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Capítulo de Colonialismo y escritura en América Latina.

Lecciones de Literatura
Latinoamericana. Carmen Perilli

Las “historias mentirosas” de Hernán Cortés

¿Cómo tienen tanto atrevimiento y osadía de escribir tan vicioso y sin verdad,
pues que sabemos que la verdad es cosa bendita y sagrada,y que todo lo que
contra ello dijeron va maldito”
Bernal Díaz del Castillo, Historia Verdadera de la Nueva España,

“¿Hay alguna montaña a la que podamos subir?, ¿pero huiremos?, porque somos
mexicanos.¿Irá acaso a cubrirse verdaderamente de llagas la nación de los
mexicanos?¡ Es muy desgraciado el pobre viejito, la pobre viejita y el niñito que
todavía no comprende¡¿ adónde se los llevarán?¿ qué hacer ¿¿adónde ir, para
nada?, ¿qué se puede hacer, adónde ir, en vedad?,¡pues que hemos asumido
nuestra responsabilidad¡ Sea lo que sea ,de cualquier manera que sea, vamos a
sentirnos maravillados
Códice Florentino (recopilación de Bernardino de Sahagún)

Cortés concreta el sueño acariciado por Colón: El Dorado se materializa en el magnífico


imperio mexicas. La potente narración de los hechos realizada por el capitán-buscando
justificar su desobediencia a Velázquez- se convertirá en texto maestro de toda la empresa de
la conquista española. Se conservan cinco cartas escritas entre julio de 1519 y septiembre de
1526 y dirigidas a los Reyes. En estos escritos, que responden tanto al tipo discursivo de cartas
y como de relaciones, Cortés trama la historia como romance, como gesta heroica, cuyo mérito
militar y espiritual, debe adjudicársele por completo. Convertido en personaje de papel su figura
–que cambia el él del primer texto por el yo de los cuatro restantes- se auto-representa ante su
interlocutor real-Carlos V- como el estratega genial, el justo capitán de sus soldados, el
protector de los indios, el emisario de la verdadera religión y, sobre todo, el mejor vasallo de la
Corona.
Sus modelos literarios son las crónicas medievales y las novelas de caballerías, cuyo
mundo épico parangona. Cortés se construye lleno de la virtudes aristócraticas y guerreras; sin
rastro de codicia o pasión sanguinaria.Somete todos sus instintos a la razón de estado y
supedita sus acciones al deseo de servir y evangelizar Su “conquista” continúa las Cruzadas
contra los moros- se refiere a los templos mexicas como mezquitas- , en nombre del Imperio
cristiano universal. Cortés aparece como el héroe fundador ideal, el que pone orden, señala
fronteras y construye la civilización sobre la barbarie, trayendo la paz de la civilización al
mundo violento de los vencidos.
Como en toda la historiografía indiana, el protagonista es varón-blanco-cristiano-español y
blanco-y, en este caso, letrado. Su presencia ejemplar legitima, en nombre de la Corona y la
Tiara, la apropiación material y simbólica de las nuevas tierras. Sus Cartas de relación exponen
no sólo la gloria del fiel vasallo Cortés sino su carácter de sujeto moderno y autosuficiente,
representante de una nueva racionalidad. “...este sujeto único y artísticamente forjado,
sustancial y ejemplar, que en sus propios actos y en sus principios creaba el orden puro de un
nuevo mundo, traza la línea divisoria entre crónica de Indias y crónica medieval” (Eduardo
Subirats)
Para transformar los hechos en modelo se sirve de la epopeya. En la edad media española
El Poema de Mío Cid y otras crónicas unen la escritura de la historia con el relato del linaje de
reyes- sucesión discursiva que encerraba el ciclo de un poder absoluto a lo largo del tiempo. En
el Nuevo Mundo la crónica se replantea como escritura que provee de un relato de origen a la
imposición de un orden en las tierras americanas durante el proceso de la conquista y la
colonización. Al relatar las acciones, inscribe su legitimidad. En la primera carta-dirigida a
Juana La Loca y a su hijo Carlos- desde una cómoda tercera persona Cortés envía la
propuesta de su nombramiento y la destitución de Velázquez. La rebelión es transformada en
servicio, por obra de la letra. La lealtad es refrendada por las voces de los hombres: “Hannos
asimismo pedido el procurador y vecinos y moradores desta villa, en el dicho pedimento, que
en su nombre supliquemos a vuestra majestad que provean y manden dar su cédola o
provisión real para Fernando Cortés, capitán y justicia mayor de vuestras reales altezas, para él
nos tenga en justicia y gobernación hasta tanto que esta tiera esté conquistada y pacífica,y por
el tiempo que más a vuestra majestad el pareciere y fuere servido, por conocer ser tal persona
que conviene para ello”
El linaje pierde importancia, excepto en lo referente a la limpieza de sangre y a la honra. El
capitán se eleva por sus propios méritos; adquiere una identidad propia en lucha con la nueva
realidad; una ucha que desata pulsiones desconocidas tantos eróticas como religiosas; en la
que el derroche de poder y de sangre parece no tener límites. Lejos de la autoridad, el soldado
se inviste a sí mismo, aunque en todo momento afirme que sólo detenta el Poder en tanto
delegado por el Otro-el Rey o Dios.
La narración de Hernán Cortés reescribe la caballeresca, ligada al relato maravilloso y a la
épica medieval, en una nueva dimensión de tonos realistas. Ilustra con detalles preciosos y
precisos una quimera, propia de antiguas utopías. La presencia del modelo épico señala no
sólo una elección formal sino un tipo de relación con el pasado, marcado por el intento de
incorporar los gestos de la conquista a la leyenda nacional. La epopeya como género preciso,
se caracteriza por tres rasgos: su objeto es el ”pasado absoluto”, su fuente, la tradición y su
universo está separado de la contemporaneidad por una distancia épica absoluta. El mundo
épico aparece como el mundo del los comienzos y de las cimas de la historia nacional, el
mundo de los padres y de los fundadores, el mundo de los primeros y de los mejores. La
relación del mundo representado con el pasado, su implicación en él, es su rasgo constitutivo
como género(Mijail Bajtin).
Cortés inmortaliza sus acciones de destrucción y violencia como actos de grandeza.
Hombre de "poca hacienda y mucha honra" insiste sobre las circunstancias extraordinarias de
su nacimiento y la presencia de la muerte en su infancia. Deja clara sus virtudes: su valor con
las armas; su manejo de las letras, su capacidad de líder y estadista; su lealtad de vasallo real.
Signado por la mano divina -considera como intervenciones milagrosas de lo sobrenatural los
anuncios de su victoria final- conduce a sus hombres al éxito y tiene, al mismo tiempo, clara
conciencia del papel de la astucia y la racionalidad en sus pasos.Es un hombre moderno que
se mueve en nombre de un poder medieval.
Elude referirse a todo lo que puede manchar su silueta, lo oscurece o lo niega. Es el caso
del silencio que se cierne sobre el importante rol de la mujer que fue su amante y su lengua-
Malinali-Malintzin/Marina/ Malinche: ”En tres días que allí estuve proveyeron muy mal,y cada
día peor,y muy pocas veces me venían a ver ni hablar los señores y personas principales de la
ciudad. Y estando algo perplejo en esto, a la lengua que yo tengo,que es una india desta tierra,
que hobe en Putunchan, que es el río grande...”(“Segunda Carta”). Contrastando esta visión
con la importancia que Bernal Díaz asigna a la mujer que le dedica un capítulo a Marina dice
que era “excelente mujer y buena lengua”, gran señora y cacica, tanto que se llegó a conocer a
Cortés como Malinche, debido al papel fundamental de la intérprete: ”Y volviendo a nuestra
materia, doña Marina sabía la lengua de Guazcualco, que es la propia de México, y sabía la de
Tabasco, como Jerónimo Aguilar sabía la de Yucatán y Tabasco, que es toda una...He querido
declarar esto poque sin ir doña Marina no podíamos entender la lengua de la Nueva Epaña y
Mexico”
La estrategia discursiva de Cortés se sostiene cuidadosamente entre dos términos: el Yo y
el Nosotros. El Yo opaca al Nosotros; la tarea individual a la colectiva. Comparte las
responsabilidades de dudosos sucesos con oficiales y soldados pero se atribuye todos los
méritos de la empresa, agigantando su estatura. “Otro día torné a salir por otra parte antes de
que fuese de día, sin ser sentido dellos, con los de a caballo y cien indios mis amigos, y les
quemé más de diez pueblos, en que hobo pueblo dellos de más de tres mil casas, e allí
pelearon conmigo los del pueblo”
Los cronistas de la conquista de México contribuyen al mito del gran capitán Hernán
Cortés. El soldado Bernal Díaz cuya “épica vacilante”, deja entreveer su lado oscuro sin dejar
de engrandecerlo :”Y verdaderamente fue elegido Hernando Cortés para ensalzar nuestra
santa fe y servir a Su Majestad, como adelante diré...Y puesto que fue tan valeroso y
esforzado y venturoso capitán, no le nombrará aquí delante ninguno de estos sobrenombres de
valeroso, ni esforzado, ni marqués del Valle, sino solamente Hernando Cortés” . Fray
Bernardino de Sahagún glorifica, en su Historia General, al "nobilísimo capitán Don Hernando
Cortés", sólo comparable con lo que "hacía en tiempos pasados el Cid “. En su narración, el
prudente franciscano no duda al mencionar la directa intervención divina "por cuyos medios
(Hernando Cortés) hizo muchos milagros en la conquista de esta tierra". Al igual que en el
Poema de Mio Cid, las virtudes militares y el servicio al rey, la honra debida al linaje y las
honras proporcionadas por las victorias; la suma del cielo y el oro son elementos primordiales.
En las Cartas, Cortés rebaja el comportamiento de sus subordinados frente a su capacidad
de comprensión y su estatura moral. Es jefe y padre; legislador y juez. En la crónica de
Francisco López de Gómara, las "oraciones" de Cortés a sus soldados, dictadas al autor por el
propio capitán, lo muestran como un sabio cristiano. Cortés tiene el cálculo y la lucidez de
escribir la historia de la conquista de México como su propia historia. Sus escritos tienen
fuertes tonos autobiográficos; no son simples testimonios sino autorrepresentaciones.
Su sed de oro está en perfecta concordancia con el ansia de salvar; la codicia material y el
valor militar armonizan con la obediencia a la corona y propagación del evangelio: "no sólo
ganaremos para nuestro Emperador y rey natural rica tierra, grandes reinos, infinitos vasallos,
sino también para nosotros mismos muchas riquezas, oro, plata, perlas y otros haberes; y
aparte de esto, la mayor honra y prez que hasta nuestros tiempos, no digo nuestra nación, sino
ninguna otra ganó... además de todo esto, estamos obligados a ensalzar y ensanchar nuestra
santa fe católica como comenzamos y como buenos cristianos, desarraigando la idolatría."
Cumple con las tareas del caballero cristiano medieval, consignadas por Raimundo Lullio en
su tratado -mediador entre el poder divino y el poder temporal, defensor de la fe ante el infiel,
virtuoso moral y éticamente, valiente más allá de la de la fuerza-. Cortés es siervo prudente y
sacrificado - "por cobrar nombre de servidor de vuestra majestad y de su imperial y real corona,
me he puesto a tantos y tan grandes peligros..."; cristiano ejemplar ". por haber en tanta
cantidad por estas partes dilatado el patrimonio y señorío real... quitando tantas idolatrías y
ofensas como en ellas a nuestro Creador se han hecho." ; noble caballero- "En respuesta de lo
que aquellos mensajeros me preguntaron acerca de la causa de mi ida a aquella tierra, les
dije... que por que yo traje mandado de vuestra majestad que viese y visitase toda la tierra, sin
dejar cosa alguna, e hiciese en ella pueblos cristianos para que les hiciesen entender la orden
que habían de tener, así para la conservación de sus personas y haciendas, como para la
salvación de sus almas".
La guerra de ocupación y exterminio es legítima, por derecho divino y natural, ya que los
indios representan la negatividad radical, en estado de naturaleza y de gentilidad, barbarie y
pecado. Sólo la guerra santa puede acabar con las falsas y sangrientas idolatrías que
horrorizan con sacrificios humanos, obra del demonio. En los templos- a los que manda limpiar-
se comporta como el evangelizador: ”Yo les hice entender con las lenguas cuán engañados
estaban en tener su esperanza en aquellos ídolos, que eran hechos de sus manos, de cosas
no limpias, e que habían de saber que había un solo Dios” .Refiriéndose a los culhuas los tilda
de caníbales. ”En cierta parte desta provincia, que es donde mataron a aquellos diez
españoles...porque demás haber muerto a los dichos españoles y rebelándose contra el
servicio de vuestra alteza, comen todos carne humana” Cortés indaga lo desconocido, lo hace
con destreza y con un objetivo claro: dominarlo para aprovecharlo y destruirlo. “Vista la
discordia y desconformidad de los unos y de los otros, no hube poco placer porque me pareció
haber mucho a mi propósito y que podría tener manera de más aína sojuzgarlos”.
Su letra narra tanto como describe, su mirada se posa en la naturaleza y en la ciudad.
Ordena una excursión a los volcanes al mismo tiempo que se detiene en todos los detalles de
cada ciudad que encuentra, especialmente en Tenochtilán. Su relato es cuidadoso y selectivo,
inscribe lo que le engrandece, oculta lo que lo mancha. Es conciente del poder de la escritura
como modo de enlace con el poder imperial al mismo tiempo que garantía de un lugar en la
historia. La narración de la conquista en las Cartas de Relación complementa la experiencia
con la cuidadosa selección de los hechos hecha en interés del rey. Cortés, astuto, revela su
buena fe, reconoce que su versión ha recortado material, realizando una selección a la que
pretende inocente. Sus palabras otorgan veracidad a la presentación testimonial, buscan
garantizar la objetividad de su escritura. Esta afirmación es ficticia porque, como lo señala
Beatriz Pastor: “el análisis de los procesos de construcción de la conquista revela que la
estructura formal, documental y objetivadora de sus Cartas es una mera estrategia verbal con
un fin político inmediato. El ‘discurso de persuasión’ de las tres primeras cartas muestra una
composición racional de documentos con una función política. Su mitificación rompe los límites
del discurso histórico y lo vacía de contenido, convirtiéndolo en una convención literaria“.
Formas documentales y ficcionales de narración se entrelazan. El relato se mantiene lejos
de la la literatura fantástica, diferenciándose de otras representaciones del Nuevo Mundo. Las
huellas del discurso maravilloso; sus “historias mentirosas” ocultan otros modelos, los de la
modernidad. Al formular el modelo de conquista y de conquistador relata la rebelión como
servicio; justifica sus audaces actos declarándolos leal vasallaje, encubre la transgresión como
servicio. Este “vasallo ideal” se opone al enfurecido gobernador de Cuba, Velázquez, su jefe y
perseguidor. Cortés/súbdito modelo vela por los intereses reales. Velázquez/ mal vasallo, al
intentar detener la nave en la que Cortés y los suyos envían el oro y las joyas al rey - y no sólo
el quinto obligado-, junto con la Primera Carta de Cortés traiciona los intereses del soberano,
supeditándolos a sus mezquinas ambiciones. La escritura se cuida de exponer opiniones o
juicios de modo explícito; arma el referente seleccionando, recortando y definiendo
subjetivamente los elementos de la narración y de su significado.
Sabe el valor de una correcta traducción cultural, por ello le interesa sobremanera el manejo
de la comunicación con los indígenas. Se rodea de intérpretes o lenguas que se convierten en
sus mejores armas. Conocedores del código cultural de los pueblos indígenas le entregan las
claves del imperio azteca. Los más importantes son Jerónimo de Aguilar- un náufrago
rescatado al comenzar la expedición y, sobre todo, una india Malintzin, rebautizada como
Marina pero más conocida como Malinche. La mujer, de una inteligencia excepcional, se
convierte en en su amante y consejera, traduce los gestos sociales y culturales y le entrega la
clave de bóveda del imperio. El conocimiento de las disensiones internas de la política y del
fatalismo religioso y cultural son el talón de Aquiles de una “cultura de sacrificio” basada en la
guerra y que queda anonada frente al extraño al que explica como dios (teúl) .
Octavio Paz propone leer la cultura mexicana a partir de la figura de la madre violada y
traicionada, esa primera madre que fue la Malinche y que luego se transforma en la Llorona-
aquella que perdió los hijos y deambula sin consuelo: ”Si la Chingada es una representación de
la Madre violada, no me parce forzado asociarla a la Conquista, que fue también una violación,
no solamente en el sentido histórico , sino en la carne misma de las indias. El símbolo de la
entrega es doña Malinche, la amante de Cortés. Es verdad que ella se da voluntariamente al
Conquistador, pero éste, apenas deja de serle útil, la olvida. Doña Marina se ha convertido en
una figura que representa...lo abierto, lo chingado, frente a nuestros indios, impasibles,
cerrados”
Malintzin, coinciden los cronistas, formaba parte de un tributo - un paquete de diez mujeres-
que los indígenas entregan al conquistador después de la batalla de Centla. “por manera que
los de Xicalango la dieron a los de Tabasco y los de Tabasco a Cortés”. Si sólo hubiese
cumplido con las funciones asignadas a estas soldadera, hubiese permanecido en el
anonimato. Al ser bilingüe-conoce el maya y el náhuatl- y de natural ”entremetida y
desenvuelta” según Bernal Díaz del Castillo, trasciende su papel de esclava. Jerónimo de
Aguilar, limitado al manejo del maya, deja de servir como intérprete en territorio
mexicano :”Todo esto se había hecho sin lengua, explica Gómara, porque Jerónimo de Aguilar
no entendía a esos indios”. Entonces aparece Malintzin “ella sola, con Aguilar, añade el
capellán de Cortés, el verdadero intérprete entre los nuestros de aquella tierra” (Gómara).
Entregada como mujer a Alonso Hernández Portocarrero, a quien pronto le será arrancada.
La relación entre ella y Jerónimo de Aguilar es tan intensa que se habla de ellos como si fueran
uno solo, incluso se los une en matrimonio ”habiendo quedado Jerónimo de Aguilar ...cautivo
en aquella tierra, procuró de servir y agradar en tal manera a su amo...por lo que vino a ganarle
tanta voluntad, que le dio por mujer a Malintzin” (Diego Muñoz Camargo); “Malinali andando el
tiempo se casó con Aguilar ( Fernando de Alva Ixtlilxóchitl). En el códice, inserto en la
Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala ,de Múñoz Camargo leemos ”El indio informa,
Marina traduce, Cortés dicta y el escribiente escribe”
Cortés necesita no sólo un lengua sino un faraute. Faraute, es, según el diccionario de
Covarrubias “el que hace principio de la comedia el prólogo; algunos dicen que faraute se dijo a
ferendo porque trae las nuevas de lo que se ha de representar, narrando el argumento. Ultra de
lo dicho significa el que interpreta las razones que tienen entre sí dos de diferentes lenguas,y
también el que lleva y trae mensajes de una parte a otra entre personas que no se han visto ni
careado, fiándose ambas las partes dél; y si son malos propósitos le dan sobre éste otros
nombres infames” Es el bullicioso, el entremetido. Una de sus funciones es contactar dos
culturas diferentes, el intérprete. Malinche conoce las dos lenguas y se ha entrometido con
indios y españoles. Su oficio es hablar, comunicar. ( Margo Glantz)
La Malinche jugó un papel primordial en la conciencia de ambos grupos, ella fue la lengua,
que construyó la trama que los unió. Cortés era llamdo Malinche por extensión. “hagamos
relación de este principio de Marina, que por los naturales fue llamada Malintzin y tenida por
diosa en grado superlativo, que ansí se debe entender por todas las cosas que acaban en
diminituvo...”(Muñoz Camargo). El sufijo tzin equivale al castellano doña que se otorgaba a
mujeres principales; Marina va adquiriendo estatura divina entre los naturales, como consta en
varios códices. En el Códice Cuauhtlatzingo aparece ataviada como la diosa del agua y en el
lienzo de Tlaxcala, su colocación y sus gestos revelan su jerarquía y autoridad. A pesar de
relativizar su elogio-o ”con ser mujer de la tierra ” . Bernal Díaz la admira -“qué esfuerzo tan
varonil tenía, que oír cada día que nos habían de matar y comer nuestras carnes...jamás vimos
flaqueza en ella”. Su figura se teje en los mitos, su historia se parece a la de cenicienta. Hija de
caciques ocupa, sólo por un tiempo, el lugar que le corresponde.
A pesar de su importancia Marina carece de voz en las crónicas española; todo lo que dice
o interpreta es vertido al discurso indirecto. En el Códice florentino ocupa el mismo espacio: es
enunciada por otros- sólo los dos últimos parlamentos le corresponden en su totalidad. Extraño
destino ya que su labor de intérprete es permanente, aunque soslayada por la letra; la voz se
convierte en su atributo principal, la lengua. Marina es despojada de su cuerpo y de su
palabra. En los códices su figura aparece intercalada entre los cuerpos principales (el de Cortés
y Moctezuhma). Su cuerpo es un cuerpo esclavo del otro, que desaparece, es mutilado, a mitad
de camino entre sujeto y objeto. El bautismo le impone un nombre cristiano: cambiar de nombre
es cambiar de identidad. De modo paradojal el conquistador es bautizado con el nombre de su
esclava. Bernal aclara “Antes que más pase adelante quiero decier cómo en todos los pueblos
por donde pasamos, o en toros donde tenían noticia de nosotros, llamaban a Cortés
Malinche...y la causa de haberle puesto aqueste nombre es que, como doña Marina, nuestra
lengua, estaba siempre en su compañía, especialmente cuando venían embajadores o pláticas
de caciques, y ella lo declaraba en lengua mexicana, por esta causa, le llamaban el capitán de
Marina, y para ser más breve, le llamaron Malinche”
Su función de intermediaria la lleva a ser la traductora pero también traidora- traducir y
traicionar tienen la misma raíz. Sin embargo nunca es la dueña del relato, se convierte -como
dice Glantz- en “un habla que no sabe lo que dice”; su discurso es el del otro, responde a otra
voz, la que está escrita. Su ausencia en la enunciación contrata con su importancia. En la
Crónica mexicana, Don Hernando Alvarado Tezozómoc, historiador indio, describe el asombro
de Moctezuma ante sus habilidades: ”y quedó Moctezuma admirado de ver la lengua de Marina
hablar en castellano y cortar la lengua”. Marina recibe un tratamiento diferente en las crónicas
indígenas o mestiza que reconocen su enorme capacidad para la interpretación en una
sociedad vinculada a la oralidad y donde los códices requieren de la memoria, la india habla
castellano desde el inicio del avance de Cortés sobre la capital mexica.

“En este contexto, parece meridiano que sólo puede penetrar en ese lenguaje
cerrado -en esa habla apretada- quien tenga la lengua filosa y los labios muy
gruesos para poder cortar lengua. Y esa habilidad tajante, esa capacidad de
hendir, de abrir aquello que estaba cerrado sólo puede hacerlo una diosa. Así
convergen en este punto dos de las expresiones entresacadas y subrayadas
...para calar hondo en la tierra es necesario cortar lengua”(Margo Glantz)

La Malinche traduce para Cortés; su palabra se diluye en la acción del otro. El capitán no
desalienta su identificación con la benévola divinidad tolteca Quetzalcótal; asume su máscara
para aumentar su ascendiente y consolidar su poder dentro del imaginario indígena. Llega en el
momento previsto en el calendario azteca como apocalíptico. Ce Acatl, el año Uno Caña,
precedido por un tiempo de portentos en el que las aguas del lago, sobre el cual estaba
construida Tenochtitlan, se agitaron formando inmensas olas, derrumbando casas y torres;
extraños cometas recorrieron los cielos; los espejos reflejaron las estrellas a mediodía;
siniestras mujeres deambularon por las calles a la medianoche, llorando la muerte de sus hijos
y la pérdida del mundo.”Sexto presagio de desgracia.A menudo se oía una mujer que venía a
llorar, que venía a gemir,durante la noche gemía mucho, pasaba exclamando:¡Mis muy
queridos hijos,ya llega nuestra partida¡ De cuando en cuando decía:”Mis muy queridos hijos, a
dónde los llevaré?”(Códice florentino) Con el arribo de Cortés, la profecía del dios rubio y
barbado, pintada por los tlacuilos en antiguos amoxtli, se hizo portentosa realidad.
Cortés muestra su habilidad con los signos; usa todo tipo de artimañas; envía señales de su
carácter divino. Entierra los hombres y caballos muertos para reforzar la creencia en su
invulnerabilidad, refuerza la poca pólvora con fuegos de artificio, envía mensajes opuestos a las
distintas facciones indígenas. Capitaliza el descontento de los pueblos del Valle con el dominio
azteca, prometiendo un régimen político justo, lo que favorece la invasión española desde un
comienzo, sobre todo a partir del valioso apoyo de los guerreros tlaxcaltecas: “La figura
ejemplar de Hernán Cortés como político astuto y comunicador genial responde a la conciencia
renacentista, momento de representación ideal, en la que se funden los rostros oscuros del
antihéroe, del criminal sanguinario con el del conductor y creador de la leyenda legitimadora de
la Conquista. La consecuencia y, la condición lógica de la leyenda es la definición negativa del
indio, como ser bestial y naturaleza sin nombre, como existencia poseída por fuerzas
diabólicas. El conquistador era el principio humanizador, sin importar el precio; se
complementaba con la definición del indio como servidor del demonio”.( Eduardo Subirats)
La matanza se presenta como guerra justa contra una sociedad sanguinaria, cuyas
costumbres atentan contra los preceptos cristianos. Tanto en la crónica de Francisco López de
Gómara como en la historia de Bernal Díaz del Castillo, la narración de la conquista de México
de una prodigiosa tensión emocional; confiere originalidad y riqueza simbólica a la empresa
como épica. Totalmente subyugada la mirada del letrado, vacilante; un tanto crítica la del
soldado. Una situada en las puertas de la historiografía moderna, la otra, como anticipándose a
la parodia del mundo caballeresco del Quijote. Ambas repiten la historia del soldado que, con
un puñado de hombres, conquistó un poderoso reino.

“Rara vez se ha dado un encuentro de personalidades tan contrastantes en la


historia (como Cortés y Moctecuhzoma). Fue el encuentro entre un hombre que lo
tenía todo y un hombre que nada tenía.Un emperador comparado con el sol, cuyo
rostro estaba vedado a sus súbditos. Poseedor del título de Tlatoani, que significa
el de la gran vos. Y un soldado sin tesoro más grande que su ingenio y su
vountad. Pero a Moctezuma lo gobernaba la fatalidad: Los dioses habían
regresado. En tanto que Cortés lo gobernaba su propia voluntad. El español
alcanzaría sus metas en contra de todos los obstáculos” ( Carlos Fuentes)

Códices y crónicas tejen relatos diferentes, a veces opuestos. Vencidos y vencedores


inscriben sus versiones, llenas de ambigüedades, en las que la figura central siempre es
Cortés. Entre los códices conservados, que incluyen relatos de la conqusita están el Códice
florentino - una enciclopedia del mundo azteca realizada bajo la dirección del franciscano
Sahagún, que incluye un texto náhuatl, un texto español e ilustraciones; Los Anales históricos
de Tlatelolco-parte final de la historia de lanación azteca desde sus orígenes hasta la llegada
de los españoles. De autor anónimo, fueron redactados en náhuatl, mediante el alfabeto
latino,sólo siete años después de la caída de México; el Códice Aubin – es anónimo y cubre
toda la historia mexicana desde los orígenes hasta la conquista. El original se presenta en
forma de manuiscrito pictográfico, en el cual el texto comenta y complementa las imágenes y
los signos; el Códice Ramírez es un conjunto de relatos sobre la historia y las costumbres de
los indios, reunidos porel jesuita Tovar, estál en español; la Historia de Tlaxcala, escrita por el
mestizo Diego Muñoz Camargo; la Historia de las Indias de Nueva España del dominico Diego
Durán. En principio sigue una historia redactada en náhuatl pero la completa y corrige con todo
tipo de fuentes.
La dimensión mesiánica se reafirma en cronistas-soldados y letrados- y frailes. Fray
Bernardino de Sahagún en los Colloqvios y doctrina christiana, pone en boca de los doce
franciscanos llegados a la recién destruida Tenochtitlan: "Y no es otra cosa por la cual hemos
venido... sólo por compasión de vosotros, por la salvación vuestra". Si la conquista de las
Indias era una guerra santa, España era la nación elegida”. Este relato maestro de una nación
con una identidad política y militar basada en la religión otorga una gran fuerza a la empresa
colonizadora, convertida en cruzada. El mito de Santiago Apóstol, cuyo nombre presidía las
batallas de la reconquista, es la expresión del principio constituyente y fundador que justifica la
cruzada exterior y la cruzada interior.
Junto con la prolongación colonial de la guerra santa, da comienzo la moderna historia
americana bajo el signo de una realidad miserable y una identidad negativa: el indio vencido y
avasallado. Su satanización abona su culpabilidad, justificando la instauración del dominio
español.como liberación. Los primeros franciscanos que pisan Tenochtitlan interpretan las
formas de vida mexicas como demoníacas. “Lucifer debía haberles obligado a andar
constriñendo la tierra ... a que divinicen, hagan súplicas, al sol, la luna y las estrellas... al ave y
la serpiente y a todas las creaturas de Dios”...", para concluir con la culpa y el castigo
merecidos como la verdadera causa de los males acaecidos con la guerra española: "los
españoles... los que os conquistaron,... los que os hicieron miserables... con esto fuisteis
castigados, para que terminárais las no pocas ofensas de su corazón (del dios Verdadero),
aquello que habeis vivido haciendo".
El alegato favorable al genocidio se sustenta en los pecados de las víctimas. Sahagún
mantiene esta idea: "en estas partes... las gentes se van acabando con gran prisa, no por los
malos tratamientos que se les hacen como por las pestilencias que Dios les envía“. La
construcción del otro como demonio, criminal aberrante capaz de crueldades como el
despellejamiento opacan la enorme violencia conquistadora que asesta el golpe de gracia al
acabar con la cúpula de un Imperio, cuyo poder se ejercía verticalmente y estaba en manos de
un solo hombre. La conquista detiene el movimiento de las sociedades indígenas en nombre de
la civilización y se lanza a colonizar su imaginario. “Conciencia negativa, reconocimiento
invertido de sus formas de vida como lo sucio y lo oscuro, como culpa; introyección de una
deuda originaria; sellamiento de un pacto de dependencia indefinida con la identidad absoluta
del colonizador, y sus metáforas económicas y políticas” ( Eduardo Subirats).
Existe un episodio nuclear para la comprensión de la conquista de México,los relatos
españoles e indígenas lo construyen de modo diferente, imaginándolo como épica o como
tragedia: la pérdida de Tenochtitlán y la muerte de Moctezuma. Se conservan numerosos
relatos del desarrollo de los acontecimientos que culminaron en la llamada “Noche Triste”.
Podemos separarlos en dos grupos: el de los miembros de las tropas de Cortés-testimonios
son recogidos por las cartas y las crónicas- y el de los indígenas- que se refugian en los anales
y crónicas indígena, recogidos y/o elaborados por los equipos intelectuales del Colegio de
Tlatelolco.
El género de los anales o Xiuhámatl sobrevivió a la conquista española y hasta el siglo XVII
se encuentran escritos con este estilo.Los mexicas concebían la preservación de la memoria de
su pasado y su difusión como una verdadera disciplina literaria. El término Itoloca –“lo que se
dice de alguien”-designaba esta función, estaba íntimamente ligada en su concepción y
práctiva a conceptos como topializtli- “lo que nos toca preservar-“ Tezosomoc se refiere a “Esta
antigua narración, este escrito que nos ha sido legado, está a nuestro cargo;y nosostros
también, a nuestra vez, a nuestros hijos, a nuestros nietos, a nuestra sangre y nuestro color, a
quienes saldrán de nosotros, para que a su vez ellos lo puedan concervar, cuando nosotros
muramos,lo dejaremos...” La relación entre historia y poesía permitía que el poeta interviniera
formulando precuntas, insertando cantos,por ejemplo el icnocuícatl o cantar de
huérfano( Georges Baudot)

“Y todo esto nos sucedió./ lo vimos,/ lo admiramos/ Con esta lamentable,


lastimosa suerte /soportamos la angustia./ En el camino yacen las flechas rotas,/
los cabellos están desordenados y lacios./ Las casas han perdido sus techos,/ las
casas se han puesto rojas./ Los gusanos hierven por las calles y las plazas,/ y los
sesos han salpicado las paredes de las casas./ Las aguas están como rojas, están
como teñidas,/ y cuando las hemos bebido/ hemos bebido agua salitrosa./ Y
entonces bebimos agua salitrosa./ Golpeamos entonces los muros de ladrillo,/ y
nuestra herencia no era más que un hoyo./ Los escudos pudieron protegernos,/
pero en vano quisimos poblar la soledad con escudos” ( Anales históricos de
Tlatelolco)

A pesar de la sistemática profunda colonización del imaginario que supone un despojo


cultural por vaciamiento, existen espacios de resistencia, donde se mantienen las formas
culturas indígenas. Hay que pensar en un sistema cultural heterogéneo donde se escuchan
modulaciones diferentes tanto entre vencedores como entre vencidos. Los conquistadores
secuestran la palabra para contar una sola historia; los conquistados intentan traducir su
experiencia comunitaria en el cruce entre discursos con la letra del dominador, apelando a sus
relatos orales así como a sus pinturas. Las discrepancias entre las narraciones son grandes: es
el caso de la matanza del Templo durante la celebración de la fiesta a Huitzilopochtli y la
muerte de Moctezuma.
Los códices indígenas han debido aguardar mucho tiempo para ser descifrados y
comprendidos. No se puede ignorar que su traducción fue posterior a la conquista, con una
fuerte influencia de los franciscanos.La lengua, la cultura y la religión del conquistador son los
fantasmas de sus páginas. Para trabajarlos hay que tratar de reconocer las distintas lenguas
que se superponen, historiar su sincronía. Por ejemplo los Anales históricos de la nación
mexicana fueron producidos por los estudiantes del Colegio de Tlatelolco, en náhuatl, la lengua
indígena dominante, mediada por la alfabetización latina. Frutos más tardíos de la enseñanza
de los franciscanos fueron el Códice Florentino, el Códice Aubin; el relato de Diego Durán que
incorpora algunas de las mejores relaciones amerindias, la Crónica Mexicana en español y la
Crónica Mexicáyotl en lengua náhutal, las dos del mismo autor, Fernando Alvarado Tezozomoc,
bisnieto de un emperador azteca.
En el capítulo XXVI del Códice Florentino, “En el que se dice cómo los españoles por
primera vez entraron al mercado, aquí, en Tlatelolco: ‘Y una vez sucedió que cuatro caballeros
entraron al mercado. Y cuando entraron, entonces hicieron un círculo, siguieron las orillas del
mercado. Acuchillaban a los valientes guerreros, habían matado a muchos......Y también fue la
época en que quemaron el templo, en que le prendieron fuego’ ”.. “(Cortés salió de expedición)
Entretanto don Pedro de Alvarado que había quedado en México por su lugarteniente, mandó a
Moctezuma que todos los señores sus vasallos hiciesen un mitote como sabían, galanos y sin
armas, para ver la bizarría y grandeza del reino, el rey lo hizo así ... y viniendo muy apuestos y
lozanos etc. Pedro de Alvarado habiendo dejado alguna gente con Moctezuma de
guarnición, ... dio con los demás sobre los pobres danzantes y mató los más de ellos y los
despojó del tesoro que sobre sí traían: de lo cual se sintió tanto la ciudad que por poco no
perecieran aquel día”.
Las narraciones indígenas revelan distintos puntos de vistas, tlatelolcas o tlaxcaltecas;
presentan la matanza como plan premeditado de aniquilación de la elite guerrera azteca-no se
conservan registros mexicas. La misma interpretación se desprende del códice Aubin, aunque
de manera mucho más sucinta: “ Apenas ha comenzado el canto, uno a uno van saliendo los
cristianos; van pasando entre la gente y luego de cuatro en cuatro fueron a apostarse en las
entradas. Entonces van a dar un golpe al que está guiando la danza ... Entonces fue el alboroto
general con lo cual sobrevino la completa ruina”.
Los informantes de Sahagún corroboran esto, describiendo, de modo detallado,, la crueldad
con la que los soldados de Alvarado asesinaron a los mejores guerreros del ejército azteca,
aprovechando su participación religiosa en danzas rituales que prescribían que fueran
desarmados.”... los españoles toman la determinación de matar a la gente... Dispuestas así las
cosas inmediatamente entran al patio sagrado para tratar a la gente. Inmediatamente cercan a
los que bailan, se lanzan al lugar de los atabales; dieron un tajo al que estaba tañendo: le
cortaron ambos brazos. Luego lo decapitaron: lejos fue a caer su cabeza cercenada... A
algunos los acometieron por detrás; inmediatamente cayeron por tierra dispersas sus entrañas.
A otras les desgarraron la cabeza, enteramente hechas trizas quedó su cabeza. Todas las
entrañas cayeron por tierra. ... La sangre de los guerreros cual si fuera agua corría: como
agua ... y el hedor de la sangre se alzaba al aire y de las entrañas que parecian arrastrarse... “;
Los relatos indígenas coinciden su interpretación: una trampa sucia e intencioanal para
acabar con la fuerza militar azteca, de modo vergonzante, impidiendo cualquier defensa. La
matanza es la causa directa de la rebelión de la inidgnada población de Tenochtitlán contra el
Alvarado. Los relatos presentan a los españoles como sanguinarios y codiciosos; la historia
como una tragedia donde las víctimas no tuvieron derecho a defensa. En la arbitraria matanza
perecen mujeres y niños. Los testimonios conservados en náhuatl son conmovedores:

Y estando así las cosas, ya no lo subieron, ya no lo llevaron a su pirámide.Y todos los


hombres, los guerreros jóvenes, estaban como dispuestos totalmente, con todo su
corazón iban a celebrar la fiesta, a conmemorar la fiesta, para con ella mostrar y hacer
ver y admirar a los españoles y ponerles las cosas delante... Pues así las cosas,
mientras se está gozando de la fiesta, ya es el baile, ya es el canto, ya se enlaza un
canto con otro, y los cantos son como un estruendo de olas, en ese preciso momento
los españoles toman la determinación de matar a la gente. Luego vienen hacia acá,
todos vienen en armas de guerra...Inmediatamente cercan a los que bailan, se lanzan
al lugar de los atabales: dieron un tajo al que estaba tañendo: le cortaron ambos
brazos. Luego lo decapitaron: lejos fue a caer su cabeza cercenada. Al momento
todos acuchillan, alancean a la gente y les dan tajos, con las espadas los hieren. A
algunos les acometieron por detrás; inmediatamente cayeron por tierra dispersas sus
entrañas. A otros les desgarraron la cabeza: les rebanaron la cabeza, enteramente
hecha trizas quedó su cabeza... Pero a otros les dieron tajos en los hombros: hechos
grietas, desgarrados quedaron sus cuerpos. A aquellos hieren en los muslos, a estos
en las pantorrillas, a los de más allá en pleno abdomen. Todas las entrañas cayeron
por tierra. Y había algunos que aún en vano corrían: iban arrastrando los intestinos y
parecían enredarse los pies en ellos. Anhelosos de ponerse en salvo, no hallaban a
donde dirigirse...Pues algunos intentaban salir: allí en la entrada los herían, los
apuñalaban. Otros escalaban los muros; pero no pudieron salvarse. Otros se metieron
en la casa común: allí se pusieron en salvo. Otros se entremetieron entre los muertos,
se fingieron muertos para escapar. Aparentando ser muertos se salvaron. Pero si
entonces alguno se ponía en pie, lo veían y lo acuchillaban... La sangre de los
guerreros cual si fuera agua corría, como agua que se ha encharcado, y el hedor de la
sangre se alzaba al aire, y de las entrañas que parecían arrastrarse”.

Curiosamente las versiones españolas no son idénticas; varían y hasta se contradicen.


Tanto Bernal Díaz como Hernán Cortés se encontraban fuera de la ciudad en el momento de
los hechos, o sea que los reconstruyen a partir de la versiones de terceros; cotejan relatos de
otros. Bernal registra las dos versiones: la versión de los emisarios de Moctezuma y la
Alvarado. El pimer relato coincide en lo fundamental con las versiones indígenas, aunque
difiere de su interpretación de los hechos:”Vinieron cuatro grandes principales que envió el gran
Moctezuma ante Cortés, a quejarse del Pedro de Alvarado, y le dijeron llorando muchas
lágrimas de sus ojos, que Pedro de Alvarado salió de su aposento con todos los soldados que
le dejó Cortés, y sin causa ninguna dio en sus principales y caciques que estaban bailando y
haciendo fiesta a sus ídolos Huichilobos y Tezcatepuco, con licencia que para ello les dio el
Pedro de Alvarado, e mató e hirió a muchos dellos”. El segundo relato justifica la represión por
el viaje de Cortés y las intrigas de Pánfilo de Narváez. De acuerdo con este argumento, la
acción española habría sofocado un peligroso levantamiento. Las dos narraciones que aceptan
la matanza y la presentan como causa de la rebelión están en desacuerdo en cuanto a las
causas y a las características.
Las mismas contradicciones emergen en lo referente a la muerte de Moctezuma, frentan:
“dicen que uno de los indios le tiró una pedrada de la cual murió; aunque dicen los vasallos que
los mismos españoles lo mataron y por las partes bajas le metieron una espada”( Fernando de
Alva Ixtlixochitl); “Finalmente viéndose el marqués con más de novecientos españoles y los
amigos que tenía, determinó un caso que aunarle le dio otro color, Dios sabe la verdad, y fue
que el cuarto del alba amaneció muerto el sin ventura Moctezuma, al cual pusieron antes en un
gran asalto que les diese en una azotea baja para que les hablase con un pequeño antepecho,
y comenzado de tirar dicen que le dieron una pedrada; masa aunque se la dieron no podían
hacerle ningún mal porque hacía más de cinco horas que estaba muerto” (Códice Ramírez).
Bernal Díaz atribuye la muerte del tlatoani a las piedras indígenas pero, de algún modo,
culpabiliza a Cortés , adjudicándole la decisión de llevar al emperador azteca a la azotea para
que apaciguara a sus enfuercidos subditos: “E viendo todo esto acordó Cortés que el gran
Moctezuma les hablase desde una azotea y les dijese que cesasen las guerras, e que nos
queríamos ir de su ciudad ... y le dieron tres pedradas, una en la cabeza y otra en un brazo y
otra en una pierna; y puesto que le rogaban se cubriese y comiese y le decían sobre ello
buenas palabras, no quiso, antes cuando no nos catamos, vinieron a decir que era muerto”.
Bernal la enriquece con el duelo de Cortés y los suyos; duelo muy verosímil- se esfumaba un
rehén importante para controlar Tenochtitlán.
Con algunas diferencias, todas las historias ofrecen un relato similar con relación a los
hechos que desembocaron en la huida de la Noche Triste, excepto las Cartas relatorias en las
que Hernán Cortés emplea dos procedimientos: selecciona el material- suprime de todo lo que
no sirve a su versión- y transforma la rebelión en servicio y reelabora el material (Beatriz
Pastor). Arma la historia cercernando los dos incidentes fundamentales: la matanza del templo
y la liberación del hermano de Moctezuma. A la narración de los hechos-tejida entre indígenas
y españoles- que, parte de la masacre a la que se agregan sus errores, desencadenan la
pérdida de Tenochtitlan la substituye por una ficción articulada sobre la tachadura: los aztecas
se habrían rebelado sin otra causa que la forzada ausencia de Cortés; a sus soldados ”... los
indios les habían combatido la fortaleza por todas partes della, y puéstoles fuego por muchas
partes y hecho ciertos daños, y que se habían visto en mucha trabajo y peligro y todavía los
mataran si el dicho Moctezuma no mandara cesar la guerra; y que aun los tenían cercados,
puesto que no Ios combatían, sin dejar salir de allí dos pasos fuera de la fortaleza”.
La Tercera Carta vuelve sobre estos argumentos, subrayando que la sublevación indígena
fue inmotivada. La ficcionalización del episodio se apoya en la omisión, transforma totalmente
el relato, tuerce la interpretación de los acontecimientos y reelabora el material seleccionado
para construir a los verdugos como víctimas y viceversa. Silencia la violencia y organiza una
fábula que borra la verdad -”Con esto me fuí a la fortaleza, en la cual, y en aquella mezquita
mayor que estaba junto a ella, se aposentó toda la gente que conmigo venía; y los que estaban
en la fortaleza nos recibieron con tanta alegría como si nuevamente les dieramos las vidas, que
ya ellos estimaban perdidas, y con mucho placer estuvimos aquel día y noche creyendo que ya
está todo pacificado”.
Procede de igual modo con la muerte de Moctezuma: atribuye al emperador la cándida e
irresponsable iniciativa de calmar a los suyos. De víctima lo convierte en causante de su
muerte: su actitud y el salvajismo de su gente justifican la pedrada mortal. “Y el dicho
Moctezuma, que todavía estaba preso, y un hijo suyo con otros muchos señores que al
principio se habían tornado, dijo que le sacasen a las azoteas de la fortaleza y que él hablaría a
los capitanes de aquella gente y les harían que cesase la guerra. Y yo le hice sacar, y en
llegando a un pretil que salía fuera de la fortaleza, queriendo hablar a la gente que por allí
combatía, le dieron una pedrada los suyos en la cabeza” (Segunda Carta)
La finalidad es negar cualquier culpabilidad propia o de sus hombres y caracterizar a
Velázquez y los suyos como traidores a los intereses reales, responsabilizándolos por la
pérdida de la ciudad y el tesoro. Al pintarlos como verdaderos responsables lo exhibe como
traidor y, de modo obsesivo, justifica su propia rebelión inicial. Convierte la masacre, de la que
es responsable, en una conspiración de la que es víctima. Un elemento estructural se suma a
los procedimientos de seleccionar y reelaborar: la transposición temporal. Sustentado por la
ordenación cronológica del material que crea la ilusión de que las cosas van sucediendo a
medida que Cortés las narra. La omisión de toda responsabilidad, suya o de sus hombres,
responde a su intención de presentar la conquista y a su jefe como el héroe. La coherencia
lógica y firme otorga veracidad al discurso; encubre la manipulación con la exactitud, a través
de la ficticia lógica interna del discurso, que la rebelión contra un traidor como Velázquez se
justifica, y que no constituye una amenaza para el orden establecido, sino un servicio ejemplar
al rey. La rebelión se metamorfosea en servicio, y al rebelde en buen vasallo.

Bibliografía
Mijail Bajtin,Teoría y estética de la novela, Madrid:Taurus,1989.
Georges Baudot/Tzvetan Todorov, Relatos aztecas de la conquista, México: Grijalbo, 1990.
Hernán Cortés, Cartas de la Conquista de México, Madrid: Sarpe, 1979.
Bernal Díaz del Castillo, Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, Madrid:
Sarpe,1985.
Carlos Fuentes, El espejo enterrado, México: Fondo de Cultura Económica, 1992.
Margo Glantz,”La Malinche: la lengua en la mano”, Dispositio, Vol XVIII, Nro. 45, University of
Michigan.
Francisco López de Gómara, Historia de la conquista de México, Venezuela: Ayacucho, 1979
Walter Mignolo, “Cartas, crónicas y relaciones del descubrimiento y la conquista de América” en
Iñigo Madrigal (coord.), Historia de la literatura hispanoamericana, Madrid: Cátedra,
1982, 1º tomo.
The Darker Size of Renaissance, Ann Arbor, University of Michigan, 1995.
Fabiola Orquera, Los castillos decrépitos, Tucumán: Facultad de Filosofía y Letras, UNT, 1996.
Beatriz Pastor, El discurso narrativo de la conquista, La Habana: Casa de las Américas, 1983.
Eduardo Subirats, El continente vacío, España: Anaya y Muchnik,1999

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