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“Se despierta la leona le hará ver la increíble fortaleza y belleza

que Dios ha dado a toda mujer. Avivará el corazón de leona


que hay en usted y le inspirará a elevarse por encima de
la rutina diaria de la vida y servir a Dios con una pasión
renovada.”
—Joyce Meyer, autora de éxitos de ventas
y maestra de la Biblia
“Lisa Bevere no sólo nos inspira con verdades que rugen,
sino que también vive la vida de una leona. Ella es una
cristiana comprometida, esposa idónea, mamá sin temor,
valiente oradora y extraordinaria escritora. Se despierta la
leona le inspirará a llevar a cabo el papel que Dios tiene para
usted en cuanto a establecer el reino de Dios en la tierra. Es
uno de los libros más emocionantes que haya leído jamás.”
—James y Betty Robison, programa de televisión Life Today
“Se despierta la leona le ayudará a despertar las semillas de
grandeza que Dios ha puesto en el interior de usted. La
pasión de Lisa por capacitar a otros le ayudará a descubrir
su valor, propósito y los increíbles dones que usted tiene que
ofrecer al mundo que le rodea.”
—Victoria Osteen, copastora, Lakewood Church,
Houston, TX
“En Se despierta la leona, Lisa Bevere pinta un apasionante
cuadro del impacto que la mujer cristiana totalmente des-
pierta puede tener en sus esferas de influencia, desde su vida
individual hasta la iglesia y el mundo. Quienes lo lean serán
avivados a vencer los límites en sus vidas y aferrarse a los
propósitos de Dios para ellas.”
—Stovall Weems, pastor principal, Celebration Church,
Jacksonville, FL
“Lisa Bevere envía un toque de trompeta a las mujeres en
todo el mundo para que se levanten y se aferren al poder
que Dios les ha dado. Sea cual sea la etapa de la vida en que
usted está, Se despierta la Leona le capacitará para entender la
fuerza, la valentía y la dirección que Dios ha puesto delante
de usted.”
—Ed Young, pastor, Fellowship Church y autor de
You! The Journey to the Center of Your Worth
“El libro de Lisa es una palabra inspirada por Dios para
las mujeres. Es momento de sacudirse la opresión, librarse
de cualquier cosa que le haya mantenido esclava, recibir la
gracia de Dios y hacer lo que Él le dice que haga.”
—Sharon Daugherty, pastora principal,
Victory Christian Center, Tulsa, OK
“Como colaboradora para la causa de Cristo, Lisa Bevere
nos recuerda que la forma femenina personifica amor, espe-
ranza, gozo y ternura sin sacrificar la valentía, la fuerza y
la confianza. Este libro le recordará que Dios ve nuestros
sueños antes de que nosotras mismas los veamos. Le inspi-
rará a levantarse en su llamado y hacer avanzar el reino de
Cristo en toda la tierra.”
—Brian y Bobbie Houston, pastores principales,
Hillsong Church, Australia
“En Se despierta la leona podemos oír el corazón de Dios
por medio de Lisa, llamando a las mujeres a levantarse con
fuerza y poder feroz, ¡y a ensuciarse las manos! Deje de
mirar desde la seguridad y la pasividad de la tradición, y
permita que Él le posicione en su reino ‘para un momento
como éste’. No podemos permitirnos esperar más; hay
demasiado en juego”.
—Ron y Katie Luce, fundadores de Teen Mania Ministries
“Toda mujer en el planeta debería leer este mensaje ins-
pirado por Dios: ¡un aviso para que las mujeres se levanten
y desafíen el statu quo! Lisa nos recuerda que nosotras
como mujeres estamos en nuestro mejor momento cuando
dejamos a un lado nuestras diferencias y trabajamos juntas
para aportar soluciones a los problemas del mundo.”
—Nancy Alcorn, fundadora y presidenta
de Mercy Ministries
“Se despierta la leona es fascinante y hace reflexionar. Le
desafiará a ser todo aquello para lo cual Dios le diseñó.”
—Margaret Feinberg, autora de
The Sacred Echo y Scouting the Divine
“La oración de Lisa Bevere es que algo feroz, hermoso y libre
se despierte en usted cuando lea este libro. Se despierta la
leona estará a la altura de su título porque Lisa es alguien
que hace que el mundo sea un lugar mejor.”
—Dino Rizzo, pastor principal,
Healing Place Church
“Se despertará la esperanza en usted a medida que capte
un destello de lo que podría suceder si cada mujer estuviera
totalmente despierta en su momento en la historia. ¡Lea este
libro y despierte a la leona que hay en usted!”
—Charlotte Gambill, fundadora y directora de Cherish
Women’s Ministries y pastora principal asociada,
Abundant Life Church, UK
“Se despierta la leona es un libro muy fuerte. Es un llamado
a la acción para que las mujeres se remanguen la camisa, se
ensucien las manos y hagan algo en cuanto al dolor de este
mundo, llevando el toque sanador de Jesús a quienes están
heridos y quebrantados. Si está cansada de querer lo que no
tiene y está preparada para invertir su vida dando lo que sí
tiene, este libro es para usted.”
—Marilyn Skinner, cofundadora de Watoto
Child Care Ministries
“La revelación de Lisa de la leona es a la vez oportuna e
importante. Por toda la tierra estamos siendo testigos de
una generación emergente de valientes y hermosas mujeres
de Dios. No sólo de eso, sino de una manada de leonas cuya
fuerza y confianza están siendo restauradas mediante el
poder del Espíritu Santo y el santuario sanador de la iglesia.
No una mujer con hambre de poder, sino una mujer amo-
rosa que conoce su valía y camina de acuerdo a ella en la
tierra actualmente. No una criatura tímida y cobarde, sino
una mujer con un nuevo canto en su corazón, un canto de
libertad radical en Cristo. Esta valiente vencedora es la leona
que se despierta. Este fascinante libro es para toda mujer que
anhela ser la respuesta en la tierra actualmente. Que usted
encuentre su ‘rugido’ interior a medida que Lisa le guíe hacia
el gran León de Judá, el Aslan original: Jesucristo.”
—Chris Pringle, ministro principal, C3 Church
“Se despierta la leona muestra la capacidad que Dios le ha
dado a Lisa Bevere para arrojar luz a principios espirituales,
a medida que moldea un mundo en el que las mujeres se
levantan como las leonas feroces y hermosas que fueron
creadas a ser.”
—Christine Caine, directora de Equip & Empower
Ministries y fundadora de The A21 Campaign
“En Se despierta la leona, Lisa Bevere lleva nuestra atención
hacia la ferocidad natural y los aspectos protectores de una
mujer y demuestra el poder de las mujeres para batallar por
su destino y por el destino de aquellos a quienes aman. Deje
que Lisa le enseñe cómo operar en el poder de la gracia de
Dios para perseguir la ‘presa’ del desengaño y los sueños
rotos y ‘aceptar fortaleza, desarrollar valentía y efectuar un
cambio en el mundo’.”
—Obispo Courtney McBath, pastor principal,
Calvary Revival Church, Norfolk, VA
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A todas mis hermanas leonas

que a veces sienten que se aviva en su interior

pasión, ferocidad y belleza.

Son ustedes asombrosas.

Nacieron para este momento.

No tengan temor de su fortaleza, sus preguntas o sus perspectivas.

Despierten, levántense y atrévanse a entender

todo aquello para lo cual fueron creadas.


Índice

1 Despertar a una leona. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1

2 Una fuerza invisible.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

3 Peligrosamente despierta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37

4 La suma de temor y maravilla.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59

5 La fuerza es para el servicio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81

6 Bajo la misma misión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95

7 Saludar y acicalar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119

8 Las leonas son estratégicas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135

9 Las leonas viven en la luz y cazan en la oscuridad. . . . . 157

10 Caminar con un León. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193

11 De susurro a rugido. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209

Lista de organizaciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227

Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 228

ix
1

Despertar a una leona

La naturaleza está hecha para


conspirar con el espíritu y emanciparnos.
Ralph Waldo Emerson

E
ra el año 1994, y la noche era como cualquier otra en ese
período de mi vida. Yo me había ido a la cama más tarde
de lo que debía después de un desesperado intento de poner
en orden mi casa. Yo era mamá de tres hijos y estaba embarazada,
así que dormía profundamente en aquellos tiempos. Cerraba mis
ojos y me quedaba dormida enseguida, despertándome sólo por el
sonido del despertador, los niños, o por la luz del sol en la mañana
que entraba a mi cuarto. Pero esa noche me quedé dormida y me
desperté al amanecer, agitada hasta lo más profundo de mi ser.
En las horas antes del amanecer había experimentado un
sueño muy vívido y poco usual. En realidad, llamarlo sueño lo
hace parecer como si me hubiera llegado en forma del sueño o
de sombra; esas imágenes no fueron así. Yo sueño regularmente,
pero no con ese nivel de intensidad. En mi mundo de sueños, yo
me encontraba animadamente despierta. Delante de mí había una
escena en otro lugar y otro tiempo. Yo sentía que ya no caminaba

1
Se d e s p i e r ta l a l e o n a

por los senderos de la tierra. Estaba en alguna esfera celestial, un


lugar de iluminación, sin deslumbramiento.
Una luz radiante estaba por todas partes y parecía provenir de
todas las cosas. No había neblina ni sombra, tan sólo un glorioso
color. Esos saturados matices de vívido color estaban compuestos
por sombras tan concentradas que no tengo ninguna referencia
terrenal para denominarlas. Los pigmentos estaban en capas y
eran multidimensionales. Por alguna razón, recuerdo mejor los
tonos púrpura (pero no eran como nuestro color púrpura) y azul
(distinto al nuestro). No había esquinas, lados ni un borde supe-
rior, sin embargo, el telón de fondo de color envolvía lo que mos-
traba: una elevada plataforma de perfecta piedra color crema y
sobre esa plataforma se reclinaba una leona de oro.
Era perfección felina: majestuosa, poderosa y rica textura. No
se movía, pero no había duda alguna en mi mente de que estaba
viva, mucho más viva que cualquier animal terrenal que yo haya
visto en movimiento. Su cabeza estaba erecta, pero no tensa y sus
patas delanteras estaban estiradas delante de ella. Su piel y sus
ojos tenían un resplandor dorado. Por debajo de su perfecto y
leonado pelaje yo podía ver cada curva de sus músculos perfecta-
mente formados. Aquella leona sorprendente y quieta era mucho
más sustancial, vívida y vibrante que ninguna de las leonas que
ahora caminan sobre nuestra tierra. No pude evitar pensar que
estaba contemplando un prototipo celestial.
Grabado en la parte delantera de la perfecta plataforma había
una palabra y un número romano: Números XXIII.
En contraste con esa leona, mi forma se sentía transparente,
insignificante y extrañamente fuera de lugar. Yo me sentía ale-
jada de mi cuerpo y no era consciente de estar embarazada. Sabía
que estaba allí para contemplar y ver, para observar fijamente, y
al hacerlo, para aprender algo no logrado. Sentí una urgencia por
entender el peso de la imagen. Aunque yo estaba sola con una

2
D e s p e r ta r a una leona

leona, no me sentía alarmada ni amenazada. Tan sólo sentía una


estupenda maravilla, como si al ver, mi espíritu estuviera siendo
agrandado y conectado. Absorbí todo lo que pude de lo que me
rodeaba; mi enfoque cambió y mire a los ojos de la leona. Cuando
lo hice, oí una voz desde alguna parte detrás de mí anunciando:
Con el nacimiento de este hijo, despertarás a una leona.
Con una mezcla de luz dorada, majestad y maravilla, se ter-
minó. Lo siguiente que supe era que había llegado la mañana, y
yo estaba totalmente despierta. Todos mis sentidos estaban en un
estado de elevada alerta, no por temor tanto como por asombro.
¿Que acababa de obtener? A medida que pasa el tiempo, he lle-
gado a creer que nuestra tierra es la forma atada por el tiempo y
oscurecida de revelación parcial de lo que es original, intemporal
y completo en el cielo.

Levantarse como una leona


Mientras yo seguía tumbada en el gris amanecer, medio despierta,
con el corazón acelerado y mi cuerpo temblando, supe que Dios
me había enviado esa visión de una leona para revelar algo que yo
habría pasado fácilmente por alto en el día a día. Él tenía toda mi
atención. Yo escuchaba con todos mis sentidos. Mi cuarto parecía
desteñido y vacío, en agudo contraste con el mundo de color del
que acababa de irme. Los sonidos matutinos de la tierra eran apa-
gados comparados con la fuerte voz en ese lugar del otro mundo.
Yo estaba quieta, por temor a moverme y perder los últimos ves-
tigios de la visión. Cerré mis ojos. Sí, todo estaba allí: la leona, la
plataforma, la inscripción, el telón de fondo y la voz.
Pasó el tiempo, mi corazón se calmó y mi cuerpo también, y
abrí mis ojos. Sintiendo curiosidad por la inscripción que había
en la plataforma, agarré mi Biblia. Me preguntaba: ¿Había una
conexión con un capítulo o versículo literal? Si era así, ¿qué
decía Números 23? Mientras pasaba las páginas, mi corazón se

3
Se d e s p i e r ta l a l e o n a

desilusionó cuando observé el encabezamiento del traductor y


descubrí que el pasaje era un oráculo de Balaam. Yo sabía que él
era un profeta preciso, pero deshonroso. Seguí leyendo, sin sentir
mucho hasta que llegué al versículo 19.

Dios no es un simple mortal


para mentir y cambiar de parecer.
¿Acaso no cumple lo que promete
ni lleva a cabo lo que dice?
Se me ha ordenado bendecir,
y si eso es lo que Dios quiere,
yo no puedo hacer otra cosa.

Dios no se ha fijado en la maldad de Jacob


ni ha reparado en la violencia de Israel.
El Señor su Dios está con ellos;
y entre ellos se le aclama como rey.
Dios los sacó de Egipto
con la fuerza de un toro salvaje.
Contra Jacob no hay brujería que valga,
ni valen las hechicerías contra Israel.
De Jacob y de Israel se dirá:
“¡Miren lo que Dios ha hecho!”. (Números 23:19-23,
nvi)

Esas palabras contienen mucho sobre la fidelidad de Dios. Sus


promesas son ciertas y seguras, y sus bendiciones son irreversi-
bles. Debido a la fidelidad de Dios, Israel tenía un futuro seguro
y libre de los efectos contaminados y retorcidos de la brujería o
de las maldiciones. Todo esto fue fortalecedor, pero el versículo
siguiente fue fascinante.

Un pueblo se alza como leona;


se levanta como león.
No descansará hasta haber devorado su presa

4
D e s p e r ta r a una leona

y bebido la sangre de sus víctimas. (Números 23:24,


nvi).

Temblorosa, leí otra vez las feroces palabras impresas en el


frágil papel: Un pueblo se alza como leona; se levanta como león.
Las imágenes me sorprendieron. Podía verlo: un león y su leona
levantándose de la hierba. A medida que se levantaban, las diná-
micas del plano cambiaban de ser pacíficas a ser eléctricas. Cada
criatura viva sentía el cambio de postura del león y observaba con
atención. Las figuras doradas estaban despiertas, estirándose, pro-
bando el aire, supervisando su dominio, preparadas para hacer su
movimiento. Quizá tuvieran hambre. Quizá fueran agitadas por
la presencia de un enemigo que había violado los marcados límites
de su territorio y era momento de hacer notar su presencia.
Una vez levantados, la tensión sería elevada hasta que sus
movimientos cesaran. Si los leones estaban inquietos, no habría
descanso para las otras criaturas hasta que los leones hubieran
peleado o dado un festín, y después se hubieran reasentado.
Al levantarse ellos, yo sentí también que la fortaleza en mi
espíritu se avivaba. ¿Quién no se siente asombrado y cautivado
cuando un león una leona se levantan? Es una maravilla contem-
plarlo. ¿Pero qué significaba eso para mí? ¿Cómo era posible que
yo pudiera estar relacionada con algo de esa fortaleza salvaje y
dorada?
A la vez que la imagen me emocionaba, también me repelía.
Me gustaba la idea de las leonas durmiendo la siesta al sol mien-
tras sus cachorros jugueteaban, pero las imágenes de la caza y la
muerte me asustaban y hasta me repugnaban. Cuando veían los
programas de National Geographic o Wild Kingdom, apartaba mis
ojos de los grandes felinos cuando ellos cazaban impalas y cebras.
Mientras esos pensamientos cruzaban por mi mente, recordé
las palabras de la visión nocturna: “Con el nacimiento de este
hijo, despertarás a una leona”. ¿Qué podría significar eso? Yo no

5
Se d e s p i e r ta l a l e o n a

veía relación entre la poderosa y valiente leona y la mujer emba-


razada que estaba tumbada en mi cama. Decir que yo era una
leona causaba risa. Yo comía tofú y era vegetariana estricta, no
una depredadora sedienta de sangre. Yo me sentía aterrada por
casi todo lo que estaba fuera de mi control e intimidada por la
mayoría de las personas con las que me encontraba. Me resul-
taban especialmente aterradoras las mujeres fuertes y dominantes.
Mi embarazo había sido de algún modo un alivio temporal. En
un apasionado momento de oración dos meses antes de la concep-
ción de mi hijo, yo había dejado de lado todas mis protestas y le
había dicho a Dios: “¡Muy bien, muy bien! Soy tuya. ¡Haz lo que
quieras en mi vida! Haré todo lo que tú quieras. Incluso hablaré
con mujeres si tú quieres que lo haga”. Aunque en ese momento
yo no tenía idea de lo que podría estar diciendo.
Cuando quedé embarazada, supuse que todo era imprede-
cible. Me imaginaba que la comisión y mi sumisión habían sido
la mayor de las pruebas, como la disposición de Abraham a sacri-
ficar a su hijo Isaac. Quizá yo obtuviera puntos extra por estar
dispuesta y nunca tendría que respaldar mi promesa.
Pero con esa visión, parecía que el trato anterior a mi embarazo
seguía estando vivo.
¿Y qué era aquello sobre mi hijo?
A lo largo de mi embarazo yo había supuesto que tendría una
hija. Todas las personas con quienes me relacionaba me decían
que tendría una niña. Nadie había mencionado la posibilidad de
un niño. Yo era la única que había albergado la secreta esperanza
de tener otro hijo. Moví mi cabeza con incredulidad. Si cualquiera
de esas cosas era verdadera y yo estaba a punto de convertirme,
si podía decirse, en una leona, entonces seguramente alguien más
vería también esa inminente transformación. Esa visión iba a
requerir alguna seria confirmación secundaria.

6
D e s p e r ta r a una leona

En busca de afirmación
Pasaron algunas semanas y una mujer evangelista por la que yo
sentía un inmenso respeto vino a la ciudad. ¡Ahí estaba mi opor-
tunidad! Ella nos había invitado a otra amiga embarazada y a mí
a comer con ella. Mi amiga era una mujer de negocios excep-
cional que había experimentado una conversión radical y estaba
sacudiendo su región de Asia con el evangelio. Quizá la visión
de la leona fuese para ella . . . Yo decidí plantear la idea de modo
informal en la comida y observar su reacción.
Incluso la fecha para comer cayó en un hermoso y soleado día
en Winter Park, Florida. Después de que las tres hubiéramos reco-
rrido las calles durante un rato, yo finalmente dejé caer sentado
mi embarazado cuerpo para comer y me pregunté cómo podría
introducir la idea de la leona en nuestra conversación de amigas
sobre compras. Más adelante mientras comíamos, se presentó mi
oportunidad.
Mi amiga nos dijo que ella esperaba una niña y la evangelista
dijo que estaba emocionada por la posibilidad de que yo también
tuviera una niña.
“¿Pero y si es otro niño?”, pregunté yo.
Ella se quedó pasmada de que yo planteara esa posibilidad.
Después de todo, razonaba ella, yo ya tenía tres hijos, y John nece-
sitaba una niña a la que adorar. En aquel momento fue cuando
decidí relatar la historia de la leona y la proclamación de un hijo.
No estoy segura de si lo que yo dije tenía sentido. En rea-
lidad, sé que no lo tenía. Después de todo, yo estaba lejos de
convencerme a mí misma. Sabía que la visión era real, pero en
mi nerviosismo seguía descartando mi relación con la imagen de
la leona. Yo seguía hablando intentando procesar mi encuentro,
¿pero cómo podía esperar que ellas lo entendieran mientras yo
estaba confundida? Mis divagaciones se reflejaban en sus caras de

7
Se d e s p i e r ta l a l e o n a

preocupación. Entendiendo que había llegado a un punto muerto,


me detuve abruptamente.
Hubo una larga pausa en la incómoda secuela mientras la
ministro me miraba dudosamente y después preguntaba:
—¿Para cuándo esperas tu bebé?
—Para el diez de octubre —respondí yo tímidamente, aliviada
por decir algo que tenía sentido.
Ella se reclinó, meneó su cabeza y dijo con confianza:
—No, no, no es posible que pudieras ser una leona para
entonces.
Yo quería gritar: “¡Estoy de acuerdo!”. Pero sintiéndome un
poco ridícula, me limité a asentir. En cierto sentido me sentí ali-
viada, y en otro ligeramente molesta, sin duda avergonzada, y
posiblemente insultada.
¿Qué quiso decir ella con que yo no podía ser una leona para
entonces? Tan sólo era primavera, ¡y quedaban más de cinco meses
para octubre! Después de todo, ¿cuánto tiempo podría ocupar esa
transformación para ser leona? ¿Por qué había compartido yo mi
visión? Debería haber esperado hasta saber si iba a tener un niño.
Ella sintió mi confusión y explicó: “Todavia hay demasiadas
cosas en ti que Dios necesita trabajar . . . no estarás libre para
octubre”.
Bueno, ahí estaba. Aunque a mí no me gustó la franqueza de la
mujer, estuve de acuerdo con su evaluación. Lentamente, la con-
versación regresó a su ritmo normal anterior cuando yo cerré mi
boca y permití que mis pensamientos se quedasen en mi interior.
Ella tan sólo había expresado lo que obviamente veía reflejado en
mí. Yo estaba plagada de dudas e inseguridad en muchos niveles.
Incluso mi esposo, John, me decía constantemente: “Debe de ser
muy difícil vivir en tu mente, Lisa, con tantas preocupaciones y
temores agrupándose en tu interior”. Él tenía razón. Y se estaba

8
D e s p e r ta r a una leona

volviendo cada vez más difícil todo el tiempo. Yo estaba cansada


de ser un proyecto de restauración a largo plazo.

No más excusas
Durante años yo había estado ofreciendo excusas para mí misma.
Era una superviviente de cáncer y una mamá ama de casa con un
pasado disfuncional, que sólo quería sobrevivir a sus hijos en edad
preescolar. ¿Era posible que Dios pensara que yo estaba destinada
para algo más? ¿Había algo poderoso y ligeramente fiero espe-
rando despertar dentro de mí? Quizá me sentaría bien la valentía.
Después de todo, ¿no había sido yo aventurera cuando era joven?
Hubo un tiempo en que mis ideas sobre el trabajo ideal variaban
entre ser asesina y astronauta.
Sí, yo quería recobrar parte de la fortaleza que había perdido
mientras intentaba encajar como esposa de pastor y ser una agra-
dable mujer cristiana. Estaba lista para estirarme un poco y ele-
varme en fuerza y en belleza. Estaba cansada de que pensasen de
mí que era débil y me quejaba. Estaba cansada de volver una y
otra vez al dolor de mi pasado. Estaba preparada para un desafío.
Me encantaba que mi esposo fuese apasionado y fuerte, pero
estaba cansada de ocultarme detrás de él. Cansada de agotar mi
mente con muchas cosas que no tenían importancia; cansada de
fingir. ¡Quizá la visión de una leona fuese precisamente lo que yo
necesitaba! En lugar de agradable y segura, yo estaba lista para
que me viesen como un poco feroz y firmemente enfocada.
Conduje de regreso a casa después del almuerzo aquel día,
agarrando el volante con más fuerza de la necesaria. Estaba dis-
puesta a probar ese ambiente de leona en la relativa seguridad de
mi Honda Civic. Bajé las ventanillas y puse lo último en música
cristiana contemporánea, y dejé que el viento en lugar del aire
acondicionado moviese mi “melena”. Ahora todo eso parece un
poco tonto (especialmente porque las leonas no tienen melena).

9
Se d e s p i e r ta l a l e o n a

A través de mis gafas de sol Ray-Ban veía mi cabello encrespado


moverse por el espejo retrovisor . . . Un momento, ¿veo una fiera
leona dorada en esa cabellera?
¿No estaré lista en octubre? ¡Ya! ¡Te lo demostraré! ¡Soy una leona!
En cierto modo, mediante la combinación de mi metida de
pata en el almuerzo, la clara evaluación de mi amiga y una serie
de otros eventos no relacionados, comenzó a tomar forma una
interesante transformación. Era como si se hubiese arrojado un
guante y se hubiera lanzado un desafío.
Con el nacimiento de mi hijo Arden Christopher (su nombre
significa “feroz, decidido, ungido”), algo cambió dentro de mí.
Aunque otro hijo significaba más carga maternal, me convertí
en una hija enfocada. Mire, como muchas otras madres, mi yo
conectado con Dios había sido tensado. Yo estaba casi en el punto
de ahogarme en mi vida cotidiana. Estaba tan enredada con mi
lista de quehaceres, siempre creciente y cada vez más demandante,
que había olvidado quién era yo. Estaba llena de dudas de mí
misma. Mi vida era pequeña, egoísta, aislada, segura e ineficaz.
Recordaba mi nombre, con quién estaba casada y quiénes eran
mis hijos, pero lo que yo hacía y de quién era responsable eclip-
saba mi sentimiento de ser hija de Dios.
Cuando hice una pausa, Dios comenzó a susurrarme fortaleza
y a llamarme por otro nombre. Para todos los demás yo tenía un
nombre que estaba unido a una descripción de empleo. Era madre
para mis hijos, esposa para mi esposo, esposa del pastor para la
congregación, pero para Dios Altísimo yo era simplemente hija. A
medida que me enfoqué sólo el ser suya y lo que eso significaba,
vida y fortaleza llegaron a mis días y el descanso entró en mi
alma. Mi corazón se expandió.
Después del nacimiento de Arden, comencé a salir de la sombra
de mis inseguridades, mis temores, mi zona de comodidad y mis
fracasos, y comencé a acercarme a otros. Escribí mi primer libro,

10
D e s p e r ta r a una leona

¡Fuera de control y disfrutándolo! mientras criaba a Arden. Escribir


ese libro abrió otro mundo para mí. De repente, estaba hablando
a mujeres por todo nuestro país que tenían hambre de autenti-
cidad. En respuesta a su dolor, su hambre y la clara necesidad de
relaciones femeninas saludables, escribí más libros.
Pasó el tiempo, nos mudamos de nuestra casa en la soleada,
cálida y húmeda Florida a otra casa en el soleado, frío y seco
Colorado. El traslado a Colorado llevó a nuestra familia a que-
darnos más tiempo dentro y alrededor de la mesa. También nos
puso en posición de sobrellevar muchas transiciones. Varias veces
durante la década siguiente (casi demasiado pocas para notarlas)
me catalogaron o me llamaron leona. Yo sólo sonreía, contenta
porque ya no era una gatita asustada, tímida y doméstica. Me
imaginaba que la historia de la leona había terminado y que mi
transformación personal estaba casi completa.
Pero estaba equivocada.

No se trata de ti, Lisa


En el otoño de 2007 la leona me visitó otra vez. Yo era una de
muchas mujeres que ministraba en una conferencia para mujeres
en el asombroso país de Nueva Zelanda. Hubo una asistencia tan
buena a ese evento, que la iglesia anfitriona tuvo que realizar dos
conferencias contiguas para acomodar a todas las mujeres.
La primera conferencia se realizaba en la iglesia, y la segunda
en un estadio en Auckland. Habíamos terminado la primera con-
ferencia y estábamos en el estadio para la segunda. Las sesiones
habían comenzado. Las ministras eran capaces, compasivas y
fieles administradoras de la Palabra. Pero por algún motivo desco-
nocido, yo me sentí inquieta durante el descanso de la tarde. No
era que me sintiera presionada a prepararme, pues iba a repetir
lo que había dicho en la primera conferencia, aun así, sentí una
urgencia por orar antes de mi sesión. Era como si hubiera algún

11
Se d e s p i e r ta l a l e o n a

tipo de resistencia, yo sabía que no provenía de las asistentes,


quienes habían escogido estar allí, ni tampoco de ninguna de
las oradoras o de la iglesia anfitriona. Todas teníamos un mismo
sentir y habíamos acudido listas para adorar, predicar y alentar a
las mujeres, pero había algo más. Quizá Dios estaba intentando
captar mi atención. Yo tenía que estar a solas y solucionarlo, así
que me dirigí a mi habitación en el hotel, que tenía vista al puerto
de Auckland.
Caminaba por mi habitación estirando mis brazos hacia el
puerto y orando por la dirección de Dios, su perspectiva y can-
tando junto con la música en mi iPod: “Grita a Dios con voz de
triunfo”. Para posicionar mi corazón, comencé a dar gracias a Dios
por varias cosas que Él estaba haciendo en mi vida. Acababa de
completar la edición final de mi manuscrito, Nurture, y comencé
a dar gracias a Dios porque el proceso de escritura y edición había
terminado. Para mí, escribir un libro es como experimentar un
parto, y por eso mi oración fue parecida a esto: Gracias, Dios. ¡Ha
terminado! Dije: ¡No quiero volver a escribir nada por lo pronto!
De repente, sentí que Dios hablaba mi espíritu. Lamento que te
sientas de esa manera . . . porque necesito que escribas otra vez.
¿Qué? ¿Dios me necesitaba?
Él prosiguió. Estoy soltando estrategias desde el cielo. Se encon-
trarán en mi Palabra. No tendrás todas esas estrategias por ningún
medio, sino que tendrás cierta medida de ellas. Debes escribir y
anotar lo que yo te hable, para que cuando mis hijas se reúnan haya
un cuadro completo. Si tú no aportas tu pieza del puzle, el cuadro
no estará completo.
De repente, la leona estaba delante de mí otra vez.
Mientras yo la contemplaba en toda su fuerza y su apasionante
belleza, oí decir a la Voz: Dije que con el nacimiento de tu hijo tú
despertarías a una leona. No dije que tú fueras la leona.
Inmediatamente vi cuán ilimitada, tonta y humana había sido

12
D e s p e r ta r a una leona

mi perspectiva. La Voz siguió diciendo: Jesús es el León de la tribu


de Judá y ya es momento de que su novia despierte a una leona.
Estudia las formas y los aspectos de la leona.
Entonces vi la primera estrategia:
Las leonas cazan juntas.
Me quedé desconcertada. ¿Era conforme a la Escritura lo que
yo estaba oyendo? ¿Qué podría significar todo eso? Las mujeres
estaban comenzando a acostumbrarse a la idea de que hay poder
en la feminidad y valor en su capacidad de alimentar y desarrollar.
¿Me estaba diciendo Dios ahora que las llamase leonas? ¿Cómo
encajaba eso?
Me pregunté: ¿Podría ser que Dios quiera despertar algo feroz y
salvaje en el interior de sus mujeres?
Recordé una vez más Números 23 y vi en ello un mandato
para las mujeres cristianas a levantarse. Allí mismo me propuse
en mi corazón estudiar a la leona y buscar los paralelismos para
las hijas de Dios. He pasado los dos últimos años investigando,
observando y escribiendo sobre leonas. Inicialmente pensé en esta-
blecer conexiones entre las mujeres y las leonas sólo a nivel lite-
rario, sin compartir la visión que Dios me dio, pero a medida que
ha pasado el tiempo, he comprendido que esa visión no era para
que sólo yo me la quedase. No se me mostró la leona porque yo
sea favorecida o especial, tampoco experimenté esa imagen porque
tenga grandes visiones. Se me mostró porque Dios sabía que un
día yo sería alguien con una voz.
Una y otra vez cuando he pronunciado la frase “despertarás a
una leona”, literalmente la he visto impactar a mujeres. A veces
ellas responden con calladas lágrimas mientras algo en su interior
es regado. Otras veces dan un grito ahogado como si hubieran
aspirado la revelación y entendido que está bien ser hermosa y
feroz. Yo creo que la respuesta ha sido tan increíblemente positiva
porque, al igual que se puede decir que hay un cordero escondido

13
Se d e s p i e r ta l a l e o n a

en el interior, también hay una leona dentro de cada una de las


hijas de Dios. Y es momento de que esa leona se despierte.
Cuando pienso en una leona, se dibuja una sonrisa en los labios.
Echo mis hombros para atrás y me pongo un poco más derecha.
Más que ninguna otra criatura, la leona me hace estar orgullosa de
ser mujer. No hay duda en cuanto a su fuerza. También me ima-
gino que no hay ninguna otra criatura que haga que un hombre
esté más orgulloso de ser varón que el león. El león es el rey de la
jungla y no hay duda acerca de quién es la reina.

Mirar . . . y aprender
Esta no es la primera vez que Dios nos ha señalado hacia la sim-
plicidad de la creación para restaurar nuestra perspectiva. Jesús
nos insta a mirar las flores y aprender de ellas que Dios las vestirá
y cuidará de nosotros (véase Mateo 6:28; Lucas 12:27). De igual
manera, las esferas celestiales declaran la gloria de Dios y son una
exposición abierta de su justicia (véase Salmo 19:1; Salmo 50:6).

Los cielos anunciaron su justicia,


Y todos los pueblos vieron su gloria. (Salmo 97:6)

La salvaje y feroz belleza de la creación es una ventana que


ofrece un destello del Dios que nos creó. Necesitamos abrir de par
en par esa ventana y permitir que la belleza indomada y sin límite
de Dios despierte en nosotros una reverencia celestial. Cuando
abrimos nuestros ojos a la maravilla de la creación, se despierta
un anhelo por Dios. Nuestro espíritu responderá a lo que vea. La
creación declara: “¡Hay más! Más de lo que ves. Más de lo que
oyes. Más que la mera mortalidad humana. Está el Dios inmortal
que está sentado en las alturas”.
Jesús nuestro Cristo vino como el Cordero inmolado antes de
la fundación de la tierra, pero el libro de Apocalipsis también le
revela como un León:

14
D e s p e r ta r a una leona

Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León


de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el
libro y desatar sus siete sellos. (Apocalipsis 5:5)

Él es a la vez nuestro León y nuestro Cordero. Me pregunto:


¿Podría haber una combinación de dos imágenes más opuestas?
Juan, el autor de Apocalipsis, lloró porque después de haber bus-
cado por todo el cielo, la tierra e incluso debajo de la tierra, no
se encontró a nadie digno de abrir los siete sellos y comenzar la
revelación progresiva. Entonces el anciano que estaba más cerca
de Juan le alentó a mirar, porque había una revelación de un León
en nuestro Cordero. Solamente Él es digno e inicia esa obra de
abrir los sellos.
Desatar o romper es una apertura violenta. Inmediatamente
me recuerda la gruesa cortina de separación que había en el templo
cuando se rasgó o se partió en dos (véase Marcos 15:38). La brecha
comenzó en el lugar más alto y terminó en el más bajo. Me
encanta eso, porque nuestro Dios siempre hace pedazos aquello
que nos ocultaría o separaría a cualquiera de nosotros de todo lo
de Él.
En el libro divinamente mis-
Se hace a la naturaleza
terioso de Apocalipsis, este
conspirar con el espíritu
acto de abrir los rollos del cielo
para emanciparnos.
pone en movimiento cosas en la
—Ralph Waldo Emerson
tierra.
Incluso ahora, siento el
anhelo de Dios de abrir y revelar una parte de sí mismo a cada
una de nosotras y en cada una de nosotras. Si no fuese así, ¿por
qué habría escrito Él ese dramático final de la historia de nuestra
tierra si no contuviese una revelación para cada uno de nosotros?
Yo creo que una vez más se nos invita a no desesperar ni llorar,
sino a levantar nuestros ojos, mirar y ver verdaderamente.

15
Se d e s p i e r ta l a l e o n a

Nuestra tierra se hace eco de las revelaciones y la sabiduría del


cielo.
Es increíble que nuestro Padre celestial designase su creación
para abrir nuestros corazones. Cada planta, animal, elemento
y paisaje dice: “Levántate y sé todo aquello para lo que fuiste
creado”. Según Job, la naturaleza tiene el potencial de enseñarnos.

Que nos enseña más que a las bestias de la tierra,


Y nos hace sabios más que a las aves del cielo?
(Job 35:11)

La maravilla del amor de Dios y el límite hasta el cual Él irá


para impartir su sabiduría son casi demasiado inmensos para
entenderlos. Pero eso no debería sorprendernos. Él es, después de
todo, el Creador, que declara:

Porque mía es toda bestia del bosque,


Y los millares de animales en los collados.
Conozco a todas las aves de los montes,
Y todo lo que se mueve en los campos me pertenece.
Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti;
Porque mío es el mundo y su plenitud.
(Salmo 50:10-12)

Nosotros nos apartamos de las criaturas de la tierra, pero Dios


las conoce por nombre. ¿Nos imaginamos que Él no se ocupa de
su creación? Él hizo la creación para sí mismo. La naturaleza tiene
mucho que revelar acerca de su Creador, si nos detenemos a escu-
charla. En Proverbios se nos dice: “Ve a la hormiga, oh perezoso,
mira sus caminos, y sé sabio” (6:6).
Yo creo que Dios nos está pidiendo ahora que hagamos algo
parecido. Él nos pide que miremos a la leona y aprendamos. Él
nos invita: Hijas, miren a la leona. Obsérvenla de cerca. Dejen que
ella despierte la naturaleza indomable de ustedes, su feroz belleza

16
D e s p e r ta r a una leona

y su desenfrenada fortaleza, para que puedan levantarse y ser las


mujeres valientes que yo les he llamado a ser.
¿Cómo revela una leona fuerza y valentía en las mujeres? ¿Y
cómo pueden levantarse las mujeres como la leona? Cada una
de nosotras tendrá una única respuesta, pero este destello de
las características de la leona puede darnos perspectiva. En los
siguientes capítulos, veremos varias razones por las cuales una
leona se levanta de su tranquilo reposo bajo el sol de África:

Se levanta para reunir fuerza.


Se levanta para acoger y cuidar a otros.
Se levanta para cazar.
Se levanta junto con otras leonas.
Se levanta para llevar a los jóvenes a un lugar seguro.
Se levanta para hacer frente a enemigos que amenazan a
la manada.
Se levanta para caminar con su rey.

Yo he llegado a ver a la leona como un cuadro del modo en


que cada hija del Altísimo puede aceptar su fortaleza, desarro-
llar valentía y efectuar un cambio en su mundo ¿Hay una leona
escondida en usted? Es mi oración que, cuando termine de leer
este libro, tenga usted la respuesta, y que con esa respuesta se des-
pierte en usted algo fiero, bello y apasionado.

17
2

Una fuerza invisible

Si llega alguna vez un momento en el que las mujeres del mundo


se unan pura y simplemente para el beneficio de la humanidad,
será una fuerza como el mundo no haya conocido jamás.
Matthew Arnold, Poeta y Filósofo
británico del siglo XIX

P
¿ odría ser que hemos despertado en este momento? Yo
tuve el privilegio de ser testigo del presagio de esa fuerza
reunida. En las lejanas tierras de Australia, Nueva Zelanda,
en Europa, e incluso en mi país natal de los Estados Unidos, he
visto los primeros frutos de lo que sin duda demostrará ser un
movimiento plenamente desarrollado. Desde el despertar de una
hija, la reunión se está convirtiendo rápidamente en una mujer.
¿Hablaron las palabras de ese poeta y filósofo a algo no enten-
dido dentro de usted? Sin embargo, cuando yo leí por primera
vez esta frase, quedé pasmada y literalmente sentí que contenía la
respiración.
Tan sólo puedo imaginar que mi respuesta física fue una reac-
ción a la enormidad de nuestras posibilidades no entendidas.
Usted ya sabe por el título de este libro que anhelo despertar algo
salvaje, sabio y maravilloso en usted. Le desafío a pensar en esta

19
Se d e s p i e r ta l a l e o n a

idea de que las mujeres se unan para bien. Vuelva a leer la cita si es
necesario, porque la esperanza que hay en ella realmente merece
que se lea más de una vez, esa perspectiva merece toda su atención.
Atrévase a preguntarse: ¿Podrían las palabras de Matthew Arnold
ser algo más que teoría, retórica política o conjeturas esperanza-
doras? ¿Podría su perspectiva ser providencial, permisiva o incluso
profética? ¿Miró él al futuro y vio a las hijas de nuestra época, y nos
alentó a reunirnos ahora desde su lejana perspectiva de entonces?
¿Sabía él que esa unión no se produciría, no podría producirse en su
época, pero sin embargo, esperaba que se produjera en la muestra?
¿Entendió él lo grande que llegaría a ser la necesidad de nuestra
época? ¿Nos observó a usted y a mí en este momento?
Yo creo que las respuestas más veraces a esas preguntas yacen
en lo profundo de cada mujer y se muestran no con palabras, sino
en la manera en que ella escoge vivir. Nuestro potencial de desem-
peñar un papel en esta respuesta se conocerá por el modo en que
respondamos a nuestro espacio en el tiempo. Nuestras elecciones
se revelarán aún más en el modo en que escojamos posicionar a
nuestros hijos e hijas para que ellos igualmente escojan bien.
¿Se elevarán las mujeres de
La solución a los problemas nuestra época por encima de
de adulto mañana dependen las muchas imágenes cultu-
en gran medida de cómo rales y religiosas del mundo que
crezcan nuestros hijos hoy. son conflictivas y limitadoras,
‒Margaret Mead y por encima de los resultantes
prejuicios contra las mujeres?
¿Avanzarán nuestras valientes hermanas en otros países incluso
en ausencia de aliento por parte de muchos sectores? ¿Nos aparta-
remos nosotras en occidente de las frívolas distracciones y enfoca-
remos nuestra atención en causas dignas y nobles?
¿Desbancaremos los conflictivos ruidos y argumentos que
dicen que nuestra contribución no es necesaria, que no es

20
Una fuerza invisible

inspirada por Dios? ¿Comprenderemos la gravedad y la urgencia


de nuestra época y dejaremos a un lado nuestras diferencias y opi-
niones doctrinales a fin de unir filas? ¿Se cerrará la brecha gene-
racional cuando unamos nuestros corazones y nuestras manos?
¿Llegaremos a la unidad de la fe? ¿Se expresará esa fe unida mera-
mente como un conjunto de creencias?
¿Será esa unidad forzada o vibrante? ¿Podría esa fe compartida
ser avivada mediante palabras y revelarnos como administradoras
de algo enseguida evidente, irresistible, feroz y sustancial?
¿Ilustrará abiertamente nuestra unidad todo aquello que nos atre-
vemos a esperar y será una declaración viva de todo lo que creemos
verdaderamente? ¿Podría esa fe extenderse alcanzando sin egoísmo y
dando en lugar de apartarse y tomar? Oro para que así sea, porque
solamente entonces veremos que nuestro mundo se extiende y las
vidas de otras personas son impactadas por nuestro alcance.
Sí, entiendo que todo lo que yo espero y pido es un poco desa-
fiante en este momento, pero no alcanzaremos más si no nos esti-
ramos así. No es suficiente únicamente con mirar quiénes somos.
Si queremos extendernos, debemos mirar atrás, a nuestro alre-
dedor y adelante.
Cuando miramos atrás al siglo XVIII vemos una época en la
cual las mujeres no tenían apenas voz. Al mirar alrededor, enten-
demos la importancia de nuestra voz. Al mirar hacia adelante,
sabemos que debemos construir nuestras palabras y nuestras vidas
de tal manera que edifiquemos sabiamente en el futuro.
Es momento de ampliar nuestra forma de ver y de relacionarnos
con muchas áreas de la vida. Esta dinámica de estiramiento se pro-
duce cuando tensión, flexión o compresión se añaden a un grupo
de músculos. La capacidad de estirarse puede producir mayor fle-
xibilidad y evitar lesiones.
Es mi esperanza añadir algunos estiramientos a su vida presen-
tando a la leona. Quiero que ella amplíe el modo en que se ve a

21
Se d e s p i e r ta l a l e o n a

usted misma, su feminidad, su belleza, su fuerza, su propósito, su


matrimonio, su mundo y a su Dios. Permita que la leona desafíe
sus relaciones y desarrolle sus relaciones con hombres, amigos
y familiares. Incluso la leona sabe que debe estirarse antes de
intentar dar un salto.
Delante de nosotras está la tensión tanto de nuestra vida per-
sonal como de las necesidades del mundo. Para cubrir este inmenso
campo, necesitaremos una visión que englobe ambas cosas.

En calma con la fuerza, en


descanso con el poder
Antes de avanzar más, quiero hablar de una pregunta que surgió
después de la visión. Yo me pregunté: ¿Por qué una leona cal-
mada recostada sobre un versículo, lo que representa al pueblo de
Dios, toma parte en una violencia tan arrolladora? A medida que
ha pasado el tiempo, he pensado en la visión y en todos los pen-
samientos que ha despertado (y sigue despertando) la revelación
dentro de mí. Las siguientes son algunas cosas que he deducido.
Dios no me mostró una leona esperando que yo respondiera a
ella con pasividad o temor. Esa imagen sacó a la luz y contradijo
mi punto de vista limitado y temeroso. Esa leona fue un instru-
mento que abrió mis ojos a unas vistas más amplias y extendió mi
rango de movimientos.
A medida que he viajado, he visto algunas estatuas magníficas.
Dinamarca, Roma, Londres y París tienen monumentos que le
rinden homenaje a increíbles hazañas y celebran pasadas con-
quistas y momentos de liberación histórica. He fotografiado esas
obras de arte y me he maravillado por el modo en que su ele-
gancia e intemporalidad siguen hablando.
Pero la leona de mi visión no era una estatua, era una revelación.
Las revelaciones conllevan elementos de exposición y sor-
presa. La leona ciertamente me sorprendió y me expuso mientras

22
Una fuerza invisible

yo estaba delante de ella embarazada y temblando en pijama.


Aunque ella nunca se movió, estaba más viva que yo. A la luz de
su belleza y su fuerza, entendí lo que yo había perdido. Debido al
temor, yo había perdido fuerza, vida y belleza. Había perdido un
sentimiento de mi verdadero yo, y con esa pérdida gran parte de
lo que Dios quería para mí no se había cumplido aún.
Recuerdo que los israelitas se veían a sí mismos como langostas
y a los habitantes de Canaán como gigantes, pero sabemos por
Números 23 que los habitantes veían a los israelitas como un león
y una leona que se levantan.
Ese contraste entre perspectiva y realidad entra en juego cuando
comparamos a nuestras hermanas leonas con nosotras mismas.
¿Podremos ser alguna vez como ella? ¿Seremos alguna vez mujeres
que estén en calma con nuestra fuerza y en descanso con nuestro
poder? ¿Llevaremos nuestra belleza con comodidad?
La imagen de la leona de poder unido a descanso es una imagen
que deberíamos aceptar.
Cuando llegó el momento, la leona se levantó. Ya es momento
de que usted sepa quién es. Es momento de que se avive, sea inci-
tada y se despierte.
He descubierto que esta dinámica de estar en calma con la
fuerza y en descanso con el poder es una imagen muy reveladora
y hermosa de una mujer piadosa. Queridas, les doy permiso para
estar en calma con su fuerza y en descanso con su poder.
Normalmente, esos dúos de estar en calma con fuerza y en des-
canso con poder vienen con el paso del tiempo. Se unen a medida
que usted empieza a entender que hay un poder que está en el
interior. Al igual que la justicia es un estado en el que descan-
samos, hay un ámbito en el que la fortaleza es también un refugio.
Descubrimos el descanso cuando dejamos de luchar.
En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en con-
fianza será vuestra fortaleza. (Isaías 30:15)

23
Se d e s p i e r ta l a l e o n a

¡Ahí lo tenemos! No puedo imaginar una mejor manera de


expresarlo. Descanse, dependa de Él, y su fuerza llegará. Cuando
dejamos de luchar en nuestra propia capacidad, se revela nuestra
verdadera fuerza. Dios no está retirando de usted fuerza, se la está
dando.
En contraste con nuestra amiga la leona, he visto muchas
mujeres aterradas por su propia fuerza. Retroceden con temor si
ideas, preguntas o pasiones surgen espontáneamente en su inte-
rior. No hay que tener miedo a la fuerza, hay que aceptarla. No
cometa el error de imaginar que la mansedumbre es debilidad. Es
fuerza controlada o poder bajo control.
Se llamó a Moisés manso y humilde, pero a pesar de eso fue un
poderoso líder y una fuerza a tener en cuenta. Tengo que pregun-
tarme si eso fue debido a que tuvo un encuentro con Aquel que
respaldaba cada una de sus palabras.
Una conciencia aislada del bien y el mal abruma nuestra des-
nudez humana y suplica una respuesta divina. Caminar en la
esfera del bien fuera de Dios nos limita. Los problemas de nuestro
mundo actual son tan increíblemente bastos que necesitan res-
puestas sin límite.
Al igual que Moisés, necesitamos una revelación de la bondad
de Dios para calmar a nuestra temblorosa tierra.
Por tanto, querida, ¿se atreverá a creer que podría ser parte de
esta revelación del bien y así unirse con otras y crear estrategias
para que la bondad de Dios se vea a través de nosotras?

Virtuosas y capaces
Intencionadamente no he limitado este “bien” a la esfera de lo
“agradable” o ni siquiera de lo “seguro”. Después de todo, es una
fuerza. De igual manera he oído la palabra virtud descrita como
una fuerza.

24
Una fuerza invisible

Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?


Porque su estima sobrepasa largamente a la de las
piedras preciosas.
El corazón de su marido está en ella confiado,
Y no carecerá de ganancias. (Proverbios 31:10-11)

Mujeres solteras, antes de que imaginen que este versículo les


deja fuera, recuerden que Jesús es su novio. No es cuestión de
quién está incluida, pues todas lo estamos.
La pregunta que surge es: ¿Se nos puede confiar eso?
¿Enriqueceremos las vidas de aquellos que nos rodean? ¿Seremos
a la vez capaces y virtuosas? ¿O nos encontrará él divididas en
segmentos: algunas que son virtuosas y otras que son capaces? La
expresión de una cosa sin la otra no es suficiente. Necesitamos
una honrosa unión de mujeres virtuosas que sean bien capaces.
¿De qué tendremos que ser capaces? Sencillamente, de cualquier
cosa y de todo. Necesitaremos ser hijas capaces de todo lo que sea
necesario.
A lo largo de la última década he conocido a muchas mujeres
increíbles que alientan a otras a entender aquello de lo que son
capaces. Debido a la mayor conciencia de la necesidad, las mujeres
intencionalmente están enfocando sus metas educativas y desarro-
llando áreas concretas de talentos para poder tener una respuesta
capaz.
Son lo bastante brillantes para plantear preguntas respec-
tivamente desde un punto de vista aventajado de perspectiva y
relevancia. Han aprendido a
aportar cualidades necesarias No es suficiente con bosquejar
a fin de poder convertirse en programas gigantescos
todo lo que verdaderamente sobre el papel. Debo escribir
son. Esas mujeres son talentosas mis ideas en la tierra.
y dotadas, audaces y a la vez ‒Émile Péreire
honrosas, conectadas y a la vez

25
Se d e s p i e r ta l a l e o n a

autosuficientes, presentes y a la vez de gran alcance, compasivas y


a la vez feroces, puras pero no ingenuas, fuertes y amables, senci-
llas y a la vez muy estratégicas.
Si nuestros planes y programas no se traducen y afectan a la
tierra y a sus habitantes, entonces se quedan solamente en teoría.
Los programas deben cobrar vida. Sólo funcionan si podemos
ponerles voz, manos y pies.
Nuestro mundo ha conocido el impacto de muchas fuerzas. A
lo largo de los siglos, nuestra tierra ha sido golpeada por fuerzas de
la naturaleza como huracanes, tsunamis y monzones. La corteza
de la tierra se ha abierto y sus fundamentos han sido sacudidos
por terremotos. Se han reunido fuerzas armadas por motivos y
propósitos tanto nobles como malvados. Coaliciones de fuerzas
armadas se han reunido en campos de batalla y han dejado des-
trucción tras su estela.
¿Pero qué de una fuerza que no se gozó en su capacidad de inti-
midar, amenazar o destruir? Los miembros de esa fuerza tendrían
papeles estratégicos y únicos: algunos visibles otros invisibles, pero
todos ellos valorados. ¿Y si esa fuerza fuese a la vez no egoísta en
motivo y simplista en su objetivo? ¿Cómo podría verse y sonar?
Alejandro Magno dijo:
No tengo miedo de un ejército de leones dirigido por una
oveja; tengo miedo de un ejército de ovejas dirigido por un
león.

Qué increíble imagen de nosotras. Un ejército de ovejas diri-


gidas por un León. Debido a que seguimos a un León, no debe-
ríamos hacer la guerra como tímidas ovejas. Somos mansas en la
manera en que seguimos y fieras en nuestra manera de luchar. Así,
la mansedumbre y la ferocidad se unen y están cómodas. Si estu-
diamos el curso natural y la historia de las fuerzas humanas, somos

26
Una fuerza invisible

testigos de un patrón: hay un ascenso al poder, una corrupción de


la fuerza, una pérdida de poder y un colapso desde dentro.
¿Pero y si hubiera otro modelo? ¿Y si hubiera una fuerza aún
inmadura y aún no expresada?
Escribo este libro con un tamaño de letra mucho más grande
de la que aparecerá impresa porque cada vez se me hace más
difícil ver lo pequeño y cercano. Sin embargo, mi visión de lejos
ha aumentado enormemente.
En la distancia veo dos imágenes opuestas: grandes problemas y
magníficas victorias. En playas cercanas y lejanas veo una honda y
oscura opresión, pero también veo un glorioso levantamiento. Veo
una flagrante maldad e injusticia global expuestas y conquistadas
en muchos frentes por un encuentro con la inescapable luz de
Dios y su irrebatible justicia. Veo a sus hijas estirarse como leonas
que se preparan para saltar. Veo todo eso en nuestro futuro. Sin
duda, no he dicho nada que le sorprenda. Al igual que usted, no
veo esas cosas porque lea los periódicos. Las veo porque tengo ojos
para ver en el Espíritu.
Pero no sólo veo . . . oigo. He oído clamores en la distancia y
clamores de cerca. He escuchando la crisis de los desesperanzados
que están atrapados en cárceles de oscuridad. Cada día hay una
lucha contra la sofocante opresión, la cual amenaza con silenciar
sus voces y después se extiende para apagar los clamores de sus
hijos. La única esperanza de esas madres desesperadas es algo más
para sus hijos. Una madre joven nos suplicó que tomásemos a su
hija de ocho años de edad porque la niña se escondía debajo de
la cama mientras ella servía a los clientes. Afortunadamente, Life
Outreach, un ministerio de James y Betty Robison, rescató a esa
hija, pero la madre, que tenía miedo a irse, se quedó en el burdel,
abrumada por la desesperación.

27
Se d e s p i e r ta l a l e o n a

Palabras del Espíritu


Hay momentos en que me siento abrumada también por lo que
oigo.
¿Por qué?
Es más fácil no haber visto ni oído. Debido a que eso es cierto,
la mayoría se aleja de esos molestos sonidos e imágenes y llena sus
oídos y sus ojos de distracciones. Precisamente ese es el motivo de
que el turismo florezca en torno al tráfico de sexo. Yo vi cómo visi-
tantes extranjeros a Tailandia fingían que lo que estaban viendo
quizá fuese una fiesta perpetua. Un hombre de negocios de los
Estados Unidos con el que hablé se comportó como si su lascivia
estuviese impulsando la economía tailandesa.
El que tiene oídos para oír, oiga. (Mateo 11:15)

Esa frase no cesó cuando Jesús, el Hijo del Hombre, ascendió


y tomó su lugar legítimo como el Hijo de Dios. En el libro de
Apocalipsis, Él de nuevo expone la urgencia y la desesperada nece-
sidad de un pueblo que sea lo bastante valiente para escuchar.
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias
(Apocalipsis 2:7)

Debemos responder esta pregunta: ¿Están abiertos nuestros


oídos?
Mejor aún, ¿queremos que nuestros oídos sean despertados?
Queridas, todas estamos en el proceso no sólo de oír sino de escu-
char verdaderamente. A medida que me despierto, le insto a pre-
guntar: “¿Oíste ese sonido?”.
Tristemente, me temo que somos como una novia somnolienta
que da vueltas en su lujosa cama rodeada de almohadas en un
intento por apagar precisamente el sonido que puede despertarla.
¿Con cuánta fuerza debe llegar a sonar la alarma de nuestra época
antes de que seamos plenamente despertadas?

28
Una fuerza invisible

Además del humilde chirrido de nuestro mundo herido, hay


otro sonido que nos llama. Pero no grita. Entre todo el ruido está
el sonido que debemos esforzarnos por escuchar. Es el susurro del
Espíritu. Este sonido eleva su volumen a medida que cada una
escoge responder.
Me encanta la terminología “viento del Espíritu”. Dios ha
situado su palabra sobre los vientos. El Espíritu Santo se com-
para con un viento, una corriente de aire que lleva palabras que
susurran vida y poder. No podemos ver el viento, pero vemos sus
efectos. El viento tiene la capacidad de soplar y llevar cosas a su
mundo y de soplar y quitar cosas. Su energía impulsa a los barcos
o silenciosamente los encalla. El poder del viento azota los mares
y erosiona montañas. Hay vientos de proa que contienen el pro-
greso y vientos de cola que nos apresuran en nuestro camino. El
viento repetidamente rodea nuestro mundo, a veces viajando rápi-
damente y otras veces lentamente. El viento lleva el susurro de
Dios de un lugar a otro.
Con frecuencia, la interferencia del ruido artificial que nos
rodea apaga nuestra capacidad de escuchar atentamente el viento
del Espíritu.
Hay otro obstáculo para nuestra capacidad de escuchar: la
familiaridad de ya haber escuchado. Cuando hemos oído algo una
y otra vez, puede que nos desconectemos y dejemos de escuchar
realmente.
Si creemos que sabemos lo que alguien va a decir, escuchamos
de modo distinto. Hace unos años, yo me encontraba en un
punto así cuando leía las Escrituras. Estaba tan familiarizada con
ciertas versiones de la Biblia que, a medida que leía, sabía lo que
venía a continuación. Quizá lo mismo le haya sucedido a usted.
Eso me hizo perder parte de mi maravilla infantil con la Palabra
de Dios. Para contrarrestar mi apatía, comencé a leer la paráfrasis
The Message.

29
Se d e s p i e r ta l a l e o n a

¿Por qué? Quería ser sorprendida. No estoy sustituyendo la


Biblia por una paráfrasis. Tan sólo estoy aportando un lenguaje
relevante y más investigación. Pero siéntase libre para estudiar
también su versión preferida de la Biblia.
Yo he hecho eso porque, como usted, quiero oír verdadera-
mente. Una vez que nuestros oídos están abiertos, no podemos
evitar prestar el sonido de nuestras voces.

Abre tu boca por el mudo


En el juicio de todos los desvalidos.
Abre tu boca, juzga con justicia, Y defiende la causa del
pobre y del menesteroso (Proverbios 31:8-9)

En este pasaje, la madre de Salomón, Betsabé, le dice a su hijo,


el rey, que preste su majestuosa voz a quienes están aplastados por
el peso de la injusticia. También es la preparación o contexto para
los versículos sobre la mujer virtuosa (ver Proverbios 31:10-31). Al
igual que la madre de Salomón, ¿alentaremos a los hombres en
nuestro mundo a hablar a favor de aquellos a quienes han silen-
ciado la voz? Hemos sido hechos reyes y sacerdotes delante de
nuestro Dios; por tanto, aunque otros se queden en silencio, noso-
tras debemos hablar.
Como madre, quiero saber que lo que los hijos e hijas here-
darán será verdaderamente estupendo. Cada vez más, el consenso
de los estudios globales señala a la igualdad entre géneros como el
eslabón que falta para detener la pobreza del mundo e incluso el
terrorismo. En el año 2001 el Banco Mundial produjo un influ-
yente estudio, Engendering Development: Through Gender Equality
in Rights, Resources, and Voice [Creando desarrollo: Mediante
igualdad de géneros en derechos, recursos y voz], argumentando
que promover la igualdad entre géneros es crucial para combatir
la pobreza global. “La inversión en educación de las niñas bien
puede ser la inversión de mayores beneficios disponible en el

30
Una fuerza invisible

mundo en desarrollo”, escribió Lawrence Summers cuando era el


principal economista del Banco Mundial. “La cuestión no es si los
países pueden permitirse esta inversión, sino si los países pueden
permitirse no educar a más niñas”.1 El Programa de Desarrollo
de las Naciones Unidas también realizó un estudio que concluyó:
“La capacitación de las mujeres ayuda a elevar la productividad
económica”.2
El terrorismo de nuestra época inspiró a expertos en segu-
ridad a realizar un estudio de géneros por su propia cuenta, y lo
siguiente es lo que descubrieron:
La razón de que haya tantos terroristas musulmanes, argu-
mentaban ellos, tiene poco que ver con el Corán y mucho
que ver con la falta de una robusta participación femenina
en la economía y la sociedad de muchos países islámicos . . .
Capacitar a niñas, argumentaban algunos militares, restaría
autoridad a los terroristas.3

Se emplearon muchos esfuerzos y gastos en estos estudios


cruciales, penetrantes y extensos. Siempre me sorprende cuando
nuestra sabiduría humana nos señala a lo que Dios ha dicho
siempre. Mucho antes de que hubiese un problema mundial,
había una respuesta mundial: la mujer.
No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea
para él. (Génesis 2:18)

No era bueno el hombre solo. Ahora, al igual que entonces,


añadir mujeres a las ecuaciones de la vida multiplica y aporta
bondad a los hombres, mujeres, niños y al mundo que todos com-
partimos. Una vida aislada invita a lo que “no es bueno”. Los seres
humanos fuimos creados para relacionarnos unos con otros. Aun
así, grandes alianzas solamente de varones parecen ser la receta
para un potencial desastre. Podemos concluir por las perspectivas

31
Se d e s p i e r ta l a l e o n a

de Génesis y los estudios actuales que las culturas en las cuales los
hombres dominan son poco sanas en múltiples niveles.
Usted no fue creada para ser servil; usted es una coheredera. Las
mujeres son las respuestas de Dios. La adición de voces de mujeres
aumenta la oportunidad educativa para todos los niños, estimula
la economía y aparentemente disminuye el riesgo al terrorismo.
¿Pero cómo es esta respuesta de la mujer?
Cuando yo descubrí y celebré mi creación como mujer, entendí
que yo no era una ocurrencia tardía. Como hija, esposa y madre,
yo era una respuesta. Si yo era una respuesta, entonces era lógico
que las hermanas que rodeaban mi vida también fuesen res-
puestas. No somos ciudadanas de segunda ante los ojos de Dios.
Usted, querida, tiene el potencial de ser una solución viva a los
problemas de los seres humanos.
A medida que viajo y declaro esta sencilla verdad en las vidas
de mujeres jóvenes y mayores, apenas puedo explicar la respuesta
de ellas. Las mujeres no sólo oyen lo que yo digo con corazones
temblorosos; lo dice en voz alta y lo creen.
“Yo soy una respuesta.”
En ese momento se produce un estiramiento, una revelación.
Sus ojos son reorientados y abiertos para ver su yo femenino de la
manera en que Dios siempre las ha visto . . . aquella que completa.
Sin embargo, entender esto tan sólo es nuestro comienzo.
Las mujeres son más que un estímulo económico colectivo. Y
con nuestra capacidad de aportar soluciones, surgirán nuevas pre-
guntas. Estamos escribiendo una nueva carta de derechos en la
cual las mujeres son las amigas de la humanidad. Nos reunimos
para elaborar un mundo en el que las mujeres y los niños sean
bienvenidos, no explotados.
Lo siguiente es parte de lo que conozco de la hija del cielo:

Ella es adorable, inteligente y capaz.


Su vida está relacionada en lugar de estar aislada.

32
Una fuerza invisible

Ella es amada por Dios y odiada por Satanás.


Ella está oprimida en todo el mundo por medios tanto
sutiles como obvios.

La pregunta sigue estando ahí: ¿que podría ser ella colectiva-


mente si recibiese apoyo y fuese estratégica?

Despertar algo incontenible


He tenido el privilegio de viajar al sudeste de Asia e India como
colaboradora de Life Outreach con la esperanza de captar histo-
rias lo suficientemente convincentes para provocar respuestas de
otros. He sido testigo del azote de la pobreza y del horror del
tráfico de sexo cuando viajé a Camboya, Tailandia y Mumbai.
También he visto esperanza y la promesa de restauración cuando
las personas responden con generosidad y cuando las organiza-
ciones comienzan a trabajar juntas.
Hay una desesperada necesidad en todas partes de coopera-
ción y respuesta. Estaba en Ucrania desayunando con una amiga
cuando entró una joven sorprendente. Eso no es algo poco común
en un país conocido por sus hermosas mujeres, pero aquella iba
acompañada por un hombre que parecía tener unos sesenta años.
Vestida con altos tacones y ajustados pantalones, ella no podría
haber tenido más de dieciocho años. Los dos se sentaron en una
mesa al lado de nosotras. Yo observaba mientras el hombre mayor
devoraba su comida mientras ella sólo bebía café y miraba por la
ventana con la mirada perdida. Los jóvenes que estaban tras la
mesa del bufet susurraban, se reían y señalaban en dirección a ella.
No pasó mucho tiempo hasta que otro hombre que le doblaba la
edad se unió a ellos. Yo quería llorar. La muchacha parecía tan
solitaria, tan perdida; era obvio que ella era una prostituta muy
cara, pero lo único que nosotras vimos fue a una hija hambrienta

33
Se d e s p i e r ta l a l e o n a

de amor que jugaba a vestirse de mayor, sentada entre dos lascivos


hombres de negocios que estaban devorando su vida.
Yo he hablado directamente con algunas de nuestras hermanas
que sufrieron por la trata. Sí, eso es lo que ellas son: nuestras her-
manas. No son prostitutas por elección, son víctimas y valientes
supervivientes.
Un largo y húmedo día en India, escuché historia tras historia
de dolor de un grupo de jóvenes y mujeres mayores a quienes
Life Outreach había reunido en un pequeño apartamento. Cada
una relataba su historia de modo un poco distinto, algunas con
muchas lágrimas y otras sin ninguna emoción aparente.
Estoy segura de que se preguntaban por qué quería yo oír sus
historias. ¿Era yo compasiva? ¿Las juzgaba? ¿Podría yo entender?
¿Tendría yo alguna respuesta?
Una de aquellas mujeres valientes, a la que llamaré Sama, pen-
saba en la época en que ella era una muchacha de una remota
aldea en Nepal llena de sueños y frustrada por su mamá. Un día,
un tío las oyó discutir y llevó a un lado a Sama. Le ofreció irse
con él a Mumbai, donde ella encontraría oportunidad, educación
y la opción de cumplir sus sueños.
La promesa era irresistible.
Antes del amanecer, Sama y su tío huyeron de su pequeña
aldea. Ella hizo un largo y peligroso viaje para salir de Nepal e ir
a India. Al llegar a Mumbai, su tío la dejó para que descansara
en una fea habitación de un motel; mientras ella dormía, su tío
la vendió.
Sama se despertó confundida y rodeada por extraños. Era
momento de que ella trabajase para devolver el dinero que a su tío
le habían pagado por ella.
Llevaron a Sama a un burdel local y la encerraron en un cuarto
oscuro. Ella no tenía ni idea de lo que estaba a punto de suceder,
ni siquiera hablaba el idioma. La puerta se abrió y entró un cliente,

34
Una fuerza invisible

esperando recibir servicios. Cuando ella se resistió, cuatro mujeres


la sostuvieron mientras era violada.
Sama tenía trece años de edad.
Pasó el tiempo. Sama aprendió el lenguaje y trabajó para
devolver su deuda, y en el proceso se convirtió en una astuta
mujer de negocios. Sin ninguna otra perspectiva y sin ningún
lugar donde ir, ascendió dentro del sistema del burdel hasta llegar
a convertirse en una madama. Ella era quien compraba y vendía a
las jóvenes. Cuando ella lo decía, las jóvenes eran retenidas. Sama
supervisaba la iniciación de la violación y ordenaba que las gol-
peasen para que fuesen sumisas.
Cuando conocí a Sama, era difícil creer que algo de eso fuese
verdad. Ella ya no era una madama; era una serena mujer de
mediana edad. Alguien había compartido el amor de Dios con
ella y se había convertido en cristiana. También le habían dado la
oportunidad de salir. Sama encontró la valentía para alejarse de
los burdeles y ahora trabaja incansablemente para rescatar precisa-
mente a las muchachas a las que ella antes oprimía.
Mientras hablábamos, yo intentaba darle sentido al modo en
que Sama había llegado a ser madama. ¿Había olvidado ella lo
que era ser aquella niña aterrorizada de trece años? Se lo pregunté.
—Sama, ¿cómo podía usted mirar mientras las muchachas
eran secuestradas, violadas y golpeadas?
Ella inspiró mientras meneaba la cabeza.
—Hacíamos lo que tuviéramos que hacer . . . para sobrevivir.
Para muchas, la supervivencia es todo lo que tienen.
Yo he escalado una montaña de rechazo; he recorrido sucias
calles de casas tan frágiles e improvisadas que no es sorprendente
que quienes se refugian en ellas se sientan desesperados. He entrado
en burdeles, disfrazada. He visto el depresivo letargo de mujeres
sin propósito en occidente. He mirado mientras se desperdiciaban
recursos porque nosotras olvidamos quiénes éramos. He visto el

35
Se d e s p i e r ta l a l e o n a

problema de primera mano, y es mi desesperada esperanza que


también pueda ver las respuestas.
El siguiente es un desafío del final del inspirador y retador libro
Half the Sky (La mitad del cielo):
El curso de la historia está transformando a las mujeres de
ser animales de carga y objetos sexuales a ser seres humanos
plenamente desarrollados. Las ventajas económicas de capa-
citar a las mujeres son tan inmensas como para persuadir a
países a moverse en esa dirección. Dentro de poco, conside-
raremos la esclavitud sexual, los asesinatos por venganza y
los ataques con ácido tan incomprensibles como los pies ven-
dados (pies de Loto Dorado). La pregunta es cuánto tiempo
tomará esa transformación y cuántas niñas serán secues-
tradas y llevadas a burdeles antes de que se lleve a cabo.
Cada uno de nosotros será parte de ese movimiento histó-
rico o será un espectador.4

Esa es la pregunta que está delante de cada una de nosotras.


Escribo ahora para que usted tenga en cuenta esta revelación.
Es mi más sincera oración que mis palabras despierten algo incon-
tenible que está oculto en el interior de usted. Espero que usted
se levante con la fuerza de una leona y lleve la maravilla de Dios
dondequiera que vaya. Entonces, juntas, seremos esa fuerza que
este mundo no ha visto nunca. Sigan leyendo, mis hermanas
leonas y despierten.

36
GUIADOS por la
ETERNIDAD
Entienda que su vida cuenta desde hoy y para siempre

El exitoso autor John Bevere nos habla de los principios sobre


cómo vivir una vida con la esperanza y certeza de que nos
llevará a la eternidad. A menudo, los creyentes descuidan
ese vital componente de la vida cristiana. No solemos pensar
mucho en lo que pasará más allá del final del día.

Basado en 2 de Corintios 5:9-11, Bevere nos recuerda que todo


cristiano irá delante de Cristo y recibirá lo que haya cosechado
en vida. Muchos se sorprenderán saber que gran parte del
tiempo en la tierra, lo pasamos ocupados en cosas que no
aportan a las recompensas eternales. Aprender a mantener
la vista fija en la meta nos ayudará a trabajar para adquirir
recompensas perdurables para la eternidad.

Casacreacion.com
MENSAJE EN VIDEO DE

LA HISTORIA DEL
MATRIMONIO

Había una vez… El matrimonio era eterno. Era un pacto


que entretejía a un hombre y a una mujer. Este tejido los
hacía a ambos más fuertes, más nobles y más vibrantes
al expresar individualmente el propósito por el cual
fueron creados. Eran mejores juntos, que solos en sus
respectivos lugares. La ceremonia de boda no era solo
un comienzo. Era la puerta para edificar su felicidad de
toda la vida. Cada decisión y acción fue designada para
construir la vida y la unión que representaban. Esposo y
esposa caminaron a lo desconocido con corazones, manos
y voces entrelazadas para expresar el amor de su Creador.

¿Cómo fue que perdimos el enfoque de esta profunda


historia de amor? En La Historia del Matrimonio, John y
Lisa Bevere le invitan a redescubrir el plan original de Dios.
Ya sea que usted esté casado, soltero o comprometido, su
historia es parte de la Suya.

CloudLibrary.org
¿BUENO O ETERNO?
¿POR QUÉ LO BUENO SIN DIOS NO ES SUFICIENTE?

En estos días, los términos “bueno” y “Dios” parecen


sinónimos. Pensamos que los valores que generalmente
se aceptan como buenos, deben estar en sintonía con la
voluntad de Dios. Generosidad, humildad, justicia – bueno.
Egoísmo, arrogancia, crueldad – malo. La diferencia parece
bastante clara.

¿Pero eso es todo? Si lo bueno es tan obvio, ¿por qué


dice la Biblia que necesitamos discernimiento para
reconocerlo?

¿Bueno o Eterno?, no es otro mensaje de auto ayuda.


Este libro hará más que pedirte que cambies tu
comportamiento. Te empoderará para que te involucres
con Dios a un nivel que cambiará cada aspecto de tu vida.

CloudLibrary.org
EL ESPÍRITU SANTO:
UNA INTRODUCCIÓN

Tristemente, con mucha frecuencia el Espíritu es mal


interpretado, dejando a muchos sin una idea de quien Él es
y como se presenta a nosotros. A menudo el Espíritu Santo
es presentado como algo “raro.” Pero la Biblia hace claro
que el Espíritu nos es algo. Él es alguien – una Persona que
ha prometido nunca irse de nuestro lado.

En este libro de interacción, John Bevere le invita a un


descubrimiento personal de una de las personas más
ignoradas y mal interpretadas en la iglesia: el Espíritu
Santo.

CloudLibrary.org
MENSAJE EN VIDEO DE

GUIADOS por la
ETERNIDAD
Entienda que su vida cuenta desde hoy y para siempre

El exitoso autor John Bevere nos habla de los principios sobre


cómo vivir una vida con la esperanza y certeza de que nos
llevará a la eternidad. A menudo, los creyentes descuidan
ese vital componente de la vida cristiana. No solemos pensar
mucho en lo que pasará más allá del final del día.

Basado en 2 de Corintios 5:9-11, Bevere nos recuerda que todo


cristiano irá delante de Cristo y recibirá lo que haya cosechado
en vida. Muchos se sorprenderán saber que gran parte del
tiempo en la tierra, lo pasamos ocupados en cosas que no
aportan a las recompensas eternales. Aprender a mantener
la vista fija en la meta nos ayudará a trabajar para adquirir
recompensas perdurables para la eternidad.

CloudLibrary.org
OBRA EN FORMATO DE AUDIO

AFFABEL

¿Usted ha pensado mucho en la eternidad? Usted puede


saber donde la va a pasar, pero ¿sabe como la va a pasar?

Es de vital importancia para los creyentes a vivir con una


perspectiva eterna, pero la eternidad puede ser difícil de
entender. Este drama audio épico del libro Guiados por la
Eternidad por John Bevere ofrece una ventana a lo que está
más allá de nuestra realidad terrena.

Ven con el majestuoso Rey Jalyn, el oscuro señor Dagon,


Caridad, Independiente y otros mientras usted explora
las maravillosas tierras de Affabel y los terribles limites
externos de Soledad. Su vida será transformada cuando
estos personajes revelan mucho de tu mismo corazón.

CloudLibrary.org

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