Nutrición

La lactancia constituye un tipo de nutrición muy importante, además de ser la primera

elección para el lactante en los 4 – 6 primeros meses de vida ya que reduce
considerablemente la incidencia de ciertas enfermedades que pueda desarrollar el
lactante, como la diabetes tipo 1 y tipo 2.

A pesar de tener grandes ventajas la leche materna también está contraindicada en ciertas
situaciones como en la galactosemia en lactantes y para las madres en la tuberculosis no
tratada o positivas del virus linfotrópico de linfocitos T de tipo 1 o 2 así como del virus
de la inmunodeficiencia humana.

Durante el embrazo ocurren un sinnúmero de acontecimientos fisiológicos para que la

madre pueda producir la lecha materna como el incremento de las dimensiones de
conductos y alvéolos mamarios a causa de las hormonas estrógenos y progesterona. Tras
el nacimiento disminuye los niveles de estas hormonas pero incrementa la secreción de
prolactina.

Cuando el lactante provoca la succión los nervios subcutáneos de la aréola activa ciertas
estimulaciones que van dirigidas a la hipófisis tanto al área posterior como anterior. De
la hipófisis anterior es liberada la prolactina, la cual estimula la producción de leche en
las células alveolares; mientras que de la hipófisis posterior es liberada la oxitocina, la
que estimula a las células mioepiteliales de la glándula mamaria para así enviar la leche
a través de los conductos y senos laticíferos.

Durante la infancia también es muy importante tener una nutrición adecuada; dicho
periodo empieza cuando el niño cumple 2 años hasta la pubertad, el cual es considerado
como una fase de latencia o quiescencia del crecimiento.

Puesto que los niños están en una etapa de desarrollo y crecimiento de huesos, dientes,
músculos y sangre, requieren una gran cantidad de alimentos nutritivos en relación con
su tamaño.

La necesidad de proteínas en los niños disminuye aproximadamente 1,1 g/kg en la

primera infancia y al final de esta en 0,95 g/kg. La ingesta proteica puede variar en un 5
y 30 % de la energía total, esto depende de la edad.
En cuanto a las vitaminas y minerales, el hierro es muy importante en los niños entre 1 y
3 años puesto que si existe una deficiencia puede provocar anemia por carencia de hierro;
el calcio es necesario para la mineralización y el mantenimiento de los huesos en
crecimiento, la cantidad diaria recomendada de calcio en niños de 1 y 3 años es de 700
mg/día, entre 4 y 8 años es de 1.000 mg/día y para los que tienen 9 y 18 años es de 1.300
mg/día. La vitamina D es muy importante para la absorción de calcio y su depósito en los
huesos, además es transcendental en la prevención del cáncer, de trastornos autoinmunes,
enfermedades cardiovasculares y de enfermedades infecciosas.

Durante la infancia es imprescindible una dieta adecuada y equilibrada para un apropiado

crecimiento del niño, pero dicho crecimiento es influenciado por el consumo de leche
materna que juega un papel importante en el desarrollo del niño.