Вы находитесь на странице: 1из 11

Escribir y compartir tu testimonio cristiano con otros es una gran manera de compartir tu fe

y testificar de la obra transformadora de Dios en tu vida.

Un testimonio puede compartir la verdad bíblica y la experiencia personal de una manera


poderosa que exalta a Cristo y da testimonio de su obra en la salvación.

Una vez cuando estaba en la universidad, un desconocido se acercó a mí y comenzó a


compartir su fe y su testimonio. La esencia básica del mismo era la siguiente:

“Estaba deprimido y con pensamientos suicidas, y no sabía a dónde ir. Entonces mi amiga
me invitó a su iglesia, me conecté a ella, y realmente me sentí bienvenido. Ahora ya no
estoy deprimido y tengo un gran grupo de amigos, y he encontrado la verdad en Dios”.

Eso es un buen testimonio, ¿verdad?

¿Cambiarías tu respuesta si te dijera que este hombre era miembro de una secta? Resulta
que lo era.

Lo triste es que muchos testimonios cristianos que he escuchado no suenan muy diferentes.
No quiero decir que hay malos testimonios cristianos. Si Dios te ha redimido, es un milagro
de la gracia que debe ser celebrado sin importar si eras un adicto o creciste en la iglesia
(¡como yo!). Lo que quiero decir es que nuestros testimonios se pueden compartir de una
manera vaga, inútil, y a veces no bíblica.

No está mal compartir una historia del antes y después de cómo tu vida cambió, al igual que
en el ejemplo arriba —¡de hecho eso es bueno!—, pero al compartir nuestros testimonios,
no olvidemos quién y qué hace posible nuestro testimonio: Cristo y su evangelio.

El objetivo de este artículo es proporcionar una guía para escribir un testimonio que se
centre en el evangelio y que exalte a Cristo.

La importancia de un testimonio centrado en Cristo

Nuestros testimonios deben apuntar a Jesucristo y a la obra transformadora que Él ha hecho


en nuestras vidas, no solamente los cambios positivos que hemos experimentado. Hablar de
cambios positivos con una pizca de “Dios” por aquí o por allá podría hacer que la gente
piense que el punto del cristianismo es tener una vida mejor, en lugar de seguir a Cristo y
reconciliarse con Dios.

Tenemos que mencionar lo que Cristo ha hecho por nosotros, específicamente lo que Él
hizo en la cruz. Pablo modela este tipo de actitud centrada en Cristo cuando escribe a los
Corintios: “Porque nada me propuse saber entre ustedes excepto a Jesucristo, y este
crucificado” (1 Corintios 2:2). Pablo sabía que la obra de Cristo en la cruz era de primera
importancia (1 Corintios 15:3).
Si no somos capaces de hablar de lo que Cristo ha hecho, le robamos la gloria debida a Él y
hacemos que el cristianismo parezca como algo que podemos hacer por nosotros mismos.
Las personas pudieran pensar que Jesús es igual a un gurú de autoayuda, o Buda, o algún
presentador de infomerciales —tres personas que pueden generar testimonios pero no
pueden salvarte de tus pecados o ayudarte a caminar en vida nueva.

Jesús debe ser el héroe de todos los testimonios.

Cuanto más claro podemos ser sobre quién es y lo que ha hecho, más impacto tendrán
nuestros testimonios, y mayor gloria irá a Cristo.

7 consejos para escribir y compartir tu testimonio

1. Sigue la historia de tu vida.

• Antes de venir a Cristo.

• Cuándo y cómo llegaste a Cristo.

• Después de llegar a la fe en Cristo.

2. Durante tu historia, permite a los oyentes conocer lo que haz aprendido acerca de
Jesús.

• ¿Quién es Jesús?

• Lo que cumplió en la cruz.

• Lo que nos ofrece.

• Lo que Él nos llama a hacer (arrepentirnos y creer).

3. Comparte versos bíblicos clave.

Esto es útil para mostrarle a la gente tu sumisión a la Escritura, y también desata el poder
de la Palabra de Dios, la cual siempre logra sus propósitos (Isaías 55:11). Una parte útil de
la Escritura que se puede entrelazar en tu testimonio es Efesios 2:1-10, ya que abarca
importantes verdades del evangelio, como el pecado, la ira de Dios, la fe en Cristo, y la
gracia de Dios.

4. Usa palabras que todo el mundo pueda entender.

“Propiciación”, “justificación”, y “unigénito”, pueden ser buenas palabras para un estudio


de la Biblia o libro de texto teológico, pero pueden sonar a otro idioma para alguien no
familiarizado con la jerga cristiana. Mantén tu vocabulario sencillo y fácil de entender.
5. Debes estar listo para compartir tu testimonio de forma concisa.

A veces nuestra ventana de oportunidad para compartir expira en dos minutos… ¡debes
estar listo para cualquier situación!

6. Practica compartir tu historia de una manera convincente.

Describe cómo te sentiste durante momentos específicos de tu vida, y da a la gente detalles


del quién, qué, y dónde, de partes importantes de tu historia para que puedan visualizarlo.
Compartir acerca de la gracia de Dios a través de Jesucristo en tu vida debe ser la cosa más
emocionante que puedes decirle a la gente… ¡vívelo como tal!

7. Prepárate con buenas preguntas de seguimiento.

“¿Qué piensas?”. “¿Alguna vez habías meditado en tus pecados?”. “¿Te asusta el juicio de
Dios?”. “¿Te das cuenta que Jesús puede perdonar tus pecados también?”.

¡Que Dios abra muchas puertas para que puedas compartir cómo su gracia ha impactado tu
vida!

Testimonio

Ya que he mencionado tantas veces la necesidad de nacer de nuevo en Cristo y publicado el


testimonio de otros, he considerado apropiado relatar mi conversión.

Mi vida antes de nacer de nuevo era una vida sin ilusiones. Había tenido una vida familiar
bastante triste y unos padres que no se llevaban bien. No había amor en mi hogar sino
peleas constantes.

Yo me casé joven pero debido a lo vivido en mi hogar las cosas no iban bien en mi
matrimonio a pesar de habernos casados muy enamorados. Por más que intentábamos
llevarnos bien no lo conseguíamos. A los pocos años nos separamos.

Unos años después conocí a un señor en la oficina donde trabajaba. La gente hablaba a sus
espaldas y decían que era protestante. Eso me intrigó. Como trabajábamos juntos llegó un
día que tuve la oportunidad de preguntarle.

“¿Es verdad que usted es protestante?”, le pregunte. “Bueno”, me dijo con una sonrisa, “así
es como nos llaman, pero en realidad yo soy cristiano”. No entendí, ¿no somos todos los
católicos cristianos?
Otro día le pregunto: “Oiga, Juan, ¿ustedes creen en la Virgen?”. “Sí, me contestó, pero
solo creemos lo que la Biblia dice de la Virgen. Lo que la Biblia no dice, no lo creemos”.

“Y ¿creen ustedes en el Papa?”. Me contesta, “no, la Biblia no habla de ningún Papa”.

Yo le dije: “La Biblia, la Biblia, siempre que le pregunto algo me contesta igual, que lo dice
la Biblia. La Biblia es un libro escrito por hombres, ¿por qué le da tanta importancia?”.

“Es escrita por hombres, pero está inspirada por Dios” me contestó. Yo después me
quedaba pensando y meditando en todo lo que decía el Sr. Juan.

A todo esto Juan tenía muy buen testimonio. Era diferente de los demás hombres que
trabajaban allí. Él siempre ayudaba a todo el que podía desinteresadamente, no gastaba
bromas de connotación sexual, y su vida reflejaba mucha paz. Los demás lo respetaban
mucho.

Cuando Juan vio que le hacía tantas preguntas decidió invitarme a la iglesia evangélica en
la que era uno de los pastores. El Domingo siguiente decidí asistir. En aquellos tiempos
había pocas iglesias evangélicas en el sur de España, pero a pesar de ser tan poquitos en la
congregación había un espíritu diferente y me recibieron con mucho cariño. Había allí un
ambiente de amor y paz que me impresionó. Era justo lo que necesitaba. Las alabanzas que
cantaron me tocaron el corazón. Nunca había oído semejantes palabras. Lo único que
conocía era la solemnidad y frialdad de la iglesia oficial. Decidí que volvería a la pequeña
congregación pues empezó a darme ánimos. Me regalaron una Biblia, mi primera Biblia.
Todavía la tengo de recuerdo. Pero no encontré la salvación alli pues no era el tiempo
todavía.

Previamente a esto, me estuvieron visitando por un tiempo los Testigos de Jehová. Gracias
al Señor que no caí en esa secta, el Señor me protegió del error.

Con el tiempo me volví a casar y esperaba que quizá las cosas serían diferentes pero no fue
así sino que problemas parecidos a los de mi anterior matrimonio resurgieron. No tenía paz
y era normal pues si no naces de nuevo sigues cometiendo los mismos errores y ni sabes
cuál es el problema.

Un día me invitaron a unos estudios bíblicos en una célula cristiana. En el estudio bíblico oí
por primera la expresión “ser salvo”. Todos los que asistían a ese estudio decían haber sido
salvos. Estaban llenos de gozo y confianza. No tenían ninguna duda que si se morían esa
misma noche se iban directamente con Jesús. Eso fue un shock para mí. Nunca en mi vida
había oído semejante cosa.

Durante un tiempo de haber estado asistiendo a una iglesia evangélica y tener una Biblia
(que no leía o estudiaba), consideraba que yo ya estaba bien con Dios, aunque no tenía paz
ni hubiera podido decirte cómo conocer a Jesús y recibir la vida eterna o salvación.
Cuanto más conocía a estas personas de los estudios bíblicos, más notaba lo diferentes que
eran de los demás. Confiaban totalmente en Cristo como su Salvador personal y oraban en
voz alta sin vergüenza alguna. Amaban a los demás de forma desinteresada y se
sacrificaban por otros incluso por los que casi conocían.

Empecé a estudiar la Biblia a fondo buscando respuestas. Después de conocer a estas


personas y ver la paz y seguridad que tenían en su relación con Jesús, sabía que ellas
estaban muy cerca del Señor y yo no.

Un día decidí hablar a solas con la persona que dirigía el estudio bíblico. Ese día fue el más
importante de mi vida.

Cuando le pregunté, “¿Cómo es que ustedes pueden decir sin lugar a dudas que si se
mueren esta misma noche se van directamente al cielo con el Señor? Yo no entiendo eso,
yo no puedo decir semejante cosa y también creo en Jesucristo”.

Con mucha sabiduría me contestó que la Biblia nos enseñaba que todos los que han
confiado en Cristo para su salvación arrepintiendose de sus pecados, son salvos y han
pasado de muerte a vida.

Cogió la Biblia y empezó a mostrarme el plan de Dios para la salvación del hombre.
Empezó con Romanos 3:10-13 “No hay justo ni aún uno”. Romanos 3:23 “por cuanto todos
pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”.

Siguió con Romanos 6:23 “la paga del pecado es la muerte, pero EL REGALO DE DIOS,
es vida eterna en Cristo Jesús, señor nuestro”.

Juan 3:16 “porque de tal manera amó Dios AL MUNDO, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que TODO AQUEL que en él cree, no se pierda mas tenga vida eterna”.

“La vida eterna, la salvación, es un regalo de Dios”, me dijo, “no es por hacer buenas obras,
sino por la fe en Jesucristo”, Efesios 2:8-9: “Porque por gracia sois salvos por medio de la
fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios(regalo de Dios), NO POR OBRAS, para que
nadie se gloríe”. Seguro que me leyó otros pasajes hasta que vió que yo había entendido, no
los recuerdo todos.

Entonces cerró la Biblia. Se la puso en una mano y me explicó:

“Mira. Digamos que esto es un regalo para ti. Yo te lo ofrezco, es para ti, pero si no lo
aceptas no pasa a ser tuyo. Tienes que aceptarlo.”

Así es la salvación de Dios en Cristo. Es un regalo que hay que aceptar. No hay que trabajar
para conseguirlo, es un regalo es la oferta de Dios al pecador.

Entonces volvió a abrir la Biblia y me leyó Romanos 10:13 “porque todo el que invocare el
nombre del Señor, será salvo”.
Dios te ofrece la salvación. Es un regalo que hay que aceptar por la fe en Jesucristo. No hay
ninguna obra que puedas hacer para conseguir tu salvación pero tienes que arrepentirte de
tu vida pasada e invocar su nombre creyendo que solo él te puede salvar POR LA FE en su
sacrificio en la cruz. Él pagó todos tus pecados y ahora te ofrece el perdón. Cada persona
tiene que hacer esto personal. No pienses solo en terminos generales, ‘Cristo murió por
todos los hombres’, sino piensa y dí “Cristo murió por mí. No hay nada que yo pueda
hacer. Él lo ha hecho todo”.

Todavía no entendía algo. Le hice una pregunta que no recuerdo bien, pero recuerdo la
respuesta, Ezequiel 18:4 “el alma que pecare, esa morirá”. Eso terminó de abrirme los ojos.
Fue como si hubiera tenido unos visillos delante de mi y solo veía de forma velada pero sin
entender. En eso momento se corrieron los visillos y por fin ví claramente. Si no aceptaba
el plan de Dios para la salvación por medio del sacrificio de Cristo, yo tendría que pagar
por mis propios pecados en el infierno.

En ese momento estaba bajo convicción del Espíritu Santo. En ese momento entendí
claramente por primera vez en mi vida por qué Jesucristo tuvo que morir para salvarme. No
había otra salida. Estaba en pecado y solo Jesucristo podía sacarme de la condición en la
que me encontraba. Su muerte era la paga de mi pecado, él pagó la deuda y por eso podía
ofrecerme la salvación. Por fin después de tantos años de oír de la muerte de Cristo en la
cruz entendí claramente el motivo por el que tuvo que morir. TUVO QUE MORIR. No
había otro remedio, no había otro Camino. No había nada que yo pudiera hacer excepto
arrependirme y creer. Las buenas obras, ir a la iglesia, confirmarme, confesarme con el
sacerdote, dar dinero a la iglesia, NADA ABSOLUTAMENTE NADA, solo aceptar el
regalo de la salvación POR FE podía satisfacer la justicia de Dios.

Alguien tenía que pagar por mis pecados: O los pagaba yo en el infierno o dejaba que los
pagara Cristo en mi lugar en la cruz. No había otra salida. Todo quedó claro como el agua.
Tenía una decisión que tomar. El miedo a morir sin Cristo se apoderó de mí. Vi que me
esperaba el infierno porque un solo pecado era suficiente para mandarme allí (Santiago
2:10). Dios es perfecto no puede permitir ni un pecado en su presencia.

“La sangre de Jesucristo su Hijo, nos limpia de todo pecado” 1 Juan 1:5-10, 2:1-2.

Jesús dijo:
“De cierto, de cierto te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios. Lo
que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espiritu es. Por tanto no
os extrañeis que os diga: Os he necesario nacer de nuevo” Juan 3.

Ese día me arrodille ante Dios en oración y le pedí a Jesús perdón por mis pecados y que
entrara en mi corazón y me salvara.

Apocalipsis 3:20

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y
cenaré con él, y él conmigo”.
No hay palabras para poder expresar la paz y alegría que llenó mi corazón en ese momento.
Se me quitó un gran peso de encima. Mi alegría no se podía contener. Enseguida empecé a
contárselo a todos los que conocía empezando por mi familia. Ellos no tenían ni idea de lo
que yo había experimentado y más bien se asustaron pensando que me había convertido a
una secta. Pero lo que había sucedido es que había nacido de nuevo por el Espíritu de Dios.

Con el tiempo y viendo mi fe y mi vida algunos de ellos también se convertirían. Toda la


gloria es para el Señor, pero él usa a sus siervos por medio de su Palabra para llevar el
Evangelio a los perdidos.

Hoy día tengo la seguridad de tener “vida eterna y de haber pasado de muerte a vida” (Juan
5:24). Soy una nueva criatura, las cosas viejas pasaron, todas son hechas nuevas, (2
Corintios 5:17). Toda la gloria es para el Señor Jesucristo porque él es el único que la
merece. Por eso no es orgullo decir que somos salvos, sino agradecimiento y Fe.

Quiero compartir con todos la salvación de Dios en Cristo porque sé que al igual que yo
hay muchos que están oprimidos por el diablo y el pecado que mora en ellos como moraba
en mí.

Francisco Morales Cavazos

México

Fue hace 12 años cuando recibí por primera vez en mi corazón a mi señor Jesús, yo en
ese tiempo vivía en el mundo de las drogas, mi matrimonio se había quebrado, perdí
mi trabajo, y estaba sumergido en ese mundo de tinieblas. Dios me dio la oportunidad
de conseguir otro trabajo en el cual y actualmente ya llevo 13 años trabajando. Aquí
conocí a mi jefe inmediato que era pastor de una iglesia cristiana. El me invitó y yo
asistí , ahí aprendí muchas cosas... ahí empece a conocer mas a Dios.. mi Señor me
sacó de ese mundo de perdición. Yo solo jamás iba a poder dejar las drogas..y mi Dios
me saco de ahí... 2 años estuve asistiendo a la congregación, después volvía a caer, ya
no en las drogas, pero si en el alcohol, ya no era digno de estar en su presencia. seguía
leyendo la biblia, pero el enemigo ponía tentaciones en mi vida, las cuales era difícil de
vencer, anduve rodando en la vida, hoy, he vuelto acercarme a mi Dios,,hoy estoy con
el.. he venido a pedirle su perdón, y que me haga fuerte, porque quiero ser un
instrumento para el, quiero aprender de su palabra para predicarla a los que la
necesitan, decirles que hay un Dios que nos da salvación, paz y felicidad,,es por eso
que hoy estoy aquí aprendiendo de uds. y conocer mas de DIOS..

Jhon Ferney Garzon Gomez


Colombia

Tengo 30 años de los cuales durante 15 años anduve involucrado en las pandillas y
toda clase de vicios, drogas, sexo, alcohol, juegos.
Intentaron quitarme la vida en 2 ocaciones la primera fueron 15 puñaladas y en la
segunda 3 puñaladas pero una de ellas me perforó el diafragma, perdí todo, mi salud,
trabajo, esposa e hija empecé a internarse en una de las ollas más grandes conocida
como la calle del bronx donde robaba consumía y vendía pensé en quitarme la vida en
varias ocasiones ya que conocí todo tipo de centros de rehabilitación en Bogotá-
Colombia y sus alrededores, tuve sicólogos, siquiatras probé medicamentos naturales
homeopáticos, mi madre asistió a un brujo ensayando de todo dándome
prácticamente por vencido y resignado a que era lo que me tocaba vivir, no fue la falta
de consejos ni apoyo lo que me faltó a mi , habian ocasiones donde toda mi familia se
reunía conmigo para hallar una salida asistí por primera vez a una iglesia cristiana
siendo el primero en mi familia en darme esa oportunidad pero no era un orgullo ya
que dentro de mi me sentía derrotado y miserable al terminar allí dentro. Recuerdo
que coloqué el primer pie dentro del templo y no pude contener mis lágrimas, no sabia
porque, pues mi mundo me impedía aceptar que me comportara de esa manera fui
muy tosco, orgulloso, altivo y prepotente.
Recuerdo que todo lo que se predicó ese dia era para mi, y me decía -qué es lo que está
pasando- estaba en shock, asistí por 2 fines de semana más y DIOS no dejó de
hablarme ni un solo instante mi peor error como lo dice la palabra fue creer que
estaba firme y fue cuando recaí una vez más y ya no quería levantarme, recibí la visita
inesperada de una pastora que decidió liderarme y tomó mis datos no quería hablar
con nadie y mucho menos con ella pues ya hasta a DIOS le había fallado era lo que
decía yo.
Fue su forma de hablarme y confrontarme lo que me desarmó, me habló de un
encuentro cristiano en una finca durante 3 dias y lo colocó desde este punto de vista
que me quitó el aliento. "ve, si ese encuentro no cambia tu vida no te molestaré mas, te
entregas al mundo y que sea el mundo quien te mate" es raro ver a alguien que te
hable de esa forma pero fue DIOS a través de ella o por lo menos es lo que hoy sigo
declarando, pues generó en un anhelo de que si me dijo eso es porque seria algo
impresionante asistí a ese encuentro y volvi a nacer hoy 4 años después s pertenezco al
liderazgo principal de la iglesia cristiana nueva nación, me casé con mi esposa y ella es
mi fiel compañera en el servicio con quien hoy lideramos varios grupos de
transformación abriéndonos paso por medio de lo que solo DIOS ha podido lograr en
nosotros. Terminé mis estudios secundarios y sirvo como funcionario en uno de los
hospitales más prestigiosos de Bogotá e incluso de colombia dejando una semilla en
cada lugar donde DIOS me ha permitido estar, brindando charlas y conferencias a
jóvenes y familias enteras que no ven una salida en medio de este proceso y a través de
un pequeño libro que escribí contando mas a fondo toda mi vida.
Hablo de todo esto entendiendo que todo ha sido posible gracias Dios y por ende para
el sea la gloria de lo que hoy les cuento, nada de lo logrado sería posible sin su
intervención lo que no logre en 27 años en menos de 4 años el lo hizo en mí, más de la
mitad de mi familia y somos una muy grande hoy conoce del evangelio y algunos son
servidores activos de la iglesia.
DIOS les bendiga pues esta página ha sido de gran edificación por sus estudios de los
libros para mi vida.

Mi amigo, el retrato que usted ve en el frente de este tratado es de mí a los 25 años cuando
fui detenido por conducir intoxicado por tercera vez. Este sería la séptima vez que fui
encarcelado desde la edad de 17 años. De la edad de 13 a 25, mi vida estaba lleno de la
bebida, las drogas, las peleas, el robo, la mentira y el quebrar los corazones de los que
realmente me amaban. Parecía como que mi vida era una gran mentira. Yo siempre decía
una mentira para encubrir otra. Había días cuando me despertaba sin saber donde estaba o
sin poder recordar que había sucedido la noche anterior. Yo trabajaba la semana entera para
sólo ver mi cheque desaparecer después de tan solo unas pocas horas. Pasé muchos años
vagando por la vida sin rumbo con ninguna felicidad verdadera, tratando de llenar un vacío
profundo dentro de mí. En veces las fiestas y las drogas lo llenaban por esa noche; pero al
día siguiente ese vacío regresaba otra vez. Había asistido a reuniones de Alcohólicos
Anónimos y en programas de rehabilitación de drogas para sólo salir tan insatisfecho como
entré. Este estilo de vida me llevó a días incumplidos, que en cambio se convertían en
semanas olvidadas, luego meses perdidos y finalmente años malgastados, que nunca se
podrían recuperar. Intentaba con todo mi fuerza encontrar felicidad verdadera, pero me
sentí tan miserable por dentro.

El domingo 7 de julio de 1991, salí a hacer las mismas cosas que había estado haciendo por
años. Después de andar endrogado todo el día, yo bebí suficientes bebidas alcohólicas para
que pudiera ir a casa y desmayar como había hecho muchas veces antes. Pero al acostarme
en el cuarto solitario y oscuro esa noche, me puse a meditar sobre mi vida pasada. Yo
estaba por cumplir 26 años, enfrentando encarcelamiento por mi tercera citación por
conducir intoxicado. Mi cuerpo y mente estaban desgastados y mi juventud se había
arruinado. Había estado huyendo de Dios por tanto tiempo, y esto me había hundido en el
lodo y me dejó tan bajo en la vida que solo podía mirar hacia arriba. Me había mudado
recientemente a la casa de mi madre, quien era cristiana y había estado orando por mí por
muchos años. Yo la desperté esa noche y la dije que yo no podía continuar así. Como
pueden ver, mi problema verdadero no eran las drogas ni el alcohol, sino el pecado. Yo
llevaba una carga de pecado que me hundía, de la cual no podía escapar. Esa noche, por fe
yo le pedí a Dios que me perdonara mis pecados y puse mi confianza en Jesucristo como mi
Salvador personal. Gloria a Dios por la paz que entró a mi alma cuando Dios hizo
exactamente lo que él había prometido hacer en su Palabra. Había una alegría que las cosas
de este mundo no pueden proveer que inundó mi corazón. Ese vacío dentro de mí se inundó
con el amor de Dios. Yo me levanté de mis rodillas y regresé a la cama. Aunque sólo
habían pasado pocos minutos, yo era un hombre cambiado. Yo supe que si muriera esa
noche al dormir, me esperaba un hogar en la gloria. Yo no había ido a la iglesia todavía, no
había sido bautizado ni había tenido oportunidad de hacer “buenas obras”, pero tampoco el
ladrón en la cruz a quién Jesús dijo, “hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43).

Jesús ha cambiado mi vida y me trajo del lodo cenagoso a la Roca Firme. II Corintios 5:17
dice, “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he
aquí todas son hechas nuevas”. Cristo salvó mi alma de una eternidad en el infierno y me
dio la certeza de un hogar en el cielo. Si usted me pregunta por qué yo sé que la Biblia es
verdad, te diré, “Porque hice lo que dice que hay que hacer para tener paz en el corazón y
funcionó”. Juan 3:16 dice, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Juan 3:36 dice, “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo
no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”. Dios no me negó, aunque yo le había
rechazado por muchos años. Como puede ver, la Palabra de Dios enseña que la salvación
no se encuentra en ninguna iglesia, en ceremonias, o en buenas obras que hacemos, sino
sólo en la Persona de Jesucristo. Jesús mismo dijo, “Yo soy el camino, y la verdad, y la
vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).

Mi amigo, hay un anhelo en cada corazón que sólo Jesucristo puede satisfacer. Si usted está
esclavizado por Satanás, solamente Jesús le puede liberar. No crea las mentiras de la
sociedad y el Diablo. La Palabra de Dios enseña que Satanás es verdadero tal como el
infierno. La Biblia dice que Satanás es “como león rugiente, anda alrededor buscando a
quien devorar”. La Palabra de Dios declara en Apocalipsis 20:15, “Y el que no se halló
inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. Pero la Biblia también nos
enseña lo siguiente acerca de Dios: “no queriendo que ninguno perezca, sino que todos
procedan al arrepentimiento” (II Pedro 3:9).

Dios no solo está dispuesto a perdonar nuestros pecados y nos da un hogar eterno en el
cielo, sino que también nos da un propósito verdadero en esta vida. Dios me ha bendecido
con una esposa hermosa y niños maravillosos. Él me ha llamado a predicar y me ha dado la
oportunidad de servirle. Yo nunca supe lo que era la felicidad y la alegría verdadera hasta
que encontré a Jesús. Por causa de él vale la pena vivir.

Quizás usted está leyendo esto y diciéndote, “yo nunca he hecho esas cosas, y yo he vivido
una vida realmente buena”. En cuanto al asunto de la salvación, no importa cuán bueno o
malo hemos vivido, sino si hemos confiado en Jesucristo, y en él solamente, para nuestra
salvación. No importa si eres un alcohólico de la calle o una persona “religiosa” sentada en
una iglesia, la Palabra de Dios dice, “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la
gloria de Dios” (Romanos 3:23). También declara, “La paga del pecado es muerte”. Es
cierto; todas las personas son pecadores, y toda la gente necesita un Salvador. Eso es malas
noticias, pero las buenas noticias es que “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en
que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Como puede ver,
Dios mandó a su Hijo al mundo a morir en nuestro lugar. Querido amigo, siendo un
bautista, un metodista, un católico, un musulmán o de cualquier denominación no te dará
vida eterna; sólo Jesucristo puede. La Biblia nos dice aún más en Romanos 10:13, “Porque
todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. Esto es una promesa de Dios a
cualquier hombre, mujer, niño o niña que él dará vida eterna a cualquier que simplemente
le recibe por fe. ¿Está usted dispuesto a orar la siguiente oración?

“Querido Dios, yo sé que soy un pecador y que Jesús murió para pagar por mis pecados. Te
pido que me perdones mi pecado, y yo confío en Jesucristo como mi Salvador. Gracias por
salvarme. En el nombre de Jesús, amen”.
Si este tratado te ha ayudado a conocer al Señor, favor de escribirnos para que sepamos.
Queremos regocijarnos con usted y ayudarte como un cristiano nuevo. Queremos también
ayudarle a encontrar una iglesia que cree y predica la Biblia en su área. Usted puede
comunicarse conmigo por medio de la siguiente dirección:

En Su Servicio,

Pastor Dennis Kirk

Deuteronomio 10:19

Iglesia Bautista Comunidad


288 Hwy 70 West
Lenoir City, TN 37771
Estados Unidos

Вам также может понравиться