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DESARROLLO:
1. Para empezar debemos recordar que la familia es mucho más que resolver las necesidades básicas de
los niños como la alimentación, educación, recreación, vestido, pues tiene una gran incidencia en el
desarrollo social y emocional de todos los seres humanos. Allí adquirimos las habilidades necesarias para
afrontar la vida de adultos y desarrollar todo nuestro potencial. Nuestras familias nos conducen en formas
de ver el mundo, pensar, comportarnos y valorar la vida y la de los otros.
La familia le ayuda a los niños y niñas a aprender quienes son, desarrollar su personalidad y les brinda
apoyo emocional. El ambiente en que crecen los niños define elementos fundamentales para el resto de
su vida.
Sin embargo y de acuerdo con la guía en la actualidad existen factores sociales que están modificando la
unidad familiar y a la vez las pautas de crianza.
El agitado estilo de vida moderno demanda tanto de los padres causando en muchos casos estrés,
ansiedad, depresión, agresividad e influyendo directamente en su relación con su familia, especialmente
con sus hijos(as).
Como consecuencia surgen estilos de crianza con consecuencias poco favorables:
AUTORITARIO: Los hijos de padres autoritarios: Son sumisos cuando el control es externo, pero en
ausencia de estos son mucho más irresponsables y se muestran agresivos, tendencia a sentirse culpables
deprimidos y ansiosos, baja autoestima, rebeldía, pocas habilidades sociales.
PERMISIVO: Los hijos de padres permisivos: Son inmaduros e incapaces de controlar sus impulsos, carecen
de autocontrol y se rinden con facilidad.
NEGLIGENTE: Los hijos de padres negligentes: Tienen baja autoestima, no siguen ordenes, son insensibles
ante las emociones de los demás, son muy vulnerables a conflictos sociales.
No se desmerita el valor de la autoridad, se trata de aprender a ejercerla con equilibrio. Por un lado, hay
que tener cuidado de no ser muy rígidos; por otro no debemos pasarnos de permisivos. Hay que imponer
un orden, sin ser muy autoritarios. Hay que respetarles, sin tener miedo a llamarles la atención de ser
necesario.
Ahora bien, no se trata de culpar a los padres ya que independientemente de serlo, son humanos con
fortalezas y debilidades, educados en su tiempo siguiendo un estilo de crianza, sometidos a la vez a un
estilo de vida moderno que demanda mucho tiempo y ejerce presión sobre estos.
Se trata de detenerse a pensar como sus antecedentes familiares y los factores actuales pueden servir
como lecciones de vida y brindar las pautas para modificar los estilos de crianza a favor de nuestros niños
de manera positiva.
Hay que tomar conciencia de que al igual que a los niños hay que educar emocionalmente a los padres
para que los factores externos del mundo moderno no deterioren la unidad familiar.
Los primeros en establecer límites deben ser los padres, al ser los principales agentes educadores, la
escuela es un apoyo primordial a los padres en este proceso conjunto.
Para empezar los límites debemos establecer los valores en los que se cimentarán, el respeto, por
ejemplo. El respeto es una base importante para un buen entendimiento en la relación padre/madre –
hijo(ja) o en la relación Docente-estudiante, de una forma recíproca.
A partir del respeto, adaptaremos y transformaremos las normas, los acuerdos y las rutinas en función de
las edades y las necesidades de los niños.
Recordemos: Poner límites no significa gritar, amenazar o hacer reproches, porque estaríamos cayendo
en los estilos de crianza autoritarios que vimos en la guía. La función de poner límites significa contener,
cuidar y proteger.
Poner límites es poner disciplina y esa disciplina debe ser ejercida con amor.
3. Pienso que Las metodologías pueden variar en nuestro quehacer diario como Docentes, en mi
experiencia de Docente de primero a quinto grado de primaria, he aplicado estas sencillas, pero
acertadas: