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Cuando nos damos cuenta de lo vasto que ha sido Dios en nuestras vidas, cuando reconocemos que las
riquezas eternas del cielo son la dádiva de Dios para nosotros, nace un deseo ferviente para servir al prójimo
de manera generosa, no siendo mezquinos con las cosas que tenemos. Por el contrario, nos sentiremos bien
dispuestos y en libertad para compartir, abriendo la posibilidad de conocer el gozo que produce la
generosidad.
Hay varias maneras en que experimentamos éste gozo en nuestras vidas, algunas de ellas son:
Primero, no nos aferraremos a las cosas temporales. Pablo escribió: “porque nada hemos traído a este
mundo, y sin duda nada podremos sacar” (1 Timoteo 6:7). Puesto que entramos a este mundo sin traer nada,
ni vestir nada, ni poseer nada, y puesto que saldremos de la misma manera, ¿por qué peregrina razón nos
aferramos a los bienes terrenales? La generosidad arraigada en el contentamiento nos permite decir con Job:
“Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá” (Job 1:21).
Segundo, mantendremos al mínimo nuestras necesidades esenciales. Como el apóstol declaró: “Así que,
teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Timoteo 6:8). Si somos francos, admitiremos que
las necesidades genuinas de la vida son pocas: comida . . . agua . . . ropa . . . un techo para protegernos de
los elementos. Las cosas esenciales son una lista muy corta. Del otro lado de la moneda, el estilo de vida de
“el que muere con más juguetes gana” jamás satisface. Cuando mezclamos los lujos con las cosas
Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que
en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se
extraviaron de la fe,
El brillo de la plata y el oro atrae a la gente a la destrucción como un foco encendido atrae a los insectos. La
fuerza hipnótica de la codicia deja a su paso los escombros de promesas y relaciones personales destrozadas
(6:10). Por favor, comprenda que el dinero en sí mismo no es el problema . . . el problema es nuestra
A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son
vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.
En otras palabras, no mire con desdén a los que tienen menos . . . y no ponga sus esperanzas en la seguridad
falsa. Más bien, mire sus posesiones como artículos que Dios le ha prestado para gloria de Él y para que
usted las disfrute. Sí, para nuestro disfrute. Dios no es un aguafiestas sino un Dios que provee placer y que
actúa siempre con gracia. Él quiere que nos demos cuenta de que una ausencia de arrogancia además de la
El contentamiento es fundamental para un espíritu generoso. Cuando no nos aferramos a las cosas
temporales, mantenemos las cosas esenciales al mínimo, resistimos la seducción de la codicia, y cultivamos
un estilo de vida agradecido y gozoso, la codicia no tiene donde echar raíz. Una generosidad gozosa que
brota del contentamiento nos ayudará a mantenernos enfocados en lo que en realidad es necesario para