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DINÁMICA

FISICOQUÍMICA DE
AGUAS

Rafael Marín Galvín


Esta publicación está formada por un capítulo del libro:

FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGIA DE LOS


MEDIOS ACUÁTICOS
Autor: Rafael Martín Galvín

(Obra completa publicada por Ediciones Díaz de Santos). Puede ocurrir que en el texto de esta
publicación se haga referencia o citen otras páginas que correspondan a otros capítulos de la
obra completa, esto sería normal al haberse respetado la paginación original.

Obra completa: ISBN 978-84-9969-774-1 (Libro electrónico)


Obra completa: ISBN 978-84-7978-590-1 (Libro en papel)

© Rafael Martín Galvín 2014


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28037 Madrid

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ISBN 978-84-9969-775-8
1
Dinámica fisicoquímica de aguas

1.1. INTRODUCCIÓN

El agua, sustancia esencial tanto para la vida como para la propia civiliza-
ción humana, es el vehículo idóneo donde se desarrollan las complejas reac-
ciones bioquímicas que hacen posible el desarrollo de la actividad vital de
cualquier ser vivo. Además, se trata probablemente del único compuesto que se
puede encontrar en nuestro planeta en los tres estados físicos de agregación de
la materia, líquida, sólida y gaseosa, y en una cantidad considerable: se cifra el
total de agua en la Tierra en unos 1.400 millones de km3, de los cuáles un 3%
del total corresponde a agua dulce.
La provisión global de agua en la Tierra es invariante desde hace miles de
millones de años, estando sometida al denominado «ciclo hidrológico». Este
consiste en una serie de cambios de fase, de características físicas, químicas, y
microbiológicas, e incluso de emplazamiento físico (mares, nubes, glaciares,
ríos, aguas subterráneas) cuyo último efecto es la «renovación» periódica de la
dotación de agua en las grandes acumulaciones o depósitos de ésta existentes en
el planeta: océanos, ríos y lagos, atmósfera y litosfera.
El motor del «ciclo hidrológico» es la radiación solar recibida por nuestro
planeta que provoca la evaporación de cantidades ingentes de agua desde la su-
perficie libre de los océanos y mares (especialmente) hasta la atmósfera, desde
donde revierte depositándose bajo forma de lluvia. En el «ciclo» además, in-
tervienen otros factores como son la evaporación de agua desde el propio te-
rreno, la evapo-transpiración de plantas y seres vivos, e incluso, el balance en-
tre detracción y aporte de agua usada por el hombre (ver Figura 1.1). Con
respecto a esto, el uso que el hombre hace del agua varía dependiendo de la
zona concreta del planeta: desde unos 5-6 l/habitante-día en países subdesa-
rrollados, hasta unas 100 veces más en zonas industrializadas (recuérdense
los casi 600 l/habitante-día consumidos en Norteamérica).

1
2 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

El hombre utiliza el agua en múltiples facetas de su vida cotidiana que pue-


den esquematizarse en los siguientes apartados:

a) Bebida y preparación de alimentos.


b) Riegos agrícolas y explotaciones ganaderas.
c) Industrias: refrigeración y procesos varios.
d) Navegación y comercio fluvial y/o marítimo.
e) Usos deportivos y lúdicos.
f) Evacuación de vertidos y residuos variados.
g) Producción hidroeléctrica, termoeléctrica, etc.

Finalmente, es ilustrativo señalar que, aproximadamente, de cada 100 l de


agua potable apenas 5 l se consumen directamente para bebida en nuestros ho-
gares.
En referencia a la existencia del «ciclo hidrológico» del agua, este da lugar a
cambios importantes en la composición y características del agua, es decir, en su
dinámica. A ello nos vamos a referir en los puntos siguientes de este Capítulo y
en los de los próximos Capítulos 2 y 3, englobándolos bajo la denominación de
«Dinámica Físicoquímica» y «Microbiología» de las aguas, respectivamente, fi-
nalizando con un Capítulo 3 dedicado a hablar sobre un tema tan apasionante
como es el de la «Regulación de sustancias químicas en medios acuáticos», in-
fluida tanto por aspectos fisicoquímicos como microbiológicos y biológicos.

Atmósfera 14 · 103 km3; 0,001 % sobre total

(e) (p) (e) (e) (e) (e)

(p) Vegetación

(s) (pnr) (p)

Glaciares-nieve Ríos y lagos


24 · 106 km3; 1,65 % 281,2 · 103 km3; 0,019 %

(f) (es)

Suelo 85 · 103 km3; 0,006 %

(c) (ac) (fs) (es) (p)

Aguas subterráneas Océanos-mares


5 · 107 km3; 4,12 % (fs) 1,4 · 109 km3; 94,199 %

FIGURA 1.1. Ciclo hidrológico: principales flujos implicados: (p) precipitación;


(e) evaporación; (f) fusión; (c) percolación; (ac) ascenso capilar; (es) escorrentía;
(fs) flujo subterráneo; (s) sublimación; (pnr) lluvia no retenida por la vegetación.
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 3

1.2. PROPIEDADES FÍSICAS Y QUÍMICAS DEL AGUA

El agua líquida parece estar formada por asociaciones de moléculas de 2, 3


y hasta 12 unidades [H20]n estando dotada de una estructura tridimensional fluc-
tuante, mientras que el hielo es una mezcla de cuatro isómeros distintos, com-
puestos a su vez de diferente número de moléculas y/o con diferente estructura.
Además, desde el punto de vista isotópico los átomos de H y O pueden co-
rresponder a especies «1H», «2H», «16O», «17O» y «18O», mayoritariamente.
De densidad aproximadamente igual a la unidad (en concreto, 0,9999 g/cc a
20 oC) su tensión superficial varía con la temperatura, disminuyendo desde
75,5 din/cm a 0 oC hasta un valor nulo en el punto crítico (aquél en que coexis-
ten los tres estados físicos de la sustancia); también la densidad cambia con los
gases disueltos y con la presencia de otras sustancias presentes en el líquido.
Por otro lado, el agua es poco compresible, teniendo una alta capacidad ca-
lorífica con un mínimo entre 34 oC y 35 oC. Esta circunstancia actúa como
bomba de calor en la regulación del clima de la Tierra, de forma que los océa-
nos se comportan como termostatos en los que se experimenta un tránsito de
energía desde las aguas cálidas hacia las zonas frías, y viceversa.
Desde la óptica puramente físicoquímica la conductividad eléctrica del
agua pura es muy baja, del orden de 0,05 · 10–6 Ohm–1 · cm–1, pero cualquier
electrólito disuelto en ella la hace más conductora, tanto más cuánto más diso-
ciado esté. En este sentido, la conductividad, y por tanto, el contenido salino de
un agua natural fluyente (arroyos, ríos) suele ir incrementándose a través de su
recorrido sobre el terreno, integrando cada vez más cantidad de sales en su seno.
Además, el agua posee una muy alta reactividad química, que se pone de ma-
nifiesto en su alto poder de disolución de materiales. Como ejemplo, compárese
la Tabla 1.1 que presenta los contenidos en iones mayoritarios encontrados en
la investigación de un agua ultrapura, con mínima interacción con el terreno,
como la del deshielo de un glaciar de Noruega, con la Tabla 1.2 que recoge el
contenido medio de algunos cationes, aniones y gases en el agua del océano
(tiempos de interacción agua-terreno del orden de miles de años). Obsérvese el
relativamente alto contenido en Fe y Al del agua glaciar, como metales, y
el mayoritario de sulfatos dentro de los aniones.
Cualquier proceso de disolución implica el cambio en propiedades físicas y
químicas de la disolución ya constituida con respecto tanto al soluto como al
propio disolvente. En el caso del agua existen dos tipos de interacciones solu-
to-disolventes:

a) la inducida por aquellos solutos que «refuerzan» la estructura del agua; y


b) la producida por los solutos que la «rompen» o la distorsionan drástica-
mente.

Los primeros suelen ser compuestos no iónicos como hidrocarburos y en


general, moléculas no polares. Estas se sitúan en el límite del enlace de hidró-
4 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

TABLA 1.1. Agua de deshielo. Glaciar de Jostedalsbreen


(Noruega, 2002).

Anión μg/l Catión μg/l

SO42– 640 Ca 200


Cl– 220 Mg 100
PO43– <100 Fe 115
NO3– <100 Na <100
NO2– 40 K 50
F– 10 Al 46
Br– <10 Mo, Hg, Pb <0,5

TABLA 1.2. Composición media aproximada del agua oceánica.

Anión mg/l Catión mg/l Gas mg/l

Cl– 19.000 Na 10.600 N2 13


SO4= 2.600 Mg 1.300 O2 8
HCO3– 140 Ca 400 Ar 0,6
Br– 65 K 380 Ne 3 · 10–4
BO2– 19 Sr 8 Kr 3 · 10–4
SiO4= 9,8 Li 0,2 Xe 1 · 10–4
NO3– 2,0 Rb 0,12 He 5 · 10–6
F– 1,3 Ba 0,03 Rn 9 · 10–16
PO43– 0,2 Al, Fe (*)
Zn, Mo 0,01
I– 0,05 Se 0,004

(*) Para cada metal individual.

geno, reforzando el enlace H-agua. Los segundos, sustancias de carácter polar,


provocan en el líquido reacciones complejas, debido a interacciones eléctricas.
Actúan sobre la estructura tridimensional «normal» del agua, provocando fe-
nómenos de hidratación mediante fuerzas de corto alcance, e interacciones
eléctricas de largo alcance conocidas como «fuerzas de Coulomb».
Dentro de las principales propiedades del agua debe mencionarse la solu-
bilidad de gases en ella, que se rige por la ley de Henry: a una temperatura
dada, el volumen de un gas disuelto en un líquido es proporcional a la presión
parcial del gas.
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 5

Otro tipo de sistemas de interés en el agua son los sistemas «coloidales»


(cuya eliminación constituye una parte fundamental del tratamiento industrial
del agua, como se verá más adelante). Estos sistemas no son disoluciones ver-
daderas, estando compuestos de partículas cuyo diámetro oscila entre 0,1 y
0,001 μm, y que poseen carga eléctrica, lo que les permite adsorber iones del
mismo signo que el del electrolito, el cual estabiliza eléctricamente a la par-
tícula coloidal.
Para terminar esta introducción al comportamiento físico y químico del
agua, menciónese el ataque químico del líquido a las rocas y minerales en un
medio natural, el cual se puede producir de diferentes formas y considerando
dos parámetros «clave», el pH y el EH.

a) Hidratación, o penetración del agua dentro de la red reticular del cristal,


formando compuestos químicos denominados «hidratos» (por ejemplo
el caso del CaSO4).
b) Hidrólisis, o descomposición mutua entre la sal que se disuelve y el
agua.
c) Óxido-reducción. Este es un proceso que se da tanto en la zona de in-
filtración, donde coexisten aire y agua, como en el agua libre: implica el
tránsito de electrones. El equilibrio redox se da entre el O2 aportado por
el aire disuelto en el agua que se infiltra, y el consumo del gas en pro-
cesos de oxidación de las sustancias reductoras existentes en el medio.
d) pH, o concentración relativa de iones H+ en el agua, que puede provocar
reacciones de disolución de las sales presentes en rocas y minerales, so-
bre todo en condiciones ácidas. En este momento conviene acordar el
fenómeno de la «lluvia ácida» asociado a los efectos derivados de la
contaminación ambiental. Esta viene provocada por las emisiones de
óxidos de azufre y nitrógeno a la atmósfera, provenientes de la quema
de combustibles fósiles, que reaccionan con el agua atmosférica for-
mando ácidos sulfúrico y nítrico.
e) EH, o potencial redox de un agua, que mide la capacidad global de pro-
ceder por sí misma a la oxidación o reducción de sustancias. En este
sentido, y como se verá más adelante, un agua en estado óxico es capaz
llevar a cabo la oxidación de sustancias en bajo estado de oxidación
(p.e., Fe2+ a Fe3+, o NO2– a NO3–) mientras que un agua anóxica pro-
mueve la reducción de especies en alto estado de oxidación en contacto
con ella (p.e., SO42– a S2–).

La acción del agua sobre los minerales y rocas (también sobre los gases) da
lugar a una dinámica o evolución de los elementos químicos y sus compuestos
bien simples bien complejos en su seno. Pasemos revista ahora a los aspectos
puramente químicos del agua, es decir, a esta «dinámica físicoquímica» de un
agua, con referencia tanto a un agua natural como a un agua usada (residual do-
méstica o industrial).
6 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

1.3. TEMPERATURA, COLOR, OLOR-SABOR

a) Temperatura

La temperatura de un agua se establece por la absorción de radiación en las


capas superiores del líquido, estando ligada a la energía cinética media de sus
moléculas. Las variaciones de temperatura afectan a la solubilidad de sales y
gases en agua y, en general, a todas sus propiedades, tanto químicas como a su
comportamiento microbiológico.
Aunque la temperatura de un agua superficial está ligada a la irradiación re-
cibida, la de las aguas profundas de embalses y lagos de nuestras latitudes ex-
perimentan una secuencia cíclica caracterizada por dos períodos:

a) uno de «mezcla térmica» con temperatura similar en profundidad y


b) otro de «estratificación térmica» con aguas más cálidas en superficie y
más frías en el fondo e imposibilidad de mezcla vertical de capas de
agua (ver Figura 1.2).

Estos períodos rigen las características fisicoquímicas de la masa de agua en


cada caso. Además, ha de comentarse que de acuerdo con la dinámica en el
comportamiento de la temperatura del agua de un lago a lo largo de un año, es-
tos pueden dividirse en:

a) Amícticos, que no tienen cambios térmicos apreciables entre el exterior


y el interior del agua. Característico de estos lagos es el poseer una
capa de hielo permanente en superficie, y en su interior una temperatu-
ra baja y constante. Son típicos de latitudes polares.
b) Monomícticos fríos, con temperatura siempre inferior a los 4 oC en las
capas superficiales incluso en la estación cálida. En la estación fría se
hallan cubiertos por una capa de hielo.
c) Monomícticos calientes, con temperatura tanto en superficie como en el
fondo superior a los 4 oC. Estos lagos poseen un período de estratificación
térmica en verano y otro de circulación durante la estación fría.
d) Dimícticos, los cuales presentan dos períodos de estratificación térmica,
uno en verano y otro en invierno, con otros dos períodos de circulación
entre estos.
e) Oligomícticos, con agua siempre caliente a cualquier profundidad y
períodos de circulación térmica muy raros. Se trata de lagos de zonas
tropicales.
f) Polimícticos, con varios períodos de circulación térmica distribuidos a lo
largo del año. Son lagos de regiones intertropicales.

Para las aguas subterráneas, su temperatura depende del terreno que drenan,
naturaleza de las rocas, profundidad de la surgencia y fenómenos magmáticos
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 7

que puedan existir. En este sentido, coméntese que según la Ley de Minas de
nuestro país, «son aguas termales aquéllas cuya temperatura de surgencia
sea superior en 4 oC a la media anual del lugar donde alumbren».
Desde el punto de vista del consumo humano, el agua es más agradable
cuanto menor es su temperatura, con un óptimo situado entre 12 oC y 16 oC.
Asimismo, turbidez y color de un agua están ligados indirectamente a la
temperatura, siendo paralelos y en el mismo sentido grosso modo los aumentos
de las tres variables.
Por otro lado, una más baja temperatura dificulta la coagulación, sedimen-
tación y filtración de un agua en fase de potabilización (ver Capítulo 4). De for-
ma opuesta, una temperatura más alta favorece la esterilización. En este senti-
do, la formación de trihalometanos (tóxicos formados por cloración de
sustancias húmicas presentes en un agua bruta sin tratar) se incrementan tam-
bién con la temperatura del agua.
Por último, la temperatura de un efluente a un cauce natural puede afectar
drásticamente su biología y microbiología induciendo cambios dramáticos de
poblaciones bacterianas y organismos superiores. Efluentes industriales con
temperaturas altas suelen ser los de industrias del sector alimentario (conser-
veras, cerveceras) y otras como fábricas de papel, industrias químicas, texti-
les, etc.

–2

–4
Profundidad (m)

–6

–8

–10
Marzo 1990
Julio 1990
–12
10 15 20 25
T/°C

FIGURA 1.2. Perfil de temperaturas en el embalse de Guadanuño (Córdoba, 1,6 hm3)


Círculos vacíos, período de mezcla térmica; círculos llenos, estratificación térmica.
8 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

b) Color

El color de un agua se debe, fundamentalmente, a diferentes sustancias


coloreadas existentes en suspensión o disueltas en ella. En aguas naturales
el color proviene de las numerosas materias orgánicas procedentes de la
descomposición de vegetales, así como de diversos productos y metaboli-
tos orgánicos que habitualmente se encuentran en ellas (coloraciones ama-
rillentas). Además, la presencia de sales solubles de Fe y Mn (aguas sub-
terráneas y superficiales poco oxigenadas) también produce un cierto color
en el agua. En aguas naturales de lagos y embalses suele existir una rela-
ción directa entre color y pH, de forma que cuando aumenta el segundo lo
hace el primero. En estos medios, el color del agua profunda durante la
época de estratificación térmica es marcadamente más alto que el del agua
superficial.
Por otro lado, las coloraciones rojizas observadas a veces en aguas de be-
bida proceden de acumulaciones de hierro, y las negras, de las de manganeso
divalentes que se oxidan por la presencia de cloro u otros agentes oxidantes, ge-
nerándose la correspondiente precipitación de oxihidróxidos coloreados poco
solubles. Otras veces, el color procede de la oxidación de las propias conduc-
ciones de agua de consumo público, que si son de cobre provocan coloraciones
verdosas y azuladas. En este sentido, la importancia del color en el agua de con-
sumo es fundamentalmente de carácter organoléptico: cuando sólo se dispone
para el consumo de agua coloreada, ineludiblemente se la asocia a agua «no
adecuada» para la salud. En todo caso, la mayor parte de los individuos perci-
ben niveles de coloración a partir de unos 15 mg/l de Pt-Co.
Respecto a aguas residuales industriales, estas suelen presentar colora-
ciones en función de la actividad industrial que desarrollen: fábricas de pasta
de papel evacúan aguas parduzcas debido a la lignina; las aguas de mataderos
son rojizas por la sangre; las lecherías y derivados lácteos producen aguas
blancuzcas, etc.
Finalmente, en tratamiento de aguas, dígase que aguas fuertemente colo-
readas, ofrecen más resistencia a la acción desinfectante y oxidante del cloro y
otros desinfectantes usados para su tratamiento.

c) Olor-sabor

Fisiológicamente, los sentidos del gusto y el olfato están íntimamente rela-


cionados ya que las papilas linguales y las olfativas detectan estímulos simul-
táneos y complementarios. Solamente existen cuatro sabores básicos: ácido, sa-
lado, dulce y amargo. Todos los demás sabores se obtienen por interacción de
estos reseñados.
Si bien para una sustancia aislada debe existir, y de hecho existe, una rela-
ción entre olor/sabor y concentración en el agua, esta situación no ocurre ha-
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 9

bitualmente. Es muy raro que las sustancias productoras de olor y sabor se en-
cuentren aisladas en un agua. Si eso ocurriera, se podría relacionar la intensidad
del olor/sabor con la concentración de la sustancia productora en el agua, por
ejemplo, mediante la fórmula de Weber-Frechner:

I = k · log C (1.1)

donde «I» es intensidad, «C» concentración y «k» un término de proporciona-


lidad constante. En la situación habitual, las sustancias con capacidad de pro-
ducir olor/sabor en un agua pueden interactuar en tres formas:

a) Aditividad: o suma simple de olores/sabores.


b) Sinergismo: o incremento del olor/sabor con respecto a la suma simple
de los individuales.
c) Antagonismo: o reducción del olor/sabor resultante con relación a lo es-
perado por adición simple.

La cloración de aguas para bebida que porten cantidades apreciables de ma-


terias orgánicas producen aguas con problemas de olor y sabor, poco apreciadas
por el consumidor que automáticamente identifica estos problemas con exceso
de cloro en el agua, lo que no es la verdadera causa.
Las fuentes de sabores y olores en un agua responden a dos orígenes: «na-
turales y artificiales». Respecto a las primeras incluyen gases, sales, compues-
tos inorgánicos, compuestos orgánicos y compuestos procedentes de la activi-
dad vital de los organismos acuáticos. Los compuestos productores de
olor/sabor de origen artificial pueden ser también orgánicos e inorgánicos y es-
tán probablemente más definidos, al poder identificarse la fuente concreta pro-
ductora del problema. Pasemos revista brevemente a ambos.

Compuestos inorgánicos

El H2S, con su típico olor a huevos podridos en concentración alta y a


moho o pantano en concentraciones bajas, es suficientemente conocido. Se
suele detectar en aguas poco oxigenadas y en aguas profundas de lagos durante
la estratificación térmica (verano-otoño). Asimismo, la mayoría de las sales y
minerales producen olor salado o metálico en un agua, siendo el umbral de per-
cepción tremendamente subjetivo. Metales que habitualmente producen sabores
en un agua son Fe, Mn y Zn; mientras entre los aniones, deben citarse F–, Cl–,
SO4=, HCO3–, y NO3–.
Es típico también el sabor que produce en el agua el cloro o hipoclorito usa-
do en su tratamiento, especialmente si el agua a tratar lleva compuestos fenó-
licos (sabor a clorofenoles, o «medicamentoso»).
10 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

Compuestos orgánicos

De entre los de origen natural cítense los siguientes:

a) Geosmina, aceite neutro de fórmula C12H22O con un olor terroso o le-


ñoso, producido por especies de Actinomicetos.
b) Mucidona, metabolito de fórmula C12H18O2 con persistente olor a moho.
Otros odorantes típicos pueden ser metil-isoborneol, metilmercapta-
nos, sulfuro de dimetilo, etc.

Además, benceno y sustancias afines tienen tanto origen natural como in-
dustrial y no se perciben en un agua salvo que estén en concentraciones altas.
Finalmente, menciónese a los detergentes debido a los perfumantes que con-
tienen.
Desde otro punto de vista, los organismos potencialmente productores de
olor/sabor en las aguas son prácticamente todos los que pueden vivir en ellas, es
decir, algas, hongos, bacterias, cianofíceas, organismos zooplanctónicos y en
general, los encargados de llevar a cabo la putrefacción de materias orgánicas y
su descomposición.
Finalmente, la incidencia y problemática asociada a los olores y sabores en
el agua de consumo humano viene marcada por dos aspectos: pH y temperatu-
ra. Esto es debido a que, generalmente, las sustancias con incidencia organo-
léptica suelen estar afectadas por un equilibrio ácido-base en que sólo una de
las formas es la que produce el problema. Además, cualquier sustancia que pro-
voque olor/sabor acentúa esta circunstancia cuando su presión de vapor y su vo-
latilidad son más altas, es decir, cuando la temperatura del agua también lo es.
Como complemento al tema, la Tabla 1.3 recoge algunos olores-sabores típicos
potencialmente detectados en aguas.

TABLA 1.3. Olores/sabores típicos de las aguas.

Olores Sabores

Aromático (especies, limón, etc.) Amargo


Balsámico (flores diversas) Metálico
Clorado Salado
Hidrocarburos Medicinal
Medicinal Terroso
Sulfuroso Mohoso
Terroso Otros
Fecal
Mohoso (cieno, fango, otros)
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 11

1.4. TURBIDEZ-TRANSPARENCIA, RESIDUO SECO,


CONDUCTIVIDAD

a) Turbidez-transparencia

La presencia de materias diversas en suspensión, arena, limos, coloides orgá-


nicos, plancton y otros organismos microscópicos da lugar a la turbidez en un agua.
Estas partículas (de dimensiones variables, desde 10 nm hasta diámetros del orden
de 0,1 mm) se pueden asociar a tres categorías: minerales, partículas orgánicas hú-
micas (provenientes de la descomposición o agregación de restos vegetales), y par-
tículas filamentosas (por ejemplo, restos de amiantos u otros filosilicatos).
Las primeras provienen de la erosión de suelos y rocas, suelen estar reves-
tidas de restos orgánicos, y conforman la fracción más importante de las ma-
terias en suspensión de la mayoría de las aguas naturales. Los aportes de aguas
turbias de escorrentía en época de lluvias ricas en materias minerales causan au-
mentos de turbidez en aguas de ríos y embalses. Además, las algas en época de
su floración también pueden provocar incrementos importantes de turbidez
en medios hídricos naturales.
Desde el punto de vista del agua de consumo humano, se suelen correla-
cionar valores altos de turbidez con la aparición de bacterias y virus. Por otro
lado, los compuestos orgánicos productores de turbidez poseen un notable
efecto adsorbente sobre los posibles plaguicidas y pesticidas en general exis-
tentes en un agua, dificultando de esta forma su eliminación, además de poder
formar quelatos con metales, incrementando la resistencia a la reducción de es-
tos en el posterior tratamiento del agua.
En las aguas naturales, la turbidez suele evolucionar en el mismo sentido al
del aporte de aguas de escorrentías al medio hídrico, a su vez provocada por la
existencia de precipitaciones, especialmente si estas son de carácter torrencial
o se producen en terrenos susceptibles de una fácil erosión. Si el medio acuático
es suficientemente profundo, los fenómenos de sedimentación natural provo-
carán el descenso del valor de turbidez como un efecto dilatado respecto al tér-
mino de los períodos de lluvias.
En embalses y lagos, el período de mezcla (invierno-primavera) viene ca-
racterizado por una alta turbidez en toda la columna de agua, mientras que du-
rante la estratificación térmica (verano-otoño) las aguas superficiales presentan
baja turbidez, la cual va incrementándose con la profundidad del agua.
Cuando se trata de aguas residuales (bien domésticas bien industriales)
éstas presentan altos valores de turbidez motivados por el contenido en dife-
rentes sustancias en suspensión, en gran parte de carácter orgánico, que alber-
gan estas aguas usadas. En este caso, en realidad no se usa la medida de turbi-
dez, sino la de «sólidos» (sedimentables o en suspensión) para indicar el
contenido en sustancias orgánicas y/o minerales presentes en el medio. Res-
pecto a la transparencia, es una medida muy empleada en estudios limnológicos
y marinos, encontrándose muy afectada por las floraciones algales en la masa
12 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

de agua y constituyendo además una medida de la capa fótica o de producción


primaria del medio acuático. Finalmente, los valores de transparencia en lagos
y embalses de nuestras latitudes suelen oscilar entre 1 y 5 m.

b) Residuo seco

Se lo puede definir como la cantidad de sales totales, así como de materias


orgánicas de tamaño muy pequeño que contiene un agua. Los iones mayorita-
rios que forman las sales disociadas en un agua suelen ser HCO3–, CO3=, Cl–,
SO4=, NO3–, Ca2+, Mg2+, Na+ y K+. Tanto residuo seco como conductividad (que
se verá después) informan sobre el contenido salino de un agua.
Atendiendo al valor de su residuo seco a lo largo de su recorrido, un río
puede clasificarse en tres categorías:

1) Ríos en que el residuo seco no varía apenas en su recorrido. Se trata de


ríos cortos y con aguas ya muy salinas en cabecera.
2) Ríos que aumentan su contenido en sales desde su nacimiento hasta su
desembocadura (incluyéndose aquí la mayoría de los ríos).
3) Ríos en que disminuye el valor de residuo seco a lo largo de su cauce, a
causa de recibir afluentes de baja mineralización.

En general, los ríos suelen presentar más altos valores de residuo seco du-
rante la época seca a causa de la fuerte evaporación experimentada en estos pe-
ríodos por las masas de agua. Las aportaciones por escorrentías pueden, por el
contrario, operar tanto aumentando como disminuyendo el residuo seco, en fun-
ción de la tasa de dilución y fenómenos de sedimentación experimentados. Esto
también es aplicable a lagos y embalses.
Por otro lado, las aguas subterráneas poseen contenidos en sales disueltas
más altos en general que los de las aguas de superficie a consecuencia del tiem-
po de contacto sustancialmente más dilatado entre agua y terreno.
Desde el punto de vista del consumo humano, el uso de aguas que contengan
más de 1.000 mg/l de sólidos totales en disolución es desaconsejable tanto por
las propias sales, como por su efecto productor de sabores salinos o salobres. En
este sentido, es habitual el fenómeno del ligero incremento de la salinidad del
agua de consumo público a lo largo de las redes de distribución de aguas con
respecto al contenido salino del agua a la salida de la estación de potabilización,
más acusado a medida que la red de distribución tenga más longitud.

c) Conductividad

La conductividad es consecuencia de los electrolitos que lleva disueltos un


agua y presenta, lógicamente, un valor muy bajo en un agua pura (unas pocas
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 13

centésimas de μS/cm). Además, se comprende que exista una relación entre


conductividad y cantidad de electrolitos que contenga un agua, es decir, el re-
siduo seco ya comentado más arriba. Concretamente, en un agua natural no
contaminada se cumple que el valor del residuo seco, en mg/l, oscila entre 0,5
y 1,0 veces el valor de conductividad, expresada en μS/cm (Figura 1.3).
La conductividad de un agua natural está mediatizada por el terreno que
atraviesa y por la posibilidad de disolución de rocas y materiales, el tipo de sa-
les presentes, el tiempo de disolución, temperatura, gases disueltos, pH, EH y
toda la serie de factores que pueden afectar la solubilidad de un soluto en
agua. A título informativo, las conductividades de las aguas de la zona medi-
terránea de la Península Ibérica (terrenos fundamentalmente calizos) suelen ser
estadísticamente más altas que las que presentan las aguas del resto granítico de
aquélla (>1.000 μS/cm frente a <500 μS/cm, respectivamente).
Con relación a embalses y lagos, la conductividad durante el período de
mezcla de aguas suele ser más baja que en el período de estratificación térmica
y, en esta situación, las aguas anóxicas del fondo pueden presentar valores más
elevados de conductividad que las de superficie (ver Figura 1.4). Por otra par-
te, la conductividad del agua de océanos y mares es de uno a tres órdenes de
magnitud más alta que la de las aguas continentales.
Finalmente, un agua residual presenta, lógicamente, un valor de conducti-
vidad superior al del agua de consumo de la que procede; en general, hasta un
orden de magnitud más alta si tiene un componente residual doméstico mayo-
ritario. Si se trata de agua residual industrial la conductividad se incrementará
mucho más: por ejemplo, aguas de industrias metalúrgicas, papeleras y vertidos
no tratados de mataderos.

Rseco = (cond x 0,702) – 7,68

900
Coeficente 11
de correlación = 0,974
Residuo seco (mg/l)

3
700 10

500
4
9
6 5
300 7

1
2
100

100 300 500 700 900 1.100


Conductividad (μS/cm)

FIGURA 1.3. Relación práctica entre «residuo seco = f(conductividad)» para varias
aguas naturales de la provincia de Córdoba: (1, 2) aguas de embalses; (3, 4) aguas del
río Guadalquivir; (5-11) aguas subterráneas.
14 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

250

Conductividad (μS/cm)

200

150

100
Enero Marzo Mayo Julio Sept. Nov.
FIGURA 1.4. Variación anual de conductividad en el embalse del Guadalmellato
(Córdoba, 147 hm3). Triángulos, año 1980; círculos, año 1990; vacíos, aguas de
superficie; llenos; aguas de fondo.

1.5. pH, OXÍGENO DISUELTO, POTENCIAL REDOX

a) pH

El pH de un agua se debe sobre todo al equilibrio carbónico y a la activi-


dad vital de los microorganismos acuáticos. Respecto a lo primero, la se-
cuencia de equilibrios de disolución de CO2 en un agua, y la subsiguiente di-
solución de carbonatos e insolubilización de bicarbonatos, alteran
drásticamente el pH de cualquier agua. Asimismo, la actividad fotosintética re-
duce el contenido en CO2 mientras que la respiración de los organismos hete-
rótrofos produce dióxido de carbono causando un efecto contrario con respecto
al pH del medio acuático.
Por otro lado, el aporte de ácidos que naturalmente pueden acceder a un
medio hídrico lo podría acidificar: así, por ejemplo el HS2 formado en aguas
poco oxigenadas y con fuerte ambiente reductor, o los ácidos húmicos (ácidos
débiles) provenientes de la mineralización de la materia orgánica. Tampoco
debe olvidarse el fenómeno de la lluvia ácida. Efectos de alcalinización natural
de un agua, de forma opuesta, pueden detectarse vía disolución de rocas y
minerales de metales alcalinos y alcalinotérreos del terreno drenado por el
agua.
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 15

En cualquier caso, el valor de pH de las aguas superficiales se encuentra en


el intervalo de 6,0 a 8,5 u. pH, pudiendo las aguas subterráneas presentar más
bajos valores que las superficiales.
En lagos y embalses, el pH experimenta una evolución espacial y temporal
ligada a la dinámica térmica y fisicoquímica del lago, de forma que esta varia-
ble disminuye a lo largo de la columna de agua. Además, durante la mezcla la
variación es de apenas 0,1 a 0,15 u. pH desde la superficie al fondo; en cambio,
durante la estratificación térmica, en las aguas superficiales ricas en fitoplanc-
ton (que metaboliza CO2) se hallan valores de pH bastante más altos que en
profundidad. En estas últimas zonas, pobres en oxígeno y con abundantes mi-
croorganismos anaerobios, los valores de pH son más bajos, del orden de 1,0 u.
pH inferiores a los de las aguas de superficie.
Respecto a los vertidos de aguas residuales, sus valores de pH pueden os-
cilar mucho. Así, aguas residuales domésticas exhiben pHs algunas décimas in-
feriores a los del agua potable de procedencia; los vertidos industriales, por el
contrario, presentan diferentes valores en función de la actividad industrial
que los genera: aguas de minería, industrias metalúrgicas e industrias químicas
suelen tener carácter ácido, mientras que las aguas de minas calcáreas o aguas
de industrias de bebidas no alcohólicas exhiben carácter básico.
Con relación al agua de consumo, aguas con valores extremos de pH pue-
den provocar irritaciones de las mucosas y órganos internos, e incluso procesos
de ulceración. Asimismo, aguas con pHs<7 favorecen procesos corrosivos en la
red de distribución de aguas y la aparición de condiciones fisicoquímicas que
permiten la formación de HS2 en casos extremos, mediante concurso micro-
biano. Finalmente, otro efecto asociado al pH de un agua de consumo es que
valores altos se encuentran generalmente asociados a aguas coloreadas y/o
con presencia de olores/sabores, siendo, por tanto, no agradables para el con-
sumidor.

b) Oxígeno disuelto

Gas muy relevante en dinámica de aguas, su solubilidad (como la de cual-


quier gas) es función de varios factores: temperatura, presión, coeficiente de so-
lubilidad, tensión de vapor, salinidad y composición fisicoquímica del agua, si-
guiendo las leyes de Henry y Dalton. Además, el porcentaje de saturación de O2
de un agua depende de la turbulencia, de la superficie de contacto entre gas y
agua y, finalmente, de su contenido salino, especialmente del contenido en clo-
ruros, como se deduce de la fórmula siguiente:

O2 disuelto = [0,678 · (P-Vp) · (1-S · 10–5)/(t + 35)] (1.2)

siendo «P» presión atmosférica en mm de Hg, «Vp» presión de vapor en mm de


Hg, «S» concentración de cloruros en mg/l y «t» temperatura en oC.
16 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

Las aguas corrientes superficiales no contaminadas suelen estar bien oxi-


genadas, e incluso sobresaturadas (>7-8 mg/l de O2) debido tanto al intercam-
bio gaseoso atmósfera-agua, como a la actividad fotosintética. De esta forma, la
oxigenación en un agua natural es más acusada durante el día que en la noche,
puesto que en ausencia de iluminación cesa la fotosíntesis, mientras que el con-
sumo de O2 en funciones respiratorias se mantiene.
En lagos y embalses de cierta profundidad existe una dinámica en la evo-
lución espacial y temporal de O2, profusamente estudiada, y que está relacio-
nada con los períodos de mezcla y estratificación térmicas experimentadas
por los lagos.
Durante la mezcla, la masa de agua se encuentra globalmente bien oxige-
nada (unos 7 mg/l de O2 disuelto). Durante la estratificación, las aguas de fondo
son pobres en oxígeno (<2 mg/l) mientras que las superficiales presentan altos
niveles de O2 (>7-8 mg/l). Esta secuencia de oxigenación-desoxigenación arras-
tra otras ligadas al aspecto oxidante del gas con relación a las sustancias pre-
sentes en la masa acuática. En este sentido, se comprueba una relación directa
entre aguas poco oxigenadas y altos contenidos en Fe2+, Mn2+, amonio y fósfo-
ro, procedentes de la solubilización reductiva de compuestos oxidados y en
fase sólida existentes en el fondo y sedimentos del lago (sales de Fe3+, Mn4+, así
como materias orgánicas ricas en C, N y P) debido a acciones microbianas y
reacciones electroquímicas. Finalmente, cuando la oxigenación retorna a ser ele-
vada, se da la precipitación de sustancias en alto estado de oxidación a través de
fenómenos opuestos a los anteriores y de carácter ahora oxidativo.
Respecto a las aguas subterráneas, suelen estar poco oxigenadas ya que el in-
tercambio gaseoso con la atmósfera es nulo, la producción fotosintética también
y puede existir algún consumo del poco gas existente en un principio mediante
fenómenos oxidativos de materias orgánicas presentes en estos medios.
En aguas de consumo humano, si bien puede ser conveniente su riqueza en
oxígeno a fin de evitar fenómenos de anaerobiosis en la red de distribución, por
el contrario, una alta tasa de O2 en tuberías de distribución puede contribuir a
fenómenos de corrosión de materiales metálicos, que sirven a su vez de meca-
nismo de retroalimentación para el desarrollo de bacterias del Fe y del Mn, que
pueden provocar efectos de coloración y turbidez en el agua de consumo.
Llegado este punto es interesante señalar la evolución de la oxigenación de
un cauce natural al que accede un vertido residual rico en materias orgánicas.
Aquí se pueden distinguir tres zonas:

a) zona de degradación,
b) zona de descomposición, y
c) zona de recuperación (ver Figura 1.5).

En a) se inicia la descomposición bacteriana de la materia orgánica, decre-


ciendo la oxigenación del agua a un 40% de la de saturación. En b) el O2 ape-
nas existe, se producen desprendimientos de gases y las aguas presentan as-
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 17

10

8
O2dis. (mg/l)

4
A D
2 C
B
0
Distancia desde el foco poluente
FIGURA 1.5. Evolución de la oxigenación en un cauce contaminado con la distancia
del foco contaminante. (A) zona de degradación; (B) zona de descomposición;
(D) zona de recuperación; (C) punto de máxima desoxigenación. Las líneas horizontales
circunscriben los valores de O2 disuelto alrededor del 40% de saturación.

pecto pardo o negruzco. Por último, en c) (que se dilatará más cuanto más con-
taminación acceda al río) comienza a oxigenarse el agua, ya que la producción
fotosintética de O2 supera al gastado en la descomposición bacteriana de ma-
teria orgánica.

c) Potencial redox

Esta magnitud mide la capacidad global de un agua de proceder por sí


misma a la oxidación o reducción de sustancias. Es decir, un agua con un ele-
vado potencial redox contendrá apreciable cantidad de oxígeno (ver Figura 1.6),
siendo «rica» en compuestos en estado oxidado: Fe y Mn en sus estados supe-
riores de oxidación, sulfatos, nitratos, fosfatos, y materia orgánica, y estando, en
general, fuertemente mineralizada. Por contra, un agua con bajo potencial redox
contendrá abundantes compuestos en estado reducido, apenas oxígeno y sí
sulfuros, amoníaco y materias orgánicas difícilmente mineralizables.
El potencial redox de un agua puede expresarse bien como potencial redox
«EH», o bien por el «rH», estando ambas variables relacionadas:
rH = [EH/0,03] + 2pH (1.3)
siendo «rH» el logaritmo cambiado de signo de la presión parcial de hidrógeno
en el agua. Además, si se tiene en cuenta que de acuerdo al equilibrio gaseoso
teórico de un agua, el producto de la presión parcial de oxígeno por el cuadra-
do de la presión parcial de hidrógeno es igual a 10–82, se deduce que el rH va-
riará entre 0 y 41. Valores altos de rH implican una alta oxigenación del agua y
alto potencial de oxidación. Por contra, valores bajos de rH implican abun-
dancia de hidrógeno y condiciones reductoras.
18 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

(a) EH = –208,34 + 82,02 log (%O2) (b)


–20 100
–40 0
–60 –100
EH (mV)

EH/mV
–80 –200
–100 –300
–120 –400
–140 –500
–160 –600
0 1 2 3 –20 0 20 40 60 80 100120140
log (%O2) %O2

FIGURA 1.6. Relación entre potencial redox y oxigenación. (a) relación EH vs log
(%O2) en aguas preparadas sintéticamente: círculos blancos, aguas de alto contenido
salino (conductividad = 1.700 μS/cm); círculos negros, aguas de contenido salino
medio (conductividad = 600 μs/cm); triángulos, aguas de bajo contenido salino
(conductividad = 300 μS/cm). (b) relación EH vs %O2 en aguas residuales en curso de
depuración en una EDAR.

El uso del potencial redox en aguas residuales y en sus procesos de depu-


ración es amplio (ver Figura 1.7). De este modo, aguas residuales urbanas re-
cientes presentan un EH próximo a 100 mV. Aguas de fosas sépticas y otras so-
metidas a putrefacciones y ambientes reductores muy acusados presentan EH
inferiores a –40 mV. Por otro lado, valores de rH>25 caracterizan un medio
oxidante, rH entre 15 y 25 corresponden a un medio aireado de aguas bien oxi-
genadas, mientras aguas situadas en la zona de transición entre medio aireado y
anaerobio exhiben valores de rH entre 13 y 15, y aguas con rH inferiores a 13
corresponden a medios claramente reductores (aguas sépticas y nauseabundas).

20

15
rH

10

0
Waste Settled Treated

FIGURA 1.7. Variación del rH en aguas residuales en curso de depuración: (waste) agua
residual bruta; (Settled) agua tras la sedimentación primaria; (Treated) agua depurada.
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 19

1.6. COMPUESTOS DE CARBONO

La evolución de los diferentes compuestos, tanto orgánicos como inorgá-


nicos de carbono en un agua, tiene una importantísima aportación microbioló-
gica. Este aspecto se tratará en un apartado posterior, por lo cual ahora, nos fi-
jaremos exclusivamente en la dinámica del C inorgánico en un agua en su
vertiente química. Igual tratamiento aplicaremos para los «compuestos de azu-
fre», «nitrógeno» y «fósforo».

a) Equilibrio carbónico

El compuesto «estrella» de C inorgánico es sin duda el CO2, gas que se en-


cuentra en un 0,0033% (v/v) aproximadamente en la atmósfera, además de es-
tar presente en manantiales y surgencias de aguas carbónicas. Por otro lado, su
notable incremento en la atmósfera en los últimos dos siglos a causa de las ac-
tividades industriales humanas, podría acarrear consecuencias medioambien-
tales dramáticas para el clima del planeta, tal y como se está exhaustivamente
evaluando en la actualidad.
El CO2 es poco soluble en agua, si bien y pese a esto, en condiciones nor-
males este proceso es capaz de generar uno de los aspectos más importantes y
más estudiados de la «Química del Agua», que recibe el nombre de «equilibrio
carbónico», cuya formulación química global responde a:

CO2 + H2O ↔ H2CO3


H2CO3 ↔ H+ + HCO3–
HCO3– ↔ H+ + CO3=
cuyas constantes de equilibrio tienen valores de, respectivamente, K1 = 10–3, K2
= 10–6,35 y K3 = 10–10.33, lo que implica que a pH = 6,35 existirá en el medio un
50% de H2CO3 e ion HCO3– mientras no existirá anión CO3=; a pH = 10,33 no
habrá en el medio ácido carbónico y sí un 50% de iones HCO3– y CO3=.
El CO2 disuelto en el agua proviene de la respiración de los organismos
acuáticos no fotosintéticos, de la descomposición de materias orgánicas, de la
disolución ácida de carbonatos y de la lluvia. Su «secuestro» se da fundamen-
talmente a través de la función clorofílica realizada por plantas y microorga-
nismos fotosintéticos. En un agua natural, los equilibrios anteriores son más
complejos por la intervención de los iones disueltos, especialmente de Ca2+ y
Mg2+, cationes mayoritarios en las aguas. En concreto, existe un equilibrio
que hace intervenir (sobre todo) iones HCO3–, CO3=, Ca2+ y Mg2+, dando lugar a
la competencia entre los bicarbonatos relativamente solubles, y los carbonatos
más insolubles, de los metales anteriores.
De este modo y haciendo una síntesis de todo el complejo proceso, cuando
en un agua existe CO2 libre, este tiende a reaccionar con los carbonatos pre-
20 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

sentes, solubilizándolos a través de su transformación en bicarbonatos y alca-


linizando el medio. Por contra, los propios bicarbonatos pueden a su vez diso-
ciarse e insolubilizarse rindiendo CO2 y acidificando el pH. A esta dinámica se
la denomina «equilibrio carbónico» de un agua.
En términos prácticos, un agua puede calificarse de «agresiva» si disuelve
CaCO3 de las paredes de una tubería o depósito, con lo que además, incrementa
su valor de pH. Por el contrario, si deposita carbonato desde el bicarbonato so-
luble y reduce su valor de pH, se califica de «incrustante». Estos fenómenos tie-
nen gran importancia, tanto en aguas naturales como en distribución de aguas,
debido a las alteraciones de los materiales de tuberías y canalizaciones que po-
drían acarrear.
Por todo lo dicho, el conocimiento lo más exhaustivo posible de las con-
centraciones de especies químicas involucradas en estos procesos es funda-
mental en fisicoquímica teórica y práctica de aguas. Para conseguirlo deben co-
nocerse los siguientes parámetros analíticos: pH, CO3=, HCO3–, CO2 libre, CO2
total, residuo seco y concentración total de Ca. Obsérvese que se puede calcu-
lar un valor de pH, propio para cada agua y dependiente de la temperatura, en el
cual no manifiesta tendencia ni a precipitar carbonato, ni al solubilizarlo; a esta
magnitud se la denomina «pH de equilibrio» o pHe, siendo su cálculo esencial
en estudios de aguas tanto naturales como tratadas.
Para finalizar, el pHe habitual de la mayoría de las aguas naturales suele os-
cilar entre 7,0 y 9,5, siendo más bajo cuando la salinidad o contenido en sales
de un agua es más alto, circunstancia, además, que dota de un más alto poder
tamponador a dicho agua.

b) Cianuros

Sustancias de alto poder contaminante general, y en medios hídricos en par-


ticular, provenientes casi exclusivamente de la actividad industrial; en el tér-
mino cianuro se incluyen diferentes compuestos cianurados. Los cianuros se di-
viden en simples y complejos, representados los primeros por la fórmula
A(CN)x siendo «A» un metal y «x» la valencia de este. El cianuro en disolución
se halla disociado, y de acuerdo a su pka de disociación (9,2) en aguas naturales
se encontrará fundamentalmente como especie no disociada de más acusada to-
xicidad que la especie iónica.
Los CN– metálicos, por ejemplo de cobre, plata y zinc, que son poco solu-
bles, se solubilizan mediante procesos de complejación en presencia de cianu-
ros alcalinos, potenciando su toxicidad en función de su mayor o menor posi-
bilidad de formar HCN en su proceso de disociación.
Por otro lado, los cianuros complejos experimentan reacciones de descom-
posición vía «fotólisis» producidas por exposición solar directa que generarían
HCN tóxico. Este proceso, en aguas turbias o poco iluminadas sería muy lento
y unido a la difusión de HCN hacia la atmósfera y a su destrucción vía quími-
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 21

ca y microbiológica permiten evitar la acumulación de altos niveles muy tóxi-


cos de HCN en lagos, embalses y otros medios hídricos. Los CN– no se suelen
encontrar en aguas naturales en concentraciones superiores a 0,2 mg/l, y en ge-
neral los niveles del compuesto no sobrepasan los 0,1 mg/l. Asimismo, la pre-
sencia de cianuros en aguas residuales está en franco retroceso en la actualidad,
debido a su sustitución en la industria por otras sustancias menos tóxicas.
Desde la óptica ambiental, la presencia de cantidades del orden de 0,100
mg/l de CN– en aguas naturales provoca la inhibición del metabolismo micro-
biano (que se recupera al disminuir los niveles del compuesto) causando tam-
bién la inhibición en la reproducción de los peces. Por último, los cianuros pue-
den oxidarse en medio alcalino, transformándose en carbonatos de nula
toxicidad, lo que sirve para su eliminación de un agua.

1.7. COMPUESTOS DE AZUFRE

Como ya se indicó con respecto al carbono, también el ciclo del azufre es


sin duda uno de los ciclos de nutrientes típicos y relevantes de la naturaleza, y
ahora vamos a efectuar una aproximación al mismo pero sólo desde la óptica
química. En este sentido, los principales compuestos azufrados que pueden ha-
llarse en un agua son: H2S, S=, SO3=, S2O3= y SO4=. Además, en ocasiones
también puede detectarse la presencia de azufre coloidal, por ejemplo, en las fu-
marolas de carácter volcánico que se producen tanto en zonas continentales
sumergidas, como en las propias surgencias de aguas calientes que se encuen-
tran habitualmente en las dorsales meso-oceánicas.

a) Sulfuros

El H2 S, gas muy soluble en agua y de carácter tóxico, se comporta quími-


camente como un ácido diprótico experimentando los siguientes equilibrios de
disociación:

H2 S ↔ H+ + HS–
HS– ↔ H+ + S=

cuyas constantes de disociación valen, respectivamente, 9,1· 10–8 y 10–15. Esto


supone que a pH<7 existirá mayoritariamente el ácido libre y que a pH = 7 ha-
brá aproximadamente la misma cantidad de ácido que de bisulfuro. Puesto
que la toxicidad del ácido es mucho más alta que la del bisulfuro, las aguas áci-
das con presencia de especies sulfuradas serán más tóxicas que las aguas de ca-
rácter neutro o alcalino.
En la dinámica del sulfuro en aguas debe indicarse por su importancia la
formación de sulfuros insolubles con varios elementos metálicos, estabilizán-
22 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

dose así este estado de máxima reducción del S e impidiendo, o al menos difi-
cultando, la posterior oxidación del mismo.
Por otra parte, la presencia de H2S libre en aguas bien oxigenadas es su-
mamente rara (ya que se produciría su rápida oxidación por el oxígeno presente
en el medio) siendo frecuente, por el contrario, la existencia de sulfihídrico en
aguas residuales a causa de la reducción bacteriana de sulfatos.
En las aguas del fondo de lagos y embalses estratificados térmicamente,
aguas subterráneas en condiciones reductoras, pantanos y aguas en putrefac-
ción, así como en cauces fuertemente contaminados, puede aparecer sulfuro en
concentraciones superiores en algunos casos a 0,5 mg/l. Asimismo, la aparición
de acumulaciones o bolsas de sulfuros en las redes de alcantarillado ha provo-
cado, en más de una ocasión, intoxicaciones de diferente gravedad a los traba-
jadores que se encontraban en aquéllas, llegando incluso a la muerte.

b) Sulfitos

Compuestos que representan un estado de oxidación intermedio del S entre


sulfuro y sulfato, son infrecuentes en aguas naturales, y su presencia indica la
existencia de contaminación industrial en aquéllas. Su control en medios hí-
dricos es necesario dada su acción toxicológica respecto a los peces y otros or-
ganismos acuáticos, y a su notable capacidad de eliminación del O2 disuelto de
un agua debido a su carácter reductor.

c) Sulfatos

Los sulfatos, sales solubles en agua a excepción de los de Pb, Ba y Sr, se


hallan profusamente repartidos en todas las aguas. El ion procede fundamen-
talmente de los procesos de disolución de yesos (CaSO4) sin olvidar las canti-
dades procedentes de la oxidación bacteriana de sulfuros. La concentración de
sulfatos en aguas es variable, oscilando entre 20 y 50 mg/l en ríos de América
del Norte y del Norte de Europa y contenidos sustancialmente más elevados
(>400 mg/l) en zonas mediterráneas.
Debe hacerse ahora mención, por su importancia, al efecto desfavorable que
producen altos contenidos de sulfatos (tanto cálcicos como magnésicos) en aguas
destinadas a obras públicas, generando la sal de CANDLOT-MICHAELIS, conocida
como «cáncer del cemento» y que destruye irremisiblemente el hormigón. Como
efecto positivo, ha de destacarse que aguas con importante contenido en sulfatos,
insolubilizan los metales pesados allí presentes y minimizan su toxicidad.
Por último, indíquese que los sulfatos en un agua de bebida provocan sa-
bores amargos, estando el umbral de gusto en función del catión concreto que
sea mayoritario en el agua (por ejemplo, unos 350 mg/l para sulfato sódico, y
500 mg/l para sulfato magnésico).
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 23

1.8. COMPUESTOS NITROGENADOS

El N es el elemento más abundante en la atmósfera (80% v/v) hallándose


también frecuentemente en toda la biosfera. Además, en los propios seres vivos
es uno de los cuatro elementos biogénicos (localizándose especialmente en las
proteínas).
Los principales compuestos nitrogenados presentes en la naturaleza, además
del atmosférico y del nitrógeno en materias orgánicas, son nitratos, nitritos y
amonio, siguiendo este orden respecto al estado de oxidación del elemento.
Si bien el nitrógeno atmosférico puede ser fijado por ciertos microorganis-
mos (terrestres y acuáticos) los compuestos nitrogenados de las aguas provie-
nen en general de las materias orgánicas o vegetales que acceden al medio hí-
drico (aquí entraría en escena el componente de la contaminación humana) así
como de la disolución de rocas (nitratos).
Respecto a lo anterior, los principales compuestos nitrogenados existentes
en aguas residuales domésticas son urea y amonio, habituales fuentes de nitró-
geno para crecimiento de vegetales y plantas. Mediante el concurso microbia-
no estos compuestos son oxidados en el medio acuático hasta nitritos y nitratos.
Resumiendo (ver Capítulo siguiente) las dos «rutas» que integran el ciclo del
nitrógeno son la «nitrificación» (proceso oxidativo) y la «desnitrificación»
(proceso reductivo) sin olvidar la fijación atmosférica del elemento.

a) Amonio

Se trata del compuesto en más bajo estado de oxidación del elemento,


siendo el destino final de la reducción de sustancias orgánicas e inorgánicas «ri-
cas» en nitrógeno. En aguas oxigenadas el amonio se oxida a NO2– por acción
de bacterias, partiendo bien de amoníaco neutro o bien de sales de amonio mo-
nopositivo. Dado que existe un equilibrio ácido-base tal como el siguiente:

NH+4 + OH– ↔ NH3 + H2O

de constante de acidez Ka = 5,71 · 10–10, el valor concreto del pH del agua de-
terminará las diferentes concentraciones de amonio molecular e ion amonio
presentes en cada situación, y por lo tanto, la actividad de cada tipo bacteriano
o microorganismo activo concreto. De cualquier forma, el producto final de su
vía oxidativa es el ion NO3–, que a su vez puede ser metabolizado para formar
proteínas y aminoácidos. A la muerte del organismo vivo, otro tipo de bacte-
rias se ocupan de transformar las proteínas en amonio según un proceso re-
ductivo.
Por otro lado, el agua de lluvia puede presentar algunas trazas de amonio.
Además, las aguas superficiales bien aireadas generalmente contienen poco
NH3 (no más de 0,100 mg/l). Por el contrario, las aguas contaminadas por
24 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

vertidos residuales domésticos exhiben concentraciones mucho más elevadas,


de hasta 50 mg/l de NH3. En lagos y embalses, las concentraciones de amonio
siguen una secuencia regida por la de estratificación y mezcla térmicas de la
masa de agua, suficientemente estudiadas en bibliografía: durante la época de
mezcla vertical y horizontal de la masa de agua coincidente con la de lluvias,
los niveles de amonio apenas varían en la columna de agua, manteniéndose ba-
jos (<0,2 mg/l). En cambio, durante la estratificación, las aguas del fondo del
lago poco oxigenadas presentan concentraciones de amonio más altas que las
de las aguas de superficie y superiores, en general, a 1,0 mg/l (Figura 1.8).
Respecto a las aguas subterráneas, siempre suelen contener amonio, más a
medida que la oxigenación es más baja y el ambiente reductor más acusado.
Por último, dígase que si bien el amonio no es especialmente tóxico para los or-
ganismos superiores, sí lo puede ser para los peces cuando se encuentra en for-
ma de NH3 no iónico.

b) Nitritos

Especie poco estable químicamente, su presencia en un agua suele indicar


una contaminación de carácter fecal reciente. Así pues, en aguas superficiales
bien oxigenadas, la concentración de NO2– no suele superar los 0,100 mg/l; sin

0
Febrero 1994
–5 Junio 1994
Profundidad (m)

–10

–15

–20

–25

–33

–35
0,0 0,5 1,0 1,5
Amonio (mg/l)

FIGURA 1.8. Perfil en profundidad del contenido en amonio en el embalse de S. Rafael


de Navallana (Córdoba, 156 hm3). Círculos vacíos, mezcla térmica; círculos llenos,
estratificación.
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 25

embargo, en ríos contaminados por aguas residuales urbanas y/o industriales


pueden medirse niveles muy superiores al anterior. Lógicamente, las aguas
subterráneas sometidas a ambiente reductor y/o pobres en oxígeno disuelto
también pueden contener niveles apreciables de NO2–. Asimismo, las aguas
profundas y desoxigenadas de lagos y embalses estratificados presentan con-
centraciones de NO2– sustancialmente más altas que las detectadas en las aguas
de superficie.
Por otro lado, desde el punto de vista fisiológico, es importante citar que los
NO2–, al igual que los NO3– , pueden ser tóxicos debido a su poder de transformar
la hemoglobina de la sangre en metahemoglobina incapaz de fijar el oxígeno y
realizar correctamente la respiración celular. Además, los nitritos reaccionan
dentro del organismo con aminas y amidas secundarias y terciarias, formando
nitrosaminas de alto poder cancerígeno.

c) Nitratos

La presencia de NO3– en aguas procede de la disolución de rocas y minera-


les (muy frecuentes), de la descomposición de materias vegetales y animales,
de efluentes industriales y del lixiviado de tierras de labor en donde se utilizan
abonos que los contienen profusamente como componentes en sus formula-
ciones.
En general, las aguas naturales de superficie no suelen contener más de
unos 10 mg/l e incluso con frecuencia no pasan de 1,0 mg/l. Sin embargo, des-
de hace unos 20 años se ha comprobado un gran incremento del contenido en
NO3– en muchas aguas, sobre todo subterráneas, relacionado con el uso ya antes
comentado de fertilizantes nitrogenados. Estos aumentos han hecho que mu-
chos pozos y acuíferos subterráneos se hayan de abandonar en su empleo para
consumo humano ante sus altos niveles de nitratos (>50 mg/l) y su evidente
riesgo para la salud.
Aunque en aguas residuales la presencia de NO3– es mínima, sí puede ser
elevada en las aguas ya depuradas procedentes de estaciones depuradoras,
convirtiendo al compuesto en factor limitante del crecimiento en sistemas
acuáticos si existe abundancia de fósforo, y promoviendo fenómenos indesea-
bles de eutrofización de aguas naturales.
Los nitratos también pueden estar implicados en la «metahemoglobine-
mia» y en la generación de nitrosaminas, así como en la aparición de diversos
tipos de cánceres gástricos, según evidencias comprobadas.
Para terminar este punto, ha de hacerse mención al N-Kjeldahl, que si bien
no es ningún compuesto químico de nitrógeno, es un parámetro de medida ha-
bitual en estudios de aguas residuales utilizado para cuantificar la cantidad de
nitrógeno orgánico y amoníaco presente en aquéllas. De este modo, un agua re-
sidual doméstica puede contener hasta unos 100 mg/l de N-Kjeldahl expresado
como NH3, mientras un agua natural no excede de 5 mg/l.
26 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

1.9. COMPUESTOS FOSFORADOS

El P, elemento esencial para la vida, al igual que carbono, nitrógeno y


azufre, está implicado en un complejo ciclo bioquímico que implica el tránsito
del elemento a través una serie de estados inorgánicos y orgánicos que lo
transforman, fundamentalmente vía microbiana. Este aspecto será tratado en el
siguiente Capítulo. El P de un agua puede tener una procedencia triple:

a) «disolución» de rocas y minerales que lo contienen;


b) «lavado» de suelos en los que se encuentra como resto de actividades
ganaderas o agrícolas;
c) «aguas residuales domésticas» vertidas a las aguas naturales. A este
particular, cítese una fuente de primera magnitud cual es la de los de-
tergentes utilizados en limpieza doméstica, causantes del 50% del P
presente en aguas contaminadas por vertidos urbanos.

A su vez, el P de un agua se reparte entre compuestos inorgánicos, orgáni-


cos (disueltos o en suspensión) y P en tejidos vivos. Por último, el P inorgáni-
co (sobre todo bajo la forma química de fosfato) está implicado en los tres equi-
librios de disociación ácido-base que experimenta el ácido fosfórico:

H3PO4 ↔ H2PO4– + H+
H2PO4– ↔ HPO42– + H+
HPO42– ↔ HPO43– + H+

que posibilitan, según el valor de pH del agua, diferentes proporciones de es-


pecies fosforadas presentes.
Respecto a los detergentes, los compuestos fosforados que contienen estos
son los tripolifosfatos que experimentan una hidrólisis rindiendo al final fosfato
monoácido:
P3O105– + H2O ↔ 3HPO42– + H+

El P es factor limitante para el crecimiento del fitoplancton, pero su pro-


visión en un agua se agota si no se renueva, dada la imposibilidad de su fija-
ción desde la atmósfera. Por el contrario, si el contenido de un medio hídrico
en P es muy alto se produce un notable incremento de la actividad fitoplanc-
tónica, con los consiguientes problemas de agotamiento de oxígeno del agua
y exceso de materia orgánica producida, los cuáles dan lugar a los fenómenos
conocidos bajo el nombre de «eutrofización», ya comentados en el caso del
nitrógeno.
Los contenidos en P total de aguas naturales no contaminadas son del orden
de 0,100 mg/l a 1,0 mg/l. Si se producen contaminaciones por desechos urba-
nos, principalmente, pueden incrementarse de forma extraordinaria: como dato
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 27

informativo, un agua residual doméstica fuertemente cargada puede tener has-


ta más de 15 mg/l de P total, y si se trata de vertidos de aguas residuales pro-
cedentes de industrias cerveceras y mataderos, se pueden superar los 50 mg/l. A
este respecto, en un agua residual urbana aproximadamente la tercera parte del
contenido en P total corresponde a P orgánico.

1.10. SÍLICE

El silicio, elemento químico del grupo del carbono, está muy abundante-
mente difundido en la natualeza prácticamente en todas las rocas (silicatos,
feldespatos, etc..). De entre todos los silicatos, los de más alta solubilidad son
los de Na y K que se disuelven tras meteorizarse previamente el mineral
origen.
La sílice en un agua responde a dos estados: sílice coloidal o disuelta (áci-
do silícico). Estas dos especies se hallan en un equilibrio de polimerización y
despolimerización como el siguiente:

n(SiO2) + 2n H2O ↔ n(SiOH)4

siendo (a 25 oC) la solubilidad de la sílice coloidal de unos 120-140 mg/l, y es-


tando afectada la del ácido silícico por otros iones en disolución (el Al3+ lo pre-
cipita) y por su disociación (pH>9,0) que incrementaría la solubilidad.
Las concentraciones de SiO2 en aguas naturales oscilan entre 1 y 30 mg/l.
En aguas de lagos y embalses, la distribución vertical en profundidad depende
de la actividad de los microorganismos silíceos (Diatomeas) que consumen sí-
lice y de la devolución de esta al medio hídrico a través de la descomposición
de sus restos; lógicamente, también depende de la solubilización de las rocas si-
líceas del vaso del lago, de la descomposición de los silicatos por procesos bio-
químicos, así como de fenómenos de coprecipitación conjunta de SiO2 y oxihi-
dróxidos de Fe y Mn en aguas profundas de lagos y embalses.
Por otro lado, se puede comprobar el incremento del contenido en SiO2 en
un lago, fenómeno asociado a la entrada de aguas de escorrentía turbias ricas
en silicatos (y en aluminio), tanto en suspensión como coloidales y parcial-
mente disueltos, y el progresivo descenso de las concentraciones de la sustan-
cia en función de la sedimentación experimentada por el lago (al igual que su-
cede con el Al).
Para finalizar, el uso industrial para calderas e intercambiadores de calor de
aguas con altos contenidos en SiO2 presenta problemas por deposiciones silí-
ceas que provocan abrasiones, grietas y roturas en los elementos metálicos de la
caldera. Por contra, desde el punto de vista del agua de consumo humano pa-
rece haberse encontrado una relación positiva entre el consumo de aguas con
contenidos del orden de 15-20 mg/l de SiO2 y bajos niveles de incidencia de en-
fermedades coronarias.
28 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

1.11. HALÓGENOS

a) Fluoruros

El flúor, el más electronegativo de los elementos químicos conocidos, se


encuentra en la litosfera en diversos minerales tales como topacio, fluorita
(CaF2), flúor-apatito (fluorofosfato cálcico, CaF2-3Ca3[PO4] 2), etc. así como en
algunas micas (flogopita). Dada la escasa solubilidad de estas rocas y minera-
les, la presencia de fluoruro en aguas suele ser minoritaria.
Así, la concentración de F– en aguas naturales no suele superar en valor me-
dio el mg/l, pudiendo ser mucho mayor en zonas volcánicas ricas en rocas fluo-
radas (hasta 20 mg/l en zonas de Kenya) y en algunas aguas minerales. En este
sentido, aguas minerales de la cornisa cantábrica española están abundante-
mente fluoradas (contenidos de hasta 6 mg/l).
Por otro lado, los vertidos residuales no tratados procedentes de industrias
del vidrio pueden contener habitualmente más de 1.000 mg/l. Sin duda, el in-
terés que el F– despierta en aguas se debe a su uso para prevenir la caries den-
tal en la población que consume agua fluorada. Esta práctica, propugnada por la
Organización Mundial de la Salud, está avalada por estudios que evidenciaron
correlaciones entre comunidades que consumían aguas con niveles moderados
de F– (del orden de 1,5 mg/l) y menores tasas de aparición de caries dental. Re-
cuérdese a tal efecto que el flúor es integrante del esmalte dental.
Desde la óptica opuesta, también se comprobó la relación entre consumo de
aguas con niveles altos de F– y aparición de «fluorosis» (una enfermedad ca-
racterizada por el moteado de los dientes) por un lado, y probables relaciones
entre consumos elevados de F– y problemas renales y de descalcificación de los
huesos, sobre todo en personas de edad, a causa del secuestro de calcio por par-
te del anión F– dentro del organismo, por otro.
En síntesis, si bien es una medida implantada en algunas comunidades
autónomas (por ejemplo, en la Comunidad Andaluza, desde 1.985) no está
exenta de polémica.

b) Cloruros

Especialmente abundantes en los océanos, donde acceden especialmente


por disolución de depósitos minerales de sal gema (NaCl), representan hasta un
0,05% de la litosfera. La concentración de Cl– en aguas de superficie no con-
taminadas se sitúa alrededor de 20-40 mg/l e incluso menores. En ríos, es típi-
co el incremento de cloruros a lo largo del recorrido del cauce fluvial desde su
nacimiento hasta su desembocadura.
En aguas subterráneas, las concentraciones de Cl– pueden variar extraordi-
nariamente en función de episodios de intrusión marina en determinados acuí-
feros (el agua salada tiene hasta 19 g/l del ion): así, en zonas del Levante es-
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 29

pañol se han medido hasta 2 g/l (Valencia, Castellón); sin embargo, también
pueden medirse contenidos tan bajos como 5 mg/l en otras zonas.
Cloruros, fosfatos y nitritos son indicadores típicos de contaminación resi-
dual doméstica vertida a un cauce natural. Esto, además, puede servir de señal
de alerta acerca de la probabilidad de que el agua presente contaminación
también de carácter microbiológico patógeno e indeseable. El ion Cl– es alta-
mente corrosivo y da lugar a deterioros y picaduras en tuberías y sistemas de
distribución de aguas, así como en equipos industriales que operen con aguas
ricas en este anión. Asimismo, y en función de su contenido, pH del agua y
concentración de otros iones presentes en ella, puede degradar los hormigones
(ver apartado 1.7). Con relación al agua de consumo humano, la principal in-
cidencia de los cloruros es la relativa al sabor que promueven: si bien depende
del catión asociado, en general, cantidades de 200 a 300 mg/l son perceptibles
en un agua de bebida por el consumidor medio.

c) Bromuros y yoduros

Tanto unos como otros se encuentran en cantidades mínimas en las aguas,


no superando más que algunas decenas de microgramos por litro, y hallándose
en una más alta cantidad, en general, en aguas subterráneas que en superficiales.
La presencia de cantidades cercanas al mg/l de Br– en un agua puede indicar
una probable contaminación de carácter industrial o por intrusión marina del
acuífero o cauce natural investigado. Además, en tratamiento de aguas destina-
das a consumo humano, la presencia de bromuros en aguas sometidas a ozoni-
zación puede provocar la generación de cantidades indeseables de bromatos.
Finalmente, los I– que juegan un papel muy relevante en fisiología humana
(acumulándose fundamentalmente en el tiroides) aún se encuentran en menor
proporción en las aguas (del orden de sólo μg/l). Cítese aquí, que parece exis-
tir una correlación negativa entre consumo de aguas con menos de 3 μg/l de yo-
duros e incidencia de enfermedades cardiovasculares.

1.12. METALES EN AGUAS

Teniendo en cuenta la importancia que desde diferentes ópticas (dinámica


de aguas, tratamiento o depuración, toxicología, etc.) tiene la presencia de
muchos metales en un agua, vamos a realizar ahora una revisión sobre la pre-
sencia e incidencia de los metales más habitualmente presentes en los medios
acuáticos, con un comentario final respecto a su consideración desde la nor-
mativa actual en materia de aguas de consumo humano. En este sentido, la
Tabla 1.4 recoge una recopilación de las concentraciones máximas admisibles de
las distintas especies metálicas comentadas a continuación, tanto desde el pun-
to de vista de las normativas actualmente vigentes como en relación al posible
empleo en diferentes aspectos de la vida humana de un agua que las contenga.
30 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

TABLA 1.4. Límites máximos de concentración (mg/l) de diferentes metales en


aguas destinadas a diferentes usos (normativas españolas vigentes).

Metal (a) (b) (c) (d)

Al 0,200 — 2,00 1,00


Sb 0,005 — — —
As 0,010 0,10 1,00 1,00
Ba — 1,00 20,00 —
Be — — — 0,50
B 1,00 1,00 10,00 2,00
Cd 0,005 0,005 0,50 0,005
Ca — — — —
Co — — — 0,20
Cu 2,00 1,00 10,00 0,20
Cr 0,050 0,05 4,00 (*) 5,00
Fe 0,200 2,00 10,00 2,00
Mg — — — —
Mn 0,050 1,00 10,00 2,00
Hg 0,001 0,001 0,100 —
Ni 0,020 — 10,00 0,50
Ag — — — —
Pb 0,010 0,050 0,50 5,00
K — — — —
Na 200 — — (**)
Se 0,010 0,010 0,10 0,50
V — — — 10,0
Zn — 5,00 20,00 5,0

(a) Agua de consumo humano RD 140/2003; (b) Agua bruta para potabilización; (c) Vertidos a
cauces públicos; (d) Agua para riegos.
(*) Concentración de Cr trivalente; (**) Concentración de Na menor al 60% de la suma de las
concentraciones de (Na + K + Ca + Mg).

1) Aluminio

El aluminio presente en las aguas naturales procede de la disolución de los


muy abundantes silicatos naturales existentes en la corteza terrestre (donde son
las rocas mayoritarias) pudiendo encontrarse bien como sales solubles o bien
como compuestos coloidales. Su concentración como metal total puede variar
ampliamente entre 100 mg/l y menos de 1 mg/l.
El comportamiento de este metal en aguas naturales se explica atendiendo
a su ingreso en medios hídricos mediante la erosión de las rocas silíceas que lo
contienen, generándose primero Al coloidal, y después Al disuelto (sobre todo
Al3+). Posteriormente, el ion alumínico puede formar complejos variados bien
inorgánicos, con fluoruro (AlF63–) o cloruro (AlCl4–), bien con ácidos orgánicos,
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 31

como acético, cítrico, tartárico u oxálico. Por otro lado, los fosfatos, oxinatos y
aluminatos de calcio son sales moderadamente solubles.
Los contenidos de Al en aguas de ríos varían ampliamente y así, en ríos de
EE UU se han medido concentraciones entre 12 μg/l y 2,25 mg/l. Además, en
áreas sujetas a fenómenos de lluvia ácida, las aguas de superficie con bajos va-
lores de pH tienen asociados niveles de Al de hasta 0,80 mg/l. En relación a
aguas de lagos y embalses, los contenidos en Al se incrementan ligeramente en
profundidad durante el período de estratificación térmica, presentando valores
más altos durante la mezcla térmica. De este modo, la concentración total del
metal se halla asociada siempre a la entrada al lago de aguas frescas cargadas
de arcillas. Por contra, se han podido detectar notables aumentos de Al total en
aguas profundas de embalses durante sus períodos de estratificación térmica.
La presencia de Al tanto en aguas naturales como tratadas depende de sus
propiedades químicas. Dado que el hidróxido de aluminio, la especie aluminosa
menos soluble, presenta un mínimo de solubilidad a pH = 5,07, en aguas más
ácidas se encontrará ion alumínico mientras que en aguas con pH superior a
9,00 se podrá formar ion aluminato (AlO2–).
Fisiológicamente el Al es un elemento no esencial para el ser humano. Su
metabolismo no está aún bien comprendido, pero parece ser que el Al inorgá-
nico es poco absorbido, siendo excretado rápidamente mediante las vías uri-
narias. Por ello no está catalogado como carcinógeno humano por la IARC
(Asociación Internacional para la Investigación del Cáncer) dentro de su cla-
sificación de sustancias químicas en función de su potencial riesgo de inducir
cáncer en el hombre.
El Al presente en aguas de consumo humano proviene como residual de los
compuestos de Al usados en decantación industrial de aguas. En este sentido, el
principal problema del metal parece ser la posibilidad de favorecer la inciden-
cia de desórdenes neurológicos como el mal de Alzheimer, en enfermos renales
sometidos a diálisis con agua tratadas que tenían más de 0,11 mg/l de Al. No
obstante, la relación entre Al en agua de diálisis y mal de Alzheimer está ac-
tualmente sujeta a revisión.
Desde el punto de vista normativo, se incluye el Al dentro de los compo-
nentes fisicoquímicos de la RTS de 1990, estableciéndose una concentración
máxima en aguas potables de 200 μg/l. En el RD 140/2003 se mantiene el mis-
mo valor máximo admisible, incluyéndose el metal ahora dentro de los deno-
minados parámetros indicadores.

2) Antimonio

Se trata de un metal traza típico que se encuentra, por tanto, en cantidades


del orden del μg/l. En aguas naturales sometidas a condiciones moderadamente
oxidantes (o incluso reductoras) la especie dominante es el Sb3+, mientras que el
Sb5+ suele ser predominante en aguas con ambientes altamente oxidantes.
32 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

La fuente de Sb hacia los medios hídricos es comúnmente la disolución de


minerales sulfurosos y arseniosos que lo contienen. Por otro lado, otra fuente
del elemento hacia las aguas naturales reside en las descargas de aguas resi-
duales de centrales lecheras, efluentes de minería y otras variadas industrias.
Según datos bibliográficos, el contenido en Sb en aguas de consumo humano
no suele exceder de 4 μg/l, si bien en algunas zonas de Inglaterra y Gales se
han podido medir cantidades superiores, de hasta 12 μg/l. En cualquier caso,
cuando se utilizan aleaciones para soldadura compuestas de antimonio y estaño,
en vez de las de plomo (ambas en franco proceso de regresión motivadas por la
toxicología negativa del plomo, como se comentará posteriormente en este
trabajo) la exposición del consumidor frente a la ingesta de aguas de bebida con
más altos contenidos en Sb, lógicamente es mayor.
En otro orden de cosas, el Sb es un elemento no esencial para el ser huma-
no, siendo tóxico, si bien a altas concentraciones. La inhalación de trióxido de
antimonio puede ser posiblemente carcinogénica para el ser humano, mientras
que la de trisulfuro del metal no. Por ello, la IARC incluye al primero en el gru-
po 2B (posiblemente carcinógeno para humanos) y al segundo en el grupo 3
(no carcinógeno). Normativamente, en la RTS de 1990 el Sb se incluía dentro
de los componentes tóxicos con una concentración máxima en agua de consumo
de 10 μg/l; en el RD 140/2003, el elemento se incluye dentro de los parámetros
químicos, reduciéndose su concentración máxima a la mitad, es decir, 5,0 μg/l.

3) Arsénico

Es el As un elemento común como impureza en muchos minerales, y es-


pecialmente en los de cobre, plomo, zinc y cobalto. El acceso de este metaloide
a las aguas naturales es propiciado por la disolución de sus sales solubles y por
la de sus complejos orgánicos procedentes de emisiones volcánicas (especial-
mente, complejos con molibdatos, y tungstatos). De este modo, los arsenitos y
arseniatos de metales alcalinos (sodio, potasio) son muy solubles en un muy
amplio rango de pH, mientras que los formados con otros metales son sólo so-
lubles en aguas ácidas. En particular, el arseniato de plata y el de amonio y
magnesio son razonablemente solubles en agua a cualquier pH. Además, en
aguas sometidas a condiciones moderadamente oxidantes se suele encontrar
mayoritariamente la especie As3+, mientras que en aguas de ambientes muy oxi-
dantes el anterior se oxida a As5+.
Otra fuente no despreciable de arsénico hacia el medio hídrico en la actua-
lidad son las aguas residuales industriales procedentes de procesos metalúrgicos
que contienen As como subproducto de la fabricación de otros metales. Si
bien las concentraciones de As en aguas naturales suelen ser inferiores a algu-
nos μg/l, en aguas subterráneas contaminadas pueden llegar hasta incluso al-
gunos mg/l. En este sentido, las aguas subterráneas de la mayoría de los países
de Europa no superan los 10 μg/l, mientras que en acuíferos contaminados se
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 33

han podido medir hasta 70 μg/l. Respecto a esto, la principal fuente antropo-
génica contaminante de As hacia las aguas son los pesticidas que lo contienen
en su formulación.
En relación a las aguas superficiales, en la mayoría de los países de Europa
no se superan los 5,0 μg/l de As y raramente los 10 μg/l. En otras zonas del
mundo, comparativamente, los niveles de As en aguas son notablemente supe-
riores, como los 0,6 hasta 2,0 mg/l en Taiwan, los 3,0 mg/l en Japón (ambos
países con una importante actividad volcánica actual), entre 0,9 y 3,4 mg/l en
Argentina y hasta 1,7 mg/l en zonas de EE UU.
El As (como otros metales o metaloides) puede ser bioacumulado en los or-
ganismos acuáticos, pero no parece tener efecto fisiológico conocido. La meti-
lación biológica de compuestos inorgánicos de As en el medio ambiente sí está
muy estudiada. Por otro lado, si bien este elemento no resulta carcinogénico a
nivel de bioensayos, puede inducir aberraciones cromosómicas en una amplia
variedad de cultivos celulares, incluyendo células humanas. Además, el As en
forma inorgánica sí ha sido documentado como una sustancia claramente car-
cinogénica para el ser humano, siendo incluido por la IARC en el grupo 1. Una
vez que este penetra en el organismo experimenta un proceso de bio-transfor-
mación rindiendo el compuesto metilado como ya se indicó más arriba; bajo
esta forma se va acumulando en el sistema renal y en la piel. La ingestión de As
provoca la irritación de las membranas gástricas, así como la contracción in-
voluntaria de muchos músculos, con lo que puede desembocar en alteraciones
cardiológicas graves e incluso en la muerte del individuo. Además, la acumu-
lación del metaloide en la piel puede provocar procesos patológicos diversos y
contribuir al desarrollo de cánceres de piel en el ser humano afectado.
La Directiva Europea sobre agua de consumo humano y el RD 140/2003 in-
cluye al As entre los parámetros químicos, fijándole una concentración máxi-
ma de 10 μg/l, con lo cual se reduce a un quinto la concentración límite esta-
blecida en la RTS de 1990, que inscribía al As entre los componentes tóxicos de
un agua de consumo público.

4) Bario

Elemento relativamente abundante en nuestro planeta, sus compuestos más


frecuentes son algunos minerales como baritina (sulfato bárico) y witerita
(carbonato).
Metal común en aguas, presenta un nivel medio de aproximadamente 0,1
mg/l. Además, algunas aguas termales volcánicas pueden contener hasta 10
mg/l de bario. En el agua de consumo humano la concentración de Ba no suele
superar 1,0 mg/l, exhibiendo un contenido medio que oscila entre 0,1 y 0,4 mg/l.
Por otro lado, la toxicidad del Ba depende de la sal en que se presente: así,
mientras el acetato no es tóxico hasta unos 5,0 mg/l, el cloruro lo es a dosis bas-
tante más bajas. Desde el punto de vista opuesto cabe citar el efecto estimulante
34 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

del bario sobre el organismo, si bien se ha comprobado que poblaciones que


consumían aguas con unos 10 mg/l de Ba presentaban una alta tasa de inci-
dencia en efectos cardiológicos negativos.

5) Berilio

Metal de escasa presencia en aguas naturales, sus sales más comunes son
los cloruros, nitratos y sulfatos, todos ellos con una solubilidad de alta a mo-
derada en el orden citado. En aguas continentales la concentración media de Be
varía desde 0,01 a 1,2 μg/l. Su principal particularidad es de la de poder ser
bio-concentrado por el fitoplancton y otros organismos depredadores de aquél
(zooplancton) en un factor de hasta tres órdenes de magnitud.

6) Boro

El boro se halla ampliamente difundido en la naturaleza asociado a nume-


rosos minerales como granitos, pegmatitas y boratos, estos últimos, sobre todo,
sódicos y cálcicos. Además, este metaloide es muy empleado por el hombre en
la formulación de detergentes (como perboratos o boratos) los cuales son la
principal fuente contaminante de B para el medio hídrico, en forma de aguas re-
siduales tanto industriales como, especialmente, aguas residuales domésticas.
Por otro lado, la utilización de diversos pesticidas, barnices y pinturas ricas en
B constituye otra vía importantísima de acceso del elemento hacia el medio am-
biente en general, y aguas en particular.
Desde el punto de visto fisicoquímico, el B forma numerosos complejos
con molibdatos, tungstatos, vanadatos, fosfatos y arseniatos, así como con
compuestos orgánicos hidroxilados (p.e., ácidos húmicos y fúlvicos). Por últi-
mo, los boratos de los metales alcalinos y alcalino-térreos son bastante solubles
en agua mientras que los demás boratos metálicos son todos moderadamente
solubles. Las aguas naturales no contaminadas presentan bajos niveles de B,
comprendidos en general entre 10 μg/l y 50 μg/l. Por contra, las aguas resi-
duales y las subterráneas contaminadas por las primeras pueden presentar va-
lores sustancialmente más altos: así, en algunas zonas de nuestro país (Grana-
da, Barcelona) se han detectado hasta 2,50 mg/l en aguas de pozos. Estos
niveles elevados de B también son signos, en aguas dulces próximas a la costa,
de fenómenos de intrusión marina en general promovidos por la sobreexplota-
ción de aquellos acuíferos.
En este sentido, datos recientes sobre contenidos en el metaloide en aguas
subterráneas de Europa indicaron concentraciones comprendidas entre 20 μg/l
y 0,82 mg/l, mientras en aguas superficiales los niveles medidos se incremen-
taban hasta 1,24 mg/l en algunos casos (zonas de Inglaterra y Gales) presen-
tando, no obstante, valores medios de 100 a 200 μg/l.
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 35

Fisiológicamente, una vez producida la ingestión de borato y ácido bórico,


el tiempo de permanencia en el organismo es escaso ya que son completamen-
te adsorbidos por el tracto gastrointestinal y rápidamente excretados mediante
los riñones. Aunque el B no ha sido descrito como mutagénico en ensayos in
vitro, ni está considerado como carcinógeno por la IARC, sí tiene un efecto ne-
gativo sobre el aparato digestivo y el sistema nervioso del ser humano; además,
el consumo regular de aguas de bebida ricas en el elemento puede incluso
provocar la muerte.
Por otro lado, los efluentes de aguas residuales cargados de B pueden afec-
tar negativamente la vida de la fauna piscícola, llegando a provocar la mortan-
dad de la misma. Aparte de esto, el B es un elemento esencial para el correcto
desarrollo de los vegetales, si bien el agua de riego no debería contener más de
0,75 mg/l del metaloide.
El RD 140/2003 incluye al B entre los parámetros químicos, fijándole una
concentración límite de 1,0 mg/l, análoga a la fijada por la RTS de 1990, la cual
clasificaba a este elemento como componente no deseable y estableciendo
esta concentración como nivel guía, y por lo tanto, menos restrictivo.

7) Cadmio

Metal traza típico a escala planetaria, se halla asociado a minerales de


zinc, siendo su mineral más corriente la greenockita (sulfuro doble de zinc y
cadmio). Muy empleado en la fabricación de pilas botón, su uso en los últimos
años está en claro descenso debido a su extrema toxicidad, tanto para el ser hu-
mano como para el medio ambiente en general.
El Cd forma numerosos complejos con aniones, como haluros, nitrato,
sulfato, tiosulfato, amonio y cianuro, generalmente no demasiado estables.
Además, una gran variedad de sales y sales básicas de este metal son mode-
radamente o incluso bastante solubles en agua, así los carbonatos, cianuros,
fosfatos y sulfuros. El comportamiento fisicoquímico del Cd en un agua de-
pende de su compleja especiación química, regida por el pH del medio y por la
dureza del agua (es decir, su contenido en bicarbonatos, calcio y magnesio) así
como por la presencia de ligandos orgánicos e inorgánicos y de metales fácil-
mente intercambiables por cadmio. De este modo, la solubilidad del elemento
en agua es función del valor del pH: a medida que el medio es más ácido la so-
lubilidad se incrementa. En este sentido, las aguas superficiales suelen nor-
malmente contener menos de 1 μg/l de Cd. Además, las aguas naturales ricas
en compuestos húmicos y fúlvicos contienen aún menores concentraciones de
Cd libre debido a la alta estabilidad de los complejos formados entre el metal
y las sustancias húmicas.
Más en concreto, datos disponibles en bibliografía sobre las aguas de ríos
de EE UU, Asia y América del Sur indican que los contenidos de Cd oscilan
entre <1,1 ng/l y 13 ng/l, presentando el río Mississippi los valores más altos y
36 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

el río Yantzé los más bajos. Además, en aguas de lagos naturales de Europa,
EE UU y Rusia, las concentraciones de Cd variaban entre 0,67 ng/l y 110
ng/l, correspondiendo los valores más altos a lagos de Suecia, y los más bajos
al lago Ontario (Norteamérica).
El Cd es un metal que experimenta fenómenos de bioacumulación en el or-
ganismo de manera similar a la que se comentará en su momento para el mer-
curio. En concreto, el Cd es fácilmente adsorbido por las raíces de los vegeta-
les (especialmente arroz y trigo) regados con aguas contaminadas por el
elemento, ingresando subsiguientemente en el ser humano mediante ingesta de
estos vegetales o de alimentos contaminados, o bien directamente mediante el
consumo de agua rica en Cd.
El destino final del Cd en el organismo es el hígado, los riñones y el siste-
ma óseo (donde se intercambia por calcio) y debido a la muy lenta tasa de eli-
minación del metal, su incremento en el cuerpo es sostenidamente creciente.
Sus efectos toxicológicos dependen de la cantidad ingerida, y pueden variar
desde simples dolores de estómago hasta daños mucho más graves en los
pulmones. Además, las exposiciones prolongadas al Cd pueden causar altera-
ciones renales y en el sistema óseo del individuo. Todas estas alteraciones se
agrupan bajo la denominación de enfermedad de Itai-Itai, que se detectó por
primera vez en la ciudad japonesa de este nombre, como resultado del consu-
mo habitual por la población de pescado con altas tasas de Cd. A su vez,
este pescado había ingerido Cd a consecuencia del enriquecimiento en el con-
taminante de las aguas costeras de aquella zona que estaban siendo contami-
nadas por efluentes industriales procedentes de una mina de zinc próxima a la
ciudad.
Aunque los efectos carcinogénicos de las sales de Cd tomadas por vía oral
no han sido probados totalmente hasta el presente y su genotoxicidad tampoco
está clara, la IARC incluye tanto al metal como a sus compuestos en el grupo
2A, calificándolo como probablemente carcinógeno para el ser humano.
Habida cuenta de la toxicidad general de este metal, ya en la RTS de
1990 el Cd se incluía dentro de los componentes tóxicos, fijándosele una con-
centración máxima de 5,0 μg/l en aguas potables, la más baja después del
mercurio; este límite no varía en al RD 140/2003 sobre aguas de consumo
humano, si bien el metal se incluye entre los denominados parámetros quí-
micos.

8) Calcio

Elemento sumamente frecuente, normalmente forma sales solubles con


muchos aniones (bicarbonato, sulfato, cloruro, fluoruro..) lo que lo convierte en
el catión mayoritario de las aguas, superando como media los 20 mg/l.
El Ca pasa al agua por dos vías:
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 37

a) disolución cuando proviene de sulfatos y silicatos;


b) por la acción agresiva del CO2 disuelto en un agua cuando se trata de Ca
presente en calizas, margas y dolomitas, pudiendo decirse igual del
magnesio: a este respecto Ca y Mg conforman lo que usualmente se de-
nomina «dureza» de un agua (ver Capítulo 6).

Como ya se comentó en el apartado 1.6 existe un equilibrio muy típico en


aguas, denominado «equilibrio carbónico» que establece un relación entre el
Ca(HCO3)2 (soluble) de un agua y el CaCO3 (poco soluble), el cual se solubiliza
por medio del dióxido de carbono de aquélla. El proceso químico se puede es-
quematizar como:

Ca(HCO3) ↔ CO2 + CaCO3

Las concentracioanes de Ca en aguas varían mucho, estando asociadas al


nivel de mineralización; por esto mismo, las aguas subterráneas presentan co-
múnmente más altos contenidos que las superficiales. Además, la presencia de
Ca en un agua de bebida la dota de «sabor» que dependerá del anión mayori-
tario presente. Asimismo, este metal alcalinotérreo posee un papel fisiológico
importante en la construcción del tejido óseo y en la transmisión nerviosa
como neurotransmisor celular. Finalmente, parecen existir correlaciones ne-
gativas entre consumo de aguas con contenidos elevados de Ca y menor apa-
rición de enfermedades cardiovasculares.

9) Cobalto

Se trata de un elemento metálico muy minoritario tanto en la litosfera


como en los medios acuáticos, no superando en estos el μg/l como valor medio
y oscilando entre 0,1 y 5 μg/. Es un metal traza esencial debido a su interven-
ción en la constitución de la vitamina B-12, que es a su vez necesaria para la
producción de hematíes en el ser humano.

10) Cobre

Es el Cu un elemento metálico que se encuentra en la naturaleza en forma


elemental, o bien formando variados compuestos como óxidos, sulfatos com-
plejos y carbonatos, sobre todo. El Cu monovalente forma complejos estables
con cloruro, nitrato, amonio y tiosulfato, y sales moderadamente solubles tales
como cianuro, cloruro, bromuro, yoduro y sulfocianuro. También el Cu diva-
lente forma complejos con cloruros, aminas, sulfocianuros, bromuros, yoduros,
nitratos, oxalatos y pirofosfatos, y sales en general bastante solubles, con
excepción de los ferrocianuros, sulfuros y carbonatos.
38 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

En las aguas naturales se suelen hallar concentraciones bajas de Cu, entre 1


y 100 μg/l, encontrándose valores más altos pero siempre inferiores a 1 mg/l en
aguas ricas en sustancias y compuestos húmicos, y en general, ricas en materias
orgánicas. En este sentido, en aguas con elevados contenidos en amonio (bajo
forma de NH3 o NH4+) se aprecia la existencia de complejos cupro-amoniacales
de alta estabilidad.
Estudios llevados a cabo en varios ríos de EE UU, Asia y América del Sur
indicaron niveles medios homogéneos en todos ellos de 1,3 μg/l; además, el
contenido en Cu en aguas de varios lagos naturales de EE UU, Europa y Rusia
oscilaron entre 0,13 y 2,5 μg/l, observándose los niveles más altos en lagos de
Suecia y los más bajos en el lago Baikal (Rusia).
No obstante, a medida que el contenido en materiales orgánicos de un
agua es más alto también se incrementa el de Cu. Por ejemplo, aguas superfi-
ciales relativamente pobres en materia orgánica, como algunas aguas de Ale-
mania, presentaban niveles más bajos de Cu, comprendidos entre 5 y 10 μg/l,
que aguas con elevados contenidos en compuestos orgánicos, como ocurre en
zonas de Suecia, donde se han llegado a medir hasta 390 μg/l del metal. Final-
mente, las aguas de consumo público generalmente no suelen contener más de
0,50 mg/l, después de ser distribuidas por las redes públicas de suministro de
aguas.
El Cu es un elemento traza esencial para el ser humano; está involucrado
junto al cobalto y al hierro en la producción de hemoglobina y eritrocitos, y por
lo tanto, en la formación del sistema óseo y del sistema nervioso. Además, en-
tra en la formación de varias enzimas como la citocromo oxidasa y la oxidasa
del ácido ascórbico. No está clasificado como carcinógeno por la IARC. Desde
el punto de vista del tratamiento industrial de aguas, algunos compuestos de Cu,
tales como el sulfato, son muy efectivos para la eliminación de algas y otros
microorganismos (como la Escherichia coli). Esta acción microbiocida se ex-
plica por la obstrucción llevada a cabo por parte del metal de las paredes celu-
lares de los microorganismos, de forma que estos son incapaces de proceder a
la captura del oxígeno vital para su metabolismo.
En este sentido, contenidos moderados de Cu en aguas naturales tienen un
efecto negativo sobre varias especies de pescados (como por ejemplo sobre la
trucha). El Cu también es un metal ampliamente empleado en los sistemas de
distribución de aguas debido a su relativa inercia química. Sin embargo, aguas
con alta tasa de oxigenación, aguas relativamente ácidas o frías, pueden con-
tribuir a la corrosión de las tuberías de Cu, incrementando lógicamente las con-
centraciones del metal en el agua de consumo. De este modo, cuando el con-
tenido en Cu supera los 3 a 5 mg/l, el agua presenta un sabor amargo o
astringente e incluso puede provocar irritaciones gástricas en algunos indivi-
duos más sensibles; si el contenido supera 1 mg/l el agua experimenta incre-
mentos de color y turbidez indeseables.
Desde la óptica normativa, el Cu en la RTS de 1990 estaba encuadrado
dentro de los componentes no deseables, estableciéndosele un nivel guía de
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 39

0,1 mg/l pero indicándose que a partir de 3 mg/l pueden aparecer en el agua
problemas organolépticos y corrosiones en la red. En el RD 140/2003 sobre
aguas de consumo humano, se incluye este metal dentro de los parámetros
químicos, con una concentración máxima permitida igual a 2,0 mg/l, superior
al nivel guía anterior pero inferior al nivel comprobado como causante de pro-
blemas en el agua de consumo o redes de distribución de aguas.

11) Cromo

Este metal se encuentra naturalmente bajo forma del mineral cromita. El


comportamiento fisicoquímico de las diferentes fases disueltas de Cr es varia-
do: así, el Cr2+ forma complejos aminados y cianurados; el Cr3+ suele formar
complejos de relativa estabilidad con cloruros, fluoruros, sulfatos, sales amó-
nicas, cianuros, sulfocianuros, oxalatos y citratos; por su parte, los cromatos
(Cr6+) suelen ser complejados por el peróxido de hidrógeno. Finalmente, los
cromatos de metales alcalinos, así como los férricos, cúpricos, manganosos y
magnésicos son bastante solubles, mientras que los cromatos de los demás
metales, por contra, son insolubles.
En general, las sales de Cr hexavalente (HCrO4– —cromato ácido—, CrO42–
—cromato—, y Cr2O72– —dicromato—) son más solubles que las de Cr triva-
lente, especialmente que el hidróxido. La oxidación de Cr3+ hacia Cr6+ puede ser
llevada a cabo tanto electroquímicamente como de forma biológica. Estos pro-
cesos suponen un complicado equilibrio entre la disolución y la precipitación de
los compuestos de Cr en las aguas naturales. Así, la acción reductora de la ma-
teria orgánica sobre compuestos de Cr6+ conduce a la generación de complejos
orgánicos de Cr3+, proceso que ha sido ampliamente estudiado. Por otra parte,
la principal fuente antropogénica de Cr hacia el medio hídrico la constituyen los
efluentes industriales procedentes de la producción de inhibidores de corrosión
y pigmentos para fabricación de pinturas y barnices.
Las concentraciones totales de Cr en aguas naturales no contaminadas no
suele superar los 25 μg/l; no obstante, estos niveles pueden incrementarse en
aguas con valores de pH inferiores a 6,0, así como en aguas de elevada dureza.
En relación al agua de consumo, no suelen excederse los 2 μg/l, si bien en al-
gunos casos se han referido concentraciones de Cr en agua de bebida que lle-
gaban hasta los 0,12 mg/l.
Fisiológicamente, el Cr es un metal traza esencial estando involucrado en el
metabolismo de la glucosa como un cofactor de la insulina. Además, este me-
tal presenta el efecto beneficioso de incrementar la adsorción de proteínas y
aminoácidos por parte de las células del organismo. Desde el punto de vista
contrario, la excesiva ingestión de compuestos de Cr3+ provoca alteraciones to-
xicológicas en el ser humano, mientras que pequeñas ingestiones de Cr6+ pue-
de acarrear alteraciones cutáneas, así como problemas pulmonares graves que
pueden incluso desembocar en el desarrollo de cáncer de pulmón. Por otro lado,
40 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

la actividad mutagénica presentada por el Cr hexavalente puede reducirse no-


tablemente por agentes reductores (que lo transformarían en Cr trivalente)
como ocurre con los jugos gástricos del organismo. De acuerdo a esto, la
IARC incluye a los compuestos de Cr6+ como carcinógenos (grupo 1) y a los de
Cr3+ como no clasificables como carcinógenos (grupo 3).
El nivel máximo de este metal en aguas de consumo no varía en el RD
140/2003 frente a la RTS de 1990, manteniéndose en 50 μg/l. Lo que sí cambia
es la calificación del elemento que en la normativa de 1990 se incluía dentro de
los componentes tóxicos, y en el RD 140/2003 se ubica dentro de los paráme-
tros químicos.

12) Estaño
Los compuestos de Sn son poco frecuentes en la naturaleza, estando espe-
cialmente asociado con sales de otros metales más abundantes como plomo y
zinc. Presenta este elemento dos estados principales de oxidación, de forma que
el Sn4+ forma varios complejos clorurados así como con oxalato, de alta esta-
bilidad, mientras que el Sn6+ también forma varios complejos con cloruro, con
oxalato, con fluoruro y con sulfuro, asimismo muy estables. Finalmente, tanto
los sulfuros estannosos (Sn4+) como estánnicos (Sn6+) son ligeramente solubles.
Aparte de las pequeñas cantidades de estaño naturalmente aportadas a un
agua, otra fuente importante de este metal hacia los cauces naturales es la pro-
cedente del Sn asociado a las formulaciones de pesticidas empleados en la lu-
cha contra las plagas de caracoles. En cualquier caso, estos compuestos orgá-
nicos de estaño son fácil y rápidamente degradados a través de reacciones
fotoquímicas o biológicas en la propia naturaleza.
Por lo dicho más arriba, las concentraciones de Sn en aguas naturales son
muy bajas, no superando habitualmente los 10 μg/l. Además, en aguas de con-
sumo no suelen exceder de sólo 2 μg/l. Sin embargo, el amplio uso de Sn en
fontanería ha hecho que se incremente paulatinamente el contenido en este me-
tal en las aguas de bebida.
Desde el punto de vista fisiológico, tanto el Sn orgánico como el inorgáni-
co son pobremente adsorbidos por el tracto intestinal, siendo rápidamente ex-
cretados y no acumulándose en los tejidos. De acuerdo con las evidencias
existentes, el Sn no muestra acción teratogénica o embriotóxica en ensayos de
laboratorio en vivo, aunque niveles excesivos de Sn en los alimentos pueden
provocar irritación gástrica aguda en el ser humano.

13) Hierro
El Fe, tanto en forma de compuestos divalentes como trivalentes (ambos
son los mayoritarios dentro de la amplia gama de estados de oxidación de
este elemento químico) ocupa el cuarto lugar en abundancia en la corteza te-
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 41

rreste de nuestro planeta. Los compuestos más frecuentes son hidróxidos, car-
bonatos y sulfuros.
El Fe2+ suele formar variados complejos con aminas, compuestos orgánicos
hidroxilados, hipofosfitos, oxalato y cianuro, sobre todo. Además, forma sales
moderadamente solubles como carbonatos, cianuros, oxalatos, fosfatos y sul-
furos. Por su parte, el Fe3+ es complejado por iones cloruro, sulfato, tiocianato
y acetato, con los que forma complejos de baja estabilidad. En contraste, los
complejos de Fe trivalente y fluoruro, pirofosfato, fosfato, compuestos orgáni-
cos hidroxilados y oxalato son mucho más estables. Por último, los fosfatos y
sulfuros de Fe3+ son sales moderadamente solubles.
El Fe presente en un agua proviene de la disolución de rocas y minerales
que lo contienen, así como de las aguas residuales procedentes de la producción
de acero y otros materiales. En general, el Fe se encuentra en forma trivalente
en las aguas naturales superficiales, variando su concentración típicamente
entre 0,01 mg/l y 0,30 mg/l, no superándose estos niveles, ya que a valores de
pH en torno a la neutralidad (pH = 7,5 que son los habituales en cualquier agua
natural) ya se produce la precipitación de Fe(OH)3 hidratado, que es la sal
más común en medios hídricos oxigenados.
Por contra, las sales de Fe divalente son apreciablemente más solubles, co-
menzando su precipitación por debajo de valores de pH = 6,0. De este modo,
las aguas subterráneas (o aguas profundas de lagos y embalses) ricas en CO2 y
poco oxigenadas, presentan con frecuencia más altos contenidos en Fe total que
las aguas de superficie bien aireadas. Este proceso se favorece por la elevada
estabilidad de los complejos entre Fe2+ y materia orgánica, que por otro lado
pueden provocar graves problemas en la subsiguiente potabilización de este
tipo de aguas. Respecto a esto, aguas profundas de embalses y lagos práctica-
mente desprovistas de oxígeno disuelto (<2,0 mg/l de O2) pueden contener can-
tidades superiores a algunos mg/l, o incluso del orden de algunas decenas de
mg/l de Fe total. De este modo, las concentraciones de este metal en aguas na-
turales pueden oscilar muy ampliamente (dependiendo de su origen concreto)
entre sólo algunas décimas de μg/l y 50 mg/l.
La dinámica del Fe en lagos y embalses ha sido profusamente estudiada
desde hace muchos años (Figura 1.9): ésta evoluciona desde unas bajas con-
centraciones de Fe total con abstracción de la profundidad del agua del lago,
período que coincide con el de mezcla térmica y con el de una situación de ele-
vada oxigenación en toda la masa hídrica, hasta elevados contenidos (sobre
todo de Fe divalente) en las aguas más profundas (y desoxigenadas) del lago
durante el período de estratificación térmica. Estas altas cantidades de Fe di-
valente se generan tanto mediante reducción química como biológica a partir de
los precipitados de Fe trivalente existentes en los sedimentos y fangos del
fondo del lago. Este comportamiento es similar al exhibido por el fósforo.
Además, la contribución de los fenómenos de oxidación-reducción entre Fe di-
valente y trivalente, por vía fotoquímica, producidos en aguas superficiales tam-
poco deben ser descartados con relación a este ciclo global del Fe en las aguas.
42 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

5,5 E. Guadalmellato
(Media 1980-91)

Metros de profundidad
12,5

18,5 Octubre
(estratificación térmica)

24,5
Marzo (mezcla)

0,10 0,30 0,50 0,70


Fe total (mg/l)

FIGURA 1.9. Perfil en profundidad del contenido en hierro total en el embalse


del Guadalmellato (Córdoba, 147 hm3).

Desde un punto de vista fisiológico, el Fe juega un papel relevante ya que


está suficientemente probada su presencia en muchas proteínas (p.e., hemo-
globina), citocromos y en varios enzimas redox. En este último caso, el metal
actúa en un proceso de oxidación-reducción en dos etapas, produciéndose los
tránsitos reversibles desde Fe0 hasta Fe2+, y desde este hacia Fe3+:

Fe0 ↔ Fe2+ + 2e–; Eo = –0,44 V


Fe2+ ↔ Fe3+ + e–; Eo = +0,77 V

Por otro lado, aunque la ingestión de elevadas cantidades de compuestos de


Fe provoca importantes alteraciones llegando a la necrosis (si bien de índole re-
versible) en varios tejidos humanos, la IARC no lo cataloga como carcinógeno
para humanos.
La presencia de este metal en un agua de consumo puede deberse a dos cau-
sas: a no haber sido bien eliminado de un agua bruta a potabilizar que lo con-
tenga, o a la presencia de contenidos residuales procedentes de los coagulantes
férricos o ferrosos empleados en el tratamiento del agua. En este caso, la exis-
tencia de Fe en un agua de consumo provoca fenómenos indeseables de incre-
mentos de color y turbidez, así como aparición de sabores no agradables en el
agua distribuída por la red, ya que el Fe presente favorece procesos de corro-
sión electroquímica de tuberías y de desarrollos bacterianos (bacterias del hie-
rro) con pérdida de calidad del agua.
La concentración máxima de Fe en un agua de consumo humano no varía
de los 200 μg/l establecidos en la RTS de 1990, con respecto a RD 140/2003.
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 43

Lo que sí se modifica es la adscripción del metal desde el grupo de los com-


ponentes no deseables (RTS) al de parámetro indicador (RD 140/2003).

14) Litio

Metal usualmente asociado como impureza a minerales de sodio y de po-


tasio, también es abundante como fluoruro, así como formando parte de sili-
catos compuestos. El litio prácticamente no forma ningún tipo de complejo,
siendo todas sus sales muy solubles. El contenido medio de Li de las aguas nor-
malmente no excede de algunos μg/l, con la lógica excepción de aguas proce-
dentes de pozos y manantiales litínicos.
Desde el punto de vista fisiológico, ha sido puesta de manifiesto una rela-
ción entre el consumo de aguas pobres en litio (menos de 1-2 μg/l) y enferme-
dades cardíacas. Por el contrario, el consumo de aguas con cantidades de Li
cercanas a los 100 μg/l parece disminuir este problema e incluso ser beneficioso
ante problemas de úlceras estomacales.

15) Magnesio

Ligado al calcio, ya se indicó que dan lugar al concepto de dureza de un


agua, es un elemento frecuentemente encontrado bajo la forma de carbonatos,
sulfatos, cloruros y silicatos.
En aguas salobres puede alcanzar hasta los 1,3 g/l, mientras que sus con-
centraciones medias en aguas no marinas o salobres se sitúan alrededor de
20-40 mg/l (segundo catión mayoritario tras el calcio). En los ríos, la concen-
tración del metal suele aumentar desde el nacimiento hasta la desembocadura
por disolución de las rocas y minerales del terreno. El Mg (fundamental para la
fotosíntesis como integrante de la clorofila) es también importante en ciertos
sistemas enzimáticos e interviene en la formación de los huesos. Parece ser que
la ingesta de aguas con bajos niveles del metal (<15 mg/l) se relaciona con al-
tas tasas de enfermedades coronarias.
Por otra parte, el contenido elevado de Mg en aguas de bebida puede pro-
vocar efectos laxantes y sabor amargo. También el Mg, al igual que el Ca, está
involucrado en un equilibrio «bicarbonato soluble/carbonato insoluble» (aunque
aquí el carbonato progresa hasta hidróxido) responsable de procesos de in-
crustación y agresión en tuberías de agua. Este efecto también se produce du-
rante la descomposición térmica de bicarbonato de magnesio, desprendiéndose
CO2 particularmente agresivo frente a diversos materiales metálicos y no me-
tálicos, según los procesos teóricos:

MgCO3 + H2CO3↔ Mg(HCO3)2


Mg(HCO3)2 ↔ Mg(OH)2 + 2CO2
44 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

16) Manganeso

Al igual que el Fe, el Mn es un elemento ampliamente difundido en la na-


turaleza, siendo la pirolusita (dióxido de manganeso) su mineral más frecuen-
te. Las rocas y minerales que contienen Mn son fácilmente solubles en aguas
neutras o ligeramente ácidas en condiciones oxidantes moderadas, mediante la
formación del ion manganoso. En condiciones ligeramente oxidantes puede
producirse la oxidación del Mn2+ hacia Mn4+ con la generación de compuestos
fácilmente precipitables por su escasa solubilidad. Por último, condiciones
oxidantes más enérgicas pueden proseguir el proceso oxidativo hasta acabar en
Mn polivalente (+5, +6 ó +7). Según el estado de oxidación del metal se for-
marán diferentes complejos; así, el Mn2+ es complejado por fluoruro, fosfato,
oxalato y compuestos aminados; el Mn3+ forma complejos clorurados, fosfata-
dos, sulfatados, cianurados y con oxalato; finalmente, los complejos más fre-
cuentes del Mn4+ se generan con cloruro, fluoruro y cianuro.
Los contenidos en Mn de aguas naturales bien oxigenadas son bajos debido
a que los compuestos de Mn más solubles son los de Mn2+ y esta especie es mi-
noritaria en ambientes oxidantes, como los de un agua natural con tasas mo-
deradas o altas de oxígeno disuelto. No obstante, en un agua sometida a airea-
ción directa mediante aire disuelto, la oxidación del Mn2+ es relativamente
lenta y subsiguientemente se produce la paulatina precipitación de compuestos
poco solubles de Mn4+, especialmente de MnO2 hidratado.
Por otro lado, este elemento se puede encontrar en un agua en varias formas
químicas: como especie disuelta, en forma coloidal o bien formando complejos
variados. En este sentido, la asociación entre Mn y materia orgánica, que con-
duce a la formación de los correspondientes complejos Mn-materia orgánica,
es muy frecuente y provoca problemas en el proceso de potabilización de un
agua bruta que contenga elevadas concentraciones de Mn y de compuestos or-
gánicos, debido a la alta estabilidad de los complejos formados.
En general, los contenidos de Mn en aguas naturales oscilan desde sólo al-
gunos μg/l (aguas oxigenadas) hasta 0,50 mg/l, o incluso más de 1 mg/l en
aguas poco oxigenadas. En este sentido, las aguas subterráneas ricas en mate-
riales orgánicos y pobremente oxigenadas, así como las aguas profundas anó-
xicas de lagos y embalses durante su período de estratificación térmica pueden
superar los 2 a 3 mg/l de Mn total, lo cual está asociado al acusado ambiente re-
ductor que allí se experimenta en estas situaciones.
De cualquier forma, el comportamiento descrito más arriba puede explicarse
atendiendo a la compleja dinámica redox que experimenta el Mn (similar a la del
Fe) y que se puede describir de una manera simplificada como el tránsito entre
especies de Mn2+ disueltas y su oxidación mediante oxígeno hacia especies de
Mn4+ poco solubles. Este ciclo ha sido extensamente estudiado en muchos lagos
y embalses a nivel práctico. Así, durante el período de mezcla térmica del lago,
los niveles de Mn total en toda la columna de agua en profundidad son uniformes
y bajos, no detectándose incrementos significativos en el agua más profunda. Por
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 45

contra, el período de estratificación térmica supone una clara diferenciación


entre aguas superficiales bien oxigenadas y aguas profundas deficitarias en oxí-
geno y sometidas a un fuerte ambiente reductor, condiciones que favorecen la re-
disolución reductiva de compuestos oxidados de Mn previamente precipitados
desde el sedimento del fondo del lago, y por tanto, el incremento notable de los
contenidos en Mn (mayoritariamente Mn2+) en estas aguas profundas. Este pro-
ceso, además, se halla favorecido por la actividad de microorganismos anaero-
bios (estrictos o facultativos) que viven en estas zonas (Fig. 1.10)
Desde la óptica fisiológica, el Mn es un elemento traza esencial que está in-
volucrado en la síntesis de flavoproteínas, en la dinámica del colesterol y en la
producción de hemoglobina. También posee una conocida acción catalizadora
sobre varios procesos enzimáticos. Tal es así, que la deficiencia de este metal
en el organismo puede acarrear problemas cardíacos, anemia y malformaciones
óseas diversas en niños. Por el contrario, consumos de aguas con cantidades
elevadas de Mn (>14 mg/l) pueden provocar daños en el cerebro. No obstante,
el Mn no está catalogado como sustancia carcinógena por la IARC.
Con relación al agua de bebida, la existencia de relativamente bajas con-
centraciones de Mn (80-120 μg/l) está comprobado que es suficiente para pro-
vocar aparición de color y turbidez en el agua, así como la de bacterias del
manganeso en las tuberías de distribución, asociada a estos efectos. Además, si
el contenido supera los 0,20 mg/l aparecen también en el agua de bebida sabo-
res metálicos no deseables. Evidentemente, estos problemas implican la nece-
sidad de proceder a la correcta eliminación del Mn en las aguas brutas a pota-

E. Guadalmellato
(Media 1980-91)
5,5
Metros de profundidad

12,5

Octubre
18,5 (estratificación térmica)

24,5
Marzo (mezcla)

0,15 0,55 0,95 1,35


Mn total (mg/l)

FIGURA 1.10. Perfil en profundidad del contenido en manganeso total en el embalse


del Guadalmellato (Córdoba, 147 hm3).
46 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

bilizar que lo contengan, a lo largo del proceso de tratamiento. Esta eliminación


se lleva a cabo utilizando procesos de oxidación enérgicos con reactivos quí-
micos distintos al cloro (habitualmente usado en potabilización de aguas) ha-
bida cuenta de la poca efectividad de este reactivo en la oxidación de aguas car-
gadas de Mn: ozono, dióxido de cloro, y permanganato potásico son sustancias
que se suelen emplear a tal fin en este tipo de aguas cargadas en materias or-
gánicas y Mn divalente con excelentes resultados.
Para terminar este apartado, indiquemos que la concentración máxima de
este metal en un agua de consumo humano, que era de 50 μg/l (RTS de 1990),
no se ve modificada por el RD 140/2003, que contempla al Mn como paráme-
tro indicador, frente al de componente no deseable de la norma anterior.

17) Mercurio

El Hg se encuentra en la litosfera fundamentalmente como sulfuro y en al-


gunas minas bajo forma elemental como líquido. Este metal accede al medio hí-
drico a través de emisiones volcánicas, y sobre todo, ligado a efluentes resi-
duales procedentes de la producción de cementos, combustión de fuel,
fabricación de baterías, así como de la producción de hidróxido sódico y cloro.
Además, algunos pesticidas contienen Hg en sus formulaciones.
El Hg+ forma sales moderadamente solubles tales como sus haluros, cro-
matos y sulfuros. Por su parte, los yoduros, tiocianatos y sulfuros de Hg2+
también son relativamente solubles. Además, el Hg2+ es capaz de generar una
amplia variedad de complejos de relativa estabilidad como los clorurados,
bromurados, yodurados, tiocianurados, cianurados, aminados, sulfurados y
tiosulfurados.
Por otra parte, los niveles de Hg en aguas no contaminadas no suelen su-
perar el μg/l. Sin embargo, estos niveles pueden incrementarse notablemente en
aguas contaminadas, como es el caso de algunas aguas superficiales de Ale-
mania en las cuales se han podido medir hasta 0,40 mg/l del metal.
El Hg es un elemento sujeto a fenómenos de biotransformación una vez
accede al medio ambiente, lo que incrementa enormemente su potencial tóxico.
En este sentido, el contenido de Hg en un agua se divide entre formas inorgáni-
cas de Hg+, tales como cloruro e hidróxido (especialmente), y compuestos orgá-
nicos de Hg2+ de mucho más alto poder toxicológico, tales como los derivados
metilados, dimetilados y fenólicos. De este modo, el Hg+ que accede a un agua
bien oxigenada, y sobre todo, a aguas con pH ácido (menor a 5,0) es rápidamente
oxidado a Hg2+, el cual puede a su vez reaccionar de acuerdo a dos procesos:

a) Puede ser reducido totalmente a Hg elemental por algunos microorga-


nismos (p.e., varias especies de Pseudomonas) con lo cual se evapora a
la atmósfera, en donde se oxida a Hg+, pasando después desde aquí a las
aguas y suelos asociado a las lluvias.
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 47

b) Puede formar complejos organo-mercuriados muy tóxicos, especial-


mente los denominados metil-mercurio y el dimetil-mercurio. Para esto,
el Hg2+ de un agua que suele estar asociado a partículas orgánicas o mi-
croorganismos, o incluso englobado en los sedimentos del fondo de un
cauce hídrico, experimenta un fenómeno de metilación, el cual puede
discurrir tanto en aguas bien oxigenadas como en medio anóxico. En
medios oxigenados, el proceso rinde primero metionina mercúrica cuya
rotura produce finalmente los derivados mono– y di-metilados. Además,
si el pH del agua fuese ácido, la formación de metil-mercurio estaría
favorecida frente a la del compuesto dimetilado.

Tanto el Hg como sus derivados tienen un elevado potencial tóxico pues


suelen ser rápidamente adsorbidos por cualquier ser vivo. Por otro lado, dada su
muy lenta cinética de eliminación desde el organismo, este metal exhibe el ya
referido fenómeno de la bioacumulación. Esto supone que a medida que se as-
ciende en la cadena trófica, la cantidad de Hg almacenada en los organismos de
eslabones superiores es más alta. Este fenómeno fue puesto de manifiesto cla-
ramente en la ciudad japonesa de Minamata: el Hg existente en los efluentes re-
siduales que desembocaban en el mar procedentes de una industria próxima a la
ciudad era consumido y acumulado por el fitoplancton del agua costera, pa-
sando después al zooplancton, posteriormente al pescado y finalmente desde
este pescado rico en Hg a los seres humanos que se alimentaban de aquél. Por
esta ruta, los niveles de Hg existentes en las personas eran considerablemente
más altos que las emisiones primitivas del metal en los efluentes industriales.
Desde el punto de vista fisiológico, la adsorción de Hg orgánico por el cuer-
po es superior al 90% del que se ingiere, mientras que sólo el 10% del Hg inor-
gánico ingerido es adsorbido por el organismo. El Hg se acumula en tejidos
grasos, cerebro, riñones, músculos, huesos y sistema nervioso, provocando al-
teraciones y parálisis muscular, problemas visuales y daños cerebrales. Ade-
más, puede causar alteraciones en las enzimas involucradas en el sistema cir-
culatorio. Por último, el resultado final es la teratogénesis, ya que este metal
puede alterar gravemente el proceso de división cromosómica. Pese a lo ante-
rior, la IARC no lo cataloga como carcinógeno.
Por todo lo dicho, el Hg tanto en la RTSde 1990 como en el RD 140/2003
presenta el límite máximo más bajo de todos los metales presentes potencial-
mente en un agua de consumo humano: 1,0 μg/l. Además, en la RTS de 1990
el Hg se inscribía dentro de los componentes tóxicos mientras, que en el RD
140/2003 se incluye dentro de los parámetros químicos.

18) Molibdeno

Este elemento forma dos tipos de compuestos: como metal propiamente di-
cho, y como oxoácido. Desde el punto de vista de la solubilidad, bromuro, clo-
48 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

ruro y sulfuro de Mo son ligeramente solubles en agua, al igual que los molib-
datos de la mayoría de los metales no alcalinos. Por otro lado, el Mo se en-
cuentra en un gran número de complejos en función de su estado de oxidación:
el Mo3+ forma complejos con cloruro, oxalato, y tiocianato; el Mo6+ con cloru-
ro, fluoruro, fosfato, arseniato, vanadato, citrato, tartrato y oxalato.
Si bien las concentraciones de este metal en aguas naturales no superan los
0,05 μg/l, en zonas con actividades mineras los niveles pueden incrementarse
hasta más de 0,20 μg/l por encontrarse el metal asociado como impureza a va-
rios minerales de aprovechamiento industrial. Con respecto a aguas de bebida, el
contenido de Mo no excede habitualmente de 0,01 μg/l. Finalmente, este metal
está considerado como elemento esencial para el ser humano formando parte de
la estructura de las oxidasas que metabolizan xantina, aldehidos y sulfitos.
Hasta la fecha, no se han demostrado efectos tóxicos del Mo en el hombre.

19) Níquel

Este metal se encuentra naturalmente formando arseniatos y sulfuros. Es


empleado por el hombre en procesos de fusión para fabricar diversas aleaciones
metálicas, como catalizador para preparación de compuestos orgánicos y tam-
bién lo incluyen en sus formulaciones algunos pesticidas.
Las sales de Ni son razonablemente solubles en agua, exceptuando los ferri-
y ferro-cianuros, los sulfuros y el dimetil-glioximato. Además, este metal for-
ma varios complejos de diferentes estabilidades: así los clorurados, sulfurados
(muy estables), aminados (débilmente estables), y los generados con oxalato,
tiocianato, metafosfato, pirofosfato y cianuro.
Los niveles medios de Ni en aguas superficiales no suelen superar los 5 a
10 μg/l, si bien en algunos casos se han medido concentraciones superiores a 1
mg/l. Las aguas subterráneas suelen presentar contenidos de Ni más elevados;
así, en aguas subterráneas de Rusia se han medido hasta 13 mg/l del metal. Por
otro lado, el contenido de Ni en aguas de bebida no suele exceder de 20 μg/l en
general. Este nivel puede incrementarse bastante en redes de distribución de
aguas integradas por tuberías de níquel.
Desde el punto de vista fisiológico, el Ni no es muy tóxico, si bien algunas
de sus sales pueden tener potencialmente efectos carcinogénicos y mutagénicos
de acuerdo a las investigaciones de laboratorio llevadas a cabo. En la actualidad
tanto el metal como sus sales solubles son catalogados por la IARC como
carcinógenos por exposición pulmonar. Esta acción puede explicarse aten-
diendo a la reacción producida entre el metal y el ADN celular. Además, la in-
gestión de importantes cantidades de Ni puede provocar en el organismo pro-
blemas renales, pudiendo dar lugar también a alergias cutáneas por contacto. En
previsión de esto, algunos países han prohibido actualmente los recubrimientos
niquelados de objetos que estén en contacto directo con la piel (zarcillos, ani-
llos, gafas...).
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 49

Por los problemas sanitarios indicados anteriormente que el Ni puede pro-


vocar en el ser humano, su concentración máxima en aguas de consumo hu-
mano se reduce en el RD 140/2003 a sólo 20 μg/l (donde se incluye como pa-
rámetro químico) desde los 50 μg/l de la RTS de 1990 (que lo consideraba
dentro de los componentes tóxicos).

20) Plata

Se halla en escasa proporción en la naturaleza, tanto si es en forma nativa


como si está presente en algunos minerales, o más comúnmente asociada a sales
de plomo, zinc, cobre y oro. Las concentraciones de Ag en el agua son mínimas
(entre 1 y 10 μg/l). Las sales de Ag que presentan propiedades bacteriostáticas, se
pueden usar como relleno de filtros domésticos de agua siendo fuente, en oca-
siones, de problemas tóxicos debido a los altos niveles del metal en el agua tra-
tada con estos sistemas si no se realiza un seguimiento periódico de los mismos.
Metal no especialmente tóxico para el hombre, su ingestión en dosis conti-
nuadas y altas provoca la enfermedad denominada «argiria», caracterizada
por una coloración gris azulada en la piel por deposición de Ag en la dermis,
folículos pilosos, glángulas sudoríparas y sebáceas. Esta afección se comprue-
ba en las personas expuestas profesionalmente al metal o a sus sales.
No considerado en la Directiva europea 98/83 ni en el RD 140/2003 sobre
aguas de consumo humano como de seguimiento periódico, la RTS de 1990 lo
consideraba dentro de los componentes no deseables con una concentración
máxima de 10 μg/l.

21) Plomo

El plomo se suele encontrar en la corteza terrestre en forma de carbonatos


y sulfuros. Este metal es muy empleado por el hombre como aditivo de
combustibles (gasolinas), si bien su uso está en continuo descenso debido a su
incremento en el ambiente (al que accede englobado en los humos del que-
mado de estos combustibles) y a su poder toxicológico. También se utiliza en
la fabricación de baterías, pinturas, como aislante de radiaciones ionizantes y
en formulaciones de pesticidas.
Desde la óptica fisicoquímica, el Pb2+ forma complejos de cierta estabilidad
con nitratos, cloruros y cianuros, y menos estables con ácidos como el acético,
los orgánicos hidroxilados y el tiosulfúrico. Además, este catión forma sales
moderadamente solubles con cloruro, bromuro, yoduro, fluoruro, sulfato y
carbonato. Por otro lado, el Pb4+ puede ser complejado en medio clorhídrico por
el cloruro presente, así como por sulfato en medio sulfúrico relativamente
concentrado mientras que el óxido correspondiente (PbO2) presenta una baja
solubilidad en agua.
50 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

El Pb metálico expuesto al aire sufre en primer lugar un proceso oxidativo


inducido por el oxígeno atmosférico, que lo convierte en hidróxido, siendo pos-
teriormente atacado por el CO2 para dar lugar a una fina película de carbonato
que protege al metal de posteriores corrosiones. En ambientes salinos, o aguas
saladas o salobres, el metal reacciona con los aniones allí presentes transfor-
mándose en sales estables como los haluros y los sulfatos correspondientes. No
obstante, estas sales pueden ser atacadas posteriormente por aguas ácidas o con
exiguo contenido salino (aguas blandas) lo que conduciría a nuevos fenómenos
de corrosión en el metal.
En aguas naturales no contaminadas el contenido en Pb total (disuelto, co-
loidal y asociado a partículas) oscila entre 50 μg/l y 10 mg/l, mientras que la
fracción de Pb disuelto no suele superar los 10 μg/l. En este sentido, en aguas
de ríos de EE UU la concentración de Pb disuelto era de sólo 0,02 μg/l, mien-
tras que en aguas de varios lagos de EE UU, Europa y Rusia los contenidos os-
cilaban entre 0,8 ng/l y 0,8 μg/l, correspondiendo los valores más elevados a la-
gos del Norte de Suecia y los más bajos al lago Ontario (Norteamérica).
Lógicamente, si se detectan concentraciones más altas de Pb será indicativo de
que el cauce natural se halla contaminado por aguas residuales ricas en el me-
tal. Además, téngase en cuenta que otra fuente de aporte de Pb de primera mag-
nitud a un agua natural es, en la actualidad, el agua de lluvia contaminada por
los gases de escape de los automóviles. No obstante, la concentración habitual
de Pb en un agua de bebida no suele superar los 10 μg/l.
El Pb se ha usado históricamente en la elaboración de tuberías de conduc-
ción de agua potable, debido a su, en principio, inercia química, circunstancia
que ha posibilitado que el contenido en este elemento de algunas aguas de con-
sumo de carácter ácido y baja salinidad se haya incrementado hasta los 2 mg/l
(así en algunas zonas de Escocia). Lo anterior ha hecho que desde hace varios
años se esté sustituyendo aceleradamente este metal en las tuberías de agua por
hierro, aceros, cobre y otros materiales sintéticos (polietileno, PVC...).
Elemento no esencial desde la óptica fisiológica, sí posee carácter tóxico.
Esta toxicidad es más acusada frente a los organismos autóctonos de las aguas
naturales a medida que el agua presenta una menor dureza. Respecto al ser hu-
mano, el Pb provoca la conocida enfermedad del saturnismo, caracterizada por
la acumulación del metal en los huesos, y especialmente nervios, sistema renal
e hígado. El saturnismo causa anemia, parálisis, dolores de cabeza y alteracio-
nes enzimáticas y en los tejidos adiposos en donde preferencialmente se aloja.
A esto hay que unir su carácter de carcinogénico, tanto del metal como de sus
sales inorgánicas, todos los cuales son incluidos por la IARC en el grupo 2B
(posiblemente carcinógenos por ingestión).
El Pb, al igual que el Hg, se acumula en el cuerpo siendo lentamente excre-
tado. Por ello, puede atravesar la barrera placentaria desde la madre al feto; si
esto ocurre, el elemento reacciona con los aminoácidos sulfurados y puede aca-
rrear dificultades en el intercambio celular de oxígeno. En este sentido, se han
podido probar correlaciones entre casos de retraso mental en niños y elevados ni-
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 51

veles de Pb en su sangre. De lo anterior se deduce que es lógico que el empleo


de Pb en la actividad humana vaya en continuo decrecimiento desde los años 70
del siglo pasado. En concreto, la Directiva europea de 1998 y el RD 140/2003
español reducen drásticamente la concentración máxima de Pb en las aguas de
consumo humano desde los 50 μg/l de la RTS de 1990 (que lo consideraba den-
tro de los componentes tóxicos) hasta un máximo de 10 μg/l al cabo de 15 años
de la entrada en vigor de la Directiva europea, pasando por un período de adap-
tación con un límite de 25 μg/l, a cumplir a partir del 5o año de promulgación de
la norma europea (estos plazos se mantienen en la norma española de 2003).

22) Potasio

Se trata de uno de los cationes mayoritarios de las aguas naturales, en conso-


nancia con su amplia difusión en la naturaleza bajo la forma de cloruro, sulfato,
fluoruro y fosfatos, así como en las arcillas y micas. Pese a las oscilaciones en su
concentración, en general, las aguas no suelen presentar contenidos superiores a
unos 15 mg/l en este metal alcalino. Es interesante señalar, además, que la con-
centración de K a lo largo de un río suele disminuir a la vez que el de Na incre-
mentarse a consecuencia de la tendencia del potasio a sustituir al sodio contenido
en las arcillas. Indíquese también la existencia de un isótopo natural del potasio, el
40
K, que contribuye a la radiactividad de fondo detectada en la corteza terrestre.
Por último, el K es un elemento importante en la fisiología del ser humano
(sistemas nervioso y muscular), así como corrosivo cuando se emplean aguas
que lo contengan en calderas e intercambiadores de calor.
Desde el punto vista normativo, este metal con una concentración máxima
establecida en la RTS de 1990 de 12 mg/l y considerado dentro de los caracte-
res físico-químicos, no ha sido tenido en cuenta en el RD 140/2003 sobre
aguas de consumo.

23) Selenio

Metaloide fisiológicamente esencial, el Se está ampliamente distribuido en la


naturaleza, si bien en pequeñas cantidades. Así se encuentra especialmente en zo-
nas volcánicas asociado a minerales de cobre, azufre y boro. Desde el punto de
vista fisicoquímico los seleniuros, selenitos y seleniatos de metales alcalinos son
bastante solubles, mientras que los de los demás metales, por contra, son inso-
lubles. Además, el Se forma complejos como el ácido selenofosfórico, el cro-
moselenioso y el cobaltiselénico, así como complejos en medios fuertemente áci-
dos con el ácido uránico y con el nitrosulfúrico.
La concentración total de Se en aguas naturales superficiales, donde se
suele encontrar fundamentalmente bajo la forma química de selenitos (SeO32–),
seleniatos (SeO42–) y como dimetilselenio, no suele superar en general la dece-
52 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

na de μg/l. No obstante, en aguas subterráneas, sobre todo si estas drenan zonas


volcánicas como ocurre en algunas zonas de EE UU, se pueden medir concen-
traciones de hasta 1 mg/l.
Por otro lado, se ha comprobado que el Se exhibe un comportamiento en la-
gos y embalses similar al ya comentado anteriormente para el Al, Fe y Mn, de-
bido a factores tanto fisicoquímicos, como electroquímicos o microbiológicos.
En resumen, recuérdese que este comportamiento asocia el período de mezcla
térmica del lago a contenidos homogéneos en toda la columna de agua y rela-
tivamente bajos de Se, mientras que durante la estratificación térmica se apre-
cia una tendencia alcista en profundidad de las concentraciones del metaloide
en el agua del lago o embalse.
Como se dijo antes, el Se es un elemento fisiológicamente esencial para el
ser humano, pues es constituyente de algunos enzimas. Además, se encuentra
involucrado en el factor-3 que es esencial para la nutrición animal. Por otro
lado, el poder detoxificante del Se frente a la acción tóxica de otros metales, por
ejemplo el cadmio, es conocido de antiguo. En este sentido, la deficiencia de Se
en el ser humano conduce a la enfermedad de Keshan, que se caracteriza por
trastornos y lesiones cardíacas más o menos graves. También se ha comproba-
do en estudios de laboratorio in vivo un cierto efecto anticarcinógeno de este
metaloide, por lo cual la IARC cataloga al Se y sus compuestos en el grupo 3
(no carcinógenos) excepción hecha de su sulfuro.
Como efectos negativos deben citarse que la ingestión excesiva de Se pue-
de acarrear en el consumidor lesiones cutáneas, nerviosas, problemas intesti-
nales y renales, así como aparición de caries dental, al mismo tiempo que la
presencia en un agua de consumo de arsénico puede potenciar la toxicidad del
Se. Por último, indíquese que el RD 140/2003 no modifica el límite máximo de
este elemento en un agua de consumo, manteniéndolo en el de la RTS de
1990, de 10 μg/l e incluyéndolo como parámetro químico, frente a la califica-
ción de componente tóxico de 1990.

24) Sodio

El Na es un metal alcalino muy común que se puede encontrar en forma de sa-


les ubicuas como cloruro o sulfato o formando parte de la mayoría de los mine-
rales arcillosos. Debido a la extrema solubilidad de las sales de Na apenas se en-
cuentran complejos del mismo. El empleo de las sales sódicas por el hombre es
diverso: así, en industrias de salazón y en procesos electrolíticos (cloruro), en pro-
ducción de pulpa de papel y papel, fabricación de productos farmaceúticos (hi-
pocloritos) y tratamiento y depuración de aguas (hipocloritos, cloritos), fabricación
de abonos e industria química en general (nitratos) e incluso como anticongelan-
te en carreteras sometidas a fuertes nevadas o con problemática de formación de
placas de hielo (adición de cloruro sódico). A estas fuentes potenciales de emisión
de Na al ambiente hemos de sumar las aguas fecales humanas, así como la susti-
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 53

tución natural de sodio por potasio interlaminar en las arcillas, lo que explica por
qué el agua de un río incrementa paulatinamente desde su nacimiento hasta su de-
sembocadura su contenido en sodio, mientras reduce el de potasio.
En aguas naturales continentales, el Na es uno de los metales mayoritarios
siendo el tercero o incluso el segundo en orden de abundancia (hasta 300 mg/l,
en algunos casos), mientras en aguas marinas y salobres se erige como el metal
más abundante: alrededor de 10 g/l. Es conocido el sabor salado que imprime el
Na a las aguas. La percepción de este fenómeno está asociada con la tempera-
tura del agua y con la sal en concreto contenida en el medio; así, los umbrales
de sabor para varias sales sódicas típicas son: 20 mg/l para el carbonato, 150
mg/l para el cloruro, 190 mg/l para el nitrato, 220 mg/l para el sulfato y 420
mg/l para el bicarbonato.
Fisiológicamente, la presencia de altos contenidos de Na en la sangre está
asociado a problemas cardiovasculares, hipertensión, patologías renales y he-
páticas, así como intoxicación en mujeres embarazadas y en niños. La IARC no
lo cataloga como carcinógeno.
Desde el punto de vista normativo, el Na es el único metal o metaloide cuya
concentración máxima en un agua de consumo humano se ve incrementada en
el RD 140/2003 frente al límite existente en la RTS de 1990. Así, se aumentan
los 150 mg/l de 1990 hasta los 200 mg/l, pasando el elemento de estar consi-
derado como componente fisicoquímico a parámetro indicador.

25) Vanadio

Metal extendido en la naturaleza asociado a plomo, potasio, azufre y otros


elementos. Su presencia en aguas no suele sobrepasar el μg/l, salvo excepciones
en aguas contaminadas por residuos de carácter petrolífero.
Posee un papel fisiológico relevante, pues interviene en la calcificación ósea
y en la biosíntesis de colesterol. Además, parece detectarse un cierto efecto po-
sitivo respecto a las enfermedades cardiovasculares en aquellas zonas donde se
consumen aguas con pequeños contenidos de V.

26) Zinc

Abundantemente distribuido en la naturaleza asociado a sulfuros de otros


metales (Fe, Cu, Cd, Pb) también se puede encontrar como sulfuro de zinc puro en
la blenda. Su presencia en aguas naturales, tanto superficiales como subterráneas,
es rara, pudiendo encontrarse en forma inorgánica, iónica o coloidal y siendo
sus especies químicas más frecuentes Zn2+, Zn(OH)+, y ZnCl3–. Los compuestos
poco solubles de Zn (hidróxidos y carbonatos) tienen capacidad de adsorberse
fuertemente sobre sedimentos y lodos del fondo del lecho de los cauces hídricos.
En aguas de consumo, la presencia de Zn indica episodios de disolución
parcial de las tuberías galvanizadas para distribución de aguas.
54 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

Elemento de carácter muy esencial para el hombre, se encuentra en ami-


noácidos y en numerosos enzimas que intervienen en la digestión de proteínas,
metabolismo del etanol, del Ca y P, etc. El Zn influye, además, en el creci-
miento, desarrollo encefálico, conducta, reproducción, funciones sensitivas,
inmunoresistencia, actúa potenciando la insulina, etc. Sin ser tóxico, a dosis ele-
vadas y dado que se suele dar asociado al cadmio (éste sí muy tóxico) su in-
cremento en un acuífero natural puede informar sobre una potencial presencia
indeseable del segundo en el agua.
Considerado en la RTS de 1990 dentro de las substancias no deseables con
un nivel guía de 100 μg/l, no está contemplado en la Directiva 98/83, ni en el
RD 140/2003 sobre aguas de consumo humano de nuestro país.

1.13. COMPUESTOS ORGÁNICOS

Las materias orgánicas que puede contener un agua son muy numerosas y
variadas. En este sentido, más de 1.000 compuestos orgánicos diferentes han
sido aislados de un agua mediante técnicas de alto poder de separación como
la de ósmosis inversa. En nuestro país, estudios llevados a cabo demuestran la
identificación de varias centenas de compuestos diferentes en aguas de distin-
tos orígenes (ríos Llobregat, Cinca, Guadalquivir, etc.). Entre estos compuestos
cabe citar los halogenados, hidrocarburos aromáticos, aminas y amidas, deri-
vados fenólicos, alcoholes, plastificantes, etc. (ver Tabla 1.5). Una completa re-
visión sobre el tema ha sido realizada por PRITCHARD englobando tanto origen
como comportamiento y destino final de estos compuestos.
El origen de los orgánicos de un agua, evidentemente, puede ser doble: na-
tural y artificial. En el primer apartado se incluyen los compuestos desecho de ac-
tividades vitales de organismos hídricos y no hídricos como puedan ser las ya ci-
tadas cuando se trató el tema de los olores y sabores de un agua (apartado 1.3).
Además, han de citarse ahora las denominadas sustancias o compuestos húmicos,
que provienen de la descomposición (o incluso, polimerización) de restos fun-
damentalmente vegetales en medios acuáticos, y que poseen una gran importan-
cia desde el punto de vista del tratamiento y depuración de aguas.
Respecto a las sustancias que se encuentran en un agua y debidas a la ac-
ción humana, pueden a su vez subdividirse entre, materias puramente biológi-
cas resultantes del metabolismo humano (o excretas orgánicas) y las sustancias
orgánicas de síntesis, potencialmente mucho más contaminantes: plaguicidas,
insecticidas, fungicidas, residuos de industrias químicas, farmacéuticas, pe-
troquímicas, metalúrgicas, alimentarias, etc. Menciónense asimismo los pro-
ductos indeseables resultantes en mayor o menor medida del tratamiento y
depuración de un agua (por ejemplo, trihalometanos, ácidos holoacéticos
y compuestos organoclorados en general).
De este modo, un agua natural no contaminada contendrá especialmente,
metabolitos orgánicos (producidos por algas, bacterias, etc.) y sustancias hú-
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 55

TABLA 1.5. Grupos de compuestos orgánicos de frecuente aparición en aguas.

Grupo de compuestos Sustancia concreta

Halogenados Cloroformo
Tetracloruro de carbono
3-cloropiridina
Ácido 6-cloropicolínico

Hidrocarburos aromáticos Tolueno


Xilenos
Naftaleno
Bifenilos
Fenantreno

Ácidos Propiónico
Butírico
Benzoico
Fenilacético
Oléico, esteárico, palmítico

Alcoholes Alcohol bencílico


Fenoles
Alfa Terpineol

Cetonas y aldehídos Benzofenona, Benzaldehído, Cuminaldehído

Pesticidas y herbicidas Atrazina


Simazina
Lindano
Aldrín

Aminas y amidas 3-nitroanilina


N, N’-dietil-nicotinamida
3-metilpiridina
2,4-dimetilpiridina

Detergentes Polietilenglicoles
Alquifenoles polietoxilados
Alcoholes polietoxilados
Sulfatos de alquiléter

Otros compuestos Benzofurazano


Benzofuroxano
Benzoditiazol
Óxido de nicotina
Aminopiridina
56 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

micas, mientras un agua residual contendrá (desde la óptica orgánica) deter-


gentes, grasas muchas veces emulsionadas y restos de materias puramente or-
gánicas, fibras (esto en su componente residual humana) así como pesticidas,
insecticidas, fenoles, hidrocarburos variados, etc.
Al objeto de realizar (según es la finalidad de este libro) una introducción a
este tema, se van a recoger a continuación los grupos más importantes de
compuestos de carácter orgánico que pueden encontrarse en un agua.

1.13.1. Sustancias húmicas


Las sustancias húmicas pueden dividirse en dos grandes grupos: compues-
tos álcali solubles o álcali insolubles. Correspondientes al primer grupo se in-
cluyen los ácidos fúlvicos, ácidos húmicos y ácido himatomelánico, mientras en
el segundo grupo se encuentra el carbón húmico de carácter esencialmente más
inorgánico que los anteriores. Los pesos moleculares de los ácidos fúlvicos se
sitúan entre 100 y 1.000 dalton, y los correspondientes a los ácidos húmicos son
siempre superiores a los 100.000 dalton.
La estructura de las sustancias húmicas ha sido estudiada exhaustivamente:
se trata de polímeros de carácter aromático con una gran proporción de grupos
oxidrilos y carboxilo (ver Figura 1.11). Obsérvese la gran cantidad de estos ra-
dicales, que da lugar a la formación de muchos enlaces oxígeno-hidrógeno me-
diante puentes de hidrógeno, que prestan a la sustancia un carácter polimérico
y una estabilidad en el agua muy elevada, tanto frente a posibles procesos
oxidativos inducidos en ella, como frente a procesos de coagulación promovi-
dos por sustancias coagulantes. Además, posteriores estudios por cromatogra-

OH C—OH
HO O HO O
C C C C
O OH O OH
O OH
C OH C C
HO O O
C OH OH
O OH

O OH O OH
OH C C
O O
C C
HO OH
O
C C O HO OH
HO
C OH OH OH
HO O
FIGURA 1.11. Estructura química de una sustancia húmica: ácido fúlvico.
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 57

fía y espectrometría de masas han confirmado la presencia en las sustancias hú-


micas de compuestos fenólicos sustituidos, así como que los compuestos ß-di-
cetónicos pueden ser precursores de este tipo de sustancias.
En cualquier caso, existe una radical diferencia entre los compuestos hú-
micos existentes en aguas dulces y los de las aguas marinas: los primeros pro-
vienen de procesos degradativos de materias orgánicas más complejas, y los se-
gundos se forman mediante condensación de otras sustancias dispersas en el
medio acuático y más simples.
La importancia de las sustancias húmicas radica por una parte en actuar de
precursores en la formación de trihalometanos (comentadas en el próximo
apartado) sustancias tóxicas indeseables generadas por su cloración, y por
otra, en su elevada estabilidad que las mantiene en suspensión en un agua
junto a otras partículas, dotando a esta de turbidez y color (ver Capítulo 4). Fi-
nalmente, dado su alto poder de adsorción, tienen capacidad de complejación
con muchos metales presentes en aguas, así como con otras diferentes sustan-
cias, dificultando su eliminación posterior en el tratamiento industrial de un
agua natural.

1.13.2. Trihalometanos

Los trihalometanos (THMs) son compuestos monocarbonados (o incluso di-


carbonados) con sustituyentes halogenados. Su descubrimiento en la década de
los años 70 del siglo pasado dio lugar a una importante serie de investigaciones
alternativas sobre su generación en el agua, y acerca de su incidencia en el ser
humano. Se generan por cloración de otros compuestos orgánicos «precurso-
res» del tipo de sustancias húmicas e incluso algas, presentes en las aguas
brutas sometidas a potabilización.
Un agua rica en precursores de THMs sometida a cloración experimenta
una compleja serie de reacciones químicas, conducentes a la rotura de los ani-
llos aromáticos y a la generación de compuestos monocarbonados y dicarbo-
nados simples con sustituyentes halogenados, en especial, cloro, bromo y iodo.
El mecanismo concreto de formación discurre actuando el cloro por etapas
como agente electrófilo que ataca la posiciones del anillo bencénico unidas a
grupos «OH» a los que transforma en grupos óxido, con lo que el anillo pierde
aromaticidad hasta que se produce la total apertura y rotura del mismo en uni-
dades más pequeñas.
En la formación de THMs colaboran todas las sustancias polifenólicas de
un agua. Además, incrementos del pH, de temperatura, de contenidos en bro-
muros y ioduros y de las dosis de cloro aplicadas en la potabilización así como
del tiempo de contacto agua-cloro, conducen a la generación de cantidades im-
portantes de THMs en el agua tratada. El empleo de otros oxidantes como ozo-
no, dióxido de cloro y cloraminas da lugar a una menor tasa de generación de
estas sustancias en el agua tratada.
58 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

Los THMs más frecuentes en aguas de bebida son cloroformo, dicloro-bro-


mometano, dibromo-clorometano y bromoformo, siguiendo su proporción rela-
tiva el orden de cita anterior. Recientemente se han encontrado otros compuestos
halogenados con 2 átomos de carbono, si bien con una incidencia mínima.
Las concentraciones totales de los cuatro THMs más frecuentes no suelen
superar 1,00 mg/l, estando normalmente alrededor o por debajo de 100 μg/l. En
aguas tratadas de algunos países de Europa (incluida España) los contenidos ha-
bituales de THMs no rebasaban los 90 μg/l, siendo más altos en aguas super-
ficiales de ríos con cierto grado de contaminación, aguas salinas y con altos
contenidos en cloruros y bromuros.
Toxicológicamente, los THMs son depresores del sistema nervioso central y
pueden afectar negativamente las funciones hepáticas y renales. El consumo de
aguas con altos contenidos en THMs puede correlacionarse positivamente con
una mayor incidencia en la aparición de episodios de cáncer hepático, siendo el
efecto más negativo el provocado por los THMs bromados frente a los clorados.
Sin embargo, debe hacerse hincapié en la circunstancia de que con los niveles
normalmente muy bajos encontrados en aguas de consumo, la correlación cau-
sa-efecto respecto al poder cancerígeno de estos compuestos no está totalmente
clara: según la OMS, el consumo de aguas con contenidos de 200 μg/l de clo-
roformo presentaría un riesgo adicional de producir cáncer cifrado en 1 por
10.000, proporción muy exigua frente a otros compuestos potencialmente tóxi-
cos habitualmente consumidos en mayores dosis por el hombre y presentes en
otros alimentos y/o bebidas. Con esta filosofía, la OMS recomienda una con-
centración máxima total de THMs en aguas de consumo de 460 μg/l.

1.13.3. Fenoles

Son compuestos orgánicos derivados del benceno por sustitución de átomos


de hidrógeno por grupos hidroxilo. El compuesto típico del grupo es el propio fe-
nol C6H5–OH, debiendo destacarse los cresoles o metilfenoles (CH3–C6H6–OH) y
los tres difenoles isómeros pirocatequina, resorcina e hidroquinona, de fórmula
general C4H6(OH)2, así como compuestos fenólicos clorados formados por clo-
ración de fenoles originalmente presentes en aguas brutas: el 2-cloro fenol, el 4-
cloro fenol, el 2,4-dicloro fenol y el 2,4,6-tricloro fenol.
En general, los fenoles no son sustancias comúnmente presentes en el agua
natural, salvo en las que atraviesan o fluyen por zonas de turberas y aguas ricas
en materias húmicas. Su origen está ligado a efluentes industriales procedentes
de pasta de papel, explotaciones mineras, refinerías de petróleo, alpechines, in-
dustrias químicas y farmaceúticas, así como a su uso en revestimientos y pin-
turas bituminosas (postes de madera, tuberías y canalizaciones de aguas o de
otros fluidos).
El 2,4-dicloro fenol es un intermedio de reacción producido en el transcur-
so de la fabricación industrial del herbicida 2,4-D. El 2,4,6-tricloro fenol, pre-
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 59

servante de maderas, es uno de los derivados fenólicos con mayor porcentaje de


formación en aguas cloradas: en algunas de éstas se han llegado a medir hasta
más de 10 μg/l. Este compuesto posee poder mutagénico en algunos microor-
ganismos, si bien es inactivo en el test de AMES. El pentaclorofenol, fungici-
da ampliamente empleado, puede hallarse en las aguas de superficie contami-
nadas en cantidades de hasta 10 μg/l, no encontrándose más de 1 μg/l en aguas
de bebida. Como en el caso anterior, tampoco está suficientemente clara su po-
sible acción mutagénica (negativa en el test de AMES) ni su poder carcinogé-
nico. En general, los contenidos de monofenoles, difenoles, tri- y tetrafenoles
en aguas naturales y aguas de bebida oscilan entre 1 y 10 μg/l, aportando a és-
tas un desagradable gusto «medicamentoso» cuyo umbral de percepción es tan
bajo como 0,1 a 1,0 μg/l.
Toxicológicamente, niveles de sólo 1 mg/l de fenoles en aguas naturales re-
sultan tóxicos para los peces, mientras que concentraciones menores afectan a
otros organismos acuáticos, como moluscos, algas, protozoos y bacterias, con
lo que el poder autodepurador del cauce de agua disminuirá de una forma
muy sensible. En general, los compuestos fenólicos, pese a su poder bacterici-
da y bacteriostático, pueden degradarse por diversos microorganismos pre-
sentes en aguas naturales, especialmente del grupo de las Pseudomonas. Fi-
nalmente, dígase que dada la escasa presencia de estos compuestos en aguas de
bebida, su incidencia respecto al ser humano suele ser mínima.

1.13.4. Detergentes

Pueden dividirse en tres grandes grupos, aniónicos, no iónicos y catiónicos,


dependiendo de su grupo polar hidrófobo (Figura 1.12). El grupo polar es el
componente «tensioactivo» responsable de rebajar la tensión superficial y de
este modo facilitar el «desprendimiento» de los compuestos grasos y, en gene-
ral, de la suciedad de prendas de vestido y diferentes útiles domésticos. Las for-
mulaciones de los detergentes son variadas, aunque suelen presentar un conte-
nido de tensioactivos menor del 35%, con una proporción mayoritaria de
«coadyuvantes» en el efecto limpiador: agentes complejantes, secuestrantes,
dispersantes, enzimas, aditivos, etc.
Como detergentes aniónicos cítense los alquilsulfatos primarios, alquil-
sulfatos secundarios, alquilsulfonatos, sulfatos de amidas grasas, alquilaril-
sulfonatos, y amidas grasas sulfonadas entre otros. Catiónicos son, por ejemplo,
los constituidos por sales de amonio cuaternario conjugados con halógenos. Fi-
nalmente, detergentes no iónicos típicos son los obtenidos por polimerización
de óxido de etileno con diferentes alcoholes. Los primeros detergentes utiliza-
dos poseían cadenas de hidrocarburos ramificadas (detergentes «ABS») que a
la postre se comprobaron poco biodegradables, con problemas acusados de per-
sistencia en el medio hídrico. Por ello, la Legislación española los prohibió a
partir de enero de 1969 según Decreto de 20-1-68. Posteriormente, y hoy son
60 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

Detergentes comerciales
ANIÓNICOS
Alquisulfatos primarios R1—SO4—CH3

R1
Alquisulfatos secundarios CH—SO4—CH3
R2

Alquisulfonatos R1—SO3—CH3

Sulfatos de amidas grasas R1—CO—NH—R2—SO4—CH3

Alquilbencilsulfonatos CH3
NaSO3—
de cadena ramificada (ABS)
—C2H4—C—C2H5

CH3

Alquilbencilsulfonatos C3H7
NaSO3—
de cadena lineal (LAS)
—CH

C3H7

NO IÓNICOS
Alcoholes polioxietilénicos R1—O—(CH2—CH2O)n – 1—CH2—CH2OH

CATIÓNICOS
+
Derivados de amonio R1
cuaternario halogenados
R2—N— X–

R2

FIGURA 1.12. Detergentes comerciales típicos.

los mayoritariamente utilizados, se formularon detergentes de cadena lineal (de-


tergentes «LAS») con lo que su carácter biodegradable se incrementó notable-
mente. La biodegradabilidad es la posibilidad de transformación del detergen-
te en sustancias inocuas mediante acción biológica, con lo cual su efecto
contaminante se minimiza.
Además del elemento tensioactivo, el detergente contiene otras sustancias di-
versas, entre las que han de destacarse los polifosfatos, carbonatos, silicatos, sul-
fatos y perboratos. En este sentido, el aporte de fosfatos provenientes de deter-
gentes evacuados en las aguas residuales está siendo extensamente estudiado
desde los años 80 del siglo pasado, considerando la óptica de su incidencia
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 61

sobre el fenómeno de la eutrofización de medios hídricos. Recuérdese que una


alta productividad primaria propicia a su vez la aparición de crecimientos in-
controlados de depredadores heterótrofos, cuya dinámica vital incrementa no-
tablemente la materia orgánica de la masa de agua, agotando el oxígeno de ésta
y promoviendo su tránsito hasta estados anóxicos y fuertemente «contaminados»
por materia orgánica en descomposición, en último extremo. La presencia de sa-
les de boro en los detergentes propician el incremento paulatino del contenido en
este elemento en aquellas aguas superficiales o subterráneas que reciben aportes
de detergentes. Dada la inercia del boro en la potabilización del agua, el au-
mento del elemento en las aguas de consumo también resulta evidente.
Otro efecto negativo asociado al vertido de aguas ricas en detergentes es la
formación de espumas, que además de un impacto estético negativo notable,
provocan una grave perturbación en el intercambio de oxígeno entre el agua y
la atmósfera, así como en los procesos de sedimentación en las estaciones de-
puradoras de aguas y en el propio proceso de depuración biológica.
En general, las concentraciones de detergentes aniónicos (los más usados)
en aguas residuales domésticas oscilan entre 1 y 30 mg/l, mientras en aguas su-
perficiales, las concentraciones no suelen superar 0,5 mg/l salvo en la proxi-
midad de vertidos de aguas residuales.
Desde el punto de vista toxicológico, el alto contenido en detergentes de un
agua puede provocar irritaciones en piel y órganos internos, así como efectos
depresivos en el ser humano. El sabor en un agua se detecta para concentra-
ciones de 0,2 mg/l y la formación indeseable de espuma, para contenidos de 0,3
mg/l en agua residual. Por último, se ha comprobado que contenidos de deter-
gentes de 2,5 mg/l afectan al crecimiento de las plantas, y concentraciones de 5-
6 mg/l son tóxicas para algas y peces en general.

1.13.5. Insecticidas, herbicidas

Se trata de compuestos orgánicos o inorgánicos que se emplean para luchar


contra los parásitos de los cultivos, del ganado, de los animales domésticos y
del hombre y su ambiente, pudiendo clasificarse en: insecticidas, herbicidas,
acaricidas (ácaros), fungicidas, antibióticos y rodenticidas (roedores). Ade-
más, pueden considerarse como plaguicidas a los atrayentes, repelentes y este-
rilizantes de insectos.
El producto activo de un plaguicida suele tener una riqueza comprendida
entre el 75% y el 98%, siendo el resto productos secundarios e impurezas de fa-
bricación. Características típicas de cualquier plaguicida son:

a) toxicidad (que actúa también sobre los organismos superiores, pero ate-
nuada por la mayor complejidad metabólica de estos frente a los orga-
nismos de bioquímica más simple);
b) elevada resistencia a la degradación o persistencia;
62 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

c) su carácter acumulativo, lo que posibilita su toxicidad diferida poten-


ciada a través de su ascenso en la cadena trófica. Como ejemplo, sirva el
dato de que después de varios años de no utilizar habitualmente DDT en
cultivos de varios países europeos y en EE UU, todavía se lo puede en-
contrar en suelos y aguas subterráneas de estas zonas.

Otro aspecto negativo relativo a la existencia de plaguicidas en aguas es su


acusado potencial de aportar sabor y olor a un agua, y esto, en concentraciones,
en muchos casos, de sólo pocos μg/l.
Por otra parte, los principales plaguicidas más usados en la actualidad son
insecticidas, y dentro de estos los siguientes grupos:

1) Organoclorados: Aldrín, DDT, Dieldrín, clordano, endrín, heptacloro,


HHDN, lindano, metoxicloro, 2,4-5-T y tetradifón, como más impor-
tantes.
2) Organofosforados: Azinfosmetil, diazinón, fentión, fosdrín, malatión,
paratión, sintox y TEPP, especialmente.
3) Carbamatos: Carbaryl, zectrán, temik, undén.

La toxicidad de un pesticida es función del tipo de compuesto y de su


concentración, siendo los insecticidas organoclorados más tóxicos para los
peces que los organofosforados en un factor de 100 y estos lo son más que
los herbicidas en un factor de 1.000. Con respecto al hombre y mamíferos, la
toxicidad de los insecticidas organofosforados es superior a la de los organo-
clorados, pero al ser más degradables, su potencia tóxica es menor.
Vamos a reseñar ahora algunos aspectos relacionados a los insecticidas
más potencialmente tóxicos y/o normalmente encontrados en aguas, cuales
son los organoclorados, para posteriormente hablar acerca de los herbicidas.

1) DDT

Corresponde al diclorodifeniltricloroetano, estructura que posee varios isó-


meros, siendo el p,p´-DDT el producto comercial mayoritario. Muy poco so-
luble en agua fue muy aplicado después de la Segunda Guerra Mundial debido
a sus buenas prestaciones en la lucha contra el paludismo, el tifus y otras en-
fermedades transmitidas por insectos durante el conflicto bélico. Hoy en día,
debido a su persistencia y toxicidad, su uso se ha abandonado en muchos paí-
ses, incluido EE UU.
Los niveles de pesticida en aguas de EE UU hasta 1966 se fueron incre-
mentando a valores próximos a 1 μg/l, reduciéndose en años posteriores con el
abandono del empleo del compuesto. En Europa, las concentraciones en ríos
alemanes no sobrepasan en valor medio 1 μg/l, situándose en muchos casos al-
rededor de 0,01 μg/l. De similares datos se dispone para España. Además, en
aguas de consumo se suelen hallar valores bastante inferiores a 1 μg/l.
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 63

Para terminar, indíquese que el DDT actúa sobre el sistema nervioso. Tam-
bién se ha comprobado su efecto carcinogénico en estudios con animales de la-
boratorio que desarrollaban tumores de hígado. No obstante, no se ha podido
comprobar ciertamente su potencial teratogénico.

2) Aldrín y dieldrín

Son dos pesticidas persistentes que se acumulan en las cadenas alimentarias.


El primero corresponde al hexacloro-1,2,3,4,10,10-hexahidro-1,4,4a,5,8,8a-di-
metano-1,4-endo-5,8-exonaftaleno, y el segundo es el hexacloro-1,2,3,4,10,10-
epoxi-6,7-octahidro- 1,4,4a,5,6,7,8a-dimetano-1,4-endo-5,8-exonaftaleno. El
dieldrín deriva del aldrín por oxidación metabólica en el interior de un organis-
mo vivo, o por oxidación química en el suelo o incluso en las hojas de varios
cultivos a las cuales se aplica aldrín. Su riesgo sanitario y medioambiental ha
sido muy estudiado desde 1966, así como su presencia en aguas. En este senti-
do, en aguas superficiales de ríos y lagos de EE UU los contenidos se incre-
mentaban hasta 0,1 μg/l. En aguas de bebida no se sobrepasaban 0,002 μg/l de
concentración. También ha sido detectado en aguas de algunos ríos de España
(Cataluña).
Ambos pesticidas actúan sobre el sistema nervioso central. Los estudios so-
bre mutagenicidad no han ofrecido resultados positivos. Por contra, las dos sus-
tancias son capaces de desarrollar tumores hepáticos en animales de laboratorio.

3) Hexaclorobenceno

Mezcla comercial de varios isómeros, es utilizado como fungicida y su pre-


sencia ha sido extensamente datada en aguas de lluvia y en ríos de EE UU, Eu-
ropa y América del Sur, así como también en aguas de consumo, midiéndose
niveles de hasta 0,4 μg/l. En España, en general, se detectan concentraciones si-
milares. En zonas fuertemente agrícolas como Andalucía, el contenido medio
en HCB totales en aguas del río Guadalquivir fue de hasta 0,054 μg/kg.
Su efecto en el organismo puede provocar desde trastornos hepáticos hasta
erupciones en la piel y ojos. Se ha comprobado una correlación entre consumo
de leche materna con altos niveles de HCB y defunciones infantiles; además,
puede provocar efectos teratogénicos en animales de laboratorio. Finalmente, el
HCB es un compuesto claramente cancerígeno.

4) Lindano

Es el isómero γ del hexaclorociclohexano, extremadamente soluble en agua


para tratarse de un pesticida (10 μg/l) siendo también muy soluble en otros sol-
64 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

ventes orgánicos. Se trata del pesticida más frecuentemente encontrado en el


medio acuático, dada su alta tasa de utilización.
En aguas de bebida de EE UU se han encontrado niveles máximos de 4
μg/l. En general, su contenido medio en aguas naturales se cifra en alrededor de
0,1 μg/l. Datos correspondientes a Alemania lo ubican en todas las captaciones
de aguas superficiales destinadas a potabilización en un rango comprendido en-
tre 0,005 μg/l y 7 μg/l. En ríos españoles es un contaminante típico, detectán-
dose unos niveles en aguas del río Guadalquivir del orden de la decena de ng/l.
Este pesticida se acumula fundamentalmente en el hígado y tejidos adi-
posos, si bien al ser hidrosoluble puede ser eliminado con cierta facilidad.
También puede penetrar en el organismo a través de la piel y puede atravesar
la barrera placentaria. No es demasiado tóxico pero ataca al sistema nervioso
central, y puede ser causa de trastornos hepáticos. No se ha comprobado su
poder teratogénico, mientras que sí existe una correlación positiva entre in-
gestas del producto y muertes prematuras en animales de laboratorio, así
como desarrollo de tumores en estos.

5) Herbicidas

El segundo tipo más empleado de pesticidas es el de los herbicidas. De en-


tre estos, los más utilizados por el hombre, y que potencialmente pueden pasar
a las aguas, tanto superficiales como subterráneas, mediante arrastres por llu-
vias, lixiviado y percolación de terrenos, lavado de las propias plantas por
riegos, precipitaciones, etc., pueden encuadrarse en los siguientes grupos:

1) Triazinas: atrazina y simazina.


2) Ureas substituidas: diruón, metoxurón, isoproturón.
3) Derivados fenoxiacéticos: mecropop y 2,4 D.

Sin duda, las triazinas son las mayoritariamente aplicadas, y dentro de este
grupo, la simazina y atrazina. La simazina es la 2-cloro-4,6-bisetil-s-triazina, y
la atrazina, la 2-cloro-4 etil-6-isopropil-s-triazina. Mientras la primera es poco
soluble en agua (5 mg/l) la atrazina es notablemente más soluble (70 mg/l). De
cualquier forma, ambas son adsorbidas por las arcillas del suelo, lo que unido a
su baja solubilidad explica su alta persistencia después de su aplicación, así
como su lenta cinética de ingreso en el medio hídrico. A este respecto, y según
datos recientes de los Países Bajos, casi el 50% de captaciones de aguas su-
perficiales y subterráneas presentaban contenidos en atrazina menores que 10
ng/l, y el 90% contenían menos de 10 ng/l de simazina.
Idénticas conclusiones se extraen de otros estudios realizados en EE UU,
donde se obtuvieron concentraciones entre <1,0 y 54 ng/l para aguas subterrá-
neas. En nuestro país, aguas de la zona de Barcelona presentaron asimismo ba-
jos niveles de simazina y atrazina, comprendidos entre 0,5 y 20 ng/l.
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 65

Llegado este punto conviene destacar, por su incidencia medioambiental,


que atrazina y simazina (como muchos otros pesticidas) pueden degradadarse
por irradiación UV, lo que supone un alivio en la acumulación de estos tóxicos
tanto en aguas como en el medio ambiente en general. Además, el uso de la si-
mazina ha sido prohibido recientemente en nuestro país en el olivar.
El 2,4-D es otro herbicida de amplia aplicación, sobre todo en forma de dis-
persión aérea. Se trata de un compuesto estable en forma ácida y fácilmente
metabolizado tanto en el suelo como en el agua, donde no presenta contenidos
superiores a 0,1 μg/l. Rápidamente excretado después de su ingesta por el
hombre y animales, presenta un bajo nivel toxicológico, no es teratogénico y
tampoco parece ser cancerígeno.
Finalmente, desde la óptica toxicológica humana, los herbicidas en general
no son demasiado activos, pues a título de comparación, la dosis aguda oral
DL50 para ratas de simazina y atrazina es (aproximadamente) más de un orden
de magnitud superior que la del DDT. De cualquier manera, parece ser que am-
bos compuestos son potencialmente cancerígenos.

1.13.6. Hidrocarburos aromáticos policíclicos

Como preámbulo al resto de compuestos orgánicos que se van a comentar en los


apartados posteriores, indíquese que la Figura 1.13 presenta las estructuras químicas
de todos ellos para una mejor identificación por parte del lector de los mismos.
Los hidrocarburos aromáticos policíclicos son un amplio grupo de com-
puestos orgánicos caracterizados por poseer dos o más grupos bencénicos aco-
plados solos entre si o junto a otros ciclos no aromáticos con los que comparten
dos átomos de carbono. Compuestos típicos son: naftaleno, fluoranteno y ben-
zofluorantenos, benzopireno y benzoperileno y el indenopireno, con mayor o me-
nor grado de sustitución. Los hidrocarburos aromáticos policíclicos proceden de:

a) combustión incompleta de ciertos compuestos orgánicos, y


b) biosíntesis llevada a cabo por algunas bacterias, algas e incluso, plantas
superiores.

Son compuestos de escasa solubilidad en agua, acumulándose adsorbidos so-


bre sedimentos y arcillas del fondo de los cauces de agua y también del suelo.
Una vez en el sedimento, los HAPs pueden sufrir foto-descomposición UV,
siendo además degradados total o parcialmente por algunos microorganismos.
La concentración de los seis HAPs de mayor presencia en aguas, fluoran-
teno, benzo-3,4-fluoranteno, benzo-11,12-fluoranteno, benzo-3,4-pireno, ben-
zo-1,12-perileno e indeno(1,2,3 ed)pireno, oscila entre 0,12 y 3,1 μg/l para
aguas de ríos de Alemania (de alta contaminación industrial) presumiéndose va-
lores de este orden para otras aguas superficiales con idéntico grado de conta-
minación. En aguas subterráneas y aguas de bebida, los niveles de HAPs son
66 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

a) CH2 CH—CONH2 b)

O CH2
c) CH2—CH—CH2Cl d) ClCH O
CH2

Cl Cl

e) CH2—CH2 f)

g) h)

i) j) Cl2C CCl2

k) Cl2C CHCl l) CH2 CHCl

m) CHCl3 CHBr3 CHBr2Cl CHBrCl2 n)

FIGURA 1.13. Estructuras químicas de compuestos orgánicos de interés en aguas: a)


Acrilamida; b) Benzo(a)pireno; c) α-epiclorhidrina; d) β-epiclorhidrina; e) 1,2-
dicloroetano; f) Benzo(b)fluoranteno; g) Benzo(k)fluoranteno; h) Benzo(ghi)
perileno; i) Indeno(1,2,3,c-d)Pireno; j) Tetracloroeteno; k) Tricloroeteno; l) Cloruro
de vinilo; m) Trihalometanos (THMs): cloroformo; bromoformo; dibromocloro-
metano; bromodiclorometano; n) Benceno.

inferiores a 0,05 μg/l, llegando en algún caso a 0,11 μg/l. Estudios más re-
cientes, por contra, han cifrado el contenido en diversos tipos de HAPs para
aguas de ríos españoles fuertemente contaminados de Cataluña en valores cer-
canos a 100 μg/l, más altos que los recogidos en referencias anteriores.
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 67

Compuestos tóxicos, se ha comprobado que dosis mínimas provocan tu-


mores de piel y también internos en animales de laboratorio: gastrointestinales
y esofágicos. Respecto a su poder mutagénico, los estudios se circunscriben al
benzo-3,4-pireno, resultando efectos mutagénicos a dosis moderadas. Para ter-
minar, coméntese que los HAP son capaces de inducir la síntesis de enzimas
responsables de su propio metabolismo, lo que supone su desaparición a me-
dida que lo hace el tiempo de exposición del organismo a estos compuestos.
Así pues, es difícil evaluar su poder cancerígeno concreto.

1.13.7. Acrilamida

La acrilamida en forma monomérica que potencialmente puede encontrar-


se en un agua (primero de consumo y después en la residual vertida) puede te-
ner una doble procedencia:

a) los coagulantes y floculantes acrílicos (aniónicos y catiónicos) emplea-


dos en potabilización de aguas;
b) los agentes impermeabilizantes utilizados como revestimientos en depósi-
tos de almacenamiento de agua, tuberías, etc. Sin duda, la principal fuente
de aporte de acrilamida a un agua de consumo público es la primera.

Una vez el compuesto en el agua, y posteriormente a su ingesta vía bebida


(o asociada a alimentos que la contengan como traza) la acrilamida es rápida-
mente absorbida por el tracto intestinal y distribuida por todos los fluidos or-
gánicos del cuerpo. Puede atravesar entonces la barrera placentaria, siendo
neurotóxica, afectando al crecimiento celular y actuando negativamente sobre
la función reproductiva.
La acrilamida no da reacción positiva en el test de AMES, aunque es capaz
de inducir mutaciones y aberraciones cromosómicas en células de mamíferos
sometidas tanto a ensayos in vitro como in vivo. Por otro lado, ratas expuestas
a aguas ricas en el compuesto desarrollaban tumores en tiroides, testículos,
glándulas mamarias y útero. Todas estas evidencias han hecho que la Organi-
zación Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) la haya incluido
en el grupo 2B (posiblemente carcinogénico para el ser humano) calificándo-
la además como carcinógeno genotóxico.

1.13.8. Benceno

Muy abundante en los derivados petrolíferos cuyo uso constituye su primera


fuente de inmisión hacia el medio ambiente en general y hacia las aguas natura-
les. Por ello, se pueden encontrar aguas de superficie con contenidos del orden de
10 μg/l de benceno, que pueden alcanzar hasta los 100 e incluso 300 μg/l en
68 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

aguas subterráneas contaminadas por descargas ricas en el compuesto. No obs-


tante, en las aguas de bebida no suele superar concentraciones de unos 5 μg/l, es-
tableciéndose su valor promedio en 1 μg/l.
Estudios llevados a cabo con animales sometidos a altos consumos de ben-
ceno han indicado graves efectos sobre su sistema nervioso central, y que a más
bajas dosis el compuesto es carcinógeno tanto por inhalación como por inges-
tión, induciendo diversos tumores en ratas y ratones. No obstante, el benceno
no ha demostrado ser mutagénico según el test de AMES, aunque parece pro-
vocar aberraciones cromosómicas en gran número de especies animales, in-
cluyendo el ser humano.
La ingesta de altas concentraciones de benceno provoca desórdenes graves
en el sistema nervioso del hombre, mientras que bajas concentraciones provo-
can toxicidad en su sistema hematopoyético y disturbios en la hemoglobina que
pueden acabar en leucemia. Por todo esto, la IARC lo califica como carcinó-
geno humano dentro del grupo 1.

1.13.9. 1,2-dicloroetano

Sustancia empleada como disolvente y como intermedio en la produc-


ción de cloruro de vinilo y otros variados productos químicos de síntesis. Su
volatilidad permite que acceda tanto al aire, especialmente en ambientes ur-
banos, como a los propios medios hídricos naturales a través de vertidos lí-
quidos o vía deposición atmosférica. De esta manera, estudios realizados en
Estados Unidos indicaron concentraciones de este compuesto en aguas bru-
tas y tratadas de zonas industriales del país de hasta 6 μg/l. No obstante, tan-
to en aguas naturales (no específicamente contaminadas por este compues-
to) como en aguas de bebida su concentración promedia no suele superar los
1-2 μg/l.
El 1,2-dicloroetano que presenta una acción narcótica, es capaz de producir
desórdenes en hígado, riñones y sistema cardiovascular, así como varios tipos
de tumores en estudios con animales de laboratorio, siendo potencialmente
genotóxico. A destacar que esta sustancia propicia la aparición de un tipo muy
raro de tumor, el denominado herpangiosarcoma, en ratas. Todas estas evi-
dencias han hecho que la IARC califique a esta sustancia dentro del grupo 2B
(posiblemente carcinogénico para el ser humano).

1.13.10. Epiclorhidrina

En realidad existen dos isómeros en equilibrio de este compuesto cloro-epo-


xídico: α-epiclorhidrina y β-epiclorhidrina cuyas estructuras se recogen en la ya
referida Figura 1.13. En concreto, la epiclorhidrina se utiliza para fabricación de
resinas epoxídicas y similares, empleadas para revestimentos de depósitos y
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 69

equipos de tratamiento de aguas, desde donde puede acceder al agua en con-


tacto con ellos. Desde el punto de vista químico, este compuesto al igual que
los demás epóxidos, sufre un proceso de hidrólisis en medio acuoso con for-
mación del correspondiente diol que responde a la ecuación genérica siguiente:

C3H5OCl + H2O ↔ C3H5(OH)2Cl

La epiclorhidrina es rápidamente absorbida tanto por vía oral como por in-
halación o por exposición dérmica, ya que es capaz de unirse químicamente de
forma eficiente a los componentes celulares de las diferentes zonas del cuerpo
con que entra en contacto. Así cuando es inhalada puede provocar daños en el
sistema nervioso central, al mismo tiempo que carcinomas en la cavidad nasal
y tracto respiratorio; finalmente, una vez en el estómago puede causar tumores
gastrointestinales.
Por otro lado, se ha demostrado la genotoxicidad de la epiclorhidrina en en-
sayos con células y con microorganismos, realizados tanto in vitro como in
vivo. Todas estas evidencias han hecho que la IARC la haya incluido en el gru-
po 2A, como probablemente carcinogénico para el ser humano.

1.13.11. Tetracloroeteno

Sustancia comúnmente utilizada como disolvente, y especialmente como


agente desengrasante en industrias de limpieza en seco de tejidos, así como en
labores de pulido y desengrasado de diversas superficies metálicas, es, por
tanto, un contaminante habitual en los efluentes de estos tipos de industrias. Su
profusa utilización hace que este compuesto se encuentre ampliamente distri-
buido en el medio ambiente, habiéndose encontrado en organismos acuáticos,
en tejidos humanos y lógicamente en aguas naturales (especialmente conti-
nentales) a nivel de algunos μg/l. También se ha podido cuantificar su exis-
tencia en aguas subterráneas, donde su tiempo de residencia puede ser de varios
años si las condiciones no son claramente anóxicas. Por contra, en aguas sub-
terráneas anaeróbicas o en aguas residuales desprovistas de oxígeno puede ser
degradado vía reductiva a otros compuestos orgánicos más tóxicos que él mis-
mo, como por ejemplo, a cloruro de vinilo.
Datos más concretos indican que su concentración en aguas oscila fuerte-
mente en función de la contaminación industrial de la zona estudiada. Así, en
aguas de consumo de Estados Unidos se suelen medir contenidos bajos, entre
0,2 y 3,1 μg/l; en aguas del Reino Unido, del orden de 0,38 μg/l; en aguas sub-
terráneas de zonas con fuerte implantación industrial de Suiza se llegaron a me-
dir hasta más de 900 μg/l. Finalmente, un estudio llevado a cabo durante 1994-
95 sobre las aguas residuales de la ciudad de Córdoba mostró concentraciones
del orden de 2 μg/l, mientras que el agua de consumo humano de la ciudad no
superaba los 0,014 μg/l.
70 FISICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUÁTICOS

Desde el punto de vista toxicológico el tetracloroeteno provoca episodios de


depresión en el sistema nervioso central a dosis de ingesta elevadas. Para dosis
más bajas esta sustancia es capaz de dañar los pulmones y el hígado. También
se ha constatado que provoca tumores pulmonares en ratones, así como tumo-
res hepáticos y leucemia en ratas. Sin embargo, los estudios llevados a cabo
para probar su genotoxicidad mediante la rotura de ácidos nucléicos, estudios
de mutagenicidad y aberraciones cromosómicas han indicado que el tetraclo-
roeteno no puede ser clasificado como agente genotóxico. Evaluando todas las
evidencias anteriores, la IARC incluye a este compuesto dentro del grupo 2B
como posiblemente carcinógeno para humanos.

1.13.12. Tricloroeteno

Al igual que el compuesto anterior, el tricloroeteno también se emplea


como agente desengrasante y limpiador en industrias de lavado en seco de te-
jidos y prendas de vestir y en industrias metálicas. No obstante, su empleo se
viene reduciendo paulatinamente desde hace unos veinte años en los países de-
sarrollados. Este compuesto, además y al igual que el tetracloroeteno, puede
formarse como subproducto de cloración en aguas de consumo público, si
bien en cantidades ciertamente modestas para las dosis de cloro aplicadas nor-
malmente en tratamiento de aguas.
De cualquier forma, su utilización industrial propicia su emisión al am-
biente, especialmente a la atmósfera (por su más alta volatilidad que la del te-
tracloroeteno) pero también vía deposición atmosférica seca y húmeda a las
aguas naturales, tanto superficiales como subterráneas. En estos medios, y
cuando existen ambientes fuertemente anóxicos y anaeróbicos, el tricloroeteno
puede ser degradado mediante su reducción a compuestos más tóxicos que él
mismo, como el ya apuntado en el apartado anterior cloruro de vinilo.
Si bien en aguas subterráneas contaminadas se pueden hallar concentra-
ciones de tricloroeteno del orden de 100 μg/l, estos contenidos suelen ser sen-
siblemente más bajos en aguas superficiales y aún menores en aguas de bebida:
así, investigaciones llevadas a cabo en Estados Unidos encontraron contenidos
en tricloroeteno en algunas aguas que variaban entre <1 μg/l (la mayoría) y 21
μg/l en algún caso concreto.
Una vez que este compuesto entra en el organismo es rápidamente absor-
bido por los pulmones y el tracto gastrointestinal siendo entonces distribuido
por todos los tejidos del cuerpo. Se calcula que del orden del 60% (como pro-
medio) del tricloroeteno que entra en el organismo es metabolizado dentro de él
a diversos productos como ácido tricloroacético, tricloroetanol y tricloroace-
taldehído, sustancias todas ellas excretadas por la orina.
Desde la óptica de su incidencia toxicológica, se ha comprobado que a altas
dosis es capaz de inducir tumores pulmonares y renales en varias especies de
ratones, si bien no está claro que provoque estos efectos en otros animales
DINÁMICA FISICOQUÍMICA DE AGUAS 71

de laboratorio. Además, se ha comprobado una ligera acción mutagénica de la


sustancia sobre bacterias y hongos. Teniendo en cuenta todo lo anterior la
IARC incluye al tricloroeteno dentro del grupo 3, como no clasificable como
carcinógeno para el ser humano.

1.13.13. Cloruro de vinilo

Al ser una de las sustancias más empleadas por la sociedad actual (en la
producción de PVC) esto hace que su concentración en el aire de las ciudades
de nuestro continente se sitúe entre 0,5 y 0,1 μg/Nm3. Como efecto asociado se
han encontrado trazas de cloruro de vinilo en alimentos, suelos y aguas natu-
rales y, por extensión, tratadas. En estas últimas se suelen medir cantidades del
orden de algunos μg/l, oscilando entre 1,4 y 10 μg/l, mientras que en aguas sub-
terráneas las concentraciones pueden a veces superar la centena de μg/l. Tén-
gase en cuenta al respecto, la posibilidad de que tanto tetracloroeteno como tri-
cloroeteno en ambientes hídricos con ausencia de oxígeno forman cloruro de
vinilo. Para finalizar, un caso extremo son las aguas residuales industriales, que
en alguna ocasión han presentado hasta 20 mg/l del compuesto (así en zonas de
Estados Unidos).
La toxicidad de esta sustancia una vez en el organismo está potenciada por
su posibilidad de ser metabolizada dentro del cuerpo rindiendo otros com-
puestos más tóxicos y bio-reactivos que el cloruro de vinilo mismo. De esta for-
ma, la sustancia puede afectar muy negativamente al hígado sobre todo. En es-
tudios con animales de laboratorio, el cloruro de vinilo es capaz de desarrollar,
tanto por ingestión vía inhalación como vía administración oral, una amplia
gama de cánceres (en glándulas mamarias, pulmones, piel, angiosarcomas de
hígado) en ratones, ratas y hamsters. Por otro lado, bioensayos llevados a cabo
tanto in vivo como in vitro han indicado que esta sustancia presenta carácter
mutagénico.
Finalmente, en estudios epidemiológicos sobre poblaciones expuestas a
altas concentraciones del contaminante se ha probado una asociación entre
exposición y desarrollo de angiosarcomas de hígado. Además, parece con-
cluirse en muchos estudios la relación entre exposición a cloruro de vinilo y
aparición de tumores cerebrales, pulmonares y linfáticos. Todas estas eviden-
cias han hecho que la IARC califique al cloruro de vinilo como carcinógeno
para los seres humanos, incluyéndolo dentro del grupo 1.
ENERGIA / MEDIOAMBIENTE

Otros títulos publicados:

- Análisis fisicoquímico y microbiológico de las aguas


- Biomasa y bioenergía
- Clasificación y gestión de residuos
- Generalidades, conceptos y origen de los residuos
- Impactos ambientales y energía
- La combustión. Factores endógenos y exógenos
- La pirolisis
- La recuperación de la energía
- Los contaminantes y la destrucción térmica
- Los plásticos residuales y sus posibilidades de valoración
- Los residuos como combustibles
- Los residuos mineros
- Microbiología de las aguas
- Procesos biológicos: la digestión anaerobia y el compostaje
- Reciclaje y tratamiento de residuos diversos
- Regulación de sustancias químicas en medios acuáticos
- Residuos destinados a la fabricación de materiales aislantes
- Residuos destinados a la fabricación de materiales densos
- Sistemas de tratamiento térmico: la incineración
- Sistemas de tratamiento térmico. Procesos a alta temperatura
- Sistemas de tratamiento térmico. Procesos a baja temperatura
- Tipología de los residuos en orden a su reciclaje
- Tratamiento térmico de gases
- Tratamiento y depuración industrial de aguas
- Valoración de residuos procedentes de grandes industrias
- Vías de tratamiento y valorización de fangos de depuradora

ISBN 978-84-9969-775-8

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