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“Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar,

porque fiel es el que prometió”. Hebreos 10:23 (LBLA)

Si el enemigo logra plantar duda en el corazón del creyente respecto a Dios, a Sus
promesas o a lo que ha dicho, su misión ha sido cumplida; y esa duda, esa
incredulidad, comienza a corromper la confianza, la esperanza y la fe. Por eso
debemos, conscientemente, tomar la determinación de mantenernos firmes en Dios,
porque ‘​fiel es el que prometió​’.

Como hijos de Dios tenemos una esperanza que el resto de las personas no tienen.
Disfrutamos de privilegios y recompensas que Jesucristo obtuvo en la cruz y están a
nuestra disposición, porque Dios quiere nuestro bien. El Señor está a tu favor y de
tu familia, a favor de la bendición, de la conquista y de tu bienestar; Dios está a
favor del gozo, y Jesucristo quiere derramar Su paz en ti.

Una táctica muy usada por el enemigo es conseguir que desviemos nuestra mirada
del Señor, de todo lo que ha provisto, y de todo lo que ha conseguido para nosotros.
En el jardín del Edén su misión fue lograr que Eva considerara ese único árbol del
cual no podía comer. Había una variedad impresionante de árboles, una abundancia
de frutos que Dios había provisto para ellos; pero Eva se enfocó en ese árbol, y allí
se produjo la hecatombe, el desastre.

Determínate a permanecer firme, a no desmayar, a no aflojar. Fiel es el que nos ha
prometido; proclamemos en autoridad y en fe cada promesa del Señor, cada
palabra de protección, de guía, prosperidad, paz, sabiduría, salud, restauración.

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