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Clase 3

Recapitulando la Clase 2

En la clase anterior trabajamos el surgimiento de los Estados de Bienestar en Europa y


EEUU luego de la Segunda Guerra Mundial y presentamos una tipología de las
características que reúne cada uno de los tipos. Además, describimos las causas y
consecuencias de la crisis mundial de mediados de los años 70 del siglo pasado y
definimos el ajuste estructural, y las políticas neoliberales que se aplicaron en el mundo.

También marcamos que dichas políticas son hegemónicas en la actualidad en casi todos
los países de un mundo globalizado financiera y culturalmente. Nuestra intención es
tratar de historizar, por cierto sintéticamente, los procesos económicos, políticos y
culturales en una escala general y mostrar sus efectos en nuestra región y
particularmente en nuestro país. Entendemos que la comprensión de este devenir
constituye la primera herramienta para imaginar, diseñar y aplicar políticas públicas
culturales que contribuyan a construir sociedades más igualitarias.

Desarrollo de la tercera clase

En esta clase les propongo abordar brevemente la constitución de los Estados


latinoamericanos para entender cómo se fueron conformando sus instituciones, y a
continuación cuáles fueron las características que tuvo el Estado de Bienestar en la
Argentina, y que sucedió con la crisis y el ajuste estructural en nuestro país, en el
contexto de la región.

Para comenzar, un autor ya conocido por Uds. Guillermo O´Donnell escribía que en
América la formación de la sociedad civil estuvo impulsada por el Estado. El tema ya lo
tocamos en la primera clase y dimos nuestro punto de vista teórico acerca de la mutua
co- constitución en los países europeos; no obstante debemos aclarar que las
particularidades de los procesos históricos concretos muestran diferencias que tuvieron
y siguen teniendo efectos muy importantes.

“Si durante algún tiempo los historiadores pudieron engañarse escribiendo la historia
de Inglaterra básicamente como la historia de su sociedad civil, es evidente que en la
periferia tanto las pautas de crecimiento económico como las de la formación de clases
— por no hablar de las alianzas políticas— están inextricablemente relacionadas, antes
y después de la descolonización, con el papel desempeñado por el aparato estatal” (O´
Donnell, 1980:782)

A diferencia de la constitución del Estado capitalista en Inglaterra y Francia donde una


clase emergente, la burguesía, con la pretensión de representar el interés general
configura el poder político personificado en el aparato estatal, en nuestros países la clase

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nacionalmente dominante fue hija de ese aparato estatal. Por ese motivo según
O´Donnell, el Estado será percibido como profundamente irrepresentativo.

Es interesante detenerse brevemente en las semejanzas pero también en las profundas


diferencias que marcaron la constitución de los Estados latinoamericanos para dilucidar
en el presente tanto las problemáticas comunes, como los diferentes caminos transitados
por sus Estados y sociedades para enfrentarlas.

Efectivamente existió un punto de partida común: el proceso de emancipación de la


Corona española, que llevó a la disolución del Virreinato del Río de la Plata fundado en
1776 por Carlos III y que abarcaba los actuales territorios de Argentina, Bolivia,
Uruguay, Paraguay, partes del sur de Brasil, el norte de Chile y el sur de Perú. Los
aparatos estatales heredados de la Colonia estaban poco desarrollados y sus
instituciones cumplían funciones de justicia, aduana, salubridad y abastecimiento; en
los distintos países y a medida que se fueron proclamando las independencias a estos
órganos se superpusieron Juntas o Triunviratos. Además, tal como señala Oszlak (1999)
en “La formación del Estado Argentino” que ya citamos en clases anteriores, la
desintegración del Virreinato dio lugar a enfrentamientos regionales que disputaron
poder. En nuestro territorio esos enfrentamientos estuvieron protagonizados por los
caudillos, y las guerras civiles se extendieron desde los años 1820 hasta 1852.

Además, la estructuración de los nuevos Estados estuvo condicionada por dos factores,
en primer lugar a la inexistencia de una interdependencia real de los señores de la tierra,
y en segundo término por la acción de la burguesía urbana relacionada al exterior. Esa
clase a través de las exportaciones se vinculó con algún sector rural y así se crearon las
condiciones para la estructuración de un efectivo sistema de poder. En algunos países
con mucho territorio (Perú, Méjico, Bolivia) el control de la actividad minera colonial
suministró una base de poder suficiente. En Brasil, el aparato burocrático militar
heredado de la Corona portuguesa se alió a la naciente burguesía paulista del café. En
Argentina cuestiones tales como precariedad de las economías regionales, la gran
extensión territorial, las dificultades de comunicación y transporte, el desmantelamiento
del aparato burocrático colonial y las luchas civiles que mencionamos demoraron la
construcción del Estado nacional (Oszlak, 1999).

En cuanto a las diferencias dice O´Donnell:

“Baste considerar que algunos países latinoamericanos (más específicamente


Argentina, Chile y Uruguay), a la vuelta del siglo XIX habían completado básicamente
las tareas de unificación económica y construcción de la nacionalidad, mientras que
prácticamente todos los demás países de este continente no consiguieron esto mismo
hasta los años de 1930” (Op. cit.:786).

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A modo de ejemplo podemos citar que en Brasil la independencia de la Corona
portuguesa se produce en el año 1889, cuando se establece la Primera República o
República Velha. Esas distancias temporales también condicionaron la conformación de
las distintas sociedades civiles y el tipo de actividades económicas desarrolladas en
relación a las demandas de las metrópolis. No obstante en todos los casos, nuestros
Estados –nación nacieron dependientes de los países que detentaron la hegemonía sobre
la región en cada momento histórico, para la Argentina en particular Gran Bretaña en el
siglo XIX y comienzos del siglo XX, y EEUU fuertemente a partir de los años 50 de
ese siglo.

En consecuencia, en la división internacional del trabajo nos correspondió la provisión


de productos primarios para el consumo de los países centrales y para la elaboración de
mercancías, que luego adquiriríamos por vía de las importaciones. El texto de
O´Donnell citado más arriba es muy interesante para comprender ese proceso en los
distintos países de la región. En la Argentina el desarrollo industrial se produjo
básicamente a partir de la segunda posguerra, durante el primer gobierno peronista
(1946-1952), con el inicio del proceso denominado de sustitución de importaciones,

Siguiendo a Susana Hintze (2006) fue en ese período donde se constituyó nuestro
Estado de Bienestar que tuvo características más cercanas al tipo liberal caracterizado
más arriba. Los derechos no estuvieron asociados a la ciudadanía, salvo el derecho a la
educación, verdadera política universal desde los comienzos de nuestro Estado –nación
que le debemos a Domingo F. Sarmiento.

Las otras políticas sociales estuvieron asociadas al trabajo formal: la extensión del
sistema de Obras Sociales y el sistema público de salud; el crecimiento de la política
pública de vivienda; la ampliación de la cobertura previsional y de sus beneficios; sin
embargo, en una situación cercana al pleno empleo puede afirmarse que estas
conquistas eran cuasi-universales. Se verificó además una alta participación del salario
en el Producto Bruto Interno que llegó en el año 1954 (segunda presidencia peronista) al
51%.

La debacle para las economías latinoamericanas, como producto de la crisis capitalista


mundial que describimos la clase anterior, se inicia también a mediados de los años 70
del pasado siglo y continúa durante la década del 80 llamada “la década perdida para
América Latina”. La crisis de la deuda externa, consecuencia de la colocación del
excedente financiero de los grandes bancos internacionales en nuestros países, inauguró
el perverso ciclo de endeudamiento condicionado a la aplicación de las políticas
dictadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, para pagar los
intereses de la deuda.

Durante los años 90 se extienden por América Latina gobiernos que aplican las medidas
del ajuste estructural: devaluación, liberalización comercial, privatización de empresas

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públicas, reducción del gasto público y por ende focalización de programas sociales, y
descentralización en unidades administrativas de menor tamaño de la provisión de
servicios de salud y educación, a menudo sin los recursos presupuestarios y humanos
para su gestión.

Llegados al inicio de este siglo en Argentina se produce lo que conocemos como la


crisis del año 2001, que nos encuentra con una situación de pobreza del 41% de la
población total del país (EPH/INDEC, mayo 2001) y con un índice de desocupación del
21,5% en la región metropolitana (Capital y Gran Buenos Aires, EPH/INDEC, mayo
2002). Tal como escribíamos hace ya unos años respecto de los efectos de las políticas
de ajuste estructural:

“En conjunto, las intervenciones estatales desarrolladas bajo estas orientaciones


tuvieron como efecto no sólo un aumento formidable de la población excluida del
mercado de trabajo formal, y por lo tanto la reducción de sus ingresos, sino también
del acceso a la seguridad social y a la salud…En términos comparativos, en un
contexto global de avance de las ideas neoliberales, el caso argentino constituyó un
ejemplo paradigmático de cambio brusco y profundo, siguiendo al pie de la letra la
ortodoxia de las recomendaciones económicas de los organismos internacionales de
crédito” (Raggio, L.; Sabarots, H. 2011: 86).

Para concluir esta clase quiero citar nuevamente a Oszlak (2000) en su descripción
acerca de las reformas que se llevaron a cabo en el aparato del Estado. Es de la mayor
importancia prestar atención a dichas reformas porque esa fue la herencia que nos
dejaron las políticas neoliberales, y una de las dificultades más grandes a la hora de
gestionar políticas inclusivas es precisamente con qué tipo de institucionalidad se cuenta
para llevarlas adelante. Por otra parte la disolución de organismos y la interrupción y/o
redefinición de programas y proyectos a la que estamos asistiendo desde diciembre del
año 2015 recuerda tristemente a las reformas de los años 90.

“Durante la década del 90, el Estado Nacional se contrajo, al desembarazarse de su


aparato productivo (vía privatización), de sus órganos de regulación económica (vía
desregulación), de muchas funciones de apoyo (vía terciarización), de la prestación
directa de la mayoría de los servicios públicos (vía descentralización), de fuertes
contingentes de personal (vía retiros voluntarios y jubilaciones anticipadas) y de una
porción no despreciable de su capacidad de decisión soberana (vía internalización)[…]
Se ha trasmutado más que minimizado: ausencia en diversas áreas de la gestión
pública y adquisición de una serie de rasgos y atributos que marcan una clara
“metamorfosis” en su fisonomía, dominio funcional y papel frente a la sociedad” (Op.
cit. En Hintze, 2006:38).

Quiero llamar la atención respecto de la extrema simplificación de estas descripciones


que no pretenden abordar la complejidad geográfica y temporal del devenir de los

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Estados-nación en América Latina, ni mucho menos dar cuenta de nuestra historia desde
la descolonización hasta nuestros días. Como señalé al inicio de esta clase la intención
es situar nuestro presente en un marco más general, y adicionalmente señalar algunas
orientaciones para realizar estos análisis en el caso de que Uds. quieran profundizarlos,
siempre teniendo en cuenta que las políticas culturales están estrechamente ligadas al
tipo de modelo de Estado-sociedad que se pretende viabilizar.

Finalmente les sugiero que miren el video La sociedad neoliberal. La ciudad y el trabajo

https://www.youtube.com/watch?v=xwwSozeSuEU que es muy ilustrativo de lo que


desarrollamos en esta clase.

¡No duden en consultarme si tienen alguna duda!

Saludos Liliana

Referencias bibliográficas

Guillermo O´Donnell, El aparato estatal en los países del tercer mundo y su relación con
el cambio socioeconómico; Susana Hintze, Políticas sociales argentinas en el cambio
de siglo, Liliana Raggio y Horacio Sabarots, Políticas públicas dirigidas a juventudes
vulnerables. Continuidades y transformaciones; Oscar Oszlak, Acerca del Estado y sus
metamorfosis.

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