Вы находитесь на странице: 1из 6

I

***

En primer lugar, Vicente Lecuna perfila el radio de acción de su trabajo. Su interés radica en el
"tipo de fenómenos culturales impuros" que, advierte, afectan de manera transversal el canon
literario y el sistema cultural latinoamericano.

***

Habrá que preguntarnos: ¿qué es un fenómeno cultural impuro? Me parece, honestamente, que
se refiere a lo que Canclini señala como el resultado de los procesos de hibridación cultural.

***

Ante la presencia de estos procesos de interculturalidad: ¿cuál es el papel del intelectual en estas
sociedades? Lecuna parece responder esta interrogante cuando señala que estamos ante "un
probable
cambio del paradigma intelectual que por fin marca serias diferencias con respecto a la renovación
ocurrida a finales de los años sesenta y que se prolongó por veinte años."

***

A su vez, Lecuna describe -desde la individualidad- parte de la cotidianidad de la clase media


venezolana, que se puede confundir con lo kitsh, pero que también se puede describir como una
"percepción desencajada" de nuestra realidad, debido a los múltiples procesos de hibridación
fruto de lo que podemos llamar conquista cultural producto de la victoria neoliberal en nuestras
naciones. Podemos irnos, en materia literaria, a una novela titulada La ciudad vencida, de Yeniter
Poleo, para dar fe de esta aseveración.

***

Volviendo con el tema del papel del intelectual en nuestras sociedades. Lecuna es revelador al
decir lo siguiente: "Tengo la sensación de que la generación
anterior, aunque formuló una gran colección moderna de novelas,
de discursos, de éxitos y revoluciones con un entusiasmo que hoy
día no existe como tal, ha dejado una gran herida. Y esa es, entonces, una de las marcas más o
menos esenciales de mi generación." La metáfora de la herida, me parece, es magistral para
describir el supuesto fracaso de los escritores posboom ante la sombra enorme de GGM, MVLL o
Cortázar, por ejemplo. Hay escritores, en mi opinión, que están casi o a la altura de estos, en
materia estética: Tomás Eloy Martínez, Roberto Bolaño, Fernando Vallejo (aunque a éste no le
interesaría ocupar ese rol del intelectual), Bryce Echenique...
***

En realidad, podríamos creer que el fracaso del ideal del intelectual se deba al mismo fracaso de
los procesos revolucionarios en el siglo XX. Lecuna escribe que es "un fracaso que se hace visible
en la poderosa y desgarradora situación de la deuda externa en los ochenta, el
fracaso de los sandinistas (y con ellos de toda una corriente política
que con la significativa excepción de Chiapas, también ha fracasado), el éxito del neoliberalismo en
general, el Tratado de Libre
Comercio en particular, el período especial en Cuba, la desarticulación de los estados nacionales
en favor de las corporaciones transnacionales, y el "escaso brillo" de la narrativa del posboom".

***

Páginas más adelante, luego de pormenorizar algunos aspectos históricos, Lecuna plantea dos
cuestionamos que me parecen vitales:

1.

¿Cómo se puede

pensar una manera más crítica de realizar la labor intelectual, sin

que ello implique meramente una actualización del conocimiento

a las circunstancias actuales o una simple adecuación que sólo

pretenda mantener el privilegio?

2.

¿Cómo evitar la tradicional posibilidad exclusiva de ver, a través de la bruma, el mapa de la nueva

formación social y cultural de Latinoamérica sin que eso repercuta

negativamente en políticas que ya han sido ensayadas y que han

fracasado?

Hablamos de una renovación teórica, a mi parecer. Pero también de una renovación en el campo
de la metodología, de la praxis intelectual. Aquí Lecuna, ante estos cuestionamientos, nos da una
respuesta primigenia: "¿Por qué, por
ejemplo, las figuras intelectuales más importantes de los años sesenta y setenta fueron escritores
(novelistas) y críticos literarios
mientras que las figuras intelectuales de los ochenta y noventa parecen ser sociólogos y
especialistas en medios de masa?". Podríamos responder lo siguiente, por añadidura: porque al
escritor o intelectual del boom lo apadrinó el aparato ideológico de la revolución socialista. Y al
sociólogo o especialista en medios de masa el aparato neoliberal, que necesita de un tecnócrata
moldeado por su lógica, su discurso y sus intereses. El intelectual, el escritor latinoamericano, si es
honesto con su oficio, pareciera tener que alinearse -al menos en los 70, 80 y 90- con movimientos
progresistas. Quizás esto explica el porqué a GGM le otorgan el político premio Nobel en los años
80 y a MVLL en el 2010.

***

"¿Se relaciona esto con un criterio de eficiencia que estaría convirtiéndose en


central en la región? Es decir: ¿acaso los científicos sociales producen un conocimiento más
práctico que aquella nebulosa narrativa de los intelectuales del boom, a la hora de elaborar
programas y
políticas culturales? ¿Qué posibilidades se pierden y cuáles se ganan?" El primer cuestionamo
pareciera tener una respuesta evidente. Lo interesante de este particular es la segunda pregunta.
Y podríamos decir que todas pierden. Y que sólo algunas ganan. El panorama, visto así, es
desolador. Es el reino de la tecnocracia, donde el economista es casi un Sacerdote.

***

Consecuentemente, Lecuna aclara que su trabajo tiene el siguiente objetivo:

"Lo que pretendo, para decirlo de una vez, es apuntar con mi


trabajo hacia la intolerancia necesaria con respecto a la situación
intelectual latinoamericana actual, y contribuir a la discusión sobre
la labor del intelectual en relación a las vertientes políticas y económicas que actualmente
sacuden al continente desde adentro y
desde afuera." Esto no quiere decir, según el autor, que plantea regresar los privilegios a los
escritores / intelectuales de los sesenta. Para finalizar este primer capítulo, Lecuna se propone
analizar lo que es el boom y el posboom, como una reinterpretación de los valores propios del
intelectual, visto desde la óptica de los estudios subalternos para tratar de comprender los
procesos de hibridación que acompañaron al triunfo del neoliberalismo en Latinoamérica.

II

***

Lecuna, al iniciar el segundo capítulo, se plantea hacer una revisión del fenómeno boom.

1. Dice que no tiene ni un principio ni un final claro.

2. Coincide con los "tiempos del

desarrollismo, el mejor momento de Cuba, la explosión del Mayo

francés, la matanza de Tlatelolco, etc."


3. Habla del boom y del protoboom, siguiendo a Donoso. Es decir, de escritores que van en
primera fila y escritores que irían en segunda fila, aunque hayan escrito antes de los 60. También
del grueso del boom y del boom junior, novísimos o posboom. Por último, considera una categoría
menor llamada sub-boom.

4. Sugiere que el gran ideólogo del boom fue la revolución cubana. Hablamos de "un fenómeno
lleno de contradicciones estilísticas, un fenómeno difícil de evaluar no sólo por lo reciente sino

sobretodo por lo diverso, heterogéneo y conflictivo."

5. El epicentro del boom fue la novela y no otro género literario.

6. Fue un fenómeno editorial que permitió dar vida al protoboom. Consecuencias realistas
mágicas, podríamos decir, que la literatura de los sesenta haya "revivido" o "descubierto" la de
décadas anteriores en Latinoamérica.

7. Se apropió de lenguajes y técnicas narrativas de vanguardia, experimentadas con anterioridad


en EEUU. Faulkner o Hemingway, por ejemplo.

***

Lecuna considera este punto fundamental:

"la novela refundaría el lenguaje y la historia latinoamericanas, daría nuevas palabras, nuevos
mitos y la posibilidad, en
fin, de un futuro mejor, sino que concretamente existía una dominante cultural que suponía que la
rebelión contra los sistemas sociales seudodemocráticos y dictatoriales se podía dar desde la
literatura; que la literatura y la novela específicamente podrían generar un cambio en la praxis
vital, de acuerdo con uno de los sueños
vanguardistas, conformándose en el brazo literario de la revolución".

***

¿Fue el boom, entonces, en materia política, un movimiento de carácter ególatra, pretencioso en


sus supuestos como praxis política?

***

Posboom

"En términos generales el panorama político y


cultural de la región se hizo borroso, perdió la claridad que iluminaba a los intelectuales de los
años sesenta. Los regímenes de seguridad nacional empujarían, con mayor vigor que antes, a
muchos
intelectuales al exilio, a la cárcel y/o a la muerte. Los nuevos escritores que surgen en esta
situación, además, no contaron con el
apoyo y la difusión del boom. Eran otros tiempos: el desarrollismo
ya marcaba sus límites, la vanguardia acusaba su fracaso o sus
problemas y se avecinaba la crisis de la deuda externa que terminaría de echar por el suelo el
sueño de los sesenta." Se puede creer que el triunfo de los proyectos neoliberales marcaron el
declive de la figura del intelectual. El caso Padilla. La crisis de los misiles. El bloqueo
norteamericano. También puede creerse que al ser una característica común de estos narradores
de los setenta u ochenta, el no emprender proyectos totalizantes, aunado al hecho de que las
casas editoriales reeditan sin cesar a los autores del boom y del protoboom, hizo que estos
narradores no tuvieran el éxito comercial, distinto al estético, que sus predecesores.

***

"La hipótesis sería,

entonces, que la novela del posboom fue incapaz de representar un

fracaso, con un ímpetu similar al del boom a la hora de representar


el impulso desarrollista de los sesenta." ¿Habrá de considerarse que el efecto disolvente de la
literatura del posboom fue el no encontrar su tema? ¿Acaso no supo adaptarse al fracaso de la
revolución cubana? ¿Al triunfo de los que, más adelante, declararon el fin de la historia?

***

"Aquella narrativa
fundacional, total, social, tan atenta a un tipo de lenguaje en el
que colapsaba la vanguardia europea con los intereses locales, expresada en un espacio en
expansión como el boom ideológico y
editorial de los sesenta, se ha transformado en una narrativa de
problemáticas individuales, parciales y de minorías, sin abandonar
del todo la tradición cultural del boom. Se podría trazar un arco
que iría desde la explosión ideológica del boom, pasando por el
fracaso de esas pretensiones, hasta la narrativa desencantada y desconfiada del posboom." Me
atrevería a decir que la novísima narrativa venezolana es profundamente sujeto-céntrica. Es decir,
sus conflictos, sus dramas, son los del individuo ante el sistema imperante. Sánchez Rugeles,
Blanco Calderón, Méndez Guédez, Payares, Urriola, Fleján, Vegas quizás...

***

¿Acaso se
puede proponer el colapso del boom como el quiebre de la posibilidad de integrar el arte a la vida,
dándole a éste una posición de
privilegio, con el fracaso del sueño y de la provocación de la vanguardia con las limitaciones de la
nueva mitología que escribía?
¿Y acaso no se puede conectar al posboom con la constatación de
esa imposibilidad y con ejercicio repetido, como tic nervioso, de
una fe perdida?, concluye Lecuna.

Вам также может понравиться