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Evolución geodinámica y terrenos tectonostratigráficos del noroeste argentino y norte de Chile

INTRODUCCIÓN
Las reconstrucciones paleotectónicas recientemente propuestas del Neoproterozoico y del principio del
Paleozoico sugieren que el cratón de Laurentian estaba localizado cerca de la Antártida y Sudamérica en estos
tiempos (Dalziel, 1991; Moores, 1991; Hoffman, 1991). Se interpreta que el movimiento en sentido horario de
Laurentia alrededor de Sudamérica durante los primeros años del Paleozoico ha dado lugar a una interacción
tectónica repetida de las placas de los dos continentes (Dalziel et al., 1994). Además, Dalla Salda et al (1992a) y
Dalziel et al (1994) propusieron que el primer cinturón orogénico paleozoico famatiniano de los Andes en el
suroeste de América del Sur, y el orógeno Ocloyico ordovicico tardío-temprano silúrico dentro del cinturón
famatiniano, podrían haberse originado en conjunción con el cinturón orogénico Taconico a partir del choque
entre el oriente oriental de la región de Laurentia y el suroeste de América del Sur en la última mitad del tiempo
de los ordovícicos (fig. 1). Por consiguiente, se cree que un riftting del Ordovícico Tardío que se alejó de Laurentia
después del pulso orogénico Tacónico dejó atrás el macizo Precámbrico Arequipa en el sur de Perú, unidades
de sótanos relacionadas en el norte de Chile, y probablemente la parte occidental del noroeste de Argentina
(Figs. 2 y 3). El reconocimiento de las terrenos tectonostratigráficos en el centro de Argentina y en el centro de
Chile (Ramos et al., 1986) ha invitado a la extrapolación tentativa de esta historia acumulativa a las regiones
más al norte en el noroeste de Argentina, el norte de Chile, el sur de Bolivia y el sur de Perú (Ramos, 1988). Sin
embargo, en este trabajo proponemos una historia acrecionaria significativamente diferente de los Andes
centrales del sur, que se basa en nuestro propio trabajo y en una compilación de la información disponible sobre
la estratigrafía paleozoica y las edades radiométricas de los eventos magnéticos y metamórficos del norte de
Chile y el noroeste argentino (Figs. 2, 3, y 4). En cuanto a las edades radiométricas en particular, hay que tener
en cuenta que las rocas paleozoicas de los Andes centrales no son tan bien estudiadas y sistemáticamente como
la cordillera de los Apalaches, por ejemplo, o muchos otros orogéneros más accesibles. Algunos de los datos
recopilados en la Tabla 1 deben, por tanto, considerarse preliminares. En la interpretación de los datos
estratigráficos y radiométricos se utilizó la escala de tiempo de Harland et al.(1989).Aplicamos los datos para
evaluar modelos anteriores de creación de tierras en los Andes centrales del sur (por ejemplo, Dalziel y Forsythe,
1985; Ramos et al., 1986; Hervé et al., 1987; Ramos, 1988; Bahlburg y Breitkreuz, 1991; Forsythe et al., 1993) y
la hipótesis de Dalziel et al. (1994), y proponemos un nuevo mapa de tierras para la región. Aplicamos los datos
para evaluar modelos anteriores de acumulación de terrenos en los Andes centrales del sur (por ejemplo, Dalziel
y Forsythe, 1985; Ramos et al., 1986; Hervé et al., 1987; Ramos, 1988; Bahlburg y Breitkreuz, 1991; Forsythe et
al., 1993) y la hipótesis de Dalziel et al. (1994), y proponemos un nuevo mapa de terrenos para la región.

REGISTRO PALEOZOICO
La Figura 4 sintetiza los datos disponibles sobre eventos sedimentarios, magmáticos y metamórficos en el norte
de Chile y el noroeste de Argentina. Ilustra que la actividad magmática y metamórfica ocurrió principalmente
en los períodos Ordovícico y Carbonífero Tardío-Permiano. Estos picos de actividad están separados entre sí por
un período de quietud tectónica, magmática y metamórfica que va desde el Siluriano Temprano hasta el
Carbonífero Tardío. La evolución del Paleozoico se presenta según esta triple división temporal en Cámbrico-
Ordovícico, Silúrico a Carbonífero Temprano, y Carbonífero Tardío-Permiano.

Evolución durante el período cámbrico y ordovícico

La unidad estratigráfica más antigua y oriental considerada aquí está representada en la Cordillera Oriental del
noroeste argentino (Fig. 2) por las metaturbiditas de la Formación Puncoviscana y equivalentes de grado
metamórfico variable (Figs. 2, 3 y 4). Adquirió su primera sobreimpresión metamórfica en la orogenia Pampeana
Cámbrica Temprana (Willner et al., 1987; Mon y Hongn, 1996). En la Cordillera Oriental y las Sierras Pampeanas
(Figs. 2, 3, y 4), estas rocas fueron intrudidas en el tiempo del Cámbrico Medio por los granitoides post-
tectónicos peraluminicos de Santa Rosa de Tastil y Cañaní (Figs. 3, 4, y Tabla 1; Bachmann et al., 1987; Damm et
al., 1990).
La Formación Puncoviscana y los plutones del Cámbrico Medio están superpuestos en la Cordillera Oriental con
una inconformidad angular por la poca profundidad marina, en parte influenciada por la presencia de las
areniscas de cuarzo y las pizarras del Grupo del Mesón del Cámbrico Tardío (Figs. 3 y 4). El Grupo Mesón tiene
un espesor mínimo de 1000 m y fue depositado sobre una plataforma marina orientada hacia el oeste (Kumpa
y Sánchez, 1988) interpretada como parte de un mar epeírico al este del margen continental (Sánchez y Salfity,
1990; Gohrbrandt, 1992). Con una inconformidad erosiva (Fig. 4, evento de Irúyica, Turner y Méndez, 1979), el
Grupo Mesón es sobrepasado al este y al oeste por las areniscas y pizarras del Grupo Santa Victoria del
Ordovícico Temprano (Figs. 3 y 4) que recibieron sedimentos principalmente del este. El espesor del Grupo Santa
Victoria se estima en aproximadamente 4500 m (Turner, 1960; Moya, 1988).
En la época de los primeros ordovícicos (trémadocicos y arenigianos), un arco magmático estaba más al oeste
en la región de la Puna occidental y al sur del Salar de Atacama en el norte de Chile (Fig. 2). Esto condujo a la
formación de lavas basálticas a andesíticas de afinidad geoquímica de arco volcánico, y depósitos de delantales
volcánicos asociados de aproximadamente 3500 m de espesor (formaciones Las Vicuñas y Aguada de la Perdíz,
Complejo Ígneo- Sedimentario del Cordón de Lila (Figs. 3 y 4; Koukharsky et al, 1988; Niemeyer, 1989; Breit-
kreuz et al., 1989; Bahlburg, 1990; Moya et al., 1993). Las graptolitas y trilobites presentes en las intercalaciones
clásticas datan las rocas volcánicas como tremadocíacas y arenigianas (por ejemplo, García et al., 1962; Coira y
Nullo, 1987; Bahlburg et al., 1990; Moya et al., 1993). La actividad calcio-alcalina intrusiva cogenética se registra
en la granodiorita Choschas (502 ± 7 Ma) en el Complejo Ígneo-Sedimentario del Cordón de Lila en el norte de
Chile y en el granito Archibarca (485 ± 15 Ma) en el extremo occidental de la Puna sur (Figs. 3, 4, y Tabla 1;
Mpodozis et al., 1983; Palma et al., 1986; Niemeyer, 1989; Rapela et al., 1992). La extensión de la corteza en la
región de la Faja Eruptiva de la Puna Oriental, más al este, en la Puna Norte (Figs. 2 y 3), se caracteriza por
volúmenes menores de lavas basálticas de almohadas y alféizares de afinidad geoquímica dentro de la placa
(Coira y Koukharsky, 1991).

Coira et al (1982) y Rapela et al (1992) interpretaron las dacitas y granitos calcoalcalinos de la Faja Eruptiva de
la Puna Oriental como un arco magmático de una segunda zona de subducción de inmersión en el este en la
región central de la Puna Norte, que se desarrolló después del primer evento magmático relacionado con la
extensión. Sin embargo, los datos geoquímicos tanto de las rocas básicas como de las silícicas indican que su
formación estaba más probablemente relacionada con la extensión (Hanning, 1987). Además, las sucesiones
siliciclásticas del Grupo Santa Victoria en la Cordillera Oriental al este de la Faja Eruptiva de la Puna Oriental no
contienen evidencia de magmatismo sindeposicional. Los patrones de facies transgresivos y regresivos reflejan
los cambios globales del nivel del mar durante la época de los primeros ordovícicos e indican la ausencia de
perturbaciones tectónicas (Moya, 1988) que cabría esperar en la proximidad de un arco. La mayor regresión
que ocurrió a principios del tiempo del Ordovícico Medio (Llanvirnian) se relacionó con la actividad tectónica en
el extremo occidental de la cuenca de la Puna (Fig. 5) y cerca del arco occidental.
Las tasas de subsidencia tectónica aumentaron al principio del Ordovícico Medio en la cuenca occidental de la
Puna de unos 65 m/m.y. a unos 600 m.m.y., marcando así el cambio de la evolución de la cuenca impulsada por
la extensión a la creación de una cuenca foránea (Allen et al., 1986; Bahlburg, 1991b). Los patrones de
subsidencia y distribución de facies son compatibles con la colocación de cargas supracrustales de 8000 m de
espesor en el margen occidental de la cuenca (Bahlburg y Furlong, 1996). Esto fue acompañado en el lado
oriental de la cuenca por el surgimiento de la plataforma siliciclástica del Grupo Santa Victoria en la Cordillera
Oriental (Figs. 2, 3, y 5) durante el evento del Guandacol Llanvirniano temprano (Fig. 4; Salfity et al., 1984),
debido al desarrollo de una protuberancia periférica en respuesta a la colocación de la carga en el lado
occidental de la cuenca (Fig. 6). En respuesta a este evento de carga, el complejo de turbiditas de la Puna, de
aproximadamente 3500 m de espesor, se formó en la cuenca de la Puna entre el arco y la región emergente de
la Cordillera Oriental (Figs. 2, 3 y 5).
Las peridotitas, incluyendo las wehrlitas y las serpentinas, se conservan sólo en la Puna sur como rodajas de
empuje tectónico dentro de las sucesiones ordovícicas de turbiditas datadas bioestratigráficamente (Figs. 2 y 3;
Argañaraz et al., 1973; Allmendinger et al., 1983; Kay et al., 1984; Zappettini et al., 1994). Las rocas
sedimentarias contienen flujos basálticos intercalados y lavas almohadilladas, y rocas volcánicas silícicas
(U.Zimmermann, 1996, personal commun.). Volúmenes menores de gabbro inmiscuidos en todas las unidades
antes de la fase principal de la Fase Tardía.
Deformación ordovícica. Los wehrlites tienen características geoquímicas de tipo e-type mid-ocean ridge basalt
(MORB) y se interpretan como parte de una secuencia de ophiolite desmembrado (Blasco et al., 1996).
Los ensamblajes mafic-ultramáficos no han sido fechados. Allmendinger et al (1983), Forsythe et al (1993) y
Blasco et al (1996) consideraron que eran opiáceos ordovícicos, mientras que los datos estructurales indican
una edad pre-Ordovícica y muy probablemente Precambriana (Mon y Hongn, 1991). Estamos de acuerdo con la
suposición de una edad ordovícica para los ensamblajes ultramáficos porque (1) la subducción hacia el este bajo
la región de la Cordillera Oriental al este de la Puna sur durante el Ordovícico parece estar indicada por los
plutones trondhjemitas ordovícicos en la Cordillera Oriental (Figs. 2, 3 y 7; Galliski et al., 1990; Rapela et al.,
1992; Ramos y Vujovich, 1995); (2) parecen estar siempre asociados con los depósitos de Ordovícicos; y (3) las
rocas Precámbricas son generalmente muy escasas en la Puna.

Las unidades de Cámbrico Tardío y Ordovícico en el norte de Chile, la Puna y la Cordillera Oriental fueron
plegadas en época Ashgiliana durante la orogenia Oclóyica (Fig. 4; Turner y Méndez, 1979; Monaldi y Boso,
1987). En la Puna, este evento tectónico condujo a un patrón de pliegues de arriba hacia el oeste (por ejemplo,
Mon y Hongn, 1987); pliegues de borde hacia el este sólo a lo largo del margen occidental de la Puna (Moya et
al., 1993). El plegamiento fue acompañado por la intrusión de granitoides peraluminosos, que son sintectónicos
y post-tectónicos, en el este del norte de Chile, la Puna oriental y la Cordillera Oriental (Figs. 2, 3 y 4; Tabla 1;
Mpodozis et al., 1983; Rapela et al., 1992). Las rocas magmáticas de la Faja Eruptiva de la Puna Oriental fueron
deformadas por zonas de cizallamiento subverticales y siniestrales (Bahlburg, 1990). La interpretación de la
actividad intrusiva en la Faja Eruptiva de la Puna Oriental (Fig. 3) se complica por la discrepancia de los datos
radiométricos y bioestratigráficos de la edad. Las edades de la roca entera Rb-Sr y de la monacita U-Pb datan la
cristalización de los intrusos entre 476 y 467 ± 1 Ma (Fig. 4, y Tabla 1; Ordovícico Medio; Omarini et al., 1984;
Lork y Bahlburg, 1993).
Sin embargo, en el norte de la Puna los intrusivos, incluyendo uno de los granitos fechados, penetraron rocas
sedimentarias plegadas portadoras de graptolito de la edad del Ordovícico Tardío (Fig. 4; Bahlburg et al., 1990).
El metamorfismo regional afectó a unidades de basamento en el norte de Chile durante el Ordovícico Tardío
(Sierra de Moreno, Belén, Figs. 3, 4 y Tabla 1; Hervé et al., 1987; Damm et al., 1990). Una sobreimpresión
metamórfica retrógrada de algunos intrusivos ordovícicos en las Sierras Pampeanas del noroeste argentino se
asigna tentativamente a los silurianos (Figs. 2, y 4; C. W. Rapela, 1996, personal commun.).

Interpretación geodinámica. Las cuarzoarenitas y pizarras marinas poco profundas del grupo Cambrian Mesón
se depositaron en una plataforma de lento hundimiento en el margen oriental de una cuenca de extensión
(Gohrbrandt, 1992). Debido a que no hay ningún registro del Cámbrico Tardío de (1) actividad magmática o
metamórfica en esta región y (2) un margen occidental de la cuenca, no está claro si estas unidades reflejan el
desarrollo de un margen pasivo de vida corta (alrededor de 20 m.s.n.m.) o de un margen de retroarco en el lado
de los cratones de la cuenca (Figs. 6 y 7).
Durante la época de los primeros ordovícicos, la cuenca de la Puna y la plataforma siliciclástica del Grupo Santa
Victoria se encontraban en una posición de retroceso con respecto al arco magmático en la Puna occidental y
en el norte de Chile (Figs. 6 y 7). En el norte de la Puna, el evento de carga en el margen occidental de la cuenca
marca el cambio de un escenario de extensión a uno de tierra firme en la época del Ordovícico Medio. El
comienzo del empuje hacia el este del arco hacia el oeste sobre la cuenca de la Puna, probablemente durante
el evento del Guandacol (Fig. 4), resultó en pliegues hacia el este, en el margen occidental de la cuenca (Fig. 6;
Moya et al., 1993). En contraste con la Puna norteña (Fig. 6), la extensión del arco posterior fue más pronunciada
en la Puna sur (Fig. 7; Forsythe et al., 1993) debido a que los opiáceos de edad inferida Ordovícica están
restringidos a esta área. El cierre de la parte sur de la cuenca de la Puna condujo a la creación de una zona de
subducción en el este cerca de la frontera Puna-Cordillera Oriental, como lo indican los trondhjemitas de la
Cordillera Oriental (Figs. 2, 3 y 7). Durante las últimas etapas de acortamiento en la orogenia oclóyica, se infiere
que la Cordillera Oriental fue empujada hacia el oeste sobre el borde oriental de la Puna, produciendo así
empujes de inmersión hacia el este y el prominente patrón de pliegues convergentes hacia el oeste en esta
región (Figs. 6 y 7; Mon y Hongn, 1996).

De silúrico a evolución carbonífera temprana

En la Puna, la orogenia oclóyica resultó en una inconformidad angular entre las rocas ordovícicas y los depósitos
continentales e intermareales de grano grueso, ricos en cuarzo y submareales a submareales poco profundos
de la Formación Salar del Rincón de temprana edad llandoveriana (Figs. 3 y 4; Isaacson et al., 1976; Benedetto
y Sánchez, 1990). La formación del Salar del Rincón representa la única evidencia de deposición marina en esta
región durante la época silúrica. Desde la época silúrica temprana hasta el período carbonífero tardío temprano
(aproximadamente 100 m.s.n.m.), no hay evidencia en la región de actividad ígnea o metamórfica (Fig. 4).
Aunque el número de datos disponibles sobre la edad radioeléctrica de una unidad estratigráfica específica o
de un intervalo de tiempo no representa necesariamente un de la intensidad o extensión geográfica del evento
datado, no consideramos que la brecha de alrededor de 100 m.s.n.m. en el registro del norte de Chile y el
noroeste de Argentina sea un artefacto porque varios estudios geocronológicos definieron esta brecha (Tabla
1; Mpodozis et al., 1983; Berg et al., 1983; Hervé et al., 1985; Brook et al., 1986; Damm et al., 1990; Breitkreuz
y Zeil, 1994).
A principios de la época devónica, la deposición marina se desplazó hacia el oeste, hacia el norte de Chile. La
Formación Zorritas, de aproximadamente 2700 m de espesor (Figs. 2, 3 y 4; Davidson et al., 1981; Bahlburg y
Breitkreuz, 1991, y sus referencias) está expuesta en grandes afloramientos al sur del Salar de Atacama (Fig. 3).
En el Cordón de Lila (Fig. 3), los depósitos costeros del Devónico Temprano de la Formación Zorritas transgreden
un horizonte de suelo formado en el Tucúcaro plutón del Ordovício Tardío. Por lo tanto, se indica una
considerable denudación para el tiempo silúrico. El registro bioestratigráfico, aunque incompleto, permite la
correlación estratigráfica de unidades y eventos deposicionales registrados en la Formación Zorritas (Cecioni,
1982; Isaacson et al., 1985; Breitkreuz, 1986; Isaacson y Sablock, 1989; Bahlburg y Breitkreuz, 1993). Los lechos
de la edad de Emsian-Eifelian o de Givetian contienen una fauna mixta del braquiópodo que consiste en los
elementos que pertenecen al reino más caliente del este de las Américas del agua o al reino más frío de
Malvinokaffric del agua, una situación también presente en las camas coeval que cubren el macizo de Arequipa
en Perú meridional (Isaacson y Sablock, 1989; Boucot et al., 1980, 1995).

La Formación Zorritas registra la alternancia de depósitos siliciclásticos ricos en cuarzo intermareal y submareal
superficial a lo largo del tiempo Devónico y Carbonífero Temprano. Las tasas de subsidencia, que promedian 18
m/año (Bahlburg, 1991a), se encuentran por lo tanto en el rango de valores típicos de márgenes pasivos y
cuencas interiores (por ejemplo, Bond et al., 1984; Angevine et al., 1990). El hundimiento parece haber sido
compensado por el aporte de detritos. Los indicadores de paleocorriente documentan la derivación de los
detritus de fuentes orientales. Este registro marino termina con una inconformidad erosiva, la cual está
superpuesta por las sucesiones volcánico-edimentarias continentales del Grupo Peine (Fig. 4). La edad que
abarca la inconformidad es incierta. La evidencia estratigráfica disponible indica que su edad está cerca de la
frontera Carbonífera de Temprano a Tardío y que se extiende hasta el tiempo Carbonífero Tardío (Osorio y
Rivano, 1985; Bahlburg y Breitkreuz, 1991; Breitkreuz et al., 1992).
Desde la época Devónica Tardía hasta el final de la época Carbonífera, la sedimentación de turbiditas ricas en
cuarzo tuvo lugar más al oeste en la Cordillera de la Costa, al norte de Chile (Fig. 2). Estas rocas están agrupadas
en las formaciones Las Tórtolas, El Toco y Sierra del Tigre (Figs. 3, 4 y 8; Ulricksen, 1979; Harrington, 1961;
Niemeyer et al., 1985). Las edades estratigráficas de estas formaciones están indicadas por fósiles dispersos,
incluyendo restos de plantas, conodontes, braquiópodos y pelecípodos (Maksaev y Marinovic, 1980; Bahlburg,
1987; Niemeyer et al., 1985). Sedimentológicamente, las unidades de turbidita representan sistemas de
turbidita localmente anclados y agradacionales típicos de algunas cuencas hidrográficas (Macdonald, 1986;
Bahlburg y Breitkreuz, 1993). Los datos de paleocorriente documentan el transporte axial hacia el sur y
subordinadamente hacia el norte, así como el transporte hacia el sureste y el suroeste. Estos datos indican que
los detritus no sólo procedían de fuentes orientales, sino también de una fuente desconocida en el oeste
(Bahlburg y Breitkreuz, 1993). La plataforma contemporánea y el área positiva del orógeno oclóyico se ubicaron
al este (Fig. 8). Isaacson (1975) mostró que los depósitos devónicos de Bolivia estaban casi totalmente
despojados de una fuente occidental. Esta fuente ha sido interpretada como una extensión occidental y
meridional del macizo del sótano de Arequipa en el sur del Perú, o como conectada a un "misterioso" continente
del Pacífico (por ejemplo, Dalmayrac et al., 1980; Fig. 8). Se desconoce la ubicación actual de esta región de
origen occidental.
Sólo la Formación Las Tórtolas contiene pequeñas cantidades de rocas básicas subvolcánicas y extrusivas, y
tobas andesíticas y dácticas. Sus características geoquímicas caracterizan a este magmatismo por tener
afinidades tholeíticas o alcalinas dentro de la placa (Bell, 1982; Breitkreuz et al., 1989). En vista de la ausencia
de afloramientos de la corteza oceánica y la presencia de esquistos de mica ricos en cuarzo, migmatitas y
ortogneosis intermedias raras subyacentes a la Formación El Toco (Lucassen et al., 1994), se interpreta que estas
rocas magmáticas dentro de la placa han entrado en erupción a través de la corteza continental.
Alrededor de la frontera Devoniense-Carbonífera,
los orogenios chanico y eoherciano afectaron a las regiones de la Argentina central y el sur del Perú y el norte
de Bolivia, respectivamente (Fig. 4; Dalmayrac et al., 1980; Coira et al., 1982). No se observó ninguna
inconformidad o deformación relacionada en la Formación Zorritas ni en las unidades de turbidita.

Interpretación geodinámica. Concluimos que en la época del Siluriano al Carbonífero Temprano no hubo
subducción en esta parte del margen proto-andino (Figs. 8 y 9a). Aunque la subducción de ángulo plano sería
un escenario adecuado para explicar la ausencia de magmatismo durante este lapso de tiempo, lo consideramos
improbable en vista de la falta de deformación fuerte conectada a dicho escenario. El reciente margen central
chileno es un ejemplo bien estudiado de un moderno escenario de subducción de ángulo plano que causó la
formación de una cadena montañosa de hasta 7 km de altura por el apilamiento de piel delgada de varias hojas
de empuje (por ejemplo, Mpodozis y Ramos, 1990). No se ha documentado ninguna actividad tectónica
comparable en las rocas del Paleozoico medio del norte de Chile o del noroeste de Argentina. Junto con la
ausencia de magmatismo y eventos metamórficos, los patrones deposicionales de las unidades clásticas y la
evolución del hundimiento del margen hacen probable que esta región evolucionara en un marco de margen
pasivo durante los tiempos devónicos y carboníferos tempranos.

La Evolución de Carbonífero Tardío a Pérmico

En el período Carbonífero Tardío, la deposición de turbiditas continuó en la Cordillera de la Costa en la Sierra


del Tigre y en las Formaciones de Las Tórtolas (Figs. 2, 3 y 4; Niemeyer et al., 1985). Las unidades de turbidita se
vieron cada vez más afectadas por la deformación sinsedimentaria, los desprendimientos y la desintegración de
las rocas en formaciones desmembradas de espesor variable. La deformación sinsedimentación fue seguida por
el plegamiento tectónico en el evento tectónico del Toco Carbonífero Tardío (Fig. 4; Bahlburg y Breitkreuz,
1991). La combinación de deformación sinsedimentaria y tectónica llevó en la Formación Las Tórtolas a la
formación de la mélange Chañaral de aproximadamente 3 km de espesor, que se interpreta como un prisma
acrecional (Bell, 1982, 1987). El evento tectónico del Toco afectó sólo a las unidades turbidíticas de la Cordillera
de la Costa, los estratos de la Formación Zorritas más al este sólo fueron inclinados por rotaciones de bloques
durante el tiempo Pérmico o Triásico. Los ejes de plegado en las unidades de turbidita golpean de norte a sur y
menos comúnmente de noroeste a sureste; los pliegues tienen una prominente vergencia hacia el oeste (Miller,
1970a; Bell, 1987). En la Formación Sierra del Tigre, las turbiditas están inconformistamente recubiertas por las
calizas del Permian Temprano y las rocas clásticas de la Formación Cerros de Cuevitas, que contienen
braquiópodos marinos poco profundos (Figs. 4 y 9b; Niemeyer et al., 1985; H. Niemeyer, 1996, personal
commun.).

Hacia el final del tiempo Carbonífero Tardío, se produjo magmatismo calcáreo alcalino intrusivo y extrusivo en
todo el norte de Chile (Bellavista plutón, superunidad de Albayayay y equivalentes en el norte de Chile, Grupo
Peine y complejo Sierra Limón Verde; Figs. 2, 3, 4, 10 y Tabla 1). Las últimas edades radiométricas carboníferas
de la superunidad de Albayay ("Albayay super-unidad") (292 Ma y menores, Tabla 1) establecen el límite más
joven del evento de plegado del Toco, ya que algunos de estos plutones penetran en las unidades de turbidita
plegadas y en la mélange de Chañaral. El magmatismo fue acompañado por la deposición de espesas sucesiones
volcánico-clásticas en el área que rodea el Salar de Atacama (Grupo Peine, Figs. 3, 4, 9b, y Tabla 1). Los depósitos
volcánicos se entrecruzan al este y al oeste con los carbonatos marinos de las formaciones Cerros de Cuevitas y
Arizaro, respectivamente (Figs. 3, 4 y 10). Las características geoquímicas caracterizan a los plutones y a las rocas
volcánicas como originadas en un entorno de arco (Davidson et al., 1985; Brook et al., 1986; Brown, 1990;
Breitkreuz, 1991). Existe un metamorfismo regional coeval de alta presión en los gneisses, esquistos y anfibolitos
del complejo Sierra Limón Verde (Figs. 3 y 4, y Tabla 1; Hervé et al., 1985; Cordani et al., 1988; Damm et al.,
1990; Lucassen et al., 1996). Hervé et al (1985) interpretaron estas rocas metamórficas como representando un
profundo nivel estructural de un complejo convergente de acumulación de márgenes.
La edad de deformación que resultó en el prisma acrecional de la mélange de Chañaral es crucial para
reconstruir la evolución geodinámica del margen norte de Chile en el tiempo del Carbonífero Tardío. Su posición
estratigráfica exacta en el ensamblaje paleozoico tardío del norte de Chile está mal definida, ya que la formación
de la mélange aún no ha sido datada radiométricamente. Sin embargo, una indicación de la edad de este evento
puede ser dada por la edad de la roca entera de 280 Ma Rb-Sr del metamorfismo regional de bajo grado que
homogeneizó los sistemas isotópicos en la Formación Las Tórtolas y la mélange Chañaral (Figs. 3 y 4, y Tabla 1;
Brook et al., 1986). Esta edad a su vez cae en el rango de las edades radiométricas de metamorfismo de la parte
más profunda del prisma acrecional en el complejo Sierra Limón Verde (Figs. 3 y 4; y Tabla 1). Por lo tanto,
interpretamos que estos datos, y especialmente la edad del metamorfismo de la Formación Las Tórtolas,
también datan indirectamente la mélange Chañaral como Carbonífera Tardía (Chañaral melange?, Fig. 4).

Interpretación geodinámica. La etapa de margen pasivo durante el período Silúrico hasta el Carbonífero Tardío
llegó a su fin cuando la subducción comenzó en el período Carbonífero Tardío (Fig. 9). El magmatismo y el
metamorfismo relacionados con el arco comenzaron y las unidades turbidíticas de la Cordillera de la Costa se
deformaron y se metamorfosearon parcialmente cuando se formó la cuña acreedora de la mélange de Chañaral
y el complejo de la Sierra Limón Verde. Interpretamos la inconformidad que separa la Formación turbidítica de
la Sierra del Tigre de los carbonatos marinos superficiales de la Formación Cerros de Cuevitas (Fig. 4) como un
documento que documenta el crecimiento de la cuña acreedora de los ambientes marinos profundos a los poco
profundos. Al mismo tiempo, la plataforma clásica de la Formación Zorritas fue incorporada al arco evolutivo de
las rocas volcánicas e intrusivas del Grupo Peine (Figs. 9b y 10).

TERRANES TECTONOSTRATIGRÁFICOS DEL NOROESTE ARGENTINO Y NORTE DE CHILE

Después de la primera discusión de los terrenos tectonostratigráficos del noroeste argentino y el norte de Chile
por Dalziel y Forsythe (1985), el análisis del terreno fue significativamente ampliado con la publicación del
primer mapa simplificado del terreno por Ramos (1988; Fig. 11). La distribución de la tierra que se muestra en
este mapa aplicada al noroeste de Argentina y al norte de Chile estuvo fuertemente influenciada por el
reconocimiento de dos terranos alóctonos que se acoplaron al centro de Argentina durante el Paleozoico. (1) El
Terreno Precordillerano, que más tarde fue reconocido para formar parte del compuesto más grande Cuyania-
Precordillera Terrane, se acrecienta en Argentina al final del tiempo de los Ordovícicos (Figs. 11 y 12; Ramos et
al., 1986, 1993; Astini et al., 1996). (2) El terrano de Chilenia atracó durante la época Devónica Tardía (Fig. 11;
Ramos et al., 1986). El bloque Cuyania de la tierra Cuyania-Precordillera (Fig. 12) consiste en rocas metamórficas
de grado bajo, medio y alto que fueron metamorfoseadas entre aproximadamente 900 y 1100 Ma - (McDonough
et al., 1993). Se considera que estas rocas son un equivalente del basamento que subyace al bloque
Precordillera, el cual, sobre la base de evidencia isotópica de circonio y roca entera Nd-Pb, se interpreta como
originado en el cinturón de Grenville de Laurentia oriental (Abbruzzi et al., 1993; Kay et al., 1996; Astini et al.,
1996). El bloque Precordillera del terrano Cuyania-Precordillera (Figs. 11 y 12) es de particular importancia
porque tiene un parecido litoestratigráfico y bioestratigráfico muy pronunciado en sus sucesiones de carbonato
de Cámbrica y de Ordovícico Temprano a los Apalaches del sur (Bond et al., 1984; Ramos et al., 1986; Astini et
al., 1995). Es reconocida como una parte de los Apalaches y el modo de transferencia a Sudamérica es objeto
de un intenso debate (por ejemplo, Bond et al., 1984; Ramos et al., 1986, 1993; Dalla Salda et al., 1992a; Dalziel
et al., 1994, 1996; Astini et al., 1995, 1996).
La tierra de Chilenia está ampliamente oscurecida por el magmatismo y el metamorfismo del Paleozoico tardío
y de los más jóvenes (Ramos et al., 1986; Mpodozis y Kay, 1992). Incluye un basamento que indica un
metamorfismo de unos 500 Ma y 415 Ma (Caminos et al., 1979; Ribba et al., 1988), cubierto por calizas silúricas
(Ramos, 1994). Es sospechoso porque se desconoce el origen de esta Terrane tectonostratigráfica. En su mapa,
Ramos (1988) extendió la tierra de Chilenia hacia el oeste del norte de Chile y hasta la frontera chileno-peruana
en la región del codo Arica de los Andes modernos, y sugirió que podría representar el basamento de una gran
parte de la región.

Terreno Arequipa-Antofalla

Una pieza crucial en la reconstrucción del conjunto de terrenos del Paleozoico de los Andes Centrales es el
terreno Arequipa-Antofalla (Figs. 11 y 12). En el sur del Perú, el macizo de Arequipa (Fig. 3) comprende
granitoides paleozoicos tempranos y unidades de granulito, lo que produjo edades radiométricas de
metamorfismo de 1198 +6/-4 Ma y 970 ± 23 Ma, con intercepciones superiores hacia 1900 Ma (Tabla 1;
Wasteneys et al., 1995). Estas edades superiores de intercepción coinciden con las edades de intercepción
superior U-Pb y Rb-Sr de 1910 ± 36 Ma y 1918 ± 33 Ma, respectivamente (Dalmayrac et al., 1977; Shackleton et
al., 1979; Tabla 1), y fueron interpretadas como la edad proterozoica temprana de los protolitos por Wasteneys
et al. (1995). Los primeros plutones paleozoicos del macizo de Arequipa y de las rocas metamórficas del sur de
Bolivia produjeron una intercepción superior en U-Pb y una edad de la roca entera Rb-Sr de entre 1604 y 1000
Ma (Mukasa y Henry, 1990; Tosdal et al., 1994; Lehmann, 1978; Tabla 1). Este rango temporal se encuentra en
el norte de Chile y está representado por una edad de 1213 +28/-25 Ma de migmatitas en la Sierra de Moreno
(Fig. 3 y Tabla 1; Damm et al., 1990). En consecuencia, estas regiones están incluidas en el Terreno Arequipa-
Antofalla (Figs. 11 y 12; Ramos, 1988). Un isocrón preliminar Rb-Sr de Pacci et al (1980) de los Esquistos de Belén
en el norte de Chile (Fig. 1) que indica una edad de 1000 Ma no se considera aquí. Un nuevo cálculo de estos
datos realizado por Damm et al. (1990) apuntaba a una edad de 495 Ma. La datación en U-Pb de Basei y otros
(1996) arrojó una edad de 507 ± 48 Ma (Tabla 1). También se incluyen con la tierra Arequipa-Antofalla los
conjuntos metamórficos sin fecha en la parte occidental del Cañón del Río Loa en la Cordillera de la Costa (Fig.
3, no. 21; Lucassen et al., 1994) y al oeste del Salar de Antofalla en la Puna sur del noroeste argentino (Figs. 2 y
3; Ramos, 1988; Palma, 1990; Tosdal et al., 1994). La combinación de las edades radiométricas del Proterozoico
Temprano y Medio en el Terreno Arequipa - Antofalla representa una característica única en los Andes. Debido
a la similitud de la distribución por edades del Proterozoico en el macizo de Arequipa y el cinturón Makkovik-
Ketilidian y el batolito Trans-Labrador en el noreste de Laurentia, Wasteneys et al. (1995) consideraron que el
macizo de Arequipa como parte del terreno Arequipa-Antofalla, representaba un terreno exótica que se originó
en el promontorio de Labrador-Greenland de Laurentia (Dalziel et al, 1994; Litherland et al., 1989). Sin embargo,
según Tosdal et al (1994), los datos isotópicos de Pb vinculan la tierra Arequipa-Antofalla con el cratón
amazónico. Los datos paleomagnéticos sugieren que el terreno Arequipa-Antofalla ya estaba ubicado cerca de
su posición actual en el tiempo Protozoico Tardío y que ha sido transferido a su posición parautoctónica actual
durante la orogenia Oclóyica (Forsythe et al., 1993).
Los datos pb-isotópicos sobre lavas y minerales del arco cenozoico, y sus rocas huéspedes en el norte de Chile,
el noroeste de Argentina y el sur de Bolivia, sugieren una amplia subdivisión de la corteza andina moderna en
varios dominios de la corteza de diferentes edades y composiciones (Aitcheson et al., 1995). Por ejemplo, entre
los 20° y 21°S (Figs. 3 y 12), el magmatismo cenozoico muestreó la corteza no radiogénica proterozoica al norte
de unos 20°S, y la corteza radiogénica paleozoica al sur de 21°S (Wörner et al., 1994). Sin embargo, los
afloramientos del basamento proterozoico medio en la Sierra de Moreno se extienden hacia el sur hasta los
22°S (Fig. 3 y Tabla 1), lo que sugiere que la distribución de los dominios de la corteza terrestre puede ser más
complicada. Además, las edades aún no publicadas del circonio U-Pb revelan un componente proterozoico
medio heredado en los granitoides de Permian en regiones aún más al sur del norte de Chile (C. Mpodozis, 1995,
personal commun.). Esto implica que parte de la corteza del Proterozoico, de la cual los datos de Aitcheson et
al. (1995) no muestran evidencia, todavía estaba presente en esta región en el tiempo de Pérmico. Sin embargo,
los datos isotópicos disponibles indican que el terreno Arequipa - Antofalla no representa un bloque crustal
homogéneo, sino potencialmente un collage de varios dominios de basamento distintos (Aitcheson et al., 1995;
Kay et al., 1996) que posiblemente se ensamblaron antes de que se produjeran los cambios en la estructura de
la corteza terrestre de Arequipa - Antofalla. 1000 Ma (cuadro 1) y antes del acoplamiento de la tierra compuesta
a este margen. En consecuencia, una amplia subdivisión de la tierra de Arequipa a Antofalla en dos bloques
puede ser posible: un bloque de Arequipa de Proterozoico Temprano y Medio en el norte, y un bloque de
Antofalla de Proterozoico Tardío y Paleozoico Temprano en el sur (Fig. 12).

Las Terrenas Paleozoicas y la Evolución Geodinámica del Noroeste Argentino y del Norte de Chile Cámbrico
Tardío y Ordovícico.

Después de la orogenia pampeana en la época del Cámbrico Medio, las unidades del basamento del terreno
pampeano, incluyendo el cinturón de afloramientos de la Formación Puncoviscana, formaron parte de la
autóctona sudamericana (Ramos, 1988). La cuenca del Mesón Cambrico Tardío, formada por extensión a lo largo
de la margen occidental del Terreno pampeano. La configuración tectónica de esta cuenca es poco clara, ya que
su evolución no estuvo acompañada de magmatismo relacionado. Aunque algunos autores lo interpretan como
una cuenca pericratonal bordeada al oeste por una región emergente (Salfity et al., 1975; Gohrbrandt, 1992),
no conocemos ninguna evidencia directa que apoye la presencia de este margen de la cuenca occidental. Sin
embargo, la evolución del Ordovícico puede aportar pruebas circunstanciales.
La extensión de la cuenca del Mesón continuó en la época del Ordovícico Temprano, como lo indica el aumento
de la extensión del área de la plataforma siliciclástica ordovícica del Grupo Santa Victoria (Figs. 5 y 6). Este
aumento no puede interpretarse simplemente como el resultado de un aumento del nivel mundial del mar, ya
que se produjo en parte en épocas de bajo nivel del mar (Sánchez, 1994). Al inicio del Ordovícico Temprano, la
subducción por inmersión en el este (coordenadas actuales) había comenzado y un arco magmático se activó a
lo largo de la región fronteriza entre Argentina y Chile en el lado occidental de la cuenca del Ordovícico. Los
datos geoquímicos indican que el arco tenía una base siálica (Koukharsky et al., 1988; Breitkreuz et al., 1989).
Esto puede tomarse como una indicación de que el arco descansaba en el margen occidental potencial de la
cuenca del Mesón Cambriano Temprano representado por la tierra Arequipa-Antofalla.
Forsythe et al (1993) presentaron evidencia paleomagnética de que la tierra Arequipa-Antofalla se desprendía
del terreno pampeano en el Cámbrico Tardío por rotación en el sentido de las agujas del reloj alrededor de un
polo de Euler ubicado aproximadamente en el norte del Perú. Posteriormente se abrió una cuenca marginal que
albergaba las unidades del Grupo Mesón y de Ordovícico. Se interpreta que esta cuenca se ha ensanchado
progresivamente hacia el sur, llevando a la extrusión de algunos basaltos y dacitas de almohadas en el extremo
oriental de la Puna Norte (Faja Eruptiva de la Puna Oriental, Figs. 5 y 6) y a la generación de costras ophioliticas
en la Puna Sur (Fig. 7). La orogenia oclóyica se interpreta como marcando la resutura de la tierra Arequipa-
Antofalla al terreno Pampia después de una inversión de la deriva que tuvo lugar durante el tiempo de los
Ordovícicos (Forsythe et al., 1993; Ramos et al., 1993). Interpretamos que esta inversión de la deriva tuvo lugar
al principio del período Ordovícico, como puede ser documentado por el inicio del magmatismo de arco en la
Puna occidental. El aumento de las tasas de subsidencia tectónica durante el Arenig ha estado relacionado con
la construcción progresiva del edificio del arco (Bahlburg y Furlong, 1996) y el posterior empuje del arco hacia
el este durante el evento Guandacol. Durante este régimen convergente, los escombros erosivos del arco
alimentaron la deposición tectónica controlada del complejo de turbiditas de Puna (Figs. 6 y 7; Bahlburg, 1991b).
La principal deformación del relleno de la cuenca se produjo en la orogenia Oclóyica del Ordovícico Tardío.
Plutones sintectónicos y post-tectónicos intrusos en la Faja Eruptiva de la Puna Oriental y entre 450 y 429 Ma
en el Complejo Ígneo Sedimentário del Cordón de Lila (Cuadro 1, Figs. 6 y 7).
La sutura ophiolita entre las terrenas Pampeanas y Arequipa-Antofalla no se extiende hasta la Puna Norte. Las
escasas ocurrencias de trondhjemites y plutones asociados al este de la Puna sur en la Cordillera Oriental
(Galliski et al., 1990; Rapela et al., 1992) se interpretan como el producto del cierre de esta cuenca por
subducción de inmersión hacia el este (Ramos y Vujovich, 1995). Según Niemeyer (1989), la principal zona de
subducción ordovícica estaba ubicada al oeste del Complejo Ígneo-Sedimentario del Cordón de Lila en el norte
de Chile (Figs. 3, 6 y 7). Los límites del terreno Arequipa-Antofalla están mal definidos. En el mapa de Ramos
(1988), se infiere que el límite occidental de la tierra Arequipa-Antofalla, es decir, el límite entre las tierras
Arequipa y Chilenia, así como la zona de subducción de Niemeyer (1989), se extiende casi hacia el norte
(coordenadas actuales) a través del norte de Chile.

Por lo tanto, se sugiere que el basamento siálico del resto del norte de Chile se acrecienta en la época Devónica
Tardía como parte del Terreno de Chilenia (Ramos, 1988). Encontramos esto difícil de reconciliar con el registro
estratigráfico devónico y la falta de evidencia tectónica, magmática o metamórfica de este evento de acreción
(Fig. 4). Las relaciones estructurales pueden resolverse asumiendo que la zona de subducción del Ordovícico
estaba situada aún más al oeste en el actual Océano Pacífico. En este caso, casi todo el norte de Chile y el
extremo occidental de la Puna pertenecen al Terrane Arequipa-Antofalla (Fig. 12). El límite entre la Pampa y
Arequipa-Antofalla está representado por la sutura ophiolita en el sur de la Puna argentina y su continuación
hacia el norte en la Faja Eruptiva de la Puna Oriental en el norte de la Puna (Figs. 3, 5, y 12).

Concluimos que el Terrane Chilenia no se extiende hacia el noroeste de Argentina y el norte de Chile. Además,
la ausencia de calizas silúricas equivalentes a las de Chilenia indica una marcada distancia climática,
biogeográfica y paleogeográfica entre este territorio y el noroeste argentino y el norte de Chile en este
momento. Sobre la base de la distribución regional de las unidades litoestratigráficas discutidas, asumimos que
el límite actual entre los terrenos Arequipa - Antofalla y Chilenia se ubica más al sur en el norte de Chile,
aproximadamente en el lat 27°30ʹS (Fig. 12; y V. A. Ramos, 1995, comunidad personal). Esto está en buena
concordancia con la inferencia de las provincias del basamento basada en los datos del isótopo Pb (Tosdal et al.,
1994).
Postulado Laurentia Connection. De acuerdo con la hipótesis de repetidas interacciones Laurentia-Gondwana a
principios de la era Paleozoica, se sugiere que Laurentia colisionó con el centro de Argentina durante la época
del Ordovício Medio, lo que condujo a la formación de un cinturón montañoso Oclóyico-Tacónico continuo, y
transfiriendo el terrane Precordillera como parte de la tierra Occidentalia de Dalla Salda et al. (1992b) a
Argentina (Dalla Salda et al., 1992a; Dalziel et al., 1994). Sobre la base de distribuciones de edad radiométrica
similares y tipos de metamorfismo, Dalziel et al. (1994) también asumieron que el terrano Arequipa-Antofalla
formaba parte del cinturón de Grenville de Laurentia. Para el tiempo del Ordovício Tardío, Laurentia tenía que
haber estado separada de Sudamérica por una distancia significativa y estaba posicionada en latitudes bajas
(Scotese y McKerrow, 1990). La Laurentia Oriental carece de registros de la glaciación del Ordovícico Tardío,
cuyos depósitos están bien desarrollados en Argentina (Long, 1994; Peralta y Carter, 1990; Turner, 1960).
Además, la tectónica colisoria ocurrió en el noroeste argentino durante el Ashgill (orogenia oclóyica, por
ejemplo, Turner y Méndez, 1979; Monaldi y Boso, 1987). Si una parte de Laurentia chocara con este margen tan
tarde como en el tiempo de Ashgill, la evidencia del episodio glacial que ocurrió concomitantemente con la
orogenia Oclóyica debería estar presente en el orógeno Tacónico. Tal como entendemos la literatura, esta
evidencia no ha sido encontrada (por ejemplo, Drake et al., 1989). Se puede postular que la tierra Arequipa-
Antofalla fue transferida como una entidad separada de Laurentia a Sudamérica, cuando Laurentia se había
separado del centro de Argentina después del tiempo del Ordovícico Medio y antes de la orogenia Oclóyica,
explicando así los diferentes tiempos de los eventos tectónicos en el centro y noroeste de Argentina. Sin
embargo, esto es difícil de conciliar con el momento de apertura de la cuenca, así como con la falta de
remanentes de la corteza oceánica en la Puna norte. Aunque las mencionadas inconsistencias de la conexión
propuesta con Laurentia son actualmente difíciles de conciliar con esta hipótesis, no queremos descartarlas de
forma inequívoca.

De Silurian a Permian.

Después de la colisión del Ordovícico Tardío, la denudación del cinturón orogénico oclóyico en tiempo silúrico
precedió la formación de un par de plataformas siliciclásticas y cuencas turbidíticas con orientación oeste a
principios del tiempo devónico (Zorritas, El Toco, Las Tórtolas y formaciones de la Sierra del Tigre, Figs. 4, 8, y
9a). Los patrones de facies y hundimiento, junto con la ausencia de magmatismo, indican un ajuste de margen
pasivo al menos durante el tiempo entre el Devónico y el Carbonífero Temprano, y probablemente se extienda
hasta el tiempo Siluriano. Una evolución comparable fue indicada para este margen en el sur de Chile por Fortey
et al. (1992). Se desconoce la ubicación actual de la parte de la tierra Arequipa-Antofalla que debió haberse
desprendido de este margen durante el Silurian. La falta de depósitos de sincronía puede explicarse por el hecho
de que la denudación del orógeno oclóyico durante el tiempo silúrico había expuesto al ordovícico tardío a los
granitoides silúricos tempranos a principios del tiempo devónico, cuando los depósitos devónicos basales
transgredieron a los plutones.
La literatura se remonta a Burckhardt (1902) y contiene una variedad de indicaciones y argumentos para la
existencia de un mítico "continente del Pacífico" en la época paleozoica (por ejemplo, Steinmann, 1923; Miller,
1970b; Isaacson, 1975; Dalmayrac et al., 1980; Bahlburg, 1993). Los datos de implicación directa en la situación
del norte de Chile incluyen (1) la derivación hacia el oeste de las gruesas sucesiones clásticas devónicas de Bolivia
(Isaac- hijo, 1975), (2) la presencia de paleocorrientes dirigidas hacia el este en las unidades de turbiditas
Devónicas y Carboníferas Tempranas del norte de Chile (Bahlburg y Breitkreuz, 1993), y (3) la ocurrencia
conjunta de braquiópodos Malvinokaffric con los de la derivación de Laurentia oriental en los lechos Devónicos
Medios de la Formación Zorritas (Fig. 2), y en lechos coevales sobre el macizo de Arequipa en el sur del Perú
(Figs. 1 y 8; Boucot et al..., 1980, 1995). Estos datos fueron tomados por Dalziel et al (1994) para sugerir que
durante el tiempo del Paleozoico Laurentia se dirigió hacia el norte a lo largo del margen protoandino en el
sentido de las agujas del reloj hasta su posición de Pangea Pérmica, y colisionó intermitentemente con el sur de
Sudamérica en el tiempo de los Ordovícicos Medios y con el norte de Sudamérica en el tiempo de los Devonios
(Kent y Van der Voo, 1990; Restrepo-Pace, 1992). Al interpretar la evolución devónica del norte de Chile, esta
hipótesis ofrece una explicación para la formación del margen pasivo del norte de Chile. Este margen pasivo se
habría formado cuando Laurentia se alejó de esta parte de Sudamérica después de la orogenia oclóyica, llevando
consigo una parte de la tierra Arequipa-Antofalla. De acuerdo con la distribución radiométrica de la edad de
este terrano, la parte faltante debe estar situada dentro del cinturón Laurentian Grenville (Wasteneys et al.,
1995; Dalziel et al., 1994), a la espera de ser identificada.

En vista de las inconsistencias de esta hipótesis aplicada a los datos de la época Ordovícica, es poco probable
que Laurentia colisionara con Sudamérica en la época Ordovícica. Es igualmente especulativo interpretar la
formación del margen pasivo del norte de Chile en Siluriano-Devónico.
tiempo en el marco de esta hipótesis. Sin embargo, las observaciones formuladas anteriormente en varios
estudios independientes, por ejemplo, la derivación de sedimentos de fuentes occidentales desconocidas
ubicadas en el actual Océano Pacífico, aún no se han explicado. En conclusión, interpretamos que el margen
pasivo entre Devónico y Carbonífero Temprano en el norte de Chile se ha formado por el desgarro de una parte
occidental del terrano Arequipa-Antofalla (Fig. 9a). La persistencia de la fuente sedimentaria occidental durante
todo el período Devónico y a principios del Carbonífero Tardío sugiere que la tierra estriada se movió hacia el
norte de manera transtensional a lo largo del margen. En la estela de este terrano que se mueve hacia el norte,
la subducción de la corteza del Pacífico comenzó a lo largo del margen chileno durante la época del Carbonífero
Tardío (Fig. 9). En el margen occidental de Chilenia, en el sur de Chile, condujo (1) a la formación de un prisma
acrecional y metamorfismo de la zona de subducción asociada (Fig. 4) y (2) a eventos acrecionales, intrusivos y
metamórficos registrados en varias localidades del centro de Chile (Hervé et al., 1974, 1984; Thiele y Hervé,
1984; Ribba et al., 1988, Mpodozis y Kay, 1990, 1992; Pankhurst et al., 1992). En el norte de Chile, el inicio de la
subducción produjo (3) el complejo acumulativo de la mélange Chañaral y el complejo Sierra Limón Verde, así
como (4) el arco magmático de la superunidad del Grupo Peine y la superunidad Albayayay y sus equivalentes
(Figs. 3, 4, y 9b, y Tabla 1).
Mpodozis y Kay (1990, 1992) invocaron la colisión oblicua del terrano sospechoso de Equis con este margen
durante el tiempo del Pérmico Temprano para explicar los patrones de magma génesis y deformación
compresional (fase tectónica de San Rafael) en el arco paleozoico tardío entre los 28° y 31°S. La falta de evidencia
física de este terreno se explica por la suposición de su remoción (i) por procesos de erosión tectónica comunes
a lo largo de este margen durante el Mesozoico y el Cenozoico (von Huene and Scholl, 1991), o (ii) por el
desplazamiento longitudinal hacia el norte a lo largo del margen en el Mesozoico. Según Breitkreuz y Zeil (1994),
el Grupo Peine del norte de Chile y sus plutones asociados (Grupo Peine y superunidad de Albayayay, Fig. 9b)
no muestran las características pertinentes observadas por Mpodozis y Kay (1990, 1992) con respecto a la tierra
de Equis más al sur. El Grupo Peine, incluyendo los plutones coeval, se interpreta como un arco magmático,
incluyendo una cuenca de arco graben.

En contraste con las regiones andinas más al sur de Argentina y Chile, el evento de acortamiento del Pérmico
Temprano de San Rafael no se registra en el norte de Chile. Esta evolución tectónica contrastante apoya aún
más nuestra inferencia de que el límite entre los 27° y los 28°S (Fig. 8) es una de las primeras fronteras entre el
Paleozoico y los terrenos de deslizamiento de golpe del Paleozoico, lo que también puede haber influido en la
evolución pospaleozoica de este margen. Concluimos que la tierra de los Equis no se extendió hasta el norte de
Chile.

Movimientos de Tierras Post-Paleozoicas

Las fallas por deslizamiento de huelga han sido citadas como importantes en la conformación del margen andino
post-Paleozoico. Sobre la base de datos paleomagnéticos preliminares, Forsythe et al. (1987) identificaron que
la tierra desplazada de Pichidangui ocupaba la región costera del centro de Chile (Fig. 11). Comprende las rocas
clásticas tardías del Paleozoico y del Triásico y se interpreta que ha sido desplazada dextralmente hacia el norte
a lo largo del impacto de la margen en aproximadamente 15° de latitud después del tiempo del Triásico Tardío,
alcanzando su nueva posición en el Jurásico Medio a Tardío. Esto limitaría el desplazamiento longitudinal al
tiempo del Jurásico Temprano. En base a esta interpretación, Ramos (1988) clasificó las unidades de turbiditas
del Paleozoico medio de la Cordillera de la Costa norte de Chile (Figs. 2, 3 y 8), incluyendo la mélange de Chañaral
(Fig. 4), como la tierra desplazada de Chañaral (Fig. 11), la cual asumió que había sido desplazada conjuntamente
con la tierra de Pichidangui. En este caso, la zona de la falla de Atacama (Figs. 2 y 3), que limita parcialmente las
unidades turbidíticas hacia el este, fue tomada como límite del terreno. Sin embargo, los datos geocronológicos
y paleomagnéticos de ambas tierras no apoyan el alocton propuesto (Beck et al., 1991; Brown et al., 1991, 1993).
La zona de la falla de Atacama actuó como una zona de cizallamiento sinistral que albergaba unos 100 km de
desplazamiento desde el Jurásico hasta el Terciario (Hervé, 1987; Scheuber y Andriessen, 1990; Brown et al.,
1993). Para el tiempo Jurásico, esto coincide con reconstrucciones de placas oceánicas que indican subducción
hacia el sureste (coordenadas actuales; Larson y Pitman, 1972; Zonenshayn et al., 1984). Por lo tanto, basamos
nuestra interpretación de la situación del norte de Chile (Figs. 8, 9 y 12) en el supuesto de una relación autóctona
entre la Formación Zorritas y las unidades turbidíticas de la Cordillera de la Costa. Sin embargo, aún no se han
identificado los depósitos de la plataforma de conexión del talud y la cuenca de turbidita.
El último terreno que se discute es el de Mejillonia (Ramos, 1988; Figs. 11 y 12) que ocupa la parte norte y
central de la pequeña península de Mejillones al norte de Antofagasta (Figs. 2 y 3). Se sabe muy poco sobre esta
unidad. Consiste en dos formaciones de esquistos, gneisses y anfibolitos que fueron invadidos por un plutón de
granodiorita de cinemática tardía (Baeza y Pichowiak, 1988). Los datos radiométricos dispersos se dividen en
dos grupos de 560 a 520Ma y 200 a 108Ma (Fig.4; Díazet al., 1985; Baeza y Pichowiak, 1988; Damm et al., 1990;
Pichowiak, 1994). El cúmulo más antiguo se toma para reflejar un evento magmático y metamórfico del
Cámbrico, mientras que el cúmulo más joven indica un evento térmico, concentrado en el tiempo Jurásico, que
estaba al menos parcialmente conectado con el magmatismo del arco Jurásico (Pichowiak, 1994). La península
de Mejillones tiene un contacto fallido con tierra firme a lo largo del ramal oeste de la zona de la falla de Atacama
(Fig. 2) y se encuentra al oeste del cinturón de afloramiento de las unidades de turbidita del Paleozoico medio
y de la sala oceánica del arco magmático del Jurásico, ambas ubicadas en la Cordillera de la Costa (Fig. 2). El
terrano de Mejillonia se interpreta como un terrano de Proterozoico Tardío al Lejano Lejano al Cámbrico, que
anclaba en el margen chileno en el tiempo del Jurásico (Ramos, 1988; Damm et al., 1990). Al este de Antofagasta,
en la región del Salar de Navidad, un afloramiento de granodiorita plutón dio una edad de circonio U-Pb de 582
± 4 Ma (Damm et al., 1990). Otras edades radiométricas registradas en el sur de los Andes Centrales son
significativamente mayores o menores que esta edad y el grupo de edad más avanzada de la Península de
Mejillones (Tabla 1). El significado de la tierra de Mejillonia dentro del collage de la terrena centro-sur andina
es aún incierto, pero es probable que esta tierra represente (1) o bien una parte parautoctónica desplazada de
la terrena Arequipa-Antofalla, que en el tiempo del Jurásico formaba parte del basamento del arco respectivo,
o bien (2) un remanente reacondicionado del bloque desconocido que se desprendía de este margen en el
Siluriano (Fig. 9a). Puede haber sido emplazado en su posición estructural y geográfica actual por los
movimientos siniestrales jurásicos de golpe y deslizamiento a lo largo de la zona de la falla de Atacama
conectados a la subducción oblicua (Brown et al., 1993; Scheuber y Andriessen, 1990).

CONCLUSIONES
Nuestro análisis de los Andes centrales del sur del noroeste argentino y del norte de Chile dio como resultado
la identificación de un solo terrano paleozoico aloctónico a parautoctónico, el terrano Arequipa-Antofalla, que
se acopló a su posición actual en el margen paleozoico temprano de América del Sur en el tiempo de los
Ordovícicos tardíos. Un nuevo margen occidental de la tierra Arequipa - Antofalla se formó probablemente
durante la época silúrica, cuando se desarrolló un margen pasivo en la región del norte de Chile por un evento
de extensión que desparramó una parte de la tierra Arequipeña - Antofalla. El eventual destino paleogeográfico
de esta parte rayada es desconocido pero, según Dalziel et al. (1994), puede encontrarse en el noreste de
Laurentia. La etapa de margen pasivo en el norte de Chile duró aproximadamente 100 m.s.n.m., desde principios
del Siluriano hasta principios del Carbonífero Tardío, un lapso marcado por la ausencia de magmatismo de
margen activo y tectónica (Fig. 4). Durante el período Carbonífero Tardío, se estableció un nuevo límite de placa
convergente en el margen anteriormente pasivo. Esto se evidencia por la gran cantidad de
propagan el magmatismo de arco y los eventos metamórficos y tectónicos relacionados, la formación de
mélange y la sedimentación volcánica con-temporánea. Los movimientos pospaleozoicos de los márgenes
paralelos y siniestrales, probablemente condujeron a la colocación de la tierra parautoctónica desplazada de
Mejillonia en el tiempo del Jurásico. Ni la tierra Precordillera Cámbrico-Ordovícica ni la tierra Chilenia Siluriana-
Latina Devónica del centro de Argentina y Chile central (Ramos et al., 1986) se extienden hacia el norte de los
países re especulativos.

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