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ENTREVISTA A PAUL FEYERABEND – Vittorio Hösle para Televisión Italiana

V. Hösle: Usted es sin duda uno de los filósofos más interesantes y discutidos, y también uno de los más polémicos filósofos de
nuestro tiempo. Inició usted como discípulo de Popper, que es considerado como el fundador del racionalismo crítico, pero para
informar al público mayoritario están las obras dedicadas a una crítica general del programa de teoría de la ciencia, y también
de la presunta racionalidad de la ciencia propiamente dicha. Podría comenzar contándonos alguna cosa sobre su aventura
intelectual y sus intereses pasados y presentes en el campo del arte, de la ciencia y de la filosofía, a partir del inicio de su estudio.

P. Feyerabend: Sí, si queremos hablar propiamente de una aventura intelectual por lo que a mí respecta eso no se puede a mí
mismo, como así ocurre en el caso de David Hume, que programó su propio itinerario intelectual que luego seguiría. Para mí se
ha tratado, en vez de eso, de una serie de casualidades. Me sentí atraído por el arte, sobre todo de la recitación en el canto,
porque tuve la oportunidad de asistir a alguna ejecución (de canto) excelente y porque tuve un maestro muy bueno. Me
acerqué a la física porque encontré un enseñante espléndido de física en la escuela superior. Después de lo cual seguí cursos de
física en la Universidad. Comenzó a interesarme el método de la filosofía por casualidad, porque a la hora de querer leer ciertos
libros de teatro y de escenografía debía comprarme un paquete entero en oferta especial a un vendedor de libros usados, en el
cual estaban incluidos también libros de filosofía. Comencé, así, a leerlos, sólo para reducir mi pérdida económica, y fui
capturado entonces. Me encontré inmerso en el estudio de la filosofía.
También otra vez por casualidad comencé a enseñar filosofía ya que, encontrándome en Viena sin dinero, una amiga, Elizabeth
Amscombe, me dijo: hay un trabajo disponible en Oxford. ¿Por qué no mandas una petición para la cátedra de filosofía y
presentas una petición en Oxford y también en Bristol y a Australia? Por buena suerte, obtuve el trabajo en Bristol, al principio
no tenía una preparación específica porque no había estudiado nunca directamente filosofía o filosofía de la ciencia. Debía
entonces aprender la materia enseñándola. Y poco a poco me vi inmerso cada vez más en los argumentos justamente porque
debía tener alguna noción sobre ellos. Gracias a la actividad de enseñanza y a la participación en congresos y convenciones entré
en contacto con un gran número de filósofos y filósofos de la ciencia ilustres. Una frecuentación que me llevó, al final, a la
convicción de que todo aquello que estaban diciendo no era del todo justo. Entonces, comencé a contraponerme a sus tesis. De
este modo, así, es el verdadero origen de algunos de mis ensayos, no porque me encontrara sentado escribiendo y surgiesen
sino porque en el transcurso de un congreso me levantaba para dar algunas objeciones contra otras afirmaciones hechas por el
que estaba hablando en aquel momento. Como estaba prevista la publicación de las actas de ese congreso, debía poner por
escrito todo aquello que había dicho. Y así, a la postre, nacieron algunas de mis publicaciones. Mi itinerario intelectual, como se
puede comprobar, no ha sido otro que el fruto de una serie de casualidades.

LOS AÑOS DE LA UNIVERSIDAD.

Me acuerdo de cuando era estudiante universitario, me encontraba en Albach, para participar en los cursos estivales
inaugurados justo en aquel período y en los que podíamos tener la presencia de docentes prestigiosos, titulares e invitados. Mi
actitud era ahora absolutamente cientifista, cosa que significaba que cuando alguno hablaba de dios o de belleza, o de verdad,
entonces yo me levantaba y le decía que no sabía nada de la ciencia, que aquello que afirmaba no tenía sentido. En la época, era
también un fervoroso admirador del positivismo del Círculo de Viena. En las discusiones todos sosteníamos que nuestra
preocupación era la de aclarar todo lo que venía afirmado por los científicos, una clara actitud que, al final, se reducía en la
práctica a una traducción en alguna simplista fórmula lógica. Personalmente pensaba que era una pérdida de tiempo bastante
grande.
¿Cuándo comencé a dudar de la actividad científica en sí misma?, de verdad que no lo sé. Había una fase en la que hacía falta,
para saber cómo eran de verdad las cosas, era preciso acogerse a las ciencias. Y llegó un momento en que me dije: cierto, las
ciencias dicen cosas muy interesantes, cosas que me interesan mucho más que las otras pero, ¿y si no alcanzan la verdad en
absoluto?
Sobre este particular la verdad es que no recuerdo bien, debía tratarse de un proceso gradual en el cuál había tenido,
seguramente, una parte notable el hecho de que Imre Lakatos venía bastante a menudo a mis lecciones. Imre Lakatos, como
digo, estaba totalmente a favor de la ciencia. Era, por así decirlo, y verdadero monstruo en el campo científico. Y la verdad,
bromeando un poco, de tanto en cuanto hacía algunas observaciones irónicas a propósito de la ciencia. Un buen día Imre
Lakatos me dijo: ¿por qué no pones por escrito todas tus objecciones, después te las respondo y hacemos, entonces, una bonita
discusión en un libro? Y añadió: formula tus objeciones en los términos más extremos y arriesgados. Y así mismo hice, con el
extremismo máximo. De ahí surgió el libro Contra el Método. Pero, por desgracia, cuando lo publiqué Imre Lakatos se murió. De
ahí que no se pudiese escribir la segunda parte del libro.
PHILIPP FRANK

El tercer personaje que encontré fue Philipp Frank. Philipp Frank fue uno de los fundadores del Círculo de Viena, que sucedió a
Einstein en Praga cuando este se mudó a Berlín. Y era buen amigo de Einstein. Era un físico y, como digo, se encontraba entre los
fundadores del Círculo de Viena, del primer Círculo de Viena y, después, del Segundo Círculo de Viena. Después se convierte en
profesor de Harvard. Lo conocí en Albach, donde escuchó una lección mía, durante la cual dijo: verás, querido amigo, todos
hablan de la revolución copernicana y todos hablan de cómo eran las aportaciones de Aristóteles. Y todos dicen, a la vez, que los
científicos son empiristas. Pero, bien visto, Aristóteles fue un auténtico empirista. Y los argumentos adoptados por Aristóteles
eran argumentos efectivamente buenos. En realidad, si Copérnico venció no fue gracias al empirismo sino gracias a alguna otra
cosa. También esto fue de aquellas cosas que permanecieron en letargo dentro de mí para dar su fruto algo más tarde. Mi
agresividad explota, por primera vez, contra aquellos filósofos que hablaban de ciencia sin saber verdaderamente de qué se
trataba. Esto les ocurría a muchos de ellos en aquellos tiempos. Estos seguían diciendo que debíamos reconstruir aquello que
viene afirmado por parte de los científicos, etcétera. Pero no lo hacían muy bien. En realidad, si lo miramos con atención, se
puede entender que Contra el Método fue dirigido principalmente contra la filosofía ciencia entendida como un modo de para
hacer sensato cuanto tiene de complejo lo que está afirmado por los científicos. Lo que busco hacer en aquel libro es revelar el
método subyacente a las ciencias y lo que reafirmo es que un método tal en realidad no existe.
Por otro lado, esta no es en realidad una afirmación nueva ya que muchos científicos lo habían dicho. Lo pensaba también
Einstein, al que le encantaba decir lo mismo. "Pongamos enfrentados a un científico y a un epistemólogo. El científico afronta
una situación compleja y si quiere descubrir algún valor en esta situación no puede usar una simple regla prefabricada, tendrá
que ser un oportunista." Es justa esta la palabra usada por Einstein. Pienso, por así decirlo, que en realidad cuando, en Contra el
Método afirmo que no existe método, digo algo que muchos científicos han dicho ya previamente. No se trataba de nada nuevo
en absoluto. Malo era, evidentemente, para la comunidad filosófica. También hoy en día la mayoría de los filósofos de la ciencia
dan por descontado, me parece, que no se puede simplemente construir una regla y pretender que sea luego seguida por la
ciencia. A día de hoy se ha descubierto que la palabra "ciencia" cubre muchas realidades diversas. Está la macroeconomía,
tenemos a Konrad Lorenz con sus patitos, y la física. Está también la topología y está la teología, que es una de las primeras
ciencias. ¿Son todas la misma cosa? Ni de lejos. Y así, con todo este panorama general, me hice a la fin con un uso de la filosofía
con un propósito. En segundo lugar, como se sabe, la idea de que en la ciencia se encuentra un concentrado de verdad es una
idea de los filósofos. Está presente ya en Immanuel Kant, y se encuentra después en los filósofos que lo siguen. Está tan pegada
a los científicos que ha dado resultado en este dogmatismo de los filósofos. Desde el trono de muchos científicos se dice que no
sabemos exactamente de qué cosa estamos hablando y que no comprendemos la sustancia de las cosas. Cuando en la teoría
cuántica se dice: sabemos cómo elaborar conexiones, cómo interpretar algunos experimentos, pero no tenemos ni idea de qué
significa todo aquello junto. Así, teniendo esto en mente, y con la invitación de Imre Lakatos, escribí el libro, sin medias tintas,
quería estar en posición de atacar cualquier cosa. Así se entiende que mi primer libro tuviese un tono tan radical. Esto fue efecto
de una serie de accidentes casuales y de algunas consideraciones de tipo estilístico. Si tengo la oportunidad de argumentar algo
o de contar una historia, yo cuento una historia. Si puedo decir algo de manera dulce o de manera un poco dura, prefiero decirla
de manera dura. Todo esto, entonces, contribuía a dar forma a aquel libro en particular.

EL PROBLEMA DE LA VERDAD

Aquello que crea la dificultad es la noción misma de verdad. Yo entiendo que cada uno entiende lo que significa decir la verdad
delante de un juez. Lo que se nos pide es que digamos la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Algo bastante claro:
se nos pide que no mintamos. Que tratemos de recordar bien las cosas y que no nos dejemos nada de lo que consideremos
importante. Evidentemente puede suceder también que nos olvidemos de algo pero, como quiera que sea, hablamos ahora de
la verdad de la ciencia. Cogemos una disciplina científica cualquiera, veremos que en cada una hay aproximaciones diversas y
contradicciones recíprocas. Por mucho tiempo, la teoría de la relatividad y la teoría cuántica han estado en conflicto entre ellas.
Actualmente, se busca solucionar el conflicto con nuevas aproximaciones teóricas. Y por supuesto, las dos, pertenecen a la
ciencia. Pero, si estas dos teorías están en conflicto entre ellas, ¿cómo podemos decir que dentro de la física se encuentra la
verdad? Podemos encontrar una infinidad de historias que contar dentro de sectores particulares pero de la verdad, ¿qué
podemos decir? Para muchos y no todos, una parte importante de la labor científica está en su carácter matemático. El libro de
la naturaleza, se dice, está escrito en términos matemáticos, etcétera. ¿Es una teoría científica? ¿Es una afirmación verdadera?
¿No es verdadera? Es difícil descubrirlo. Pues cada vez que algún científico sigue adelante con consideraciones de tipo
cualitativo los matemáticos entran en combate y proporcionan enseguida una teoría para explicar las consideraciones
cualitativas. En la mecánica celeste, por ejemplo, tenemos el caso de la topología. Por mucho tiempo, la solución ofrecida al
problema de la estabilidad del sistema planetario había sido insatisfactoria en los términos cualitativos en los que había sido
expuesta. Gracias a una serie de desarrollos se llegó a una convergencia de los datos y a encontrar que ciertos números se
ajustaban a determinados parámetros. Pero esto se encontró con algunas dificultades y algunos dijeron: consideramos toda la
cuestión en términos cualitativos, no nos preocupamos de cuál pueda ser la órbita por la cual los planetas giran en torno al sol
sino que miramos los términos cualitativos en el modo en que el sistema planetario, por así decirlo, respira. Y si respira entonces
no explota. Fue este la aproximación de Poincaré. Pero también una aproximación cuantitativa similar fue matematizada
contemporáneamente, por lo cual esta concepción no puede ser refutada en tanto en cuanto que la matemática cambia los
términos continuamente. Si consideramos la aproximación cualitativa como una especie de idea de guía que indica a los
matemáticos sobre qué áreas tienen que concentrarse y sobre cuáles son los sectores en los cuales, la forma ya existente de la
matemática, no funciona... veníamos a encontrarnos en la práctica con una tautología. No es fácil hablar de verdad dentro de la
ciencia. En la física del siglo XIX hubo aproximaciones diversas con metodologías en conflicto entre sí mismas y con resultados
discordantes. También dentro de la biología, por mucho tiempo hubo un conflicto (también hoy en día con la biología molecular
la situación es un poco diversa). Si pasamos a la economía, la situación es del todo diferente. Lo mismo ocurre con la
investigación de Konrad Lorenz con sus animales (que me parece un viejo naturalismo). Nos situamos en una pradera y seguidos
de los patos que graznan observamos lo que hacen: una aproximación totalmente diferente. No existe una realidad única de
hacer ciencia que posea la verdad. El modo de hacer ciencia que se la arrogue (la verdad) corresponde a una imagen superficial
de este asunto.

EL PAPEL DE LA CIENCIA EN LA SOCIEDAD

Uno de los resultados de la teoría cuántica es que no es posible establecer una posición bien definida. En la teoría de la
relatividad y viceversa, esa posición, como hemos dicho, está asumida. No sólo los métodos serán diversos en áreas diversas de
la ciencia sino también en los resultados, en los asuntos de base. Hablar de ciencia significa, por así decirlo, hablar de una
quimera. Una entidad, una coherente identidad, "ciencia", que posea o se pueda suponer que posea la verdad no existe. Si de
verdad existiese no sabríamos nunca qué significa el hecho de la verdad. ¿Qué significa, de verdad? ¿Significa, quizá, que cuando
nosotros estudiamos estamos más contentos y somos más eficientes? También las partes más verdaderas de la ciencia no son
muy eficientes. Hay colapsos también en las áreas en las que se dice: al fin y al cabo, no obstante, hemos entendido cómo
hacerlo porque es un problema de ingeniería. Y los problemas de ingeniería son problemas sumamente difíciles. ¿Qué significa,
entonces, este discurso sobre la verdad? ¿Qué significa este discurso sobre la ciencia como unidad? Para mí se trata sólo de
quimeras. Me doy cuenta de la validez de la verdad de acuerdo a las relaciones públicas. Si uno dice que la verdad es aquello
que hace afluir de repente el dinero entonces ahí se concentran los esfuerzos de estudio, etcétera. Pero, aparte de esto y a
parte de los usos prácticos de la palabra "verdad" tipo: dime la verdad, y si realmente no tenía relación (lo que se dice) mientras
estaba fuera (en el mundo)... Si aparte de esto decimos, toda la cuestión es si la ciencia posee la verdad, esto no tiene para mí
mucho sentido. Para mí tiene sentido, por el contrario, que uno dedique todo su esfuerzo o que una sociedad o un grupo
dediquen todos los esfuerzos a la ciencia, de manera plural o cualquier forma entre ambas que sea precisa. Hoy, por ejemplo, las
ciencias han de responder a una finalidad ecológica. Sabemos bien cómo actualmente estamos sin duda asediados por muchos
productos de la ciencia, tanto es así que no encontramos sitio para todos. Si sólo los científicos pueden manipular los productos
de la ciencia entonces les necesitamos. Es un poco como si uno descubriese un tipo particular de pintura indeleble para pintar
los muros. Si llegados a un cierto punto nos cansamos en aquel color y lo queremos cambiar entonces tendremos la necesidad
de usar un mismo tipo de pintura (imborrable) como la que ya habíamos aplicado, y sólo ese científico sabría algo sobre ese tipo
de pintura. Esta es hoy una de las razones por las que necesitamos a la ciencia. Aquí, lo que quiero decir, es que a muchas de las
ciencias que se ven hoy alrededor nuestro no les haría mal un poquito de poesía para disolver un poquito las cosas y ponerlo en
una necesaria prospectiva. También el mito puede ser opresivo al igual que una teoría científica. En realidad los mitos han sido
opresivos, han puesto a la gente en extrañísimos estados mentales que los han inducido a comportarse de manera extravagante.
Si pensamos en el mito "nazi" que no es un mito con un gran estilo, no podemos hablar genéricamente de ciencia y mito porque
hay varios tipos de mito, al igual que varios tipos de ciencia. Cuestiones generales como "ciencia o mito" no tienen mucho
sentido y no vale la pena discutirlos. Y también justo de estas cosas son el tipo de cuestiones de las que se ocupan los filósofos.
Pongamos otro ejemplo: Los historiadores de la ciencia más recientes han descubierto que había sido fácil para cualquier
persona notar que la ciencia, para el Círculo de Viena, la ciencia era un sistema de afirmaciones, por Carnap, Popper, Hempel...
Hablar sobre ciencia significaba hablar sobre los sistemas específicos de afirmación. Y poner orden en la ciencia significaba poner
orden en aquellos sistemas de afirmaciones. Es decir, presupone que cualquier paso adelante en la ciencia se ha hecho de
manera libre. Y que nadie puede actuar por razones poco claras. Significaba también que el hacer experimentos sea, así, algo
simple. Ahora las cosas funcionan de manera diferente. Si pensamos en los grandes experimentos de hoy en día que requieren
plantas de tipo industrial como sucede en el CERN, donde están actuando dentro de un territorio industrial y en el cual los
operarios tienen que ponerse de acuerdo en alguna elección y aceptar compromisos. Hay cosas que funcionan y otras que no,
en las que se trabaja mucho sobre hipótesis. Y no hay suficiente dinero. Así, improvisadamente, se tiene que cambiar la
aproximación en cuanto ocurre este problema. Y en otros cada experimentador que tiene algo que hacer con un instrumento
tiene una cierta dosis de aquello que en esos años se llamaba "conocimiento testado", como el de un piloto de Fórmula 1. Un
piloto no sabría decir con detalle todo aquello que sabe, puede tan solo demostrarlo conduciendo el coche en algunas
situaciones extremas. Lo mismo ocurre con los científicos. Hoy, los componentes de la ciencia se han multiplicado, tanto es así
que algunos historiadores de la ciencia sostienen que el nivel experimental representa un área en la cual es muy difícil
establecer una conexión entre el nivel experimental y entre el de la teoría propiamente dicha, que muchos consideran la cosa
más importante. En realidad, la pasarela de la una a la otra contiene componentes arbitrarios: las llamadas "aproximaciones". Si
pensamos en todas estas cosas comprenderemos cómo la unidad global llamada ciencia se fragmenta, de hecho, en diversas
ciencias singulares. Y dentro de cada ciencia singular existe el nivel teórico que, a su vez, se distingue en física de las partículas
elementales (o alta teoría) y fenomenología. Estos son los personajes que han dado propiedades a la curva pero no han hecho
aún ningún experimento. Han, por otro lado, personajes que siguen los experimentos, que reciben información de supervisores
de la curva y de los que cultivan la alta teoría. Han científicos que trabajan en múltiples frentes, se cambian de rol y tantas otras
cosas. A veces, podríamos decir que una adquisición, un resultado científico comporta una suerte de acuerdo político entre
diversos partidos, en los que unos ceden algo propuesto por los otros, otros ceden por algo dicho por aquellos y, finalmente, se
puede publicar.

HIPÓTESIS Y TEORÍAS

Ya sabes, una de las dificultades que indujo a Newton a pensar que dios interfiere en el orden de los planetas fue la llamada
"gran disparidad entre Júpiter y Saturno". Parecía que a lo largo del tiempo Júpiter y Saturno se alejaban cada vez más entre sí.
Pero, teniendo en cuenta las observaciones antiguas de los observadores babilónicos conocidas a través de Ptolomeo, Newton
sabía que en la antigüedad el sistema planetario era más o menos lo mismo que hoy en día. Por otro lado, la tendencia del
alejamiento recíproco era innegable. Así, él concibió la idea de que dios, periódicamente, regula el lugar del sistema planetario.
Otros decían, por otro lado: utilizando la teoría de Newton encontraremos al final que el fenómeno puede ser explicado por la
física sin ninguna intervención divina. Tomó más de 200 años llegar a encontrar esta explicación pero nunca se llegó a pensar
que la dificultad podría llegar a ser resuelta. Las dificultades pueden permanecer por muchos siglos y por alguna razón
metafísica se puede seguir creyendo que una teoría sea correcta hasta que finalmente no se descubre que esa es,
efectivamente, correcta. Otro ejemplo es la historia inicial de la mecánica ondulatoria, por bastante tiempo Schöringer creía que
eran las ondas, que las partículas elementales tenían una naturaleza ondulatoria y, sobre esta base, elaboró el espectro de
nitrógeno en clave relativista teniendo en cuenta los descubrimientos de Einstein. Pero llegó a valores incorrectos respecto a los
cuáles que estaban perfectamente asumidos en el caso del espectro del nitrógeno. Y, entonces, ¿qué hace Schrödinger? ¿Se
retractó, quizá? No dice "me equivoqué". Da un paso atrás, por el contrario, y dice: no trabajaré con las categorías de Einstein
pero sí con aquellas anteriores a Einstein. Por así decirlo, utilizó una teoría peor respecto a la que la mayoría abrazaban en su
época.La teoría peor dio mejores resultados que la teoría mejor, explicada bastante más tarde. Así, la idea de que cuando más
adelante encontramos una prueba que contradice la teoría anterior y que, entonces, hay que renunciar a la teoría previa, no
puede permanecer en pie. A veces esta actitud nos ha llevado a algunas partes, pero otras veces no. Lo que hay que hacer es
decidir caso por caso. Esto significa que es preciso conocer bien el caso en cuestión. Es útil, para este fin, tener, por así decirlo,
un cuadro de instrumentos, una reserva de reglas metodológicas. Reglas dispuestas en orden alfabético. "Aquí, va aplicada esta
regla, o la otra". Esto es muy útil. Y, sobre esto, reseño la regla que Popper introdujo en el cuadro de instrumentos: la regla de
falsación fue una adición muy útil. Y su error (de Popper) fue el de considerarla el único instrumento apropiado, el único medio
útil para verificar las teorías. Aquí está su error. Tendría que haber dicho, por el contrario, "hemos acabado con nuestra reserva
de instrumentos". La regla de instrumentos nunca es rígida, los viejos métodos nunca se abandonan. Nunca hay que pensar que
el mismo cuadro de instrumentos, o un instrumento dentro de ese cuadro, sea lo único verdadero. Es preciso, por otro lado,
usarla, ampliarla, y a veces ignorarla, según el caso. Por otro lado, el caso de comenzar a estudiar la psicología antes de entrar en
contacto con las personas y buscar después acercarse a ellos, aplicándoles las reglas de la psicología aprendida. Es mejor ir
directamente ir directamente al encuentro del ser humano y se verá que muchas de las reglas de la psicología no se adaptan
perfectamente a las personas reales.

LA EVALUACIÓN DE TEORÍAS COMPARADAS

Algunos dirán: esta teoría es bastante mala mientras que esta otra es más elegante. Otros objetarán que la teoría más mala
corresponde de mejor manera a los hechos. La réplica será: precisamente por ser así corresponde mejor a los hechos que la
elegante. Muchos esgrimen juicios de este tipo, y los resultados de la investigación son el fruto del juicio comparativo del
género. Es decir, no quiero afirmar que esta exista una escala de valoración, una puntuación, por así decirlo, de uno al cinco, que
atribuyamos después a la teoría y que pueda ser aplicada en todas las circunstancias. Como he dicho, a propósito de
Schrödinger, dirá lo siguiente. Schrödinger tenía razón no renunciando a su teoría porque era bella. Para él, la belleza de las
expresiones matemáticas de una teoría era un criterio importante. Algunos dijeron: esta teoría no me gusta, es una teoría mala,
no es muy coherente, corresponde bien a los hechos pero quiero algo mejor. Juicios de este tipo son muy recurrentes pero
ninguno de ellos puede ser justificado de manera general. Se puede justificar en un caso específico pero antes o después se
vuelve a las propias preferencias. Hay personas, empiristas que, por ejemplo... dicen que una de las diferencias entre los
médicos y los biólogos moleculares es que los biólogos moleculares quieren tener un conocimiento universal de ciertos
fenómenos de la biología humana mientras que los médicos quieren conocer cómo funcionan las cosas en los casos específicos.
El conocimiento del médico será entonces, ¿cómo decirlo?, mucho más dispersa que el del biólogo molecular. Por otro lado, el
conocimiento de un biólogo molecular procede de aproximaciones simples y bastante simplificadoras según el médico. Así, bajo
cierto aspecto, el médico es mejor que el biólogo molecular. En otros casos, el biólogo molecular será mejor que el médico. Los
juicios se construyen a continuación. Lo único en lo que creen no puede realizarse, esto es, justificar de manera general juicios
comparativos particulares. Así, no importa lo que ocurra, se ven obligados a aplicar un juicio de ese tipo.
EMPIRISMO Y COHERENCIA LÓGICA

H: En efecto, el problema general de la teoría de la ciencia está en el hecho de que existen al menos dos criterios generales que
pueden encontrarse en contradicción entre sí. El primero es el criterio empirista tradicional: ¿la teoría corresponde a la realidad?
El segundo (por mucho tiempo descuidado por la teoría tradicional de la ciencia) es el que podemos llamar el criterio de la
"coherencia lógica", de la simplicidad, de la belleza. El primero es un criterio de correspondencia, el segundo un criterio de
coherencia. Naturalmente, no es para nada fácil, cuando existe un conflicto entre estos dos criterios, decidir qué programa de
investigación se debe sostener. Yo diría, sin embargo, que puede ser calificada como mejor la teoría que fuese capaz de satisfacer
ambos criterios. Y, en el caso de un conflicto entre ambos criterios, que se aferre a un instinto particular para diferenciar cuál de
las dos ha sido violado de la manera más fuerte. Probablemente, es justo este "sexto sentido", este "instinto", el que nos hace
tender hacia uno o hacia el otro en una situación específica, el que ha hecho a algunos grandes científicos verdaderamente
grandes. ¿Concuerda con esta descripción?

F: Pienso que hay científicos que no comparten ninguno de sus criterios sino que tienen en mente algo totalmente distinto. Aquí
vale lo que vale, a propósito de la posición del hombre en el universo. Si se cree que el hombre está en una posición tal por la
cual (la vieja cuestión de la verdad) la verdad es para él evidente. Quiere decir que ha existido un dios benévolo creador que no
ha hecho del universo un paso universal sino que lo ha construido para que el hombre pudiese hacer algo. Esa estará más
inclinada a una visión empirista. Si, viceversa, según los agnósticos, se piensa que dios está lejísimos, que el universo que nos
envuelve es un engaño, por así decirlo, de las ideas del dios abstracto y distante, pensaremos que los sentidos del hombre no
están hechos para descubrir la verdad. Depende de un amplio fondo metafísico si uno se ha inclinado a este o a aquel otro
criterio. Pero, en muchos casos, las ciencias no comparan ni el uno ni el otro. Podemos encontrarnos en frente de algún
problema en el sentido de Kuhn. Algo no muy importante pero que fastidia y que se quiere resolver. Y, entonces, si se transita
por vías extrañas no se pide una coherencia ya que el problema es muy limitado. Pero, al final, se llega a buena una solución. En
cambio, la gran alternativa que usted me propone tiene sentido en tanto en cuanto alternativa entre dos posiciones
contrapuestas del hombre en el universo. El hombre se ha colocado cerca de un dios benigno que lo lleva cerca de aquello que
sucede o de una especie de bastardo que lo pone lejos de cada cosa, sin que él pueda fiarse de sus sentidos. Al nivel metafísico
la pregunta es plausible mientras que en la praxis científica algunos pueden estar influenciados y otros no. Algunos pueden no
estar influenciados por ningún criterio y, aún así, conseguir éxito al igual que aquellos que sostienen algún tipo de metafísica.
Por eso yo no daría mucha importancia a esta alternativa a no ser que sea a un nivel metafísico muy general y no para las
ciencias.

LA RETÓRICA DEL CIENTÍFICO

Esta historia del instinto de los grandes científicos... me impresiona cuando pienso en cuántos científicos cualificados como
grandes por alguno de sus logros, a fuerza de usar su instinto, acaban al final por quedar en nada. El Einstein tardío es un
ejemplo. Después de haber realizado grandes logros en cada sector, en los cuáles él fue un gran científico, buscó elaborar una
teoría del campo unificado pero sin éxito. Se decía: "se está volviendo viejo, ya no es capaz de usar sus propias ideas. No es
capaz de captar las nuevas ideas." Existe, por tanto, un instinto de los grandes científicos que no lleva a ninguna parte. Newton
ha sido, probablemente (y no se sabe lo suficiente) uno de los máximos científicos de siempre si se considera su investigación en
los campos de la alquimia, de la teología, de la física, de la cosmología y prácticamente en cada sector del saber humano. Pero,
incluso siendo el gran científico que era, avanzó con las ideas que según él decían que los planetas se movían de acuerdo al
dictado de dios. En seguida se dice: ¡qué idea tan ridícula! Y quizá, por esta idea, tenía en ese momento pruebas empíricas
además de argumentos teológicos. Para él dios no era un principio, era una persona, un padre que toma personalmente cuidado
de sus criaturas. Esto significaba que el universo no era algo que dios construyó en su tiempo libre para luego tirarlo por ahí,
como pensaba Leibniz sino que era algo sobre lo que él permanecía siempre con amor. "Dios es un padre", afirma el propio
Newton. Y nuestra relación con él es de subordinación y no de reconocimiento de un principio. Ha habido un gran número de
científicos que han hecho hipótesis variadas. Galileo fue un gran científico que hizo las hipótesis apropiadas sobre algunos
aspectos. Esto no quiere decir que en general los grandes científicos hacen las hipótesis apropiadas. Ellos fueron muy
afortunados... pero hay más. Cuando se lee cualquier libro sobre los distintos tipos de argumentaciones sobre la existencia en
los tiempos de Galileo estas provienen de Aristóteles: la demostración, la dialéctica, la retórica. La demostración es el tipo de
argumentación con la que se establece la validez de una afirmación en términos absolutos. La dialéctica comporta la discusión
entre individuos de opiniones diversas sobre algún asunto sobre el cuál no se llega a una conclusión. La retórica trata de aquel
tipo de argumentaciones que trabajan sobre las debilidades del oponente, que busca su fragilidad psicológica y que, por tanto,
busca ganarlo. El autor del libro (...) ha calculado el porcentaje relativa a los tipos de argumentaciones usadas en el período de la
revolución copernicana descubriendo que, en el tiempo de Galileo (en el que el autor se concentra), el porcentaje de
argumentaciones retóricas crece mucho no solo en el mismo Galileo sino también en sus adversarios. Y que indica que se
trataba de un caso que no podía ser manejado con métodos más rigurosos de argumentación. Era un caso difícil, un caso de fe o
no fe sobre el cual se apostaba algo. Galileo descubrió la solución correcta, es decir, algo que más tarde sería utilizado por
Newton, para que aclararlo: lo que Newton afirmaba sobre el universo era bastante diferente a lo que afirmaba Copérnico. Por
ejemplo, no había esferas celestes. Copérnico fue abandonado en el mismo momento en que fue aceptado. Cuando finalmente
la visión copernicana tenía argumentos positivos a su favor fue abandonada porque entre medio había habido nuevos
descubrimientos. Pero ya en el tiempo de Galileo la visión copernicana se debatía entre dificultades notables. En una situación
de este tipo tiene sentido, para un científico, decir: no hay que pensar en la dificultad, esta es la apuesta correcta, trabajaremos
sobre esa y al final tendremos éxito. Eso es cuanto hace Galileo. En una situación de este tipo y para mantenerse en línea con los
seguidores y conquistar a los demás no hay argumentos científicos sino, más bien, argumentos retóricos: eso es cuanto hace
Galileo. En mi libro decía que su comportamiento era del todo legítimo. Muchos científicos, también en épocas recientes, se han
comportado de la misma manera al encontrarse en dificultades. Sólo para mantener sujeto el movimiento y hacerlo progresar.
Para demostrar que en el fondo la propia visión es correcta en el fondo sirve el movimiento (retórico) o una investigación
detallada. Tycho Brahe resolvió casi todos los problemas de los ptolemaicos pero Galileo no habla nunca de él, en una estrategia
retórica, no lo ataca nunca. Tycho Brahe no existe. Tycho Brahe estaba aceptado por la Iglesia porque la Iglesia podía estar de
acuerdo con los resultados de las observaciones y estos eran (los resultados) los que mantenían la tierra en el centro. Por esto
defendían a Tycho Brahe. Galileo no habló nunca de él si no fue para releerlo y liquidarlo. Estaba claro que se trataba de una
estrategia del todo retórica. A este propósito consentidme llevar el discurso sobre una cuestión totalmente distinta. Lo que me
interesa es que la Iglesia hizo una elección sobre el punto de vista a aceptar. Galileo hizó una elección diferente. Galileo decía:
"La elección que he hecho deberá ser separada de la teología porque partirá solamente desde el ámbito de las ciencias".
Rechazaba cualquier autoridad extracientífica que dijera qué visión del mundo debía ser aceptada. No estoy de acuerdo con esto
porque si, por una parte, hay un programa de investigación (como el de Galileo), por la otra, también hay programas de
investigación más amplios como el intento de tener una buena convivencia social que sea o no de tipo republicano o
democrático. Si un cierto tipo de programa de investigación de rango reducido es parte de un programa de investigación más
grande, (y de la teología de la época se puede hablar como si fuese un programa de investigación) entonces el programa de
investigación más pequeño debe adaptarse al programa de investigación más grande y no al revés.

EL PAPEL DEL ESTADO

VH: Uno de los aspectos más novedosos en su obra es siempre para mí, cada vez que leo sus libros, la crítica que usted hace de la
pseudoseriedad de la vida académica que domina en el mundo. Pero, particularmente, en Alemania, donde los profesores tienen
fama de ser demasiado serios. Usted ataca la exagerada valoración que gozan estos grupos sociales y el poder que tienen en
nuestra sociedad. Una de las tesis más interesantes en su libro es que, como la ciencia moderna ha debido separarse de la Iglesia
para garantizar su libertad y la autonomía de los propios ciudadanos, por tanto será necesaria una separación de la ciencia y del
Estado. ¿Puede explicarnos más en detalle cómo ve usted esta separación entre Estado y ciencia?

PF: Bien, la separación entre Estado e Iglesia significa, a mi parecer, que en las escuelas públicas financiadas por el Estado no se
enseña la religión. Puede enseñarse en las escuelas privadas, puede enseñarse a través de otros canales especiales... y lo mismo
debería ocurrir con las ciencias. Debería también ejercerse mayor control público del uso del dinero destinado a las ciencias, a
los proyectos científicos. Mientras tanto, he aquí lo que ya sucede. En --- he leído un artículo sobre la financiación --- , es decir,
un tipo de distanciamiento público de cara a sostener determinados programas científicos de suerte que, el personaje que ha
encargado el programa tiene el derecho de asignar (este es el término ténico) una suma de dinero para proyectos científicos
considerados buenos sólo porque dan dinero a su Estado. En estas condiciones la idea del científico libre, independiente del
ambiente, que persigue autónomamente sus propios objetivos, es verdaderamente irreal. Una figura de este tipo simplemente
no existe. Me encantaría que la intervención pública fuese más sistemática y fuese realizada con un ojo a las ventajas para la
población de un Estado. Unas ventajas no solo en términos financieros sino en términos de productos creados por los científicos.
Quisiera que por ahí fuese guiada la investigación científica. Esta guía, sin embargo, ya existe. No querría que se dedujera de
esto que la ciencia ha de ser enseñada y que aquello que la ciencia afirma (como está enseñada en las escuelas) va a ser siempre
aceptado. Estaría bien que, como la religión, fuese enseñada en cualquier parte, por canales diversos o más periféricos. Así,
debería enseñarse a todos los jóvenes. Lo mejor, el mejor tipo de formación, sería esta competencia en relación de chicos que
mano a mano crecen y a los que se cuenta una gran variedad de historias, a los que les encanta escuchar historias de diverso
género, contando historias diversas con cuestiones cosmológicas científicas, de suerte que también se pueda contar al niño
cuestiones de cosmología mítica, puntos de vista religiosos, etcétera. Una vez hecho esto se les explicará a ellos: "Escuchad,
estas son las convicciones más populares en la actualidad. Si queréis acertar moveos en esta dirección." Así, cuando se hagan
grandes, podrán hacer un cierto cuestionamiento de las causas y no sólo en base a los hábitos de aquellos que están en su
entorno. Creo que podrían ser también científicos mejores, si fuesen capaces de ver los límites de las ciencias, sabiendo también
las alternativas. Y que podrán sentirse inspirados de cualquier contenido de las alternativas. Y que serían también mejores
ciudadanos.

VH: ¿Usted estaría de acuerdo con la mayor parte de los fundamentalistas protestantes, los cuales quieren que en las escuelas no
se enseñe tan solo el darwinismo sino también el relato creacionista de la Biblia?
PF: Sí, ¿por qué no? ¡Se llevan enseñando tantas cosas sin sentido en la escuela...! Si pensamos en aquello que se escucha en el
campo de la historia, a propósito de las guerras, etcétera... van juntas tanta inmundicia ahí! No creo que sea tan dramático si se
usase un poco de aquella otra inmundicia, en caso de que se considere como tal, y que se ponga en circulación. ¿Por qué ser tan
selectivo y decir que probablemente no podamos cuando, de la otra parte, se enseñan tantos otros disparates?

LOS LÍMITES DEL RELATIVISMO

VH: En este momento llegamos a una de sus tesis más populares, es decir, la famosa afirmación de que "todo vale". Usted está
interesado en la proliferación de teorías e interesado de tener, como decía hace poco, una rica variedad de flores, y quiere que
superemos la limitación de un estúpido dogmatismo. Por otro lado, naturalmente, hay fuertes objecciones contra el principio
"todo vale". Si algo vale, no hay ninguna razón por la cual se deba investigar mejores alternativas. El resultado podría ser el
dominio de una absoluta mediocridad aceptada por todos, sin ninguna investigación de alternativas. En este caso, obviamente,
no habría nuevas teorías. Y, si aceptáramos la afirmación también en la praxis, seguiría que no habría ninguna diferencia entre
aquello que es moralmente legítimo y aquello que no lo es. Ahora, la pregunta que le hago es la siguiente: cuando leo su libro por
primera vez probablemente su afirmación me irrita pero, después, releyéndolo por segunda vez, pienso que debería asumir la
afirmación e interpretarla en el sentido de lo que usted ha llamado "dadaísmo intelectual". Es decir, significa que no solo no
deberíamos tomar en serio todo aquello que los viejos profesores de la antigua teoría de la ciencia han escrito sino tampoco
tomar en serio su (de usted) afirmación; y que esto también acepta la autocancelación de "todo vale", y que con esta afirmación
usted quería evidentemente sacudir el terco dogmatismo pero no desarrollar a su vez una posición dogmáticamente relativista.

PF: No no... déjame comenzar desde un lugar totalmente distinto. Déjame ilustrar la situación política actual. En todas partes del
mundo la gente muere, es atropellada, tiroteada, por hambre. No tiene medicinas suficientes, muere por enfermedades, no
tiene suficiente agua potable. Podrá existir también el que diga: nosotros no podemos interferir, esta es una cultura existente y
no debemos tocar las culturas que han seguido una historia diferente. A este modo de pensar yo digo decididamente NO. Donde
hay miseria debe haber una interferencia, a veces una interferencia casi bélica. Pienso que los límites están cuando la gente
comienza a sufrir, ahí es cuando se piensa cómo debe ser pergeñada la interferencia. Uno de los tipos de relativismo que yo no
sostengo es que hay culturas diferentes y que cada cultura es una auténtica entidad sostenida a la cual nos podemos acercar con
reverencia pero nunca con violencia. Este es un principio extremadamente peligroso. También en un país como los Estados
Unidos, cuando hay peligro para los individuos y hay sufrimiento, se debe intervenir de cualquier forma porque está inmerso un
valor básico: el bien estar de los seres humanos, por lo que respecta a la comida, las medicinas, la paz, etcétera. El principio de
que "todo vale" quiere encontrar aplicaciones sólo en el interior de las ciencias, no en general. Pensemos en un científico que se
tome muy en serio ciertos problemas y que quiera resolverlos. No se puede decir anticipadamente qué aproximación
funcionará. ¿Funcionará en el momento en el que se siga un experimento muy riguroso o funcionará en el momento en el que
se haga una conjetura vaga y se proceda en base a ella? No se puede establecer con anticipación.
-- Bueno, déjame comenzar en otros términos, no desde la ciencia, es decir, desde el hecho de que existe una visión de las cosas
sostenida por antropólogos desde hace mucho tiempo (especialmente por aquellos convencidos de hacer investigaciones
objetivas) según la cuál las culturas son, más o menos, entidades estables, que tienen un valor en sí mismas. Aquí tenemos a los
que una y otra vez han sufrido las intrusiones de la civilización occidental en varias regiones, que muy de vez en cuando han
provocado daños peores... Sostengo que debemos respetar las culturas, que no podemos interferir con ellas. Pienso que hay un
límite como este. Un límite señalado por el sufrimiento humano. Hoy en día hay mucho sufrimiento provocado por la guerra, por
la insuficiencia alimentaria, por la carencia de medicinas, de la falta de soluciones por parte de aquellos líderes que no
representan la cultura y que, en vez de eso, son tiranos ávidos de poder, etcétera. Y aquí, a mi parecer, se encuentra el lugar
donde la interferencia debe actuar más deprisa. No se puede aceptar que alguien diga: es una cultura diferente, se matan entre
ellos a su manera. No. Creo que, sobre este aspecto, la humanidad es una sola y, por tanto, el sufrimiento debe ser eliminado.

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