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Como cada dos años, el Comité de iniciativas del Instituto del Niño somete a
juicio de Jacques Alain Miller las propuestas de tema para la próxima jornada.
Para 2021, una única propuesta – La diferencia sexual- que ha tenido la
unanimidad. Jacques Alain Miller nos ha dado la aprobación por la elección de
este tema y ha confiado la presentación a Mª Hélène Brousse y a mí mismo.
El texto de orientación que esperábamos va, por tanto, a faltarnos para los dos
años que vienen. Por mi parte, voy a invitar a cada uno de nosotros, y a los
grupos y a las redes del Campo freudiano a producir un saber que esté a la
altura de las rápidas conmociones de la clínica contemporánea, especialmente
sensibles en el campo de la infancia, que dan testimonio de la deriva en el
contenido de nuestras convicciones (los semblantes que nos mantienen) y de
nuestras costumbres (los goces que nos convienen), derivas que producen
líneas de falla y zonas de fractura. La diferencia sexual es una de esas zonas
privilegiadas.
Este hecho clínicamente probado de que un sujeto pueda no querer pasar por
esta vía común, nos invita a reconsiderar esto y a interrogar las identificaciones
sexuales que, de un lado, parecen deducirse “naturalmente” de la diferencia
entre los sexos y, del otro, parecen venir a sostenerla, a confirmarla y a
grabarla a fuego en lo simbólico. Los psicoanalistas son habitualmente
interpelados sobre esta cuestión, ya sea como guardianes del templo edípico, o
como propagadores de un liberalismo moral sin freno.
Esto introduce una dificultad particular: no hay código para permitir al sujeto
descifrar lo que le ocurre y de lo que no sabe por qué le llega ni qué quiere
decir. Y no obstante lo toma a su cargo. Y es frente a esta falla que se
construirán las teorías sexuales infantiles y que se van a construir las diversas
identificaciones de la infancia. Así con Freud, lo sexual hace la diferencia y esta
posición radical da su estilo a la acción del psicoanálisis: preservar esta
singularidad, bordear esta novedad cuando produce demasiada violencia.
-Los chicos con angustia y bajo la amenaza, por el hecho de ser portadores de
lo que debe ser perdido para fundar la diferencia. ¿Qué valor, entonces, darle a
lo que creen tener? Las satisfacciones pulsionales presentes, ¿no vienen a
desmentir las promesas de futuro?
-Para las chicas, ¿cómo el valor que ellas le dan a su “no tener” va a
determinar su posición? ¿Aceptación teñida de inferioridad e inclinándose a la
renuncia? O bien ¿abriéndose a un uso de la falta yendo de la espera hasta la
preferencia absoluta dada a esa falta? O aún más, ¿a una posición de revuelta
que la hace entrar, como al chico, en un mundo de amenaza?
No es por casualidad que esta perspectiva se termine con los textos de Freud
que tratan de la feminidad (5) y de un buen número de textos de sus alumnas
mujeres (6), ya que esta perspectiva hace aparecer un punto de fuga: no tener
lo que haría falta para calibrar la diferencia, pone a la chica en la posición de
estar bajo el golpe de la diferencia, sin disponer de medios para hacer límite en
su propio cuerpo. Lacan llamará a ese momento “la querella del falo” (7). Nada
extraño, un solo falo para ambos sexos, ¡la guerra está asegurada! Y
continuaría aún, si creemos en los periódicos, y los gender studies…., pero
¿debemos creerlo?
La tercera perspectiva es elaborada por Lacan entre los años 1956 y 1959, con
el Seminario IV, La relación de objeto; el Seminario V, Las formaciones del
inconsciente; el Seminario VI El deseo y su interpretación (8) y en su texto de
1958 La significación del falo en el cual propone una solución, frenando la
querella del falo. Lacan hace de este último un término tercero que va a ser el
eje alrededor del cual puede operarse una distribución dialéctica entre hombre
y mujer. Pero, ¿qué es ese falo, entonces, del que puede decir, respondiendo a
Freud, que los hechos clínicos “demuestran una relación del sujeto con el falo
que se establece independientemente a la diferencia anatómica de los sexos?”
(9). Ese término tercero es el falo como significante, significante del deseo del
Otro.
Según Lacan, la posición estructural inicial del niño es que él quiere ser el falo
para satisfacer el deseo de la madre y no que quiera tenerlo o que quiera
consentir o no a tenerlo o no tenerlo. Es lo que nombra “la prueba del deseo del
Otro” de la que va a decir que “la clínica nos muestra que no es decisiva en
cuanto que el sujeto se entera en ella si él mismo tiene o no tiene un falo real,
sino en cuanto se entera de que la madre no lo tiene” (10).
Esta prueba se presenta de este modo como la vía de construcción de un
objeto inexistente, de la presencia de una ausencia. El encuentro con el “falo
de la madre” designa un momento esencial de la cura del niño donde se repite
en la transferencia este enigma del ¿Que quiere de mi? que será el motor de la
cura. Este enigma designa también el momento en que “el sujeto descubre que
el Otro no sabe” (11).
Repartición y distinción
Lacan parte de una constatación: “no hace falta espera en absoluto la fase
fálica para distinguir una muchachita de un varoncito, ya desde mucho antes no
son en modo alguno semejantes. Allí se maravillan” (14). Por supuesto hay una
diferencia, pero no es sexual, ya que si hubiera diferencia sexual ésta
establecería una relación efectivamente entre los dos sexos, una relación de
diferencia. Esta supuesta “diferencia” responde al hecho real de que “en la
edad adulta, el destino de los seres hablantes es repartirse entre hombres y
mujeres” (15). Es una distribución no anatómica, sino de puro semblante: “Lo
que define al hombre es su relación con la mujer e inversamente” (16). En tanto
que nombrados como “hombre” o “mujer”, no tienen otra existencia que de
significante. Son los semblantes por excelencia. Y es en tanto tales que son
abordados, así tal como lo explotan tan bien en los lugares de encuentro en la
red (internet).
La otra dimensión, más fundamental, reposa en el hecho de que, del lado del
adulto, el goce sexual es “solidario de un semblante”. Así, en una “situación
real”, es decir, cada vez que el sujeto es convocado como hombre o como
mujer, esos semblantes tienen una eficacia real que produce como un
obstáculo entre los dos.
Hay una tesis fuerte de Lacan: en el encuentro de los cuerpos sexuados, “lo
real del goce sexual, en la medida que se lo despeja como tal, es el falo” (19).
El falo es ahí el “obstáculo” que se hace a la relación entre los sexos y por
tanto, a “la bipolaridad sexual” (20). No es el nombre del goce sexual en la
relación de un sexo con el otro – esa es la promesa de la pornografía, que ha
tomado el relevo del fantasma- sino es más bien el índice del goce sexual en
cuanto que se interpone entre un sexo y el otro. El falo pierde aquí su estatuto
de significante de la presencia de lo sexual, pero gana en ello su función de
significado del goce: es el efecto sorpresa de la cura analítica, según Lacan.
La crisis de la fase fálica puede entonces ser considerada como crisis del
mismo falo, el cual, en el momento en que pasa al semblante, se convierte en
instrumento de la función castración para el ser hablante cada vez que se
dispone a responder de su identificación sexual, adulto o niño.
Identificaciones y síntomas
Traducción:
Mariam Martín y Elvira Tabernero
Notas:
1-Miller, J.A.: “Los seis paradigmas del goce” en Freudiana nº 29. Paidós.
Barcelona. 2000, pp.15-50.
6-Hamon, M-C.: ¿Por qué las mujeres aman a los hombres? Paidós,
Barcelona, 1998.
7- Lacan, J.: “La significación del falo” [1958] en Escritos 2. Siglo XXI editores,
México, 1991, p.669.
9- Lacan, J.: “La significación del falo” [1958] en Escritos 2. Siglo XXI editores,
México, 1991, p.666.
12- Lacan, J.: “La significación del falo” [1958].Opus cit., p.673.
14- Lacan, J.: El seminario libro XVIII, De un discurso que no fuera del
semblante [1971]. Opus cit., p. 30.
15- Ibíd., p. 31.
17- Lacan, J.: El seminario libro XIX, …o peor [1971-72]. Opus cit., p. 15.
19- Lacan, J.: El seminario libro XVIII, De un discurso que no fuera del
semblante [1971], Opus cit., p. 33.
21- Lacan, J.: El seminario libro XIX, …o peor [1971-72]. Opus cit., p.16.
23- Lacan, J.: El seminario libro XVIII, De un discurso que no fuera del
semblante [1971]. Opus cit., p.33.
25- Lacan, J.: El seminario libro XVIII, De un discurso que no fuera del
semblante [1971]. Opus cit., p.33.
26- Miller, J. A.: “El niño y el saber” en Carretel nº 11. Bilbao, 2014, p.12.