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Un mundo correcto.

Antes de abordar un desarrollo conceptual de una propuesta artística en la que se ponga de


manifiesto una representación de lo que podría abarcar mínimamente una frase con un universo tan
grande como “un mundo correcto”, delimitemos de alguna forma su rango de acción. Para esto nos serán
útiles tres grandes del estudio de la estética y la semiología como lo son Gianni Vattimo, Umberto Eco y
Omar Calabrese.

Se busca, siguiendo tres conceptos fundamentales desarrollados por cada uno de ellos, crear un
campo de acción que nos permita delinear el proyecto. Primero enunciemos cada uno de ellos:

Gianni Vattimo: El ocaso del arte y la estetización de la sociedad.

Vattimo nos habla sobre como en el mundo moderno el arte rompe con su entorno cerrado de
museos y muestras y empieza a abarcar distintas plazas del entorno humano. Esto sin duda gracias a la
globalización producida por los medios de comunicación (Y llevada a un nivel mucho mayor con el
internet). Pero también a factores como la reproductibilidad del arte. Esto tiene dos vertientes distintas.
Por un lado, la reproductibilidad del arte ha permitido el conocimiento y enriquecimiento de miles de
personas que de otra manera no podrían apreciarlo sin otra manera que fuera desplazándose al sitio, pero
por otro lado ha devenido en transformar el arte en algo banal y cotidiano (Pensemos en los miles de
representaciones de la mona lisa en franelas, posters y hasta calcetines).

Umberto Eco: La obra abierta.

Eco nos habla sobre como una obra de arte, más allá del significado que el artista pueda acuñarle,
siempre despertará en nosotros distintas interpretaciones. Esto ubica el papel de significante de la obra
en un nuevo contexto, que se ajusta de alguna manera al carácter multi interpretativo del que carecía el
arte en la época clásica. El arte por el arte ha traído consigo un rompimiento estructural que permite al
artista jugar con la forma y dejar que distintos factores contextuales le den al usuario la ultima palabra.
Pienso en este respecto en Monet, que una vez dijo que, al mostrar la obra al público, esta ya no pertenece
mas al artista.

Omar Calabrese: La era neo-barroca.

Omar Calabrese nos muestra el barroco más allá de su ubicación histórica y nos habla sobre cómo
es una tendencia que regresa cada cierto tiempo. De esta forma el neo-barroco se caracteriza por una
negación a los parámetros clásicos en todo lo que esto representa. En una época en la que las
transgresiones forman un factor fundamental para crear nuevas tendencias artísticas, el neo-barroco
ofrece una forma de tocar las fibras de la sensibilidad de cánones aceptados y establecidos por la sociedad,
poniendo en tela de juicio aquello que se acepta y proponiendo nuevas formas de representación.

¿Cómo estas tres posturas condicionarán nuestra obra?

Como podemos ver, estas tres posturas con respecto a la percepción de la obra de arte en la
modernidad no son excluyentes la una de la otra. La banalización del arte del arte en un sentido casi kitsch,
la capacidad de una libre y múltiple interpretación de una obra de arte, y la negación de lo establecido en
busca de algo nuevo son conceptos que pueden convivir a la hora de realizar una propuesta artística.
Basado en esto, pasamos a la propuesta como tal:

Propuesta relacionada a “Un mundo correcto”

Quiero realizar una propuesta artística en función a nuestro contexto histórico y geográfico. Esto
ofrece ciertas posibilidades. La Venezuela de 2019 carga sobre sus hombros un eterno espíritu de
melancolía. Una melancolía que vemos en los rostros de toda persona que se ve forzada a hablar
nuevamente sobre un tema que nos pesa muchísimo ya. En nuestro contexto, nada banaliza mas toda
forma de representación como lo hace la política. Estamos condicionados a mirar con recelo toda
manifestación que venga del entorno político. Y lo kitsch es una categoría estética que se ajusta
perfectamente a sus representaciones. (Miremos discursos, canciones, publicidades y posters).

En este contexto, mi propuesta es de forma tridimensional, una escultura, una escultura de una
bella mujer, de pie, no estática, pues está en trance de avanzar, pero su avance está condicionado. Su
cuerpo, está hecho casi enteramente de basura, basura en su mayor parte referida a la política, pendones,
afiches, los ojos de cierto personaje, resaltan entre una pila de basura que devora a la joven. Solo parte
de su pecho, cabeza y brazo derecho son libres aún. En su brazo derecho, levantado hasta la altura de sus
ojos, sostiene algo, su puño casi cerrado no nos permite ver concretamente de que se trata, pero una
cierta luz tenue brota de él. Su rostro denota desesperación, y un ansia reflejada directamente sobre lo
que tiene en su mano derecha. Su expresión indica que eso que sostiene es la clave de su salvación, pero
su desesperación hace entrever que no está segura de que lo pueda utilizar antes de que sea demasiado
tarde.

Lo que busco con esta obra es jugar de alguna manera con disposición de animo del espectador,
lo que la joven (Que podríamos visualizar como Venezuela) sostiene en su mano, es lo correcto, lo justo,
la salvación. Pero no podemos saber con certeza lo que es porque lamentablemente, no hay soluciones
obvias y simplistas al conflicto. Queda a interpretación de cada uno reflexionar sobre lo que su mano
contiene. Soy consciente de jugar con la frustración del espectador, cuyo tránsito en el país lo ha puesto
en muchos casos en una posición de desesperanza tal que, cansado de buscar soluciones por si mismo,
espera que otra persona le diga la respuesta, lamentablemente, yo tampoco la tengo.

La obra es una visualización de un paso antes de lo que podríamos ver como la realización de un
mundo correcto. Un mundo correcto que parece cada vez más utópico. El contexto de la obra puede
incluso visualizarse más allá de nuestro país, pues otras personas ajenas a nuestra situación podrían ver
en la montaña de basura al desproporcionado y caótico ser humano, consumiéndose y destruyendo a su
entorno, y a la bella joven como el mundo entero. La utopía del mundo correcto es palpable pues la joven
sabe que cada vez le queda menos tiempo para utilizar aquello que tiene en su mano derecha, ¿Podrá
utilizarlo finalmente? Esperemos que sí, mientras tanto, queda al criterio del espectador. Las proporciones
de la obra serán a escala humana (1.60 mts) de altura, a fin de permitir al usuario apreciar el rostro y
rodear la obra sin dificultades.
Referencias bibliográficas:

Calabrese, O. (1989). La era Neobarroca. Madrid: Cátedra.

Eco, U. (1985). Obra abierta. Barcelona: Edit. Ariel.


Vattimo, G. (1994). El fin de la modernidad. Barcelona. Gedisa.

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