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ÍNDICE

Introducción

Desarrollo

Características del Divorcio

Causales de Divorcio establecidas en Venezuela

Análisis de cada una de las causales de Divorcio

 Adulterio
 Abandono voluntario
 Excesos, Sevicia e Injurias Graves que hagan imposible la vida en común
 Conato de uno de los cónyuges para corromper o prostituir al otro cónyuge, o
a los hijos, o la connivencia en su corrupción o prostitución
 Condenación a presidio
 La adición alcohólica u otras formas graves de fármaco-dependencia que
hagan imposible la vida en común
 La interdicción por causa de perturbaciones psiquiátricas graves que
imposibiliten la vida en común
 Conversión de la separación de cuerpos en divorcio
 Separación de hecho prolongada

Efectos y consecuencias del Divorcio

A. ¿Con quién vivirán los hijos?


B. Derecho y régimen de convivencia
C. Obligación de manutención de los hijos después del divorcio
D. ¿Cómo se distribuyen los bienes de la pareja?
E. Bienes propios y bienes comunes

Las Excepciones de admisión del divorcio

Impacto del Divorcio en el Desarrollo Psico-Social de los Niños y Niñas y


Adolescentes

Conclusión

Bibliografía
INTRODUCCIÓN

El divorcio es la disolución, a efectos civiles, del matrimonio, tanto canónico


como civil. La mayor parte de las causas de divorcio se deben al cese efectivo de la
convivencia conyugal y la falta grave a las responsabilidades de cuidado y asistencia
que debe existir entre los cónyuges durante cierto tiempo. El divorcio ha sido objeto a
lo largo de la historia de enconadas disputas entre partidarios y detractores, que han
basado sus argumentos en cuestiones de índole moral, filosófica, religiosa,
sociológica o jurídica. Desde esta última perspectiva, a la cual haremos referencia, el
debate se ha centrado en la naturaleza de la institución matrimonial y, en concreto,
en su condición de contrato civil. Un amplio sector afirma que el matrimonio, como
todo contrato, no tiene carácter permanente, por lo cual puede ser disuelto por el
mutuo disenso y otro sector defienden la necesidad de dar un tratamiento
diferenciado al mismo, dada su condición de núcleo de la institución familiar y unidad
básica de convivencia en las sociedades modernas y debe gozar por tanto, de una
estabilidad. Esta última postura es acogida por la mayor parte de las legislaciones,
que regulan el matrimonio aparte del resto de los contratos y fijan una serie de
causas tasadas para la ruptura del vínculo. No obstante, la tendencia a favorecer la
permanencia de la institución matrimonial no tiene porque conllevar un
posicionamiento en contra del divorcio, que está admitido en la gran mayoría de los
sistemas jurídicos y resulta de indudable necesidad en el desenvolvimiento de la vida
social de nuestra época.

A pesar de la casi universal aceptación de la figura del divorcio, existen


grandes diferencias en cuanto a su regulación; por lo cual se distinguen dos
sistemas: países que permiten el divorcio sólo para los no católicos, y aquéllos
que lo admiten con carácter general, sin hacer distinciones en función de la
religión de los cónyuges. Dentro de estos últimos puede hacerse otra
clasificación, según la mayor o menor amplitud con que se recoge en sus
legislaciones: países que lo admiten de forma absoluta y sin necesidad de
causa, tanto por mutua voluntad de los cónyuges como por la petición de
cualquiera de ellos; países que exigen el acuerdo de ambas partes, y países
en los que sólo se concede si concurre culpa grave en alguno de los
cónyuges; puntos que serán tratados en esta investigación dándole una
adaptación al caso venezolano, tomando en cuenta además los efectos y las
consecuencias que su pronunciamiento tiene sobre los cónyuges y sin dejar
de lado uno de los grandes problemas que atañe a la sociedad actual en los
casos de divorcio, es decir, su efecto o impacto en el desarrollo intelectual de
los niños y adolescentes que se ven involucrados en la separación de la
pareja, ya que la disolución de la pareja marca importantes huellas en el
desenvolvimiento total de la familia. Los hijos y otros familiares, así como los
amigos comunes sufren por la pérdida del vínculo marital, en los hijos los
efectos son dolorosos y las manifestaciones dependen de la edad o momento
evolutivo, así como del apego hacia cada progenitor.
Antes de comenzar a hablar sobre el divorcio y el impacto que esta
institución ha tenido en los niñas y niños venezolanos es necesario definir el
origen de este el cual es el matrimonio, que es considerado la base
fundamental de la sociedad, ya que de acuerdo a Francisco López Herrera en
su libro Derecho de Familia, el matrimonio constituye la base y el fundamento
de la familia legítima y por ende el pilar fundamental de la sociedad
organizada, pero desde un punto de vista jurídico es considerado como la
comunidad de vida, protegida por la ley, que por mutuo acuerdo y a
perpetuidad, establecen entre si un hombre y una mujer, es decir, el
matrimonio es una institución social que crea un vínculo conyugal entre sus
miembros. Este lazo es reconocido socialmente, ya sea por medio de
disposiciones jurídicas o por la vía de los usos y costumbres y establece entre
los cónyuges una serie de obligaciones y derechos que también son fijados
por el derecho, que varían, dependiendo de cada sociedad.

Si bien el matrimonio genera la vida en común y los deberes de ayuda


mutua y convivencia; en ocasiones las diferencias entre las parejas y los
conflictos que estas pueden generar son de tal magnitud que la vida en común
se hace imposible y existen circunstancias que, en ocasiones, escapan al
control emocional y racional de los cónyuges o cuando la relación de pareja
se ha tornado demasiado conflictiva y, se han agotado todos los recursos para
solucionar la situación; es entonces, cuando se opta por la opción del
divorcio.

En Venezuela el divorcio es considerado como un factor de


perturbación o terminación del vínculo conyugal o una de las causas de
disolución del matrimonio de acuerdo a lo establecido en la legislación
venezolana (Código Civil art. 184). De acuerdo a Francisco López Herrera “El
divorcio es la disolución legal del matrimonio en vida de ambos conyugues,
como consecuencia de un pronunciamiento judicial dirigido precisamente a
ese fin”.

El divorcio encuentra su fundamento en su carácter excepcional ya que


este es una institución que disuelve el matrimonio, pero a su vez este último
ha sido considerado por la sociedad como perpetuo y que idealmente solo
puede ser disuelto por la muerte de uno de los cónyuges. Existen dos
corrientes o tendencias legislativas fundamentales que buscan explicar la
manera como debe entenderse esta característica del divorcio, para una de
ellas, lo excepcional de dicha institución consiste en reconocer que se trata de
un castigo por lo que tiene la idea de divorcio-sanción, y en cambio para la
otra, el divorcio es más bien un remedio.

La tendencia Divorcio-sanción, puede ser considerada como la


tradicional, según la cual, la disolución del matrimonio en vida de los esposos
solo tiene sentido como un castigo que el cónyuge inocente puede pedir sea
aplicado al que incumplió gravemente sus deberes matrimoniales, de ahí que
este último no pueda demandar el divorcio. Para esta tendencia las causales
son muy típicas, como: el adulterio, el abandono culposo, las injurias y los
maltratos. En nuestro país esta es tendencia es el fundamento del divorcio.

La tendencia del Divorcio-remedio, explica la disolución del matrimonio


en vida de los cónyuges en base a la necesidad de liberar a los esposos de un
vinculo que, de hecho, ya no tiene sentido o resulta intolerable,
independientemente que esa situación pueda imputarse o no a alguna de las
partes. Sus causales también son típicas como: la impotencia posterior a la
celebración del matrimonio, la ausencia declarada de alguno de los cónyuges,
la locura u otras enfermedades graves o peligrosas, la incompatibilidad de
caracteres, la separación de hecho prolongada, el mutuo consentimiento, etc.
Cabe destacar que las legislaciones que acogen esta tendencia suelen admitir
además las causales de la tendencia divorcio-sanción. Como el caso
venezolano que admite causales de divorcio como interdicción por
perturbación mental grave, conversión de separación de cuerpos en divorcio y
separación de hecho prolongada, que corresponden a esta tendencia.

Características del Divorcio.

La finalidad esencial del divorcio, es la disolución del matrimonio, pero


tal y como aparece consagrado en la legislación venezolana, posee tres
rasgos o características de gran importancia: es materia de orden público,
requiere siempre la intervención judicial y en principio solo procede por causas
taxativamente determinadas.

1. Es considerado materia de orden público, ya que ya que compromete y


afecta la estabilidad y normalidad del matrimonio, que de acuerdo a la
constitución nacional el Estado está en la obligación de proteger,
también es considerado en cierta medida como un factor negativo para
la moral social y las buenas costumbres. Además, el divorcio afecta
tanto el estado familiar como el estado civil de las personas, por lo cual
se considera de orden público, para evitar que los particulares
modifiquen, relajen o renuncien a dichas normas (Artículo 6 C.C.).

2. Requiere intervención judicial, ya que es solo a través de una sentencia


dictada por una autoridad judicial, que puede ser resuelto y declarado,
ello basado en la importación que tiene la materia en el orden público.

3. Procede por causas taxativamente determinadas, porque solo puede


ser solicitado y declarado, por las causales establecidas en la ley en
específico, en el Código Civil Venezolano, sumado a ello el hecho de
que por ser materia de orden publico las causales de divorcio son de
interpretación restrictiva y no puede extenderse su aplicación por vía de
analogía.

Causales de Divorcio establecidas en Venezuela

Según lo establecido en el Código Civil venezolano son causales de


divorcio:

Artículo 185°
Son causales únicas de divorcio:
1º. El adulterio.
2º. El abandono voluntario.
3º. Los excesos, sevicia e injurias graves que hagan imposible la vida en
común.
4º. El conato de uno de los cónyuges para corromper o prostituir al otro
cónyuge, o a sus hijos, así como la connivencia en su corrupción o
prostitución.
5º. La condenación a presidio.
6º. La adición alcohólica u otras formas graves de fármaco dependencia que
hagan imposible la vida en común.
7º. La interdicción por causa de perturbaciones psiquiátricas graves que
imposibilite la vida en común. En este caso el Juez no decretará el divorcio sin
antes procurar la manutención y el tratamiento médico del enfermo.
También se podrá declarar el divorcio por el transcurso de más de un año,
después de declarada la separación de cuerpos, sin haber ocurrido en dicho
lapso la reconciliación de los cónyuges.
En este caso el Tribunal, procediendo sumariamente y a petición de
cualquiera de ellos, declarará la conversión de separación de cuerpos en
divorcio, previa notificación del otro cónyuge y con vista del procedimiento
anterior.

Artículo 185A
Cuando los cónyuges han permanecido separados de hecho por más de cinco
(5) años, cualquiera de ellos podrá solicitar el divorcio, alegando ruptura
prolongada de la vida en común.

De esto se desprende las siguientes conclusiones:

1. En la mayoría de las causas enumeradas anteriormente, excepto


el ordinal 7°, el penúltimo aparte del 185 C.C.; y el 185-A,
presuponen una falta cometida por uno de los cónyuges, en
estos casos el divorcio aparece como una sanción al cónyuge
culpable que ha cometido alguna violación a las obligaciones
que le impone el matrimonio.

2. La causa debe surgir durante el matrimonio: Uno de los


hechos cometidos por los esposos sólo puede ser considerado
como causas del divorcio, si estos han surgido durante el
matrimonio. Los sucesos ocurridos antes del matrimonio no
pueden ser retenidos como causas del divorcio.

3. La causa debe ser provocada por el cónyuge demandado: La


Jurisprudencia exige que en toda demanda en divorcio por causa
determinada, es preciso que los hechos en que se basa emanen
del cónyuge al cual le son imputados. Ha sido juzgado que el
esposo demandante no puede invocar los hechos provocados
por él y los cuales son los generadores de las desavenencias.
(Articulo 191 C.C. párrafo primero)

Análisis de cada una de las causales de Divorcio.

Adulterio.

De acuerdo al Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia,


adulterio es el ayuntamiento carnal voluntario entre una persona casada y
otra de distinto sexo que no sea su cónyuge.

Para que haya adulterio deben coexistir dos elementos: el material, de la


copula carnal llevada a cabo por una persona casada, con quien no es su
cónyuge, y el intencional de realizar el acto de manera consciente y voluntaria.

No representa adulterio, el obrar impropio u otra relación más o menos


intima de un cónyuge con tercera persona cuando no se pruebe la unión
sexual. En igual sentido, no hay adulterio si el acto carnal es generado por
uno de los esposos y un tercero, en contra de la voluntad del primero o de
manera inconsciente, por ejemplo, violación o demencia. Tampoco hay
adulterio cuando la esposa cohabita con un hombre que no sea su esposo, ya
que no representa prueba suficiente si no existe o se comprueba la unión
carnal.

El adulterio como motivo de divorcio, implica contacto sexual entre hombre


y mujer, las prácticas homosexuales de una persona casada, pueden
constituir en el derecho civil injuria grave, mas no adulterio.

Demostrar los hechos que determinan el adulterio implica alto grado de


dificultad. Algunos aducen que la prueba fehaciente, es decir captar a los
involucrados de manera in fraganti; de lo contrario, la prueba devendrá sin
valor o será ineficaz. Demostrar el adulterio no requiere del elemento de
intencionalidad. Además, ¿sobre quién recae la prueba del adulterio? Un
cónyuge acusa al otro de adúltero por lo que demanda el divorcio. El
"sospechoso" negará haber sido infiel; por lo cual quien alega el adulterio
debe probarlo. Según las estadísticas son muy escasos los juicios donde se
declara el divorcio por adulterio. Además la prueba del adulterio requiere la
demostración de que el marido o la mujer, según el caso, ha tenido relaciones
sexuales con persona diferente a su cónyuge; no es menester probar el
elemento intencional, pues el acto humano debe considerarse voluntario hasta
que se demuestre lo contrario.

Abandono voluntario.

Se entiende por abandono voluntario el incumplimiento grave,


injustificado y ocurrido de forma intencional, por parte de uno de los cónyuges,
respecto de las obligaciones de cohabitación, asistencia, socorro y protección
que el matrimonio impone de manera recíproca. Este abandono puede o no
incluir el desplazamiento efectivo del cónyuge culpable fuera del hogar, ya que
esa posibilidad configura solamente una de las muchas maneras cómo uno de
los cónyuges puede exteriorizar el incumplimiento de las obligaciones que le
corresponde; pero no ha de creerse, por tal motivo, que existan dos causales
autónomas de abandono, física una y moral o efectiva la otra, ya que en todo
instante el abandono voluntario queda configurado por el incumplimiento en sí
de las obligaciones, no por la manera cómo se las incumpla.

Para que se configure la causal de abandono voluntario, es menester


que la trasgresión de las obligaciones conyugales sea grave, voluntaria e
injustificada.

Es grave, cuando el incumplimiento de los deberes conyugales


responde a una actitud sostenida, definitiva, del marido o de la mujer. No
constituye abandono voluntario, en consecuencia, los simples hechos
causales, discontinuos o pasajeros.

Es voluntaria cuando resulta del acto intencional del cónyuge. Si uno de


los esposos ha dejado de cumplir sus obligaciones conyugales por causas
ajenas a su voluntad (por estar prisionero, por enfermedad, etc.) no incurre en
la causal comentada. Los actos que configuran el abandono voluntario de un
cónyuge deben haber sido realizados con el propósito preciso y determinado
de infringir los deberes derivados del matrimonio…

Es, por último, injustificada cuando no existe causa suficiente que


justifique el incumplimiento grave y consciente de las obligaciones derivadas
del matrimonio. Así, si uno de los cónyuges ha sido autorizado por el juez
competente, para separarse de la residencia común, si existe sentencia de
separación de cuerpos, si el esposo abandonado amenazó seriamente al otro
para constreñirlo al abandono, no ha habido abandono injustificado.

Excesos, Sevicia e Injurias Graves que hagan imposible la vida en


común.

Doctrinariamente, los excesos, sevicia e injurias graves, están


constituidos por el agravio o ultraje de obra y palabra que lesionan la
integridad, el honor, el buen concepto de reputación de la persona contra
quien se dirigen.

Según la doctrina, la sevicia es el maltrato material que, aunque no


hace peligrar la vida de la víctima, hace imposible la convivencia entre los
esposos.

Injuria es el agravio, la ofensa, el ultraje inferidos mediante expresión


proferida o acción ejecutada por un cónyuge en deshonra, desprestigio o
menosprecio del otro cónyuge.

No todo exceso, sevicia o injuria constituye causal de divorcio. Para


establecer la gravedad del hecho concreto es necesario tomar en
consideración las circunstancias que lo rodean. Su gravedad depende de
ellas, un mismo hecho concreto puede ser calificado de manera diferente en
casos distintos, dependiendo su calificación, precisamente, de la circunstancia
en las cuales se produjo. No es necesario que los hechos constitutivos de los
excesos, la sevicia o la injuria estén tipificados como delitos, puesto que no lo
exige así el legislador. Si se comprueba que los hechos provinieron en
legítima defensa o de cualquier otra causa.
Por otra parte, Francisco López Herrera define como “excesos”, los
actos de violencia ejercidos por uno de los cónyuges en contra del otro, que
ponen en peligro la salud, la integridad física o la misma vida de la víctima. La
“sevicia”, en cambio, consiste en el maltrato y la crueldad, que si bien no
afectan la vida o la salud de quien la sufre, hacen insoportable la vida en
común. Por último, se entiende por “injuria”, desde el punto de vista civil, el
agravio o ultraje de obra o de palabra (hablada o escrita), que lesionan la
dignidad, el honor, el buen concepto o la reputación de la persona contra
quien se dirigen”. Asimismo, señala que esta tercera causal podría cubrirse
con la denominación genérica de injuria grave, puesto que los actos de
excesos y de sevicia tienen en sí y de por sí carácter injurioso. También
señala que esta causal constituye violación de los deberes de asistencia y de
protección que imponen a los esposos los artículos 137 y 139 del Código Civil
y que es de carácter facultativo pues, porque no todo acto de exceso, sevicia
e injuria grave puede servir de fundamento de divorcio, sino que ésta tiene
que ser de tal naturaleza que haga imposible la vida en común y esta
circunstancia debe ser apreciada libremente por el juez de la instancia.

Por otro lado, el Dr. Luis Alberto Rodríguez en su libro “Comentarios al


Código Civil Venezolano. Divorcio” indica que el hecho que configura esta
causal debe tener las características siguientes: importante, injustificado,
intencional y que no forme parte de la rutina diaria, semejante a la apreciación
del Francisco López Herrera cuando dice que tiene que ser grave, intencional
e injustificado.

Conato de uno de los cónyuges para corromper o prostituir al otro


cónyuge, o a los hijos, o la connivencia en su corrupción o prostitución.

Se entiende por conato para corromper o para prostituir al otro


cónyuge o a los hijos, el acto deliberado de uno de los esposos para depravar
o pervertir a uno u otros de aquellos; o de exponerlos a la explotación sexual.
La connivencia en la corrupción o prostitución del otro cónyuge o de los hijos
es la tolerancia o la complicidad de uno de los esposos en la depravación o
perversión de su consorte o de sus hijos, o en su exposición a la explotación
sexual, llevada a cabo por una tercera persona.
Tales actos cuando se refieren al cónyuge, constituyen una enorme
injuria y una flagrante violación de los deberes de asistencia y de protección
que impone el matrimonio a los esposos; y cuando concierne a los hijos,
implican uno de los más graves incumplimientos que derivan de las
obligaciones de la paternidad y de la maternidad y además, constituyen un
serio agravio para con el otro progenitor.

Para que se de esta causal, no es necesario que se haya producido el


hecho, sino que basta con que haya habido intento de tales inicuos
propósitos; al igual que la causal anterior, es necesario que se trate de un acto
grave, que en el caso de los hijos se debe dar por las mismas causas que se
requieren para privar al padre o a la madre, del ejercicio de la patria potestad
sobre sus hijos, establecidas en el artículo 352 de la L.O.P.N.N.A. Debe haber
además, una intención por parte del cónyuge culpable, por lo tanto no es
suficiente alegar la negligencia o falta de sano juicio de parte del culpable.

Condenación a presidio.

De acuerdo a la legislación venezolana, la condenación a presidio de


uno de los cónyuges, por la comisión de un gravísimo hecho delictivo,
significa al mismo tiempo uno ofensa al otro esposo, incompatible con el deber
de asistencia de aquél para con éste.

Es necesario que se dé la condenación a presidio para que pueda


alegarse el divorcio por esta causal ya que las otras penas criminales no son
suficientes para ello. Es considerada de carácter perentorio, es decir, basta
con que se compruebe la existencia de la misma, para que el juez pronuncie
el divorcio demandado, sin más consideraciones, lo que implica que el juez no
está facultado para analizar si tal consideración implica o no infracción grave
de los deberes que impone el matrimonio.

Para que pueda alegarse esta causal es indispensable que la


condenación a presidio reúna varios requisitos:

a) Resulte de una sentencia definitivamente firme: mientras el juicio


criminal no haya concluido totalmente con decisión firme que imponga a
uno de los cónyuges la pena de presidio, no existe tal causal. Pero una
vez que la sentencia es ejecutada surge el motivo de disolución del
matrimonio, independientemente que después se produzca la amnistía
o el indulto del cónyuge reo, puesto que ninguna de estas extinguen la
condena.
b) Que la Sentencia haya sido dictada posterioridad a la celebración del
matrimonio: de lo contrario no puede constituir causal de disolución del
vínculo matrimonial, ya que para el momento de la declaratoria de la
sentencia dicho vínculo no había nacido y por lo tanto no existe
incumplimiento de los deberes que resultan del mismo.
c) Que la sentencia emane de tribunales venezolanos, ya que las
sentencias dictadas en el extranjero no constituyen base para ser
causal de divorcio, debido a que según la legislación venezolana una
sentencia criminal dictada en el extranjero no puede surtir efectos en
Venezuela.

La adición alcohólica u otras formas graves de fármaco-dependencia que


hagan imposible la vida en común.

La embriaguez consuetudinaria, podría resultar de la condición análoga


resultante de uso justificado y continuado de estupefacientes… Y en todo
caso, la adicción a las drogas o fármaco- dependencia grave de uno de los
cónyuges, constituye una grave violación de los deberes derivados del
matrimonio, puesto que generalmente implica, además de injurias graves para
el otro cónyuge, abandono voluntario. La adicción alcohólica y la fármaco-
dependencia para serlo, requieren la incapacidad del adicto, que por eso
precisamente lo es, de resistirse al consumo de tales substancias (alcohol u
otras drogas), es decir; que su comportamiento no sea el de una persona
normal y que ello haga insoportable a su otro cónyuge la vida en común, y que
dicho estado se haya prolongado de manera apreciable.

Todo hecho que turbe al cónyuge, de cualquier forma, en el goce de


sus derechos privados o que tienda obligarle a ejecutar lo que no esté de
acuerdo con la opinión pública o con sus propias convicciones y en suma,
todos los hechos con que uno de los cónyuges, sin necesidad alguna, haga
gravemente molestar la vida del otro, pertenece a estas causales de divorcio.
La interdicción por causa de perturbaciones psiquiátricas graves que
imposibiliten la vida en común.

El antiguo divorcio-sanción, que tiene sus orígenes en el Código


Napoleón ha dado paso en la interpretación, a la concepción del divorcio
como solución, que no necesariamente es el resultado de la culpa del
cónyuge demandado, sino que constituye un remedio que da el Estado a una
situación que de mantenerse, resulta perjudicial para los cónyuges, los hijos y
la sociedad en general.

Esto se evidencia de la inclusión, como causal de divorcio, de la


interdicción por causa de perturbaciones psiquiátricas graves que imposibiliten
la vida en común, pues en tal situación no puede pensarse en culpa, sino en
una aflicción que necesita ser resuelta.

Esta causal parte del hecho de que después de la celebración del


matrimonio, haya recaído o sido declarada sobre uno de los cónyuges, la
interdicción por causa de perturbaciones psiquiátricas graves prevista en el
artículo 393 del C.C.

Conversión de la separación de cuerpos en divorcio.

También se podrá declarar el divorcio por el transcurso de más de un año,


después de declarada la separación de cuerpos, sin haber ocurrido en dicho
lapso la reconciliación de los cónyuges. Esta idea divorcio deriva de la
tendencia de considerar al divorcio un remedio. Para que esta causal pueda
funcionar se requiere el concurso de tres requisitos:

1) La existencia de una separación legal de cuerpos.


2) Transcurso de más de un año de la separación, contado a partir de la
declaración judicial de la misma, es decir desde la fecha en que fue
sentenciada. De acuerdo a Francisco López Herrera se espera dicho
lapso, porque a la sociedad le interesa que los cónyuges tengan tiempo
para recapacitar sobre la posibilidad de reconciliarse, iniciando
nuevamente la vida en común.
3) Que no haya ocurrido la reconciliación entre esposos.
Separación de hecho prolongada.

Esta causal se fundamenta igualmente en la idea del divorcio-remedio,


y no es otra cosa que un divorcio por mutuo acuerdo de los esposos, luego de
una espera por separación de hecho no inferior a cinco años, es decir una
separación que no ha sido declarada judicialmente. Francisco López Herrera
opina que para evitar que Venezuela se convirtiera en un centro para divorcios
irregulares por parte de los extranjeros se estipulo además el lapso de diez
años de residencia en el país, cuando el matrimonio fue celebrado en el
extranjero y el solicitante no es venezolano.

Efectos y consecuencias del Divorcio.

Entre los efectos que produce el divorcio es importante mencionar que:

 Disuelve la comunidad conyugal, por lo que una vez declarado ambos


cónyuges pueden casarse o formas otra relación sentimental.
 Los cónyuges que vuelvan a casarse entre sí no podrán adoptar otro
régimen que el que los regía anteriormente; y,
 La mujer divorciada no podrá volver a casarse sino diez (10) meses
después que el divorcio haya llegado a ser definitivo, excepto en el
caso de que antes de dicho lapso haya ocurrido el parto o produzca
evidencia médica documentada de la cual resulte que no está
embarazada. (Articulo 57 C.C.)

Además de estos efectos del divorcio se encuentran ciertas consecuencias


como:

A. ¿Con quién vivirán los hijos?

Cuando una pareja con hijos se separa, debe decidirse con quien vivirán
los hijos menores de 18 años (Artículo 351 L.O.P.N.N.A.). Es decir se debe
determinar quien ejercerá la custodia de los hijos. La custodia comprende la
asistencia material, la vigilancia y la educación de los hijos, así como la
facultad de imponerles correcciones adecuadas a su edad (Artículo 358
L.O.P.N.N.A.). En los casos de divorcio, las leyes establecen que los padres
podrán decidir de mutuo acuerdo, cuál de ellos ejercerá la Custodia de los
hijos de más de siete años. Los hijos que tengan siete años o menos, deben
permanecer con la madre, excepto el caso en que, por su interés superior
resulte inconveniente. De no existir acuerdo entre el padre y la madre, un juez
determinará con quien vivirán los hijos. En el caso de los hijos de siete años o
menos que no puedan vivir con la madre, el juez debe decidir si vivirán con el
padre (Artículo 360 L.O.P.N.N.A.). Cuando los hijos mayores de 12 años, el
padre, la madre o el Ministerio Público lo soliciten, el juez puede revisar y
modificar las decisiones en materia de custodia (Artículo 361 L.O.P.N.N.A.). Si
uno de los padres a que le ha sido impuesto el cumplimiento de la Obligación
de Manutención por un juez (a), y se niega a cumplirla a pesar de tener los
recursos económicos para hacerlo, perderá la posibilidad de que se le
conceda la custodia de sus hijos. Para revertir esta sanción deberá cumplir
perfectamente con esta obligación por más de un año. (Artículo 362
L.O.P.N.N.A.)

B. Derecho y régimen de convivencia

El derecho de ver a sus hijos y compartir con ellos, es conocido


actualmente como Derecho de convivencia Familiar, y las reglas por las
cuales los progenitores podrá ver y compartir con sus hijos se conocen como
“régimen de convivencia familiar” (Artículos 385 al 390 L.O.P.N.N.A.). Este
derecho puede ser ejercido con restricciones razonables, como las
obligaciones académicas de sus hijos. También es posible que los padres
deban convivir con sus hijos dentro de un horario y en días determinados. En
todo caso se deben respetar cuidadosamente las condiciones impuestas para
la convivencia en la sentencia de divorcio, o en sentencias posteriores,
también se deben tener en cuenta los tratamientos médicos que estén
cumpliendo, dietas, ejercicios y cualquier clase de cuidado especial.
C. Obligación de manutención de los hijos después del divorcio

Ambos padres tienen la misma obligación de mantener a sus hijos, es


su deber correr con la mitad de todos los gastos relacionados con el sustento,
habitación, educación, cultura, asistencia y atención medica, medicinas,
recreación y deportes, además de poder tener otras atenciones adicionales
para con sus hijos. La mayoría de las parejas establecen una “obligación de
manutención (Articulo 365 L.O.P.N.N.A.)” y en caso de desacuerdo,
incumplimiento o necesidad especial en materia de manutención de los hijos,
es posible presentar una demanda para lograr el establecimiento, el pago, o el
ajuste de la manutención. Esta obligación existe hasta que los hijos cumplen
18 años.

D. ¿Cómo se distribuyen los bienes de la pareja?

Como regla general, es necesario dividir la comunidad conyugal, los bienes


que fueron acumulados durante el matrimonio serán divididos en partes
iguales entre esposo y esposa, así como también las deudas tienen que ser
divididas en partes iguales. Esta división, también puede ser consecuencia de
una separación de cuerpos y bienes, pero existe una excepción a esta regla
que se denomina capitulaciones matrimoniales, ya que figura constituye la
existencia de bienes que las leyes protegen como exclusivos de cada uno de
los cónyuges; estos acuerdos son documentos formales por escrito
celebrados antes de la celebración del matrimonio.

E. Bienes propios y bienes comunes

En caso de no haber firmado acuerdo prenupcial antes de casarse, el


Código Civil establece en su artículo 151 un régimen de bienes. Según el cual,
los bienes que son propios de los cónyuges y que no se deberán dividir en
caso de divorciarse son los siguientes:

1. Todos los que le pertenecían al marido o a la mujer antes de casarse.


2. Los que adquiera después de casarse como consecuencia de un
regalo, una herencia, un legado o cualquier otro ingreso que implique
un aumento en su patrimonio salvo que lo obtenga gracias a su
industria, trabajo profesión o sueldo.
3. La ropa, joyas y objetos de uso personal.
4. Los que se adquieren con dinero proveniente de la venta de cualquiera
de los bienes mencionados anteriormente. Este tipo de bienes
pertenecen exclusivamente a uno de los cónyuges, y puede venderlos
sin autorización del otro cónyuge y con el dinero que obtenga, adquirir
bienes nuevos que le seguirán perteneciendo de forma exclusiva.

Los bienes de la comunidad conyugal, que deberán ser divididos en


partes iguales en caso de divorcio son:

1. Los obtenidos gracias a la industria, trabajo, profesión o sueldo de


alguno de los cónyuges.
2. Los frutos, rentas o intereses obtenidos durante el matrimonio,
procedentes de los bienes comunes o de los bienes particulares de
cada uno de los esposos.
3. Los que se adquieren con dinero de la pareja aunque se adquiera a
nombre de uno de los esposos. Puede verse claramente que todo lo
que obtiene en virtud de su sueldo, de su trabajo independiente,
dividendos en compañías, intereses, alquileres, así como todo lo que
compre con ese dinero, (aunque sea registrado a nombre de uno solo
de los cónyuges) será propiedad de ambos cónyuges y en caso de
divorcio tendrán que dividirlo en partes iguales. Los dividendos,
intereses o alquileres, provenientes de bienes propios, se incluyen en
esta categoría (Artículos 152 y 156 C.C.).

Las Excepciones de admisión del divorcio.

El Divorcio es inadmisible cuando ha habido reconciliación de los


esposos sobrevenida después de la demanda de divorcio (Articulo 194 C.C.).
En uno u otro caso se declarará no admisible en su acción al demandante, el
cual podrá intentar una nueva acción por causa sobrevenida después de la
reconciliación, entonces podrá usar las antiguas causas para así apoyar su
nueva demanda.
Impacto del Divorcio en el Desarrollo Psico-Social de los Niños y Niñas.

Ahora bien nos corresponde hablar acerca de las consecuencias o el


impacto que tiene el divorcio en la sociedad, en específico en el desarrollo
psico-social de los niños y niñas que se ven involucrados durante la
separación de los padres; y que viven junto a ellos dicha experiencia.

Por lo general cuando dos personas deciden separarse, cualquiera que


sea el motivo, ocurren una serie de hechos que suelen ser incómodos, y en
medio de todas las cuestiones legales y de la vivencia emocional de cada
miembro de la antigua pareja, existe otra situación a la que muchas veces no
se le da la importancia suficiente y que requiere de un adecuado manejo para
sobrellevarla, y es la vivencia que los hijos están teniendo de esta separación.

Cuando ocurre una separación, los hijos experimentan una especie de


duelo, por la pérdida de la vida con los padres juntos y por el rompimiento de
la estabilidad familiar; además, de la amplia gama de sentimientos que se
producen. Los hijos pueden experimentar sentimientos de culpa por la
percepción de que ellos pudieron ser los responsables de que sus padres se
separaran. También pueden experimentar rabia ante alguno de los padres o
ante ambos por lo que está viviendo, así como impotencia por la sensación de
no poder hacer nada para evitarlo y, por supuesto tristeza ante todo lo que
está presenciando. Otros pueden encerrarse en sí mismos como parte de un
mecanismo de defensa contra el daño que la separación le ocasiona, o
pueden mostrar rebeldía y fallos en la escuela. Sin embargo, no todos los
niños reaccionan de la misma manera, ello depende fundamentalmente de sus
características personales y de cómo se esté manejando la situación de
separación o divorcio.

Existe la incógnita de si es preferible para la estabilidad emocional de


los hijos, unos padres separados pero felices o unos padres juntos pero que
no se llevan bien y sin llevar ninguna relación de amor, ya que ambas
situaciones son complejas e influyen negativamente en el desarrollo
emocional y psicológico de los hijos. A nuestro criterio la primera opción seria
la que aporta la mayor estabilidad ya que, con el tiempo ellos llegarán a
entenderlo; y si es bien manejado, incluso podrán llegar a asumirlo como una
experiencia más de su vida que los hará crecer como personas. Sin embargo,
para que los hijos puedan comprender la separación y adaptarse poco a poco
al nuevo estilo de vida, es importante considerar que:

Los niños tienen el derecho de ver y estar con sus padres cuando así lo
deseen, así que no deberá prohibírsele el poder hacerlo. Pueden conversar y
llegar a un acuerdo acerca del régimen de visitas, vacaciones...y por supuesto
también deben acordar mutuamente las normas a señalar en ambos hogares
para que no existan confusiones. Por todo esto, los padres deben tratar de
llevar una relación respetuosa entre ambos, no expresar cosas negativas del
otro delante del niño (a), y no utilizar a los hijos para obtener beneficios
propios, ni para interrogarlo intentando explorar qué hace o deja de hacer el
otro padre; ni tampoco amenazar a sus hijos o imponer como un castigo a su
comportamiento el llevarlo o dejarlo con el otro progenitor. No someter al niño
o la niña a la difícil situación de escoger con qué progenitor quiere quedarse,
esto genera angustia y sentimientos encontrados.

En el caso de que exista una nueva pareja, darle tiempo al niño (a)
para que la conozca y se adapte a la nueva relación, se debe dejar que sean
quien decida como llamarla, ya que es preferible el papel de una buena amiga
o de un buen amigo que no asuma las responsabilidades y aplique normas
disciplinarias, que le corresponden a su padres biológicos.

Durante todo este proceso de separación, los hijos necesitarán más de


cada uno de sus padres, es recomendable pasar el mayor tiempo posible con
ellos y expresarle su amor hacia ellos y que esto no cambiará. También es
importante que no fomentar las fantasías de reconciliación que pueden tener
sus hijos, si la decisión de divorcio es definitiva, ya que ellos necesitan
terminar de cerrar su proceso y comprender la situación.

Dentro de las consecuencias que tiene el divorcio en la psiquis de los


niños, niñas y adolescentes, se encuentran en la mayoría de los casos,
síntomas asociados a la falta de control en la agresión. En los más pequeños,
la agresividad es dirigida hacia los padres separados y los hermanos. En los
mayores, ya adolescentes, el problema generalmente toma forma de actos
antisociales y de delincuencia, así como alcoholismo y adicción a las drogas y
en los casos de las hijas adolescentes de padres divorciados, se da con
frecuencia la promiscuidad sexual, en mayor proporción que las hijas de
matrimonios no divorciados; así como también se dan casos de depresión
media y en algunos casos severa.

Ahora bien, lo que tendríamos que preguntarnos es si el daño lo


provoca la ausencia de uno de los padres o el propio trauma del divorcio, ya
que en ambos casos se produce un trauma psicológico fuerte, pero; más que
la falta de uno de los padres es posiblemente los elementos que componen la
crisis del divorcio lo que traumaría irreversiblemente a los hijos.

La mayoría de los divorcios están precedidos por meses o años de


disputas, ofensas, desamor, peleas, desilusiones y frustraciones, en un primer
lugar, las parejas comienzan con provocaciones mutuas, con trato y
vocabulario hostil y episodios de gritos y de abuso físico verbal. Allí los niños
quedan amedrentados por las escenas, sin saber qué hacer y se sienten
desorientados, impotentes y tristes por la falta de control de sus padres;
además los padres tienden a pedirles solidaridad a los hijos -cada uno por su
lado- generándoles graves conflictos de decisión.

Posteriormente, si la pareja no logra manejar los conflictos y comienzan


un proceso de divorcio, inician un período de enfrentamiento por distintas
razones, sean por rencor, rabia o por la división del patrimonio conyugal. En
esta fase se intensifica la hostilidad, el deseo de daño de uno al otro. Surge el
odio, la amargura y a veces hasta el deseo de venganza. En esta etapa, la
mayoría de las parejas piensa que quitándole los hijos el uno al otro ganan la
pelea, sin darse cuenta que le están haciendo un gran mal a la psiquis de los
hijos.
CONCLUSIÓN

La mayor parte de los países occidentales considera al matrimonio


como la unión entre dos personas con un reconocimiento jurídico, social y
cultural. Su objetivo es brindar un marco de protección mutua y de la
descendencia de ambas personas, quienes tienen derechos y obligaciones
por esta unión.

El divorcio, por lo tanto, es la disolución legal del matrimonio por acuerdo entre
ambas partes o por la violación de alguno de los derechos u obligaciones
matrimoniales, que vienen dados por las diferencias entre las parejas y los
conflictos que estas generan haciendo que se imposibilite la vida en común y
la relación de pareja se ha torne conflictiva. En estos casos no solo se afecta
la vida en común de la pareja, ya que si durante el matrimonio concibieron
hijos, estos últimos también se ven afectados emocionalmente, no solo antes
del divorcio, sino además durante y después del mismo.

El divorcio afecta anualmente a millones de niños. La mayoría de los


padres en trámite de divorcio se hacen algunas preguntas bastante difíciles
sobre el efecto que su separación tendrá sobre sus hijos y cómo ellos le
encontrarán sentido a lo que está ocurriendo.

¿Cómo reaccionarán los niños ante sus padres cuando la familia sufre
estos cambios? ¿Se ajustarán a una nueva pareja de sus padres, y tal vez a
hermanastros? ¿Sufrirá su rendimiento escolar? ¿Se aislarán de sus amigos,
sufrirán tal vez daños emocionales permanentes?

No importa la edad del niño, él o ella tendrán mayor dificultad en


adaptarse al divorcio si perciben un continuo conflicto entre sus padres. Otros
factores que se suman a esta dificultad son: pérdida de contacto con uno de
los padres; dificultades económicas; cambio de domicilio; pérdida de
continuidad en la escuela y las rutinas hogareñas, y los propios problemas
psicológicos del padre que obtiene la custodia.

Los niños atraviesan durante su desarrollo por diversas fases en las


que, al mismo tiempo que se van desarrollando física e intelectualmente, van
adquiriendo un cada vez mayor grado de madurez, lo que les permitirá
afrontar las situaciones difíciles que pudieran afectarles con mayor entereza y
saber estar. En todo caso, una de esas situaciones que podría resultar más
trágica para los más pequeños, especialmente por su gran incidencia en
nuestros días, es la de la separación o el divorcio de unos padres.

Los casos de niños y adolescentes son los más delicados porque, al


ser menores de edad, deben permanecer bajo la tutela de uno de los padres.
No es suficiente con que el niño o el adolescente tenga el derecho de decidir
con quién quiere vivir; deben reunirse otras condiciones, por ejemplo, el
compromiso que tenga el progenitor en hacerse cargo de la tutela, la
capacidad económica (por ejemplo, su capacidad para generar ingresos y
mantener un empleo), la madurez intelectual y emocional para hacerse cargo,
la responsabilidad, entre otras. Por tanto, la tutela se asignaría al progenitor
más idóneo, es decir, el que reúna las mejores condiciones.
BIBLIOGRAFÍA

 Francisco López Herrera; Derecho de Familia, tomo I y II; Segunda


Edición, Universidad Católica Andrés Bello, Caracas; 2006.

 Luis Alberto Rodríguez; Comentarios al Código Civil Venezolano:


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 Alejandra Vallejo-Náguera; Hijos de Padres Separados, Planeta


Publishing Corp; 2006

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