Вы находитесь на странице: 1из 47

INTRODUCCION

El agotamiento de los recursos naturales constituye una de las preocupaciones de mayor


trascendencia para los Estados del mundo y para nuestro país.
Hecho que en los últimos años ha habido en todo el mundo un interés en emplear para la
protección del ambiente instrumentos fiscales que, fundamentalmente, obligan a quienes
contaminan a pagar impuestos que reflejen los costos que la polución implica para la sociedad
en general, asimismo para la población por consumir productos contaminantes. Esta realidad
motiva la búsqueda de instrumentos idóneos para lograr una protección efectiva de los
recursos naturales y su desarrollo armónico a largo plazo.
El objetivo es, un desarrollo sostenible para el futuro, que implica la satisfacción de las
necesidades humanas presentes y futuras y el mejoramiento de la calidad de vida, porque se
reconoce que la vida humana solo es posible en solidaridad con la naturaleza.
El Estado por su parte, tiene también la obligación de procurar su protección adecuada, para
garantizar su disfrute por las generaciones presentes y futuras, por lo que debe tomar las
medidas necesarias para evitar la contaminación, y en general, las alteraciones producidas
por el hombre que constituyan una lesión al medio ambiente. A pesar que el ordenamiento
jurídico contempla legislación apropiada para una tutela efectiva del ambiente, en el ámbito
tributario se carece de una regulación específica de tributos extra fiscales en general y
particularmente, medioambientales.
Precisamente si se reconoce que el “medio ambiente es de todos y afecta a todos” entendemos
que debería darse una respuesta más decidida, no sólo en el sentido de potenciar un desarrollo
normativo sobremanera preventivo, incluso sancionador, sino también de inversión, y no sólo
con las miras puestas en la aprobación de medidas de estímulo a políticas empresariales. La
preocupación colectiva por el medio ambiente constituye una realidad y se refleja en una
toma de consideración de todos los poderes públicos sobre la necesidad de intervenir, tanto
a nivel internacional como local. La importancia que ha adquirido el ambiente en las últimas
décadas hace necesario el establecimiento de determinados instrumentos económicos, como
los impuestos ambientales, que interioricen los efectos externos derivados de los procesos
productivos. Como tal el Estado está en la obligación de garantizar un ambiente sano a sus
habitantes, en consecuencia, su conservación constituye un costo que debe ser pagado por
quienes utilizan el ambiente en forma nociva, y al mismo tiempo por quienes contaminamos
nuestro entorno. En consecuencia, debe desarrollar un instrumento que permita recaudar
recursos con el fin de prevenir los daños medio ambientales, así como incentivar a las
empresas adquirir tecnologías limpias que protejan el medio ambiente, y la población
consiente del hecho aprenda a consumir productos no dañinos al medio ambiente. Entonces
para que el Estado tenga fondos como recuperar el medio ambiente se hace imprescindible
la creación de un Marco Legal como la Tributación Ambiental, cuyo fin es extra fiscal,
recursos que solo debe ser destinados para el medio ambiente, desincentivando el daño al
medio ambiente para todo aquel “Quien Contamina Paga”. Entonces la Tributación
Ambiental constituye en la actualidad un elemento importante de la reforma tributaria.
Se debe tener en cuenta que la finalidad del impuesto es evitar la contaminación, por lo que
los sistemas de estimación objetiva han de basarse en elementos que incentiven la reducción
de la contaminación, como el tipo de instalaciones o de materias primas utilizadas en los
procesos productivos. En caso contrario, el impuesto carecerá de idoneidad.
Este impuesto se diferencia del objetivo de los demás impuestos, mientras que los tributos
del país persiguen un fin fiscal de recaudador para cubrir los gastos fiscales, además a mayor
producción mayor recaudación, es decir, tiende a crecer; sin embargo, los impuestos
ambientales tienden a decrecer con el tiempo, puesto que mientras los sujetos pasivos
disminuyan los efectos de la contaminación, en esa medida dejarán de pagar el impuesto.
TRIBUTOS MEDIOAMBIENTALES
1. Base Legal
1.1.Ámbito constitucional
Derechos de la persona
Articulo 2 toda persona tiene derecho
A la paz, a la tranquilidad el disfrute del tiempo libre y al descanso, así como al
de gozar de un ambiente equilibrado y adecuado al desarrollo de su vida.
1.2.Ley general del ambiente
En la ley General del Ambiente se tiene los siguientes conceptos latos y cuyas
normas reglamentarias, en su mayoría no existen (creando inseguridad jurídica),
relacionados con el medio ambiente:
TITULO PRELIMINAR
DERECHOS Y PRINCIPIOS
Artículo I El derecho y el deber fundamental
“Toda persona tiene el derecho irrenunciable a vivir en un ambiente saludable,
equilibrado y adecuado para el pleno desarrollo de la vida y deber de contribuir
a una efectiva gestión ambiental y de proteger al ambiente, así como sus
componentes, asegurando particularmente la salud de las personas en forma
individual y colectiva, la conservación de la diversidad biológica, el
aprovechamiento sostenible de los recursos naturales y el desarrollo sostenible
del país”
TITULO I
POLITICA NACIONAL DEL AMBIENTE Y GESTION DEL AMBIENTE
CAPITULO 1
ASPECTOS GENERALES
Artículo 2. - Del Ámbito
Entiéndase para los defectos de la siguiente ley, que toda mención hecha al
“ambiente” o a sus componentes comprende los elementos físicos, químicos y
biológicos de origen natural o antropológico, que forma individual o asociada,
conforman el medio en el que se desarrolla la vida, siendo los factores que
aseguran la vida individual y colectiva de las personas y la conservación de los
recursos naturales, de la diversidad biológica y el patrimonio cultural asociados
a ellos, entre otros.
Artículo 19° De la planificación y el ordenamiento territorial ambiental
El ordenamiento territorial ambiental es un instrumento que froma parte de la
política del ordenamiento nacional.
Artículo 69° De la relación entre cultura y ambiente
La relación entre los seres humanos en el ambiente en el cual viven constituyen
parte de la cultura de los pueblos.
Las autoridades públicas alientan aquellas expresiones culturales que con
contribuyan a la conservación y protección del ambiente y desencintaban a
aquellas contrarias para dichos fines.
Artículo 84° Del concepto
Se consideran recursos naturales a todos los componentes de la naturaleza,
susceptibles de ser aprovechados por el ser humano para la satisfacción de sus
necesidades y que tengan un valor actual o potencial en el mercado, conforme lo
dispone la ley.

1.3.Ley de municipalidades
En el título II subcapítulo I, atribuciones del concejo municipal, donde en el art.
9 hace mención de Crear, modificar, suprimir o exonerar de contribuciones, tasas,
arbitrios, licencias y derechos, conforme a ley.
1.4.Normativa de derecho ambiental tributario
Según Yacolca, D (2009) la regulación sobre tributación ambiental, que
escasamente tenemos, se encuentra en el artículo 4° de la ley general ambiental,
aprobada por ley N° 28611, que la letra dice: Artículo 4° de la tributación y el
ambiente: El diseño del marco tributario nacional considera los objetivos de la
política nacional ambiental, promoviendo particularmente, conductas
ambientales, responsables, modalidades de producción y consumo responsable
de bienes y servicios, la conservación, aprovechamiento sostenible y
recuperación de los recursos naturales, así como el desarrollo y uso de
tecnologías apropiadas y de prácticas de producción limpia en general. En este
artículo 4° se tiene la base legal para reformar el diseño del marco tributario
nacional, a efectos de que se considere los objetivos de la política fiscal nacional
ambiental.
2. El Concepto doctrinario del Medio Ambiente
El concepto jurídico en el Perú no es muy clara por ello cabe precisar que nuestra
Constitución no define al medio ambiente dándole un concepto jurídico
indeterminado solo haciendo mención al objetivo constitucional encomendado como
un derecho fundamental de la persona en el artículo 2 inciso 22 de gozar de un
ambiente equilibrado, sano y adecuado al desarrollo de la vida humana.
Sin embargo, encontramos la definición de ambiente en la Ley N. º 2861155, Ley
General del Ambiente, haciéndonos mención que: “Toda mención hecha al ambiente
o a sus componentes comprende a los elementos físicos, químicos y biológicos de
origen natural o antropogénico que, en forma individual o asociada, conforman el
medio en el que se desarrolla la vida, siendo los factores que aseguran la salud
individual y colectiva de las personas y la conservación de los recursos naturales, la
diversidad biológica y el patrimonio cultural asociado a ellos, entre otros”.
Por otro lado, el artículo 84 del concepto, precisa que: se consideran recursos
naturales a los componentes de la naturaleza susceptibles de ser aprovechados por el
ser humano para la satisfacción de sus necesidades y que tengan un valor actual o
potencial en el mercado, conforme lo dispone la ley.
A modo de conclusión, podemos hacer mención que la normatividad peruana no
posee una concepción recogida constitucionalmente sobre el medio ambiente y sus
componentes, puesto que, solo recoge el derecho de gozar de un ambiente equilibrado
encontrándose solamente la definición de ambiente en la Ley N.º 28611, Ley General
del Ambiente.
El concepto doctrinal de medio ambiente tiene varias concepciones de modo que,
dichas concepciones serán la guía para identificar los elementos que conforman el
medio ambiente. En ese sentido el medio ambiente desde la postura de Millitza
Franciskovic el concepto de medio ambiente es entendido como: “El conjunto de
condiciones naturales y por extensión el conjunto de condiciones sociales,
económicas y culturales que hacen posible la existencia y el desarrollo pleno de la
vida del hombre en la Tierra, tiene el reconocimiento de un derecho humano
fundamental en razón de que la vida del hombre depende de un entorno saludable,
adecuado y ecológicamente equilibrado y, por ende, el Estado tiene el deber de
otorgar los mecanismos necesarios para garantizar la protección de ese derecho. En
consecuencia, el medio ambiente adecuado y equilibrado para el desarrollo de la vida
ha sido reconocido como un derecho vinculado a la existencia de la vida humana. Eso
quiere decir que sin un medio ambiente adecuado y equilibrado para el desarrollo de
la vida, no puede haber existencia de la misma, y si no hay vida humana no hay
sociedad, y en consecuencia no existiría el Derecho.” De acuerdo con Carlos Andaluz
el medio ambiente es entendido como: “La agrupación de componentes abióticos,
bióticos, culturales, económicos y sociales que se interrelacionan en un lugar y tiempo
preciso, es decir, se puede expresar en suma la naturaleza y las expresiones humanas
en un determinado lugar y tiempo. En esa línea también son importante las
consideraciones doctrinarias recogidas por Daniel Yacolca refiriendo a varios autores
como a continuación se presenta:
a) Dinámica, según Daniel Yacolca “es claro que el medioambiente no posee una
naturaleza paralizada por el contrario se encuentra en constante movimiento, este
movimiento y cambio constante desde una noción rígida hacia una más extensa, a
causa del avance sobre la importancia que actualmente tiene el cuidado del
medioambiente desde un punto de vista global, por la subsistencia humana.”
b) Antropocéntrico: según Juan Pulido “desde este enfoque, el medioambiente abarca
los elementos abióticos, además a todos los componentes sociales que conforman la
noción de calidad de vida. Colocando a la persona como centro de las cosas y la
preservación ambiental se centra en el bienestar de las personas. El esquema
económico esta apartado del medioambiente, pero si concierne en el grado que
solventa recursos concretos que son fundamentales para el progreso económico y el
incremento en las condiciones de vida de la persona humana.”
c) Problema global según Demetrio Loperena “el uso de métodos protectores del
medioambiente desde un punto de vista jurídico es muy remoto, sin embargo los
objetivos mundiales que se tiene como meta actualmente son nuevos”, en esa misma
línea Jesús Jordano comentó al respecto que “el derecho ambiental no es meteoro que
ha tropezado inesperadamente y sin indicación alguna en nuestra normativa.”
d) Y finalmente Daniel Yacolca concluye que “hoy en día el cuidado del medioambiente
tiene una mayor trascendencia, puesto que la subsistencia 18 humana corre peligro
debido al cambio climático del planeta y otras causas humanas contribuyen a una
grave contaminación.”
e) Por otra parte, la base de la denominada tributación ambiental, se encuentran
básicamente en las teorías de Pigou y Coase, los cuales sustentan su uso en la
legislación internacional, como: México, España y otros miembros de la OCDE y
aspirantes a ser miembros. En ese contexto, se puede afirmar que, el avance en la
evolución de la sociedad durante el modelo económico actual ha producido grandes
progresos en el campo conocimiento, sin embargo, también ha traído cambios
devastadores en el medioambiente, siendo una prueba irrefutable el cambio climático
en el mundo.

1.1.Concepto jurídico de medio ambiente en el Perú:


Es menester precisar que bajo nuestro marco normativo el concepto de medio
ambiente resulta un concepto carente de características propias según lo expuesto en
nuestra constitución, sin embargo, en la Ley General del Ambiente publicada en el
año 2005 se incorpora el concepto ambiente de manera un tanto confusa, situación
que se pondrá en evidencia en el siguiente análisis legal Constitucional y de la Ley
General del Ambiente, por Daniel Yacolca:
A. En el ámbito constitucional peruano En la Carta Magna del Perú no se ha
establecido una definición del medio ambiente. Se menciona al referente de
forma genérica en la constitución de 1979 y 1993 en relación a la protección
del medioambiente.
En la carta magna de 1979 se había incorporado de forma restringida el derecho
de un medioambiente saludable para habitarlo, desde un enfoque restringido
respecto los recursos naturales, es importante citar el artículo 123° de dicho
instrumento jurídico que dispone lo siguiente: “toda persona tiene como
derecho tener un ambiente saludable para ser habitado, que sea 19 sostenible y
adecuado para que pueda desarrollar su vida, así como la protección de la
naturaleza. Todos tienen la obligación de conservar el medioambiente. Es deber
estatal custodiar la prevención y control de la contaminación ambiental.”
En otro aspecto, nuestra Constitución recaba de manera restringida el habitar
en un medioambiente saludable para toda persona, desde un enfoque limitado
respecto a los derechos de la persona, siendo reconocible que se limita a los
recursos naturales, tal como se evidencia en el numeral 22 del artículo 2° que
dispone lo siguiente: “A la paz, a la tranquilidad, al disfrute del tiempo libre y
al descanso, así como a gozar de un ambiente equilibrado y adecuado al
desarrollo de su vida.”
Coincido con esta parte de la investigación del doctor Daniel Yacolca en el
sentido que, solamente menciona el derecho y deber ambiental del ciudadano
habitando un medio ambiente adecuado, pero no define cuales son los
elementos que integran el medio ambiente, dejándolos como un vacíos que el
quehacer jurídico definirá cuando los lineamientos de política fiscal se
direccionen de acuerdo a las recomendaciones de la OCDE.
B. En la ley general del medio ambiente
Las definiciones que presenta la ley, carece de una definición clara de
medioambientes, así como los componentes situación que genera una
incertidumbre jurídica al momento de invocar el cuidado o protección del
medioambiente.
En mención del título preliminar de dicha Ley, en el Artículo I sobre el derecho
y deber fundamental inalienable que tiene toda persona a habitar o permanecer
en un ambiente equilibrado e idóneo para el completo desenvolvimiento de la
vida así como la obligación de cooperar con la gestión ambiental y cuidado del
medioambiente se entiende también los componentes del mismo garantizando
la salud individual y colectiva, preservación de la diversidad biológica, la
utilización sustentable de los recursos que conforman el medioambiente y el
desarrollo sostenible del país.
Ahora, en el artículo 2°, Capitulo 1 Aspectos Generales del Título I sobre la
Política Nacional del Ambiente y Gestión Ambiental que refiere al ámbito o
entorno debe entenderse para la ley como toda referencia al término “ambiente”
o a “sus componentes” concibiendo que conforman el medioambiente a los
elementos biológicos, físicos y químicos de procedencia natural o elemento
resultado de la intervención de la actividad humana (antropogénico) que, forma
individual o conjunta constituyen el entorno en el cual se desarrolla la vida.
Dichos elementos garantizan la salud individual y colectiva de la población así
como la preservación de los recursos naturales, diversidad biológica y
patrimonio cultural vinculado a dichos elementos, además de otros bienes
objetos de preservación.
Se ahonda en el artículo 19°, 69° y 81° sobre los elementos vinculados a la
preservación de la salud individual y colectiva, en el numeral 19.2 respecto al
esquema y arreglo territorial es una herramienta que conforma la organización
de dicho arreglo territorial; siendo un método especializado de política dirigido
a la concepción de pautas e indicadores medioambientales planteándose
exigencias sobre el uso y ocupación ordenada de los espacios territoriales. En
relación al tema cultura y ambiente se manifiesta la vinculación entre las
personas y el medioambiente en el cual habitan forma parte fundamental de la
cultura de los pueblos.
Las autoridades gubernamentales promueven las manifestaciones culturales
cooperen en la preservación y cuidado del medioambiente desmotivar las
acciones opuestas a tales propósitos. 21 Sobre el tema de turismo sostenible
dispuesto en el artículo 81°; las instituciones gubernamentales conjuntamente
con las instituciones privadas hacen uso de mecanismos eficientes para
anticipar, moderar y atenuar la degradación del medioambiente y sus elementos
o componentes, en especial a los bienes naturales y bienes del patrimonio
cultural vinculados a estos, derivados del avance de infraestructuras así como
de las actividades turísticas y recreativas capaces de provocar efectos
perjudiciales sobre los mismos.
Al momento de dar un concepto de aprovechamiento sostenible de los bienes
naturales en el artículo 84°, Capítulo I, Titulo III sobre la integración de la
legislación ambiental, se califica como bien natural a todo componente que
conforme la naturaleza, capaz de ser utilizado por las personas para cubrir sus
requerimientos vigentes y potenciales dentro de las demandas del mercado, de
acuerdo a ley.
Afirmar un concepto desde la ley general del medio ambiente resulta imprecisa en
medida que los conceptos ambientes y sus componentes no está definido
taxativamente como elementos del ambiente, razón por la cual se tiene que recurrir a
las resoluciones del Tribunal Constitucional como máximo intérprete de la
constitución para recabar mayores alcances.

1.1.1. Situación actual del medio ambiente


Nuestro país en la práctica del Estado de Derecho cumple las funciones de
representación, dirección y regulación de la vida en sociedad, siendo el responsable
de velar por la satisfacción de sus necesidades, ello conlleva a la mejoría del bienestar
social, que a su vez es considerado como principio principal la defensa de la persona
individual y colectivamente, así como el respeto de su dignidad. En ese sentido
conlleva, que el efecto deseado de bienestar debe ser evaluado principalmente en
relación del impacto del mismo en la población. En sentido amplio del bienestar, el
estado y los sujetos que conforman la sociedad tienen el deber de garantizar el cuidado
y protección del medioambiente. Hablar de problemas ambientales es un tema
complejo a desarrollar como bien menciona la Cristóbal Borrero “desde una óptica
material, el deterioro del medioambiente alteras muchos componentes ambientales
como el agua, aire, suelo y todo el entorno natural, de igual manera, desde una óptica
espacial, afecta a varias zonas geográficas, suscitando problemas a nivel local,
regional, nacional y global.” Se debe agregar para el mejor entendimiento de los
problemas ambientales que, es importante estructurar el concepto jurídico de
medioambiente basado en fuentes del derecho como son la doctrina, la jurisprudencia
y la normativa vigente.
1.1.2. Problemas Ambientales
En El Perú Mencionaremos de manera genérica los problemas ambientales de mayor
importancia en el Perú: 56
a) Aquellos que alteran el medio físico – biológico debido al mal manejo y uso de
los recursos, a la presión demográfica en relación a la disponibilidad de recursos
y al empleo de tecnologías altamente contaminantes o no adecuadas al medio.
Entre estos tenemos:
 La excesiva pérdida de suelos agrícolas y forestales por los problemas de
erosión, deforestación y problemas de crecimientos de las ciudades, con
apreciable descenso de la productividad.
 La contaminación de las aguas continentales (ríos, lagos) y marinas por los
afluentes de los yacimientos mineros, residuos industriales, desechos de las
ciudades que determinan perdidas de recursos para la agricultura, el
consumo humano y el desarrollo hidrobiológico.
 La depredación de la flora y fauna silvestre y de los recursos
hidrobiológicos debido a su irracional explotación.
 La contaminación atmosférica por la actividad industrial y metalúrgica de
algunas zonas.
b) Aquellos que dañan al medio humano social, por ausencia de condiciones
mínimas para el desarrollo humano dentro de un hábitat adecuado y que se
relacionan con problemas de marginación relativa a los servicios sociales básicos
entre los sectores urbanos de menores ingresos.
c) Aquellos que se originan por las diversas características físico-climatológicos
propias del accidentado territorio peruano, en el que hay áreas expuestas a riesgos
constantes de catástrofes naturales, sismos en todo el país; en la costa, el “el
fenómeno del niño”, inundaciones por aumento de aguas en los ríos; en la sierra;
aluviones, sequias periódicas e inundaciones en la selva.
d) Aquellos provocados por desconocimiento y uso de tecnologías apropiadas
(zonas de sierra y selva).
Esta es una visión general de los problemas ambientales que afrontan nuestro país.
Algunos autores simplifican los problemas ambientales como aquellos producidos
por las grandes concentraciones humanas en las ciudades y por la manera irracional
como se están tratando los bosques tropicales con el lamentable resultado de
destrucción de numerosas especies de fauna y flora de la selva, los relaves mineros,
los humos y el ingreso de las aguas servidas al mar y el mal tratamiento de la basura
en las ciudades. No basta enumerar los problemas ambientales, sino que se deben de
difundir a fin de que se tome conciencia del daño que acarrean a todo territorio
peruano y de esta manera se proceda a aplicar una política estatal correcta. Hay otro
problema que se considera también de carácter ambiental y es el que está referido a
la pobreza. La pobreza extrema propicia las practicas destructivas del Medio
Ambiente, sobre todo en las zonas rurales.
1.2.Concepto Doctrinario de Tributo Ambiental

A modo de realizar un concepto, según lo referido en el libro de Daniel Yacolca puedo


definir el tributo ambiental como, una prestación patrimonial publica como
instrumento económico jurídico extra fiscal con mecanismos disuasorios y
estimulatorios; con la finalidad de contribuir a la preservación del medio ambiente,
dirigido por el principio básico “quien contamina paga”
La perspectiva del denominado tributo ambiental ha ido cambiando a través del
tiempo, puesto que la definición de tributo ha sido definida tradicionalmente como
una prestación económica que sirve para abastecer a los gastos públicos, de forma tal
que el Estado pueda cumplir sus fines.
En cambio, en la actualidad la doctrina define al tributo con una concepción más
amplia, configurándose jurídicamente como un instituto jurídico constitucional
destinado a cumplir el mandato constitucional, tiene la facultad de cumplir funciones
de política fiscal y extrafiscal, en esa medida el tributo deja de tener una simple
función recaudadora, se vuelve un instrumento jurídico para dirigir otros fines
constitucionales como es la protección y cuidado del medioambiente dispuesto en el
numeral 22 del artículo 2° de la Carta Magna del Perú como un derecho fundamental.
Así mismo Cristóbal Borrero Moro nos conceptualiza que el: “Tributo ambiental es
un tributo que se encuentra encaminando a posibilitar la contribución de todos al
sostenimiento de los gastos públicos encarnando tanto en el principio de capacidad
económica como en el comportamiento económico de los contribuyentes en relación
con el medio cabe incluir se trata de alcanzar dos fines: por un lado , la redistribución
de los costes ambientales entre los provocadores de los mismos; por el otro, la
modulación de los comportamientos de los sujetos que contaminan en una dirección
de protección al medio”.
En la misma línea, otra concepción que nos argumenta es que: “El tributo ambiental,
como instituto constitucional, supera la concepción que los restringía a un mero
instrumento de financiación del gasto público. Se presenta además con una dimensión
extrafiscal, dirigida a cumplir directamente los objetivos constitucionales, siempre
dentro del respecto a los principios de justicia tributaria”
Por otro lado, Gloria Alarcón García nos define al tributo ambiental como la:
“Prestación pecuniaria de carácter obligatorio, cuya finalidad o legitimación se
encuentra en la mejora o protección del medioambiente.” indicando también que es
el “vínculo entre el tributo y el problema ambiental que se quiere acometer; capacidad
para modificar las conductas de los sujetos contaminantes en un sentido beneficioso
para el medio natural y ser efectivos tanto en términos ambientales como en términos
fiscales”
Según Gago y Álvarez (1995); para darle una mejor clasificación a los tributos
ambientales es necesario vincular su enfoque político con el enfoque social y
económico, planteando cumplir los siguientes objetivos:
 “Tasas, establecidas con la finalidad de cuidar el medioambiente por medio
de los costos generados por servicios de ambientales y medidas de monitoreo,
como imponer una tasa al usuario por el tratamiento de aguas, 60 las mismas
podrían emplearse para compensar los gastos ambientales del propio servicio.
Tasa etiquetada dado que es creada para un fin específico.
 Impuestos incentivos, generado para modificar la conducta de los agentes
económicos;
 Impuestos ambientales de finalidad fiscal, generada básicamente para
incrementar la recaudación tributaria.
Las formulaciones previas y la doctrina en materia tributaria sugieren que debe
establecerse cuál es el hecho imponible, sujeto sobre el cual recae el tributo, base
gravable o imponible, el tipo de tributo materia de obligación de pago, las
exoneraciones, incentivos o beneficios totales o parciales, deben mostrar una
configuración lógica que tome en consideración la intención extrafiscal o fiscal que
se decida adoptar, esta es la manera adecuada para que el proyecto sea factible en un
sistema tributario ambiental al momento de trabajar con tributos óptimos para su
aplicación.”
La relevancia de crear tributos ambientales debe implementarse en relación a la
repercusión en la sociedad en aras del medioambiente tiene como base a los agentes
económicos en especial a las empresas que invierten y crean empleo, por ello se
precisa tener una armonía del tributo generando una percepción de justicia en la
sociedad para disipar el rechazo del mismo. No obstante puede llegarse a un punto de
saturación en el cual la percepción de rechazo o aversión tributaria impida cualquier
iniciativa para incrementar los ingresos tributarios generando contingencias que
lleven al fracaso la aplicación de dichos tributos.
Cabe también hacer referencia a la definición de Cristóbal Borrero que sostiene que:
“El tributo ambiental está dirigido a viabilizar la participación de todos los agentes
económicos al mantenimiento de los gastos gubernamentales conforme el principio
de solidaridad, asociado al principio de capacidad económica y la conducta de los
contribuyentes respecto al medioambiente”.
Por otro lado Martin, Gonzáles, Miguelez, Menéndez y Dopico, (2004) son tributos
ambientales o (tributos ecológicos) aquellos instrumentos de política económica
ambiental consistentes en un pago de carácter obligatorio que deben realizar al sector
publico los agentes que emitan sustancias contaminantes o que desarrollen
actividades con impacto sobre el medio ambiente. Hace referencia a dos enfoques
diferenciados, el primero, consiste en una visión amplia, plantea que es un tributo
ambiental aquella figura tributaria que puede colaborar con el objetivo de mejora del
medio ambiente; el segundo, con una visión más restringida, establece la necesidad
de que para que un instrumento fiscal sea considerado tributo ambiental su
recaudación debe estar destinada a finalidades de protección del medio ambiente.
Palos citado en Salas, W. (2007). Define claramente que los tributos
medioambientales: “Son aquellos impuestos, tasas y contribuciones especiales cuyo
objeto imponible esté constituido por actos o hechos que inciden negativamente sobre
el medio ambiente o que provocan una actuación pública de tutela medioambiental”.
Adicionalmente, Caballero (2001) menciona que el tributo ambiental o ecológico
sería entonces “aquella prestación pecuniaria de Derecho Público, dirigidas a ordenar
las conductas de productores y consumidores que afectan al medio ambiente”. Es por
ello que el hecho imponible o el hecho generador de los impuestos ambientales, lo
constituyen las actividades que directa o indirectamente deterioren el entorno natural.
Según Gago citado en Salas, W. (2007). El fundamento de la imposición ambiental
debe ir dirigido a que el impuesto ambiental es un desembolso dinerario obligatorio
relacionado con la descarga de sustancias contaminantes al medio ambiente, cuyo
objetivo es precisamente limitar el deterioro del medio natural.
La inclusión del principio “el que contamina paga” y la adopción del concepto de
desarrollo sustentable, implicaron una reforma que incorporó el tratamiento político
vigente en muchos países del mundo, que se aplica a los problemas ambientales. Los
países en desarrollo enfrentan una necesidad generalizada y de larga data, que es la
de recaudar ingresos tributarios para la protección del ambiente que,
fundamentalmente, obligan a quienes contaminan a pagar impuestos que reflejen los
costos para la sociedad en general implicados en la polución. Por lo anteriormente
citado y tomando en 20 consideración las experiencias en el diseño e implementación
en países de la OCDE en materia de fiscalidad ambiental, se describen a continuación
las características fundamentales para el diseño de un tributo ambiental:
 Un impuesto ambiental debe influir directamente en el comportamiento de los
agentes económicos, por lo que es necesario vincular el pago del impuesto lo
más posible con el problema ambiental. El autor ejemplifica: si el problema
es la contaminación por azufre, debe ponerse un impuesto a la generación de
azufre de los combustibles, sea por peso o por volumen generado de azufre
(Barde, 2005).
 En el diseño del impuesto es importante definir claramente la sección o etapa
comercial de aplicación del instrumento, ya que puede gravar el producto, el
uso final del recurso o la fuente de emisión contaminante. Por ejemplo las
emisiones estimadas vertidas en un río en cualquiera de las etapas de
producción (Barde y Braathen, 2002).
 Un impuesto ecológico toma en consideración la elasticidad de la demanda
respecto a los precios y las posibilidades de sustitución y de conducta
alternativas, de manera que al enfrentar un precio mayor, se sustituya el
consumo por alternativas menos perjudiciales al medio ambiente, acción que
facilita el logro de los objetivos ambientales (Barde, 2005).
 Al diseñar el impuesto se debe también considerar el grado del incentivo y la
medida en que el impuesto apunta hacia la reducción de la contaminación; se
debe evaluar la efectividad de la medida y la recaudación. También hay que
tomar en cuenta la intención recaudatoria y el propósito ambiental, que no es
más que reducir las emisiones o daños ambientales (López y Lara 2005).
El principal objetivo a ser considerado en el diseño, es la eficiencia ambiental definida
por Castro y colaboradores (2002), como “la capacidad de un instrumento para
alcanzar los objetivos ambientales de la sociedad por medio del efecto incitador que
ejerce sobre los agentes regulados.” De esta manera estos autores explican que, “Esto
implica establecer una meta ambiental contra la cual se evalúa el desempeño del
instrumento en términos de costos totales incurridos para alcanzar dicha meta.”
Al respecto Yacolca aporta su comentario referido a los tributos ambientales y la
confusión que se causa al considerarlo con una concepción clásica donde son
considerados tributos meramente recaudatorios, y como consecuencia generar una
mayor carga tributaria para los ciudadanos. Por el contrario, es importante distinguir
la concepción del concepto clásico de tributo y el tributo ambiental, puesto que desde
la óptica doctrinal existen diferencias conceptuales en su naturaleza; más aún cuando
en nuestro país no existen tributos destinados al cuidado del medio ambiente y la
importancia de difundir las cualidades del mismo, en especial énfasis a los agentes
económicos al momento de mencionar tributos ambientales no se trate de más
tributos, por el contrario mostrar las bondades de este instrumento en relación a la
función extra fiscal del tributo cuyo pago recaería sobre los sujetos contaminantes, en
otras palabras, quienes cesen o disminuyan la emisión de gases contaminantes o
partículas contaminantes estarían infectos a dichos tributos y/o podrían contar con
beneficios tributarios al calificar como empresas ambientalmente responsables. En
esta línea es razonable hacer entender a los agentes económicos que la aplicación del
llamado tributo ambiental es justo y razonable para cumplir con los fines
constitucionales de protección del medio ambiente.
De una u otra forma el tributo ambiental tiene la misma concepción de un tributo
clásico, sin embargo, las diferencias principales son:
La función que esta ejerce pues tiene una finalidad extrafiscal, es decir, no se buscara
en un tributo ambiental la función de recaudación sino por el contrario se ceñirá a la
función extrafiscal de protección al medio ambiente.No obstante de acuerdo a Borrero
el tributo ambiental “aunque tenga una finalidad exclusivamente extrafiscal, no pierde
su configuración contributiva, al menos como potencialidad ya que de esa disposición
jurídica depende el éxito de la función extrafiscal”.
El hecho imponible del tributo ambiental grava actos, hechos, actividades y/o entre
otros que inciden de manera degradante sobre el medio ambiente. Ante ello se
conceptualiza el hecho imponible de los tributos ambientales como los actos o hechos
que inciden negativamente sobre el medio ambiente o que provocan la actuación
pública de tutela medioambiental. Sin embargo, no podrán gravarse conductas
dañosas para el medio ambiente que se encuentren radicalmente prohibidas, sin
perjuicio del deber del infractor de indemnizar los daños causados.
El principio fundamental de un tributo ambiental es el principio contaminador-
pagador, muy distinto al tributo clásico que el principio eje es el principio de
capacidad contributiva. Es por ello que un tributo ambiental está establecido por
hechos imponibles que se configuran fundamentalmente en concordancia al principio
contaminador pagador. Así se puede entender que el aspecto material del tributo
ambiental recae sobre operaciones económicas contaminantes y que la cuantía del
mismo se determine en virtud del daño que producen los responsables de la
degradación ambiental, articulando así la desincentivación de la realización de
actividades humanas contaminantes y por ende se conduzcan al cambio de conductas
ambientalmente responsables por parte de los agentes económicos
Una vez descrito las principales diferencias de un tributo ambiental mostraremos
algunos conceptos del tributo ambiental.
Desde el Modelo Código Tributario Ambiental para América Latina nos
conceptualiza que: “Los tributos medioambientales son aquellos impuestos, tasas y
contribuciones especiales cuyo objeto imponible esté constituido por actos o hechos
que inciden negativamente sobre el medio ambiente o que provocan una actuación
pública de tutela medioambiental”.
En conclusión, un tributo ambiental es un instituto jurídico encaminado a la
protección del medio ambiente, cuya función principal es la extrafiscal, presentando
la función fiscal como una función accesoria o de mera idoneidad para producirse. Es
importante mencionar que el tributo ambiental es un instrumento jurídico apto para
hacer realidad el propósito de la protección del medio ambiente, en tal sentido la
obtención de ingresos para las arcas públicas viene a ser una función secundaria
siendo la función principal del tributo ambiental la protección del medio ambiente.

1.2.1. Finalidades del Tributo


De acuerdo a lo mencionado anteriormente, la clásica noción de tributo es que
es un instrumento jurídico meramente con el fin fiscal de recaudar ingresos
para financiar los gastos públicos del Estado, no obstante, se ha aclarado que
el tributo no siempre constituye como único fin lo dicho sino que un tributo
puede servir también para la consecución de fines no recaudatorios, con lo
cual la clásica doctrina se encontraría limitada aceptándose así para doctrina
actual la existencia de tributos con finalidad extrafiscal. Es por ello que los
tributos dentro de la doctrina jurídica actual se pueden clasificar por el tipo de
finalidad que persiguen, por lo tanto, existen tributos con finalidad fiscal y
extrafiscal.
1.2.2. Tributos Fiscales
Los tributos fiscales en el sentido propio persiguen meramente la consecución
de ingresos fiscales para las arcas públicas.
Tal como afirma Gianinni49 el tributo fiscal es cuyo tributo tiene la finalidad
recaudatoria como el principal objetivo, en donde la finalidad del tributo es
procurar un ingreso al Estado.
Desde la perspectiva de Borrero, el tributo fiscal es: “Un instituto jurídico, que
por propia naturaleza, se encamina a la obtención de recursos para el tesoro
público que se caracteriza por su naturaleza contributiva. Esta función va a
permitir a los entes públicos contar con recursos para atender por la vía de
gasto a los fines constitucionales encomendados,
Para Góngora López el tributo fiscal: “Surge exclusivamente por la potestad
tributaria del Estado, principalmente con el objeto de financiar sus gastos y va
en función de la llamada capacidad contributiva”
Por otro lado, de acuerdo por Andrea Amatucci y Eusebio Gonzales el tributo
fiscal es la: “La prestación patrimonial impuesta conforme a las leyes, a fin de
obtener la contribución de todos a los gastos público sobre la capacidad
contributiva y en medida más proporcional”
De acuerdo a lo señalado, se puede concluir que un tributo fiscal tiene como
destino sufragar ingresos para el gasto público, en donde surge su finalidad
eminentemente fiscal o recaudadora.
1.2.3. Tributos Extra fiscales
El tributo extrafiscal está encaminado a la realización de mandatos
constitucionales, en donde los tributos extrafiscales se configuran para el
estímulo o desestimulo de determinadas conductas específicas para el interés
estatal.
Según Rozo, los tributos extrafiscales tienen una finalidad no recaudadora
considerándolos tributos intervencionistas que ante el papel del Estado de sus
diversas políticas públicas establece medidas tributarias de intervención como
es el caso de la protección del medio ambiente que busca desestimular
conductas contaminantes o estimular comportamientos protectores del
ambiente, asumiendo así una función de reordenamiento social” .
Por otra parte Griziotti argumenta que “los tributos extrafiscales tienen fines
directos que no buscan exclusivamente la obtención de ingresos, sino la
realización de objetivos diferentes".
Así mismo para Héctor Manuel Miramontes nos argumenta que los tributos
extrafiscales: “Son instrumentos eficaces de política financiera, económica y
social que el Estado tenga interés de impulsar, orientando, encauzando,
alentando o desalentando ciertas actividades o usos sociales, según sean
considerado útiles o no, para el desarrollo armónico del país mientras no se
violen los principios constitucionales rectores de los tributos”
Por otra parte, nuestro Tribunal Constitucional en la STC 009- 2001-AI/TC50
nos aclara que los tributos pueden tener una finalidad extrafiscal con el fin de
desalentar actividades que el Legislador considerara nocivas para la sociedad,
en tanto sean riesgosas para la protección de derechos fundamentales como es
el derecho salud. Por ende queda claro que no existiría un impedimento legal,
y sí una protección constitucional para la implementación y aplicación de
tributos ambientales en nuestro país.
Definitivamente, el tributo tiene una finalidad extrafiscal si tiene un fin
distinto a solo recaudar, en el cual su fin real es poder orientar a estimular o
desestimular conductas que el Estado considere perjudicial. Por consiguiente
para la presente investigación interesa la finalidad extrafiscal de los tributos
ambientales con el propósito constitucional de proteger al medio ambiente.
1.2.4. Distinción de Tributos Fiscales y Extrafiscales
Aclarando la noción jurídica del tributo destinado a los fines puramente
recaudatorios se puede afirmar que un tributo también se dirige para la
consecución de fines extrafiscales con la finalidad de conseguir los objetivos
estatales, que no necesariamente se identifican con las metas financieras.
Sin embargo, es muy importante poder distinguir un tributo fiscal de uno
extrafiscal y para ello la distinción de un tributo fiscal y un tributo extrafiscal
se basa en su estructura jurídica técnica que en el cual fue configurado dicho
tributo, por ello que en la hora de configurar el tributo dentro de su diseño
jurídico – tributario se dará la finalidad respectiva dada por la intención del
legislador.
Es por ello que un tributo fiscal su estructura jurídico técnica fue configurado
para un fin de recaudación de ingresos fiscales para el abastecimiento de los
gastos públicos, es decir, el legislador de manera consciente le dio una
función fiscal porque dentro del diseño está incluido que su función principal
es la recaudación.
Por otro lado, el tributo extrafiscal es configurado en su estructura jurídica
técnica para el encaminamiento de objetivos constitucionales en el caso de
los tributos ambientales donde se busca el encauzamiento de proteger el
medio ambiente siendo este su función principal. Por ende la intención que
direcciona el legislador al momento de establecer el tributo le dará la función
fiscal o extrafiscal reflejándose esto en su estructura jurídica técnica
verificándose ahí la distinción de aquellos tributos.
1.2.5. Distinción entre los Efectos extra fiscales y la utilización extra fiscal de
los Tributos Ambientales
El establecimiento de todo tributo produce consecuencias extrafiscales que
pueden ser no previstas por el legislador en toda su extensión al momento de
la configuración, por lo tanto, estos efectos no son cualificados, diferenciados
conscientemente a los que son denominados los efectos extrafiscales.
Es por ello que hay que diferenciar entre los efectos extrafiscales y la
utilización de la función extrafiscal del tributo. En tal sentido, cuando
hablamos de la utilización de la función extrafiscal de los tributos hacemos
mención que existen una conciencia clara de los fines pretendidos por parte
de legislador por lo tanto las consecuencias extrafiscales se encuentran
cualificados para obtención de un propósito intencionado.
Por ende, para la presente investigación el tributo ambiental posee una
utilización de la función extrafiscal pues está configurada de manera
consciente la consecuencia extrafiscal que vendría hacer la regulación del
comportamiento de los agentes económicos para mermar la contaminación
ambiental que estos podrían generar si no existiera una regulación impositiva
lográndose el encauzamiento constitucional de protección el medio ambiente.

1.2.6. Los elementos esenciales del tributo ambiental


En el sentido estricto de un tributo tradicional se debe entender para la
configuración del nacimiento del tributo con el cumplimiento mínimo de los
cuatros aspectos esenciales que son el aspecto material, aspecto personal,
aspecto espacial y el aspecto temporal. Es por ello que detallaremos los cinco
aspectos que debe contener todo tributo ambiental al momento de su
configuración jurídica – técnica:
a) Aspecto Material: Es la descripción abstracta del hecho concreto es
por ello que la configuración de un tributo ambiental será establecido
como hecho imponible a los actos o hechos que inciden negativamente
sobre el medio ambiente o que provocan la actuación pública de tutela
medioambiental (Borrero ,1999). En consecuencia el hecho generador
del tributo ambiental deberá estar articulado por aquellos actos, hechos
situaciones o actividades que se conecten con la degradación del
medio ambiente cumpliendo el principio “quien contamina, paga”
usado como criterio de justicia dentro de su estructura jurídica
propiamente.
b) Aspecto Personal: Son las personas que conforman la relación
jurídico tributario, es decir, quien ha der ser el sujeto activo (acreedor)
y el sujeto pasivo (deudor) del tributo ambiental. En tal sentido el
sujeto activo son los entes públicos de un Estado que en uso de su
potestad tributaria busca el encauzamiento constitucional de
protección del medio ambiente y el sujeto pasivo son los responsables
de la degradación del medio ambiente dentro del marco del deber de
contribuir a la reparación del daño causado.
c) Aspecto Temporal: Es la indicación de las circunstancias de tiempo
para la configuración de los hechos imponibles de operaciones
contaminantes, es decir, determina el momento preciso en el cual se
cumple el supuesto de hecho tributario, en tal sentido se entiende que
se dará nacimiento al tributo 67 ambiental al momento de que se
produzca la degradación ambiental por ende se ajusta por el principio
contaminador-pagador.
d) Aspecto Espacial: Se determina el lugar en donde el supuesto de
hecho tributario ha de darse, aplicando criterio de nacionalidad, es
decir, la implementación de un tributo ambiental en el Perú el hecho,
acto, actividad o situación de degradación ambiental objeto del aspecto
material deberá realizarse dentro del territorio peruano.

1.3.El Estado como regulador del problema de la contaminación


1.3.1. La llamada potestad tributaria
Acuerdo a lo que sucede en el gobierno central, es la misma constitución que
limita la potestad tributaria del gobierno regional y local concediéndoles solo
la creación de tasas y contribuciones, en base a la idea de limitación territorial,
debiéndose entender que dichas potestades del gobierno regional y local solo
pueden llevarse a cabo dentro de su jurisdicción. Eventualmente el congreso,
vía delegación de facultades conferidas al poder ejecutivo, podrá crear
impuestos que se apliquen a favor de los gobiernos regionales y locales. Se
puede observar en el artículo 77° de la constitución de 1979, como señala de
manera expresa que todos tienen la obligación de cumplir con el pago de
tributos que les compete y resistir proporcionalmente los gravámenes
dispuestos por ley para sustentar los servicios gubernamentales. En dicha
constitución se otorga potestad tributaria al gobierno central, a los gobiernos
regionales y locales. Sin embargo, en el periodo de vigencia de esta
constitución no se lleva a la práctica dicha potestad.
La actual constitución de 1993 dispone en el artículo 74° que el Estado
peruano, en su facultad de desempeñar la potestad tributaria, se encuentra en
el deber de respetar los principios como reserva de ley, igualdad, derechos
fundamentales de las personas, y que la creación de tributos no vulnere el
principio de no confiscatoriedad. Se separó la potestad tributaria para los
gobiernos regionales limitando sus facultades a la creación de tributos
clasificados como tasas y contribuciones, se concede a los gobiernos
regionales y locales derecho de iniciativa y propuesta legislativa en materias
que les son pertinentes, llámese tributos y contribuciones, dentro de estas
facultades de potestad tributaria, cabe resaltar que en ejercicio de dichas
facultades la creación de contribuciones y tasas no deben contraponerse en la
medida que dichos dispositivos recaen a fin de cuentas en la administración
del gobierno regional. En todo caso dichas medidas no podrán ser soportadas
por los contribuyentes, los cuales podrían adoptar medidas informales para
evadir la sobrecarga de tributos, más aun cuando el sector informal no
representa presión por parte de las autoridades gubernamentales.
1.4.Fundamentación económica de los tributos ambientales
Son considerados instrumentos o herramientas de carácter económico conforme la
conceptualización del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
(PNUMA), todos los que influyen en los costos y ganancias atribuibles al rumbo de
las alternativas que afrontan los agentes, impactando por ejemplo en los beneficios
de ciertos procesos y tecnologías alternas, de igual manera en el precio de un producto
o actividad determinada y resultado de ello las elecciones de los productores y
consumidores.
A través del uso de instrumentos económicos se alcanzan dos objetivos: 1) que los
agentes económicos cubran el costo del valor social de los recursos naturales y
servicios ambientales los cuales aprovechan para su beneficio; 2) encargarse de los
costos que generan sobre otros al poner en práctica sus actividades de producción o
consumo, de igual manera el momento de disponer de desechos en la ejecución de
ambas funciones económicas.
Al interior de los llamados instrumentos económicos de política fiscal existen
diversas formas de aplicación, una de ellas son los tributos destinados al cuidado del
medio ambiente, la creación de mercados de permisos de emisión transables, el pago
por servicios ambientales, entre otros instrumentos creados para el cuidado del
medioambiente.
La aplicación de este tipo de herramientas se da desde la década de los setenta, siendo
de uso ocasional, es en este periodo que se fijan cargos al consumidor con la finalidad
de desincentivar la adquisición de bienes que sean nocivos para el medioambiente;
más adelante, en la década de los ochentas se instauran gravámenes con fines
recaudatorios destinados a financiar tecnologías que contribuyan al cuidado del
medioambiente; más adelante a inicios de los noventas estos impuestos adquieren una
mayor atención por parte de los diferentes gobiernos debido a la expansión de la
conciencia ambiental a nivel mundial, traduciéndose en incentivos fiscales que
permita promover la internalización de conductas (subsidios, reducciones
impositivas, apoyo a grupos económicos vulnerables a la elasticidad - precio), por
otro lado, algunos de los impuestos ya existentes se modifican ahora con una finalidad
ambiental o extrafiscal. Sin embargo, y tal como se explica más adelante, la aplicación
de este tipo de instrumentos económicos presenta una práctica bastante desigual, toda
vez que en países Europeos se ha avanzado bastante en la implementación y
aplicación de dichos instrumentos, caso contrario en América Latina donde se han
implementado y aplicado mínimamente estos instrumentos.
1.5.Tipos de instrumentos económicos para la protección ambiental
a) Tributo Recae específicamente sobre las actividades que desea reducir el gobierno
en uso de la potestad tributaria.
b) Distribución De Derechos De Propiedad Se formula que una correcta definición de
derechos de propiedad, como consecuencia de ello se obtendría un correcto
aprovechamiento sostenible de los recursos ambientales, por ejemplo, los derechos
sobre el uso del suelo. Los derechos pueden ser designados en forma de propiedad
individual o propiedad colectiva como sucede en las comunidades nativas.
c) Creación De Mercados Este tipo de instrumento dan paso a los denominados
“permisos de emisión transable o negociable”, generando un mercado para bienes
ambientales creando un instrumento de transacción de determinadas cuotas de
emisión o permisos de emisión que otorga un Estado. Estos permisos permiten tener
un límite en la cantidad de emisión de gases permitiendo transferir estos permisos de
emisión a otras empresas con el fin de garantizar el cumplimiento de la normativa 32
en cuanto a los límites de contaminación y protección del medioambiente. Para tal
efecto, es básico que exista la imposición sobre las cantidades máximas permitidas
de las actividades contaminantes que se pretenden restringir y eliminar a largo plazo
(por ejemplo, dióxido de carbono, monóxido de carbono, emisiones de sulfuro y otros
materiales particulados).
d) Reembolso De Depósito En este tipo de instrumento se desea que las los agentes
económicos paguen un depósito al momento de adquirir determinados productos en
particular (por ejemplo, botellas de plástico, los Tetra Pak, botellas de vidrio,
bombillas, latas de aluminio, baterías, entre otros que se asigne particularmente). Una
vez utilizado en su vida útil o consumida su contenido, son devueltos a la tienda,
centro comercial o centros de acopio donde se efectuó la venta con la finalidad de
recuperar el depósito abonado.
e) Subvención De Actividades Es un instrumento usualmente puesto en práctica para
promover actividades que reduzcan el costo de agentes económicos vulnerables por
ajustes de políticas públicas. Pueden basarse en 1) 33 subvenciones de capital, 2)
préstamos con una tasa de interés baja o cero, o 3) descuentos y/o beneficios sobre
tributos.
f) Asignación De Responsabilidades Son acciones que se ejecutan para compensar
daños y perjuicios por responsabilidad ambiental o salud, exponiendo información
sobre el daño públicamente y ejecutando garantías para cubrir costos de
compensación.
g) Acuerdos Voluntarios Este tipo de instrumento es voluntario para las empresas,
consta de informar sobre las buenas prácticas de gobierno corporativo como la
producción limpia y certificaciones de calidad y compromiso ambiental.
h) Graduación De Primas Este tipo de instrumento se basa en aplicar un régimen de
seguro ambiental de acuerdo al rubro de la empresa como requisito para la
constitución de empresas en algunos países, determinado de acuerdo al nivel de la
complejidad ambiental de dicha actividad y clasificado según la categoría que se le
asigne de acuerdo a la valoración de contaminación ambiental que se estime para
determinados rubros empresariales. Fuente: Elaboración propia. 34 Al iniciar el
segundo milenio, se establecen objetivos destacables en relación a la aplicación de
instrumentos económicos, mediante la Reforma Fiscal Verde (RFV) implementada
por la mayoría de los países miembros de la OCDE, implementándose con mayor
avance en los miembros Europeos.
El espíritu de la denominada reforma fiscal verde sobrepasa los fines meramente
recaudatorios y plantea la necesidad de una óptica extrafiscal, es decir, integrar los problemas
medioambientales al sistema tributario de los países europeos. De esta forma, se cambió la
finalidad recaudatoria de una serie de tributos por tributos destinados al cuidado del
medioambiente con un concepto de neutralidad recaudatoria, lográndose mediante la
reducción algunos gravámenes como la renta sobre el trabajo, las renta de capital, o
compensaciones sobre agentes económicos vulnerables, es decir, con el tributo ambiental
recaudado reducir algunos tributos con el fin de mantener dicha neutralidad.
DOCTRINA SOBRE LA FISCALIDA AMBIENTAL
Fundamentos Económicos
En esta parte trataremos únicamente del tratamiento de la fiscalidad ambiental.
La aplicación de instrumentos económicos, especialmente de naturaleza y contenido fiscal
en las políticas de control ambiental, han evolucionado desde los años setenta hasta la novena
en los países de OCDE. Su introducción al sistema fiscal puede decirse:
a) Creando tributos ambientales
b) Elementos ambientales, adaptando tributos y estructuras fiscales ya existentes a unos
objetivos fiscales.
Cabe precisar que los actuales sistemas fiscales son herederos de una época en que los
problemas ambientales no eran percibíos con la misma intensidad que hoy en día.
Asimismo, la justificación de la utilización de los elementos ambientales y tributos
ambientales se presenta porque existen una disposición entre la actividad económica en el
marco de las encomias del mercado y la naturaleza, dado que las funciones que desempeña
el medio ambiente y su deterioro no son contempladas por el sistema económico.
Efectivamente, la contaminación es un subproducto y no está contemplado en la economía
como tal, solo se le considera como fallo del mercado, es decir como una externalidad
negativa (el coste recae sobre un tercero- la sociedad que no ha intervenido en un proceso
productivo).
Por tanto, el mercado de bienes y servicios no refleja el valor total para una buena parte de
los recursos ambientales que han sido empleados para la producción, es decir, el mercado no
distribuye los recursos de manera eficiente al no contemplar el valor del medio ambiente
(erosionado por la contaminación que producen las empresas y demás agentes
contaminadores).
La fiscalidad ambiental debe perseguirle cambio de actitudes de los agentes económicos para
el ambiente. Los tributos ambientales reducen la contaminación ejerciendo un rol en el
ingreso (el que contamina paga) y los elementos ambientales ejercen un rol en el gasto
(beneficios económicos).
Los tributos ecológicos o ambientales reducen costes, llevan a la practica el principio del
quien contamina paga de la OCDE. Proporcionan mayor aumento de incentivos a la
innovación tecnológica que buscan proteger el medio ambiente que los enfoques meramente
normativos y generan ingresos que se pueden invertir en la protección del medio ambiente.
Las consideraciones anteriores no implican que el tradicional enfoque a la regulación directa
legal y administrativa deba de desaparecer de la política medioambiental para dar paso
únicamente al uso de instrumentos económicos.
En cada caso la administración habrá de elegir el instrumento o la combinación de
instrumentos idóneos. Esta elección depende de múltiples factores, tales como el tipo de
problemas ambiental de que se trate. Estos tributos no son para cobrar, sino para que las
empresas asuman el costo y no contamine.
En este extremo, podemos aseverar que el tributo medioambiental no es una figura sesgada
de la administración, sino un instrumento de la sociedad civil para salvaguardar los intereses
colectivos al bien ambiental, un instrumento de desestimulo y de carácter fiscal, anclado en
la capacidad económica y cuyo impulso es el de disminuir la capacidad de contaminación.
Función extrafiscal de la tributación
Atendiendo a lo que antecede, requiere especial atención considerar los efectos de la función
extrafiscal de la tributación en el plano de la llamada defensa ecológica, impuestos
ecológicos.
Previamente cabe recordar que en la economía se entiende que un fenómeno produce un
efecto externo, cuando las acciones de un agente económico afectan, mediante mecanismo
que no son precios de mercado, las decisiones o bienestar de otro agente, alterando sus
funciones de utilidad o producción.
Como lo referencia Parellada, el daño ambiental no es solo el que recae sobre el patrimonio
ambiental, que es común a toda una colectividad, en cuyo caso se habla de impacto ambiental,
se refiere el daño en el que el medio ambiente ocasiona de rebote a los intereses de una
persona determinada.
Bajo este monto interpretativo, los modelos de tributación ecológica resultan, para una parte
de la doctrina, idóneos para equilibrar la actividad de un agente económico que cause la
perdida de bienestar a otro agente, con el fin de que ella sea compensada a la sociedad.
Por su parte Marcon esta enrolado en la corriente que postula que la imposición por
contaminación no es extrafiscal por que no tiene costo de bienestar y por el contrario, origina
una ganancia de bienestar.
Por lo tanto, al momento de colocarse a la búsqueda de un sistema tributario coherente para
el nuevo siglo, no se puede considerar que los tributos deben ser estructurados y vistos desde
un ángulo del efecto recaudatorio, sin otras escasas connotaciones que la faz recaudatoria, y
sin tener de forma especial las distintas funciones que la tributación tiene en el cuadro global
de accionar económico de los agentes.
Estamos peavisando que se necesitan renovarlas políticas del contexto legal tributario, bajo
los principios que gobiernan las finanzas públicas y los verdaderos interese poblacionales,
dado que estos últimos no se contraponen a los objetivos macro de dichas finanzas.
Felizmente ello ya no acontece, y tal renovación representa una innovación digna, donde los
tributos ambientales tienen un rol significativo a cumplir, tal como ocurre en países de
arraigado control tributario, claro pues en nuestro ordenamiento resulta muy difícil su
aplicación.
En ese sentido la innovación en cuestión es mostrar la necesidad de la intervención de la
política estatal via instrumental tributario en el control ambiental de la población en razón de
las extremidades que ella genera, atendiendo a que la polución impone costos a los restantes
miembros de la sociedad que no intervienen en su generación.
Por lo cual el punto central del análisis relacionado en los tributos ambientales consiste en
predeterminar que cierto bienestar es considerado indeseable desde el punto de vista de la
contaminación ambientales y que clases de impuestos o gastos fiscales ayudan a su solución.
Considerando lo que antecede, la doctrina apela a instrumentos económicos, tanto medidas
disuasorias como estimuladoras, entre los cuales se incluyen mecanismo de marcado,
incidiendo en los costos y ventajas de las diferentes líneas de conducta del agente económicos
y en especial el arsenal tributario
Cabe resaltar que este tipo de tributos se distinguen de los demás, porque para actos
productivos de comportamiento productor o consumidor, es decir la contaminación haciendo
abstracción de la renta o beneficios.
Por ello en las medidas disuasorias típicas se encuentran las tasas en combustible en función
de su incidencia contaminadora o sobre determinadas actividades extractivas, asi un ejemplo
son los tributos o recargos fiscales de carácter finalista cuyo destino tiene por objeto financiar
instalación q delimiten o eliminen la contaminación.
Por ende, si no existiera la susodicha intervención estatal, la polución ambiental afectara
tanto a los sujetos que la producen como a los quienes deben de soportar de forma pasiva.
Consecuentemente, desde un punto de vista económico, el verdadero objetivo de la política
de preservación ambiental tiene por finalidad objetiva que los costos externos que producen
el fenómeno ambiental sean cargados de la cuenta de lo que lo producen o causan el daño al
ecosistema.
Sobre la base de lo que antecede, Ardant acertó al pronosticar el año 1972 que la imposición
sobre los procesos contaminantes seria uno de los capítulos más importantes de la legislación
fiscal a venir y que ello actuaría como una revolución tributaria.
Por su parte Herbert es más ambicioso aun, visto que su teoría contempla la utilización de
instrumentos fiscales internacionales para ayudar a conseguir la utilización eficiente de los
recursos medioambientales internacionales, prestando especial protección a la atmosfera del
globo terrestre.
Cabe recordar a modo de énfasis, que en la última década muchas de las reformas fiscales,
han tendió por objeto el uso del sistema fiscal para otros propósitos que la mera capacitación
de ingresos, donde prima facie podría decirse que entro en discusión el principio de la
neutralidad de imposición, había cuenta que se esta utilizando el tema fiscal para proveer
incentivos tendientes a preservar el medio ambiente.
´Por ello, vamos a anticipar que nos entramos introduciendo en un sistema impositivo dentro
de un mundo cambiante donde el bienestar poblacional tiene significativa importancia.
Prueba de lo referido se observa que la gran mayoría que los países desarrollados, ya han
adoptado la legislación impositiva, incluso con incentivos de contenido medioambiental.
Por razones expuestas, en nuestro país será muy difícil incorporar los tributos
medioambientales, pero no imposible. Consideramos que los agente que producen
contaminación ambiental deben pagar por los costos que generan, Dichos cotos no solo son
económicos sino de diversa índole, como las afecciones a la salud de las personas y la
irreparable depredación de recursos naturales, y como sabemos, por mas que se determinen
un costo, no se podrá reparar el daño producido.
En esa línea de prevención por medios impositivos es la mejor herramienta para proteger el
medio ambiente. Por ello, lo que ya esta contaminado debemos recuperarlo y lo que aun no
esta, debemos protegerlo mediante tributos ambientales que tienen fines esxtrafiscales.
Por tal motivo se sugiere tener presente una tipología no es un fin en si mismo en el
ordenamiento de los sistemas fiscales, como bien lo alerta Baltrame, sino que corresponde
meritar la realidad de la evolución de la extrafiscalidad, puesto que por dicha senda se podrán
obtener las características básicas de cada supuesto tributario.
Bajo esta premisa concertando con Hugles y Heal parce necesario debatir si se busca el efecto
extrafiscal sobre las rentas, gastos o fonación de capital, esto es, si su base o finalidad ser
apreciada en relación existente entre la imposición al ahorro y al gasto, o a la intensidad
basada en la progresividad o despogresividad del tributo.
Criterios para el diseño de tributos ambientales y beneficios tributarios
Para diseñar tributos medioambientales y beneficios tributarios, se pueden considerar
diversos criterios de imposición, como los siguientes:
 Han de recaer sobre actividades contaminantes (atmosfera, agua, residuos, ruido, etc.)
Identificando a los sujetos pasivos que soportaran el pago del tributo ambiental.
 No debería utilizarse regímenes de estimación objetiva (presunciones) sino reales,
que guarden relación con el método económico que permite determinar la existencia
del método económico producido y afectador del ambiente.
 Utilizar incentivos positivos en tributos tradicionales, Por ejemplo: considerar como
gastos deducibles en el impuesto a la renta, la adquisición de bienes o servicios que
impliquen la utilización de tecnologías limpias, o establecer una amortización
acelerada, entre otros beneficios que impliquen la protección ambiental.
 Participación e información de los agentes económicos en la primera etapa de la
incorporación de tributos ambientales. A fin de evitar conflictos y una contaminación
insostenible del medio ambiente.
 Identificar los elementos del tributo a crear, a efectos de cumplir con los principios
ambientales, como el principio contaminador- pagador, y tributarios como los de
legalidad, reserva de ley igualdad entre otros.
1.6.Contaminación ambiental y economía ambiental
Contaminación ambiental Como bien define Carlos Westreicher, “la contaminación
ambiental se provoca cuando la persona humana añade en el ambiente, directa o
indirectamente, elementos biológicos, físicos y químicos o una mescla de los mismos,
proporciones que exceden los topes permisibles o se mantienen por un periodo
variando el estado inicial de los bienes naturales, con consecuencias perjudiciales o
dañinas para la naturaleza, la salud o las propias cualidades de la naturaleza.
Definición que se ajusta a la adoptada por el Ministerio del Ambiente (MINAM) dado
que una de las razones por las que nuestro entorno natural deja de ser saludable es en
gran medida por la contaminación ambiental de dichos agentes contaminantes que
exceden los límites máximos permisibles o se incumplen los estándares de calidad
ambiental, como consecuencia surgen efectos que se manifiestan en la modificación
de algunos hábitats ; produciendo y extendiendo las enfermedades y muerte masiva
de seres vivos y en determinadas ocasiones causando la desaparición de especies
animales y vegetales, en resumen, la degradación de la calidad de vida afectara el uso
y goce de un ambiente equilibrado.
1.7.Límites de la Fiscalidad Ambiental
De la misma manera que para la implementación de un tributo clásico, los tributos
ambientales se encuentran enmarcados bajo ciertos límites, que son principios
constitucionales pues el Estado en el ejercicio del IUS IMPERIUN o potestad
tributaria no debería vulnerar dichos principios.
De forma que Pisfil Flores nos menciona que: “En la actualidad jurídica, podemos
observar que nuestro país, se encuentra guiado, custodiado y protegido bajo el
régimen de un estado constitucional democrático de derecho dentro de las cuales se
pueden extraer los principios que regulan el derecho tributario, conocidos como
principios operativos, porque son aquellos que regulan de manera directa las
relaciones intersubjetivas de los operadores del derecho tributario que contiene las
normas y principios relativos a la relación jurídica tributaria cuyo vinculo es entre el
contribuyente ( sujeto pasivo) con el estado( sujeto activo) que deben someter su
conducta a la constitución”
De modo que para Fritz Neumark citado por Pisfil Flores califica a los principios
constitucionales como: “postulados, cánones, rules, reglas o máximas, preceptos del
“DEBER SER” que se formulan con el fin de lograr la realización de determinados
objetivos ya sean de naturaleza teórica o práctica, los cuales tienen como base 68
nociones de justicia y equidad, es justamente a través de ellos que en materia tributaria
se busca el reparto justo de la carga tributaria y que su aplicación se brinde como
pilares de las instituciones jurídicas tributarias en la sociedad”
Es así que el Estado en el ejercicio de crear tributos debe respetar dichos principios
con el fin de garantizar que el deber de contribuir se encuentre enmarcado en un
reparto justo de la carga tributaria en base a las nociones de justicia y equidad.
Es por ello que la fiscalidad ambiental también se encuentra sujeta a límites jurídicos
constitucionales contemplados en nuestra carta magna que para efectos de incorporar
un tributo ambiental, estos deberán ser respetados los cuales detallaremos a
continuación.
1.7.1. El Principio de Capacidad Económica
El principio de capacidad económica es el principal y más importante límite para la
imposición de tributos ambientales, de ahí que la fiscalidad ambiental que tiene como
fin la protección del medio ambiente mediante el actuar del deber de contribuir debe
respetar la exigencia de justicia establecida por el principio de capacidad económica
como un principio de justicia tributaria.
Cristóbal Borrero nos da una precisa explicación al respecto en donde:
“La actuación del deber contribuir conforme a las exigencias del principio de
capacidad económica exige la conexión del tributo con manifestaciones de fuerza
económica. Este exige la conexión del tributo con actos, hechos o situaciones que
denoten objetivamente fuerza económica en el sujeto pasivo. Estas manifestaciones
de fuerza económica deben expresarse en el hecho imponible del tributo. Esta
configuración jurídica del principio de capacidad económica, como fuerza
económica, fuente de toda imposición, impuesta por la exigencias de la lógica,
desempeña una función garantista del derecho del 69 ciudadano a no ser obligado a
contribuir al sostenimiento de los gastos públicos por encima de sus posibilidades
económicas”
Del mismo modo Borrero nos dice que: “el principio de capacidad económica tiene
otras proyecciones; una de ella viene referida a la imposibilidad de que el tributo agote
la riqueza imponible sobre la que recae. Esta situación viene repudiada, también, por
el principio de no confiscatoriedad”
Desde luego, para el establecimiento de un tributo ambiental se debe configurar
dentro la estructura jurídica el respeto al principio de capacidad económica
articulando la conexión del hecho imponible en una manifestación de fuerza
económica por parte del sujeto pasivo para que el principio no quede vulnerado.
1.7.2. Principio de no Confiscatoriedad
El principio de no confiscatoriedad es un principio complementario al
principio de capacidad económico ya que este principio rige el máximo
imponible al momento de incorporar un tributo pues se busca que dicho tributo
sea justo pero no excedido en términos de carga fiscal.
En palabras de Carmen del Pilar Robles Moreno nos aclara que: “Por este
principio los tributos no pueden exceder la capacidad contributiva del
contribuyente pues se convertirían en confiscatorios. […]Lo que tenemos que
aprender a diferenciar es cuanto lo tributario está llegando al límite, de tal
manera que no cruce la línea a lo confiscatorio. El principio de No
Confiscatoriedad defiende básicamente el derecho a la propiedad, ya que el
legislador no puede utilizar el mecanismo de la tributación para apropiarse
indirectamente de los bienes de los contribuyentes”.
Juan Velásquez citado por Carmen del Pilar Robles Moreno nos precisa que:
“Este principio tiene una íntima conexión con el derecho fundamental a la
propiedad pues en muchos casos, ya tratándose de tributos con una tasa
irrazonable o de una excesiva presión tributaria, los tributos devienen en
confiscatorios cuando limitan o restringen el derecho de propiedad pues para
poder hacer frente a las obligaciones tributarias ante el Fisco el contribuyente
se debe desprender de su propiedad.
De ahí que Villegas citado por Carmen del Pilar Robles Moreno nos sostiene
que: “La confiscatoriedad existe porque el Estado se apropia indebidamente
de los bienes de los contribuyentes, al aplicar un gravamen en el cual el monto
llega a extremos insoportables, desbordando así la capacidad contributiva de
la persona, vulnerando por esa vía indirecta la propiedad privada e
impidiéndole ejercer su actividad”.
De lo argumentando por diversos autores se puede afirmar que la fiscalidad
ambiental, que tiene como objetivo generar incentivos para conseguir
conductas ambientalmente responsables y de tal modo conseguir la reducción
de la contaminación ambiental para obtener un ambiente sano y saludable para
la sociedad, no debe transgredir este principio ya que se podría considerar el
tributo ambiental injusto que podría acarrear desventajas económicas frente a
la competitividad de las empresas sujeto del impuesto en un mundo
globalizado.
Por ello es importante por rescatar que una medida impositiva de esta
naturaleza debe tener cuantía razonable y conectada a la gravedad del
perjuicio ambiental generada por los agentes económicos. Es importante
acotar que un tributo ambiental debe ir acompañado de medida fiscales
complementarias como el establecimiento de beneficios tributarios,
exenciones, subsidios y otros métodos para no quitar competitividad
económica a las empresas en nuestro país.
1.7.3. Principio De Contaminador – Pagador
El Principio Contaminador – Pagador es el principio eje de los tributos
ambientales, no obstante, este se enmarca dentro de otros principios siendo
estos complementarios. Es así que el Principio de Justicia y el Principio del
Deber de Contribuir son compatibles con el Principio de Contaminador –
Pagador que deberá siempre estar anexados a estos para no contravenir la
finalidad de los tributos ambientales que es preservar el medio ambiente.
De ahí que el Principio de Justicia se manifiesta cuando un sujeto
contaminador genera un impacto negativo al medio ambiente, siendo justo
quien ocasiono el agravio sea quien deba asumir la responsabilidad y no
transferirlo a terceros, es por ello es justo que este sujeto debe asumir el costo
para resarcir el daño ocasionado. Asimismo el Principio del Deber de
Contribuir se articula cuando el sujeto contaminador asuma su
responsabilidad, compensando el perjuicio 72 generado mediante el pago de
un monto dinerario o especie para así restaurar el daño que este ocasiono.
En ese sentido, se puede precisar que el principio Contaminador –Pagador se
encuentra enlazado con otros principios con el objetivo de preservar el medio
ambiente. De ahí que para Borrero el principio Contaminador – Pagador es el:
“ el criterio fundamental de ordenación de los tributos ambientales impone en
sus exigencias de justicia a la hora de configurarlos ya que el principio “quien
contamina paga” no es un principio absoluto, ni siquiera en el marco tributario
ambiental se ha revelado como un criterio de justicia importante
Para resumir lo mencionado líneas arribas podemos deslindar que el Principio
Contaminador – Pagador viene articulado con el Principio de Justicia y el
Principio del Deber de Contribuir que permitirá que las translaciones de los
costes de preservación del medio ambiente sean a los sujetos contaminadores
y no a la colectividad que no genero el daño, materializando así un sistema
tributario justo. En adición Borrero (1999, p.100) nos aclara así mismo que
los tributos ambientales no deben ser entendidos como mecanismos de
carácter sancionador sino por el contrario deben verse como mecanismos
desincentivadores de conductas ambientalmente irresponsables, siendo
basados estos con el principio de Contaminador – Pagador.
1.7.4. Exención Tributaria
Por otra parte al momento de configurar dentro del marco tributario un tributo
ambiental debemos reforzarlas con medidas complementarios como
incentivos o exenciones tributarias que permitan que los sujetos
contaminadores cambien sus conductas, para ello será importante que al
momento de articular dichas exenciones deban cumplir ciertas características.
Es así que Borrero nos menciona que estos deben: “recoger como presupuesto
de hecho un comportamiento dirigido a preservar al medio. Además esta debe
suponer para el sujeto responsable de la degradación ambiental la asunción de
partes de los costes que conlleva la preservación del medio sería el caso que
el establecimiento de exenciones tributarias favorezcan la inversión en bienes
y procesos productivos dirigidos a mejorar la relación de la actividad
económicas con el medio
De manera que para poder establecer exenciones debemos considerar lo que
nos hace hincapié Borrero, que estos debe conducir a generar conductas
ambientalmente responsable en donde se verifique la intención de cambiar sus
conductas asumiendo costes para generar tal cambio. Precisando el ejemplo
mencionados diremos que el Estado debería articular una exención o incentivo
tributario como la depreciación acelerada en activos en tecnología limpia para
que el potencial sujeto contaminador pueda deducir un mayor gasto a efectos
del impuesto a la Renta consiguiendo así estimular el cambio de medios de
producción con tecnología armónica con el medio ambiente.
Es por eso que la articulación de exenciones tributarias que contravienen lo
dicho y no generen o estimulen comportamientos responsables con el medio
ambiente serán medidas poco efectivas y contra vinientes con el principios de
Contaminador – Pagador cuyo principio es eje fundamental para la eficacia de
los tributos ambientales.
1.8.Métodos indirectos: Derecho tributario
Yacolca nos explica que ante la poca efectividad de los métodos directos que buscan
mermar la contaminación ambiental fue necesario aplicar otros métodos que el
derecho nos proporcionaba, es así que entramos al Derecho tributario como medio
más idóneo para el fin mencionado. Por esa razón los métodos indirectos son
instrumentos jurídicos más mediático ya que no persiguen meramente reducir los
niveles de contaminación, sino que por su naturaleza jurídica permite al agente
contaminador dar libertad para elegir y actuar a sabiendas que la consecuencias que
genere serán de absoluta responsabilidad del particular, resarciendo así el perjuicio
ocasionado. Es así que vamos ingresando al campo del derecho tributario enlazados
en el “principios de justicia”, “principio del deber de contribuir” y en el principio eje
que es el “principio contaminador – pagador”.
1.8.1. De carácter positivo: Elementos ambientales
Los métodos indirectos de carácter positivo son instrumentos jurídicos que
tienen como objetivo motivar al particular a que evite el daño ambiental
otorgándole una ayuda por parte del Estado para hacer más ligera su carga
económica. De ahí que Daniel Yacolca nos realiza una somera explicación
sobre estos instrumentos jurídicos:
“Se centran en auxilios financieros para el contaminador, enmarcados en el
ámbito de la actividad financiera del sector público, que se encarga de
regularlos y distribuirlos, entrando de lleno en la materia propia del Derecho
tributario.
En esa perspectiva, estas medidas de fomento las podemos dividir en dos
grupos, en razón de su conexión con la esfera del gasto o de los ingresos
públicos; así tenemos:
Medidas de fomento en el gasto público:
Las ayudas y subvenciones públicas se sitúan las ayudas y subvenciones públicas que se
conceden a las empresas o particulares para que afronten los costes inherentes a la
descontaminación. La subvención o ayuda pública se diseñaría en proporción al descenso de
la cuantía de polución de una actividad determinada, por medio de una cantidad por unidad
de contaminación reducida, con lo que el estado de control y vigilancia de los índices de
contaminación adquiere un tinte fundamental, de modo similar a lo que predicamos para los
medios inmediatos. De este modo, el beneficiario tendría que cumplir con las condiciones
específicas que se arbitren para poder disfrutar de ella, circunstancia que motiva la
realización de una conducta provechosa para el medio ambiente. Sin embargo, un exceso en
la utilización de esta medida provocaría una sobrefinanciación, que impedía una correcta
motivación de los sujetos contaminadores, pudiéndose enmascarar bajo la justificación
ambiental todo tipo de ayudas económicas en favor de determinados sectores. En tal medida,
en países en vía de desarrollo y con una alta generación de corrupción sería incluso
perjudicial en todo sentido. Por lo cual aplicarlo en nuestro país es por el momento inviable,
claro está que se puede incorporar en un largo plazo.
Medidas de fomento en los ingresos públicos:
Beneficios fiscales como medidas tributarias.
En la misma línea, dentro de los incentivos de carácter positivo, se sitúan las medidas
tributarias, con lo que pasamos al campo de los ingresos públicos, constituidas
principalmente por los beneficios fiscales y tributarios.
a) Exenciones en los tributos sobre la propiedad y la renta y deducciones aplicables en
algunos tributos.
Estos instrumentos se concretan primordialmente las diferentes exenciones establecidas en
los tributos sobre la propiedad o la renta; en este sentido, no se sometería a gravamen la
titularidad de ciertos bienes que contribuyan a salvaguardar la naturaleza, en los tributos que
inciden sobre el patrimonio, o la riqueza que de ellos se deviene, en los relativos al
rendimiento obtenido.
En íntima relación con el anterior se encontraría las deducciones aplicables en algunos
tributos por la adquisición o renovación de tecnología, maquinaria o instalaciones que
protejan el medio ambiente.
Con ello se motiva su aplicación y se evita el exceso de carga económica para el comprador
de los mismos, que por lo general será un empresario (persona física o jurídica); de este modo
se contribuiría de forma especial al cumplimiento del segundo de los tipos de controles
directos a que hemos 52 aludido: La consecución de procesos productivos y tecnológicos
respetuosas con la naturaleza.
No obstante, también podrían arbitrarse medidas a favor de aquellos particulares no
empresarios, en función de determinadas políticas “ambientales, como sucedería en
supuestos de cambio en los sistemas de acción, venta de propiedades con fines de
consolidación de zonas verdes, etc., aunque estas finalidades también podrían alcanzarse por
medio de un sistema de subvenciones o ayudas públicas bien evaluadas y debidamente
reglamentadas. La aplicación de estas medidas si podría ser viable en nuestro país, porque se
encuentra directamente vinculado con las inversiones en nuevas tecnologías limpias que
buscan la protección del medio ambiente.

b) Rebajas en el tipo de gravamen aplicable a los tributos.


En este punto, se puede señalar otra variante de los beneficios fiscales, que está constituida
por la rebaja en el tipo de gravamen aplicable a los tributos que recaen sobre el consumo de
los bienes pro ambiental, incitando al adquiriente a discriminar entre los productos ecológicos
o no, medida que, posteriormente, se reduce a la figura de la exención o a la reducción en los
elementos de cuantificación de los tributos. Esta medida también es sugerente para su
aplicación en nuestro país, puesto que se puede direccionar el mercado ene le sentido de que
las empresas comercialicen productos que no contaminen el ambiente, así como incentivar a
que se generen bienes alternativos o sustitutos de aquellos que por su naturaleza son
contaminantes. Trasladar el coste a fabricante, productor o comerciante, para evitar las
externalidades a priori.
c) Técnicas de amortización.
Se incluyen en este ámbito las diferentes técnicas de amortización que se admiten desde un
punto de vista fiscal, que se encuentran muy próximas a las deducciones por adquisición,
debido a que permiten una mayor dotación anual a los fondos de amortización de los bienes
respetuosos con el medio ambiente, que son susceptibles de ser incluidos entre los gastos
deducibles de sus propietarios en los correspondientes tributos sobre la renta. Con este
método.”
De carácter negativo: tributos ambientales
Los métodos indirectos de carácter negativo son instrumentos jurídicos que tienen como
objetivo suponer una carga o costo para el agente contaminador por la generación de
actividades perjudiciales al medio ambiente. Estos instrumentos jurídicos buscan castigar
actuaciones degradantes al medio ambiente a través de la imposición de tributos que graven
hechos, situaciones o actos que generen un perjuicio ambiental como por ejemplo un
impuesto a la emisión de dióxido de carbono u óxido nitroso.
De ahí que la consecución de los objetivos dependerá de incluir dentro del sistema tributario
de un determinado país una serie de gravámenes que recaería sobre actividades
contaminantes, de manera que genere estímulos para generar un cambio de conductas
contaminantes hacia conductas ambientalmente responsables como por ejemplo usar
procesos productivos con el uso de activos en tecnología limpia y conseguir un ambiente
sano y saludable.
Cabe precisar que estos instrumentos jurídicos cumplen dos principios importantes el
principio de corrección y prevención, y a su vez, se encuentran enmarcado en rol de control
con el principio quien contamina paga generando un estímulo para disminuir la capacidad de
contaminación por parte de los particulares de una sociedad.
2.4.1.3 APRECIACIÓN TEORÉTICA
Después de lo descrito anteriormente, se puede evidenciar que los métodos indirectos son
más apropiados a los métodos directos como medidas para la protección del medio ambiento.
En el cual una diferencia clave entre ambos 54 métodos, es que los métodos indirectos dan
libertad al particular para elegir y ver su mejor opción para su interés, que no obstante será
responsable de su actuar, y es así que si ocasiona un daño ambiental este tendrá que asumir
ese costo por contaminar, alineándose así al principio contaminador pagador, ya que esos
fondos recaudos servirán para resarcir el perjuicio generado.
De ahí que podemos entender que el Derecho tributario se muestra adecuado para alcanzar
el fin propuesto, pues es evidentemente claro que el instrumento jurídico como mejor opción
de intervención para la lucha contra el cambio climático debido a su naturaleza jurídica es el
tributo ambiental.
Pues los tributos ambientales reducen la contaminación ambiental ejerciendo un rol de
control (el que contamina paga), cumpliendo con el principio de corrección y prevención
pues frente a un daño nace la obligación de reparar y ante el riesgo existe la obligación de
prevenir, por lo tanto este instrumento jurídico es un desestimulo de carácter impositivo para
disminuir la capacidad de contaminación que perseguiría la generación de cambios de
conductas de los agentes económicos como medida de protección al medio ambiente.
Es por eso que para la presente investigación el tributo ambiental es un instrumento jurídico
apto para hacer realidad el propósito de la protección al medio ambiente.
Instrumentos Económicos
Son herramientas que se utilizan en la regulación ambiental que afectan el costo y beneficio,
como ejemplo; en la rentabilidad de procesos o el costo de un producto, por lo que incide en
las decisiones de tanto productores como consumidores.
Como sostiene Buñel (2003) el uso de instrumentos económicos con fines de conservación
ambiental ha sido sugerido por los economistas como el remedio más eficaz para abordar
problemas medioambientales.
Estos instrumentos son la intromisión del Estado en la economía para regenerar el medio
ambiente, por un lado, la estructura de los precios y competitividad de las empresas y por
otro lado en los productores y consumidores intentando generar en ellos conciencia ambiental
para que modifiquen sus conductas negativas.
Los instrumentos económicos deben ser usados como mecanismos de precios para obtener
objetivos normativos. En el ámbito vehicular estos instrumentos tienen sus ventajas. Como
nos dice Breithaupt (2006):
Produce ganancias que pueden ser empleados en el medio ambiente. Políticas de estímulo,
pueden ayudar a rebajar la demanda de transporte y reemplazarla a favor del transporte
público. Son maleable, es decir las empresas pueden adaptarse de mejor manera que a las
cargas que establecen las regulaciones.
Animosidad publica al inicio, por lo general los ciudadanos tienen una reacción negativa a
este nuevo tipo de cargas. Duda respecto de cuánto tiempo le tomara a la sociedad reaccionar
y empezar a tomar conciencia de su consumo y contaminación. Ganancias variables,
debido a que dependen de la decisión de los agentes contaminadores, el ingreso no será
normal, ni estable pues su base es endeble. La mejora en el objetivo ambiental genera la
disminución en el ingreso.
Hacia una Reforma Tributaria Integral Es importante destacar, la necesidad de una reforma
tributaria, claro está que esto conlleva a una fiscalización del aspecto medio ambiental, en
donde se pueda descubrir a las personas que dentro de una entidad dirigen sus proceder en
actividades contaminantes, y por consiguiente tenemos que los que arrojan los desperdicios
de los residuos que están vinculados con lo biológico generan una contaminación muy
delicada en la población, y con ello podemos hablar de los economistas que hablan de este
tema a razón del optimum social, que no puede ser alcanzado por el tema de coacción, sino
en razón de la intervención del estado en la creación de los impuestos a lo indicado como
polución que viene a ser la contaminación de residuos biológicos. Por tales circunstancias,
se produce un cambio cualitativo en la naturaleza de estos perjuicios, especialmente una
desaparición de la contaminación orgánica, biodegradable, en beneficio de una
contaminación química, más difícil de eliminar, como en el caso de los plásticos, detergentes,
pesticidas, etcétera. Empero, para adentrarse en el análisis de la imposición medioambiental
que proteja de aquellos perjuicios, se deben ponderar algunas consideraciones básicas, como
el alza de costos por la imposición ambiental, que puede perjudicar la competitividad
internacional de 34 un país determinado, en comparación de sus negocios con otros países
que no aplican políticas tributarias de protección del medio ambiente, entre otros temas
puntuales.
2.3.3.- Conformación Del Tributo Ambiental
La importancia de una correspondiente esquema de tributación ambiental de vinculación
constitucional, a razón de las políticas establecidas por los estados en bienestar de la
comunidad o sociedad en general, se ha distorsionado por los empresarios ya que ellos lo que
buscan generar siempre una mayor rentabilidad en su actividad de capitales dejando de lado
el aspecto de la conciencia del daño ambiental, es por ello que se ha generado toda una
controversia en la generación de rentas y el cuidado de los recursos naturales, que implique
una armonía en nuestra sociedad, de lo cual es importante tener presente la creación de
conciencia en esta finalidad.
La construcción del tributo ambiental posee fases las cuales la primordial es definir las
normas marco y los diferentes mecanismos a utilizar como "tributo medioambiental" y
concretar su diseño, es decir, que su definición este indexada en sentido más amplio de las "
prestaciones pecuniarias reguladas por el Derecho Público como los impuestos, tasas,
contribuciones especiales y los tributos especiales medios directos o indirectamente de la
política ambiental. En este ámbito hay que incluir también los beneficios fiscales y otras
medidas desgravarías de carácter fiscal"
Además en la formulación de los impuestos ambientales es necesario tener muy en cuenta
el objetivo que se quiere lograr para escoger el ámbito de aplicación se debe hacerse con un
orden de prioridades adecuado (incentivación–reestructuración –recaudación), no debe
descuidarse la inclusión de todos los elementos “teóricos” del tributo óptimo. También el
diseño de los elementos de control que deben emplearse para medir la efectividad de su
implantación y evitar su evasión.
35 Según GAGO,A – ALVAREZ,J.C. (1.995); Es tratar los tributos ambientales en una
adecuada clasificación que necesariamente vincule el aspecto político de los tributos
ambientales en el aspecto de económico y social, sus principales objetivos programáticos
son:
• Tasas de cobertura, creadas para cubrir los costes de los servicios ambientales y de las
medidas de control de la contaminación, como el tratamiento de aguas (tasas de usuario) y
que pueden utilizarse para gastos ambientales conexos (tasas identificadas); con lo cual se
genera
• Impuestos incentivo, creados para cambiar el comportamiento de los productores y/o
consumidores;
• Impuestos ambientales de finalidad fiscal, creadas principalmente para aumentar la
recaudación.
Los planteamientos anteriores y las doctrinas tributarias recomiendan que el tributo debe
estipular “el hecho imponible, el sujeto pasivo, la base imponible, el tipo de gravamen, las
exenciones totales o parciales, deben presentar una estructura lógica que atienda al propósito
extra fiscal y fiscal de que se trate", siendo la manera más apropiada para viabilidad del
proyecto de un sistema tributario ambiental que contenga tributos óptimos. Por último la
importancia de generar un tributo ecológico de también establecerse a través de su
importancia en nuestra sociedad a razón de la defensa del medio ambiente teniendo presente
su base de sustento; toda vez que si la finalidad es gravar esto repercutiría en las empresas
que necesitan invertir y generar empleo en nuestra población, con lo que se busca siempre
una armonía general del tributo en razón de algo justo para nuestra sociedad con lo que se
establece una adecuada vida en una ambiente sano. Pero existe un punto de saturación más
allá del cual tendrá lugar un alto grado de aversión tributaria y cualquier iniciativa para elevar
los ingresos tributarios fracasará (Blanca lozano Cutanda, “Derecho ambiental
administrativo” 9na edición, P. 409).
La controversia entre el gobierno, los ecologistas y los sectores empresariales si debe existir
o no, un sistema tributario ambiental que contemple tributos ecológicos es una discusión
clásicamente controvertida en la doctrina jurídica y económica de los países también es una
36 cuestión que repercute, ya que es exigencias del mundo globalizado por la interrelación
del derecho con las otras áreas del saber y las responsabilidades de las empresas se han
extendido en el ámbito social y ambiental. Como son los temas en costos ambientales, los
balances sociales y ecológicos que algunas empresas preparan.

La tributación ambiental en el Perú


La implementación de tributos ambientales, o también conocidos como ecotributos no
es nueva. Ya se había mencionado en puntos anteriores que la tendencia 55 mundial por
una mayor preocupación por el sostenimiento del medio ambiente y el impacto que tienen
las actividades humanas sobre el mismo, ya se viene dando, por lo menos, a partir de la
segunda mitad del siglo 20, y expresado ya en instrumentos internacionales como los
principios relacionados al desarrollo sostenible de la Declaración de Rio de 1992.
Así, la idea de instituir impuestos y tasas ambientales con la finalidad de disuadir y
orientar las conductas de aquellos que consumen productos contaminantes es una
preocupación actual de los países industrializados, lo cual, evidentemente, genera un
interés de los expertos en dicha materia (Borrero Moro, 1999)
Tal como lo sostiene Fernando Serrano Antón, “los tributos ecológicos son
probablemente el medio más apropiado para la implantación del principio “quien
contamina paga” (el cual desarrollaremos más adelante), ya que incorporan el coste
ecológico en el precio de un bien o de un servicio, lo cual conlleva un efecto orientador
a los productores y/o consumidores para que tengan un comportamiento más eficiente
desde el punto de vista ambiental” (Serrano, 1999: 11).
Que de lo mencionado, se desprende que los tributos no solo tienen una finalidad
recaudatoria que es natural de sí mismos, sino que, excepcionalmente, pueden conllevar
a fines distintos, los denominados extrafiscales, es decir, aquellos distintos a la
recaudación de recursos por parte del Estado para el cumplimiento de sus funciones, entre
ellas, la satisfacción de las necesidades públicas.
Al respecto, el Tribunal Constitucional peruano ya ha confirmado dicha postura en senda
jurisprudencia, tal como la N° 06089-2006-PA/TC, mediante la cual, precisa lo siguiente
“(…)De ello puede afirmarse que siendo la función principal del tributo la recaudadora –
entendida no como fin en sí mismo sino antes bien como medio para financiar
necesidades sociales- pueda admitirse que en circunstancias excepcionales y justificadas
para el logro de otras finalidades constitucionales, esta figura sea utilizada con un
extrafiscal o ajeno a la mera recaudación, cuestión que, indiscutiblemente, no 56 debe ser
óbice para quedar exenta de la observancia de los principios constitucionales que rigen
la potestad tributaria”.
Asimismo, resulta interesante las posiciones en el derecho comparado, como el esbozado
por el Tribunal Constitucional Español mediante Sentencia N° 37/1987, mediante la cual,
expresa lo siguiente: “(…)Es cierto que la función extrafiscal del sistema tributario estatal
no aparece explícitamente reconocida en la Constitución, pero dicha función puede
derivarse directamente de aquellos preceptos constitucionales en los que se establecen
principios rectores de política social y económica, dado que tanto el sistema tributario en
su conjunto como cada figura tributaria concreta forman parte de los instrumentos de que
dispone el Estado para la consecución de los fines económicos y sociales
constitucionalmente ordenados (…)”.
Por tanto, a partir de lo desarrollado en las líneas precedentes, y del criterio esbozado por
nuestro Tribunal Constitucional, queda claro que todo tributo debe respetar los principios
como los ya mencionados, como de legalidad, reserva de ley, no confiscatoriedad y el
respeto a los derechos fundamentales. Y es precisamente, este último principio
constitucional, el que puede dar sustento a un distinto fin al recaudatorio de un tributo,
puesto que el generar recursos a través de imposiciones fiscales es solo un medio que
tiene el estado para satisfacer las necesidades públicas y cumplir con las funciones
inherentes del sector público, no obstante, también el fin de un Estado de Derecho y
Constitucional como el nuestro, es precisamente, la realización de los valores
constitucionales, formando parte de estos los derechos fundamentales de las personas,
como lo son la vida, la salud, el vivir en un ambiente adecuado y equilibrado para el
desarrollo de la vida en comunidad, para lo cual, no solo será válido que el Estado realice
su función recaudadora de recursos para combatir fenómenos como la contaminación,
sino que dicho ius imperium y la potestad tributaria con la cuenta pueda ser direccionada
a proteger directamente dichos valores constitucionales, es decir, que dichas medidas
fiscales tengan un efecto en el cambio de comportamiento de los agentes contaminantes
(productos, actividades económicas nocivas para el ambiente, procesos industriales
contaminantes, etc.).
3.4.1. Principios tributarios ambientales
57 Como bien lo apunta Patón García, a grandes rasgos, podemos identificar dos razones
fundamentales para implementar una política de tributos ambientales; por un lado, por
razones financieras, porque, definitivamente, hay un aporte a las arcas del Estado en
cumplimiento del principio lógico de “quien contamina paga” (el cual lo desarrollaremos
en las siguientes líneas); y por otro lado, porque un tributo ambiental puede resultar un
mecanismo de búsqueda de igualdad real y efectiva, en tanto puede materializar la
distribución equitativa de la renta y riqueza, y alcanzar así objetivos de política
económica y social como es la protección del medio ambiente (Patón, 2016: 59).
Lo precisado en el párrafo anterior tiene su lógica en determinadas directrices (criterios
generalmente aceptados) que sustentan la necesidad de los tributos ambientales o
ecológicos, que si bien, pueden conllevar más un fin extrafiscal, en realidad no dejan de
tener, aunque sea mínimamente, un sesgo recaudatorio. Así, como lo cita Bokobo Moiche
(Bokobo Moiche, 2000), se tiene grandes principios rectores tales como:
A. Principio de vínculo Aunque parezca obvio, es el principio sobre la base del cual se
impone un tributo ambiental, es decir, como lo menciona la OCDE, tomando en cuenta
la relación entre gravámenes y objetivos ambientales. Evidentemente, “la eficacia del
tributo dependerá en tanto y en cuanto se puede identificar con certeza el daño ambiental
causado, o si dicho gravamen puede ser relacionado a un daño en específico o solo
potencial” (OCDE, 1993: 59).
B. Principio finalista Se refiere al destino de la recaudación de dicha tributo, lo cual es
parte inherente de cualquier instrumento fiscal, y más aún, en los tributos ambientales,
sobre todo, en los impuestos, que es una figura fiscal que no necesariamente conlleva una
relación directa con una actividad estatal, como si lo son las tasas y contribuciones. 58
Así, como lo refiere Embid Embrujo, “el elemento finalista debe estar necesariamente,
de una u otra forma, inserto en la configuración jurídica de la figura tributaria
correspondiente para ésta puede merecer el apelativo de ambiental” (Embid, 1999: 56).
C. Principio de neutralidad Tiene que ver con la eficacia económica, en el sentido que la
recaudación de un tributo ambiental debe significar el menor costo posible para la
economía de un estado en general. Es decir, en principio, dicho tipo de tributo está
destinado a recaudar para que el estado cuente con los recursos para combatir la
contaminación, con lo que, se rompería con el criterio de neutralidad si es que la actividad
de recaudación implique tal nivel de costos para el estado que recauda, que al final, no
queden los ingresos suficientes para cumplir con el objetivo del propio tributo ecológico.
Pues bien, la neutralidad no solamente puede ser entendida desde el punto de vista de
una actividad recaudatoria, ya que, la tendencia de implementar tributos ambientales es
para fines no estrictamente de recaudación, sino de modificación de comportamientos de
los operadores del mercado, de modo que se reorienten a actividades menos
contaminantes del medio ambiente.
Al respecto, es oportuno citar lo expresado por Bokobo Moiche: “En el ámbito ambiental
nos encontramos con cierta contradicción financiera, cuanto mayor sea la eficacia del
impuesto, es decir, cuanto más contribuya su aplicación a limitar la producción y
consumo del bien gravado, menos importantes serán los ingresos provenientes de aquél.
Entonces, podría decirse que los ingresos son inversamente proporcionales a la eficacia
de un impuesto medioambiental en lo referente al cambio de comportamientos. De hecho,
el impuesto es pagado y los ingresos recaudados en la medida en que el bien continúa
siendo producido y consumido” (Bokobo Moiche, 2000: 32).
Asimismo, existen otros principios y/o directrices, que en cierto modo, se pueden
identificar implícitos en varios instrumentos internacionales y en legislaciones 59
nacionales donde sea viable la implementación de tributos ambientales, sin embargo, es
el Tratado de Amsterdam de la Unión Europea donde se citan de manera explícita
principios, sobre la base de los cuales, debe implementarse toda política fiscal ambiental
en la Unión Europea, pero que, en cierto modo, resultan muy ilustrativos y sobre todo,
útiles para considerarlos en legislaciones como la nuestra, que como se verá más adelante,
también ha recogido principios como los que se procede a exponer.
D. Principio de acción preventiva8 Como su nombre lo dice, se refiere a la obligación
por parte de los Estados de prevenir daños ambientales, y no necesariamente evitarlos.
Por lo tanto, es necesario detener la eliminación de substancias tóxicas en cantidades o
en concentración que excedan la capacidad de degradación del medio ambiente, a fin de
garantizar que no se causarán daños a los ecosistemas9 . Por ende, el accionar debe ser
anticipado a cualquier efecto contaminante, y no esperar cuando el daño ya esté hecho.
Así entonces, los tributos ambientales se aplican sobre dichas actividades que generan
un efecto negativo en el ambiente. Asimismo, como lo sostiene Bokobo Moiche,
mediante dichos instrumentos fiscales, “se tiende a incrementar el conjunto de medidas
y mecanismos de control tanto en las emisiones de contaminantes, vertidos tóxicos,
procesos de producción, como en diseños industriales acordes a la exigencias
ambientales” (Bokobo Moiche, 2000: 109).
E. Principio de corrección en la fuente10 Este principio tiene relación directa con el
anterior, en el sentido que la actuación en la lucha contaminación, desde el punto de vista
de la tributación ambiental, debe realizarse, prioritariamente, de manera ex ante, y no ex
post, es decir, incidir en el origen del problema, de aquel comportamiento o actividad
potencialmente perjudicial para el medio ambiente, y no esperar a que se haya dado un
daño ya prácticamente irreversible.
F. Principio de quien contamina paga 11 Posiblemente, sea este el principal principio que
pueda motivar una política fiscal ambiental, específicamente, en la imposición de
impuestos ambientales o ecológicos.
Como lo sostiene Patón García, “la tributación ambiental actúa como un mecanismo de
internalización de los perjuicios externos derivados de la actividad económica del sujeto”
(Patón Garcia, 2017: 3).
Por tanto, cuando un particular realiza una actividad que tenga un efecto nocivo para el
medio ambiente, tiene dos posibilidades, o que dicha actividad la realice para satisfacer
sus necesidades (adquiriendo productos para sí mismos o realizando actividades
económicas, empresariales, industriales, etc.), o que realice dicha actividad por el solo
propósito de contaminar. Es claro que en el segundo caso, una medida directa sería aplicar
una sanción, ya sea administrativa o penal; sin embargo, en la primera posibilidad, se
parte del hecho de que el entorno (ambiente) siempre se verá afectado, en menor o mayor
medida para cualquier actividad humana, por tanto, si la misma está destinada a la
satisfacción de necesidades, entonces quien realice dicha actividad, así como quien
obtiene beneficios, pues también debe asumir los costos de ello, no solo aquellos propios
de la actividad (operativos, financieros, etc.), sino aquellos que influyan negativamente
en su entorno, el cual es compartido con la colectividad, por tanto debe asumir los efectos
contaminantes que tiene su actividad en el ambiente, y en virtud a ello, asumir las
consecuencias económicas de ello, por ejemplo, a través de un impuesto.
G. Principio de precaución El mismo se puede identificar en el principio 15 de la
Declaración de Rio sobre el Medio Ambiente y Desarrollo, y está relacionado al de
prevención, pero se podría decir que formula un criterio más anticipado para la
imposición de un tributo ambiental, es decir, que no se requiere, necesariamente, una base
científica sobre los efectos contaminantes de una determinada actividad para tomar
medidas de freno como lo sería imponer un impuesto ecológico. Al respecto, es pertinente
citar, literalmente, el texto del mencionado principio 15:
“Con el fin de proteger el medio ambiente, los Estados deberán aplicar ampliamente el
criterio de precaución conforme a sus capacidades. Cuando haya peligro de daño grave o
irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para
postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costos para impedir la
degradación del medio ambiente”.
3.4.2.1. Sustento constitucional
Como antecedente de las preocupaciones por el medio ambiente, en el plano
internacional, es a partir de la primera publicación del Club de Roma «Los límites del
crecimiento», y en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente
celebrada en Estocolmo en el año 1972, que se incrementó la conciencia mundial acerca
de las responsabilidades gubernamentales y de los deberes personales y sociales sobre la
preservación y progreso de la calidad ambiental para las generaciones presentes y futuras.
La Conferencia declaró, formalmente, el derecho humano a un ambiente adecuado para
vivir en dignidad y bienestar y el consecuente deber de protegerlo y mejorarlo.
Posteriormente, la Conferencia de Río en 1992, la Conferencia de Kyoto en 1997, la
Conferencia de Buenos Aires de 1998, la Conferencia de La Haya en el año 2000. Este
interés se ha mostrado en los avances en el ámbito internacional por el contraste de
intereses entre los países en desarrollo y los países desarrollados.
Como bien lo recalca Gonzáles Campos, respecto de que la consideración global del ser
humano lleva a colocar en el centro del derecho al medio ambiente a las generaciones
presentes y futuras a resolver la antinomia entre desarrollo económico y la protección del
medio ambiente. Esta cuestión se abordó ya en el Informe Brundtland de 1987,
proponiéndose su superación a través del concepto de desarrollo sostenible, que ha sido
definido como el desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones futuras para
satisfacer sus propias necesidades. Esta conceptualización se ha impuesto a nivel
internacional y ha sido la inspiradora de los principios enunciados en la Declaración de
Río (Gonzáles Campos, 2003).
En ese sentido, la Constitución peruana ha instituido preceptos importantes no solo
respecto del derecho colectivo que tienen todos los ciudadanos a gozar de un medio
ambiente adecuado, sino también, a reconocer que el desarrollo es necesario 63 pero debe
ser equilibrado. Por ejemplo, a continuación, si cita los más relevantes que se encuentran
expresados en nuestra Carta Magna:
A. Artículo 2° (numeral 22).- Toda persona tiene derecho: A la paz, a la
tranquilidad, al disfrute del tiempo libre y al descanso, así como a gozar de un
ambiente equilibrado y adecuado al desarrollo de su vida.
Como se podrá apreciar, el Estado peruano otorga la calidad de derecho fundamental al
derecho a gozar de un ambiente equilibrado que permita el desarrollo de la vida humana.
Al respecto, el Tribunal Constitucional peruano ha emitido diversas sentencias, mediante
las cuales, analiza el contenido de esta disposición. Entre ellas, se puede citar lo
expresado mediante Expediente N° 0964-2002-AA/TC, en su fundamento jurídico 8:
“(…)Lo que significa que, desde una perspectiva constitucional, se tenga que considerar
al medio ambiente, equilibrado y adecuado, como un componente esencial para el pleno
disfrute de otros derechos igualmente fundamentales reconocidos por la Norma Suprema
y los tratados internacionales en materia de derechos humanos.
A partir de la referencia a un medio ambiente “equilibrado”, este Tribunal considera que
es posible inferir que dentro de su contenido protegido se encuentra el conjunto de bases
naturales de la vida y su calidad, lo que comprende, a su vez, los componentes bióticos,
como la flora y la fauna, y los abióticos, como el agua, el aire o el subsuelo, los
ecosistemas e, incluso, la ecósfera, esto es, la suma de todos los ecosistemas, que son las
comunidades de especies que forman una red de interacciones de orden biológico, físico
y químico”
Asimismo, en el fundamento 9, respecto de la expresión de ambiente adecuado para el
desarrollo de la vida, el Tribunal señala: 64 “(…)
la Constitución no sólo garantiza que el hombre se desarrolle en un medio ambiente
equilibrado, sino también alude a que ese ambiente debe ser “adecuado para el desarrollo
de la vida humana”, lo que se traduce en la obligación del Estado, pero también de los
propios particulares, de mantener las condiciones naturales del ambiente a fin de que el
ser humano viva en condiciones ambientalmente dignas. En efecto, en el Estado
democrático de derecho de nuestro tiempo ya no sólo se trata de garantizar la existencia
de la persona o cualquiera de los demás derechos que en su condición de ser humano le
son reconocidos, sino también de protegerla de los ataques al medio ambiente en el que
esa existencia se desenvuelve, a fin de permitir que su vida se desarrolle en condiciones
ambientales aceptables, pues, como se afirma en el artículo 13 de la Declaración
Americana sobre los derechos de los pueblos indígenas, el “derecho a un medio ambiente
seguro, sano [es] condición necesaria para el goce del derecho a la vida y el bienestar
colectivo”.
Por tanto, queda claro la relevancia que tiene este derecho en el sistema legal peruano,
al ser considerado como un valor constitucional en la categoría de un derecho
fundamental, por tanto, se encuentra en los niveles máximos de protección
constitucional.
B. Artículo 66°.- Los recursos naturales, renovables y no renovables, son
patrimonio de la Nación. El Estado es soberano en su aprovechamiento.
Esto no hay que confundirlo con que el Estado sea dueño de los recursos naturales, sino
que el Estado, en representación de la nación, dispone las reglas necesarias para regular
el otorgamiento de derecho de explotación sobre dichos recursos a los particulares. En
consecuencia, es el Estado quien tiene el poder para implementar medidas de protección
a dichos recursos para lograr el fin de su aprovechamiento de manera razonable, lo cual,
evidentemente, tiene relación con el medio ambiente en el que se realiza dicho
aprovechamiento.
C. Artículo 67°.- El Estado determina la política nacional del ambiente. Promueve
el uso sostenible de sus recursos naturales. 65
Esta disposición viene en relación directa con lo manifestado en el párrafo anterior. Al
respecto, el Tribunal Constitucional peruano establece, mediante Expediente N° 4223-
2006-PA/TC, en su fundamento 24, lo siguiente:
“El artículo 67º de la Constitución establece la obligación ineludible del Estado de
instituir la política nacional del ambiente. Ello implica un conjunto de acciones que el
Estado se compromete a desarrollar o promover, con el fin de preservar y conservar el
ambiente frente a las actividades humanas que pudieran afectarlo. Esta política nacional
–entendida como el conjunto de directivas para la acción orgánica del Estado a favor de
la defensa y conservación del ambiente– debe permitir el desarrollo integral de todas las
generaciones de peruanos que tienen el derecho de gozar de un ambiente adecuado para
el bienestar de su existencia”.
Así entonces, queda claro que parte de esas acciones que el Estado tiene el poder y el
deber de implementar, se encuentran los instrumentos fiscales para coadyuvar a lograr
el fin establecido en el citado artículo 67°.
Pues bien, como se puede apreciar, la Constitución peruana otorga todo el marco para
concluir que el Estado es el encargado por velar por un medio ambiente equilibrado, y
que permita un desarrollo adecuado de los ciudadanos, para lo cual, se podrá valer de los
instrumentos que la propia normativa le permita para cumplir este fin. Así, uno de esos
instrumentos pueden ser los tributos, cuyas facultades también se encuentran normadas
a nivel constitucional.
En atención a ello, respecto de la Potestad Tributaria del Estado, el artículo 74° de la
Constitución peruana señala lo siguiente:
“(…)los tributos se crean, modifican o derogan, o se establece una exoneración,
exclusivamente por ley o decreto legislativo, en caso de delegación de facultades, salvo
los aranceles y tasas, las cuales se regulan mediante Decreto Supremo (…) El Estado, al
ejercer la potestad tributaria, debe respetar los principios de reserva de ley, y los de
igualdad y respeto de los derechos fundamentales de la persona. Ningún tributo puede
tener carácter confiscatorio”.
Por tanto, queda claro que el Estado tiene el poder de imponer tributos a los ciudadanos
para poder cumplir con sus fines y proteger los valores constitucionales que la propia
Carta Magna le ha conferido, entre ello, el resguardo del medio ambiente para un
desarrollo adecuado.
67 3.4.2.2. Sustento legal
Dentro del sistema legal peruano, a nivel de normas con rango de ley, la que regula el
marco general de normas relacionadas con el medio ambiente es la Ley General del
Ambiente – Ley N° 28611, del 13 de octubre del 2005, la cual contiene bases claras para
la implementación de una tributación ambiental.
Como ya se había mencionado en los párrafos anteriores, a nivel de tratados
internacionales, ya sea de manera explícita como implícita, existen determinadas
directrices o principios que marcan la pauta a fin dar sustento a la implementación de
una política fiscal ambiental, ya sea través de gravámenes o incentivos tributarios.
En el caso específico de la mencionada Ley General del Ambiente, se pueden identificar
los siguientes principios:
Articulo V.- Del principio de sostenibilidad
La gestión del ambiente y de sus componentes, así como el ejercicio y la protección de
los derechos que establece la presente Ley, se sustentan en la integración equilibrada de
los aspectos sociales, ambientales y económicos del desarrollo nacional, así como en la
satisfacción de las necesidades de las actuales y futuras generaciones. En este caso, se
ve que lo que expresa este principio es la idea del desarrollo sostenible que se ha
explicado en puntos anteriores.
Artículo VI.-Del principio de prevención
La gestión ambiental tiene como objetivos prioritarios prevenir, vigilar y evitar la
degradación ambiental. Cuando no sea posible eliminar las causas que la generan, se
adoptan las medidas de mitigación, recuperación, restauración o eventual compensación,
que correspondan
Artículo VII.- Del principio precautorio
68 Cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza absoluta no debe
utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces y eficientes para
impedir la degradación del ambiente.
Artículo VIII.- Del principio de internalización de costos
Toda persona natural o jurídica, pública o privada, debe asumir el costo de los riesgos o
daños que genere sobre el ambiente.
El costo de las acciones de prevención, vigilancia, restauración, rehabilitación,
reparación y la eventual compensación, relacionadas con la protección del ambiente y
de sus componentes de los impactos negativos de las actividades humanas debe ser
asumido por los causantes de dichos impactos.
Respecto de este último principio, es claro que el concepto que se esboza es aquel que
corresponde al conocido principio de “quien contamina paga”, mediante el cual, el
agente contaminante debe asumir como costos inherentes a su actividad económica los
efectos nocivos que genera en el medio ambiente. Por tanto, para asumir esos costos, el
agente contaminante puede soportar cargas como las de los tributos ambientales.
Finalmente, respecto de la potestad tributaria que tiene sustento constitucional, para el
caso de la Ley General del Ambiente, se ha dispuesto, expresamente, en su artículo 4°,
que el diseño del marco tributario nacional considera los objetivos de la Política Nacional
Ambiental, promoviendo particularmente, conductas ambientalmente responsables,
modalidades de producción y consumo responsable de bienes y servicios, la
conservación, aprovechamiento sostenible y recuperación de los recursos naturales, así
como el desarrollo y uso de tecnologías apropiadas y de prácticas de producción limpia
en general. Por ende, se ratifica que el Estado puede valerse de instrumentos económicos
como los tributos a fin de proteger el valor constitucional del medio ambiente apropiado
para el desarrollo de los ciudadanos, ya sea obteniendo los recursos necesarios para hacer
frente a la contaminación, como generar cambios en los comportamientos de los agentes
contaminantes hacia actividades más limpias o eco-amigables.
3.5. Incentivos tributarios como instrumentos en la lucha contra la contaminación
Como ya se ha expuesto, el Estado cuenta con las prerrogativas para imponer cargas
tributarias como instrumentos económicos, ya sea con fines recaudatorios, para poder
realizar las acciones necesarias para combatir la contaminación ambiental, o con fines
extrafiscales, que se refiere a que se impone las cargas tributarias para desalentar el uso
de productos o la realización de actividades nocivas para el medio ambiente.
Pues bien, dentro de las medidas tributarias que pueda adoptar un Estado en ese sentido,
se encuentran los incentivos fiscales ambientales, que pueden darse a través de las
exoneraciones, y las que están teniendo mayor acogida en muchas legislaciones, que son
las llamadas deducciones fiscales, a fin de que a cambio de un beneficio en los resultados
económicos de las empresas (mayor gasto reconocido y por tanto menos impuesto a las
ganancias o renta por pagar), estas puedan invertir en equipos más ecológicos o procesos
industriales ambientalmente más eficientes.
Así, tal como lo señala Bokobo Moiche, “estos incentivos fiscales pueden ser eficaces
cuando se trata de acelerar la introducción de equipos “limpios”, y si se 70 estimulan
facilitan la transición crítica hacia el desarrollo sostenible” (Bokobo Moiche, 2000: 128).
Ahora bien, así como en el caso de la imposición de cargas tributarias, que no pueden
aplicarse de manera arbitraria e irrazonable, y siempre respetando los principios de
igualdad y capacidad económica, pues también debe tenerse en cuenta ello para aplicar
incentivos fiscales, sobre todo, porque, al otorgar beneficios a un determinado grupo de
particulares, ello podría tener un cierto riesgo de violar la igualdad entre los
contribuyentes, no obstante, cabe recordar que la igualdad no implica una regulación
exactamente igual a todos los contribuyentes, sino, precisamente, debe haber tratamiento
diferente en aquellas situaciones diferentes que lo ameriten. Por tanto, al perseguir una
finalidad como la protección del medio ambiente, se requiere entonces adoptar medidas
especiales o diferentes para aquellas situaciones que generen efectos contaminantes
relevantes, en relación al resto de actividades económicas.
Al respecto, como lo propone la doctrina alemana, este tipo de instrumentos fiscales
deben aplicarse siguiendo ciertos criterios, es decir, debe demostrase que dichas medidas
deben ser necesarias (difícilmente se pueda lograr los mismos fines con medidas
diferentes), adecuadas (las medidas son las idóneas para el fin de protección ambiental)
y proporcionadas (al sacrificar el derecho de otros, debe ser lo suficiente para lograr el
fin querido) en relación a la finalidad que se persigue, en este caso, la protección del
medio ambiente (Tipke, 1993: 121 y ss.).
Así entonces, concordando con Glave Testino, en un informe para la CEPAL, el diseño
de esquemas fiscales y exenciones tributarias para promover actividades con
externalidades ambientales positivas, puede constituirse en una herramienta muy útil,
siendo un ejemplo de ello las exenciones arancelarias y la depreciación acelerada para
equipos de control de contaminación o tecnológicas de producción más limpia (Glave,
2005: 25).
Ahora bien, al ser medidas que implican una disminución en la recaudación por parte del
Estado, dichos equipos o procesos más ecológicos deben ser debidamente 71 controlados
por las entidades competentes, a fin de acreditar que el particular, realmente, esté
aportando para reducir los efectos contaminantes.
Esto último, lamentablemente, en el caso peruano, no se está dando, ya sea a nivel de
tributación ambiental como medidas de incentivos, a pesar de contar con el marco legal
que lo respaldaría.
Es así que, a falta de iniciativa del sector público, es el propio sector privado el que ha
estado generando comportamientos a favor de aquella relación equilibrada de desarrollo
con sostenibilidad del entorno, lo que en cierto modo coincide con el criterio
mundialmente aceptado de la responsabilidad social corporativa, concepto que engloba
aquellas conductas voluntarias del sector empresarial a fin de no solo buscar los réditos
propios del negocio, sino que los mismos deben estar en sintonía con el beneficio común,
respetando los valores éticos y morales de la sociedad en la que se desenvuelven y
respetando, cuidando y promoviendo la protección del medio ambiente en el que se
desarrollan. Por tanto, es claro que esta forma de actuar es positiva para todas las
naciones, de modo que se pueda lograr en conjunto aquel desarrollo sostenible que se
desea alcanzar y mantener, para lo cual, los instrumentos tributarios deben regularse
acorde a ello, por ejemplo, con el adecuado reconocimiento tributario de aquellos gastos
e inversiones que realizan las empresas como parte de su política de responsabilidad
social en materia ambiental, lo cual no tendría que ser considerado ajeno a la actividad
económica de ellas, o como simples actos de filantropía, sino como un complemento
necesario.
COMPARADA
En lo que va de avances en impuestos ambiental los países europeos son pioneros en las
definiciones y aplicación de estos, como nos dice la Comisión Europea en su Manual:
Estadística sobre impuestos ambientales (1996) “Un impuesto cae en la categoría
ambiental si la base imponible es una unidad física de algo que tiene un impacto negativo
específico demostrado en el ambiente, cuando se usa o se libera.” A esta definición le
agregaría que lo recaudado por el impuesto ambiental sirva para el mantenimiento del
ambiente o la reversión del daño ocasionado. De igual manera la Comisión Europea nos
da la definición de base imponible para un impuesto ambiental (1996) “La base física
sobre la que se gravó el impuesto tiene un impacto negativo científicamente verificable
sobre el medio ambiente.” De acuerdo a la definición de lo que es la base imponible de
un impuesto ambiental en el caso de Tacna viene hacer el Óxido de Nitrógeno (NOx)
emitido en su mayoría por el parque automotor, lo cual es dañino para el ser humano y
el ambiente que le rodea. En definitiva, se puede llegar a concluir que para que un tributo
sea reconocido como ambiental tiene que gravar una base imponible que sea
contaminante para el ambiente y que su recaudación tiene que tener fines extrafsicales,
es decir que la recaudado por este tributo debe servir para el mantenimiento sobre el
medio ambiente.
Impuestos Pigouvianos Esta clase de impuestos lleva el nombre del economista Arthur
Cecil Pigou nacido en 1877, sucesor de Alfred Marshal en catedra Economía de la
universidad de Cambridge, Pigou creía que el Estado mediante impuestos y
subvenciones públicas podría elevar la 24 eficiencia económica y mejorar la calidad de
vida de las personas, en su teoría sobre los fallos del mercado tiene una denominación
llamada externalidades, es decir situaciones en las que el mercado no funciona
correctamente porque la propia actividad económica genera efecto negativo sobre
terceros, ejemplo la contaminación. Su teoría sigue un principio llamado “quien
contamina, paga”. Por consiguiente, su teoría nos dice que al coste de producción de una
empresa se le debe agregar el coste del daño que ocasiona a la sociedad por crear ese
bien. Por ende, la empresa al tratar de reducir costos tomara en cuenta la contaminación
hecha sobre terceros, mejorando su tecnología y como resultado una menor
contaminación. Este concepto tiene varios problemas conceptuales al tratar de aplicarlos,
siendo uno de ellos determinar monetariamente el coste del daño medioambiental
producido, pero donde sí se puede hacer útil este concepto es en las emisiones de gases.
2.2.1.4. Ecotasas Una ecotasa es la manera que el Instituto Medioambiental
Norteamericano Worldwatch, en su informe “El estado del planeta 1995”, llama a los
tributos ambientales. Ya que al momento de traducir literalmente ecotasa al idioma
ingles pierde su significado, su traducción más acertada de ecotasa al idioma ingles
vendría hacer ecotaxes, la cual mantiene su significado. Por otro lado, para Gago y
Labandeira (1990) en su artículo “Ecotasas y Turismo” nos dicen que una ecotasa esta
destinado a gravar el turismo, mediante el cobro sobre los precios de los hospedajes que
se queden. En mi opinión al ya contar con una definición de tributos ambientales no es
necesario la palabra ecotasa, ya que una tasa es una clase de tributo y puede crear
confusión al momento de explicar los dos. 25 2.2.1.5. Impuestos ambientales: Suecia El
país nórdico Suecia es pionera en la aplicación de impuestos ambientales, ya en 1929
aplicaban impuestos a alcoholes de gasolina y petróleo, desde entonces su impuesto al
petróleo ha sido más alto que otros combustibles, esto se reafirmó en la reforma fiscal
de 1990 – 91. La siguiente es la lista de impuestos y cargas ambientales en Suecia en
1997.
a) Energía: impuesto al azufre, cargas de óxidos de nitrógeno y carga de dióxido de
carbono.
b) Agricultura: Impuesto medioambiental sobre los fertilizantes comerciales e impuestos
sobre los plaguicidas.
c) Trafico: Carga de desguace de vehículos, clasificación ambiental de los vehículos,
impuestos diferenciales sobre los combustibles, cargas ambientales en el tráfico aéreo
nacional y carga de contaminación del agua. d) Otros: Carga a la batería, impuestos de
gravilla natural, cargos utilizados para financiar actividades específicas, cargos por
exención, cargo de protección del medio ambiente, cargos diferenciales de recolección
de basura, depósitos y cargas en contenedores de bebidas y cargas relacionadas con la
responsabilidad del productor por embalaje y neumáticos (Swedish Environmental
Protection Agency, 1997). 2.2.1.5.1. Importantes Impuestos A) Impuesto al Azufre Uno
de los más importantes problemas ambientales de Suecia era 26 la acidificación del suelo
y agua, mayormente debido a la emisión de compuestos de azufre y acidificación, el
impuesto al azufre entro a en efecto el primero de enero de 1991 con el objetivo de
disminuir las emisiones de la quema de petróleo, carbón y turba. Para estos combustibles
se mide el contenido de azufre y se establece el impuesto en 30 SEK / kg (SEK = Corona
sueca), dicho impuesto fue un éxito según El Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (1998), el parlamento sueco fijo como objetivo la reducción del 80% del total
de las emisiones de azufre entre 1980 a 2000, lo cual fue alcanzado en 1994. B) Impuesto
al Óxido de Nitrógeno (NOx) El impuesto fue introducido el primero de enero de 1992,
se cobra una tasa de 40 SEK / kg NOx, el monitoreo de estas emisiones requiere la
inversión en equipos de monitoreo, primero este impuesto afecto a grandes plantas de
combustión, pero con el tiempo se expandió a plantas más pequeñas. El problema que se
vio fue que el impuesto a al NOx no alcanzaba suficientes sectores para que tenga un
gran efecto, esto se debía porque la mayoría de emisiones de NOx de Suecia no venía de
las plantas de combustión, como lo dice El Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo “La mayoría de las emisiones de óxidos de nitrógeno provienen de otras
fuentes no cubiertas por la carga; El tráfico (43%), las máquinas no de carretera (20%)
y el transporte marítimo (18%)” (1998). C) Otros En el sector de tráfico se introduzco
una diferenciación fiscal a los combustibles, la que ha tenido mayor éxito, se aplicaba
según el contenido de plomo en el combustible, desde entonces la diferencia de impuesto
entre uno y otro ha ido en aumento en 27 varias etapas hasta que en 1994 la gasolina con
plomo se había sustituido completamente. 2.2.1.6. Impuestos amiéntales: Latinoamérica
En el caso de América Latina gran parte de países tienen impuestos que gravan los
combustibles, que podrían ser considerados tributos ambientales en el amplio concepto
de este ya que su creación se realizó para fines recaudatorios principalmente. Existen
otros tributos que gravan externalidades, por el ejemplo el caso de Chile que cuenta con
varios mecanismos para la protección de sus recursos naturales, como son las patentes
mineras hasta permisos para la emisión de fuentes fijas de óxidos de nitrógeno (Ecologia,
1997). De igual manera Brasil ha implementado un sistema innovador donde lo que se
recauda por concepto del movimiento de haberes y prestaciones, semejante al Impuesto
General a las Ventas en el Perú, se pasa a los municipios en base a pautas de encargo
ambiental, dicho índice ecológico se mide en competencia de las áreas que estén bajo su
cuidado en su territorio y de analisis que dependen del manejo de dichas áreas (Oliva
Perez, Rivadeneira Alava, Serrano Mancilla, & Martin Carrillo, 2011). En el caso de
Perú existe escasa doctrina nacional de la función extrafiscal, sobre nuestra potestad
tributaria tenemos el Artículo 74° de la Constitución donde nos indica sobre la creación,
modificación o derogación de tributos. El canon minero no vendría a ser un tributo
ambiental, puesto que los recursos obtenidos por este se orientan a brindar servicios
públicos.

Вам также может понравиться