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Las escuelas esotéricas deben asegurar dos cuestiones de vital importancia: una
de ellas es transmitir una enseñanza Iniciática sin degradar ni desvirtuar su Origen,
la otra cuestión, es poder generar determinadas Compresiones Espirituales que
sean propias. Estas compresiones “propias” aseguran un vórtice de energía donde
la enseñanza se encuentra viva, es decir, que gravita en un lugar y momento
indicado en determinadas personas que irradian un conocimiento que esta vivo y
donde uno realmente puede aprender.
Sobre la idea de “compresiones propias” podemos utilizar una analogía con la
elaboración del vino, una metáfora muy utilizada en el Sufismo y en la Alquimia.
Para elaborar los distintos tipos de vinos, ciertos productores se establecen en
grupos en diferentes regiones geográficas, propicias para esa actividad. Estos
productores cosechan una vid con ciertas características. En el proceso de
producción se introducen ciertos aromas, sabores y textura, es decir que impregnan
un “espíritu al vino”. A partir del Saber que poseen, y la capacidad de invertir
recursos en el viñedo llegarán a determinado sabor y a una calidad especifica. Los
diferentes productores darán por resultado vinos de gran calidad y otros de baja
calidad, algunos serán casi copias de otros vinos, y unos pocos se distinguirán,
siendo clasificados como de primera categoría. El valor de un vino se define
principalmente a la hora de probarlo. Aquí entran en juego los expertos catadores,
que con mayor o menor experiencia determinan un valor para cada uno.
Uno podría empezar “copiando mapas” tal como Gurdjieff empezó la búsqueda,
pero nuestra actualidad nos pide un desafío: comprender los mapas del pasado (
El Sistema, según Ouspensky) elaborando nuevos mapas; es decir iniciando una
Octava de Trabajo en la propia Realidad, con nuestras particularidades,
singularidad, y compresiones. ¡Debemos elaborar nuestro vino!
Leandro Mato.