimonio es una construcción heterosexual, pero tam
bién existe en dos personas que quieren ampliar su amistad, am
pliar el compromiso mutuo. Pueden elegir ser amigos durante
muchas vidas hasta encontrar la luz. No sé si esta práctica es muy
corriente. Los gays parecen demasiado comprometidos con el pla
cer y con la insatisfacción que produce la necesidad, necesidad de
placer y de dolor. Debido a las dificultades que conlleva el com
promiso, tienden a cerrarse y a querer sólo placer, pero éste no se
puede obtener sin sufrimiento.
101
«Pornographic Poem» [Poema pornográfico], se publicó en la An
thology of New York Poets [Antología de poetas neoyorquinos], de
Random House, ésta fue incluida como lectura obligatoria en las
clases de inglés de todo el país. Eso es llegar al quid de la cuestión.
Las imágenes pornográficas tienen un uso muy válido entre ese au
ditorio, en tanto que entre el público gay todos están convencidos.
Desnudarte y exhibirte es la verdadera promiscuidad, porque estás
cortando con todo lo que te han estado haciendo creer.
LEYLAND: Pienso que al principio la gente puede hacer esa ruptura, pero
el problema viene después.
GIORNO: Te puedes quedar colgado. Como dijo Ed Sanders: «Si
no puedes cortar los barrotes con los dientes, siempre te quedan
las uñas para arañar las paredes».
LEYLAND: También creo que se debe discutir más abiertamente sobre la re
lación entre el afecto y el sexo. Muchos de los escritos sobre la promiscui
dad tienden a dejar esto de lado,
GIORNO: A eso me refiero. El afecto y el sexo van unidos. Consis
te en ser generoso con los otros, dar a manos llenas, alentarlos.
Cuando hay un desequilibrio, siempre se produce una situación
desagradable. La promiscuidad histérica es tan absurda como en
cerrarse en la fantasía de estar enamorado.
LEYLAND: ¿No crees que eso es más difícil en una ciudad como Nueva York ?
GIORNO: Nueva York es la personificación de las dificultades, es la
viva imagen del mundo. Seguro que no tiene nada que ver con
Coffeyville, Kansas.
102
LEYLAND: ¿Crees que has intentado ahondar y expresar esa claridad, ese
flujo, en tus poemas eróticos?
GIORNO: Acabo de terminar un extenso poema titulado «Subduing
Demons in America». Tiene cincuenta y siete páginas.
LEYLAND: ¿Qué tipo de persona era? Creo que tenía un carácter polifa
cético.
GIORNO: Frank O’Hara era el hijo de puta por antonomasia. Des
de un principio no nos llevamos bien. Yo quería mucho a Frank y
me encantaba su trabajo, pero él me trataba muy mal. De manera
que asumí que éramos dos elementos opuestos e incompatibles.
En esa época, me veía habitualmente con Andy Warhol. Frank
odiaba a Andy, a su trabajo y a todo lo que estuviese relacionado
con éste. Aunque seis meses antes de morir, Frank admitió que la
obra de Andy, después de todo, no estaba tan mal. Pero su enemis
tad había sido la razón por la que, en un principio, el Museo de Arte
Moderno no había adquirido ningún Warhol para su colección. De
hecho, Frank odiaba a todos los artistas pop. En este tipo de situa
ción existe una dinámica. Frank O’Hara, John Ashbery y Kenneth
Koch formaban el núcleo de poder de algo que habían creado y que
se llamaba Escuela de Poetas de Nueva York. Odiaban mi poesía y
todavía lo hacen. Fue entonces cuando me fui a vivir con Bunoughs
y Brion Gysin, pero Frank nos seguía odiando sin razón aparente.
Brion solía decir: «No lo entiendo. Vinieron a París y organizamos
103
una lectura para ellos; fuimos todo lo buenos que pudimos, y siem
pre nos odiaron». Frank fue un gran poeta, y yo lo quería, pero no
por eso dejaba de ser un hijo de puta, un cruel hijo de puta. Por
aquel entonces, yo era muy joven, así que me dolió bastante.
18. Véase la nota 14, pág. 51 (entrevista a Alien Ginsberg). (N. del T.)
104
malo. Leary devoraba a la gente. ¡Zas!, de un mordisco se los echa
ba en la boca, los masticaba, digería lo que quería y escupía el resto.
Así eran todas las grandes estrellas. Robaban a todos aquellos que los
apoyaban en su trabajo o en el ámbito personal o, con un poco de
suerte, a ambos. Pero eso no quita que esos tíos sean fenomenales.
Cada uno a su manera ha despertado la conciencia estadounidense,
han roto con conceptos formados con anterioridad. Eso de por sí es
bastante raro. También son seres humanos, con tanto veneno como
puede tener cualquiera. Toda gran obra de arte es el fruto de un error.
Tomemos a un artista cualquiera que trabaje continuamente con su
obra y que, aunque le falte glamour, obtenga unos resultados magní
ficos. Pues bien, eso es un avance que afecta a todo el universo. El
no sabe por qué lo hizo, fue un error. Se dio con ella. Tropezó con
su instinto. A partir de ahí ya le es más fácil continuar. Tiene su ego
como todo el mundo, y es alentado por la sociedad, que le dice:
«¡Tío, eres fantástico!». Se siente bien y se hace rico y famoso. Des
pués quiere afenarse a eso, y ahí es donde empiezan los problemas.
105
dido si no lo hubieran hecho. Además, ya no tiene tanta impor
tancia, a esos tíos los han mandado a pastar. ¿Sabías que Alien
Ginsberg, Bob Rauschenberg y Andy Warhol tienen la misma
edad y que van a cumplir los cincuenta este añoP^o No hace mu
cho, Rita Hayworth reapareció, tras largos años de retiro volunta
rio, para dar una conferencia de prensa en favor de alguna institu
ción benéfica. Sabes que ha vivido un tiempo retirada y que
durante ese tiempo ha engordado un poco, por no decir algo peor.
Bien, estaba ella en aquel auditorio lleno de periodistas, cuando
un reportero le preguntó: «Miss Hayworth, ¿cómo se siente cuan
do al levantarse por las mañanas y mirarse al espejo ve a esa per
sona tan fea, sobre todo sabiendo que en otros tiempos fue tan
hermosa?». Rita Hayworth le contestó: «Yo no me levanto por las
mañanas...». Adoro a Rita. ¿Cómo dice aquel viejo refrán del mun
do del espectáculo? «Vales tanto como tu última actuación.»
20. Aparente error del entrevistado, puesto que los personajes citados na
cieron en 1926, 1925 y 1928, respectivamente. (N. del T.)
106
años que nos separamos, y ahora los dos estamos fuera del mun
do del arte. En los años sesenta, íbamos juntos. Como dije antes,
nadie era realmente famoso, tan sólo nos limitábamos a andar por
ahí vacilando. Era una situación relajada e intensa a la vez, y fue
cuando se hicieron los mejores trabajos. Como por ejemplo, en
1962, cuando Andy rodó Skep. Solíamos ir a ver mucho cine un
derground. Cosas de Jack Smith, Ron Rice o Taylor Mead, así
como un buen número de películas que eran pura porquería.
Andy, que nunca había rodado una película, comentaba: «Son te
rribles. ¿Por qué nadie hace un filme que valga la pena habiendo
tantas cosas bellas?». Una semana después, se compró su primera
cámara Bolex de 16 mm. Como no sabía hacerla funcionar, le pre
guntaba a Jonas Mekas^^ cosas del tipo: «¿Cómo la enfocas?». A
la semana siguiente fuimos a visitar a Wyn Chamberlain a su gran
ja de Old Lyme, Connecticut. Una noche del mes de junio en que
hacía muchísimo calor, nos quedamos despiertos hasta las cinco
de la madrugada. Yo me había emborrachado con ron añejo; en
cambio, Andy no había tomado una sola gota porque iba cargado
de toda clase de anfetaminas. En cuanto pillé la almohada, me
quedé dormido. Una hora más tarde, cuando comenzaba a salir el
sol, me desperté porque tenía ganas de hacer un pis. Entonces me
di cuenta de que Andy estaba ahí, con la cabeza apoyada en un
brazo, mirándome con los ojos como platos producto de las anfe
taminas. Le pregunté qué hacía. Y él me respondió: «Observo
cómo duermes». Así que me volví a dormir. Horas más tarde me
desperté de nuevo y ahí seguía Andy, en la misma posición. Re
cuerdo que me dolía mucho la cabeza, y le dije: «¿Qué estás ha
ciendo?». El volvió a responder: «Te miro». Me dormí otra vez y,
cuando me volví a levantar, Andy no se había movido. Miré mi
reloj, eran las once y media. Yo tenía mucho calor por culpa de
la resaca. «Andy, ¿qué haces?», le pregunté. Él se limitó a reír y
dijo: «¿Para qué lo quieres saber?». Cuando me desperté por últi-
21. Director y crítico de cine estadounidense (n. 1922). Junto con su her
mano Adolfas fundó la revista Film Culture (1955) y en 1960 creó The New Ame
rican Cinema Group. Fue uno de los directores más influyentes del cine under
ground. Entre su obra cabe destacar: Walden (1969), Lost, lost, lost (1976) e In
between (1978). (N. del T.)
107
ma vez ya se había marchado. Era la una de la tarde y él se había
pasado ocho horas viendo cómo dormía. Así es como a Andy
Warhol se le ocurrió la idea para su primera película: Sleep. Cuan
do regresábamos en tren, me dijo: «¿Te gustaría ser una estrella de
cine? Quiero hacer una película en la que salgas tú durmiendo».
Un par de semanas después, empezamos a rodar.
108
po para ello, pero haría cualquier cosa que me pidieran: lecturas
benéficas..., todo lo que quieras.
22. Local de Nueva York que abrió sus puertas en 1965, en el 213 de Park
Avenue. Pronto se convirtió en el lugar de encuentro de los artistas neoyorqui
nos. En su cuarto trasero, Andy Warhol presidía la mesa redonda por la que des
filaron la mayoría de artistas underground de la época. Cerró al público en 1974.
fTV. del T.)
109
LEYLAND; Supongo que después de todo aquello la gente iría con más cui
dado con lo que te decía,
GIORNO: Probablemente foe lo único que pasó... De hecho, la gen
te empezó a odiarme. A veces sentía cómo una enorme carga nega
tiva se me venía encima. Escribí la columna durante un año y lue
go paré. Ahora me he puesto de nuevo manos a la obra, porque ésa
es la verdadera historia del arte. Ahí tienes a todos esos críticos,
como Clement Greenberg, Barbara Rose, David Bourdon y Peter
Schejeldhal, que no escriben sino ficción. Con su crítica establecen
qué es arte y quiénes son los artistas. Estos se convertirán después
en un producto con un valor económico, que más tarde se canjea
rá en las galerías de arte de Nueva York, como si se tratase de la Bol
sa. Me refiero a los expresionistas abstractos, a los artistas pop y a
los que hacen arte minimal y conceptual. Es todo tan honrado...
Sólo te muestran una cara de la moneda. Mientras que yo creo que
de lo que realmente se trata es de saber quién se folla a quién, el ta
maño de sus pollas o sus preferencias sexuales. Además de todo el
sufrimiento neurótico de las personas, porque eso influye en sus
obras. Las horribles historias de Jackson Pollock, Ruth Kligman o
Lee Pollack. ¡Vaya, no veas cómo se desmadraba Lee Pollack!
LEYLAND; Es por eso que te he preguntado antes por Frank O'Hara. Creo
que k se ha dado un cierto barniz romántico. El chisme no tiene por qué
ser siempre perverso,
GIORNO: Me remito a los hechos, que pueden ser horripilantes.
Ahora que he vuelto con «Vitamin G», acabo de terminar un artícu
lo sobre la muerte de Jane Bowles. Su necrología. Paúl y Jane se
habían forjado una imagen pública muy glamurosa: Tánger, la re
vista Vogue y todo aquello sublimemente civilizado. Bien, pues yo
viví en Tánger con Brion Gysin y te puedo decir que la verdade
ra historia fue una pesadilla. Ajane la envenenaron, se volvió loca
y murió en un manicomio de Málaga. En los últimos cinco años
de su vida, no se acordaba ni de su nombre.
no
dura como la que más. Todo empezó en Tánger hace treinta años.
Un día, Jane estaba paseando por el mercado de granos cuando
vio a la majestuosa Sharifa vendiendo trigo. Aquel mercado esta
ba controlado por mujeres, cada una tenía su propio puesto don
de pesaban la harina. Sharifa, joven y hermosa, era la jefa indiscu
tible, la reina del mercado. Jane se enamoró de ella a primera vista,
le hizo la corte y se convirtieron en amantes. Después, Sharifa se
fue a vivir con Jane, ésa fue la mejor parte. El resto fue una pesa
dilla. Sharifa siempre amenazaba a Jane con matarla si la dejaba.
111
muy delgada y su piel se volvió blanca como la tiza; siempre pare
cía aturdida. Paúl venía a visitamos y, mientras se fumaba un ciga
rrillo, nos comentaba: «Estoy muy preocupado por Jane, está muy
pálida». Un día, después del almuerzo, llegó corriendo y nos dijo
temblando: «El loro ha muerto. Ha probado la comida de Jane y
ha muerto. Se ha caído de su percha y ha muerto». Quizás algunos
lectores sepan a qué loro me refiero. Se trata de aquel pájaro que
aparece posado en el hombro de Paúl en la foto de la contracubier
ta de 100 Camels in the Courtyard [Cien camellos en el patio]. Des
pués, Martha se fue para un largo viaje, y Jane se recuperó. Tres
años más tarde, Jane se volvió completamente loca, dejó su apar
tamento y se fue a la medina. Vivía en el Parade, un concurrido
bar gay, donde un pianista interpretaba canciones de amor. Jane
bebía día y noche e invitaba a copas a todo el mundo; seis meses
después había acumulado una deuda de ocho mil dólares, de la
cual se tuvo que hacer cargo Paúl con los cheques de viaje de Ame-
rican Express, que guardaba en una maleta debajo de la cama. Jane
estaba tan ida que tuvieron que internarla en un manicomio cerca
de Málaga, donde pasó los últimos años de su vida, sin saber que
su nombre era Jane Bowles. Un año después de la muerte de Jane,
Sharifa también se volvió loca, y ahora está en un manicomio cer
ca de Tánger, donde, en sus momentos de lucidez, sigue con su
superromántico viaje de culpabilidad, y masculla: «Yo maté ajane.
Dije que lo haría y que no podría ni comer, ni dormir, ni escribir,
ni tan sólo recordar su nombre. Amo ajane y la maté, y como cas
tigo he perdido la razón».
112
LEYLAND: Es realmente importante conocer la vida de las personas sin
idealizarlas.
GIORNO: Sacar los hechos a la luz.
LEYLAND: Algunas personas quieren crear una atmósfera propia para evi
tar que la realidad se manifieste,
GIORNO: Tratan de evitar hacer las paces con la realidad. Empaque
tan una imagen de ellos mismos con credenciales y todo. En el
caso de los Bowles es por una elegancia intelectual e internacional.
113
Christopher Isherwood
CHRISTOPHER ISHERWOOD (1904-1986) nació en High Lane,
condado de Cheshire (Inglaterra). Se matriculó en la Facultad de
Medicina de Cambridge, pero la abandonó sin llegar a graduarse.
La publicación de su primera novela, Aü the Conspirators (1928),
pasó totalmente inadvertida. Posteriormente, abandonó Inglaterra
y se instaló en Berlín, ciudad que le suministró el material para las
que quizá sean sus mejores novelas: Mr. Norris cambia de tren
(1935) y Adiós a Berlín (1939), esta última reeditada en 1946 con
el título de The Berlin Stories. En este libro está basada la obra de
teatro de John van Druten, Soy una cámara (1951), y el musical de
Broadway Cabaret, que posteriormente sería llevado al cine por
Bob Fosse (1972). Las dos novelas, ambientadas en el Berlín con
vulso por el ascenso de los nazis al poder, ilustran la preocupación
de Isherwood por la situación de los intelectuales en una sociedad
tiránica.
Junto a su amigo de la infancia W.H. Auden, escribió tres obras
de teatro y un libro de viajes, Joum^ to a War (1939), que describe
la China de 1938, en plena invasión japonesa. En 1939, emigró a
Estados Unidos, y siete años después le fue otorgada la ciudadanía
estadounidense. El interés que le despertó el hinduismo en la déca
da de 1940 le llevó a publicar Vedantafor the Western World (1944),
y a traducir, con Swami Prabhavananda, el Bhagavad Gita (1944).
En 1971, publicó un estudio sobre sus padres titulado Kathleen
and Frank. Un año después se estrenó la obra de teatro basada en
A Meeting by the River (1967), que había escrito con Don Bachardy.
En 1976, publicó Christopher y su gente, un relato autobiográfico
ambientado en los años treinta.
117
Entre su extensa producción bibliográfica cabe destacar: La
violeta del Prater (1945), The Condor and the Cows (1949), El mundo
al atardecer (1954), Desde lo más profundo (1962), Un hombre soltero
(1964), Exhumations (1966) y Mi gurú y su discípulo (1980).
Cuando se realizaron estas entrevistas, Christopher Isherwood
vivía con el artista Don Bachardy en Santa Mónica (California), su
hogar desde los años cuarenta y donde murió a la edad de 82 años.
1
Winston Leyland
entrevista a Christopher Isherwood
118
mente reales o irreales. Cuando comencé a escribir sobre Berlín,
pensé que la historia sería más coherente, y hasta cierto punto más
«verídica», si la novelaba un poco. Y así empecé a reescribir mi vida
y, por tanto, a fabricar un Christopher diferente. Pero la historia
nunca se aparta de mi propia experiencia, sigue siendo el Berlín que
yo conocí. Nunca concedí a mi álter ego ficticio alguna caracterís
tica, virtud o vicio que yo mismo no tuviera. Estoy de acuerdo con
Hemingway: uno sólo debe escribir acerca de lo que conoce.
Evidentemente, en aquel entonces la experiencia berlinesa me
pareció diferente, no tan subyugante como la veo ahora. De hecho,
había largos periodos en los que el día a día se convertía en una
rutina aburrida. Ahora la gente me dice a menudo: «¡Dios, si hu
biera podido vivir aquellos días! ¡Si hubiera podido estar allí con
usted!». Yo me sonrío, porque pienso en lo que nos habríamos lle
gado a aburrir juntos. Y, sin embargo, lo curioso es que, a través
de sus ojos, puedo volver al Berlín de aquella época -como si mi
rara por el telescopio de mis cuentos- y verlo como ellos lo ven.
119
de tres años y medio, me acostumbré a todo aquello y ya no me
parecía tan emocionante.
LEYLAND: ¿Qué hay del barón Kuno von Pregnitz? Parece una caricatu
ra del homosexual prusiano.
ISHERWOOD: La isla imaginaria en la que vivía con todos los chi
cos... Eso, en realidad, lo saqué de otro personaje. Este tipo de ba
rón -me refiero a los que se daban aires aristocráticos, aunque a
menudo el título se lo inventasen ellos mismos- era una figura
corriente en el mundillo de los bares homosexuales de Berlín.
Supongo que, en el fondo, siempre supe que quería escribir
sobre Berlín, incluso durante mi estancia allí. Por eso escribí un
diario. Era fragmentario y conciso, pero más tarde me ayudó a re
cordar muchas cosas.
Cuando en 1934, un año después de abandonar Berlín, empe
cé a escribir la novela sobre Mister Norris, estaba muy influido por
otra experiencia que acababa de vivir. En 1933 había conseguido
un trabajo en Inglaterra, en lo que fue mi primera experiencia en
el mundo del cine. (Todo esto lo recojo en La violeta del Prater.)
Aquel primer trabajo hizo que me sumergiera completamente en
el séptimo arte. Siempre me había sentido atraído por el cine, pero
ahora disfrutaba con la creación de la trama, la acción y el tratar
de contar una historia en términos visuales. Incluso mientras es
cribía esta novela no dejaba de imaginar cómo se reproducirían las
diferentes escenas en la pantalla. Eso estaba bien, pero el resulta
do de mi enorme interés por las tramas me llevó, antes que a Eric
Ambler,2 a situar el personaje de Mister Norris en una historia de
espionaje con tintes de melodrama absurdo. Me encantan las his
torias de espías, tanto en los libros como en las películas, pero en
este caso los dos estilos no se compaginaban muy bien.
2. Escritor británico (1909-1998). Autor de novelas policiacas en las que se
caracterizó por la inversión del suspense y por el análisis psicológico de sus per
sonajes. (N. del T.)
120
LEYLAND: Pero el personaje de Mister Norris llegó a cobrar vida.
ISHERWOOD: Sí, ha conseguido existir de forma independiente, fue
ra del libro, en la mente de muchos lectores. El verdadero Mister
Norris también existió en la realidad -ahora está muerto- y a me
nudo hizo cosas que yo no podría haber imaginado ni en mis sue
ños más fantásticos. Pero él tenía absoluta conciencia del Mister
Norris ficticio, e incluso escribió un libro llamado Mister Norris
and 1. Su verdadero nombre era Gerald Hamilton.
Me preguntan con frecuencia si lamento no haber expresado
abiertamente mi homosexualidad en The Berlin Stories. Sí, me hu
biese gustado hacerlo, pero hubiera tenido que ser de forma tan
gencial, porque si no el personaje de Christopher hubiera sobresa
lido demasiado y se habría destruido el equilibrio entre él y los
demás personajes. Christopher es el nanador y, por tanto, no debe
destacar demasiado. Si en aquella época lo hubiese presentado
como un personaje homosexual, hubiese parecido un poco excén
trico. Habría creado una estrella de un actor secundario. Desde el
punto de vista literario ésa es una buena razón, pero además está
el hecho de que me habría resultado violento crear un personaje
homosexual y darle mi propio nombre.
LEYLAND: ¿Cree ¿fue en los años treinta habría podido publicar un libro
explícitamente homosexual sobre su persona?
ISHERWOOD: Sí, podría haberlo hecho si no hubiera abundado de
masiado en detalles sobre actos sexuales. Pero vuelvo a lo que decía
antes: en aquellos días, la gente esperaba que anunciaras el tema
de la homosexualidad con toque de trompetas. Para cuando hu
biera acabado de presentar, explicar y justificar a Christopher, el
homosexual, no habría quedado espacio en el libro para mis otros
personajes. Habría producido un desequilibrio en la obra.
121
lo en las revistas gays es puro esnobismo. Significa que se aver
güenza de sus hermanos y hermanas.
122
fue pronto. Éramos viejos amigos: nos conocimos desde el cole
gio, cuando él tenía siete años y yo diez. Nos volvimos a encon
trar en la adolescencia y descubrí, para mi sorpresa, que escribía
poesía. Entonces, llegamos a ser realmente íntimos. Más tarde, Ste
phen Spender vino a Berlín desde Hamburgo, donde había esta
do viviendo. (Si desea más información, puede leer su autobiogra
fía, Un mundo en el mundo, que es bastante franca en lo que
respecta a nuestras vidas.)
123
dibujado una caricatura de los homosexuales, como puede verse, por ejem
plo, en la película El ocaso de los dioses, de Visconti.
ISHERWOOD: Sí, en esa película se intuye que la homosexualidad es
un factor importante en la perdición. Ahora la gente me pregunta
si aquello no era realmente decadente, y en realidad quieren decir
homosexual. Es para volverse loco; es una simplificación enorme
y muy maniquea decir que la Alemania anterior a Hitler era deca
dente, y que los nazis, los cuales no cabe olvidar que también eran
decadentes, hicieron caer sobre ella el castigo de Sodoma y Gomo
rra. Terminas diciendo: «¡Estos alemanes son decadentes de todas
formas, no importa de qué partido sean!». (Risas.) De hecho, me
atrevería a decir que los alemanes, cuando son homosexuales, son
muy buenos homosexuales. Hasta donde sé, no son en absoluto
decadentes. Lo toman con sencillez y naturalidad, y tienen una
gran capacidad para la ternura y los sentimientos sinceros. A me
nudo he creído detectar algo parecido en los estadounidenses.
A veces, me preguntan sobre mi relación con la chica que sir
vió de modelo para la Sally Bowles de la obra de teatro Soy una
cámara y del musical, que posteriormente fue llevado al cine, Ca
baret. Mi relación con la verdadera Sally Bowles fue de lo más sim
ple. Ella sabía que yo estaba muy satisfecho con mi homosexuali
dad y que la quería como a una hermana. No teníamos
problemas, nunca hubo ningún flirteo ni deseo secreto de acos
tarme con ella. Eso es lo que encuentro un poco indecente en la
película Cabaret. Primero se supone que el chico es gay, y luego
resulta que no lo es, porque puede hacérselo con Sally. Más tar
de, cuando coquetea con el barón Max, se le vuelve a presentar
como homosexual. Finalmente, cuando quiere casarse con Sally,
ella le dice que teme que se vuelva a repetir la historia y que se
vaya de nuevo detrás de los chicos. Su homosexualidad se presen
ta como una especie de debilidad indecente, o ridicula, de la que
hay que burlarse, como cuando uno moja la cama.
124
go que algunos de ellos también los tenían, pero nunca lo confesá
bamos. Durante mi adolescencia, me enamoré muchas veces, pero
nunca hice nada. Tardé bastante en llegar a tener relaciones sexua
les; sucedió cuando estaba en la universidad. En mi mente no ha
bía ninguna duda sobre mi homosexualidad. Era como una deci
sión que mi cuerpo-mente había tomado de forma definitiva.
Incluso estaba dispuesto a admitir que podría haberme convertido
en heterosexual, si así lo hubiera decidido, de hecho lo intenté un
par de veces. Fue bastante bien, pero prefería a los chicos y ya sa
bía que podía enamorarme de ellos. En lo que respecta a mi sexua
lidad, he sido muy feliz, y si mi madre es la responsable, le estoy
agradecido.
Como ya dije, el ir a Alemania fue para mí un alivio psicológi
co. Fue en Berlín donde entré en contacto por primera vez con un
grupo homosexual organizado. Tenía su centro en el Instituto de
Ciencia Sexual, dirigido por el doctor Magnus Hirschfeld, que ftie
un gran pionero y también un gran homosexual. Había consegui
do reeducar a la policía de Berlín y liberalizar su actitud hacia el
sexo. El y sus colegas se tomaban el trabajo muy en serio, de esa for
ma tan típicamente alemana que con frecuencia le parece divertida
a un extranjero. A menudo me reía de ellos; ahora los veo como
personas heroicas y nobles. [El Instituto fue destruido posteriormente
por los nazis.] Venía gente de toda Europa para ver a Hirschfeld.
Me acuerdo de cómo hizo una demostración científica para
André Gide. Entre otras pruebas, trajeron a un chico con dos se
nos femeninos perfectamente formados. Gide estaba sentado y
sostenía con su mano la barbilla, como si estuviera pensando. Te
nía una visión muy pragmática de todo aquello, y no quería escu
char un montón de teorías. A Gide le gustaban los chicos muy jó
venes. En el bar que frecuentaba, no pudieron encontrar a nadie
lo suficientemente joven para él, así que le presentaron a un chi
co de unos veintitrés años, pero que aparentaba quince. No hubo
ninguna queja. Gide era bastante majestuoso y afable, y además
usaba capa. Le gustaba que lo llamaran maître. En aquel entonces,
no apreciaba su grandeza como lo hago ahora. Lo consideraba un
esnob, aunque en aquella época para mí esnob era todo aquel que
no vivía en un barrio pobre.
125
LEYLAND: La idealización de la clase obrera y el deseo de mezclarse con
ella, ¿no es una idea romántica de las clases altas inglesas?
ISHERWOOD: Típico de la clase alta, sí. Mi propio esnobismo esta
ba simplemente invertido. La homosexualidad de la clase alta in
glesa tendía a fijarse en chicos obreros. No me recuperé realmente
de ese estado mental hasta que empecé a vivir en Estados Unidos.
Cuando estaba viviendo en el barrio obrero de Berlín, sentía que
había traspuesto las imágenes y que estaba interpretando el papel
de mi propio amante, por decirlo así. Si hubiera querido, habría
podido vivir en una zona más respetable, tenía el dinero suficien
te y, de hecho, más tarde así lo hice. Pero me mudé a una vivien
da obrera por este chico, Otto. Viví con él y su familia.
126
rosexual, puesto que si así fuese, se acabaría arrastrando todo el sis
tema burgués de obligaciones y el concepto de posesión.
Me gustaría mucho escribir una novela sobre la vida gay, pero
es muy difícil. Nunca he escrito sobre relaciones homosexuales
(sólo algunas referencias en El mundo al atardecer y Vn hombre solte
ro}, aunque durante mi vida he tenido una serie de relaciones bas
tante largas. En mis diarios he tratado de examinar mis fantasías
sobre el sexo y cómo se conectan con el tipo de relaciones que he
mantenido. Una de ellas es incestuosa: el deseo hacia un herma
no que también sea amante, un hermano pequeño.
LEYLAND: ¿La mayoría de sus relaciones han sido con gente másjoven que
usted?
ISHERWOOD: Sí, todas han sido con hombres más jóvenes. Digo
«hermano» antes que «hijo», porque no me gusta pensar en la per
sona que amo como una reproducción de mí mismo. La idea de
un hermano sugiere una mayor polaridad entre nosotros.
En mi novela A Meeting by the River, y aún de forma más ex
plícita en la versión para el teatro que escribí con Don Bachardy,
hay una gran metáfora en torno a los dos hermanos que aparecen
como personajes principales. Uno de ellos se hace monje en un
monasterio en la India y por tanto tiene «hermanos» monjes. El
otro, un hombre casado, se relaciona con un chico de California
porque anhela la figura de un hermano ideal que sea a la vez
amante..., una especie de compañero tipo Wait Whitman. Los dos
hermanos tienen una relación de amor-odio que los une, incluso,
a su pesar, hasta que se resuelve al final de la obra.
LEYLAND: ¿Considera que sus relaciones más profundas han sido satisfac
torias y plenas?
ISHERWOOD: Han sido plenas, sí. Procuro evitar un poco la pala
bra «satisfactoria»: sugiere que algo ha sido entregado de acuerdo
con lo pedido, según las especificaciones. Me recuerda la frase
«instálelo y olvídese», como aplicado a algo totalmente fiable y
predecible... Se conecta y siempre funciona sin tener que preocu
parse. Con el amor debe existir la necesidad de preocuparse, en
todo momento. El amor no es una póliza de seguros. El amor es
127
tensión. En una relación, lo que yo valoro es la tensión constan
te, en el sentido de no tener nunca la ilusión de entender a la otra
persona. Cuando te enamoras, crees haber descubierto el ave del
paraíso, la persona mágica del Otro Mundo. De pronto, ves a un
ser humano en toda su extraordinaria magia. Y sabes que nunca
podrás entenderlo, que nunca podrás dar algo por supuesto. Es
eternamente imprevisible... y tú lo eres para él, si te ama. Y ésa es
la tensión. Eso es lo que esperas que nunca acabe.
En A Meeting the River, el hermano que está casado dirige sus
sentimientos románticos hacia los hombres, y considera su matri
monio como una especie de fortaleza. Sale de ella para tener aven
turas y después corre de vuelta dejando a su amante afuera, en el
frío. Este tipo de bisexual me interesa mucho, y he conocido a bas
tantes durante mi vida. En El mundo al atardecer, describo otro caso
parecido, pero creo que el de Meeting es más convincente.
128
que yo»? Sería puro narcisismo. Una vez, cuando ya había cum
plido los cuarenta, conocí a un chico que era por lo menos quin
ce años menor que yo. Todos se daban cuenta de lo parecidos que
éramos físicamente. «Podría ser tu hermano menop>, decían. Yo lo
encontraba terriblemente atractivo, pero él no sentía el menor in
terés por mí.
129
ISHERWOOD: Sí, en gran parte. Pero hay diferencias importantes. Al
contrario que el pobre George, yo nunca he sufrido la muerte de
un amante mientras estaba conmigo. Además, George es un estoi
co y un agnóstico, sin ninguna fe religiosa que le ayude en la vida.
Desafía al destino. Lucha con uñas y dientes hasta el último mo
mento. Yo no soy en absoluto así.
Por otra parte, George es un profesor titular universitario.
Cuando yo doy conferencias en la universidad, lo hago como in
vitado, por tanto puedo permitirme hablar con bastante libertad.
Se espera de mí que actúe como una celebridad, no como un pro
fesor, y que divierta más que instruya. Las cosas que hago decir a
George en el aula son las que yo diría, aunque viniendo de él, pue
de que parezcan fuera de lugar. Aun así, creo que Un hombre solte
ro es lo mejor que he escrito nunca. Fue la única vez que conse
guí, casi íntegramente, decir lo que quería.
130
podía ser seria, bajo ninguna circunstancia. Pensaba que era una
especie de pose, un juego mental mío. Le dije que era gay en cuan
to me hice mayor. Pareció aceptar la situación. Siempre se mostra
ba amable con los jóvenes que llevaba a casa, e incluso en alguna
ocasión me pareció que le gustaban. Pero creo que su imaginación
se negaba a aceptar que yo tuviera relaciones sexuales con ellos. A
veces, su actitud me enfurecía. Incluso creo que ayudó a afirmar
me en mi homosexualidad. Tenía que demostrarle que realmente
existen los homosexuales. Como vivió hasta los noventa y un
años, tuve el suficiente tiempo para olvidar nuestro antagonismo,
y así fue como terminamos aceptando nuestras divergencias.
Creo que me hubiera sido mucho más difícil decírselo a mi
padre, pero esa crisis nunca se presentó porque murió en la pri
mera guerra mundial, cuando yo tenía diez años. Ahora me doy
cuenta de que, en mi infancia, sentía atracción física por él. Yo so
lía ir por la mañana a su habitación, cuando hacía sus ejercicios
de gimnasia sólo en calzoncillos. Todavía recuerdo cómo me gus
taba la dureza de sus músculos y el olor de su cuerpo.
Tuve un tío que era gay, y cuando me hice mayor, hubo una
relación muy simpática entre nosotros. Solía invitarme a cenar a
su piso y hablábamos de chicos. Al terminar la tarde, me besaba
de una manera demasiado cálida y penetrante para un sobrino,
aunque fuera el favorito.
Cuando empecé a escribir Kathken and Frank me resultó obvio
que no podía contar su historia sin dejar absolutamente clara mi
propia homosexualidad, así que me dediqué a declararlo a lo lar
go de todo el libro. Y naturalmente esto condujo a afirmaciones
similares en televisión, charlas públicas y entrevistas en la prensa.
Así que ahora me he dado a conocer oficialmente. Aquellos que
siempre han sabido que yo era gay ya no pueden fingir que no lo
saben. La mayoría de mis amigos gays dirán: «¿Y qué?». No me
arriesgo a ser despedido de un trabajo, enviado a prisión o ser ex
pulsado de la ciudad. La sociedad puede permitirse pasar por alto
el comportamiento desviado de un hombre de las Letras ya ma
yor, por lo demás respetable, y que tiene suficientes ahorros en el
banco. Puede ser que mi forma de obrar inyecte un poco de cora
je en las almas de unos cuantos hermanos tímidos. Si es así, bien.
131
Si no, bien también, porque yo al menos siento alguna satisfac
ción.
El ochenta por ciento de mis amistades han sido siempre gays,
y me siento incómodo cuando paso mucho tiempo lejos de gen
te gay; es un sentimiento parecido a la falta de oxígeno.
Muchos de mis hermanos se han sentido muy culpables por
su condición. A muchos otros les ha hecho sufrir. Mi vida ha sido
extremadamente afortunada. Cito un fragmento de Kathleen and
Frank: «A pesar de las humillaciones de vivir bajo una dictadura
heterosexual y la furia que a menudo ha sentido contra ella, Chris-
topher nunca ha lamentado ser como es. Ahora está seguro de que
la heterosexualidad no le habría convenido; habría limitado fatal
mente su estilo».
2
Roger Austen
entrevista a Christopher Isherwood
132
interés de Mister Norris, Sally Bowles y los demás personajes. Es
otra forma de escribir.
133
yor que la segunda guerra mundial, puesto que, cuando finalizó,
el mundo había cambiado.
AUSTEN: No es muy amable con personas como Brian Howard, por ejemplo.
ISHERWOOD: Bueno, desde luego, Brian era un lobo de otra cama-
da. Sin embargo, era muy valiente -es cierto que en un sentido un
poco destructivo-, y la valentía siempre es algo valioso.
ALISTEN: Basta con que vaya al cruce de la Dieciocho con Castro para ver
lo poco que la usamos.
ISHERWOOD: Bueno, creo que sería muy divertido presentarme allí
con corbata... Sería como aparecer con traje de etiqueta.
134
AUSTEN: Volvamos a Martin Green. Aunque en su libro no empezó sien
do muy amable con ustedes, alfinal se observa una especie de admiración a
regañadientes. Los tacha de naíf (había pillos, dandisy naífs),y dice: «Los
naífs eran hombres que ofrecían sus mentes y corazones como sifueran todo
pura sensibilidad, siempre a punto de ingresar en el Partido Comunista, de
convertirse en camaradas, luchadores, miembros..., pero la mayoría de ellos
no lo hizo». ¿Estaría usted de acuerdo con esaforma de clasificarlos?
ISHERWOOD: Creo que clasificar a la gente es una actitud errónea.
Hay cierto tipo de mentalidad aficionada a ello, pero en realidad la
gente no es clasificable. Habría que empezar modificándola ligera
mente para poder meterla dentro de una categoría. Por ejemplo, lo
fundamental sobre la Rusia revolucionaria de 1917 era que los co
munistas se habían presentado con un gran programa que incluía la
idea de que la vida privada no era asunto del Estado. Decían que
era de burgueses el tener todo un conjunto de leyes que regulasen
el comportamiento de los adultos. Hirschfeld se tomó esto muy en
serio y los aclamó como aliados, por lo que, a ojos de los nazis, aña
dió a sus crímenes (ser gay y judío) el de ser también procomunis
ta. Claro que si Hirschfeld hubiera vivido y presenciado el giro que
dieron los soviéticos cuando empezaron a arrestar a los gays y a de
portarlos a Siberia, obviamente los habría denunciado. Como aca
ba de decir, había un sentimiento de «fraternidad», era algo agrada
ble que tenía que ver con los camaradas y, por lo tanto, también
con los comunistas. Pero también teníamos una buena razón para
sentir una cierta confusión. Quizá teníamos sospechas, pero no que
ríamos pensar en ellas. No todo iba bien, porque siempre existía la
duda de si el Partido pensaba que éramos decadentes y burgueses.
135
ISHERWOOD: En lo que a mí respecta, en realidad no me sentía tan
imbuido por la política. Una vez que hube decidido ser escritor,
sólo me preocupaba por progresar en el trabajo, todo lo demás era
secundario. De la misma forma en que los cuáqueros son cuáque
ros, entre mis amigos también había algunos comunistas totalmen
te convencidos, y eso no se puede criticar. Eran totalmente dife
rentes a nosotros, que no éramos tan serios en ese sentido. Lo
mismo le pasaba a Auden; su objetivo era muy diferente. Aunque
estaba dispuesto a arriesgar su vida en la guerra civil española, para
él lo más importante era escribir poesía.
AUSTEN: En los años veinte, McAlmon escribió algunos cuentos sobre los
bares gays de Berlín en los que los personajes principales se dedicaban a re
correr los barrios bajos y a observar a los «decadentes». Para los estadou-
136
nidenses siempre ha parecido existir esta especie de salida; no podían ad
mitir sobre el papel que ellos mismos eran gays. ¿Notaba usted alguna di
ferencia entre el punto de vista británico y esta timidez norteamericana^
ISHERWOOD: No, no necesariamente. Mucha gente venía a visitar
los barrios bajos, y mientras, yo estaba ahí, vestido como un cha-
pero, de forma provocativa. Usaba un suéter de esos de cuello alto
y pantalones acampanados. En aquella época, ninguno de esos ba
res parecía violento o duro (hoy en día sí que lo parecen), pero
creo que se cometían asesinatos y robos, por supuesto, y otras co
sas que hace la gente cuando no tiene dinero.
AUSTEN: De modo que había códigos que los lectores gays podían inter
pretar,
ISHERWOOD: Por supuesto.
137
ISHERWOOD: ¿No es bonito? Siempre me encantó ese comentario.
AUSTEN: Del método de todos losgays en esa época, cuando tenían que ser
indirectos y poco claros.
ISHERWOOD: Sí. Me encontraba ante un dilema que no se resolvía
sólo eludiendo el tema de la sexualidad del narrador, que fue lo
que hice. Es una crítica válida. En cuanto a lo de «imbécil», no sé.
No lo veo así.
AUSTEN: Noj niyo. Pasemos de los detalles a lo crucial. ¿Cree que la obra
de los escritores gays de los años treinta y cuarenta sufrió estéticamente al
tener que usar una u otra estratagema? No podían ser tan sinceros sobre
su estatus de minoría como, por ejemplo, los judíos que escribían «novelas
judías», o los negros, que narraban su experiencia.
ISHERWOOD: Sí, he advertido algo de eso en algunos libros que,
por otra parte, son bastante interesantes. Hace unos días leí de
nuevo una excelente novela de William Plomen Se llama The In-
vaders (1934), y en ella aparece un personaje de clase alta y otro
de clase baja. Pero la cuestión es que Plomer no se decide a ha
blar con claridad, lo que le resta algo de brillantez. Es una con
movedora historia de amor sin ningún tipo de relaciones sexuales,
pero en nuestros días el lector pide algo más..., por lo menos una
escena explícita.
138
ridad..., y en eso los británicos son muy buenos... No existe en el
mundo nada comparable a nuestra «superioridad», y cuanto me
nos tengamos en qué basarla, más la valoramos, por supuesto.
AUSTEN: Pero creo que los gays estadounidenses no les van a la zaga: to
dos usan los pañuelos adecuados, están suscritos al New Yorker y tienen
apartamentos muy elegantes. En cuanto al paralelismo que se puede esta
blecer en lo referente a la relación con las clases bajas, yo diría que el equi
valente norteamericano del británico que iba a Berlín en busca de jóvenes
de clase baja, sería el que sale a la caza de «tipos duros». ¿Podría explicar
me por qué los miembros de la clase alta creían que no podía haber virili
dad entre los jóvenes adinerados, y por qué todos los gays solían conside
rar como un premio el hecho de seducir a un supuesto heterosexual?
ISHERWOOD: Quizá tenga algo que ver con la conciencia de la di
ferencia o la semejanza con otra gente, y de cómo esto lleva a
amar o únicamente a ser amigo de alguien. La conciencia de la di
ferencia aparece cuando de pronto sientes que puedes salvar la te
rrible brecha entre los Montesco y los Capuleto, un obstáculo que
sólo el amor puede franquear. Cuando te das cuenta de que tú y
la persona con la que acabas de entablar conversación sois fanáti
cos coleccionistas de sellos, eso es la conciencia de semejanza, que
normalmente lleva más a la amistad que al amor.
139
ISHERWOOD: Así es. En realidad, nunca contaron con una figura
relevante.
AUSTEN : Y todo porque los nazis no querían a nadie que nofuera virilpara
el Tercer Reich, y porque opinaban que todos los gays eran decadentes.
ISHERWOOD: Sí, supongo que ésa era la excusa.
ALISTEN: Sin embargo, en el San Francisco actual existe toda una mística
alrededor de la amenaza neonazi. ¿Le preocupa que algunos gays estén co
queteando con todos aquellos recuerdos nazis y los adornos de las SS?
ISHERWOOD: Debo confesar mi terrible ignorancia sobre el sado-
masoquismo, y realmente no sé en qué están pensando, pero
como he tratado de encontrar rastros de ello en mi propia libido,
me parece que se podría con la misma facilidad pretender ser un
judío que está siendo torturado, o algo por el estilo, y excitarse
con ello sin suscribir necesariamente la ideología nazi. En esas cir
cunstancias, ¿desempeña algún papel la política? Igualmente po
drías decir: «Hoy voy a ser un homosexual al que los soviéticos le
dan una paliza en la cárcel de Lubianka^». ¿Significa que has cam
biado de orientación política? Creo que es mejor sacar todas estas
cosas a la luz. En una palabra, no me asusta demasiado.
140
la vida tanto como usted. ¿Había alguna diferencia para que él no acep
tase su homosexualidad?
ISHERWOOD: ¡Él fue una de las personas más pesimistas que han
existido! Pero creo que era por su constitución, del todo melancó
lica. Era un hombre extraordinario, bien parecido, de gran talento
literario, muy inteligente y un héroe en el frente durante la prime
ra guerra mundial. Y este hombre, que podría haberlo tenido
todo, poseía el fatal defecto de la melancolía.
AUSTEN: ¿Ha sido Santa Monica menos dura que Nueva York?
ISHERWOOD: En Santa Monica me siento como en casa. Llevo vi
viendo más años en este país que en Inglaterra.
AUSTEN: Alfinal de su libro sugiere que, junto con Don Bachardy, qui
zás escriba una continuación. ¿Está escribiendo una segunda parte de
Christopher y su gente, que empezaría en 1939?
141
ISHERWOOD: Mucho más que eso. Lo que tengo -y ya está todo
terminado y mecanografiado- son unos grandes diarios que abar
can de 1939 a 1944. Los iba a publicar. Me dije: «Ha llegado el
momento de prepararlos y publicarlos». Y pensé: «Bueno, antes,
voy a tener que hacer un capítulo en el que explique cómo llegué
a Estados Unidos». Este libro es el primer capítulo. En otras pala
bras, se fúe alargando. Iba retrocediendo cada vez más en el pasa
do, y finalmente decidí que, al igual que en una partida de aje
drez, en el momento en que hice la jugada de ir a Berlín, todos
los demás movimientos eran inevitables.
142
Tennessee Williams
TENNESSEE WILLIAMS (seudónimo de Tilomas Lanier Williams,
1911-1983) nació en Columbus, Mississippi. Considerado uno de
los principales dramaturgos estadounidenses, consiguió sus prime
ros éxitos con las producciones de El zoo de cristal (1945) y Un tran
vía llamado deseo (1947), por el cual obtuvo el premio Pulitzer. En
estas obras, y en muchas de las posteriores, Williams explora las
intensas pasiones y frustraciones de una sociedad inquieta y con
frecuencia brutal. Poeta elocuentemente simbólico del teatro, es
famoso por sus escenas de alta tensión dramática y por sus brillan
tes diálogos. Quizá donde alcanza más éxito es en sus retratos de
la hipersensible y solitaria mujer sureña que se aferra a la vida y,
en especial, a sus recuerdos de un gran pasado que ya no existe.
De su extensa producción literaria, cabe destacar Verano y humo
(1948), que luego fue revisada y publicada con el título de Las ex
centricidades de un ruiseñor; La rosa tatuada (1950), La gata sobre el te
jado de zinc caliente (1955), premio Pulitzer; Dulce pájaro de juventud
(1959), La noche de la iguana (1961), La caída de Orfeo (1962), Cami
no real (1963), Hasta llegar a entenderse (1964), En la barra del Hotel
Tokyo (1969), Advertencias para barcos pequeños (1972) y Función para
dos personajes (1973). Sus obras de un acto fueron recogidas en 27
Wagons Full of Cotton (1946) y The American Blues (1948). También
escribió cuatro recopilaciones de cuentos cortos: Un brazoy otros re
latos (1948), Caramelofundido (1954), Un empeño caballeresco (1969) y
Ocho damas poseídas (1974); dos novelas: La primavera romana de la
señora Stone (1959) y Moisay el mundo de la razón (1975); dos colec
ciones de poemas: In the Winter of Cities (1956) y Androgyne mon
Amour (1977); y el guión cinematográfico de Baby Dolí (1956), ba
145
sado en dos de sus obras de teatro breves. Su autobiografía Memo
rias se publicó en 1975, y un año más tarde aparecieron sus Letters
to Donald Windham. Otras obras publicadas después de su muerte
son: Piezas cortas (1984) y Textos sobre teatro norteamericano III.
George Whitmore
entrevista a Tennessee Williams
146
Tennessee WILLIAMS: Este último fin de semana estuve en Filadelfia.
WHITMORE; ¿Cuándo?
WILLIAMS: Creo que será a principios de año. Ella estaría magnífi
ca. También asistí a una representación de Camino real en la Tem
ple University.
147
ba listo, y el otro fue Clair Bloom. Es una actriz excelente, pero
no estaba en el papel adecuado. Todos esperamos que la obra sea
mejor recibida en Londres. La pondrá en escena Gene Persson, co-
productor de This Is, que se representó el año pasado en San Fran
cisco, en el American Conservatory Theater. Como primera figu
ra femenina espera contar con Shirley Knight, con la que estuvo
casado.
148
la mayoría de los travestis. Creo que su gran protagonismo daña
al movimiento de liberación gay, porque hacen una parodia de la
homosexualidad que no se ajusta en absoluto a la verdad, y dan
una imagen pública muy mala. Sólo tratamos de que la sociedad
nos asimile con tranquilidad.
WHITMORE: Creo que muchos de los que luchan por la liberación gay des
de posiciones radicales están en contra del travestismo. Argumentan que es
una ofensa para las mujeres, que las ridiculiza.
WILLIAMS: Sí, creo que se burlan del sexo femenino, y a mí de he
cho me gustan, no en el aspecto sexual, sino como personas.
149
WHITMORE: ¿Por qué no lo ha hecho todavía?
WILLIAMS: He escrito algunos cuentos, y nunca me he sentido mo
lesto ni he tratado de disimular mi homosexualidad.
WHITMORE: He leído algunas novelas suyas en las que habla sin tapujos,
y lo que más me sorprendió fue la fecha de publicación. ¿Por qué no hizo
lo mismo en sus obras de teatro?
WILLIAMS: No hubiera podido encontrar un productor.
WHITMORE: ¿Yahora?
WILLIAMS: Ahora sí, hay muchos.
WHITMORE: Creo que por una serie de motivos nos inclinamos a un lado
o al otro.
WILLIAMS: Sí, así es en la práctica. Pero eso es algo que cada vez
encuentro menos importante.
150
WHITMORE: Sin embargo, usted ha escrito sobre toda clase de temas, di
gamos, «desviados».
WILLIAMS: No me detendría ante nada. ¿Por qué habría de hacerlo?
151
WHITMORE: Desde luego, al escribir sobre heterosexuales, hay una serie de
relaciones que no es necesario tratar porque el público las da por sentadas.
Supongamos que un autor X, que tiene un público relativamente numero
so, desea hacer una obra con dos homosexuales como protagonistas. ¿Cuá
les son los puntos que debería tener en cuenta con relación a sus lectores?
¿Es todavía algo tan horrible como para estropearlo todo?
WILLIAMS: Los varones heterosexuales se aburrirían, y serían tan
hostiles como siempre. Las mujeres sentirían cierta... intriga. Ellas
siempre han tenido curiosidad por la finura y el estilo de los gays.
152
WHITMORE: En los últimos años, algunos de nosotros hemos tratado de
definimos como gays no sólo sexualmente, sino también políticamente.
WILLIAMS: A lo largo del tiempo, he descubierto que algunos de
los políticos más reaccionarios de Estados Unidos son gays. ¡Cla
ro!, les encanta William Buckley,de ahí su masoquismo.
153
WILLIAMS: Sí. Profundizan más en sí mismos y en el corazón hu
mano. Los hombres, me refiero a los heterosexuales, están meti
dos en la lucha competitiva por superar a los demás. Pierden toda
sensibilidad y se convierten en enormes cerdos compitiendo por
el primer puesto en el comedero.
WHITMORE: Así que, por una parte, tenemos al tipo gordo paseando en el
descapotable y, por otra, a los travestis...
WILLIAMS: Haciendo exactamente lo mismo, pero vestidos como
Mae West.
154
WILLIAMS: En efecto. Cíteme alguna que no lo sea: La gata. Un
tranvía, Dulce pájaro de juventud con Boss Finley y toda su cohor
te... Vayamos ahora con las menos conocidas, como The Gnädiges
Fräulein, donde tenemos al artista luchando contra la indiferencia
de la sociedad. Los artistas, especialmente el pintor, trabajan de
una manera revolucionaria. Quizá sólo sea revolucionaria en cuan
to al estilo, pero, aun así, lo es, y va a contracorriente.
155
WILLIAMS: Era demoníaca, una tigresa. Tuvo el valor de enfrentar
se a toda la sociedad de Laurel, y también a Kowalski. Según el ar
gumento, al ser expulsada, va a un asilo, pero probablemente su
mundo imaginario era mejor que su mundo real.
WHITMORE: Creo que en sus Memorias decía algo de los hombres que an
daban toda su vida a la caza con ojos de lobo. ¿Se refiere a este tipo de
personalidad?
WILLIAMS: Los hombres que no se enamoran, sino que sólo bus
can encuentros en los bares y relaciones de una sola noche de
sarrollan una mirada lobuna. Lo puedes ver en sus ojos, que pier
den cierta... humanidad, porque su único deseo es el acto sexual
brutal. Ocurre lo mismo con los hombres que persiguen una mu
jer tras otra. No hay ninguna diferencia.
156
lido en una persona más sensible. ¿Es ésa la únicaforma en que su homo
sexualidad se traduce en su obra? Porque temáticamente no ha sido así...
WILLIAMS; No entiendo muy bien lo que quiere decir. ¿Puede for
mular de nuevo la pregunta?
WHITMORE: No, porque no creo que sea un tema en sí mismo. No creo que
la homosexualidad sea una cuestión para tratar aparte... Creo que el
amor sí lo es.
WILLIAMS: El amor. El género en sí mismo no importa.
157
WILLIAMS: Me gustaría escribir el guión cinematográfico de «Two
on a Party». Creo que el resultado sería una película magnífica.
Quiero que la dirija Paul Morrissey.^ Es un gran artista, y podría
ser aún mejor si abandonara tanta pose campfi Sin embargo, lo
camp es divertido, y disfruto con ello. Creo que constituye una
parte importante del humor estadounidense. Para nosotros es un
escape, no podemos estar tan serios todo el día. Necesitamos la di
versión que nos ofrece lo camp.
158
WHITMORE: Lo que me inquietó, porque me pareció que usted estaba ha
ciendo una afirmación, es lo que dice Leona como reacción contra él: «He
visto la vida gay y sé lo sórdida que es. Su tristeza y su sordidez». Pensé
que era una declaración bastante escueta sobre la vida gay.
WILLIAMS: Bueno, ya no es necesariamente así. Creo que hemos
vuelto a la era chejoviana de la revolución sexual.
WHITMORE: Pero ése es el mismo mundo al que va a volver cuando líe sus
bártulos.
WILLIAMS: Sí. No volverá a tener obligaciones sexuales.
159
WHíTMORE: Eso lo entiendo perfectamente. Lo que me preocupa de esa
afirmación es que es una visión muy estereotipada de la vida gay, y es una
de las poquísimas que usted ha hecho.
WILLIAMS: La gente siempre se fija en lo didáctico, pero yo nunca
me ocupo de eso.
WHITMORE: Ésa es una historia muy interesante. Era gay, pero no defor
ma activa. Su sacerdote le dijo que no debía hacerlo, y que tenía que ayu
nar para ser exorcizado. Y ayunó hasta morir. Uno más en la fila de los
mártires...
Quiero hablar de Función para dos personajes, porque no acabo de
entender a qué apuntaba en lo referente al estilo. Está escrita de forma di
ferente. ¿Podría decimos qué nuevos caminos está tomando en cuanto a la
forma?
WILLIAMS: Creo que cada vez más aventurados. Tengo sesenta y
cinco años, y la mayor parte de mis energías de juventud las he
volcado en el trabajo. Debo conservar las que me quedan, y utili
zarlas cuidadosamente, en dosis más pequeñas. Ya no siento nin
guna presión para adaptarme a las convenciones. Cada vez escri
bo más para mi propio placer y satisfacción. Todavía quiere saber
160
por qué no escribo una obra de teatro gay, ¿verdad? No lo encuen
tro necesario. Podría expresar lo que quisiera por otros medios.
WHITMORE: Tengo mis propias teorías sobre la sensibilidad gay, pero qui
zá le aburrirían mucho.
WILLIAMS: Me interesa escucharlas. Creo que estamos de acuerdo
en el tema. Los gays se ven obligados a aceptar a aquellos pocos
que son reaccionarios..., los cuales cada vez son más.
WHITMORE: Hemos visto cosas horribles, como Find Your Way Home?
Me pregunto si el público en general puede ver la humanidad en un perso
naje gay cuando lo tiene enfrente.
WILLIAMS: Sí, ahora está preparado. Bueno, los hombres todavía
ven a los homosexuales como una amenaza, porque sus esposas se
encaprichan demasiado fácilmente de los que son atractivos...
como yo... (Risas.)
7. Obra de teatro escrita por John Hopkins y llevada a escena en 1973 por
Edwin Sherin. Narra la historia de dos amantes homosexuales que intentan za
farse del rol que les ha asignado la sociedad. (TV. del T.)
161
WHITMORE: En cuanto se da a conocer que somos gays... creo que pode
mos hacer muy poco al respecto.
WILLIAMS: La principal preocupación de este mundo debería ser
ahora el exceso de población.
162
WHITMORE: Pensé que no era en absoluto un papel para él.
WILLIAMS: Lo preferí a Paul Newman, a pesar de la musculatura
de Paul.
163
WHITMORE: Creo quefue injustamente tratado por el Times y unos cuan
tos críticos.
WILLIAMS: No recuerdo. No tuve reseñas realmente malas. El Times
no muestra una gran predisposición hacia las obras homosexuales.
WHITMORE: Todavía creo que algunos espectadores asumen que hay cua
tro hombres en el escenario. Hace poco se dijo de nuevo; de hecho, creo que
fue hace como un año en el Village Voice.
WILLIAMS: El Village Voice es un tanto pseudointelectual, ¿no?
164
WHITMORE: Hace un par de meses, encontré un artículo sobre William
Inge. Creo que era de Robert Brustein. Decía que el tema principal de to
das sus obras es la emasculación del hombre proteico vital por la mujer do
méstica, y daba a entender que esto se debía a su propia homosexualidad.
WILLIAMS: Puede que eso fuese así en su vida familiar. Hizo un es
fuerzo desesperado por adaptarse a la heterosexualidad con una ac
triz que conozco. Podía tener una erección tocando sus senos,
pero, en cuanto intentaba penetrarla, la erección se derrumbaba.
165
nense estaba dominado por homosexuales simplemente porque te
nían más talento. Ahora ya no es así.
166
WILLIAMS: Montgomery Clift era gay. Todo el mundo lo sabe. No
era nada afeminado, tenía un pecho muy peludo, algo que en
cuentro poco atractivo. Un chico curioso, era difícil relacionarse
con él. Solía precipitarse hacia ti muy afectuosamente y te daba
un gran abrazo, y entonces, de pronto, desaparecía y se sentaba a
pensar tristemente, parecía un hombre muy torturado.
167
miento estaba calculado. Era expresionismo alemán al más alto ni
vel.
WHITMORE: Usted dijo que estaba escribiendo piezas más cortas. Función
para dos personajes me pareció diferente, porque había aspectos pirande-
llianos que no aparecían en otras obras suyas.
WILLIAMS: No estaba influido por Pirandello. En la época en que
la escribí estaba sufriendo algunas experiencias muy traumáticas y
no tenía presente la frontera entre realidad y fantasía. He intenta
do leer a Pirandello, y muy pocas cosas son legibles. Simplemen
te no puedo descifrarlo.
168
Roger Peyrefitte
ROGER PEYREFITTE, novelista y cronista de las costumbres con
temporáneas, nació en 1907 en Castres, en el departamento fran
cés del Tarn. Se educó en el sur de Francia, casi siempre en cole
gios católicos, y se graduó en la Escuela Libre de Ciencias Políticas
de París. En 1931, inició la carrera diplomática, que le llevó a Gre
cia entre los años 1933 y 1938. Allí protagonizó varios incidentes
de índole homosexual, por lo que fue llamado a París, donde su
estilo de vida libre le llevó finalmente a verse obligado a escoger
entre renunciar a su carrera o ser expulsado del Gobierno de
Vichy.
Para explicar su evolución como homosexual, se dedicó a es
cribir. Su primera novela. Las amistades particulares (1944), ganado
ra del Prix Renaudot en 1950, fúe un éxito de ventas y de crítica,
al igual que la película que, basada en ella, Jean Delannoy hizo en
1964. El libro llamó la atención del poeta y dramaturgo Jean Coc
teau (1889-1963), y entre ambos surgió una íntima amistad. Por
otra parte, Peyrefitte ya era amigo desde hacía bastante tiempo del
novelista y dramaturgo Henry de Montherlant (1896-1972). Pero
estos escritores mantenían su homosexualidad más o menos ocul
ta al mundo, mientras que Peyrefitte se convirtió en líder del mo
vimiento gay de París. Junto con André Baudry, fundó una de las
organizaciones gays más veteranas, Arcadie.
Entre sus siguientes obras hubo dos romans à clef sobre su vida
diplomática: Les ambassades (1951) y La fin des ambassades (1953);
dos novelas sobre la Iglesia católica: Las llaves de san Pedro (1955)
y Les chevaliers de Malte (1957), y la biografía novelada de un poe
ta francés de segunda fila, Jacques d’Adelsward-Fersen (1879-1923):
171
L'exilé de Capri (1959), que es virtualmente un «Quién es quién»
del mundo gay europeo de principios del siglo XX.
En 1976, Peyrefitte escandalizó al mundo cristiano al afirmar
que el papa Pablo VI había sido un activo homosexual en su eta
pa como arzobispo de Milán.
Sus obras posteriores continuaron mezclando ficción e histo
ria: La nature du prince (1963), ambientada en la Italia renacentis
ta; Les juifs (1965); Les américains (1968); Desfrançais (1970), y una
biografía de Fernand Legros, La vida increíble de Legros (1976). Sus
sorprendentemente ingenuas memorias: Notre amour (1967); Propos
secrets I (1911')', Propos secrets 7/(1980) y L'enfant de cœur (1978), aún
esperan ser traducidas. Entre 1977 y 1981 publicó una trilogía^ so
bre Alejandro Magno. Entre sus últimas entregas se cuentan: Roy
(1979), Voltaire: sa jeunesse et son temps (1986), Réflexions sur De Gau
lle (1991) y Retours en Sicilie (1996).
Roger Peyrefitte murió en Paris en 2000 a la edad de 93 años.
172
D.W. Gunn entrevista a Roger Peyrefitte
173
mí respecta, nací ya así. Pero observe una cosa: lo peculiar en mí
es que también soy demasiado sensible a los encantos femeninos,
y ello porque, antes que un amante del sexo, soy un amante de la
belleza. ¿Y cómo puede uno no reconocer la belleza en las muje
res, especialmente en las jóvenes, de igual modo que en los chicos?
De manera que, en mis primeras memorias, La mort d'une mère, li
bro que escribí en 1949 tras la muerte de mi madre, y que, al igual
que Las amistades particulares, fue reconocido como una obra maes
tra hasta por mis peores detractores, hablo sin vergüenza de mi ac
titud hacia mi madre. Ella me adoraba y, para mí, su amor tenía
un valor inestimable. Gracias a ella llegué a entender a las mujeres,
y ello me llevó a entender otras cosas que trascienden el amor físi
co. Como era muy devota, aún sigo bastante influido por mi edu
cación religiosa, aunque soy lo que podría llamarse un libertino, en
el sentido que se le daba a esta palabra en el siglo xvil, es decir, un
libertino espiritual, un agnóstico. Todavía creo que es bueno tener
modelos en la vida. Ya conté en aquel libro que mi primer contac
to físico, no así sentimental, fue con una niña. Por entonces, yo te
nía nueve años. Lo conté de forma velada, porque el tema del li
bro era sagrado y no se prestaba a confidencias sobre asuntos
carnales, especialmente si eran indecentes. Pero en Propos secrets,
mis confesiones al desnudo, publicadas hace tan sólo un año con
gran éxito en Francia, hablo con total libertad de todo el mundo,
empezando por mí. Ya que me refiero abiertamente a las costum
bres morales de muchos personajes muy conocidos, no podía ocul
tar detalles íntimos de mi propia vida... Propos es «conversación».
Propos secrets.., ¿cuál sería una buena traducción?
GUNN: ¿Confidencial?
PEYREFITTE: Sí, ésa sería una buena traducción... Le daré una pe
queña muestra de que yo ya iba en la dirección gay cuando era
niño. Es sobre esa chica de la que antes hablaba: yo jugaba con
ella, pero no intenté nada. Hice que se pusiera a gatas, le levanté
el vestido y miré su trasero. Es muy curioso, porque entonces yo
todavía desconocía las diferencias físicas entre los dos sexos. Ni si
quiera se me ocurrió mirarle el suyo. Es muy curioso. Justo en
aquel momento nos sorprendió mi niñera y se lo contó a mis pa
174
dres, que se asustaron y me metieron en un colegio religioso. Sólo
para chicos. Como dije en La mortd'une mère, eso fue meterme en
la boca del lobo. Pero mis amitiés particulières transcurrieron sin
otros incidentes parecidos. Como comprendí después, yo contem
plaba la belleza de un chico exactamente igual que si se tratara de
un amor platónico. Miraba con admiración su rostro..., no su tra
sero. Sólo después de muchos, muchos encuentros, me atreví a be
sar a uno. Por tanto, se trataba de relaciones totalmente castas,
aunque un tanto especiales. Me alegro de haber empezado así.
Entonces aún estaba bloqueado por mi educación religiosa.
Tiempo después, a los dieciséis o diecisiete años, cuando ya no iba
a un colegio religioso, sino a un instituto de la ciudad de Poix, en
el Ariége, en el sur de Francia, reanudé mis amitiés particulières,
pero entonces fui ya un poco más lejos. En cierta ocasión, estaba
con un chico y, hablando claro, ambos tuvimos una erección. No
le toqué ni él me tocó a mí, pero aquello significó un paso ade
lante. Hasta que no tuve dieciocho años no me liberé por fin se-
xualmente. Siempre lo hacía con chicos. Con ellos descubrí todos
los placeres del sexo. Un año más tarde fui a París para preparar
me para la carrera diplomática; era la primera vez que iba allí, la
gente viajaba menos en aquellos tiempos. Pero, durante el primer
año, ni siquiera pisé la Escuela Libre de Ciencias Políticas. Sólo
me interesaba la vida parisiense..., la vida homosexual parisiense.
Tuve varias aventuras. No muchas, pero sí algunas. Pero entonces
comprendí que debía acabar por completo con ese tipo de relacio
nes si quería llegar a ser diplomático, porque no sólo se investiga
ba la familia de los candidatos para averiguar si eran honorables o
si, al menos, disponían de medios (por entonces, se quería que tu
vieran algo de dinero)...
175
GUNN: Sí, pero es muy interesante, porque en Estados Unidos a los gays
con frecuencia se les tacha de..,
PEYREFITTE: Sí, de pésimos estudiantes. En el instituto, fui el pri
mero en francés, latín, griego e historia, aunque también el último
en matemáticas. Soy un negado para las matemáticas. Tampoco
me interesaban mucho las ciencias naturales, y era muy malo en
geografía porque era una materia árida y poco interesante, al me
nos tal como se enseñaba entonces. Pero me interesaba mucho la
historia. Me fascinaban las cuestiones de actualidad.
176
rís. Mi familia no era parisiense, así que, cuando me dediqué du
rante aquel año a practicar la pederastia, nadie me conocía en el
Quai d’Orsay, en el Ministerio de Asuntos Exteriores. No me vi en
vuelto en escándalo alguno, ni me conocía la policía. Después, aca
bé súbitamente con esa vida y me puse una especie de uniforme.
177
bre Alejandro, ni siquiera su apreciada Mary Renault.) Me gusta
ba el país.
No obstante, tuve dos o tres pequeños incidentes. Me robaron
en casa, así que me vi obligado a presentar una protesta ante el
Ministerio de Asuntos Exteriores griego. Naturalmente, ellos en
viaron una discreta nota a mi jefe, el embajador. Yo no lo supe
entonces, pero me enteré después. Un segundo incidente ocurrió
cuando ya era encargado de negocios. Nuestro embajador, el pri
mer secretario y el cónsul general se habían ido, así que me die
ron el puesto, porque llevaba más de cuatro años en Atenas y co
nocía bien todos los asuntos. Sucedió durante esos tres meses: en
el Primer Círculo de Atenas (una especie de Jockey Club), con un
joven botones a quien le entregué mi sombrero y un bastón que
llevaba en aquel momento. Había intentado varias veces conseguir
que aquel botones viniera a mi apartamento; cada vez que iba al
Círculo, le decía discretamente: «Sigo esperando que vengas». Pero
él rehusaba. Aquel día no quiso acercarse a mí y, cuando le di mi
sombrero y mi bastón, los dejó caer. Lo abofeteé dos veces. El chi
co se negaba a venir a casa porque era el favorito de un almiran
te, que era, además, presidente del Círculo. Por ello se creía obli
gado a negarse; no se trataba de un rechazo por motivos virtuosos.
178
sar de mis pequeños escándalos, no creía que pudieran deshacer
se de mí fácilmente. Además, estaba protegido por mi jefe de per
sonal en París, el conde de Robien. Pero aquel almirante, protec
tor del Círculo, se quejó inmediatamente al nuevo embajador
francés nada más llegar éste a Atenas. El nuevo embajador, que me
veía por primera vez, temía tener como secretario a un hombre es
candaloso y decidió mandarme de vuelta a París. De modo que,
tras casi cinco años, volví a casa. Era poco antes del comienzo de
la guerra, en 1938. Así se conoció mi homosexualidad en el Quai
d’Orsay, El informe enviado por el nuevo embajador decía: «Ro-
ger Peyrefitte ha protagonizado, primero, un escándalo con un
chico que le robó; segundo, ha sido conocido en toda Atenas
como homosexual; tercero, ha causado otro escándalo en el Pri
mer Círculo de Atenas, al abofetear a un chico que declaró que
había recibido las bofetadas, no porque hubiera dejado caer el
sombrero del señor Peyrefitte, sino porque había rehusado ir a su
casa...». El señor de Robien me soltó un pequeño sermón. Dijo:
«Desde luego, fuiste imprudente. Pero lo olvidaremos si decides ir
por un nuevo camino». En realidad, yo continué haciendo lo mis
mo en París. Como he confesado en mi célebre Propos secrets y en
Fin des ambassades^ por entonces tuve otros dos problemas con la
policía. Sólo se me veía en compañía de chicos muy jóvenes. En
Francia, no pasa nada si te ven con adultos, jóvenes de dieciocho
años o mayores. Pero, al pillarme con chicos de trece o catorce
años, tuve que ir dos veces a pedir inmunidad a un miembro del
Quai d’Orsay. Entonces, me trasladaron a un lugar de la Turena,
cerca de Tours, como responsable de los archivos nacionales. Mos
tré gran valentía durante mi estancia en aquel ambiente bélico y
recibí una carta de elogio del ministro de Asuntos Exteriores del
Gobierno de Vichy. Después, fui a Vichy y, pocos días después de
llegar, tuve otro encontronazo con la policía porque me pillaron
con un chico. Me llamaron al Ministerio y me dijeron: «O presen
tas tu renuncia, o serás expulsado». Después, con los años, la Re
sistencia y todo eso cambiaría la mentalidad de los franceses. Pero
déjeme decirle que, en 1940, toda Francia estaba con el mariscal
Pétain. Todo el mundo lo sabe. Así que, cuando a alguien se le
echaba del Gobierno, se pensaba que era masón o judío (catego
179
ría que, entonces, por lo que yo considero pérfidas razones, se te
nía por poco honorable). Así que renuncié para que no me pusie
ran en la lista negra del Gobierno de Vichy, y volví con mi fami
lia al pequeño pueblo de Alet, en el departamento del Aude, cerca
de Carcasona. Yo soy del sur, del Languedoc. Mis padres tenían
allí un castillo. Tenía que reponerme y olvidar todas las horribles
cosas que me habían pasado: la policía, la Administración, etcéte
ra. Aproveché para escribir Las amistades particulares, para mostrar
le exactamente qué tipo de persona era yo y cómo empezó todo
a esa gente con la que había tenido tantos problemas; en Grecia,
en París y en Vichy, donde un policía llegó a decirme: «Por hom
bres como usted perdimos la guerra». ¡Qué estúpido campesino!
Escribí una obra maestra... Sí, creo que puedo decirlo así.
180
apenas sabía algo de ella. Durante mi primer año, eludí cualquier
contacto social y me refugié en un ambiente exclusivamente ho
mosexual. Después, conocí sólo a mis compañeros de estudios. In
gresé en el cuerpo diplomático con la edad mínima requerida. Po
días presentarte tres veces al examen, y muchos de los que
aprobaban lo hacían a la segunda vez, o incluso a la tercera; pero
yo pasé a la primera, justo con la edad mínima de veintitrés años.
Y en él entras enseguida en contacto con embajadores, con minis
tros...; participas como delegado en comisiones ministeriales... E,
inmediatamente, conoces a gente de la más alta sociedad. Como
es natural, al principio oculté mi homosexualidad, pero rápida
mente me di cuenta de que había otros como yo, que tampoco se
habían dado a conocer. Fue una excelente preparación para mi fu
tura carrera literaria. En Atenas, ocurrió lo mismo. Conocí a Ve-
nizelos, a la sazón presidente de la República y, más tarde, al rey
de Grecia, Jorge IL Para un chico de veinticinco o veintiséis años,
era extraordinario encontrarse con esa gente; eso te obligaba a te
ner ciertos conocimientos del arte de la conversación e, incluso,
de urbanidad. Como todos saben, hay dos tipos de personas. No
voy a decir aristócratas y demócratas; eso sería ridículo. Pero hay
gente que tiene aspiraciones aristocráticas y otra que tiene una ac
titud más popular. Jean Genet es un ejemplo de lo último. Todo
es cuestión de educación, de las primeras relaciones sociales que
uno haya tenido en la vida. Si eres un chico que vive de la asis
tencia social y te educas en las cárceles, como Genet, es natural
que no puedas aprender cierta clase de modales. Pero cuando,
como en mi caso, te das a conocer en sociedad, tienes ventajas so
bre los demás. Naturalmente, de un muchacho que prepara la ca
rrera diplomática se puede presumir que conoce cierta clase social
y sus motivaciones. Soy un hijo del siglo xvill. Pero fíjese: aquél
era un siglo aristocrático con avances muy revolucionarios. No me
siento cercano a la corte de Versalles. Me interesan los filósofos
como Voltaire, Rousseau y Montesquieu. Son mi gente. Y ellos no
son precisamente el triunvirato del régimen aristocrático. Pero...
¿Cuál era su pregunta? Ah, sí, que si la carrera diplomática me en
señó algo. Aprendí bastante sobre la sociedad en la que deseaba
entrar. Si llegué a conocer el otro tipo de sociedad fue por medio
181
de la pederastia. Conocí a jóvenes albañiles, obreros... Me atraía
mucho la clase baja.
GUNN: éSe le han cerrado puertas alguna vez por ser homosexual?
PEYREFITTE: Desde luego. Pero las que permanecen abiertas me bastan.
182
PEYREFITTE:Ah, SÍ, estoy seguro. Estuve en Estados Unidos hace
once años, cuando íui para escribir mi libro Les américains. Y,
como le dije por teléfono, en agosto vuelvo a Beverly Hills por
que tengo algunas ideas para otro libro sobre Estados Unidos.
183
con un chico que ya tuviera vello pùbico. Y, desde luego, con na
die que ya tuviera vello facial. (Riendo y mirando la barba del entre
vistador.) Cuando le conocí, hacía el papel de... ¿Cómo se tradu
ce enfant de chœur? Es el chico que ayuda en la misa católica.
GUNN: Monaguillo.
PEYREFITTE: Eso, hacía el papel de monaguillo en la película basa
da en Las amistades particulares. Su madre le dio a leer el libro a los
doce años, y fue como si le alcanzara un rayo; lo mismo me hu
biera pasado a mí en su lugar. Para él, yo era un dios. Después, leyó
en el periódico que se buscaban chicos para la película y se presen
tó con la esperanza de verme. Como era muy guapo, le dieron un
papel. Le conocí el primer día que entré en un dormitorio de la
abadía de Royaumont, cerca de París, donde tan magníficamente
se rodó la película. Sus ojos se encontraron con los míos inmedia
tamente. Después, tuve con él una relación secreta por mediación
de un amigo mío que trabajaba en la película. Le dije al chico;
«Hoy arriesgo toda mi vida: si eres capaz de corresponderme, serás
mi amigo para siempre». Era fantástico decirle algo así a un niño.
Me dije: «Quizá, después de unos años, ya no me guste. Será pe
ludo y todo eso». Pero, a los pocos segundos de pensarlo, adiviné
que la posibilidad del amor, incluso del amor pederasta, podía tras
cender cualquier asunto de pelos y convertirse en un amor homo
sexual para toda la vida. Mas fue muy, muy, muy arriesgado y, por
mi parte, una muestra de mi gran confianza en el futuro.
184
años, se convirtió en mi secretario. En más que un secretario, hra
mi amigo. Es grotesco aplicar la palabra «secretario» al principal
colaborador de mi vida. Trabajamos juntos en tres libros. Y jun
tos seguimos los viajes de Alejandro Magno. Cuando era niño, le
prometí que lo haríamos y, cuando en 1972 decidí finalmente es
cribir el libro, viajamos en coche y en avión de Atenas a Nueva
Delhi. Fueron unos momentos maravillosos. Pero, cuando volvi
mos, me encerré durante un año y medio para escribir el primer
borrador. Él se sentía perdido, porque no podía ofrecerme nada.
Así que se le ocurrió abrir un bar, en la Rué Sainte Anne.
GUNN: He oído que El Rronx fue cerrado durante un tiempo por la poli
cía. ¿Quépasó en realidad?
PEYREFITTE; Sí, lo conté todo en Uenfant de cœur. Fue durante un
verano en que nos habíamos ido fuera. La policía se presentó a las
dos de la mañana y sorprendió a un estadounidense masturbándo-
se ante tres o cuatro clientes. Se consideró un atentado contra la
ley vigente. La ley es grotesca. ¡Grotesca! En un lugar cerrado y en
tre adultos, sin menores. La estúpida ley. Lo cerraron por un mes.
Como es lógico, todo este asunto está sub judice, ha pasado a
las terribles manos de la justicia, que decreta la ruina de cualquie
ra cuando se hace cargo de sus cosas. Ahora, El Bronx está admi
nistrado por un horrible tipejo, ex secretario de un amigo de
Alain, que lo despidió por robo. ¡Y fue nombrado administrador
temporal! No sabemos cómo están las cosas. Supongo que en
unos meses se habrá aclarado todo, pero, por ahora, está muy con
fuso. Para mí supuso una tremenda pérdida de dinero. Lo per
dimos todo, y él trató de suicidarse. Para mí fue una experiencia
horrible. Sentí la necesidad de coger de nuevo la pluma, porque
el escritor se consuela con su pluma, como el pintor lo hace con
185
su pincel, y el compositor, con su violín o su piano. Así que es
cribí la historia titulada L'enfant de cœur. Hay un juego de palabras
en el título. Al pronunciarlo, se puede entender cœur [«corazón»]
o chœur [«coro»]. Por tanto, en francés, el título se puede entender
como: «El niño de mi corazón» o «El monaguillo». La gente me
ha dicho que es una obra maestra. Puse en ella toda la fuerza de
mi amor, pues ya no es la historia de un niño, sino la de un hom
bre. En realidad, es un himno al amor homosexual. Las mujeres
sólo tienen papeles efímeros. Es un libro muy fuerte. Debería ser
muy apreciado por el público.
Así que, como ve, entre mi primer libro. Las amistades particu
lares, publicado en 1945, y el último, L'enfant de cœur (son veinti
cinco en total), publicado la semana pasada, no hay ninguno en
el que no se haga al menos una alusión a la pederastía o a la ho
mosexualidad; ni siquiera falta en libros como Les Chevaliers de
Malte, el libro de viajes Al sur de Ñapóles, o en mi famoso Les juifs.
Todos tienen un capítulo o una alusión a la pederastía o a la ho
mosexualidad, porque no puedo dejar al margen ese ambiente. Por
eso creo que realmente puedo decir; «Todo lo gay es mío».
GUNN: ¿Le gustaría decir algo sobre la marcha de sus libros en Estados
Unidos?
186
PEYREFITTE: Allí es curioso: tengo amigos, tengo fans, pero, como
sabe, la mayoría de la gente no me conoce... ¿Ha estado en el
Echelle, en la Rue Jacob? Es un club nocturno.
GUNN: Me temo ^ue eso es algo muy típico en las facultades de Filología
de Estados Unidos.
PEYREFITTE: Es trágico. Soy algo conocido por las traducciones de
mis libros, pero principalmente lo soy por gente que lee francés
en Estados Unidos, y éstos son muy pocos...
187
Como usted sabe, para los franceses, Estados Unidos es el país
de lo ordinario, de lo mediocre...
GUNN; Como apuntó otro francés, Tocqueville, hace más de cien años.
PEYREFITTE: En Estados Unidos no se dan los extremos. En Fran
cia, o se afanan por la perfección o aceptan la mera estupidez.
188
patrón de la escena literaria francesa. Me extraña tener libros tra
ducidos en Estados Unidos. Unos años después de traducirse mi
libro de 1964, Les juifs, que obtuvo cierto éxito, el New York Times
publicó la siguiente reseña: «Roger Peyrefitte, escritor homosexual
de derechas...». Me dije: «Estoy acabado. Nadie se interesará por
mí». Pero es increíble que uno de los pocos libros favorables a los
estadounidenses publicados desde la segunda guerra mundial por
un escritor francés, mi Les américains, no se haya traducido aún. Le
dije a mi editor: «No es posible». Por fin, hallamos el motivo: los
editores estadounidenses se negaban a traducirlo porque «Roger
Peyrefitte es muy poco comprensivo con dos de los ídolos de Es
tados Unidos: John F. Kennedy y el reverendo Martin Luther
King. Por tanto, no podemos contar con él». Es fantástico que en
el país de la libertad se den tanta mediocridad, tantas carencias y
tantos prejuicios.
GUNN: Siempre he pensado que Francia era más independiente que Esta
dos Unidos,
PEYREFITTE: Eso piensa, ¿verdad? Yo también. Bueno, en Estados
Unidos, de entre todos los escritores homosexuales de posguerra,
toda la fama se concentraba en Jean Genet. Por dos razones: pri
mero, porque escribía para Gallimard, así que era parte del arsenal
utilizable; y, segundo, porque su obra, muy amplia y muy agresi
va, coincidía quizá con el estado de ánimo de cierto sector de los
lectores estadounidenses. Es notable que la gloria de Genet sea
mayor en Estados Unidos que en Francia. Naturalmente, tuvo la
suerte de ser apoyado en Francia por Sartre, pero nunca tuvo en
realidad muchos partidarios entre los lectores. Recuerdo que,
cuando estaba en Berkeley, vi los libros de Genet en los puestos
de libros de bolsillo bajo el epígrafe genérico de SEXO Y CRIMEN.
Me divirtió ver que en el Quién es quién en Estados Unidos, donde
aparecen pocos nombres franceses, hacía ya tiempo que figuraba
Genet. Sin embargo, sólo le han incluido en el Quién es quién fran
cés en la última edición, de 1976. Hasta entonces, le habían igno
rado, mientras que ya figuraba en el Quién es quién en Estados Uni
dos desde hacía al menos diez años. Es muy curioso. Me permitiré
decir que estoy incluido en el Quién es quién en Inglaterra desde hace
189
bastante tiempo, pero nunca he salido en el estadounidense. Apa
rezco en el dedicado a escritores, pero eso es lógico; no es un ho
nor. En Estados Unidos, se me niega el honor de ser considerado
alguien importante, como quizá soy. A menudo me citan en pe
riódicos italianos, franceses o alemanes como el más grande, el
más importante escritor vivo. Pero nunca en Estados Unidos.
190
Así que me indigné y divulgué esta información sin mencio
nar el apellido del chico. [En Propos secrets, Peyrefitte dice que su
nombre era Pablo y que, por eso, el Papa tomó ese mismo nombre al
ascender al pontificado,] El semanario italiano Tempo publicó un ar
tículo sobre el tema, junto a una caricatura del Papa, y cayó como
una bomba nuclear en Roma. Fue fantástico. El vicario de Roma
pedía oraciones en toda Italia en desagravio por esta injuria al San
to Padre. Y, un Domingo de Ramos, se vio al Papa en su balcón
del Vaticano leyendo su Delle cose orribili e caelumniose.,. en alusión
a mi afirmación. En realidad, cayó como una bomba en todas par
tes. Un amigo que vivía en Colombia me dijo que le dedicaron
toda una página en los periódicos locales. En todos los rincones
del mundo; «Peyrefitte y el Papa», Yo estaba conmocionado, por
que nunca esperé semejante reacción. Pero también estaba muy or
gulloso, porque era la más fantástica consagración vista en muchos
años de un escritor gracias a unas pocas palabras.
191
de derechas escribe sobre el pueblo judío es porque «es antisemi
ta». Es increíble. Yo no soy ni izquierdista ni derechista, soy un
hombre independiente, y creo que el más libre de toda Francia.
Déjeme hacer un paréntesis sobre Genet. Lo considero muy
buen escritor, pero entienda que somos antagónicos. SEXO Y CRI
MEN. No me gusta. El sexo está bien, pero lo del crimen es dema
siado. Sobre todo, estoy en contra de la violencia. Odio la violen
cia. Me gusta en el amor, en el espíritu, en la belleza, pero no en
la acción. La gente violenta es primitiva. Hay que imponer las
ideas por la fuerza del espíritu y no por las armas o la revolución.
Estoy en contra de eso, aunque soy un hijo del siglo de la Revo
lución. Así que deploro a un hombre como Genet. Acepto que
fuera un ladrón, un presidiario; pero no puedo aceptar que esté de
parte de la banda Baader-Meinhof, de las Brigadas Rojas, de los
palestinos y de los Panteras Negras. Donde haya un puñado de lo
cos, quizá con ideas altruistas, pero impuestas mediante métodos
reprobables, allí encuentras a Genet, como un Papa. Es cierto que,
cuando era joven, vivió en la miseria, pero debe estar agradecido
a la sociedad que lo acogió y le dio gloria y dinero para proseguir
su perenne lucha. Sin embargo, es un proscrito porque así lo quie
re él. Sería aceptado. No quiero hablar en contra de nadie, pero
me horrorizó leer en una entrevista que se negaba a reconocer el
talento poético de Cocteau (número 35 de Gay Sunshine). Cocteau
era sólo un poeta, y su poesía es admirable. Genet debería estarle
agradecido, porque, de no ser por él, todavía estaría en la cárcel.
Fue él quien, después de la guerra, junto con Sartre y otros escri
tores, pidió que Genet fuera liberado. Había sido condenado a pri
sión diecinueve veces. Otra condena más le habría supuesto cade
na perpetua. Así que intervinieron, como tenía que ser. Si me lo
hubieran pedido a mí, habría hecho lo mismo. Por tanto, no hay
razón para que haya olvidado ese extraordinario servicio que le
prestó Cocteau.
192
parece ser enemigo de todos, excepto de Sartre y de la banda Baa
der-Meinhof.
193
bre. Un profesor de Harvard me envió su tesis sobre el barón y,
al comienzo de la bibliografía, figuraba Les amours singulieres. Aho
ra, sus fotografías se reproducen en todas partes. El caso es que
Gide quería verlas. Le dije: «Pero, señor Gide, usted estuvo en
Taormina cincuenta años antes que yo». Y respondió: «Sí, pero
nunca me atreví a entrar en casa del barón Von Gloeden», Ahí tie
ne usted a Gide, con todos sus complejos, propios de la ética pro
testante. Cuando el barón Von Gloeden vivía, no se atrevió a vi
sitarlo, pero, cincuenta años después, vino a mi casa y me pidió
sus fotos.
No, yo no tenía nada en común con Gide. Lo consideraba un
augusto títere. Por supuesto, era muy reconocido. Le dieron el pre
mio Nobel. Y se ha convertido en la imagen arquetípica del escri
tor homosexual, aunque apenas escribió sobre el tema.
194
dejé de colaborar, aunque les acabo de entregar uno, un cuento
pederasta, muy cómico, basado en algo que ocurrió en Palermo en
el siglo XVII. Descubrí la historia mientras estaba en Italia. Es para
su número 300, con el que celebran su vigesimoquinto aniversa
rio. Eso en Francia es fantástico. Arcadie se merece la gratitud de
todos los homosexuales. Fui el pionero en esta lucha por la liber
tad, después de la guerra, gracias a mi intachable libro Las amista
des particulares. He continuado en ella durante treinta años, y ha
llegado ahora a un extraordinario final. En 1962, los diputados
gaullistas decretaron que la homosexualidad era una de las plagas
sociales. Sin embargo, la ley no se aplicó. En muchos libros, la ata
qué. Pedimos a los de Arcadie que presionaran. Hace muy poco,
el señor Caivallet, un senador radical de Toulouse, ciudad del sur
de Francia en la que estudié durante un breve periodo de tiempo,
pidió que se redujera a los quince años la edad legal en que es
aceptable la aplicación del principio jurídico del consentimiento
sexual. Es fantástico. Hace dos semanas, el Senado aprobó por
unanimidad esa resolución. Por casualidad, la prensa no dijo nada
de ello. Si se hubiera publicado, habría habido protestas, ligas mo
rales, ligas de madres y padres... Naturalmente, ahora ha de ser
presentada a la Asamblea Nacional. Entonces, veremos. Obvia
mente, en mi país, soy uno de los responsables de esta apertura
mental sobre el tema y me siento muy orgulloso de ello. Es una
gloria incluso mayor que estar en la Academia Francesa, como mi
primo, el ministro de Justicia.
GUNN: En todos los libros suyos que he leído he notado un tema común,
distinto al de la homosexualidad. Se trata de la presencia de una natura
leza franca y honesta, le guste o no a uno esa naturaleza. Me sorprende lo
muy contrario a la hipocresía que se muestra en todas sus obras.
PEYREFITTE: Me satisface que lo reconozca. Mi ideal es ser un hom
bre que sigue un camino verdadero, que está contra la hipocresía.
Ésa es la idea central de mis Propos, no secretos, sino públicos.
Tuve otra ocasión de demostrar mi idiosincrasia cuando publiqué,
en 1964, mi carta abierta a François Mauriac, el famoso académi
co francés. Fue durante la época de De Gaulle; Mauriac era uno
de sus hombres. Leyó la verdad cuando lo acusé de esconder su
195
anterior vida homosexual. Había sido amigo de cierto conde muy
conocido en los círculos homosexuales franceses, que lo había pre
sentado en sociedad a los veinte años. Aquello causó sensación en
toda Francia.
Debo seguir siendo un hombre libre. Por eso, cancelé mi solici
tud de ingreso en la Academia Francesa. Me caracterizo por una
desesperada inclinación a la libertad, por un total amor al amor y
por el odio a la hipocresía. Digo, y nadie lo niega, que soy el hom
bre más libre de Francia. Quizá del mundo. Esta debería ser, tal vez,
una razón más para ser al menos un poco conocido en Estados Uni
dos, porque su país es el defensor de la libertad. Quizá las costum
bres no sean allí tan liberales como se supone, pero hemos de reco
nocer, sin prejuicios políticos, que, si no tuviéramos a Estados
Unidos, todos habríamos sido invadidos por Rusia. Naturalmente,
sin posibilidad de ser uno mismo, de escribir, de amar..., hace tiem
po que me habrían ingresado en un hospital psiquiátrico.
196
William S. Burroughs
WILLIAM S. BURROUGHS nació en Saint Louis, en 1914, y se gra
duó en Harvard, en 1936. Trabajó como reportero, detective priva
do, fumigador y, durante más de dos décadas, con dedicación ple
na, como escritor. Tuvo problemas de drogadicción entre los treinta
y los cuarenta y cinco años, y escribió sobre sus experiencias en el
libro Yonqui, publicado en 1953 bajo el seudónimo William Lee,
del cual se publicó en 1977 una nueva edición, más completa. Su
obra más conocida es El almuerzo desnudo (1959), una descripción
severa y terrible de la vida del drogadicto, con retratos surrealistas
sobre la experiencia de la droga. Otras novelas suyas son La máqui-
nablanda(y)(iY), El tíquet que explotó (1962), DeadFingers 7¿zZfe(1963),
Nova Express (1964), The Wild Boys (1971) y Exterminador (1973). Pu
blicó además Conversaciones con Daniel Odier (1969), Las últimas pa
labras de Dutch Schultz (1975), The BookofBreething (1975) y los rela
tos autobiográficos Port of Saints (edición limitada, 1973) y Cobble
Stone Gardens (1976). En Yage Letters (1963), reproduce su correspon
dencia con Alien Ginsberg acerca de una droga alucinógena, simi
lar a la mescalina, conocida como yagé o ayahuasca.
Entre los temas abordados por Burroughs se encuentran el
totalitarismo, el capitalismo de empresa, las tiranías médica y psi
quiátrica, la homosexualidad, la guerra y la drogadicción; sus pe
sadillas giran sobre un universo gobernado por grupos irreducti
bles detentadores del poder tecnológico.
En 1995 publicó un libro de memorias titulado Mi educación:
libros de sueños.
Burroughs murió en 1997 en Lawrence, Kansas, a la edad de
83 años.
199
Presentamos a continuación dos entrevistas: la primera, reali
zada en Londres, a comienzos de 1973, por el escritor australiano
Laurence Collinson y el periodista inglés Roger Baker, se publicó
inicialmente en Gay Sunshine (número 21, primavera de 1974); y
la segunda, realizada en Nueva York,- en la primavera de 1977, por
el poeta John Giorno, permanecía inédita hasta ahora.
1
Laurence Collinson y Roger Baker
entrevistan a William S. Burroughs
200
e: y, en la actualidad, ¿sigue usted con similares costumbres, o tiene ya
pareja fija?
BURROUGHS: Oh, sí, también he tenido a varios chicos aquí, en
Londres, y siempre más jóvenes que yo.
Aparentemente, Japón es el lugar ideal para los hombres ma
yores. He hablado con personas que han vivido allí durante años
y dicen que es realmente el lugar ideal para los hombres que su
peran cierta edad, porque existe una especie de respeto por los ma
yores que no se da en Occidente. Para un inglés, Tánger y Marrue
cos son una especie de la Meca. He conocido a muchos ingleses,
atrapados en alguna pequeña aldea y viviendo en completa casti
dad, que luego van a Tánger de vacaciones y se vuelven insacia
bles. Pero siempre hay que pagar por el sexo. Hay que mantener
a los chicos, comprarles ropa... y esas cosas. Todo el problema ra
dica en que los chicos no tienen dinero.
Verán: la homosexualidad es una realidad económica de alcan
ce mundial. En los países pobres, como ocurre en Marruecos y en
algunas partes de Italia, el sexo es una de las grandes industrias, una
de las principales vías para que un joven pueda llegar a alguna par
te. Si tiene suerte y consigue un amante rico, puede prosperar y ha
cerse rico él también. Naturalmente, el homosexual se aprovecha
de la precaria situación de la gente. Claro que, en vista de cómo
está la situación, ¿por qué no? No está en mi mano cambiar la eco
nomía de Marruecos ni la de los demás países pobres.
E: ¿Pero no es posible mantener una relación con un joven de esa edad sin
tener en cuenta elfactor económico?
BURROUGHS: Es posible en una sociedad opulenta y, de hecho,
ocurre. Pero, en Marruecos, los chicos trabajan duro en tareas abu
rridas para cobrar siete dólares a la semana. Mediante el sexo pue
den ganar cinco dólares en diez minutos. Si yo fuera joven y po
bre, seguramente me buscaría la vida antes que trabajar todo el día
en una fábrica. Durante la guerra, desempeñé una serie de traba
jos que, en la mayoría de los casos, eran insoportables. Aguantaba
sólo una semana. Es increíblemente desagradable: te sientas y ha
ces cosas absolutamente absurdas e incómodas durante ocho ho
ras seguidas. Pero peor todavía es ser un empleado administrativo;
201
por ejemplo, ayudante de archivo. Ése fue el trabajo más aburrido
de mi vida. Les jodí todo el sistema de la oficina. El único empleo
que pude aguantar durante algún tiempo fue el de exterminador
de cucarachas y chinches. Yo me marcaba mi propio horario y so
lía terminar en un par de horas. El resto era fácil: caminar, char
lar con la gente... Visitaba hasta diez casas en un mismo día.
202
E: El concepto que el mundo árabe tiene del homosexual, ¿es el mismo que
tiene el mundo occidental?
BURROUGHS: No, es totalmente distinto.
203
sible. Hasta México ha alcanzado esa etapa. Eso significa simple
mente que a quienes están en una posición de poder, si han de
hacerlo y tienen las armas para conseguirlo, les basta sólo la fuer
za para someter al restante 99 por ciento de la población. Antes,
cualquiera podía meterse en un sótano y fabricarse sus propias ar
mas: una lanza, un arco y flechas, un revólver primitivo... Pero na
die puede fabricarse armas automáticas. Ni tampoco tanques ni
aviones. Ni armas de gran tamaño. Ahora, las únicas armas revo
lucionarias factibles son las biológicas y las químicas.
204
E: En sus libros y en sus entrevistas, usted expresa sentimientos anti-siste-
ma muy fuertes. ¿Cree que el movimiento de liberación gay tiene algo con
lo que pueda contribuir, para usar sus propias palabras, al derrocamiento
de Ellos por Nosotros?
BURROUGHS: Bueno, sí, lo creo. No pienso que una revolución po
lítica, como tal, sea aún posible en Occidente. Sólo lo sería en una
situación completamente caótica, como, por ejemplo, si comenza
ra una guerra. Si se tiraran cinco bombas atómicas sobre Estados
Unidos y el caos fuera increíble. En una situación como ésa, tal
vez... Pero sí es posible una revolución cultural que vaya produ
ciendo cambios paulatinos... Tengan en cuenta el hecho de que
los jóvenes de hoy serán los adultos de mañana. Ese es el verda
dero terreno abonado a la esperanza: todo está en manos de las
nuevas generaciones. Ya no surgen conservadores al estilo de an
tes. En treinta años, muchos de ellos habrán fallecido, y no creo
que haya una reserva ilimitada que ocupe su lugar.
Creo que la liberación gay, la derrota de la censura y todo eso,
son factores culturales muy importantes, así como el hecho de que
muchos jóvenes de hoy acepten que ciertas personas sean gays.
Hace cuarenta años, cuando yo estudiaba, no se aceptaba de nin
guna manera. Había que callarse. Se sabía, pero no se mencionaba.
Los maricones llegaban a la situación de tener que decir: «Nadie
sabe nada de lo mío». Pues sí, lo sabían. No se hablaba de ello, y la
idea de reivindicarlo como un derecho quedaba fuera de toda dis
cusión. Ahora, sin embargo. Alien Ginsberg se pone ante un pú
blico de universitarios, habla de cómo folló la noche anterior con
Peter Orlovski y todo son aclamaciones. Hace cuarenta años, lo ha
brían despachado en el primer tren. Éste es un cambio tremendo.
205
sacarle algún sentido a aquellos textos después de leer lo que usted escribió
sobre la mente reactiva.
BURROUGHS: La Cienciología es una religión. O, al menos, así la
califican. Cuando descubrí que era una religión, me aparté de ella;
no me interesan las religiones.
La Cienciología se fundamenta en un artilugio llamado E-me-
ter que, de hecho, es sólo poco más o menos un sistema de bio-
retro-alimentación. Consiste en un proceso de ordenación perso
nal, que se consigue tras pasar por ciertas etapas. Cuando te
reordenas a ti mismo, eres capaz de prever tu reacción frente a
cualquier cosa que suceda. Supongamos que te hacen un encefa-
lograma que muestra tus reacciones frente a cualquier material de
terminado. Eso es exactamente lo que hace el E-meter... Pero ellos
no quieren admitir que eso sea una simple bio-retro-alimentación.
206
E: Lo que sí parece tener mucho sentido es la hipótesis de los mensajes con
tradictorios, Porque la contradicción quita poder a la gente,
BURROUGHS: Bueno, eso está fuera de toda discusión. La ansiedad
se deriva de la coincidencia de señales contradictorias. Eso es
lo que causa la sensación de temblor y de impotencia; se reciben
simultáneamente señales contradictorias. Los canales internos de
comunicación corporal van desde los órganos y los procesos orgá
nicos al cerebro posterior, que es el centro emocional, y, posterior
mente, al anterior. El gato se despierta; tiene hambre. Se comuni
ca el hambre al cerebro posterior, y luego al anterior, que pone en
marcha la operación de búsqueda de alimento. No se puede dar
al cerebro anterior una orden destinada al cerebro posterior o al
cuerpo y, cuanto más se intente, peor será. Es decir: si a una per
sona empieza a temblarle la mano y ella misma intenta recuperar
se, no podrá hacerlo, porque ésa no es la forma en que funciona
la comunicación corporal. Se está llamando a un número equivo
cado.
207
mujer, incluso aunque sea muy fea, lo que se dice un callo. De he
cho, los pacientes sometidos a experimentación, tanto homosexua
les como heterosexuales, fueron condicionados para reaccionar se-
xualmente ante una tía fea.
»De igual manera, los varones heterosexuales pueden ser con
dicionados para reaccionar sexualmente ante otro hombre. ¿Quién
puede determinar que éste es más deseable que aquélla? Los apo
logistas tardíos de san Pablo, que se llaman a sí mismos “psiquia
tras”, poco tienen de recomendable, a excepción de sus malas es
tadísticas. Dicen que necesitan más dinero y más personal para
hacer frente al problema, siempre creciente, de los trastornos men
tales; pero, cuanto más dinero y más personal se canalicen hacia
ese saco sin fondo, más altas serán las estadísticas. Se trata, pues,
de un problema en aumento. Personalmente, creo que la enferme
dad mental es, en buena medida, una invención de los psiquiatras.
»El 3 de diciembre de 1973, la Asociación Psiquiátrica de Es
tados Unidos decidió que, a partir de ese momento, la homose
xualidad ya no sería considerada una desviación mental. Claro
está, al tener más pacientes de los que podían atender, parecería
que eliminar de esa categoría a los homosexuales sería dar un paso
en la dirección correcta. Pero la decisión causó un vendaval de
protestas. Un psiquiatra dijo que esa decisión era comparable “a
un Watergate psiquiátrico que confiamos no llegue a ser nuestro
Waterloo...”. Simplemente, lo que no les gusta a los que protestan
es que se les escapen algunos posibles pacientes; eso podría iniciar
una fuga en masa. El doctor Charles Socarides, profesor adjunto
de Psiquiatría clínica en el hospital Albert Einstein, se opone con
firmeza al nuevo enfoque de la APA (Asociación Psiquiátrica de
Estados Unidos): “La APA ha hecho sin vacilaciones algo ante lo
que todas las civilizaciones históricas han titubeado: redefinir el
papel biológico de los sexos”. ¡Imagínense! En una carta abierta
que envió en 1970 a la revista Playboy, el doctor Socarides dice:
“Quinientos millones de años de evolución han establecido la
pauta macho/hembra como la norma funcionalmente sana para la
consecución de la plenitud sexual humana”.
»Un momento, doctor: la especie humana no tiene más de un
millón de años de antigüedad, según los restos humanos más an
208
tiguos descubiertos hasta la fecha. Otras especies tienen una histo
ria más larga. Trescientos millones de años han establecido como
norma funcionalmente sana para los tiburones tener una gran
boca que puede morder prácticamente todo y un intestino que
puede digerirlo. Para los dinosaurios, unos ciento treinta millones
de años, más o menos, establecieron como funcionalmente sano
un tamaño grande... Lo que puede ser fúncionalmente sano en
una época dada, no tiene por qué serlo, necesariamente, en otra,
bajo condiciones distintas, como lo atestiguan los fósiles de las es
pecies extinguidas. Pero los tiburones, los dinosaurios y los psi
quiatras no quieren cambiar.
»En la actualidad, la revolución sexual está entrando en una
etapa electrónica. Ciertos experimentos recientes sobre estimula
ción eléctrica del cerebro indican que la excitación sexual y el or
gasmo pueden ser provocados mediante botones. Botones para el
pueblo. Ninguno de estos avances tecnológicos es cosa del futuro.
El conocimiento y la mayor parte del instrumental existen ya hoy.
En términos de sexualidad humana, ¿qué puede significar eso?
Puede significar que cada uno se lo montará como quiera.
»Los experimentos sobre conducta autónoma han demostrado
que los pacientes pueden aprender a controlar dichas reacciones y
a reproducirlas a voluntad, una vez que saben dónde están los bo
tones que controlan las conexiones nerviosas. Basta con decidir
qué se quiere para que el centro local de ajuste sexual sintonice
con las propias ondas cerebrales y consiga la pareja adecuada, de
cualquier sexo, real o imaginaria, con sólo esperar unos segundos.
Ahora ya es posible ofrecer a cada hombre y a cada mujer los más
exquisitos placeres sexuales que puedan tolerar sin que se les fun
dan los plomos.
»Cualquier político que incluya esto en su campaña electoral
conseguirá un montón de votos y sacará a la luz muchos temas
desconocidos.»
209
«¿Qué es sexi para un ser humano? Una vieja película, una pe
lícula que, en su primera infancia, solía proyectarse y quedarse fi
jada en su pantalla receptora personal. Véase por ejemplo la si
guiente historia, bastante típica, que me contaron mis fuentes
habituales, o sea, la gente de la calle: un alto funcionario público
pagaba a chicos para que se vistieran de uniforme y le trataran
como si fuera un interno de un reformatorio. De hecho, les daba
un guión muy preciso para que pronunciaran ciertas frases como:
“Tú, pequeño bastardo...”. Ya se ve, el alto funcionario quería ser
un chico Borstal, y no un encorbatado de colegio privado.^
»Ese hombre está ligado a aquella antigua película de su infan
cia, que para él es la única manera en que puede alcanzar la eya-
culación. Puede que le ponga enfermo, que le disguste o hasta que
se ría de ello..., pero seguro que no se ríe mientras le sucede. ¿Al
guien ha sabido explicar alguna vez por qué el sexo y la risa son
incompatibles? ¿Quién puede reírse y llegar al orgasmo a la vez?
Sólo conocí a un chico que podía hacerlo, y se llamaba Alí. A mí
me llamaba “Amo”; desde luego, con ironía, porque el verdadero
amo era él. Desapareció antes de que yo pudiera averiguar su se
creto. Estoy seguro de que, por su parte, el alto funcionario públi
co no escondía secreto alguno. En su caso, la película le suponía y
le supone sólo una lamentable especie de esclavitud. Podrá ser mu
cho más larga o desarrollarse de acuerdo a una variada gama de
guiones distintos, pero siempre seguirá siendo sólo una película.
»Todo el asunto de lo que es o no sexi, así como el de la lla
mada “normalidad”, se ha revelado bajo un enfoque enteramente
nuevo gracias a los recientes descubrimientos en el campo de la
estimulación eléctrica del cerebro. Estimúlense los centros sexua
les del cerebro y cualquier cosa que aparezca a la vista será sexi...
hasta un psiquiatra. Un chico de once años llegó a ponerse muy
afectuoso con su psiquiatra al estimularle eléctricamente éste el ce
rebro. De hecho, se ha llegado a condicionar a determinados pa
cientes para que reaccionaran sexualmente ante la visión de un au
téntico callo de mujer.
2. En Inglaterra, se llama genéricamente «Borstal» a todo reformatorio para
niños de clase baja; por su parte, los más aristocráticos alumnos de los interna
dos tradicionales se distinguen por sus corbatas características. (N. de W.L.)
210
»Ahora, volvamos a nuestra analogía cinematográfica. La ante
dicha secuencia filmica está literalmente conectada mediante ca
bles a los centros sexuales del cerebro. Con la estimulación eléc
trica de éste se puede conseguir cambiar de secuencia y hasta de
película. Veamos al estimulado hombre de antes junto a su poco
agraciada acompañante; cortemos la corriente eléctrica y sólo verá
lo que es: un auténtico callo. Entra el psiquiatra acompañado esta
vez por una apetecible chica desnuda. Conecta de nuevo la co
rriente, a plena potencia, y el hombre queda curado. ¿Curado?
Bueno, desconectemos una vez más la corriente y veamos qué
pasa: el individuo examina con aire crítico a la chica desnuda.
¡Hermosa! Siente alguna excitación sexual, pero... sabes... ponte la
ropa, querida, y estarás más sexi. Finalmente, el sujeto se inclina
hacia un lado, dobla una rodilla contra la ingle y la ligera excita
ción sexual se ha evaporado.
»Bien, ¿qué ocurrirá si a una persona le borran toda esa anti
gua película hecha con secuencias de prohibiciones y excitaciones?
¿Qué sería de su sexualidad sin esa película? No sé. Veamos. Per
sonalmente, lo que considero sexi es la creatividad: crear sobre el
papel una persona sexi..., sexi para mí. No comparto los gustos se
xuales de Genet, pero sus pequeños proxenetas y choricillos son
creaciones hechas con amor y con consumada maestría, y diré que
ningún escritor que no se haya masturbado excitándose con sus
propios pensamientos podrá ser capaz de hacerlos revivir sobre un
papel. Si lo que intenta el escritor es describir un personaje que
sea sexi para el lector y no para él, ese personaje no vivirá sobre
el papel; será meramente una secuencia de una película ajena. No
creo que la gente comprenda en qué medida nuestras anteriores
nociones sobre el sexo han sido realmente anuladas por estos nue
vos descubrimientos. El conocimiento está ahora al alcance de to
dos y, literalmente, podría reprogramarse a cualquiera.»
E:¿Con quéfin?
BURROUGHS: La cuestión se plantea así: ¿está la persona satisfecha
con su propia película? Si lo está, no hay razón para alterarla. Si
no lo está... Bueno, no creo que mucha gente lo esté.
211
E: Muchas personas se aferran a su película porque es lo único que conocen.
BURROUGHS: Es lo único que tienen. Pero díganme por qué no
pueden librarse de ella...
E: 0 seles deja con ella, o se intenta reemplazarles ese hábito con algo más
satisfactorio,
BURROUGHS: Bueno, como ya he dicho, al menos con otra pelícu
la en la que quepan más cosas y que les pueda brindar una mayor
satisfacción.
212
les son, por regla general, sexófobas, y específicamente homófobas.
Esa es una ventaja para las mujeres. Ellas quieren casarse, así que,
cuanto mayores sean las trabas impuestas en general al sexo y
cuanto más difícil sea la vida sexual fuera del matrimonio, mayo
res serán sus posibilidades. No cabe duda alguna.
213
la mañana, todos se apartaran para hacer sólo lo suyo, millones de
personas morirían de hambre. Así que, si se piensa en términos
políticos, con independencia del signo ideológico, se tendrá que
mantener a esas personas en sus empleos, haciendo siempre lo
mismo; o conseguir a otros que lo hagan, ¿no es cierto? Pero mu
chos de los activistas sociales modernos no parecen pensar en esos
términos. Los marxistas lo pensaron. Tenían ideas muy claras so
bre lo que iban a hacer acerca de la distribución de alimentos, et
cétera. Pero, si se va a mantener a todos haciendo lo mismo que
han hecho siempre, al final no será nada muy distinto. No supo
ne gran diferencia para el individuo que los medios de producción
sean de propiedad estatal o privada.
E: En cierto sentido, sí. Siento mayor antipatía por la idea de que mi tra
bajo reporte lucro a un individuo que al Estado. Creo que está mal que
una persona determinada me explote.
BURROUGHS: Muy bien. Tú eres, pongamos por caso, director de
una fábrica en Rusia. No hay ni una maldita diferencia entre eso
y tener el mismo empleo en una empresa privada. Probablemente
no ganarías tanto dinero en una fábrica estatal. Tu posición real
mente no cambiaría y ¿a quién le importa que los ferrocarriles, por
ejemplo, sean propiedad del Estado o de empresas privadas? En
Europa, muchos son de propiedad pública y eso no supone gran
diferencia para la persona que trabaja o que viaja en ellos. No veo
que ésa sea una solución. No supondría cambio alguno en la vida
de la mayoría de las personas.
214
que alguien se presenta con una casa prefabricada realmente eco
nómica y práctica, es detenido por la presión de los propietarios
de terrenos. No les interesa producir casas más baratas, ni casas
que perduren.
Desde luego, aquí en Gran Bretaña, el exceso de población es
uno de los mayores problemas. Digamos que veinte millones de
personas pueden mantenerse bastante bien; pero ahora ya hay cer
ca de sesenta. Eso supone, por supuesto, un círculo vicioso de más
y más polución y menos y menos alimentos para nutrir a más y
más personas. Progresivamente hará falta más y más dinero para
comprar menos y menos cosas, porque habrá menos y menos. El
dinero se acabará cuando ninguna suma pueda ya comprar nada.
Es posible calcular cuándo ocurrirá eso. Todo el valor del dinero
reside en que otras personas no lo tengan. Si todo el mundo tu
viera dinero, éste no tendría valor alguno, lo cual es el motivo de
que quienes poseen riqueza y poder no hagan muchas concesio
nes. Se podría decir; bien y ¿por qué no acallan a los activistas so
ciales legalizando la marihuana y facilitándoles sexo? Centros de
ocio sexual donde pudieran ir y conseguir una pareja satisfactoria
con tanta frecuencia como desearan. Porque, si lo hicieran, el di
nero y el poder perderían su valor. El dinero y el poder sólo tie
nen valor si otros no los poseen.
215
importante. El médico aumentaría progresivamente la dosis hasta
poder determinar cuál es la que comienza a provocar vómitos; lue
go, la iría rebajando hasta fijar la dosis máxima que una persona
puede recibir sin llegar a vomitar. Esta reacción varía considerable
mente de una persona a otra: unos pueden tomar sólo la cuadra
gésima parte de un gramo, mientras otros llegan a una décima par
te. Los que podrían asimilar más son muy pocos. Una inyección
de un decigramo produce casi siempre vómitos. Es una droga que
carece de efectos euforizantes o narcóticos, a menos que el pacien
te se encuentre ya en un estado de ansiedad aguda o con perturba
ciones en su metabolismo; así que la desaparición de estos efectos
indeseables podría dar un resultado beneficioso. Me parece que es
la droga más útil en la cura del alcoholismo y la drogadicción.
216
madas. De hecho, los árabes creen que hacer una mamada es algo
terrible y sucio. No lo aprueban en absoluto. Es un arquetipo cul
tural. Comprobé que es así en los países árabes y en Sudamérica.
Creo que algo a investigar es la forma de aumentar el placer
sexual. Una de esas formas es la que proporciona el acumulador
de energía orgónica^ de Wilhelm Reich. Este artilugio puede au
mentar el placer considerablemente si se emplea hierro imantado,
experimento que, de todas formas, no he probado. El hierro iman
tado, a diferencia del metal simple, hace que pase por el cuerpo
un campo magnético. De lo que no cabe duda es de que el acu
mulador de energía orgónica, incluso en su modelo actual, aumen
ta la sexualidad. En mis conferencias y en mis escritos, procuro
que la gente se decida a experimentar con algunas de estas cosas,
porque creo que con ello descubrirán algo. Los experimentos
de Reich son muy fáciles de reproducir. Las cajas orgónicas son de
construcción muy sencilla: consisten sólo en un marco de made
ra, lo bastante grande como para sentarse encima, con un peque
ño orificio de ventilación. También se puede hacer una caja lo
bastante grande para que se sienten dos personas, y recubrirla con
láminas de metal. Las he visto hechas con lana de acero, pero no
me gustan. Arman mucho lío, qué lástima, y, si te sientas encima,
se te puede clavar algún trozo de alambre. Hay que pasar en ella
quince minutos o media hora al día. Alguien me fabricó una, pero
era un objeto tan enorme que tuve que deshacerme de él.
El mismo Reich observó que el cáncer es, casi siempre, una en
fermedad propia de la decadencia sexual y que, por tanto, algo que
potenciara la sexualidad podría ser anticancerígeno. En su libro
The Cáncer Biopath, Reich dice que el cáncer es esencialmente una
enfermedad causada por la abstinencia y la privación sexuales. Si
yo tuviera el dinero para hacerlo, seguro que iniciaría un experi
mento con algunas de esas cosas. Pero no lo tengo. No cabe duda
de que algo ocurre con ellas. Uno se siente más sano y más sexual
si las experimenta regularmente.
217
2
John Giorno entrevista a
William S. Burroughs
218
Liga de Defensa de los Judíos que, al intentar aliarse con los ele
mentos más reaccionarios, atrae sobre sí precisamente lo que más
le asusta. Una reacción de pánico siempre lleva a una contrarreac
ción mayor.
GIORNO: Pero debe de ser factible adoptar alguna postura eficaz, un tra
tamiento no agresivo ni histéricofrente al movimiento anti-gay que se está
dando en todo el mundo.
BURROUGHS: Y también frente a esa dogmática actitud defensiva de
que los gays son más sensibles y mejores que los demás, de que
los escritores gay son más profundos... Creo que es superficial e
inadecuada.
219
BURROUGHS: Eso no lo discuto. Es energía. La cuestión se plantea
respecto a quién practica la homosexualidad y, concretamente, al
porqué. Sabemos que buena parte de todo el ambiente de recha
zo proviene de la religión cristiana. No de Jesucristo mismo, que
probablemente era marica, sino de san Pablo. En la Biblia se ha
bla de hombres que se acuestan juntos y hacen cosas inconvenien
tes. Aunque Anita Bryant dice en algún sitio: «Eso es una abomi
nación. Una abominación contra la Biblia». Lo cierto es que si se
cita la Biblia fuera de contexto, como cualquier otro libro exten
so, puede probarse cualquier cosa. Pues bien, la moraleja que se
saca de todo ello es la abismal ignorancia que supone esa maldita
actitud protestante de iglesia menor. Son unos lunáticos, unos lu
náticos absolutos y peligrosos. ¿Acaso es muy distinto «Matad a
un marica en nombre de Cristo» de «Matad a un judío en nom
bre de Cristo»? ¡Y pensar que esa mujer consiguió cincuenta mil
firmas!
Ahora bien, ya que se nos ha forzado a adoptar la misma po
sición que los judíos, quizá deberíamos poner en práctica su mis
ma estrategia. Deberíamos conseguir nuestro propio Estado, igual
que Israel.
GIORNO: ¿Pero no crees que existe alguna otra posibilidad? Una de las ra
zones por las que ahora todo funciona mejor para los gays del mundo occi
dental es que Alien y tú, hace años, hicisteis cosas que se han ido divulgan
do paulatinamente. Coincido contigo en que se provoca agresividad siendo
un gay políticamente activo, pero éno existe alguna otraforma no agresiva,
aunque igualmente activa, de hacerlo? Ya sabes lo que quiero decir.
BURROUGHS: Desde luego, querido, y esa forma se ha dado a lo lar
go de miles de años. Los gays han vivido en una relativa seguridad.
220
el asunto da un salto cualitativo y, desde un suave antisemitismo,
se pasa a los campos de concentración.
221
GIORNO: ¿Crees que la CIA se ha visto afectada por toda la mala publi
cidad que ha caído sobre ella? ¿Crees que ha influido en su capacidad ope
rativa?
BURROUGHS: No mucho.
GIORNO: Para eso estaría el servicio secreto. Para asegurarse de que eso no
ocurriera,
BURROUGHS: Y también para protegernos de los enemigos de fue
ra de nuestro Estado. Ves, ahora llegamos a un terreno filosófico
muy interesante, porque estamos diciendo que, mientras siga res
pirando un enemigo en nuestra sagrada comunidad, no estaremos
seguros. A saber si podría estar organizando alguna cruzada anti
maricas... Porque, como sabe todo el mundo, los maricas drogan
a nuestros hijos; eso hacen.
222
todo este irreconciliable conflicto de intereses es obviamente la lo
cura terminal de un universo dualista. El Bien y el Mal, el blanco
y el negro, es algo que da lugar a expresiones tan estúpidas como
aquella de: «En este pueblo no hay sitio para los dos». No hay si
tio para Anita Bryant y para mí en la misma ciudad. ¡Chúpate ésa!
Obviamente, ésa es la más primitiva forma de pensar, que nace
con el mismo origen de las especies, con el surgimiento de los de
rechos territoriales, y afecta a toda la sociedad. Si alguien consigue
algo es porque se lo arrebata a otro, igual que nosotros arrebata
mos América a los indios.
GIORNO: ¿Pero no es ésa la naturaleza básica del deseo? No tiene por qué
tratarse de judíos o de gays. Afecta a cualquier ser humano.
BURROUGHS: Es la naturaleza propia de la rivalidad y del tiempo.
De entre los miles de chaperos jóvenes que hay por las esquinas,
quizá sólo diez o quince ingresan en la Mafia y llegan a ser al
guien. El empleo más solicitado en los ambientes suburbiales es el
de llegar a ser alguien en la Mafia. Hablamos de esa parodia de ci
vilización: de personas que se pisotean unas a otras para llegar a
convertirse en abyectos seres con poder.
223
GIORNO: Pero, Wiüiam, ¿no crees que la dinámica situacional que descri
bes se fundamenta precisamente en esa ilusión?
BURROUGHS: Bueno, recuerda que todo es una ilusión. Aunque,
naturalmente, la aspiración es convertir las ilusiones, en la medi
da de lo posible, en realidades, para que cobren vigencia.
224
litico experto: «Creo que debe haber más de todo: más vida, más
felicidad, más de todo sobre este gran planeta Tierra; hombres,
mujeres, judíos, maricas, cualquier jodido ser que se arrastre por el
suelo... Eso es sinceramente lo que siento». Es impensable que yo
hiera o le haga el más mínimo daño a nadie, a menos que se tra
te de algún hijo de puta que busque líos, ¿eh? Sí. Así es cómo
pienso sobre todo esto. Bajo ninguna circunstancia, cualquiera que
fuera el poder que yo tuviera, en modo alguno me aprovecharía
de ese poder para perjudicar a ningún honrado follador, a ningu
na persona decente, a ningún honesto WASP.^ Pero te diré que,
si tuviera que utilizar ese poder para impedir que ciertas fuerzas se
apoderaran, corrompieran y degradaran todo aquello que los esta
dounidenses más queremos, no vacilaría. No vacilaría en usar ese
poder incluso aunque todo el jodido universo reventara.
GIORNO: ¡Adelante!
BURROUGHS: Sí, adelante. Como dijo aquel senador: «No vacilaría
en utilizar la bomba de cobalto contra Rusia».
Este es el impasse de todo universo dualista. Todos repiten:
«No vacilaría, no vacilaría, no vacilaría..., en utilizar, utilizar, uti
lizar... el más extremo, el más extremo, el más extremo... ¡boom!».
Y quizás esté bien así, maldita sea...
225
de todo, ¿cuánto tiempo ocupa realmente el sexo en nuestra vida?
Cuando los gays puedan ser gays y, con independencia de ello, ha
cer lo que quieran, todo el asunto quedará reducido a una peque
ña cantidad de tiempo.
GIORNO: Existe algo llamado deseo, que es una energía fundamental aún
no explicada y que esencialmente es algo grande, aunque un veneno para
la mayoría, ya sean heterosexuales u homosexuales. Pero es sólo deseo, de
seo de apoderarse de algo.
BURROUGHS: Es una estupidez obsesionarse con algo. Recuerdo la
frase de aquel hombre masoquista cuyo caso leí en el libro de
Krafft-Ebing sobre las perversiones:^ «Y, enfebrecido de sensuali
dad, corrí por toda Europa central». De modo que, presa de su
irresistible deseo, debió de haber descuidado bastante sus nego
cios... Por eso digo que, después de todo, al sexo hay que poner
le ciertos límites.
GIORNO: No hay diferencia entre los hombres gay y los heterosexuales, ex
cepto en el estilo personal. Por ejemplo, el pelo largo y la actitud de «ma
cho». La idea es que el deseo esclaviza totalmente a las personas y las atra
pa en una red, las estrangula. No importa cual sea el objeto deseado, el
caso es que es siempre sólo deseo.
BURROUGHS: Históricamente, un británico de la época victoriana
podía ser gay de manera flagrante, como un profesor que había en
Oxford que tenía a seis o siete chicos viviendo con él; pero nadie
decía nada, porque, por entonces, podías hacer cualquier cosa mien
tras no dijeras nada sobre ella. Recuerdo a un caballero inglés que
226
me hablaba de su tío abuelo, o algo así, un magnífico anciano cuya
tendencia saltaba a la vista, aunque nunca admitía ante nadie que
era gay. Durante sesenta años mantuvo las apariencias, aun convi
viendo con seis o siete chicos ingleses. Una extraordinaria situación
psíquica.
GIORNO: ¿Crees que los jóvenes, los de veinte, treinta o cuarenta años, es
tán obsesionados por el sexo, si no de forma maniática, sí con una cons
tante preocupación mental, y, en particular, los gays?
BURROUGHS: Bueno, yo no podría hacer censo alguno. Obviamen
te hay un montón de personas que se lanzan a la calle en bus
ca de sexo. Está, por un lado, el escenario de los bares y de los que
buscan relaciones de una sola noche; por otro, también están los
que recorren anticuarios, y también los marchantes de pintura que
se entienden entre sí... Las personas respetables que circulan entre
ellos lo saben, desde luego. La gente normal no es tan tonta. «Oh,
realmente, nadie sabe nada de lo mío». Querido, todos lo saben. Así
que no hay, en realidad, una comunidad gay, sino muchas formas
de serlo...
227
BURROUGHS: Bueno, ciertamente la situación era mejor entonces
para los mayores. Todo se resolvía con dinero. Ahora, cualquier
jodido chapero tiene dinero. Ya no hay diferencias de clase. Aho
ra hay que llevarlos al cine o a cualquier otro lugar. (Risas.)
GIORNO: William, éno crees que es realmente chocante haber sido joven y
hermoso, toda una alegría para la vista, y hadarse ahora en este extraño
lugar siendo viejo y feo?
BURROUGHS: El tiempo es el que da los golpes más duros.
228
joven gay estadounidense de hoy está en realidad demasiado mima
do. No se da cuenta de lo fácil que lo ha tenido. Cuando yo tenía
veinte años, nunca le decía a nadie que era gay. Si lo hacías, tus ami
gos, tu tío, tu padre..., todos se volvían contra ti. Era de lo más ho
rrible. Pero, dentro de aquella total hipocresía, aunque nunca lo de
cías, todos lo sabían y no les importaba una mierda. Era realmente una
doble norma de conducta. Podías hacerlo, pero no podías decirlo.
Hoy, ya no se da esa dicotomía entre la conducta privada y la pú
blica. Salvo entre los árabes y los españoles, donde la actitud vic-
toriana sigue siendo endémica y lo que haces en privado es una cosa
y lo que haces en público, otra.
GIORNO: Es trabajo.
BURROUGHS: Eso es, todos lo saben; el chico aporta dinero para
mantener a su familia y todos saben de dónde proviene ese dine
ro. Sin embargo, admitirlo sí es vergonzoso. Por ejemplo, sería su
mamente humillante que la madre del chico árabe conociera al tu
rista, reconocer algo que todos saben ya. Así que lo vergonzoso es
el reconocimiento, no la conducta. Esto es, desde luego, todo lo
contrario a la ética calvinista.
229
origen de la suya estaría en los mineros del carbón; si se tratara de otro,
en los obreros del acero; por no decir en los costureros, en los niños de diez
años esclavizados o en algún viaje por Africa o por Asia. El origen de
toda gran fortuna es abominable.
BURROUGHS: Ya; quieres decir que eso se da respecto al origen de
cualquier fortuna, ya sea grande o pequeña. Sin embargo, una fa
milia de Tánger que tenga un chico bien parecido cuenta con el
dinero que éste aporte para sostener a la familia. Ahora bien, aun
que eso lo sabe no sólo la familia, sino también todos los vecinos,
aun así, se consideraría humillante que la madre conociera al tu
rista en cuestión.
GIORNO: Por lo que se refiere a la sinceridad sexual, ¿qué crees que es pre
ferible: Tánger o Estados Unidos?
BURROUGHS: Bueno, desde luego, el Tánger que yo conocí ha desa
parecido con el paso del tiempo. Y, en cuanto a Estados Unidos,
ahora la situación es muy alentadora y tiene mucho que ofrecer a
los jóvenes gays que se asoman por los urinarios. (Risas,) No sa
ben lo afortunados que son, lo mucho que les han ayudado. «Us
ted es un hombre afortunado, señor Smith, no sabe lo alto que se
cotiza.» En cuanto a mí, me formé en otra tradición... ¿Qué me
preguntabas?
230
GIORNO: Ya me has contestado a lo que te preguntaba... Por mi parte, lo
que yo pienso es que se está muy bien en Estados Unidos. Es como si vi
viéramos en un Estado Gay. Realmente es como si el Estado Gay fuera
Connecticut. Pero todo es muy inestable. En cualquier momento puede pro
ducirse una gigantesca vuelta atrás que nos dé a todos por el culo. No obs
tante, en los últimos veinte años, ha sido algo asombroso. Y eso tiene mu
cho que ver con lo que Alien, tú y muchas otras personas habéis luchado
durante años. Esa lucha ha triunfado.
BURROUGHS: ¿Una vuelta atrás...? Tal fenómeno no podría ocurrir
sin la completa desintegración de lo que hoy llamamos sociedad.
Como cuando llegó la Edad Media, que toda la cultura grecorro
mana se derrumbó y quedó reducida a la nada. Aquí no ha ocurri
do eso todavía.
GIORNO: Ya; eso suena bien. eNo te gustan los hoteles caros?
BURROUGHS: Me gustan los hoteles caros y, cuanto más caros, me
jor; pero, desde luego, no para vivir en ellos mucho tiempo...
Y ahora, señor Giorno, mientras le planto el micrófono en la
cara, le pregunto yo a usted: «¿Cómo se siente siendo un gay de
la Costa Oeste?».
GIORNO: No mucho.
BURROUGHS: Bien; este juego me gusta. Prosigamos: «¿Qué se sien
te siendo un piojoso hijo de puta?». Tú contestarías: «Bien, he
aprendido a convivir con eso». Luego, te vas corriendo al Sur y allí
preguntas: «¿Qué se siente siendo un WASP?», y la respuesta se
231
ría: «Bueno, creo que es parte de mi educación». O lo que sea. De
hecho, éste podría ser el contenido de un programa de televisión
titulado: «¿Qué-se~siente~usted-siendodo-que-es?». (Risas.) El reportero
podría asaltar a todo tipo de personas, plantarles el micrófono en
la cara y preguntarles: «¿Qué se siente siendo un irlandés comedor
de patatas?», o «¿Qué se siente siendo un italiano guapo?», o lo
primero que se le ocurriera. Por ejemplo, podría saltar del coche y
preguntar: «¿Qué se siente siendo un campesino sureño?». Y, des
pués, preguntar a un obrero qué opina de los gays, y a los gays
qué opinan de los obreros, quién matará primero a quién, etcéte
ra... Ahora, imagínate que eres un marica enfrentado a Anita
Bryant. «¿Qué le dirías a Anita Bryant?» Tú contestas: «Le aclara
ría que todos mis hijos son gays como yo». «¿Y usted qué nos dice
a eso, Anita Bryant? ¿Qué le diría a ese hombre si se viera frente
a él?...» ¿Y qué le dirías tú a esa mujer?
131
GIORNO: ¿Crees que es un tema que debe seguirse de cerca?
BURROUGHS: Sc trata de un asunto de elección personal. Los gays
tratan ahora de llevarse bien con la policía, porque creen que hay
gays en ella... Eso me recuerda que una de las figuras arquetípicas
del Mal fue el oficial gay de la Gestapo.
GIORNO: Es un fenómeno muy corriente el del hombre que odia a las mu
jeres, pero que sólo puede consumar el acto sexual con ellas. Todas sus re
laciones emocionales se realizan con hombres, sólo que sexualmente llega
un momento en que se queda paralizado. Es algo muy misterioso. Ocurre
igual con el deseo; el sujeto sefija casualmente en cierto punto, y ahí aca
ba todo. Es muy difícil cambiar estas cosas, que, para mayor tristeza de
todos, no son sino hábitos kármicos. Vas formando esos hábitos y, luego,
la sensualidad se te va orientando hacia eüos y los vas aumentando; te
reafirmas en ellos, porque hacen que te sientas muy bien. Ya conoces los
síndromes: mamar, follar o meter el puño, vale cualquier tipo de sexuali
dad, y allá cada uno con sus preferencias. Uno queda totalmente a merced
de esos hábitos, lo que es una casualidad kármica. En lo que a mí se refie
re, ser gay tiene dos ventajas: la primera es que se trata de algo bueno que
te hace dichoso y que es todo lo que uno pudiera desear. Y la segunda es
233
que, si se emplea apropiadamente, sirve como instrumento para disminuir
la reproducción...
BURROUGHS: En el mundo occidental, todas las objeciones a la ho
mosexualidad provienen de la Biblia. Todavía está activo el Cin
turón Bíblico,^ que es una amenaza absoluta, una bomba de relo
jería sociológica que puede hacer que todo el jodido planeta salte
por los aires.
GIORNO: éCuál?
BURROUGHS: Muy sencillo: la libertad de no temer. Llegar a ser lo
bastante fuerte como para no temer a nadie.
234
BURROUGHS: Un momento. No hay nadie más poseído por el mie
do que un adicto a la heroína, que teme que le quiten la droga.
GIORNO: ¿TÚ mes que todos esos millonarios como Getty, Rockefeller o los
Dupont están lo que se diría poseídos por el miedo?
BURROUGHS: Bueno, sí, si están en su sano juicio, pero, objetivamen
te, tienen mucho menos que temer. El miedo sólo afecta a la gente
que teme algo concreto; no es algo que esté flotando en el vacío.
Ahora bien, si yo tuviera un billón de dólares, no temería a nadie.
9. El 15 de julio de 1973, Paúl Getty III, nieto del millonario del petróleo
Jean Paúl Getty, considerado por entonces el hombre más rico del planeta, fue
secuestrado en Roma. Fue liberado el 14 de diciembre después de que se le cor
tara una oreja y de que su familia pagara cerca de un millón de dólares por su
rescate. (TV. dd T.)
235
GIORNO: ¿Con cuotas mensuales de unos quince dólares?
BURROUGHS: Sí, y eso te supone que, si alguna vez te metes en pro
blemas, ellos te sacarán. Si pierdes tu empleo, el tong te mantiene;
tienes su apoyo en todo momento.
236
especie de raza, con ciertas características despreciables, inherentes
a su condición, del mismo modo que los perversos judíos.
237
sia y para Estados Unidos, no existe punto final en la protección
de sus intereses.
238
JEAN GENET nació en Paris en 1910. Como hijo ilegítimo,
que nunca conoció a sus padres, quedó al amparo de la asisten
cia estatal. A los diez años, fúe condenado por robo y enviado a
un reformatorio; durante los treinta años siguientes, entró y salió
de las cárceles más famosas de Europa. Tras su décima condena
por robo en Francia, fue condenado a cadena perpetua, pero le fue
otorgado el indulto gracias principalmente a los esfuerzos de des
tacadas figuras de la escena literaria francesa, como André Gide,
Jean-Paul Sartre y Jean Cocteau.
Entre 1940 y 1949, escribió varias narraciones autobiográficas
en prosa, relativas a la homosexualidad y la delincuencia, como
Santa María de las Flores (1944), Milagro de la rosa (1945) y Diario
del ladrón (1949). Las primeras dos obras teatrales de Genet, titula
das Las criadas (1947) y Estricta vigilancia (1949), lo consagraron
como un dramaturgo interesado en el teatro como ejercicio ritual
o ceremonial. Consideradas ejemplos arquetípicos del teatro del
absurdo, esas obras describen un mundo de proscritos que se re
belan contra todo lo que convierte al hombre en un ser indefen
so, subordinado y solitario. Entre las obras posteriores de Genet
figuran El balcón (1956), Les nègres (1958) y Les paravents (1961).
Otras novelas suyas son: Pompasfúnebres y Querella de Brest (ambas
de 1947); también publicó un libro de poemas y unas reflexiones
sobre el teatro. En 1952, Jean-Paul Sartre publicó un extenso estu
dio sobre él, titulado Saint Genet, comedien et martyr.
El cortometraje Un chant d’amour (1950) fùe la única incursión
de Genet en el cine.
Jean Genet murió en Paris en 1986 a la edad de setenta y seis
241
años. En ese mismo año aparece su obra postuma Un cautivo ena
morado, sobre la experiencia del autor en los campos palestinos.
242
como protesta contra la política económica del Gobierno; pero, de
hecho, fue provocada por la detención de varios sindicalistas y sol
dados rasos, acusados de desmoralizar al ejército, que ahora corren
el riesgo de ser llevados a juicio y de que les caigan penas que po
drían oscilar entre los cinco y los veinte años de cárcel.
FICHTE: Hasta hace muy poco se decía que usted carecía de domicilio per
manente, que vivía en pequeños hoteles...
GENET: Es algo involuntario. Casualmente tengo aquí mi pasapor
te. Aquí tiene la dirección; léala.
243
lio es ir a Estados Unidos y ver allí cuál es la situación». Me pre
guntaron: «¿Cuándo?», y contesté: «Mañana». «¿Tan rápido?»
Noté que se habían quedado sorprendidos. Estaban acostumbra
dos a moverse rápido y yo me moví aún más rápido que ellos, por
el simple hecho de estar viviendo en un hotel. Sólo tenía una pe
queña maleta. ¿Habría podido hacer eso de tener un apartamen
to? ¿Podría haberme movido con tanta rapidez si hubiera tenido
amigos?
FICHTE: ¿Teme usted que su éxito le atrape con alguna especie de lujo bur
gués que no podría permitirse?
GENET: Oh, eso es una tontería, desde luego. No; creo que no,
porque no admiro en absoluto el lujo burgués. Para que me gus
tara, debería tener las cualidades de un castillo del Renacimiento,
pero mis derechos de autor no me permiten mantener una corte
como si fuera un Borgia. No arriesgo mucho.
244
GENET: No, no, Brasilia está compuesta de diversas partes que for
man entre sí un conjunto, un armonioso conjunto. He volado
por encima de la ciudad. La conozco con sol, con lluvia, de no
che y de día, con viento, con frío y con calor; conozco Brasilia
desde la novena planta del hotel Nacional y desde la calle. Y lo
gracioso es que allí intervino aquel hombre, un comunista, me re
fiero a Oscar Niemeyer, que creó esa ciudad y no pudo impedir
que las chozas indias aparecieran por todas partes. Podría pensar
se que esos altos edificios de apartamentos de Brasilia sólo pue
den ser habitados por hombres de dos metros de altura, rubios o
morenos, pero, en todo caso, de buena presencia física, más es
culturas que personas. Sin embargo, en realidad, están ocupados
por pequeños füncionarios, embajadores y ministros, y no por in
dios o negros brasileños. No obstante, aunque no conozco otra
ciudad como Brasilia, que fue creada como un conjunto de uni
dades completas, obviamente armoniosas, hay ciertas cosas que
Oscar Niemeyer no comprendió. No ftie capaz de concebir un ur
banismo que reconociera la necesidad de dar alojamiento al pro
letariado de forma humana. El edificio más llamativo es el del
Ministerio de Asuntos Exteriores. La catedral, sin embargo, me
deja frío. Estuve en la pequeña iglesia de Vence, que construyó
Matisse, una pequeña iglesia dedicada a alguien a quien debía de
testar, san Domineo; es muy pequeña. Hay que entrar en ella para
apreciar el increíble aprovechamiento del espacio; entras en un
poema.
245
FlCHTE: Si hiciera una comparación entre la arquitectura de Niemeyery
la pequeña iglesia de Matisse, illegaría a la conclusión de que Matissefue
un artista revolucionario?
GENET; No. Hay que ser muy cuidadoso con el uso de la palabra
revolucionario. Debe ser utilizada ex profeso. No es fácil. Me pre
gunto si el concepto de revolución puede ser separado del de vio
lencia. Hay que utilizar diferentes facultades, diferentes medios,
para comprender lo que consiguió Cézanne, por ejemplo. Creo
que las personas como Cézanne, igual que los pintores que le si
guieron o que los músicos que desafiaron el concepto de la tona
lidad, fúeron audaces, aunque no demasiado, ya que otros con
ceptos, como el de la perspectiva en pintura o el de la escala
cromática en música, habían empezado ya a insinuarse como va
riantes y opciones válidas. Alban Berg compuso al principio sin
tomarse a sí mismo demasiado en serio, pero más tarde comple
tó el desarrollo de sus ideas. Fue audaz. Eso tiene una considera
ble importancia, pero no creo que tuviera para ellos, como aven
tura intelectual, la misma importancia que nosotros le atribuimos
ahora. Ése pudo ser el motivo de que Cézanne continuara sien
do un hombre muy sencillo. Asistía a misa y vivía con una mu
jer con la que no estaba casado. Debió de dolerle mucho que
Zola, su amigo de la infancia, no le comprendiera, pero no creo
que Cézanne se imaginara alcanzar la fama que tuvo después de
su muerte.
FlCHTE: Ayer hablaba usted de Monteverdi. ¿Es el suyo un arte que rom
pe brutalmente con la tradición?
GENET; Para mí, no hay nada más alegre y gozoso que la misa de
la Beata Vergine.
246
vi una obra de teatro japonés Nó^ que me emocionó profunda
mente. Usted sabe que en él los papeles femeninos son interpreta
dos por hombres. En cierto momento, aparece una máscara de an
ciana, que es la última mujer budista. Entra en una cueva y se cubre
el rostro con un abanico; luego se lo descubre y es el de una chi
ca joven, la primera mujer sintoísta. El tema era la transición del
budismo al sintoísmo. ¿Cree usted que yo soy budista o sintoísta?
FlCHTE: Creo que su obra, toda su existencia, revela una fascinación por
lo ritual.
GENET: No hay nada ritual en la Riada.
247
FICETE: Eso es lo que Brecht intentaba. Llamó a sus dramas «teatro épi
co» e introdujo, o al menos pretendió introducir, el concepto de Verfrem-
dung,^ que fue exactamente lo que Strindberg había conse^ido ya en su
introducción a Señorita Julia. Strindberg había presupuesto ya al espec
tador emocionalmente neutral, al espectador brechtiano que sujeta un puro
en la mano,
GENET: Al elegir la actitud de un fumador de puros, se comete un
acto de falta de respeto hacia la obra de arte que no es permisible;
la obra de arte no permite ese acto. No estoy relacionado con los
Rothschild, pero puedo imaginar una discusión sobre arte con
ellos, mientras fumamos un puro. No se puede ir al Louvre a ver
La marquesa de la Solana con la misma actitud que se adopta para
discutir de pintura con los Rothschild.
248
lez, que estaba dirigiendo Dafmsy Cloe: «¿En qué medida percibe
usted cada instrumento?», y Fierre Boulez me dijo: «Sólo en un
25 o un 30 por ciento», y eso que tiene uno de los mejores oí
dos que existen. Así que, para dirigir una orquesta, hay que pres
tar una extraordinaria atención y, cuando se la escucha, también
hay que estar atento. Si tu oído no es tan fino como el de Bou
lez, tienes que concentrarte tanto que, al menos en mi caso, no
puedo ver más de dos o tres cuadros en un museo ni escuchar
más de una o dos obras en un concierto. Me quedo demasiado
cansado para lo demás.
249
FICHTE: Sí, pero la acción revolucionaria también es doble.
GENET: Pero no implica los mismos elementos; con una acción re
volucionaria arriesgas tu cuerpo, pero, al crear una obra de arte,
arriesgas tu reputación sin poner el cuerpo en peligro. Si fracasas
con un poema, con un concierto o con un edificio, la gente se
burlará de ti, o no serás lo famoso que merecerías ser, pero no es
tarás en peligro físico. Sin embargo, cometer un acto revoluciona
rio expone tu cuerpo al peligro y, por tanto, lo mismo ocurre con
toda aventura revolucionaria.
FICHTE: Cuando usted escribe, ése trata de una acción similar a recrear
Los hermanos Karamazov, a la contemplación del «yo», o mas bien a
la concentración del «yo» en el peligro que provoca un acto revolucionario ?
GENET: Su primera formulación es la más correcta. Nunca, nunca
me he expuesto al peligro físico escribiendo; cuando menos, no
seriamente. Nunca he escrito nada en ese estado físico que pudie
ra motivar que me encarcelaran, me juzgaran o me matasen.
FICHTE: Pero sus obras han influido y perturbado a toda una generación.
Aunque sea exagerado, yo diría que no hay homosexuales hoy en día que
no hayan sido influidos directa o indirectamente por su obra.
GENET: En primer lugar, la mera prudencia me obliga a ser escép
tico sobre lo que está diciendo. Está procurando atribuirme una
importancia que, a mi entender, no tengo. Y, en segundo lugar,
creo que está equivocado; lo que yo escribí no condujo a la libe
ración de la que habla, sino al revés: fue ésta la que sobrevino,
coincidiendo con la ocupación alemana de Francia y la subsi
guiente Liberación, seguida de la paz, etcétera. Fue esa especie de
liberación mental la que me permitió escribir mis libros.
FICHTE: Insisto. Hasta 1968 existió una ley alemana que prohibía las re
laciones sexuales entre varones adultos. Eljuicio a Genet en Hamburgofue
decisivo para la libertad de publicación de obras eróticas, etcétera.
GENET: Incluso, aunque mis libros causaron sensación, el acto de
escribir, el simple acto de escribir mientras estaba en prisión, no
me afectó tanto; digo esto en el sentido de que hay una despro
porción entre lo que usted me cuenta, es decir, el resultado obte
250
nido por mis libros, y el acto de escribirlos. La narrativa en sí fúe
prácticamente la misma que si hubiera descrito a un joven y a una
chica haciendo el amor; para mí no era más difícil que eso. Inclu
so me pregunto si los métodos de transmisión y reproducción me
cánica de la obra no han tenido una influencia inflacionaria. Hace
doscientos años, si alguien me hubiera pintado, la obra habría
quedado terminada al finalizar el retrato. Pero, ahora, si alguien
me fotografía, esa foto aparece en doscientos mil ejemplares o
más. Muy bien, pero ¿me hace eso más importante?
251
el Macizo Central. Y me enteré de ello de una manera estúpida,
ridicula; el maestro nos pidió que escribiéramos una breve redac
ción describiendo nuestros hogares. Yo describí el mío, y al maes
tro le gustó tanto que lo leyó en voz alta. Todos se rieron de mí
y dijeron: «Pero si no tiene un hogar; es un niño abandonado».
Me sentí tan vacío que... instantáneamente, me sentí como si fue
ra un extraño. Oh, decir que odiaba a Francia, eso no es nada, la
palabra no es muy fuerte, debe de haber algo más que odiar: vo
mitar sobre Francia... En fin... Así que, el hecho de que el ejérci
to francés, que treinta años antes había sido el más respetado del
mundo, capitulara ante las tropas de un soldado austriaco... eso
me encantó. Tuve mi venganza, aunque sabía muy bien que no
era yo, sino otros, todo un sistema, quienes la habían realizado,
y también que era un conflicto dentro del mundo de los blancos,
que, desde una perspectiva más lejana, me asombraba. Pero la so
ciedad francesa había recibido finalmente un duro varapalo y yo
no podía por menos que admirar a la persona que había golpea
do de tal forma a la sociedad francesa. Así pues, quedé totalmen
te satisfecho con todo lo que había ocurrido, con la dimensión
del castigo infligido a Francia. En pocos días, el ejército francés,
y hasta la población francesa, retrocedieron desde la línea Mau-
beuge-Bále hasta la frontera española. Cuando uno es derrotado
militarmente hasta ese punto, debe admitir que ha sido humillado,
y sólo me cabía adorar a quienes pusieron en marcha esa hu
millación de Francia. En consecuencia, no tenía otra opción que
unirme a los negros oprimidos que se estaban rebelando contra los
blancos. Quizá sea un negro de piel blanca o rosada, pero soy ne
gro. No conozco a mi familia.
252
SU alrededor?». Evidentemente, no. Vi a Angela Davis'’ hace tres
meses. Le dije: «Estuvimos muy preocupados por ti», y me contes
tó: «Pues nosotros estábamos igualmente preocupados por ti». Se
refería a un incidente que se produjo durante el juicio preliminar
a Bobby Seale, al que yo asistí, cuando anestaron a David Hilliard,
que había sustituido a aquél. Éste iba a enseñarme un documen
to cuando la policía le rodeó y le apresó. Noté que iba a hablar y
le grité en francés: «David, David, no digas una palabra, cállate».
Yo estaba muy asustado. Vi que nadie intervino. Encontré a un
abogado, que, por cierto, tenía una barba como la suya [la de
Fichte]; como usted sabe, los abogados estadounidenses no usan
largas túnicas como en Europa... Le cogí de los hombros y le dije:
«Atiéndame, haga algo..., impida esto», y me mandó arrestar. Me
había equivocado: era el fiscal. Como yo no entendía inglés, no
pude hacer nada. Me arrestaron, pero me trataron con mucha gen
tileza; luego me dejaron en libertad, aunque prácticamente me pi
dieron que me fuera. Noté la diferencia de trato. Le contaré lo que
ocunió: llegamos a un juzgado en New Haven, yo estaba junto a
los Panteras; había diez Panteras y un hombre blanco, un blanco
de sesenta años que era yo, y la sala del juzgado era muy peque
ña. Había dos o tres filas de sillas frente al juez y, detrás, bancos.
Los hombres blancos se sentaron en las sillas y los negros en los
bancos. Había un asiento vacío en primera fila, y un policía me
cogió del brazo y, sin preguntarme nada, me llevó hasta él; al prin
cipio le seguí, sin comprender, y sólo después, cuando miré, me
di cuenta de que David Hilliard estaba en la parte de atrás. Le dije:
«Voy contigo...»; di en la mano al policía y le dije: «¡Suélteme!»,
y me soltó... Pero, ya ve, sentí la diferencia. Y otra cosa: cuando
David salió, dejó tras de sí una pequeña libreta, llena de notas; un
negro consiguió sacarla al vestíbulo, pero había que sacarla tam
bién del juzgado. Y bien, ¿a quién cree que le dieron la libreta?
Me la dieron a mí, porque sabían que a ellos les registrarían mi
nuciosamente antes de salir del juzgado, que fue lo que ocurrió.
253
FICHTE: ¿Dice usted que los Panteras hicieron una revolución poética?
GENET: Bueno, veamos; antes de responderle, me gustaría que
coincidiéramos en que eso es posible. Parece haber, cuando me
nos, dos clases de comunicación: una racional, reflexiva. ¿Está us
ted de acuerdo con que este encendedor es negro?
FICHTE: Sí.
GENET: Sí. Y luego hay una comunicación menos segura y, sin em
bargo, obvia. ¿Coincide usted con el verso del poema de Baude
laire: «Cabellera azulada, pabellón de extendidas tinieblas»? ¿Le
parece hermoso?
FICHTE: Sí.
GENET: Entonces nos entendemos. Así que hay, cuando menos,
dos formas de comunicación: una reconocible y controlable y,
luego, otra incontrolable. Las acciones de los Panteras demostra
ron esta segunda forma de comunicación. En San Francisco, yo es
taba en un taxi con conductor negro y le pregunté: «¿Le gustan a
usted los Panteras?», y me contestó: «Gustarme, no; admirarles,
sí». Tenía cincuenta años y me dijo: «Pero a mis hijos les gustan
mucho». En realidad, a él también le gustaban. No se puede ad
mirar sin amar, pero él no podía admitirlo abiertamente, porque
estaban asociados a la violencia. Se dijo que saquearon y robaron
y, es cierto, mataron a algunos policías, a algunos blancos. Pero
esa violencia es menor de la que los estadounidenses emplearon
en Vietnam, en Corea o en otras partes. Era una revolución en
cierto modo emocional y sensible, así que no hay en ello una co
nexión... Quizá la haya, aunque sólo muy tenue, con las revolu
ciones que se intentaron de otras maneras y en otros sitios.
254
descubierto a sí mismos con la palabra «hermano». Tal fraternidad
no es posible cuando se piensa en revoluciones mundiales, al me
nos eso creo. No se puede hablar de esa manera sin tener mucho
tiempo por delante.
FICHTE: Digamos que hay una diferencia entre las revoluciones poéticas,
artísticas y sociales.
GENET: Lo que se llama revolución poética o artística no es exacta
mente una revolución. No creo que cambie el orden del mundo. Ni
siquiera cambia tu visión de él; la refina, la completa, la hace más
compleja, pero no la transforma radicalmente, como lo hace una re
volución social o política. Cuando hablamos de una revolución ar
tística, necesitamos recordar que estamos utilizando una expresión
torpe, gastada. ¿Cómo le diría?; las revoluciones políticas rara vez,
o, mejor dicho, nunca se corresponden con revoluciones artísticas.
Cuando los revolucionarios consiguen una reestructuración total
de la sociedad, se encuentran frente al problema de expresar su re
volución de la manera más adecuada posible y creo que todos
continúan utilizando los medios más académicos de la sociedad a
la que han derrocado o a la que han intentado derrocar. Es como
si se dijeran a sí mismos: «Vamos a probar al régimen derrocado
que somos tan capaces como lo fueron ellos». Y, entonces, imitan
las tradiciones académicas, el estilo oficial de su pintura, de su ar
quitectura, imitan su música oficial. Sólo mucho después piensan
en una revolución cultural y, entonces, apelan, no sólo a lo aca
démico, sino también a la tradición y a las nuevas maneras de uti
lizarla.
255
cir que se expresó en un lenguaje cortesano muy violento, pero
también el lenguaje de Diderot y, a veces, el de Montesquieu lo
fueron bastante. En su segunda declaración, apoyando la ejecu
ción de Luis XVI, Saint-Just dijo: «O el rey tiene razón: él es el so
berano legítimo y, por tanto, el pueblo que se rebele contra él
debe ser asesinado...; o, por el contrario, el soberano legítimo es
el pueblo y el rey es un impostor y, entonces, es el rey quien debe
ser asesinado». Eso era totalmente nuevo. Nadie se había atrevido
a hablar así.
256
FICETE: ¿Ha estado alguna vez en la Unión Soviética?
GENET; No, nunca.
FICETE: Se supuso que usted iría a Cuba, pero también rehusó, ¿no?
GENET: Cuando el agregado cultural me invitó, le dije; «Sí, me gus
taría mucho ir a Cuba, pero con una condición: pago mi viaje,
pago mis gastos, voy donde yo quiera y vivo donde quiera»; y tam
bién: «Me gustaría ir, si se trata realmente de la revolución que yo
quiero, es decir, si ya no hay banderas, porque la bandera es un
signo de reconocimiento, como un emblema que agita la gente. Se
ha convertido en un recurso teatral que castra, que mata... y ¿qué
ocurre con el himno nacional?». Así que le pregunté si ya no ha
bía bandera o himno nacional cubanos. Me respondió: «Es una
lástima, porque el himno nacional fue compuesto por un negro».
257
muerta; ése es el sentido, creo, de un verso de Mallarmé; «Tal
como en él la eternidad le cambia». La muerte lo transforma todo;
cambia las perspectivas: mientras un hombre está vivo, puede mo
dular su pensamiento; vivo, puede cambiar las cosas, puede pro
curar el disfraz de su propia personalidad mediante negaciones o
afirmaciones; nadie sabe realmente quién es. Una vez muerto,
todo cambia: él queda fijado. Se le ve de una manera distinta.
FICHTE: ¿Así que, para usted, conceder una entrevista grabada es un poco
como morir, como fijar algo?
GENET: No, al contrario. Al hablar así con usted, estoy dando una
imagen más aceptable de mí mismo, una imagen que se ajusta más
a lo que quiero en este momento. En cierto modo es hipócrita.
Cuando hablo con usted, aquí, frente al micrófono, no soy del
todo sincero. Pretendo dar cierta imagen de mí mismo. Y no pue
do decir exactamente quién soy y qué quiero, porque soy como
cualquier otro y básicamente estoy cambiando.
258
se cada vez más débiles. Al final, los estudiantes habían ocupado
un teatro. ¿Qué es un teatro? Y, antes de eso, ¿qué es el poder? Me
parece que el poder no funciona sin teatralidad, nunca; en un sen
tido dramático, aparece a veces simplificado, a veces cambiado,
pero siempre hay teatralidad. El poder se protege a sí mismo a tra
vés de ella, como en China, en la Unión Soviética, en Gran Breta
ña, en Francia; es algo que domina en todas partes. El mismo Gis-
card d’Estaing aduce haber destruido toda teatralidad, pero, de
hecho, ha transformado la de la Tercera República en una un poco
más moderna, al estilo sueco o, incluso, al estadounidense: pasear
por los Campos Elíseos y cosas así. Sin embargo, hay un lugar en
el mundo en el que la teatralidad no oculta poder alguno, y ese si
tio es el teatro. Cuando a un actor lo matan, bueno, se levanta, hace
una reverencia, etcétera... No es nada peligroso. En Mayo del 68,
los estudiantes ocuparon un teatro, es decir, un lugar del que todo
poder había sido expulsado, donde sólo quedaba la teatralidad, sin
correr peligro alguno. Si hubieran ocupado el Palacio de Justicia,
primero, habría sido más difícil, porque el Palacio de Justicia está
mejor custodiado que el teatro Odèon, pero, además, se habría en
viado a gente a la cárcel, habría habido juicios y todo ello hubiera
sido el inicio de una revolución; pero no lo hicieron.
FlCHTE: Bien, entonces, ¿qué tipo de revolución sería la más peligrosa para
usted?
259
GENET: Por lo que yo sé, la Revolución china.
260
go, al mismo tiempo, no debemos olvidar la voluntad de oponer
me a todo poder constituido, de estar del lado del débil, porque
si Wallace, y no Nixon..., si Wallace^ me hubiera invitado a Esta
dos Unidos, obviamente yo no habría ido.
FICHTE: En cierta ocasión, dijo usted en broma que iría a Roma si el Papa
le invitara.
GENET: Sí, lo dije como algo relacionado con la invitación cuba
na. No puedo ir a venerar a Cuba, como han hecho todos los in
telectuales europeos, a venerar a ese hombre, ¿cómo se llama?...
Castro. Sin embargo, como no creo en el Papa en absoluto, des
pués de todo, el Papa no tiene importancia.
261
pero dio un toque llamativo a la ciudad bastante gris que era Santiago y,
para mí, eso fue el comienzo de un arte pictórico revolucionario.
GENET: Realmente lo ignoro; lo que me cuenta es nuevo para mí.
No me había enterado.
FICHTE: En el caso de Saint-Just, lo que hizo éste fue pedir una pena de
muerte. ¿No existe la posibilidad de hacer algo más progresista que dictar
una pena de muerte, aunquefuera con un estilo igualmente audaz?
GENET: ¡Oh, sí! Los chinos lo hicieron en el caso de un empera
dor manchú. Lo convirtieron en jardinero?
FICHTE: ¿Y usted cree que eso es más progresista que sentenciar a muerte
a Luis XVI?
GENET: No, sólo es más irónico. Pero, en ambos casos, se trata de
262
aniquilar la idea de la soberanía de una persona. Luis XVI era muy
hábil con sus manos, era cerrajero, ¿sabe? Si la Revolución fran
cesa hubiera hecho de él un buen cerrajero, competente, habría
sido tan hermoso como cortarle la cabeza. Pero eran tales las fuerzas
durante la época del Tenor, entre 1791 y 1793, que había que con
denarle a muerte o enviarle al exilio. Y esto último habría sido
muy peligroso.
FICHTE: Sin embargo, puede usted admirar a un pobre que haya cometi
do un asesinato,
GENET: En primer lugar, no debe usted confundir los niveles. Hay
un nivel literario y hay un nivel experimental. La idea del crimen
puede ser muy hermosa, pero el crimen real es otra cosa. Poco des
pués de la Liberación, vi cómo un argelino mataba a un francés.
Estaban jugando a las cartas. Yo estaba de pie a su lado. El arge
lino tenía veinticuatro años y no tenía dinero. El francés le había
dejado totalmente pelado. Quiso pedir dinero prestado y probar
suerte una vez más, pero nadie le prestaba nada. Sacó su cuchillo
y mató. Vi morir al otro hombre. Y fue muy hermoso. Pero ¿por
263
qué fue hermoso? Porque el crimen era el complemento, la últi
ma consecuencia de una rebelión que había impulsado al argelino
durante mucho tiempo. La rebelión era lo hermoso y no el crimen
en sí. El peligro le dio una fuerza, sí,.., o si prefiere, le dio una
sensación de convicción, debido al riesgo inherente. El asesino
huyó, y no le cogieron. Lo que no encuentro admirable es matar
sin riesgo alguno, como lo hace un policía.
FICHTE: Sí.
GENET: No contesto.
264
FICHTE: ¿Por qué piensa usted que nos gusta leer sobre cosas crueles, sobre
crímenes y torturas, que nos gusta describir crímenes y torturas, y que en
la vida diaria mostramos una extrema renuencia hacia los demás, hacia
los cuerpos de los demás, hacia la integridad de otras personas?
GENET: ¿Puede usted formular la pregunta consecutiva? ¿Por qué
los asesinos, incluso cuando escriben, se describen casi siempre a
sí mismos, a sus acciones reales o imaginadas, como si estuvieran
describiendo la primera comunión?
FICHTE: O de la revolución.
GENET: Sí, obviamente, la revolución. Desde luego la revolución,
pero cuando se produce, porque, después de producirse, queda ya
ritualizada, casi automáticamente. Vea lo que ocurrió en China
265
con Mao: todos esos rituales que tenían. Cuando se piensa que
contaban los minutos y casi hasta los segundos que concedía a sus
visitantes... No.
266
Francia, en toda Europa durante las revueltas campesinas anterio
res a la Revolución francesa, y también por otros medios: por el
ritual, o por formas ritualizadas, como el carnaval. En ciertos mo
mentos, toda la población quiere liberarse, entregarse a ese fenó
meno del potlatch, a una completa destrucción, a un consumo to
tal: necesita violencia. Como sucedió en Inglaterra. Voy a menudo
allí; musicalmente, admiro mucho a los Rolling Stones, no a los
otros grupos pop, pero sí a los Rolling Stones. Voy a Inglaterra
desde 1948. En realidad, en el momento en que Gran Bretaña per
dió la Commonwealth, todas sus dependencias y el imperio colo
nial, perdió también, prácticamente de un día para otro, su moral
victoriana y se convirtió en una especie de bazar, en un festival.
FICHTE: ¿Yesa violencia, ese potlatch, está sujeta también a reglas, a ri-
tualizaciones?
GENET: Desde luego.
FICHTE: Pero, por otro lado, ¿no se ha vuelto el crimen algo totalmente tri
vial, totalmente desprovisto de ritual? La gente mata por un dólar, o ni
siquiera por eso; y ésa es una violencia muy diferente de la que usted ha
descrito.
GENET: Pero usted ha dicho lo opuesto de lo que dijera Pasolini.
Para él: «La violencia proletaria tiene la función de prepararse a sí
misma para la apropiación de los bienes de consumo». Lo que yo
me pregunto, y usted ya ha contestado a ello, es si se trata, des
pués de todo, de una cuestión relativa a expresarse violentamente,
a ser violento y a encontrar una salida para esa violencia. Así que,
dicen que es por un dólar o por una camisa. En realidad, es por
la violencia misma.
267
FICHTE: Entonces, para usted, ¿no hay diferencia entre la violencia de
Querelle y la violencia deljoven panadero que asesinó a Pasolini?
GENET: En el caso del panadero, no lo sé. Supongo que tal vez
quería dinero y que se indignó ante la idea de que Pasolini quisie
ra follárselo o le pusiera la mano en el culo. No lo sé. Todo es
posible cuando se trata de adolescentes italianos. Pueden aceptar
cualquier sexualidad y la prostitución más obvia, pero, de repen
te, se convierten en heterosexuales: «¡Ah! Yo soy un hombre. ¡No
quiero que me toquen así!». No lo sé.
268
verdad objetiva. La verdad es obviamente el resultado de una ob
servación concreta y también general. Pero estas observaciones no
nos conducen necesariamente a descubrir la verdad y, sobre todo,
no nos permiten descubrirla de forma inmediata. He empleado mi
vida, o parte de ella, en comprobar hipótesis científicas.
269
FICHTE: ¿El idioma que usted conocía mejor o el idioma francés?
GENET: El idioma que conozco mejor, desde luego, pero también
el francés, porque es el idioma en que fui sentenciado. Los jueces
que me condenaron lo hicieron en francés.
270
GENET: Bueno, leí A la sombra de las muchachas enflor mientras esta
ba en la cárcel; el segundo volumen. Fue durante la guerra. Estába
mos en el patio de la prisión, cambiándonos los libros en secreto
y, como no prestaba mucha atención, fui uno de los últimos, así
que me dijeron: «Toma, llévate éste». Entonces vi lo que era: Mar-
cel Proust, y me dije: «Debe de ser un coñazo». Y bueno... Ahora
debo pedirle que me crea, incluso aunque no sea siempre..., aun
que no sea siempre honesto con usted, esta vez sí que lo estoy sien
do. Leí la primera frase de A la sombra de las muchachas en flor, don
de se habla de la invitación a cenar que le hacen al señor de
Norpois, en la casa de los padres de Proust. La frase es muy larga
y, cuando la terminé, cerré el libro y dije: «Bueno, puedo tomár
melo con calma; ya sé que iré de milagro en milagro». La primera
frase era tan densa, tan hermosa, que ese comienzo era como una
primera llamarada anunciando el estallido del fuego. Y me llevó
todo el día recuperarme. No abrí otra vez el libro hasta la noche
y, de hecho, fui de milagro en milagro.
FICHTE: ¿Hay alguna otra obra que le haya fascinado como la de Proust?
GENET: ¡Sí! ¡Y aún más! Los hermanos Karamazov.
FICHTE: ¿YBalzac?
GENET: No tanto. Hay un lado trivial en Balzac.
FICHTE: ¿Stendhal?
GENET: Si. Si. Desde luego, Stendhal. La cartuja de Parma y, des
pués, hasta Rojo y negro. Pero especialmente La cartuja de Parma.
Sin embargo, no hay nada como Los hermanos Karamazov. Tiene
tantos tiempos diferentes. Hay un tiempo de Sonia^ y uno de
Aliosha, y otro de Smerdiakov, y luego está también mi propio
tiempo como lector. Recuerdo que había un tiempo de interpre-
9. Aparente confusión de Genet. El personaje de Sonia corresponde a Cri
men y castigo. Los dos personajes femeninos importantes de Los hermanos Karama
zov son Grushenka y Katerina. (N. del T.)
271
tación y otro que precedía a la aparición de los personajes del li
bro. ¿Qué hacía Smerdiakov antes de que se hablara de él? En úl
tima instancia, yo tenía que reconstruir todo eso. Fue fascinante.
Muy hermoso.
FICHTE: ¿Y él rehusó?
GENET: ¡No! Me sentí bastante incómodo, porque todos los bolsi
llos se me llenaron de billetes.
272
gusta emplear la palabra «ganar»... Escribir es un poco doloroso... y
no es muy agradable. No es un trabajo. De modo que, digamos me
jor «ingresar», si le parece. El año pasado ingresé unos doscientos mil
francos gracias a mis libros; eso sin incluir las obras teatrales.
FICHTE: ¿Es importante para usted el dinero, los billetes, las monedas?
GENET: Sí, especialmente si son billetes grandes. Me gustan mucho.
FICHTE: Usted solía ser un marginal. Hoy esta bien visto. ¿Quésiente aho
ra cuando se encuentra con jóvenes que viven al margen de la sociedad?
GENET: Nada, nada en absoluto. No me siento culpable. Cuando
alguien me pide dinero, o incluso sin pedírmelo, se lo doy; eso es
muy fácil y no tiene importancia. El mundo es injusto, pero no
porque mis derechos de autor sean comparativamente elevados.
FICHTE: Usted describió cómo le robaba a los pederastas que querían ligar
le. ¿Algún joven ha intentado robarle a usted?
GENET: Sí, me ha ocurrido muy, pero que muy a menudo. En
Hamburgo, por ejemplo. No pude hacer nada, salvo dejar que los
dos sujetos se llevaran todo el dinero que tenía en los bolsillos.
273
llegó a la una de la madrugada. Yo estaba solo y el aeropuerto que
daba a veinticinco kilómetros de la ciudad. Había un policía que
me selló el visado, válido por un mes, y después llamó a un taxi.
No me di cuenta de que el conductor del taxi estaba envuelto en
muselina, y otro hombre entró a mi lado antes de que yo pudie
ra protestar. Se ocupaba de cambiar dinero. Era muy insistente y
estábamos en plena noche. «¿Dónde se va a alojar?», me pregun
tó en inglés. Yo contesté: «En el hotel Intercontinental». Ése es el
mayor hotel de Karachi. Le dije: «Puedo cambiarle diez dólares».
«No podrá vivir con diez dólares en el hotel Intercontinental.»
Respondí; «Tengo amigos», lo cual era mentira. «Tengo amigos
que me esperan en el hotel Intercontinental.» Yo no quería sacar
el dinero, les habría sido fácil librarse de mí después de llevarse
todo. En cualquier caso, me reafirmé y dije; «Vea, esto es realmen
te todo lo que le puedo dar». Me lo cambió por rupias, y salió del
taxi cuando llegamos al hotel Intercontinental. Resultó que los
diez dólares no eran suficientes para pagar al conductor. El hotel
estaba lleno. Era de noche. Había gente durmiendo en sillas, en
esteras, sobre las alfombras. Entonces, le dije al portero; «¿No tie
ne una habitación? Quisiera una habitación al menos para esta no
che». «No.» Pensé: «¿Qué voy a hacer?». Tenía mis quince mil en
un rollo, en un bolsillo de mis pantalones, sujetos con un clip.
Para poder sacar un billete, tenía que sacar todo el rollo. Pregun
té: «¿Puede cambiarme dinero ahora mismo?», y saqué todo mi
dinero francés. Me dieron de inmediato una habitación. Bueno, y
en cuanto al joven conductor..., ése no sabía que yo tenía tanto
dinero, y le di un poco para compensarle, aunque ciertamente no
tanto como el que habría ganado si me hubiera dejado a quince
kilómetros de Karachi. En fin, a veces uno tiene suerte.
En otra ocasión, en que estaba en Marruecos, conocí a un jo
ven marroquí, de veinticuatro o veinticinco años, muy pobre. Ve
nía a mi habitación cada día y se quedaba en ella. No tocó mi di
nero. No tocó nada. Sin embargo, ¿le admiro por eso? No. Creo
que era una treta. Pero sí le admiro por haber sido tan astuto.
FICHTE: ¿Qué actitud moral tiene un hombre joven, dotado, sensible, in
teligente, a quien le gustan los hombres, pero que actúa miserablemente y
roba a un viejo pederasta?
GENET: No tengo ni idea; puede que simplemente esté hambrien
to y piense que el viejo pederasta es el más fácil de robar.
275
FICHTE; ¿Cuándo descubrió que le atraían los hombres?
GENET: Muy niño, quizás a los ocho, en todo caso no más de los
diez años, muy joven, allá en el campo y en el reformatorio de
Mettray, donde, desde luego, no se aprobaba la homosexualidad.
Pero, como allí no había chicas, se hacía inevitable para todos los
varones entre quince y veintiún años; no había otra salida que la
homosexualidad, transitoria o permanente, pero, en todo caso,
la homosexualidad, y gracias a ello puedo decir que fui realmente
feliz en el reformatorio.
FICHTE: ¿Tuvo en cuenta que su conducta era diferente a sus ojos que a
los de los demás?
GENET: No, no creo haberme formulado esa pregunta. Sólo rara
vez durante ese periodo de mi vida pensé en los demás. Durante
mucho tiempo, mi actitud fue narcisista. Sólo veía que aquélla era
mi fuente de felicidad. Se trataba de mi felicidad.
ne
lizar los intentos de reeducación, las oraciones en grupo (porque
allí rezábamos), la gimnasia, la buena conducta para obtener la
bandera... Todo eso era un puro disparate.
FICHTE: ¿Elhecho de envejecer modificó sus relaciones con sus amigos árabes?
GENET: No. Pero ahora les comprendo mejor. Cuando yo tenía die
ciocho años, estaba en Siria, enamorado de un joven peluquero...
Él tenía dieciséis... yo, dieciocho... y toda la gente de la calle sabía
que yo estaba enamorado de él, y se reían de ello; por lo menos,
los hombres se reían... Las mujeres llevaban velo y no salían..., pero
los chicos, los jóvenes, los viejos..., todos se divertían a mi costa.
Me decían: «¿Qué importa? ¡Ve con él!». Y él tampoco se avergon
zaba. Yo sabía que él tenía dieciséis años y yo tenía dieciocho y
medio... Pero me sentía realmente bien con él. Realmente bien con
su familia, realmente bien en Damasco. Estuve en Damasco poco
m
después del bombardeo ordenado por el general Gourot tras las re
vueltas de los drusos... El general Gourot era un tipo que había per
dido un brazo y que convirtió Damasco en un montón de ruinas;
utilizó un cañón y dio órdenes estrictas de que los soldados fueran
armados y en grupos de a tres, y todo el mundo debía quedarse en
la acera. Si pasaban mujeres, o ancianos árabes, o sirios, o si se cru
zaban en nuestro camino, tenían que apartarse. Yo rompí esa pau
ta... pero sólo yo, naturalmente. Era yo quien siempre me aparta
ba de las mujeres, y me iba a los zocos que, en Damasco, son
espléndidos. Iba a los zocos sin armas, algo que supo muy pronto
todo el mundo, porque Damasco tenía sólo doscientos o doscien
tos cincuenta mil habitantes, y siempre fui muy bien recibido.
FICHTE: Pero usted ha proyectado sobre el mundo sus obsesiones, sus con
cesionesy sus prejuicios. Y todo ello ha influido en la conducta de toda una
•/
generación.
GENET: Sí. Pero usted me está hablando de cosas que ocurrieron
hace veinticinco o cuarenta años, y que han sido más o menos ba
rridas por la vejez y por drogas que borran todo lo que pueda ser
desagradable, dejando sólo los recuerdos agradables. Me está recor
dando un bosque primitivo que posiblemente exista aún, pero en
el que ya no vivo de la misma manera. He podado las ramas ma
yores. He abierto una especie de claro, y ya no veo el bosque con
tanta nitidez como antes. En esas circunstancias, usted me dice:
278
«Pero, donde usted vivía, había heléchos y lianas». Sí, cuando me
dice eso, yo sé que es cierto, pero ya no sé cómo eran y tampoco
me interesa demasiado. Todo eso se ha desvanecido.
FICHTE: ¿No le sorprende que todos los modelos revolucionarios que hemos
conocido hasta ahora carezcan de una teoría de la sexualidad más liberal
que la de la clase media?
GENET: En conjunto, da la impresión de que las revoluciones son
hechas por padres de familia.
FICHTE: Cuando fue usted aceptado por los Panteras Negras y por los pa
lestinos, ¿le aceptaron también como homosexual?
GENET: Eso tiene su gracia. Un negro formulaba las preguntas du
rante una entrevista con David Hilliard en la televisión estadouni
dense. Preguntó a David, que obviamente sabía las respuestas, por
que había leído todos mis libros: «¿Sabe usted que Jean Genet es
homosexual?». Y David contestó: «Sí, ¿y qué?». «¿No le preocupa
eso?» «No, de hecho sería estupendo que todos los homosexuales
viajaran doce mil kilómetros para defender a los Panteras.»
113
FICHTE: Eso es simpático, pero superfluo, ¡maznemos un gran socialista,
a quien le gusten las mujeres: Castro, por ejemplo.
GENET: Su hermano, Raúl Castro, es homosexual.
280
y le contesté: «Si tú atacas a los homosexuales, yo atacaré a los ne
gros». A la semana siguiente, recibí el periódico: Newton había es
crito personalmente el artículo, diciendo que era absolutamente ne
cesario estar del lado de los homosexuales y defenderlos, que eran
un grupo minoritario, que había que aceptar la defensa que ellos
hacían de los Panteras e, igualmente, defenderlos.
FICHTE: ¿Está usted seguro de que esa defensa teórica sería realmente lle
vada a la práctica?
GENET: Obviamente, no puedo probarlo. No. Porque el movi
miento de los Panteras era muy joven; cuando yo les conocí en
1970, tenía dos años, el movimiento tenía dos años de edad.^® De
cían: «No creo en Dios», pero luego querían casarse por la Iglesia;
hacían cosas así.
FICHTE: ¿Y Mallarmé?
GENET: Ah, si, desde luego, Mallarmé.
10. Aparente error de Genet: el gnipo de los Panteras Negras fue fundado
por Bobby Seale y Huey P. Newton en 1966. (N. dd T.)
281
FICHTE: ¿Rutebeuf?
GENET: Sí, pero sólo ocasionalmente. Sé de memoria algunos ver
sos de Mallarmé, de Baudelaire, de Nerval, de Rimbaud, pero nin
guno de Rutebeuf.
FICHTE: Usted está trabajando en algo nue^vo. ¿Acaso es una obra de teatro?
GENET: No puedo hablar de eso. No sé lo que será.
FICHTE: ¿Cree usted que esta entrevista da una idea sobre lo que usted
piensa realmente?
GENET: No.
FICHTE: ¿Quéfalta?
GENET: La verdad sólo es posible cuando estoy solo. La verdad
nada tiene que ver con una confesión o un diálogo. Estoy hablan
do de mi verdad. He tratado de contestar a sus preguntas lo más
exactamente posible. Pero, de hecho, he estado lejos de la verdad.
282
GORE VIDAL nació en 1925 en la academia militar de West Point.
Su abuelo materno, Thomas Gore, fue el primer senador por Okla
homa. Su padre se graduó en West Point y, más tarde, formó parte
de la administración de Roosevelt, ocupando un puesto inmediata
mente inferior al de miembro del gabinete.
Gore Vidal se graduó en 1943 en la Phillips Exeter Academy
y luego se incorporó al Ejército. En 1946, publicó su primera no
vela, WiUmaw. Pronto fue reconocido como uno de los escritores
más prometedores de la posguerra. En 1953, empezó a escribir
guiones para televisión. En 1960, fue candidato a diputado, repre
sentando a un distrito de Nueva York. Perdió las elecciones, pero
obtuvo dos mil votos más que John Kennedy, que era el primer
nombre de la lista. Actualmente vive entre Italia y Estados Uni
dos.
Vidal ha cultivado distintos géneros literarios: novela, teatro,
ensayo y guión cinematográfico. Entre sus más recientes novelas
figuran Juliano el Apóstata (1964), Washington, D.C. (1967), Myra
Breckinridge (1968), Two Sisters (1970), Myron (1970), Burr (1975) y
Mil ochocientos setenta y seis (1976). Sus obras de teatro son, entre
otras, Visit to a Small Planet, The Best Man, Weekend y An Evening
with Richard Nixon (1972). También es autor de más de doscientos
ensayos, de entre los que destaca Dreaming War: Bloodfor Oil and
the Cheney-Bush Junta (2002).
285
Steven Abbott en una sala del hotel Ritz-Carlton de Boston, el 4
de noviembre de 1973. En la organización de la entrevista colabo
ró Tom Reeves, que también estuvo presente. El texto se publicó
por primera vez, de forma ligeramente distinta, en la revista Fag
Rag (números 7 y 8) y luego en el libro Myra and Gore (Manifest
Destiny Books, 1974). Aquí se publica con su autorización.
La segunda entrevista fue grabada por Steven Abbott y Thom
Willenbecher, el 27 de octubre de 1974, en el hotel Plaza de Nue
va York. Fue publicada inicialmente en Gay Sunshine (números 26
y 27, de 1975-1976) y Vidal revisó el texto para su inclusión en
esta antología.
Abbott y Willenbecher escribieron: «Aunque rechace tal res
ponsabilidad, Gore Vidal es, en muchos aspectos, el padre espiri
tual de la ilustración gay. Fue el primer escritor estadounidense cé
lebre que desafió los tópicos respecto a la homosexualidad en su
tercera novela, La ciudady el pilar de sak y volvió a hacerlo en 1948,
cuando de este tema sólo se hablaba entre personas que se cono
cieran mucho. Como resultado de ello, se resintió su reputación
literaria, y el New York Times se negó a incluir publicidad de sus
novelas o a publicar reseñas favorables sobre ellas. Además, fue el
primero en escribir sobre su propia bisexualidad, y lo hizo sin pe
dir la más mínima disculpa...
»Tras años de ostracismo, Gore Vidal asumió gradualmente el
papel de principal iconoclasta de Estados Unidos, de provocador
de las costumbres contemporáneas (sexuales, políticas y cultura
les), a las que veía como un residuo de la ética puritana y, tam
bién, como un efecto colateral del culto estadounidense a la me
diocridad lucrativa... El arma más poderosa de Vidal es su ingenio:
la ironía es la forma definitiva de subversión endógena, donde has
ta el sentido de una frase se vuelve contra sí mismo. Lo que nos
queda es comprender cuánto pueden lograr las armas de Vidal: la
ironía, la elocuencia y la voluntad de arriesgar la propia posición
mientras desafia a los poderosos desde dentro».
286
1
John Mitzel y Steven Abbott
entrevistan a Gore Vidal
287
E: El caso Jenkins causó un enorme escándalo. En cambio usted no tuvo,
al parecer, problema alguno.
VIDAL: Para empezar, yo me mantenía alejado de los lavabos de la
Asociación de Jóvenes Cristianos.
E: Clyde Tolson...
VIDAL: ... con aprecio».
E: Usted dijo en cierta ocasión que no creía que nadie fuera homosexual.
VIDAL: Siempre he dicho que se trata tan sólo de un adjetivo. No
es un sustantivo, aunque se utiliza como tal. Pongámoslo de otra
manera. ¿Qué es una persona heterosexual? Nunca he conocido a
ninguna. Si dices que Lyndon Johnson y Adlai Stevenson se por
taban como dos típicos heterosexuales durante el fin de semana,
bien... pues no sé qué podrían haber tenido en común. Para mí,
sólo se trata de la descripción de un acto.
E: ¿Qué ocurre con las palabras fag o faggot [marica, maricón] tal
como las utilizamos hoy? Por ejemplo, en el nombre de una revista gay
como Fag Rag.
VIDAL: Prefiero la palabra faggot, que es la que suelo usar. En mi
vida he permitido que la palabra «gay» pasara por mis labios. No
sé por qué la aborrezco.
288
eso no creo que describa a nadie. Tan sólo es un taco. Pues bien,
no creo que haga falta una palabra para eso. Hay que hacer evo
lucionar este asunto. Estas palabras habrán de desvanecerse en un
verdadero ciclo hegeliano.
E: A muchos homosexuales les preocupa que les llamen de una u otra ma
nera: gays, maricones, mariquitas, homosexuales,
VIDAL; Yo haría una aclaración general. Puede no aplicarse a nadie
de vuestra generación, pero ciertamente sí a mí, que desde 1948
fui casi el Portavoz Oficial. No lo fui del todo porque no quiero
autolimitarme; soy un hombre de intereses muy generales, o sea
que me intereso por muchísimas otras cosas. Conociendo la ma
nía de los medios periodísticos de querer siempre colgarle a la gen
te una etiqueta, «ah, sí, aquél es el Marica Oficial»; «ah, sí, aquel
otro es eLMarxista Oficial», nunca he permitido que me etiqueta
ran. Tampoco creo ser una cosa más que otra. Por tanto, la idea
es ¿por qué no descartar todas las palabras? Digamos que todos
los actos sexuales son similares.
e: Si no son forzados.
VIDAL: Sí, obviamente. Un acto voluntario, y voluntariamente re
cibido, es igual a cualquier otro acto. ¿Y por qué tanto alboroto
al respecto?
289
a mi manera, enciclopédico. Una de las palabras recogidas en él
era dirt ¡basura] que se aplicaba a un mal comercio. Se supone que
yo he acuñado la frase: «La basura del año pasado es tu competi
dor de este año». Eso está en La ciudady el pilar de sal. Vi que fue
citada en el número 6 de FagRag. No creo que fuera original mía,
pero me endilgaron su paternidad porque fui el primero en escri
birla.
290
nómica, ni en la preocupación por mantener las apariencias, o por
ser «víctimas» de alguien. Sabe Dios que la clase obrera está llena
de terribles pasiones y prejuicios. Pero dadles un acto sexual que
sea divertido... En Texas, ese pertinaz Cinturón Bíblico,^ seguro
que no hay nadie que no esté dispuesto. Igual que en Italia.
E: ¿Yen Grecia?
VIDAL: He pasado mucho tiempo en Atenas y en las islas, y nun
ca vi ni el más mínimo indicio de ello. No sé mucho al respecto.
1. Véase la nota 6, pág. 226 (entrevista a William S. Burroughs). (TV. del T.)
291
e: Las entrevistas que los escritores conceden a la revista Gay Sunshine
parecen incidir siempre en la promiscuidad. Su vida parece ser diferente.
VIDAL: Soy todo lo promiscuo que puedo.
E: Sí, pero tiene más estilo que cualquier otro escritor. Me gustó mucho ese
cuento en uno de sus ensayos sobre el día en que se acostó con Kerouac.
VIDAL: (Ríe.)
E; Todavía lo es. Parte de la clase obrera no disfruta del sexo. Incluso de-
seándolo, no parecen dispuestos a enseñarse a sí mismos a expresarse en el
coito o a disfrutarlo. Es un rápido mete-saca, y a correr. Todavía es así.
VIDAL: Los irlandeses son un caso muy especial. En Irlanda mis
ma, no parece haber sexo de ninguna clase, al menos por lo que
hemos podido observar. Sólo se emborrachan. No les gustan las
mujeres, en absoluto. Son realmente misóginos. Creo que les
atraen los hombres; es mucho más fácil salir y emborracharse con
un hombre. Conozco a una chica inglesa muy atractiva que está
292
realmente loca por los chicos irlandeses, pero que me dijo: «Para
seducir a uno y llevártelo a la cama, hay que planificarlo durante
días. Hay que embonacharlo lo suficiente como para que esté dis
puesto a hacerlo, pero no tanto que no pueda hacerlo. Hay que
saltar sobre él en el momento justo».
2. Véase la nota 3, pág. 217 (entrevista a William S. Burroughs). (TV. del T.)
293
VIDAL: Creo que di una respuesta graciosa. Sin embargo, no creo
que ella la e tendiese bien. Le dije: «Tuve los buenos modales de
no preguntarlo».
E: Usted era un joven muy guapo. Ahora tiene buena pinta, pero en su ju
ventud era francamente apuesto.
VIDAL: Eso he leído en todas las biografías que se han escrito so
bre mí.
294
E: ¿Truman busca hombres? ¿Cómo lo hace?
VIDAL: Se enamora apasionadamente de los obreros que reparan
aparatos de aire acondicionado. Tuvo una relación trágica, hace
poco, con uno de ellos.
295
E: ¿Eran todas las sesiones del Tribunal sobre el enfrentamiento entre el
Ejército y McCarthy una tapadera de esta relación homosexual?
VIDAL: Sí. El mismo McCarthy era homosexual. Del ala de los
«perversos».
E:¿Tiene usted una postura consciente sobre sus textos y la política? ¿Cree
desempeñar un papel político?
VIDAL: No.
E: Y, políticamente, ¿cree usted oportuno utilizar todo ese retomo a los orí
genes del país con fines políticos?
VIDAL: Hay una táctica que resulta útil: siempre puedes promover
causas radicales bajo la premisa de «atente a la Constitución». Y a
veces de manera muy legítima. La Declaración de Derechos sigue
296
siendo un documento radical. A veces, descubro que, al abogar
por una causa, al tratar de convencer a un público realmente difí
cil, siempre puedes remitirte una vez más a los orígenes y decir a
la gente que ésa es la forma en que deben ser las cosas.
297
E: El enfoque de la prensa burguesa, el hecho mismo de que le enfrentaran
con alguien así, éno le hizo sentir que representaba el papel de escoria?
¿Como si le hubieran equiparado a la escoria?
VIDAL: ¡No! ¡Yo soy más bien un detergente!
E: Lo que me preocupa es que todas las otras elites, usted pertenece a la li
beral, de Alemania, Francia, etcétera, tienen sus líderes, gente fenomenal.
VIDAL: Ninguna revolución se hizo nunca desde abajo.
298
E: ¿Alguna vez tuvo problemas con Hacienda, con el pasaporte o con
el FBI?
VIDAL: El FBI entró dos veces clandestinamente en mi casa cuando
yo formaba parte del People’s Party. También le ocurrió a Spock.^
Se sabe en seguida, porque no se llevan nada. Podían llevarse cuan
do menos la tele, pero son muy perezosos y la tele pesa mucho.
E: ¿Le miró él a los ojos? Mi hermano me dijo en una ocasión que siem
pre se puede detectar a un marica porque no te mira a los ojos.
VIDAL: Una vez, alguien me entrevistó y me dijo que Richard Ni
xon era obviamente homosexual. Le pregunté: «¿Por qué piensa
eso?». Me respondió: «Ya sabe, esa forma curiosa y poco coordi
nada que tiene de moverse». Le dije: «Sí... Como Nureyev».
299
crear un partido representativo. Y fue inútil. Sólo se adhirieron jó
venes terapeutas de grupo, que no creían en el «elitismo», ni en la
«estructura». No tuvo sentido.
300
E: ¿Pero cuál es la base sobre la que fundamentarlo?
VIDAL: Si leyera mi manifiesto A Dialogue with Myself que publi
qué en Esquire (octubre de 1968), encontraría en él las bases de un
partido para la supervivencia humana.
E: Otro irlandés.
VIDAL: Sí. Amargado. Y éste es el motivo de que The Gallery fuera
un libro tan maravilloso. Fue su explosión de humanidad, aunque
algo tardía. Creo que tenía poco más de treinta años, después de
una carrera medio malograda como profesor de inglés y tras haber
escrito novelas impublicables.
301
VIDAL: No. Pero me habló de ellos Freddie Warburg, que le publi
có en Inglatena, y me dijo que eran todos muy malos. Deben de
estar por algún lado.
302
VIDAL: Escribíamos de forma muy distinta en aquellos días, pero
estaba muy claro lo que ocurría en aquella escuela.
E: éYMailer le atacó?
VIDAL: Todos lo hicieron. Sin embargo, Capote realmente nunca
tocó el tema. El es una especie de ama de casa republicana de Kan
sas, con todos los prejuicios que eso supone. Del mismo modo
que Norman Mailer es un comandante militar de la VFW destina
do en Schenectady.
303
un escritor de vanguardia, que capta exquisitamente la sensibilidad de
cada momento determinado. Debe comprender que no hay manera de con
moverlos. No puede publicar Myra sin que el ama de casa diga en el su
permercado: «No, no. ¡De ninguna manera! Mira lo que le hicieron a
Rod^ por casarse con Happy».
VIDAL: Nunca subestimes su posibilidad de ser corrompidos. Si les
diviertes, te lo perdonan todo. Y si tienes éxito, te coronan.
E; ¿Las novelas históricas le dan más dinero que las anteriores, como Wi
lliwaw o In a Yellow Mood?
VIDAL: ¡Oh, sí!
E: ¿Qué hacía: colgaba letreros en las paredes del tipo: «Esther aquí y
Warren en la ventana»?
No lo necesitaba. Cuando eres joven, es sorprendente. Pue
des hacer cosas formidables.
E: ¿Formulables o formidables?
VIDAL: Formidables. Cualquier fórmula requiere madurez.
304
E: Parea como si debiera ser al revés. Por lo visto, un artesano como us
ted tiende a evitar la fórmula.
VIDAL: Creo que lleva mucho tiempo encontrar el propio estilo
narrativo. Yo no lo encontré hasta Eljuicio de París. De hecho, pu
bliqué antes cinco o seis libros. No digo que haya conseguido el
tono correcto, pero sí lo he cuidado. Para nosotros, fue muy difí
cil superar a Hemingway y al New Yorker. Aquel estilo era muy re
presor. No se conocía nada más. Cualquier otra cosa sonaba a
afectada si se decía con estilo propio.
E: Aclárenos una duda que nos surgió cuando escribíamos Some Notes
on Myra B, con respecto a un tal senador Breckinridge (de hecho, usted
8. El Sputnik, primer vehículo espacial soviético, fue lanzado en octubre
de 1957. El educador y escritor Paúl Goodman (1911-1972) ejerció gran influen
cia desde 1960, particularmente en la juventud rebelde. (N. del T.)
305
le menciona en Burr) que fue vicepresidente con Buchanan!^ También oí
mos decir que, en la década de 1940, había un famoso bisexual...
VIDAL: ¿En San Francisco?
E: ... de unafamilia muy rica. Se decía que era la loca más loca del mun
do. y se apellidaba Breckinridge. ¿Es cierto?
VIDAL: Bueno, es cierto. Bunny [Conejito] Breckinridge. (Risas.) Era
algo extraordinario. Años después, me recordaron que yo nunca
había conocido a Bunny Breckinridge, pero que todas mis amista
des sí lo habían hecho y me hablaban de él. Esto fue en la déca
da de los cuarenta. Después, el asunto se me fue de la cabeza, pero
se quedó el personaje de Breckinridge. Necesitaba un nombre só
lido, con muchas sílabas. A Myra no le habría gustado llamarse
sólo Smith.
306
E: ¿Peroya sabía entonces que la «educación» es una mentira^ ¿O sólo que
sería un lastre para su carrera?
VIDAL: No. En aquellos días, pensábamos que se podía ir en serio
a un lugar como Harvard y que valía la pena hacerlo. Pero tan sólo
si se quería llevar una vida convencional, ascender en una empre
sa de abogados, o algo similar. Tuve el gran placer de dar una con
ferencia en Harvard, mientras todos mis condiscípulos del Exeter
eran todavía estudiantes. El mejor momento de mi vida; realmen
te lo disfruté. Después, todo fue cuesta abajo.
E: Supongo que la crítica literaria es el castigo que se obtiene por ser un jo
ven prolifico. Al llegar a la madurez hay que empezar a tolerar las biogra
fías críticas.
VIDAL: Bueno, hay escritores más jóvenes que yo, como John Up-
dike y Harold Pinter. Hay más libros sobre Pinter que sobre Ché-
jov. Extraordinario.
307
E: ¿Formaba usted parte de ese grupo?
VIDAL: Sí, claro. Escribí Visit to a Small Planet.
308
VIDAL: He vivido veintitrés años con la misma persona. Lo más
probable es que, siendo yo el mayor, muera el primero y le deje a
él el dinero. Eso es todo.
E: ¿Sabe usted algo de otros escritores gays que hayan muerto y hayan de
jado dinero?
VIDAL: Somerset Maugham dejó a Alan Searle muy bien provisto.
309
E: ¿Le gusta la novela histórica? ¿0 es un trabajo de «negro» que realiza
para poder hacer algo más loco entre una y otra?
VIDAL: No, realmente me gusta mucho.
E: ¿Le importa ser explotado? Por ejemplo, acabo de leer Blood Dues, el
nuevo libro de Dotson Rader.
VIDAL: Un coñazo. Un auténtico coñazo.
310
bio en Esquire sobre mí y sobre Tennessee: que yo no había ido a
la iglesia porque temía que el éxito de Tennessee superara el mío.
Imagínense una mente capaz de concebir eso. Tennessee es uno
de mis más antiguos amigos. Vanidoso como soy, jamás semejan
te idea podría pasárseme por la cabeza.
311
rante ahora de lo que se fue entonces. Pero ya eran bastante tole
rantes en la vida de gueto de los años cuarenta. Y, en Nueva York,
la Lexington Avenue era un auténtico desfile de locas.
2
Steven Abbott y Thom Willenbecher
entrevistan a Gore Vidal
312
ver?2 Es primera oferta cinematográfica tentadora que recibo.
Pretendo plantearla como una bella historia de amor.
12. J, Edgar Hoover (1895-1972), director del FBI desde 1924 hasta su
muerte, al que se atribuye haber sido homosexual. (N. del T.)
313
duce tan elevado índice de divorcios. Cuando se enfría el deseo
sexual, ya no queda mucho.
314
E: Meldrim Thompsony el Manchester Union Libel siguen vivos.
VIDAL: Un periódico que me pone a parir.
E; El programa estaba dedicado al mito de los males que acechan a los ni
ños y al temor atávico hacia la homosexualidad. Aunque usted viva en el
extranjero, para dar una visión general de Estados Unidos, ¿podría ela
borar algo a partir de unafrase suya incluida en el libro Two Sisters, que
dice: «... el primer novelista serio de Estados Unidos dijo que el país sirve
para muchos fines, pero no para vivir en él. A lo cual, el último novelis
ta serio de la nación no puede sino añadir ^Amén^»^
VIDAL: ¿Escribí yo eso? Creo que Hawthorne lo dijo cuando era
cónsul de Estados Unidos en Liverpool. Bueno, supongo que se
puede disfrutar viviendo aquí, pero depende de dónde se viva
exactamente. Ciertamente yo no pondría a Nueva York en mi lis
ta. Me las podría arreglar en Nueva Orleáns. Solía tener allí canti
dad de amigos, pero se dieron a la bebida y la mayoría ha muer
to, incluso Clay Shaw. Un buen tipo. Pero creo que el exceso de
bebida me habría llevado hace ya mucho tiempo bajo tierra, por
315
así decirlo. Los Ángeles sería intolerable, y también cualquier lu
gar entre medias. Pienso en San Francisco, pero allí el tiempo nun
ca es muy bueno.
316
VIDAL: Me ha molestado la lentitud con que han reaccionado las
legislaturas del país. Se han mostrado lentas, porque la gente no
ha ejercido la debida presión sobre ellas.
E: ¿Cree usted que las recientes oleadas reaccionarias han contribuido a es
timular el movimiento feminista y el movimiento gay, al igual que el au
mento del racismo blanco puso en pie el movimiento negro?
VIDAL: Bueno, así ocurrió con los negros. Cuando las cosas empe
zaron a mejorar económicamente para ellos, empeoraron sus rela
ciones con los blancos. Newark explotó cuando se había consegui
do allí la integración racial. Cuando las cosas mejoran, se desarrolla
a menudo una gran irritabilidad, una reacción que lleva a una se
rie de explosiones, como ocurriera a finales de la década de los se
senta. Y puede ocurrir que, a medida que todo se iba volviendo
más tolerante, a medida que la dictadura heterosexual empezaba a
flojear un poco, haya comenzado la erupción. Aparecieron los mo
vimientos gay y de la mujer. Hasta ahora no creo que el contragol
pe haya sido muy notable. Creo que es cierto que las cosas empie
317
zan siempre por liberalizarse para luego transformarse. Una vez crea
da la atmósfera propicia al cambio, éste aumenta progresivamente
y la reacción en contra sólo sirve para estimular un cambio mayor.
Quizás haya sido esto lo que hemos estado viendo.
E : ¿ Cree usted que estos cambios o movimientos, como el de liberación gay, han
provocado algún cambio duradero en la escala de valores estadounidense?
VIDAL: No sé. Ya me diréis. No creo que el movimiento de libe
ración gay sea particularmente fuerte. Se puede ir a cualquier pue
blo pequeño de Estados Unidos, y allí la actitud no es muy dis
tinta a la de 1900.
E: ¿Ve usted que los movimientos sociales sigan históricamente líneas pa
ralelas de evolución y se refuercen entre sí?
VIDAL: El movimiento feminista se puso en marcha desde que este
país existe como tal. Siempre ha existido un movimiento sufragis
ta, que ha sido unas veces más fuerte que otras. Pero el verdadero
impulso se produjo cuando se aprobó la Decimocuarta Enmien
da, que dio el derecho de voto a los negros. Las mujeres dijeron,
con todo fundamento, que si el ignorante hombre negro podía vo
318
tar, también podían hacerlo las brillantes mujeres blancas. Éste fue
el detonante. Puede que la militancia negra haya ayudado a la li
beración de la mujer, que, a su vez, ayudó a la liberación gay, al
mostrar que la gente ya no estaba satisfecha con el status quo, con
los prejuicios y las supersticiones de la dictadura heterosexual.
Creo que se está desarrollando ante nuestros ojos una cierta ten
dencia de cambio, aunque no soy totalmente optimista.
E: éHa cambiado la lucha gay desde sus comienzos hace veintiséis años?
VIDAL: A lo largo de mi vida, he notado un cambio muy intere
sante: ha decaído la calidad de las relaciones sexuales. Cuando yo
era joven, había una población flotante de varones heterosexuales
que querían dinero, o emociones, o lo que fuera, y que vendían
temporalmente su trasero. Después, se casaban y terminaban
como obreros de la construcción, bomberos o polis. Y eso era
todo. Esa fase terminaba ahí. Eran auténticos estadounidenses;
masculinos en el sentido tradicional. Ahora, ha surgido un nuevo
tipo físico, que me parece femenino, y uso la palabra en el viejo
sentido sexista: muy blandos, caídos de hombros, músculos fláci-
dos, caderas anchas, voces agudas... Me pregunto si también estáis
viviendo algo así en Boston, que siempre ha sido un foco de in
tercambio irlandés y católico. Desde Scollay Square solían disper
sarse por el país como un ejército, con estandartes o tréboles, y
también con prepucios...
E: Sólo de los irlandeses y de los polacos puede decirse que permanecen in
tactos.,.
VIDAL: Y con un aspecto tan perfecto.
E: ¿Puede ser que este declive en las relaciones sexuales esté relacionado, en
parte, con la creciente alfabetización, con que la sociedad se hace más po
derosa y los hombres más cerebrales?
VIDAL: Sí, pero, ¿y los camioneros..., acaso se hacen más cerebra
les? ¿O los jornaleros? ¿O el típico chaval que se busca la vida en
tre Bryant Park y la Octava Avenida? No.
319
VIDAL: Me pregunto si el cuerpo está cambiando físicamente, si se
está produciendo algún tipo de mutación, si la naturaleza nos está
advirtiendo, instintivamente, de que ya no necesitamos más be
bés. Los hombres se hacen un poquito menos masculinos, y las
mujeres, un poquito menos femeninas. No sé. Sólo hago suposi
ciones. ¿O es que hay algo en el aire que les hace actuar de otra
manera?
16. Alfred Kinsey, Conducta sexual del varón (1948), libro basado en largas
investigaciones empíricas. (N. del T.)
320
roe se ligó al joven. Según Kinsey, en tres ocasiones eligió al azar,
y la cosa funcionó.
E: Todavía circula ese dicho, pero con otras palabras: «Una polla dura,
etcétera», aunque también se oyen estas cosas en la vida civil. Pero usted
se preguntaba si no se habrá producido un cambio en la estructura física
de las personas,
VIDAL: Sé que en Yale llevan treinta años fotografiando a los estu
diantes desnudos, de frente y de espaldas. Creo que podría dedu
cirse algo de ello. Sé que dicen que ahora son más altos, y yo aña
diría que con el culo más ancho.
321
VIDAL: No. En el mejor de los casos, se quedan tirados en algún
rincón, viendo la tele.
E: Emparejarse con alguien, éSe hablaba menos de sexo cuando usted era
joven, o se habla de ello siempre igual?
VIDAL: Siempre igual.
E: Sí, pero antes no se consideraba el sexo como un tema sobre el que pu
diera escribirse libros.
VIDAL: Bueno, se hablaba menos en grupos mixtos, es decir, los
que se componían de personas homo y heterosexuales, o incluso
de hombres y mujeres heterosexuales. La conversación contenía
más metáforas que ahora.
E: En la entrevista que realizó este año en Londres con Lord Longford, us
ted desarmó al pobre patriarca con una declaración bastante eufemistica.
Le dijo: «Si usted no ama sexualmente a la gente, no podrá amarla en
modo alguno». Esto fue reproducido en Listener.
VIDAL: Creo que es cierto. Si no puedes interactuar sexualmente,
no podrás intimar con otra persona. Esto no supone que haya que
hacerlo con todos. Para decirlo de otra manera: si reprimes siem
pre tu instinto sexual, te las verás moradas para tratar a otras per
sonas en las demás actividades. Y ya que estamos en el tema,
¿cómo les va ahora a los irlandeses de Boston?
322
E: Circula el rumor de que algún atleta se deja...
VIDAL: Bueno, los atletas siempre han sabido relajarse mejor que
otros. Se sienten como en casa en sus propios cuerpos. Y el sexo,
después de todo, no es sino un uso del cuerpo. Los atletas no se
sienten obligados a mantener un comportamiento recto y formal,
porque en ese terreno ya han demostrado su virilidad. Todo lo de
más puede aceptarse de manera relajada. Está visto que el intelec
tual es la última persona que podrías o querrías llevarte a la cama.
O el marica. O la loca estrecha.
323
Utilizar una palabra que Norman Mailer siempre emplea mal,
existencial.
E: Parece ser que la opinión de las cartas que empezaron a llegar nada más
comenzar las deliberaciones osciló desde la firme oposición a la impugna
ción, al principio, hasta el apoyo incondicional, alfinal.
VIDAL: ¿Gracias al Comité?
324
a los ingleses de ser una nación de tenderos. Los estadounidenses
reconocen a un estafador a primera vista, ya que tienen una larga
experiencia en ello. De modo que a nadie puede sorprender que
una nación así elija a un delincuente como presidente. La cuestión
está en no dejarse atrapar cuando se es un estafador. Como presi
dente, no deben sorprenderte robando en una casa, ni compran
do pendientes a tu mujercita con dinero no declarado a Hacien
da. No creo que a nadie le haya sorprendido realmente descubrir
que era un delincuente. La cuestión es que le pillaron.
325
VIDAL: Aparecerá. Los estadounidenses son simples y sus héroes
son fáciles de elegir. Quiero decir: pueden ser inventados de la no
che a la mañana. Véase el caso de Ford: se perjudicó a sí mismo
mediante el perdón, pero, antes de otorgarlo, estaba en camino
de convertirse en Jack Armstrong, el chico de toda América. La
gente le quería. Se preparaba su propio desayuno, tenía una son
risa simpática y había un guiño en su mirada. No era especialmen
te brillante, pero eso no hacía sino facilitar que el electorado se
identificase con él más que, digamos, con la mente superior en
que se había convertido Kissinger. Así que, con su espontánea es
tupidez, estaba en disposición de disfrutar de una perfecta relación
simbiótica con su electorado.
19. Una de las primeras medidas adoptadas por Gerald Ford al acceder a
la presidencia (agosto 1974) fiie otorgar un perdón general a Níxon por «toda
ofensa contra Estados Unidos» que pudiera haber cometido, medida que provo
có controversias. (N. del T.)
20. El título es imaginario, pero Mabuse protagonizó tres películas de terror
dirigidas por Fritz Lang. (N. del T.)
326
cado a propiciar su propia ruina. Su carácter se lo exigía. No im
porta en qué situación estuviera, ni a qué altura hubiera llegado,
se las habría arreglado para quedar de espaldas contra la pared.
327
que quiere al pueblo. Parecerá ser bueno. Tendrá todo el apoyo
del Pentágono, de las grandes industrias conectadas a éste, y de los
miembros del Congreso que apoyan al Pentágono. Pero, primero,
las cosas tendrán que desmantelarse.
E: ¿Debido a la economía?
VIDAL: Bueno, la gente se mostró muy dócil durante la Depresión,
en la década de los treinta: el desempleo alcanzó el 20 por ciento,
lo cual era una cifra enorme si se la compara con las de hoy [1974],
y no se habló de revolución. Lo peor, según recuerdo, fue la marcha
sobre Washington que organizaron los veteranos de guerra sin em
pleo. Eso asustó a todos. Aún me veo en camino hacia el Senado,
en el automóvil de mi abuelo, con su placa de senador, mientras ape
dreaban el coche que se acercaba al Capitolio, Fue mi primera expe
riencia con una multitud enloquecida. Después, Douglas MacAr-
thur los dispersó. La gente era entonces muy dócil, pero ahora no.
Hay programas especiales de televisión los sábados por la noche, en
los que ven todas esas cosas tan bonitas que no pueden comprarse,
hermosas chucherías que creen que deberían tener, pero que no pue
den permitirse. Así que creo que, cuando el desempleo llegue al 10
o al 15 por ciento, la gente irá a la tienda de comestibles con las ar
mas en la mano y se llevará lo que quiera. Y se negará a pagar las
cuentas pendientes. Eso está ocurriendo ya en Italia: se niegan a pa
gar la cuenta de la luz. Y bien puede ser que las compañías eléctri
cas tengan que cerrar, porque no podrán permitirse pagar el sumi
nistro. Con semejante panorama, la gente no será tan dócil como lo
fue en 1929. Serán militantes y, por tanto, entrarán en acción los mi
litares. Pero éstos no actuarán dirigidos por un general; por burdos
que sean, no actuarán con tanta torpeza. Utilizarán a alguien como
Henry Jackson para que cierre la puerta de nuestra jaula.
328
dequiera que asome su cabeza en cualquier parte del mundo. Lo
harán de modo automático. También los negros sufrirán lo suyo.
No gustan a nadie. Es fascinante ver cómo mis amigos intelectua
les judíos se convierten en anti-negros.
329
murió, y de que John D. Rockefeller II y John D. Rockefeller III
son la misma persona?^ Todos son el hombre original, aún vivo,
gobernando Estados Unidos, Y Nelson es sólo uno de sus clones.
En algún lugar, hay un anciano, alimentado con leche materna,
que guía nuestros asuntos hacia el desastre total.
330
E: Sin contar con que los hombres se quedan como hipnotizados cuando
ven a los atletas en la tele.
VIDAL: Siempre sostuve que ése es el aspecto más femenino del va
rón: el querer presenciar cómo juegan otros hombres en un cam
po de juego.
23. «No soy marica, señor, soy pederasta.» (N. del T.)
331
E: En algunos estados^ la Iglesia católica ha empezado a sacar de nuevo
sus garras políticas. Ha comenzado a presionar mediante leyes que desa
fían por completo las decisiones del Tribunal Supremo acerca del aborto.
Las organizaciones católicas promueven ahora una nueva enmienda cons
titucional, que aboliría por completo ese derecho, ganado con tanta dificul
tad. Y allí donde sus esfuerzos han fracasado (o han fracasado un poco,
como en el caso de Nueva York), se han opuesto a la legislación aún por
elaborar sobre los derechos gay. ¿Cree usted que si Su Santidad el Papa
consigue revocar el derecho a la paternidad responsable serán los marico
nes los próximos en ser llevados al cadalso?
VIDAL: ¿Por qué no? Si yo fuera dictador, o presidente, o lo que
fuera, si tuviera el control de un país bien gobernado, lo primero
que haría sería prohibir que la Iglesia católica educara a nadie. No
les permitiría tener escuela alguna, ya que considero que su mo
delo educativo se opone a los mejores intereses de la República.
Allí donde ha dominado la Iglesia católica, nunca ha existido una
sociedad democrática. Esto es cierto incluso en Francia, que ha
sido esencialmente secular y atea, pero que, sin embargo, es lo bas
tante católica como para impedir que el país se gobierne a sí mis
mo, salvo por una especie de difusa oligarquía. La democracia, tal
como la conocemos (o la república moderna), es un fenómeno
esencialmente protestante. El protestante no hace gran cosa, pero
al menos protesta. Yo no permitiría que ningún grupo religioso tu
viera escuelas. Y, sin escuelas propias, dentro de dos generaciones,
no habría Iglesia católica, porque sus doctrinas son tan pernicio
sas que nadie que esté en su sano juicio podría aceptarlas. Des
pués, fijaría grandes impuestos a las Iglesias. Esto reduciría su in
fluencia en un 90 por ciento.
332
esto con tacto?..., no han aportada nada a la República, ni a sus
modos ni a sus costumbres. Conllevan aprecio por la autoridad, in
capacidad para adoptar decisiones propias y prejuicios, dirigidos to
dos específicamente contra los judíos y, en general, contra las mi
norías. No es una mera coincidencia el que el gran apoyo con que
cuentan Richard Nixon y George Wallace sea el de los suburbios
étnicos del norte, los suburbios católicos irlandeses y polacos y el
de los WASP íundamentalistas y demás analfabetos del sur rural.
333
E: Pero èhay alguna manera positiva de enfocarlo? Dicho con humor, ¿se
está concentrando la gente más en la sustancia y menos en la gramática?
¿Acaso se están descubriendo los unos a los otros, en lugar de concentrar
se en aspectos meramente académicos?
VIDAL: Oh, no. Las palabras son las palabras y manipular es ma
nipular. Es estupendo poder trasladar a palabras el acto de mani
pular.
334
E: Según usted, ¿cómo ha sido recibida su novela Myron? En una rese
ña, Time emplea tres veces la palabra «mal», y New York Review adu
ce que usted no asume el valor de las convicciones de Myra.
VIDAL: Oh, sí, he leído eso. Fremont-Smith se refirió a Myra como
a un clásico. Se olvidó de que él era columnista diario del New
York Times. En un principio, Myra B. le había horrorizado; es ob
vio que ha cambiado de opinión, Philip Roth les hizo una esplén
dida faena a los críticos literarios del Times. Empezó por un artícu
lo en New York Review of Books, en el que atacaba a Christopher
Lehman-Haupt, que cometió luego el error de mandar una larga
carta de rectificación a New York Review. Y entonces Philip le con
testó. Fue muy divertido. Este tipo de gente simplemente no es
competente y no deberían ejercer de críticos. No queremos saber
nada de lo que ellos llaman, cómicamente, sus pensamientos so
bre cualquier tema. Que traten simplemente de describir un libro,
que ya es tarea difícil.
25, Joseph Heller publicó Catch-22 en 1961. Dedicó doce años a su siguien
te novela, Something Happened, que se editó en 1974, y a la que se alude en el diá
logo. (N.delT.)
335
e: Supimos que Mick Jagger le visitó en Italia y que usted le preparó un
guiso irlandés,
VIDAL: Se quedó conmigo tres días, pero ya no recuerdo qué co
mida le preparé. Teníamos cocinero. Y él llevaba un diamante en
un diente: fue lo primero que vi de él. Le dije que creía que se le
había quedado algo entre los dientes. Y me dijo: «Sí, es mi dia
mante». Le dije: «¿Y no es un poco incómodo?».
336
riedad. Pero entonces, recuerdo de pronto que no saben de qué
va. Y tengo que empezar todo de nuevo. ¡Explicar literatura!
E: El año pasado, usted dijo que había cierta forma de evitar la censura
y la decisión sobre Myron en el caso Smith versus California, pero, fi
nalmente, no hizo nada. Ha tomado medidas para que Myron no sea
prohibida por pornográfica. Ha limpiado un poco su lenguaje procaz.
VIDAL: Sí, he limpiado Myron. He tachado los peores tacos y los
he sustituido por palabras limpias.
E: ¿Quépalabras?
VIDAL: Bueno, pensé y pensé durante mucho tiempo: ¿cuáles son
las palabras más pulcras que puedo encontrar? Y descubrí que no
podía dar con palabras más limpias que los nombres de los cinco
jueces del Tribunal Supremo y de otros dos buenos ciudadanos
que han iniciado la tarea de erradicar la pornografía de este país.
Por tanto, inserté esas palabras en lugar de las sucias. Por ejemplo,
«polla» se convierte en «rehnquist», «coño», en «whizzer white»...
E: Por Byron White, el gran futbolista que descifró el código de los kami
kaze en la segunda guerra mundial.
VIDAL: «Follar» se convierte en «burger»; «culo», en «blackmun», y así
todo.26
337
taba conseguir a algunos conservadores para que debatieran en el
programa conmigo, y quiso conseguir a Rehnquist...
E: ¿Cree usted que Myron logrará llevar a Estados Unidos por el cami
no de la rectitud?
VIDAL: Rectitud es una palabra exquisitamente elegida.
338
E: Recordando nuestra discusión del año pasado sobre los baños Everard
(en Fag Rag, número 718), un número reciente de Straight to Hell, re
vista que se ocupa de mamadas y otros asuntos de actualidad, confirma el
rumor de que Truman Capote hace el papel de voyeur en todas sus visi
tas habituales al Sauna, aquí en Nueva York.
VIDAL: No puedo contestar, porque no frecuento el Sauna. Pero he
leído la revista STH. Es una publicación muy imaginativa, tanto
como el mismo Truman cuando se inventa historias sobre perso
nas. Pero confié en que el chisme sobre Bob Hope fùera cierto.
339
siderábamos la idea de acostarnos, pero no llegábamos a decidir
nos. Creo que Jack lo hacía para librarse de Burroughs. De hecho,
en cierto momento, se libró de él. De todas formas, yo dejé correr
la cuestión porque él estaba demasiado borracho, pero Jack insis
tió y nos fuimos al Chelsea. Alguien debería conseguir una copia
del registro del hotel, porque creo que firmamos con nuestros pro
pios nombres.
Eso ocurrió a finales de la década de los cincuenta. Debió de
ser en el verano de 1956. Sé que yo ya estaba escribiendo guiones
de televisión, porque, un par de noches después, Kerouac estaba
en el San Remo, sentado en un rincón, gritando: «¡Yo se la mamé
a Gore Vidal!». Un tipo llamado Jack Barefield, que trabajaba para
la agencia de publicidad que ponía el dinero de la serie Studio One
de la CBS (para la que yo estaba escribiendo un guión), lo oyó y,
como era un sureño nervioso, me dijo: «Creo que no es buena pu
blicidad para ti que ese loco vaya diciendo esas cosas por ahí». Le
dije: «Bueno, así es Jack».
e: Sí, pero con una tijera... ¿Ha tenido usted contacto con Warhol?
VIDAL:No frecuento ese grupo. Los medios de comunicación le
han convertido en una especie de amenaza y él, al igual que Nor
man, desempeña su papel con toda meticulosidad.
340
Brooklyn. En cuanto a dirigir, creo que mi momento ha pasado.
Pensé en ello seriamente hace unos años, pero ahora creo que soy
demasiado viejo. Eso hay que hacerlo cuando se está lleno de
energía. No es que dirigir exija en sí mismo mucha energía, pero
tratar con la gente que pone el dinero desgasta mucho. Creo que
ya estoy muy mayor y demasiado mimado como para enfrentar
me con algo semejante.
341
E; En Myron usted expone la opinión de que Hollywood ha alterado de-
finidamente nuestro concepto de nosotros mismos. Parece decir que, si
Myra pudiera retroceder en la historia, cambiar diversos aspectos de Siren
of Babylon j conseguir así la salvación de Holly'wood, la Historia mis
ma quedaría alterada. Volver al pasado para cambiar el futuro, que es
ahora el presente. Seguramente, todo es una broma. éPero tiene usted ma
yor esperanza en poder cambiar la sociedad mediante el cine que median
te la palabra impresa? Y, en segundo lugar, ¿cree usted que éste debería ser
el objetivo de todo director cinematográfico consciente?
VIDAL; No, no creo que ninguna película actual pueda ejercer la
menor influencia sobre el público, ai menos no como la que ejer
cían las de otros tiempos, cuando todo el mundo iba al cine. El
equivalente de hoy serían los anuncios de la tele.
la contraposición de king y queen (rey y reina), a lo que cabe añadir que queen se
utiliza también con el sentido de «loca» (marica). Otros datos son intercalacio
nes humorísticas. No existe la película Ad Infinitum, ni hay una empresa produc
tora RKO-Albee (existió una RKO Radio Pictures y Edward Albee es un famoso
dramaturgo contemporáneo). Tricia Nixon es una de las hijas de Richard Nixon;
como en Myra Breckinridge abundan las referencias sobre el sueño de Hollywood,
se entiende la broma de que la protagonista fingiera las imitaciones de estrellas,
incluso masculinas, con deliberada variedad. (TV. del T.)
342
ocurría a su alrededor, lo exigiera o no la escena. Se veía claramen
te que no sabía lo que ocurría. Oh, era grandioso.
E: Usted declaró a Playboy que primero escribió para crear una obra de
arte y, en segundo lugar, para cambiar la sociedad.
VIDAL: Sí, pero no necesariamente a la vez.
Y el año pasado, dijo a Fag Rag que, como artista, usted carece defun
ción política. ¿Han cambiado sus opiniones? ¿Cuáles son sus últimas ideas
al respecto, tras haber publicado Myron?
343
VIDAL: Bueno, no creo que yo pueda hacer el cambio por mí mis
mo o de una manera directa. Pero he dicho una y otra vez que la
única ley física inmutable es que toda acción provoca una reac
ción. Con lo que, cualquier cosa que se ponga en movimiento
producirá una respuesta, aunque no pueda predeterminarse cuál
será. Puede ser política, social o de algún otro tipo. Obviamente,
algo ocurrirá. Según lo que se arroje al ancho mar, así se forma
rán olas distintas.
E: Los críticos esperan que los escritores mejoren de obra en obra. Esta es
ciertamente una buena razón para vivir en el extranjero. ¿Cómo ve usted
su propia obra? ¿Piensa que su mejor obra está todavía por escribirse?
VIDAL: ¡Por Dios, no lo sé! Lo dudo, aunque sólo sea porque no se
puede hacer una buena obra sin poseer un sentido del tiempo fu
turo. Y yo ya no tengo sensación de futuro. No creo que la civili
zación occidental prosiga, tal como yo la he comprendido y tal
como me he preocupado por ella. No puedo pensar en una espe
cie humana que siga existiendo cien años más, para bien o para
mal. Cuando se sienten las cosas así, se hace muy difícil crear una
obra de arte, porque pienso que el principal impulso creativo es la
voluntad de hacer algo que permanezca, incluso sabiendo que, des
de el punto de vista de la eternidad, nada es permanente. Pero, es
verdad que, en términos de generaciones humanas, como lo expre
saría la Biblia, se tiene cierto sentido de perpetuación y de prefigu
ración de las generaciones futuras. De modo que, gracias a lo que
hayas creado, nunca te extingues del todo. Pues bien, si no tienes
este sentido, o si estás bastante convencido de que no habrá futu
ro, ya sea para la palabra escrita tal como tú la usas, ya sea para la
especie humana como tal, bien... pues, eso te quita energías. Y no
crea que soy el único que siente esto. Creo que el deterioro que ac
tualmente vemos en todas las artes es una muestra de lo mismo.
e: Usted escribió: «No tienes nada que decir, sólo cosas que añadir» [en
Two Sisters].
VIDAL: Se lo dije a Dwight MacDonald.
344
VIDAL: Las destruyen desde dentro los mismos que las practican.
Música hecha de silencios; fotos mal hechas que se meten en un
cajón; esculturas que cantan; escritura intercalada con palabras ele
gidas al azar... Esta es la orientación actual de las Artes.
345
VIDAL: Como sería el imprimir las ironías en rojo, las ideas im
portantes en negrita y las figuras retóricas entre corchetes.
E: Han pasado casi treinta años desde su primera novela. Le han colga
do cantidad de etiquetas: el Angel Apóstata de Bernard Dick, el Puritano
Tolerante; pronto, probablemente, será el Sumo Pederasta o el Pervertido
Clarividente. ¿Cómo reacciona usted ante una imagen pública en letras
mayúsculas que dice GORE VIDAL?
VIDAL: Esa persona no existe. Uno se convierte en un personaje
ficticio dentro de la obra de otro. En realidad, he sido durante mu
chos años, secretamente, desde luego, Lon McAllister, la estrella
de Home in Indiana (1944).^^
29. Lon McAllister (1923) tuvo cierta fama pasajera como actor de cine en
tre 1943 y 1951. (N. del T.)
346
últimos Fábula
207. Vineland
Thomas Pynchon
212. La Ignorancia
Milan Kundera
216. Relatos
Samuel Beckett
224. Zelig
Woody Allen