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GESTIONANDO MIS EMOCIONES

Pasos para gestionar las emociones:

 ENTENDER QUE SIENTES,


 PORQUE LO SIENTES,
 APRENDER A INTERPRETARLO RACIONALMENTE
 REACCIONAR
Se pueden gestionar las emociones? Estoy convencida: se puede. No solo eso, sino que cuando somos
capaces de gestionarlas, nuestras posibilidades crecen de forma inmediata, tanto a nivel personal como
a nivel profesional.
Es importante conocer como reaccionamos ante los estímulos que nos rodean. Tanto como lo es saber
calibrar y controlar la cantidad de respuesta emocional que nos interesa. Estos aspectos nos ayudarán
a no gastar nuestras fuerzas y energías de forma inadecuada e innecesaria.
Un ejemplo, ¿de qué me sirve enfadarme con gran intensidad con un desconocido? Es más que
probable que no vuelva a verlo en la vida. De esta manera, lo único que estoy haciendo es gastar una
energía valiosa de forma improductiva. Energía que podría canalizar hacia actividades mucho más
satisfactorias. Porque, para colmo, esta sensación de disgusto se prolongará en el tiempo mucho más
de lo que sería razonable.
“La persona inteligente emocionalmente tiene habilidades en cuatro áreas: identificar emociones,
usar emociones, entender emociones y regular emociones.” –John Mayer-
“UNA BUENA CABEZA Y UN BUEN CORAZON SON UNA FORMIDABLE COMBINACION.” NELSON
MANDELA
Conocer para gestionar las emociones
Temo que un buen número de personas piense que las emociones no son controlables ni gestionables,
que es algo que surge y nos inunda. Sentimos miedo o amor y no sabemos cómo, por qué y, lo que aún
es peor, no nos planteamos la posibilidad de comprender y gestionar esos sentimientos.
No profundizamos en este tema, y el resultado es que no nos tomamos el tiempo suficiente para
conocer y comprender las distintas emociones y cómo nos afectan.
Por este motivo en tantas ocasiones confundimos los sentimientos. Es fácil llegar a pensar que alguien
está enfado, cuando realmente está preocupado. No es un hecho banal, al contrario, una mala
percepción de las emociones produce una confusión que puede llegar a puede producir graves
consecuencias en nuestras relaciones interpersonales.
“Las emociones pueden dejarte en el camino o dejarte sobre el camino.” -Mavis Mazhura-
Pero, para poder distinguir los sentimientos, necesitamos primero conocerlos e identificarlos en
nosotros mismos. Es el primer paso imprescindible para después ser capaces de hacer lo mismo en los
otros y dar el siguiente paso, que es aprender a gestionar con eficacia nuestras propias emociones..
Las fases para identificar y gestionar las emociones
Es necesario poner nombres a esas emociones que sentimos en un momento dado. Es fundamental
pararse a averiguar, en el instante exacto, qué es lo que sentimos, respondiendo a la pregunta ¿Qué
siento exactamente? ¿Ira, enfado, disgusto…? Y hay que hacerlo desde la sinceridad.

Porque la primera fase para poder gestionar la emoción sería identificarla. Es fácil reconocer
emociones, las vemos en los demás. Lo que las hace complejas es el hecho de que suelen producirse
varias a la vez. Podríamos decir: “me siento infeliz”, pero, ¿qué quieres decir realmente? ¿Estás: triste,
enfadado, avergonzado, celoso, te sientes culpable…? ¿Cuál responde a tu sentimiento?
Llega entonces el segundo paso inevitable e imprescindible. Solo cuando identifiques esas emociones
podrás profundizar, analizar y tomar decisiones al respecto. Separar e identificar las emociones me
permite saber lo que siento, aprender a conocerme mejor y, partiendo de esta base, afrontar de una
forma más eficaz mis retos. En definitiva, a gestionar las emociones de una manera eficiente.
“Si no controlas tus habilidades emocionales, si no tienes consciencia de ti mismo, si no eres capaz
de controlar tus emociones estresantes, si no puedes tener empatía y relaciones efectivas, entonces
no importa lo inteligente que seas, no vas a llegar muy lejos.” -Daniel Goleman-
Si nos enseñaran desde la infancia a identificar y gestionar las emociones, la vida sería más fácil. Si no
tuvimos la suerte de que nos lo enseñaran siendo niños, ahora es el momento de empezar.
Expresar las emociones negativas de vez en cuando no es perder la razón. Porque enfadarse, decir
"basta, hasta aquí he llegado" también es saludable.
Gestionando Mis Emociones
OBJETIVO DE ENSEÑANZA: Facilitar en los participantes el desarrollo de herramientas que les permitan
identificar, comprender y canalizar emociones de manera consciente, con el fin de fortalecer sus
relaciones empresariales, sociales y personales.
El estudiante estará en capacidad de identificar y canalizar las emociones que dificulten las relaciones
consigo mismo y con los demás, utilizando herramientas de Programación Neurolingüística.
• Se da cuenta de la emoción, que lo afecta negativamente y hace lectura corporal de sus cambios
fisiológicos, teniendo en cuenta los componentes de la emoción.
• Reflexiona sobre los pensamientos y sentimientos, que surgen a partir del evento o situación
problema, tomando en cuenta las herramientas trabajadas en inteligencia emocional.
• Gestiona las herramientas PNL, que le permiten modificar su expresión corporal, fisiológica y sus
pensamientos, en situaciones críticas.
Reflexionar individualmente desde el marco de la Inteligencia Emocional, además permitir una primera
aproximación inicial a los diferentes campos que constituyen la IE.
Se realiza una retroalimentación sobre los resultados obtenidos en el cuestionario, y se invita a tomar
la decisión de mejorar esos aspectos en que se evidencia debilidad. LUEGO SE ENTREGA UNA VEJIGA A
CADA PARTICIPANTE PARA QUE DIBUJE LA EMOCION QUE ESTE SINTIENDO EN ESE MOMENTO, SE ELIJE
ALGUNOS PARA QUE EXPLIQUEN SU EMOCION.
Una emoción es la interacción de los pensamientos con las sensaciones físicas; para muchas personas
significan miedo, ya que no saben cómo manejar las emociones, y optan por estrategias, como
distraerse con otras actividades, para no hacer frente al problema.
“Si una espina me hiere, me aparto de la espina… pero no la aborrezco”.
-Amado Nervo-

Las emociones son valiosas, ya que ofrecen una recompensa, siempre y cuando seamos capaces de
hacerles frente de manera efectiva, ya que podemos aprender mucho sobre nosotros mismos y sobre
nuestras necesidades, porque ayudan a conectar con los demás y conseguir grandes logros, como por
ejemplo saber manejar el estrés, ya que esas personas tendrán sistemas inmunes sanos, que no se
enferman con tanta frecuencia, y tendrán relaciones mucho más saludables.
Cómo identificar las emociones
Para identificar las emociones, lo primero que se ha de hacer, es conocer lo que se está sintiendo, y
elegir entre cuatro emociones básicas: ira, tristeza, felicidad y ansiedad.
Si tienes pensamientos sobre el futuro y sobre lo que puede salir mal, con sensaciones físicas, como
latidos acelerados del corazón, músculos apretados y mandíbula apretada, debes de preguntarte a qué
le tienes miedo. Es una emoción relacionada con la ansiedad.
Con pensamientos negativos sobre el pasado, y sensación de cansancio y pesadez, con posibilidad de
llorar y dificultad para concentrarte, debes de preguntarte qué has perdido. Es una emoción
relacionada con la tristeza.
Una persona inteligente emocionalmente posee las siguientes habilidades: identifica sus
emociones, usa las emociones, entiende sus emociones y regula las emociones.
Con pensamientos que se centran en cómo tú o tus valores han sido atacados, y con sensaciones físicas
similares a la ansiedad, aceleración del corazón y opresión en el cuerpo, pregúntate cómo has sido
atacado, tú y tus valores. Es una emoción relacionada con la ira.
Si tienes pensamientos que se centran en lo que has ganado, y posees sensaciones de calma, siendo
posible que rías, pregúntate qué has ganado. Es una emoción relacionada con la felicidad.
Cómo manejar las emociones
Cuando hayas reconocido y comprendido tus propias emociones, así como la de tus oponentes, debes
de tener en cuenta los siguientes aspectos, para aprender a manejar las emociones:
Trata de determinar y de entender el origen de los sentimientos, ya sea en tus respuestas o en la de tu
oponente.
Habla de tus sentimientos y de los de tu oponente; no trates de negarlos o reprimirlos, habla
directamente de lo que estás sintiendo en ese momento.
Expresa tus sentimientos de una manera no conflictiva, mediante el uso de mensajes, como “me siento
enojado porque….“, en vez de “Tú me hiciste enojar por….”.; explica tus sentimientos sin acusar a nadie,
porque si eliges el segundo mensaje, centrarás la culpa en el oponente, haciendo que de una respuesta
defensiva u hostil.
Reconoce los sentimientos de tu oponente como legítimos, ya que son tan reales y válidos como los
tuyos; además es una manera de liberar esos sentimientos, para ocuparse de las cuestiones de fondo..
No reacciones a los estallidos emocionales, trata de controlar tus sentimientos; debes de escuchar y
entender la fuerza de los sentimientos de quien habla, pero no reacciones emocionalmente a los tuyos,
ya que es probable que haya una escalada de emociones y, por consiguiente un conflicto en su
conjunto.
Trata de mantener la calma, y si es necesario abandona temporalmente la habitación, para pensar y
calmarte, y así planificar una respuesta eficaz, en lugar de reaccionar de forma automática, que puede
hacer que la situación empeore.
“No hay situaciones desesperadas, solo hay personas que se desesperan en determinadas
situaciones”.
-Proverbio Tibetano-.
Usa gestos simbólicos, como disculpas, e incluso apretones de manos, ya que pueden ser muy útiles
para expresar respeto y desactivar las emociones negativas.
En conflictos altamente emocionales, elige un mecanismo de resolución de conflictos, que trate
directamente con lo que estás sintiendo como los procesos de diálogo.
Ahora que ya sabes manejar las emociones, sabrás mantener la calma y no reaccionar sin control ante
una situación que te haga sentir mal, atacado o dolido. Esto te permitirá gozar de un mayor bienestar
y sentirte mucho mejor contigo mismo.
Cuando mantienes tu resentimiento hacia otra persona, estás amarrado a esa persona o a esa
situación, por un vínculo emocional que es más fuerte que el acero. Perdonar es la única forma de
disolver ese vínculo y lograr la libertad. Catherine Ponder
CARTA A QUIEN ME LASTIMO
Te escribo esta carta a ti, aunque nunca la leas. Me hiciste daño, mucho daño. En la naturaleza no existe
la justicia y yo sigo sufriendo. Pero hoy me he dado cuenta que de alguna forma tengo que sacar de
dentro de mí el profundo pesar que siento y eso es lo que voy a hacer.
Desconfío del rencor porque no es un buen amigo, por eso no lo quiero conmigo. Además el rencor nos
lleva a sentir miedo y es precisamente lo que necesito que desaparezca. No es que te tema, es que
tengo miedo a revivir mi sufrimiento y a volver a caer en el mismo error.
Por eso he decidido que tengo que afrontarlo, ponerme frente a frente a tu persona y a todo lo que tú
significas; sea en mi mente o no, y hacerme valer. Si reduzco este miedo conseguiré reducir todos los
demás.
Yo te quería y confiaba en ti, ¿sabes? En realidad no pedía nada extraordinario pero si lo hubiese sabido
no hubiese permitido que me dañaras. No voy a olvidar nunca lo insoportable que es este dolor ni lo
mucho que me ha enseñado. Al fin y al cabo te tengo que dar las gracias por algo.
He aprendido que no puedes darle a alguien algo que no quiere recibir. Te permitiste el lujo de
dejármelo demasiado claro; tanto como lo importante que es saber lo que es malo en tu vida y te está
consumiendo.
Pues sí, me he dado cuenta de que eras tan perjudicial para mí que me has impedido avanzar durante
mucho tiempo.
Como alguien dijo alguna vez el verdadero odio es el desinterés, y el asesinato perfecto es el olvido. No
pienso arrojar una piedra hacia arriba, pues lo más probable es que caiga en mi cabeza. Desde luego
que no aportaría felicidad, sino que sumaría miseria a mi vida sin contemplación.
Dicen que sangrar no duele, que es placentero, que es como si te disolvieras en aceite y respiraras muy
hondo. Lo mismo pasa con el dolor en el alma, de alguna forma te anestesia y no eres consciente de lo
que está suponiendo para ti hasta que es demasiado tarde.
Quizás estoy escribiendo estas líneas con lágrimas de sangre y de puro dolor pero estoy cogiendo el
mando y haciéndome con el timón porque he llegado a tiempo de ir más allá y superar lo que tú
provocaste en mí. He de decirte que escribo esto porque detrás de mi coraje existe una gran tristeza,
una infinita humillación y una delicada decepción. Siento que camino por encima de un volcán mientras
mi vida pende de un hilo, por lo que tengo que soltar el lastre que supone cargar con lo que tú
ocasionaste en mi interior.
Necesito muy poco para estar bien pero es por eso que tengo que sacar de dentro de mí todo este
dolor. A partir de hoy no te guardo rencor ni ira ni rabia, no quiero cosas innecesarias en mi corazón.
Toda experiencia dolorosa encierra dentro una gran semilla de crecimiento y liberación.
La realidad es que hoy me pregunté si podía hacer algo valioso, entonces decidí escribir esto. Esta carta
no es por ti, es por mí, porque necesito liberar de mi espalda tu carga. Me he parado a pensar en que
no quiero nada negativo en mi vida y me he dado cuenta de que ahí estás tú y todo lo que hiciste, así
como la forma en la que me haces sentir.
Me he percatado de que reflexionar sobre ti es el mayor acto de amor propio que puedo llevar a
cabo. Hoy puedo decir que me estás haciendo un favor porque ahora más que nunca me quiero y sé
que no quiero hacer de mi cuerpo la tumba de mi alma, que puedo afrontar todo lo que hay en mi
interior. No hay que tener miedo a vivir porque todo consiste en reaprender a hacerlo.
5 HERIDAS DE LA INFANCIA QUE DAÑAN HASTA LA ADULTEZ
Los problemas vividos en la infancia dejan heridas emocionales que vaticinan cómo será nuestra calidad
de vida cuando seamos adultos. Además, estos pueden influir significativamente en como nuestros
niños de hoy actuarán mañana y en como nosotros, por otro lado, afrontaremos las adversidades.
Así, de alguna forma, a partir de estas 5 heridas emocionales o experiencias dolorosas de la infancia,
conformaremos una parte de nuestra personalidad. Veamos a continuación cuáles son nuestras heridas
definidas por Lisa Bourbeau….
1- El miedo al abandono
La soledad es el peor enemigo de quien vivió el abandono en su infancia. Habrá una constante vigilancia
hacia esta carencia, lo que ocasionará que quien la haya padecido abandone a sus parejas y a sus
proyectos de forma temprana, por temor a ser ella la abandonada. Sería algo así como “te dejo antes
de que tú me dejes a mí”, “nadie me apoya, no estoy dispuesto a soportar esto”, “si te vas, no
vuelvas…”.
Las personas que han tenido las heridas emocionales del abandono en la infancia, tendrán que trabajar
su miedo a la soledad, su temor a ser rechazadas y las barreras invisibles al contacto físico. La herida
causada por el abandono no es fácil de curar. Así, tú mismo serás consciente de que ha comenzado a
cicatrizar cuando el temor a los momentos de soledad desaparezca y en ellos empiece a fluir un diálogo
interior positivo y esperanzador.
2- El miedo al rechazo
El miedo al rechazo es una de las heridas emocionales más profundas, pues implica el rechazo de
nuestro interior. Con interior nos referimos a nuestras vivencias, a nuestros pensamientos y a nuestros
sentimientos.
En su aparición pueden influir múltiples factores, tales como el rechazo de los progenitores, de la familia
o de los iguales. Genera pensamientos de rechazo, de no ser deseado y de descalificación hacia uno
mismo. La persona que padece de miedo al rechazo no se siente merecedora de afecto ni de
comprensión y se aísla en su vacío interior. Es probable que, si hemos sufrido esto en nuestra infancia,
seamos personas huidizas. Por lo que debemos de trabajar nuestros temores, nuestros miedos internos
y esas situaciones que nos generan pánico.
Si es tu caso, ocúpate de tu lugar, de arriesgar y de tomar decisiones por ti mismo. Cada vez te molestará
menos que la gente se aleje y no te tomarás como algo personal que se olviden de ti en algún momento.
3- La humillación
Esta herida se genera cuando en su momento sentimos que los demás nos desaprueban y nos critican.
Podemos generar estos problemas en nuestros niños diciéndoles que son torpes, malos o unos pesados,
así como aireando sus problemas ante los demás; esto destruye la autoestima infantil. Las heridas
emocionales de la humillación generan con frecuencia una personalidad dependiente. Además,
podemos haber aprendido a ser “tiranos” y egoístas como un mecanismo de defensa, e incluso a
humillar a los demás como escudo protector.
Haber sufrido este tipo de experiencias requiere que trabajemos nuestra independencia, nuestra
libertad, la comprensión de nuestras necesidades y temores, así como nuestras prioridades.
4- La traición o el miedo a confiar
Surge cuando el niño se ha sentido traicionado por alguno de sus padres principalmente, no cumpliendo
sus promesas. Esto genera una desconfianza que se puede transformar en envidia y otros sentimientos
negativos, por no sentirse merecedor de lo prometido y de lo que otros tienen.
Haber padecido una traición en la infancia construye personas controladoras y que quieren tenerlo
todo atado y reatado. Si has padecido estos problemas en la infancia, es probable que sientas la
necesidad de ejercer cierto control sobre los demás, lo que frecuentemente se justifica con un carácter
fuerte.
Estas personas suelen confirmar sus errores por su forma de actuar. Sanar las heridas emocionales de
la traición requiere trabajar la paciencia, la tolerancia y el saber vivir, así como aprender a estar solo y
a delegar responsabilidades.
5- La injusticia
La injusticia como herida emocional se origina en un entorno en el que los cuidadores principales son
fríos y autoritarios. En la infancia, una exigencia en demasía y que sobrepase los límites generará
sentimientos de ineficacia y de inutilidad, tanto en la niñez como en la edad adulta.
Las consecuencias directas de la injusticia en la conducta de quien lo padece será la rigidez, pues estas
personas intentan ser muy importantes y adquirir un gran poder. Además, es probable se haya creado
un fanatismo por el orden y el perfeccionismo, así como la incapacidad para tomar decisiones con
seguridad.
Requiere trabajar la desconfianza y la rigidez mental, generando la mayor flexibilidad posible y
permitiéndose confiar en los demás.
Ahora que ya conocemos las cinco heridas del alma que pueden afectar a nuestro bienestar, a nuestra
salud y a nuestra capacidad para desarrollarnos como personas, podemos comenzar a sanarlas.

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