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Un reino de Relaciones

Mateo 22:36-40
El evangelio es un evangelio de relaciones. Ama
a Dios con todo tu corazón –la relación con Dios-,
ama a tu prójimo –la relación con el prójimo-
como a ti mismo –la relación con nosotros
mismos-. Dios quiere que tengamos relaciones
sanas al 100%, mi relación con Él, conmigo
mismo, y con los otros.

El pecado deformó nuestras relaciones: con Dios,


conmigo mismo, y con los otros.
Son estas las áreas en las cuales Dios ministra y
en las cuales nosotros tenemos que ministrar, y
también en las cuales necesitamos ser
ministrados, de manera tal que podamos entrar
en una situación de equilibrio y madurez.

El Reino de Dios es el reino de las relaciones.


Dios reina cuando reina sobre las relaciones,
cuando habita en nuestras relaciones.
Las relaciones son sumamente importantes en la
vida de toda persona, relaciones con la familia, la
pareja, los amigos, los compañeros de trabajo y
con los vecinos.
En el desarrollo del ministerio cristiano trabajamos
con personas y para personas. Por tanto, el
trabajo pastoral es de relaciones humanas.
La finalidad de las relaciones humanas es
propiciar la convivencia humana de manera
armónica, a pesar de las diferencias lógicas entre
las personas, hay un esfuerzo por lograr una
atmósfera de comprensión y sincero interés en el
bien común, basados en ciertas reglas aceptadas
por todos y, fundamentalmente, en el
reconocimiento y respeto de la personalidad
humana.

Una tarea importante de todo ministro es trabajar


intencionalmente en mejorar su capacidad de
construir relaciones de excelencia.

Hay relaciones excelentes, buenas y malas,


agradables y desagradables, edificantes y tóxicas.
Hay relaciones permanentes y temporales,
duraderas y pasajeras.

Las relaciones tienen fundamento bíblico en los


siguientes hechos:
Primero: El trino Dios es un Dios relacional entre
sí, Padre-Hijo-Espíritu Santo.
Segundo: Dios nos hizo a su semejanza para que
tuviéramos comunión con El (Stg. 4:5) y con
nuestros semejantes. Dios es amor y nosotros, por
haber recibido en nuestros corazones el
derramamiento del amor de Dios (Ro 5:5),
tenemos la capacidad natural de amarle tanto a Él
como a nuestro prójimo (Mt 22:36-40). La esencia
de las relaciones: es el amor (1Co.13:1-8).
Tercero: El ministerio al cual el Señor nos ha
llamado es un ministerio relacional. Las relaciones
son un ingrediente básico y cotidiano de lo que se
hace en la iglesia. La Biblia, nos muestran a la
iglesia como un cuerpo (1Co 12:12-27) y como
una familia (Ef. 2:11-22),
La iglesia es un cuerpo en el que los creyentes
están unidos entre sí y trabajan coordinadamente,
conjuntando sus dones para el cumplimiento de la
misión. Todos los miembros tienen una parte
importante en el todo. Hay preocupación los unos
por los otros. Cuando uno se duele, todos se
duelen con él. Como vemos, la iglesia y su
ministerio son altamente relacionales cuando
consideramos la imagen bíblica de la iglesia como
un cuerpo.
La iglesia también es presentada como una
familia. Todos los creyentes pertenecen a la
misma familia, la familia de Dios. Esta imagen nos
muestra que tenemos lazos de hermandad. Dios
nos ha insertado en su familia y nos ha hecho
coherederos de sus promesas. Ese sentido de
familia debe experimentarse en la vida cotidiana y
el ministerio de la iglesia.
La esfera de nuestras relaciones se da en cinco
áreas, en todas ellas debemos buscar la
excelencia
1) Nuestras relaciones con Dios, 2) Nuestras
relaciones familiares, 3) Nuestras relaciones con
el cuerpo de Cristo 4) Nuestras relaciones
interpastorales y 5) Nuestras relaciones con la
comunidad
1.- NUESTRAS RELACIONES CON DIOS
Fuimos creados para vivir en una relación con
Dios. La entrada del pecado rompió esa íntima y
hermosa relación. Pero cuando fuimos recibidos a
misericordia por Cristo, esa relación perdida fue
restaurada, desde entonces esta tiene que ser
nuestra prioridad número uno.

II.- NUESTRAS RELACIONES FAMILIARES


Después de nuestra relación personal con Dios, el
segundo lugar, el corazón y la vida del pastor
casado pertenecen a su familia, su esposa y sus
hijos. Es decir, el segundo lugar no pertenece a la
iglesia. Muchos pastores han tratado de vivir entre
dos opciones: teniendo la familia pero viviendo
como si no la tuvieran. El pastor no tiene el
derecho de sacrificar a su familia en el altar de su
ministerio.
1.- Una de las mejores inversiones que podemos
hacer en nuestras vidas es promover relaciones
fuertes y saludables con nuestros seres queridos.
Debido a las condiciones morales y espirituales
imperantes en el mundo, cada vez es más urgente
la necesidad de darle prioridad a la familia es
decir, a su esposa y a sus hijos (Ef, 5: 25-27)
La relación que tiene el pastor con su familia es
una relación más básica y, en cierto sentido, más
importante que su relación con la iglesia. La
familia tiene prioridad aquí. Si queremos tener un
ministerio auténtico e integral, tenemos que
comenzar donde vivimos.

Abramos bien los ojos, para qué queremos una


iglesia numerosa, a costa de la salvación de
nuestra familia. Por esto el pastor debe hacer
todo lo posible para mantener a su familia unida y
segura en su fe. (1T.5:8)
.
III.- NUESTRAS RELACIONES CON LA IGLESIA
Nuestras relaciones con la iglesia en la que el
Señor nos permite ministrar, deben ser
primordialmente, relaciones de amor, de servicio y
de respeto.
1.- El Señor resucitado le dijo a Pedro: “Pedro,
me amas, “pastorea” y “apacienta” a mis ovejas,
“pastorear” es cuidar, “apacentar” es alimentar.
(Hch.20:28, 29)
El apóstol Pedro específicamente instruye a los
ancianos a que no se enseñoreen de la grey. El
diccionario define el término como «controlar,
subyugar, ejercer dominio sobre, imponerse».
Somos ministros, no señores. El liderazgo que
transforma vidas no es el que ejerce dominio, sino
el que da el ejemplo. (1 P. 5:2-3). El pasaje
contiene un llamado a apacentar la grey de Dios.
La palabra «apacentar» comunica el concepto de
bondad, ternura y tranquilidad.

1.- A la gente hay que tratarla con honra, respeto


y sobre todo con amor. (1 Corintios 13)
2.- Relaciónese bien con los miembros de la
iglesia. Cultive relaciones saludables,
especialmente con los que están bajo su autoridad
y supervisión.
3.- El ministro debe inspirar respeto, sin tener
necesidad de demandarlo. Así como inspirar
confianza en su lealtad por la iglesia en todo
tiempo y en toda circunstancia.
4.- Pastor, reconozca que usted desempeña una
relación laboral con la iglesia y por lo mismo debe
cumplir con un horario y con el trabajo asignado
para tener derecho a su manutención. Como el
pastor no rinde cuentas de su tiempo a nadie,
corre el riesgo de mal invertir ese precioso tesoro.

IV. NUESTRAS RELACIONES


INTERPASTORALES
Las relaciones interpastorales son las que
tiene que ver con nuestro trato con nuestros
colegas de ministerio ya sean de nuestra
denominación o de cualquier otra.
1. ¿Cuál debe ser la actitud correcta hacia otros
ministros?
De honra. El apóstol Pablo en Romanos 12:10 dice:
“Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los
otros”. 1Corintios 10:24; Filipenses 2:4

De respeto. Las relaciones con otros colegas e


iglesias deben ser de respeto a sus respectivas
congregaciones y no hacer labor de proselitismo
sacando o robando ovejas de otro redil, ya que de
esa manera no hay ganancia para el reino de Dios
y sí despierta envidias y resentimiento en el
pueblo de Dios.

Aquí es aplicable la regla de oro de Mateo


7:12 “Así que todas las cosas que queráis que los
hombres hagan con vosotros, así también haced
vosotros con ellos, pues esto es la Ley y los
Profetas.”
Pastores cultivemos el compañerismo el cual
nos permite brindar al compañero, aliento, ánimo
y cuando sea necesario tener a alguien a quien
llamar. Proverbios 17:17 dice: “El amigo verdadero es siempre leal y el hermano
es para que nos ayude en tiempo de necesidad” (Biblia al día).

Pablo cultivó la relación entre Timoteo y él como


la de un hijo y su padre. Salomón escribió: “Mejor
son dos que uno; porque tienen mejor paga de su
trabajo, porque si cayeren el uno levantará a su
compañero; pero ¡Ay del solo!, que cuando cayere
no habrá segundo que lo levante”. (Ecl. 4:9-10).

Por algo Jesús mandó a sus discípulos a las


prácticas ministeriales de dos en dos.

Conclusión
Es estratégico establecer esta faceta del Reino
de Dios, y solo haciéndole espacio a este
movimiento, solo decidiendo que yo seré un
constructor de relaciones, un constructor de
reconciliación, de paz, sólo decidiendo que seré
yo el que tomará la iniciativa y que acompañaré
la iniciativa brindándome a mí mismo hasta el
sacrificio, muriendo a mí mismo, sabiendo que
cada relación es significativa

Bosquejo
El evangelio es un evangelio de relaciones. Ama a Dios con todo tu
corazón –la relación con Dios-, ama a tu prójimo –la relación con el
prójimo- como a ti mismo –la relación con nosotros mismos-. Dios
quiere que tengamos relaciones sanas al 100%, mi relación con Él,
conmigo mismo, y con los otros.

Son estas las áreas en las cuales Dios ministra y en las cuales nosotros
tenemos que ministrar, y también en las cuales necesitamos ser
ministrados, de manera tal que podamos entrar en una situación de
equilibrio y madurez.

El Reino de Dios es el reino de las relaciones. Las relaciones son


sumamente importantes en la vida de toda persona.

La finalidad de las relaciones humanas es propiciar la convivencia humana


de manera armónica, a pesar de las diferencias lógicas entre las personas,

Una tarea importante de todo ministro es trabajar intencionalmente en


mejorar su capacidad de construir relaciones de excelencia.

1.- El fundamento de las relaciones


Las relaciones tienen fundamento bíblico en los siguientes hechos:
Primero: En Dios mismo, Padre-Hijo-Espíritu Santo.
Segundo: Dios nos hizo a su semejanza para que tuviéramos comunión
con El (Stg. 4:5) y con nuestros semejantes.
Tercero: El ministerio es relacional. La Biblia, nos muestran a la iglesia
como un cuerpo (1Co 12:12-27) y como una familia (Ef. 2:11-22),
La iglesia es un cuerpo en el que los creyentes están unidos entre sí y
trabajan coordinadamente.
La iglesia también es presentada como una familia. Esta imagen nos
muestra que tenemos lazos de hermandad. Ese sentido de familia debe
experimentarse en la vida cotidiana y el ministerio de la iglesia.

II.-La esfera de nuestras relaciones se da en cinco áreas, a saber:

a) Nuestras relaciones con Dios


1.- Fuimos creados para vivir en una relación con Dios. La entrada del
pecado rompió esa íntima y hermosa relación. Pero cuando fuimos
recibidos a misericordia por Cristo, esa relación perdida fue restaurada,
desde entonces esta tiene que ser nuestra prioridad número uno.

b) Nuestras relaciones familiares


Después de nuestra relación personal con Dios, el segundo lugar, el
corazón y la vida del pastor casado pertenecen a su familia, su esposa y
sus hijos. Es decir, el segundo lugar no pertenece a la iglesia.
1.- Una de las mejores inversiones que podemos hacer en nuestras vidas
es promover relaciones fuertes y saludables con nuestros seres queridos.
Debido a las condiciones morales y espirituales imperantes en el mundo,
cada vez es más urgente la necesidad de darle prioridad a la familia es
decir, a su esposa y a sus hijos (Ef, 5: 25-27)

Por esto el pastor debe hacer todo lo posible para mantener a su familia
unida y segura en su fe. (1T.5:8)

III.- Nuestras relaciones con la iglesia


Deben ser primordialmente, relaciones de amor, de servicio y de respeto.
1.- El Señor resucitado le dijo a Pedro: “Pedro, me amas, “pastorea”
y “apacienta” a mis ovejas, “pastorear” es cuidar, “apacentar” es
alimentar. (Hch.20:28, 29)
El apóstol Pedro específicamente instruye a los ancianos a que no se
enseñoreen de la grey. Somos ministros, no señores. 1 Pedro 5:2-3,
contiene un llamado a apacentar la grey de Dios. La palabra «apacentar»
comunica el concepto de bondad, ternura y tranquilidad.
2.- Relaciónese bien con los miembros de la iglesia. Cultive relaciones
saludables, especialmente con los que están bajo su autoridad y
supervisión.

IV. Nuestras relaciones interpastorales


Son nuestro trato con nuestros colegas de ministerio ya sean de nuestra
denominación o de cualquier otra.
Nuestras relaciones deben ser:
De honra. (Ro.12:10; 1Co, 10:24; Fil. 2:4
De respeto. No haciendo labor de proselitismo, sacando o robando
ovejas de otro redil. Aquí es aplicable la regla de oro de Mateo 7:12
Cultivemos el compañerismo el cual nos permite brindar al compañero,
aliento, ánimo (Pr. 17:17)
Pablo cultivó la relación entre Timoteo y él como la de un hijo y su
padre. (Ecl. 4:9-10).
Por algo Jesús mandó a sus discípulos a las prácticas ministeriales de dos
en dos.

Conclusión
Es estratégico establecer esta faceta del Reino de Dios. Decidamos ser
constructores de relaciones, constructores de reconciliación, y de paz,
sabiendo que cada relación es significativa

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