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A todas mis hermanas leonas
3 Peligrosamente despierta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 228
ix
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E
ra el año 1994, y la noche era como cualquier otra en ese
período de mi vida. Yo me había ido a la cama más tarde
de lo que debía después de un desesperado intento de poner
en orden mi casa. Yo era mamá de tres hijos y estaba embarazada,
así que dormía profundamente en aquellos tiempos. Cerraba mis
ojos y me quedaba dormida enseguida, despertándome sólo por el
sonido del despertador, los niños, o por la luz del sol en la mañana
que entraba a mi cuarto. Pero esa noche me quedé dormida y me
desperté al amanecer, agitada hasta lo más profundo de mi ser.
En las horas antes del amanecer había experimentado un
sueño muy vívido y poco usual. En realidad, llamarlo sueño lo
hace parecer como si me hubiera llegado en forma del sueño o
de sombra; esas imágenes no fueron así. Yo sueño regularmente,
pero no con ese nivel de intensidad. En mi mundo de sueños, yo
me encontraba animadamente despierta. Delante de mí había una
escena en otro lugar y otro tiempo. Yo sentía que ya no caminaba
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En busca de afirmación
Pasaron algunas semanas y una mujer evangelista por la que yo
sentía un inmenso respeto vino a la ciudad. ¡Ahí estaba mi opor-
tunidad! Ella nos había invitado a otra amiga embarazada y a mí
a comer con ella. Mi amiga era una mujer de negocios excep-
cional que había experimentado una conversión radical y estaba
sacudiendo su región de Asia con el evangelio. Quizá la visión
de la leona fuese para ella . . . Yo decidí plantear la idea de modo
informal en la comida y observar su reacción.
Incluso la fecha para comer cayó en un hermoso y soleado día
en Winter Park, Florida. Después de que las tres hubiéramos reco-
rrido las calles durante un rato, yo finalmente dejé caer sentado
mi embarazado cuerpo para comer y me pregunté cómo podría
introducir la idea de la leona en nuestra conversación de amigas
sobre compras. Más adelante mientras comíamos, se presentó mi
oportunidad.
Mi amiga nos dijo que ella esperaba una niña y la evangelista
dijo que estaba emocionada por la posibilidad de que yo también
tuviera una niña.
“¿Pero y si es otro niño?”, pregunté yo.
Ella se quedó pasmada de que yo planteara esa posibilidad.
Después de todo, razonaba ella, yo ya tenía tres hijos, y John nece-
sitaba una niña a la que adorar. En aquel momento fue cuando
decidí relatar la historia de la leona y la proclamación de un hijo.
No estoy segura de si lo que yo dije tenía sentido. En rea-
lidad, sé que no lo tenía. Después de todo, yo estaba lejos de
convencerme a mí misma. Sabía que la visión era real, pero en
mi nerviosismo seguía descartando mi relación con la imagen de
la leona. Yo seguía hablando intentando procesar mi encuentro,
¿pero cómo podía esperar que ellas lo entendieran mientras yo
estaba confundida? Mis divagaciones se reflejaban en sus caras de
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No más excusas
Durante años yo había estado ofreciendo excusas para mí misma.
Era una superviviente de cáncer y una mamá ama de casa con un
pasado disfuncional, que sólo quería sobrevivir a sus hijos en edad
preescolar. ¿Era posible que Dios pensara que yo estaba destinada
para algo más? ¿Había algo poderoso y ligeramente fiero espe-
rando despertar dentro de mí? Quizá me sentaría bien la valentía.
Después de todo, ¿no había sido yo aventurera cuando era joven?
Hubo un tiempo en que mis ideas sobre el trabajo ideal variaban
entre ser asesina y astronauta.
Sí, yo quería recobrar parte de la fortaleza que había perdido
mientras intentaba encajar como esposa de pastor y ser una agra-
dable mujer cristiana. Estaba lista para estirarme un poco y ele-
varme en fuerza y en belleza. Estaba cansada de que pensasen de
mí que era débil y me quejaba. Estaba cansada de volver una y
otra vez al dolor de mi pasado. Estaba preparada para un desafío.
Me encantaba que mi esposo fuese apasionado y fuerte, pero
estaba cansada de ocultarme detrás de él. Cansada de agotar mi
mente con muchas cosas que no tenían importancia; cansada de
fingir. ¡Quizá la visión de una leona fuese precisamente lo que yo
necesitaba! En lugar de agradable y segura, yo estaba lista para
que me viesen como un poco feroz y firmemente enfocada.
Conduje de regreso a casa después del almuerzo aquel día,
agarrando el volante con más fuerza de la necesaria. Estaba dis-
puesta a probar ese ambiente de leona en la relativa seguridad de
mi Honda Civic. Bajé las ventanillas y puse lo último en música
cristiana contemporánea, y dejé que el viento en lugar del aire
acondicionado moviese mi “melena”. Ahora todo eso parece un
poco tonto (especialmente porque las leonas no tienen melena).
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Mirar . . . y aprender
Esta no es la primera vez que Dios nos ha señalado hacia la sim-
plicidad de la creación para restaurar nuestra perspectiva. Jesús
nos insta a mirar las flores y aprender de ellas que Dios las vestirá
y cuidará de nosotros (véase Mateo 6:28; Lucas 12:27). De igual
manera, las esferas celestiales declaran la gloria de Dios y son una
exposición abierta de su justicia (véase Salmo 19:1; Salmo 50:6).
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¿ odría ser que hemos despertado en este momento? Yo
tuve el privilegio de ser testigo del presagio de esa fuerza
reunida. En las lejanas tierras de Australia, Nueva Zelanda,
en Europa, e incluso en mi país natal de los Estados Unidos, he
visto los primeros frutos de lo que sin duda demostrará ser un
movimiento plenamente desarrollado. Desde el despertar de una
hija, la reunión se está convirtiendo rápidamente en una mujer.
¿Hablaron las palabras de ese poeta y filósofo a algo no enten-
dido dentro de usted? Sin embargo, cuando yo leí por primera
vez esta frase, quedé pasmada y literalmente sentí que contenía la
respiración.
Tan sólo puedo imaginar que mi respuesta física fue una reac-
ción a la enormidad de nuestras posibilidades no entendidas.
Usted ya sabe por el título de este libro que anhelo despertar algo
salvaje, sabio y maravilloso en usted. Le desafío a pensar en esta
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idea de que las mujeres se unan para bien. Vuelva a leer la cita si es
necesario, porque la esperanza que hay en ella realmente merece
que se lea más de una vez, esa perspectiva merece toda su atención.
Atrévase a preguntarse: ¿Podrían las palabras de Matthew Arnold
ser algo más que teoría, retórica política o conjeturas esperanza-
doras? ¿Podría su perspectiva ser providencial, permisiva o incluso
profética? ¿Miró él al futuro y vio a las hijas de nuestra época, y nos
alentó a reunirnos ahora desde su lejana perspectiva de entonces?
¿Sabía él que esa unión no se produciría, no podría producirse en su
época, pero sin embargo, esperaba que se produjera en la muestra?
¿Entendió él lo grande que llegaría a ser la necesidad de nuestra
época? ¿Nos observó a usted y a mí en este momento?
Yo creo que las respuestas más veraces a esas preguntas yacen
en lo profundo de cada mujer y se muestran no con palabras, sino
en la manera en que ella escoge vivir. Nuestro potencial de desem-
peñar un papel en esta respuesta se conocerá por el modo en que
respondamos a nuestro espacio en el tiempo. Nuestras elecciones
se revelarán aún más en el modo en que escojamos posicionar a
nuestros hijos e hijas para que ellos igualmente escojan bien.
¿Se elevarán las mujeres de
La solución a los problemas nuestra época por encima de
de adulto mañana dependen las muchas imágenes cultu-
en gran medida de cómo rales y religiosas del mundo que
crezcan nuestros hijos hoy. son conflictivas y limitadoras,
‒Margaret Mead y por encima de los resultantes
prejuicios contra las mujeres?
¿Avanzarán nuestras valientes hermanas en otros países incluso
en ausencia de aliento por parte de muchos sectores? ¿Nos aparta-
remos nosotras en occidente de las frívolas distracciones y enfoca-
remos nuestra atención en causas dignas y nobles?
¿Desbancaremos los conflictivos ruidos y argumentos que
dicen que nuestra contribución no es necesaria, que no es
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Virtuosas y capaces
Intencionadamente no he limitado este “bien” a la esfera de lo
“agradable” o ni siquiera de lo “seguro”. Después de todo, es una
fuerza. De igual manera he oído la palabra virtud descrita como
una fuerza.
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de Génesis y los estudios actuales que las culturas en las cuales los
hombres dominan son poco sanas en múltiples niveles.
Usted no fue creada para ser servil; usted es una coheredera. Las
mujeres son las respuestas de Dios. La adición de voces de mujeres
aumenta la oportunidad educativa para todos los niños, estimula
la economía y aparentemente disminuye el riesgo al terrorismo.
¿Pero cómo es esta respuesta de la mujer?
Cuando yo descubrí y celebré mi creación como mujer, entendí
que yo no era una ocurrencia tardía. Como hija, esposa y madre,
yo era una respuesta. Si yo era una respuesta, entonces era lógico
que las hermanas que rodeaban mi vida también fuesen res-
puestas. No somos ciudadanas de segunda ante los ojos de Dios.
Usted, querida, tiene el potencial de ser una solución viva a los
problemas de los seres humanos.
A medida que viajo y declaro esta sencilla verdad en las vidas
de mujeres jóvenes y mayores, apenas puedo explicar la respuesta
de ellas. Las mujeres no sólo oyen lo que yo digo con corazones
temblorosos; lo dice en voz alta y lo creen.
“Yo soy una respuesta.”
En ese momento se produce un estiramiento, una revelación.
Sus ojos son reorientados y abiertos para ver su yo femenino de la
manera en que Dios siempre las ha visto . . . aquella que completa.
Sin embargo, entender esto tan sólo es nuestro comienzo.
Las mujeres son más que un estímulo económico colectivo. Y
con nuestra capacidad de aportar soluciones, surgirán nuevas pre-
guntas. Estamos escribiendo una nueva carta de derechos en la
cual las mujeres son las amigas de la humanidad. Nos reunimos
para elaborar un mundo en el que las mujeres y los niños sean
bienvenidos, no explotados.
Lo siguiente es parte de lo que conozco de la hija del cielo:
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GUIADOS por la
ETERNIDAD
Entienda que su vida cuenta desde hoy y para siempre
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MENSAJE EN VIDEO DE
LA HISTORIA DEL
MATRIMONIO
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¿BUENO O ETERNO?
¿POR QUÉ LO BUENO SIN DIOS NO ES SUFICIENTE?
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EL ESPÍRITU SANTO:
UNA INTRODUCCIÓN
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MENSAJE EN VIDEO DE
GUIADOS por la
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Entienda que su vida cuenta desde hoy y para siempre
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OBRA EN FORMATO DE AUDIO
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