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LECCIÓN 8.

LOS MOVIMIENTOS| 1

LECCIÓN 8. LOS MOVIMIENTOS


8.1. Importancia de los movimientos
8.2. Descripción de algunos movimientos
8.3. Características estructurales y espirituales de los movimientos
8.4. Dependencias de los movimientos en la Santa Sede
8.5. Adecuada inserción de los movimientos en las Iglesias particulares. Relación con los
Obispos.
8.6. Relación de los movimientos con las parroquias

8.1. Importancia de los movimientos


Desarrollo y vitalidad de los movimientos. Se puede afirmar que en la Iglesia desde el
día de Pentecostés ha habido “movimientos". Sin embargo, en los años posteriores al
Concilio se han caracterizado por el nacimiento y desarrollo de numerosos nuevos
movimientos eclesiales o nuevas comunidades. Su desarrollo y vitalidad debe considerarse
como uno de los frutos de la renovación eclesiológica y pastoral promovida por el Vaticano
II. Este desarrollo se debe al redescubrimiento del elemento carismática, la dimensión
misionera, la vocación bautismal y el papel de los laicos.
Dos reglas fundamentales. La primera regla: no extinguir los carismas, estar
agradecidos, aunque sean incómodos. La segunda regla es: la Iglesia es una; si los
movimientos son realmente dones del Espíritu Santo, se insertan y sirven a la Iglesia…
Como síntesis de las dos reglas fundamentales, se diría: gratitud, paciencia y aceptación
incluso de los sufrimientos, que son inevitables (Benedicto XVI, Homilía Vigilia Pentecostés, 29
mayo 1996).

El Papa Francisco en un encuentro con los movimientos, respecto a los movimientos a


afirmado que lo más importante en ellos es el papel central de Jesús, la oración y el
testimonio, más allá de las estructuras, planes y organizaciones. La comunicación de la fe se
puede hacer sólo con el testimonio, y esto es el amor. No con nuestras ideas, sino con el
Evangelio vivido en la propia existencia y que el Espíritu Santo hace vivir dentro de
nosotros. (Encuentro con los movimientos eclesiales, vigilia de Pentecostés, 18 mayo 2013).

8.2. Descripción de algunos movimientos


Dos clases de movimientos desde el punto de vista teológico:
a) Laicales: son los constituidos únicamente por laicos que pretenden vivir la vocación
laical intensamente y cooperar de este modo a la realización de la misión de la Iglesia.
b) Espirituales: pretenden promover la vida interior de sus miembros, en la línea de las
terceras órdenes.
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c) Eclesiales: agrupan miembros de las diversas categorías y órdenes de fieles como


laicos, casados, solteros, sacerdotes, religiosos y religiosas, que participan del carisma de la
comunión y que piden vivir más plenamente la vida de la Iglesia según los diversos aspectos
de su vocación y ministerio. Un ejemplo de ellos, aunque no se cataloguen como un
movimiento en sí, puede ser el Camino Neocatecumenal.

8.3. Características estructurales y espirituales de los movimientos


La esencia de los movimientos eclesiales es que son un fenómeno de origen carismático
que da origen a una realidad de agregación con determinadas características de tipo
estructural y espiritual, dos categorías que están en parte entrelazadas.

► Características de tipo estructural:


a) Se trata de un fenómeno preponderantemente laical. Su misión está dirigida
principalmente a la movilización del laicado, para llevarle a redescubrir las
exigencias de la vocación cristiana (del bautismo y del sacerdocio común).
b) Pueden participar fieles de toda condición y estado eclesial (clérigos, consagrados,
laicos).
c) Constituyen un fenómeno de ámbito universal. No sólo en sentido geográfico o
sociológico, sino también eclesiológico.
d) Poseen elasticidad y variedad de formas de pertenencia y de compromiso. Esto es
consecuencia de la gran diversidad de situaciones en las que se encuentran sus
miembros, y especialmente los laicos.
e) Acentúan la dimensión participativa. Entre los miembros de un movimiento se
tiende a vivir con fuerza el sentido de comunión, porque tienen un compromiso con
su comunidad, incluso en los bienes temporales.

► Características de tipo espiritual:


a) Empeño por revitalizar la experiencia cristiana. Llevando a los fieles a un encuentro
personal con Cristo. Se enfocan en la esencialidad del mensaje de Jesucristo.
b) Fuerte dinamismo apostólico que los anima. El encuentro con Cristo lleva al
apostolado, que se despliega en innumerables iniciativas personales y comunitarias.
Se profundiza el sentido de la propia vocación bautismal superando así aquella
visión restringida del apostolado laical como ayuda ofrecida a la Jerarquía.
Expresada con toda claridad en el c. 225.
c) La capacidad de responder al desafío del secularismo y de la nueva evangelización.
La Exh.Apost. ChL ha reconocido la ayuda preciosa que los movimientos ofrecen
para llevar una vida cristiana coherente.
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8.4. Dependencias de los movimientos en la Santa Sede


Generalmente los movimientos eclesiales se han ido configurando como asociaciones
privadas de fieles. Su aprobación se realiza primero a nivel diocesano, luego a nivel de
Conferencia Episcopal y, por último -cuando su extensión es suficientemente amplia- son
aprobados por el Pontificio Consejo para los Laicos como asociación internacional.
-El Dicasterio para los Laicos la Familia y la Vida (M. Pr., 25.VIII.2016) tiene la
responsabilidad de discernir la autenticidad de todos los movimientos. Opera en
dependencia del el Santo Padre y expresa el sentir oficial de la Iglesia.
-La Santa Sede le ha dado su bendición y apoyo oficial a más de 50 movimientos
eclesiales que han sido reconocidos por su ortodoxia y fidelidad a la Iglesia. Un ejemplo
extraordinario de este reconocimiento fue el Congreso mundial de Movimientos Eclesiales.
-San Juan Pablo II ha hablado en muchas ocasiones apoyando a los movimientos. El
Papa Francisco lo ha hecho en algunas.

8.5. Adecuada inserción de los movimientos en las Iglesias particulares. Relación


con los Obispos
►Institucionalización. Los movimientos necesitan una cierta institucionalización para
proteger la continuidad de la iniciativa frente a posibles desviaciones. Una configuración
jurídica favorece además su armónica inserción en las Iglesias particulares.
►Cuestión pastoral. A nivel pastoral la principal cuestión planteada por los
movimientos es su adecuada inserción en las Iglesias particulares. El Código se limita a decir
que las asociaciones están bajo la vigilancia de la autoridad eclesiástica competente (c.
305), y menciona 3 aspectos sobre los que la autoridad tiene que vigilar: fe, costumbres y
disciplina eclesiástica. Para las asociaciones privadas -siempre respetando su propia
autonomía- el Código añade, la responsabilidad de la autoridad eclesiástica de procurar que
se evite la dispersión de fuerzas, y ordenar al bien común el ejercicio de su apostolado (c.
323 § 2).
►Responsabilidad del obispo diocesano. La inserción de los movimientos en las
Iglesias locales implica tener en cuenta la responsabilidad respectivamente de la autoridad
eclesiástica y de manera especial del obispo diocesano) y de los moderadores de los
movimientos. El obispo es el primer responsable de la adecuada inserción de los
movimientos en la pastoral de su Iglesia particular, en cuanto que él es “principio y
fundamento visible de la unidad" en LG 23). Tendrá que establecer directrices y prioridades
pastorales en orden a la coordinación de las diferentes formas de apostolado; podrá también
pedir a los movimientos que colaboren con iniciativas pastorales diocesanas, cuidando que
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un carisma no sea desvirtuado o alterado por exigencias particulares; buscará valorar la


especificidad de los diversos movimientos.
8.6. Relación de los movimientos con las parroquias

Para la inserción de los movimientos en la pastoral de la Iglesia local juegan un papel


de primaria importancia las parroquias. La promoción de esta "espiritualidad de comunión"
compete especialmente al párroco, a sus colaboradores pastorales, y a los responsables de los
movimientos.

La relación entre movimientos y parroquia tendrá que tener en cuenta dos exigencias
igualmente importantes: por un lado, la legítima libertad que tienen los fieles de asociarse y
la autonomía de las asociaciones por ellos fundadas, por otro está la exigencia de la unidad
de la Iglesia, unidad que tiene que manifestarse también a nivel parroquial. A pesar de todo
esto, la libertad de los fieles tiene un límite intrínseco en el deber de "observar siempre la
comunión con la Iglesia, incluso en su modo de obrar" (c. 209 § 1).

Algunos ejemplos de relaciones entre los movimientos y las parroquias:

Apertura de la parroquia a los movimientos. Acoger y hacer que dé frutos para el


conjunto de la Comunidad parroquial la específica espiritualidad conferida al fiel por la
permanencia al movimiento.

Respeto de la parroquia a la libertad de los fieles. Por ejemplo, los fieles pueden
elegir los medios de formación que estimen convenientes, no sólo los parroquiales. Tienen
libertad para asistir a la Misa donde juzguen oportuno.

Los fieles de los movimientos deben cumplir con las exigencias parroquiales. Fuerte
tentación de los movimientos de ocupar las parroquias, constituyéndose en grupo
hegemónico. Un ejemplo: lo pedido por el Camino Neocatecumenal (no es un movimiento):
Están en dependencia de si el Obispo decide no haya celebraciones eucarísticas especiales
para ellos en determinados domingos.

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