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Dirección de Formación Docente en Servicio (DIFODS)

Programa de Inducción Docente

MÓDULO IV UNIDAD 1 Tema 2 LECTURA COMPLEMENTARIA

La cultura de la evaluación para la mejora de la calidad educativa

La evaluación no es un fin, sino un medio que cobra sentido en función del propósito de contribuir
a mejorar la educación. Stenhouse (1984) nos dice: “Para evaluar hay que comprender”
La cultura es muy importante para guiar el comportamiento de la gente en una organización. “A
diferencia de las características biológicas innatas, la cultura es algo que se aprende” (Schiffman y
Kanut, 2005, p. 410). Se encuentra encapsulada en forma subconsciente en las ideas y creencias
acerca de lo que la organización quiere mantener, en la forma en que la gente se comporta y en
cómo las personas hacen que las cosas sucedan.
La cultura es un conjunto de creencias, valores y costumbres, compartidos y aprendidos que sirven
para dirigir el comportamiento y que “existe para satisfacer las necesidades de las personas que
forman una organización” (Schiffman y Kanut, 2005, p. 409).

La cultura y la evaluación educativa


No es coherente pensar que la cultura organizacional sea un hecho independiente de las personas
que conforman las instituciones educativas, muy al contrario, son los miembros directivos, los
profesores, el personal administrativo e inclusive los alumnos quienes habrán ido moldeando lo que
es y representa la cultura dentro de una institución. La evaluación en una institución educativa es lo
que es el control en una empresa.
En toda institución educativa se toman decisiones constantemente; sin embargo, muchas de ellas
no están sustentadas en datos cuantificables y medibles, sino en aproximaciones a la realidad que
son superficiales, poco confiables e incluso impulsivos o basados en la intuición que llevan a
constantes errores. Errores que pueden asociarse a altos costos.
Valenzuela (2009, p. 49) menciona que toda evaluación de una institución educativa surge siempre
de una necesidad. Esas razones o esa necesidad pueden ser, por ejemplo: conseguir los objetivos
propuestos en la misión/visión del instituto sin que instancias externas lo soliciten, sino como una
propuesta interna de mejora continua. Un proceso educativo que no posea vetas de innovación está
destinado a fracasar, ser obsoleto y desaparecer.
Por ello, es necesario generar una cultura evaluativa, que lejos de concebir a la evaluación como
una mera obligación, la entienda como “un proceso y a la vez como un producto, cuya aplicación
nos permite estimar el grado en el que un proceso educativo favorece el logro de las metas para las
que fue creado”. (Valenzuela, 2009, p. 15)
Cuando se habla de cambio en el ámbito educativo, la evaluación es hoy quizá uno de los temas con
mayor protagonismo. Existe, por lo tanto, un área de oportunidad para poder mejorar
sustancialmente los procesos de toma de decisiones, la gestión de la institución y, eventualmente,

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la calidad del servicio educativo que se ofrece, a través de la generación de una nueva cultura de la
evaluación.
Ello implica tener valores socialmente compartidos, en que los actores involucrados (directivos,
profesores y alumnos) deben dar cuenta de sus responsabilidades y afrontarlas; es decir, estar
conscientes y abiertos para promover que se evalúe el producto de sus compromisos.

La responsabilidad ética y la cultura de evaluación


Llevar a cabo una evaluación conlleva una responsabilidad ética, que debe estar presente tanto en
los juicios de valor que se emiten, como en el manejo confidencial de la información o en las
consecuencias que se derivan de sus resultados.
En ese sentido, adquiere vital importancia para los procesos de evaluación institucional, la
preparación de recursos humanos capacitados para llevar a cabo los procesos, personas que tengan
las competencias necesarias para esta tarea.

Cómo promover el desarrollo de una cultura de evaluación


Se hace así necesaria la construcción de un camino que lleve a una nueva cultura de evaluación,
donde la evaluación educativa juegue un papel preponderante y donde lejos de concebir la
evaluación como una mera obligación, se le entienda más bien como “un proceso y a la vez como
un producto, cuya aplicación nos permite estimar el grado en el que un proceso educativo favorece
el logro de las metas para las que fue creado”. (Valenzuela, 2009, p. 15)
Al respecto, Valenzuela, Ramírez y Alfaro (2010) mencionan: “La cultura de evaluación se va
conformando con la suma de experiencias pasadas, el uso de buenos y malos instrumentos de
evaluación, las competencias e incompetencias de quienes realizan los procesos evaluativos, la
madurez y formación que tengan los evaluadores y evaluados, y qué tan explícitos o implícitos son
los criterios que se emplearán para generar juicios de valor y tomar decisiones”.
Por ello, como cada cultura es un conjunto coherente de elementos, cualquier cambio o
modificación de alguno de ellos, provocará transformaciones en los otros. “Para trabajar en pro de
una cultura de evaluación, se deben vencer los intereses de todo tipo que se oponen a la
implementación de los sistemas de evaluación”. (Valenzuela, Ramírez y Alfaro, 2010, p. 58)

Implementando el cambio
“Un cambio en la cultura de evaluación de las instituciones debe iniciarse buscando un
entendimiento común y un significado compartido” (Valenzuela, Ramírez y Alfaro, 2010, p. 60).
Trabajo en equipo que posibilite a todos poner lo mejor de cada uno para cumplir los objetivos que
todos conocen y con los cuales todos se comprometen.
En ese sentido, es necesario desarrollar líderes (agentes evaluadores) que logren la integración del
personal alrededor de una nueva cultura de evaluación, que se vea como un instrumento que
contribuye al logro de los objetivos expresados en la misión y visión de la institución.

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Es importante lograr la participación en todos los niveles y el compromiso de todos; esto implica
una revisión muy seria y autocrítica de cuáles son los paradigmas con los cuales se ha trabajado: a)
¿Qué es lo que se necesita cambiar?; b) ¿Cuál será el impacto que la evaluación educativa puede
tener para mejorar a la institución?; c) ¿Cómo se han comunicado los resultados?; d) ¿Se entiende
la importancia de comprender de donde no solo hay que ir, sino como se debe llegar ahí?.
Los drásticos cambios culturales de evaluación educativa requieren versatilidad y decisión. No
basta con mantener el cumplimiento de los requerimientos en sus mejores puntos, ahora hay que
ir más allá y de manera permanente como parte de una nueva cultura de calidad, donde la
evaluación es una parte clave, fundamental e ineludible.

REFERENCIAS

❑ Generación Googleinstein. (2012). Práctica docente. Cultura, evaluación educativa.


Recuperado de http://practicadocentemexico.blogspot.com/2011/10/para-evaluar-hay-
que-omprender.html

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