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Semana 9 – Lectura 7 - Habacuc por John MacArthur

HABACUC
El justo por la fevivirá
TÍTULO
Este libro profético toma su nombre de su autor y probablemente significa «uno que abraza» (1.1; 3.1). Al final de la
profecía, este nombre se vuelve apropiado conforme el profeta se aferra a Dios independientemente de su confusión
por los planes de Dios hacia su pueblo.
AUTOR Y FECHA
Como con muchos de los profetas menores, nada se conoce del profeta excepto por lo que puede ser inferido del libro.
En el caso de Habacuc, la información interna casi no existe, lo que hace que las conclusiones de su identidad y vida
sean conjeturas. Su simple introducción como «el profeta Habacuc» puede implicar que él no necesitaba
presentación debido a que era un profeta conocido en sus días. Es cierto que él fue un contemporáneo de Jeremías,
Ezequiel, Daniel y Sofonías.
CRISTO EN … HABACUC
AUNQUE HABACUC NO MENCIONA nunca el nombre de Cristo, se regocija en el ministerio salvador de
Jesús como «Dios de mi salvación» (3.18). Habacuc también prefigura la venidera salvación de Cristo: «Saliste
para socorrer a tu pueblo, para socorrer a tu ungido» (3.13). El Antiguo Testamento y también el Nuevo
señalan con claridad a Cristo como el Ungido (Sal 28.8; Dn 9.25, 26; Hch 4.17; 10.38; Heb 1.9).
La mención de los caldeos (1.6) sugiere una fecha a finales del siglo siete A.C., poco antes de que Nabucodonosor
comenzara su marcha militar a través de Nínive (612 A.C.), Harán (609 A.C.) y Carquemis (605 A.C.), camino
a Jerusalén (605 A.C.). El amargo lamento de Habacuc (1.2–4) puede reflejar un período de tiempo poco después de
la muerte de Josías (609 A.C.), días en los que las reformas del rey piadoso (cp. 2 R 23) fueron
rápidamente cambiadas por su sucesor, Joacim (Jer 22.13–19).
CONTEXTO HISTÓRICO
Habacuc profetizó durante los días finales del Imperio Asirio y el principio del dominio de Babilonia a escala mundial
bajo Nabopolasar y su hijo Nabucodonosor. Cuando Nabopolasar ascendió al poder en el 626 A.C., inmediatamente
comenzó a expandir su influencia al norte y al oeste. Bajo el liderazgo de su hijo, el ejército babilónico venció a Nínive
en el 612 A.C., forzando a la nobleza asiria a refugiarse primero en Harán y después en Carquemis. Nabucodonosor
los persiguió, venciendo a Harán en el 609 A.C. y a Carquemis en el 605 A.C.
El rey egipcio Necao, viajando por Judá en el 609 A.C. para ayudar al rey asirio que huía, fue confrontado por el rey
Josías en Meguido (2 Cr 35.20– 24). Josías murió en la batalla que se llevó a cabo, dejando su trono a una sucesión
de tres hijos y un nieto. Antes, como resultado de descubrir el Libro de la ley en el templo (622 A.C.), Josías había
instituido reformas espirituales significativas en Judá (2 R 22, 23), aboliendo muchas de las prácticas idólatras de su
padre Amón (2 R 21.20–22) y su abuelo Manasés (2 R 21.11– 13). No obstante, cuando murió, la nación rápidamente
regresó a sus malos caminos (cp. Jer 22.13–19), causando que Habacuc cuestionara el silencio de Dios y aparente
falta de acción para castigar (1.2–4) y así purificar a su pueblo de pacto.
PERSONAS DESTACADAS EN HABACUC
Habacuc: último profeta enviado a Judá antes de que cayera en el cautiverio de los babilonios (1.1—3.19).
Los caldeos: los babilonios que Dios usó para castigar a Judá (1.6–11; 2.2–20).
TEMAS HISTÓRICOS Y TEOLÓGICOS
Los versículos de apertura revelan una situación histórica semejante a los días de Amós y Miqueas. Esencialmente, la
justicia había desaparecido de la tierra; la violencia y la impiedad se encontraban por todos lados, existiendo sin
freno. En medio de estos días oscuros, el profeta clamó por intervención divina (1.2–4). La respuesta de Dios de que
Él estaba enviando a los caldeos para juzgar a Judá (1.5–11) crea un dilema teológico aun más grande para Habacuc.
¿Por qué Dios no purificó a su pueblo y restauró su justicia? ¿Cómo podía Dios usar a los caldeos para juzgar a un
pueblo más justo que ellos (1.12—2.1)? La respuesta de Dios de que Él también juzgaría a los caldeos (2.2–20), no
satisfizo en su totalidad el dilema teológico del profeta; de hecho, únicamente lo intensificó. En la mente de Habacuc
el asunto que clamaba por resolución ya no era la respuesta justa por parte de Dios hacia el mal (o la falta de bien),
sino la defensa de la persona y el pacto de Dios con su pueblo (1.13). Al igual que Job, el profeta discutió con Dios y a
través de esa experiencia alcanzó un entendimiento más profundo de la persona soberana de Dios y una fe más firme
en Él (cp. Job 42.5, 6; Is 55.8, 9). Finalmente, Habacuc se dio cuenta de que Dios no debía ser adorado simplemente
por las bendiciones temporales que otorgó, sino por lo que Él es (3.17–19).
PALABRAS CLAVE EN HABACUC
Imagen: En hebreo pesel —2.18— se relaciona con un verbo que significa «tallar en piedra» o «cortar y tallar en
madera» (ver Éx 34.4). Pesel es la imagen o ídolo a semejanza de un ser humano o animal, hecho de piedra, madera o
metal. En el Monte Sinaí, Dios les prohibió a los hebreos que hicieran esos ídolos (Éx 20.4). Dios quería que el hecho
de que los hebreos no usaran imágenes fuera la característica que distinguiera su verdadera religión. Por desdicha
Israel siguió el ejemplo de sus vecinos paganos y adoraba imágenes talladas (Jue 18.30; 2 Cr 33.7). El salmista
describe esas imágenes como sin valor alguno, y a quienes las adoran los llama vergüenza (Sal 97.7). Tanto Isaías (Is
40.18, 20; 44.9–20) como Habacuc (2.18, 19) ridiculizan a quienes ponen su confianza en imágenes hechas con las
manos humanas. No tienen capacidad para ver, oír, hablar ni para hacer nada por sus devotos.
PRINCIPALES DOCTRINAS EN HABACUC
Naturaleza del juicio de Dios: Dios usó a los babilonios para castigar al pueblo de Judá (1.5–11; 2.2–20;
Dt 28.49, 50; 2 R 24.2; 2 Cr 36.17; Jer 4.11–13; Ez 7.24; 21.31; Mi 4.10; Hch 17.31; Ro 2.16; Ap 6.17).
Adoración correcta a Dios: no hay que adorar a Dios solo por las bendiciones temporales, sino por lo que
él es (3.17–19; Dt 28.1–14; Sal 97.12; Is 12.2; 41.16; 61.10; Lc 1.47; Fil 4.4; Ap 4.10–11).
Justificación por la fe: la salvación para las personas es por la fe en Dios solamente, no por obras (2.4; Gn
15.6; Lv 18.5; Is 45.25; 50.8, 9; Zac 3.4, 5; Jn 3.36; Ro 1.17; 5.1; Gá 3.11; Col 1.22, 23; Heb 3.12–14; 10.38).
EL CARÁCTER DE DIOS EN HABACUC
Dios es glorioso: 2.14
Dios se aíra: 3.2
RETOS DE INTERPRETACIÓN
Las preguntas del profeta representan unas de las fundamentales en toda la vida, con las respuestas que proveen
piedras cruciales de fundamento sobre las cuales edificar un entendimiento apropiado de la persona de Dios y
sus caminos soberanos en la historia. La esencia de su mensaje yace en el llamado a confiar en Dios (2.4): «El justo
por su fe vivirá». Las referencias del NT dan una importancia poco común teológicamente a Habacuc. El escritor de
Hebreos cita Habacuc 2.4 para aclarar la necesidad del creyente de permanecer fuerte y fiel en medio de la aflicción y
las pruebas (He 10.38). El apóstol Pablo, por otro lado, emplea el versículo dos veces (Ro 1.17; Gá 3.11) para acentuar
la doctrina de la justificación por la fe. No hay conflicto de interpretación alguno, ya que el énfasis tanto en Habacuc
como en las referencias del NT va más allá del acto de la fe para incluir la continuidad de la fe. La fe no es un acto
único, sino una manera de vivir. El verdadero creyente, declarado justo por Dios, habitualmente perseverará en la fe a
lo largo de toda su vida (cp. Col 1.22, 23; He 3.12–14). Él confiará en el Dios soberano que solo hace lo que es justo.
BOSQUEJO
I. Reflexión inicial (1.1)
II. Las perplejidades del profeta (1.2—2.20)
A. Su primera queja (1.2–4)
B. La primera respuesta de Dios (1.5–11)
C. Su segunda queja (1.12—2.1)
D. La segunda respuesta de Dios (2.2–20)
III. La petición del profeta (3.1–19)
A. Petición por misericordia de Dios (3.1, 2)
B. Alabanza del poder de Dios (3.3–15)
C. Promesa de la suficiencia de Dios (3.16–19)
John MacArthur, El Manual Bíblico MacArthur: Un Estudio Introductorio a la Palabra de Dios, Libro por
Libro (Nashville, TN: Grupo Nelson, 2016).

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