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Instituto Politécnico Nacional

Escuela Superior De Comercio y Administración

Unidad Tepepan

Unidad de aprendizaje: “Tendencias Económicas Globales”

Unidad 1 Actividad 1

“Corriente de Keynes, su impacto del neoliberalismo, expansión económica


y desafíos del siglo XXI”

Profesor-Asesor: Alexander Galicia Palacios

Grupo: 3RX2

Alumno: Alan Avila Herrera


Introducción
En el presente ensayo se pretende expresar los beneficios que brindo la corriente
de Keynes, en la actualidad, así como el impacto generado y la expansión
económica que tuvo y que sigue teniendo, pues mucho de lo que se implementó
en aquella época sigue existiendo hoy en día y es la encargada de regir diferentes
sectores que benefician a la humanidad, pasando por procesos de adaptación de
acuerdo a las necesidades de las diferentes épocas.

Desarrollo

Beneficios de la corriente de Keynes, su impacto del neoliberalismo y su


expansión económica.

El importante cambio teórico surgido a raíz de la revolución keynesiana hizo


desaparecer la formulación substancial de la economía para derivar en
construcciones teóricas diferentes para cada situación particular. El largo plazo
vuelve a recuperar su importancia, ya que los fenómenos de desarrollo económico
solo se pueden cumplir plenamente a largo plazo, pues sabemos que toda acción
en el presente tendrá una reacción a futuro y es necesario predecir su impacto.
Además, empiezan a recogerse datos más concretos que describen la situación
de muchos países, lo que favoreció al desarrollo de la economía moderna.
Los países subdesarrollados manifestaron una serie de características propias
para obligar a rechazar la teoría universal neoclásica, rigideces estructurales,
mercados poco desarrollados e imperfectos, oferta inelástica, dualismo sectorial,
etc. Además, hay que añadir la especialización en productos primarios, que
dificulta el proceso de desarrollo, por la pérdida de valor relativo frente a los
productos industriales. Se lucha por un cambio estructural apoyado en la
industrialización y la capitalización de la economía. El Estado cuenta con un papel
principal para mitigar los fallos de mercado y salvaguardar a los sectores
nacientes de la competencia, se busca pasar de una economía tradicional de
subsistencia a otra moderna e industrial, dicho cambio ha de estar financiado a
través de la ayuda exterior en forma de capital y tecnología.
Tuvo gran auge en el siglo XX a través de gastos sociales, garantizando
elementos mínimos para que los individuos desarrollaran su vida cotidiana bajo
criterios de acuerdo a través de la ley asegurando con ello la estabilidad social y
su correlato con la producción. Las discusiones teóricas y políticas que se dan
alrededor de la construcción del Estado de Bienestar a comienzos de siglo XX
tienen como punto de referencia los cambios en el aparato productivo, es decir, la
reconfiguración y transformación del Estado liberal del siglo XIX. Ya en este siglo
se percibe el interés de algunos países por implementar cambios en el Estado de
acuerdo a las circunstancias económicas.
El Estado se desarrolla en el contexto de un nuevo modelo de la organización
socio-económica. Este modelo tiene su origen en la necesidad de vincular
políticamente al movimiento obrero, como también en el reacomodo de las
condiciones de producción. En esta situación el Estado se constituyó en el
administrador de la economía, lo que lo convirtió en el instrumento para el
dinamismo del capitalismo del siglo XIX, así el Estado de Bienestar se constituiría
en uno de los pilares en el aseguramiento de la estabilidad del sistema
socioeconómico mundial. Se trata ahora, de respetar las leyes de mercado para
asegurar no sólo el orden económico sino el orden político.
Surge la intención del Estado por la seguridad de los trabajadores para que estos
respondieran a la lógica del mercado, con el propósito de imponer límites al
socialismo. La constitución de las condiciones sociales como objeto de la política
hace posible la realización de las leyes del mercado, lo que le permite consolidar
un estado moderno y una sociedad de mercado.
La postura de los liberales clásicos va dirigida a establecer una relación entre el
capitalismo y el bienestar social a través de la autorregulación del mercado; lo que
requeriría de un estado que velara por el buen funcionamiento de las fuerzas del
mercado. La burguesía naciente apoyada en el desarrollo de los procesos
industriales estaba exigida a dar una consideración distinta a los problemas de
orden social, entre ellos, la incorporación del colectivo humano a los sectores de
generación de valor. En este sentido, el punto de partida del concepto de progreso
social en el mundo moderno quedó sujeto al desarrollo de las leyes naturales del
mercado, es decir, del intercambio rentable.
Los intereses tanto del Estado como de la sociedad converjan hacia el valor
económico. Proteger al hombre, a la naturaleza y a la organización de la
producción era intervenir en los mercados de trabajo y de la tierra, así como en el
modo de intercambio, el dinero, y, por tanto, comprender inmediatamente la
autorregulación del sistema. Dado que el objetivo de la intervención en restaurar la
vida de los hombres y su entorno, darles una cierta seguridad a sus estilos de
vida, dicha intervención tendía necesariamente a reducir la flexibilidad de los
salarios y la movilidad de trabajo, a proporcionar estabilidad a los ingresos,
continuidad a la producción, a favorecer la regulación pública de los recursos
naturales y la gestión de las monedas para evitar cambios inquietantes en el nivel
de los precios.
Atención social a los pobres capacitados para el trabajo, algo que no se ajustaba a
la aparente lógica capitalista de aquel entonces.
Se crearon un conjunto de instituciones públicas proveedoras de servicios
sociales, dirigidas a mejorar las condiciones de vida y a promocionar la igualdad
de oportunidades de sus ciudadanos.

Se involucran los derechos humanos, con ello se logra dar trato digno a todas las
personas por el solo hecho de ser humanos.

El Estado de bienestar se ha implantado de acuerdo con sus capacidades de


procuración de servicios sociales. Históricamente los poderes públicos estatales
fueron asumiendo funciones tradicionalmente desempeñadas por los concejos
municipales o las iglesias como el deber de la caridad y la obligación para la
solidaridad. Se estructuró un sistema de ayuda para los pobres, que hasta
entonces habían estado a merced de la caridad de iglesias e instituciones
benéficas. Entre otras finalidades se pretendía establecer un marco jurídico
estable y funcional que beneficiara a los trabajadores más necesitados.

Se establecieron las bases de la seguridad social moderna bajo el principio


contributivo, mediante el cual se financiaba obligatoriamente un sistema básico de
previsión social. Los trabajadores pasaron a ser considerados sujetos de derechos
y obligaciones, y no pobres potenciales que tan sólo podían recurrir a ayudas
estatales contingentes en caso de pérdida del empleo.

La obligatoriedad del sistema de seguridad social en el marco de un Estado social


de derecho fue el elemento clave que posibilitó su consolidación y su apoyo por
parte de empresarios, trabajadores y servidores públicos o funcionarios. En su
inicio, la motivación fundamental de la política fue la neutralización política de las
organizaciones emergentes de trabajadores, políticamente más radicalizadas y,
gradualmente, mejor organizadas. Pero el seguro social supuso la eliminación de
incertidumbres para considerables sectores de los obreros, y un mayor bienestar
para aquellos que le otorgaron su apoyo. El origen histórico de la seguridad social
indica, por tanto, una conjunción de intereses diversos, tales como los relativos a
la estabilidad política de parte de gobernantes, líderes sociales y económicos, y a
la satisfacción de las demandas populares de justicia y protección social.

Los sistemas de seguros contributivos de finales del siglo XIX marcaron el inicio
de una intervención estatal destinada a garantizar la seguridad social a las clases
asalariadas. Sus primeros beneficiarios, por tanto, fueron obreros carentes de
protección frente a la explotación y las necesidades vitales más apremiantes.
Mediante el pago de cotizaciones a fondos de seguros sociales de previsión se
posibilitaba disponer de dinero para cubrir situaciones de riesgo como la
enfermedad, la vejez o la viudez, cuya característica institucional más notable es
el establecimiento, vía contributiva o fiscal general, de mecanismos obligatorios de
solidaridad entre los ciudadanos.

A finales de la década de 1920 habían sido introducidos programas de seguros de


enfermedad en 22 países europeos. En Estados Unidos, tras los efectos sociales
devastadores de la Gran Depresión de finales de esa década y principios de la de
1930, el presidente estadounidense Franklin Roosevelt auspició planes extensivos
de protección social en su política que fructificaron en la aprobación legislativa de
la seguridad social en 1935. Posteriormente, una serie de programas sociales
menos comprensivos y la carencia de un sistema nacional de salud pública
estadounidense como un modelo de "mínimos" dentro del modelo llamado
"anglosajón".

En el periodo de entreguerras, la Organización Internacional del Trabajo subrayó


la importante capacidad de legitimación social de los programas de seguros, como
los relativos a la enfermedad, la incapacidad laboral, el desempleo o las pensiones
de vejez. El Informe Beveridge, publicado en el Reino Unido en 1941, proclamó el
principio de cobertura universal de la seguridad social para todos los ciudadanos
desde su nacimiento y hasta su muerte con cargo a los presupuestos generales
estatales financiados por todos los contribuyentes. Entre otras, sus
recomendaciones se plasmaron en la constitución de un servicio nacional de salud
gratuito y universal.

En concordancia con algunas de las ideas de John Maynard Keynes, el Estado de


bienestar ha sido también concebido funcionalmente como garantizador de
estabilidad macroeconómica. Es así como el desarrollo ha pretendido coadyuvar al
mantenimiento de la demanda interna y al crecimiento productivo de las
economías nacionales cuya importancia ha sido capital en la consolidación del
consenso que facilitó el crecimiento económico sostenido de las democracias
industriales occidentales después de la Segunda Guerra Mundial y, en especial,
durante el periodo de la época dorada del desarrollo del capitalismo de
bienestar. De acuerdo con una perspectiva macroeconómica keynesiana, cabe
asociar la consolidación de los Estados de bienestar con la puesta en vigor de
políticas económicas de estímulo a la demanda por parte del sector público.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo de las políticas económicas se


orientó a facilitar el pleno empleo, lo que contó con el concurso activo del soporte
familiar. Pero ambas dimensiones laboral y familiar han experimentado
importantes transformaciones en los últimos años. Por una parte, los procesos de
globalización de la economía, de disminución industrial tradicional y de creciente
participación del sector servicios, han afectado a los mercados laborales; por la
otra, las estructuras familiares se han modificado como consecuencia de factores
tales como el envejecimiento poblacional, la progresiva incorporación de la mujer
al trabajo remunerado y las nuevas pautas familiares y de composición del hogar.
Además, las crisis fiscales y la erosión del consenso ideológico en torno a las
políticas sociales han ejercido una presión añadida sobre los estados de bienestar.

Desafíos del siglo XXI


Lo que propuso Keynes estaba enfocado en esa época remota, y en la actualidad
la situación es diferente, sin embargo las acciones postuladas en aquel entonces
han servido para regir los beneficios de las personas en la actualidad, tal como los
derechos de los trabajadores, los derechos humanos, en fin, procurar ofrecer un
trato digno a las personas en general y con el pasar del tiempo y el uso de las
nuevas tecnologías se han logrado mejorar estos principios, pues en la actualidad
se observa lo fácil que es producir en mayor escala, importa y exportar con mayor
facilidad e incluso conocer las noticias de distintos lugares solo ingresando a
internet, todo esto no existía durante aquel periodo, cabe mencionar que nos a
beneficiado para intentar mejorar como especie.
Los principales desafíos a mi consideración:
 Adaptación a las nuevas tecnologías
 Adaptación a las nuevas ideologías
 Nuevos mercados comerciales (globalización)
 Formas de consumo actuales (servicio a domicilio)

Conclusión
Keynes fue un pionero en la impartición del estado de bienestar, mismo que en la
actualidad sigue vigente y en constante adaptación, hoy en día los derechos
humanos, civiles, de trabajo entre otros son una parte importante dentro de
cualquier sector, llámese social, laboral, escolar, y podríamos decir que se lo
debemos a esta corriente, pues aquí es donde surge su utilización. Actualmente
estamos viviendo cambios en todos los sentidos, en el comercio, en la libertad de
expresión, entre los individuos, y gracias a estos principios postulados hace
mucho, no somos ofendidos y somos valorados como individuos.
Bibliografía
 Desconocido. (2011). Antologia Tendencias Economicas. 21.09.2019, de
Polivirtual Sitio web:
https://www.nsyp.aulapolivirtual.ipn.mx/pluginfile.php/12029/mod_scorm/con
tent/2/recursos/pdf/Antologia_Tendencias_economicas.pdf
 Antonio Torrero Mañas. (2016). ¿Tenemos algo que aprender de Keynes
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http://www3.uah.es/iaes/publicaciones/DT_07_16.pdf
 Jaime Ros. (2012). La Teoría General de Keynes y la macroeconomía
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web: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-
16672012000100002

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