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“Año de la Lucha Contra la Corrupción e Impunidad”

CAMPUS:
UCV FILIAL TARAPOTO

ESCUELA:
DOCTORADO EN GESTIÓN PÚBLICA Y GOBERNABILIDAD

ASIGNATURA:
SISTEMA ADMINISTRATIVO Y FUNCIONAL EN EL SECTOR PÚBLICO

TRABAJO INDIVIDUAL

NOMBRE : LUIS DEL AGUILA VALENCIA.


CICLO : I
SECCIÓN : TARAPOTO B
SEMESTRE : 2019 I
DOCENTE : DR. JORGE FERNANDO GOMEZ REÁTEGUI.
FECHA : 11 – 08 - 2019
CAMBIOS QUE NECESITA EL PAÍS EN LO FUNCIONAL Y ADMINISTRATIVO

El país está organizado en sistemas que son los conjuntos de principios, normas,
procedimientos, técnicas e instrumentos mediante los cuales se organizan las
actividades de la Administración Pública que necesitan ser realizadas por todas
las entidades de los Poderes del Estado, los Organismos Constitucionales y los
niveles de Gobierno.

Los poderes del Estado que son el Ejecutivo el legislativo y el Judicial, los
organismos constitucionales como Jurado Nacional de Elecciones (JNE), Oficina
Nacional de Procesos Electorales (ONPE), Registro Nacional de Identificación y
Estado Civil (RENIEC), Tribunal Constitucional (TC), Ministerio Público (MP),
Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), Banco Central de Reserva del Perú
(BCRP); y los niveles o estamentos de Gobierno como Gobiernos Regionales y
Gobiernos Locales. Según el Art. 45 de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo,
cada uno de ellos está a cargo de un ente rector que es su autoridad técnico-
normativa a nivel nacional; dicta las normas y establece los procedimientos
relacionados con su ámbito; coordina su operación técnica y es responsable de
su correcto funcionamiento.

Estos sistemas en los que está organizado el Estado, se dividen en: Sistemas
Funcionales, que tienen por finalidad asegurar el cumplimiento de políticas
públicas que requieren la participación de todas o varias entidades del Estado; y
Sistemas Administrativos, que tienen por finalidad regular la utilización de los
recursos en las entidades de la administración pública, promoviendo la eficacia
y eficiencia en su uso.

Los sistemas funcionales se relacionan con las funciones que caracterizan a


cada una de las entidades públicas, mediante ellos se gestionan las materias
que se le encargan a una institución por ley, y se ejecutan a través de sus
órganos de línea originándose los servicios que le corresponden a la institución
en materias como: agricultura, ambiente, comercio, turismo, economía, salud,
educación, trabajo, mujer, desarrollo social, transporte, comunicaciones,
saneamiento, producción, energía, minas, justicia, defensa, interior, etc., y dan
lugar a sistemas como, el sistema integral de salud, el sistema educativo, las
cadenas productivas, el sistema de agua y alcantarillado, sistemas productivos,
sistema vial, sistema de riego, sistema energético, sistema judicial, etc. regidos
por sus respectivos ministerios

En complemento, los sistemas administrativos ayudan a que los sectores y


niveles de gobierno realicen de manera adecuada y alineada a las normas el
trabajo que le corresponde para ello cuentan con sus respectivas entidades
rectoras, así por ejemplo el ente rector del Sistema de Gestión de Recursos
humanos es la PCM a través del SERVIR, del Sistema de Abastecimiento es el
MEF a través del Organismo Supervisor de Contrataciones del Estado OSCE,
del Sistema de Presupuesto Público es MEF a través de la Dirección Nacional
de Presupuesto Público DNPP, del Sistema de Tesorería es el MEF a través de
la Dirección Nacional de Tesoro Público DNTP, del Sistema de Endeudamiento
Público es el MEF a través de la Dirección General de Endeudamiento y Tesoro
Público DENEP, del Sistema de Contabilidad es el MEF a través de la Contaduría
Pública, del Sistema de Inversión Pública es el MEF a través de la Dirección
General de Programación Multianual DGPM, del Sistema de Planeamiento
Estratégico es la PCM a través del CEPLAN, del Sistema de Defensa Judicial
del Estado es el MINJUS a través del Consejo Nacional de Defensa Jurídica del
Estado CNDJE, del Sistema de Control es LA CONTRALORIA, del Sistema de
Modernización de la Gestión Pública es la PCM a través de la Secretaría de
Gestión Pública SGP.

La finalidad de estos sistemas administrativos es regular, normar y guiar la


utilización de los recursos del Estado en las entidades de la administración
pública, promoviendo la eficacia y eficiencia en su uso, tienen relación con las
funciones de administración interna que se ejercen en apoyo al cumplimiento de
las funciones sustantivas, están referidas a la utilización eficiente de los medios
y recursos materiales, económicos y humanos que intervienen en la gestión
pública para la provisión de servicios públicos. Se ejecutan a través de sus
órganos de línea, apoyo y asesoría, según corresponda.

Juntos, los Sistemas Funcionales y Sistemas Administrativos, realizando una


gestión combinada y complementaria originan la gestión pública, la misma que
es prioritaria e imperativa que se desarrolle de manera óptima, correcta y
transparente, para el beneficio de los ciudadanos y del País; sin embargo en los
últimos años se ha podido observar ineficacia e ineficiencia en el manejo del
sector público originado por una serie de factores relacionados al poco
conocimiento de la Gestión Pública en todos los sectores, esto a su vez genera
corrupción y poca capacidad de vigilancia interna por parte de quienes dirigen
las instituciones, generándose la contradicción de cómo un Estado organizado
de manera tan sistemática no funcione o no logre el cumplimiento de las
expectativas ciudadanas, generándose descrédito, falta de confianza y un
clamor desesperado de cambio que se manifiesta muchas veces en conflictos
sociales; por lo tanto es necesario y urgente plantear algunos cambios en los
tres poderes del Estado ya que el papel que le corresponde jugar al Estado en
el logro del bienestar y la prosperidad ha sido uno de los temas centrales de
debate en los últimos años. La gran variedad de maneras de organizar el
funcionamiento de las economías y las sociedades hace que pongamos la
mirada en la perspectiva del papel del Estado como escenario de un amplio y
vasto conjunto de experimentos institucionales para promover el progreso
humano. En resumen, los tiempos modernos, a pesar de las diferencias y la
evolución del pensamiento y las tendencias políticas seguimos centrados en dos
modelos de organización económica y política que constituyen polos opuestos:
las economías de mercado sesgados a la democracia liberal por un lado, y la
economía centralmente planificada y el sistema político de partido único por el
otro (Guerra García 1999). Cada uno de estos modelos busca promover el
bienestar material de los pueblos en que se aplicaron, y se ofreció como la vía
más rápida y efectiva para lograr el progreso económico y social; sin embargo la
insatisfacción ciudadana se manifiesta en ambos sistemas, entonces hacia
dónde se puede dirigir el País, de tal manera que no haya conflictos sociales en
el País.

Poder Ejecutivo

En el Perú, el poder Ejecutivo en el ámbito nacional no ha podido cumplir con


las expectativas por las cuales los ciudadanos eligieron representantes, por lo
tanto es necesaria la reforma del Estado en lo que se refiere a este poder no sólo
en las modalidades de elegir y en las exigencias que deben cumplir quienes son
elegidos, sino en las capacidades necesarias para desempeñar funciones dentro
de los sistemas funcionales y administrativos. La calidad de la gestión pública
mejorará en cuanto los servidores públicos sean idóneos y preparados
profesional técnica y éticamente, esta exigencia además, conlleva a otra
relacionada a la reforma política y las exigencias a las organizaciones política
altamente desacreditadas en el Perú, a tal punto de ser consideradas
extremamente como “organizaciones criminales”, reflejando una crisis
ingobernable en lo político y una necesidad urgente de reformar los partidos
políticos, los cuales deben trabajar en recomponerse, reestructurarse e
institucionalizarse en el marco de una ley de partidos políticos pertinente y
acorde con la realidad del País, ya que su desinstitucionalización conlleva a su
debilitamiento y vulnerabilidad frente la penetración de quienes pretenden
controlar el poder para beneficios personales, por lo tanto se necesita un
financiamiento transparente de los partidos políticos que impida el ingreso de
dinero ilegal y que se pueda rendir el dinero gastado antes y después del proceso
electoral, esto quiere decir que se actúe con transparencia y que el Estado pueda
garantizar campañas honestas y en igualdad de condiciones.

Por otra parte, los organismos electorales, en el marco de sus atribuciones deben
contribuir a la educación en ciudadanía de tal manera que la elección de quienes
deben representar sea responsable y se sienta corresponsable de los actos de
la persona que elige, tenga capacidad de cuestionar y hacer sentir es
descontento ciudadano utilizando los medios democráticos, asimismo los
organismos electorales en el Perú, al ser separados y con diferentes
atribuciones, se generan conflictos de competencia y debilita su poder, por lo
cual es necesario restablecer el constitucionalismo histórico del Perú mediante
la unificación de los organismos electorales, Oficina de Procesos Electorales
ONPE y al Registro Nacional de Identificación y Estado Civil -RENIEC en el
Jurado Nacional de Elecciones, el cual se constituiría como la máxima autoridad
en materia electoral y por ende en órgano rector, que permitirá retornar a un solo
organismo, autónomo y con poder, favoreciendo a la democracia y
gobernabilidad de nuestro país. El constitucionalismo histórico, hace referencia
a que el Jurado Nacional de Elecciones se mantuvo vigente por más de 60 años
como el único organismo electoral en el Perú, desde 1931, hasta su
desmembramiento en tres organizaciones electorales en 1993, así, el Jurado
Nacional de Elecciones se constituía como la más alta instancia electoral, con
total autonomía política, técnica, logística y jurisdiccional.
En cuanto a los estamentos sub nacionales del ejecutivo, es necesario precisar
que el Perú es un país históricamente centralista, por lo que superar estas taras
le ha costado y le seguirá costando al País, por más que se ha desarrollado
procesos descentralizadores estos no han logrado satisfacer las expectativas
ciudadanas, esto se debe a varios factores, por ejemplo el crecimiento
económico no ha sido equitativo ni uniforme entre las regiones, ya que aún
persisten grandes brechas en cobertura de servicios e infraestructura pública y
la pobreza en el ámbito rural continúa siendo alta, es casi el doble que la del
ámbito urbano según datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática
INEI, esto a pesar de que el proceso de descentralización ha transferido
competencias y funciones y dotado de mayores recursos a los gobiernos sub
nacionales aún no han sabido gastar de manera eficaz y eficiente todos los
recursos que les han sido transferidos para cerrar las brechas existentes siendo
una constante la devolución de recursos económicos al tesoro público por una
deficiente, ineficaz e ineficiente gestión debido a la falta de competencias
necesarias en los servidores públicos convocados por las organizaciones
políticas que logran ostentar el poder político. El presupuesto manejado por los
gobiernos regionales y locales se ha incrementado significativamente según el
Ministerio de Economía y Finanzas, el Ejecutivos nacional ha realizado las
transferencias de atribuciones y ciertos niveles de autonomía, sin embargo estas
transferencias no han sido acompañadas de todos los recursos, capacidades y
controles necesarios para un gasto de calidad, acorde con la diversidad de
realidades regionales y locales, el resultado es un bajo, desigual y heterogéneo
desempeño de los sectores, gobiernos regionales y gobiernos locales.
Resumiendo, queda claro que las entidades públicas regionales y locales
cuentan con una limitada capacidad de gestión para proveer con eficacia,
eficiencia y transparencia los servicios públicos según las necesidades de los
ciudadanos. Existen importantes retos y oportunidades para mejorar el proceso
de descentralización y la calidad del gasto y acelerar el cierre de las brechas y
desigualdades entre regiones, las instancias sub nacionales no han podido hasta
ahora ponerse a la altura de las circunstancias debido a los problemas que lo
señalamos líneas arriba es necesario reforzar los procesos descentralizadores
en marcha ya que es una dinámica social y política de gran complejidad, en la
cual confluyen diversos factores económicos, fiscales, políticos, institucionales y
culturales. La descentralización por sí sola no es sinónimo de desarrollo, sino,
más bien tiene que complementarse con una serie de medidas económicas,
sociales, culturales, etc. Que le tienen que anteceder para que en conjunto se
logre un desarrollo mancomunado y duradero; es por ello que para descentralizar
nuestro país se tendría que seguir pasos concretos que nos sirvan a largo plazo
para la eficiente administración del Estado. Para cumplir como corresponde es
necesario tener un país totalmente comunicado, cosa que el Perú carece y como
segundo paso vendría a ser el desarrollo de las ciudades que puedan convertirse
en núcleos verdaderos de cohesión de regiones económicamente aisladas. La
descentralización desde el punto de vista político se centra en el derecho
democrático a la autonomía de los gobiernos regionales y locales y el costo fiscal
del gobierno central para asegurarlo.

La descentralización, es importante para el futuro y desarrollo del país, organizar


o constituir la forma de cómo de desarrollar adecuadamente demarcaciones
territoriales, procurando evitar caer en gobiernos departamentales, con las
mismas limitaciones de precariedad en presupuesto, autonomía, estructura de
poderes, votación electoral, entre otros, tal como ha tenido el país en las diversas
épocas de su existencia, demarcaciones que no siempre han correspondido a
las reales exigencias de su geografía y desarrollo social.

Es a raíz de estos problemas que la Contraloría General de la República decidió


realizar un estudio sobre el proceso de descentralización, el cual se enfoca en el
análisis cualitativo del proceso sobre la base del mandato normativo. Sus
conclusiones y recomendaciones generales se presentan a continuación. De
acuerdo con la Ley de Bases de la Descentralización, el proceso de
descentralización se debía realizar por etapas, en forma progresiva y ordenada,
conforme a criterios que permitan que las competencias y recursos se asignen y
transfieran al nivel de gobierno que, estando más cerca de la gente, cuente con
la capacidad efectiva para ejercerlas y lo pueda hacer al menor costo unitario,
aprovechando las economías de escala de los modelos centralizados o los
beneficios netos de los modelos descentralizados.

Poder Judicial
Los jueces y fiscales, lejos de ser vistos con autoridad y respeto debido a su
talante honesto y alta preparación, son vistos ahora como vulgares delincuentes
que negocian la justica al mejor postor, esto empaña la imagen de instituciones
que deben necesariamente ser respetadas para garantizar la eficacia de su
trabajo. La elección de quienes deben asumir estas responsabilidades debe
basarse en un proceso estricto de selección, de lo contrario se corre el riesgo de
incorporar personal no calificado en lo profesional y ético. Siendo el sistema de
administración de justicia una de las piezas más importante de la estructura
institucional del Estado, y teniendo un Poder Judicial incapaz de dispensar y
administrar justicia de forma adecuada y aceptable para los agentes
económicos, sociales y políticos, es prácticamente imposible generar la
confianza en que las reglas del juego en otros ámbitos sean aplicadas en forma
imparcial y de acuerdo a los méritos de cada caso. Esto debilita los fundamentos
de la convivencia ciudadana, entre empresas y organizaciones de todo tipo, con
lo que se vuelve muy difícil sumar esfuerzos y concertar voluntades para lograr
los objetivos de desarrollo.

En el Perú, a administración de justicia pasa por un período de crisis, que se


manifiesta en una serie interminable de deficiencias. Salvo honrosas
excepciones, el sometimiento al poder político, las irregularidades en los
nombramientos, la mediocridad del personal a cargo del sistema judicial, la
ineficiencia, el desorden y la escasez de recursos, son algunos de los problemas
que han caracterizado a la administración de justicia durante los últimos veinte
años. La corrupción, sumada a la percepción de que las decisiones judiciales
son algo negociable, introduce un componente perverso de imprevisibilidad en
el funcionamiento efectivo de la ley, el cual puede adquirir dimensiones
incontrolables bajo la influencia del narcotráfico y de la abierta interferencia de
quienes controlan el Poder Ejecutivo.

El Poder Judicial es, o debe ser, la institución específicamente diseñada para


hacer respetar derechos y resolver conflictos en la sociedad; es la última defensa
del ciudadano frente al inmenso poder que tiene el Ejecutivo en el Perú. Sin
embargo, el Poder Judicial no adolece sólo de un problema de descrédito: el
ciudadano común se encuentra indefenso frente a él y, peor aún, casi siempre
tiene que defenderse de quien se supone debe defenderlo. En tal sentido es
importante que la reforma de justicia contemple superar la noción tradicional que
identifica como Poder Judicial al “fuero común”, es decir, a los clásicos juzgados
y tribunales civiles, penales o mixtos dependientes de la Corte Suprema. En su
lugar, debe establecerse una “Rama Jurisdiccional” del Estado, que integra al
llamado fuero común y a los diversos órganos que administran justicia y ejercen
tareas jurisdiccionales. Lo importante es que se establezca en dicha Rama
Jurisdiccional, que puede seguir denominándose Poder Judicial, una estructura
orgánica que articule coherentemente, bajo un sistema de relaciones de
subordinación e interdependencia, a dichas entidades. Así se preserva la
autonomía funcional de cada órgano, a la par de incluirlos en una estructura a
cuya cabeza se encuentra la Corte Suprema como instancia jerárquica máxima.
Asimismo se debe determinar de manera clara, coherente y sistemática cuales
serían los asuntos o materias, en consideración a su importancia y especialidad,
las que deban permanecer sometidos a la competencia del fuero común,
transfiriendo los restantes a los otros órganos jurisdiccionales especializados.
Sólo los temas y casos de mayor relevancia o complejidad, provenientes del
fuero común o de los órganos especializados, podrán llegar a conocimiento y
resolución de la Corte Suprema, permitiéndole así realizar una tarea más
cualitativa que cuantitativa en la producción de la jurisprudencia.

Pero así como se impone dotar a la Rama Jurisdiccional o Poder Judicial de una
estructura orgánica coherente para articular los órganos e instancias que
administran justicia, se requiere también afrontar la existencia de los restantes
órganos autónomos, previstos en la Constitución, cuya labor incide en el ámbito
judicial. Tenemos así los casos del Ministerio Público, que es el titular de la
acción penal y conduce la investigación del delito y representa a la sociedad en
juicio; del Consejo Nacional de la Magistratura, que selecciona, nombra,
promueve, ratifica y destituye a los magistrados del Poder Judicial y el Ministerio
Público; de la Academia de la Magistratura que forma y selecciona a los
aspirantes a la carrera judicial y capacita a los magistrados; del Tribunal
Constitucional, que ejerce el control de la Constitución y resuelve los casos
promovidos en uso de las acciones constitucionales de garantía; o del Jurado
Nacional de Elecciones, que administra justicia en materia electoral. En
resumen, es importante pasar de un poder judicial desacreditado a uno que
tenga una mejor organización, demuestre celeridad en los procesos, y no sea
visto como un enemigo del ciudadano

Poder Legislativo:

La Carta Magna establece en su artículo 102° de que es atribución del


Parlamento elaborar leyes y resoluciones legislativas, así como interpretar,
modificar o derogar las existentes, y, además, puede expedir leyes especiales si
lo exige la naturaleza de las cosas; si revisamos la historia podemos notar que
el Parlamento surgió en Inglaterra en el siglo XVII como un ente que elaboraba
leyes. Durante la Edad Media, algunos parlamentos desarrollaban función de
una institución de justicia, pero no elaboraban leyes, pues las monarquías tenían
una gran fuerza en la regulación de las conductas sociales. Más adelante ya en
el siglo XX, la independencia de poderes es una realidad, para convertirse luego
en una necesidad, pues consagra la distribución de las funciones estatales, con
facultades propias y exclusivas, sean del Poder Ejecutivo, del Poder Legislativo
y del Poder Judicial. En rigor se admite que el Poder Legislativo es el
responsable de elaborar las leyes con ineludible obligación, y al Poder Ejecutivo
le corresponde cumplir y hacer cumplir la Constitución, representar al Estado
dentro y fuera de la República, convocar al Congreso a legislatura extraordinaria
y firmar, en este caso, el decreto de convocatoria, dictar medidas extraordinarias
mediante decreto de urgencia con fuerza de ley, en materia económica y
financiera, entre otras facultades constitucionales. A pesar de todo lo explicado,
la Constitución establece, en el artículo 104°, que el Congreso puede delegar en
el Poder Ejecutivo la facultad de legislar sobre materia específica y por el plazo
determinado en la ley autoritativa, previniendo que no pueden delegarse las
materias que le corresponden a la Comisión Permanente. Existe obligación de
que el Presidente de la República dé cuenta al Parlamento de cada decreto
legislativo.

Por tanto, en cuanto a este poder del Estado es importante realizar cambios
profundos ya que su desacreditación permanente en los últimos años ha
conllevado al desequilibrio e incertidumbre al País, ciudadanos que no confían
en su poder legislativo difícilmente pueden sentirse representados en quienes lo
integran, por lo tanto el retorno de la doble cámara es urgente, a fin de establecer
filtros y garantizar la presencia de representantes capaces de ser vistos con
autoridad. Esta doble cámara frenaría la aprobación en tiempo record de leyes
que por su naturaleza no sean de beneficio para todos, por ejemplo una ley que
pretende ser aprobada para beneficiar a ciertos sectores y se realiza casi en
secreto o aprovechando “cortinas de humo” no serían viables, ya que para ser
aprobadas necesitarían de la aprobación de la otra cámara para ser promulgada
lo cual garantizaría un mejor análisis de la norma. Además la doble cámara
garantizaría una mejor representación nacional, ya que necesitamos un
Congreso que contribuya a optimizar el autogobierno popular en lugar de uno
que conspire contra él, que no brinde mayor atención a criterios como la
velocidad en la aprobación de las leyes o los costos económicos que se
desprenden de una discusión política prolongada, es decir necesitamos una
doble cámara porque así las iniciativas legislativas se favorecerán de un mayor
tiempo de reflexión, evitándose que se aprueben normas que guardan sintonía
con los medios de comunicación y no con la agenda del país. Este congreso de
dos cámaras, es decir de Senadores y Diputados no tendría que ocasionarle más
gastos al Estado ya que debería constituirse con la misma cantidad de
representantes actuales, pero distribuidos en dos grupos: uno de 30 senadores,
que aprueben el presupuesto y designen a funcionarios de alto rango; y el otro
grupo de 100 diputados, que inicie investigaciones, ambas cámaras tendrían la
facultad de presentar proyectos de ley, pero sería el senado el que deberá
finalmente aprobarlos luego de un análisis profundo; para la elección de
representantes el territorio nacional se dividiría en macrodistritos electorales para
la elección de senadores y en microdistritos para la elección de diputados.
Finalmente en el tema representativo debería incorporarse criterios de
representación más específicos en el aspecto microdistrital que no sería por
densidad poblacional sino por otros que tengan que ver con acceso, beneficios,
realidad social económica, niveles de pobreza y urgencia de atención.

Además se necesita fortalecer las instancias legislativas de los estamentos sub


nacionales es decir los concejos regionales y los consejos municipales quienes
en rigor tienen la obligación de legislar según sus funciones, pero que se limitan
por falta de conocimiento y de una marcada falta de autonomía generándose en
este ámbito los conflictos de competencia en la emisión de normas de alcance
nacional, regional y local.

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