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Crisis de la Política Penitenciaria en Colombia y Retos de la Resocialización del Sistema

Penitenciario

Presentado por

Laura Milena Montoya

Docente Titular del Curso


Dr. Diego Arias

Asignatura

Consultorio Jurídico

Universidad Santo Tomás

Medellín-Antioquia
Crisis de la Política Penitenciaria en Colombia y Retos de la Resocialización del Sistema

Penitenciario

El sistema carcelario bajo el método de encierro o de antesala de la pena de muerte, se

modernizó con el capitalismo llegado en el siglo XIX, que introduce nuevas modalidades del

control social y vigilancia. Dicho sistema se introdujo con un enfoque más humanitario que

involucra desde la prisión rigurosa, la educación y el trabajo, hasta la libertad condicional, con

el objetivo de restablecer el equilibrio moral del reo y su eventual integración a la vida social. Es

decir que el sistema penitenciario abordó un enfoque de resocialización. Y es así que a nivel

mundial y en la mayoría de los países la política penitenciaria de los gobiernos han venido

reflejando una tendencia de respeto a las garantías y derechos individuales y un acercamiento

al derecho humanitario de los sindicados. Es así, que las modernas disposiciones

constitucionales incluyen el concepto de rehabilitación social. Si bien la política penitenciaria

busca generar condiciones adecuadas para que los reos cumplan una condena efectiva, la

política carcelaria propende por su reintegración a la sociedad mediante la función

resocializadora del sistema. Es decir que existe una visión holística de la pena y del derecho

penal; sin embargo, la política penitenciaria se ha quedado corta en esta tendencia y no ha sido

eficaz en la implementación de la función social del sistema penal. Pero a qué se debe la

ineficacia de la política penitenciaria siendo que el sistema penitenciario y carcelario en

Colombia, encabezado por el Ministerio de Justicia y del Derecho quien maneja la política

criminal y penitenciaria, se compone, del INPEC cuyo objetivo es la prestación de los servicios

de tratamiento penitenciario, atención básica y seguridad en los 137 ERON del país organizados
en seis regionales: Central, Occidente, Norte, Oriente, Noroeste y Viejo Caldas. entre otras; y por

la Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios (USPEC), encargada en el suministro de

bienes, la prestación de servicios e infraestructura, y en brindar el apoyo logístico y

administrativo requerido para el adecuado funcionamiento de los servicios penitenciarios y

carcelarios. Estas entidades con sus servicios se articulan con otras entidades como el Ministerio

de Salud y Protección Social, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y las entidades

territoriales (Distritos, Departamentos y Municipios) para desarrollar los programas y proyectos

referentes a los centros de reclusión.

Se debe señalar que algunas de las principales reformas que se presentaron en el proceso de

reformación y desarrollo penitenciario y carcelario tuvo que ver con dos fenómenos eventuales

según Coronel Barragán C. 2010: “la defensa de los derechos humanos y por lo tanto su difusión

obteniendo pleno reconocimiento en Colombia a partir de la constitución de 1991”. Por su parte,

la Ley 65/1993 correspondiente al código penitenciario y carcelario, el cual regula el

cumplimiento de las medidas de aseguramiento, la ejecución de las penas privativas de la

libertad personal y de las medidas de seguridad, establece principios por los cuales debe regirse

nuestro sistema carcelario, y el funcionamiento del mismo; el decreto 2636/2004 modificó los

artículos 8, 11, 14, 51, 29, 41 y 169 de la ley 65 de 1993.

En el 2014 , se sancionó la Ley 1709 de 2014, la cual fortalece una serie de garantías para la

población privada de la libertad y trata de superar algunas contradicciones que la pluralidad de

reformas a la legislación sustancial y procesal habían generado en el marco del régimen de

cumplimiento de las medidas de aseguramiento y de las sanciones penales.


El gobierno nacional en los periodos 2000 a 2009, expidió cuatro documentos CONPES (3086

de 2000; 3277 de 2004; 3412 de 2006 y 3575 de 2009), que plantean la política penitenciaria en

aras de mejorar la infraestructura carcelaria y por ende, la política carcelaria.

El CONPES 3086 de 2000, tiene como objetivo ampliar la infraestructura penitenciaria y

carcelaria mediante la implementación de un programa de obras para la construcción,

mejoramiento y mantenimiento de los centros de reclusión; con el fin de lograr aumentar la

capacidad los diferentes centros penitenciarios y sus condiciones físicas. La meta de este

documento era generar 20.828 cupos nuevos y ampliar la infraestructura existente en 3.800

cupos. CONPES 3828. (2015. P 14)1

Por su parte, el documento CONPES 3277 de 2004 propone la expansión de la oferta nacional

de cupos penitenciarios y carcelarios proyectando la ampliación total de la oferta carcelaria

nacional en 24.291 nuevos cupos. CONPES 3828. (2015. P 14)

El CONPES 3412 de 2006, hace un ajuste y seguimiento al CONPES 3277 de 2004

planteando una expansión en la oferta nacional y contempló la construcción de 11

establecimientos de reclusión en algunos municipios. CONPES 3828. (2015. P 15)

Y por último, el CONPES 3575 de 2009, hizo un ajuste y amplió el cronograma de

construcción de los 11 establecimientos de reclusión, amplio los cupos y modificó los recursos

establecidos en el CONPES 3412 de 2006. CONPES 3828. (2015. P 16)

Sin embargo, estos documentos del CONPES, han tenido un enfoque limitado y se han

reducido sólo a la ampliación de la oferta de cupos de reclusión en los establecimientos del

sistema penitenciario y carcelario, centrando la política penitenciaria al tema de infraestructura

1
CONPES 3828. (2015. )
y presupuesto. Es decir, si analizamos los documentos CONPES, se puede inferir la existencia

de una crisis no solo de la política penitenciaria y carcelaria sino también del sistema carcelario;

de tal manera que hay una exigencia de transformar la política penitenciaria y carcelaria enfocar

la política a un enfoque más humanista e integral en el cual se rescate la dignidad humana del

reo, se vele por la efectiva resocialización a partir de la generación de condiciones dignas de

reclusión tal como lo establece el artículo 12. 28, 29 y 32 de la Constitución Política.

En los documentos CONPES se evidencia y es claro que el eje del problema identificado es el

hacinamiento, como mayor obstáculo para el adecuado funcionamiento del Sistema Penitenciario

y Carcelario, cuya solución no sólo garantiza unas condiciones mínimas de habitabilidad, sino

también permite garantizar la separación entre sindicados y condenados, el acceso a los

programas de educación y trabajo, el acceso pleno a derechos fundamentales y, finalmente, el

cumplimiento de los fines de la pena que se ven restringidos por la crisis del sistema.

El CONPES 3828 de 2015 plantea que las cifras sobre la población carcelaria en Colombia

muestran que ésta ha aumentado de forma alarmante en los últimos años. A la dolorosa realidad

de las cárceles contribuye también la duración del proceso penal y su deshumanización, lo que

conduce a la grave crisis penitenciaria que atraviesa este país. Las medidas adoptadas desde el

gobierno y los intentos legislativos presentados no aportan ninguna solución. Ante esta situación,

se exponen los frentes en los cuales debe trabajarse para que el sistema penitenciario colombiano

adquiera una nueva dimensión más humana y aporte respuestas reales

No hay duda alguna que la crisis de la política penitenciaria ha sido la incapacidad del Estado

en responder a la función resocializadora del sistema penitenciario y carcelario ante el aumento

de los cupos de reclusión y el hacinamiento de los establecimientos de reclusión del país.


El proceso penal, se ha alejado por completo de la realidad humana y social, y ha venido

implementado un sistema penitenciario de privación de la libertad, sin tener en cuenta factores

administrativos, financieros, logísticos , de bienestar social y de salud ; sino que ha

fundamentado un modelo legalista que margina los derechos de los reos y adopta una actitud

vindicativa frente al delincuente, y con la farsa de su resocialización lo condena a instituciones,

que son verdaderas universidades del crimen, de las cuales es imposible regresar a la vida social

normal. (Sanpedro Arrubla. 1998).

De Dardel Julie (2015) ha manifestado que en la política penitenciaria desde la década del

2000, Colombia ha contado con el apoyo de Estados Unidos para asumir una implementación y

transformación del sistema carcelario bajo la denominación de la nueva cultura penitenciaria;

el apoyo se ha llevado a cabo en el marco del Plan Colombia a través de un programa que tiene

como objetivo mejorar los centros de reclusión bajo un esquema de seguridad, reglas

draconianas y un severo tratamiento para los internos con una visión hasta el 2010.

Si bien el apoyo del Gobierno estadounidense ha sido importante en el desarrollo del sistema

penitenciario y carcelario colombiano; desde el 2002 han desarrollado el programa de

Mejoramiento del Sistema Penitenciario Colombiano con la implementación de la “Nueva

Cultura Penitenciaria” en aras de controlar el tráfico de drogas , pero se ha convertido en la

negación de la reintegración social al establecer mecanismos de control muy severos para los

internos, funcionarios y visitantes , generando restricciones muy drásticas para los derechos

fundamentales de los reclusos.

En el actual modelo penal colombiano, y así lo reflejan los documentos CONPES, la finalidad

sancionadora y retributiva de la pena prevalece generando consecuencias en la sostenibilidad


institucional y financiera del sistema, así como en la capacidad real del sistema carcelario y

penitenciario de cumplir con sus objetivos. Con ello ha venido alejando las estrategias de

prevención del delito y la participación de entidades públicas y privadas que podrían coadyuvar

no solo en la expansión de los cupos penitenciarios y carcelarios sino también en la

articulación de esfuerzos administrativos y financieros encaminados hacia el efectivo

cumplimiento de los fines constitucionales de la pena y sobre todo en la función resocializadora

y restauradora de la justicia.

No obstante, de acuerdo al CONPES 3828 de 2015, identifica los principales problemas del

sistema penitenciario y carcelario y propone acciones bajo un enfoque de política criminal

integral, articulando una serie de medidas que persigan que los cupos existentes y aquellos que se

creen a futuro, cumplan con las mínimas condiciones para garantizar el cumplimiento de los

fines resocializadores de la pena en condiciones de dignidad humana.

En la Sentencia T-388 de 2013, la Corte Constitucional dio un salto cualitativo en la materia al

indicar que el hacinamiento no era el único problema que debía resolverse. Esta sentencia

caracteriza la política criminal colombiana como reactiva, incoherente, ineficaz, volátil,

desarticulada, sin intenciones de resocializar a los convictos, es decir, no cuenta con un enfoque

preventivo. Así mismo, la Sentencia T-762 de 2015 es enfática en indicar que la política

criminal y carcelaria carece de un estudio real de las necesidades de cada región y de la

población carcelaria, de una infraestructura deficiente, y tal como lo indica los documentos

CONPES, no se cuenta con personal administrativo capacitado para garantiza una adecuada

gestión penitenciaria. Todo ello, hace imposible que se logre desarrollar un trato digno en el

marco de derechos a los reclusos.


Ante tal situación cabría preguntarnos si ¿es posible diseñar una eficaz política penitenciaria en

Colombia, y de que depende la efectividad de la función resocializadora del sistema penal?

Esta pregunta la abordaremos desde dos ejes: una desde la infraestructura para tocar el tema del

hacinamiento y el otro desde la resocialización que garantice derechos fundamentales.

1. Infraestructura Carcelaria y Hacinamiento

De acuerdo al CONPES 3575 (2005), en el grafico 1 se muestra que la tasa de hacinamiento

penitenciaria y carcelario en los ERON 2005-2008, ha sido superior al 20%.

Según el boletín macro fiscal 8 (2015), entre el 2004 y el 2010, se llevó a cabo un Plan de

Ampliación de la Infraestructura Carcelaria, plasmado en los documentos Conpes 3277 de 2004,

3412 de 2006 y 3575 de 2010 que tuvo un costo aproximado de $1.5 billones a precios

constantes de 2010 y creó 22.703 nuevos cupos carcelarios. Sin embargo, tal como lo afirma el

documento, pese a la inversión realizada, el problema de hacinamiento continúa y tampoco se ha

adecuado la infraestructura carcelaria a las necesidades del Sistema Penitenciario de Colombia.

Pese , a que se han construido 10 establecimientos persiste el problema del envejecimiento de la

infraestructura y en el plan de mejoramiento de la infraestructura penitenciaria y carcelaria así

como en el plan de desarrollo 2014 -2018 no se menciona ninguna acción concreta para mejorar

la infraestructura carcelaria existente. Ello evidencia que no existe una planeación presupuestal

clara sobre la materia; además que al indicar que al tener nuevos cupos facilitaría la

resocialización, no es claro en mostrar como o de qué manera se lograría.

El boletín de la contraloría, refleja que si bien el problema no es de carácter presupuestal, sí lo

es en materia de ejecución, en virtud a que el presupuesto se ha ejecutado en los gastos de

funcionamiento más no en la real construcción e inversión de la infraestructura carcelaria.


Por otro lado, respecto a la población reclusa, según informe estadístico INPEC (2017), al

terminar el mes de enero de 2017, en Colombia había 180.766 personas privadas de la libertad en

los diferentes centros penitenciarios y carcelarios del país. De ellas, el 97,4% (176.024) se

encontraba bajo custodia y vigilancia del Inpec, el 1,7% (3.131) en Establecimientos de reclusión

del orden municipal y el 0,9% (1.611) en Establecimientos de la Fuerza Pública.

La población penitenciaria y carcelaria a cargo del Instituto, se encuentra bajo las siguientes

modalidades de custodia: - En establecimiento de reclusión o intramuros, el 67,6% (118.925)

internos(as). - En detención o prisión domiciliaria, 30,3% (53.265 personas). - Con control y

vigilancia electrónica, 2,2% (3.834 individuos). Así mismo, la cantidad de los ERON, es de 136

con una capacidad de 78.418 Cupos. INPEC (2017).

De lo anterior, se observa que la política carcelaria responde con propuestas de construcción y

ampliación de infraestructura para la generación de cupos en los ERON, pero no logra cumplir

con las expectativas ni administrativas ni sociales; mostrando la debilidad del sistema

penitenciario y carcelario por un lado; y en materia presupuestal, la inversión y los esfuerzos

deben focalizarse hacia los servicios de la población y su resocialización a fin de que la política

criminal se despenalice y tienda a ofrecer altos servicios que permitan establecer cambios en la

población carcelaria.

2. Resocialización

Es evidente que el hacinamiento representa para la población reclusa una especie de pena

adicional a la judicialmente impuesta, en cuanto genera una situación de tratos crueles,

inhumanos y degradantes que violan los derechos fundamentales.


La resocialización se basa en el marco jurídico de la ley 65 de 1993, que establece parámetros

normativos claros para el desarrollo del tratamiento penitenciario y carcelario; asi mismo, la

constitución política dentro del Estado Social de Derecho Colombiano, promueve la

resocialización como un derecho que inculca en los internos la voluntad de vivir conforme a la

ley, capaces de proveer su sustento en cumplimiento de sus responsabilidades, dentro del marco

legal para poder vivir en comunidad. Congreso de la República de Colombia. (1993).

Si bien es cierto que es necesario contar con un centro de reclusión en óptimas condiciones de

infraestructura, también no es menos cierto que para lograr una efectiva resocialización de la

pena y del recluso, es necesario voluntad política del Estado para llevar a cabo programas

integrales que aborden todas las esferas individuales, sociales y de salud.

En Colombia se cumple con la estrategia del Plan de Acción y Sistema de Oportunidades

P.A.S.O dentro del proceso de resocialización, que amplia y mejora los servicios en las cárceles

de país. Este Sistema progresivo P.A.S.O se caracteriza principalmente por la disminución de la

intensidad de la pena en función del estudio, conducta y comportamiento, logrando que el

recluso pase de ser un sujeto activo que dispondrá a través de su trabajo y conducta de una

libertad anticipada. Legis Colombia (2011). Sin embargo esta política de resocialización no se

cumple en la mayoría de los casos y resulta muy discriminatoria. Ello implica formular una

política criminal coherente que sea capaz de cumplir los objetivos y finalidades de la pena y

resolver las problemáticas sociales del conflicto delincuencial, el narcotráfico, y sobre todo la

corrupción.

Normativamente, se cuenta con las herramientas pero es necesario contextualizar las cárceles

y humanizarlas. La sociología criminológica concibe la delincuencia como un fenómeno de


origen social y en consecuencia el “individuo está determinado por las características

estructurales de la sociedad en la que vive”. Universidad Nacional de Colombia (2012, pág. 18).

Bien lo reseña la procuradora delegada ante la sala penal del tribunal superior de Bucaramanga,

Genith Toledo Carreño:

En nuestro país no conocemos la implementación de una verdadera política criminal que

describa el “por qué” de la delincuencia en Colombia, las “razones de fondo” que conllevan a los

altísimos índices de delincuencia común y organizada que azota al país, y más importante aún, el

tratamiento jurídico que debe darse a la obligación Constitucional de defender la libertad, honra

y bienes de las personas que viven en el territorio nacional (Toledo Carreño 2007, pág. 25).

En virtud de lo anterior, el Estado tiene el reto de lograr una efectiva resocialización en la

política carcelaria y superar la crisis que abarca en el país; y una herramienta vital es la

educación, es decir crear un modelo educativo pertinente al sistema penitenciario y a las ERON

de Colombia, previo estudio de la realidad social y regional de las cárceles y a la vez que sirva

para crear un modelo interactivo integral desde la educación básica, salud integral preventiva,

curativa y mental, trabajo calificado de calidad bien remunerado, alimentación balanceada y

nutritiva decente, condiciones de habitabilidad dignas, como restitución de tejido social con

tiempo y condiciones de goce familiar y social comunitario.

El Estado debe cambiar radicalmente su actitud frente a la cárcel, tomar conciencia de que el

delito es un producto social, pero también requiere de instituciones penitenciaria óptimas para

convivir y en ello es indispensable la inversión y buen manejo de los recursos públicos

destinados a los centros penitenciarios.


Referencia Bibliografica

 Julie de Dardel. Resistiendo la “nuda vida”: los prisioneros como agentes en la era de la

nueva cultura penitenciaria en Colombia. revista crítica penal y poder. 2015, nº 8.

 Boletín macrofiscal 8 . Contraloría general de la Republica. año 1, no. 8 – junio. 2015.

 Consejo Nacional de Política Económica y Social República de Colombia Departamento

Nacional de Planeación. CONPES 3775.2009

 Consejo Nacional de Política Económica y Social República de Colombia Departamento

Nacional de Planeación. CONPES 3828.2015.

 Rojas Sáenz Mario. El discurso resocializador: hacia una nueva propuesta para el sistema

penitenciario. 2007.

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