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En Palenque, durante varias noches seguidas la gente escuchó el galope dal caballo.
Coincidió con la enfermedad del papá de una autoridad del pueblo, que dizque tenía tratos
con el Malo, y por eso sus vacas aumentaban de día en día, y los cuatreros no lo molestaban.
Llevaron al enfermo a Guayaquil, y despareció el misterios jinete (Comentario popular).
Es una leyenda típica de la Costa, propia de la zona montubia. El folclorista Guido Garay
recuerda: “Era la época en que las mujeres no salían a la calle. Y como esto no ocurría, si
en una casa una de ellas salía embarazada, la respuesta inmediata de la gente del vecindario
era: “Es obra del Tintín”.
Aunque de alguna manera, refiere la historiadora Jenny Estrada, realmente este personaje
encubría el incesto, muy común en la Costa ecuatoriana, pues como las jovencitas no salían
del hogar, se quedaban al cuidado de los varones de la casa.
En los libros de duendes y leyendas urbanas se lo describe como “un enanito con un gran
sombrero y una cabezota de unos 30 o 40 centímetros, los pies vueltos hacia atrás y el
miembro viril sumamente desarrollado, al extremo de llevarlo arrastrando por el suelo.
Usa sombrero que le llega un poco más abajo de las orejas y produce un silbido lúgubre”.
Persigue y acecha a las mujeres casadas o solteras, “melenudas y cejonas” para poseerlas
carnalmente, luego de sumirlas en un trance hipnótico.
Cuando se enamora de una mujer sale por las noches de los huecos donde vive, y lleva una
piedra imán en un mate, la cual coloca debajo de las escaleras para que todos los habitantes
de las casas se duerman.
EL DUENDE
El duende es uno de por personajes del que se tiene referencia en todo país, sin embargo
lo describiremos según la versión de la provincia de Manabí: Este duende es travieso por
excelencia, coqueto, mirón y enamoradizo.
Sea para tratar de llevarse a muchachas jóvenes de cabellos largos o grandes ojos para
embarazarlas; sea para echar a perder los guisos arrojando sal o ceniza, o sea para esconder
los objetos más queridos de señoras y señoritas, lo cierto es que este personaje condensa
las más profundas inquietudes y temores, deseos y curiosidades de los hombres con
respecto al mundo femenino, que es el universo favorito del duende para hacer gala de su
ingenio ambiguo y peligroso.
Es un personaje chiquito con los tobillos torcidos atrás, se viste de rojo; otra descripción
habla de una especie de animal pequeño y feo. Sea como fuere su apariencia cuando se
enamora 'lo hace de verdad' y empieza a desplegar estrategias como molestar haciendo
travesuras o impidiendo que el novio se acerque, es muy celoso.
Se dice de un secreto para protegerse del duende, que consiste en colocar una guitarra
desafinada y un espejo en el cuarto de la mujer. La idea es que se enoje cuando quiera
tocar la guitarra y se refleje en el espejo su rostro horrible, entonces se aleja avergonzado
de su fealdad. Se dice también que existen 'duendas' que persiguen a los hombres solteros
o casados, que son objeto de sus amores.
De su apariencia se sabe que son gorditas, chiquitas y de pies virados. Un rasgo importante
de estos seres del imaginario popular, es que se no se trataría de duendes aislados, sino de
toda una 'nación' dispersa en cuevas, huecos, barrancos, quebradas, que son sus sitios
preferidos para vivir y recrear sus costumbres y formas de procreación similares a las delos
humanos
LEYENDA POSORJA
Adoptada por los huancavilcas, creció hasta hacerse mujer. Fue entonces que
empezó a vaticinar los sucesos más trágicos del pueblo que la adoptó, cobrando
fama de gran visionaria en toda la región. Por esta razón llegaron hasta su aldea
Huayna Capac y después Atahualpa, a quines predijo los trágicos desenlaces de sus
reinados. Cuando Huayna Capac llegó a la península de Sta. Elena, vio en Posorja
a una enviada del dios Pachacamac y le pidió que le vaticinará su porvenir, viendo
en los ojos de la pitonisa su muerte en Tomebamba y la guerra fatricida entre
Atahualpa y Huáscar
Famosa es la leyenda que cuenta cómo el convento de San Francisco de Quito fue
construida por Cantuña mediante pacto con el diablo. Ésta relata cómo Cantuña
contratista, atrasado en la entrega de las obras, transó con el maligno para que, a cambio
de su alma, le ayudara a trabajar durante la noche. Numerosos diablillos trabajaron
mientras duró la oscuridad para terminar la iglesia. Al amanecer los dos firmantes del
contrato sellado con sangre: Cantuña por un lado, y el diablo por el otro, se reunieron para
hacerlo efectivo.
El indígena, temeroso y resignado, iba a cumplir su parte cuando se dio cuenta de que en
un costado de la iglesia faltaba colocar una piedra; cuál hábil abogado arguyó, lleno de
esperanza, que la obra estaba incompleta, que ya amanecía y con ello el plazo caducaba, y
que, por lo tanto, el contrato quedaba insubsistente .
Ahora bien, la historia, a pesar de haber contribuido al mito, es algo diferente. Cantuña era
solamente un guagua de noble linaje, cuando Rumiñahui quemó la ciudad. Olvidado por
sus mayores en la historia colectiva ante el inminente arribo de las huestes españolas,
Cantuña quedó atrapado en las llamas que consumían al Quito incaico.
La suerte quiso que, pese a estar horriblemente quemado y grotescamente deformado, el
muchacho sobreviva. De él se apiadó uno de los conquistadores llamado Hernán Suárez,
que lo hizo parte de su servicio, lo cristalizó, y, según dicen, lo trató casi como a propio
hijo. Pasaron los años y don Hernán, buen conquistador pero mal administrador, cayó en
la desgracia. Aquejado por las deudas, no atinaba cómo resolver sus problemas cada vez
más acuciantes. Estando a punto de tener que vender casa y solar. Cantuña se le acercó
ofreciéndole solucionar sus problemas, poniendo una sola condición: que haga ciertas
modificaciones en el subsuelo de la casa.
La suerte del hombre cambió de la noche a la mañana, sus finanzas se pusieron a tal punto
que llegaron a estar más allá que en sus mejores días. Pero no hay riqueza que pueda evitar
lo inevitable: con los años a cuestas, al ya viejo guerrero le sobrevino la muerte. Cantuña
fue declarado su único heredero y como tal siguió gozando de gran fortuna. Eran enormes
las contribuciones que el indígena realizaba a los franciscanos para la construcción de su
convento e iglesia. Los religiosos y autoridades, al no comprender el origen de tan grandes
y piadosas ofrendas, resolvieron interrogarlo. Tantas veces acudieron a Cantuña con sus
inoportunas preguntas que éste resolvió zafarse de ellos de una vez por todas. El indígena
confesó ante los estupefactos curas que había hecho un pacto con el demonio y que éste,
a cambio de su alma, le procuraba todo el dinero que le pidiese.
Algunos religiosos compasivos intentaron el exorcismo contra el demonio y la persuasión
con Cantuña para que devuelva lo recibido y rompa el trato. Ante las continuas negativas,
los extranjeros empezaron a verlo con una mezcla de miedo y misericordia. A la muerte
de Cantuña se descubrió en el subsuelo de la casa, bajo un piso falso, una fragua para fundir
oro. A un costado había varios lingotes de oro y una cantidad de piezas incas listas para ser
fundidas.
EL PADRE ALMEIDA
En el convento de San Diego vivía hace
algunos siglos un joven sacerdote, el padre
Almeida, cuya particularidad era su
afición al aguardiente y la juerga.
Cada noche, el padre Almeida
sigilosamente iba hacia una pequeña
ventana que daba a la calle, pero como
ésta se hallaba muy alta, él subía hasta ella
apoyándose en la escultura de un Cristo
yaciente. Se dice que el Cristo, cansado
del diario abuso, cada noche le preguntaba
al juerguista: "hasta cuando padre
Almeida"…a lo que él respondía: "hasta la
vuelta, Señor"
LA BELLA AURORA
Esta es una de las leyendas más famosas
de la ciudad de Quito. Y, según cuenta la historia, todo empezó en la Plaza de La
Independencia cuando allí aún no existía ningún monumento.
En este lugar vivía Bella Aurora, una hermosa joven que asistió con sus padres a una corrida
de toros.
Según cuentan quienes asistieron a esa corrida, nadie sabe de dónde salió un toro negro
que se acercó a Bella Aurora de manera muy extraña. La observó fijamente e hizo que la
niña espantada se desmayara del miedo.
Sus padres desesperados salieron inmediatamente del lugar, llevándola a su hogar y
pidiendo ayuda a un doctor que no se explicaba el por qué Bella Aurora no podía
reaccionar desde aquel susto.
El toro al no ver a la niña en la Plaza, saltó la barrera dirigiéndose a la casa 1028, donde
vivía Bella Aurora.
El animal entró en su casa y lleno de furia tumbó la puerta de su habitación.
La joven, que aún continuaba en un estado de nervios, solo alcanzó a gritar y él la embistió,
acabando con su vida.
Hasta ahora nadie sabe de dónde salió ese extraño toro y por qué atacó a la niña. Al parecer
ese será un mito que nunca podremos descubrir.
EL GALLO DE LA CATEDRAL
Había una vez un hombre muy rico que vivía como rey. Muy temprano en la mañana comía
el desayuno. Después dormía la siesta. Luego, almorzaba y, a la tarde, oloroso a perfume,
salía a la calle. Bajaba a la Plaza Grande. Se paraba delante del gallo de la Catedral y
burlándose le decía: ¡Qué gallito! ¡Qué disparate de gallo!
Luego, don Ramón caminaba por la bajada de Santa Catalina. Entraba en la tienda de la
señora Mariana a tomar unas mistelas. Allí se quedaba hasta la noche. Al regresar a su casa,
don Ramón ya estaba coloradito. Entonces, frente a la Catedral, gritaba: ¡Para mí no hay
gallos que valgan! ¡Ni el gallo de la Catedral!
Don Ramón se creía el mejor gallo del mundo! Una vez al pasar, volvió a desafiar al gallo:
¡Qué tontería de gallo! ¡No hago caso ni al gallo de la Catedral!
En ese momento, don Ramón sintió que una espuela enorme le rasgaba las piernas. Cayó
herido. El gallo lo sujetaba y no le permitía moverse. Una voz le dijo:
- ¡Prométeme que no volverás a tomar mistelas!
- ¡Ni siquiera tomaré agua!
- ¡Prométeme que nunca jamás volverás a insultarme!
- ¡Ni siquiera te nombraré!
- ¡Levántate, hombre! ¡Pobre de ti si no cumples tu palabra de honor!
- Gracias por tu perdón gallito.
Entonces el gallito regresó a su puesto.
Cuentan quienes vivieron en esos años, que don Ramón nunca más volvió a sus andadas y
que se convirtió en un hombre serio y responsable. Además dicen algunas personas que el
gallito nunca se movió de su sitio, sino que los propios vecinos de San Juan, el sacristán de
la Catedral, y algunos de los amigos de don Ramón, cansados de su mala conducta, le
prepararon una broma para quitarle el vicio de las mistelas.
Cuando Etsa creció, todos los días, al amanecer, salía a cazar para el insaciable Iwia que siempre pedía
pájaros a manera de postre. El muchacho regresaba con la gigantesca shigra llena de aves de todas las
especies, pero una mañana, cuando apenas empezaba su cacería, descubrió con asombro que la selva
estaba en silencio. Ya no había pájaros coloridos por ninguna parte. Sólo quedaba la paloma Yápankam,
posada sobre las ramas de una Malitagua.
-No -dijo Etsa-, ¿de qué serviría? Parece que he dejado toda la selva sin pájaros, este silencio es terrible.
Etsa sintió que se le iban las fuerzas y se dejó caer sobre el colchón de hojas del piso. Entonces Yápankam
voló hasta donde estaba Etsa y, al poco rato, a fuerza de estar juntos en medio de ese bullicioso silencio en
el que aún flotaban los gritos de los monos y las pisadas de las hormigas, se convirtieron en amigos.
La paloma Yápankam aprovechó para contarle al muchacho la manera en que Iwia había matado a sus
verdaderos padres. Al principio, Etsa se negó a creer lo que le decía, pero a medida que escuchaba las
aleteantes palabras de Yápankam, empezó a despertar del engaño que había tejido el insaciable Iwia y,
entonces, como si lo hubiera astillado un súbito rayo, se deshizo en un largo lamento. Nada ni nadie podía
consolarlo: lloraba con una mezcla de rabia y tristeza, golpeando con sus puños el tronco espinoso de la
enorme malitagua.
-Etsa, muchacho, no puedes hacer nada para devolverle la vida a tus padres, pero aún puedes devolvérsela
a los pájaros.
La paloma explicó: "Introduce en la cerbatana las plumas de los pájaros que has matado, y sopla."
El muchacho lo hizo de inmediato: desde su larga cerbatana empezaron a salir miles, millones de pájaros
de todos los colores que levantaron el vuelo y con su alegría poblaron nuevamente la selva. Desde entonces
-les aseguró su abuelo Arútam- Etsa, nuestro amado Sol y el demonio Iwia son enemigos mortales.
EL MISTERIO DE LA BOCANA DEL RIO MISAHUALLI
Como vivían en plena selva y ante la ausencia de una autoridad que legalizara la relación
de la pareja, ésta decidió unir sus cuerpos y sus destinos a la sombra de los frondosos y
florecidos árboles de guaba. Pero como el amor no produce para vivir, el cauchero tuvo
que viajar una vez más al Aguarico para recoger la balata recolectada por sus trabajadores
y llevarla a los mercados de Iquitos.
La bella chica con el recuerdo de su amado en la hermosa sonrisa de sus labios, recorría
la extensa playa solitaria cuando la bańaba el suave sol de la mańana, era ésta una
costumbre que le había impuesto el amor. Mas el tiempo pasaba inmisericorde y al final
de su paso el cauchero jamás volvió.
La bellísima mujer presa de una indescriptible pena, desapareció un aciago día como si se
la hubiera tragado la tierra. Sus familiares y amigos la buscaron afanosamente por
doquier, pero todo fue en vano; las lágrimas y el tiempo, fueron borrando el dolor de su
ausencia.
Los ańos pasaron dándole espacio a la historia y una mańana brumosa y fría, unos
indígenas que pescaban por el sector, vieron a una hermosísima mujer parada en la
piedra grande de la margen izquierda del río; se acercaron a ella y cuando le preguntaron
donde vivía solo seńalo el agua, y lanzándose al torrente sin salpicar una gota ni producir
una onda en la superficie se sumergió.
Los ancianos al escuchar lo ocurrido, aseguraron que la dama era el espíritu de aquella
mujer que desapareció sin dejar rastros.
En esa enorme piedra rojiza de estructura volcánica asentada en el recodo del río
Misahuallí, se escucha con frecuencia en las mańanas, una dulce voz de mujer que canta a
su amor perdido. Algunas veces ella se aparece a los que pescan en el río, pero quien
acude al lugar con intención expresa de encontrarse con ella, nunca logran su objetivo.
LEYENDA Y ORIGEN DEL RIO TENA
El tiempo pasó veloz, como vuelo de azulejo y Pano y Tena crecieron, transformándose
ella en una bellísima mujer y él en un robusto guerrero.
Pano hombre diestro en el manejo de las armas, con un grupo de jóvenes de su edad,
participaba en una larga partida de caza. Cruzaron buscando animales, lomas y planicies,
llenas de guaduales, pasos y pitones; era la época que maduraba la guaba y la chonta, las
guantas y las guatusas se escabullían gordas y satisfechas. Los muchachos cansados por el
esfuerzo realizado, acamparon a la orilla de un río repleto de carachamas. Cuando
estaban tomándose el último mate de chicha, tintineó como campanilla de fiesta, un
alegre coro de risas femeninas. Era la hermosísima Tena que con un grupo de
compańeras, tomaban desnudas un bańo en un remanso del río. De este inesperado
encuentro nació un intenso amor entre Tena y Pano y comenzaron a verse diariamente
en un hermoso lugar junto a un gran árbol de caoba, ubicado en un recodo del río, sitio
discreto y alejado de la murmuración. Pero como ningún secreto dura mucho tiempo, el
padre de Tena se enteró del romance y prohibió terminantemente que continúen las citas
clandestinas. Tena estaba prometida por su padre, al hijo de un gran Curaca de las
cabeceras del río Misahuallí.
A partir de ese día, cuando Pano emocionado y tembloroso llegaba al lugar de sus
encuentros amorosos, este siempre estaba solitario, hasta las aves que anidaban el gran
árbol de caoba, se habían alejado del sector. El enamorado joven cayó en un estado de
mutismo y depresión, el vigor de su juventud se extinguió rápidamente, sin que existiera
enfermedad visible. Los shamanes se reunieron para tomar ayahuasca y estudiar el caso.
Uno dijo que un poderoso banco (brujo mayor) de una comarca cercana le había enviado
un mortal virote (dardo-maldición). Otro aventuró la posibilidad, de que el cuerpo del
joven estuviera poseído por un maligno supay (diablo-demonio). Un tercero sostuvo, que
Pano simplemente estaba enamorado de una bella y esquiva princesa. Pero a pesar de
este último diagnóstico y a la terapia que le impusieron, el desconocido mal iba minando
la salud del joven.
Pano ante la falta total de noticias de su amada, decidió inmolarse cometiendo suicidio
para acabar con su vida, escogió lanzarse al río de aguas turbulentas y así desaparecer
para siempre de la tierra. Tal como lo planificó lo hizo; saltando de una saliente cayó en
lo más profundo del río y mientras era arrastrado por la correntada y giraba con los
remolinos, iba llorando lastimeramente su desgracia. Las piedras y las garzas, las
apangoras y carachamas, los yutzos y los pindos, las ranas y los grillos, todos se enteraron
de su pena y dolor.
Una lluviosa tarde, cuando Tena triste y resignada a su suerte, tejía monótonamente sin
ninguna prisa ni ilusión, una ashanga (canasta) para transportar los productos de la
chacra, un pingullo pishco (ave de mal agüero) que se posó en una rama cercana con su
canto aflautado, le contó el triste final de Pano. Tena agobiada por un inmenso dolor
decidió seguir la suerte de su amado; huyó de la casa de sus padres, corrió y corrió por
senderos y barrancos, por playas y lodazales y cuando ya no pudo más, se lanzó
finalmente al agua y bajó arrastrada por la fuerte correntada, golpeándose contra las
piedras y tostándose con el sol en los remansos.
Un hermoso día lleno de sol y mariposas se encontró con su amado, que bajaba llorando
su desgracia, fundido con las aguas del río, que había tomado el nombre de Pano, y ella
rendida de amor lo acogió en sus brazos, juntando los caudales de ambos ríos, que se
hicieron uno para toda la eternidad. Pano y Tena de esta forma engendraron un solo río:
El caudaloso Tena, que desde entonces corre alegre y rumoroso lamiendo las blancas
playas y las orillas llenas de guabas, guayabas y orquídeas fragantes.
EL PUNGARA URCO: LA CASA DEL DIABLO
Los bancos (poderosos brujos) dijeron que para alejar a los espíritus era necesario
emplear algunas hierbas ceremoniales y mucho ayuno, pero que además tenían que
cancelar el precio estipulado y este consistía en cuatro guanganas (sajinos) y cuatro canoas
llenas de pescado ahumado. Efectuado el pago los brujos se dedicaron a la tarea de
exorcizar aquel siniestro lugar; por las tardes, uno de ellos, el que estaba de turno,
acompańaba a las mujeres y a los nińos hasta el río y les mostraba las piedras negras,
donde vivían los diablos.
Una noche especialmente oscura y lluviosa, los cuatro brujos se dirigieron al playón del
río; llevaban consigo ollas, hierbas y algunos maitos, de los que ellos nunca dejaron ver su
contenido. Nadie pudo asistir a la ceremonia de exorcismo, pero se escucharon con toda
claridad insultos, gritos, maldiciones y silbidos. Luego vino la lluvia fuerte, copiosa y
persistente. Se incrementó el caudal de las aguas del río y los animales que viven en sus
riveras enmudecieron. Al día siguiente los brujos agotados pero satisfechos, informaron
que habían expulsado a los diablos y que estos se habían refugiado en el cerro de Pungara
Urco; recomendaron no bańarse en el río cuando sus aguas crecieran, no lavar la ropa en
el río pasadas las 6 de la tarde y no pescar carachamas durante la noche. Después de
haber dicho esto, les brindaron chicha de chonta y pescado ahumado y cada quien se fue
para su comunidad.
Pasó el tiempo y cuando la normalidad parecía haber sentado sus reales en la comuna,
una hermosa tarde de sol y bulliciosos pericos, una hermosa y lustrosa guatusa llegó a una
chacra, el dueńo de la misma un joven cazador, las siguió sigilosamente hasta el cerro del
Pungara Urco y no volvió más. Sus amigos y familiares angustiados lo fueron a buscar,
encontraron varios senderos misteriosos y escucharon silbidos escalofriantes, que los
invitaban a perderse en la selva; la gente temerosa tuvo que regresar y del cazador no se
supo nada más.
En las noches de luna llena, casi al filo de la medianoche, quienes por desgracia se
aventuran a pasar cerca del cerro de Pungara Urco, o se atreven a caminar a través de él,
escuchan espantados gritos desgarradores, seguidos de una risa diabólica, que se alarga
insistentemente como un eco. Y son pocos los que han podido escapar a este reclamo. A
veces por los potreros o chacras de la comunidad de San Pedro, asoman venados,
guatusas, sajinos y pavas del monte. Ya nadie los persigue, ni se deja engańar. Estos
animales son los diablos, que buscan tentar a los hombres para atraerlos al centro del
Pungara Urco y no dejarlos regresar jamás.
LA BOA Y EL TIGRE
Pero un tormentoso día, cuando los padres fueron a la selva en busca de guatusas para la
cena, la boa no llegó a vigilar a los nińos como solía hacerlo todos los días. Este descuido
fue aprovechado por un inmenso y hambriento tigre, que se hizo presente con
intenciones malignas.
Los muchachos desesperados gritaron a todo pulmón “!yacuman amarul! (boa del agua),
el gigantesco reptil al oír las voces de los nińos salió del río y deslizándose velozmente
entró a la casa; se colocó junto a la puerta, para recibir al tigre que trataba de entrar
sigilosamente en el hogar de sus amigos; la lucha que se desató fue a muerte; la boa se
enroscó en el cuerpo de felino, pese a las dentelladas del sanguinario animal; los anillos
constrictores del reptil se cerraron con fuerza, mientras el tigre la mordía justo en la parte
de la cabeza, al final se escuchó un crujido de huesos rotos y ambos animales quedaron
muertos en la entrada de la casa.
Cuando regresaron los padres de los chicos, recogieron con dolor los restos de su boa
amiga y ceremoniosamente la velaron durante dos días, para luego enterrarla con todos
los honores y ritos que se acostumbraban utilizar para con los seres queridos.
LEYENDAS DE GALAPAGOS
La Isla Santa Cruz, en Galápagos, ofrece varios atractivos turísticos para quienes la visitan.
Uno de ellos es un túnel de lava formado hace millones de años.
La Isla Santa Cruz está localizada en la mitad del Archipiélago de Galápagos, tiene una
superficie de de 986 km² y una altitud máxima de 864 metros. Es también la isla más
poblada y la segunda isla más grande después de Isabela. Esta isla es un gran volcán
dormido. Se estima que había erupciones hace aproximadamente un millón y medio años.
En Santa Cruz se encuentran las oficinas centrales del Parque Nacional de las Islas
Galápagos, y la Estación Científica de Charles Darwin. Desde la costa podrá disfrutar de
hermosas playas y bahías con tortugas, lobos y aves marinas.
Santa Cruz, es la segunda isla más grande después de isla Isabela, del archipiélago de las
Galápagos. Es un volcán durmiente cuya última erupción se estima que ocurrió hace 1
millón y medio de años. Como testimonio de su pasado volcánico existen dos enormes
cavidades llamadas "Los Gemelos" que se formaron a partir de una cámara de magma.
Bahía Tortuga está situada en la isla de Santa Cruz en las Galápagos, Ecuador. Puerto
Ayora está alrededor de 20 minutos a pie. En los manglares es muy común encontrar el
cangrejo multicolor caminando, iguanas, tiburones de arrecife de punta blanca y tortugas
gigantes.
Santa Cruz alberga la mayor población del archipiélago en su capital, Puerto Ayora, con
un total de 12000 residentes en la isla. Además de la capital existen pequeños poblados
cuyos habitantes se dedican principalmente a la agricultura y la cría de ganado.
LA GRINGA SIN CABEZA
(Vale la pena señalar que no existen registros oficiales de cualquier incidente ocurriera
alguna vez en la base aérea estadounidense, y en cualquier caso, es poco probable que un
soldado habría tenido una novia estadounidense en la base con él).
Para disfrutar a pleno la visita a Galápagos hay que estar dispuesto a caminar mucho y,
sobre todo, navegar entre isla e isla en pequeños lanchones. En ocasiones, esas travesías
pueden demandar una o dos horas que no siempre garantizan comodidad a quienes se
aventuran. Como sea: vale la pena. Es recomendable elegir in situ las excursiones.
Alrededor del muelle principal de Puerto Ayora está repleto de agencias que ofrecen tours
en los que se puede acordar según los intereses y el tiempo disponible. También es preciso
estar atento a aprovechar el clima cambiante que suele primar en el archipiélago.
Rodeadas de leyendas, las islas Galápagos fueron descubiertas por el obispo Tomás de
Berlanga en 1535. En una carta al rey Carlos I, el prelado resume al describir lo visto:
Muchos lobos marinos, tortugas, iguanas, galápagos, muchas aves de las de España, pero
tan bobas que no sabían huir, e muchas tomaban a manos lo mas della está lleno de piedras
muy grandes, que parece que en algún tiempo llovió Dios piedras.
Aquí, la naturaleza ordena, según los ciclos de las especies, la agenda de interés de los
visitantes. La población, por otra parte, es en general amable y bien dispuesta a guiar los
recorridos.
En Isabela, la más grande de las Galápagos -hay que navegar dos horas para llegar desde
Ayora-, los paisajes costeros repletos de manglares son incomparables, tanto como la
imperdible experiencia de practicar snorkel para ver peces de colores increíbles,
mantarrayas, y pequeños y pacíficos tiburones. También se pueden escuchar las tristes
historias alrededor de la vieja prisión que allí funcionaba a mediados del siglo pasado,
donde peligrosos internos eran obligados a realizar trabajos forzados, entre ellos la
construcción de un muro de piedras que formaría los límites de la propia cárcel.
Otras dos recomendaciones para visitar: Floreana (ver recuadro), habitada por leyendas de
piratas que cazaban tortugas y ballenas, y Fernandina, la isla más remota hacia el Oeste,
con playas de arena negra y reciente actividad volcánica.
En Santa Cruz se concentra el mayor desarrollo turístico con una amplia y diversa oferta,
desde hoteles cinco estrellas hasta económicas habitaciones en casas de familia, pasando
por la posibilidad de hacer noche en alguno de los cruceros que suelen atracar cerca del
muelle principal.
CEMENTERIO DE SAN CRISTOBAL
Cuenta la historia que hace años un personaje de piel roja y contextura gigantesca y como
los habitantes de la isla estaban acostumbrados a la presencia de extranjeros en ese lugar
no le dieron importancia.Este hombre tenía una cabellera larga que le daba por los
hombros semidesnudos, una barba larga que le cubría casi todo el pecho, ojos azules y
encendidos que daba la impresión de algún extraviado personaje de un reino.El señor era
un gran misterio en esta isla porque prácticamente estaba aislado de las personas y se
dedicaba hacer excavaciones para enterrar cosas que nadie supo.A la final murió este
personaje y se dice que en este lugar hay ¡Un tesoro escondido! que este señor había
escondido.
UNIDAD EDUCATIVA
LEOPOLDO MERCADO
CIENCIAS NATURALES