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El aporte marista a la construcción de ciudadanía.

Si usted ha ingresado al universo marista , a través de alguna de sus obras, en más de alguna
ocasión debe haber escuchado la siguiente frase o alguna similar:

“Queremos formar buenos cristianos y virtuosos ciudadanos”

En el presente escrito intentaremos desvelar en qué consistía ser un “virtuoso ciudadano” para
Marcelino Champagnat y para los primeros hermanos. Pero para ello tendremos que hacernos
cargo de qué otros referentes o modelos de ciudadanía o ciudadano pululaban en la Francia de la
restauración que les tocó vivir.

Surgen como memoria colectiva imágenes desconcertantes del período revolucionario de 1789,
pero también la intuición de que en la dimensión teórica de los padres de la revolución había una
propuesta de ciudadano coherente con los ideales de la ilustración.

Marcelino , en su experiencia , aprendió a ser un buen cristiano


Año 1806-1810 (año en que muere su madre) [Mesonero, “Una Historia de Amor”]
Por mucho tiempo , poco se hablaba de que la vida del Padre fundador en su primer intento por
ser formado como sacerdote fue un completo fracaso (de la condicionalidad en el seminario pasó
a la expulsión) pues se le despidió al terminar el primer año, considerándole no apto ( es muy
similar a cuando oímos en otros colegios del País…”este niño/a no es apto/a para este colegio”);
y no fue sólo porque su rendimiento escolar fuera deficiente, sino también porque su conducta
dejaba bastante que desear.
[Sólo la intervención de su madre y algunos acontecimientos como la muerte de su compañero
Denys Duplay, le permitieron ser readmitido y recapacitar]
El sueño de ser sacerdote, por una temporada se había roto en pedazos…
De esta experiencia brotó una primera vivencia de conversión que nos permite reconocer en él ,
el paso de Dios. Expresado sentidamente en una oración conocida como uno de sus primeros
autógrafos.
“Oh Señor y Dios mío, os prometo no ofenderos más y hacer actos de fe, esperanza y
otros semejantes siempre que me acuerde; no volver más a la taberna sin necesidad;
huir de las malas compañías; en una palabra , no hacer nada que vaya contra vuestro
servicio (…)
Año 1826: El año terrible [Mesonero, “San Marcelino Champagnat”]
“Caí en una grave y terrible enfermedad” Luego de una época de trabajo muy agotador, para
hacer la casa de formación, habitable para los postulantes, lo llevó a arruinar su salud. Después
de la Navidad de ese año cayó gravemente enfermo temiendo la muerte y se planteó la
posibilidad de que su muerte significara también la muerte de la obra marista. A eso se sumaban
grandes deudas que lo tenían en el peor momento económico de su vida (12 mil francos , algo
así como 100 millones de pesos en la actualidad…algo difícil de digerir, aún para un educador
marista ); a las deudas se sumó un caso de abuso sexual contra un joven postulante, por
parte del Padre Courveille que era uno de los fundadores de la Sociedad de María. Marcelino
estaba devastado (…)

Pero eso no evitó que siguiera confiando en Dios…en sus escritos leemos:
“En fin , Dios , en su misericordia, ¡Ay! Tal vez , en su justicia, me devolvió la salud. Entonces
tranquilicé a mis hijos; les dije que nada temieran, que compartiría con ellos las penalidades y
hasta el último pedazo de pan que nos quedara”(carta 30)
Y también aprendió a ser un virtuoso ciudadano

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