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Tu recuerdo y yo por acm2099

Resumen:
Seis años después de la guerra, Draco vive atrapado por un recuerdo. ¿Podrá
perdonar y rehacer su vida?
El destino siempre nos tiene deparadas distintas sorpresas.
Epilogo capítulo 28

Categorías: Harry Potter Personajes: Draco Malfoy, Harry Potter, Neville Longbottom,
Original, Remus J Lupin, Severus Snape
Géneros: Drama, Romance
Advertencias: Chan=Adulto/Menor, Mpreg=Embarazo Masculino
Desafíos: Ninguno
Series: Ninguno
Capítulos: 28 Completo: Sí Palabras: 115910 Lecturas: 74754 Publicado: 08/10/10
Actualizado: 27/07/11

1. Capítulo 1 Esta noche por acm2099

2. Capítulo 2 Amor eterno por acm2099

3. Capítulo 3 Hasta que te conocí por acm2099

4. Capítulo 4 Cobardía por acm2099

5. Capítulo 5 Al final por acm2099

6. Capítulo 6 La media vuelta por acm2099

7. Capítulo 7 Volcán por acm2099

8. Capítulo 8 Marioneta por acm2099

9. Capítulo 9 Cien años por acm2099

10. Capítulo 10 Tú o yo por acm2099

11. Capítulo 11 Si tu amor no vuelve por acm2099

12. Capítulo 12 A veces fui por acm2099

13. Capítulo 13 Soy por acm2099

14. Capítulo 14 Derecho de antigüedad por acm2099


15. Capítulo 15 Fielmente por acm2099

16. Capítulo 16 Sigue soñando por acm2099

17. Capítulo 17 Ayuda por acm2099

18. Capítulo 18 Sueño adolescente. por acm2099

19. Capítulo 19 Tomando riesgos. por acm2099

20. Capítulo 20 Hey, alma gemela por acm2099

21. Capítulo 21 Usted no sabe por acm2099

22. Capítulo 22 Mientes por acm2099

23. Capítulo 23 Sentimientos por acm2099

24. Capítulo 24 ¡Hey! por acm2099

25. Capítulo 25 Vencido por acm2099

26. Capítulo 26 Que te vaya bonito por acm2099

27. Capítulo 27 Excepciones por acm2099

28. Capítulo 28 por acm2099

Capítulo 1 Esta noche por acm2099


Notas del autor:

No se vayan si leer la notas finales. Por favor ^^

Caminaba despacio y casi taciturno. Nunca había estado muy de acuerdo con esa forma de
cerrar los tratos. Sin embargo, para Ryan era de lo más normal terminar un trato y
festejarlo en algún putiferio. No importaba que el negocio fuera con muggles o con magos.
Siempre encontraba el lugar perfecto para hacer fiesta.

Aunque fuera en el mismísimo Estado Unidos de Norte América. Para ser más precisos en
las Vegas, Nevada. No era la primera vez que estaban en las E.U, ni en las Vegas. Más allá
de los Casinos y las noches de fiesta, aquel lugar era excelente para sus negocios.
Salieron de la iluminación, casi cegante de los Casinos y Hoteles, para caminar por unos
callejones. Ryan había sugerido llegar a pie y tenía toda la razón. Era preferible estacionar
su Jaguar XF en las iluminadas aceras de la calle Strip. Aunque el lugar al que iban se
encontrará a escaso metros de tan emblemática calle. Era raro saber que ha espaldas de
aquella concurrida urbe, llena de finos lugares y hoteles de lujo; había más de un
prostíbulo, en donde los selectos hombres de negocios y turistas embriagados, podían
descargar sus preocupaciones.

—Aquí es.

Vio la sonrisa casi depredadora de Ryan Smith. De inmediato, vinieron a su mente


imágenes del día que lo conoció. Estaba presentando sus EXTASIS en Australia. Después
de que la guerra finalizara –todos los que podían –decidieron irse. Alejarse lo más que
alcanzaran de Londres. De Inglaterra y de todo aquello que podía traerles recuerdos de:
Muerta, pérdidas y sufrimiento. Australia, le sonó un lugar genial. Con un buen clima y un
alto nivel para su especialidad. Además, lo llamaba el mar y lo pacifico que podía lucir un
sitio en el que nadie lo conociera.

El IMABF (Institute of Magical and Botanical Fauna), era un lugar tranquilo que se erguía
como un gran templo vegetal. Justo detrás del Zoológico Taronga, en Sídney. Aun
recordaba el sonido de las olas al golpear con la piedra del edificio. Nunca hubo nada más
pacifico que aquel lugar.

Una tarde, Ryan se cruzo en su caminó y le preguntó si era ingles. Él asintió y sin querer, se
enfrascaron en una conversación, sobre lo lucrativo que sería vender plantas mágicas a los
muggles y a los magos. Ryan Smith se convirtió en un amigo después de esa tarde. Más
adelante, le contaría que se acerco a él con la intención de ligar. El americano estaba
alucinado con sus historias de la guerra. Pero jamás lo obligaba a hablar de ella. Siempre
escuchaba con atención cualquier parte que él quisiera contarle.

Cuando aprobaron, él no tenía intenciones de regresar a Inglaterra y Ryan llegó de nuevo


con sus revolucionarias ideas. Los dos tenían el conocimiento. Pero él, tenía el dinero para
empezar con el negocio. Se trasladaron a Irlanda. Y ahora ambos, hacían dinero a
mansalva, gracias a esas ideas.
Ryan era un hombre interesante. Un americano, con gran visión para los negocios y un
exclusivo gusto por la fiesta. Tenía bastante suerte entre las mujeres y no era para menos.
Un hombre de piel oscura, unos increíbles ojos celestes y una perfecta sonrisa. Además,
sabía seducir.

La carcajada del otro hombre que los acompañaba, lo sacó de sus recuerdos. Jeremy Moore,
un muggle con el que habían cerrado una venta millonaria, justo hace un par de horas. Ryan
había hecho los arreglos como siempre. Él sólo le dio el visto bueno. Moore, era un hombre
de unos 40 años, con buen porte, casado y con tres hijos. Le sorprendía un poco ver como
ese hombre estaba, tan expectante por ir a aquel prostíbulo. Pero le fue más sorprenderte,
que el mismo hombre, sugiriera ir a ese lugar.

Al entrar, encontró un sitio oscuro. Donde, seguramente ya los esperaban. De inmediato les
dieron una mesa. Se podían ver, perfectamente a las mujeres que bailaban y se enredaban,
de forma provocativa, sobre un tubo metálico. La música era estridente y sensual. Todo
tenía una sensación de estar viciado. Pasó su vista por todas partes. No sólo había chicas;
puedo observar a chicos contoneándose por ahí. Le sorprendió, de forma desagradable, ver
que muchos de los chicos y chicas eran demasiado jóvenes. Incluso menores. Se removió
un poco inquieto; esos lugares eran los peores.

Moore susurro algo al oído de Ryan. Se puso de pie y caminó hasta la barra, que estaba en
el fondo del lugar y después regresó, con una sonrisita que se le antojo muy pervertida.
Definitivamente, eso no estaba bien. Un minuto después, apareció un mesero con una
botella de whisky.

—La primera copa, es por el negocio y porque hoy, por fin lograré algo que he deseado
desde hace mucho –Moore sonaba más emocionado por lo segundo –A pesar de que tuve
que pagar cinco mil dólares; no me arrepiento. Esta noche señores, me follaré al tío más
caliente que he conocido. Debe tener su edad; pero es hermoso.

Ryan no debió escuchar nada, porque estaba perdido viendo una rubia de grandes tetas, que
se le acercaba coqueta. Sin embargo, él si oyó todo el discurso de Moore y eso lo hacía
sentirse asqueado. Nadie debía comprar a alguien así. Fueran lo que fueran, eran personas
las que trabajan ahí y se merecían un poco de respeto. Tan sólo, por la propia dignidad
humana.
— ¿Viene a menudo?

La pregunta había sonado desinteresada; pero no fue así. Estaba casi seguro, que esa sería
la última ocasión en la que harían negocios con aquel muggle.

—No, la verdad es que no mucho. Pero desde que descubrí a ese chico, este lugar es uno de
mis favoritos. Él no es un prostituto, para nada. Era el cantinero; pero al parecer le urge el
dinero y no podía desaprovechar esta oportunidad ¿ustedes entienden? Además, hoy tengo
mis métodos para que se me entregue sin reservas –le mostro una diminuta bolsa con un
polvo blanco.

Hizo una mueca, que intentó reprimir. No, en realidad no entendía; pero tampoco podía
hacer mucho. Sólo tener en la cabeza, jamás hacer algún negocio con una persona como
Moore. Era un hombre casado, con tres hijos y con aspecto bonachón, a pesar de ser un
hombre fornido. Seguro era una referente en su sociedad. Cuando él lo conoció, fue amable
e impecable en su trato. Sin embargo, no era más que un pervertido de tantos.

Una hermosa chica, de cabello trigueño, largas piernas y de piel bronceada, caminó hasta
ellos. Con una diminuta falda y un top, aun más inexistente. Se sentó en sus piernas,
sonriéndole. Volteo para ver como Ryan perdía una de sus manos, en la minúscula blusa de
la rubia. Moore apuraba su trago. Seguramente esperando a que lo llamaran, para poder
partir al pobre diablo que había comprado.

La chica pareció darse cuenta de que no causaba efecto en él. Se puso de pie, susurrándole
un: Lastima, eres guapo.

No creyó que pasará más de un minuto; cuando ya tenía a un chico, de cabello castaño y
con unas lentillas de irises violeta, sentado en sus piernas. Moore enmarco una ceja y él
sólo se encogió en hombros. El chico le susurro sin más:
—Llévame tú. El tipo de la barra me da miedo.

Volteo un poco y observo al tipo. No parecía diferente a nadie, tal vez un poco extraño. Iba
vestido de negro, llevaba unos lentes de pasta gruesa y un portafolios. Sin embargo, algo le
decía que los temores del chico eran fundados.

Legeremancia.

Algo muy útil. Harry había hecho que todos los miembros de la Orden aprendieran. A él le
había costado noches de desvelo y persecuciones al Profesor Snape, cuando éste se aparecía
por el cuartel. Horas y horas, durante tres meses para pulirse…–hasta que un día, consiguió
atrapar los recuerdos de la primera vez de Hermione con Ron. Ese día se sintió satisfecho.
Tal vez no era el mejor; pero un muggle no sería difícil de leer.

Se concentro y pudo ver que el hombre de la barra no tenía nada de común. Gustaba de los
juegos rudos. Le pagaba a sus parejas, le gustaban los amarres y, no era precisamente de las
personas que se detuvieran, cuando decían que no. En el portafolios guardaba un látigo,
unas cuerdas y tenía la intención de practicar la asfixia erótica. Aunque, no le importaba
mucho, si tenía éxito o no.

Rompió en contacto y envolvió al chico con sus brazos. Le dio un ligero beso en el cuello.
De reojo, miro como el hombre de la barra hablaba ofuscado con el encargado. Sin
embargo, él sabía que no dirían nada. Hoy, ellos eran los clientes distinguidos. Los
hombres de negocios.

—Señor Moore – la voz de una de las chicas llegó hasta ellos –ya lo están esperando y creo
que sus amigos estarán más cómodos en otro lugar. ¿Me siguen?
Moore fue el primero en ponerse de pie. Ryan aun tenía las manos entre la blusa de la rubia,
sonrió. Se puso de pie, dispuesto a seguir la faena. Él, en cambio, no tenía intenciones de
tener sexo con nadie. Se levanto lentamente, junto con el chico castaño. Sortearon todas las
mesas y entraron por una puerta que conducía a un pasillo tapizado de un rojo intenso.
Estaba completamente iluminado. Moore iba a la cabeza. Vio como el hombre se perdía en
una puerta. Ryan en la puerta de enfrente y a él, le dieron orden de entrar en la puerta a lado
de la de Moore.

Una vez cerrada la puerta, el chico castaño se abalanzó a sus labios; pero él lo detuvo
sujetándole de los hombros.

— ¿No te gusto? –preguntó un poco extrañado el chico.


—No es eso –caminó por el cuarto pintado de morado. Con una enorme cama y, sabanas
satinadas, color morado. Un espejo en el techo y un cuadro en la cabecera, que mostraba a
dos mujeres desnudas, tocándose. Se sentó en un sillón que estaba frente la cama, suspirado
pesadamente -¿cuál es tu nombre?
—Azul –el chico sonrió y subió en horcajadas sobre él.
—Tu verdadero nombre –el chico sonrió. Pasó sus manos por su cuello, acariciando
distraídamente, sus ásperas mejillas.
—Brian.
— ¿Qué edad tienes Brian?
—18 –el chico empezó a lamer su cuello.
—Tu verdadera edad –alejo al chico, quien rodo los ojos.
—17.

Por primera vez durante esa noche, observo al chico. Traía unos pantalones de cuero,
negros. Una camisa, que se le pegaba completamente al cuerpo, de color blanca. Sus ojos
violetas, estaban delineados y tenía las facciones angelicales. En definitiva era un cliché.
Pero un cliché, muy atractivo.
— ¿Desde cuándo?
—Empecé a los 15. Me escapé de mi casa, porque mis padres me golpeaban. Estuve un
tiempo de aquí para allá. Hasta que encontré este lugar. No vamos a tener sexo ¿verdad? –el
chico había sonado casi desilusionado.
—Nop. No lo tendremos –Brian suspiro. Le dio un ligero beso en los labios y acomodó su
cabeza en su pecho.
—Es una lástima. Eras muy guapo. Hombres como tú, no son muy comunes por aquí. Eres
del estilo Edward –el chico suspiro.
— ¿Edward? –acaricio distraídamente la espalda del chico.
—Sí, Edward. Pretty Woman. Richard Gere. Definitivamente, eres el tipo que saca a
alguien que le guste de esto. Pensé que hoy, sería mi día de suerte –sonrió un poco y abrazo
al chico –bueno, por lo menos no eres un idiota, como el de la barra. O un estúpido,
pervertido como Moore. Pobre Draco, la que debe estar pasando ahora.

Draco…

La sola mención de ese nombre, hizo que tensara. No podía ser el mismo Draco que él
conocía.

— ¿Draco?

—Sí, Malfoy. Es el chico por el que pagó Moore. Es nuestro cantinero; pero tiene muy
enfermo a su hijo y nadie resiste un cañonazo de cinco mil dólares en esas condiciones.
Moore jugó bien sus cartas. Espero hasta que estuviera desesperado. Ese, es un hijo de puta,
en toda la extensión de la palabra. Además de un bruto. La primera vez que me follo, me
mando al hospital. Tuvieron que suturarme.

Algo en su interior hizo, "clic". En definitiva, si podía ser el mismo Draco y más si era
Malfoy. Se puso de pie. Estaba tenso, como resorte, sorprendió a Brian. Sacó mil dólares de
su billetera y se los dio al chico.
—Esto es mucho dinero –le dijo. Pero él ya había salido de la habitación y se dirigió a la
contigua.

No lo escuchó ningún ruido en el pasillo. Se encontró de frente con la puerta marcada con
el numero 13. Pensó en un Alohomora; pero estaban en un establecimiento muggle y lo que
menos quería era llamar la atención de las autoridades mágicas. La puerta era de madera y
se veía muy débil. Con un hombro arremetió contra ella y de inmediato se abrió,
sorprendiendo a Moore, que estaba forcejando con el rubio. Intentaba hacerlo beber una
copa.

— ¿Qué demonios te pasa? –gruño Moore.


—… –Observo al rubio. Definitivamente, si era Draco Malfoy. Moore se separo del rubio y
lo encaro.
—Vete de aquí –Moore tenso los músculos y lo veía fijamente.
—Me voy con él –señalo a Draco y Moore sonrió.

Se abalanzó sobre él, con intensión de propinarle un golpe. Lucha cuerpo a cuerpo. Otra de
las cosas en las que Harry había insistido durante la guerra y que a él le había parecido
magnifica. De hecho, fue de los que más disfruto y aprendió. Hasta hoy nadie había podido
derribarlo. Moore, no fue la excepción. Con el antebrazo detuvo el golpe y estrello su puño
derecho en el estomago de Moore y lo remato con un golpe directo a la quijada.

El hombre cayó estrepitosamente al suelo, doliéndose. Draco aprovecho ese momento para
recomponerse. Le parecía muy familiar el hombre que estaba frente a él. Casi podía
asegurar quien era. Aunque ya no fuera para nada, la imagen que conservaba en sus
recuerdos. Tomó su abrigo y salió caminando. Sintió que lo tomaron del brazo para girarlo.
—Malfoy. Necesitamos hablar…

Draco no dijo nada. Se soltó del agarre y salió lo más rápido que pudo. Lo siguió, casi
corriendo. Una chica se le lanzo a sus brazos y él la aparto la forma más delicada que pudo.
Pero esa distracción fue suficiente para perder al rubio de vista. Salió del local, miro para
ambos lados. Todo estaba desierto. Draco Malfoy había desaparecido sin más.

Escuchó la puerta del local abrirse. Ryan estaba a su lado, abrochándose la camisa y con el
saco colgado del antebrazo.

— ¿Estás bien? Armaste un lio en los privados. Moore cree que vas a querer deshacer el
negocio. Me dijo que si tanto querías al rubio, por él no habría problema y que siente
mucho haberte levantado la mano. Que sólo quería alardear enfrente de… -Ryan puso una
mano en su hombro –Neville ¿estás bien?
—Era Draco Malfoy… Malfoy ¿entiendes? –dio media vuelta pero Ryan lo detuvo.
—No creo que sea buena idea regresar. Hoy, no podrás hacer investigaciones. Ya di una
buena propina por todos los… inconvenientes que causamos. Pero si empezamos a
preguntar, no seremos bienvenidos. Es mejor que regresemos al hotel. Necesitamos tomar
algo para calmarnos.

Observaba distraídamente, como las luces se reflejaban sobre el lago artificial. El agua de la
fuente subía y baja, casi de forma rítmica. Por la calle Flamingo vio a varias personas
caminar. Parejas que, seguramente festejaban su triunfo en Casino del Bellagio. La ciudad
estaba iluminada e imponente. Tan viva.

Tomó un trago de su copa. Sintió como el Brandy quemaba un poco en su garganta. Cerró
los ojos y, sin querer vinieron a su mente, aquellas imágenes que nunca lo abandonaban.
En forma de vistazos:
Observó a Hagrid llegar con el cuerpo de Harry entre sus brazos. Sintió el calor asfixiante
del sobrero Seleccionador. Casi podía palpar la empuñadura de la espada del Gryffindor
entre sus dedos. Pudo sentir su rostro bañado de la sangre de Nagini y después… después…

Sus ojos se cerraron aun más. Apretó su copa de Brandy. Su mente reprodujo con exactitud,
el recuerdo que marcaría para siempre su vida:

Lucius Malfoy lanzaba hechizos. Derribó a dos Aurores antes de llegar a él. El cuerpo de
Nagini, partido en dos toco el suelo, cuando ya tenía a Lucius apuntándole. Tomó la
muñeca del Mortífago, apartando la varita. Golpeo con fuerza en el estomago del mayor, a
nivel del diafragma. Sabía que ese tipo de golpe hacia que su contrincante perdiera el aire.
Lucius cayó, quiso lanzarle un Desmaius; pero Malfoy fue más rápido y rodó por el suelo.
Apunto su varita de nuevo y él supo perfectamente cuál sería la maldición. Sin embargo,
fue su turno para ser rápido. Sin pensarlo, lo dijo:

—Avada Kedavra.

El rayo verde salió de su varita e impacto justo en el pecho de Lucius Malfoy. Observó
como los ojos grises perdían ese brillo y altivez. Pudo sentir en sus venas la desgracia de
extinguir la vida de otro ser humano.
La copa que sostenía se rompió en pedazos, haciendo pequeños cortes en su mano derecha.
Abrió los ojos, el agua de la fuente tenía un color rojo, debido a las luces que se mostraban
en ese momento. Se percato de que respiraba entrecortadamente. Aun tenía presente la
sensación de haber lanzado esa maldición.

—Neville –Ryan toco su brazo y volteo a verlo – ¡Por Merlín! Mira como te dejaste la
mano ¿otra vez tu recuerdo de la guerra? Han pasado cuatro años –dejó que su amigo le
quitara la copa; pero retiró la mano cuando quiso curarla.
—Yo lo mate…
—Neville, hemos hablado cientos de veces de lo mismo. Era tu vida o la suya. No tuviste
opción –Ryan intentó tomar de nuevo la mano lastimada; pero Neville hizo un amago y se
la retiro.
—Él era un padre, un esposo… -la mano de Neville goteaba sangre, que se estrellaba en el
inmaculado piso blanco.
—Era un Mortífago. Si tú no lo hubieras matado, habría terminado condenado.
Seguramente al beso. A mi ver, le hiciste un favor –Neville cerró los puños, provocando
que su mano derecha doliera.
—Si lo hubiera dejado vivo, habría tenido un juicio. El Wizengamot le hubiera dado un
castigo para todos sus crímenes. No tenía derecho a ejecutarlo por mi mano… Dejé
huérfano a Malfoy. Me convertí en un asesino.
—Era una guerra. No tuviste opción. Potter tampoco la tuvo –Neville soltó un suspiro.
Miro fijamente a su amigo.

Después de la llegada de los Mortífagos a Hogwarts, Draco Malfoy había desaparecido.


Algunos creyeron que había muerto. Otros, que había huido al extranjero junto con su
amigo Zabini. Cuando la guerra se desato por fin; nadie pensó en el menor de los Malfoy.
El conflicto duro dos años y no fue hasta que terminó, que las gentes del Ministerio
recordaron que había un Malfoy por ahí. Esperaron un año, para que reclamara lo que por
derecho le pertenecía. Al no suceder, el Ministerio embargo todo lo que un día fue de
Lucius Malfoy. Él siempre estuvo pendiente, esperando la aparición del rubio. Para poder
pedirle perdón.

Ahora, cuatro años después, se encontraba con Draco Malfoy. Tenía un hijo; pero ¿con
quién? O lo que era peor ¿de quién?
Se lo debía. Tenía que saber en qué condiciones se encontraba Draco Malfoy. No podía
continuar con su vida como si nada. Por alguna razón, Malfoy había terminado en aquel
lugar. De todas las ciudades de E.U, estaba en las Vegas. Siendo un cantinero y, obligado
por las circunstancias a vender su cuerpo. Él no podía permitir eso…

—Habla con Sarah. Dile que cambie mi Traslador –murmuro con voz firme.
—Ya lo hice, Jefe. Ser tu amigo desde hace cuatro años, me da cierto nivel de
conocimientos sobre ti. Imaginé que no dejarías esta ciudad hasta saber que hacía Malfoy
aquí y viendo así.
—Tiene un hijo –Ryan elevo su ceja izquierda. En un claro gesto de asombro –Las
Vegas… -suspiro, negado. Como si no creyera nada –La jodida ciudad está tan lejos de sus
estándares. El país entero está lejos de lo que Malfoy consideraba… Tal vez, Francia,
Noruega. Hasta Groenlandia; pero ¿Estados Unidos? Y sobre todo, las Vegas. Tal vez
Nueva York…

Ryan asintió. Sin embargo, no se le hizo muy raro que Malfoy buscara un lugar tan lejos de
“casa” — ¿Crees que el hijo sea…

— ¿De él? –Ryan se encogió en hombros y Neville supo a lo que se refería –Mi abuela
decía que los Malfoy eran los últimos pure-blood con ese poder mágico. Incluso algunos
decían que Lucius Malfoy fue el gestante de Draco. Pero eso era falso –suspiro cansino
Aunque, no me importa en lo absoluto. Sólo quiero…
—Librarte de la culpa.
—Cumplir. Me tengo que quitar esta pena que traigo en el alma.

Ryan convoco el botiquín desde el baño. Sacó un par de vendas y agua oxigenada. Neville
le tendió la mano herida. Lavo con el agua, mirado fijamente como su amigo suprimía
cualquier molestia. Limpió con unas gazas y vendo la mano. Esas heridas no eran nada,
comparadas con las que su amigo tenía en el alma.

Limpió todo con un pase de varita y luego fue hacia el bar de la habitación. Tomó una
botella de Brandy y se sentó en el sofá. Neville observo todos los movimientos de Ryan,
hasta que llego la sofa. Lo alcanzo y se tomó de golpe la copa que le ofrecía. Ambos sabían
que esa noche ahogarían sus penas en aquella botella.

Tómate esta botella conmigo


Y en el último trago nos vamos.
Nada me han enseñado los años.
Siempre caigo en los mismos errores.
Otra vez a brindar con extraños

Y a llorar por los mismos errores.

Notas finales:

¿Qué tal? Bueno, la historia está inspirada en una plática que mantuve con Dark. Y
para ella va dedicada, con todo mi cariño. También quiero dedicársela a Bruxia. A
quién mando un abrazote, hasta Madrid.

Además de las dedicatorias y agradecimientos. Les quiero hacer una invitación para
un evento magnifico. Un BigBang de Harry Potter. En palabras de mí querida
PerlitaNegra:

¿Qué es el Big Bang?

Nuestro Big Bang es una comunidad de Livejournal que se dedica a organizar una
masiva explosión de fanwork en el fandom de HP en más o menos 5 meses.
Estamos organizando un festival de Harry Potter en español, para conmemorar el
final de las películas. Escritores se dedicarán a crear las historias más maravillosas y
los artistas les pondrán vida con sus obras.

Inscripciones para Artistas y Autores comienzan el 1 de noviembre, ¡ATENTOS!

¿Cómo puedo participar?

* Puedes ser autor y las historias tendrán un mínimo de 15000 palabras, todo lo que se
permite escribir, puedes trabajar en dos historias, etc. Tendrás cinco meses para
completar tu fanfic.

* Puedes ser artista y hacer fanmix, fanart, wallpapers, iconos...o cualquier pieza de
arte que se te ocurra del o los fanfic que elijas.

* Puedes ofrecerte para cheerleaders y beta.

No puedo encontrar mejores palabras, que las Perlita para promocionar el evento.
Les digo de todo corazón, que si son fanáticas de Harry Potter, deben participar en él.
Les dejo el link:

http://community.livejournal.com/hpbigbang_es/

Cualquier duda o pregunta, con toda confianza, háganmela. Si alguien quien me lea;
pero no comente quiere saber del evento. Escriban en mi LJ o contáctenme por medio
de la pagina. En serio vale mucho la pena. Igual, les pido que si son miembro de
alguna comunidad, un foro o algo así; hagan publicidad del evento. Esto es un
esfuerzo de personas del LJ y no están afiliadas a una gran comunidad.

La mejor forma de obtener resultas, es comunicando de boca en boca, el evento.

Bien, pues no les quito más su tiempo. Espero que me regalen un comentario. Mil
gracias por leerme y en especial, por tomarse un segundo de su tiempo y comentar.
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Capítulo 2 Amor eterno por acm2099
Notas del autor:
Con el regreso de mí querida SH me siento más que feliz. No se vayan sin leer las
notas finales por favor ^^

Severus se encontraba en su despacho. La víspera de las fiestas de Los Caídos le crispaba


los nervios. Sentía que había fallado. En esos seis años, no había podido dar con el paradero
de Draco. Le había prometido a Narcissa cuidar de él y falló miserablemente. La guerra, la
maldita guerra había acabado con todo.
El Ministerio se había quedado con lo que un día había pertenecido a los Malfoy y él sólo
pudo presenciar aquello. Su vida, en esos seis años, no había cambiado en nada. Aun vivía
en el mismo lugar. Trabajaba en Hogwarts como Maestro de Pociones. Al final, le había
tomado cariño a la asignatura y sabía que nadie podría darle un poco de sabiduría a esos
mocosos en el arte de las Pociones más que él.

Para los demás, él seguía siendo el mismo. Un hombre frio, inexpresivo y distante. Pero
tenía grabado en el alma el gran pesar de no saber nada de su ahijado. De ese chico que
quería como un hijo. Un suspiro salió de sus labios.
Un “plop” lo hizo recomponerse un poco.

—Amo, el Profesor Lupin solicita verlo.

Observó a la criatura que se había aparecido frente a él. Sully, era una Elfina de la Mansión
Malfoy. Fue liberada por el Ministerio cuando se apoderaron de ella, pero la criatura dijo
que había servido durante generaciones a la Familia Malfoy y que no se iría. El Misterio le
hizo ver que ya no existían Malfoy’s a los que servir. Pero la criatura ignoró eso. Siendo
libre, se apareció en el lumbral de su casa. Le dijo que él era lo más cercano a un miembro
de la Familia Malfoy. Que se quedaría con él hasta el amo Draco apareciera. Porque ella
sabía que algún día su amo regresaría.

Severus pensó en ignorar a la criatura, pero después vinieron a su mente imágenes de


Narcissa dándole indicaciones. Tal vez, aquella miserable criatura, era lo último que podría
tener de su amiga. Entonces la dejó servirle. Se aclaró la garganta y miró fijamente a la
criatura.

—Gracias Sully.
Salió del despacho poniendo su acostumbrada mueca de indiferencia. Lupin lo esperaba
sentado en un mullido sofá. Al verlo, se puso de pie y le sonrió.

Remus Lupin había cambiado mucho desde la guerra. La muerte de Greyback había roto la
maldición y Lupin dejó su condición de licántropo. Recuperó su puesto como Profesor de
DCAO y se hacía cargo de su hijo. Desafortunadamente, Nymphadora Tonks había muerto
en la batalla final, dejando huérfano a Ted Lupin. Desde ese momento, el ex licántropo se
dedicaba en cuerpo y alma a su crianza.

—Lupin —saludó de forma cortante.


—Severus —Ensanchó la sonrisa y le mostró un sobre. Visiblemente, podía distinguir que
era una invitación—. Para el día de los caídos. Como cada año en Grimmauld Place —
Severus hizo una mueca de desprecio—. La guerra terminó Severus y no es bueno que estés
tan solo.
—No creo que a nadie le importe como me encuentro Lupin. Yo no participé en esa lucha
por recibir una Orden de Merlín o para ir a fiestas anules. La mayoría de los Mortífagos que
murieron fueron mis amigos. Eligieron un lado equivocado, pero no me enorgullezco de su
muerte y tampoco tengo porque halagar a gente que me consideraba escoria.
—Albus jamás te consideró escoria. Te quiso como un hijo —Severus se tensó, pero no
perdió su máscara fría.
—Tengo mis cariños y prefiero recordarlos en privado —Remus colocó sus manos
alrededor de las de Severus. Sus ojos miel parecían brillar más de lo normal.
—Soy tu amigo Severus. Quieras o no, la lucha nos volvió amigos y me preocupas. Sé que
estás intranquilo por Draco —Severus intentó zafarse del agarre, pero Remus se lo
impidió—. Mira, no tienes que ir a esa fiesta, pero puedes ir a visitarme a la casa de
Andrómeda. Ella estaría feliz de verte. Sabe que fuiste un gran amigo de su hermana y
puedes ver a Teddy. Ya cumplió 5 años y es toda una calamidad. ¿Qué dices? —Severus
estuvo a punto de negarse pero Lupin continuó—. Puedes molestarme. Decir que era un
estúpido merodeador y esas cosas que tanto te gustan como ser ácido e hiriente.

Severus bajó la cabeza por un segundo, luego miró la sonrisa de Lupin.


—Está bien. Algún día me pasaré por tu casa para saludar —Remus negó divertido.
—Nop. Mañana vendré por ti para que nos acompañes a cenar —dijo Lupin, soltando por
fin sus manos.
— ¿Por qué haces esto, Lupin?
—Porque soy tu amigo, ya te lo dije. Y somos de los pocos que quedan de nuestra
generación —dijo apresumbrado—. Sé que no me porté muy bien contigo en el Colegio
pero ya te he pedido disculpas. Todos nos merecemos una segunda oportunidad ¿no crees?
—Ya, ya Lupin. No te pongas melancólico. Sería muy desagradable verte llorar —Hubo
unos segundos de silencio. Sully apareció con el servicio de té y ellos se sentaron— ¿Has
visto a Potter? —preguntó por educación. Sabía que el tema Potter era del agrado de Lupin.
—Oh, sí. Justo ayer estuve con él. Esta muy bien. Aunque siempre tiene un dejo de
melancolía. Como si extrañara… No sé —Severus se encogió en hombros.
—Tal vez extraña a Voldemort —empezó—. Quizá se volvió un suicida y quiere que un
nuevo Señor oscuro ataque su vida. Por algo se convirtió en Auror y sigue siendo el héroe
de acción que la comunidad mágica esperaba —agregó con cinismo.
—No me engañas. Sé que lo quieres —Severus hizo una mueca de desprecio—. Sólo me
gustaría que encontrara con quien ser feliz.
—Por lo que se lee en las revistas del corazón, el querido Héroe también piensa lo mismo
que tú y ha estado buscando con quien “ser feliz” —ironizó con maestría—. Creo que con
ese fin se ha follado a media humanidad —Fue el turno de Remus para hacer una mueca.
—Sólo está intentando vivir. Algo que todos deberíamos de hacer —Severus sonrió.
—Pues debería limitar un poco su forma de “vivir”. En un par de años, sólo le quedaran las
cucarachas para follar.

Remus intentó ignorar el último comentario. Prefirió cambiar el tema de conversación, pero
no pudo quitarse de la cabeza que Severus tenía cierta razón. Harry llevaba una vida vacía y
eso le hacía preocuparse. No quería que Harry continuara así.

*
Harry observaba la decoración del jardín. Grimmauld Place resplandecía como cada año.
La Mansión hacía mucho que no era el viejo caserón que recibió como herencia. Ahora era
una lujosa mansión en la que daban ganas habitar. Él se sentía feliz viviendo ahí.
Pero como cada año, no tenía pareja para esa ocasión. No podía compartir con cualquiera
una fiesta tan intima. Él sabía cómo eran los finales de esas celebraciones. Terminaba
borracho y yendo al Soho. Entraba al primer bar gay que veía y se follaba hasta la
extenuación al primer hombre que se le acercara, intentando revivir caricias muertas.

—Hey hermano ¿todo bien?


—Sí, Ron. Lo siento, me perdí. ¿Qué me decían chicos? —Ron regresó su mirada a
Hermione. Ella se encogió en hombros y decidió repetir lo que había dicho.
—Te dije que Dean y Ginny llegaban hoy. Quieren hablar contigo de expandir el negocio y
¡oh! –Hermione hizo una mueca de dolor y se llevo la mano al vientre. Tanto Ron como
Harry se acercaron a ella.
— ¿Estás bien, cariño? —Le preguntó Ron preocupado. Hermione tomó su mano derecha y
la puso en el vientre. Weasley resplandeció—. Es… él…ella —Hermione lo besó y Harry
sonrió.

Ron acercó una de las manos de Harry y la colocó en el vientre de su esposa. Sintió al bebe
de su amigo moverse.

—Queremos que seas su padrino.

Harry retiró su mano lentamente y boqueó. Sus amigos habían pasado tanto y siempre
estuvieron con él. Era su primer hijo. Sonrió ante la mirada de Hermione.

—Claro. Sería un honor ser su padrino.


Un hijo…

Una voz llegó desde sus recuerdos. Una voz que todos esos años había intentado ignorar,
acallar o enterrar, en lo más profundo de su mente:

—Voy a tener un hijo tuyo…

Fue un susurro en su cabeza. Pero seguía helando su ser. Seria… podría ser que él. No, no.
Durante esos años se había convencido que todo aquello era una treta. Un vil y cruel
engaño. No podía ser verdad, no debía ser verdad. Porque la opción de la verdad era tan
pesada… Tan injusta. Como él lo fue en aquel momento.

Severus pensó que Lupin bromeaba cuando le dijo que al siguiente día iría por él para
llevarlo a la casa de Andrómeda Tonks. Sin embargo, el valor era algo que los Gryffindor’s
tenían de sobra. Tal vez, ese era el motivo por el cual se encontraba sentado en el cómodo
sofá de la hermana de Cissy y con el hijo de Lupin, dibujando un dragón, apoyado en la
mesa de centro. Severus se preguntaba donde se habían metido los otros mayores. Bueno, la
Señora Tonks fue por el té y Lupin… Lupin, era un desgraciado que se había desaparecido,
diciéndole que le tenía un regalo importante.
Bufó, merodeador de mierda.

— ¿Tú eres amigo de mi papá? —Severus observó extrañado al niño de pelo azuloso que
no despegaba la vista del pergamino.
—Eh… Sí.
—Mi papá nunca había invitado a ningún amigo —Severus se removió, un poco incomodo
con la situación.
—Oh… pues… —Antes de que pudiera decir algo coherente. Teddy levantó la vista del
pergamino.
—Tienes una nariz muy… —Rara, fea, horrible. Pensó Severus— bonita. Nada común.
Dicen que cuando sea mayor, podré manejar mis poderes como mamá lo hacía. Tal vez
pueda tener una nariz como la tuya.
—Ah… —Era la primera vez que un niño lo dejaba sin palabras. Claro, tenía que ser el hijo
del estúpido de Lupin.
— ¿A qué casa fuiste? —El niño siguió con su dibujo.
—Fui a Slytherin.
—Ah… las serpientes. Sería cool estar en esa casa. Pero creo que a papá le daría un infarto.
Él quiere que sea un Gryffindor, pero no me lo dice.
—Oh… —Severus cada segundo se sentía más incomodo.

Volteó hacia el pasillo donde había desaparecido Andrómeda y casi suelta un suspiro de
alivio cuando la vio llegar con el servicio de té, levitando detrás de ella. Lo coloco en la
mesita y Severus de inmediato tomó una taza y apuro un trago de té, quemándose la lengua
en el proceso. Pero prefería eso ha seguir conversando con el hijo de Lupin. Lo ponía muy
nervioso.

Remus apareció un tiempo después. Traía en las manos dos cajas que se veían empolvadas.
Él mismo se veía lleno de polvo, pero tenía una sonrisilla esperanzadora que tanto vio, en
algunos momentos, de la guerra. Abrió una de las cajas y sacó algo que parecía un libro.
Andrómeda le hizo espacio a Remus en el sofá, moviéndose a otro sillón. Remus abrió el
libro y Severus observó una fotografía de Narcissa, que tenía en los brazos a un niño…
Draco.

—Rescaté esto de la Mansión Malfoy. Pensé que te gustaría tenerlo.


Severus no dijo nada. Siguió viendo el álbum. La mayoría eran fotografías de Narcissa y
Draco. Ése álbum había sido seleccionado especialmente. Una imagen en especial, le hizo
sentir infinitamente agradecido, con el hombre que estaba sentando a su lado. Narcissa
ponía en sus brazos a Draco y ambos volteaban a la cámara. Esa era de las pocas imágenes
que había de Severus sonriendo abiertamente.

Ese día Cissy le había dicho que lo quería para padrino de Draco. Lucius era la persona que
estaba tomando la fotografía. Severus sintió unas terribles ganas de que Lucius Malfoy
estuviera vivo para poder gritarle en su cara que él era el culpable de haber acabado con su
familia. Que eligió el mal camino. El peor camino. Sólo pensó en él, en los beneficios que
significaría para él que Voldemort ascendiera al poder. Sintió la rabia extenderse por su
cuerpo. Rabia, porque Lucius estaba muerto y no podía reclamarle. Rabia, de no ser
suficiente para encontrar a Draco. Y rabia, porque el destino le había robado la única
familia que conoció.

Remus pareció entender que algo andaba mal. Abrió la siguiente caja y Severus noto que
estaba llena de fotografías sueltas. Había un escudo de Gryffindor y cosas varias. Parecían
que eran los recuerdos de Lupin.

—Toma —Le tendió una fotografía—. Las mujeres de tu vida.

Severus observó en la fotografía a Narcissa y Lily. Cada una con sus uniformes de
Hogwarts. Posaban para la cámara con unas bellas sonrisas. Francas y maravillosas, como
eran ellas.

— ¿Dónde?
— ¿Recuerdas que Dumbledore organizó un torneo de Ajedrez mágico? —Severus no
recordaba—. Lily estaba en segundo año y jugó contra Narcissa. Narcissa la venció. Les
tomaron esta fotografía al finalizar el encuentro.
—Oh…
—Pues, es mi regalo.
—Yo… ellas no… Ósea a mi ellas no…
—Ya hombre. Sé que tú no… —Remus elevo las cejas. Un gesto que se le antojo divertido
al Profesor de Pociones—. Pero no puedes negar que esas mujeres marcaron tu vida.

Severus acarició con sus yemas las facciones de las dos mujeres en la fotografía. Cerró los
ojos y los abrió para mirar a Remus Lupin en una muda muestra de agradecimiento.

La luz empezaba a filtrarse por las nubes mostrando que un nuevo día se descubría ante sus
ojos. Todavía no había gente cruzando de un lugar a otro por la concurrida calle Strip. Ryan
seguía tendido en el sofá. Así terminó unas horas antes, cuando la botella de Brandy ya no
dio para más.

Pero él no había dormido. Le sucedía comúnmente cuando recordaba la noche de la batalla


final. Simplemente no podía cerrar los ojos sin ver la imagen de Lucius Malfoy perdiendo
todo atisbo de vida. Además, estaba Draco. El encuentro con el rubio lo tenía intranquilo.
Debía investigar donde vivía. Hablar con él, convencerle de que aceptara su protección.

Los gruñidos lastimeros de Ryan lo hicieron voltear para observarlo. Su amigo se frotaba la
cara con las manos, de forma afanosa.

—¡¡Diablos!! La cabeza me da vueltas —Neville dibujó una semi sonrisa en su rostro.


—La poción están en la mesa —Ryan tomó el vial sin pensarlo, bebiendo rápidamente su
contenido.
—Tú te ves tan fresco. Jodido Longbottom suertudo. Nunca tienes resaca —Neville se
encogió de hombros —. No descansaste nada ¿verdad?
—No. Tal vez a eso se deba que nunca tengo resaca. Ryan… —El moreno se puso pie.
Cerró y abrió los ojos, como intentando enfocar.
—No, no, no Boss. No haremos ningún tipo de investigación hasta que los dos nos demos
una ducha, vayamos a desayunar algo y nos demos una vuelta por el Casino —Neville
intentaba protestar—. Nada, nada. Toma en cuenta que esos lugares abren muy tarde. No
creo que encontremos ha nadie ahí en las próximas horas. Así que si me permites, iré a mi
habitación a darme un baño y tú deberías hacer lo mismo.

Neville suspiró. Sabía que Ryan tenía razón, pero no podía evitar estar tan malditamente
ansioso. Todavía tenía que pesar en una razón para que el rubio aceptará su ayuda sin
sentirse humillado y todas esas cosas que seguramente Malfoy aun creía. Esperaba que lo
acompañará algo de esa suerte Gryffindor que tanto presumían sus amigos.

Parecía que el dinero no era ningún problema. Justo después del desayuno caminaron por el
Casino. Jugaron Texas Hold’ em y terminaron con cien mil dólares más para su cuenta.
Para las seis de la tarde, Neville estaba insoportable. Necesitaba encontrar la información
que quería. No podía aguantar más. Ryan, algo agobiado, decidió que su amigo ya no
soportaría la incertidumbre. Llegaron hasta al local, está vez en el coche. Bajaron y para su
sorpresa parecía que había personas en el sitio. Un hombre robusto, de casi dos metros fue
quien les abrió.

— ¿Qué quieren? —Les preguntó en tono rabioso.


—Hablar con el encargado.
—Madame Christine está ocupada
—Somos amigos de Jeremy Moore —Lo cortó—. Solamente queremos hablar con ella —
Ryan le mostró un par de billetes y el hombre se hizo a un lado, indicándoles hacia la barra.
En ella estaban sentados, una mujer rubia, con un maquillaje intenso y uno labios rojos y
otra persona. Neville distinguió de inmediato al hombre que hablaba con ella: Jeremy
Moore.
Se acercaron y claramente escucharon a Moore decir: Si no tuve su culo quiero de vuelta mi
dinero. ¿Me lo regresaras tú o tendré que ir a su casa para cobrármelo?

Neville se tenso. Tomó al hombre de los hombros y lo estrelló en una de las paredes del
lugar fulminándolo con la mirada. La rubia se le quedó mirando. Dos hombres de seguridad
se acercaban para separarlos pero la mujer les hizo una señal y se detuvieron. Moore intentó
zafarse y Neville lo volvió a pujar sobre la pared.

—Escúchame bien imbécil. Tú no te acercaras más a Draco Malfoy. El chico está prohibido
para ti. Si intentas algo, por más mínimo que sea, te juro que no quedará ni el recuerdo de ti
—Moore tragó saliva.
—Yo… no… Quiero problemas contigo. Sólo quería mi dinero de vuelta. Es justo si al
final no… —los ojos de Neville se endurecieron. Le dio un fortísimo puñetazo en la cara
haciéndolo caer. Entonces sacó un sobre del interior del bolsillo de su saco.
—Ese es tu dinero. Cinco mil dólares. Ahora, lárgate. No te quiero ver nunca más aquí —
Moore recogió el sobre y salió lo más rápido que pudo.

Neville regresó su vista a la mujer que aun lo observaba sentada en su taburete. Había dos
hombres de seguridad que estaban esperando órdenes y sabía que su amigo estaba a punto
de sacar su varita.

—Lamento el espectáculo señora —La mujer le sonrió.


—Está bien. Ya estaba por correrlo. Es un tipo desagradable y terriblemente irritante. Debo
suponer, que estás interesado en Draco —Neville asintió—. Lamento decirte que no tengo
la costumbre de saber donde viven mis empleados. No te puedo ayudar.
—Pero yo sí —Voltearon. Brian acababa de entrar y observaba a la mujer con algo que
parecía decisión—. Yo puedo llevarlos.
—No, lo siento cariño. Pero si sales tendrán que pagar por ti. Sabes que esto es un negocio
y no hacemos servicio a la comunidad.
—Está bien. ¿Cuánto hay que pagar? —pregunto Ryan adelantándose a Neville.
—Dos mil dólares…
—Eso es injusto Madame. Una salida cuesta sólo…
—No discutas —zanjó Neville. Ryan coló el dinero sobre la barra—. El chico es nuestro
por el resto del día —La mujer les sonrió ladinamente. Tomó el dinero y le sonrió a
Neville.
—Es suyo, ojos bonitos.

Los tres salieron del local. Ryan se adelantó un poco y le abrió la puerta trasera a Neville.
Éste lo miro extrañado pero Ryan le hizo un gesto de que siguiera. Neville se hizo a un lado
y permitió que Brian subiera primero. El chico le daba instrucciones precisas a Ryan. Al
parecer Draco no vivía muy lejos de su lugar de trabajo.

—Aquí es —Les señaló un conjunto de departamentos algo descuidados—. Vive en el


departamento veintitrés —Señaló una puerta que se mostraba en el segundo edificio. Soltó
una risilla que descoloco un poco a Neville.
— ¿Pasa algo? —Le preguntó extrañado.
—No, nada. Sabía que eras del tipo que sacaba a alguien de esta vida. Es una lástima que
no haya sido el afortunado —Suspiró, dándole una mirada a los interiores del Jaguar—.
Además de que eres guapísimo —Neville le sonrió. Acaricio con un pulgar, la mejilla
derecha del chico—. ¿Puedo? —Le susurró el chico.

Neville no le respondió. En cambió se inclinó sobre él y unió sus labios. Lo besó


gentilmente, jugando con sus labios y pasando su lengua de tal forma que los delineaba. El
chico abrió su boca y Neville acarició con la punta de su lengua el paladar. Luego jugueteó
con la lengua del chico para, segundos después, romper el contacto. Brian aun tenía los ojos
cerrados. Los abrió poco a poco—, y besas de fabula. Pero no me arrepiento de no ser yo.
Si alguien se merece salir de esto, ese es Draco.

—Toma —Neville le dio un sobre. Brian lo abrió. Estaba lleno de dinero —, y esto —Le
entregó una de sus tarjetas personales—. Es por si algún día quieres salir de verdad de todo
eso. Yo te voy a ayudar.
—No quiero tu dinero —Quiso regresarle el sobre. Pero Neville lo detuvo y le dio otro
ligero beso en los labios.
—Es para que disfrutes tu tarde libre. Y es cierto lo que te digo. Si algún día quieres salir
de esto, llámame. Te ayudáremos.

Brian le sonrió. Pasó su mano por el pecho de Neville, sintiendo los músculos que estaban
bajo la ropa. Tomó la tarjeta y el dinero. Bajó del coche y de inmediato encontró un taxi. Se
perdió en una de tantas calles. Neville desvió su mirada hacia el Edificio ¿Qué coño
decirle? No tenía ni idea de cómo convencerle…

—Hey Boss —Ryan palmeó su rodilla — ¿Todo bien?


—Sí… sí. Yo…
—Vaya beso que le diste al mocoso. Por un momento me sentí de más en el coche. Ya
sabes que eso de los tríos entre hombres no se me dan —Neville le sonrió ligeramente.
—Lo dice la persona que se me acercó con intención de meterse entre mis pantalones —
Ryan soltó una carcajada.
—Vale, pero sólo porque quería experimentar. Tú sabes bien que corrí en cuanto me
explicaste que era ser bottom.
—Heterosexual inflexible —Neville le sonreía como pocas veces.
— ¿Listo? —Ryan lo sujetó firmemente de la muñeca, en señal de apoyo.
—No —Neville recuperó el aspecto sombrío—. ¿Vamos? —Bajó del coche de inmediato.
— ¿Valor Gryffindor? —Le dijo Ryan a su lado.
—Valor, simplemente valor.

He sufrido tanto tu ausencia.


Desde ese día, hasta hoy no soy feliz
Y aunque tengo tranquila mi conciencia
Sé que pude haber hecho más por ti.

Notas finales:

¿Qué tal? Bueno, estos días han sido fáltales para mí. SH desapareció y no sabía qué
hacer. Esta página es como mi casa. Publico sólo en ella y me sentía muy mal por no
poder acceder. Sin embargo, aquí está de nuevo. Esto, me hizo tomar la decisión de
hacer un esfuerzo y publicar dos capítulos por semana, como lo hice con Aléjate.

Así que a partir de esta semana, las publicaciones serán, lunes y jueves como siempre.
Espero no fallarles. Eso de verdad me molesta mucho. Intentaré ser muy puntual.

Quiero decirles que en esta historia me acompaña una nueva beta, su nombre es:
luxam9. Mí hermosa Bruixa no esta conmigo por asuntos personales. Desde aquí le
mando un abrazote a Madrid. Mil, mil gracias, más que por ser mi beta, por
convertirte en una amiga. Todo mi cariño Bruixa.

Bueno, espero que les guste. Nos vemos el jueves ^^

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Capítulo 3 Hasta que te conocí por acm2099

Cada peldaño de la escalera fue una tortura para él. Ryan a su lado, intentaba infundirle
tranquilidad pero él se sentía desfallecer. La imagen de Lucius Malfoy muriendo era algo
que no podía evitar. Una imagen que siempre tendría impresa en sus recuerdos.
El departamento veintitrés estuvo pronto ante sus ojos antes de si quiera imaginárselo.
Suspiró intentando tranquilizarse pero era imposible. Sus manos sudaban y en ese momento
más que nunca, pensó que le Sombrero Seleccionador se había equivocado. Sí, debió
terminar en Hufflepuff.

—Aquí estamos Chief, ¿quieres que toque? —Los ojos claros de Ryan lo evaluaron.
Neville quería correr pero se contuvo. Era su misión. Tenía que hacerlo… Se lo debía.
—Yo —Se aclaró la voz—. Yo lo haré. Espérame aquí por favor.
Tocó a la puerta sin pensarlo. Casi de inmediato quiso darse de golpes contra ella por
estúpido. Había olvidado qué le diría a Malfoy para que aceptará su ayuda. Sin embargo, ya
no tuvo tiempo de elaborar una mentira coherente. La puerta se abrió y apareció Draco
Malfoy clavando su gris mirada en él.

—Tú… —La voz de Malfoy fue siséate y fría. Neville cerró los ojos y después decidió
componerse. Era un hombre con una misión, y hace mucho tiempo que ya no era el revienta
calderos.
—Malfoy…
—Eras tú... Neville Longbottom. En mi vida me habría imaginado que podrías verte así —
Eso no era un halago y Neville lo sabía muy bien. Las palabras del rubio sonaron más a
completa incredulidad y desconfianza. Los ojos grises se endurecieron aun más y Neville
sintió que le taladraban—. ¿Qué coño quieres aquí?

Los ojos azules zafiro de Neville se dilataron un poco. ¿Qué coño hacía ahí? Pues ese era el
problema. No tenía ni idea de que decirle a Malfoy para que lo aceptara. Sintió la presencia
de Ryan unos metros a su izquierda. Estaba haciendo el ridículo terriblemente. Tal vez
podía decirle: Bueno Malfoy, soy el asesino de tu padre. Prometí cuidarte y por eso estoy
aquí. Pero tal vez, sólo tal vez, eso sonaba muy… drástico. Malfoy estaba a punto de
cerrarle la puerta en la cara. Lo sabía, tenía que decir algo pero nada salía de su cabeza.
Estaba completamente en blanco.

—Papá…

La voz quejumbrosa de un niño se escuchó desde el interior. Malfoy se retiró de inmediato


de la puerta y se dirigió a la habitación de donde había venido el sollozo.

Un niño…
El hijo de Malfoy. Ese niño fue la salvación de Neville quien no desaprovechó la
distracción del rubio y entró al departamento. Parecía ser cierta esa teoría que tenían sobre
los Gryffindor’s. Algo de felix felicis debía de estar diluida en la sangre de los leones.

Observó el pequeño departamento.

Frente a la puerta había un pasillo que llevaba seguramente a los dos dormitorios. A su
izquierda estaba una salita y a la derecha, la cocina y un comedor con dos sillas. A pesar de
ser minúsculo, el lugar estaba ordenado y se llegaba a ver espacioso. Malfoy debía ser un
maníaco de la limpieza.
Caminó lentamente por el pasillo. Al fondo, una puerta estaba abierta y supuso, sería la del
hijo de Malfoy.

Al entrar, encontró al rubio sentado en la cama del pequeño. De inmediato se percató que el
niño no estaba bien. Temblaba y su frente estaba perlada de sudor. Llamaba constantemente
a su padre. Malfoy se veía preocupado y estresado.

Neville se extrañó por un momento. Cuando le abrió la puerta, el rubio se veía como
siempre: Altivo, elitista y sin sentimientos. Sin embargo, ahora se veía abatido, tomando la
mano de su hijo e intentando mitigar el dolor que seguramente sentía.

—Malfoy —preguntó con cautela—. ¿Necesitas ayuda?... ¿Un Sanador? —Malfoy volteó y
lo fulminó con la mirada. Luego, bajó la cabeza y se mordió el labio inferior. Claros gestos
de nerviosismo e incomodidad.

Neville pensó, por un momento que se debía a su presencia. Pero en seguida su cerebro
reaccionó. Malfoy había estado a punto de venderse la noche anterior porque su hijo estaba
enfermo. Pero él había detenido a Moore, por lo tanto el rubio seguramente no tenía dinero
para un Sanador. Ahora entendía porque los elfos domésticos terminaban golpeándose. Él,
justo en ese momento, tenía unas ganas enormes de azotarse.

Sin embargo, prefirió ser útil. Tomó su móvil y sólo tuvo que marcar para que de
inmediato, Ryan entrara al departamento y, a grades zancadas, llegara a su lado.
— ¿Boss? —El rubio, que no se había percatado de sus movimientos, volteó y, si se
sorprendió ante la llegada de Ryan, no lo hizo notar.
—Ve de inmediato por un Sanador. Es urgente —Ryan asintió y sin preguntar, se marchó.
Malfoy intentó replicar pero en la azul mirada de Neville había tanta decisión, que decidió
callarse.

Fue entonces cuando observó a Malfoy con el mismo escrutinio al que fue víctima unos
minutos antes. El rubio seguía delgado y con ese porte aristocrático que siempre lo había
caracterizado. Casi parecía hacerle un favor al departamento viviendo ahí. Llevaba unos
vaqueros, algo desgastados y una camiseta negra sin ningún estampado o marca.

Ryan regresó con el Sanador a los pocos minutos. Un hombre entrado en años, de aspecto
afable y ojos almendrados. El hombre saludó y sin mediar más palabra, removió a Draco de
su sitio y empezó a revisar al niño. Malfoy observaba todo con ojos expectantes. Estaba
nervioso. Casi podía mirarlo morderse la uñas. Se veía preocupado y muerto de terror.
Neville pensó que jamás lo había visto querer a nadie como quería a su hijo.

Los minutos se hicieron insoportables, tanto que parecían una eternidad. El nerviosismo de
Malfoy parecía contagioso y Neville se encontraba igual de preocupado. ¿Y si lo que tenía
era grave? ¿Y si no había cura? Peor aún, ¿Y si era una enfermedad que dejaría secuelas?
El Sanador seguía moviendo la varita alrededor del pequeño cuerpo. Neville calculó que el
niño debía tener, entre cinco y seis años.

El Sanador terminó de lanzar hechizos y soltó un bufido. Neville se tensó y sintió que la
magia de Malfoy se desbordaba. Después, el Sanador sonrió, revolvió el cabello del niño y
se dirigió a ellos con voz tranquila.

—No se preocupen. Tiene un virus. Nada fuera de lo común. Sólo necesita una cuantas
pociones —Les sonrió y se puso de pie—. Bueno…
—Ryan lo llevará a su casa y pagará sus honorarios —El Sanador asintió.
El niño dormía apaciblemente minutos después. Neville empezaba a resentir en sus
músculos el tiempo que tenía de pie. Malfoy estaba contemplando a su hijo y parecía más
tranquilo al verlo respirar sin dificultad.

Neville se recargó en la pared. Aun pensaba en lo que eran los lazos. Ver a Malfoy de padre
era surrealista. Sonrió al imaginar la cara de Ron. Él pensaba que todos los Malfoy’s eran
seres sin alma, incapaces de sentir nada por alguien. Sin embargo, Draco Malfoy era la
prueba viviente de que Ronald Weasley estaba equivocado.

— ¿Quieres un café? —Neville escuchó la pregunta pero creyó haberla imaginado. Cuando
Malfoy volteó a verlo, supo que la pregunta si había sido para él.
—Eh… Sí, claro que sí.

Malfoy se despegó de su hijo, dándole un tierno beso en la frente y antes de cerrar la puerta,
le lanzó una última mirada cargada de pura ternura. Tanta que Neville se estremeció y unos
celos irracionales aparecieron en su ser. A él jamás le dirigieron esas miradas cuando niño.
Sus padres no habían estado con él para quererlo como Malfoy debía querer a su hijo.

Tomó asiento en una de las sillas y observó a Malfoy encender una cafetera. Era tan
extraño ver al sangre pura Draco Malfoy hacer café en un aparato tan prosaicamente
muggle. Fue entonces que su curiosidad se desató. ¿En qué momento terminó así? ¿Por qué
en las Vegas? ¿Por qué con los muggles? Y su hijo… ese niño era el gran misterio.

Malfoy le colocó la taza con humeante café en la mesa. Se sentó frente a él. Ya no había
altivez en su mirada. Sin embargo, si había recelo y tal vez un poco de… agradecimiento.
Neville se sintió inexplicablemente bien. No esperaba que Malfoy le dijera un: Gracias.
Pero esa mirada bastaba.

— ¿Qué es lo que haces aquí en realidad? —Neville clavó sus ojos azules en los grises de
Malfoy. Sabía que ese era el momento para mentir con majestuosidad. A partir de ese
momento, estaba en sus manos que el rubio aceptara o no.
—Tengo un negocio —Malfoy levantó una de sus platinadas cejas. Un signo de que no
entendía qué tenía que ver eso con su pregunta. Neville lo ignoró y siguió—. Ayer que te
encontré en el Heaven fue porque estábamos cerrando un trato con un muggle. Vendemos
plantas tanto normales como mágicas. Ya sabes, la gente está interesada últimamente en las
cosas verdes. Creen que son más sanas y… —Malfoy seguía impasible. Neville carraspeo
un poco—, nos ha ido muy bien. También venimos a entrevistarnos con un experto en
pociones.
— ¿Un experto en pociones, en Estados Unidos? —El rubio soltó la pregunta con
suspicacia, entre cerrando los ojos.
—Sí, raro. Parece que es alemán. Pero no se presentó, así que nos fuimos al Heaven.
Cuando Brian me dijo que eras Draco Malfoy, pues no lo pensé dos veces y…
—Quisiste salvarme de Moore. Como el típico Gryffindor con complejo de héroe medieval
—Neville intentó suprimir la respuesta al comentario mordaz.
—Sí, bueno. Vine a proponerte un negocio. Tú eres un experto en pociones. Eres lo que me
hace falta y me gustaría que trabajaras para mí.
—No pienso regresar a Londres nunca… —Neville no lo dejó continuar.
—No vivo en Londres. Irlanda es donde tengo mi negocio. Viviríamos allá y…
— ¡Por favor Longbottom! —Malfoy levantó la voz y de pronto se volvió fría—. ¿Crees
que de verdad me voy a tragar esto? ¿Qué es lo que haces aquí en realidad? ¿Potter te
mandó? Hace años que hice lo que me pidió. Ahora, en este momento, lo que menos quiero
es saber de él y tampoco le he… —Neville tensó los músculos de su mandíbula y con voz
clara, interrumpió de nuevo a Malfoy.
—No vengo de parte de nadie. Estoy aquí por lo que ya te dije. Hace años que no veo a
Harry. No tengo idea que fue lo que sucedió entre ustedes pero yo no tengo nada que ver —
Malfoy se le quedó mirando con intensidad. Neville instintivamente levantó protecciones
para su mente. Vieja costumbre de guerra.
—Bien, supón que creo las tonterías que me has dicho. ¿Tú que ganas con todo esto?
—Al mejor en pociones.
—Severus Snape era el mejor en pociones —Neville escuchó ese “era” demasiado
anhelante. Tal vez Malfoy no tenía ni idea de lo ocurrido en la guerra.
—El Profesor Snape es el mejor —Casi observó que salía un suspiro del rubio—. Pero
trabaja en Hogwarts y tú eres su aprendiz. El más adelantado —El rubio pareció dibujar una
sonrisa en sus labios, pero la suprimió de inmediato—. Vamos Malfoy, hasta Hermione te
alababa —El rubio vacilaba en su decisión y fue el momento para que Neville apretara un
poco—. Te necesito Malfoy.
La mirada que Malfoy le dio en ese momento la recordaría toda la vida. Por primera vez
había sorprendido a Draco Malfoy. Casi sonríe pero sabía que eso le traería problemas. Se
limitó a regocijarse en su interior. Por fin se sentía como el Neville que era ahora y no
como el revienta calderos que fue. Bendita seas Narcissa Malfoy, donde sea que estés. Fue
su siguiente pensamiento.

—Lo pensaré Longbottom —Neville quería más que eso pero por lo pronto se conformaba
con ello.

Apuró su café y vio a Malfoy pelearse con el sueño. — ¿Por qué te no te vas a descansar
Malfoy? Yo me quedo con tu hijo —El rubio enarcó una ceja—. Oh Malfoy, por favor.
¡Hola! Soy el Gryffindor, héroe medieval y con armadura reluciente.

— ¡Ja, confía en los Gryffindor!


—Bueno, soy el menos Gryffindor de los Gryffindor’s. Vamos Malfoy, te caes de sueño. Si
sigues así no podrás cuidar a tu hijo. Ya oíste al Sanador, tu hijo tardará en recuperarse una
semana.

Malfoy soltó un suspiro y sin más asintió. Tal vez había algo dentro de Longbottom que lo
hacía confiable o tal vez era el hecho de que era la única persona que se veía genuinamente
preocupado por él y por su hijo.

—Bien, pero si Ian despierta, llámame. Dejaré la puerta de mi recámara abierta.

Neville lo miró perderse en pasillo y lo vio entrar a la puerta a lado de la recámara de su


hijo. Sabía que Malfoy podría descansar pero seguramente estaría al pendiente de cada
movimiento que hiciera. El rubio era lo suficientemente desconfiado. Unos minutos
después caminó hasta la recámara del niño.

Se sentó en el borde la cama y observó al niño. Tenía el pelo negro pero igual de sedoso y
hermoso que su padre. Era igual de pálido, con rasgos afilados y aristocráticos. En
definitiva, Ian Malfoy era idéntico a su padre Draco Malfoy. Sólo que el primero tenía el
cabello negro. El pequeño se removió y empezó a susurrar.

—Pa… Papá…

Neville iba a llamar a Malfoy, cuando escuchó algo que terminó con muchas de las dudas
que tenía con respecto al origen de Ian Malfoy.

—Papá… Papá… Harry…

De pronto los parpados del pequeño se abrieron y Neville pudo notar otra diferencia. Los
ojos grises de Ian Malfoy eran los más hermosos que había visto en su vida. Más hermosos
que los de Draco Malfoy. Porque esos pequeños ojos grises, brillaban y eran cálidos.
Maravillosamente cálidos. El niño empezó a sollozar y Neville tomó su mano, acariciando
con el pulgar el dorso de su mano.

—Shhh… Calma Ian. Voy a llamar a tu padre.


— ¿Quién eres? —La voz del pequeño sonaba extrañada y anhelante.
—Un… —Amigo… no. En realidad ni siquiera era un conocido de su padre—. Soy Neville
Longbottom —El chico pareció un poco desilusionado. Pero le sonrió débilmente.
—Neville Logb… Lobtt… Longbtom… —Neville sonrió con los intentos del pequeño para
decir su apellido. El niño estaba sonrojado por la pena. Neville pasó cariñosamente su mano
por el cabello negro del chico.
—Neville está bien, “bright eyes”. ¿Quieres algo? ¿Llamo a tu papá? —El niño negó.
—Agua, por favor.

Draco Malfoy podía ser un patán en toda la extensión de la palabra, pero era un excelente
padre. Ian era un niño educado y muy simpático. Neville le dio un vaso con agua y el
pequeño bebió un par de tragos para después, dejarse caer pesadamente en la cama. Aun se
veía cansado.
—Gracias —Luchaba por tener sus ojos grises abiertos.
—Descansa. Tu padre vendrá en un momento. Por lo pronto espero que no tengas
inconveniente en que yo vele tu sueño —Le sonrió y el niño le correspondió. Poco a poco
fue cerrando los ojos. Hasta que se dejó llevar por el sueño.

Neville tenía una semana para convencer a Draco Malfoy de acompañarlo y no


desperdiciaría la oportunidad. Debía cuidar del rubio y de ese adorable hijo suyo.

La cabeza le dolía terriblemente. Había tomado poción anti resaca pero parecía no hacerle
efecto. A lo lejos escuchaba a Remus, a pasar de tenerlo justo a su lado. La verdad es que
su cabeza estaba en otro lado. Pensando en ese maldito rubio. La típica rutina después del
día de los Caídos. Una resaca monumental, el olor a sexo salvaje y desenfrenado con un
desconocido y luego… Días pensando en el maldito rubio.

—Me gusta cómo se ven las estrellas en Hogwarts. Parecen más brillantes…

Harry lo abrazó por detrás y hundió la cabeza en cuello de Draco, aspirando su aroma,
volviéndose loco en el proceso—. ¿Hasta tu estrella? —Mordió ligeramente la nuca del
rubio, provocando que se estremeciera—. ¿Sabes? No se puede ser más snob que tú. Tienes
tu propia estrella.

Draco sonrió y aprisionó las manos de Harry entre las suyas. —Y tú me tienes a mí.

—Eso es lo mejor de todo —Harry le dio la vuelta, le sonrió y empezó a besarlo.


Aprisionando al rubio entre una de las barandas de la Torre de Astronomía y su cuerpo.
Deslizó su lengua por los labios de Draco, sacándole un suspiro y sin poder evitarlo,
empezó a devorar su boca sin contemplaciones.
—Harry, ¿Qué opinas? —Remus esperó la respuesta. Pero Harry parecía perdido—.
Harry… Harry…

Harry salió de su ensoñación. Aun tenía en sus labios el sabor de ese beso. Uno de los
últimos. Uno de tantos que a pesar de los años venía a torturarle.

—Harry…
—Lo siento Remus. Me perdí. ¿Qué me decías?
—Qué es hora de dejar esa vida. Debes buscar a alguien Harry. Estas muy solo…
—Ya, ¿así como tu deberías dejar en paz al Profesor Snape? —Remus se sonrojó
levemente.
—No estamos hablando de mí Harry —replicó.
—Aléjate de él Remus. Te hará daño. No creo que pueda sentir nada por nadie.
—Eso es cosa mía Harry. Tú deberías perdonarte por lo que sea que le hiciste a Malfoy. Tal
vez así podrías encontrar a alguien y ser feliz —Harry se tensó y Remus sintió la agitación
del moreno—. Harry…
—No quiero hablar de eso Remus.
—Ha…
—Ya te dije que no.
—Vale, vale. Aquí le dejamos.

Harry agradeció internamente que Remus fuera tan prudente. Durante esos años había
hecho velados intentos por saber lo de Malfoy pero cuando Harry se cerraba en banda, él ya
no continuaba. Algo que agradecerse porque Harry creía que jamás estaría listo para hablar
de eso.

*
La semana pasó tan rápido que Neville creyó no lograr convencer al rubio. Sin embargo, se
jugó su última carta cuando le dijo a Malfoy que si aceptaba el trabajo que le proponía,
podría darle una vida digna a Ian. Que su hijo se merecía lo mejor aunque eso viniera de un
estúpido Gryffindor. Después de eso, Malfoy accedió.

Y ahora ya estaban en Kerry, Irlanda. Malfoy observaba la mansión desde el portal. Parecía
bastante sorprendido. Ian a lado de su padre, se veía completamente excitado por el paisaje.
La mansión de tres pisos estaba al fondo del terrero. Neville tuvo que admitir que se veía un
poco imponente rodeada toda de un campo increíblemente verde. Era un lugar enorme, eso
sí.

A unos trescientos metros de la mansión, del lado derecho, se encontraba el enorme


invernadero, donde Ryan y él hacían sus investigaciones. Más allá del invernadero había
hectáreas donde se sembraba casi cualquier cosa que necesitaran para sus negocios. Del
lado izquierdo estaba el garaje donde Neville guardaba sus joyas y a la izquierda de la
mansión, estaban las caballerizas y el resto de la propiedad que consistía en un inmenso
campo verde que terminaba por coincidir con el Río Flesk.

Ryan y él habían pactado contratar Squibs para que se encargaran de los caballos y de
varias cosas del Invernadero. Sin embargo, en la Mansión había uno que otro Elfo
domestico.

Los cuatro caminaron por el camino de piedra caliza que llevaba a la entrada principal de la
mansión. No tuvieron que tocar pues la puerta se abrió frente a ellos. Una chica de una
hermosa cabellera rizada, unos lindos ojos cafés y de piel blanca les invitó a pasar. La chica
era realmente muy bella y Draco pensó que podría ser la novia de Longbottom o de su
socio.

—Hola, adelante, adelante por favor.

Draco observó desde el hall principal, que a su izquierda estaba una inmensa sala con una
chimenea que le daba un toque reconfortante y cálido. El cuadro que estaba sobre la
chimenea era de un unicornio que caminaba en un paisaje oscuro pero resplandecía por su
pelaje blanco. A Draco le recordó un viejo cuento que su madre le decía durante las noches
tenebrosas en la mansión Malfoy. Era un hermoso cuento.

Al lado derecho y al igual que la sala, sin que una pared mediara nada, estaba un comedor
de doce sillas. Draco se preguntó vagamente si recibían muchas visitas.

—Bueno, ¿vamos a comer? —dijo la chica sonriéndole con encanto a Ian, que seguía
deslumbrado con el lugar.

Draco, Ryan e Ian se adelantaron al comedor, mientras la chica se colgaba del brazo de
Neville, dándole un ligero beso en la mejilla. La escucho preguntar:

— ¿Cómo estuvo el viaje?


—Cansado, pero valió la pena.

Por la marca oscura, Draco no podía tomar ningún medio mágico para desplazarse. Si lo
hiciera, daría señales de vida y eso era lo que menos quería. Por ello, Longbottom había
decidido contratar un avión privado que los llevara hasta Irlanda. Ian no dejó de hablar de
lo maravilloso que era desde que despegaron. Draco casi podía besar a Longbottom por
lograr que su hijo sonriera tanto.

Aunque ahora su curiosidad no se saciaba. Quería saber quién era la chica que les abrió la
puerta. Observó a Longbottom sentarse a la cabeza, obviamente. El ex León era el jefe. The
Boss como le decía continuamente su socio. A la izquierda se sentó el dichoso socio y a la
derecha de éste, la chica, cuya presencia, intrigaba al rubio. Él no tuvo de otra y se sentó a
la derecha de Longbottom, junto con su hijo. Para horror de Draco, Ian le dirigía miradas de
adoración al revienta calderos.
—Bueno, ya que éstos —La chica, fulminó a Neville y Ryan—, no nos presentaron, lo haré
yo: Soy Sarah Neal —Draco pareció intentar recordar algo en ese momento. Sus ojos grises
brillaron y Sarah sonrió—. Si, Slytherin. Para ser exactos de quinto curso, mi querido
príncipe.
— ¿Príncipe? Papi, ¿eres un príncipe? —Ian lo veía con adoración esperando la respuesta.
—Si —contestó Sarah, sonriéndole al niño haciendo que sus ojos brillaran como nunca—.
Para nosotros los Slytherin era un príncipe y lo respetábamos mucho.
— ¿Slytherin?
—Sí, era…
—Sarah —Le advirtió Neville y ella de inmediato guardó silencio. —En realidad lo que
Sarah quiso decir, es que tu papá fue un líder para Slytherin. La casa donde el estudiaba.
—Oh —Ian siguió comiendo, no muy satisfecho con la explicación. Draco
inconscientemente le agradeció a Longbottom la salvada.
—Sarah… —Neville se dirigió a Draco mientras bebían un poco de vino—, trabaja con
nosotros desde hace unos años. Administra las finanzas. La descubrimos en una convención
en Francia. Trabajaba para unos alemanes horribles que la explotaban.
—Fue como llegaron estos guapísimos —continuó Sarah, sonriéndole coqueta a Neville y
fijando su vista después en el moreno que estaba a su lado que simplemente se limitaba a
sonreír, como recordando una travesura—. Me sedujeron y además, alguien tiene que
cuidarlos. Son dos Gryffindor’s con dinero. Porque estoy segura que si Ryan fuera Ingles,
habría terminado en la casa dorada.
—Oye, si soy tan astuto como las serpientes y tan inteligente como los halcones…
—Águilas, Ryan. Son águilas.
—Es lo mismo —Ian soltó una carcajada ante la discusión de los dos adultos.

Fue entonces cuando la duda de Draco se resolvió. Sarah no era absolutamente nada de
Longbottom y estaba perdida de amor por el socio. Esas miradas sólo podían significar
amor. La comida fue aceptablemente deliciosa. Draco admitía que la gente de Longbottom
se intentó lucir.

Cuando estaba tomando el último trago de su café, Draco decidió hablar con Longbottom.
Hacía mucho tiempo que sabía que el único camino para construir era la verdad. Y él tenía
que hablar con la verdad.
—Longbottom, me gustaría hablar contigo —Neville entendió de inmediato.
—Ryan, ¿por qué no llevan a nuestro pequeño a conocer los caballos? Tal vez podrían
montar alguno.
— ¿Tienen caballos de verdad? —Sarah caminó hasta él y revolvió sus cabellos.
—Sí. A Neville le encantan. Son pura sangre y están preciosos.
— ¿Pura sangre? ¿Cómo papá? —Todos en la mesa soltaron una carcajada. Ryan ensanchó
su sonrisa y se acercó también al niño.
—Pura sangre como Neville. Aunque el más bien sería un garañón que...

Neville se aclaro la garganta llamando la atención de Ryan. Les hizo una señal y de
inmediato salieron los tres. El niño iba feliz. Nunca había estado en un lugar tan verde.
Lleno de vida y con caballos. Ese sitio era genial y Neville también lo era.

Cuando salieron, Neville estudió la postura de Malfoy. Parecía decidido a hablar. Entonces
fue cuando supo que el rubio le hablaría de Ian: del padre de Ian. Y seguramente aclararía
muchas de las dudas que tenía en la cabeza.

—Vamos a mi despacho Malfoy.

El rubio lo siguió. Subieron las escaleras y por primera vez se dio cuenta que, justo al
subirlas, había una puerta corrediza de madera. Longbottom la abrió y Draco se maravilló
en seguida con el despacho. La pared al fondo no existía. En su lugar había una gran puerta
trasparente que daba a una pequeña terraza. Desde la ventana se podía ver a la perfección el
paisaje.
Había árboles de gran follaje y al fondo a la izquierda se veía el Rio Flesk. Draco también
pudo distinguir del lado derecho, una cabaña, casi junto al invernadero. Neville se sentó en
el sillón detrás del fino escritorio de cedro y lo invitó a sentarse frente a él.

—Hermoso lugar el que tienes Longbottom. La casa es maravillosa. La vista es única. De


verdad estoy muy sorprendido de ti.

Neville sonrió levemente ante el cumplido.

—Bueno, hemos trabajado mucho para tener todo esto. Pero ha valido la pena. La cabaña
que ves por allá, es de Sarah. Ella vive ahí. Dice que no puede soportarnos. Ryan vive en el
tercer piso y aquella —Señaló una puerta que estaba a su izquierda—, es la puerta de mi
habitación —Neville vaciló un momento, temiendo que rubio tomara a mal lo que diría—,
y tu habitación también está en este piso del otro lado del despacho. Esa puerta —Señaló
otra puerta a la derecha—, comunica tu habitación con el despacho. Espero que no te
moleste.
El rubio negó. —Por mi está bien Longbottom.
—Por supuesto, la habitación de Ian está al lado de la tuya.
—Sí… —Draco tomó un poco de aire y se armó de valor—. Longbottom, no acostumbro a
tener secretos con las personas que me contratan. Creo que cualquier relación debe tener
como base la confianza, y como muestra de que te la tengo, quisiera disipar las dudas que
seguramente tienes.
—Adelante, ¿quieres una copa? ¿Whisky? —El rubio asintió y tomó la copa que Neville le
tendía. Le dio un trago y empezó.
—Harry Potter es el padre de Ian —Los ojos azules de Neville se clavaron en los grises.
Pero no hizo ningún comentario—. El sexto año de Hogwarts fue, por mucho, el peor año
de mi vida. En un principió estaba muy orgulloso de ser un mortífago. Alardeaba de ello.
Sin embargo, después de lo que sucedió con Katie Bell, Severus me hizo ver que eso de ser
Mortífago no era tan maravilloso —La voz de Draco se quebró un poco y pareció perderse
en sus recuerdos por unos segundos—. Fue entonces cuando la misión se hizo más pesada.
Cuando… cuando sentía que nada tenía razón de ser —Le dio un trago a su copa,
intentando darse valor—, una noche de tantas, en un oscuro pasillo descubrí a Potter
siguiéndome bajó su ridícula capa. Discutimos y nos insultamos, nada fuera de lo normal.
Pero sin saber muy bien cómo… terminamos… —Se aclaró la garganta—, terminamos
besándonos. Yo acepté el beso porque estaba tan malditamente necesitado de alguien. En
aquellos momentos hubiera aceptado un beso hasta de Hannah Abbott.
»Después de esa noche, nos encontrábamos en alguna aula en desuso. La primera vez que
lo hicimos fue en la Sala de Menesteres —Draco apuró el último trago de su copa. Neville
intuyó que el rubio necesitaría más alcohol y de inmediato relleno su copa—, pero yo tenía
una misión, y al parecer, él también… —Neville observó los esfuerzos del rubio para no
soltar ninguna lagrima—. Harry Potter sólo se acostaba conmigo para averiguar mi misión.
Lo descubrí la última vez que estuvimos juntos. Intentó utilizar legeremancia de una forma
tan patética —De un solo trago, Malfoy terminó con su nueva copa. Con la voz ligeramente
ronca continuó—. Claro, él era un jodido e intrépido héroe adolescente que tenía que hacer
lo que fuera para salvar al mundo y yo era un mortífago que tenía que salvar a su familia.
»Una semana antes de la muerte de Dumbledore, Madame Pomfrey me confirmó algo que
me temía. Siempre pensé que eso de los embarazos masculinos era un cuento de terror para
que los niños no se portaran mal. Pero me equivoqué. El día que murió Albus Dumbledore,
yo huí con los mortífagos y luego escapé de ellos. Porque desde aquel momento mi vida ya
no era mía. Ian siempre estuvo vivo, desde que supe que venía en camino.

Neville terminó su primera copa y de inmediato se sirvió una más.

—No… ¿No buscaste a Harry para decirle que…?


—Al escapar dejé todo atrás —aclaró—. Llegué primero a una pequeña casita en Francia
propiedad de mi madre. Pasé dos meses ahí, intentando encontrar una solución. Mi madre
investigó donde vivía Harry en el mundo muggle. Un día me decidí y fui a buscarlo.
—Los ojos de Draco se cerraron un momento—. Me presenté en casa de sus tíos y esperé
hasta que estuviera solo para hablarle. Harry no me creyó. Pensó que era un engaño para
tener la protección de la Orden. Me golpeó e intentó capturarme para entregarme. Como
pude escapé de él. Mi madre me consiguió una cantidad de dinero, y con ella viajé a
Estados Unidos primero a San Francisco.
»Severus me dio la información de un Sanador que necesitaba un ayudante de pociones. Él
fue quien me auxilió en el embarazo, pero era un hombre mayor. Al mes de nacer Ian, el
Sanador murió. Nadie seguiría con el negocio y de pronto me vi con un hijo y sin
posibilidad de conseguir un empleo en algo que tuviera que ver con magia —Colocó su
brazo en supinación, en una muda explicación de que su marca oscura no ayudo mucho—,
así que tomé mis cosas y cambié el mundo mágico por el muggle. Me adapté como pude.
Trabajé en todo lo que te puedas imaginar y viajé por todos lados. Hasta que llegué a las
Vegas. Ya tenía un año viendo ahí.
—Malfoy, gracias por contarme todo esto —Neville intentaba asimilar todo lo dicho por el
rubio —. No sé si lo has notado pero aquí somos una familia. Ryan y Sarah son como los
hermanos que nunca tuve y quiero que tú te sientas parte de esta familia. Tanto Ian como tú
ya no estarán solos. Siempre, siempre me tendrán a mí.
Draco se sintió extrañamente conmovido con las palabras de Longbottom. Estuvieron unos
minutos más conversando de los negocios y luego el castaño le mostró la que sería su
habitación. Una hora después Ian apareció. Estaba cansado pero muy feliz. Aquel lugar era
un sueño para su pequeño de cinco años. Cuando Ian cayó dormido, Draco también decidió
descansar. El cambio de horario lo tenía molido. Se dejó caer en la cómoda cama y cerró
los ojos para encontrarse con una mirada verde.

Harry…

Se negó a seguir con ese hilo de pensamientos. Añoraba a Potter, no se engañaba. Pero
también sabía que, pensar en él le hacía mucho daño.

No te miento, fui feliz


aunque con muy poco amor
y muy tarde comprendí
que no te debía amar.
Porque ahora pienso en ti

más que ayer, mucho más.

Notas finales:

Jueves y un nuevo capìtulo. Ya empieza la forma de la historia. Ustedes ya se


imaginan más o menos por donde va todo (en apariencia). ^^

Cada capìtulo al final, como han visto, tienen las notas en cursiva. Son frases de
canciones. Las canciones que me sirvieron para darle nombre a cada capítulo. Son
español y son letras de autores mexicanos, muy famosos. El capítulo de hoy, fue una
cancion de Juan Gabriel.
Bueno, un gran abrazo a mi beta luxam9. Todo mi cariño para Bruixa y para quien se
tome un minuto y me deje un comentario.

Un besote, nos vemos el lunes ^^

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Capítulo 4 Cobardía por acm2099

—Malditos mocosos.

Severus estaba trinando de coraje. Cada día eran más insolentes los alumnos en Hogwarts.
Caminó por los pasillos y sin darse cuenta, terminó frente al despacho del Profesor de
DCAO. Llamó y la voz de Remus resonó.

—Pase.

Lupin estaba sentado en su sillón favorito, parecía absorto leyendo un libro que se veía
viejo. Las pastas estaban a punto de caerse y las hojas era de un color amarillento bastante
desagradable. Severus se sentó en el sofá que estaba al lado del sillón. Se preguntó cómo es
que desde el regreso de las vacaciones, cada tarde terminaba en aquel despacho rumiando
sus desesperaciones.

Nunca se sintió conectado a nadie, bueno, tal vez sólo a Lily y a Narcissa. Pero eso siempre
tuvo su razón de ser. Con Lily se sintió identificado, porque al igual que él, poseían
habilidades que nadie más a su alrededor tenían. Sin embargo, Lily Evans era el deleite de
sus padres y él… Él no tuvo la mejor de las infancias.
Y luego, durante sus años de Colegio, no tuvo a nadie. Hasta que llegó la primera guerra.
Conoció a Narcissa Black cuando se desposó con Lucius Malfoy. Tenían muchas cosas en
común. Con ella podía pasar horas hablando de pociones, relatos clásicos medievales y,
claro, hablar de Slytherin y los compañeros de generación. Ese era el tema favorito de
Cissy.

Tanto Lily como Cissy habían adivinado en él, la persona que no dejaba ver a menudo.
Ellas fueron alegres, divertidas. Únicas. Siempre pensó que sería fácil enamorarse de ellas.
Pero él… él no las veía así. Tal vez su padre siempre tuvo razón y él era un tipo de esos
que… bueno, que eran raros.

Quizá por eso se sentía así con Lupin, aunque, intentaba suprimir ese sentimiento que lo
atenazaba. No debía sentir eso… Esos sentimientos no estaban destinados para él. Lo que
pasaba con Lupin era producto de la soledad y de las ganas que él tenía de compartir sus
horas con alguien. Aunque ese alguien fuera un ex Gryffindor, un ex merodeador, ex
licántropo y un… Hombre.

— ¿Esta vez que fue Severus? —preguntó Remus, rompiendo el silencio.

—Eh…

—Vamos Severus, tú siempre te apareces por aquí cuando uno de tus alumnos se pasó de la
raya o porque andas de muy mal humor —Le dijo Remus con una brillante sonrisa en los
labios.

—Sí, bueno. Esos mocosos cada año están peor —respondió—. No sé que hace Minerva
que cada año los deja entrar con más telarañas en la cabeza. Son peores que Longbottom y
Potter juntos y créeme, eso ya es decir.

—Ya, que sea para menos. Seguro las generaciones siguientes son mejores. Puedes esperar
a Teddy, a él le encantan esas tonterías de revolver y mezclar.

Severus se puso de pie de inmediato, siendo impulsado por las palabras de Lupin. ¿Cómo
osaba ese… ese… hombre a decir que las pociones eran… tonterías?
— ¿Cómo te atreves? ¿Cómo osas a decir que…? Para tu información, yo enseñó la sutil
ciencia y arte exacto de hacer pociones. A pesar de haber muy poco movimiento de varita,
las pociones son magia. No espero que entiendas la belleza de un caldero hirviendo
suavemente, con sus vapores relucientes. El delicado poder de los líquidos que se deslizan a
través de las venas humanas; hechizando la mente, engañando los sentidos. Puedo
enseñarles a embotellar la fama, preparar la gloria, hasta detener la muerte…

—¡¡¡Vaya!!! —exclamó maravillado el Profesor de Defensa.

— ¿Qué? —Severus estaba enfadándose.

—Es que siempre quise escuchar el discurso que les dabas a los de primer año. Ahora
entiendo porque todos salen con ganas de ser unos Alquimistas y terminan odiando
pociones.

—No te entiendo Lupin.

—Es que les pintas todo tan genial, que seguro los pobres quieres aprender. Pero terminan
dándose azotes contra la mesa de trabajo, al darse cuenta que toda esa gloria es tan, pero tan
difícil de conseguir.

—Sí, bueno… Pues tienen que trabajar. Nada se da porque sí… Al menos no en pociones.

—Ya, ¿sabes? Me da mucho gusto que tu asignatura terminara gustándote así. Seguramente
habrías sido un excelente profesor de Defensa, pero en pociones no hay quien te iguale.

Severus volvió a tomar asiento en el sofá. Sí, hubo una persona que tenía el potencial para
ser un buen sucesor: Draco Malfoy. A pesar de lo que se creyera, Draco era un chico muy
inteligente y capaz. Sobre todo en Pociones, siempre que iba de visita a la mansión, Draco
lo acribillaba con preguntas sobre las pociones más complicadas. Draco era el único
alumno de todo Hogwarts que podía reconocer pociones como Amortentia, sin equivocarse
a pesar del olor característico para cada persona.

Lupin pareció notar su repentino silencio. Se levantó del sillón y le sirvió una copa de
Brandy. Severus tomó el primer trago, intentando borrar con él ese sentimiento que azoraba
su alma y que no lo dejaba tranquilo. Si tan sólo pudiera… Si tuviera la suerte de saber…
Sólo quería comprobar si Draco estaba bien.

—Severus… Yo, he hablado con algunas personas —Remus guardó silencio y se llevó su
copa a los labios, dando un largo trago a su Brandy—. Les hablé de Draco —Los ojos
negros de Severus se encontraron con los de Lupin—. Esas personas son miembros de la
Orden y están dispuestos a ayudarme...

—No quiero deberle nada a la Orden —zanjó Snape poniéndose de pie.

—Lo sé, pero serán de gran ayuda. Si quieres encontrarlo tenemos que mover hilos y…

— ¿Y si él no quiere ser encontrado?

—Pues por lo menos lo habrás intentando todo, ¿no crees? —Severus lo pensó por un
momento.

—Tienes razón Lupin.

Volvieron a tomar asiento en el sofá. Severus estaba un poco perdido en sus pensamientos,
sin embargo podía sentir la cercanía del otro cuerpo junto a él. Si se movía un poco más,
alcanzaría a rozar la pierna de Lupin y se embriagaría del aroma a chocolate que parecía
emanar del ex licántropo.

—Te ayudaré Severus.

Una de las manos de Lupin terminó en su pierna. Severus volteó su rostro y se encontró con
unos expresivos ojos color miel. Esos ojos parecían querer indagar en su alma. Severus se
quedó inmóvil. El tacto de esa mano y esos ojos estaban causando sensaciones bastante
extrañas en él y de pronto sintió la necesidad de acercarse más… Tal vez hasta rozar esos
labios con los suyos. De pronto la mano de Lupin se movió hacia arriba, Severus se puso de
pie de inmediato, más pálido que nunca y completamente nervioso.

—Yo… bueno… yo… Tengo que irme.

— ¿Irte? —Remus también se puso de pie y lo observó, intentando averiguar qué fue lo que
pasó.

—Sí, tengo que… yo… cosas… Ya sabes, preparar clases y nuevas formas de torturar
alumnos. No te olvides de decirle a Ted que llevará lo que me pidió —Sin esperar una
respuesta, Severus se dio media vuelta y salió del despacho. Detrás de él, Remus intentaba
descifrar qué era lo que había sucedido.

Severus casi corrió hasta las mazmorras. Eso que había sentido en el despacho de Lupin no
era buena señal. A él no le podía estar pasando… eso. No, claro que no. Él no era un
mocoso tonto, hormonado capaz de todo. No, él era el astuto Severus Snape y no podía
sentirse así por… por él, por un… hombre.

Intentó calmarse, buscar otra cosa que hacer para suprimir esos tontos pensamientos. Estaba
alterado. Sí, eso era. Estaba al borde del colapso y reflejaba en Lupin eso. Porque lo único
que Severus podía sentir por Remus Lupin era cariño y simpatía.

El viento golpeaba su cara y le parecía maravilloso estar ahí. Viendo como su hermosa
yegua corría por el pasto verde. El golpe de sus casquillos con el campo era maravilloso.
Cuando empezó su colección nunca imaginó alcanzar una cuadrilla tan única como la que
tenía.
Greta era una yegua Budyonny de un pelaje blanco, casi brillante. Era grande para el tiro de
su raza, sin embargo tenía un carácter completamente tranquilo. Eso a hacía ser el caballo
perfecto. Unos metros alejado de Greta trotaba Crono, el caballo preferido de Neville. Un
increíble Lusitano negro azabache que no se dejaba montar por nadie más que por él.
Además parecía tener un eterno romance con Greta. A pesar de que la yegua no dejaba que
Crono se le acercara cuando era utilizado de semental. Eso era un dato bastante curioso.

Un pequeño cuerpo se acercó a él y observaba con mucho interés a los caballos trotando en
el pasto. Neville vio a Ian perdido, disfrutando el espectáculo y con sus ojos grises
brillando más que nunca. Pero la mirada del niño estaba puesta en especial sobre Greta.
Neville sonrió y paso su brazo por los hombros del pequeño.

— ¿Te gusta Greta? —El niño volteó su vista al mayor y dibujó una tímida sonrisa.

—Sí, es muy bonita Señor.

—¿Señor? —Neville se extrañó un poco.

—Mi papá me dijo que usted es su jefe y que debemos tratarlo con respeto.

—Ya; pero antes de ser su jefe me hice tu amigo y así nos debemos tratar. Somos amigos
¿ok? —El niño asintió y de nuevo perdió su mira en Greta—. ¿Qué te parece si te regalo a
Greta? —Ian abrió mucho sus ojos.

—No, eso no. Es mucho y a papá no le gustará que…

—Será un regalo. No puedes decir que no, cariño. ¿Sabes montar? —El niño negó.

—Bien, entonces eso es lo que haremos primero. ¡¡¡David!!! —Un hombre de cabello
negro y ojos marrones se acercó a ellos sonriendo de oreja a oreja. —Él es Ian Malfoy —El
hombre asintió y le tendió la mano al niño que la tomó de inmediato—. Nuestro pequeño
amiguito quiere aprender a montar. Creo que Greta será una excelente elección.

—Sí señor.

—Bien Ian, ve con David —Ian contento, caminó por delante de David. Neville le lanzó
una mirada de advertencia al hombre que de inmediato bajó la cabeza entendiendo a la
perfección que quería decir.
Los doce caballos, incluyendo a Crono fueron llevados a la caballeriza. Sólo se quedo Greta
que fue ensillada de inmediato. Ian primero la acaricio tímidamente y Neville vio como
Greta parecía recibirlo bien. Hubo conexión entre ellos. David subió al niño en la silla y
empezó a darle instrucciones. Ian se veía radiante, emocionado y extasiado. David le dio
una vuelta en el campo sosteniendo las riendas. Ian le regaló una deslumbrante sonrisa
cuando pasó a su lado.

— ¿Todo bien? —La voz de Ryan retumbó en los sentidos de Neville.

—Perfecto —Neville no apartaba la vista del niño que galopaba tímidamente.

— ¿Ya hablaste con Draco? —Neville bajó la cabeza y luego volteó para encontrarse con la
mirada dura de Ryan.

—No, no he hablado con él.

—Neville…

—Vale, ya. Sólo quiero que tenga confianza en mí y después le hablaré de lo que pasó —
Ryan negó.

—Ese chico —dijo, refiriéndose a Ian—, está custodiado por un Dragón y él confió en ti.
Debes hacer lo mismo.

—Lo haré. Sólo dame tiempo ¿ok?

—Te lo doy, pero entre más tardes puedes perder más.

Ryan se dio media vuelta y se fue. Neville entendía la preocupación de su amigo pero él
estaba esperando tener el valor para hablar. Tenía dos meses viviendo con ellos y Neville
no podía evitar mimar a Ian. Ese niño era una alegría constante y ahora tenía miedo de
perder eso por no ser totalmente honesto con Draco.
Para el rubio la honestidad era muy importante. Pero ¿cómo reaccionaría al saber la
verdad? En esos dos meses Draco jamás le ha mencionado la guerra. No tenía dudas de su
madre o de su padre. La única información que tenía de la guerra, era que Severus Snape
estaba vivo. Pero nada más. Muchas veces él había intentado hablar, pero Draco daba la
vuelta al tema. Ni siquiera le había informado que la herencia Black, que un día fue de su
madre, estaba intacta y esperando a que él la reclamara. Draco parecía haber enterrado su
pasado y no quería hablar de él.

Sin embargo Neville tenía que hablar y lo haría esa misma noche. Entre más pronto lo
hiciera menos serían los daños, porque de otra forma, el rubio pensaría que su amistad
estaría basada en la culpa. Y aunque al principio así fue, ahora sólo había un genuino
sentimiento de cariño por ambos Malfoy.

Cuando Longbottom le dijo que tenía que hablar con él sintió de inmediato un mal
presentimiento. Como que si eso que le diría no era algo que quisiera escuchar. El ex
Gryffindor parecía muy alterado. En cuanto llegaron al despacho se sirvió una copa de
whisky, que se bebió al instante.

—Yo… —era un balbuceo — No sé por dónde empezar… Malfoy, yo…

Neville sopesaba lo que perdería. Siempre lo tildaron de cobarde y patoso. Y ahora,


después de muchos años sin sentirse así… Estaba intentado decir uno de sus más odiados
delitos. ¿Para qué ser sutil?

—Yo mate a tu padre en la batalla final.


Lo dijo con seguridad. Después, el silencio reino en el despacho. Los ojos grises de Draco
brillaba y Neville intentaba no dejar de mirarlo. Esperaba que en cualquier momento el
rubio se levantara y le lanzará un buen hechizo. Sin embargo, eso no paso. Draco parecía
haberse quedado sin palabras.

Neville decidió explicarle como sucedió todo. Con palabras claras y sin omitir nada, contó
todo. Seguía esperando que Draco le reclamara, sobre todo cuando le dijo la forma en que
su padre murió. Pero nada… Cuando Neville terminó, el silencio sepulcral continúo.

—Por culpa —dijo Draco, después —por culpa te acercaste a nosotros.

—No, yo… Aun no hemos hablado de tu madre y tienes que saber… —Draco pareció
regresar a la vida. Se levanto del sillón y fulmino con la mirada a Neville.

—No quiero saber nada de mi madre. Sé que murió y con eso tengo suficiente.

—Draco tienes que saber. Yo le prometí…

—Nada. ¿No te basta lo que ya me has dicho? ¡¡¡Me tienes aquí por lástima!!!

Neville se acerco de inmediato al rubio y viéndole a los ojos dijo: —No, no es lástima. Le
prometí a Narcissa cuidarte. Si tan sólo me dejaras…

—No quiero saber —dijo Draco, con determinación —Creo que lo mejor es que…

—No, no. Yo… no te tengo lastima. Ustedes se han ganado nuestro cariño. Al principió
pensé que serías el mismo tipo desagradable que hizo de mi infancia un infierno. Pero…
ahora… Te quiero, te queremos… Ian y tú son parte de nosotros. No te puedes ir.

Draco suspiro. Era mucha información para un solo día. Tenía que pensar cual sería su
siguiente movimiento. No era únicamente por él. Ian estaba de por medio y debía pensar en
su hijo. Le dio una última mirada a Longbottom y luego se dio media vuelta. Pero Neville
lo detuvo por el brazo.

— ¿Te irás? —los azules ojos de Neville brillaban. Draco se soltó del agarre. No dijo nada
y salió del despacho.

Ryan y Sarah observaban le lento caminar de Draco y Neville. Ambos estaban preocupados
por cómo podría resultar esa conversación. Con el tiempo que tenía de conocer a Draco e
Ian, sabían que la vida ya no sería igual sin ellos. Ryan dejó escapar un suspiro, miro a
Sarah y le sonrió.

—Espero que resulte bien esa conversación —Sarah asintió, con la vista aun perdida en las
escaleras.

—Sarah… te gustaría… ¿quieres ir a tomar una copa conmigo? —La sonrisa de Ryan era
radiante.

—Copas… —Sarah lo analizó por un momento. La mirada penetrante de Sarah estaba


calando en él. Su piel oscura estaba ya perlándose de sudor — Ya veo, tu cita de esta noche
te cancelo.

La sonrisa de Ryan se perdió y endureció sus facciones: —Nadie me cancelo. Quiero salir
contigo porque hace mucho que no conversamos. Hace mucho que no pasamos tiempo
como amigos.

— ¿Amigos? —Sarah fijó los ojos castaños en los celestes — Tengo una cita. —fue su fría
respuesta.
— ¿Cita? ¿Con quién?

Sarah esbozó una tirante sonrisa — ¿Te importa? Ya no quiero jugar este juego Ryan.
Sabes bien que no te veo como un amigo y tú me has dejado muy en claro que no debo
albergar esperanzas. Así que debo buscar a alguien que de verdad me ame. Ryan la sujetó
del brazo, más violetamente de lo que se proponía. Pensó en exigir; pero se contuvo.

Él no era nadie para ponerse en ese plan. Suavizo su agarre: — Sarah, yo no soy bueno para
nadie. No conozco la que la fidelidad. Te haría tan infeliz. Yo no valgo la pena.

Sarah se removió del agarre: —Pareces ser muy bueno para decidir por los demás. Veo que
ya lo has hecho por mí. Así que si ya tienes todo resulto…

La chica no espero más. Salió por la puerta principal rumbo a su cabaña. Ryan se quedo
mirando a la puerta. Estaba hecho un lio, ¿Por qué Sarah no veía que se alejaba por su bien?
Él le haría mucho daño. Tal vez viviría buenos días; pero después ¿Qué? Él la engañaría,
Sarah no lo perdonaría y entonces se perdería una amistad de años.

Ryan no podía permitir que eso pasara. Él no sabía lo que era el amor y Sarah se merecía a
alguien que la pudiera amar. Alguien que probablemente ya la estaría esperando. El pensar
en que otro hombre tocaría a Sarah, le ponía enfermo. Pero tenía que apartar ese
pensamiento. Ryan Smith no es bueno para nadie y menos para Sarah.

Harry llegó a San Mungo y corrió directo a la sala de maternidad. Hermione estaba en labor
de parto desde hacía un par de horas. Al llegar, vio a Ron pálido, mordiéndose las uñas y
caminando de un lado al otro. En cuanto su pelirrojo amigo lo vio, se lanzó a sus brazos.
Harry no sabía cómo reaccionar. Envolvió a su amigo en sus brazos.
—Hermione… ella… mi hijo…

— ¿Están bien? —preguntó preocupado. Ron parecía afectado por algo.

—Sí, ella está en labor de parto. Pero yo… ¿por qué crees que me eligió a mí? —Ron dejó
los brazos de su amigo para caminar de nuevo de un lado a otro—. Digo, tú eres mucho
más guapo que yo. Tienes dinero y en Hogwarts ustedes siempre estuvieron más unidos…

—Ron… —Harry no se explicaba el repentino ataque de celos.

—Y luego Víctor. Él era… pues era… No sé… más su tipo no crees…

—Ron, amigo —Harry caminó hasta él y lo tomó de los hombros—. Hermione te ha amado
desde siempre. Ella supo que yo era gay. Víctor Krum no es su tipo, porque el pobre tiene
el cerebro de un maní y ahora, Hermione está trabajando muy duro para tener tu primer
hijo.

—Mío… Nuestro —Harry asintió y le sonrió a su amigo—. Perdóname Harry. Desvarié un


poco pero tienes que entender. Yo soy un hombre de acción. La espera me está matando.

—Tranquilo hombre.

Las horas pasaron largas junto a su amigo. Harry podría olvidar muchas cosas con el paso
del tiempo, pero la mirada de su amigo cuando el Sanador salió y le dijo que Hermione y su
hija estaban bien, esa mirada… Jamás la olvidaría. A los pocos minutos, toda la familia
Weasley se había reunido.

Harry se sintió extrañamente apartado y fuera de lugar. A pesar de que aquellos pelirrojos
eran su familia, Harry sentía que estaba invadiendo un espacio muy personal. Algo que sólo
le correspondía a la familia.

Familia…
¿Y si él tuviera una familia? Una familia que incluía a cierto rubio y un hijo. Desde que sus
amigos estaban esperando al suyo, él no había dejado de pensar en Draco Malfoy y en ese
supuesto hijo. Se comía el cerebro intentando descifrar si las palabras de Malfoy tenían
algo de verdad y ¿si tenía un hijo por ahí, rodando? Era increíble pero la única familia que
de verdad podía ser la suya, estaba al lado de Draco Malfoy.

—Harry, ven conmigo —La voz de su amigo era distante. Como autómata, Harry lo siguió
hasta que llegaron a la habitación de Hermione.

Al entrar Harry vio a su amiga en cama, estaba un poco agotada pero radiante. Era una luz
muy extraña la que desprendía de sus ojos. Ron se acercó a ella, la besó y después tomó
entre sus brazos un pequeño bultito de mantas. La cara de su amigo también era radiante, la
felicidad parecía dibujarse en ellos con tan sólo tener a su hijo entre los brazos.

Harry intentó aminorar un suspiro que pugnaba por salir de sus labios. Desvió su cuerpo
hasta una de las ventanas de la habitación y se perdió en los jardines del hospital. No quería
pensar, no quería sentirse así. Pero era demasiado tiempo callando, demasiado tiempo
engañándose y bloqueando cualquier sentimiento… y ya no podía más.

Ver a sus amigos así, tan felices con su primer hijo. Después de tantos años de amarguras y
sin sabores. ¿Y él? ¿Dónde quedaba él? No tenía a nadie con quien compartir, sólo un
recuerdo que lo atormentaba durante las noches y no le dejaba respirar. Esa sensación se
volvía horrible. Porque era la confirmación de que, en algún momento, él se convirtió en un
monstro. Uno que se atrevió a negar a su hijo y que no tuvo los pantalones suficientes como
para buscar la verdad.

—Harry… —La voz de su amiga hizo que regresará a la realidad.


—Eh… ¿Estás bien Mione?

—Sí, sí, benditas pociones. Me sentía agotada.

—Cariño, te ves radiante, hermosa y llena de vida —Hermione se sonrojó y Harry se


preguntó si él hubiera tenido un amor así con…

—Ven compañero, quiero que conozcas a mi hija. Rose Weasley, te presento a tu padrino
Harry James Potter Evans.

Sin más, Ron puso a la niña entre los brazos de Harry. El contacto fue maravilloso, era un
pequeño cuerpecito tibio y desamparado. Tan frágil que Harry sentía nervios de poder
hacerle daño. El bebé estaba sonrosada y con los parpados cerrados, tenía una pequeña
pelusita castaña en su cabeza, como acto reflejo tomó uno de los dedos de Harry y éste no
pudo evitar llorar. Demasiadas emociones, demasiados años y la sensación de saber que él
pudo tener esto.

—Harry ¿Qué…?

—Compañero ¿estás bien?

Ron tomó a Rose entre sus brazos y la regresó con Hermione. Harry intentaba controlar su
llanto pero era imposible. Ron, preocupado lo abrazó y Harry ya no pudo evitar soltar todo
su dolor en el pecho de su amigo. Lloraba desgarradoramente por lo que fue y por lo que no
pudo ser.

Harry deshizo el firme agarre que tenía sobre Ron y le dio la espalda. Suspiró, intentado
calmarse. Sabía que no era el mejor momento para hablar; pero también sabía que si no lo
hacía en ese instante, jamás volvería a tener el valor de hacerlo. Confesar el secreto que
más le pesaba en la vida.
Ron colocó a la pequeña bebé en un cunero que descansaba al lado de la cama de su madre
y regresó su mirada a su amigo.

—Harry ¿estas…?

—Chicos, yo… —Lo interrumpió—. Sé que no es el mejor momento para hablar. Pero…
yo necesito que ustedes sepan… —Volteó y se encontró a sus amigos con la misma cara de
preocupación que tuvieron durante años y de nuevo, por él.

—Harry —Hermione intentó tranquilizarlo—, habla. Somos tus amigos y estamos para ti.

—Venga, hermano —Harry soltó un suspiro que pareció un sollozo. Pensó las palabras
pero nada salía de su boca o de su cabeza.

—Yo… hoy les haré la confesión más honesta de mi vida.

Esta cobardía de mi amor…

Hace que le vea igual que una estrella

Tan lejos, tan lejos de la realidad

Que no espero nunca poderle alcanzar.

Notas finales:

¿Qué tal? Para este capítulo quiero pedirles dos favores. Uno, que me regalen un
pensamiento positivo. El sábado murio una persona muy importante para mí. Con él
se fue un gran pedazo de mi infancia. Así que ando un poquito triste.

El segundo favor es que sean mi conciencia es este fic. Sin mi hermosa Bruixa me
siento un poco perdida a pesar de que luxam9 hace todo lo que puede. Siempre tengo
miedo de pasarme en el OoC. Así que si ven algun capitulo que no sea de la calidad
adecuada, diganmelo sin miedo. Ya sea en la redacción, en la escritura o en la historia.
Saben que me gusta darles un buen trabajo ^^.
Bien, esta historia se la dedico a una de mis grandes amigas, Dark. Un abrazote hasta
Madrid para Bruixa. Mis eternos agradecimientos a luxam9. Todo mi cariño para las
personas que se tomen la molestia de dejarme un comentario.

Nos vemos el jueves. ^^

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Capítulo 5 Al final por acm2099
Notas del autor:
^^

Caminaba por un campo verde. Era de noche y escuchaba el llanto de un niño, sentía
ansiedad, no podía encontrar de donde venían los sollozos. Sólo estaba el inmenso campo
verde que parecía no tener fin. Caminó un poco más hasta encontrarse con una montaña
de piedras.

Al pie de la montaña estaba un niño pequeño, era él quien sollozaba. Parecía estar solo.
Tenía el cabello negro y unos brillantes ojos grises. Intentó acercarse al niño pero de la
nada, un gigantesco león blanco de ojos azules apareció. El animal hizo un sonido gutural
que retumbó por todo el campo. Instintivamente dio un paso hacia atrás y el león lo siguió.
Era una sensación amenazante. Estaba indefenso a merced de ese animal. Bajó su mirada
hacia el niño.

En ese momento, el niño, que a lo sumo debería tener unos tres años, le sonrió. Era una
sonrisa muy poco angelical. Entonces fue cuando lo descubrió: Una trampa. Todo aquello
era una trampa. El león rugió de nuevo y Harry supo que ese era su fin.

—¡¡¡NO!!!

Otra vez ese jodido sueño. Desde que se había confesado ante sus amigos, hacía ya dos
semanas, ese sueño parecía torturarle. ¿Quién era ese niño? y ¿por qué lo atraía hacía ese
peligro? Era algo que se negaba a descifrar por más claro que estuviera en su mente. Aun
pensaba en la confesión que hizo a sus amigos:

—Yo… hoy les haré la confesión más honesta de mi vida.

Harry bajó los parpados intentando concentrarse para lo que venía. Era la primera vez en
seis años que hablaría de lo ocurrido durante parte de su sexto año en Hogwarts. Sus
amigos, sentados en la diminuta cama del hospital, lo observaban detenidamente. Ron
abrazaba a Hermione y ella tenía en el rostro esa mirada de sabelotodo.

—Te escuchamos hermano —Harry dejó escapar un jadeo y se armó de valor para
empezar.

—Ustedes saben que cada año en Hogwarts me trajo una nueva aventura. Cada vez más
peligrosa que la otra. El sexto año en especial, llegó con una obsesión —Harry se tragó el
nudo que se formó en su garganta.

—Draco Malfoy —masculló Ron.

—Draco —continúo Harry ante el asombro de sus amigos—. Desde que el curso empezó
yo… Yo tenía mis dudas y quería investigar. Saber, ustedes me conocen, no podía dejar
pasar todo. Así que durante las noches y los días empecé a espiarlo. Día tras día detrás de
él, esperando que cometiera algún error. Sin embargo, lo que sucedió entre nosotros sería
mucho más complejo… Un día de tantos, mientras lo seguía debajo de mi capa, él me
descubrió. Peleamos como era nuestra costumbre… pero ese día algo… algo paso.
Nosotros… nos… nos besamos.

La mandíbula de Ron cayó hasta el subsuelo, sin embargo Hermione continuaba impasible,
como si la confesión de su amigo fuera lo más normal del mundo. Harry decidió
continuar.
—Esa noche regresé a la Sala común de Gryffindor con la certeza de que Malfoy y yo
teníamos cierta atracción el uno por el otro. Yo… —Harry cerró los ojos una vez más, era
tan duro hablar de su error—, yo era una persona que buscaba explicaciones y nadie me
las quería dar. Sabía que Draco tramaba algo, así que… durante esa noche yo… me
formulé un plan. Seduciría a Draco Malfoy hasta que me dijera todo lo que tramaba.

—Harry… —Eso fue lo único que salió de la boca de Hermione.

—Lo sé ¡Carajo! Yo lo sé. En aquel año yo me aproveché de la soledad de Draco, me


aproveché de él. Todo porque era un intrépido héroe adolescente en busca de… en busca
de nada… Fueron meses, meses de estar con él. Meses de saber que algo planeaba y que
no tenía ni idea de que era. Cuando quise salir de esa telaraña que yo había formado fue
demasiado tarde…

— ¿Te enamoraste?

La pregunta de Hermione le cimbró y Ron emitió un sonido estrangulado. Harry se


sonrojó, cerró una vez más los párpados y una lágrima traicionera escapó de sus ojos.

—En aquel tiempo… No. Draco sólo eran un medio para la información. La última noche
que estuvimos juntos fue, sin duda, el momento en el que me enamoré —Harry perdió su
verde mirada en la pared de la habitación, recordaba como tanta nitidez ese encuentro:

La noche parecía ser más fría que nunca. Sin embargo ellos no sentían nada en ese
momento. Sus sentidos estaban perdidos en la sensación de los besos y las caricias que se
prodigaban. La Sala de Menesteres estaba a oscuras y la única luz que existía era la que
daba la luna. Ella iluminaba una enorme cama con dorseles en donde sus cuerpos eran
una maraña de brazos y piernas.

Harry acariciaba con vehemencia la espalda de Draco, dibujando patrones imaginarios


sobre ella, mientras devoraba con hambre los labios del rubio. Eso labios serían su
perdición porque eran completamente adictivos. Harry no podía pasar un día sin
probarlos, sin hacerlos suyos. Draco rompió el beso y Harry protestó un poco. Sin
embargo, las protestas se convirtieron gemidos cuando el rubio atrapó entre sus dientes el
lóbulo de su oreja izquierda.
Las manos de Harry llegaron hasta las nalgas del rubio. Las estrujó con fuerza y acercó
más el cuerpo de Draco. Los dedos de Harry estaban ansiosos y empezaron a separar las
nalgas del rubio. Los jadeos y sollozos de Draco encendieron más al Gryffindor. Convocó
un hechizo lubricante e introdujo el dedo medio con sumo cuidado.

—Ha… Harry… —Draco mordió con fuerza el cuello del moreno. Suspirando después,
cuando el dedo que estaba dentro empezó a moverse.

—Draco… podría perderme en tu cuerpo.

El dedo de Harry entraba hasta topar. Poco a poco fue sacándolo, deleitándose con los
serpenteos del rubio. Cuando el dedo regresó ya iba acompañado de otro. Draco ahogaba
sus gemidos mordiendo y lamiendo la clavícula de Harry.

—No te reprimas Dragón. Quiero escuchar tus gemidos. Anda, gime para mí.

—Oh… Harry…

La voz estrangulada y llena de lujuria hizo que la polla de Harry diera un respingo de
ansiedad. Cómo quería sumergirse en ese cuerpo. Apreciar esa bendita estrechez y
sucumbir ante el orgasmo que le causaba el calor del interior de ese hermoso Dragón.
Mientras el tercer digito de Harry se abría caminó. Éste besaba a Draco de nuevo,
chupando y mordiendo su lengua. Sintiendo maravillosas oleadas de placer creciendo por
su cuerpo.

La mano que no estaba ocupada llegó hasta la palpitante polla de Draco. Harry la
acarició lánguidamente, mientras el rubio emitía el gemido más caliente que el pobre
Gryffindor había escuchado en toda su vida.
—Harry… te… te necesito… dentro de mí…

Draco apartó los dedos del moreno de su interior. Tomó la polla de Harry y poco a poco
fue descendiendo en ella. Empalándose, acompañando su movimiento con maravillosos
jadeos de puro placer. Llevando a Harry casi al orgasmo. No era la primera vez que
estaban juntos; pero está ocasión era tan jodidamente excitante, que Harry creía no
aguantar mucho.

El rubio se dejó caer completamente sobre la erección de Harry y este pobre intentaba
recuperar la respiración. Llevó sus manos a las caderas de Draco. En ese momento, el
Slytherin no se movía. Sólo hacia círculos con sus caderas sobre la polla de Harry. Eso lo
estaba volviendo loco. Apretó más las caderas del rubio, abrió los ojos y lo observó brillar
ante la luz de la luna. Estaba mordiéndose el labio inferior y parecía tan perdido de
placer.

Después de lo que pareció una eternidad, Draco empezó a moverse. Primero lentamente,
de arriba abajo, haciendo que el Gryffindor se perdiera en un mar de placer que sólo
conocería con Draco Malfoy. Pero el rubio parecía no estar satisfecho, así que los
movimientos se hicieron más rápidos y Harry sólo pudo sollozar. La mano izquierda de
Harry viajó por todo el pecho de Draco hasta llegar a los sensibles pezones que pellizcó
con ganas. Eso le hizo ganador de un magnífico concierto de jadeos.

En seguida se desató el infierno. Draco se follaba sobre él de una forma ruda, podía
escuchar el clap, clap, clap que emitían sus huevos al chocar con las suculentas nalgas de
Draco. Harry se sentía próximo. Tomó la polla del rubio entre sus temblorosas manos. Lo
masturbó al frenético ritmo que estaba imponiendo. Una, dos, tres rudas pasadas fueron
suficientes para que Draco se corriera y después Harry, gimiendo como loco y dejando
escapar lo que parecía un gruñido.

—Ahgg. ¡¡¡Draco!!! —gritó con todo el poder que sus pulmones pudieron proveerle.
El rubio se dejó caer sobre el pecho del Gryffindor que lo recibió gustoso. Ese, sin duda,
había sido el mejor polvo de su corta vida.

Harry pareció regresar al presente. Apartó la vista de la pared y se obligó a no llorar. Ese
recuerdo era el último que tenía con Draco. Su último recuerdo feliz.

— ¿Harry? —Los ojos esmeraldas se dirigieron a sus amigos. Esta vez con decisión en
ellos.

—Draco huyó con los Mortífagos la noche que entraron a Hogwarts. Él ya sabía mi motivo
para estar a su lado. Siempre pensé que él sería uno de ellos, pero un día… un día, se
presentó de la nada en Privert Drive. Los Dudley me habían dejado solo. Quince minutos
después de su salida, alguien tocó a la puerta. La última persona que espere ver era a
Draco Malfoy —Las lágrimas de Harry inundaron su rostro una vez más, pero esta vez no
apartó la mirada de sus amigos—. Estaba vestido con un largo abrigo negro. Mi primera
reacción fue tomarlo de cuello y azotarlo en la puerta. Todo lo que sentía por él estaba
cubierto por el odio y el rencor de verlo atacar a Dumbledore. Yo… no le di tiempo de
hablar, lo golpee. Primero en el rostro, abriéndole los labios —Harry cerró los ojos. En su
mente las imágenes de ese día se aglutinaban—. Cayó al suelo y una vez en el piso yo…
empecé a patearlo con fuerza. Lo… —Las palabras parecían quedarse clavadas en su
garganta—, lo… hubiera matado a golpes de no haber sido por sus palabras —De nuevo
la voz de Draco llegó hasta él:—Voy a tener un hijo tuyo…

>>>Me lo dijo entre sollozos. Con los labios sangrantes y lágrimas en sus ojos —Harry
desvió la mirada de sus amigos que en ese momento lo observaban con sentimientos
encontrados—. Yo… me detuve en ese momento. Lo levanté del suelo y quise encontrar
mentira en sus ojos grises. En aquel entonces yo… Dude, no… no podía creerle. Para mí
todo era una trampa. Le dije que lo entregaría a la Orden. Que no me importaba lo que
pasara con él y que para mi mejor que muriera. Le dije… le dije que desapareciera de mi
vida para siempre —La voz de Harry, que había estado ahogada durante toda la
conversación, en ese momento se volvió un susurro—. En un arranque, él me empujó. De
su abrigo sacó un traslador y desapareció. Lo último que vi fue su mirada gris que parecía
derrotada y herida —Harry tragó el nudo de su garganta y siguió—. Hasta hoy, nadie sabe
esto. Nadie sabe que, tal vez, yo tenga un hijo con Draco Malfoy…
El silencio fue casi criminal. Los tres estaban sumidos en sus pensamientos y no se
atrevían a decir nada. Unos minutos después, Hermione se aclaró la garganta y estiró su
mano derecha en dirección a Harry. El moreno caminó hasta la cama y ante la muda
petición se sentó a los pies de Hermione.

— ¿Intentaste averiguar si era cierto? —Harry bajó la mirada y negó con la cabeza. Ron
suspiró y colocó su mano sobre la de Harry y Hermione

—Investigaremos. Si el hurón habló con la verdad lo sabremos.

—Siento que… que él me dijo la verdad y no saben lo que me atormenta sentirme así —
Hermione y Ron le sonrieron débilmente.

Ahora, unas semanas después de aquello, sentía que el peso sobre su espalda era menor. Sin
embargo, la amargura no se iba. Desde hace seis años, Draco había desaparecido y Harry
estaba seguro que no lo encontraría a menos que el rubio quisiera ser encontrado. Cosa que
sabía, era imposible.

Neville accionó el botón de su garaje, las luces se encendieron de inmediato y sonrió ante
lo bien que se veían sus preciadas joyas. De pronto, un ruido lo distrajo, caminó con varita
en mano hacia a la izquierda, justo detrás de su Mercedes Benz 300 SL 1956, vio una
cabellera negra agazapándose para no ser descubierta. Neville sonrió, guardó su varita y se
encontró de frente con el pequeño intruso.
—Ian, ¿qué haces aquí? —El niño tenía los ojos cerrados y cuando escuchó a Neville
hablarle, los abrió y lo miró con pena.

—Yo… es que… no conocía que tenías aquí y quise saber… pero luego ya no puede
salir… y —El niño empezó a sollozar pero estaba aguantando sus lágrimas. Se irguió cual
largo era y muy firme le dijo—: perdón —Neville sonrió, tomó la mano del niño y lo sacó
del rincón donde se resguardaba.

—No tienes porque pedirlo. Si me hubieras pedido que te enseñara lo que guardo aquí…

—Yo… —El niño bajó la mirada una vez más.

—Vamos, vamos. No te pongas así que no has hecho nada malo. Mejor, dime, ¿te gustaron
mis joyas? —Neville se arrodilló hasta la altura del niño, éste pasó la vista por todo el
garaje.

—Pero… yo… aquí no hay joyas. Sólo coches… —Neville ensanchó su sonrisa.

—Sí, bueno. Son mis joyas, todos ellos son autos clásicos y es mi colección privada. ¿Te
gustaría salir conmigo a dar una vuelta? —El niño asintió rápidamente—. Bien, pues
escoge el que más te guste y nos vamos.

Ian repasó todos los coches que había en el garaje y su gris mirada fue atrapada por un
coche de un color rojo intenso. Corrió hasta él y se abstuvo de tocarlo por miedo a dañar la
hermosa pintura. Neville tenía cosas geniales, su casa, los caballos y ahora, los coches.

—Éste me gusta —Neville sonrió y se acercó al coche.

—Vaya, tienes excelente gusto. Éste es una leyenda —Neville abrió la puerta del copiloto,
Ian subió de inmediato y se maravilló con los asientos de piel color camello—. Es un
Porsche 911 turbo 1988 —Neville encendió el coche y pareció ronronear o por lo menos
eso escuchó Ian—. ¿Listo? —Ian asintió y Neville salió a toda marcha.
*

Draco estaba feliz en aquella casa. Aunque no lo dijera, esos meses estaban siendo los
mejores que había vivido en mucho tiempo a pesar de ahora saber que Neville se acercó a
él por la culpa. Un sentimiento que a su parecer, Longbottom no tenía porque sentir. Si
Lucius había muerto era porque se lo había buscado. Cuando Longbottom se lo confesó,
Draco no emitió ningún juicio. Pensó en tomar a su hijo e irse porque no aceptaba la
lastima de nadie. Pero las palabras de sincero cariño por parte de todos, hicieron que
reflexionara.

Ya era muy tarde para arrancar a Ian de aquel lugar. Incluso ya era muy tarde para el propio
Draco que se había encariñado con Sarah, Ryan y hasta con el tonto Gryffindor. Así que
tras la confesión, sólo hizo lo que tenía que hacer. Escuchar, él no quería saber de la guerra.
Esa no fue su lucha. Si su padre había muerto, lo sentía. Cuando Longbottom quiso hablar
de su madre, Draco le dijo que no era necesario. Sabía que estaba muerta.

¿Cómo murió? Eso era lo de menos. Nada que le dijera podía traerla de regreso y prefirió
no saber.

Draco continuó con su rutina en aquel lugar y nada lo evitó. Hablaba con Sarah durante
horas, ella se había vuelto su confidente y él, era el paño de lágrimas de la chica. Pues la
pobre estaba perdida de amor por Ryan que no era más que un golfo. No había noche que
no saliera de cacería. Siempre con una mujer distinta y muy lejos del tipo de Sarah. Aunque
para Draco aquella actitud escondía algo, tal vez Ryan Smith estaba más interesando en
Sarah de lo que todos creían.

En ese tiempo, el rubio se había adueñado del despacho de Longbottom. Descubrió a la


semana de estar ahí que el castaño, poco usaba ese lugar. Siempre estaba encerrado en el
invernadero trabajando a lado de Ryan. De vez en cuando salía con él pero nunca regresaba
con nadie. Draco se sorprendía de lo cambiado que lucía físicamente. Longbottom era un
chico completamente comestible. El tipo de hombre por el que Draco perdía los pantalones
—por supuesto, cuando Ian aun no existía—: alto, con un cuerpo perfectamente marcado en
los lugares adecuados y muy pulcro en su vestir. Por lo regular, en la semana, Longbottom
utilizaba trajes, sin corbata por supuesto. Siempre se afeitaba por las mañanas pero ya para
el almuerzo tenía sombras de una insipiente barba. Los únicos días que parecía no afeitarse
eran los fines de semana.

Esos días hacían que Neville Longbottom variara su arreglo. Usaba vaqueros, alguna
camiseta que se ajustaba a su perfecto torso y su cazadora de cuero, que le daba un aspecto
muy rebelde. Además de que no se afeitaba, eso resultaba el toque sexy que necesitaba.
Pues, para el sábado por la mañana, ya lucía una perfecta barba que iba muy bien con él
cuando salía a algún paseo en esos coches clásicos que poseía. Draco se preguntaba
vagamente porque Longbottom no tenía una pareja. Con ese aspecto, cualquiera se metería
en sus pantalones.

El sonido de un coche deteniéndose en la entrada sacó a Draco de sus cavilaciones. Se


asomó por una de las ventas. Ian bajaba del coche rojo completamente emocionado. La
puerta de la casa se abrió de golpe y Draco pudo ver a su hijo más de cerca.

—¡¡Hola papá!! —soltó el niño entre alegre y tímido por la reacción de su papá.

—Ian —Draco enarcó una de sus platinadas cejas.

—Hola —Neville pareció caer del cielo. Ian aprovechó su llegada para subir las escaleras
como bólido y salvar la regañada de su papá. Draco negó y observó a Longbottom—.
Lamento no haberte pedido permiso para llevarme a Ian a dar un paseo. Pero es que lo
encontré en el garaje y…

— ¿En el garaje? ¿Qué hacía en tu garaje? —Neville se encogió en hombros.

—Supongo que se aburre.

— ¿Aburrirse? Pero si tiene un montón de actividades. Cabalgar, sus clases de piano y


violín…

—Sí, claro. Pero está solo y eso debe aburrirlo. Estaba pensando que, si no tienes
inconveniente, podemos inscribirlo en una escuela muggle. Así tendría amigos y no se
aburriría tanto.

— ¿Escuela muggle? —graznó Draco.


—Bueno —Neville se sonrojó completamente. Se estaba entrometiendo en la educación del
hijo de Malfoy—, era una sugerencia. Si te moleste pues…

—No, no, sólo me tomaste de sorpresa. Tienes razón, aquí se aburre. Pero no sé si una
escuela muggle sería lo mejor…

—Lo es, no te preocupes. Ian es muy inteligente y no dirá a nadie su origen o que nosotros
somos magos.

Draco sabía bien que no podía tener encerrado a su hijo en aquel caserón. A pesar de ser
hermoso, para un niño de la edad de Ian, también era solitario. Sin decirle nada, le asintió a
Neville y éste sonrió.

Por un momento, Neville se dejó llevar por la mirada de Draco. Desde hace tiempo que
admiraba en secreto la entereza del rubio. Los años de lucha para sacar a su hijo adelante
hicieron mella en él y le dieron una madurez que deslumbraba. Además, Draco Malfoy era
jodidamente atractivo. No se explicaba como Harry lo había dejado escapar.

—La cena ya está lista —La voz de Sarah interrumpió el momento.

—Bien, yo voy por Ian —Draco se marchó, dejando a Neville con una Sarah que lo veía de
forma suspicaz.

—Aléjate Neville. No quiero que lo lastimes —Las palabras de la chica lo sorprendieron.

—Sarah —Se lo dijo en un tono que buscaba tranquilizarla.

—Nada de Sarah. Conozco a los hombres y más a los Gryffindor’s. Van por el mundo
intentando defender damiselas en peligro. Eso les infla el ego…

—Draco no es una damisela….

—Ya, ese es el problema. Draco Malfoy, es un hombre y hasta donde yo sé, uno que te
puede encantar. Ha sufrido demasiado como para que tú le hagas daño.
—Sarah, yo jamás dañaría a Draco. Mis intenciones con él no son malas. Sólo quiero
ayudarle en cualquier cosa. Lo mismo que hago con Ryan y contigo.

Sarah lo miró fijamente a los ojos por un momento. Después se dio media vuelta y caminó
hasta la cocina. Neville soltó un suspiro. Hasta ese momento él era totalmente inocente y no
pensaba en Draco, más que como un buen amigo. A pesar de todo lo potable que
estuviera.

El sonido de su móvil corto la línea de sus pensamientos. El número era desconocido para
él. Pero sabía que era americano. Abrió el mensaje de texto y una sonrisa se dibujo en su
rostro. No eran más que tres palabras; pero de inmediato supo de quien se trataba: Quiero
dejar esto.

Bien, siempre quiso tener una sucursal de su negocio en Estados Unidos. Los próximos
años serían maravillosos para todas las personas que habitaban esa casa.

Al final me cubres todo de angustiosa soledad

Porque presagió que jamás regresaras

Y yo sin tu mirar ¿qué voy a hacer?

Donde estés, sólo te pido que no vayas a olvidar

Que por amarte como un Cristo me quede

Con los brazos abiertos.

Notas finales:
Les agradezco tanto sus palabras. En mi corazón se quedaron, cada una de ellas.
Saber que tengo tanta gente que apoya, me hace sentir tan bien. No soy una persona
que sepa expresar sus sentimientos y quien me conoce en la RL, me tiene como una
persona fría y distante. Pero aquí encontré un buen lugar para sacar todo de mí alma.
Gracias, de verdad muchas gracias.

Bueno, el fic:

¿Qué les pareció el lemon? En los siguientes dos capítulos hay un brinco en el tiempo.
Veremos a Ian de 11 años y a partir de eso, empezamos con el Drarry. Todavía no está
definido y nos falta un poquito para llegar a eso. Pero espero que con este capítulo, les
haya despertado un poco de ternura para Harry.

Mil gracias a mi beta luxam9. El fic es para mi amiga Dark con todo mi corazón. Un
abrazote para Bruixa y todo mi cariño para quien me regale un comentario.

Besotes, nos vemos el lunes ^^

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Capítulo 6 La media vuelta por acm2099
Notas del autor:
Feliz Halloween. Bueno, técnicamente ya no lo es. Pero como estoy en plana fiesta de
disfraces pues… No se imaginan la cara de mis amigos cuando les propuse ser la
conductora designada. Es que debía estar sobria para darme un tiempito y actualizar.
Imagínense, luego con unos tequilas encima soy muy chistosa. Me sé unos chistes
colorados ^^.
En fin, dejemos a mis bebedores amigos y hablamos del capítulo.
Hay una escena de baile (pensé que escribir escenas de acción era difícil. El baile me
gano) para ella, les dejó el link de la canción:
http://www.youtube.com/watch?v=Ut0qr76wmTw
No es la canción que el mundo esperaba. Pero me encanto. Así que si pueden, en
cuanto alguien le pida a Draco bailar, ustedes escuchen esa canción.
No se olviden que esto es un Drarry, parezca lo que parezca. ESTO ES UN
HARRY/DRACO.
No se vayan si leer la notas finales ^^.

Ian observaba a Sarah, con ojos brillantes y expectantes. El chico estaba recostado en el
suelo de la sala, al lado de él, Neville Longbottom reía con las palabras de la chica. Les
estaba contando una de las hazañas de Draco: Hacer que Goyle y Crabbe dejarán de comer
pastelillos por una semana. Draco, sólo los miraba. Los años habían pasado y a penas los
había sentido. No podía creer que Ian ahora tuviera 11 años y que dentro de unas horas
estaría en su Colegio. Draco aun recordaba con cierto estremecimiento el momento en el
que se dio cuenta de la inminente posibilidad de que Ian tuviera que ir a Hogwarts:

Ian cumpliría 11 años en seis meses y Draco estaba nervioso. No quería que por ningún
motivo su hijo pisara Hogwarts. Por ello planeaba irse. Irlanda estaba muy cerca de todo
aquello que una vez le había hecho tanto daño. Regresaría a Estados Unidos; pero tenía
que comunicárselo a Longbottom. Él no era un delincuente como para irse sin decir nada.

Caminó por el pasto hasta llegar a la puerta del invernadero. Muy pocas veces había
estado en allí. Longbottom y Ryan tenían un montón de plantas, la mayoría le daba cierta
aprensión a Draco. Con mucho cuidado empujó la puerta. Todo era verde y había una luz
que parecía incrementar el color. En una de las mesas del fondo, Draco alcanzó a
distinguir la figura de Longbottom. El hombre traía una larga bata blanca abotonada por
enfrente y unos lentes que hacían ver sus ojos como grandes faros azules.

— ¿Qué haces aquí Malfoy? —para Neville era tan extraño ver al rubio en su invernadero.
De inmediato se dio cuenta la mirada gris de Draco estaba enturbiada.

—Me voy —fue su lacónica respuesta.

Neville se quitó las gafas y Ryan levantó la cabeza de la enorme planta a la cual le quitaba
las raíces. Primero hubo un silencio, después Neville se paró. Tomó a Draco por el brazo y
lo sacó del invernadero. Aun no tenía muy en claro que era todo aquello.

— ¿Te vas? —le dijo aun sin soltarlo. Clavando sus ojos azules en los grises.

—Ian cumple años en seis meses. Descubrirán que estoy aquí. Y yo no quiero que mi hijo
esté en Hogwarts. No lo quiero cerca de Potter. Él me lo puede quitar… Decir que es
producto de magia negra… Decir que yo…
El rubio estaba visiblemente alterado y balbuceaba cosas sin sentidos: —Estas
desvariando. Harry no te quitaría a Ian.

Draco se soltó del agarre y miró desafiante a Neville: — ¿Podrías asegurarme eso, sin
temor a equivocarte? —Neville vaciló y luego negó.

—Aun así, ustedes no se pueden ir —Draco no daba crédito a las palabras. Se dio media
vuelta pero no avanzó. Neville lo detuvo, le giró violentamente y lo pegó a su cuerpo. Fue
la primera vez que Draco notó la diferencia de estura y complexión. Longbottom era más
alto que él y tenía un cuerpo completamente apetecible.

—Nadie se va a ir de aquí —clavó una vez más sus intensos ojos azules en la mirada de
Draco.

—No tengo nada que ofrecerle a Ian…

—Tienes más de lo que crees —afianzó el agarre —si me dejarás hablarte de tu madre. La
fortuna de ella se encuentra intacta porque…

Draco se removió con fuerza hasta que se pudo aparatar: — ¡¡¡No quiero saber!!! ¡¡¡
¿Qué no entiendes?!!! ¡¡¡NO QUIERO TENER NADA QUE VER CON LONDRES, CON
INGLATERRA, CON ÉL!!! —el tonó era rabioso.

— ¿Entonces te importa más él, que tu propio hijo? —el sonido hueco del bofetadon que le
dio Draco retumbó por toda la propiedad.

Neville intentó enfocar de nuevo a Draco después del golpazo: —Lo siento. No debí decir
eso. Yo… No sólo está Hogwarts. Podemos buscar otras escuelas. Durmstrang, también el
Instituto de Magia y Hechicería de Boston. Ryan es egresado. Tengo contactos Draco, Ian
no irá a Hogwarts a menos que tú lo quieras.

Draco dudo en aquel momento. Pero un mes después, Neville llegó con la admisión de Ian
para el IDMYHB (Instituto de Magia y Hechicería de Boston). El rubio se puso tan feliz en
ése momento. De verdad Neville Longbottom tenía sus recursos. No sólo económicos.

Las carcajadas sirvieron para sacarlo de sus pensamientos. Longbottom les estaba contando
de la ocasión en la que Draco le había pegado las piernas.
—Tuve que subir las escaleras con las piernas juntas. Nada más imagínense al gordito de la
casa subiendo las escaleras así. En cuanto llegué a la Sala común me sentí en la gloria.
Hermione y Harry no debieron haber tenido idea de que hacer: Soltarme o reírse.

— ¿Harry? ¿Fuiste su compañero? —preguntó Ian sin maldad. Neville asintió y continúo
con las historias.

Draco esperaba algo más. Algo que nunca llegó. Eso era tan extraño para el rubio. Desde
que Ian sabía hablar, su tema favorito era Harry. Le preguntaba cómo era, el color de sus
ojos. Porque no estaba con ellos y que si algún día lo conocería. Esas fueron las razones
más poderosas para que Draco le dijera la verdad a su hijo. Sin embargo, Ian parecía muy
curioso. Durante las noches de tormenta o cuando estaba enfermo, siempre llamaba a su
padre Harry.

Eso cambió al momento de vivir en Kerry. Ian dejó de preguntar de su padre a los ocho
años. Parecía que su sed de saber había terminado. Sus horas eran compartidas entre las
escuela y adorar a Neville y a Ryan.

Draco siempre fue un chico mimado. Sus padres lo adoraban. Siguió la misma escuela con
Ian. El niño era consentido y mimado, no sólo por él. Longbottom y Ryan también hacían
su parte. Sin embargo, Ian no era como solía ser Draco. El niño era un encanto.

Siempre luchando por las causas perdidas. Tan Gryffindor, que hacía estremecer a Draco.
Agradecía que en Boston no dividieran a los chicos en Casas. No habría soportado que su
hijo terminará en el equivalente a Gryffindor, en América.

Otras estruendosas carcajadas llenaron la sala. Ian se revolcaba de risa entre los cómodos
cojines que tenía esparcidos por el suelo. Ryan convulsionaba en su sillón. Sarah sonreía
discretamente. Y Longbottom estaba despatarrado como Ian, sonriendo como un idiota.
Draco también sonrió. Esa, aunque extraña, era su familia.
—Entonces Fang aulló —después de las carcajadas, Neville continuo con su historia. —
Estaba tan asustado que su pelaje negro, termino blanco.

— ¿Y papá? —preguntó Ian maravillado. Se le hacía genial que su papá y Neville se


hubieran internado en un Bosque lleno de criaturas terribles.

Neville volteó en dirección a Draco. No se había percatado que con el movimiento había
terminado con la espalda apoyada sobre el sillón donde estaba Draco. A escaso centímetros
de sus piernas. Cualquiera que no los conociera pensaría que eran pareja. Neville deshecho
de inmediato ese pensamiento.

Los ojos de Neville parecían pedir el permiso de Draco para hablar. Draco inclino su
cuerpo hacía adelante y apoyo un de sus manos en el hombro de Longbottom. Esa era una
señal de aprobación. Aun tenía que trabajar con el Gryffindor en el arte de la sutileza.

—Bueno tu papá, extrañamente se escondió detrás de mí. Cosa rara, porque yo era el
Gryffindor más cobarde de toda la historia.

—Yo diría que más que esconderme, nos estábamos acurrucando. Los dos estábamos
lívidos del miedo.

Ian miraba a su papá. Era la primera vez que hablaba de su pasado sin que las historia fuera
para que él conociera un poco de su padre. Porque su papá siempre se esforzaba para que él
tuviera recuerdos de Harry Potter.
Continuaron hablando. Las anécdotas iban desde el primer momento en el que Longbottom
perdió a su sapo. Hasta el instante donde Neville lo dejó libre.

—Fue un buen compañero. Pero el pobre amaba la libertad. Aunque ¿Quién no?

Draco asintió, casi por instinto. Él no fue libre hasta que Ian llegó a su vida. En aquel
momento estaba condenado a cumplir con las órdenes de Voldemort. Salvar a sus padres
era su motivación. Sin embargo, Ian se convirtió en una prioridad mayor. Debía salvar la
inocente vida de su hijo no nato. Y sin querer, esa decisión lo llevó a la libertad. Junto con
todo lo que conlleva ser libre.

Un instante después se percataron de que Ian estaba completamente dormido entre los
cojines. Draco que se encontraba un poco achispado por el vino, estaba sopesando las
posibilidades que tenía de caer de las escaleras con su hijo en brazos. Sin embargo, no fue
necesario hacer algún esfuerzo.

Neville se puso de pie y tomó entre sus brazos al chico. Sarah se despidió y Ryan se ofreció
a acompañarla hasta la cabaña. Cosa completamente innecesaria, ya que el terreno era
absolutamente seguro. Sin embargo, tanto Neville como Draco sabían que había un doble
motivo para eso.

Los observaron salir. Draco emitió un suspiro. Neville simplemente reacomodo el cuerpo
de Ian entre sus brazos y caminó hacía las escaleras. Conocía a Ryan y esperaba no tener
que intervenir. Draco, en cambio, pensaba que a la mañana siguiente tendría que dejar a su
único hijo en un Colegio extraño y en otro país. Aunque, era lo mejor. Tal vez su hijo
jamás conocería Hogwarts, pero eso era...lo mejor.

Neville colocó a Ian en su cama. Acarició el negro cabello y le sonrió a Draco, que miraba
todo desde el lumbral de la puerta, con ojos de añoranza.
— ¿Preocupado por mañana? —preguntó Neville.

—No. Un poco triste. Será la primera vez que nos separemos.

—Sabes que no era necesario. Aun podemos mudarnos —Draco le sonrió. Neville le había
sugerido mudarse a Boston para estar más cerca de Ian. El rubio se negó. Ian tenía que vivir
esa experiencia aunque fuera tan lejos.

—Sólo voy a extrañar no verlo diario —Neville miró al chico en la cama y ensanchó su
sonrisa. En Boston, los alumnos tenían permitido ir su casa cada fin de semana.

Tomaban un traslador que los aparecía justo en la sala de estar de su casa. Draco ignoraba
eso, ya que Ian y Neville querían darle la sorpresa.

—Estará bien —dijo con voz firme. Draco suspiro ante las palabras —Draco… Me
preguntaba si… Bueno… ¿Podría acompañarte?

Draco suprimió la sonrisa socarrona ante la pregunta: — Claro. Sarah también quiere ir.
Imaginó que Ryan se nos unirá.

—Ya —Neville estaba muy contento y aliviado por poder acompañarlos —Gracias Draco
¿te apetece una copa?

Salieron de la habitación de Ian y llegaron al despacho. Neville sirvió un par de copas de


whisky que terminaron derramadas en el costosísimo piso de madera desgastada. Se quedo
atónito al ver a Sarah y Ryan, devorándose mutuamente. Draco esbozó una sonrisa y
esperaba desde lo más profundo de sus ser, que su amiga nos sufriera como él.
*

El castillo de Hogwarts rebosaba de alegría. Estaba luminoso e imponente. Esperaba a sus


alumnos, como cada 1 de Septiembre. Los profesores, como era la costumbre, ya estaban en
el castillo. Pero un profesor en especial se encontraba desosó por empezar el curso.

—Lupin ¿estás temblando? —Remus se estremeció ante la cercanía de Severus.

—No estoy temblando.

—Ya, pues pareces muy pálido. ¿No quieres una poción? Tal vez una mata lobos. —se lo
dijo más para molestar que con malicia.

—Sabes bien que no estoy orgulloso de esa época de mi vida. Deberías saber cuándo
detenerte Severus —el tono de Remus fue firme y Severus supo que había cometido un
error.

—Lupin…

—Déjalo —Lupin caminó por el pasillo hasta perderse de su vista.

Severus maldijo su humor y con toda dignidad Slytherin caminó por el mismo pasillo. No
se disculparía. Porque eso de pedir perdón no pegaba con él. Ya más tarde vería la forma de
solucionar ese pequeño altercado.
Teddy decidió que Hogwarts era genial desde el momento en el que entro al castillo. A
pesar del sombrerito ridículo y estar encerrado en un salón. Estaba seguro que ese castillo
era la onda. Además, estaría muy cerca de su padre y de Severus.

Un pequeño profesor los condujo por la puerta, hasta el Gran comedor. Teddy sabía que eso
era la ceremonia de Selección. Todavía no estaba muy seguro sobre su casa. Por un lado,
Gryffindor era la opción de su padre y la más normal. Pero Slytherin también era genial.
Tendría a Severus como Jefe de su casa y seguro él le enseñaría cosas inimaginables.

—Lupin Tonks Ted.

Ni si quiera se había percatado de cómo iba la Selección. Le dirigió una mirada a la mesa
de los profesores. Su papá le sonreía y tenía los ojos brillosos. Tal vez esperando por que su
hijo fuera seleccionado para Gryffindor. Severus estaba al lado de su padre. No sonreía
pero tenía esa mueca que Teddy traducía como una sonrisa.

El sombrero Seleccionador el cubrió los ojos. Escuchó la deliberación sin prestar mucha
atención. El sombrero parecía hablar de una estupidez de trabajo duro, de un casa con un
nombre horrible: Hupuff, Huflpuff, Fflema. Algo así. Teddy no tenía ni idea. Lo único que
no quería era defraudar a eso dos hombres que lo veían expectantes.

—Ravenclaw.

Teddy tenía los ojos cerrados. El veredicto no fue tan malo o por lo menos eso le pareció
cuando volteó a la mesa de los profesores. Su padre seguía feliz y sus ojos color miel
parecían brillar mucho más. Y Severus parecía intentar mostrar una sonrisa. Aunque Teddy
no se arriesgaba a confirmar eso.

Después de la cena, los prefectos se ponían de acuerdo para llevarlos a los dormitorios. Fue
en ese momento que Severus aprovechó para acercarse a Teddy.

—Ravenclaw —dijo en tono firme.

—Sí, seguro que papá está un poco decepcionado.

— ¡Oh, vamos! Tu padre es un Gryffindor. No le hubiera decepcionado aunque fueras


miembro de Hufflepuff.

—Sí, bueno —Teddy no estaba muy convencido.

—Vamos, Ravenclaw será muy buena.

— ¿Tú tampoco estas decepcionado?

Severus esbozó una mínima sonrisa —Por lo menos no eres un cachorrito.

Teddy le dio una deslumbrante sonrisa. En ese momento los prefectos los llamaron y el
chico caminó por los pasillos de lo más feliz.

Severus los observó perderse. Y luego caminó hacia las mazmorras. Cuando estaba a punto
de llegar a su despacho, sintió unas manos que lo detenían. Su cuerpo fue acorralado en un
muro y sintió unos labios tibios sobre los suyos.

Los labios eran gentiles pero exigentes. Severus abrió un poco su boca para darle paso a
una firme lengua que envolvió la suya. Dándole ligeras caricias. Las manos que lo
detuvieron viajaron hasta su cuello y lo acariciaban, mientras el beso se encendía. Severus
no supo cuanto duro el beso. Sólo sintió cuando esos labios y esa lengua lo abandonaron.
—Gracias por lo de Teddy.

Lo voz de Lupin estaba ronca. El profesor de DCAO no espero una respuesta. Se fue tan
rápido como llegó.

Ian estaba encantando con el Colegio. No era un castillo Medieval ni nada por el estilo, era
un edificio moderno. Una típica escuela muggle y además estaban innovando con las
relaciones entre la magia y los aparatos muggles. Claro, que no podía dejar de ver las miles
de lechuzas y búhos que estaban volando por ahí. Signo inequívoco de que esa, era una
escuela de hechiceros. Ian se despidió de su papá, con la promesa de que se portaría bien y
que se verían más pronto de lo que creía. Para ser exactos ese fin de semana.

Sarah le dio un fuerte abrazo, Ian pensaba que su pulmón reventaría en cualquier momento.
Ryan le dio un abrazo también y le dijo que le escribiera mucho. Le había regalado un
ostentoso Bubo scandiacus o búho nival que estaba modificado genéticamente para ser de
color negro y no blanco como lo era habitualmente —Por ello, es más costoso, elegante y
único. Esas habían sido las palabras de Ryan, con un brillo triunfal en los ojos.
Seguramente quería que todo el Colegio se enterara del poder adquisitivo de la familia.

El último de quien se despidió fue de Neville, le dio un gran abrazo. Neville le había
regalado una miniatura exacta de un Ferrari Testarossa. Y con él, la promesa de que al
graduarse su regalo sería ese coche. Desde que Ian supo de su existencia, se enamoró del
Ferrari y Neville le prometió comprar el Testarrosa cuando recibiera su diploma. Antes de
separarse le susurro:

—Cuida mucho a papá. Sácalo a divertirse, por favor. Promete que lo harás.

—Te lo prometo.

Ian le sonrió, toma la jaula de Alexander y se encaminó junto con sus otros compañeros
hacía la entrada principal. Les enseñarían sus dormitorios. Los terrenos y les explicarían
todo para el siguiente día. Los cuatro, estaban un poco tristes, la partida de Ian era difícil,
porque sentían que se marchaba la alegría de su hogar.

Habían pasado dos meses desde la entrada de Ian al Colegio. En la primera semana a Draco
casi le daba un infarto cuando vio a su hijo materializarse en la sala de la casa. La sorpresa
fue magnífica. Ian estaría con ellos cada fin de semana. Menos ese fin de semana porque
tenía demasiados deberes y debía concluirlos. Draco se imaginó que la escuela de Mágica
de Boston, no era tan exigente. Sin embargo se equivocó. Al parecer, el colegio se
esforzaba día a día en subir su nivel.

La ausencia de Ian obligó a Draco a aceptar la invitación que le hizo Neville para salir. En
realidad, no saldría solo con él. Saldrían los cuatro: Ryan, Sarah, Neville y él. Lo que ponía
nervioso al rubio, era que tenía años sin salir. Años sin ir a un club a bailar o a tomar una
copa. De hecho, Draco no había hecho eso desde principios de sus vacaciones cuando
estuvo en quinto curso de Hogwarts.

No era la primera vez que Neville lo invitaba a salir. Ya fuera con Ryan o con Sarah o
todos. Cada viernes, Draco tenía una nueva invitación. Y no sólo a los clubs. Neville
también lo invitaba al teatro, al cine o conciertos. Draco siempre declinaba las ofertas,
alegando que Ian llegaría y que él quería estar al 100 para recibirlo. Pero sin la llegada de
su hijo, se había quedado sin excusas.
Se vio por última vez al espejo. Salió de su habitación y bajó corriendo las escaleras. Los
demás ya lo esperaban en el coche. Neville manejó su Jaguar, como cualquier muggle que
piensa ir a divertirse con sus amigos. Sarah y Ryan parecían no querer hablar del beso que
se dieron y estaban muy distantes el uno del otro.

Una hora después llegaron al club. Las luces se veían desde afuera, en destellos de luz
verde de todas las tonalidades. Había muchos chicos afuera y parecían estar haciendo
antesala. Neville y Ryan se acercaron a la puerta y cuando fueron vistos; las personas de
seguridad los saludaron con cordialidad y les permitieron pasar.

Draco tomó el brazo de Neville para no perderse en la penumbra del lugar. El rubio
esperaba un antro de mala muerte con el Heaven; pero se encontró con un club de lo más
normal, mesas desperdigadas por los dos pisos del lugar. Chicos y chicas bailando en el
centro del club y las luces que se reflejaban como un maravilloso arcoíris.

— ¿Qué quieren de tomar?

—Lo de siempre —dijo Ryan.

—Yo creo que deberíamos abrir con una botella de Champagne. Hay que festejar que
Draco vino con nosotros esta noche —Sarah les sonrió. Estaba feliz porque Draco al fin
estaba dispuesto a divertirse.

—Será Champagne para toda la noche entonces. Vamos a la mesa de siempre.

Ryan caminó por enfrente esquivando las chicas que le caían en los brazos. Llegaron hasta
una mesa que estaba en una posición perfecta para ver todo el lugar. De inmediato uno de
los chicos encargados se acercó a ellos. Saludo a Ryan como si fueran viejos amigos. Y con
un tono casi educado y solmene, le preguntó a Neville que tomarían.
—Trae una botella el mejor Champagne que tengas. —el chico se apresuro y de inmediato
tenían la botella ya en la mesa.

Draco tuvo un breve recuerdo de su padre. Cuando salían era muy parecido, todo mundo
quería servirle rápidamente. En aquellos años su padre era un señor. Ahora, Neville lo era.
Ryan ya le había hablado de que era un referente para la comunidad. Siempre en obras de
caridad para ayudar a los muggles y como mago, tenía cierta celebridad por haber
participado en la guerra.

—Por Draco —dijo Ryan y todos levantaron las copas, en honor al rubio.

Ya iban por la tercera copa de Champagne, cuando se les acercaron dos chicos. Uno de
cabello negro, fornido y otro castaño que también se veía con un cuerpo magnifico. El
primero le sonrió a Sarah. Se veía con todas las intenciones de ligársela y Draco estaba feliz
por eso. Sarah se merecía una buena noche después de la decepción con Ryan y el beso
robado.

— Buenas noches, ¿te gustaría bailar? —se lo dijo de forma muy educada y con una sonrisa
deslumbrante. Sarah lo tomó del brazo como muda aceptación. El chico parecía haberse
ganado la lotería.

El castaño observo a Draco — Me preguntaba si yo tendría la misma suerte —le sonrió al


rubio. Draco, que estaba sentado al lado de un silencioso Neville, le sonrió de vuelta pero
de inmediato envolvió uno de los brazos de Neville entre los suyos —Lo siento; pero no
vengo solo.
El chico se descoloco un poco. Le dio una mirada a Neville y después se dio media vuelta
para perderse entre la multitud que bailaba.

— ¿Y eso? Nadie te va a invitar si creen que estás conmigo. —Draco enmarco una ceja
como toda respuesta. Neville lo observó por unos segundos — ¡Oh, ya!

Ryan estaba perdido, observaba a Sarah y al tipo fornido bailar. Cada vez más cerca, cada
vez los movimientos se hacían más íntimos y sensuales. Se bebió de golpe su copa de
Champagne y siguió con otra y otra. Hasta que la botella se terminó. No ponía atención a la
plática que Draco y Neville tenían.

—Voy por algo más fuerte.

Ryan bajó con rapidez los tres escalones que dividían el lugar y caminó a la barra, estaba
perdiendo el control. Neville y Draco estaban muy divertidos con él. Esperaban que le
saltara encima al tipo fornido en cualquier momento.

— ¿Cuánto crees que tarde? —Neville estaba descorchado la segunda botella de


Champagne, volteó a la barra y vio a su amigo beberse un whisky de golpe.

—Para el segundo trago.

Dicho y hecho. Ryan no soporto más, casi revienta el vaso al dejarlo en la barra. Con
grandes zancadas cruzo la pista. Tomó a Sarah por los hombros, la miro por unos segundos
y luego pasó su brazo izquierdo por la estrecha cintura de la chica, pegándola a su cuerpo.
Señor fornido, no sabía qué hacer. Se vio fulminado por la pesada mirada de Ryan y salió
de ahí perdiéndose en las penumbras del lugar.

Ryan no soltaría a Sarah en toda la noche. Podía ser que el beso que se dieron fuera un
error, como Ryan lo dijo; pero existía una atracción en ellos casi magnética. Eso ni
dudarlo.

—Vamos a bailar —Neville se levantó y tomó Draco de la mano.

— ¿Qué estás loco? —el rubio intentó sentarse nuevamente pero Neville se lo impido.

— ¿Por qué? Sólo quiero bailar.

—Ya y ¿crees que me voy a someter a la tortura?

—Sé bailar. Te recuerdo que soy el menos Gryffindor de los Gryffindor’s.

—Ya. Y la cara de martirio que tenía la Weasley era por…

—Bueno, eso no era por mí. Era porque estaba celosa de…

Draco elevó una de sus platinadas cejas. Sabía a aquí se refería Neville: —Así que sabes
bailar. Eso viene con el paquete no tan Gryffindor. —Neville sonrió.

Draco ni siquiera notó que ya estaban en la pista de baile. Neville lo sujetó de las caderas y
lo pegó a la suyas. El contacto hizo que el cuerpo de Draco se estremeciera. Hacía muchos
años que nadie lo tocaba, ni siquiera de esa forma. El último hombre de su vida había sido
Harry. La música cambió, se escucharon unas trompetas y después una música latina muy
rítmica. Neville balanceaba sus caderas al ritmo de la salsa.

The way you walk, the way you talk. The way you smile sets me off…
Volteó su cuerpo y sintió las manos de Neville recorrer sus costados hasta llegar a sus
caderas de nuevo. Poco a poco, lo ínsito a bajar al ritmo de la música y luego de regresó.
Un brazo de Neville terminó en el pecho del rubio y el otro en la cintura. Le dio la vuelta a
su cuerpo para encararlo de nuevo.

...Para comerte en la última cena. Siempre, te he querido, y contigo hacer un nido. Cada
domingo en el bosque del amor…

Draco no entendía mucho de la letra; pero la música era sensual y los movimientos de
Neville lo eran aun más. Así que estaba siendo seducido por el ex lerdo Gryffindor y Draco
estaba decidió a que si eso seguía no se detendría. Estaba demasiado ebrio como para
pararlo de todas formas. Neville lo pegó aun más a su cuerpo y colocó un de sus piernas
entre las del rubio. Hundió su cabeza en el cuello del rubio y con su boca delineo el cuello,
era sólo un pequeño e imperceptible roce. Sus manos siguieron por los costados del rubio y
esta vez, bajaron un poco y acariciaron las piernas.

…Alguien llame a los bomberos. Donde hay humo siempre hay fuego…

La música cambió. Ellos se encontraban muy inmersos en las sensaciones. Estaban tan
cerca, se miraron intensamente. En los ojos grises había tanto deseo por probar y Neville no
le iba a prohibir nada. Con sus pulgares acarició los labios del rubio. Draco cerró los ojos y
después sintió los labios de Neville. Se estaban besando con desesperación y hambre de
más. Neville estrujaba la espalda de Draco, mientras el rubio dejaba que la lengua de
Neville reconociera su boca. El rubio también intentaba dominar, mordió el labio inferior
de Neville, quien gimió. Estaban casi seguros que ese gemido se había escuchado; pero eso
era lo de menos. Neville se separo de Draco unos centímetros. Lo observo detenidamente.
*

Harry estaba tenido en el sofá de la casa de sus amigos. Había bebido como un loco,
aunque no era extraño. Año tras año Harry parecía perder más su voluntad y bebía en
exceso. Hermione creía que en algunas ocasiones no sólo era la bebida. Tenía serias
sospechas de que Harry consumía algún tipo de droga muggle.

Ron observaba a su amigo consumirse poco a poco. Los esfuerzos para encontrar a Draco
eran inútiles. Desde que desapareció, jamás había utilizado la magia de nuevo y eso lo
hacía casi imposible de rastrear. Ni siquiera los miembros de la Orden encontraban algo.
Hermione había encontrado un hechizo, llamado Sangre mía. Se usaba para encontrar a los
hijos de magos. Pero como Harry había repudiado a su sangre el hechizo no servía de nada.

—Él estaba enamorado de mí. Me lo dijo.

Ron suspiro, le pasó una taza de melaza a Harry y empezó a tomarla. Estaba tan borracho
que no sabía ni lo que bebía. El dulce le daría un poco de sobriedad.

—Necesitamos encontrarlo para decirle que lo amo. Que cada noche sueño con él, que sus
caricias y sus besos las tengo tatuadas en el alma.
Ron asintió, recostó a su amigo y rogó. Rogó con todo su corazón encontrar a Draco
Malfoy y que éste perdonara a su amigo. Porque de no ser así, la vida de su amigo estaría
en peligro. Lo único que lo mantenía cuerdo era la idea de reunirse con el rubio y pedirle
perdón.

—Creo que debemos irnos —les dijo Ryan, que se había acercado a ellos. Sarah veía con
desaprobación a Neville.

—Sí, creo que sí.

El camino de regreso fue muy silencioso. Neville no se atrevía a decir nada frente a Sarah,
que parecía querer asesinarlo. El beso había sido genial. Neville no se había dado cuenta de
cuánto deseaba a Draco hasta ese momento. La música y el cuerpo de Draco hicieron mella
en su libido.

Cuando llegaron a casa, cada quien se despidió. Neville esperaba a que Draco dijera algo;
pero el rubio fue el primero en encerrarse en su recamara. Abatido, Neville se fue a su
habitación. Se dio una ducha y luego camino al despacho. Quería una copa de algo más
fuerte. Así intentaría apartar los recuerdos del beso. Se estaba terminando su whisky,
cuando la puerta del despacho se abrió.

—Draco.
El rubio no dijo nada. Caminó hasta él y se lanzó a sus labios. Neville lo recibió con la
misma hambre y desesperación que en el bar. Aparto las sillas y monto a Draco en el
escritorio. Dejó los labios del rubio para besar su cuello. Se deshizo rápidamente de la
camiseta del pijamas y se sumergió en el pecho del rubio atrapando sus pezones.
Mordiendo y lamiendo hasta dejarlos duros y sensibles. Subió de nuevo a los labios de
Draco. El rubio se dejó besar, metió sus manos por la camiseta de Neville acariciando la
ancha espalda del Gryffindor y pellizcando sus pezones.

Neville bajó su mano derecha hasta la turgente erección de Draco, la froto sobre la delgada
tela de los pijamas. Se coloco entre las piernas del rubio y frotó lentamente su erección con
la de Draco. Éste gimió y arqueo su espalda. Neville se presiono más a él y empezó a
frotarse con un ritmo cadencioso. Draco escondió su cabeza en el hueco que hacían el
cuello y el hombro de Neville.

Aumentaron el ritmo de la fricción, los dos estaban tan cerca. Draco gemía
descontroladamente y eso incitaba a Neville para frotarse más a él. El orgasmo del rubio
fue apoteósico. Mordió fortísimo el cuello de Neville dejando una marca roja. Neville, en
cambio apretó más el cuerpo del rubio y dejó que su orgasmo se liberara. Se besaron
nuevamente, de forma lenta. Draco escondió su cabeza en el pecho de Neville, quien
acariciaba su espalda y hundía sus manos en el rubio cabella.

—Esto se puede quedar aquí Draco —le susurró —Nadie tiene porque saberlo. Y si tú
quieres, también nosotros lo olvidaremos.

El rubio no dijo nada. Eran muchos años de autosatisfacerse y de no tener a nadie o de no


desear tener a nadie. Esa noche había perdido la cabeza con Neville y justo en ese momento
no sabía que decir. No quería arruinar las cosas.
— ¿Quieres dormir solo? —Draco negó. Lo que menos quería era estar solo. Neville lo
tomó entre sus brazos y lo llevó hasta su habitación.

—Es lo bueno de que seas tan grande —Neville se rio. Tomó su varita que descansaba en
su mesita. Los limpió y luego se tumbo en la cama al lado del rubio. No dijeron nada más,
ambos se dejaron llevar por el cansancio y se durmieron.

Por la mañana, Draco se encontró en una cama desconocida. Recordó la noche anterior,
casi con miedo volteó al otro lado de la cama y se dio cuenta que estaba vacío. Sobre la
almohada sólo se encontraba una nota doblada a la mitad.

Te lo dije de verdad. Lo de anoche se puede quedar ahí. No te quiero presionar, sé que aun
no es el momento. Aunque quiero que sepas que la puerta de mi habitación siempre estará
abierta. Si por las noches necesitas compañía, yo siempre estaré para ti y seré lo que tú
quieras que sea.

Me levante antes que tú para evitarte la desagradable sensación de haberte tocado con tu
amigo y tener que verlo por la mañana.

Draco doblo la nota de nuevo y sonrió.

Yo quiero que te vayas por el mundo.

Y quiero que conozcas mucha gente.

Yo quiero que te besen otros labios


para que me compares

hoy como siempre.

Si encuentras un amor que te comprenda

y sientes que te quiere más que nadie

entonces yo daré la media vuelta

y me iré con el sol cuando muera la tarde.

Notas finales:

Sé que ahora mismo me quieren golpear. Pero dejando un poquito los instintos
asesinos, les quiero hablar de la historia.
Este fic es la cosa más humana que he escrito. No es una historia fácil y tendrá
muchas vueltas. Intencionalmente les he dejado con la duda de la pareja de Neville.
Les digo que es NO Draco. A partir de este capítulo han empezado mis dudas. Yo
tengo en mi mente como hacer la historia. Pero no sé qué tan de su agrado sea. Por
eso, como se los dije en Aléjate de mí: Si esto no les gusta, díganmelo. Dejaré la
historia, la borraré y a darles algo mejor. Pero si hay una sola persona a la que le
interés, yo continuaré.
Luxam9 me decía que Severus está en OoC. La verdad es que si, un poco y seguirá así,
porque con él he partido desde otra primicia. Es un hombre adulto, que jamás ha
tenido una relación con nadie y que vivió muchos años con los prejuicios de su padre.
Y él se enfrentará a su homosexualidad siendo ya un adulto. Tomado en cuenta que el
pobre no ha tenido tiempo para nada, más que para sobrevivir.
Bien, las pautas están dadas. Y se las planteo a ustedes porque valoro mucho su
opinión. Una vez alguien me preguntó a que Casa de Hogwarts iría, yo dije:
Ravenclaw. Soy demasiado pragmática para estar en otro lugar. Y como ser practico,
recuero a ustedes.
Un abrazote. Mil gracias a luxam9. Gracias a Bruixa por enseñarme tanto. Esta
historia es para ti, mi querida Dark. ^^
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Capítulo 7 Volcán por acm2099
Notas del autor:
Ya pasamos el puente de día de muertos y mi pobre coche aun no se cura del festejo
de Halloween (¿alguien sabe como quitar el aroma de vomito de los tapetes? ¬¬).
Y como el lunes estaba un poco distraída, reitero: Draco Malfoy NO (subrayado, en
negritas, con luces fosforescentes y muy, muy grande) es la pareja de Neville en este
fic.
^^

El beso que le robó Lupin fue sorprendente. Pero lo más sorprendente de todo fue que
cuando el quiso reclamarle, terminaron dándose otro beso. Luego vinieron las caricias y los
roces. Severus no quería dar el siguiente paso, eso sí era algo seguro. Aunque su voluntad
flaqueaba cuando tenían encuentros como ese.

Remus lo aprisionaba en el sofá y con una paciencia inaudita en todo ser humano, se
deshacía de los botones de su túnica, dándole besos y mordidas en su cuello. La túnica salió
por fin y, poco a poco, los botones de la camisa fueron cediendo. El pecho de Severus
también estaba recibiendo esos besos y mordías. Pero todo se congelo en cuanto Remus
llevó una de sus manos al cinturón de Severus.

Remus se separó de él y emitió un bufido exasperado. Severus no participaba mucho en sus


encuentros, siempre se dejaba hacer. Pero cada que Remus quería llevar las cosas a otro
nivel, Severus tensaba todo su cuerpo y no había manera de continuar o hacer avancé
alguno. Parecía que en cualquier momento saltaría del sofá y se pegaría a la lámpara.
Remus ya no podía más, él de verdad quería una relación. Estaba seguro que se enamoraría
de Severus, sí que no estaba ya enamorado.

—Lupin…

Otra cosa que crispaba a Remus. Severus no podía llamarlo por su nombre, a pesar de que
ya le había besado medio cuerpo y le había tocado la otra mitad. Tenían algo de intimidad,
la justa, por lo menos eso pensaba Remus, para llamarse por sus nombres. Pero Severus
seguía distante, frío. El aislamiento de Severus iba más allá del entendimiento de Remus.
— ¿Tendré que follarte para que me llamas por mi nombre? —Severus lo fulminó con la
mirada y se puso de pie, reacomodando sus ropas. Estaba por demás hablar con Lupin.
¿Qué quería? Él no estaba listo para nada más que besos y caricias.

—Me voy.

— ¿Hasta cuándo? —Lupin parecía tan abatido, Severus no tenía idea del por qué.

—No te entiendo —una pequeña carcajada salió de Remus.

—Ya, ¿sabes? Yo estoy muy viejo para éste juego. Soy un hombre que quiere a otro
hombre a su lado. Quiero una pareja Severus, no unos tontos toqueteos. Creo que no tienes
idea de lo deprimente que me resulta que tú y yo nos corramos sobre nuestros pantalones,
como dos críos.

—No estoy listo para nada más, te lo dije Lupin —Severus estaba rígido.

—Ese es precisamente el problema Severus. No es que no estés listo. Es que simplemente


no quieres estar listo. Algo en esa cabecita tuya te impide darle paso a la pasión que sientes.
Yo he querido; te juro que he tratado. Pero tú no deseas poner nada para ayudarme.

—Yo…

—Es por tu padre ¿verdad? —Le corto —. Él te llenó de los prejuicios que los muggles
tienen sobre las relaciones homosexuales. Él te dijo que desear a otro hombre era malo,
aberrante, monstruoso: Un pecado. Severus, estas tan dañado. Si tan sólo dejarás que yo…

—Buenas noches Lupin.

Severus se marchó. Ni siquiera dio un portazo, simplemente salió. Remus se deprimió en


ese momento. Era definitivo, estaba enamorado de Severus Snape. Ni siquiera lo había
notado; pero desde hace tiempo sentía eso por él y ahora le dolía tanto que Severus no
quisiera ser un alguien completo. ¿Qué podía hacer? ¿Dejarlo? Remus sabía que eso no
duraría. Tarde o temprano lo buscaría de nuevo y aceptaría lo poco que Severus le diera;
pero ¿hasta cuándo?
*

El primer año en el Colegio fue increíble para Ian. Los maestros habían sido magníficos y
pronto se hizo de dos muy buenos amigos: Owen Brosnan, que al igual que él, venía de
Europa, para ser más precisos de Gales. Y su otro amigo, Kevin Duarte. Un chico que era
americano y vivía en Boston desde los tres años.

Ian les había invitado a pasar ese último fin de semana en su casa. El lunes iniciaban las
vacaciones de verano y tanto Owen como Kevin viajarían con sus padres. En cuanto
llegaron, David les ensillo unos caballos e Ian les enseñó toda la propiedad. Los chicos se
quedaron maravillados con la magnífica vista del rio Flesk.

—Tus padres tienen una magnifica casa —comentó Kevin bajando de su caballo y
observando al Rio.

—Neville no es mi padre. Él es un amigo de papá —aclaró seriamente.

Tanto Owen como Kevin se sorprendieron, por el tono como por la confesión. A pesar de
ser amigos no había tocado el tema de la familia de Ian. Pensaban que el hombre castaño
era su padre. Kevin se puso un poco nervioso, pensaba que había cometido una indiscreción
y molestado a Ian.

—Disculpa. Es que yo pensé que…


—No me molestó. Sólo que yo no veo a Neville como mi padre, para mí es más como un
amigo. Mi verdadero padre abandonó a papá. No lo conozco —Owen y Kevin
intercambiaron miradas preocupadas. Ian aun montado en Greta, parecía perdido en sus
pensamientos — Pero no me hizo falta. Mi papá siempre estuvo para mí y cuando nos
mudamos aquí ya ni siquiera lo recordaba. —Ian dejó que sus recuerdos se perdieran y
sonrió a sus amigos. — Venga, dejemos de hablar de eso. Este lugar es genial tienen que
ver…

—Los coches.

La voz de Neville sorprendió a los chicos. Ian bajó de un salto de Greta y corrió hasta
donde Neville estaba y le dio un gran abrazo.

— ¿Y papá? —Draco no sabía que llegaría ese día. Ian estaba desesperado por ver su cara,
ante la sorpresa.

—Se fue con Sarah a Dublín. Llegan en unas horas —Neville se separó de Ian y observó a
los chicos.

—Lo olvidaba. Neville, ellos son mis amigos. Owen y Kevin —ambos se acercaron y le
saludaron con respeto.

—Bien, imagino que quieren ver los coches. Hoy le tengo una sorpresa a Ian y me gustaría
que ustedes estuvieran presentes ¿vamos al garaje?

— ¿Sorpresa? —Ian estaba totalmente intrigado.

Neville le sonrió y subió a Crono. —Sí y tal vez si me alcanzas te la muestre antes de la
cena.

Los tres chicos corrieron a sus caballos. Ian le dio un pequeño empellón a Greta que trotó
alcanzando el galope de Crono. Los otros dos chicos los seguían un poco más calmado.
Kevin no sabía montar muy bien y aun tenía problemas con el equilibrio. Owen estaba
encantado con Neville. Nunca había conocido a nadie mayor que fuera tan genial.
Ian ganó por un cabeza. En cuanto llegó a la puerta del garaje saltó de la silla de montar.
Abrió el garaje y en el centro encontró la sorpresa: Un precioso Jaguar type E 1967, color
negro. El capo estaba corrido y los interiores eran completamente nuevos. Neville llegó
hasta él y sonrió. Sabía que ese coche le encantaría.

— ¿Y bien?

—Es original. Los rines, la pintura, los asientos. Está completamente restaurado —Ian saltó
al interior, instalándose en el asiento del copiloto —. Es genial.

— ¡¡¡La puta…!!! —Owen y Kevin veían los coches con expresión incrédula. —Un
Mercedes Benz 300 SL 1953 —Owen se acercó al coche y tocó la pintura plateada con
devoción.

— ¡¡¡Mira, es un Alfa Romeo!!! ¡¡¡Es un…!!! Un… —Kevin no encontraba las palabras y
parecía tener muchas ganas de ver el interior del pequeño coche de color azul.

—Giulietta 1960 —dijo Neville, abriéndole la puerta. Kevin se colocó en el asiento del
piloto y se sentía soñado.

— ¿Todos son suyos? —Le preguntó Owen, que clavaba sus ojos en el Jaguar type E.

—Los 12 son míos. Y ese Jaguar es mi más reciente adquisición. Lo compré para celebrar
una fecha muy importante, ¿no es así Ian? —Los ojos grises de Ian brillaron más de lo
habitual. Neville le había prometido comprar un coche para la colección, como regalo de
cumpleaños. Hasta que terminara el Colegio y le entregara el Ferrari.

—Sí.

Durante toda la tarde se la pasaron en el garaje hablando de coches. Neville les contó cómo
se hizo de la mayoría y les dio una vuelta en el recién comprado, Jaguar. Ian lo manejó
unos kilómetros con la supervisión de Neville, prometiendo que nadie le contaría nada a
Draco. Porque de ser así, seguro Neville terminaría sin sus preciados huevos. El rubio se los
cortaría de tajo al saber que dejaba a su hijo cometer semejantes estupideces.
Draco y Sarah llegaron a casa un poco antes de la cena y encontraron el lugar en plena
fiesta. Ryan y Neville estaban entretenidísimos con los chicos. Ian sintió de inmediato a su
papá y corrió a su encuentro. Se fundieron en un abrazo. A pesar de que Ian había estado en
casa la mayoría de los fines de semana, Draco no podía evitar extrañarlo.

—Hijo, te esperábamos hasta la siguiente semana.

—Te queríamos dar una sorpresa —los ojos grises de Draco se encontraron con los azules
de Neville. Éste parecía un poco avergonzado.

Ian presentó a sus amigos y de inmediato cenaron todos juntos. Draco estaba que no cabía
de contento. Su hijo por fin estaba de vacaciones y él tenía preparado un verano magnifico
para pasarlo con Ian. Tal vez harían algún viaje. Lo había extrañado mucho. Ian, era en
muchos sentidos, su razón para seguir adelante. Aunque tenía que admitir que la vida le
había dado bastantes en esos últimos años.

Al terminar la cena, los chicos se retiraron a sus habitaciones y los mayores conversaron un
poco, antes de despedirse. A la mañana siguiente llevarían a los chicos a conocer el
Condado. Ya que por la tarde Owen y Kevin se marcharían a sus casa. Neville subió a su
despacho y abrió el ventanal para observar las primeras estrellas que iluminaban el cielo.

Unas pálidas manos acariciaron su torso un poco después. Neville enredó sus manos con
ellas y se dio la vuelta para encontrarse con Draco, inclinándose un poco para probar los
labios del rubio. Draco se separó ligeramente de él para caminar a la baranda de la terraza.
Neville lo abrazó por detrás y beso tiernamente el rubio cabello.

—Gracias por la sorpresa.

—Ian estaba muerto por verte. En cuanto lo vi preguntó por ti —Draco se apoyó en los
brazos de Neville y se giró para besarlo de nuevo. Una vez que hubo terminado el beso,
Neville le dio la vuelta a Draco y de un movimiento lo sentó en la baranda. —Quiero
decirle. Creo que ya es tiempo.

— ¿Cómo crees que se lo tome? —Draco enredó sus brazos en el cuello de Neville.

—No lo sé. Pero no quiero que se lo escondamos Draco. Es tu hijo y no me siento bien
ocultándole esto. Tenemos casi un año juntos.

— ¿Y no te molesta que aun no…

—Sabes bien que no. Pero que no follemos no quiere decir que esto no exista. Te quiero
como mi pareja. Y creo que decirle a tu hijo es el primer paso.

Desde su encuentro en el despacho, Neville y Draco habían mantenido un tipo de relación.


Draco aun recordaba los esfuerzos que hizo para no sonrojarse —contra todas sus
enseñanzas, tanto como miembro de la familia Malfoy y como Slytherin — a la mañana
siguiente a ese encuentro. Tras leer la nota de Neville, se había ido a su habitación a darse
una ducha para después bajar a desayunar.

Neville parecía como siempre. Un poco despistado como era su costumbre; pero en cuanto
su camisa se separo de su cuello, Draco había notar la marca que estaba en su piel. Era la
mordida que el rubio le había hecho durante sus besos en el despacho. La mordida ya tenía
un color azuloso y Draco se había sonrojado de sólo pensar que él había causado eso.

Durante esa semana hablaron mucho y convinieron en intentar algo. Neville estaba
advertido por Draco: Él seguía con el corazón destrozado y sería muy difícil que volviera a
amar. Sin embargo, Neville no se desalentó. Tomaba lo que Draco quería darle. Besos,
caricias, conversaciones íntimas y noches de dormir abrazados el uno al otro. Para Draco,
aquello era la gloria. Años de soledad fueron cubiertos por la cercanía de un hombre como
Neville.

Fue la primera vez en mucho tiempo, que Draco pudo dejar un poco el recuerdo de unos
hermosos ojos verdes que le juraban un amor que no existía.
Draco lo observó por un momento y luego se acurrucó en el fuerte pecho de Neville: —
Bien, se lo diremos.

—No, se lo diré yo. Además tengo que pedir su consentimiento —Draco emitió una sonrisa
amortiguada.

—Ok Lord Longbottom.

Neville soltó una carcajada. Elevó la barbilla del rubio y empezó a besarlo con ternura,
probando sus labios y saboreando cada parte de su boca. Draco se dejaba hacer,
maravillado con las sensaciones que le provocaba. Con Neville nunca había hablado de
amor o de pertenencia. Sólo había seguridad, cariño y comprensión. El castaño ni siquiera
le había pedido ir más allá de besos y caricias. Al contrario de todo, sólo ofrecía: Ofrecía,
compañía, ser un sostén y nunca dejar al rubio y a cambió, no pedía nada. Draco entre abrió
sus labios y profundizo el beso, mientras apretaba la espalda de Neville. Sabían que Ian y
sus amigos estaban despiertos, así que no emitieron ningún gemido. Simplemente se
rendían a las caricias que se prodigaban.

En la cabaña de Sarah, Ryan dejaba escapar un gemido de satisfacción al momento que se


desplomaba sobre las sabanas y Sarah lo hacía en su pecho. Ryan la envolvió en un
posesivo abrazó. Sarah se liberó para dejarse caer a su lado. Colocó su cabeza en el pecho
de Ryan y poco a poco su respiración se fue normalizando.
—¿Cuándo crees que nos lo digan? —preguntó Ryan, que estaba observando por la
ventana, como Neville y Draco se devoraban a besos.

—Cuando nosotros les digamos, imagino —Estaban juntos desde la noche en el club. Ryan
había tocado en plena madrugada a su puerta. Se había lanzado a besarla posesivamente y
sin más, le hizo el amor. A la mañana siguiente, le dijo que quería intentar una relación con
ella. Que jamás se había enamorado pero que estaba dispuesto a intentarlo con ella. Sarah
lo aceptó.

—No es lo mismo. Aun no puedo creer que Neville no me diga que se está follando a
Draco —su tono era un poco indignado.

—Ellos no están follando Ryan. Tienen una relación nada más —Ryan seguía
observándolos por la ventana. Acariciaba distraídamente el rizado cabello de Sarah.

—No sé. No me gusta eso. Para mí, Draco no ha olvidado para nada a Potter y tengo
verdadero miedo por Neville. No me gustaría que saliera lastimado.

—Neville está bastante grandecito como para decidir ¿no crees? Además, no hacen nada
malo. Draco está dolido y Neville sólo intenta conquistarlo.

Ryan, resopló. Contempló por última vez la ventana: —Como tú digas. —Recostó a Sarah
sobre la cama y la besó con pasión.

Ron Weasley era el sexto hijo de una familia de siete. Nunca tuvo algo que fuera sólo para
él. Pocas fueron las oportunidades que tuvo para estrenar algo y siempre se sintió como el
hermano que ya no podía sorprender a nadie, ya que sus hermanos habían acaparado todo
mucho antes de que él naciera. Así que vivió con un sentimiento de inferioridad, hasta que
llegó a su primer año en Hogwarts y se volvió el mejor amigo de Harry Potter.
Harry trajo a su vida un sinfín de aventuras y un eminente peligro de muerte. Pero lo mejor
que trajo Harry Potter a su vida, era la mujer de la que se había enamorado: Hermione
Granger. La mejor bruja de su generación, la mujer más bella del planeta y la madre más
amorosa del mundo. Una vez, se preguntó ¿Por qué ninguna de sus cosas valía para nada?
Descubrió que el premio a eso, era Hermione. Ella iluminó su vida y le dio el mejor de los
regalos: Su hija Rose.

Esa pequeña que era suya y de nadie más. Bueno, hasta que llegará el momento y le tuviera
que compartir con algún idiota que fuera su novio. Pero para eso faltaban muchos años y
Ron podría desfrutar de su pequeña. Verla crecer y convertirse en una mujer tan
maravillosa como su madre.

¿Era feliz? No, la verdad es que todos esos sentimientos se ensombrecían cuando pensaba
en el hombre que había traído más bendiciones que malestares, a su vida. Harry Potter aun
lloraba el amor perdido. Y Ron no sabía qué hacer para sacar a su amigo de aquella lúgubre
depresión. Draco Malfoy parecía haber muerto y Ron me temía que fuera verdad.

Pero lo que tenía claro era que, vivo o muerto, encontraría a Draco Malfoy. Hermione se
sorprendía de su determinación. La enemistad entre los Weasley y los Malfoy era ancestral.
Y la enemistad con el hurón, era épica. Aunque Ron admitía que con el pasó de la guerra
mucho de eso cambio. No se imaginaba al rubio siendo un hombre bueno y menos siendo el
papá de nadie. Aunque tampoco se imaginaba que el rubio se había unido a los Mortífagos
sólo para salvar a su familia.

Si Ron hubiera estado en ese predicamento, seguramente habría terminado como Malfoy.
Asustado y haciendo lo que su amo le mandara. La familia era primero, eso lo sabía muy
bien Ron. No importaba como; pero su familia siempre estaría primero que todo. Primero
que cualquier amigo o director de Hogwarts.

—Puedo escuchar tu cerebro trabajar a mil por hora, mi vida, ¿Qué piensas? —le dijo
Hermione envolviéndose más en los brazos del pelirrojo.

—En Harry, ¿crees que este bien? Hermione suspiró y abrió sus ojos: —Me prometió que
no consumiría nada de nuevo.
Ron no entendía mucho de drogas muggle. Sólo sabía que eran muy perjudiciales y según
Hermione acaban con las vidas de las personas sin que ellas se dieran cuanta. Creaban una
adicción que las volvía totalmente dependientes de ellas. Harry, al ser un mago se liberaba
de la adicción. Pero se continuaba consumiendo, su cuerpo poco a poco perdería resistencia
y terminaría siendo tan adicto como cualquier muggle.

—No entiendo porque nunca lo buscó —Hermione levantó un poco su rostro.

— ¿Tú lo hubieras entendido en aquellos años? —Ron negó — Harry estaba confundido y
muy preocupado por otras cosas. No lo disculpo; pero tampoco puedo juzgarlo. Creo que él
ya lo hace por todos.

—No sabes las ganas que tengo de encontrar a Draco Malfoy —y regresárselo a Harry.
Estuvo a punto de decir; pero se contuvo. Si encontraba a Malfoy, esperaba que Harry
pudiera ser feliz.

Neville preparó un recorrido en coche para Ian. El pequeño había estado un poco extraño.
Neville supuso que sería porque sus amigos se habían ido, hacia ya una semana. Sin
embargo, cuando le preguntaban, él decía que no tenía nada que ver con eso. Así que esa
tarde, Neville le dio un paseo por la orilla del rio. Estaba buscando las palabras para decirle
que estaba saliendo con su papá.
Pararon a la orilla del rio, en un lugar que le encantaba Ian porque podía ver los rayos del
sol volver el agua del rio en un caudal multicolor: Era magia pero sin magia. Había dicho
Ian una de tantas tardes que fueron lugar. Neville sabía que ese era el momento perfecto
para hablar.

— ¿Sabes? Owen y Kevin pensaban que tú eras mi padre —Ian le soltó eso y Neville se
congeló. Era como si Ian supiera de su relación con Draco. —Pero yo los saqué del error.
— ¿Por qué?
—No te veo como mi padre. En realidad yo no necesito un padre. Mi papá es el mejor, ha
dedicado su vida a mí. Me dio una educación y cariño. No te veo como el repuesto de un
padre que nunca me quiso. Eres, para mí, un amigo. Te admiro, al igual que a Ryan. Pero
papá es eso: Mí papá.
Neville observaba a Ian, después de esas palabras se despertó en él una admiración por el
pequeño. El chico parecía mayor. No un crío de 12 años: — ¿Te molestaría que tu papá
tuviera pareja?
Ian hizo una mueca de concentración y luego dijo: — No sé. La verdad es que papá siempre
ha estado conmigo y no me lo imagino con algún hombre.

El silencio se extendió. Neville no sabía si hablar con Ian. El chico parecía perdido en sus
pensamientos. Hasta que clavó su gris mirada en la azul de Neville. Éste se descoloco un
poco al ver lo hermosos y brillantes que eran esos ojos grises.

—Quiero conocerlo —dijo Ian y Neville estaba atónito.


— ¿A quién? —Neville esperaba haber escuchado mal.
—A Harry Potter. Lo quiero conocer. Se lo diré a papá para que lo busque —Neville no
supo que decir. Las palabras de Ian habían acabado con toda intención de hablar de su
romance con Draco.
— ¿Por qué? —la pregunta salió como su susurró de su seca garganta.
—Porque es mi padre y tengo curiosidad.
Ian ya no dijo nada más. Se dejó refrescar por el viento que soplaba. Neville estaba a un
paso de la tumba después de aquello. No se quería ni imaginar a Draco.

Besabas como nadie se lo imagina


Igual que una mar en calma
Igual que un golpe de mar
Y siempre te quedabas a ver el alba
Y a ser tú mi medicina para olvidar.

Hiciste que los días se hicieran noches


A veces era tu cuerpo, a veces algo mas
Y yo era un pobre hombre pero a tu lado
Sentí que era afortunado como el que más.

Yo que fui tormenta


Yo que fui tornado
Yo que fui volcán
Soy un volcán apagado
Por que tu volaste de mi nido
Por que tu volaste de mi lado.

Notas finales:

¿Cómo voy? Seguro quieren empalar a Harry y todo eso. Bien, ya tendrán su
oportunidad. ^^
Mi agradecimiento a luxam9 por ser mi beta. Gracias a Bruixa por enseñarme más.
Dark de mi vida, este es tu fic y espero que no te decepcione. Y también le quiero
dedicar este fic a Xanath. Muñeca, eres una de las chicas más inteligentes que
conozco. De verdad te mereces el cielo y agradezco tener lectoras tan brillantes.
Y antes de despedirme, les quiero dejar una tarea. Randal me hizo una pregunta en el
capítulo pasado: Si hubiera un actor que interpretará a Neville de adulto, según tu
concepto ¿Quién sería?
Yo les pregunto, para ustedes ¿Qué actores deberían interpretar a Draco, Harry y
Neville siendo adultos?

Mi nominados son:

HARRY.- Matt Long o Matthew Bomer.


DRACO.- Ryan Gosling (para él no tengo más opción. Ryan Gosling se me hace el
único capaz de revivir las muecas Malfoy, muy al estilo Tom Felton)
NEVILLE.- Clive Owen (es mayor; pero podría pasar como papá de Matthew Lewis),
Ryan Reynolds (con su cuerpo de infarto) o Henry Cavill.
¿Ustedes que opinan? Un abrazote ^^
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Capítulo 8 Marioneta por acm2099
Notas del autor:

Hola, llego un poco tarde pero aquí ta el capítulo.

Para entender un poco la reacción de Draco, les platico que yo imagine a este Draco
como un ser muy honesto. Como un hombre que creció por los golpes de la vida y que
se dio cuenta que las mentiras nunca duran. Por eso Draco decide ser honesto con su
hijo.

Verán, yo crecí con muchas mentiras a mí alrededor. Mi padre es un hombre que vive
una doble moral. Tiene dos familias, la mía que es la legítima y una de la que sólo yo
tengo conocimiento. Y es tan duro ver que mi padre vive con la pesadilla de mentir, de
compartir su tiempo, dinero, cariño...

Es horrible saber que vives en una mentira.

Abrió la puerta tan fuerte, que terminó impactándose con la pared. Neville se encontraba en
la cama. Observó al rubio y de inmediato supo lo que había sucedido. Draco caminó hasta
él y sin decir nada más, se dejó caer al lado del castaño, quien enseguida lo envolvió en un
posesivo abrazo. El rubio suspiró y se abrazó al pecho de Neville.
—Lo quiere conocer —Draco ya no dijo más. Se perdió en sus recuerdos, en sus errores.

Cuando niño, todas las conversaciones de Draco tenían como primera frase: Mi padre dice.
A los once años, Draco no tenía una opinión propia de nada. Veía, oía y respiraba todo lo
que su padre le decía. Sin embargo, después del Quinto curso su mente empezó a despertar
de ese letargo en que parecía vivir. Muchas de las ideas de su padre no eran del todo lógicas
y a pesar querer disculparlo, tenía muy pocos argumentos para hacerlo. Draco sabía que su
padre se estaba desviando.

Ya en sexto curso y a manos del loco de Voldemort, las oraciones de Draco dieron un giro
tremendo. Sus frases empezaban con: Yo creo. Y empezaba a notar lo difícil que era
disculpar a su padre de muchas cosas; como el sufrimiento de su madre. Más tarde, al darse
cuenta de que estaba esperando un hijo, Draco decidió que sería el mejor padre del mundo.

Al lado de Ian, Draco vivió muchas cosas desagradables. Estar sin trabajo, tener que
preocuparse por donde pasaría la noche. Quitarse el pan de la boca para que su hijo no
sufriera. En eso días Draco recordaba mucho a los Weasley. El destino la había dado a
Draco su buena dosis de pobreza. Pero también comprendió porque la Comadreja parecía
ser tan feliz: El cariño.

Draco no cambiaría jamás uno solo de sus recuerdos felices. Él atesoraba eso y no dinero.
Ver a Ian dando sus primeros pasos, escucharlo balbuceaba papá. Pasar su primer disgusto
cuando a Ian se le ocurrió redecorar uno de los departamentos que alquilaban –del cual
terminaron corriéndolo por el incidente –.

Además, Draco se ufanaba de conocer a su hijo como nadie más en el mundo. Sabía que
Ian llamaba el purpura, azul-morado. Sabía que las noches de tormenta no lo deprimían,
todo lo contrario. Podía pasarse horas sólo viendo la lluvia caer. Sabía que el temor más
grande de su hijo eran las muñecas de porcelana, porque le parecían horribles y diabólicas.
Sí, Draco conocía a su hijo y estaba feliz de ser el padre que Lucius Malfoy nunca fue.

Sin embargo, la conversación que tuvo con su hijo lo dejó frío. Ian quería conocer a Harry
Potter. Quería conocer a su padre y le pedía a Draco que investigará. El rubio no estaba
listo para eso. No quería enfrentarse a su pasado, aun no estaba listo para verlo de nuevo.
Pero su hijo no parecía opinar lo mismo. Aun podía recordar a la perfección, la
conversación con su hijo:

Ian estaba visiblemente nervioso. No sabía cómo decirle a su papá que quería conocer a
Harry Potter. Esa idea rondaba su mente desde el antes de salir de vacaciones. En una de
las clases de Historia de la magia, el Profesor había hablado de la segunda guerra mágica
Europea. El nombre de Harry Potter brotó por todos lados. Ian ya sabía mucha de la
historia. Pero aun así, no conocía a Harry Potter.

Entonces pensó que él estaba en todo su derecho de conocerlo, ¿para qué? Bueno, eso un
no lo decidía. Ya lo pensaría más tarde. Lo importante era decirle a su papá que tenía
deseo de conocer al hombre que no había querido reconocerlo. Por lo menos eso si era
algo que Ian tenía claro. Le preguntaría a Harry Potter ¿por qué? ¿Por qué ni siquiera
darle el beneficio de la duda?

Draco se sentó en la cama de Ian y lo observaba con una ternura infinita. El chico se
sentía extrañamente intranquilo. No quería causarle a su papá un gran dolor. Él mejor que
nadie sabía lo que significaba para su rubio papá, hablar de Harry Potter. Recordaba la
mirada perdida, la voz distante y anhelante. Cada que preguntaba sobre su padre y el
rubio debía contestarle y luego, las horas en silencio y las noches sollozando.

—Papá yo… —Ian buscaba las palabras correctas para no lastimar a su papá. Sin
embargo, esos ojos grises expectantes le hicieron ver que por más sutil que fuera,
lastimaría — Estaba pensando… Sabes… pues quisiera… quisiera… Conocer a Harry
Potter.

El rubio primero pensó que había escuchado mal. Pero los ojos de apenados de su hijo, le
hicieron entender que no había error alguno. No supo que decir, no encontraba palabras.
Ian quería conocer a su padre. Era tan extraño, tenían años sin hablar de él y ahora de
buenas a primeras su hijo quería conocerlo.
—Pero —intentó suprimir el balbuceo. No se quería mostrar muy afectado. Aunque sabía
que su hijo ya lo había notado — ¿Por qué?
—Bueno… él es mi padre y supongo que tengo curiosidad. Papá tú podrías… sé que es
difícil pero… —Ian no quería poner el peligro a su papá. La última vez que había estado
frente a Harry Potter, las cosas no había resultado bien. Y no quería que Potter lo
golpeara de nuevo.
—Es diferente Ian —el tonó de su papá era más profundo — él no volverá a ponerme una
mano encima. Antes yo no podía usar mi magia; pero ahora sí.
—Papá yo quisiera…
—Lo sé hijo. Te prometo que lo arreglaré. Si tu deseo es conocerlo yo haré eso posible.
Ian asintió: —Gracias papá.
—Ian ¿he sido bueno contigo?
La pregunta tomó de sorpresa al chico: —Papá, has sido el mejor. Te adoro, eres mi
ejemplo, mi guía. La persona a la que más respeto y admiro. Yo sólo… Es que… quiero
conocerlo.

Draco no dijo más, le dio un beso en la frente a su hijo y le regaló una sonrisa tirante.
Inmediatamente después salió de la habitación. En cuanto cerró la puerta, el rubio soltó un
sollozo. Se apoyó en la pared e intentó retener las lágrimas que pugnaban por salir. No; ya
no lloraría más y menos por él.

Tantos años escondiese, tantos años intentado no pensar en él y ahora su hijo quería
conocer al muy hijo de puta. Draco no quería, tenía la cabeza hecha un lio. Aun no se
sentía preparado para enfrentar de nuevo a Harry Potter. Aun dolía y Draco no era
partidario del dolor. Menos cuando venía de tan adentro.

Draco necesitaba sentir que algo de su vida estaba bien. Caminó por la casa, sabía muy
bien dónde encontrar el sosiego que tanto necesitaba.
Neville emitió un suspiro. Tomó el mentón del rubio y le dio un ligero beso en los labios:
—Estaré contigo en cada paso Draco. Ya no estás solo, recuérdalo —el rubio su acurrucó
en el pecho de Neville. No quería pensar, esa noche no.

No fue suficiente besar otra boca


Busqué mil amantes para olvidar tu amor
No fue suficiente tomar una copa
Compre una cantina para ahogar tu adiós

Aunque presiento que jamás voy a olvidarte


Ni llorándote el resto de mi vida
Ni comiéndome a besos mil amantes
Ni tomándome toda mi cantina.

Observaba la ilusión que se mostraba por la ventana. Siempre le deprimió que el Ministerio
estuviera enterrado. Esas imágenes hechas con magia eran bonitas; pero nada reales y a él
en ese momento le apetecía algo real. Algo en realidad bonito. Suspiró y regresó al informe
que estaba redactando en ese momento.
La puerta de su despacho se abrió y el frunció el ceño. Sólo había dos personas que tenían
el permiso de entrar a su oficina sin ser anunciadas. La primera era Ron, que no se
encontraba en el país y la segunda era:

—Hermione, no esperaba la revisión tan temprano —Hermione ignoró el comentario y se


sentó frente a Harry.
— ¿Cómo estás?
—Jean, soy un adicto funcional.
Hermione suspiró frustrada. Odiaba que le dijeran Jean; pero sobre todo odiaba esa actitud
tan derrotada de Harry: —Por favor.
—Tengo un mes sin consumir y beber. Me siento bien Hermione, les prometí luchar y eso
es lo que estoy haciendo —Hermione suavizó sus facciones y le sonrió cálidamente a
Harry.

Sabía que su amigo lo estaba intentando. Se había alejado de sus adicciones poniendo todo
su valor en ello. Ya no salía por las noches, ahora se iba a su casa y según les dijo: Luchar
con sus demonios. Harry se la pasaba horas pensando en sus errores, conviviendo con sus
culpas y encontrando valor para dar el siguiente paso. Aunque Hermione no tenía muy
claro cuál debía ser el siguiente paso. De una forma u otra, Harry les había demostrado que
no se olvidaría de Draco.

—Harry, ¿por qué no vienes a cenar con Rose y conmigo? Ron regresa hasta mañana —
Harry miró a su amiga. No tenía muchas ganas de cenar con la mirada compasiva de
Hermione. Pero sabía que si se negaba la tendría todo el día rogándole.
—Tengo unos informes que hacer. Si termino a tiempo, me pasaré por tu casa.

Hermione sonrió complacida, le dio un beso en la frente y salió del despacho. Harry respiró
tranquilo. No es que se quisiera alejar de sus amigos; pero estaba mejor solo. Podía pensar,
añorar y buscar valor. Parecía que Draco se había llevado todo el valor que un día tuvo. No
encontraba la forma de pedir perdón y de buscarlo.

Los informes terminaron y Harry checó su reloj. Ya era hora de la cena y en definitiva no le
apetecía nada ir a casa de sus amigos. Se puso de pie, tomó su saco del perchero. Ya había
muy pocos magos que utilizaban túnica. Tal vez si Draco estuviera por ahí sería uno de los
pocos usándolas y se vería tan bien. Porque Draco siempre se vio bien. Harry suspiro y se
dirigió a la salida.

El Ministerio era lo mismo de siempre; mucho bullicio, gente saludándolo y personas que
babeaban por él. No quería simplemente aparecerse en casa, así que salió para caminar por
Londres. El aire que chocó en su rostro le hizo revivir. El cielo estaba algo gris pero bonito.
Más real que los encantamientos del Ministerio.

Caminó tranquilamente como cualquier muggle que no tenía destrozado el corazón. Buscó
un callejón para aparecerse en casa. Un ruido en el fondo del callejón lo alarmo. Empuño la
varita y caminó con sigilo. Había un montículo de bolsas y el ruido provenía de ahí, con el
pie removió las bolsas y algo negro le saltó.

—Hey amigo —era un perro de pelaje negro. Se veía sucio y mal comido. De inmediato
recordó a su padrino. Tomó al perro y lo acuno en su pecho, el animal chillaba e intentaba
liberarse —Calma, calma. No te haré daño —lo acarició un poco y el perro se calmo —
Debes tener hambre, ¿Qué te parece si vienes a casa conmigo?

El cachorro olfato la mano de Harry y la lamio. El moreno sonrió complacido y se apareció


en casa. Grimmauld estaba a oscuras, con un pase de varita todo se iluminó. Harry acarició
una vez más al cachorro.

— ¿Qué te parece? Ya no se ve tan tétrica ¿te gustaría vivir aquí? Creo que tú necesitas un
amo y yo algo de compañía —el cachorro mordió cariñosamente la mano de Harry, éste
sonrió. Desde Hedwig, Harry no tenía animales. Incluso utilizaba las lechuzas del
Ministerio o su práctico móvil. —Bueno chico, creo que necesitamos un baño.
Unos minutos después Harry había preparado la cena para los dos; pero en lugar de comer
en la mesa, caminó hasta el despacho con el cachorro siguiéndolo. Se sentó frente a la
chimenea. Arriba de ella estaba un enorme cuadro de Draco Malfoy de diecisiete años. No
era mágico; pero había capturado la esencia del rubio. Sus ojos grises mostraban la misma
altivez y tenía una mueca desdeñosa en los labios. Harry lo miraba con devoción absoluta.

—Hola, hice un nuevo amigo —señaló al cachorro que comía tranquilamente — es bonito
¿no crees? Tal vez a ti no te gustaría. Es tan común, no es algo tan noble como pavo reales
albinos. Quizás a nuestro hijo le gustaría. No sé porque me imaginé que sería niño y no
niña. Aunque una niña sería hermosa, seguramente tendría tu pelo y esos ojos grises que
podían ser muy cálidos… Conmigo lo fueron —lo ultimó lo dijo en un susurro. Comió el
último bocado y alejó su plato. — ¿Cuál crees que debería ser su nombre? —Harry tomó al
cachorro y lo acarició. Recargándolo a su pecho. — Hoy tengo un mes de sobriedad, por y
para ti. Ya sé que hemos hablado mucho de esto; pero ¿qué quieres que te diga? No
encontraba valor, sé que soy un cobarde y una mierda de ser humano. Pero quiero ser el
hombre del que te enamoraste y luego ver si me puedes perdonar. Aunque, no me engaño,
lo que te hice fue miserable.

Harry se perdió por un momento en sus recuerdos. En las noches frías a lado de Draco, en
los besos robados por todo el Colegio, en las sonrisas perfectas.

>>>Sé que te lo he dicho muchas veces; pero en todas estaba ebrio o hasta el tope. Hoy te
lo digo completamente sobrio: Te amo, tuve que perderte para darme cuenta de lo mucho
que te amo. Te hice daño. Negué lo que tuvimos, casi te mato sin remordimientos, sin
pensar en nuestro hijo. Ahora no pretendo encontrarte y que me perdones.

Harry continuó sentado observando el cuadro. Lo había mandado a hacer después del final
de la guerra. Al principio lo oculto con un muro falso; pero después del nacimiento de Rose
y al sentirse tan miserable, destruyó el muro y dejó a la luz la devoción que sentía por
Draco. Desde el fin de la guerra, Harry había descendido en una espiral de autodestrucción
que lo tenía en la lona de la infelicidad. El pináculo de esa autodestrucción había llegado
cuando despertó en una cama de motel con dos hombres y una chica. Él no tenía ni un solo
recuerdo de esa noche. Había estado tan borracho y drogado, que no recordaba nada.

¿Ese era el hombre que quería ser? ¿Ese hombre podría ser un buen padre? ¿Ese hombre
era lo quería que encontrará Draco? No, eso no. Ya no podía seguir así. Se estaba perdiendo
poco a poco. Lo que no había conseguido Voldemort, lo conseguiría el sentimiento de culpa
que no lo dejaba tranquilo.

Entonces se hizo el firme propósito de ser otro. De salir de toda aquella mierda. Debía ser
lo mejor.

Tenía que serlo.

—Te amo Draco. Hasta mañana.

Se levantó con el cachorro y se fue a su habitación. Seguramente Hermione le tenía el


móvil lleno de mensajes. Ya mañana se disculparía. Siempre había más tiempo que vida.

La información que pidió de Harry Potter estaba sobre su escritorio: Vivía en Grimmauld
Place, era Auror, no tenía una pareja estable y muchas personas pensaban que tenía algunos
problemas. Neville no quiso saber más de la vida personal de Harry. Ya tenía su dirección,
aunque aun le preocupaba que Harry maltratara al rubio al verlo de nuevo.

— ¿Ya te ha llegado? —la voz de Ryan se extendió por el despacho.


—Eh… Si ya.
— ¿Preocupado?
—Por Draco. No quiero que sufra. —Ryan enmarcó una de sus cejas.
— ¿Eso es todo? ¿No te preocupa que Draco se reencuentre con el hombre que le destrozo
el corazón y al que juro amar eternamente? —Neville se encogió en hombros. Sin embargo
sus ojos azules tenían marcada la incertidumbre.
—No podemos detener el destino Ryan.
—Neville tu…

La puerta del despacho se abrió y Ryan se calló de inmediato. Draco los observaba desde el
quicio de la puerta. Neville fijó su mirada en el rubio.

—Llegó la información que solicitamos —Draco asintió y se sentó a lado de Ryan.


—La siguiente semana tenemos que estar en Londres —les comunicó Ryan. Neville asintió
pasándole la investigación a Draco.
—Creo que podemos ir todos.
—Hablaré con Potter antes de llevarle a Ian —Draco habló mientras su vista estaba fija en
los documentos que tenía en la mano — No quiero que le haga ningún desplante a mi hijo.
—Está bien. Pero no puedes evitar que te acompañe —Draco intentó decir algo; pero
Neville continuo —Hablaras tu solo con él. Yo sólo estere esperándote. No intervendré
para nada.
Draco parecía tranquilo; pero por dentro se estaba muriendo del miedo. Tendría que
enfrentar de nuevo al hombre que tanto daño le hizo. ¿Cómo estaría? ¿Los años le habrían
sentado bien? No estaba casado, ni tenía pareja. La palabra “estable” había brincando entre
otras tantas. Eso quería decir, de forma muy sutil, que Potter se la pasaba follando con lo
que se le cruzara.

Unos celos calaron en él. Después de tantos años aun sentía a Harry como suyo. Eso era
algo que preocupaba a Draco. No podía seguir albergando sentimientos por Potter después
de todo lo que había sucedido. Su corazón y su cuerpo no podían reaccionar ante el
inminente reencuentro. No podía, no debía hacer eso.

Hacerle eso a Neville.

Draco sentía que estaba traicionando a Neville. Los recuerdos de Harry se habían hecho
presentes en su mente desde que Ian habló del reencuentro. Ya ni los besos y las caricias
desinteresadas le daban paz. Terminó por rehuirle al castaño; pero Neville se empeñaba en
ser más cariñoso y tierno con él. Sobre todo en las noches cuando lo dormía entre sus
brazos, llenándolo de besos y caricias.

Él no podía hacerle eso a Neville. No podía traicionarlo.

Tres días después, Ryan, Neville y Draco se instalaron en el Penthouse. Neville era dueño
de la Sheraton Park Tower. Donde tenía ese maravilloso lugar, del cual se podía ver la
perfección todo el esplendor del Hyde Park. Draco salió al balcón y contempló toda la
vista. A la mañana siguiente estaría frente a Grimmauld Place.

Las diez de la mañana de un sábado, Draco bajó del coche de Neville y caminó a paso
firme hacía la fachada del número 12 de Grimmauld Place. El lugar ya no era indetectable
y se erguía como una bonita casona de estilo Victoriano. Draco sabía que Potter debía tener
algunas protecciones mágicas. Pero no se detuvo, con los nudillos tocó la puerta azul. Una
vez, otra vez más un poco más fuerte que la anterior. Unos pequeños ladridos y sollozos.

Y después… Después la puerta azul se abrió y detrás de ella se encontraba un hombre de


pelo negro, ojos verdes guardados por unas gafas de montura redonda. Unos labios que
Draco conocía bastante bien y un cuerpo que ya no reconocía. Harry Potter había crecido y
tenía un cuerpo perfecto.

La cara de Potter no tenía comparación. Estaba pálido, lívido y temeroso. Por primera vez,
en mucho tiempo, Draco le causaba una conmoción a Harry Potter.

—Draco —susurro incrédulo.


—Potter —Draco pudo notar el estremecimiento de Harry en cuanto habló.

Dentro, muy adentro de aquí, de mí ser. Existe una parte que no puedes ver; que siente,
que vibra, que sabe ser fiel. Que grita, que riñe, que también es hiel.

Que también es triste, que sabe llorar. Que no se conforma con la soledad. Que es un ser
humano como tantos más… Que es una gaviota que quiere volar.

Y soy en verdad, por dentro y por fuera, el que siempre sueña. El que sabe amar. El de las
mañanas con los ojos tristes, el que no soporta la cruel soledad.

Y soy en verdad una marioneta, que tiene careta de felicidad.


Notas finales:

¿Qué tal? Ya se acerca mi cumpleaños y ando de una inspirada ^^

Un abrazote para mi beta, luxam9. Todo mi cariño para las personas que se tomen un
minuto y me regalen un comentario.

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Capítulo 9 Cien años por acm2099
Notas del autor:
Ya saben, no se vayan sin leer las nota finales. Por favor ^^

Harry estaba atónito y algo asustado. Llevaba un mes sobrio y pensaba que la presencia del
rubio, era una alucinación por la abstinencia a la que mantenía a su cuerpo. Sin embargo
Draco parecía tan real. Sus ojos grises, su cabello platinado y ese porte aristocrático que no
perdía por nada del mundo y por último, su voz. Esa voz que lo había llamado con el
mismo odio que antes.

— ¿Qué…?

Draco podía notar que Harry estaba al borde del desmayo. No atinaba a decir nada y eso era
algo que aprovecharía. No quería estar más que lo indispensable, frente a Harry. Con la
mirada más fría que pudo y con el tono más indiferente que encontró, empezó a hablar.

—Hace años toqué a tu puerta con la intención de hablar contigo. Con la intención de
decirte que… —Draco no continuó. No quería rebajarse para reprocharle nada — Ian, mi
hijo, quiere conocerte —Harry abrió aun más los ojos. Ian, su hijo se llamaba Ian. Por lo
tanto era un varón.
—Creo que deberías pasar. Tenemos mucho de qué hablar —Harry se hizo un lado.
—No, yo no quiero pasar. Sólo he venido a decirte que mi hijo quiere conocerte. Él sabe
que tú eres su padre, sabe todo lo que pasó entre nosotros. Yo tenía miedo de que tú
reaccionaras mal. Que le hicieras algún desplante y le dijeras que…
—Sé que no me mentiste —dijo rápidamente. Aunque su voz aun era susurrante y
temerosa.
—Ahora lo sabes —escupió como si fuera veneno—. Bueno, no importa. Mi hijo y yo
vendremos mañana a los ocho en punto.

Draco no esperó más se dio media vuelta. No quería estar más con Potter. Era peligroso
para él porque sabía que explotaría en cualquier momento y empezaría a reprocharle cosas.
Y eso era algo que él no quería. Lo que deseaba era demostrarle a Potter que ya lo había
superado. Que ahora, él no era más que un mal recuerdo.

Harry no supo ni que decir. Estaba tan aturdido. Para él, ese había sido un sábado
cualquiera, pensaba salir con el perro y tal vez ir al cine. Pero el destino le tenía deparado
otra cosa. La llegada de su rubio amor. Harry ni siquiera estaba convencido de que eso
hubiera sucedido. Siguió con su vista el andar rápido de Draco.

Lo vio subir a un coche negro muy lujoso. Quien le cerró la puerta, no era otro que Neville
Longbottom y Harry casi se cae de la impresión. Draco de verdad había estado en su puerta.
Le había dicho que su hijo quería verlo y… momento, él había sido un gilipollas de mierda.
Debió detener a Draco, hablar con él. Decirle que lo amaba y que se había dado cuenta que
su vida sin él no era más que un vacio enorme. Pedirle perdón, hacer algo… Algo que
nunca llegó. Porque Draco se fue tan rápido como apareció y se fue con…

Neville Longbottom. ¿Qué leches pintaba Neville en todo aquello?

Coñac, su perro, ladró y Harry salió de su estupor. — ¿Tú también lo viste amigo? Al
rubio, ¿lo viste? Claro que lo viste. Aquí estuvo y yo cual pendejo no lo detuvo.
Definitivamente necesito las otras dos partes de mi cerebro. Llamaré a los chicos.

*
Neville abrazaba fuertemente a Draco, éste se dejó caer entre sus brazos desde que se subió
al coche. Estaba abatido aunque dijera lo contrario. Estaba asustado, Neville lo podía sentir,
por la forma en la que el rubio se aferraba a él. Era como si quisiera fundirse con su cuerpo,
encontrar en él la seguridad que tanto le hacía falta.

Jamás imaginó que un Slytherin pudiera ser así. Eran tantas las ideas erróneas que se tenían
de los miembros de esa Casa. Todo mundo pensaba que eran fríos, sin sentimientos y
crueles. Pero no, los Slytherin no eran así. Cuando te ganabas su confianza encontrabas un
amigo verdadero. Un amigo para siempre y podías ver sus momentos vulnerables. Eso
momentos donde mostraban el corazón. Los Slytherin sólo eran seres más complicados;
pero valían tanto la pena.

—Todo estará bien Draco —Neville acarició la espalda del rubio y le daba tiernos besos en
el pelo.
—No quiero perderlo.

Ian y Sarah llegarían esa noche. Al día siguiente, Draco e Ian visitarían a Harry. Neville
sabía que el rubio estaba muy preocupado por la reacción que tendría Ian en cuanto viera a
Harry. Incluso Neville había querido saber cuáles eran las intenciones de Ian. Pero cada que
le preguntaba, el chico decía que sólo era curiosidad. Sólo eso.

—Ian te adora. Jamás lo vas a perder.

Draco ya no dijo más, sólo se abrazaba a Neville con una desesperación nunca antes vista.
Tenía tanto miedo de volver a ver a Harry. No quería estar cerca de él porque su pecho
dolía demasiado, porque no quería enfrentarse al pasado de una forma tan cruel.

*
Harry llamó a sus amigos y estos no tardaron más de diez minutos en parecerse en casa. Les
contó todo lo sucedido. En un principio, Ron lo miró como si pensara que estaba hasta el
tope y con uno que otro trago. Pero cuando notó que estaba completamente sobrio. Su
pelirrojo amigo se alegró.

—Y luego Neville le abrió la puerta y se fueron. No sé qué coño tiene que ver él en todo
esto.
Hermione puso una mirada muy rara. A Harry le recordó un poco a House cuando tenía una
de sus epifanías —Somos unos idiotas todos —tomó su móvil, se dio media vuelta y
caminó por un pasillo alejado de la sala.
Ron y Harry la miraron extrañados. El pelirrojo se encogió en hombros un momento
después: —Harry, tú… ¿tú estás bien?

Harry les tenía un cariño muy especial a sus amigos. Pero Ron era el más especial de todo.
Era sin duda, el hermano que no tenía. Y ese cariño se había incrementado con el paso de
eso años. Nunca imaginó que Ron podría dejar de lado esa animadversión que sentía por
Draco, todo porque Harry amaba al rubio. Durante ese tiempo, Ron había sido la persona
que más lo había apoyado. Quien lo buscaba en los bares de mala muerta que visitaba. Su
hombro para llorar. El mejor amigo que pudo pedir.

—Lo estoy. Pero no te miento hermano. En realidad aun no me creo que Draco estuvo aquí.
Cuando lo vi me quede ido. Estaba completamente estupefacto. Ni siquiera recuerdo lo que
le dije. Se veía tan hermoso —Ron suprimió las arcadas ente el comentario de su amigo. Ya
le había tocado escuchar peores.
Hermione reapareció — ¿Dónde tienes tu portátil Harry?
—En el despacho, ¿pasa algo?
Hermione no le contesto. Caminó hasta el despacho. Sobre el escritorio descansaba la
portátil, de reojo, Hermione observó la chimenea que estaba a su izquierda. Sobre ella,
estaba el majestuoso retrato de Draco Malfoy. Hermione dejó escapar un jadeo. Soltó la
portátil y miro bien el retrato.

De inmediato se percato de que no era mágico. Sin embargo parecía tan vivo, había un sofá
frente a la chimenea y en la mesita de al lado estaba un plato y una copa. Hermione olfateo
la copa pensando lo peor; pero no había rastros de alcohol. Sólo agua. Hermione regresó su
mirada al cuadro y sonrió.

— ¿Lo podrás perdonar? Sé que se comportó como un idiota y que seguramente te hizo
tanto daño. Pero de verdad, si lo perdonaras él te bajaría el cielo.

Contempló el retrato un poco más y casi podía sentir la fría mirada de Draco. Esa mirada
que le decía que no sería fácil perdonar. Regresó al escritorio, tomó la portátil y salió a
prisa hasta la sala.

—Fuimos unos idiotas. Todo este tiempo, tanto la Orden como nosotros, estuvimos
buscando a Draco Malfoy. Sólo a Draco Malfoy.
—Pues si amor. Ese era el punto ¿no?, encontrar a Malfoy —Ron no entendía la excitación
de su mujer. Cosa que no le extrañó, casi nunca entendía porque Hermione se ponía así.
Bueno, al menos que él causara esa excitación.
—Que Draco Malfoy nunca estuvo solo.
Esas palabras retumbaron en el cerebro de Harry: — ¿Cómo que nunca estuvo solo? —
Harry le imprimió todos los celos que sentía a la pregunta. Hermione lo ignoró y siguió.
—El punto es, que Draco estaba siendo protegido por otro mago.
—Por Neville —Harry sintió una inexplicable sensación de rencor por su ex compañero.
—Pero ¿qué tiene que ver Neville con Malfoy? Ellos se odiaban en el Colegio.
Hermione tecleo algo en la portátil: —Tal vez por Narcissa Malfoy. Ellos eran muy unidos.
—Neville acabó con Lucius Malfoy en la batalla final —Harry lo dijo inexpresivo.
—Es extraño ¿no creen? Lo último que sabemos de Neville es que después de la muerta de
su abuela, se fue a Suiza.
—Australia —Hermione corrigió a su marido. Le dio la vuelta a la pantalla de la portátil y
se las mostro.
En ella había una fotografía de Neville Longbottom. Vestía un traje negro, estaba un poco
despeinado y sonreía a la cámara. Al pie de la fotografía se podía leer:

El empresario Neville Longbottom, contribuyó a la lucha contra el cáncer donando un


escáner para la investigación y diagnostico.

Eso era en el mundo muggle. Los magos aun no estaban tan modernizados, como para tener
su red. Harry se estremeció. ¿Qué tenía que ver Neville Longbottom con Draco? Si
aparentemente vivía en el mundo muggle.

—No entiendo cariño, ¿esto que tiene que ver?


Hermione rodó los ojos: —Neville Longbottom aprovechó su talento en la única materia en
la cual era bueno: Herbología. Tiene una empresa tanto mágica como muggle. En Australia
conoció a su socio Ryan Smith y juntos se han hecho cinco veces más ricos, de lo que un
día fueron los Malfoy.
— ¿Nos estás diciendo que Neville se convirtió en un millonario? —Ron estaba incrédulo.
—Exactamente. Hogwarts, Durmstrang, Beauxbatons y todas las escuelas de América,
abastecen sus plantas por medio de la empresa de Neville. San Mungo, el Hospital Mengele
en Alemania, el San Thomas en Brasil; son algunos de los hospitales que tienen trato con la
empresa de Neville. Así como miles de muggles con sus empresas naturistas, todo ellos han
hecho a Neville, uno de los hombres más ricos de Mundo.
— ¿Y eso que coño tiene que ver con Draco? —Harry empezaba a sentir un ligero malestar
en su nuca. Como si algo muy frio se hubiera instalado en esa parte de su cuerpo. No es que
se sintiera totalmente desplazado y menos que una basura a comparación de Neville
Longbottom.
—Eso es lo más interesante. Hace seis años Neville viajó a EU y cuando regresó, Draco ya
venía con él. Al parecer, Draco es un empleado de Neville y vive con él, en el Condado de
Kerry, en Irlanda. Pero ahí no termina la cosa. Hace tres años, Neville se acercó al
Ministerio con la firme intención de limpiar el nombre de Draco y lo consiguió. No hay un
solo archivo que hable de la mísera participación de Draco durante el inicio de la guerra.
— ¿Cómo lo consiguió? —preguntó Ron, muy sorprendido.
—La nueva ala de San Mungo para investigación, la Aula Multipropósito Muggles de
Hogwarts y una secretísima aportación a los Inefables. Todo eso fue conseguido gracias al
oro de Neville.
— ¿Shacklebolt se vendió?
—Técnicamente Draco no hizo nada Ron y Shacklebolt sólo acepto las donaciones de
Neville.
— ¿Cómo fue que no nos esteramos de eso? Todos trabajamos en el Ministerio,
Shacklebolt es miembro de la Orden, él debió decirnos que Neville estaba moviendo hilos,
¿como es que nunca nos lo dijo?
—Harry, Shacklebolt no se enteró nunca de que nosotros buscábamos a Draco. Él está muy
ocupado con el Ministerio y por lo otro. Bueno, Neville no hizo esto público. Al parecer
tiene una administradora: Sarah Neal, estaba en Slytherin durante la guerra. Ella contrato
un Inefable y todo el proceso se llevó en el secreto más absoluto. Neville sólo puso el
dinero donde tenía que ponerlo.
—Eso quiere decir que Neville es tan rico, que le podrías dar un millón de galones en oro
de Leprechaun y él no notaría que se desapareció —Hermione asintió y Harry sintió que un
sentimiento de vacio se apoderaba de él.
—Ellos están… Neville y Draco son…
—Nadie sabe. Pero si te sirve de consuelo, nunca se les ha visto juntos. Ryan Smith y él
salían con frecuencia. Smith se conseguía alguna chica y Neville a uno que otro chico. Pero
no ha tenido relaciones serias.

Hermione omitió que tenía información de un beso en un bar. Eso era lo último que Harry
necesitaba para su autoestima. Porque Hermione sabía perfectamente bien que Harry no
había dejado de comprarse con Neville durante toda esa conversación.

— Si no hubiera estado tan ocupado bebiendo y dragándome, seguramente me habría dando


cuenta de todo esto.
—Harry…
Un silencio pesado se extendió por todo el lugar. Harry tenía la cabeza en otro lado.
Hermione y Ron estaba muy preocupados por él. No querían que todo su esfuerzo por salir
adelante se fuera a la mierda.

— ¿Hay algo de mi hijo? —la voz de Harry era muy ronca y sus ojos estaban visiblemente
tristes.
—Nada, al parecer Neville y sus amigos están protegiendo muy bien la identidad de Draco
y de su hijo. De hecho, esa Sarah Neal es un as. Fue difícil dar con todo esto.

Otro silencio más. Harry aspiro lentamente: —Bueno, Draco dijo que vendría mañana con
mi hijo. Creo que puedo esperar un día más —trago su nudo en la garganta —. Lo
abandoné hace trece años y día más que importa.
Ron palmeo su espalda en un intento de reconfortarlo. Hubo más minutos de silencio y
después una duda embargo a Ron: — ¿Cómo coño investigaste todo esto Hermione?
Hermione se sonrojo: —Tengo mis informantes cariño.

Ron bufo, odiaba el misterio que Hermione se traía con su informante ultra secreto. No era
la primera vez que tomaba esa cosa endemoniada que llamaba móvil y se comunicaba con
el “informante”. La primera vez que el preguntó, le dijo que era alguien que tenía sus
medios y que no le gustaba mostrarse. A Ron le mosqueaba un poco tanto misterio.

La cena en el Pethouse fue muy silenciosa. Ian y Sarah habían llegado unas horas antes. En
cuanto lo hicieron, Draco le informó a su hijo de la cita con Harry Potter. Ian, al contrario
de lo que pensaba, no se sintió emocionado, tal vez un poco expectante. No quería analizar
exactamente qué era lo que motivaba el intento de acercamiento. Quizá sólo conocerlo y
que le dijera en su cara, que él no era su padre.

Draco estaba un poco más tranquilo. Pero no dejaba pasar el hecho de que se había puesto
muy mal cuando estuvo frente a Potter. Claro, jamás se lo demostraría, frente a Potter tenía
que estar imperturbable. Tenía que ser una roca. Si bien aun sentía algo por Potter, eso no
quería decir que fuera a caer en sus brazos o demostrarle algo. Eso jamás.

Al terminar de cenar, Neville se fue a la terraza mientras Draco e Ian se iban a una de las
habitaciones. Ryan y Sarah se quedaron en la sala conversando. Los dos estaban muy
preocupados, aunque cada uno por su amigo. Si bien Sarah quería a Neville, sentía un
cariño muy especial por Draco. Tal vez por ser Slytherin’s. Ryan en cambio, adoraba a
Neville como un verdadero hermano. Eran años de compartir casi todo, tal vez Neville
Longbottom era a la única persona a la que podía ser fiel.

— ¿Qué piensas? —Sarah se acurrucó a él. Ryan la abrazo y la apretó a su regazo. No era
la primera muestra de cariño que se daban. Ellos sabían, que Draco y Neville ya estaban
enterados de lo suyo y que sólo era un secreto a voces.
—Esto está muy mal. No creo que regresemos todos a Kerry.
Sarah jugueteo con los botones de la camisa de Ryan: —Neville te lo dijo, no debes estar en
contra del destino. Además, Draco no ha dicho nada. Por si no lo recuerdas, Potter le
rompió el corazón y Neville se ha portado como un verdadero ángel.
Ryan desvió la mirada a la terraza. Neville parecía muy entretenido con la planta de Dalias
que había comprado esa tarde: —Que esté con él por agradecimiento tampoco es correcto.
No se lo merece. Aunque…
—Aunque… No está enamorado de Draco. —Ryan asintió —Tu boss es más complicado
de lo que crees. Él no está enamorado, sólo busca a una persona que proteger, que querer y
Draco era el blanco perfecto para eso.
—Y ahora el mismo lo libera.
—Sería muy poco Gryffindor, si no se lo comunicara ¿no crees? —Ryan elevó sus
hombros— ¿Sabes cuándo se lo dirá?
—Después de hablar con Potter. Neville tiene intenciones de que nos quedemos en Londres
por unos días. Tal vez para que Draco visite a sus amigos. Me comentó algo de un tal
Profesor Snape.
—Es el padrino de Draco. —Ryan acarició el cabello de Sarah, sonrió y le dio un ligero
beso en los labios.
—El Ministro se comunicó conmigo hoy —la voz de Ryan ya no era tan apesadumbrada —
. Ya sabes, la típica invitación para la cena de cada año —el Ministerio hacía una fiesta
cada año para los benefactores de la comunidad mágica y Neville figuraba entre esas
personas. Aunque nunca quería asistir — Tal vez este año, ya que Draco está libre, Neville
si quiera asistir y si eso pasa me encantaría que me acompañaras.
Sarah sonrió provocativamente: —Señor Smith, ¿me quiere hacer una propuesta
indecorosa?
—No, claro que no. Sólo quiero presumir a la bruja más hermosa, inteligente y sexy que
hay en el mundo —Ryan tomó las manos de Sarah y las besó — Eres hermosa Sarah,
quiero que el mundo sepa que me escogiste a mí, cuando no soy ni la mitad de bueno para
ti.
Sarah lo beso con ternura y después lo abrazo: —Todos tenemos derecho a una segunda
oportunidad.
—Quiero aprovecharla contigo Sarah —Ryan abrazó aun más a Sarah. Grabó en su mente
el aroma a canela que desprendía e intentó apartar de su mente las imágenes de la chica que
le coqueteó esa tarde. Ryan de verdad no quería fallarle a Sarah. No quería engañarla.

Harry no era tan idiota como todos creían. Sabía que había sido una suerte que Draco se
presentara en su casa y que le dijera que su hijo quería conocerlo. Eso era lo más fácil,
ahora venía explicarle a su hijo porque fue tan hijo de puta con Draco. El primer paso,
según Harry, era causarle una buena impresión a su hijo y, de paso a Draco.

Por lo tanto, a las siete en punto estaba escogiendo su ropa. Sabía que su hijo tenía seis
años viviendo al máximo lujo. Lo poco que vio de Longbottom le hizo notar que vestía
bien, elegante y sobrio. Vaya, el muy cabron se veía magnifico y Harry quería verse por lo
menos bien. Tomó un pantalón negro. Una camisa verde esmeralda y su chaqueta de lana.

Media hora después estaba contemplándose en el espejo. No se veía tan mal, estaba recién
afeitado, su corte de pelo era el correcto y la ropa no se le veía mal. Bajó las escaleras de
dos en dos. Había un servicio de té en la sala. Coñac, estaba también limpió, perfumado y
se veía bonito. Ya no parecía un vil perro de la calle. Ahora su pelaje negro brillaba y sus
ojos color miel estaban alegres. En cuanto vio a Harry corrió hasta él con intención de
saltarle encima.
—Detente amigo. Hoy tenemos que vernos bien. Si todo sale como lo espero, pronto
tendremos dos miembros más de la familia. Bueno, seguro me tendré que arrastrar, tal vez
perder algún miembro y soportar bastante humillaciones; cosas que me tengo ganadas
amigo. Eso no lo niego. Pero debo luchar, ¿no crees? —Coñac aulló, Harry lo acarició y se
sentó a esperar.

A las ocho en punto, el Mercedes Benz CLS negro se estaciono frente al número 12 de la
calle Grimmauld Place.

— ¿Están seguros? —Ian asintió y Draco le sonrió a Neville.


—No te preocupes Gryffindor. Esto es algo que tarde o temprano tenía que pasar.
—Ya, bueno. Aquí estaré para lo que gusten.

Draco e Ian bajaron del coche, antes de que el rubio tocara, Ian lo abrazo fuertemente. —Te
quiero papá. Eres el mejor papá del mundo. No cambiaría nada de todo lo que hemos vivido
en estos trece años. Arriesgaste tu vida para tenerme, pasaste hambres por mí y no has
disfrutado plenamente de la vida por estar cuidándome. —Draco estaba tan conmovido por
las palabras de su hijo, que intentaba no llorar. —Gracias papá.
—Te amo Ian.
—Y yo a ti papá. —Se fundieron en el abrazo, que duro unos segundos más. —Venga, a
tocar papá.

Draco tocó y la puerta se abrió automáticamente, el rubio entro primero. Caminaron un


poco y encontraron la sala. Harry estaba de pie y observaba a Draco con una mirada
anhelante y ansiosa. Harry estaba muerto de nervios, no sabía qué hacer o que decir.

—Buenas noches Potter. —Harry tragó duro.


—Buenas…
Draco se apartó dejando al descubierto a Ian. Harry sudaba frío. Frente a él estaba su hijo,
era tan parecido a Draco, un poco menos desgarbado y con el pelo negro. Un pelo tan negro
como el suyo. Harry jadeó, tuvo que hacer acopio de toda su valentía para no desmayarse.
¿Qué le dices aun ser al que lastimaste sin siquiera existir?

—Yo… yo soy Harry Potter. —Pensó en decir, tu padre. Pero omitió eso. Él aun no era el
padre de Ian.

Ian observó al hombre que estaba frente a él. Parecía fuerte, de pelo negro y unos ojos
verdes, muy brillantes. Ojos verdes…

Un sentimiento muy raro se apodero de Ian. Un sentimiento oscuro, llamado odio. Por ese
hombre de ojos verdes, su papá había sufrido hambre, humillaciones y todas las carencias a
las que un hijo de sangre pura jamás estaría acostumbrado. Recordó los días cuando estaba
enfermo y llama a su padre. Un padre que nunca llegó. Un padre que casi lo mata antes de
nacer.

—Te odio —fue la fría frase que salió de la boca de Ian. Harry se quedó congelado. Los
ojos grises de su hijo parecían dos afiladas cuchillas que querían perforarlo —. Te odio
como tú me odiaste antes de nacer. Por tu culpa ¡¡¡Por tu culpa mi papá sufrió como un
condenado!!! —Gritó con toda las fuerza de sus pulmones — ¡¡¡Cuando su único error fue
fijarse en una bestia como tú!!!
Ian se dio media vuelta y salió corriendo de la casa. Draco reacciono en ese instante y quiso
alcanzarle; pero Harry lo detuvo: — Tengo que hablar con ustedes.
—No sabía que te diría eso.
—No pueden venir aquí sin darme una oportunidad.

Draco se soltó del agarre. Fulminó con la mirada a Harry y se fue tras su hijo. Potter no se
quedo ahí, lo siguió. Tenía que hablarles, decirles que él aceptaba las palabras de Ian. Que
no esperaba un abrazo y un te quiero. Pero que si le dieran la oportunidad. Él podría
explicarse. Se paró en el marco de la puerta. Lo que vio sería una imagen que lo perseguiría
de por vida.

Neville Longbottom estaba fuera del coche abrazando a Ian, quien lloraba desconsolado
entre esos brazos. Draco los alcanzó, Neville abrió uno de sus brazos, Draco entendió y se
unió al abrazo. De ese modo, Neville Longbottom, abrazaba protectoramente a Ian y Draco.

Harry jamás se imaginó sentir envidia de Neville. Pero en ese momento. Lo envidiaba,
envidiaba el lugar que ocupaba en la familia que él no quiso.

Me duele hasta la vida saber que me olvidaste.


Pensar que ni desprecios merezca yo de ti.
Y sin embargo sigues unido a mi existencia

y si vivo cien años. Cien años pienso en ti.

Notas finales:

¿Cómo voy? Bueno, les quiero decir que ya escogí mi regalo de cumpleaños. Pueden ir
ahorrando:

http://matthew-
lewis.com/gallery/displayimage.php?album=lastup&cat=0&pid=4062#top_display_media

No soy partidaria de la trata de personas pero creo que puedo hacer una excepción
con él. Le pueden poner un moñito donde ustedes quieran.
Bueno, dejando de lado mi perversión particular. Les tengo varios comentarios:

a) Imagino que ya van notando que es lo que pasa con Harry. Se está torturando él
solo. Siguiendo un poco la máxima de que en ocasiones lo que más nos da temor es lo
que no vemos. Ya saben, como pasa en mis géneros favoritos del cine: Suspenso y
Terror. Por ejemplo, en Psicosis, Alfred Hitchcock no nos muestra como queda el
cuerpo de Janet Leigh. Y es donde empieza girar nuestro morbo. Bien, pues aquí
Harry no sabe que pasa entre Draco y Neville, simplemente se tortura con lo que
puede o no ser.
b) Mi cumpleaños es el miércoles 17 de noviembre y acá en México el estreno de las
Reliquias de la Muerte es a las 00 horas del Jueves 18. Por lo tanto no podré publicar.
Así que la publicación del capítulo del jueves de la próxima semana, lo correré hasta
el sábado a primera hora. Se los juro.
c) Mil gracias a todo mundo por su apoyo. Gracias a mi beta luxam9.
Un abrazote ^^
PD: EL LUNES LES TENGO UN SORPRESA. NO VAYAN A FALTAR ^^
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Capítulo 10 Tú o yo por acm2099

Harry observó desde el quicio de la puerta como Neville, Draco e Ian subían al coche y se
iban de inmediato. El moreno estaba furioso, triste, deprimido y se moría por un trago.
Caminó como león enjaulado dentro de su casa. Coñac, el perro, sólo lo observaba. Harry
estuvo tentado a irse directo al Soho y conseguir una buena mamada y una botella entera de
Vodka. Se dejó caer en el sofá. Coñac se le acercó y olfateó su mano.

—Esta noche no lo haré amiguito. Ni esta. Ni nunca. Se acabo el Harry débil, ¿sabes? Creo
que debo de llamar a Ron y Hermione. Ella siempre dice que tengo que hablar cuando me
sienta así.

Ron llegó cinco minutos después de que lo llamó. Hermione se había ido con Rose a ver a
sus padres. El pelirrojo hizo un té.
Ron no decía nada pero Harry sabía que se sentía orgulloso de él por no haberse ido a beber
y a follar. Eso hubiera pasado antes, no en ese momento. No en el momento de saber que su
hijo se llamaba Ian.

—Se subieron al súper coche negro y se fueron con… Neville, dime ¿cómo es posible que
el lerdo, gordito y cándido de Neville Longbottom se vea ahora como el jodido James Bond
pero más sexy?

Weasley se encogió de hombros y un silencio se instaló entre ellos. Harry aun no podía
salir de su estupor y despotricaba a la menor provocación en contra de Neville.

—Mi hijo me odia.

Ron observaba a su amigo. Harry tenía la mirada perdida y acariciaba el negro pelaje de su
perro. Parecía no estar consciente de ese movimiento. La verdad es que Ron no sabía que
responderle. Si su hija le dijera que lo odiaba, seguro estaría devastado y con ganas de
tirarse del Puente de Londres.

Estuvieron hablando durante horas, hasta que Harry le dijo a Ron que ya era tiempo de que
regresara a casa. El pelirrojo quería quedarse con él, hacerle compañía pero Harry se negó.
Tenía que pasar por ese trago solo. Era parte de su castigo por haber sido un miserable de
mierda.

Subió a su habitación junto con Coñac. Cerró la puerta y se desvistió. Dio tres vueltas en la
cama, intentando conciliar el sueño, pero cada que cerraba los ojos venía a su cabeza la
imagen de Neville abrazando y reconfortando a su hijo y la de Draco uniéndose al abrazo.
Con ese enorme sentimiento de vacio fue quedándose dormido.
Draco besaba con desesperación a Neville. Los dos estaban desnudos sobre una revuelta
cama. Las manos de Draco se enredaban en el cabello castaño de Neville mientras este
poco a poco se desprendía de esos labios para dar mordidas sobre el cuello del rubio.
Mordía con ansias la manzana de Draco provocando unos gemidos maravillosos que
inundaban la habitación. Neville se fue haciendo camino hasta la clavícula marcando con la
lengua los huesos que la formaban.

La mano derecha de Neville empezó a acariciar la cadera y el pecho de Draco. Los besos y
mordidas en la clavícula cesaron y la boca de Neville atrapó uno de los pezones del rubio.
Sabía de antemano que esas eran una de las zonas más erógenas del Dragón. Lo mordió
hasta escuchar un gemido delicioso, mezcla de dolor y excitación. Luego lamió para
provocar más gemidos de placer por parte del rubio. Neville delineó la piel de Draco desde
el esternón hasta el ombligo donde jugueteó con la sensible piel para después morder los
huesos de la cadera.

Draco se retorcía de puro placer murmurando palabras entrecortadas y elevando el deseo de


Neville.

—Date la vuelta —La voz de Neville estaba carga de lujuria. Draco no hizo más obedecer.

Las manos de Neville acariciaron con devoción desde las piernas, la cadera y los brazos
hasta los hombros. Después le repartió besos por la espalda, mordió la nuca del rubio y
besó su cuello, dando masajes por toda la espalda. La lengua de Neville dibujó una línea
recta desde la nuca hasta las nalgas Draco. Sus grandes manos las masajeaban con pasión
desmedida mientras, Draco se convertía en un delicioso batido de placer.

Neville mordió los dos montículos de piel, maravillándose con lo suaves que eran y lo rico
que sería ver su polla hundiéndose entre ellas. Los pulgares de Neville acariciaban la tersa
piel del culo de Draco y el rubio se estaba volviendo loco. Sólo podía emitir suspiros,
gruñidos y jadeos. Estaba al borde del orgasmo, su polla goteaba y ya había dejado una
gran mancha de pre semen sobre la sabana.
Las manos del castaño abrieron más las nalgas, quedando expuesta la deliciosa entrada.
Neville gimió de pura anticipación. Se moría por hacerlo, por probarlo y no iba a detenerse.
No con Draco jadeando como lo hacía.

—Tienes un culo delicioso Draco —El aliento de Neville chocaba con la piel del rubio,
quien se estremecía y sentía que toda su piel se llenaba de una sensación maravillosa —, y
quiero comérmelo… Voy a comérmelo —Lo último salió como un jadeo.

Draco ni siquiera se preocupó en disimular su gutural gemido cuando la lengua de Neville,


mojada y dura, pasó por todo su abertura. Luego hubo círculos de interminable placer. La
lengua de Neville lamía y luego venían las deliciosa mordidas. El pequeño musculo se
abrió paso por el estrecho culo de Draco y el rubio gimió como nunca lo había hecho. Duro
y punzante, la lengua de Neville era incisiva abriéndose camino, intentado llegar lo más
profundo que pudiera. El castaño ladeó su rostro, consiguiendo así que su lengua llegara
más lejos. Pero ya no era suficiente, Draco quería más, lo quería todo.

—Nev… Neville… Dioses… por…

Lo que sea que fuera a decir Draco se vio interrumpido por un gemido. Neville había
quitado la lengua de su culo e introducía uno de sus dedos. Pero esa maravillosa lengua de
Neville siguió lamiendo la piel de los huevos de Draco. Instintivamente, el rubio abrió más
las piernas, permitiendo que los dedos de Neville entraran más y que la lengua del castaño
alcanzara más de sus huevos. Draco necesitaba ser follado urgentemente.

Neville abandonó sus lamidas y se fue a la espalda del rubio, sin embargo sus dedos
seguían follando a Draco con insistencia. Pegó su boca a la oreja izquierda de Draco,
mordió ligeramente el lóbulo y le susurró:
—Eres hermoso Draco, tienes un sabor único. Me comería tu culo cada noche sólo para
probar ese sabor tan tuyo. Ahora mi hermoso Dragón quiero follarte como mereces. Como
un ángel como tú debe ser follado.

Neville separó abruptamente sus dedos del culo de Draco. Este emitió un quejido lastimero
ante la sensación de vacío pero esa sensación fue desplazada de inmediato, cuando sintió
que la polla de Neville se restregaba entre sus nalgas. Primero clavó un poco la punta pero
los dos estaban tan ansiosos. Neville no esperó más y de un solo empujón entró en el rubio.
Se detuvo en la cadera de Draco para no desfallecer de placer.

—Oh…. Draco….
—Más... mue… muévete…

El castaño se retiró por completo y luego arremetió con fuerza. No quería ser un bruto pero
Draco se movía sobre su polla, empalándose él mismo. Los movimientos eran rápidos y
agonizantes para Neville. En un momento, detuvo a Draco por la cadera y retomó el ritmo
del rubio. Entrando y saliendo de forma salvaje, golpeando una y otra vez en el punto
donde debía. Draco para ese momento estaba aullando y volviéndose loco de placer.
Arqueaba lo más que podía su espalda. Neville elevó todo el torso del rubio hasta pegarlo a
su pecho, la mano derecha de Neville llegó hasta la polla de Draco, tocándolo con fuerza
mientras le susurraba todo lo perfecto que era. El rubio no necesitó más, su orgasmo fue
intenso y provocó el de Neville, que se derramó completamente dentro de Draco.

—¡¡¡Joder!!!

Draco se dio la vuelta provocando que el miembro aun semi erecto de Neville saliera de él.
Envolvió el cuello de Neville con sus brazos y lo besó apasionadamente. El castaño lo
estrechaba por la cintura y le respondía al beso. Un beso que se volvió tierno y lleno de
amor. El rubio se despegó de los labios de Neville, tenía una sonrisa pintada y con voz
dulce dijo:
—Te a…

—¡¡¡No!!!

El estridente grito de Harry se escuchó por toda la casa. Los cristales se hicieron añicos y
varios aparatos explotaron. El cableado de la luz oscilaba. Seguramente la cuadra entera
había sufrido por el estallido de magia. Coñac aulló y se subió a la cama para observar a su
amo.

—Fue un sueño. El peor sueño erótico del mundo… Fue como una pesadilla erótica…
Coño, que prefiero a Voldemort y Nagini —Harry se estremeció. Acurrucó a Coñac en su
pecho y lo acarició—. Siento haberte asustado amiguito pero no tienes idea de lo que acabo
de soñar. Ese sin duda se puede clasificar como el peor sueño erótico de la década. Dime,
de cuando acá Neville Longbottom es el top en sus relaciones. De cuando acá es un
bastardo sexy, remedo de Lord inglés. ¡¡¡Ahg!!! —gruñó—. Tengo que saber si ellos tienen
algo. No soporto pensar que mi hijo le dice padre y ni siquiera me quiero imaginar a Draco
diciéndole… papito.

Harry se apareció poco después en el Ministerio pero no llegó hasta su oficina. Se fue
directamente hasta la oficina de Hermione. Necesitaba saber urgentemente si Draco y
Neville tenían algo y para eso necesitaba la dirección de Neville Longbottom.

Hermione revisaba unos papeles cuando Harry irrumpió en su paz.

—¿A qué debo esta vistita tan mañanera? —Harry gruñó y se sentó frente a ella.
—Quiero la dirección del jodido insufrible de Neville Longbottom —Hermione se rió del
tono.
—¿Jodido insufrible? ¿De cuándo acá tú llamas así a un amigo?
—Compañero, querida. No entiendo porque Neville no se quedo como un recatado maestro
de Herbología. Se pudo casar con una buena chica de Hufflepuff. Ya sabes… una de esas
chicas que son tan grises, como… Hannah Abbott o algo así. ¿Por qué coño tuvo que
convertirse en una cosa tan jodidamente sexy? Además con porte y elegancia. ¿En qué
mundo alterno paso eso? Neville se debió parecer a Pettigrew, no a Clive Owen.
—Harry…
—Ya, ya. Sé que soy un egoísta y que esos comentarios míos son horribles. Pero me muero
de celos y no sólo por Draco. Es por mi hijo. Si lo hubieras visto, lloraba en su pecho
consolándose con los mimos y abrazos de ese… jodido insufrible.
Hermione suspiró y miró a su amigo con comprensión. —Harry no debes dejarte llevar por
esos sentimientos. Quieras o no, Draco no es nada tuyo y es normal que buscara alguien y
tu hijo sólo busca consuelo en la persona que conoce.
—Bien y eso me lleva a lo que te pregunté. ¿Dónde vive Longbottom?
—No te lo diré Harry. Podrías hacer una estupidez.
—Bueno, si tú no me das la dirección voy a tener que investigarla. Tal vez tu investigador
misterioso pueda ayudarme ¿no crees? De paso le digo a Ron quien es —Hermione entre
cerró los ojos.
—No te atreverías.
Harry negó. —Sabes que no soy capaz. Eres mi amiga, por favor. Te juro que no haré nada
malo. Sólo le suplicare a Draco para que me escuche —Hermione tenía la batalla perdida,
tarde o temprano le daría la dirección.
—Para esta tarde la tendrás. Ahora, vete a trabajar. Aun eres el Jefe de los Aurores —Harry
le sonrió, le lanzó un beso y se fue a su oficina. Se carcomería el alma durante esas horas
pero todo valía la pena si al final podría ver a Draco.

—Adelante.

Neville entró a la habitación con una gran sonrisa en el rostro. Su cabello castaño se veía
mojado y estaba impecablemente bien vestido, como siempre. Ian lo observó lanzarse a la
cama. Le revolvió el cabello y lo miró intensamente con esos misteriosos ojos azules. Ian
siempre se preguntó porque los ojos de Neville podían ser tan hermosos y parecían mirarlo,
como ningunos otros lo hacían.

—¿Estás triste? —Ian negó muy serio—. ¿Estás deprimido? —Ian volvió a negar—. Mmm,
¿estás a punto de cortarte las venas con hojas de lechuga orejona? —El pequeño sonrió
ligeramente y negó de nuevo—. Es una lástima, porque si estuvieras triste, deprimido y al
borde del suicidio, yo tendría el pretexto perfecto para consentirte, mimarte y echarte a
perder. Tal vez con una visita al famosísimo Caldero Chorreante, podrías conocer el
Callejón Diagon y te compraría cualquier clase de porquería con tal de que vuelvas a ser el
bright eyes de siempre.
Ian sonrió abiertamente pero intento ocultarlo. —¿Dónde está papá?
—Se fue con Sarah a comprar no sé qué cosa.
—Él sí que debe estar triste. Prácticamente lo empujé a que se encontrara con… él —
Neville le sonrió afable y le volvió a acariciar el cabello—. ¿Y Ryan? ¿Por qué no está aquí
haciéndote segunda con esta labor titánica?
—Se fue con Sarah y Draco.
—Debe estar pegándose la divertida de su vida entre cuadros insufribles, vinos
impronunciables y música que su vida escuchara de nuevo —Neville soltó una gran
carcajada. Todo lo que dijo Ian era verdad.

Sarah y Draco habían arrastrado a Ryan a una subasta de cuadros muy caros y famosos.
Una de las cosas que más le gustaba al rubio, era la cata de vinos y por último, la música
clásica. Neville intentaba poner atención en esas cosas pero como decía Sarah, era
demasiado Gryffindor, y Ryan también lo era, pero a veces por amor no hacía cometer
cualquier tontería.

—El amor, el indescriptible amor —Ian negó con una sonrisa pintada en los labios.
—¿Sabes? Como que ya me siento un poco triste, deprimido y suicida —El pequeño estaba
sonriendo.
—¿En serio? Genial —Ian enarcó una de sus cejas al puro estilo Malfoy—. Digo, no genial,
de genial. Es genial de… Bueno de… Tú sabes…
—Tan Gryffindor.
—Hey esa es una frase de Sarah y esa mueca que haces tiene la marca Malfoy. Ya no voy a
dejar que te juntes con ellos. Te estás volviendo muy Slytherin.
Ian le sonrió con satisfacción. —Vamos, así te gus… —Ian se detuvo. Esa frase no se
escuchaba muy bien. Lo bueno es que Neville era muy despistado y no pilló el contexto de
la frase—. Bueno, espérame afuera en lo que me ducho.
—Vale muchacho triste.

Media hora después, Ian se encontraba caminando por el Callejón Diagon. Todo era tan
raro. Ian, a pesar de ser mago, nunca había visto esa comunidad de gente. En Estado Unidos
los magos eran modernos y no tenían un Callejón Diagon. Neville estaba encantado
contándole de todo.

—Ahí está Ollivander's. Mi actual varita fue la última que fabricó el viejo Ollivander.
Ian observó la tienda desde afuera. No parecía nada espectacular. Pero Neville la veía con
anhelo.—¿Qué le paso al fabricante? —Neville suspiró y bajó la cabeza.
—La guerra.

El señor Ollivander había sido torturado por Goyle. ¿Quién diría que los dos
guardaespaldas de Draco, terminarían unidos a los mortífagos? Lo único que había
aprendido era la maldición Cruciatus. Goyle la utilizó tanto con el Señor Olivander, que
casi lo había matado. Narcissa Malfoy fue quien lo salvó… Quien salvó a muchos… Quien
salvó a todos.

—¿Qué te pasa? Ahora tú eres el que parece triste, deprimido y suicida —Ian sabía cosas
de la guerra. Lo que su papá le había contado, pero Neville no hablaba de ella. Ian sabía
que él si había participado activamente en la guerra, mas no tenía conocimiento de cómo—.
Vamos que quiero un helado enorme y tú tienes muchos galeones para gastarlos en mí —
Neville le sonrió y se sintió reconfortado al ver la picardía en esos ojos grises siempre
chispeantes y cálidos.
*

Harry llegó al lugar y se impresionó por el lujo. El sentimiento de apesadumbramiento le


golpeó más que nunca. ¿Tenía derecho a irrumpir en la vida de Draco y de Ian? Parecían
tan felices al lado de Neville. Lo tenían todo: dinero, cariño y protección. ¿Qué les podría
ofrecer Harry, que Neville no pudiera mejorar? Suspiró, echando su cabeza para atrás.

Amor…

Amar a Draco y a su hijo como nadie más los amaba. Adorarlos y darles todo lo que era,
aunque no fuera mucho. Con ese pensamiento entró al lugar y se escabulló hasta el
Penthouse sin ser visto. Aspiró lentamente. Vería a Draco de nuevo y quería hablar con él.
No podía dejar que se fuera de nuevo de su vida.

Draco había llegado solo al Penthouse. Ryan y Sarah se habían quedado a beber una copa
pero él estaba muerto. Cuando entró al lugar lo encontró envuelto en un denso silencio.
Sonrió imaginando que Neville seguramente estaría echando a perder a su hijo. Esos dos
era un caso.

Cuando tocaron a la puerta Draco pensó que era Neville; siempre olvidaba la llave. Odiaba
ese artilugio muggle.

—Como siempre olvid… —Draco observó a Harry. Su primer impulso fue cerrarle la
puerta en la cara, pero Harry fue más rápido que él y lo detuvo.
—Espera Draco, sólo quiero que hablemos.
—Yo no tengo nada que hablar contigo —Empujó con más fuerza la puerta pero Harry fue
más hábil y consiguió abrirla para entrar al Penthouse.
—¡¡¡¡Sal de aquí inmediatamente!!!! ¡¡¡Tú y yo no tenemos nada de hablar!!!
—No puedes esperar aparecerte en mi casa. Decirme que mi hijo quiere conocerme, que
pase lo que pasó y que yo me quede tan tranquilo —Draco tenía sus manos fuertemente
cerradas, sus nudillos se volvían blancos.
—Tengo un deja vú. Esta conversación llega trece años tarde Potter. Hace trece años me
aparecí en tu casa y te dije que iba a tener un hijo tuyo. ¿Por qué no actúas ahora como hace
trece años? Piensa que Ian no existe, piensa que es el hijo de otro. Que es hijo de Neville.
Harry lo fulminó. Sus verdes ojos brillaban más que nunca. —No, Ian es mi hijo. Todo el
odio que me expresó ayer era algo que sólo podía sentir un hijo por el bastardo de su padre.
—Por favor Potter. Conmigo no te hagas el sufrido. Esa pose de víctima no te queda nada.
Lárgate de aquí, nadie te necesita. Nadie te quiere.
—¿Te acuestas con él? —Draco podía sentir la magia de Harry vibrar por todo el lugar pero
él no se sentía intimidado. Ya no.
—¿Qué si lo hiciera? Tú no eres nadie para pedirme explicaciones. Creo que yo tengo
derecho a follarme con Neville. Es un hombre maravilloso. No esperabas que yo me
mantuviera célibe mientras tú te follabas a medio Londres. Tú sólo fuiste una mentira en mi
vida.
—No te mentí Draco. De verdad te amaba. De verdad te amo.
—¿Me amas? —La voz le salió más estrangulada de ira de lo que hubiera querido—. ¿Por
eso me engañaste en el Colegio? Tu patético intento de entrar en mi mente aun me hace
reír.
—Eso fue… No era esa mi intención. Yo ya te amaba. Quería saber que te traías entre
manos para protegerte, para…
—Vamos Potter, eso que te lo crea algún Hufflepuff. ¿Querías protegerme? ¿Por eso
cuando te fui a buscar me golpeaste y me querías entregar a tu brillante Orden? —Harry
parecía avergonzado pero eso le importa muy poco a Draco.
—Yo… estaba confundido.
Draco se rió irónicamente. —Tú naciste confundido Potter.
—Puede ser, en aquel momento más que nunca. Dumbledore había muerto, tú te fuiste con
los mortífagos, tenía que buscar los Horrocruxes. Mi vida era un caos y siguió siéndolo
muchos años después.
—Oh, pobre San Potter. El gran héroe trágico —Draco arrastró sus palabras en un siseo
lleno de odio.
—¿Te acuestas con él? —preguntó de nuevo, pero ahora con un tono de ira y celos. Los
ojos verdes resplandecían. Draco podía leer la incertidumbre, los celos y el miedo.
—Sí, me acuesto con él. Ha sido el mejor amante que he tenido. Cada mañana me hace el
amor. Porque él si me ama y despierta en mí un deseo que no conocía.

Harry dejó caer pesadamente sus parpados. Las palabras de Draco, ciertas o no, le habían
calado en el alma. Cuando abrió de nuevo los ojos, Draco pudo ver ese verde aún más vivo.
Los ojos de Harry resplandecían como un gran fuego verde y sin más, acorraló a Draco
entre la pared y su cuerpo. El aroma de Harry era tan embriagador como siempre. Draco
tuvo que luchar en contra del deseo de hundir sus manos en la negra cabellara.

—No Draco, no te creo —Cada palabra golpeó en los labios de Draco como un susurro
anhelante de pasión contenida.

Harry clavó su mirada en la de Draco y en un solo impulso, lo besó. Draco intentó apartarse
pero el cuerpo de Harry era macizo y cálido. Deslizó sus manos por el pecho de Harry,
sintiendo los músculos que no conocía. Enredó sus manos en la cálida piel de la nuca,
tocando levemente el corto cabello negro. La lengua de Harry acariciaba con vehemencia
cada parte de la boca del rubio.

Draco profundizó el beso, dejándose hacer. Sentía que se estaba incendiando de pura
pasión. Harry lo sujetó de las caderas. Sus manos eran unas garras que no querían dejar
escapar a su presa. En ese momento, Harry tuvo la certeza de que Draco no había estado
con nadie más que con él. Entonces, ese sentimiento de vacio regresó. Él había estado con
tantos pero nunca sintió nada, sólo Draco la había hecho feliz. Ahora se arrepentía de no
haberse mantenido limpio solo para su rubio.

—Rubio, mi rubio —Harry gimió en un susurro.


Eso bastó para que Draco recobrara la consciencia. Empujó a Harry con todas sus fuerzas y
limpió su boca.

—En tu vida me vuelvas a tocar. No soy tu rubio. Ahora soy suyo.


—Me besaste. Sé que aun me amas —Harry se acercó de nuevo a Draco pero el rubio le
propinó un excelente derechazo que dejó al moreno en el suelo con el labio inferior partido.
—No me puedes echar de tu vida así como así. Tenemos un hijo.
—Mi hijo, sólo mío porque tú lo negaste.
—Soy su padre y tengo derecho a intentar ganármelo.
—Suerte Potter. Ahora, lárgate —pronunció Draco, arrastrando las sílabas de la última
palabra para enfatizar su amarga intención de no querer volver a verlo.

Harry se puso de pie e intentó un nuevo acercamiento pero en ese momento la puerta del
Pethouse se abrió.

Draco empujó una vez más a Harry y saltó a los brazos de Neville. Harry sintió toda su
sangre hervir cuando vio como Neville abrazaba a su rubio, le susurraba algo al oído y
Draco negaba.

—Vete de aquí Harry.

El moreno no dijo más, salió del lugar con un sentimiento de incertidumbre pegado al
corazón. Por un momento, en el beso, sintió que Draco era aun suyo. Pero al verlo
refugiarse en Neville como lo hizo… Su corazón dolía al pensar que ya lo había perdido.

Neville arrastró a Draco hasta el sofá. —¿Estas mejor?


—Gracias Neville —Draco se acurrucó en el pecho de Neville y suspiró
melancólicamente—. ¿Dónde está Ian?
—Al llegar nos encontramos a Ryan y Sarah. Se lo llevaron al parque para que jugara con
un avión a escala que le compré —La risa de Draco inundó el lugar.
—Lo van a echar a perder —Neville sonrió y le dio un beso en la frente. Era el momento.
Con su varita en mano, convocó un sobre rojo con el sello del Ministerio. Se lo dio a Draco,
el rubio empezó a leer el contenido del sobre.
—No puede ser…
—Lo es. Eres libre Draco, ahora esa marca —Señaló su brazo—, no es más que un tatuaje
muy cool. Tienes acceso a la fortuna de tu madre. Puedes ir y venir por todo el mundo sin
que nadie te diga nada. Tal vez quieras ver al Profesor Snape.

Draco no tenía idea de cómo expresar toda la gratitud que sentía. Era libre. Su nombre
estaba limpio de toda mancha y podía ofrecerle a su hijo una nueva vida. Todo, gracias al
ex lerdo Neville Longbottom. Subió en horcajadas sobre Neville, colocó sus rodillas en
cada lado del castaño, enredó sus manos en el suave cabello de Neville y lo besó. Neville lo
abrazó por la cintura y lo pegó más a su cuerpo. Cuando su lengua tocó la del rubio pudo
percibir el sabor de alguien más.

El sabor de Harry Potter.

Voy a poner cadenas en ti.


Para que no me engañes,
para que no te vayas de mí
en busca de otro amante.

Voy a cerrar la puerta y así,


conseguiré guardarte.
Intentaré que seas feliz.
Para que no te escapes.

Lo siento mucho amor,


no quiero perderte.
Estoy amarrado a ti.
Compréndelo, no puedo dejarte ir.

Sé que no soy el mejor.


Que soy un fracaso.
Por eso te guardo aquí.
Voy a intentar que veas en mí al hombre de tus sueños.

Voy a buscar un modo de ser que nunca te de miedo.

Notas finales:
¿Les gusto mi sorpresa? Todo mundo me pedía un rollito entre Neville y Draco. Por
cuestiones de historia y por cosas que irán viendo en los capítulos, esto no puede
suceder. Sin embargo, esto no es ningún motivo para no torturar a Harry con esa
idea. Ya saben, siempre lo que no vemos es lo que más miedo nos da y como estaba
leyendo el quinto libro pues me inspire.

En el siguiente capítulo regresa el buen profe Snape y el esperado reencuentro.

Mil gracias a mi bella beta luxam9, es una reina y sus ideas son magnificas. Gracias
todas las personas que me han ayudado a llegar a los 184 comentarios.

De verdad, es un honor tener gente tan maravillosa leyéndome. Un abrazote.


No se olviden que nos vemos el sábado con la actualización ^^
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Capítulo 11 Si tu amor no vuelve por acm2099
Notas del autor:
^^

Neville se separó del rubio y este, un poco desconcertado, escondió su cabeza en el cuello
del castaño. Neville no mencionó nada, acarició la espalda de Draco y le dio besos y mimos
por un buen rato. Estaba casi seguro que Harry había besado a Draco y, extrañamente, no
dolía tanto como pensaba que lo haría.

—Mañana tengo que ir a San Francisco.


—¿Verás a Brian? —Neville asintió y Draco se acomodó mejor para encararlo —¿Puedes
saludarlo de mi parte? Él fue muy importante en mi vida. Estuvo conmigo y por él tu
llegaste a mí —Neville le sonrió y besó su frente.
—No te preocupes por él. Brian ahora es un chico de negocios. La última vez que hablé con
él, me dijo que se compraría un departamento en una zona muy exclusiva.
—Siempre le gustaron las cosas buenas.
—Bueno, pues ahora ha trabajado mucho para tenerlas —Draco rió bajito y le dio un beso
en el cuello a Neville—. Creo que puedes aprovechar el día para ver a tu padrino. Yo no
regreso hasta pasado mañana. ¿Qué te parece la idea? —Draco se puso serio de pronto y se
tensó.
—No lo sé Neville.
—Vamos, vamos. El Profesor Snape seguro que se muere por verte. Imagina que debe estar
viviendo en la incertidumbre de saber que fue lo que te pasó. Ahora eres un hombre libre
Draco, no es justo que vivas atrapado por tus temores. Además, Ian se merece conocer a ese
hombre que fue tan importante para ti.
—Vale, me convenciste león embustero. Mañana mismo lo visitaré.
Draco le dio un beso en los labios y después se puso de pie. En cualquier momento
llegarían Ryan, Sarah e Ian. Neville se quedó en el sofá un poco más. Estaba confundido
pero aun no quería pensar en eso. Aun había tiempo para decidir.

Severus revisaba la nota con atención. La había recibido unos minutos antes y no sabía que
contestar. Después de la amable conversación que había tenido con Remus, sus encuentros
se habían terminado. Y ahora, a escasos días de vacaciones el ex licántropo le mandaba esa
nota:

Severus:

Sé que me porté como un imbécil la última vez. Tienes que disculparme, estaba un poco
frustrado porque sentía que lo nuestro no avanzaba. No debí presionarte.
Ahora te pido que me des una oportunidad para hablar. Sé que podemos llegar a un
acuerdo. No quiero que lo nuestro se acabe antes de empezar.
Respóndeme por favor.
Remus.

A la mañana siguiente, Draco se encontraba en la puerta de la casa de su padrino. Aspiraba


grandes bocanadas de aire. No tenía ni idea de que debería decir. Tocó y una criatura
demasiado conocida le abrió la puerta. Sully, la antigua elfina de su madre lo observaba con
sus grades ojos amarillos parpadeando un par de veces hasta que reaccionó y se lanzó a las
piernas de Draco, abrazándolas con fervor.
—El amo, el amo Draco ha regresado. Sully siempre supo que usted regresaría —La
criatura chillaba de felicidad y Draco parecía encontrarse igual. Esa elfina había sido la
compañía de su madre por mucho tiempo.

»El ministerio me dejó libre amo. Cuando se hicieron de su casa, a mí me dejaron libre
¿pero cómo puede uno no servir a sus amos? Yo soy parte de usted, no de una mansión. Por
eso vine aquí. El amo Severus ha sido tan bueno conmigo. ¡¡¡Oh, mi amo se pondrá tan
feliz!!!

Sully tomó a Draco por la muñeca y lo arrastró por la casa hasta el despacho de Severus.
Era un comportamiento completamente indigno para una buena elfina, pero estaba tan feliz.
Si su señora Narcissa viera. Sully aguantó el sollozo al recordar a su ama. Empujó con
fuerza la puerta.

Severus soltó la nota que tenía en las manos, estaba a punto de reprender a Sully, cuando
vio al rubio que estaba a su lado.

—Draco… —Los ojos de Severus se agrandaron. No podía ser.


—Padrino.

Severus caminó hasta él y de inmediato lo envolvió entre sus brazos. Era la segunda vez
que Severus Snape lo abrazaba. La primera fue cuando se fugó de las garras de Voldemort.
Severus sabía de su estado. Sabía que Potter lo había traicionado y le hizo prometer que
jamás le diría a nadie que el hijo que tenía era de Harry Potter.

—¿Cómo…? Draco, ¿esto de verdad está pasando? —Draco afianzó más el abrazo.
—Estoy aquí padrino. Perdóname por no haber venido antes —Severus tranquilizó sus
instintos Hufflepuff y soltó a Draco.
—Tenemos mucho que hablar Draco. Tu madre…
—Murió, lo sé —Severus se sentó en su silla y Draco frente a él. Sully, feliz, se
desapareció y regresó con un gran servicio de té.
—¿Y bien? —Ante la pregunta de su padrino, Draco suspiró y tomó un poco de su té.
—Es una historia muy larga, ¿tienes tiempo?
—Todo el tiempo del mundo. Anda, habla. Te perdí la pista después de la muerte de
Atticus.
—Sí, pues cuando murió el Señor Fich, sus hijos decidieron vender todo el negocio y yo de
pronto me vi con un hijo y sin empleo. No podía ir por el mundo con mi marca oscura y
pedir trabajo. Así que cambie el poco dinero que tenía en dinero muggle. Trabaje aquí y
allá. Pasé muchas cosas extrañas y muchas veces quise correr; regresar aquí, contigo, con
mamá. Pero ya era muy tarde. Hace unos años Neville llegó a mi vida…
—¿Longbottom? ¿Sabes que él…?
—¿Asesino a mi padre? —Severus asintió—. Él me lo dijo. En un principió se acercó a mí
por eso. Quería lavar sus culpas. No sé por qué demonios tenía la idea de que me debía
algo. Mi padre no se hubiera tentado el corazón con él.
—Tu madre también era muy unida a él. Durante la guerra…
—No quiero saber padrino. Se lo dije a Neville. Nada que yo sepa me regresará a mi madre
y duele. Duele mucho saber que no estuve cuando ella murió —Severus lo observó
detenidamente. Su ahijado estaba tan cambiado. Era un hombre ya de treinta años, con un
hijo y una vida que no había sido sencilla porque le enseñó todo lo malo que existía.
—Solo quiero que sepas que tu madre murió defendiendo sus ideales. Fue una gran mujer y
murió como tal.
—Me da gusto que la guerra terminara como debió, pero me da más gusto ver que ya no
eres el hombre frío que demostrabas. Creo que todos necesitábamos ponernos en el lugar
del otro. Ahora eres un hombre muy distinto padrino.
—Me ablandé el tiempo.
—Demostrar que eres un ser humano no es ablandarse.
—¿Longbottom y tú? —Severus no quería hablar de sus sentimientos y de su cambio. Aún
se sentía muy vulnerable y seguro terminaría hablando de Remus Lupin.
—Sí y no. Llevamos casi un año dándonos caricias y besos. Pero no hemos llegado a nada
más. Es…
—Todavía sigues pensando en Potter —Draco bajó la cabeza. Era vergonzoso que su
padrino lo conociera tanto y sobre todo no poder negarse. Haría un ridículo peor—. ¿Lo has
visto?
—Ian quería conocerlo. Hace unos días estuvimos en su casa. Ian, al verlo, lo insultó y
luego el infeliz fue a buscarme al Penthose de Neville. Me besó.
—Y tú le respondiste.
—Quisiera luchar contra eso. De verdad que sí. Neville es un hombre maravilloso, único y
me protege. Es un pilar para mí.
—No puedes confundir el agradecimiento que sientes por algo más profundo.
—Lo sé padrino. Pero no voy a dejar a Neville por Harry. Él no se lo merece. Además le
dije que me estaba acostando con Neville. Que lo amo.

Severus le sonrió ligeramente. Draco de inmediato entendió porque. Para él ese solo era un
recurso tonto para tener a Potter pendiente de cada paso del rubio. Los celos para personas
como Potter hacían que vivieran una pesadilla. Una de las peores.

—Padrino, me gustaría que conocieras a mi hijo. Él sabe mucho de mi vida, te conoce a ti


por mí y sabe que te quiero como un padre —Severus sonrió pero esta vez de una forma
más abierta.
—Eres mi debilidad Draco. Tu madre y tú. Me siento honrado de ser considerado como tu
padre.

Puntualmente, Sully entró con un chico de unos doce años. Era muy parecido a Draco, solo
que el pequeño tenía un reluciente cabello negro. Los ojos grises del chico brillaban pero
era un destello muy distinto. Era como si sus ojos demostraran la gran alegría de vivir que
tenía. Severus pudo entender que su ahijado no sólo era un hombre sino también un gran
padre.

Draco se acercó a su hijo. —Este es Ian Malfoy. Ian, él es tu abuelo, Severus Snape.
La sonrisa de Ian no podía ser más grande. Corrió hasta Severus y se lanzó a sus brazos.
Desde la noche anterior estaba nervioso. Gracias a Neville, su padre era libre y en cuanto le
dijeron que vería a Severus Snape, Ian sintió algo cálido instalarse en su cuerpo. Por fin
conocería a una persona que su papá consideraba familia:

Tu abuelo. Debes quererlo como tal porque él es como un padre para mí.

Ian lo encontró singular. Pero no en un mal sentido. Ian nunca había visto a un mago con
túnica y le pareció siniestro y genial. Parecía un vampiro con sus grandes ojos negros.
Además, olía a pociones y calderos. El hombre era muy cálido a pesar de parecer tan frio.
Severus se dio cuenta que tenía que aumentarle una persona más a su lista de debilidades.

Ian, Draco y Severus pasaron horas hablando. Severus escuchaba la animada plática de Ian
acerca de los caballos y coches de Neville. Ese fue un nombre que se repitió mucho en las
conversaciones de Ian. Severus se sorprendió al ver que Draco no notaba algo que era muy
evidente.

Para la hora de la cena, Sully se había lucido y había preparado todo lo que era del gusto de
Draco. Ian también estaba encantado con la elfina que se la pasaba dándole todo lo que
pidiera y un poco más. Su papá siempre se quejaba de que Ryan y Neville lo consentían
demasiado pero Sully era un caso muy grave.

—¿Crees que podrían pasar la noche aquí?


—Claro que sí, padrino. Neville regresa hasta pasado mañana y nosotros de verdad tenemos
mucho más que contarte.
Severus no se había divertido tanto en su vida. Hablar con Draco y con Ian era maravilloso.
Por fin se sentía tranquilo por tener a su familia cerca de él. Era extraño pensar que le debía
un favor al inútil de Longbottom. En su vida se hubiera imaginado que ese bueno para nada
se convertiría en un hombre rico y con influencias suficientes como para limpiar el hombre
de Draco Malfoy.

Al salir de la ducha, Severus recordó la nota de Remus. No había duda, que en ocasiones,
los hijos te enseñan muchas lecciones. En esas horas, Draco le había enseñado que la vida
era muy corta como para desperdiciarla. Que debía atesorar los momentos hermosos de su
vida y él tenía tan pocos. Miró su cama, fría, sola… vacía.

Draco pudo cortar las cadenas que Lucius le había impuesto. ¿Por qué Severus no podía
hacer lo mismo? Su padre sólo era un muggle con ideas homofóbicas. El padre de Severus
no era precisamente un gran ejemplo a seguir. Tenía que romper esas cadenas mal
impuestas y vivir: Acuérdate de vivir, padrino. Eso le había dicho Draco esa noche.

Severus aspiró el aire de soledad que envolvía su habitación. Tomó una decisión. En un
pergamino, garabateo:

Hablemos
SS

Vio a su lechuza desaparecer en las penumbras. Ya no había marcha atrás, era el primer
intento que hacía por esa extraña relación que sostenía con Remus y esperaba no
equivocarse.

*
Neville estaba asombrado del gran cambio de Brian. El pelo del chico era cenizo, los ojos
que una vez vio violetas, eran de un bonito color avellana y no traía puesto ningún tipo de
ropa que denotara su pasado. Unos pantalones grises de buen corte, una camisa negra y un
chaleco color mora. Aunque para ser justos, seguía igual de coqueto que siempre. Más de
una vez había rozado sus piernas con toda la intención y se comía su postre como si la
cuchara fuera una polla de lo más suculenta. Ahora entendía porque sus negocios habían
aumentado sus ganancias en un trescientos por ciento. Brian era un seductor nato.

—Fuiste el único que se me escapó en aquel lugar —dijo mientras le daba la ultima lamida
lasciva a la cuchara.
—Eras un niño. Además yo no acostumbro a… —Neville evitó seguir. No quería ofender a
Brian.
—No acostumbras a follar con un putito de callejón. No te preocupes, desde que te vi supe
que eras muy diferente. Y no era un niño, tenía diecisiete años. Te aseguro que si yo te
hubiera gustado aunque sea un poco, mi edad no hubiera sido un gran impedimento.
—Me gustabas…
—Pero en aquel entonces era un putito de callejón. Y ahora ¿cuál es tu pretexto? —Brian
acarició la mano de Neville que descansaba en la mesa.
—No hay pretexto. Estoy saliendo con alguien —Retiró la mano dándole un apretón
afectuoso a la mano de Brian.
—Draco debe ser un hombre muy feliz.

Neville quiso decir algo ante la mirada herida que le lanzó Brian pero este lo interrumpió
hablando de las inversiones. El momento incómodo pasó y Neville se prometió regalarle
algo a Brian. Era un buen chico, muy inteligente y guapo, pero en ese justo momento de su
vida, Neville estaba hecho un lio.

Al terminar de hablar, Neville le dijo que llevaría a Brian a su departamento. Aun le pesaba
un poco la mirada del chico. Era como si Brian sintiera por él algo más que un simple
deseo.
—Bien, este es mi departamento —Neville observó la puerta marrón marcada con el
numero treinta y dos. Era un edificio lujoso y exclusivo. Brian abrió la puerta y notó que el
departamento era precioso, decorado con un gusto magnífico.
—Muy bonito.

Brian colocó sus brazos en el cuello de Neville y lo besó En un principio Neville no quiso
corresponder pero la verdad es que Brian le ponía y mucho. Se dejó besar. Brian se pegaba
más a su cuerpo. Se impulsó para enredar sus piernas en la cintura de Neville. Este afianzó
el agarre colocando las manos en las nalgas de Brian quien gimió e hizo más fiero el beso.
Mordía y succionaba el labio inferior casi hasta hacerlo sangrar. Cuando Neville sintió que
la pasión se desbordaba, se apartó de Brian.

—No puedo… —Brian le dio una última mordida y le susurró.


—Sé que no puedes. Pero también sé que no lo amas, de otra manera no me hubieras
besado. Draco ama a otro y tú no amas a Draco. Cuando él se vaya búscame. Yo siempre
estaré aquí, dispuesto, preparado y listo para ti —Lamió toda la extensión de su cuello. Se
separó de él y se fue. Neville salió de inmediato de ese departamento.

Brian se encerró en su habitación y soltó todo el aire de sus pulmones cuando escuchó el
portazo de Neville. Se había vuelto loco. Él ya no era así. Prácticamente se le había
ofrecido como un cualquiera. Como un vil putito de callejón. Y él quería Neville, lo quería
tanto que estaba dispuesto a ser su amante. Estaba dispuesto a ser como era en su antigua
vida. Brian conocía muy bien la historia de Draco: un hombre le había destrozado el
corazón. No sabía si fue antes o después de su hijo. Pero lo que si sabía era que su rubio
amigo no podía superar a ese hombre.

*
Neville regresó un día antes a Londres y la primera parada que hizo fue en el Ministerio.
Tenía que hacerle una vista al flamante Jefe de los Aurores. Él no era un hombre de
combate pero tampoco era una persona que evitara las luchas cuando ya eran declaradas y
ese era el caso. Harry Potter le estaba declarando la guerra.

—Buenos días. Busco al Jefe Potter —La secretaria levantó el rostro de los documentos
que revisaba y cuando miró a Neville, de inmediato cambió la mueca de fastidio para
sonreírle ampliamente. Neville no se dejaba de sorprender cuando le pasaba eso. No estaba
acostumbrado a que le coquetearan.
—¿A quién anuncio?
—Dígale que Neville Longbottom quiere hablar con él —La chica entró al despacho y casi
de inmediato salió.
—Puede pasar Señor Longbottom.

Harry lo estaba esperando de pie y con una clara mueca de desprecio. Neville casi podía
reír para sus adentros. En la guerra, más de una vez, Harry le había dicho hermano y se
habían confiado la vida el uno en el otro. Pero ahora, parecían dos leones peleándose por
una presa. Aunque pensándolo detenidamente, los leones no cazan y Neville quería mucho
a Draco como para hacer una analogía tan patética.

—¿Qué quieres aquí? —preguntó Harry que irradiaba poder y magia. Neville pensó que le
quedaba muy bien ese look de jefe todo poderoso.
—¿Qué hacías en mi casa?
—¿No te lo dijo tu amorcito? Fui a hacerles una vista. Saludarte, saber de mi hijo…
—Besar a Draco.
—Besar a Draco —repitió, sonriéndole de una forma burlona.
—Creo que no has entendido que ahora está conmigo.
—No te quiere, sólo está contigo por agradecimiento —Harry se acercó peligrosamente a él
pero Neville no se movió.
—No vine para liarme a golpes contigo. Ya no somos unos chiquillos Harry. Eso de
pelearse por el amor de una dama es algo bastante pasado de moda, más en hombres hechos
y derechos como tú y yo.
—No pienso dejarte el camino libre con Draco y con mi hijo.
—Bien, que bien. Me gustan las luchas frontales y directas. Aunque te he de decir que
Draco no es un colegial que nos tengamos que jugar en duelo de hormonas.
—Te has vuelto muy Slytherin, Neville.
—Eso es lo que se saca cuando se convive por mucho tiempo con una serpiente. Tienen el
extraño poder de cambiar la vida de todas las personas que los conocen y que no los
lastiman. Tú entiendes ¿verdad? —Harry lo fulminó con esos ojos verdes que parecían
rayos láser queriendo atravesarlo. Neville ensanchó su sonrisa de ironía.
—No te ama. Aun tiene sentimientos conmigo y sé que puedo ganármelo de nuevo.
—Puede y puede que no me ame. Pero lo que sí es un hecho, es que él duerme conmigo
cada noche. Hasta luego Harry.

Neville se sintió satisfecho por la cara de horror que puso Harry al escuchar que Draco
dormía con él todas las noches. Era una venganza justa por atreverse a besar al rubio dentro
de su propia casa.

Si tu amor no vuelve,
tendré que conformarme con fotografías.
Tendré que hacer un álbum de tus alegrías
y todos los momentos que viví contigo.
Seré un coleccionista, si tu amor no vuelve.
Pintando las paredes con tantos recuerdos.
Rayándome la vida con tanto silencio.

Llorando como un niño por qué no te tengo.


Y es que un maldito imbécil me robo mis sueños

Te odiaré.

Si no vuelves, que remedio, te odiaré.

Y aunque parezca absurdo te amaré.

Pues está claro, yo no sé vivir sin ti.

Y si tu amor no vuelve

mi alma irá a buscarte lejos de mi cuerpo.

Cargando dos valijas llenas de silencio.

Huyendo del fracaso por qué no te tengo.

Y es que un maldito imbécil me robo tu cuerpo.


Notas finales:

Primero que nada, mil gracias a Winter, Sarah, Dark, Cat, mi queridísima beta
luxam9 y mi hermosa Mine. Sus palabras y regalos llenaron mi día. Son hermosas. Me
la pase genial en mi cumpleaños y fue de lo mejor.
La película me gusto, me parece una buena adaptación, aunque le falto un poquitín.
No digo más porque tal vez haya personas que todavía no la vean.
En cuanto al capítulo. Ya ven que Neville no están santo y no es malo, simplemente es
un ser humano y se equivoca o se siente confundido. Pasa, todos los seres humanos
somos buenos y malos. Tenemos esa dualidad en nuestro ser. Brian seguirá
apareciendo, el fic se irá calentando con mi querido Severus. Que como ya ven,
reacciono y le dará su oportunidad a Remus.
Como saben, esta historia nació de una conversación que tuve con mi querida amiga
Dark y por eso el fic se lo dedico a ella. Pero quiero aprovechar para dedicárselo a
Eclipse. Quien leyó el mensaje de su amiga, sabrá que está pasando por un mal
momento. No saben el apoyo que yo recibí de ella, por lo regular siempre era la
primera en comentarme y regalarme unas estrellas. Hasta Chile, todo mi cariño para
ella.
Y por último, para quien leyó Aléjate de mí les encargo que me digan si se quedaron
con ganas de leer algo. Un lemon entre alguien, el embarazo de Severus, no sé. Lo que
se les ocurra.
Muchas gracias por su apoyo, por sus buenas vibras. Gracias de todo corazón ^^
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Capítulo 12 A veces fui por acm2099

Neville llegó a su Penthouse con la sensación de haber hecho una travesura muy cruel.
Prácticamente se había vanagloriado de algo que no existía. La cara de Harry había sido un
poema; pero eso no era justo, por mucho que el moreno hubiera pasado la barrera besando a
Draco en su propia casa. Al entrar al penthouse, Neville encontró el lugar en penumbras. Lo
único que se alcanza a distinguir era el humo de habano que desprendía una silueta.

—Te esperábamos hasta mañana —La voz de Ryan sonaba pastosa como si hubiera bebido.
—¿Dónde está Sarah? —Neville caminó hasta Ryan y lo observó. Tenía los ojos cerrados y
una copa de whisky en la mano izquierda.
—David le llamó, tuvo que irse de urgencia a Kerry, casi después de que tú te fuiste a San
Francisco. —Neville conjuró un lumus y se sirvió una copa. Estaba seguro que Ryan se
sentía mal por algo que había hecho.
—¿Qué hiciste? —Ryan levantó los parpados y sus ojos estudiaron a Neville con mucha
determinación.
—No sé, dímelo tú.

Neville suspiró abatido, se sentó bruscamente en un sillón frente a Ryan. Empezó a


juguetear con su copa de whisky que tenía a medio beber. Tiró la cabeza hacia atrás y soltó
un quejido. Empezaba a dolerle la cabeza y el cuerpo. Ya estaba harto de sentir que no
encontraba una salida.

—Besé a Brian y casi me lo tiro en su departamento. —Ryan no dijo nada, le dio una gran
calada a su puro y luego soltó el humo por la nariz.
—¿Por qué? —preguntó un poco después con voz ronca y ausente.
—No lo sé. Me había estado coqueteando en el restaurante donde nos reunimos y cuando
fui a dejarlo en a su departamento, él se me lanzó. Quise separarme al instante pero… —
Neville terminó lo que le quedaba de whisky. Sintió como el licor quemaba su garganta y
se asentaba de forma pesada en su estomago —Me pone —dijo con voz ronca —, me pone
muchísimo.

Ryan sonrió, tomó su puro y le dio una calada más. El humo se arremolinaba sobre él y
salía de su boca en forma de perfectos círculos.

—¿Y Draco no te pone? —Neville recompuso su rostro. Sus ojos azules fulminaron a Ryan
de una forma gélida y amenazante. Su amigo se estaba acercando peligrosamente a cosas
que él no quería pensar —. No me mires así, es una pregunta completamente razonable.
—Claro que me pone. Es un hombre sexy, jodidamente caliente y por si fuera poco, es
hermoso en todo el sentido de la palabra.
—Pero… aun así te besaste con Brian y querías follártelo —Neville se sonrojó
violentamente y Ryan sonrió.
—Draco y Harry se besaron —Ryan enarcó una de sus cejas y volvió con su puro. Cerró los
ojos. Parecía estar reflexionando algo. Con los ojos aun cerrados siguió hablando.
—Y tú decidiste vengarte y besar a Brian —Neville se puso de pie inmediatamente de
forma colérica.
—¡¡¡¿Qué leches estás diciendo?!!! —gritó; pero Ryan ni se inmuto. Siguió con los ojos
cerrados y jugueteando con el humo de su puro cuando salía de su boca.
—Digo lo que pienso Neville —Cuando Ryan abrió los ojos, tenía la mirada serena y firme.
Neville tomó asiento de nuevo y frotó su rostro con sus manos.
—No lo hice por eso. Fue un momento de debilidad y no tiene nada que ver con el beso
entre ellos —Neville masajeó sus sienes con la intención de relajar un poco la tensión que
acumulaba su cuerpo —. Estoy hecho un lio y besarme con Brian fue el punto de quiebre.
No sé a dónde me lleva esto. Yo… yo no… amo a Draco.
—¿Y a Brian si? —Neville miró a Ryan, soltó una risilla. Estaba seguro que su amigo no
hablaba en serio. Era imposible que él sintiera algo así por una persona como Brian.
—Claro que no. Él es…
—Un putito de callejón, un buen culo para follar.
—No…
Ryan le sonrió —Vamos, vamos. Ya sé que eres un caballero y que no dirías eso, aunque es
cierto. El tío está bueno para follar y seguro hará unas mamadas espectaculares, tomado en
cuenta el lugar de donde lo sacamos —Neville solo lo miró pero no dijo nada. Ryan
entendió que su amigo de verdad era un caballero.
—Llevo con Draco casi un año y aun no me he enamorado de él. Lo quiero mucho pero no
siento amor por él y es injusto —Ryan llevó el puro a sus labios una vez más. El humo salía
copiosamente de su boca. Habló después de terminarse el que sería su quinto whisky.
—Por eso te sacrificas y le dejas el camino libre a Potter.
—¡¡¡ ¿Qué?!!! ¡¡¡¡Yo no dije eso!!!! —Exclamó exaltado —Solo estoy confundido y digo
que no es justo que yo me meta en ese verdadero amor.
—Ya, ya. Tú crees que Potter y Draco se aman.
Neville lo miró enfadado y sus ojos azules tomaron un color más oscuro y aceroso —Tú no
tienes idea. Ellos tienen algo, es como si estuvieran destinados. Nunca podía estar en el
mismo lugar si verse o tener algún acercamiento —Ryan negó vehementemente.
— ¿Vas a dejar a Draco?
—No lo sé. Necesito pensar. Draco tiene ahora un destino que ya no está necesariamente
ligado al mío. La fortuna de Narcissa le da acceso a una vida tranquila, su apellido está
limpio y él puede ofrecerle a Ian un futuro prometedor —Neville cerró sus ojos y los abrió
de nuevo —. Nunca ha volado solo. Siempre tuvo a alguien al cual anclarse. Cuando tenía
la misión, Harry se acerco a él, cuando se fugó se aferró Ian y cuando yo llegué a su vida,
me tuvo para ser su apoyo en cada momento. Creo que es hora de que él vuele solo y se
encuentre.
—¿No piensas en Ian? —le preguntó Ryan suspicaz.
—No te entiendo.
—¿Qué crees que sentiría Ian al perder esto? ¿Qué sentiría al perderte?
—¿Qué tiene que ver Ian en todo esto? —Neville estaba muy extrañado con las preguntas
de su amigo.
—Nada, nada. Olvídalo, creo que me voy a dormir.

Cuando Ryan se puso de pie apagó el puro. Al darse la vuelta Neville le habló: —¿Tú no
me vas a decir que pasó? —Los hombros de Ryan se tensaron.

—No pasó nada.

Esa fue la fría respuesta que Ryan le dio. Lo vio caminar hasta su habitación y Neville se
quedó con la certidumbre de que su amigo había cometido una estupidez en la ausencia de
Sarah. Sólo esperaba que la estupidez no fuera esa, porque de ser así, estaba casi seguro
que su relación de amistad entre los tres no se salvaría.

Severus despidió a Draco ya muy entrada la tarde. El profesor se sentía realimente feliz
aunque su aspecto seguía siendo sombrío y serio. Estaba encantado con su nieto Ian. Era
tan brillante e ingenioso, Severus estaba seguro que sería una as en las pociones como lo
era su papá. Le hubiera encantado que Cissy lo conociera, seguro ella también estaría
maravillada con su nieto.

En esa tarde esperaba también la vista de Remus Lupin y Severus se auto convencía de que
no estaba ansioso o nervioso por ver a su antiguo compañero de colegio. Con el que había
tenido varios roces y al que se moría por demostrarle que tenía muchas ganas de que su
relación tomara nuevos rumbos.

Cuando Remus llegó hablaron un largo rato de la reaparición de Draco. Severus omitió
detalles obvios como que Ian era hijo de Potter y que el muy tarado la había negado antes
de nacer. Draco aun no estaba preparado para enterar al mundo de su vida. Lupin parecía
contento al saber que Severus por fin se había reunido con su ahijado.

Lupin vaciló un poco al cambiar de tema primero empezó con Teddy y su nuevo ataque por
la pociones. Según él, quería ser el mejor en todo Hogwarts para impresionar a Severus.
Eso había costado tener que instalar unas alarmas contra incendios en la casa de
Andrómeda Tonks. Teddy había prendido fuego a casi media vivienda una noche anterior.
Después de la absurda conversación acerca de Teddy, se instaló en entre ellos un silencio.
Remus, impaciente, se aclaro la garganta y le dijo llanamente:

—Severus lamento como me porté la última vez que estuvimos juntos. Sé que me comporté
como un adolescente hormonado. Pero tienes que entender, estaba muy desesperado porque
creía que esto no avanzaba y de verdad quería que entendieras que yo no quiero sólo un
polvo —Remus estaba genuinamente avergonzado con su comportamiento y eso
congratulaba mucho a Severus. No había nada mejor que un Gryffindor atormentado.
—Sí, no estuviste muy fino la última vez que nos vimos —Remus se ruborizó y Severus
casi sonríe como el gato cuando atrapa a un ratón; pero se contuvo, hubiera sido muy
sospechoso.
—Sé no que no es tu culpa. Tu padre debió meterte todas esas ideas homofóbicas y te
prometo que yo puedo ayudarte. Iremos poco a poco, tendré paciencia y cuando tú estés
listo pues… —Severus sonrió.
—En esa ayuda que propones ¿tiene algo que ver con enseñar? —la voz susurrante y
sedosa de Severus hicieron que Remus reaccionara. Sus ojos se dilataron ante la sorpresa y
en un parpadeó ya tenía a Severus frente a él. Lo jaló de la solapa y lo besó.
El beso era violento y caliente. Remus llevó sus manos a la cadera de Severus como un
instinto. El profesor de pociones se pegó más al cuerpo de su compañero. Las manos
temblorosas pero no vacilantes de Severus, se deshicieron de la chaqueta de Remus.

—Habitación, ahora —gruñó Severus. Remus solo se dejó guiar hasta la habitación. Iba
demasiado atontado por el beso y por la reacción de Severus. Él esperaba una plática
civilizada y tal vez un beso pero nunca imaginó que terminaría en la recamara de Severus
Snape.

En cuanto llegaron, Remus fue arrojado violetamente a la cama y fue besado de forma
concienzuda. Las ropas volaron de una forma casi peligrosa. Ya desnudos, Lupin se dedico
a pasar sus manos por el cuerpo de Severus. Deleitándose con todo lo que se había
imaginado pero la verdad sea dicha. Estaba sumamente caliente y necesitaba que eso se
remediara. No había tiempo para preparar a Severus, quería que la primera vez de Snape
fuera tan buena que vería estrellas y una supernova. Pero justo ahora, él no estaba tan
paciente.

Tumbó a Severus sobre la cama y extendió toda su lengua por el cuello. Lamió y
mordisqueó levemente la tierna piel de los pezones. Bajó con rapidez y se encontró con uno
de los objetos de su obsesión. La polla de Severus estaba completamente erecta y goteante.
Tal vez tan necesitada como él. Dio ligeras mordidas y lamidas a la piel que la rodeaba.
Una lamida más a la polla de Severus y se convenció de que ya eran suficientes
preliminares.

Murmuró un hechizo lubricante sobre la polla de Severus, que para ese momento ya lo veía
con ojos desorbitados. Se monto en él y poco o poco fue descendiendo hasta que se
empálalo perfectamente en el falo de Snape. Un gutural sonido, casi lobuno fue lo que se
escuchó. Remus se sentía tan satisfecho y completamente lleno.

—¡¡¡¡Ahg!!!! —Fue el quejido de pura satisfacción que emitió Severus. Sus manos
acariciaron y marcaron cada parte del cuerpo de Remus hasta detenerse en sus nalgas, las
que afianzó para dar soporte a cada embate que daba.
El ritmo que adoptó Remus fue todo menos tierno. Subía y bajaba de forma casi maniaca.
Gemía y se retorcía sobre Severus y este solo se dejaba hacer. Sentía la estrechez de Lupin
como el más exquisito de los manjares y solo quería enterrarse más y más, cosa que era
imposible. Los gemidos se hicieron increíblemente altos. Los embates de Remus eran
gloriosamente furiosos y empezó a masturbarse al mismo ritmo vertiginoso. Severus sintió
como su cuerpo se llenaba de la sensación de un orgasmo maravilloso y se vaciaba
completamente en las paredes de Remus. Este gruñó de nuevo y derramó todo su semen en
el pecho de su amante.

Remus se desplomó en el pecho de Severus mientras recuperaba un poco la respiración.


Cuando lo hizo, se deslizó hasta el lado izquierdo de la cama.

—Eso es a lo que yo llamo enseñar —dijo Severus besándolo por pasión renovada.
—Eso no es ni la mitad de lo que te puedo enseñar.

Remus le sonrió. Sabía que ya no saldría de esa habitación en todo lo que restaba de la
tarde y quizá, toda la noche. Su culo probablemente lo resentiría pero eso era lo que menos
le importaba. Mientras Severus mostrara esa pasión, todo el mundo podía esperar.

Harry se apareció en su casa con un terrible dolor de cabeza y unas ganas inmensas de
golpear a Neville Longbottom. En lugar de eso, tomó a Coñac, le colocó la cadena y lo sacó
a dar una vuelta. Unos cuadras arriba había un bonito parque donde Coñac podía jugar y él
podía sentarse en una banca a pensar lo miserable que era.

Estaba solo porque él mismo había propiciado todo eso. Debió detenerse cuando supo que
amaba a Draco pero no pudo. Siempre ese maldito instinto de hacer las cosas y luego
pensar. Eso era lo que había jodido todo. Hubiera sido tan fácil hablar con Draco y decirle
que estaba empezando a amarlo. Pero no, no lo hizo, prefirió usarlo y luego hablar con él.
Era un adolescente tan estúpido. Tal vez se parecía más a su padre de lo que pensaba.

Y ahora se tenía muy bien merecida esa soledad en la que vivía. Su hijo lo odiaba como él
había creído odiar a Draco en su momento. Y su rubio, prácticamente había arrojado a su
rubio a los brazos de Neville Longbottom. Sería más fácil si daba marcha atrás. Si dejaba a
Draco ser feliz por Neville, pero algo dentro de él le decía que no. Que luchara por su
familia, que le mostrara a Draco que de verdad lo amaba y que no era un juego. Que nunca
lo fue.

—¡¡¡Coñac!!! —El perro regresó con su amo, meneando la cola. Saltó a la banca y dejó
caer su cabeza en las piernas de Harry—. ¿Tú qué dices muchacho? ¿Debo luchar por
ellos? —Coñac ladró y meneó su cola de nuevo—. Eso me imagino que es un sí. Te gusto
el rubio ¿eh? —El perro aulló de forma muy contenta—. A mí también me gustó desde que
lo vi. Ya hace bastante años de eso, pero me sigue encantando y creo que es justo que
luche. Neville quiere que lo hagamos y la verdad es que no tengo mucho que perder. Sólo
me quedas tú y mis amigos. En cambio Longbottom los tiene a ellos.

Harry jugó con Coñac por un rato y regresó a casa más decidido que nunca. Tal vez no lo
lograría pero quería al menos tener la satisfacción de haberlo intentado. Se sentía miserable
sin él y sabía que por mínima que fuera la posibilidad la tomaría para redimirse. Sería el
hombre perfecto para Draco.

En cuanto llegó a su casa, le sirvió algo de comer al perro. Él en ese momento no tenía
ganas de nada, ni siquiera de dormir. Estuvo durante horas contemplando el cuadro pero no
servía de nada. Se sereno un poco y decidió dar una vuelta. Hogsmeade era el mismo lugar
pintoresco de siempre. Caminó por el lugar hasta toparse con el viejo letrero de la cabeza
de Jabalí ensangrentada.

Aberforth Dumbledore aunque más viejo y cansado, estaba detrás de la misma deteriorada
barra, limpiando un tarro sucio con el mismo trapo mugroso de siempre. Harry se sentó en
el mismo lugar que lo hacía desde seis años atrás. Aberforth lo observó y se acercó a él.
—¿Lo de siempre Potter? —Harry le sonrió y asintió. Aberforth le dio un gran vaso de
agua y siguió limpiando el tarro.
—¿Lo perdonó? —el viejo pareció no entender nada y siguió en lo suyo —¿perdonó al
Profesor Dumbledore?
—Todos somos humanos Potter. Albus pagó por sus crímenes y errores, tuvo que luchar
contra Grindelwald y encerrarlo. Murió solo y con grandes remordimientos. Pero si quieres
saber: Sí, lo perdoné —Harry le dio un gran trago a su vaso y se perdió en sus recuerdos —
Pareces un viejo Potter, deberías hacer hasta lo imposible para que te perdonen. Puedes
humillarte y suplicar el perdón.
—A la persona que le tengo que suplicar perdón, no me quiere ver y a la persona a la que
me le tengo que humillar, ni siquiera me le puedo acercar. Me odia.
—Era sólo una idea —Harry no dijo nada por un momento más. Estuvo disfrutando de su
nostalgia y de los recuerdos que le producía estar ahí. Un rato después decidió que era
tiempo de irse.
—Sabes que no soy él ¿verdad Potter? —por primera vez se cruzaron las miradas. Los ojos
de Aberforth eran idénticos a los de su hermano.
—Lo sé y no lo busco a él —puso unas monedas en la barra y se marcho.

Harry subió lentamente las escaleras de su casa y aspiró el aire a soledad que desprendía
todo aquel lugar. Al abrir la puerta de su habitación se encontró a Coñac a los pies de su
cama. Suspiró de pura resignación.

—Qué vida la mía. Yo tengo a mi perro a los pies de mi cama mientras ese hijo de puta
tiene a mi rubio calentándole la cama y a mi hijo dándole el cariño que yo no quise.

Cuando Ian y Draco regresaron a casa ya era casi la hora de la cena. El chico estaba
completamente deslumbrado con Severus Snape. Neville tuvo la vaga esperanza que eso no
sucediera, aunque sabía que era un ruego inútil. Severus Snape podía ser muy divertido si
tú no eras el blanco de sus bromas y era una verdadera lástima que él siempre fue el blanco
de las bromas.

Después de la cena, Ian se fue a dormir cansado. Ryan salió, seguía muy raro y Neville
empezaba a preocuparse de verdad. Neville se fue a la sala que aun apestaba a habano.
Arrugó un poco el entrecejo, odiaba el humo porque se quedaba impregnado en todo.

—Pareces preocupado —Draco se acercó a él con una copa de vino.


—Me preocupa Ryan. Anda raro, no lo sé qué le pasa. Draco —Neville vaciló un momento
— en unos días el Ministerio celebra una fiesta y me gustaría que me acompañaras —el
rubio se extrañó — es hora de que todo mundo te vea ¿no crees?
—Yo…
—Por favor. Año tras año me he librado pero no puedo hacerlo más. Anda, necesito al
mejor hombre para eso.
—Está bien —Draco le sonrió encantadoramente, Neville se estremeció, esa era una mueca
demasiado Malfoy — Te acompaño, si tú me acompañas a visitar mañana a mi padrino —la
semi erección que tenía Neville al ver esa sonrisa, murió en cuanto Draco termino de
hablar. Estaba perdido. Nunca podía decirle que no a ninguno de los dos Malfoy.

A veces fui
un inconsciente y un necio feroz.
Que no escuchaba al hablar.
Hay tantas cosas que no te gustaban.
Y a veces también,
tuve la suerte de ser más prudente y de
atraer tu atencíon.

A veces fui un dictaro,


un tirano incapaz de preguntar:
¿Cómo estás?
Hay tantas cosas que a ti te frustraban.
Y a veces también
tuve detalles que nunca olvidaste
y que te hicieron un bien.

Yo sé que si hoy puedo cambiar por amor,


debo empezar por aceptarme como soy.
Y es por mí que quiero ser mejor para ti.
Si estoy mal, soy quien no dejará de sufrir.

Notas finales:
¡¡¡Por fin un lemon!!! Ya sé, ya sé. Me tarde un poco pero les prometo que el fic se
calentara. Severus tiene mucho que aprender y un maestro particular que está
dispuesto a enseñarle ^^
Se preguntaran porque Harry está tan calmado. Bueno, en México por ahí de 1960
había un personaje muy popular. Era un super héroe llamado Kalimán. Y él tenía un
lema:
Serenidad y paciencia, mucha paciencia.
Pues el buen Potter toma esta frase para sí mismo. Aunque no le durará mucho. Ya
verán en el próximo capítulo ^^
Mil gracias a mi beta, luxam9. Para mi querída Dark y Eclipse ^^
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Capítulo 13 Soy por acm2099

Para Neville, estar sentado frente a su ex Profesor de pociones era una tortura, bastante
soportable gracias a que Remus Lupin estaba ahí. Eso fue algo que casi le provoca un
infarto, sin embargo pasada la primera impresión, intentó aceptar que el buen profesor
Lupin tenía un rollito con el murciélago Snape.

Ian estaba la mar de contento, sobre todo cuando conoció a Teddy y tuvieron tiempo de
hablar de Hogwarts, un lugar que era todo un misterio para el joven Malfoy y que a pesar
de ser muy feliz en su colegio, no dejaba de admirar ese aire de magia antigua que envolvía
a casi todas las personas que conocía y que tenían algo que ver con el pasado de su papá.
Remus se encontraba interesado en casi todo lo que tenía que ver con los negocios de
Neville, aunque este sabía que solo era para distraer un poco el ambiente tenso y pesado
que se había instalando entre ellos. Severus observaba solamente y Draco sonreía a su
padrino. A la hora de comer Draco retuvo a Severus.

—¿Qué tanto le veías a Neville? —Severus esbozó una sonrisa tenue.

—Lo nervioso que se pone aunque ya sea un hombre. Se me hace muy divertido.

—Deja de atormentarlo padrino. Ya no es divertido.

—Oh, vamos. Los Gryffindor siempre son muy divertidos.

Severus se sentó en a la cabeza de la mesa y miró a sus invitados. Esa prometía ser una
comida muy interesante y más si podía sacarle los colores a su antiguo alumno de
Gryffindor.

—Y dime Longbottom, ¿sigues usando la varita? ¿O un millonario como tú ya no tiene que


hacer esa nimiedades? —Draco miró a su padrino y le lanzó una leve señal de advertencia
que como era lógico, le importó un reverendo pepino.

—Claro que sigo usando mi varita Profesor —Neville contestó con serenidad y bebió un
poco de su copa.

—Ya, ya. Seguro aun recuerdas hacer un Riddikulus.

Teddy apresuró su comida y preguntó: —¿Para qué sirve un riddikulus papá? —Remus
miró a Severus de forma reprobatoria y contestó a su hijo.—Es un hechizo que se utiliza
contra una criatura llamada Boggart.

—¿Qué es un boggart? —preguntó Ian en dirección a Draco pero antes de que este pudiera
contestar, Severus lo hizo.
—Es una criatura que adopta la forma de tu temor más grande —Ian abrió mucho sus ojos
y los dirigió a Neville.

—¿Cuál es tu boggart, Neville? —Longbottom miró a Severus de tal forma que sus ojos
azules resplandecían de pura molestia y el Profesor de Pociones se regocijó.

—Es… el… Profesor… Snape… —Remus fulminó a Severus quien se encogió de


hombros. Lupin se apresuró a seguir con la conversación para sacar a su ex alumno del
dilema.

—El mío es la luna.

—¿Y tú papá? ¿Cuál es el tuyo? —Draco le dirigió una significativa mirada a su padrino
diciéndole que su broma se había pasado de la raya. Después, sus ojos grises se encontraron
con los de su hijo. Nunca le había mentido y no había a empezar justo en ese momento.

Con voz firme dijo: —Mis padres muertos.

Neville abrió mucho sus parpados y sintió que su alma salía de su cuerpo y regresaba.
Draco había dicho: la muerte de sus padres. De ambos, no solo de Narcissa. Eso cayó como
un gran plomo sobre la espalda de Neville. En esos años, había intentado olvidar que él era
el culpable de la muerte de Lucius Malfoy pero el pasado no se puede borrar.

Después de ese comentario, la comida continúo en un silencio relativo, solo roto por la
conversación de Teddy con Ian y de estos preguntando cosas a los mayores. Más Teddy
porque Ian en algún punto se había percatado de lo inusualmente serio que estaba Neville.
Pero no se animó a preguntarle si le pasaba algo, tal vez en casa. Cuando estaban a punto de
terminar su postre, una lechuza parda sobrevoló hasta descender enfrente de Remus. Este
de inmediato reconoció el sobre rojo que se movía violentamente. Neville casi sonríe ante
el recuerdo.

—Un vociferador.
Remus levantó la vista hacía Draco, asintió y se marchó pero fue inútil. Claramente
distinguieron la voz del Ministro. Cuando Remus regresó al comedor, se veía abochornado.

—Kingsley, recordándome amablemente que estamos invitados a la cena de gala.

—¿El Ministro de Magia te manda un vociferador para eso?

—Quiere que la comunidad mágica vea que la Orden y el ED están con él. Según parece,
eso fomenta la unión y hace una especie de solidaridad —respondió Neville. Draco negó
brevemente. Se sintió un poco traicionado por Neville. No le había dicho de toda la Orden
del Fénix y el ED lo estarían viendo como mono de feria.

—Pero ustedes lo apoyan ¿no? —indicó Draco.

—Claro, claro que lo hacemos. Pero él quiere que seamos vistos y creo que iremos —Lupin
miró a Severus y este por primera vez quitó la mueca socarrona

—Cómo que iremos? Dirás que ellos —Señalando a Draco y Neville—, irán.

Neville se hubiera reído ante la cara de incredulidad de Snape pero no se sentía con ánimos
para reírse de nadie. Aun sentía en el cuerpo esa sensación de pesadez. Él había hecho
realidad el temor más grande de Draco. Cuando regresaron al penthouse, Neville seguía
taciturno y esquivo. Draco sabía muy bien de que se trataba todo aquello. Por la noche,
cuando ya todos dormían —Sarah había regresado de Kerry y eso había endulzado bastante
el humor de Ryan— Draco se coló a la habitación de Neville. La vio vacía y por momento
temió que Neville no durmiera esa noche en casa, sin embargo al instante, la puerta de la
ducha se abrió y vio a Neville envuelto en un albornoz rojo escarlata.

—Draco ¿Qué…?

El rubio se apresuro a contestar: —No fuiste tú. Tú no tuviste la culpa de nada. Mi padre
murió como vivió, sirviendo a su dinero, a su ambición y a Voldemort.
—Yo…

—No pienso dejar que digas alguna tontería —Draco se acercó a él y lo besó. Neville lo
tomó posesivamente de la cintura y profundizó el beso.

Desde que salieron de Kerry, ellos no habían tenido oportunidad conseguir un poco de
intimidad y Draco estaba más que dispuesto a tenerla justo en ese momento. Estaba más
que caliente al ver a un Neville Longbottom saliendo de la ducha con solo una bata que
dejaba muy poco a la imaginación. Neville condujo al rubio hasta la cama sin dejar de
besarlo y acariciando su espalda, mientras le sacaba la camisa y se apoderaba de la piel que
aparecía.

Desnudar a Draco Malfoy era, sin duda, un placer glorioso. En su adolescencia jamás se
imaginó que algún día una cosa así le pasaría a él porque Draco Malfoy estaba
completamente fuera de sus estándares. No fue hasta que la guerra estalló que Neville se
pudo considerar un chico agraciado. Sus kilos de más se esfumaron de forma rápida y los
músculos que ahora ostentaba se formaron casi enseguida. Fue una época dura, de comer
poco y entrenar demasiado.

Aunque si la recompensa a eso era tener un hombre como Draco, desnudo y completamente
hermoso, pues bien valía la pena. El rubio jadeaba entrecortadamente. Neville estaba
mordiendo, con casi nada de sutileza, sus pezones y eso le encantaba. La gloriosa y
monumental lengua de Neville, junto con la boca, se separó, y poco a poco fue lamiendo
toda la extensión de su costado izquierdo provocando que todo su cuerpo se estremeciera.

Neville mordió la piel de la cadera, y la polla de Draco dio un brinco de alegría. A pesar de
que no habían pasado de eso, Draco estaba encantado con las buenas mamadas que recibía
por parte de Neville y ahora no le apetecía nada más que separar las piernas y dejar que el
ex Gryffindor le comiera la entrepierna. El castaño no esperó más, con la lengua plana y
extendida, lamió toda la polla de Draco haciendo que este gimiera y maltratara la colcha de
la cama.

A la boca de Neville Longbottom había que hacerle un monumento, de eso estaba seguro
Draco. Sentía como la humedad de esa boca abrazaba su miembro y lo llevaba hasta la
locura. Neville siempre dejaba que él tomara el ritmo. Justo en ese momento lo tenía
firmemente sujeto del cabello y follaba su boca sin contemplaciones llegando hasta lo más
profundo que podía dentro de la garganta, mientras Neville hacía unas cosas con la lengua
que a Draco lo dejaban viendo estrellas. Quería terminar, le urgía llenar esa boca con toda
su esencia y ver como Neville la tragaba con alegría. Aumentó el ritmo, follando esa boca
que debía estar prohibida y de pronto, un cosquilleo bastante familiar en sus testículos le
hizo saber que por fin terminaría esa deliciosa tortura.

—¡¡¡¡Joder!!!! —El grito fue estridente y Draco agradeció haber insonorizado la habitación
al entrar.

Neville dio una última lamida al miembro semi erecto de Draco, se incorporó y de
inmediato desanudo su bata. Tres toques furiosos y erráticos bastaron poca que se viniera
justo sobre el pecho de un jadeante rubio. Longbottom se desplomó a su lado, también
jadeante y cansado. Era seguro que necesitaría otra ducha. Draco se abrazó a él, ya un poco
más calmado.

El silencio reinó por un momento, mientras Neville acariciaba el platinado cabello y Draco
remarcaba con su mano las perfectas abdominales de Neville.

—¿Crees que algún día lo logremos?

—¿Qué cosa? —Neville besaba y se perdía en la sensación de acariciar el cabello del rubio.

—Enamorarnos —Draco levantó el rostro y clavó sus ojos en los de Neville.

—Lo estoy intentando Draco. Yo nunca… —Draco lo besó y regresó a su lugar entre los
brazos de Neville.

—Yo también lo estoy intentado.


Esa noche durmieron juntos, pero Neville tenía el sentimiento de que se estaba
interponiendo en algo muy sagrado. Draco aun sentía cosas por Harry y él… bueno, él
seguía hecho un lío. Por un lado estaba seguro de no querer dejar a Draco y por el otro, la
idea de que el rubio volara solo y decidiera por sí mismo se le hacía muy buena. Aunque
lucharía, eso ni dudarlo. Jamás le dejaría el camino tan fácil a Harry. Sobre todo porque el
Niño que vivió debía sentir los celos de perder a alguien tan maravilloso como Draco.

Remus Lupin estaba convencido que para tener una relación había que ser sincero y el
primer paso para eso era decirle a su hijo que… que estaba saliendo con Severus Snape,
aunque eso se escuchaba mejor en su cabeza que cuando intentaba decirlo, aunque
consiguió valor justo después de que se marcharan los invitados de Severus.

Aun seguían en la casa de la calle Hiladera, Teddy estaba sentado viendo como su papá se
paseaba por la habitación y no decía nada. Severus, en cambio estaba impasible leyendo un
polvoriento volumen de “Pociones imposibles de realizar desde América hasta Oriente”.
Teddy ya se estaba hartando del paseo de su papá.

—Hijo, es importante para mí que tú sepas que… —Severus dejó el volumen que leía y
observó a Remus con sus penetrantes ojos negros—, yo quise mucho a tu madre. Ella era
una mujer excepcional y… de verdad la amé pero no puedo quedarme siempre solo y yo
conocí una persona que… bueno yo… Estoy saliendo con Severus.

Teddy llevó su mirada hasta Severus, negó y sacó una pequeña bolsita de cuero negro de su
pantalón. Severus enarcó una ceja y se rió de él disimuladamente.
—Papá, ¿no pudiste esperar hasta mañana para decirme? —preguntó, arrojando la bolsa a
las piernas de Severus.

—Momento, ¿apostaron para ver cuando te contaba? —Remus fulminó a Severus y este se
hizo el desentendido.

—Claro que no papá, simplemente apostamos sobre la confianza que me tenias. Según yo
sería hasta mañana pero… ¡¡Oh!! Por lo otro ni te preocupes, me alegra mucho que hayas
encontrado una persona que quieras y la verdad ya estaba un poco arto de los rumores en el
colegio.

—¿Rumores?

—Sí, todo el colegio sabe que ustedes tienen un rollito. No han dejado de hablar de eso
aunque parece que nadie dice nada porque tú eres el Profesor más querido y Severus
pues… es Severus —Tanto Remus como Severus asintieron. Teddy se puso de pie. La
verdad es que quería mucho a Severus y si no fuera porque seguro le cortaría la cabeza, le
diría padre. Aunque le bastaba expresarle todo su cariño con las miradas que les daba—.
Bueno, yo me voy a dormir, soy muy pequeño para todo esto —Le dio un beso a su papá y
arriesgando su propio cuello, besó a Severus—. Por cierto, tu nieto es la hostia. Espero
verlo más seguido por acá.

Remus observó a su hijo perderse por las escaleras. Estaba aún un poco aturdido por todo lo
que había escuchado. Severus abandonó su sillón y lo abrazó pegando todo su cuerpo,
provocando una pequeña descarga eléctrica. Snape empezó a darle mordidas en el cuello,
marcándolo con ansias.

—Apostaste con mi hijo —dijo intentando suprimir los gemidos.

—Solo para hacerlo más divertido —La voz amortiguada de Severus llegó directamente al
miembro de Remus, que dio un respingo de placer—. ¿Aun estas enojado? —Remus asintió
enérgicamente—. ¿Sabes? Hay algo que nunca he probado.

—¿Qué…? ¿Qué es?

—El sexo de reconciliación. Dicen que eso hacen las parejas y eso es algo que me
encantaría aprender —Severus deslizó su mano derecha por los pantalones de Remus, hasta
que logró bajar la cremallera y alcanzó la polla completamente erecta y palpitante. Era
asombrosa la capacidad con la que Severus aprendía—. ¿Me puede enseñar Profesor?

—¡¡¡La put…!!! —Eso era lo más sexy que le hubieran dicho nunca y estaba decidido a
quemarse en el infierno que estaba resultando ser Severus Snape.

Se besaron de forma ruda. Subieron a tropezones hasta la habitación, por Remus lo


hubieran hecho en la mismísima butaca donde estaba sentado Severus, pero tampoco era
onda hacerlo así, cuando corrían el riesgo de que Teddy se levantara y los encontrará en
esas posiciones… literalmente.

Como la primera vez, Remus no esperó una preparación y la verdad es que no la quería.
Dos hechizos se murmuraron. El primero, los desnudó a ambos y el segundo, lo dejó listo
para Severus. Descaradamente, abrió sus piernas y en un gesto completamente íntimo le
pidió a Severus no que esperara más y así lo hizo. Sin contemplaciones, se clavo en él hasta
el fondo y lo embistió con la misma potencia hasta que los jadeos y gemidos anunciaron el
termino de ambos. Severus se vació completamente dentro de Remus y este sólo necesito
eso para liberarse también.

Tres días después del encuentro entre Draco y Severus, Ian convenció a su papá de dejarlo
pasar la noche con su abuelo. Primero porque le encantaban las historias de patronus y
pociones y segundo, porque le encantaba conocer a su papá desde los ojos de otras
personas. Sobre todo de una persona que su papá quería tanto.

Neville aprovechó esa salida de Ian para invitar a Draco y sus amigos. Tenía ganas de salir
y divertirse. Unos días después sería la dichosa fiesta del Ministerio y eso era algo que de
verdad le desagradaba. Llegaron al Neón, un lugar que le había recomendado a Ryan y que
le gustaba porque era muggle. Siempre le habían encantado esos lugares. En cuento
llegaron, los tres pidieron sus bebidas y Neville no le dio tregua al rubio, lo llevó a bailar
con tan sólo un vodka Martini en el sistema.
Justo esa misma noche, Harry tuvo la oportunidad de salir con sus amigos, casualmente al
mismo lugar. Hermione no quería que fueran por obvias razones. Pero Harry la había
convencido. Él no podía aislarse e intentar separarse del mundo. El alcohol seguiría
existiendo y él tenía que aprender a convivir con su enfermedad.

Cuando llegaron al lugar, se quedaron en la barra. Ron, temeroso, pidió un par de cervezas
para Hermione y él, Harry le sonrió y pidió agua mineralizada con mucho hielo. Hermione
bebió un poco de su cerveza y observó la pista, lo que vio hizo que le entraran unas ganas
locas de irse.

—Creo que debemos irnos. No fue buena idea venir —dijo con voz apremiada.

—¿Qué? Mione, a ti te encanta este lugar. Ya te dije que yo no tengo problema con verlos
beber. Es parte de mi… —Harry no siguió porque dirigió su mirada a donde Hermione la
tenía. Lo que vio le heló la sangre. Un monstruo se apoderó de su pecho y gruñó exigiendo
salir a defender lo suyo.

Neville sostenía de la cadera a Draco y lo pegaba a su cuerpo, mientras se balanceaban al


ritmo de la música. Irónicamente, bailaban: Like a virgin. Harry casi podía sentir el ente
que seguramente lo odiaba y que era el culpable de que él tuviera que ver a su rubio
pegando su cuerpo al de Neville.

Like a virgin, touched for the very first time. Like a virgin when your heart beats next to
mine
Le susurraba algo que aparentemente era muy divertido porque el rubio reía y se pegaba
más al cuerpo fornido. Draco enredo sus brazos en el cuello de Neville y sus manos se
perdían en el cabello castaño, mientras las caderas de ambos se frotaban.

Gonna give you all my love, boy my fear is fading fast. Been saving it all for you 'cause
only love can last. You're so fine and you're mine make me strong, yeah you make me bold,
oh your love thawed out Yeah, your love thawed out what was getting cold.

Harry quiso gritar, tomar su varita y cruciar a Neville, cuando sus manos fueron a parar en
la espalda del rubio atreves de su camisa. Sentía como los cubos de hielo de su vaso
estallaban…

—Harry, contrólate, tu magia se está desbordando —La voz serena de Hermione llegó
hasta sus sentidos.
—Creo que será mejor irnos —Ron tomó su cazadora.
—No, está bien chicos.
—Pero Harry...

Él sabía que sus amigos estaban preocupados, les había contado de sus fallido intento para
acercarse a su hijo. Había montado guardia fuera del penthouse hasta que vio su
oportunidad y siguió a su hijo que iba acompañado de los dos amigos de Neville. Se habían
dirigido a un centro comercial y en un momento de descuido se acercó a Ian. Sin embargo,
el chico ni se inmuto. Le dijo que lo odiaba y que si no dejaba de merodearlo, gritaría que
lo estaba acosando. Harry vio perdida esa oportunidad. Su hijo sabía intimidar a cualquiera.

A Harry le tocó aguantar más de dos horas viendo como Draco se divertía con Neville.
Hermione y Ron habían insistido en irse, pero él se empeñó en lo contrario y hasta los
mandó a bailar. En otras épocas, Harry se habría ligado a alguien, sin embargo, ahora se
conformaba con su agua mineralizada y observar a su imponente rubio desde lejos. Era
magnifico el despliegue de sensualidad que desprendía Draco. Vio al rubio separarse del
grupo y Harry se imaginó a donde iba, esa era su oportunidad para adelantarse.

Draco entró al baño. Se sentía un poco mareado por los ocho vodkas Martini que se había
bebido. Se estaba mojando el rostro cuando sintió como lo arrastraban a uno de los
cubículos. Harry agradecía que su rubio hubiera bebido y que él no tuviera una pizca de
alcohol en la sangre, eso era de mucha utilidad para someterlo.

—¿Divirtiéndote? —Le dijo al oído con voz ronca y sexy. Draco intentaba no mostrarse
afectado—. ¿Dónde dejas a nuestro hijo cuando te vas de juerga? ——Harry afianzó más
su agarre, sobre todo el brazo que tenía en la cintura del rubio. Le hubiera gustado borrar
las caricias de Neville.
—Vete a la mierda.
—¿Te acuestas con él? —Harry mordió la nuca del rubio y en ese momento, Draco
aprovechó para soltarse pero Harry fue más rápido, le dio la vuelta a Draco intentando
besarlo pero este lo esquivó.
—Ni se te ocurra.
—¿Por qué? ¿No quieres que Neville se entere de que te besé? —Draco se separó
bruscamente de Harry y salió del cubículo.
—Te lo he dicho antes, pero pareces no entender: Aléjate de mí —Sin más, se dio la vuelta
y se fue. Harry se quedó solo en el cubículo del baño. Draco se la había escapado de nuevo.

Soy lo peor y no hagas caso de mi loco sentimiento


ni mi mal comportamiento, no hagas caso por favor,
por cada de hora de extrañarte como un necio, un beso
tuyo para mí no tiene precio, y para amarte como
así necesitarte ¡ Soy el mejor!

Notas finales:

¿Cómo voy? Bueno espero que les este gustando la historia. La verdad la escribí con
la idea de que no sería tan popular. Sin embargo sobre pasó los cien comentarios y
más que eso. Hace mucho que sé que la calidad no siempre tiene que ver con la
cantidad porque créanme hay fics que son buenísimos y que no tienen tanto
comentarios. Lo que agradezco de verdad es a las personas que capítulo a capítulo
están conmigo porque se han vuelto mis amigas, mis confidentes y una gran sonrisa
cuando se trata de este hobbie que no se puede compartir con cualquiera.

Ahora les quiero decir que después de este capítulo las cosas se vuelven cada vez más
pesadas por decirlo de alguna manera. Sé que muchas personas no comulgaran
conmigo y seguro me abandonen. Pero hubo alguien que descubrió mi trama desde el
principio y que le gusto. Ella le dio mucho valor a mi idea y por ella es que la
terminaré. Yo no me creo eso de que uno escribe para sí mismo. Si fuera así no
publicaría mis ideas. Escribo para divertirme y compartir.

Hay una profundidad en lo que Draco le pregunta a Neville. Habla de soledad porque
ellos comparten eso y por ello están juntos. En los próximos capítulos Neville tendrá
que tomar una decisión definitiva. Les aviso que después de los dos capítulos de la
semana que entra, habrá un salto en el tiempo de cinco añitos. Así que nos
encontraremos a un Ian mayor, en su último año de colegio.

Las notas al final de cada capítulo son estrofas de canciones y son las que le dan el
titulo al capítulo. Todas son palabras que le diría Harry a Draco. En este capítulo
tocó: Soy de los Cadetes de Nuevo León. Aunque también les daré un paseo por mis
gustos en la música en inglés. Ya vieron hoy con Like a virgin.

Mil gracias a luxam9. Gracias todos ustedes. Un abrazote.


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Capítulo 14 Derecho de antigüedad por acm2099
Notas del autor:
Tarde pero seguro ^^
Neville observaba los movimientos de Draco y Sarah. Tenían la sala hecha un desastre y los
muebles se perdían entre tanta ropa. Desde túnicas de gala hasta trajes muggles de lo más
moderno. Todo para la dichosa fiesta del Ministerio. El rubio quería verse imponente; como
si eso fuera necesario. Draco era uno de los hombres más guapos que conocía.

Ryan parecía igual de perdido que él pero aun así escuchaba a Sarah con una sonrisa en el
rostro. Neville se preguntaba porque le sugirió a Draco buscar al profesor Snape. Desde que
se reencontraron, Ian se la pasaba metido en la casa de Severus Snape y parloteaba sin
descanso sobre Teddy Lupin y, sobre todo, lo dejaba solo. La verdad es que extrañaba hacer
tonterías con Ian.

—¿Por qué no se van a beber algo Ryan y tú? —Neville levantó la mirada y se encontró
con la sonriente cara de Sarah.

—¿Eh? —Draco bufó divertido y Sarah ensanchó su sonrisilla petulante.

—Vamos, se nota que tú estás en otro mundo y Ryan, aunque es encantador, también me
resulta un poco perturbador el hecho de que solo me este observando. Vayan a tomarse una
copa. En cuanto Draco y yo terminemos con esto, vamos a revisar unas cifras y ustedes de
números no entienden nada.

Neville le sonrió a Sarah, sin querer, su hermosa amiga le había dado el pretexto que
necesitaba para hablar a solas con Ryan.

—Bien, vamos a tomar una copa —Neville se puso de pie. Le dio un beso en la frente a
Draco. Mientras Ryan besaba Sarah.

—Tarden unas tres horas —les dijo Draco.

—Ni más ni menos amo —le bromeo Ryan.


Los dos salieron del penthouse con la idea de irse a tomar algo al bar del hotel. En cuanto
llegaron, Neville se dejó caer en una de las butacas de piel. Ryan parecía extrañamente
serio y era muy distinto al Ryan que hace un momento salió del penthouse. Una chica
pelirroja se les acercó y le sonreía descaradamente a Ryan quien ni siquiera por cortesía
respondió.

—¿Qué les sirvo caballeros? —Ryan hizo un gesto despectivo que Neville entendió como:
Pide tú. Yo estoy tan harto que ni en eso puedo detenerme.

—Dos vodka tonic —la chica dirigió sus intentos de coqueteos hacía Neville pero este
también la ignoró olímpicamente. Un momento después un chico rubio teñido les colocó las
bebidas en la mesa. Neville bebió un poco y se concentró en las facciones de su amigo —.
¿Y bien?

—¿Y bien qué? —Ryan jugaba con el limón de su vaso.

—¿No piensas decirme que es lo que te tiene en ese estado de bipolaridad? Cuando estas
con Sarah pareces el hombre más feliz del mundo y cuando ella no te ve, es como si
cargaras una losa de quinientas toneladas en la espalda. En un principio pensé que era
porque no sabías como terminar con ella. Pero no, en cuando la ves hay mucha devoción en
tu mirada.

Ryan desvió la mirada y se bebió su vodka tonic sin miramientos.

—La engañé —Neville imaginaba algo por el estilo pero no estaba preparado mentalmente
para escuchar a su amigo admitiendo eso. De pronto sintió que eso de beber vodka tonic era
pura mariconada y después de esa confesión necesitaban algo más fuerte. Algo de
hombres. Se terminó su bebida y levantó la mano.

—Tráenos una botella de tequila —el chico se le quedo mirando y luego vio a Ryan que
seguía con la mirada perdida.

—¿Toda la botella? —Neville se le quedo mirando. El chico se sonrojó y sin dilatar llevó la
botella hasta la mesa donde Neville sirvió y se empujó el primer trago. Aun seguía aturdido
con la confesión.

—¿Cuándo? —Ryan se bebió lo suyo.


—El día que te fuiste a San Francisco y ella se fue a Kerry. Yo me quede solo, Draco se
había ido con su padrino. Me fui a cenar; en el restaurante me encontré con una chica. Ni
siquiera era tan guapa y ni siquiera recuerdo su nombre. Simplemente me coqueteo y yo…
Caí. La engañé y sé que cuando se enteré la haré sufrir. Nunca debía acercarme a ella. Tú
sabes que la amo y aunque la ame como lo hago, no puedo… Simplemente no puedo. No
está en mí.

Neville no dijo nada. Sirvió otra ronda y guardo silencio, era la mejor que podía hacer. Para
él, la fidelidad no era algo con lo que se nace, sino un ejercicio cuando se ama. Neville
creía firmemente que mientras el amor existiera, la infidelidad no tenía cupo. Pero también
entendía a su amigo. Nadie, excepto él, sabía porque Ryan Smith era como era.

La infancia de Ryan no había sido muy hermosa. La madre de Ryan era una mujer que se
podía describir como una persona de moral distraída. Su amigo era el segundo de tres hijos;
cada uno con un padre distinto. Ryan en ocasiones decía que su madre había hecho eso para
que sus hijos no se pelearan. Sin embargo, Neville sabía que todo eso había marcado a su
amigo. Pues su madre, además de abrirle las piernas a cualquiera, también era distante y
fría con sus hijos.

Gabriel, el hermano mayor de Ryan, a los dieciocho años desapareció para no volver más.
Su madre nunca había aprobado la relación que tenía con su novia y no tuvo más que irse
para vivir tranquilo, sin el yugo de su madre. Ryan, dos años después había volado igual
que su hermano, dejando atrás a su hermano menor Carson y a su madre que para ese
entonces era una mujer alcohólica.

Ryan le había contado con lágrimas en los ojos que nunca supo que era una familia. La
única vez que tuvo una figura paterna fue cuando su madre había conquistado a un señor de
unos veinte años más que ella. Sebastián Larrabee era un hombre de cincuenta y cinco años
cuando conoció a Sabrina Smith, la madre de Ryan, quien en ese momento tenía quince
años de edad. El señor Larrabee fue un dulce, según las palabras de Ryan. Trató a su madre
como una reina y a ellos como verdaderos hijos.

Sin embargo, su madre no había tenido contemplaciones con el señor Larrabee. Le


engañaba flagrantemente y sin ningún remordimiento. En cinco años que duró la relación,
Ryan perdió la cuenta de los amantes que su madre había metido a su habitación; a esa
habitación que compartía con Sebastián Larrabee. Una noche, el señor Larrabee había
encontrado a Sabrina Smith en la cama, su cama, con un chico que no debió tener más de
veinticinco años.

Eso fue el fin para la relación de ellos y el fin de la familia que Ryan había conocido. Nadie
lo sintió tanto como él; pues Sebastián Larrabee se iba de su vida, llevándose al único
vestigio de padre y su última esperanza de estabilidad.

—¿Le vas a decir? —Ryan terminó su tercer trago y asintió.

—Cuando encuentre el valor para hacerlo. Aunque eso signifique perderla.

Siguieron conversando; pero Neville tenía la desagradable sensación de que las cosas nunca
serían igual. Ese viaje a Londres lo cambiaría todo y probablemente eso era lo que
necesitaban. Un cambio que cimbrara todo, un cambio que significará un nuevo comienzo a
partir de un final devastador.

Harry había intentado por todos los medios acercarse a Ian pero su hijo ni siquiera tenía la
deferencia de voltearlo a ver. Por lo tanto, Harry había recurrido a su última carta: Remus
Lupin.

Sabía, gracias al misterioso informante de Hermione, que Draco se había reencontrado con
Severus Snape y que Ian se la pasaba entre el penthouse y la casa del profesor de pociones.
En el penthouse era imposible acercarse a su hijo y además se arriesgaba a recibir una
maldición por parte de Draco. Así que el día que se enteró que Remus tenía un rollito con
Severus Snape, fue muy feliz. Podía pedirle a su cuasi padrino que lo llevara a casa de su
pareja y casualmente encontrarse con su hijo.

Hermione le había dicho que era un pésimo plan. Que lo que debía hacer era confrontar a
Draco de nuevo y después hablar con Ian. Cuando el chico estuviera listo pero Harry tenía
el presentimiento de que su hijo jamás estaría listo para él. Ron no apoyo del todo a su
mujer pues creía que Ian debía escuchar a su padre, porque al final era eso; su padre.
Cuando Harry se decidió a continuar con su patético plan, Hermione rezó porque al
profesor Snape no le diera por practicar maldiciones oscuras en el cuerpo de su amigo.

Cuando Remus Lupin terminó de escuchar la historia de Harry, se encontró enfermo. Aun
no creía que el bueno de Harry Potter hubiera dejado a Draco a su suerte. Harry se
preocupó porque su cuasi padrino no emitió sonido alguno y solo sostenía la taza de té.
Decidió que para sacar a Remus de ese estado debía hablarle de su plan.

—Remus, ahora que tú estás saliendo con el profesor Snape, me preguntaba si… —Lupin
pareció regresar de la tierra de los inferi.

—¿Quieres que te lleve a casa de Severus para que te encuentres con Ian? —La voz de
Remus Lupin había sido dos decibeles mayor de la que normalmente era.

—Pues…

—¡¡¡Estás loco o ¿Qué?!!! —Remus se puso de pie y se alejó de Harry — No pienso


llevarte a casa de Severus como mi ahijado para que tú te acerques a Ian. Eso es algo que
tienes que hacer solito.

—Ian no quiere verme —dijo Harry con toda la tristeza de su corazón.

—Claro que no quiere verte, Harry. Él siente que tú lo odiabas antes de nacer y si vas a
buscarlo así como así, es como si estuvieras acorralándolo.

—¡¡¡ ¿Y qué coño quieres que haga?!!! —Harry se desesperó y también se puso de pie, casi
temblando de impotencia.
—¡¡¡Que no seas tan idiota!!! Ian es un niño. Necesitas hablar con Draco y comprometerte
en ser un padre. Pero no puede acorralar a tu hijo y querer entrar en su vida con calzador.

—¡¡¡Ian no quiere ni verme y Draco anda tan feliz con ese imbécil hijo de puta de Neville.
Ni siquiera se entera de que existo por estar follando con ese remedo de… de…!!!
¡¡¡JODER!!! —El grito de Harry fue desgarrador. Remus se acercó a él y lo abrazó como
un niño pequeño a pesar de que estaba por cumplir treinta años.

—Las heridas profundas son muy difíciles de olvidar Harry. Tienes que hacerte escuchar.
No puedes perder la cabeza por los celos. Recuerda que lo dejaste libre y si él quiere estar
con Neville ahora, tú no puedes hacer nada. Solo respetarlo.

—Es que duele. Duele mucho —Harry se abrazó desesperadamente a Remus.

—Lo sé; pero será lo que tenga que ser. Por ahora, buscaremos la forma en que te acerques
a Draco pero no como hombre. Tienes que acercarte a él como padre, como el padre de Ian.
Puede ser demasiado tarde para recuperar a Draco, sin embargo Ian tiene que ser diferente.

Remus sentó a Harry de nuevo y él a su lado palmeando sus piernas. Se quedaron un


minuto en silencio.

—¿Irás a la fiesta del Ministerio? —preguntó Harry un poco más tranquilo.

—Sí, con Severus —la voz de Remus se endureció un poco — y seguramente Neville y
Draco también irán. Así que espero que te comportes a la altura porque…

—Calma, calma. Te juro que seré un niño bueno y voy a intentar hablar con Draco pero sin
reclamos ni nada. Le suplicaré que me ayude para acercarme a mi hijo. Y antes de que
digas algo, no, no lo haré en la fiesta. Dejaré que Kingsley disfrute de su reunión de la
Justice League.

Remus sonrió. Quería a Harry como otro hijo y en ocasiones lamentaba mucho que su vida
hubiera sido marcada por la guerra. Todos los seres humanos nos dañamos en algún punto;
pero Harry había sido dañado en muchos sentidos. Casi en los mismos sentidos en los que
Ian había sido dañado.
*

Neville siempre pensó que se veía bien en esmoquin pero el cuello mao de su chaqueta lo
estaba desquiciando. Aunque debía admitir que Draco lo había vestido muy bien. Se veía
alto, imponente y el platinado de su corbata y chaleco combinaban muy bien con sus ojos
azules. Por lo menos eso le había dicho Draco cuando lo convenció para ponerse ese traje.
Ya que el sentido gay de la moda de Neville debió perderse en algún lado.

Revisó su reloj una vez más, ya tenían quince minutos de retraso. Ryan y Sarah ya los
estaban esperando en el Ministerio. Ian y Teddy se habían quedado con Andrómeda Tonks
quien estaba demasiado cansada para una fiesta pero no tanto como para cuidar a dos
preadolescentes. Había algo muy extraño en los genes Black.

Otro checada más a su reloj, estaba a punto de tocar la puerta de la habitación cuando
escuchó el “clic” del pomo. Contempló en el éxtasis la imagen que se le presentaba. Draco
llevaba una túnica negra con la botonadura de plata. Podía distinguir una camisa que un
principio vio negra pero era azul oscuro con unas pequeñas líneas blancas que le daban un
toque hermoso y en la corbata negra de seda tenía prendida la misma serpiente de oro
blanco que llevaba en el Colegio.

—Te ves hermoso —Neville le dio un beso en la mejilla — hace mucho que no veía a un
mago tan imponente como tú. Todos los hombres del Ministerio van a babear por ti.

—Tú también te ves muy bien —Neville tocó la serpiente de la corbata y sonrió.

—Yo soy un hombre. Pero tú eres el hombre.


Draco sonrió y tomó del brazo a Neville. Sujetaron la invitación y de pronto Draco se
encontró de nuevo con en el Ministerio de Magia. Era un salón enorme, toda la gente reía y
bebía tranquilamente. Al fondo la banda tocaba una música ligera. Draco se regocijo al ver
que muchas personas los volteaban en su dirección.

—¿Todo bien?

—Sí, nunca pensé que el Ministerio me abriera las puertas. Aunque debo de admitir que tu
dinero ayudo bastante —Neville lo tomó de las manos y lo miró con ternura.

—Tú no hiciste nada Draco. Todos éramos unos niños y había personas que nos obligaron a
vivir cosas que no eran para nosotros. Estuvimos metidos a la mitad de una lucha entre
Dumbledore y Voldemort. Fuimos carne de cañón para ellos… y ahora: Olvídate de todo
eso. Vamos a divertirnos y a poner celoso al dueño de ese par de ojos verdes, que no ha
dejado de mirarnos desde que llegamos —Draco le sonrió de lado y le dio un beso.

Harry tenía la secreta esperanza de que Neville enfermara y dejará libre a su rubio. Pero esa
tontería acabo en cuento los vio llegar. El imbécil de Longbottom se veía… bien. Pero su
rubio; su rubio era un dios entre los magos. Se imaginaba quitándole esa túnica, tocando en
el proceso de todo que estaba debajo y… Su fantasía fue brutalmente desechada cuando
vio a Neville quitándole la túnica a su rubio y aspirando de su cuello.

—Hermano… eh… el agua de tu copa burbujea como si estuviera en un caldero.

—¿Eh? Oh, si ya. Gracias Ron… es que… él…

—¿Neville rindiendo con Malfoy, tocando a Malfoy y haciendo estragos en tu magia?


—Sí —Harry señaló en dirección a la pareja — parecen en una eterna luna de miel.

—Ya, te entiendo hermano. No sé qué haría si Viktor Krum estuviera rondando a Hermione
—Harry tuvo un leve ataque de tos y bebió de su copa.

—¿De qué hablan? —Hermione abrazó a Ron y le dio un beso en cuello que dejó al
pelirrojo con ganas de no estar ahí. Pero siempre había un doble motivo cuando su mujer se
portaba así —El señor Ministro quiere que nos tomemos fotografías con él y una fotografía
del reencuentro con los miembros del Dumbledore’s Army.

—Genial —Harry y Ron eran arrastrados por Hermione hasta donde estaban los periodistas
— esto me recuerda mucho a Carrie y recuerda que esa película no termino muy bien
Hermione.

—¿Quién es Carrie?

—Nadie mi amor. Ya deja de quejarte Harry. Vamos, Neville estará hasta el otro extremo
ni siquiera lo veras.

La sesión de fotografías fue un infierno y Harry tuvo que tragarse las miradas indecentes
que se lanzaban el pendejo de Neville y Draco. Harry pensó en lanzarle un hechizo para
que sus pantalones se cayeran pero con la mala suerte que se cargaba, en una de esas
Longbottom tenía la polla kilométrica y eso era lo último que podía aguantar.

La música sonaba tranquilamente y la pareja del año bailaba como si nada más importara
en el mundo. Harry estaba preparado para vomitar, todo porque no podía maldecir. Esos
eran los pequeños inconvenientes de ser bueno. Todos los estúpidos buenos tienen que ser
imposiblemente nobles y no maldecir a nadie. Tal vez si revivía a Voldy. Seguramente
estaría muy enojado porque Longbottom se cargo a Nagini.

La música empezó a sonar más lenta y Harry bufó cuando Draco se pegó más al estúpido
de Neville. ¿Sería posible que de verdad ya no hubiera nada? ¿De verdad había perdido a
Draco? Tantas malditas noches deseando estar con él y ahora él estaba con otro. Uno que
parecía ser el hombre más bueno de todo el mundo.
Nunca nadie te amará, jamás

de esta forma en que te amo, estoy seguro.

Es el grado al que ha llegado mi amor por ti

.Es un grado muy difícil que alguien llegué a superar.

En la primera estrofa Harry volteó y se encontró con los ojos grises de Draco. No sabía
cuánto podría amarlo Neville; pero estaba seguro que él lo amaba mucho más. Los ojos de
Draco se desviaron, sin embargo los ojos verdes de Harry siguieron fijos en él. Su primer
beso había sido en un oscuro y húmedo pasillo del Castillo. Harry jamás pensó que ese beso
marcaría su vida y que después buscaría inútilmente la sensación de esos besos, en muchos
otros labios.

Pero no, no te sientas mal,

yo no digo que no puedas un cariño encontrar.

Es que hay muchas cosas más

implicadas en lo nuestro, que no es fácil de alcanzar.

Harry no despegó la vista de las manos de Neville que sostenían gentilmente la cintura de
su rubio. ¿Lo besaría como él? ¿Pondría el alma en cada beso? Porque con él, siempre fue
así. Draco se entregaba sin reservas.

Tanto pasado. Tantas caricias,

tantos recuerdos para soñar.


Es trayectoria que no se olvida.

Yo sé que nadie me podrá igualar.

Me refiero a mi DERECHO DE ANTIGÜEDAD.

En ese momento, la mirada de Draco volvió a encontrarse con la de Harry y ambos


sonrieron disimuladamente. Harry sabía que pasaba por la cabeza de su rubio: La primera
vez que hicieron el amor.

Si parece presunción, perdón

Simplemente yo me baso en lo que veo.

Ya te di un millón de besos y viaje en tu piel.

Y hasta se leer tus gestos, al derecho y al revés.

Los dos estaban nerviosos, Harry nunca había estado con nadie, hombre o mujer. La única
compañía sexual que tenía era su mano izquierda. Pero el cuerpo de Draco era maravilloso
y cada gemido era un deleite. Si bien, Harry había sido el top, Draco fue quien llevó la
batuta en todo ese encuentro y, después… Después el infierno se desato. No existía una
sola noche en la que Harry no pensará en su rubio. Justo en ese momento podía cerrar los
ojos y sentir el cuerpo de Draco arqueándose debajo de él.

Pero no...

No interpretes mal, yo sé bien que no falta quien te quiera amar.

Es que hay, en nosotros dos.


Una historia que parece imposible de borrar.

Draco había escondido su cabeza en el cuello de Neville, evitando encontrarse con los ojos
verdes que lo veían con deseo. Cuando la canción cambio Harry no se movió de su lugar y
siguió con la mirada todo los movimientos de su rubio. Draco se alejó de Neville y caminó
hasta una sala. Harry sabía que ese era un salón encantado para ser un jardín y además de
una excelente oportunidad porque el inútil de Longbottom estaba conversando con sus
amigos.

Harry caminó por el jardín hasta que encontró a Draco observando el lago artificial que
estaba en el inmenso jardín. Era lindo saber que todo ese lugar no existía y que lo único real
era Draco. Siempre Draco.

—De la magia siempre me impresiono lo real que podía ser todo lo ficticio —Harry se
acercó a Draco y lo abrazó por detrás —¿Te gusto la canción?

—¿Por qué no me dejas tranquilo? —Harry besó el cuello de Draco y como no encontró
resistencia, siguió besando y deleitándose con el sabor de su rubio.

—Yo no tuve nada que ver —Potter siguió besando el cuello de Draco, aspirando su olor y
el de otra persona que en ese momento a Harry le importaba tanto como el destino de los
escregutos de cola explosiva de Hagrid.

—De verdad… Déjame tranquilo —Harry entendió que Draco se refería a cosa más
profundas; a ellos en el pasado. Volteó el cuerpo de Draco y se deleitó con los ojos grises
fijos en los suyos. Todo el mundo decía que Draco era un engreído, niñato de mierda y
narcisista. Pero también admitían que era la cosa más hermosa que hubieran visto.

—¿De verdad quieres que me vaya?

Harry acarició con sus pulgares los labios de Draco y colocó sus manos en el cuello del
rubio. Se miraron y Harry casi estaba seguro que Draco sentía la misma necesidad que él.
Sus labios se tocaron con un tímido roce que se fue haciendo intenso. Pero Harry quería
demostrar todo el amor que sentía. Se deleitaba con lengua del rubio, con esos labios finos
y suaves que tanta falta le hicieron.

—¿Lo harías se te lo pidiera? —Harry suspiró.

—Si él fuera tu felicidad. Si yo supiera que él te va a hacer el hombre más feliz del
mundo… Yo me iría. ¿Te quieres enamorar de él? —Draco bajó la cabeza. Se alejó de los
brazos de Harry y lo encaró de nuevo

.—Te ayudaré con Ian. Sea como sea eres su padre y debe de tener algún tipo de relación
contigo.

Harry ya no tuvo fuerzas para detenerlo. Esos dos besos de Draco le decían que aun podía
tener una oportunidad pero su actitud era tan desconcertante. No sabía si aun lo amaba o se
estaba despidiendo de él para iniciar algo serio con el imbécil de Neville. No quería
perderlo pero ni siquiera sabía si aun era suyo y ese maldito sentimiento lo estaba llevando
a la locura.

—¿Tú no sabes que no es no? —Harry rodó los ojos.

—No sabía que con el tiempo te hubieras vuelto un mirón. No pega con tu actitud de niño
bueno y hombre santo.

—No debiste besarlo —Harry se dio la vuelta y encaró a Neville. Una ira irracional se
apodero de él.

—Me ama, todavía me ama.

—No me importa —Harry tensó sus maxilares y sus nudillos estaban blancos de la fuerza
que le imprimía a sus puños — ¿Me quieres romper la cara Harry? Recuerdo que fui el
único que te partió la cresta en el cuartel.

—Vete a la mierda.
El primer golpe fue a parar el estomago de Neville, quien se doblo de dolor. Harry
aprovechó para darle un buen puñetazo que le abrió el labio. Neville bloqueó el siguiente
golpe con el antebrazo y le asestó un derechazo a Harry en la cara, dejándole el pómulo
derecho hinchado y la nariz sangrando.

—Qué demonios —se escuchó una tercera voz — petrificus totalus ¿qué diablos les pasa a
ustedes? —los cuerpos rígidos cayeron de golpe.

—Severus, ¿qué haces? —Remus caminó hasta él y se quedo mirando a los hombres en el
suelo.

—Tus queridos gatitos estaban aquí, liándose a golpes como dos adolescentes.

—Pero… ¿por qué?

—Ni idea. Te los dejó para que los amonestes o les lances agua. No sé que hagan ustedes
para calmarse. Que comportamiento tan estúpido.

Severus termino el hechizo y en cuanto eso sucedió, Neville se puso de pie, sacudió su
ropa. Se dio cuenta de que la sangre que manaba de su labio había manchado el cuello de su
camisa. Vaya que Harry aun tenía buena mano para los golpes.

—Gracias Profesor.
Salió de la sala y se cubrió la cara con las manos. Draco estaba bailando con Sarah, buscó
con la mirada a Ryan, cuando lo encontró le hizo señas de que lo siguiera. Caminaron hasta
un lugar apartado donde nadie les prestaba atención.

—¡¡¡Wow!!! ¿Quién te rompió la cresta? —Neville sacó su varia y se recompuso el


atuendo, junto con el labio.

—Harry Potter —Ryan elevó sus cejas — lo provoqué. Nunca pensé que terminaríamos
liándonos a golpes. Esa no era mi intención —Neville sacudió su cabeza. Los hechizos le
dejaban limpio pero no desaparecían el dolor — Me voy.

—¿De la fiesta? No creo que pel…

—Del país. Tenía razón, Draco necesita estar solo para pensar y decidir. Aun ama a Harry y
yo estoy en medio de todo eso. Por cariño a mí se detiene.

—¿Piensas irte?

—Sí, haré un viaje por todo el mundo. Tenemos negocios por todos lados ¿no? Creo que
poner tierra de por medio nos dará paz a todos.

—¿Se lo dirás a Draco?

—Sí y no. Se lo diré cuando me haya ido. Si se lo digo ahora pensará que es por él. Que me
voy porque lo amo y no es eso. Me voy por todo lo contrario. Lo quiero mucho, tanto que
de verdad deseo que sea muy feliz —Ryan suspiró.

—Bien, ¿Cuál será nuestra primera parada? —Neville lo miró extrañado.

—¿Nuestra? Ryan no…

—¿No pensaras dejarme aquí? Mira Neville, le diré la verdad a Sarah y ella me mandará a
paseo sin ninguna contemplación. Ya la perdí y no hay vuelta atrás.

—Bien, escoge tú el destino.

—¿Cuándo nos vamos?

—Lo más pronto que se pueda.


En tres días creo que tendremos todo listo. Los días que siguieron a esa determinación
fueron muy diferentes para ambos. Neville, por primera vez había cerrado su puerta para
Draco. No sabía si el rubio lo buscaba pero tenía el presentimiento de que no. Tal vez
después del encuentro con Harry no sentía ánimo para buscarlo. Por las mañanas
desayunaban juntos y por las tardes, casi siempre se iba con su padrino.

Ryan, en cambio parecía vivir una luna de miel con Sarah. La besaba y acariciaba cada que
podía. Esa noche, la ultima que pasarían juntos, Ryan le había preparado una cena
romántica. Él nunca había sido un tipo romántico pero con Sarah siempre era diferente
porque ella era perfecta. Estaba radiante después de la cena, degustando el vino y sonriendo
tranquilamente. Ryan supo que ese era el momento de decir adiós.

—Sarah hay algo que yo tengo que decirte —la chica vio la seriedad en las palabras de
Ryan y se tenso — el día que te fuiste a Kerry… yo… te engañé —Sarah escuchó las
palabras. Vio la verdad en los ojos celeste de Ryan pero aun así, no lo aceptaba.

—Tú…

—Lo siento. De verdad lo siento. Yo no que hubiera querido causarte un mal. Pero está en
mi naturaleza. Luche tanto para no hacerte daño, para que tú no sufrieras por mi causa. Te
amo, Sarah…

Esas palabras parecieron hacer reaccionar a Sarah, con infinito odio miró directamente a los
ojos de Ryan.

—La fidelidad solo sucede. No se piensa, no se sufre. Simplemente pasa. Amas tanto a
alguien que no puedes tocar a nadie más. Puedes pensarlo, fantasearlo. Somos humanos
después de todo. Pero la fidelidad es un acto de amor y un castigo.*

—Sarah… —ella se puso de pie y tomó su varita.


—No te me vuelvas a acercar —sin decir nada más, desapareció.

Ryan se tragó todo el llanto y dolor que sentía. Él no lloraba, su madre se había llevado
cada una de sus lágrimas y ahora solo podía sentir ese dolor desgarrador sin saber cómo
expresarlo y sacarlo de su sistema. Tomó el traslador y llegó de inmediato al lugar donde
Neville lo esperaba.

—¿Listo?

—Todo listo Boss —Neville estaba frente a la reja de la casa con la mirada clavada en una
ventana del segundo piso —¿Estás seguro de esto chief?

—Si me voy sin decírselo no me lo perdonará.

—¿Crees que te entienda? —Neville se encogió en hombros.

—Espero.

Neville se concentró y se apreció en la terraza de la habitación. Con un simple alohomora


corrió el seguro de la ventana. Pensaba encontrarlo dormido pero casi agradeció que no
fuera así.

—Neville ¿qué haces aquí?

—Lumus. Vengo a despedirme —Ian se incorporó un poco de la cama cuando vio a Neville
sentarse a su lado.

—¿Despedirte? ¿A dónde vas? ¿Cuándo regresas? Papá no me dijo que tu…

—Tu papá no lo sabe. Y no… no pienso regresar pronto.


—Pero… por…—Es muy importante que me vaya Ian. Es la única forma de que tu papá
sea feliz —Ian aferro entre sus manos las de Neville.

—Es por él. Papá va a regresar con él ¿verdad? Desde que le dije que quería verlo… Todo
fue mi culpa por…

—No, claro que no. Ni siquiera sé si tu papá a va regresar con Harry. Yo me voy porque a
mi lado Draco está anclado. Algún día, cuando crezcas sabrás porque era tan necesario que
me fuera. ¿A ti te gustaría irte de aquí? Ya no ver al profesor Snape, a Teddy. Casi estoy
seguro que te encantará Hogwarts.

—No… si es por eso que te vas a mi no me importaría… No me dejes —Ian lloraba,


Neville limpio su rostro y colocó su frente en la de Ian.

—No me voy. No te dejó. Siempre estaré para ti. Recuerdas, los estúpidos magos que no
tienen un móvil. Tengo el mío, siempre podrás llamarme, mandare mensajes. Te escribiré
diario. Jamás te dejaría Ian —se abrazaron un largo rato hasta que Neville soltó a Ian — en
cuanto llegué te llamaré. Tienes que prometer que nunca le dirás a nadie donde estoy, ni
siquiera a tu papá.

—Te lo prometo —dijo con voz sollozante — promete que todos los días hablaras
conmigo.

—Lo prometo bright eyes.

Neville se separó de Ian, le sonrió con una última caricia se despidió. Ian sabía que no lo
volvería ver hasta mucho tiempo después.

Abrió la puerta y se encontró con la persona que menos imagino ver en el lumbral de su
departamento. No hubo saludos, ni miradas tiernas. Simplemente sintió unos fuertes brazos
rodeándole y unos labios ansiosos sobre los suyos. Brian se enredo en el cuerpo de Neville
y respondió con la misma pasión.
Neville destrozó el cinturón de piel y desgarro los pantalones de Brian. Sin
contemplaciones lo empujó hasta el primer sofá que encontró. Brian fue arrojado sin
cuidado sobre él. Neville lo atacaba a besos y mordidas de forma salvaje y Brian se dejaba
hacer. No era la primera vez que sería tomado con esa violencia. La gran diferencia
radicaba en que él estaba completamente de acuerdo y hasta necesitado de ser marcado así.

El cuerpo de Brian se arqueó cuando Neville mordió sus pezones. Brian estaba ya desnudo,
mientras Neville solo se estaba quitando su chaqueta. Le dio la vuelta al cuerpo del chico y
propinó tres fortísimas nalgadas provocando unos gemidos. Neville simplemente sacó su
polla erecta de sus pantalones. Separo las nalgas de Brian y se clavo en él borracho de
pasión y lujuria. No esperó nada y empezó a moverse con furia sobre él.

La mano derecha de Neville apretaba uno de los hombros de Brian con la fuerza necesaria
para dejarle sus dedos impresos. La mano izquierda acaricio al chico sin mucho cuidado.
Tres brutales embestidas bastaron para que se vaciara completamente dentro de Brian
mientras este soltaba un jadeo y manchaba con su semen el lujoso sofá.

Neville no se movió, respiraba entre cortamente. Estaba seguro que le había hecho daño a
Brian y se sintió completamente avergonzado. Se retiro un poco y se dejó caer al suelo. Su
ropa era un desastre. Su pantalón negro estaba manchado de semen y toda su camisa estaba
empapada de sudor. Brian, desnudo, exhausto y adolorido; se dejó caer en su regazo y
Neville se sintió peor.

—Lo siento —murmuró Neville echando su cabeza hacia atrás.

—Fue maravilloso —Brian desabotonó la camisa de Neville y pasó las palmas de sus
manos por el sudoroso torso, maravillándose con los músculos. Dejó que su cabeza
descansara pecho — te dije que sin obligaciones y ataduras. Puedes tomarme cuantas veces
quieras.

Neville acarició el cabello cenizo de Brian —Me voy en dos días. No sé cuando vaya a
regresar —Brian se lanzó a sus labios y movió su cadera sobre la de Neville incitándole.
—Entonces aprovecharemos el tiempo. Aunque siempre podrás regresar a mi.

Notas finales:

Después del intento dos millones, logré subir el capítulo. Tuve que modificar la letra y
fue un des...

Bueno, lo que le dice Sarah a Ryan sobre la fidelidad fue inspiración de la bella
Xanah. Ella me lo escribió y me encanto para usarlo. Espero que no se moleste.

¿Ven? Les digo que Neville no es un santo. Aunque debo admitir que la despedida me
gusto. Ya ustedes diran si le falto algo.

Empieza el final de esta primera parte. El siguiente capítulo es muy tierno también.

Mil gracias a mi beta luxam9. Un abrazote a todo mundo.

Olvidaba, la canción de hoy es: Derecho de antigüedad, de la Original. Aunque


para fines del capi deben imaginarsela tocada por una banda en bigbang ^^.

Ahora si. Gracias.

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Capítulo 15 Fielmente por acm2099
Notas del autor:
Hola, les traigo el siguiente capítulo.
Para fines de entender algo que sucede en el capítulo contestaré una pregunta que
seguramente tienen en la cabeza:
¿Por qué coño Draco y Neville no follaron como animales en celo?
Bien, eso tiene una respuesta. Se llama cariño e interés. Cuando tú quieres a alguien
intentas hacerle el menor daño posible y a Draco, Neville le interesaba mucho como
para follar y después darse cuenta que extrañaba a Harry y que solo lo utilizaba de
sustituto. Obviamente es más fácil hacerlo con personas que no conoces y que nunca
más veras en tu vida ^^
Por favor, no se vayan sin leer las notas finales.
Cuando Draco llegó al penthouse a la mañana siguiente, únicamente encontró una nota en
la mesa de centro de la casa. Sarah le había llamado esa mañana; se había ido a Kerry
después de la decepción de Ryan. El rubio tomó la nota y la abrió.

Draco:

No encontré un mejor modo para despedirme de ti. Hace mucho comprendí que no podía
llegar a amarte como tú te mereces y eso era muy frustrante para mí. Mereces alguien que
bese el suelo que pisas. Alguien a quien ames, a quien has amado siempre. Tal vez por eso
me quedé un poco más. Quería cerciorarme de que Harry te adorara como debía. Sé que lo
hace.

Ahora, es tu decisión perdonarlo o no. Eres afortunado Draco, tú sabes a quien amas. Yo
me embarco en el viaje para encontrar eso que aun no he sentido. Te quiero con todo mi
corazón. Eres, extrañamente, una de las personas más importantes de mi vida. El
penthouse es mi último regalo. Está a nombre de Ian y espero que te quedes ahí hasta que
descubras el verdadero camino.

Te encargo mucho a Sarah. A pesar de lo que sucedió con Ryan, ella quiere seguir
trabajando para mí. Dice que me dio su palabra y pase lo que pase, seguirá trabajando
conmigo. Es una gran mujer y ojalá sepas sacarla de su depresión. Eres maravilloso en
eso.

Te deseo lo mejor Draco y sé que nos encontraremos de nuevo.

Neville.
Los días después de la lectura de esa carta serían para Draco un gran borrón y cuenta nueva.
Por un lado agradecía Neville por todo y por haberse ido en el momento justo. Porque
estaba muy confundido y él también necesitaba tierra de por medio. Se sentía libre por
primera vez en su vida. Aunque también sentía un temor enorme por todo lo que se
descubría en su vida.

Ian se la pasaba triste y melancólico. Se encerraba en casa de Severus practicando pociones


y jugando con Teddy. En esos meses, la relación de amistad entre Ted Lupin e Ian Malfoy
se había fortalecido al grado de parecer siameses. Draco ahora se encontraba entre la
encrucijada de regresar a Irlanda o quedarse en Londres. Aunque estaba casi seguro de a
donde se inclinaba la balanza. Sería muy duro para Ian regresar a Kerry y no ver a Neville y
a Ryan.

Sarah era sin duda su mayor problema, bueno, su segundo mayor problema. Su amiga había
tomado muy enserio eso de que un clavo saca a otro clavo y se decidió a hacer un casting
de clavos en todos los lugares de moda que se encontraba. La mayoría en Londres. No
había fin de semana en el que no lo arrastrará hasta algún antro de vicio. En donde Draco se
deleitaba con los chicos y disfrutaba de su soltería.

Y justo en ese punto era donde estaba el mayor de sus problemas: Harry Potter. Siempre lo
encontraba al lugar a donde iban. No se le acercaba, simplemente se sentaba en la barra del
lugar, pedía algo de beber y lo miraba durante horas. En ocasiones solo y muchas otras
veces con sus inseparables amigos.

A pesar de que Draco estaba con otros hombres bailando y tocándose, Potter parecía solo
querer observarlo. Incluso cuando se perdía entre las mesas para ir por su habitual polvo la
mirada de Harry seguía ahí. Tal vez dolida, tal vez incrédula pero siempre fija en él y todos
sus movimientos.

Draco había intentado por todos los medios posibles que Ian aceptará hablar con Harry pero
su hijo reaccionaba como si esa fuera la peor de las ofensas. Draco suponía que todo ese
hostigamiento se debía a que Potter aun no veía a su hijo. Sin embargo, en la mirada de
Harry siempre había más, un pequeño destello que no dejaba tranquilo a Draco.
—Hablé con Minerva. Dice que Ian puede asistir a Hogwarts. La selección se haría en su
despacho. Pareces distraído, ¿qué te pasa?

—Pensaba. Estoy bien padrino.

—Bien, entonces me voy. Mañana te traigo a Ian —Draco asintió. Aun vivía en el
penthouse, él dormía ahí, sobre todo cuanto Sarah le pedía que le ayudara con el trabajo.

Severus se desapareció. Draco sintió el frio de la soledad, pero hasta cierto punto esa
sensación le gustaba. Neville le había regalado eso. La serenidad que tanto le faltaba, y
entendía perfectamente que pudo sentir mucho por el castaño pero nada de eso era amor. El
sonido de alguien tocando le sorprendió. Pensó que podría ser Sarah.

Abrió la puerta y se encontró con un tremendo derechazo que lo cimbró y lo hizo caer al
suelo dolido como nunca. En el umbral de la puerta estaba un hombre con un conocido
cabello rojo, unos ojos azules y unas inconfundibles pecas. Características propias de un
Weasley. Ron Weasley, que inmediatamente después le tendió la mano para levantarlo.

—Eso fue por todas las veces que insultaste a mi madre, a mi hermana, a mi mujer, por la
canción de Weasley vamos a coronar y por todas las idioteces que nos hiciste que ya no
recuerdo pero que en su momento me purgaron.

—¿Qué coño haces aquí coma…? —Draco fue elevado por Weasley y aun mareado se
alejo lo más que pudo de él.

—Vengo a que hablemos de Harry.

Draco movió su mandíbula para un lado y para el otro viendo si no había algún daño
permanente después de tremendo tortazo.
—Ya te puedes ir yendo mucho a la mierda, y dile a tu amigo que yo no recibo mensajeros
idiotas —Ron se acercó a él y Draco por instinto se alejó de nuevo.

—No vengo de parte de él. Nadie sabe que estoy aquí —A Draco no le gustó eso. Un auror
en su casa y sin que nadie supiera que estaba ahí, era para dar miedo. Afianzó su varita con
la esperanza de que funcionara de ser necesario.

—No me importa. No quiero hablar de él o con él. Y ya que estás aquí le puedes ir diciendo
que no me persiga a todos lados. Eso es acoso y ya me está hartando con su actitud de
merodeador.

—Sabes que a mí no me importa si quieres o no. Me vas a escuchar.

—Vete a la mierda —Le dio la espalda con la esperanza de que la comadreja no le atacara
así.

—Se drogaba —Draco volteó y miró a Weasley directo a los ojos ¿Qué quería decir con
eso?—. Harry fue un jonky cualquiera. Bebía y se drogaba a mansalva.

—Pie… ¿piensas conmoverme con eso? —Draco había conocido muchos jonkys en su
vida. Las calles habían sido muy duras y no podía creer que Harry. Que su Harry… No.

—No, pienso contarte la parte de la historia que tú no conoces. Esa parte que solo yo puedo
contarte porque ni siquiera Hermione supo hasta qué grado llegó Harry en aquellos
momentos.

—No… —La voz de Draco fue un susurro muy leve.

—Ve poniéndote cómodo hurón, porque esta historia es larga. No es muy bonita pero si
necesaria.

Durante las siguientes tres horas, Draco escuchó la historia de Harry Potter en su época de
adicciones. La comadreja iba por él a los lugares más oscuros; agujeros llenos de vicios de
donde lo rescataba en un estado idiotizado puro. Lo encontraba lleno de su propia suciedad
o en un rincón llorando por sus errores y pecados. La vida del héroe, poco a poco se había
ido por el caño.
—Semanas después del nacimiento de Rose, él nos contó todo. Creo que así fue como
destapó la cloaca de su pasado. Empezó un descenso en espiral que lo llevó hasta el fondo
de un túnel lleno de mierda. Ese no era Harry.

—Pero… ahora él está limpio ¿no?

—Sí, claro. Desde hace mucho que lo está. La última vez que lo hizo yo lo rescaté. Después
de meses de ayudarlo, un día me decidí a hacerle un hechizo de ubicación. La última vez
que se drogó fue en un fin de semana. Fui buscarlo a su casa y no estaba. Espere durante
horas y al ver que no llegaba decidí investigar donde andaba. Lo encontré en un pequeño
motel de Leeds con dos tipos y una chica. La muchacha no tendría más de diecinueve años,
estaba atada a la cama con visibles marcas de sexo. Ella ni siquiera estaba consciente, creo
que no supo lo que le hicieron. Los dos tipos sostenían a Harry y uno de ellos amenazaba
con partirle el culo al maricón. Harry estaba hecho una masa, no tenía ni voluntad… —Ron
cerró los ojos y parecía tragarse el nudo de la garganta—. Hechicé a los tipos y me llevé a
Harry de ahí. No podía dejar que mi amigo tuviera ese recuerdo, así que como pude
modifiqué eso de su mente. No hice un gran trabajo pero el estado de estupidez ayudó
bastante a que no recordara mucho.

Draco no se quería doblegar. No por eso, pero era tan difícil no hacerlo cuando se
imaginaba la escena. Intentó serenarse, no quería a mostrarle a Ron Weasley nada de su
debilidad.

—¿Por qué nunca me buscó?

—Por cobarde —Draco negó y Weasley lo ignoró—. Harry siempre siguió el camino que le
marcaron. Él tenía un destino, ya sabes, esas tonterías de que uno nace para tal cosa, y
Harry le dijeron que estaba destinado a eso. Era el arma de Dumbledore y nunca supo decir
no. Tú fuiste lo único que hizo por querer. Lo único que le salió del alma para vivirlo como
algo suyo.

—Pero…

—No te creyó. Piensa un poco Malfoy, Harry lo había perdido todo. Sus padres, su padrino,
al hombre que fue su mentor y a ti. Él creía que tú te habías ido con los mortífagos y no era
más que un adolescente asustado que se tenía que enfrentar a un destino cruel. Que se tenía
que enfrentar a su muerte.

—Eso no lo justifica —dijo débilmente.

—No, claro que no. Pero todos nos merecemos una segunda oportunidad. Si no fuera así tú
no estarías aquí por más que Neville hubiera puesto todos sus galones en ello.
Draco no dijo nada por largo rato. Weasley parecía también perdido en sus pensamientos.

—¿Cuándo maduraste Comadreja? —Weasley le sonrió y eso congeló a Draco.

—No he madurado Malfoy. Aun siento un aborrecimiento irracional por ti. Pero se lo debo
a Harry. Cuando tenía catorce años envidiaba todo lo que Harry era. Tenía dinero, era un
héroe y nada le salía mal. Cuando la guerra estalló y él cargó en sus hombros todo, agradecí
haber tenido la vida que tuve. Gracias a Harry conocí a la mujer de mi vida, a la única que
he amado y si él me trajo a Hermione, yo por lo menos debo intentar que tu lo voltees a ver.
Si quieres un aliciente, Harry tiene una carta de tu madre.

—¿Qué? —Draco estaba sorprendido—. ¿Cómo?

—Ella se la entregó unas horas antes de la batalla final.

—Tú cómo…

—Esa noche estaba de guardia y la vi llegar. Habíamos acampado en Hogsmeade,


estábamos planeando la forma de entrar al castillo cuando tu madre se apareció y buscó a
Harry para hablar. No supe nada hasta años después. Una noche de tantas aparecí a Harry
en su casa, él caminó hasta su despacho. Arriba de su chimenea había un muro falso que
guardaba un retrato tuyo. Detrás de ese retrato, había un hueco donde estaba la carta. Harry
me la mostró.

—¿Por qué no me la dio? —Weasley se encogió en hombros.

—Habla con él y sabrás.

Ronald Weasley se fue después de eso. Draco estuvo toda la tarde pensando en las palabras
de la comadreja, ¿por qué Harry no le había entregado la carta de su madre? ¿Era una
venganza por no hablar con él? Draco quiso pensar que no era así. Potter no podía ser tan
cruel con algo que era sagrado para el rubio.
Esa noche, Sarah llegó puntualmente para arrástralo al nuevo antro de vicio y perdición.
Draco y Sarah saltaron a la pista buscando presas. Su amiga consiguió de inmediato a un
hombre fornido, con una sonrisa preciosa y un cuerpo aun mejor. Draco bailó con todos y
con nadie, hasta que un chico de unos veinte se acercó a él. Por instinto volteó a la barra y
se encontró a Harry bebiendo su acostumbrada agua mineralizada.

El rubio intentó ignorar la mirada de Harry, bailó y restregó al chico durante una hora.
Tiempo en el que estuvo meditando sobre su futuro. Ya había tomado una decisión y tenía
la plena seguridad de que no le haría nada de gracia a Ian. Pero no podía evitarlo más y
seguir comportándose como lo hacía solo provocaría más dolor y de eso, todos ya habían
tenido suficiente.

Soltó las caderas del chico, le dio una vuelta y después besó ligeramente sus labios. Se
separó de él para caminar directamente a la barra. Al llegar, miró intensamente a Harry
quien parecía nervioso. Draco no le dio tiempo para que le dijera algo. Lo tomó de las
muñecas y lo dirigió hasta la pista.

Highway run into the midnight sun.

Wheels go round and round.

You're on my mind.

Draco lo llevó hasta el centro y Harry lo miró fijamente. El rubio le sonrió y colocó su
cabeza en el pecho de Harry mientras se balanceaban al ritmo de música. Harry cerró los
ojos intentando contener sus lágrimas. Sus brazos acercaron más el cuerpo de Draco.

—¿Por qué? —preguntó con el corazón latiendo a mil por hora.

—Porque sí.
Oh boy you stand by me.

I'm forever yours faithfully.

Circus life under the big top world.

We all need the clowns to make us smile.

Harry rió; enredó su mano derecha en la que tenía Draco sobre su pecho y respiró el aroma
dulce que desprendía el platinado cabello. El calor del rubio envolvía todo su cuerpo y lo
hacían sentir inmensamente feliz.

—Te haré muy feliz y sino moriré en el intento.

—Lo sé —Draco besó la mano que se enredaba en la suya.

Through space and time always another show.

Wondering where I am lost without you

and being a part ain't easy on this love affair.

Two strangers learn to fall in love again.

I get the joy of rediscovering you.


—Te amo Draco.

Sus miradas se cruzaron una vez más pero esta vez solo fue un momento, porque al instante
siguiente, Draco estaba besando a Harry, acariciando sus labios con la lengua y probando
los gemidos de emitía. Harry enredó sus manos en el cabello platinado, recordando su
suavidad. Draco acariciaba la espalda de Harry y se dejaba derretir por la esencia que tanto
necesitaba. Eso que solo podía sentir con él.

…you stand by me!

I'm forever yours faithfully

Draco sintió la terrible sacudida de una desaparición conjunta. Sonrió en el beso. Algunos
hábitos eran difíciles de erradicar. Harry seguía actuando antes de hablar o de preguntar si
debía o no. Se separaron y el rubio supo inmediatamente donde estaban.

Wiltshire.

—¿Qué hacemos aquí? —Imponente y oscura como siempre, estaba ante sus ojos la
Mansión Malfoy. Harry tocó la reja y esta se abrió de par en par. Tomó la mano del rubio y
lo jaló por todo el camino hasta llegar a la puerta de la inmensa Mansión.

—Hace tres años la pusieron en venta. Yo gasté toda la herencia de mi padrino en


comprarla y una pequeña parte de la fortuna de mis padres para reconstruirla. Siempre
pensé que cuando te viera de nuevo este sería un gran regalo. Siempre que no aguantaba la
culpa, venía aquí, te imaginaba en cada rincón. Muchos de los muebles originales aun
existen, los tengo guardados. No quise colocarlos porque eso es algo tuyo y de Ian. Hace
unos días que puse la propiedad a su nombre.

—Yo… —Draco estaba arrumado. Jamás pensó volver a esa Mansión. El lugar que fue
casa de su madre.

—Ella me entregó esto para ti —Harry sacó de su chaqueta un sobre que a pesar de estar
amarillento no tenía más daños—. Te preguntarás porque no te lo entregué antes. Ella me
hizo prometer que lo haría hasta el día en que tu y yo nos hubiéramos reconciliado —Draco
tomó con manos temblorosas el sobre—. Pensé que nunca sucedería y hoy pensaba
mandarte la carta.

—¿Cómo…? Ella…

—Después de que… te fuiste, ella buscó a Snape para unirse a la Orden como espía. Con el
tiempo la guerra se fue haciendo más cruda. El ejército de Dumbledore y la Orden
mantenían a los mortífagos ocupados mientras los chicos y yo buscábamos los horrocruxes.
Tu madre aprovechaba las largas ausencias de Lucius para ir al cuartel de la Orden. Ahí
entrenó a muchos de los chicos en el arte de la Legeremancia y la Oclumancia. Muchos de
los nuestros salvaron sus vidas gracias a eso —Harry omitió el hecho de que Neville había
sido uno de los salvados—. Ella nunca cruzaba palabra conmigo. Poco nos veíamos y
cuando lo hacíamos, me lanzaba miradas de infinito odio. Unas horas antes de la batalla
final, llegó al campamento y me entregó la carta. Me dijo que lucharía a mi lado porque
creía que yo era la única esperanza para ti. Para que tú pudieras regresar a casa sin correr
peligro —Harry cerró sus ojos y habló con voz profunda—. Durante la batalla, hubo un
momento en el que quedé desprotegido. Voldemort estaba a escasos metros de mí y me
lanzó la maldición. Tú madre… ella —Harry respiró rápidamente y se obligó a
controlarse—. Se interpuso; usó su cuerpo de escudo. El cuerpo de tu madre cayó casi al
mismo tiempo que el de Voldemort porque lo asesiné enseguida. Ella me salvó por ti. Nos
dio una segunda oportunidad a todos.

Draco se alejó de Harry, dándole la espada. Las lágrimas bañaban todo su rostro. El moreno
entendió que necesitaba ese momento a solas. Draco rompió el sello del sobre y sacó la
carta de su madre.

Hijo mío:
Faltan unas horas para que dé inició la batalla final. Desde que tú te fuiste yo lucho al
lado de los miembros de luz. Es extraño como todo se resume en eso. Negro y blanco.
Aunque tú y yo sabemos que no todo es luz blanca con el bando de los santos. Sin embargo,
estoy con ellos porque sé que sus motivos son verdaderos y que traerán la paz que
necesitamos.

Estoy orgullosa de ti, hijo mío. Porque eres el hombre que siempre quise que fueras y
seguramente serás el mejor padre del mundo porque no estás contaminado con las
absurdas ideas de tu padre. Muy tarde me di cuenta de que todo el culpable de esto era él y
no Harry Potter. Porque tu padre nos metió en esto sin saber que seguía a un loco
obsesionado con un niñato. Te arrastramos en esto hijo y nunca debimos. Nunca debí.

Potter es un huérfano pero tú no. Tú tenías unos padres que debieron defenderte y no
exponerte así. Quiero remediar eso y solo con el triunfo de Potter lo lograré.

Hijo, he visto su corazón y es tuyo. Si algún día llegas a perdonarlo sé que él te hará el
hombre más feliz del mundo. Los Gryffindors arrepentidos son estúpidamente manejables.
Ese complejo de culpa los obliga a cumplir todos tus caprichos.

Te amo hijo mío, eres mi orgullo. Lo mejor de mi vida. Sé muy feliz y si tienes una hija,
recuerda que mi nombre favorito siempre fue Violette.

Harry escuchó los sollozos de su rubio y arriesgándose a recibir una maldición se acercó a
él y lo abrazó por la espalda, rodeando el pecho de Draco con sus brazos. Sintió como todo
el cuerpo de Draco se relajaba entre sus brazos. Permanecieron así hasta que cesó el llanto.
Harry se atrevió a darle la vuelta. Los ojos grises estaban fijos en él y volvió a sentir los
labios de Draco sobre los suyos.

Draco tenía en la cabeza la frase de su madre: Se feliz. En ese momento necesitaba saber
que Harry era suyo y que por fin estarían juntos siempre. Que nada se interpondría entre
ellos. Harry pareció entenderlo porque se separó de él y le dijo:
—Quiero ser tuyo Draco. Solamente tuyo —El rubio no necesitó más para profundizar el
beso y acariciar posesivamente el cuerpo de Harry.

—Ahora —dijo con la voz amortiguada en la garganta de Harry.

—¿Ahora? ¿Aquí?

—Aquí y ahora.

Harry fue besado con una fuerza y pasión que hacía tiempo no sentía. De pronto se
encontró en el umbral de la Mansión Malfoy con Draco besando y mordiendo su cuello.
Los botones de su camisa salieron disparados y él empezaba a morirse de miedo y
excitación.

Draco estaba furioso y marcaba su pecho con los dientes y con sus manos firmes en cada
rincón de piel que tocaban.

Draco esta redescubriendo el cuerpo adulto de Harry muy distinto al de aquel adolescente
que había sido su primer amante. El cuerpo de Harry ahora era fibroso y tenía músculos
marcados que Draco no conocía. Por un momento pensó en que estaba a punto de hacer el
amor con Harry en el portal de la antigua casa de sus padres, pero un gemido
particularmente sugerente le hizo olvidar eso. Recostó a Harry en la fría loza y se divirtió
con el estremecimiento que eso provocó.

Los pantalones de ambos volaron y Draco repartió besos por todo el abdomen de Harry
rozando levemente el pubis, llenándose de los jadeos y gemidos. En su época de Hogwarts,
Harry jamás había estado abajo. Era un activo magnifico y el Draco de aquellos años
agradeció eso, porque de verdad necesitaba que lo hicieran sentir.
Draco se preguntó si en esos años separados, Harry había dejado que alguien… Pero tan
pronto como sus dedos rozaron la entrada del moreno, desechó el pensamiento. Harry aun
había guardado algo para él y solo para él.

—No me prepares… quiero que duela.

Draco sonrió y besó nuevamente al moreno. Convocó un hechizo lubricante sobre el


apretado culo de Harry y acarició con vehemencia la piel. Poco a poco fue introduciendo
uno de sus dedos. El calor que sentía era avasallador, estaba apretado y húmedo. Draco
tuvo que cerrar los ojos intentando sofocar la sensaciones que lo sobre pasaban. Otro de los
dedos se unió al calor, buscando abrigo en esa estrechez.

Palabras y frases como mío, solo mío, caliente y estrecho, delicioso y más rápido y más
fuerte, fueron llenando el jardín de la antigua Mansión Malfoy. Harry se abría más las
piernas para darle mejor acceso a Draco que movía sus dedos ensanchando a Harry para él.
El deseo fue más fuerte que nada. La polla de Draco dolía y este solo escupió un poco sobre
ella. Retiró los dedos del interior de Harry llevándose consigo un quejido de total
indignación.

De un golpe duro, Draco se apoderó del interior de Harry. Lágrimas de dolor y alegría
bañaron el rostro del moreno y Draco se inclinó para besarlo y beberse cada lagrima. Tal
vez más tarde pediría perdón pero por ahora lo que necesitaba era poseer ese cuerpo que
tanto extrañaba. Colocó la pierna derecha de Harry en su hombro y la otra pierna del
moreno terminó anclándose a la cintura del rubio.

Draco lo embistió furiosa y rápidamente, acariciando desde la pierna derecha extendida


cual larga era, hasta el cabello negro húmedo y el cuello que estaba tenso y exudaba deseo
como cada parte del cuerpo de Harry. Las manos de Draco se sujetaron a los hombros de
Harry como las garras de un halcón a su presa, y aumentó el ritmo de sus embestidas.
Sentía estar a punto, y ver a Harry masturbándose al ritmo que marcaba fue más de lo que
resistió. Con un gemido animal, siseante y poderoso, se dejó invadir por el orgasmo y
penetró aun más profundamente a Harry, llenando de su esencia todo a su paso.
Se derrumbó en el pecho de Harry y en el zumbido post orgásmico, alcanzó a escuchar el
gemido de Harry mientras algo caliente bañaba su pubis. Harry lo besó como nunca y
parecía no querer dejarlo ir. Draco supo que ya no tenía otro hogar más que los brazos de
Harry. Más tarde vendrían los reclamos, las preguntas sin respuesta y la eterna
reconciliación. Seguramente Ian le haría pagar su osadía. Pero Draco tenía que pensar en él,
en lo que deseaba.

Amaba a su hijo pero él se iría algún día y Draco se quedaría solo, sin el hombre que amaba
a pesar de todo. A pesar de sí mismo. No quería que su vida se definiera por esconder lo
que sentía. Era momento de encontrar la felicidad y no dejarla escapar.

Faithfully

Notas finales:

Aclaro que me encuentro escondida en un bunker estilo Segunda guerra mundial y no


saldré hasta que bajen las antorchas y mi cabeza no peligre.
¿Por qué coño perdono al infeliz y va a obligar a Ian para que lo trate?
Bueno, porque si. Porque el amor es así y porque Draco de verdad necesitaba darse
una segunda oportunidad con Harry. No es sólo que Harry fuera un drogadicto, ni es
lástima. Es necesidad.
Los dos sufrieron, los dos se lastimaron y es justo que sean felices.
Ian adora a Draco y jamás pondría en entre dicho alguna decisión tomada por él.
Aceptara a regañadientes; pero aceptara. Aunque eso no quiere decir que vaya a
quedarse callado. Así que sus instintos asesinos seguirán, ahora en manos de un muy
Sly Ian Malfoy.
En el capítulo del lunes verán el segundo ciclo de esta historia. Con un Ian
adolescentes y varías sorpresas. Una de las preguntas que tanto me han hecho tendrá
respuesta en el próximo capítulo, seguramente causando más de un infarto. ^^
Antes de que se me olvide, la canción de hoy es Faithfully, original de Journey pero
para el capítulo tomó la versión de mis queridísimos chicos de Glee. Tener hermanos
mayores que yo (hablo de que mi hermano mayor me lleva diecisiete años y el
siguiente once) me dio cierto grado de conocimiento en música que no es de mi época.
Tenía años que no escuchaba música en inglés (idioma en el que me defiendo, lo
necesario para una gamer de cepa como yo). Sin embargo, encontrarme con Glee y
varios fics en inglés me hicieron retomar un poco la práctica.
Si quieren escuchar la rola completa les dejó un link. Tiene una traducción por si
también les interesa:

http://www.youtube.com/watch?v=tugiLtzrPe4

Fue la que más me satisfizo pero tal vez ustedes sepan de algo mejor.

En fin, después de la carta. Mil gracias a todo mundo. A mi hermosa beta luxam9.

Nos vemos el lunes ^^


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Capítulo 16 Sigue soñando por acm2099
Notas del autor:
Hola, llegando con el nuevo capítulo.

Antes de que empiecen a leer, quiero compartir con ustedes una preocupación (en
realidad es una de mis tonterías).
Estoy preocupada, muy preocupada. Hace unos meses leí el rumor de la regrabación
del Epilogo (cosa que era más que predecible. Ya que estaba casi segura que esas
imágenes infames del Epilogo eran un despiste como los seis finales de friends o los
finales alternativos de Harry Potter y las reliquias de la muerte).
Sin embargo, hace unos días Matthew Lewis (ya saben que me encanta ¿no? ¬¬)
anunció que él grabara una escena en Epilogo, una escena que obviamente es
inventada. No es que me parezca mala la idea de verlo sin el horrible maquillaje que le
pondrán en las escenas de la batalla. Pero me preocupa que sea una escena inventada
tipo Harry baile marcha con Hermione (se imaginan a Harry pidiéndole marcha a
Neville) o lo que peor: Que tal si me lo disfrazan de viejito decrepito de ciento
cincuenta años (estilo Mr. Burns).
Eso me convertiría enseguida en una asesina porque tendría que ir hasta Londres
para cargarme a David Yates y a Steve Kloves (el adaptador de las películas al que
debemos muchas de las infames escenas). Tendría que tomar mi hacha y córtalos en
pedacitos chiquitos muy a la Leatherface.

En fin, después de mi desahogo. Espero que les guste el capítulo.

Apretó la cadera de la chica. Imaginó que por la cantidad de humedad que rodeaba a su
miembro ella estaría a punto de terminar y él… Bueno, él siempre era diferente. A mitad de
todo se había arrepentido. Esa chica gritaba tanto y jadeaba de un modo casi molesto. Un
estridente: ¡¡¡Sí!!! Y por fin había terminado.

Salió de ella y de inmediato la molesta muchacha se dio la vuelta y quiso besarlo. Él la


detuvo por los hombros.

—Nada de besos. Lo sabes —Tuvo la decencia de parecer avergonzada.

—Perdón, me dejé llevar por el momento. Eres genial; pero tú —Ella miró su semi erección
y él rodo los ojos —Podría ayudarte…

—No —Su voz sonó enérgica y brusca—, No lo necesito —Se quitó el preservativo—. Me
voy.

—¿Nos veremos después?

—No, no lo creo.

Salió del vagón con la ropa ya reacomodada. En menos de diez minutos estaría en casa.
Checó su móvil. Había dos mensajes de texto y él sabía de quien eran. Suspiró por enésima
vez en ese viaje. Cuando llegaron a la estación redujo su equipaje y se concentró para
aparecerse justamente en su recamara, cosa que cada año le resultaba más fácil.
Su habitación estaba impecable como siempre. Se aflojó un poco el nudo de la corbata
verde y plata. Corrió la puerta flexible que dividía su recamara del estudio y tomó su
guitarra. Una corriente de vida pasó por su cuerpo. La conectó y con el control remoto
encendió el aparato de sonido. Sus dedos tocaron las seis cuerdas y luego una tenue
melodía se desprendió. Un requinto que había aprendido con facilidad.

La voz de Steve Tyler lo inundó todo mientras él llevaba el ritmo con la guitarra
acariciando cada nota.

Every time that I look in the mirror.

All these lines on my face getting clearer.

The past is gone.

It went by, like dusk to dawn.

Isn't that the way.

Everybody's got their dues in life to pay.

Yeah, I know nobody knows.

Where it comes and where it goes.

I know it's everybody's sin.

You got to lose to know how to win.

Las notas tocadas por él alcanzan la perfección de Joe Perry. El sentimiento iba impreso
cada vez que sus dedos estaban entre las cuerdas vibrantes y frías. El ritmo era marcado por
la batería. Joey Kramer pegaba más duro mientras sus dedos se resbalan como aceite sobre
las cuerdas de la guitarra. Una Dragon guitar. El cuerpo estaba hecho de caoba china con un
dragón tallado y en el clavijero había un león plateado. Un gran regalo; muy hermoso.

A lo lejos escuchó algo que caminaba por el inmaculado piso de madera de la habitación.
Cerró los ojos y dejó de tocar. Apagó el equipo de sonido esperando el chaparrón que se
avecinaba. Volteó a la puerta.

—Ian, ¿Por qué no me dices que ya estás aquí? —Ian Malfoy se encogió de hombros y
puso la mueca de más indiferencia que poseía.

—No te quería interrumpir papá. Tal vez estabas ocupado con los enanos.

Draco observó a su hijo. No podía creer lo mucho que había crecido. Ian era un adolescente
de diecisiete años, con un cuerpo atlético, tal vez heredado por Harry. El cabello negro de
su hijo lucia corto, como siempre y Draco sabía muy bien porqué. Ian odiaba el color de su
pelo, odiaba vivir en la Mansión Malfoy y odiaba al perro estaba viéndole con adoración en
ese momento. ¿Y por que odiaba todo eso? Porque todo venía del mismo hombre: Harry
Potter.

A pesar de que habían pasado cinco años, Ian no perdonaba del todo que Draco hubiera
absuelto a Harry y se enlazaran. Era algo que odiaba; porque aun odiaba a su padre y no lo
respetaba en lo más mínimo. Draco sabía perfectamente que a él no le decía nada porque le
quería y a pesar de todo, admitía que su papá era feliz.

—No me gusta que me hagas la pelota Ian. Estaba en el despacho y lo sabes muy bien. Aun
no entiendo por qué coño tu padre te sacó ese permiso para que pudieras aparecerte desde
los quince años —Ian frunció el ceño y fulminó a su papá. De lo que menos quería hablar
era de Harry Potter.

—Papá…
Draco lo ignoró y siguió: —¿Cómo estuvo tu viaje? —Ian caminó de regresó a su
habitación. Del closet sacó ropa. Pensaba darse un baño y desaparecer de ahí.

—Como siempre papá —Ian miró directo a los ojos de su papá — Papá… ¿qué has
pensado del viaje que quiero hacer? —Draco enarcó una de sus cejas y le sonrió a su hijo.

—Ya te he dicho que pienso. Eso no ha cambiado.

—No pienso pedirle permiso —dijo Ian con toda seguridad y el desafío pintando en sus
ojos.

—Es tu padre y si no piensas pedirle permiso, no sé quién va a pagar tu viaje —Ian se tensó
y rodó sus ojos, sintiendo como toda la exasperación se apoderaba de su cuerpo. Era inútil
decir que él no consideraba a Harry Potter como un padre. Esa conversación ya la tenía
perdida y no era un niño de ocho años como para hacer una pataleta.

—Creo que lo podrías pagar tú. Eres rico. Mucho más que él —Draco le sonrió.

—Para tú información, tu padre paga todo lo de esta casa. Nos mantiene a tus hermanos, a
mí y por supuesto… a ti. Él paga las facturas de tu móvil y tu permiso para aparecerte por
lo menos hasta que presentes el examen. Paga la luz que utilizas para tu bendita música. El
internet, la televisión, tu ropa, tu colegiatura y…

—Es su deber. Es lo mínimo que puede hacer…

—¿Por qué? —Draco sonrió de nuevo—. ¿Porque es tu padre? Te recuerdo que repudiaste
su apellido. Eres un Malfoy.

—Por eso mismo. Eres tu quien me debe dar permiso y debe pagarme el viaje —Draco
soltó una carcajada.

—Claro, lo haré si le pides permiso a tu padre. Si no, ya puedes irte de mochilero a


Ámsterdam, porque yo no pienso poner ni un peso para ese viaje.

—Siempre podría pedirle dinero a Neville —La sonrisa de Draco se borró y miró
severamente a su hijo.

—Nunca te he golpeado Ian. Has hecho lo que has querido desde que tu padre y yo nos
enlazamos. Pero no pases los limites, podrás ser mayor de edad pero no tienes nada tuyo y
aun te falta un año para terminar el colegio y en lo que a mí respecta aun me debes
consideración.

Ian no dijo nada más. Le sostuvo la mirada a su papá por unos segundos y luego regresó a
su ropa.
—Iré con Teddy —Draco negó.

—Acabas de llegar Ian. Has visto a Teddy todos los días en el maldito colegio. Tus
hermanos preguntan por ti. Por lo menos come con… —Draco sabía que era tiempo
perdido y que si su hijo mayor se quedaba ahí todo sería una pesadilla. Más valía que se
fuera y se tranquilizara — Está bien. Ganas pero en lo de tu viaje no pienso ceder.

—Gracias papá —Ian abrazó Draco—. Voy a llegar tarde. Pienso salir con algunos amigos
a festejar el fin del curso —Draco asintió, ya que más daba. Le dio un beso a su hijo y notó
que casi tenía su misma estatura.

—Sabes tú hora de llegada Ian. No quiero más problemas y antes de irte, por favor, saluda a
tus hermanos.

Ian se dio una ducha tranquila y reparadora. Calculaba que Harry llegaría para la comida y
no quería toparse con él. Salió de su habitación y se fue directo al jardín. Justo a unos
metros se encontró a un chiquillo de cinco años con un increíble cabello platinado que
estaba jugando con un perro negro. El niño levantó la cabeza y sus inmensos ojos verdes se
llenaron de alegría.

—¡¡¡Ian!!! —Corrió hasta él y detrás iba el perro, tal vez un poco más contento que la
criatura. Ian sostuvo entre sus brazos al niño y le dio una vuelta completa.

—¿Qué dices enano? —Lo dejó en el suelo y se arrodilló para quedar a su altura. Coñac se
quería acercar a ellos pero Ian lo fulminó y el perro se quedo quieto a unos pasos.

—¿Cuándo llegaste?

—Hace un rato. Ahora voy a casa de los abuelos —El niño pareció entristecerse un poco y
bajó la cabeza.

—¿No te gusta estar aquí? ¿Odias a nuestro padre?

—Si Ian no supiera que su hermano era toda inocencia hubiera sospechado de él.
—Quede con Teddy y los abuelos —El niño lo dudo un poco y siguió.—Padre es muy
divertido. Nos cuenta cuentos muy bonitos y es cariñoso con papá. Siempre está hablando
de ti y lo mucho que…

—Noah, corta ya. Yo los quiero mucho a ti, a Violette, a papá y no…

—¿Y a padre?

—¡¡¡Ian!!! —Este suspiró cuando escuchó su nombre. No sabía cómo explicarle a su


hermanito de cinco años que odiaba a Harry. Seguramente eso le causaría alguna especie de
trauma.

—Hola Vio —Una hermosísima niña de cabello platinado y ojos verdes se acercó a él y se
lanzó a sus brazos, llenándolo de besos.

—Hola enfermero —Ian le sonrió y le dio un beso.

—Hola Sully ¿qué tal se portan los demonios?

—Muy bien, ¿verdad Su? —dijo la niña asiéndole ojitos a su hermano.

—Claro que si amito. Son muy buenos y ahora deben irse a asearse. El amo Draco y el ama
Sarah ya los esperan. Pronto llegará el amo Harry.

—Bien, me tengo que ir —Los ojos de Violette se entristecieron.

—¿A dónde?

—Con los abuelos —dijo Noah con la voz muy desconsolado.

—Oh… —Ian sintió un poco de culpa. Se arrodilló frente a sus hermanos y les sonrió.

—Vamos, nos veremos luego. Apenas es mi primer día de vacaciones. No hagan esperar a
papá —Ambos niños asintieron un poco más alegres.

—Vamos Coñac —El perro siguió la voz de Noah y se fueron hacía la Mansión.

Ian miró a sus hermanitos. Hace cinco años había recibido dos noticias de parte de su papá.
La primera fue horrible, se había reconciliado con Harry Potter y pensaba formar una
familia con él sin siquiera haberse tomado la molestia de preguntarle. Poco menos de un
mes después del enlace, su papá lo hizo sentarse en la recién remodelada sala principal de
la Mansión Malfoy. Frente a él, estaba Harry Potter sosteniendo la mano de su papá. Ian no
le hablaba a ninguno de los dos. Pero a Harry además lo miraba con infinito odio.

Su papá le dijo con voz serena: Vas a tener un hermanito. El mundo de Ian se detuvo.
Siempre había querido tener un hermanito o hermanita. Alguien con quien jugar, a quien
cuidar. Con quien ser el ejemplo de hermano mayor. Sin embargo, se debatía entre la
alegría de la noticia y el hecho de saber que Harry Potter también sería el padre de sus
hermanos. Ian cursaba el segundo año, ahora en Hogwarts y vio muy poco del embarazo de
su papá. En sus vacaciones decembrinas tuvo una oportunidad de saber cómo era Harry
Potter con su papá.

Y a pesar de odiarlo, notó que era cariñoso y sobreprotector con su papá. Se la pasaba horas
contemplándolo y por la noche se ponía todo bobo hablándole al pequeño vientre de su
papá. Lejos de sentirse celoso, Ian se encontraba satisfecho, por lo menos el imbécil no le
haría daño a su papá.

Sus hermanitos nacieron una bella mañana de julio y ese día le robaron el corazón. Eran
unos bebes hermosos, con una pequeña pelusita rubia por cabello y completamente
sonrosadas. Muy lindos para ser bebes recién nacidos. Cuando abrieron sus ojos, Ian se
sintió un poco ofuscado al notar el verde esmeralda en ellos. Pero aun así, sus hermanos
eran hermosos.

Noah Potter-Malfoy, era un niño dulce e inocente que adoraba a su hermano Ian. Quería
hacer todo lo que su hermano hacía. Un día, a los cuatro años, le pidió que lo enseñara a
tocar la guitarra. Ian estuvo horas viendo los intentos de su hermano para tocar la guitarra.
Violette Potter-Malfoy, era la princesa. Todos estaban locos por ella. Desde el abuelo
Severus hasta Harry Potter. Era la niña más encantadora del mundo, con sus vestidos de
princesas y sus fantasías de tener un unicornio.

Sus hermanitos eran un encanto. Ian los adoraba, pero no podía evitar odiar a Harry Potter.
Eso era, en gran medida, lo que provocaba todo su alejamiento de casa. Prefería pasarse la
vida en casa de los abuelos, que ver a Potter. Ian dejó sus recuerdos; se concentró y
apareció en la sala de la casa de su abuelo.
Subió las escaleras de dos en dos y abrió la puerta de la habitación de Teddy, quien en ese
momento iba saliendo del baño.

—¡¡¡Hijo de puta!!! ¿Qué coño te sucede? Me has asustado idiota —Ian sonrió. Teddy era
un Ravenclaw muy divertido. Con todo y su pelo azul y esos ojos miel que contrastaban
con su cabello.

—Hola Wolfy —Teddy se acomodó en la silla de su escritorio mientras Ian se dejaba caer
en su cama.

—Hola Goofy —Ian se incorporó un poco.

—Muy gracioso Lupin. ¿Dónde están los abuelos? —Teddy volteó su silla y encaró a Ian.

—Ni preguntes, me trajeron de la estación y luego se fueron al despacho. Hace un rato pase
por ahí y se oían ruidos muy extraños. No me quiero imaginar lo que está pasando adentro.

—Ya —Sonrió Ian—, por eso estas aquí.

—No mi querido Malfoy, la cuestión, es ¿por qué estás tú aquí? No puedo creer que no lo
superes. Es tu padre al final de cuentas —Ian iba a decir algo pero Teddy lo interrumpió—.
No, ni siquiera me lo digas. Ya sé que para ti no es nada y bla, bla, bla. Deberías darle una
oportunidad, mi padrino no es tan malo. De hecho es un tío muy simpático y genial.
Además le harías un favor enorme a Draco llevándote bien con mi padrino.

—Sin comentarios —zanjó Ian.

—Bien chico listo.

Hubo unos minutos de silencio que rompió Ian: —¿Qué pensaste del viaje? —Teddy
levantó la vista del libro que revisaba.

—Papá quiere que nos vayamos a Egipto de excursión. Severus está muy emocionando con
el viaje y…

—Y tú también estás emocionado. No te hagas el tonto.

—¿Sabes? Ir a Egipto con mis padres es mejor que lanzarme a Ámsterdam con un grupo de
adolescentes como yo, para beberme toda mi inteligencia, meterme cosas de dudosa
procedencia y follarme a cuanta tía con dos piernas que se me acerque.

—Claro, es mejor tu viaje para ver polvorientas tumbas.


—Se llama convivencia familiar Ian. Mi papá quiere hacerlo y él hace muy pocas cosas que
le gusten. No fue muy feliz en el pasado y ahora puede serlo. No voy a ser yo quien se lo
impida —Otros minutos de silencio pasaron, donde los ojos grises de Ian atacaban a los de
Teddy—. Eso que andas buscando no lo encontraras en un lugar lleno de putas, putos y
zoofilicos.

—¿Tú que sabes? Eres tan virginal…

—Bien sabes que no soy virgen.

—Follarte con Emily Thomas es una buena iniciación. Lástima que ella se la puta mayor de
Hogwarts.

—No ha sido solo ella y lo sabes. La diferencia entre tú y yo es que yo no necesito publicar
mis hazañas. Sé lo que quiero. Tú te la has pasado todo este año follando con la esperanza
de descubrirte. Creo que ni siquiera sabes cuantas personas han pasado por tus brazos. ¿Te
has sentido mejor? ¿Has sentido? —Ian volteó su rostro.—¿Por qué fue tan fácil para ti?

—Me encantan las mujeres y en Hogwarts hay por montones.

—Idiota —Ian sonrió y Teddy le respondió.

—¿Sabes que no está bien lo que haces? Estás obsesionado con ese hombre que tiene la
edad de tus padres. Tu primera paja fue con él en la cabeza. Han pasado cinco años, ni
siquiera sabes cómo se ha puesto. ¿Qué tal si resulta gordo y calvo?

—No seas imbécil. Sigo comunicándome con él y sé perfectamente como está.

—Deberías hablar con alguien de lo que sientes. Tal vez no Draco, pero está Severus.
Seguro él te daría un buen consejo.

—Puede ser —Ian se dejó caer en la cama y cerró sus ojos.

Una hora después se fueron a cenar. Ian aun tenía en la cabeza la conversación con Teddy.
Su amigo era un heterosexual suertudo que disfrutaba con el sexo, como todo adolescente
normal, común y corriente. Pero él no. Había estado buscando durante todo el año definirse.
Tal vez era bisexual y no había ningún problema por eso. Sin embargo, no alcanzaba a
disfrutar con nadie, ni hombre, ni mujer. Ese año se la pasó teniendo polvos sin importancia
y ninguno lo dejó satisfecho.
Desde los once años se sentía enamorado de Neville. Era estúpido decirlo, él lo sabía muy
bien. A esa edad, nadie en su sano juicio se enamora. Pero él sí. Deseaba tener a Neville
todo el tiempo con él. Verlo sonreír y saber que estaba feliz. Cuando Neville se fue, Ian
sintió que le arrancaban parte de su corazón. Sin embargo, nunca faltó a su palabra y noche
a noche recibía una llamada de Neville y mensajes durante todo el día. Teddy tenía razón,
su primera paja fue una noche invernal a los trece años.

Recordó el cuerpo de Neville, fuerte, macizo, lleno de músculos bien definidos. Su espalda
ancha y fuerte. Sus labios delgados y sus manos varoniles. Fueron precisamente esas
manos, las que se imaginó bajando por su pecho, quitando su pantalón y acariciándolo hasta
llevarlo al orgasmo. El primero de su vida y el primero a la salud de Neville Longbottom.

Su mayor motivo para irse era no estar en casa. Pero también quería vivir alocadamente
intentando olvidarse de eso que sentía por Neville. Por un hombre que fue su protector y
que estaba más allá de cualquier proporción. Tal vez si debería hablar con su abuelo. Al
terminar la cena, Ian le pidió hablar a solas. Se fueron al despacho de inmediato.

—¿Y bien? —Severus se sentó elegantemente en la cómoda butaca.

—¿Has querido algo que no puedes tener? —Severus se extrañó con la pregunta.
Reflexionó un poco y se alegró de saber la respuesta.

—No —Ian bufó divertido y le sonrió a Severus, que también le sonrió—. Te lo digo
sinceramente. Nunca he pensado en cosas que no puedo tener. He trabajado para tener todo
lo que quiero. Para salir vivo y con el honor intacto.

—¿Y una persona? ¿Has querido a una persona que no puedes tener? —Severus lo miró
suspicaz.

—La única persona he querido está en nuestra habitación, leyendo un buen libro y
esperándome —Ian asintió un poco abatido—. Cuando amas a alguien Ian, debes
sobreponerte a ti mismo. Si es un amor de verdad te dará frutos.

—Pero si no tengo idea de cómo hacerlo. Si yo…

—El amor es un sentimiento maravilloso. Puede ser el arma más poderosa del mundo y la
salvación de una vida inútil como lo fue la mía. Sin embargo, el amor es muy difícil de
distinguir como tal, pues viene acompañado de un sinfín de maravillosas experiencias,
como el deseo, la lujuria, la obsesión y la pasión. Pero cuando amas, cuando de verdad
amas, no importa si ese sentimiento de luz cae en un hombre, una mujer o en un hombre
mayor que tú —Ian se sonrojó violentamente—. Pero tienes que estar preparado para
identificar si es amor o no. Y si lo es… debes estar consciente de que no siempre es un
amor correspondido. Aunque dime, ¿quién no quiere a un Malfoy? —Ian sonrió
débilmente—. Ya lo sabrás, digo, si es amor o no. Por ahora, no te preocupes. Disfruta lo
que sientes, no tienes porque flagelarte por eso. No es nada malo.

Ian se levantó de su silla y se echó a los brazos de Severus.

—Gracias abuelo —Le dio un gran beso en la mejilla—. Voy a ir con algunos chicos a
festejar el fin del curso y de ahí me aparezco en casa —dijo sentándose un momento en el
escritorio.

—Espero que te cuides. Ese chico Nott no es como su padre; bebe como irlandés en taberna
—Ian asintió, le dio un beso más y salió del despacho.

Severus se quedó con una sensación de añoranza. Ian y Teddy pronto se volverían unos
hombres hechos y derechos, aunque aún faltaban dos más.

Miró su reloj, las 3:45 am. Coñac estaba tirado a sus pies, suspiró. Esperaba que Draco no
despertara porque de ser así ardería Troya. En esos cinco años había intentado acercarse a
su primogénito sin ningún éxito y parecía que cada día lo odiaba más. Harry amaba a sus
tres hijos, adoraba a su rubio y casi hasta podía decir que quería a Severus a pesar de sus
comentarios insidiosos sobre el dinero de Neville y de todas esas virtudes que parecía
encontrarle cada que Harry y Draco se reunían con él y Remus. Sin embargo, el mayor
dolor de su corazón era saber que su hijo, su primer hijo, de verdad lo odiaba.
Percibió el movimiento de las protecciones de la Mansión. Coñac se espabiló y ambos
esperaron la llegada de...

—Ian —En la oscuridad pudo notar como el chico se tensaba. Todo su cuerpo estaba como
una cuerda de violín. Poco a poco volteó. Harry notó los ojos dilatados y las mejillas
sonrojadas. Se acercó y percibió el olor a tabaco y un fuerte aroma a alcohol.

—Ah, eres tú —dijo Ian con total indiferencia viendo a Harry como poco menos que un
chicle pegado en la suela de sus zapatos. Harry pudo dudar que su hijo estuviera bebido,
pero en cuanto hablo, sus dudas se fueron dolorosamente a la mierda.

—¿Qué tomaste? —Ian sonrió y tambaleándose caminó hasta quedar a un palmo de Harry.

—Vodka al principio, ron después y whisky al final. Bueno, creo que fue whisky o brandy.
Una de esas dos y en cantidades industriales —Ian notó que Harry tensaba su cuerpo y
parecía molesto—. ¿Qué pasa? ¿Estás molesto? —Con voz extremadamente acida
prosiguió—. ¡¡Oh, ¿no me digas?!! Piensas disciplinarme. Piensas usar todo tu poder de
padre del año para ponerme en cintura —Harry bajó la mirada. Ian aprovechó eso—.
Perdón, que estúpido soy. Tú no fuiste más que una mierda como padre. ¿No es así papi?
—Harry levantó su rostro y su mirada era dolida. Su hijo jamás lo había llamado así.
Siempre era Señor o Harry y ahora lo llamaba papi pero en realidad era como si le hubiera
dicho: Pendejo de mierda, no mereces siquiera estar en la misma habitación que yo porque
eres un asqueroso monstruo—. Ya sé, ¿por qué no me golpeas? ¿Eh? ¿Qué te parece? Por
los viejos tiempo, así nos conocimos ¿no? Casi matas a mi papá a golpes y obviamente a
mí. Podríamos repetir la dosis. Estoy que me caigo de borracho. ¿Eso te gusta? Golpear a
personas indefensas. Vamos, ¡¡¡vamos héroe!!! ¡¡¡Vamos, oh gran Gryffindor de mierda!!!
¡¡¡Valiente hombre honesto!!!

—¡¡¡¡Basta Ian!!!! —La voz de Draco rugió desde la escalera. Inmediatamente bajó y
observó a su esposo. Harry tenía los ojos rojos y dolidos. Draco sabía que estaba
aguantando su llanto.

—Puede ir —La voz de Harry era áspera—. Tiene mi permiso para irse a Ámsterdam.

Draco se descompuso un poco.


—Harry — suplicó un poco, pero este negó.

—No Draco, puede ir —Draco iba a empezar una discusión pero vio a su esposo con los
ojos inyectados de puro dolor lacerante.

—Te alcanzo en la habitación amor —El rubio estaba casi seguro que Harry le diría: Draco
por favor. Sus ojos, aun mostrando su dolor vivo, suplicaban por Ian. Le decían que no
fuera tan fuerte con él. Harry se perdió por las escaleras. Draco tomó el brazo de Ian y lo
arrastró hasta la cocina.

Lo dejó caer en una silla sin mucha consideración. A golpe de varita preparó un café negro,
sin azúcar o crema. De uno de los estantes tomó una botella con una sustancia grisácea.
Puso dos cucharadas en el café y se lo dio a Ian.

—Bébelo —Ian estaba borracho pero su sentido de supervivencia le decía que no debía
cabrear a sus papá más de lo que ya estaba porque seguramente le arrancaría la cabeza.

Tomó casi todo el contenido de la taza en su primer trago. De inmediato sintió como todo
ese estado de estupidez que tanto le había costado, se iba disipando. Cuando se terminó
todo, Draco desapareció la taza.

—Eres increíble Ian. ¿De verdad odias todo esto?

—Yo…

—Para que pregunto. Claro que lo odias, es obvio. No entiendo por qué no lo quieres, ¿no
te ha demostrado que está arrepentido? Tu padre ha cumplido cada jodido capricho. Tienes
unos hermanos que te adoran por él. Porque se la pasa diciéndoles lo orgulloso que está de
ti por ser un excelente estudiante en Slytherin. Les dice que deben quererte y respetarte
porque eres su hermano mayor. Un hermano que nunca los ve y que menos se merece la
admiración que sienten. Te quiero hijo, te amo pero si por mi fuera, tú estarías ahora mismo
empacando y te irías directo a la Academia Dalton.
Ian se estremeció. La Academia Dalton era un instituto exclusivo para varones con una
reputación de duros y que aun creían que la disciplina con fuerza era lo mejor. Además el
uniforme era horroroso.

»Tú eres perfecto ¿verdad Ian? Nunca te has equivocado, ni has dañado a nadie que no se lo
merecía. Espero que lo seas hijo porque te dolerá mucho ser juzgado —Ian cerró sus ojos e
intentó apartar las imágenes de esos últimos meses—. Te irás a Ámsterdam solo por él.
Únicamente por él y no te lo mereces. No después de esto. Sobrepasaste los límites. Sé que
odias a tu padre pero lo humillaste porque sabías muy bien que él jamás te diría nada más
—Ian miró los ojos de su papá y vio decepción. Se sintió un poquito culpable. Pero solo un
poco—. Vete a tu habitación. Quiero una lista de los chicos que van a ir contigo. Llamaras
a tu tía Hermione para que te dé el traslador.

No hubo ni un “buenas noches”, ni un abrazo. No hubo nada; su papá se fue dejándole con
una carga de culpa.

Draco subió las escaleras y antes de entrar a su habitación, intentó relajarse. No discutiría
con Harry por lo del viaje. Ya tendría tiempo para tener esa conversación. Entró; la
habitación estaba en penumbras. Vio el cuerpo de Harry envuelto en la cama y tuvo unas
ganas enormes de meterse en ella y abrazar a su esposo porque se veía tan solitario y
vulnerable.

El rubio se deslizó por las mantas. Sabía dos cosas; Harry no estaba dormido y su adorado
moreno siempre dormía sin camiseta. Eso le dejaba el camino libre para pegar su pecho a la
espalda de Harry y dejar que su mano acariciara ese pecaminoso camino de vellos que
nacía desde el pubis de Harry y que rodeaban un poco su vientre. Subió su mano por ese
camino recto que llegaba hasta el pecho de Harry. Justo en medio de sus pectorales había
más de ese delicioso vello.

A Draco le encantaban las diferencias que había entre Harry y él. Su esposo era un hombre
muy varonil, con vellos en el pecho. Una musculatura mayor a la suya. Con manos y brazos
fuertes; y él, aunque era varonil, no dejaba de poseer ese toque de elegancia que lo hacía
más afilado en su cuerpo. Harry prácticamente ronroneó cuando la mano de Draco acarició
el vello de su pecho. El rubio dio una ligera mordida en el hombro desnudo de Harry
mientras su mano seguía acariciando todo el pecho.

—¿Te gustaría tener otro hijo? —Harry se sorprendió. Esperaba más bien un: ¿Estás bien?
Se dio la vuelta para encarar a su rubio.

—¿Un hijo? —Draco sonrió y se encogió en hombros. Harry también le sonrió, tiró a
Draco sobre la cama y se colocó sobre él. Lo besó apasionadamente, acariciando sus manos
y bajando un poco para acariciar sus muñecas—. Me encantaría tener media docena de
hijos —Lamió el cuello de Draco y le quitó la camiseta para poder repartir besos y lamidas
sobre el pecho del rubio—, pero sé muy bien que eso no está en tus planes ahora mi rubio.
Estás contento con tu trabajo. Rehacer la fortuna de tu familia, ayudar a Sarah y tener a los
gemelos. Esto la haces por lo que sucedió con Ian ¿verdad? —Draco gimió cuando Harry
bajó un poco su pijama y lamió la casi imperceptible cicatriz que estaba en su pubis—. Te
amo Draco.

—Te amo Harry.

Harry se deshizo de lo que restaba de ropa y se dedicó a darle grandes lamidas a la polla de
Draco. Sentir el salado líquido pre seminal lo volvía loco. Mientras succionaba, dos de sus
dedos fueron lubricados con su saliva y buscaron la entrada de Draco. Explotaba cada que
su rubio abría descaradamente las piernas y levantaba sus caderas para darle un acceso más
fácil. Sus dedos entraron con una destreza infinita. Draco siempre era cálido y estrecho.
Tenía un sabor delicioso, sobre todo esas gotitas de semen que venían cada vez que Harry
tocaba el lugar indicado con sus dedos.

—Harry… —La voz era una orden. Un folláme ¡¡¡ya!!!

Harry apartó sus pantalones de inmediato, murmuró dos hechizos y embistió a Draco de
una forma dura y profunda, justo como le gustaba a su rubio quien se retorció de puro
placer, mientras subía las piernas hasta sus hombros. Harry salió y lo embistió aun más
duro que la primera vez.
—¡¡¡Si Potter… así!!! Hazlo de nuevo.

Harry le sonrió, tomó la cadera su rubio con ambas manos y le dio lo que pedía. Después
aumentó el ritmo de cada embate, provocando que Draco se volviera loco y gritara puras
guarradas muy poco Malfoyescas que excitaban a Harry hasta casi poder correrse de solo
oírlo. Pero se controlaba, quería que su rubio disfrutara.

—Más rápido… —Harry tomó los tobillos de Draco y embistió más rápido—, más Harry,
más, más —La voz de Draco ya era estrangulada y jodidamente orgásmica. El rubio movió
sus piernas de los hombros y apoyó los pies en el pecho de Harry, dejando a la vista su
deliciosa polla casi enrojecida y los perfectos testículos que se balanceaban al ritmo
frenético de Harry. El moreno vio como las manos de Draco acariciaban todo ese hermoso
paquete y eso fue más de lo que pudo soportar. Aumentó todo lo que pudo su ritmo, vio a
Draco correrse en un gran chorro y él finalmente sucumbió ante el orgasmo. Cayó sobre su
rubio como peso muerto hasta que recuperó la respiración, rodó y descansó sobre su lado en
la cama. Un Draco muy sonriente se abrazó a él.

—Gracias mi rubio —Draco no le contestó, solo besó su pecho y se quedó dormido. Harry
sabía que todo era para levantarle la moral y su rubio lo había conseguido. Era único y
primero moriría antes de hacerle daño de nuevo. Ojalá su hijo entendiera eso.

Half my lifeIs in books' written pages.

Lived and learned from fools and

From sagesYou know it's true

All the things come back to you.

Sing with me, sing for the year

Sing for the laugh, sing for the tears


Sing with me, if it's just for today

Maybe tomorrow

The good lord will take you away, yeah.

Dream on, dream on, dream on

Dream until the dream come true.

Notas finales:
¿Qué tal? ¿Se lo esperaban? Pregunta contestada ¿ok?
La canción de hoy es una oda a la música: Dream on de Aerosmith.

Tenía once años cuando la escuché por primera vez y lógicamente no entendí ni jota.
Hace unos meses los chicos de Glee la trajeron a mi memoria y ahora la edad le da un
nuevo sentido a cada frase. Sobre todo:
You got to lose to know how to win. Tienes que perder para saber ganar.

Para quien quiera escucharla con traducción. Me dediqué a búscales una que fuera lo
más acorde posible. Sin embargo, creo que esta es una de las pocas canciones que se
tiene que sentir y es muy difícil traducir al cien cada idea:

http://www.youtube.com/watch?v=nVtMJrkNjPI

Por cierto para quien le interese, la descripción que Draco hace de Harry fue
inspirada en esta fotografía del buen Daniel:
http://harryspain.files.wordpress.com/2009/05/equus-danielradcliffe-5.jpg

Mil gracias por leerme. Gracias a luxam9 por acompañarme paso a paso en el viaje.

Un abrazote. ^^
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Capítulo 17 Ayuda por acm2099
Notas del autor:
^^

Odiaba la zona, odiaba el edificio, odiaba la decoración minimalista y “exclusiva” de todo.


Pero odiaba más a su amigo por ser el inútil culpable y motivo por el cual tenía que andar
en ese bendito lugar. Aporreó la puerta marcada con el número treinta y dos. Esperó dos
segundos y golpeó la puerta de forma violenta. Escuchó unos pasos y la puerta por fin se
abrió.

—¿Dónde está?

—Buenos días por lo menos, ¿no crees Ryan?

—No vengo por una visita social. Vengo por Neville —Brian se despegó de la puerta y
fulminó al hombre de piel oscura.

—¿Tanto odias mi pasado? ¿Por eso no me quieres con él?

—No te quiero con él porque no eres lo que necesita. Cargas mucha historia sobre ti.

—¿Lo quieres para ti? —La voz de Brian era rabiosa. Ryan sonrió, mostrando su
maravillosa sonrisa

—¿Te gustaría que te dijera que si? Lo siento mucho Brian pero no creo tener lo necesario
para hacerlo feliz. Como tampoco creo que tú lo tengas.
Ryan no esperó una reacción de Brian. Caminó hasta la habitación principal, la cual
conocía muy bien por culpa de Neville. Cerró con un hechizo e insonorizó la recamara. No
quería soportar los gritos de Brian para que dejara descansar Neville. Esa era la gran
ventaja de ser un mago y que el amante de tu mejor amigo no lo fuera.

La cama estaba revuelta, Neville descansaba a la mitad de la misma con el torso


descubierto. Ryan les pidió paciencia a todos los dioses del universo. Aunque admitía que
su amigo jamás dejaba que Brian le marcara el cuerpo de alguna forma. Claro que bastaba
ver la cama para darse cuenta de que esos dos no se la pasaban hablando de las propiedades
curativas de la sábila de Marruecos.

Apuntó la varita directo a su amigo y sonrió maliciosamente.

—Aguamenti —El chorro de agua impactó directamente en el rostro de Neville.

—¡¡¡¿Qué coño?!!! —Neville se despertó de golpe y observó a Ryan partiéndose de la


risa—. Eres un estúpido, ¿qué haces aquí?

—Buenos días para ti también —Ryan se sentó en el sillón que estaba al lado de la cama—.
Marruecos, ¿recuerdas?

—Joder, lo había olvidado —Neville buscó en el suelo sus pantalones.

—Sí, lo imaginé por eso me tuve que arrastrar hasta aquí. Odio que cada que pisamos
Estados Unidos tú tienes que terminar en este lugar —Neville se encogió en hombros con
indiferencia.

—No entiendo porque te cae tan mal Brian.

—No me cae mal. Es un chico encantador para no tener nada serio pero creo que él no
piensa eso. No me parece que se sienta como lo que es: Tu amante ocasional.

—Sí, bueno, no fui yo quien propuso el arreglo. Solo estoy con él cuando venimos a
Estados Unidos —Ryan negó, del interior de su chaqueta tomó unos papeles.

—Para que te pongas de buen humor, tengo algo para ti —Neville revisó los papeles y sus
ojos azules se iluminaron de pura alegría.
—¿Cuándo llegó? ¿Crees que le gustará? ¿Cuándo crees que lo vea? —Ryan sonrió.

—Llegó hoy. Claro que le gustará, por favor es un Mercedes Benz SLS AMG. Se va a
morir. Según mi información, el coche deberá estar llegando a la Mansión Malfoy mañana
a primera hora.

—Es un buen regalo, ¿no? Digo, yo quería verlo y eso pero…

—Lo siento Boss. Es mi culpa, tenemos que ir a Marruecos por mi estupidez.

—No, no digas tonterías. Es normal que pase esto en los negocios. Ian entendió
perfectamente. Soy yo el que quería verlo. Ya hace cinco años que no nos vemos. Pero
confío en terminar esto y poder ir unos días a Irlanda. Sarah me… —Ryan desvió la mirada
y Neville guardó silencio—. Aun duele ¿verdad? —Ryan asintió—. Te quiero.

—Lo sé y sería genial que eso nos bastara a los dos —Ambos sonrieron. Ryan aun iba de
mujer en mujer y Neville no encontraba eso que todo mundo describía como amor—.
Ahora, date prisa. Tenemos que irnos.

Neville se calzó y tomó su camisa del suelo. Abrieron la puerta; Brian estaba esperándolos
en la sala. En cuanto vio a Neville abotonando su camisa frunció el ceño.

—¿Te vas? —Neville alcanzó su chaqueta que estaba en el sofá.

—Sí, tenemos que irnos de inmediato. Hay algunos problemas que debemos resolver
urgentemente.

—¿A dónde van? —Ryan aclaró su garganta interrumpiendo.

—Te llamaré cuando lleguemos —Le dio un beso en la frente y salió casi corriendo junto
con Ryan.

Brian suspiró. Neville nunca llamaba, se iba por tres o cuatro meses y luego reaparecía en
su puerta con unas ansias salvajes de poseerlo. Pasaban una semana juntos y luego,
desaparecía como si nunca hubiera estado ahí. A Brian le dolía pero estaba consciente de
que él había puesto las reglas del juego y Neville solo las seguía.
*

El Mercedes Benz SLS AMG color plata estaba estacionado después de haber sido usado
casi toda la mañana. Ian estaba encantado con el regalo pero sobre todo con la nota escrita
por Neville. A pesar de ser un mago muy moderno, Neville no dejaba de tener detalles muy
caballerescos. Como la nota pidiéndole perdón por no poder ir a Londres.

Ian lo extrañaba mucho y tenía unas ganas locas de verlo de nuevo. De saber si se veía tan
bien como se lo imaginaba. Sin embargo, los negocios impedían el encuentro. Así que con
todo el dolor de su corazón, Ian guardó la nota y cerró la última de sus maletas. Se iría por
un mes a Ámsterdam y esperaba que ese tiempo fuera suficiente para olvidar o para darse
cuenta que no lo podía hacer. Tomó el traslador y caminó hasta el despacho de la mansión.
Draco ya lo estaba esperando.

—Quiero que me llames cuando llegues. Me darás el número de tu habitación y no quiero


que te separes del móvil. Ya he hablado con los padres de tus amigos y todos hemos
colocado un hechizo de ubicación en sus móviles.

Al viaje iban Daniel Nott y James Dalton, quienes eran sus dos mejores amigos en
Hogwarts, y Owen Brosnan y Kevin Duarte, los amigos que tenía en Estados Unidos, con
los que nunca había dejado de tener contacto. Ellos dos en especial estaban emocionados
con conocer Ámsterdam y poder follarse a cuanta chica se les cruzara en por el camino.

—Si papá —Abrazó fuertemente a su rubio padre y accionó el traslador. Todos se


encontrarían en el aeropuerto.
Dos horas después de la partida de Ian, Draco observaba a Harry jugando en el jardín con
Noah y Coñac. En un principio odió el nombre del perro. Pensaba que era un sustituto de la
bebida para Harry. Sin embargo, se dio cuenta que el nombre era más bien un toque de
humor para la adicción que sufrió Harry. Además, Coñac era la adoración de su hijo Noah.
Desde que tenía un año, el perro dormía con su hijo y a pesar de ser un perro adulto tenía
energía para jugar con un niño de cinco años.

—Papi, quiero un helado —Violette lo miraba con sus inmensos ojos verdes. Se veía
encantadora con su vestido de hada y su gran sonrisa.

—Claro que si princesa. ¿Quieres invitar a tu padre y a Noah?

—Sip —La pequeña corrió hasta su padre y su hermano—. ¡¡¡Vamos por un helado!!! —
Coñac se sentó sobre sus patas traseras muy educadamente y esperó a que Violette le
acariciara. Harry sonrió y tomó entre sus brazos a sus hijos.

—¿Vamos mi rubio? —Draco le sonrió y se besaron.

La tarde fue tranquila, cenaron fuera y regresaron para dormir a los pequeños. Cuando
Draco salió de la ducha, poco después que Harry, lo vio con la mirada perdida sobre un
punto del jardín. Se acercó y se dio cuenta que era lo que llama la atención de Harry. Era el
coche que esa mañana había llegado para Ian.

—Me sigue odiando —Draco acarició el húmedo cabello de Harry.

—Consentirle todo no es la respuesta Harry —El rubio abrazó a Harry por detrás, enredado
sus manos en el vello que enmarcaba su vientre.

—No le di permiso para consentirlo, mi rubio. Simplemente pensé que era importante para
él —Draco besó ligeramente el hombro de Harry—. Desde que tú le dijiste que debía
pedirme permiso, él pudo negarse. Se habría encerrado en casa del profesor Snape pero no
lo hizo. Estaba buscando la manera para ir sin que tuviera que pedirme nada.

—¿Y por eso lo dejaste ir?


—Por eso y porque quiero que tenga paz en lo que resta de sus vacaciones. Sé que me odia
pero no quiero que se la pase mal. Seguro él estaría encantado en Irlanda, con todos esos
coches lujosos, los caballos y hasta apellidándose Longbottom. Pero es mi hijo y creo
conocerlo aunque sea un poquito.

—Eres un gran padre Harry. Noah te ve con un héroe, Vio dice que cuando crezca se casará
con Gryffindor como su padre —Harry negó.

—Pero Ian me odia y tal vez cuando le contemos a los niños la verdad sobre Ian, ellos
también…

Draco volteó el cuerpo de Harry y lo abrazó por la cintura.

—Jamás, tus hijos te perdonaran y sabrán que estas arrepentido de todo lo que pasó. No
eres malo Harry, simplemente eres humano.

—En ocasiones creo que debería hablar con Neville. Ian lo adora… Draco le sonrió y lo
besó.

—Gryffindor tonto. Quieres tanto a tu hijo que serías capaz de hablar con el hombre que
despierta todos tus celos e inseguridades —Harry se dejó abrazar, sintiendo la piel de Draco
contra la suya.

—Solo quiero recuperar a mi hijo.

—Lo harás mi niño —Harry sonrió. Adoraba cuando Draco se ponía tan dulce. A pesar de
ser más alto que el rubio y más fornido. Draco le llamaba mi niño cuando trataba de
consolarlo y Harry agradecía mucho esas muestras. Porque cuando fue un niño, no hubo
nadie que le hablara de esa forma.

*
Llegaron a uno de los hoteles más lujosos de Ámsterdam. Con vista de hostal pero con
servicio de hotel Hilton. Era propiedad de papá Dalton, y James, al ser su primogénito
disfrutaba de todo el lugar. Por ende, sus amigos también lo hacían. Él, al ser quien conocía
Ámsterdam, ya tenía el itinerario completo de depravaciones y vicios. La primera parada
era en un pub famoso al que llegaron bastante calibrados ya que James había insistido en
acabar con las reservas del mini bar de cada habitación.

El penetrante aroma a tabaco y porro inundaron las fosas nasales de Ian. Se fueron a una de
las mesas del fondo. La música era electrónica, bailable pero nadie parecía particularmente
consciente de eso. De hecho, muchos no parecían ni conscientes. Dos chicos se acercaron a
ellos y coquetearon descaradamente con Daniel, que parecía encantado. Ian de inmediato se
calentó con el que parecía mayor. Tal vez de unos veintiséis y con cabello castaño. Si
Teddy hubiera estado ahí, le habría dicho que era un clon del “Señor”, como solía llamar a
Neville.

Después de tres botellas de vodka y dos porros, Ian se sentía muy mareado. En algún punto
de la noche se les habían unido seis chicas que no hablaban ni jota de inglés pero que se
permitían meterles mano. Eso tenía encantados a James, Owen y Kevin. El clon lo había
arrastrado hasta la pista y se movían al ritmo de algo que Ian jamás había escuchado.
Aunque bailar no era precisamente lo que hacían. Más bien se morreaban en toda regla.

Ni siquiera sabía el nombre del tío que estaba con él, cuando ya tenía su lengua lo más
profundo que podía dentro de la garganta.

Las inversiones y negociaciones siempre eran una aventura. Neville y Ryan habían llegado
a Ámsterdam con el fin de absorber una pequeña empresa, y cuando cerraron el trato, su
amigo, como siempre, sugirió festejarlo. Nunca pensó que Ryan lo arrastraría hasta un lugar
lleno de jóvenes. Pero ahí estaban, Ryan ya había conseguido su presa pero él estaba
intentando ubicar de donde conocía a un chico que estaba prácticamente siendo devorado
mientras bailaba.

Cuando el chico se separó un poco de los brazos que lo aprisionaban, Neville pudo ver todo
su rostro y casi se cae de su taburete. Ese chico era Ian Malfoy, no tenía ni una sola duda.
Lo vio tambalearse hasta una de las mesas del fondo mientras el hombre con el que bailaba
metía las manos por su camisa. Algo dentro de Neville rugió y tuvo el impulso de agarrar a
ese muchachito y azotarlo en el suelo.

La oscuridad del lugar impedía que viera muy bien que pasaba en la mesa. Solo podía
apreciar que eran un grupo nutrido de chicos y chicas. Ian estaba siendo devorado de nuevo
por el tipo ese. Cuando se pusieron de pie y caminaron hasta el baño, Neville se fue tras
ellos. Ian no parecía en sus cinco sentidos y no dejaría que ese imbécil lo tocara porque…
porque no era correcto.

El baño del lugar estaba oscuro y había varios chicos fajándose. Neville buscó entre los
cubículos hasta que escuchó la voz pastosa con un claro acento inglés.

—¿Qué hacemos aquí? —Escuchó cremalleras que se abrían.

—Follar perra. Te voy a partir ese culo virgen hasta que no puedas caminar —Fue dicho en
neerlandés. Y fue todo lo que Neville tuvo que escuchar para abrir la puerta del cubículo.

Con un movimiento rápido jaló al muchacho que se estampó en el suelo golpeándose la


cabeza en el proceso. Neville sostuvo a Ian por la cintura. El chico que estaba en el suelo se
puso de pie y sopesó el hecho de liarse a golpes pero se dio cuenta que el hombre que lo
había tirado por lo menos media diez centímetros más que él, y seguramente de un golpe lo
desharía. Así que prefirió poner pies en polvorosa.
Neville hubiera sonreído con la reacción del estúpido ese pero estaba preocupado por Ian,
quien estaba con la espalda apoyada sobre su pecho y tenía la mirada perdida. Apestaba a
alcohol y marihuana. Se preguntaba qué demonios hacía Ian en un lugar así. Entonces
recordó que el chico que se balanceaba en sus brazos ya no era un niño de doce años. Era
un chico de diecisiete años, con sus músculos definiéndose, hermoso y sexy.

Help, I need somebody.

Help, not just anybody.

Help, you know I need someone, help!

El rostro de Ian se encontró con un pecho fuerte y un aroma delicioso, muy varonil que no
había percibido hasta ese momento. Frotó sus mejillas en ese torso más musculoso de lo
que había notado al principio. Sus manos se colaron através de la chaqueta, la mano
izquierda descansó en la espalda baja y la derecha acariciaba todos los músculos que
alcanza. Definitivamente el tipo estaba mucho más macizo de lo que pensaba.

Y ese aroma lo estaba volviendo loco. No solo se sentía mareado por todo lo había
consumido. Cuando su nariz rozó con la piel de ese hombre, todo su cuerpo vibró de
necesidad.

—Tienes un aroma delicioso —Con la nariz buscó más piel—. ¿No ibas a follarme?

Neville sonrió y apoyo su nariz en el pelo negro de Ian.

—Yo no —La voz grave y profunda hizo que Ian casi aullara de puro placer. Levantó su
cabeza y se encontró con unos hermosos ojos azules y unos labios finos.
—¿Neville? —dijo con voz débil, sintiéndose más mareado que nunca.

—Hola bright eyes.

When I was younger, so much younger than today.

I never needed anybody’s help in any way.

But now these days are gone, I’m not so self assured.

Now I find I’ve changed my mind and opened up the doors.

Ian observó esos labios moverse y la música inundar toda la percepción que tenía. Quería
cambiar su mente y abrir las puertas. Quería sentirse parte de esa fantasía donde estaba en
un cubículo de baño, fuertemente sujetado al cuerpo de Neville. Sin pensarlo, solo
sintiendo, se lanzó a los labios que tenían pintada una sonrisa. Eran tan suaves y cálidos.

Neville se congeló cuando Ian empezó a besarlo. No se movió, dejó que Ian se separara.
Pensaba que seguramente estaba perdido y bastante desorientado. Cuando terminó el beso,
Ian cayó entre sus brazos, perdido y desmadejado. Cerró los ojos y se apareció en su hotel.
Dejó Ian sobre la cama. Seguramente al día siguiente se sentiría muy pero muy mal.

Estaba en una cama, eso lo sabía porque sentía la suavidad de las sabanas y la tibieza del
lecho. Pero no tenía ni idea si esa era su cama, aunque estaba seguro de que no había
dormido con nadie o por lo menos tenía esa impresión. No quería abrir los ojos porque
sabía que en cuanto lo hiciera su estomago no lo soportaría. Parecía que su cerebro daba
vueltas dentro de su cabeza. ¡¡¡Joder, que mierda!!!

La sensación de molestia iba desde su cabeza hasta el estómago. Sentía unas burbujas en él.
Pasó saliva con dificultad, tragándose el nudo que sentía en la garganta. No podía evitarlo
por más tiempo, decidió abrir los ojos. Sentía la vista nublada. Intentó enfocar, primero al
techo que se movía incesantemente, luego a la izquierda, donde se encontró con el cuerpo
de una persona sentado sobre un sillón.

Era un hombre, eso estaba claro. Vestía muy elegante y eso fue lo que le saltó un poco.
Cerró los ojos y el malestar se incrementó. Coño, necesitaba un baño urgentemente. Giró la
cabeza a la derecha y vio una puerta abierta. Saltó de la cama de una forma casi inhumana y
se abrazó a la taza de porcelana. Las arcadas fueron un descanso para su minado sistema.

Sintió que alguien se acercaba a él. Unos brazos se colaron por entre los suyos y unas
manos grandes sostuvieron su cabeza. Lo hubiera agradecido, pero estaba más ocupado
expulsando de su estomago todo el vodka que había consumido. Cuando fue capaz de
incorporarse, se apoyó en el pecho de la persona que lo sostenía. Se tambaleó un poco hasta
llegar al espejo. Su vista estaba nublada, así que cerró los ojos y los abrió un par de veces,
hasta que logró enfocar.

Casi se desmaya de nuevo al ver quién era el hombre que lo sostenía. Neville Longbottom
le sonrió. Ian no podía creer que el hombre con el cual había fantaseado los últimos dos
años de su vida estuviera ahí, sosteniéndolo, mientras él estaba lleno de baba y oliendo a
vomito. Neville se veía como un puto dios y el no era más que un chiquillo pasado de copas
y que no sabía controlar los porros que se fumaba.

—¿Te sientes mejor? ¿Quieres vomitar de nuevo? —Joder, esa voz grave y profunda de
nuevo. Ian no podía creerlo. Negó lo más rápido que su cabeza le permitió—. ¿Puedes
caminar? —Ian asintió y Neville le sonrió de nuevo—. Bien, vamos a la cama —Claro que
si bebé, le hubiera encantado responder pero únicamente se dejó conducir hasta la cama—.
Imagino que quieres darte una ducha, pero antes tienes que tomarte esto —Neville le dio un
vial con una cosa asquerosa de color gris. Ian se lo bebió sin protesta—. En el closet hay
ropa para ti. Te traeré el desayuno.
Neville se marchó e Ian se dejó caer en la cama pesadamente. Unos segundos después
volvió al baño. Se desnudó y se metió a la ducha. El agua fría provocó que su cerebro
despertara. Recordaba haber bebido, se fumó dos porros y coqueteó con un chico castaño.
Luego se morreó con él mientras bailaban. Habían regresado a la mesa y el tipo siguió
metiéndole mano hasta que lo arrastró al baño.

Él no quería follar ahí, no quería que su primera vez fuera en un sucio baño. Quería decir
que no pero su cuerpo no respondía. Luego alguien abrió la puerta del cubículo. El tipo
cayó e Ian se abrazó a otro cuerpo que tenía un aroma delicioso. La música era clara y
luego hubo un… ¿beso? Si, un beso. Ian había besado a Neville.

—Joder, lo besé y él me trata ahora como si fuera un niño.

Ian terminó su ducha y se vistió con una camiseta polo y unos vaqueros. Justo estaba
terminando cuando Neville tocó y luego entró con una bandeja de comida que colocó en
una mesita que estaba entre dos sillones. Ian se sentó. En un principió no tenía mucho
apetito pero en cuanto probó bocado, cambió de opinión. Recordó que no había consumido
alimentos desde que salió de su casa. Lo único que tenía en el estomago era el alcohol.

—¿Cómo es que estás aquí? —preguntó a Neville cuando estaba terminando de comer.

—Negocios. Me imagino que tu estas aquí en un viaje con amigos —Ian asintió y se
preocupó un poco por sus amigos, aunque seguramente seguirían en la fiesta—. ¿Tus
padres saben que sitios frecuentas? —Ian se tensó y una rabia se apoderó de él. Ya sea
porque Neville parecía tratarlo como un niño o porque no quería que mencionara a su
familia.
—¿Por qué? ¿Piensas llamarlos? ¿Te sientes con el derecho de disciplinarme cuando no te
he visto en cinco años?

—Claro que no Ian.

—¿Para eso me salvaste? Yo no te pedí que intervinieras y sabes muy bien que yo no tengo
padres. Mi papá es y seguirá siendo Draco Malfoy.

—Te he dicho muchas veces que aunque lo odies, él es tu padre y… —Ian se levantó
furioso.

—No es nada para mí y si piensas que voy a tener esta conversación contigo ahora, estás
loco. Tú me abandonaste, te fuiste. Me dejaste solo cuando más necesitaba de ti —Ian sabía
que no era del todo justo con Neville pero no le importó.

—Ian, no te estoy atacando, ni te seguía. Fue un encuentro fortuito el nuestro —Ian volvió
a sentarse y Neville se arrodilló ante él tomando sus manos—. Perdóname por irme.

—¿Por qué me salvaste? ¿Complejo de Gryffindor? —Neville sonrió.—Mi primera vez fue
a los dieciocho años en un sucio baño de un bar de mala muerte en Australia. El tipo no fue
ni tierno, ni cariñoso y esa experiencia fue una de las peores de mi vida. No quería que tu
pasaras por eso —Ian guardó silencio y contempló los ojos azules que tanto había añorado.
Neville se aclaró la garganta y temeroso preguntó—. ¿Odias a Harry por mi culpa? Él no
fue la razón para…

—No lo odio por lo que hizo. Sino por lo que no hizo, ¿me explico? —Extrañamente,
Neville entendió las palabras de Ian. Este pasó su mano derecha por la barba de Neville—.
Te dejaste la barba.

—¿Te parece desaliñado? —Ian se mordió la lengua para no decir que le parecía
extremadamente caliente.

—Te queda bien. Te ves más misterioso y sombrío.

Neville sonrió. Era la primera vez que Ian y él eran tan cariñosos. Antes, Ian era afectuoso
pero lo demostraba muy poco y ahora esas caricias y abrazos le daban cierta tranquilidad a
Neville.

—¿Te gustaría quedarte conmigo? —Ian tragó saliva. Sabía que no era lo que se imaginaba
pero aun así le encanto fantasear—. Te llevaría a conocer Ámsterdam, porque este lugar no
solo es vicio y perversión. ¿Qué dices? Podrías llamarles a tus amigos y decirles que estás
conmigo. Si quieres le llamo a Draco para pedirle permiso.
—No, no. Yo les llamo a mis amigos y papá no creo que tenga inconveniente. Me
encantaría pasar este mes contigo.

—Genial. Haremos lo que tú quieras y conocerás un poco más de esta ciudad. Ya verás.

Ian sonrió y se guardó la expresión triunfadora. Tal vez encontrarse con Neville había sido
obra del destino y él haría que valiera la pena. Porque como dijo su abuelo ¿Quién no
quiere a un Malfoy? Seguro Neville no era la excepción a la regla.

Help me if you can, I’m feeling down.

And I do appreciate you being round.

Help me; get my feet back on the ground.

Won’t you please help me?

And now my life has changed in so many ways.

My Independence seems to vanish in the haze.

But every now and then I feel so insecure.

I know that I just need you like I’ve never done before.

Notas finales:

La canción de hoy es un clásico de la música: Help!!

Original de los Beatles pero para fines del capítulo tomé el cover de Silverstein, un
grupo canadiense. Les dejó el link por si la quieren escuchar:
http://www.youtube.com/watch?v=P280E7MR_b4

Por cierto, tengo ya tres capítulos pequeños de regalo. Todos ellos son parte del
mundo de: Aléjate de mí. m

No sé si publicarlos en el mismo fic o abrir otra tabla. ¿Ustedes que dicen?

Un abrazote a mi querida luxam9.

Mil gracias por seguir aquí.

PD: Sé que hay mucha polémica en el fic; pero no les dio tantita curiosidad quien
pudo regalarle la guitarra a Ian.

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Capítulo 18 Sueño adolescente. por acm2099
Notas del autor:
Hola, un nuevo capítulo y varios anuncios. Así que no se vayan si leer las notas finales
^^

Ian había tenido una semana de ensueño pero aun seguía intentado trazar un plan para
meterse entre los pantalones de Neville. Aunque para su pesar no solo quería meterse entre
sus pantalones. Había fantasías que nada tenían que ver con el sexo. Cosas que jamás le
confesaría a nadie, ni siquiera a Teddy porque seguramente se moriría de la risa. Porque
esas fantasías no pegaban nada con el estilo de vida del Slytherin.

Secretamente soñaba con caminar tomados de las manos, como lo hacían en ese momento.
Ian se deleitaba acariciando los brazos de Neville cuando se enlazaba en ellos y
definitivamente tenía fantasías románticas y cursis donde despertaba con Neville después
de haber dormido abrazados y se sentía de maravilla pensando que las noches frías serian
muy distintas teniendo el calor que manaría el cuerpo de Neville a su lado.

Y todo eso era demasiado cursi; lo suficiente como para no querer decirlo y para
guardárselo como su secreto más culpable. Pues sus otras fantasías, esas que Teddy
conocía, tenían que ver con su displicente vida. Se imaginaba a Neville tomándolo con
fuerza, rodeando su cintura con sus fuertes brazos. Que lo follara sin contemplaciones y de
forma brutal. Para después terminar rendidos y abrazados en medio de una gran cama
desecha.
Lo romántico y cursi seguramente salía de ese lado Gryffindor, que para su desgracia tenía.
Casi todo lo malo de su vida venía de Harry Potter. Odiaba ser tan cursi en ocasiones.

Pero también admitía que disfrutaba mucho cuando apoyaba su espalda en el amplio pecho
de Neville y casi le forzaba a abrazarlo, tomando sus manos para que lo rodearan. Y
sucedía, — ya sea porque estaban en un lugar donde había mucho ruido o porque Ian se
hacia el que no escuchaba—que Neville le susurraba al oído con esa voz grave y profunda.
Ian sentía que todo su cuerpo se estremecía y quería voltear un poco su rostro para besarle
de nuevo.

El beso, el primer beso era algo que tenía a Ian muy mal. No podía creer que Neville no
dijera nada de ese momento. De hecho parecía que nunca hubiera sucedido. Pero Ian tenía
la imagen mental y quería sentir de nuevo esos labios. Por eso había planeado seducir a
Neville al precio que fuera. Estaba seguro que una sola vez juntos bastaría para que Neville
Longbottom no quisiera irse nunca más.

Neville lo arrastraba a conocer cada parte turística de Ámsterdam como el Rijksmuseum o


el Museo de van Gogh. Al cual no fue precisamente arrastrado. Ya que se moría por
conocerlo, de hecho estaba en sus planes visitarlo, aunque no de la mano de Neville. Quien
al parecer notó su interés por el Monet: Molinos de viento. Ian también se desgarraba las
vestiduras por conocer la casa de Anna Frank.

El abuelo Remus le había regalado en navidad un libro: el Diario de Anna Frank. Ian se
alucinó con él. Le parecía genial esa analogía que existía entre la Segunda Guerra mundial
y la guerra contra Voldemort por lo tanto decidió saber todo lo que tuviera que ver con ese
evento bélico.

Ian se llenó de ternura cuando Neville insistió en visitar el Hortus Botanicus. El castaño
parecía niño en dulcería. Preguntaba de todo y las plantas como la Wollemia eran un deleite
para él. Ian se prometió a si mismo investigar un poco de todo eso que parecía poner a
Neville de un humor maravilloso.
Las excursiones no se limitaron a la capital de los Países bajos. Esa mañana, Neville había
llamado a su puerta para decirle que harían un viaje rápido a Alemania, con exactitud a
Darmstadt. Ian saltó de la cama para quedar listo en menos de quince minutos. El camino
fue maravilloso entre música y conversaciones tontas. Ian introducía a Neville en el vasto
mundo de la música en donde era un neófito pero extrañamente se mostraba dispuesto a
aprender de todo desde los Beatles hasta todos los covers de varios artistas y series antiguas
con musicales como trama principal.

Darmstadt es una ciudad industrializada con cierto aspecto antiguo. Neville tenía que
atender unos negocios en Merck, una de las farmacéuticas más antiguas y exitosas del
mundo. Ian estaba casi seguro que era algún tipo de contrato millonario por la forma en que
los recibieron a pesar de que él solo vestía unos vaqueros y una camiseta. Una hora
después, Neville lo llevo a conocer gran parte de la ciudad.

Justo en ese momento se encontraban al sur de la ciudad. Frente a ellos estaban las ruinas
de un castillo que con las luces del atardecer llegaba a verse como un lugar tétricamente
romántico. Aun así, a Ian le parecían un montón de torres echas mierda por el paso del
tiempo.

—¿Qué te parece? —Ian suprimió un jadeo cuando percibió el aliento de Neville sobre su
oreja.

—Tétrico —Neville sonrió y apretó más sus brazos alrededor de Ian.

—¿No tienes idea de donde estamos? —Ian negó y también suprimió las ganas que tenía de
frotar su mejilla derecha con la barba de Neville —. ¿Te suena Mary Shelley?

—Claro que me suena —Frankenstein fue la primera novela que leyó. Una tarde sin nada
que hacer en el castillo de Kerry, había entrado a la biblioteca privada de Ryan. Sobre una
de las mesitas descansaba un libro. Ian lo había tomado y en menos de cinco minutos estaba
completamente enganchado.

Su papá había querido quitárselo porque no era una lectura para niños y seguramente le
traería pesadillas. Sin embargo, Ian no se lo permitió y aguanto estoico los momentos de
terror de la novela y cuando no entendía algo, corría con Neville para que se lo explicara.
En más de una ocasión le sacó los colores.

Una noche de invierno Neville llegó a Kerry con unas diez películas en todas ellas figuraba
como personaje principal: Frankenstein. Desde la película con Boris Karloff. Hasta la
infame: The Rocky Horror Picture. Neville no tenía ni idea de que la ultima contenía
escenas no muy aptas para un niño de once años. Confesó que solo había pedido películas
que tuvieran que ver con el monstruo y sin saber, las había comprado todas.

—Estamos en el Castillo Frankenstein —Ian giró su cuerpo entre los brazos de Neville.

—¿Estas de coña? —Neville sonrió y tomó a Ian de la mano para caminar hasta el Castillo.

—Nop, este Castillo fue propiedad de Johann Conrad Dippel. Fue el médico que inspiro a
Mary Shelley para escribir su novela —Ian detuvo la caminata y observó a Neville suspicaz
—. Investigue ¿ok? Aunque no lo creas se usar un ordenador —Ian casi se derrite. Estaba
casi seguro que ni su papá recordaba su pasó por la novela de Mary Shelley.

Caminaron por las ruinas mientras Neville le contaba toda la historia del lugar. Subieron
hasta la torre más alta y se deleitaron con la vista: —No me digas que el Castillo es tuyo
con todo y fantasmas mutilados —Neville soltó una risotada que hizo eco por todo el lugar.

—Claro que no. Esto pega más con los gustos de Ryan. Como veníamos para acá pensé que
te gustaría conocerlo —el Slytherin que dormitaba en Ian despertó de inmediato.

—¿Lo comprarías para mí? —dijo con voz de niño mimado. En esos ojos azules que tanto
amaba pudo ver la sorpresa ante sus palabras.

—Pues… si… bueno ¿lo quieres? —Ian se permitió soltar una carcajada.

—No, no lo quiero. Pero en realidad me lo comprarías ¿verdad?

—Eres un poco insaciable. El Monet y ahora este Castillo.

—¿De verdad crees que soy insaciable? —Ian miró a Neville sugestivamente y con un
gesto de total seducción se mordió el labio inferior.

—Yo… creo que… Debemos regresar —Neville se veía un poco descolocado.


Ian sonreía para sus adentros cuando pensó que Neville había entendido sus movimientos
pero se negó a aceptarlo. El camino de regreso fue muy entretenido. Accidentalmente, Ian
acarició la cara interna de su muslo cuando cambiaba la música. Neville se sonrojo y pidió
perdón como si él hubiera hecho algo muy malo.

Cuando llegaron al hotel, Ryan lo estaba esperando para cenar. Ese día se había encargado
de despedir a la mayoría de las personas que trabajaban en la fábrica que compraron para
luego recontratarlos. Una estrategia muy útil cuando esperas que tus empleados te sean
fieles y que mejor que un jefe magnánimo.

—¿Qué te pareció el viaje Ian?

—Maravillosamente educativo.

—Genial ¿y cuál es el plan para esta noche? —Neville negó fervientemente pero Ryan ni
siquiera lo notó —Creo que podemos salir a divertirnos. No todo es museos, de hecho creo
que mañana deberíamos darnos una vuelta por… —Neville tocio para llamar la atención de
Ryan —¿Qué te pasa a ti?

—Tienes razón Ryan. Hoy deberíamos salir a un buen lugar. Estoy seguro que tú conoces
muchísimos —el brillo en los ojos de Ian era casi triunfal.

—Sí, hay un lugar muy turístico. Casi toda la música es Americana. Así atraen más turistas,
la mayoría jóvenes. Te sentirás en tu ambiente. Puedes llamar a tus amigos y que se unan
contigo ¿no crees? Claro que Neville y yo nos ocuparemos de lo nuestro.

Ian asintió y de inmediato fue a su cuarto para darse una ducha y planear todo con sus
amigos. Neville permaneció callado lo justo pero en cuanto Ian salió se lanzo como
energúmeno contra su amigo.
—¿Qué coño tienes en la cabeza? —Ryan se extrañó.

—¿Por…?

—¿Cómo se te ocurre que llevaremos a Ian a un antro de eso? ¿No recuerdas como lo
encontré la primera vez? Esos lugares están llenos de adolescentes hormonados que se
meten cualquier clase de cosas y son capaces de todo.

Ryan no sabía si reírse o llamar a un médico: —Va con nosotros, reina del drama. Puede
que él baile y se divierta con sus amigos pero nosotros estaremos de perros guardianes. No
pensarás tenerlo encerrado para ti. Digo, es bonito que se divierta viendo la cara de
estúpido que tenías en el Jardín Botánico pero también le gusta la vida de noche.

A regañadientes Neville acepto aunque no le gustaba mucho la idea de ver a Ian rodeado de
un montón de chicos que seguramente estarían sobre él como animales hambrientos. No es
que se sintiera celoso, eso no, era ridículo pensar eso. Él solo era un buen amigo de Ian y se
preocupaba por lo que le pudiera suceder. Por lo tanto estaría muy pendiente de cada
movimiento que realizara.

Neville supo que era un error en cuanto llegaron. Cinco estúpidos ya se habían lanzado
sobre Ian y no era precisamente para invitarle una copa. Cuando llegaron los amigos de Ian,
Neville conoció a Daniel Nott y James Dalton de quien ya sabía casi todo gracias a las
conversaciones telefónicas con Ian.

Después de una copa los chicos se lanzaron a bailar mientras Ryan coqueteaba
descaradamente con una de las chicas del lugar.

—Regreso luego —Neville le gruñó algo mientras le sonreía a Ian que bailaba muy pegado
a Daniel Nott.

Ian le guiño y casi se ríe cuando Neville se sonrojó: —¿Quiénes son los maduritos? —Ian
miró a su amigo y negó.

—Nadie que te importe.


—Vamos, no seas así. El castaño está para comérselo —Ian Malfoy le lanzó una mirada
helada de asesino serial.

—Ni se te ocurra Nott.

—Calma, calma tigre. Todo tuyo, aunque no creo que a tus padres les haga mucha gracia
que te follas a un tío que tiene su edad.

—También fue compañero de tu papi.

—Claro, pero mi papi estaría muy orgulloso si me follara con ese pedazo de… Momento,
es él ¿no? Es tu Señor. ¡¡¡La hostia puta, claro que es él!!! —Ian se preguntó porque tenía
un amigo tan idiota —. Ahora entiendo porque te trae tan estúpido. No me meto para nada;
pero el otro... ¿no puede ser mío?

—Es hetero.

—Todos dicen lo mismo. Pero soy persistente. Ya ves, no pierdo la esperanza de que ese
bombón Ravenclaw caiga en mis colmillos.

—Teddy ha sido muy paciente contigo pero si sigues por ese camino te vas ganar una
buena bronca —Daniel se encogió en hombros con indiferencia.

Mientras pegaban sus cuerpos y seguían bailando, Daniel preguntó: —Y ¿Cuál es el plan
con tu león? —Ian soltó la cadera de Daniel y dirigió una mirada sosegada a la mesa donde
estaba Neville.

—Seducción, querido amigo.

Ian caminó hasta la mesa. Se sentó bebiendo su coctel con tranquilidad. No tenía ni idea de
cómo pero esa noche sería la noche. Solo necesitaba un buen toque de suerte y un poco de
buena fe de parte del Gryffindor. La música cambio, Daniel se le acercó para susurrarle.

—Escuchas: Teenage dream, ¿Cómo podría resultar esto más irónico?

—¿Quieres ver? —Daniel enmarcó una de sus cejas.


—Vamos a bailar —Ian le tendió una mano a Neville. El mai tai de Daniel salió disparado
de su boca.

—¡¡¡¿Qué?!!! ¡¡¡No, no!!! Yo no bailo esas cosas. No es…

Neville ni siquiera pudo terminar la frase cuando ya estaba siendo sujetado por Ian y se
movían al ritmo de algo que nunca había escuchado. Los brazos de Ian terminaron
enredados en el cuello de Neville.

Before you met me

I was alright but things

Were kinda heavy.

You brought me to life

Now every February

You’ll be my Valentine, Valentine.

—¿Y esto es música? No escuchamos nada así en el coche —intencionalmente; Ian frotó su
cadera con la de Neville.

—Es algo nuevo. A Daniel le encanta esta cantante. No tienes idea de las cosas que pasan
por su pervertida cabecita. Él es una loca con el orgullo a flor de piel.

—No sé porque lo dices. Eso de teñir su pelo de rosa chicle y usar protectores con flores
para el Quidditch está de moda —Ian soltó una carcajada que le fascinó a Neville.
En una de sus tantas llamadas nocturnas; Ian le había contado que un amigo llamado Daniel
se había teñido el pelo de rosa y se paseaba por los pasillos pavoneándose mientras le
lanzaba miradas picantes al Profesor Lupin. Neville no dejó de reírse en toda la semana.
Habría pagado un millón de galones por ver la cara de Snape al ver a uno de sus Slytherin
con esas fachas.

Let’s goa ll the way tonight

No regrets, just love

We can dance, until we die.

You and I, we’ll be young forever

You make me feel Like i’m livin’a

Teenage dream

The way you turn me on I can’t sleep

Let’s run away and

Don’t ever look back,

Don’t ever look back.

Las manos de Ian se enredaron en el castaño cabello de Neville mientras le lanzaba miradas
sugestivas que el ex Gryffindor ignoraba porque simplemente no las entendía o porque no
quería entenderlas. Eso le parecía a Ian porque Neville estaba algo incomodo.

Dicho sea de paso; él se encontraba un poco mareado. La cercanía de Neville lo estaba


trastornando al grado de querer mandar su plan directito por el arco del triunfo y lanzarse a
esos labios que le sonreían como si él fuera lo más interesante de todo ese lugar. Además el
aroma de Neville estaba provocando fuertes estragos en Ian.

—¿Te gustaría ser joven por siempre? —la voz de Neville casi incita a Ian. Quería soltar un
jadeo bastante indecente.

—Seré joven por siempre. La edad es algo que se lleva en el alma y no en el cuerpo. Los
abuelos son más grandes que tú y mucho más grades que yo. Y no te imaginas la clase de
cosas que han hecho. Tienen estilo para divertirse —la risa barítona casi hace que Ian se
corra en sus pantalones.

—Cierto, muy cierto.

En el algún punto de la noche, los intentos de seducción se detuvieron porque Ian descubrió
que se la estaba pasando genial con el simple hecho de bailar con Neville. Decidió no
dejarlo ir; incluso se les unió Daniel y después los otros chicos. Para las tres de la mañana
Ian estaba un poco cansado y sorprendido. No había tomado más que dos tragos y se había
divertido como nunca.

Neville se cuido de aparecerlos sin que nadie se diera cuenta. Al llegar, Ian de inmediato
buscó su sillón favorito, se sentó para descalzarse. El ex Gryffindor se sentó frente a él
quitándose la chaqueta. A Ian le hubiera encantado que también se deshiciera de la camisa
pero se conformó con lo que tenia… esta ese momento.

—¿Cansado?

—Algo, aunque no tengo sueño.

—Tengo una poción para el sueño. Te la traeré…

—No, no. Vamos a jugar algo —Neville se dejó caer pesadamente en su sillón de nuevo y
observó a Ian fijamente.
—¿Jugar, que quieres jugar? —preguntó algo inquieto.

—Verdad o reto —Neville se rió de nuevo provocando que la libido de Ian se encendiera.

—No puedes estar hablando en serio.

Ian suprimió la cara de embobado: —Si lo estoy. No es justo que tú sepas todo de mí y yo
nada de ti. Siempre que hablábamos es para que te cuente mis cosas y tú eres para mí, un
gran libro con páginas en blanco.

—Ya soy bastante mayor para esto.

—Vamos, no seas tarado. Estoy seguro que nunca has jugado. No creo que Voldy y sus
camaradas les hubieran dado descanso para esas niñerías —Neville sonrió sin querer.

—Bien —Ian ensanchó su sonrisa —. Anda, dispara.

Ian estaba que no cabía de contento: —Edad en la que te masturbaste por primera vez y
pensando en quien —Neville se sonrojo de inmediato.

—¿Por qué tienes que empezar con algo tan intimó? —la mirada de: Me importa muy poco
tu opinión. Hizo que Neville se recompusiera y contestara —. Fue a los treces pensando en
el Profesor Lupin.

—El abuelo Severus te mataría por eso.

—Confiemos que nadie se lo diga. Nunca, jamás de los jamases.

Ian se encogió en hombros: —Te toca pero pregunta algo que no sepas —Neville frunció el
ceño ¿algo que no supiera? Eso era difícil, conocía casi todo sobre Ian. Aunque tenía una
duda muy grande.

—¿Te gusta Teddy Lupin? —Ian lanzó sus plegarias al cielo ante la pregunta.

—No, para nada. Además de que él es completamente heterosexual y que no me interesa.

La siguiente hora se la pasaron jugando. Diciéndose una que otra cosa que ya sospechaban
y riendo de sus tonterías. En un reto, Ian le pidió a Neville que se quitara la camisa.
Extrañado, el león lo complació.
Cuando el ambiente se puso lo suficientemente relajado, Ian se preparó para preguntar lo
que en realidad quería saber.

—Tu primera vez —Neville se tensó visiblemente.

—Ya te la conté. Fue a los dieciocho casi llegándole a los diecinueve.

En algún punto de la conversación se habían acercado lo suficiente para que la rodilla


izquierda de Ian quedara entre las piernas de Neville. Sus manos rozaban cuando las
apoyaban en la pequeña mesita que estaba a su lado. Ian palomeó una de las piernas de
Neville, llamando su atención.

—Anda, cuéntame detalles —Neville se quería negar pero sabía que era inútil. Cuando Ian
se proponía saber algo, lo conseguía y él, francamente nunca había podido negar nada —
¿Tiene que ver con la guerra? —Ian se había acercado más y acariciaba con ternura la
mejilla izquierda de Neville, sintiendo al tacto su barba.

—No precisamente. Cuando la guerra terminó, la mayoría de nosotros decidió alejarse de


Inglaterra. Mi abuela había muerto y mis padres seguían sin mejoría, así que decidí irme a
Australia. Conocí a Ryan el primer día y nos hicimos amigos —Ian sonrió y detuvo un
poco su caricia. Sabía que Ryan había querido acostarse con Neville para experimentar.
Pero cuando este le dijo de broma que nunca iba abajo; Ryan salió por piernas —. Una
noche me convenció de salir. Fuimos a varios lugares hasta que terminamos en un bar de
mal talante. Había varios chicos disfrutando la variedad, uno de ellos me coqueteo. Yo
estaba lo sufrientemente borracho como para no darme cuenta de nada. Me dijo que si
quería acompañarlo, nos metimos en el baño. Se colocó un preservativo y ahí, sin más
preparación que su saliva, tuve mi primera vez. No fue ni bonita, ni romántica. Ni siquiera
recuerdo su nombre y a pesar de lo que diga, eso me marcó. Por eso no quería que tú
pasaras por algo así. Tal vez no seamos damiselas pero el sexo tiene que disfrutarse. Debes
tenerle confianza a la persona que está contigo.
Ian asintió. Neville tomó la mano que le acariciaba y besó la palma. Era un gesto tan tierno
e íntimo que Ian sintió la necesidad de apoyar su frente en la de Neville. Los ojos azules
estaban enturbiados y un sentimiento de protección se despertó en Ian.

—¿Tu confías en mi? —Neville asintió.

Lo que paso después fue producto de toda esa semana juntos. Ian se lanzó a los labios de
Neville y este sin pensarlo respondió con la misma pasión. Ian saltó al regazo de Neville sin
dejar de besarlo y percibiendo más que nunca ese aroma tan varonil que lo enloquecía.
Nublado por el deseo apremio a Neville para ponerse de pie.

Entre tumbos, llegaron hasta la habitación. Ian lanzó a Neville sobre la cama y luego subió
a horcajadas sobre él. Lo besaba y acariciaba perdido de placer. Se sacó la camiseta para
poder sentir la piel caliente del ex león. Lo siguiente que despareció fueron los pantalones
de ambos. Ian no dejaba acariciar y besar. No quería darle tiempo a Neville para pensar.

Ian sabía que era lo que pasaría y aunque no lo quería así, tomaría eso. Su boca llegó hasta
la erección de Neville y con un hechizo que conocía bastante bien lubrico dos de sus dedos.
Sentir el calor del cuerpo de Neville sobre sus dedos casi lo hace explotar. Cerró los ojos
imaginando que Neville le haría lo mismo con esa polla deliciosa que tenía sujeta con su
mano izquierda.

Sosteniéndose de las caderas, Ian entro en él. No era la primera vez que hacia eso pero
esperaba que el hombre que gemía bajo él fuera el último con el que lo haría. Pero sobre
todo, que se lo haría porque ahora más que nunca, quería ser el todo de Neville
Longbottom.

Las embestidas fueron rápidas y lo más profundas que Ian podía. Besaba el pecho y el
cuello de Neville mientras acariciaba su miembro goteante e hinchado de deseo. Quería que
fuera especial, que lo sintiera especial. Ian tuvo uno de los mejores orgasmos de su corta
vida. No detuvo su mano izquierda hasta que la sintió cubierta de un maravilloso líquido
caliente. El silencio reino la habitación y solo se podía percibir los jadeos de ambos.

—Perdóname Ian —la voz derrotada y quebrada de Neville hicieron que Ian saliera de su
nube post orgásmica y le bajaron la adrenalínica alegría que poseía —. Yo… soy… Lo
siento tanto. Nunca debimos… Soy un monstruo.

Las palabras de Neville provocaron que Ian viera una luz rojo que decía: Peligro, estas a
punto de explotar. Para él, ese había sido el mejor polvo de su vida. Por primera vez no le
había molestado los jadeos y gemidos. El sudor de su cuerpo era sexy y no sucio y sobre
todo, se sentía correcto. Más que correcto, era perfecto. Sin embargo, tenía que venir
Neville y salir con sus tonterías. Seguro un defecto de ser un Gryffindor o una secuela de la
guerra.

Él habría querido que Neville lo tomara de la cintura y lo clavara a la cama. Que le abriera
las piernas y lo follara hasta que no pudiera andar. Para después, exhaustos, Neville lo
envolviera entre sus brazos y durmieran abrazados. Llenos de plenitud. ¿Y que tenía? La
mirada dolida de un león pulgoso.

Molestó, Ian convocó su varita y con un pase los dejó limpios. Sus ojos se cruzaron con los
de Neville que parecían tristes, preocupados y muy culpables. Que ganas de lanzarle un
buen hechizo para que quitara esa cara de violador arrepentido. Violentamente se separó del
cuerpo de Neville y se puso de pie. Le hervía la sangre, quería gritarle a Neville por haberle
fastidiado el mejor polvo de su vida.

—Ian, yo…
El chico cerró los ojos y tensó sus maxilares. No quería escuchar eso por nada del mundo.
Con mucha decisión encaro a Neville con la mirada fría y penetrante.

—No tengo doce años Neville. No soy un niño. Creo que no has notado que soy una
adolescente capaz de saber lo que es bueno o no. Si por tu cabeza pasa que me forzaste a
algo ve deshaciéndote de ese pensamiento.

—Es que yo… soy el adulto aquí. No debí… eres un niño, ¡¡¡joder!!!

—¡¡¡ ¿Estas sordo o algo así?!!! ¡¡¡No soy un niño!!! No lo soy ahora, ni lo era cuando
tenía mi polla dentro de ti, ¿lo captas? —Neville bajó la mirada muy avergonzado.

—Yo…

—¡¡¡NADA!!! Estoy harto, muy harto y voy a hablar ahora. Tenía once años cuando
empezaste a gustarme. Si, era raro, enfermo y muy difícil de comprender pero así era. Me
encantaba pasar horas contigo. Que rieras de mis tonterías y adoraba que me trataras como
tu igual. Y luego, te fuiste, dejaste de ser el protector de mi papá y su amigo para
convertirte en algo mío, solo mío ¿entiendes? Por eso nunca le dije a papá a pasar de que él
sabía que nos comunicábamos. Te quería para mí y empecé a sentir cosas por ti —las
mejillas de Ian se tiñeron de cierto rubor —. Eras un jodido sueño. La primera vez que me
masturbé fue pensado en ti y no me arrepiento de eso. Este viaje lo hice pensando en
olvidarme de ti porque eras inalcanzable. Pero el primer día me salvaste. Has estado
conmigo cada jodido día y yo quería seducirte. Yo ¿me explico? Fui yo y no tú. ¡¡¡Yo!!! —
gritó señalándose —. Antes de que si quiera pase por tu cabeza, te recuerdo que yo nunca te
vi como un padre. Te lo dije y te lo repito, tengo un papá: Draco Malfoy. Él ha sido el
mejor papá del mundo y no tuve necesidad de buscar ninguna figura por ningún lado. Hacer
eso, es como insultar a mi papá. Es menospreciarlo a él y créeme, yo beso el piso por donde
camina.

—Ian…

—¡¡¡No!!! Por si lo olvidas, no soy una virgencita. Me he follado con todo lo que se me ha
cruzado por enfrente en este ultimo año. Y nunca había disfrutado como lo hice hoy. Pero
tenías que salir con estas tonterías maldito león pulgoso. Te gusto, admítelo. No soy un
niño, mírame y dime que no te gusto. Dime que no hay nada de mí que te guste. ¡¡¡Mírame
carajo!!!
Neville clavó sus dolidos ojos azules en Ian. Era cierto, Ian ya no era un niño, sus facciones
eran afiladas y dejaban notar su noble sangre. Tenía una musculatura definida, unas largas y
torneadas piernas. No, en definitiva no era un niño y Neville, muy a su pesar admitía que
había más en lo que sucedió. Porque nunca se había sentido como lo hizo con él. ¿Qué si le
gustaba? Sí, claro. Nadie podía negar que Ian sea un chico maravilloso. Pero ¿Cómo?
¿Cuándo? Y sobre todo ¿se atrevería?

>>>Te gusto, lo veo en tus ojos. Deseaste lo que pasó, lo disfrutaste y yo lo hice. Lo
disfrute porque eras tú. Porque contigo se sentía correcto. No me obligaste, no lo hiciste y
no solo quería esto. Quiero estar contigo, que me hagas tuyo. Sueño con eso desde que
tenía trece años y justo hace un momento me moría por sentirte dentro de mí. Porque…

Ian no termino su frase porque de pronto se encontró rodeado por unos fuertes brazos y
unos labios posesivos cubrieron los suyos. Sí, eso era lo que quería. Buscaba que Neville
reaccionara y matara esa imagen mental de un Ian de doce años y por lo demandante de ese
beso parecía que ya lo estaba entendiendo. Por eso decidió morder el labio inferior de
Neville haciendo que sangrara.

El gemido que soltó Neville fue tan profundo que Ian ya no pudo suprimir ese jadeo que le
provocaba la voz varonil de Longbottom. Fue arrojado a la cama sin mucho cuidado y
gimió de nuevo. En definitiva, le gustaba más esa fase de animal salvaje que la de mojigato
héroe de guerra. Mordió con fuerza el cuello de Neville y clavo sus uñas en la espalda
cuando el Gryffindor lamio sus pezones.

Nunca nadie lo había tenido en una posición tan sumisa y le estaba encantando. Neville
colocó las piernas de Ian sobre sus hombros y empezó a succionar con desesperación el
miembro del Slytherin. Los dedos de Ian se quedaron marcados en los bíceps del
Gryffindor. Gemía con desesperación. Le urgía correrse pero sobre todo, le apremiaba
sentir a Neville dentro de él.

Dos hechizos fueron murmurados por el castaño. Ian se sintió invadido por una humedad y
por el primer dedo de Neville. Era una sensación extraña que se volvió la locura cuando ese
dedo logró llegar hasta donde debía. Un segundo dedo provocó que Ian viera estrellas y
pensara muy seriamente correrse sin llegar al acto principal.

—Estoy listo, bebé. Ya… lo estoy… —no tenía ni idea de donde había salido esa voz tan
necesitada pero le importa un pepino. Quería ser follado ¡¡¡ya!!!

Neville retiró las piernas de Ian de sus hombros. Tragó saliva, tenía la garganta seca de
tanta excitación. Le dolían sus bíceps, el cuello y estaba seguro que su espalda tenía
marcas. Pero todo eso valía la pena, viendo como Ian se retorcía de placer. Lubricó su
erección y respiro profundamente. Haría eso sin dañarlo.

¿Gruesa? Si ¿grande? ¡¡Joder, si!! ¿Perfecta? ¡¡¡Hostia puta, por supuesto!!! Esa polla era el
cielo y se sentía increíble dentro de él. Rasguño los pectorales de Neville dejando unas
marcas rojas tintadas de sangre. La polla de Ian dio un respingo puro placer al ver el torso
de Neville perlado de sudor, con esas marcas. Era suyo y de nadie más. Neville empezó a
embestirlo con un ritmo marcado mientras él lo incitaba a que fuera más rápido. Más
salvaje porque era jodidamente preciso. El ex león pasó sus brazos por la cadera de Ian
pegándolo más. En ese momento el moreno alcanzó a morder la piel de Neville dejando una
nueva marca. Se masturbo frenéticamente hasta que logro correrse con fuerza. Su semen
cubrió el pecho de Neville. Un poco llego hasta la barbilla mojando el vello. Ian lamio esa
pequeña parte y después beso a Neville dándole a probar su esencia. El castaño se corrió
inmediatamente después.

Cayeron rendidos sobre la cama, Neville abrazo fuertemente a Ian y este se dejó guiar. Los
dos terminaron exhaustos y abrazados.

Notas finales:
¿Qué les pareció? Este fic me está costando lo suyo pero no tienen una idea de lo
mucho que me ha gustado escribirlo. Bueno, empecemos con los anuncios:
a) Más que un anuncio, es mi eterno agradecimiento a mi beta luxam9. A todas las
personas que a pesar de todo siguen leyéndome y comentándome.

b) Pensaba terminar el fic en estas semanas; pero el tiempo me está comiendo.


Además de muchas fallas técnicas (por fin mi compu ya decidió enfermarse
permanentemente) Así que por esas razones me veo en la penosa necesidad de
suspender las publicaciones por las siguientes tres semanas. De verdad lo lamento
pero tengo el tiempo muy limitado y no puedo hacer mucho. Como se cruzan las
fiestas no tengo otra opción. Sería terrible de mi parte tener a mi luxam9 corrigiendo
mis capítulos el 24 o 25 de Diciembre. De verdad discúlpenme. Prometo tener listo el
fic para el regreso. Quiero entregarles unos buenos capítulos; dignos de una historia
tan polémica como esta ^^

c) Mañana empieza la publicación de tres capítulos pequeños inspirados en el


universo de Aléjate de mí. Espero que les gusten.

d) El jueves publico el último capítulo de Tu recuerdo. Recuerden que es el último


capítulo de este año.

Un abrazote.
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Capítulo 19 Tomando riesgos. por acm2099
Notas del autor:
Ya saben notas finales ^^

You don’t know about my past, and

I don’t have a future figured out.

And maybe this is going too fast.

And maybe it’s not meant to last.


But what do you say to taking chances?

What do you say to jumping off the edge?

Never knowing if there’s solid ground below

Or hand to hold, or hell top pay.

What do you say?

What do you say?

Observó la inmaculada invitación de papel blanco con unas hermosas letras doradas. Le
encantaban las cosas sencillas pero elegantes, como era el caso. Draco le sonrió a su amiga
Sarah quien se veía radiante.

—Están hermosas Sarah —Hermione sonreía de la misma forma.

La misma noche que Draco perdonó a Harry, Sarah conoció al hombre que ahora quería
desposarla. Richard Sheen fue el hombre del cuerpazo que se ligó Sarah esa noche. Un
empresario galés que no se limitó a pasar esa noche con Sarah. A la mañana siguiente le
envió una docena de orquídeas y una petición para cenar.

Muggle con un hermano mago, Richard Sheen no tuvo problema con meterse en la vida de
Sarah y ganarse la admiración de Draco al ser tan paciente y cariñoso con su amiga.
Después de lo sucedido con Ryan, Sarah merecía un hombre como Richard quien era todo
un caballero. Uno que le propuso matrimonio y que puso a su disposición cada parte de su
ser para hacerle feliz.

—A Richard le encantaron —Draco y Hermione soltaron una gran risotada.

—Claro que le encantaron porque te gustaron a ti. Ese pobre hombre no sabe más que hacer
lo que tú quieres —Lo impensable sucedió: Sarah se sonrojó.

—Vamos corazón, Richard es una maravilla —Hermione le sonrió indulgente.

Draco no sabía en qué parte de esos cinco años Hermione Granger se había vuelto una
verdadera amiga. Tal vez fue en el momento en que se reencontraron y ella le agradeció por
darle una nueva oportunidad a Harry. Granger no solo era brillante como bruja, era una
gran amiga. Lo era hasta para Sarah; en cuanto ellas se conocieron se convirtieron en
amiguitas muégano. Por lo tanto esas reuniones entre los tres eran casi una rutina diaria.
Muchas de ellas, con margaritas, mai tais y mojitos.

—¿Ya se lo dijiste? —Draco observó como Sarah se ponía ligeramente nerviosa.

—Se lo diré primero a Neville y luego… a él.

El tema Ryan aun era un pequeño problema con su amiga. Ni Hermione, ni él sabía a
ciencia cierta si su amiga ya había olvidado ese amor. Desde el compromiso ella le daba
vueltas y no concretaba si decirle o no a sus jefes.

Las llamas de la chimenea fulguraron hasta llegar al verde color que dio pasó a Harry Potter
quien llegaba sonriente con una gran bolsa de pastelillos franceses rellenos de nata y
caramelo. Los favoritos del su rubio.
—Hola.

Caminó hasta Draco y le dio un gran beso en los labios. Sarah admitía que en un principio
odió que su amigo perdonara tan fácilmente a Potter. Sin embargo cuando Draco se
embarazó de nuevo la imagen que tenía de Harry cambió. Trataba a su amigo como si fuera
la posesión más valiosa del mundo. Delegó todas las ocupaciones de su trabajo solo para
estar con Draco.

Los últimos dos meses había dormido una mecedora al lado de su cama solo para no
molestar a Draco. Pero lo que en realidad cautivó a Sarah, era esa mirada de devoción
infinita que le lanzaba al rubio. Todo lo que Draco pedía le era concedido, aguantaba
estoico las palabras hirientes de Ian y ante todo estaba su familia. Su rubio.

Esos pastelillos era una mísera muestra de lo que Harry podía hacer por Draco. Diario
mandaba a uno de sus aurores junior directo a Francia para que comprara esos pastelillos en
el restaurante que le encantaba a su rubio. Un claro caso de nepotismo. Harry Potter solo
utilizaba su poder para satisfacer a Draco Malfoy.

—Recién hechos mi rubio —Draco abrió el paquete con una gran mirada de gula—. Hola
chicas, ¿a qué se debe la reunión? —Hermione le pasó la invitación—. Muchas felicidades
Sarah. Richard debe estar encantado.

—Lo está —Sarah también estaba encantada al ver a su amigo siendo adorado pero jamás
lo diría. Potter aun tenía mucho que satisfacer.

—¿Y Ron? —Draco se puso de pie y sentó a Harry en su lugar para luego caer en sus
piernas. Harry sonrió. Su rubio era perverso… su perverso.

—No debe tardar. Estaba terminando un informe —Harry tomó otro pastelillo para dárselo
a Draco lanzándole miradas cómplices cuando las llamas resplandecieron de nuevo.
Ron Weasley entró al despacho de la Mansión Malfoy retirándose el hollín de la chaqueta.
Levantó su mirada y una gran sonrisa se dibujó en su rostro. Seguramente Lucius Malfoy
estaría revolcándose en los infiernos. Quién diría que el despacho de su opulenta Mansión,
un día estaría ocupada por una sangre sucia, dos traidores a la sangre y con su primogénito
sentado en las pierdas del Niño que vivió. Jodido mestizo suertudo como lo llamaban de
vez en cuando.

Momento… ¿Sentado en sus piernas?

—¿Ustedes no pueden dejar de manosearse? —La mueca de asco era evidente.

—Lo siento Comadreja pero con los años Harry se vuelve más irresistible para mí —Draco
empezó a devorar a Harry. Ron intentó que Hermione se pusiera de pie y se sentara en sus
piernas pero la castaña lo fulminó con su mirada de: Madura.

—Harry, por favor hermano. Podrías dejar de toquetear al hurón cuando estoy presente —
Ron se dejó caer pesadamente en el reposabrazos del sillón donde estaba su mujer.

—Lo siento hermano. Pero es que mi rubio se pone más irresistible cada hora —Draco
sonrió complacido.

—¿En serio? —pregunto mientras una de sus manos acariciaba el pecho de Harry.

—Claro mi rubio —Otro beso pasional entre ellos casi provoca las arcadas en Ron.

—¡¡¡Por favor!!! Hay mujeres presentes.

—A mi no me importa, ¿a ti te importa Granger? —Sarah soltó la pregunta con malicia.

—No, en realidad no —Los ojos de Hermione estaba brillosos.

—Bien, muy bien. ¿Qué coño hacemos todos aquí?


Harry apretó más el cuerpo de su rubio. Se sentía feliz, sabía que toda esa dialéctica entre
Ron y Draco no era más que sana y cariñosa enemistad. Hace años que no se odiaban, casi
podía asegurar que todo lo contrario. Ron admiraba a Draco por haber salido adelante sin
Harry y le tenía un gran cariño por el simple hecho de mostrarse humano. Sin embargo para
que el universo no explotara, seguían teniendo esas peleas infantiles que hacían sonreír a
los que estaban a su lado.

—Las invitaciones del la boda —Sarah le tendió la invitación.

—Me da gusto por ustedes. Cuando le dije a Richard que se animara sabía que serían muy
felices. No por nada hechizamos la Torre de San Esteban.

Ron Weasley tenía muchos defectos. Uno de ellos era que no solía ser muy romántico con
su esposa. Hermione lo sabía de sobra, Ron no tenía ideas geniales con ella. Sin embargo,
era un gran amigo. Un amigo que daba ideas románticas y que luchaba para que esas se
llevaran a cabo. Probablemente pensaba que no tenía por qué tener detalles con su esposa.

Desde que Richard se volvió la pareja oficial de Sarah, se integró a las reuniones de los
viernes. Un ritual que instauró Draco desde que regresó con Harry. En cuanto lo
conocieron, Harry y Ron lo hicieron parte de la familia, tanto que el pelirrojo siempre lo
apoyo para pedirle matrimonio a Sarah.

—Vamos a celebrar ¿Dónde está Richard?

—En Gales. Llega mañana pero claro que podemos festejar. Sirve y sacamos a los mocosos
de esa melancolía —Draco se ensombreció un poco pero Harry le abrazó con más ternura.

—Extrañan a Ian. Ya solo faltan tres semanas para su regreso —El rubio hizo un mueca.
—Espero que regrese con una mejor actitud. Ayer que le llame parecía muy contento pero
en cuanto llega aquí se trasforma en un troll de bosque prohibido.

—Bueno, pues vamos a comer algo ¿no? —Hermione y Sarah se pusieron de pie.

—Los alcanzamos en un momento —Las chicas asintieron. Ron quería decir algo pero
tenía más hambre que ganas de molestar.

Una vez solos, Draco se acurrucó mimoso en el pecho de Harry. Tenía ganas de un
momento tierno porque le pesaba mucho que Ian no quisiera dar su brazo a torcer y sabía
que en algunos momentos su esposo se sentía como una pieza que no encajaba a pesar de
que sus otros dos hijos lo adoraban.

—¿De verdad crees que me veo más irresistible cada hora? —Harry besó el platinado
cabello.

—Claro, irresistible, hermoso. Absolutamente único —Besó el cuello de Harry calmando


sus ansias porque sus amigos los esperaban pero sobre todo porque sus hijos también
estaban afuera—. Te amo mi rubio.

Draco sonrió. Tantos malditos años esperando eso; deseándolo en silencio y sin saber si de
verdad lo quería pero ahora, no había día en que Harry no se lo dijera a cada momento.

—Vamos, la Comadreja estará echando humo —Le dio la mano al moreno quien primero la
besó y luego la tomó firmemente.
*

Sentía la luz del día sobre su piel, abrió los ojos. Miró el cuerpo que se abrazaba a él. Ian
tenía la cara escondida en su pecho. Él lo tenía fuertemente abrazado. Sonrió al notar que la
mano derecha de Ian sostenía sus genitales de manera posesiva. Hasta dormido quería
demostrar de quien era. Levantó un poco su cabeza, su torso estaba lleno de marcas a medio
cicatrizar. Tenía impresos los dientes de Ian en su pectoral. Más que follar parecía que
había luchado con alguna clase de bestia salvaje.

Poco a poco deshizo el abrazo y se movió. Quería darse una ducha y conseguir algo para el
desayuno. Estaba seguro que Ian despertaría con hambre. Al moverse Ian despertó y sus
maravillosos ojos grises le observaron.

—Hola —Ian frotó su rostro en el pecho de Neville.

—Hola bebé —Longbottom sonrió extrañado.

—Es la segunda vez que me dices bebé. ¿No crees que tú deberías ser el bebé? —Ian cerró
sus ojos de nuevo y murmuro:

—Tú eres el que se dejó seducir. El que necesita dirección y cuidado. ¿Quién mejor que yo
para cuidarte?

—Nadie… Voy a darme una ducha y pedir el desayuno para traértelo a la cama.

—Jajaja, muy gracioso. Sabes que odio comer en la cama.

—Sí, lo sé. Solo era una broma, ¿quieres algo en especial? Además de mucho chocolate —
Ian rió.

—Lo que quieras. ¿Tengo que levantarme?


—Para nada. Duerme un poco más, en cuanto esté todo listo te llamo.

Neville se puso de pie, observó a Ian apretujarse en la cama. Eso le provocó una infinita
ternura, unas ganas locas de regresar a la cama y estrecharlo. Sin embargo, se sentía hecho
polvo y un buen baño le regresaría algo de vida que le había robado Ian la noche anterior.
El agua fría relajó sus músculos. Todo el cuerpo le dolía y estaba seguro que tenía marcas
en casi toda su piel. Enrolló una toalla en su cintura y miró el reflejo que le mostraba el
espejo.

—¡¡¡La puta…!!!

Los ojos azules escudriñaron todo. En sus bíceps estaban marcados los dedos de Ian. En
cuello tenía una marca rojiza y purpura. En uno de sus pectorales estaba otra mordida que
parecía un gran cardenal. Largos rasguños pasaban por todo su torso, estaban rojos y
cicatrizados y su espalda tampoco se había salvado de las marcas.

Ian había estado arrebatador y posesivo. Más que una serpiente parecía un felino, un gatito
salvaje. Neville sonrió. Seguramente si le decía gatito terminaba sin cabeza. Solo se vistió
con el pantalón de su pijama. Al salir de la habitación escuchó que llamaban en la puerta
principal. Sin pensar en las marcas de su cuerpo abrió la puerta.

—¡¡¡Wow!!! —Ryan estaba de verdad sorprendido—. No sabía que te iba la zoofilia, ¿con
que clase de animal salvaje follaste? Ayer no te vi con nadie. Bailaste toda la noche con Ian
y sus amigos —Neville se sonrojó y tuvo el impulso tardío de cubrirse. Ryan enarcó una de
sus cejas—. No te follaste a uno de los amigos de Ian, ¿o sí? Sabes muy bien que eso no te
lo perdonaría. Ian te adora y no creo que espere de ti que vayas por sus amigos porque él…
—No me follé a ninguno de sus amigos —Ryan cortó sus ideas—. Pasa, pediré el
desayuno. Ponte cómodo porque la historia es larga.

El primer sorbo al café le supo a gloria, aspiró profundamente. Desde que despertó tenía
unas ganas inmensas de hablar con alguien. No era fácil pensar que se había follado a Ian.
No quería ni imaginarse la cara de Draco cuando lo supiera y Harry… Seguramente Harry
le colocaría los huevos de corbata.

Era extrañó como durante la madrugada jamás pensó en nada de eso. Ni siquiera recordó
los ojos grises de Draco clavados en él con reproche. Se perdió en los brillantes ojos grises
de Ian, en el anhelo que mostraban. Hizo suya la pasión que Ian le profesaba y con gusto
notó que no era un simple polvo para ninguno de los dos. No sabía que era, pero no quería
perder a Ian y esa cálida sensación que tuvo al despertar.

La segunda taza de café fue el testigo mudo de la confesión de Neville. Desde el juego
inocente, hasta el beso que lo encendió todo. Fue un momento vulnerable, donde Neville
esperaba que ese beso no significara un punto sin retorno pero eso era engañarse. Ryan
escuchó como Ian fue quien estuvo arriba la primera vez. Porque Neville le dio la máxima
muestra de confianza y cariño.

Desde aquella fatídica primera vez, nunca nadie lo había tenido en esa posición porque
nunca tuvo esa confianza y necesidad. Neville le contó como Ian se apodero no solo de su
cuerpo. Se hizo de su alma con esa primera vez. Porque lo hizo todo lo especial que debió
ser. Luego el terrible pesar de haberse dejado consumir por la lujuria y como Ian le dio su
cuasi monologo.

Neville sintió de nuevo los ojos grises de Ian frente a él diciéndole que no era un niño. Le
dijo a Ryan como esa pasión se apodero de nuevo de todo su ser. No puedo evitar que las
palabras calaran en todo su cuerpo y esos ojos, esos ojos que le pedían que aceptara la
realidad. Esa que se había empeñado en ocultar durante toda esa semana.
Porque Neville sabía, muy dentro de él, que Ian era más de lo que quería admitir. Porque no
quería ver las miradas sugestivas, ni sentir los gestos de seducción. No, eso no era para él.
Porque Ian no podía ser para él. Pero esos ojos, esos ojos llenos de deseo y anhelo para que
lo tomara. Para que aceptara que podía ser… Que debía ser.

Ian encendió el fuego y Neville solo puedo lanzarse en dirección a esas llamas y tomarlo
entre sus brazos. Darle lo que le pedía porque no quería que Ian sintiera que nada de eso
valía la pena. Ian lo marcó con sus manos, con sus dedos, con sus uñas, el sudor. Como
besos y mordidas. Pero sobre todo con esa chispa de algo que Neville no alcanzaba a
explicarse o no quería aun explicarse.

Ryan permaneció en silencio después de escuchar el relato de la noche de su mejor amigo.


Frente a él estaba un hombre avergonzado pero muy feliz. Un hombre que nunca había
experimentado el amor pero que estaba a un paso de verlo en el cuerpo de un chico de
diecisiete años. ¿Qué podía decir? ¿Qué era un monstruo? Sinceramente, no.

—Y te encantó —No era una pregunta retorica. Ni un comentario malicioso. Era una
confirmación que hacía patente el estado de Neville—. Ni siquiera te molestes en negarlo y
no bajes la mirada. Jamás te había visto tan feliz después de una noche de pasión. Tienes un
brillo en la mirada a pesar de que estas hecho una mierda.

—Yo… fue… intenso. Más que con cualquier otro y nunca… yo… él…

—Ya, ya. Sé que es difícil hermano pero no es un niño. Te lo dijo y es momento de que te
lo creas.

—¿No te molesta?

—¿A mí? ¿Por qué? Evidentemente, Ian deseaba estar contigo y tú estás feliz. Tienes que
darte esa oportunidad, esto pasó por algo ¿no crees? —Neville lo miró extrañado—. Ian ha
sido el único que ha despertado en ti algo más. Solo él lo ha logrado y es por algo no
puedes dejarlo pasar porque esta puede ser tu gran oportunidad.
Neville tenía en claro que no quería lastimar a Ian y que debía darle una oportunidad a eso
que se sentía tan condenadamente bien. La puerta de la recamara se abrió de par en par, Ian
Malfoy salía de ella con solo una bata de seda azul. Ryan recordó haberle regalado esa bata
a Neville en su cumpleaños, claro que nunca pensó que Ian terminaría usándola.

—Hola Ryan —saludó de la manera más natural del mundo. Tal pareciera que Ryan estaba
acostumbrado a verlo salir de la recamara de Neville, solo envuelto en un bata de seda y
con el pelo mojado. Ryan creyó sonrojarse ante el desparpajo mostrado por Ian. Esas
serpientes eran raras—. Hola bebé —Ian se dejó caer en las piernas de Neville robándole la
taza de café en el proceso.

Ryan abrió sus ojos celestes desmesuradamente cuando escuchó el mote y se echó a reír
como loco. Se detuvo cuando sintió la penetrante mirada de Neville sobre él.

—¡¡¡Joder boss, eso fue muy fuerte!!! No pude evitarlo —Ian estaba divertidísimo viendo
como Neville desorbitaba sus ojos y se sonrojaba.

—Creo que tienes que ir a la fábrica ¿no? —La voz de Neville era casi una amenaza.

—Sí, claro. Ya me voy, por la noche paso a darte el informe. Nos vemos Ian —Este le
guiñó. Ryan se detuvo en el lumbral de la puerta—. Nos vemos bebé —Cerró la puerta de
inmediato justo antes de que Neville convocara su varita.

—Al fin solos.

Ian besó a Neville con tranquilidad. Probando sus labios sintiendo la pequeña herida que
dejó la noche anterior. Neville enganchó sus manos a la cintura de Ian colocándolo en
horcajadas sobre él. Acariciaba su espalda sobre la tela de seda, recordando que la piel de
Ian era mucho más suave.
—¿Cómo te sientes? —Neville negó por la ironía. Ian le preguntaba a él justamente eso.
Apoyo su cabeza en el pecho de Ian.

—¿No crees que yo debería preguntarte eso? —Ian negó—. Extraño pero muy contento.

—¿Sigues pensando que me forzaste? —Neville guardó silencio.

—No, claro que no. Pero ahora pienso en lo que dirá tu papá. Me pregunto cuando fue que
empezó todo esto en realidad y me da miedo obtener la respuesta a esa pregunta.

Ian tomó entre sus manos el rostro de Neville y analizo cada facción.

—¿Qué está pasando por esa cabecita de león pulguiento? —Neville intentó esconder la
mirada pero Ian estaba imperturbable, el castaño se preguntó cuantas horas pasaba ese
chico con su abuelo Severus.

—Estabas a mi cuidado —Ian rodó sus ojos exasperado.

—¿En serio Neville? Por favor, no te creerás un pervertido, ¿verdad? En todo caso yo soy
el pervertido. Ciertamente no pensaba en ti de forma perversa cuando tenía once años. Me
encantaba estar contigo. Claro que crecí y después de los trece me la machacaba pensando
en ti. Así que… el perver soy.

Neville le sonrió abiertamente. Coló sus manos por la bata hasta tocar piernas de Ian.

—¿Te la machabas mucho pensando en mi? —Ian empezó a restregarse en él.

—Todas las noches y creo que tienes que resarcirme por eso. No es justo que un angelical
niño como yo tuviera que hacer eso solito.

—¿Sabes que tus padres me van a matar?

—Papá entenderá. Es un Slytherin y me lo debe porque no dije nada por lo de Harry y en


cuanto a él… No me importa lo que piense —Neville detuvo sus caricias.
—Es tu padre Ian. Deberías intentarlo, su vida tampoco fue sencilla.

—No empieces por favor. Un paso a la vez, ¿quieres? Justo ahora no necesito que me
fastidies con cosas de mi casa.

—Esto no fue solo un acostón para mi Ian —El chico sonrió por la innecesaria advertencia.

—Tampoco lo fue para mí. Me quedan tres semanas aquí y me encantaría pasarlas contigo.
Y después….

—Veremos.

—Sí, veremos pero ahora, consiénteme por todo lo que no lo hiciste en estos años.

I just want to start again.

And maybe you could show me how to try.

And maybe you could take me in.

Somewhere underneath your skin?

And I had my heart beaten down.

But I always come back for more, yeah.

There’s nothing like love to pull you up.

When you’re laying down on the floor there.

So talk to me…

Like lovers do.


Yeah walk with me…

Like lovers do.

But what do you say to taking chances?

What do you say to jumping off the edge?

Notas finales:

Bueno este fue el último capítulo. En dos semanas, exactamente el día tres de enero,
tendrán la actualización puntual como siempre.

Las personas que se han tomado el tiempo en regalarme un comentario se merecen


varios adelantos y una explicación.

Como adelantos les digo que:

a) Hay mucho más drama entre Harry, Draco e Ian. Pero también hay mucho amor,
Harry y Draco recuperan el protagonismo que perdieron un poco porque tenía que
contarles la historia de Ian y Neville.

b) Ron descubrirá quien es el informante de su mujer y eso causara un nuevo drama.


¿Nunca se preguntaron porque tardaron tanto en tener familia? Esto sucederá en un
punto muy álgido de la historia.

c) Brian se enterara de la relación de Neville con Ian y causara un problemón.

d) Sarah, Richard y Ryan se reencontraran. Es la primera vez que hago tantos


personajes originales y que tienen una historia tan solidad. Me da mello pero quien
me lee sé que me apoya.
e) Regresa Severus de director. Daniel Nott bailara Single Ladies con leotardo rosa y
todo.

¿Ven porque no podía terminar esto así? Falta mucho.

Espero que me den una oportunidad.

Mil gracias a luxam9 que es un sol de ser humano. Mil gracias a ustedes.

Nos vemos mañana en el último momento de Aléjate.

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Capítulo 20 Hey, alma gemela por acm2099
Notas del autor:
Primero, feliz año. Espero de todo corazón que el 2011 sea un año de pura felicidad,
salud y mucho éxito.
Haciendo un pequeño recuento de la historia, por aquello de que las fiestas nos hayan
afectado demás ^^:

El odiado Harry Potter, logra reconquistar a su rubio. Neville al no encontrar el amor


se aleja de Irlanda, Draco e Ian. Ryan engaña a Sarah y decide viajar con Neville para
poner tierra de por medio. Severus y Remus son felices juntos. Han pasado cinco años,
Ian aun odia a Harry y está enamorado de Neville a quien encuentra en Ámsterdam.
Basta que se crucen para que se encienda el fuego y terminen juntos. Harry y Draco
tiene un par de mellizos que son un torbellino. Así es como los dejamos y ahora, el
capítulo.

Hey, hey, hey

Just in time, I’m so glad you have a one track mind like me you gave my life direction we
can’t deny.

I’m so obsessed my heart is bound to beat right out my untrimmed chest I believe in you,
like a virgin, you’re Madonna and I’m always gonna wanna blow your mind.
Harry enredó sus manos con las de su rubio, giró un poco la cadera y cerró los ojos en
cuanto escuchó el increíble gemido de su pareja. Aferró más el agarre de sus manos, besó la
piel del hombro. Draco empezó a moverse en una haciendo una maravillosa sincronía,
abrumado, Harry dejó caer la cabeza sobre la nuca del rubio.

—Rubio —jadeó.

Llevó las manos entrelazadas hasta la polla del rubio y lo acarició con frenesí mientras se
perdía follándole. Draco alcanzó un maravilloso orgasmo. Mientras Harry se hundió
profundamente en el cuerpo de su pareja. El moreno se derramó abrazando fuertemente el
cuerpo de su rubio.

—Te amo —Harry mordió cariñosamente la mejilla que tenía cerca. Draco se sentía
inmensamente feliz así: Acostado en su cama, con Harry abrazándole de esa forma y
sintiéndole todavía dentro de él.

—Mañana llega Ian.

—Lo sé mi rubio. Esperemos que se sienta mejor que cuando se fue —Ambos sabían que
eso no era posible y muy a su pesar, no podían hacer nada para cambiar eso. Draco siguió
disfrutando de las caricias de Harry por rato más. Se giró un poco apoyando la espalda
sobre la cama. El moreno le miró fijamente y le dio un ligero beso para luego dejarse caer a
su lado. De un pase de varita los vistió a ambos.

—¿Y eso? —Draco apoyó su rostro sobre el pecho del Harry.

—No tardan en llegar nuestros demonios. Te tenemos un regalo —Draco enmarcó una de
sus cejas, estaba a punto de replicar cuando dos torbellinos rubios irrumpieron en la
habitación.
Noah y Violette saltaron a la cama de sus padres y se recostaron en medio de los dos.
Miraron primero a su papá y luego a su padre. La niña hizo una mueca de desagrado total.

—No es justo padre, dijiste que se lo daríamos todos —Noah asintió solemne lanzándole
una mala mirada a su padre.

—¿Darme qué? —Los niños miraron a su papá. Noah regresó su mirada a su padre y luego
saltó hacia él.

—No se lo diste —Le dio un gran beso en la mejilla. Violette, impaciente se acurrucó con
su rubio papá.

—Deja eso Noah, vamos a dárselo padre.

Los ojos verdes de Violette brillaban con suma excitación. Harry tomó su varita y con un
giro apareció un gran cuadro envuelto en papel verde y con un moño plateado.

—¿Qué es? —el rubio miró extrañado a Harry.

—Ábrelo papi —dijo Noah saltando casi sobre su padre.

Draco rasgó el papel que envolvía al regalo y en cuanto vio el cuadro se quedo en shock.
Sus hijos le miraron y luego miraron a su padre, algo preocupados. Violette acarició la
mejilla de su papá Draco en un intento de llamar su atención.

—¿Te molestó el regalo papi? —preguntó temerosa. Draco negó.


—No princesa, para nada. Es… magnifico —los dos niños sonrieron abiertamente.

—La abuela Cissy era preciosa —dijo Noah contemplando el cuadro de su abuela.

—Bien niños, ya le hemos dado el regalo a su papá. Ahora debemos prepararnos para salir.
Mañana llega su hermano y tenemos que hacerle una buena bienvenida —Los niños
hicieron un escándalo y salieron corriendo de la habitación.

Harry observó a su rubio que no dejaba de contemplar el cuadro. Había tenido la idea justo
el día que Noah le preguntó por qué su papi no se parecía nada a los abuelos. El moreno le
contó la verdad y el niño, lejos de sentirse mal, le dijo que quería conocer a su abuela. Cosa
que era imposible porque la mansión antes de ser confiscada había sido saqueada.

Muchos marcos estaban hechos de maderas preciosas, así que fueron robados. Harry tuvo
que recurrir a Remus pero éste sólo tenía fotografías de Narcissa en el colegio. Como
solución, buscó al viejo pintor francés que le había pintado el retrato de Draco y el anciano
obró el milagro.

Harry se acercó al cuerpo del rubio; le abrazó rodeando con sus brazos la cintura y dejando
un cariñoso beso en el cuello de su amor.

—¿Estás bien?

—¿Cómo…?

—El pintor que hizo el tuyo. Los niños querían conocer a tu madre y pensé que a ti también
te gustaría tener algo de ella.

—Pero es que… Es como si… Sus ojos parecen brillaron y tiene esa sonrisa disimulada que
me lanzaba cuando estábamos juntos —Harry apoyó su barbilla en el hombro del rubio y
observó el cuadro.
—Bueno, es que el maestro captura muchas cosas. Sólo tuve que hablar de ella y él, la
dibujo. Lo mismo hice contigo —Draco contemplaba el retrato, perdiéndose en las
facciones que desprendía.

—Gracias —lo dijo con toda sinceridad. Extrañaba a su madre y tener ese retrato mitigaba
un poco el dolor de estar sin ella.

—Vamos, sé lo que ella significaba para ti y aunque yo no era su persona favorita, la


respeto mucho. Fue muy valiente y decidida. Es lo menos que puedo darte —Draco tragó el
nudo que se formaba en sus garganta.

—Te amo…

—Y yo mi rubio.

El cuerpo de Ian bajaba lentamente sobre el miembro de Neville. Éste tenía las manos
sujetas a los reposabrazos con unas cuerdas de seda. Sin embargo la tela no había impedido
que sus muñecas se enrojecieran por la fuerza que les imprima para soltarse. El ritmo del
chico era condenadamente lento y ambos sabían cuál era el motivo de esa tortura.

Ian quería desesperar a Neville a tal grado que terminara destrozando la tela y lo follara sin
contemplaciones. El sonido de la seda desgarrándose le supo a gloria; dejó escarpar un
gemido grave cuando las manos del castaño llegaron a sus nalgas para penetrarle
profundamente. Ian mordió en la clavícula del ex Gryffindor de pura excitación.

Neville, nublado por el deseo, se puso de pie y terminaron sobre la cama. Las piernas de Ian
se enrollaron en su cintura. Embistió con fuerza, con ritmo salvaje, casi animal. El juego de
Ian había sido demasiado excitante como hacerlo de otra forma y los gemidos del chico no
hacían más que ayudarle a perder el control. Abrazó completamente el cuerpo de su chico
mientras le lamia y besaba en el cuello, delatándose con los espasmos.

El moreno sólo necesitó dos brutales embestidas más para correrse con un gutural sonido y
rasgando la piel en la espalda de Neville. Éste se empujó una última vez, derramándose
profundamente dentro de su chico. El ex Gryffindor se apoyó en sus antebrazos para no
dejar caer todo su peso sobre Ian después del épico orgasmo. Escondió su rostro entre
hueco del cuello de Ian, besando esa piel que le era tan única.

Las respiraciones fueron haciéndose normales. Ian disfrutaba los besos que Neville dejaba
sobre su oreja, cuello y clavícula. Suspiró profundamente.

—Mañana me voy —dijo tristemente.

—Lo sé —Neville siguió sus besos por la mandíbula —, te voy a extrañar muchísimo.

—Y yo —el castaño quiso incorporarse pero las piernas de Ian se lo impidieron —. No, aun
no te salgas —Neville le sonrió y hábilmente se movió para quedar recostado en la cama e
Ian quedara sobre él —. Me gustaría poder quedarme contigo.

—A mí también me encantaría pero tú tienes que regresar al colegio y con tus padres —Ian
sonrió.

—Puedo dejar el colegio y vivir contigo —Neville acunó el rostro del chico y le besó con
ternura.

—Tienes que terminar tus estudios ¿ya pensaste en el futuro? —Ian se encogió en hombros.

—No sé; pensé en Pociones, Sanador o algún puesto en el Ministerio —Neville rió. Ian
podía ser tan maduro en algunas cosas y una calamidad en otras.

—Piensa con determinación —Observó los ojos grises brillantes y encontró algo de tristeza
en ellos, quizá la misma que él sentía —. Vamos bright eyes, quita esa tristeza. Sólo será un
mes.

—¿Un mes? —preguntó extrañado.


—Voy a regresar a Irlanda para establecerme definitivamente. Desde ahí será más fácil que
pueda ir y verte en Hogsmeade —Los ojos de Ian resplandecieron. Besó a Neville con
fuerza y desesperación. Se separaron pero se quedaron un buen rato abrazados, envueltos
en el cálido momento.

—¿Qué harás después de que me vaya? —Neville se sorprendió con la pregunta. Se


despabilo un poco, estaba casi dormido.

—Iré a Tokio, luego a Suiza y a Estados Unidos. Tenemos que ver si invertimos en…

—¿Vas a terminar con él? —Neville abrió los ojos de golpe.

—Brian sabe lo que significa en mi vida. Hablaré con él y le diré que ya no podemos seguir
más, que tengo pareja y es sumamente celoso —Ian sonrió triunfal.

Ryan y Neville decidieron acompañar a los chicos al aeropuerto. Ian se encontraba


prácticamente montado en Neville, estaban besándose con desesperación. Daniel, que los
veía con ojos anhelantes, se aclaro la garganta para llamar su atención.

—Bien par de tortolos ya es tiempo de que se separen. Perderemos el vuelo —Ian a


regañadientes desenrollo las piernas que tenía en la cintura de Neville.

—Te llamaré en cuento llegué bebé —El castaño asintió dándole un beso más. James,
Kevin y Owen se acercaron para despedirse.

—Gracias por todo Neville, nos divertimos mucho —En ese mes Neville se había echado a
la bolsa a los cuatro mejores amigos de su chico. Claro que contó con bastante ayuda de
Ryan, a quien los chicos veían como semi dios de la conquista.
—No fue nada Owen —Los chicos abrazaron fraternalmente a Ryan y Neville. Cuando
tocó el turno de Daniel, éste se tardo más de lo socialmente aceptable con Ryan y
prácticamente sobó cada parte del cuerpo que alcanzó. Estaba a punto de abrazar a Neville
cuando fue empujado violetamente por el Slytherin mayor.

—Ni se te ocurra. Ya nos vamos —Ian le dio un último beso a Neville y corrió por el
pasillo para abordar el avión.

Neville Longbottom dejó escapar un suspiro completamente melancólico. Ryan le dio un


afectuoso apretón en el hombro y le sonrió.

—Vamos bebé. Un mes se pasa volando —Neville asintió, ni siquiera se dio cuenta que su
amigo se burlaba del mote —. Anda hombre, tenemos que ir a Tok… —El móvil de Neville
sonó. Cuando revisó quien era, el tiro el móvil a Ryan sobre las manos.

—Contesta tú y dile que no estoy —Ryan frunció el entrecejo pero contestó la llamada.

—Brian… Abordando el avión… Vamos para Tokio… No… En dos semanas creo que
estaremos allá —Cortó la conversación sin esperar a que Brian dijera algo más. Ryan le
arrojó violentamente el móvil a Neville —. Espero que termines con él pronto. Me crispa tu
pretty boy.

—Terminaré todo eso en cuanto lleguemos a Estados Unidos; pero justo ahora no tengo
ánimos para hablar con él —Ryan comprendió que su amigo estaba triste y enamorado de
un chico que se acaba de ir.

—Vamos al andén.

*
Ian llegó a la Mansión Malfoy y se encontró con una gran fiesta de bienvenida donde
estaban: Su tía Hermione con Ron, Rose y Hugo. Tía Sarah con Richard, sus abuelos,
Remus y Severus junto con Teddy —que llevaba el pelo extrañamente negro— y por
supuesto, su papá, hermanos y… Harry.

Noah y Violette corrieron para abrazar a su hermano. Ian se arrodilló y les devolvió el
abrazo. Unos segundos después se separó de ellos para abrazar a su papá con gran fuerza.
La verdad es que le había extrañado.

—Papá —Draco se sintió extrañado. Ian no era tan expresivo, conforme fue creciendo
empezó a perder esas muestras.

—¿Cómo estuvo tu viaje?

—Fantástico —Volvió a abrazarle con mucho cariño. Harry se acercó a su familia junto
con Coñac, que meneaba la cola alegremente.

—Señor —Ian le tendió la mano derecha a su padre. Harry suspiró para sus adentros y
tomó cordialmente la mano de su hijo. Noah y Violette intercambiaron miradas.

Violette, decidida, se acercó a su padre y hermano. Con mirada desafiante dijo:

—Esa no es una bienvenida bonita —Intercaló miradas entre los dos morenos —. Papi
Harry, abre tus brazos —Harry la miró extrañada pero le hizo caso —. Ahora tu hermanito,
acércate a papi Harry… abre tus abrazos y rodéale con ellos —Ian tragó seco. Miró a todos
los presentes. Teddy se burlaba abiertamente de él, estaba a punto de irse cuando observó a
su hermano Noah con ojos brillantes e inocentes y a Violette con su hermoso vestido de
hada y una sonrisita a la que no podía decirle que no.

Resignado y pensando que un abrazo no le hacía daño a nadie, decidió hacerlo. Rodeó a
Harry con sus brazos. Harry, abrumado —nunca había abrazado a su hijo mayor — cerró
sus brazos alrededor de su hijo. El abrazo duro segundos pero las sensaciones que despertó
fueron titánicas.
Ian sentía los fuertes brazos de Harry muy distintos a los de su papá. Extrañamente en su
mente imaginó que quien fuera rodeado por esos brazos se sentiría muy seguro. Había un
aura rara en ese hombre que era su padre. Harry, por otro lado, estaba al borde de las
lágrimas. Nunca imaginó poder abrazar así a su hijo. Ian se aclaró la garganta y se separó
de Harry.

Se giró para saludar a todos los demás sin percatarse de las miradas cómplices de sus
hermanos. Cuando vio a su abuelo Severus, se abrazó a él y le dio un gran beso.

—Mmm creo que el viajecito fue muy bueno ¿verdad? —Severus le susurró.

—Luego te cuento y tú me tienes que contar, como es que eres el nuevo, flamante y
maravilloso director de Hogwarts—Le dio otro beso y siguió saludando. Cuando llegó a
Teddy, éste aun se estaba burlando de él. Ian le dio un buen golpe en el hombre y le sonrió
—. Voy a mi habitación un momento y bajo en seguida para cenar —anunció a todos con
una gran sonrisa. Teddy como no querido la cosa, término acompañándole.

Harry tenía una enorme sonrisa dibujada en el rostro. Observó a su hijo y Teddy entrar en la
casa y se sintió aun más feliz.

—¿Crees que tengan algo? —Preguntó a su rubio.

—No creo amor. A Teddy le van las chicas —Harry negó. Se sentía efervescente.

—Pero nuestro hijo es guapísimo… —Draco rió y besó a su moreno en la frente —.


Vamos, ¿no te gustaría? Teddy es un buen chico y se llevan muy bien.
Draco no le dijo más a Harry. El día que Ian les presentara alguien, esperaba que fuera una
persona que adorara a su hijo y que no lo hiciera sufrir. Porque la verdad era que Ian
Malfoy estaba muy mimado por cada miembro de su familia y no sabía de sufrir. No desde
que regresaron a Europa.

Teddy escuchó paciente las historias tontas del viaje. Conocía a su amigo y había algo más.
Algo que lo tenía de ese inusual buen humor.

—En serio Ian, ¿crees que me conformo con eso? —Ian le sonrió. Se conocían tanto —. Tú
y yo nunca nos hemos mentido, ni tenemos secretos —Ian sintió una punzada de culpa
cruzar por su cuerpo pero supo suprimirla—, además… Te conozco: Tus ojos brillan más,
ese abrazo para mi padrino y… el enorme chupetón justo en tu nuca —Ian se llevó las
manos directamente a la nuca y fue hasta su espejo intentando verse —. Caíste en un truco
tan viejo, ¿qué te tiene tan distraído?

—Bueno… es que… —Ian le sonrió pícaramente —, le encontré en Ámsterdam —Teddy


hizo una mueca muy al estilo Snape.

—¿Qué encontraste? ¿La piedra filosofal? ¿El eslabón perdido de la cadena evolutiva? ¿La
cabeza de Voldemort? —El moreno hizo una mueca de asco —. Dicen que tu padre la tiene
de decorativo. Ya sabes como esos cazadores muggles que cuelgan la cabeza de los
animalitos como trofeo. No sabes la decepción que sentí cuando supe que no era así…

—Teddy… de verdad, me das miedo en ocasiones —el dijo Ian con expresión seria —. Me
encontré a Neville en Ámsterdam —Teddy se dejó caer en la cama como plomo.

—¿Tu Señor estaba en Ámsterdam? ¿Qué jodida posibilidad hay? De verdad que…
¿Follaste con él? ¡¡¡Coño que si lo hiciste!!! Seguramente le saltaste encima cuando lo
viste… Eres… cómo… Tus padres lo van a matar.
—Papá aun no lo sabrá y… Sí… Neville y yo somos pareja —Teddy se rió violentamente.

—¿Cómo puedes ser pareja de un tío que tiene la edad de tus padres? ¿En serio? ¿Aun le
funciona? —Ian le tiró un pisapapeles directamente a la cabeza.

—Evidentemente, papá y Potter aun follan. ¿De verdad quieres escuchar detalles de lo que
sucedió entre Neville y yo? —La mirada cínica de su amigo no le gusto para nada. Ted
guardó silencio unos segundos, luego le sonrió a Ian.

—Me da gusto. Ese Señor es muy importante para ti.

Dos semanas después de darle la bienvenida a Ian, Draco estaba tranquilamente revisando
unos papeles. Se sentía muy bien por la actitud de su hijo mayor. Por las mañanas se la
pasaba en casa, jugando con sus hermanos o ayudando en una que otra cosa de sus
negocios. Comía junto con su familia —aunque evitaba tener mucho contacto con Harry—,
y por lo menos ya no perjudicaba sus hermanos con ese odio irracional que sentía por su
padre.

Las llamas de la chimenea fulguraron y la gran figura de un muy cabreando Severus Snape
emergió de ella.

—Quiero hablar con Sarah —Draco se extrañó completamente.

—¿Por qué? —Severus suspiró indignado.

—Las plantas de todos los cursos están marchitándose y quiero al experto en esto —Como
Draco no parecía entender, Severus decidió explicarle —. Las plantas que los chicos usan
en Herbología se marchitan ¿comprendes?
—Aun no empieza el curso padrino, no…

—Está burbuja de plena felicidad que te ha creado Potter afecta tu percepción. Me


nombraron director con muchas vacilaciones. ¿Crees que les gusta tener a un Mortífago
como Director de Hogwarts? Están esperando a que cometa un error, por mínimo que sea,
para sustituirme.

—Y ese error seria no poder cuidar ni tu invernadero —Severus asintió. Draco envió un
mensaje y segundos después Sarah llegó a su despacho.

—¿Qué es lo urgente?

—Lo urgente es que las plantas que les compré para Hogwarts se están marchitando —
Sarah frunció el ceño —. Necesito que el experto las vea.

—Bien, enviaré al mejor para eso —Severus sonrió y negó.

—No me entendió Señorita Neal. Quiero al dueño del circo… Al dueño… Al Señor…

Sarah lo miró durante unos segundos, estaba a punto de hablar cuando Draco se le adelantó:
—¿Quieres que Neville vaya a Escocia por eso?

—Él es el mejor… el experto ¿no? Pues él es quien debe venir. Se lo debe a la institución,
se lo debe a Minerva que le dio su primera oportunidad y se lo debe a los chicos que
confían en Hogwarts —Sarah sonrió levemente.

—Señor, estuve en Slytherin y esos chantajes sentimentales no funcionan conmigo.

—Pero con él sí. Así que llámale y dile que su alma mater le necesita; lo espero mañana —
La chica iba a objetar —. Ni siquiera lo intentes. Longbottom en un hombre
asquerosamente rico, debe tener muchos medios para llegar mañana por la mañana —
Severus desapareció dejando completamente anonadada a Sarah.

—Tu padrino es de armas tomar, cariño. Ni siquiera me dejó decir nada; debo llamar a
Neville —Draco asintió, esperando que Neville sólo pisara los terrenos de Hogwarts porque
si Harry se enteraba de su llegada…

*
Ryan observaba como cambiaba el rostro de su amigo mientras tenía una acalorada
discusión por teléfono. Estaban en el aeropuerto, esperando a que su avión privado
estuviera listo. A Sarah siempre se le hizo buena idea tener un avión, era más rápido que
todos esos trámites burocráticos para un traslador. Cuando Neville colgó, Ryan supo que se
avecinaban malas noticias.

—Las plantas de Hogwarts también están infectadas. El Profesor Snape quiere que me
encargue de todo —Ryan le lanzó una mirada picara.

—Buen pretexto para ir por Ian, ¿no? —Neville negó seriamente.

—No pienso ir a casa de Draco y Harry. Además, sabes que esto es urgente. Nuestra
reputación en el mundo mágico está en juego —Ryan le concedió la razón.

—Bien, tú te vas a Escocia y yo a Estados Unidos ¿Qué te parece? — Neville asintió.

—Pero no quiero que le digas a Brian una sola palabra de Ian. Tengo que hablar con él en
persona. Sea como sea, Brian se merece respeto —Ryan se encogió en hombros.

—Como digas Boss.

Severus observaba los terrenos de Hogwarts desde el ventanal de la dirección. Estaba


esperando al inútil de Longbottom y… Esperando que esa imbécil revienta-calderos
pudiera detener el desastre. Sus detractores —que no eran pocos —, esperaban que fallara.
Pero no, él sería el mejor director de Hogwarts y para eso todo tenía que ser perfecto. De
imaginarse el hazmerreir que sería —al saberse que no podía ni cuidar unas simples platitas
—, se sentía enfermo.
Los brazos de Remus rodearon su cintura. Severus suspiró, dejó que su cuerpo descansara
sobre el pecho del ex merodeador. Remus, empezó a restregarse juguetonamente detrás de
él. Buscaba colar sus manos por la túnica negra, Severus cerró los ojos cuando por fin lo
consiguió tocar su piel y sintió los besos húmedos en su cuello.

—Dijo que vendría, no te preocupes. Mejor vamos a estrenar el escritorio ¿Qué te parece?
—Severus negó con los ojos cerrados aun.

—No podemos —Remus movió las manos hasta lograr llegar al semi erecto miembro de
Severus.

—¿Seguro? —Acariciaba lánguidamente la erección mientras lamia la nuca y seguía


restregándose en Severus, éste negó enérgicamente —. Bien —pero Remus no retiró las
manos de su tarea. El nuevo director se estremecía con las caricias. Con esa mano yendo
de la base hasta el glande y de la otra mano acunando sus testículos. Minutos después se
vino con un terrible grito que fue un gran descanso para su sistema.

—Eso fue… —Remus se apoderó de su boca en un beso completamente demandante. Sin


dejar de besarlo Remus limpió su desastre. Un “plop” interrumpió el beso.

—Señor director, el hombre que esperaba ya está en el castillo. Quería ir directamente a los
invernaderos Señor; pero no se lo permití —En ocasiones, Severus adoraba a los elfos
domésticos de Hogwarts.

Unos minutos después, Severus y Remus observaban como Neville analizaba cada una de
las plantas y les lanzaba alguna clase se hechizo raro. Les bañaba con sustancias y fruncía
el ceño. Tuvieron que esperar una hora para que Neville Longbottom emitiera un juicio.

—Necesito ir a las mazmorras y preparar una poción —Severus casi se muera de la risa
cuando escuchó a Longbottom decir eso. Sin embargo un manotazo de Remus le distrajo —
. Todo tiene remedio.
—Bien Neville, vamos a las mazmorras.

Severus aceptaba que Longbottom parecía profesional. De hecho no le intimidaba para


nada que Remus y él estuvieran viéndole trabajar. Aunque no lo quisiera decir, entendía
porque Ian estaba tan colado con ese hombre. Los años le habían sentado bien e incluso
parecía brillar. No se veía nada tenso como años atrás que estuvo en su casa.

Ya entrada la noche Neville termino la poción que necesitaba.

—Listo, este es el antídoto para la plaga. Escocia tiene un clima muy húmedo y eso ayuda a
fomentar cada plaga. Espero que esto no le haya ocasionado problemas Profesor —Severus
lo fulminó, estaba a punto de decir una lindura pero se contuvo.

—Severus y yo te agradecemos que dejarás todo para venir aquí. Estamos a dos semanas de
empezar el curso y esperamos que todo sea perfecto —Neville asintió cortésmente.
Esperaba salir de ahí para tomar el traslador a su departamento y luego su avión para
Estados Unidos. Le urgía terminar con Brian antes de que Ian regresara a Hogwarts —. Y
como agradecimiento, nos encantaría invitarte a cenar a la Mansión Malfoy.

Neville se ahogó con su propia saliva cuando su ex Profesor dijo eso. Tosiendo para
recuperarse, balbuceó: —No… —Se aclaró la garganta —, no creo que sea buena idea.
Aunque tengo muchas ganas de saludar a Ian —Se volvió a aclarar la garganta y
nerviosamente le escondió la vista al profesor Snape —, y a Draco… No creo que a Harry
le haga muy feliz verme en su casa.

—Tonterías —dijo Remus para sorpresa de Neville y de Severus —. Harry mismo me pidió
que te invitara — A Neville se le cayó el alma a los pies. Severus miró a Remus buscando
respuestas; eso debía ser una vil mentira —. Él sabe la alta estima en la que te tiene Ian y
quiere agradecerte todo lo que hiciste por Draco y su hijo. Vamos, que quiere limar
asperezas y darle una gran sorpresa a su hijo ¿Qué dices?

—Yo… —Neville miró al profesor Snape esperando que dijera algo. Que negara la
invitación o que lo hechizara por lo menos.
Lo que Neville no sabía era que a Severus estaba la mar de divertido con esa nueva
muestra de exagerado amor paternal. Harry había hecho muchas cosas por ganarse el cariño
de Ian. Cada una más desmedida que la otra, haciendo de Ian un chico mimado. Pero ésta
era descomunal; llevar a Neville Longbottom a su casa sólo para que Ian lo viera…

No cabía duda de que el ex Niño que vivió estaba desesperado.

—Vamos Longbottom. Potter quiere fumar la pipa de la paz contigo —Neville le pidió a
los dioses por su cabeza.

—Está b…

—Perfecto —Remus ni siquiera dejó que terminara de hablar. Lo tomó del brazo para
empujarlo hasta el despacho de Severus.

Cuando Draco vio aparecer a Neville acompañado de su padrino y Remus casi se cae
desmayado de la impresión. Sin embargo, su temple Malfoy le impidió hacer semejante
ridículo.

—Hola Draco, traemos al invitado de Harry —El rubio observó a Remus, luego a su
padrino y por último a Neville. La verdad es que no podía evitar sentir un enorme cariño
por él. Casi como un cariño de hermano, o algo así.

—Neville… —Dejándose arrastrar por el cariño y olvidando un poco de las ganas que tenía
de matar a Harry, abrazó al castaño con un profundo cariño. Neville lo estrechó entre sus
brazos, sonriendo y alegrándose de corazón al verlo tan feliz.
—Te ves espectacular —le dijo al oído —. Me da gusto que te haga tan feliz.

Unas risas infantiles se oyeron. Draco se separó de Neville y tomó las manos de sus hijos
que estaban entrando a la sala. Noah miró al hombre de pelo castaño y le sonrió
tímidamente. Violette, lo analizó determinadamente y no supo si sonreírle o no.

—Ellos son los mellizos Potter-Malfoy —Neville le sonrió a los niños y al orgulloso papá.
Noah le tendió la mano muy formal y Violette siguió mirándole —. Él es uno de mis
mejores amigos, Neville Longbottom.

—Llegamos fami… —Ian se detuvo en seco. No podía ser… de hecho pensaba que eran
tantas sus ganas de verle que estaba empezando a alucinar con él.

—Y ya conoces al mayor de mis hijos —Neville tragó grueso mirando fijamente a su chico.
Se veía tan jodidamente hermoso. Una punzada de celos hizo trazo por todo su cuerpo
cuando vio al otro chico a su lado. Supuso que era Teddy Lupin.

Ian, ignorando a su amigo, hermanos, papá y abuelos, se lanzó directamente a los abrazos
de Neville fundiéndose en un abrazo necesitado. Para nadie pasó desapercibido ese
momento, ni siquiera para sus hermanos. Menos para Violette que terminó por decidirse,
ese hombre le cayó muy mal porque le robaba la atención de Ian.

—Bien… —Teddy se aclaró la garganta. Ian agradeció mentalmente el llamado de


atención, estaba a punto de pegarle tremendo morreo a Neville. Éste, sin embargo casi
gruñe por el atrevimiento. Ian prácticamente se enredó en el brazo izquierdo de Neville —
Él es Teddy —El chico le tendió la mano. Neville se la tomó con más fuerza de la
necesaria.

—Señor, un gusto.
—Igual, Ian me hablo mucho de ti —Neville casi se patea mentalmente cuando dijo eso.

Draco de inmediato le preguntó:—¿Te hablo de él? ¿Cuándo? —El castaño negó,


intentando buscar una explicación. Ian fue más rápido.

—En Ámsterdam —Los ojos grises de su papá fulguraron —. Neville y yo nos


encontramos en Ámsterdam… un momento… él iba de viaje de…

—Negocios.

—Ya —dijo el rubio pero Ian sabía que tenía la mirada de que no se tragaba la píldora ni
por un millón de años —. Bueno, vayamos al comedor —Ian soltó a Neville cuando
Violette prácticamente se arrojó a sus brazos. Draco aprovechó eso para sujetar a Neville
—. No tengo cinco años Neville. Tú y yo tenemos que hablar sobre donde encontraste a mi
hijo.

—Yo…

—Después de cenar.

Draco no entró de inmediato al comedor, primero paso por la cocina para ver cómo iban los
elfos. Sully por lo regular se encargaba de todo muy bien pero él siempre quería supervisar.
Entrado a la cocina vio a Harry espiando por la puerta que daba al comedor. Se acercó a él
y le dio una buena patada en el trasero.

—¡¡¡Que…!!!

—¿Dime por qué coño invitaste a Neville sin consultarme?

—Perdón mi rubio. Nunca pensé que te molestaría; es que… Remus me llamó, diciéndome
que vendría por unas horas y pensé que a Ian le encantaría.

—¿Sin avisarme? Harry esto es demasiado. Odias a Neville —Harry negó.

—No lo odio. Yo me quedé con el chico guapo —El moreno abrazó al ex Slytherin y le dio
un apasionado beso —. ¿Me perdonas? —Draco le dio otro beso como única respuesta.

—Bien, vamos a que saludes y te ganes el cariño de tu hijo.


Harry y Draco salieron de la cocina tomados de las manos. Neville se puso de pie, nervioso,
sin embargo Harry se acercó a él y le tendió la mano honestamente. El castaño se la tomó,
intercambiaron miradas y luego Harry se sentó en su lugar de la mesa. Muda muestra de
que él era uno de los patriarcas de esa familia. Ian buscó la mano de Neville por debajo de
la mesa, después del encuentro.

La cena fue tranquila. Remus y Teddy ponían mucho para que las conversaciones fluyeran.
A Severus no se le escapaban las miradas que se daban Ian y Neville. Cuando habló con su
nieto, éste sólo le había dicho que estaba enamorado y que era correspondido. Severus
supuso que era alguna tontería pero al ver a Longbottom se dio cuenta que eso ya no se
podía calificar como tontería. Sólo esperaba que Potter no matara a Longbottom en cuanto
se enterara.

—Bueno niños despídanse, tienen que irse a la cama —Noah y Violette hicieron mala cara
ante las palabras de su padre —. Anden, vayan con Sully.

—Antes despídanse —Los niños besaron a sus abuelos, padres, a Teddy e Ian. Noah le dio
un educado apretón de manos a Neville pero Violette ni siquiera se molestó —. Princesa,
despídete del Señor Longbottom —dijo Draco.

—Señor —dijo de mala gana la niña, lanzándole un beso a su hermano Ian.

Draco ya no tuvo oportunidad de hablar con Neville a solas porque Harry los llevó a su
pequeño salón privado para mostrarles el cuadro de su madre y para colmo, Ian no dejaba a
Neville ni un segundo. Cuando Severus anunció que era hora de irse, Draco y Harry les
acompañaron a la chimenea.

Ian sólo vio salir a los demás y de inmediato se lanzó a los labios de Neville.
—Espera, esp… —Neville intentaba detenerlo pero Ian estaba arrebatador —. Tus padres
pue… —Ian atrapó el labio inferior del castaño y le dio un lametón.

—Tardarán un poco. Papá discutirá con el abuelo Severus. El abuelo Remus intentara
detenerlos y Teddy hará algún tipo de comentario tonto.

Ian se sentó a horcajadas sobre Neville y siguió besándole. El ex Gryffindor intentaba


contenerse pero estaba al límite. Extrañaba mucho a Ian, así que hizo a un lado su pudor y
llevó sus manos hasta la cintura del chico. Lo giró un poco para que Ian quedara recostado
sobre el sofá mientras se devoraban en un beso con pasión sorprendente. Ni siquiera
escucharon los pasos que se aceraban.

Todo se detuvo en el momento en el que Neville fue separado violentamente del cuerpo de
Ian. Recibió tremendo derechazo que lo dejó viendo estrellas.

—¡¡¡ ¿Cómo te atreves a tocar a mi hijo, tú, pedazo de mierda?!!! —Ian se incorporó de
inmediato. Harry estaba levantando a Neville de la camisa y le dio otro golpe directo en
cara.

—¡¡¡Para!!! —Harry fulminó a su hijo.

—¡¡¡ ¿Qué paré?!!! ¡¡¡Éste hijo de perra te estaba…!!! —Harry levantó de Neville de nuevo
y preparaba el siguiente golpe.

—¡¡¡No, él es mi pareja!!! ¿Entiendes? ¡¡¡Yo quería!!! —Potter se alejó de Neville como si


quemara. Sacó su varita y le apuntó.

—Vete a tu habitación —fue lo único que dijo Harry. Ian pasó saliva con dificultad. En
cinco años de conocer a Harry Potter jamás lo había visto así. Irradiaba poder, la magia
parecía resplandecer en él. En pocas palabras se veía imponente —. Te dije que te fueras a
tu habitación —Era una orden. Ian por primera vez en cinco años recibió una orden de
Harry Potter… por primera vez en cinco años… lo obedeció.
Neville empezó a recuperar coordinación después de los tremendos golpes. Se puso de pie;
estaba sangrando por la nariz y la boca. Sujetó su varita con fuerza, no atacaría a Harry;
pero eso no significaba que no fuera a defenderse. Aunque algo le decía que no tendría
mucha oportunidad contra el héroe del mundo mágico sumamente cabreado.

Harry levantó la varita y en ese justo momento Draco entró al salón.

—Harry. ¿Qué diablos haces?

—Éste hijo de perra estaba morreandose a nuestro hijo. ¿Qué crees que estoy haciendo,
cariño? —Draco miró a Neville y luego a Harry de nuevo. Caminó hasta ponerse frente al
moreno, tomándole de la muñeca.

—Baja la varita —Harry lo miró sin atender.

—¿No me oíste? No pienso hacerlo, soy el Jefe de los aurores y puedo matar a alguien una
vez al año.

—Tu hijo quiere a Neville y si algo le pasa jamás te lo perdonará —Harry se perdió un
segundo en los hermosos ojos grises. Luego vio a Neville y con pesadez bajo la varita.

—Yo… —Neville no sabía si disculparse o dar las gracias.

—Ahora no Neville —dijo Draco —. Mañana te esperamos para cenar pero esta vez como
la pareja de mi hijo. Sully —la elfina apareció de inmediato —. Lleva al Señor Longbottom
hasta la chimenea —Neville quiso decir algo más pero prefirió no tentar a su suerte.

En cuanto Neville salió del salón, Draco arrastró a Harry hasta uno de los sillones
individuales y se sentó en sus piernas. Acariciando el negro cabello y el pecho.

—Ni te creas que con mimos y cariños arreglarás esto. Debiste dejar que cruciara al infeliz.

—Harry, le has consentido todo a Ian y ahora no puedes negarte a esto que es algo que
quiere. Algo que es muy importante para él —El moreno se molestó ante las palabras.
—¿Muy importante? ¿Qué coño dices? Esto es una tontería. Ese perro tiene nuestra edad.
Ian es un niño y él es… un… pervertido. Y ¿tú como es qué?

—Ian no me engaña. Ha tenido contacto con Neville desde que se fue del país y bastaba
con verles hoy. ¿Te dijo que son pareja? —Harry asintió de muy malas pulgas.

—¿Y ya? ¿Eso es todo para ti? ¿Te quedas la mar de tranquilo?

—Lo hecho, hecho está. Ya pasaron un mes junto en Ámsterdam.

—¡¡¡ ¿Qué!!! ¿Y hasta ahorita me lo dices? —Harry estaba más que cabreado en ese
momento pero una idea cruzo en su mente —. Claro, tú no dices nada porque crees que
Neville es un buen hombre. ¡¡¡Ja!!! Jodida mierda.

—Lo es.

—Lo es… Sí, sí —ironizó Harry —. Puede ser que vea a mi hijo como un sustituto tuyo.
Por si lo olvidas, ese hijo de perra tuvo tu polla en su boca. La boca que hoy se estaba
devorando a mi hijo ¿Cómo quieres que me quede después de eso?

—Harry…

—Claro; pero tú crees que él es algo así como el hombre perfecto. ¡¡¡Menuda mierda!!! —
Harry hervía de coraje.Draco enredo sus manos en el cuello de Harry y le plantó un gran
beso.

—Dale una oportunidad.

—Le va a romper el corazón —Draco intentó replicar pero Harry continuó —. No, no lo
digo porque tenga nuestra edad, ni porque haya sido tu pareja. Lo digo porque él participó
en la guerra y créeme, nadie que haya participado en esa guerra puede considerarse una
persona mentalmente equilibrada. Y detrás de toda esa fachada de hombre bueno,
respetable y noble, Longbottom escode algo que dañará a mi hijo y cuando eso suceda, por
fin podré decir una frase que nunca pensé decirte: Te lo dije.

—Harry…

—No, a mi no tienes que conversarme. Mejor ¿Por qué no investigas cuando fue que
empezó toda esta mierda?

—Bien, hablaré con Ian —Harry le dio un beso y se puso de pie.

—Te amo mi rubio.


Hey soul sister ain’t mister miste on the radio, stereo.

The way you move ain’t fair, you know

Hey soul sister i don’t wanna miss a single thing you do tonight.

Notas finales:
¿Qué tal? Mil gracias a mi beta, luxam9 y gracias a ustedes por esperarme. Comparto
con ustedes mis propósitos para este año en el mundo Slashero ^^:

a) Terminar dignamente con: Tu recuerdo y yo.

b) Tener listo mi fic para el BB antes de febrero y hacerlo lo más apegado al canon
que pueda. Bueno, tomando en cuenta que las parejas serán Harry/Draco y
Neville/James III.

c) Escribir un Kurtofsky. Lo que me lleva a confesar que tengo una nueva obsesión:
Max Adler. Es un pedazo de actor y además se parece a mi novio ^^.

Desde que vi el capítulo de Never been kissed he querido escribir algo de Glee, con
mi amado Kurt y esa sensación que me provoco su encuentro con Karofsky, así
que… Intentaré darme tiempo para ese fic.

Recuerden que publico los lunes y jueves. Nos vemos el jueves, entonces ^^.

Un abrazote para mí querida Dark.


PD: Olvidaba la canción de este capítulo: Hey, soul sister, la versión de Glee. Les dejó
el link.

http://www.youtube.com/watch?v=nlE-wta-oDs

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Capítulo 21 Usted no sabe por acm2099
Notas del autor:

Capítulo editado. Lamento que lo tuvieran que leer cn esos problamas de edición.

Harry había escuchado, estoico cada parte de la relación entre su hijo y el idiota de
Longbottom. Desde las comunicaciones clandestinas, hasta el apasionado encuentro en la
capital de los Países bajos. Todo de labios de su rubio.

Después de las palabras de Draco, Harry guardó silencio y analizó cada parte de la historia.
Intentaba no olvidar nada de esa conversación. Se dejó caer en la cama, sintió como el
rubio se enredaba en su cuerpo y suspiró.

—Bien —Abrazó a Draco—. Creo que esto es todo.

—¿Todo?

—Sí, hay situaciones en la vida que tienen puntos máximos y esta es una de ellas. Durante
años he intentado acercarme a mi hijo. Le he consentido todo pero esto va más allá de una
simple guitarra. Conceder esto es llegar al punto más alto y eso quiere decir que ya no hay
más. Por lo tanto, si esto no funciona, nada lo hará y entonces ya no importara… Porque
seré el padre que debo ser.

—Harry…

—No estoy molesto, tal vez decepcionado de mí. He sido un pelele en manos de mi hijo y
me equivoqué al darle todo lo que quería. Ahora con esto no puedo negarme. Sin
embargo… no quiero que le rompan el corazón.

—Neville no lo hará.
El sonido de alguien llamando a la puerta le sacó de sus pensamientos. Giró su silla y
apartó de su ser ese sentimiento de fracaso como padre que le perseguía desde su
reencuentro con Ian y esos fieros ojos grises. Se sentía tan lejos de ese primer abrazo.

—Pase.

—Jefe Potter, el auror Jonas está aquí.

—Hazlo pasar Mercedes —La puerta se cerró y de inmediato se abrió de nuevo—. Siéntese
Jonas.

—Jefe…

—Lo que sucedió fue lamentable. Su compañero casi pierde la vida.

—Fue un… —El hombre bajó la mirada.

—Error de tu parte Jonas. Lo sé, estabas distraído y eso casi provoca la muerte de tu
compañero —El joven auror asintió—. No puedes permitir que tus problemas personales
arruinen tu trabajo. Por eso… quedas suspendido durante dos semanas sin goce de sueldo y
cuando regreses serás puesto a prueba —Jonas no daba crédito a las palabras de su jefe.

—Señor por favor, no…

—Mira, debí correrte. Pero creo que tienes potencial solo debes apartar de tu mente eso que
te perturba. Todos tenemos problemas, yo los tuve y muy serios.

—No lo creo señor. Usted es…

—¿Una especie de súper hombre? —Harry estaba a punto de reír—. Soy un simple ser
humano Jonas. Uno con una vida terrible y muchos errores que resarcir. Anda, esto no es el
fin del mundo. Ve a tu casa, tal vez resuelvas tus problemas y si no…

—Encontrare una forma de apartarlos —Harry le sonrió. Ese era un buen chico y esperaba
que pudiera dejar su problema.
Jonas iba saliendo cuando chocó con Ron, Harry lo había estado esperando a primeras
horas del día. Así que esperaba no tardar mucho tenía algo muy importante que hacer. Ron
se sentó frente a Harry.

—¿Cómo sigue Chris? —Tres días atrás Jonas había provocado una explosión en un
laboratorio clandestino de pociones. Chris Snake, un auror de intercambio, sufrió
quemaduras y estaba inconsciente.

—Recuperó la conciencia y las quemaduras van mejorando.

—Pobre Jonas. Imagino que le diste tremenda reprimenda —Harry guardó silencio y
empezó a revisar unos papeles—. Me sorprende como puedes ser tan diferente.

—¿A qué te refieres? —preguntó Harry algo mosqueado.

—A que aquí eres un león, un líder fiero, decidido, respetado y en tu casa pareces un tierno
gatito que salta a las órdenes del hurón desteñido —Harry estaba a punto de mandarlo a la
mierda cuando Ron sonrió—. No me malinterpretes hermano. Me da gusto verte feliz con
tu rubio, sólo que quien te conoce aquí no daría crédito a lo que eres en casa… es como si
fueras un león pero… rosa.

En otros tiempos Harry se hubiera enojado con Ron pero sabía que sus palabras no eran
malintencionadas. Solo era la forma de explicar ese cambio tan brusco que tenía en casa.
Hasta él admitía que se pasaba con sus hijos y el rubio.

—Estúpido —Los dos sonrieron. Hubo un silencio y Harry supo que estaba por suceder.
Los gestos de su mejor amigo, la mirada, ese nerviosismo.

—Y… ¿Cómo estás? —Ahí estaba la pregunta. Jodido rubio.

—No me digas, Draco se lo dijo a Hermione, ella te lo dijo a ti y tú esperabas verme


destruyendo todo el Ministerio.

—Algo así… —Su amigo quería respuestas. Lo sabía, así que no tenía de otra.
—¿Cómo estarías tú si un ex de Hermione estuviera con Rose? —Ron se estremeció y la
punta de sus orejas enrojecieron.

—No lo digas ni de broma hermano. Eso sería el infierno para mí, no puedo creer que tú
estés tan tranquilo.

—¿Quién dice que estoy tranquilo? Draco tiene razón, ya le he consentido mucho a Ian,
como para no permitir algo que realmente quiere. Sin embargo…

—Jefe Potter, ya detuvieron al infractor y lo tienen en la sala de interrogatorios norte —


Ron miró extrañado a Harry y este solo esbozó una sonrisilla.

—Gracias Mercedes.

Harry se puso de pie y Ron le siguió intrigado. La sala de interrogatorios norte era
designada para infractores en contra del ministerio. No tenía ni idea de que se proponía su
amigo pero no se lo perdería por nada del mundo.

Sentado en el banquillo para interrogatorio estaba Neville Longbottom. Harry abrió la


puerta de la sala, dejando a Ron viendo a través de la ventana mágica. Neville se puso de
pie violentamente cuando Harry entró.

—¿Me mandaste detener porque caducó el registro de mi varita? —preguntó incrédulo.

—Sí, ya sabes. Ese es el poder que tiene el Jefe de los aurores.

—Solo es una falta administrativa —dijo el castaño totalmente exasperado. Harry ni


siquiera se inmutó.

—Escucha, soy el Jefe de los aurores y si quiero traerte aquí, lo haré —Neville se tensó
violentamente. Harry, en un movimiento rápido, lo tomó del cuello de la camisa y lo
estampó en la pared. Neville era más alto y por ende más fuerte. Sin embargo, Harry estaba
enardecido. Era puro poder el que irradiaba—. Aquí no está Draco o Ian para detenerme,
podría desaparecerte sin siquiera usar mi varita —Neville forcejeó con él y Harry aflojó el
agarre.
—No quiero hacerle daño a Ian. De verdad lo quiero.

—Hace cinco años te apareciste en mi despacho para decirme que lucharías por Draco.
Ahora, mágicamente quieres a mi hijo, ¿crees que yo debo estar muy tranquilo? —Neville
tomó las muñecas de Harry con fuerza.

—Dame una oportunidad…

Harry arremetió con fuerza. La cabeza de Neville terminó golpeándose con el muro de la
pared.

—Si le haces daño a mi hijo, te juro que te cortare esa minúscula polla que tienes para
servírsela de desayuno a Coñac, y tus huevos los usare de pisapapeles, ¿entendiste? —
Neville no dijo absolutamente nada—. Ahora toma tu varita y lárgate.

Neville se apartó de él y justo cuando estaba por salir, Harry le dijo—: No te olvides de la
cena. Draco no perdonaría que no fueras —Neville salió sin percatarse de que Ron estaba a
unos metros de él. Harry salió para encontrarse con su amigo.

—Eso fue… —dijo Ron, aun mirado la silueta de Neville perderse entre los pasillos.

—¿Acojonante? —Harry tenía una mueca de satisfacción muy mal disimulada.

—Sí. ¿Cómo se te ocurrió?

—Lo vi en una película —Ron enarcó una ceja—. Cosas de muggles.

—Sé que es una película. Estoy casado con Hermione, ¿recuerdas? Creo que tengo que ver
varias de esas películas. Ya le tocara a mi Rose y quiero acojonar al estúpido que siquiera
lo intente. Aunque debemos admitir que Neville se portó muy valiente. Seguro mojó sus
pantalones pero no lo demostró. Fibra Gryffindor hermano.

—Preferiría su fibra Gryffindor muy lejos de mi hijo.

*
Draco a pesar de ser un sangre-pura, no era una persona muy tradicional. Que su hijo
quisiera a un hombre dieciocho años mayor que él y que además había sido su amante, no
le causaba gran problema. Sin embargo las palabras de Harry causaron eco en su cabeza.
Nadie podía ser tan bueno como Draco creía que Neville lo era. Al final, el tipo era
humano.

Para calmar un poco su conciencia decidió citar a Neville una hora antes en la que
habitualmente cenaban. Fue así, que esa noche, Neville Longbottom se enfrentó a los
peligrosos padres de su chico.

La mirada de Draco nunca fue tan oscura y maliciosa.

—Exactamente cómo fue que se encontraron en Ámsterdam —Neville se removió


incómodo en el sillón. Estaban en el despacho principal de la mansión y eso hacía sentir
muy inseguro.

—Ya te lo contamos. Yo estaba de ne…

—No soy idiota Neville. Es mejor que me digas la verdad —El castaño se aclaró la
garganta sabiéndose perdido.

—Lo encontré en un antro de esos que abundan allá. Estaba un poco bebido y en una
situación comprometedora.

—Y tú fuiste a salvarlo como el gran Gryffindor que eres.

—Yo…

—El problema es que nadie lo salvó de ti.

—Draco, de verdad no sé como paso pero yo quiero a tu hijo. Ian no es un chico con el que
pueda jugar. Si así fuera yo no estaría aquí. Pensé que al menos tu si entenderías y me
darías una oportunidad para demostrarles que puedo hacer feliz a su hijo a pesar de mi edad
y lo que pasó contigo.

—Demuéstramelo Neville, yo estoy de su lado y espero no arrepentirme de ello.


Draco le sonrió y lo incitó a ponerse de pie. Salieron del despacho con rumbo a la estancia
y justo al pasar por las escaleras, Neville fue atropellado por un torbellino de pelo negro.
Ian se arrojó directamente a él, enredando los brazos en su cuello y dándole un beso que no
tenía nada de inocente.

Neville no pudo evitar tomar al chico por la cintura y acercarlo a su cuerpo. Draco
contempló por un momento la escena, parecía que su hijo era feliz. Neville era un buen
hombre; esperaba no equivocarse. Coñac llegó corriendo hasta el pie de la escalera,
seguramente detrás de él vendrían Noah y Violette. El rubio se aclaró la garganta alertando
a la pareja.

—Deberían suprimir esas demostraciones de afecto frente a Harry. No creo que él se sienta
muy cómodo viéndoles así —En ese momento aparecieron los niños muy sonrientes. Pero
en cuanto Violette vio a Neville frunció el ceño.

Ian se apartó del castaño y tomó su mano para dirigirlo a la estancia. Violette adquirió una
mueca de cual habría estado muy orgulloso su abuelo Severus. Caminó a paso firme hasta
la pareja y chocó con las manos enlazadas para separarlas, cuando lo consiguió enredó sus
manitas en la de su hermano.

—Hola —Violette le sonrió picara a su hermano. Llegaron hasta el sofá, donde la niña se
instaló en medio de los dos.

—Princesa, ¿no quieres jugar con Noah y el perro?

—No —Violette miró fijamente a Neville y este le sonrió—. ¿Quién eres?


—Es el Señor Longbottom. Ayer lo conociste pequeña —le dijo Draco que le estaba
haciendo cariños a Coñac junto con Noah. Violette miró intensamente al hombre de pelo
castaño, ojos azules y barba. Neville sentía la pesada mirada de la niña y tuvo un deja vú.
Parecía estar ante los penetrantes ojos de un Severus Snape pero convertido en una niña de
cinco años que lo observaba como si fuera la mugre de la suela de sus zapatos.

—Hola muñeca —Neville acarició la rubia cabellera de Violette pero no causó efecto.

—¿Tu eres el papá del novio de mi hermano? —Draco miró de inmediato a su hija. Justo en
ese momento Harry entraba a la estancia con sus acostumbrados paquetes y una enorme
sonrisa al escuchar la pregunta de su hija. Neville observó a la niña y luego al moreno.

—Veras nena, yo en realidad soy… —Ni siquiera estaba pensando en el hecho de que la
hermana de Ian pensará que era viejo. Lo que en realidad le perturbaba era, admitir en voz
alta ese vínculo que tenía con Ian.

Volteó para ver a Harry y descubrió el desafío en sus ojos verdes. Harry estaba esperando
que se equivocara, que lastimara de alguna forma a Ian y definitivamente no contestarle a
Violette haría sentir muy mal al chico. Neville tragó y ser armó de valor para decir eso que
aun le causaba conflicto. Él nunca había sido eso de nadie.

»En realidad, yo soy el novio de tu hermano —Neville observó los ojos de Ian y recibió
una mirada que le hizo saber que había hecho lo correcto.

—¿No eres muy viejo para ser su novio? —Harry se carcajeó en ese momento y Draco e
Ian le fulminaron con la mirada. Pero Noah y Violette estaban encantados con la reacción
de su padre.

Para sorpresa de Ian, Neville se rió igual que Harry.

—De hecho lo soy. Pero tu hermano me hizo el gran honor de elegirme —El moreno rodó
los ojos y decidió interrumpir toda esa estupidez.

—Bueno, vamos a cenar. Muero de hambre, el Señor ya sabe dónde está el comedor —El
ex Gryffindor saludó a su rubio y le tomó de la mano. En la mesa, Violette se sentó de
nuevo entre Neville e Ian.
La cena empezó y Violette no dejaba de hablar con Ian. Draco intentaba que Harry le
llamara la atención pero el moreno estaba la mar de divertido haciéndose el despistado con
Coñac y Noah. Draco decidió hacerle conversación a Neville, tal vez así despertaría los
celos de cierto Gryffindor inútil.

—¿Y cómo han estado los negocios Neville?

—Maravillosamente. Creo que Sarah ya te ha de haber contado que nos fusionamos con
una empresa de químicos muggles. Fue un excelente trato, podremos…

—¿Qué clase de químicos? —intervino Harry de la nada.

—Pues es una farmacéutica.

—¿Qué farmacéutica? —Draco suspiró, Harry le estaba haciendo un interrogatorio en toda


regla. Decidió dejar el tema.

—Buen…

—Imagino que ya aumentaste la colección de autos.

—Oh, sí…

—¿Autos? ¿Qué autos? —Harry comía su cordero como si nada mientras preguntaba.

—Pues… colecciono autos deportivos. Ya sabes, convertibles, de dos plazas. Adquirí el


gusto en Aus…

—¿Convertibles? ¿Dos plazas? ¿Cómo el Porsche? —Neville asintió—. ¿Qué esos no son
coches para hombres calvos, cuarentones e impotentes? —Ian escupió su vino y Draco casi
se ahoga. Harry seguía comiendo tranquilamente sin prestar atención.

—Yo…

—Son coches clásicos —dijo Ian bastante mosqueado. Harry solo se encogió de hombros y
siguió en lo suyo.
Cuando la cena terminó, Neville tenía un increíble dolor de cabeza. Harry y Violette le
habían pegado en la moral. Noah también hizo su parte dándole tremenda patada en la
espinilla —accidentalmente, claro está—, mientras perseguía a Coñac. Era más que obvio
que no sería fácil entrar a esa familia.

—Gracias por la velada Neville. Harry y yo dormiremos a los diablillos, Ian puede
acompañarte a los límites de la Mansión para que te desaparezcas —Harry iba a replicar
pero Draco le lanzó una de sus miradas, así que no tuvo más remedio que aguantarse. Pero
Violette siempre era otro problema.

—Yo quiero que me lleve mi hermanito Ian —dijo la pequeña rubia lanzándole miradas
cómplices a su hermano Noah.

—Sí, que nos acompañe Ian. En ese momento el móvil de Neville sonó.

Haciéndole una mueca a Ian, salió al jardín para contestar en lo que su chico resolvía sus
problemas.

—Diga.

—Neville —Era Brian hablando desde las oficinas de Estados Unidos.

—¿Pasó algo? —El tonó de voz de Brian no tenía nada de profesional.

—No sé, tú dímelo.

—Ahora no puedo hablar Brian. Dentro de unas semanas más iré a Estados Unidos…

—Pero…

—Brian, no es el lugar ni el momento. Esto no se puede hacer así, hay mucho que aclarar
y…
—Hola —Neville creyó cortar la llamada y se guardó el móvil en el bolsillo interno del
saco. Ian lo giró y le besó con pasión. Brian escuchó la otra voz y se pegó más al teléfono
para poder escuchar.

—¿Resolviste el problema con tus hermanitos? —Ian asintió, caminaron hasta que encontró
un frondoso árbol en el que se apoyó y jaló a Neville para seguir besándole.

Neville olvidó la llamada de Brian y se sumergió en las sensaciones que le provocaba estar
con ese chico tan maravilloso. Lo sujetó de la cintura, pegándolo a su cuerpo. Ian se
restregaba en él con frenesí y el pobre castaño estaba que reventaba de lujuria. Se separó de
esa boca deliciosa y se hundió en el cuello de Ian, las uñas de este dejaron marcas en la
nunca del castaño.

—Te portaste muy bien hoy bebé —El corazón de Brian se paró de inmediato.

Ian coló sus manos por la camisa de Neville, acariciando la espalda y marcándola como era
su costumbre.

—Valió la pena ga… —Alcanzó a detener la frase. Si le decía gatito seguro terminarían
muy mal. En vez de eso decidió morder y besar esa piel que tanto le volvía loco.

—De verdad no puedo creer que te portaras tan bien con mi familia —Brian estaba casi
derrumbado. Había conocido a su familia.

—Vales todo eso y más, Ian —Neville se separó un poco de Ian para poder verlo a los
ojos—. No estoy jugando contigo. Quiero hacer todo esto bien y presentarme con tus
padres como lo que soy es el primer paso.
—¿Cómo lo que eres? —preguntó mimoso Ian, colgándose del cuello de Neville—. ¿Qué
eres? —El mayor dejó escapar una risa barítona que alegró a Ian y destrozó aun más a
Brian.

—Soy tu novio —Esa confesión fue un momento agridulce en el universo. Por un lado, Ian
y el propio Neville se fundieron en gran beso que sellaba un sentimiento que estaba
germinando en ellos. Por otro lado, Brian colgó de inmediato el teléfono, no tenía valor
para seguir escuchando.

—Te deseo tanto.

—Y yo pero Harry me mata si llega a pasar algo aquí, ¿te gustaría ir a Kerry mañana? —
Los ojos de Ian brillaron.

—Claro, pero mi querido papá seguramente nos pondrá un chaperón —Ian dibujaba figuras
en el abdomen de Neville.

—¿Sarah? —El chico asintió—No haremos nada malo —Ian negó—. Solo veremos los
caballos —Neville asintió perdiéndose de nuevo en las caricias y besos.

—Daremos una vuelta en coche —Ian gimió un entre cortado “Sí”—. Me tengo que ir Ian
—Con reticencia el chico se separó de él—. Vendré al medio día gat…

—Descansa —Le dio un corto beso a Neville y corrió hasta la Mansión.

Neville se sorprendió viéndole y añorando estar con él como hace un momento. Caminó los
metros que le faltaban y decidió concentrarse para aparecerse en Kerry. Tal vez encontraría
a Sarah despierta y podría ver si todo estaba listo para recibir a Ian.

Encontró la chimenea encendida. En cuanto se fue del país, le suplicó a Sarah para que
usara la casa principal y uno de los pisos completos. Ella no aceptó al principio pero
Neville insistió tanto que terminó ocupando la que fue la habitación de Draco.

Un poco esperanzado, Neville subió los escalones de dos en dos. Ese día había sido
increíblemente cansado. Las reuniones con Harry y Draco, la cena en familia y por último,
la llamada de Brian. Debió ir a Estados Unidos y hablar con él, ahora esperaría a que Ian
regresara al colegio para escaparse y terminar con el asunto Brian antes de que su chico
preguntara. Neville iban tan distraído pensando en eso que ni siquiera tocó en la puerta de
la recamara de Sarah, simplemente abrió y lo que encontró terminó con su día. Sarah gemía
mientras subía y bajaba sobre el cuerpo de un hombre.

Neville se sonrojó violentamente, pidió disculpas y salió corriendo. Llegó hasta la cantina
de su sala, se sirvió un buen whisky y otro más cuando terminó con ese. Se dejó caer en el
sillón. No supo cuanto tiempo después Sarah apareció en bata y con el pelo húmedo.

—Se llama follar y todos lo hacemos. Por lo que sé, tú lo haces con un chico que es menor
de edad en muchos países —Neville no sonrió ante la ironía.

—¿Quién es?

—Se llama Richard y… me voy a casar con él dentro de un mes —Los ojos de Neville se
desenfocaron. Eso le cayó como plomo y de inmediato pensó en Ryan.

—¿Por qué no nos habías dicho nada?

—Pensaba decírtelo en esta semana.

—A mí, ¿y a Ryan? —Sarah desvió la mirada leventemente.

—Pensaba decírtelo a ti y que tú se lo dijeras —Neville sonrió nervioso.

—Claro, el estúpido Gryffindor.

—Yo…

—Es tu vida Sarah; si él te hace feliz nadie tiene porque decir nada. Solo me gustaría
conocerlo. Eres muy especial como para dejarte en manos de cualquiera.

Sarah le sonrió, le dio un beso en la frente y se desapareció por la penumbra de la casa.


Decirle a Ryan que Sarah se casaría sería un tormento. No quería ni imaginarse la cara de
su amigo, porque a pesar de todo, estaba enamorado de esa chica. Y ahora ella se casaba,
incluso parecía enamorada de ese tal Richard. Neville sabía que cada noche, a pesar de las
parrandas, de las putas y de las relaciones de una noche, Ryan seguía enamorado de Sarah.
Aun buscaba algunas caricias que fueran parecidas a las de ella. Solo el destino sabía que
iba pasar cuando estuvieran frente a frente. Porque era un hecho que se reencontrarían y
entonces, Richard tendría que combatir ese infierno que se encendía cuando Sarah y Ryan
estaban en el mismo lugar.

Harry entró a la cama cuando las defensas mágicas de la Mansión avisaron que Ian ya
estaba dentro. Draco lo observaba, el moreno sabía que en cualquier momento vendría el
reproche pero todo valía la pena. Había sido una cena maravillosa, le debía a su princesa
ese gran unicornio de peluche que le había gustado.

—No fuiste de mucha ayuda en la cena —dijo Draco sin acercarse mucho a él.

—¿Qué querías que hiciera mi rubio? —Lo que le molestaba a Draco era ese tono
indiferente que usaba.

—¿Calmar a tu hija? Violette se pasó un poco con Neville, ¿no crees? —Harry se retiró los
lentes y se acercó al rubio, colocando su cabeza en el pecho de Draco.

—Está celosa mi rubio, es normal. Sabes que adora a Ian —Draco no hizo ningún
movimiento y suprimió el estremecimiento cuando Harry atrapó uno de sus pezones en la
boca.

—¿Y cuál es tu pretexto?

—No hay pretexto, en realidad Violette tenía razón. Neville podría ser el padre de Ian.

—Pero Ian lo quiere a él, así que nosotros lo único que podemos hacer es callarnos. Los
hijos deben de equivocarse.
—Todos aprendemos de los errores Draco pero yo no quisiera que mi hijo sufriera por él —
Draco se hizo a la idea de que no podría ganarle a Harry así que decidió mejor calmar las
aguas acariciando el negro cabello.

—¿No puedes darle ni una oportunidad chiquita? —Harry suprimió la sonrisa.

—¿Está vivo no? Eso quiere decir que estoy dándole su oportunidad.

Draco sonrió y besó a su moreno. A pesar de todo, Harry seguía siendo noble y no se
arrepentía de haberle dado una segunda oportunidad. Esperaba que su hijo fuera muy feliz
porque se lo merecía y algo le decía que Neville primero moriría antes de causarle un mal a
Ian.

En un hermoso departamento de San Francisco, Brian perdía su mirada en el Golden Gate y


en las frías aguas del lugar. Aún estaban en su cabeza las dos conversaciones que ese día
habían marcado su vida. La primera con Ryan después de una acalorada junta de
presupuestos, una estúpida discusión que se convirtió en una peligrosa pelea.

—Tú eres un amargado que solo vive para jorobar la vida de los demás. No sé cómo te
aguanta Neville.

—Neville te sacó de ese lugar y crees que tienes cierto derecho sobre él ¿Por…? Estás frito
pretty boy. Hay alguien que consiguió lo que tú no… llegar más allá de la cama.
Esa frase de llegar más allá de la cama. Muy a su pesar es verdad… Neville jamás le había
dejado llegar más allá de la cama. Cuando le visitaba solo tenían sexo, conversaciones de
los negocios. Nunca salían más que a las propias comidas por compromisos. Neville
Longbottom era un misterio para él y aun así…

Dolía saber que había alguien a quien Neville había dejado llegar hasta lo más profundo de
su ser. Incluso el propio mote tonto de bebé, con él nunca había sucedido.

Ian…

¿Quién era esa Ian?...

Ian…

—Ian Malfoy… Una corriente fría recorrió todo su cuerpo. Ian Malfoy, el hijo de Draco
debía tener dieciséis o diecisiete años. La edad que él tenía cuando Neville lo conoció y no
quiso tener nada con él por ser… tan joven o por… ser lo que era.

Usted se llevó la vida y el alma entera…

Y se ha clavado aquí en mis huesos el dolor con esta angustia y esta pena.

Usted no sabe que se siente perder, no sabe que se siente caer y caer en un abismo
profundo y sin fe.

Usted no sabe lo que es el amor y el miedo que causa la desolación.


Usted no sabe que daño causó, como ha destrozado a este corazón…

Que tan solo palpitaba con el sonido de su voz… Con el sonido de su voz.

Notas finales:
Tuve miles de problemas para subir este capítulo. No saben como lamento las fallas.
Ya saben que me gusta darles historias locas pero con calidad. Un abrazote para
luxam9 y KASANDRA POTTER. Feliz cumpleaños corazón y que viva el Drarry.
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Capítulo 22 Mientes por acm2099
Notas del autor:

Espero no tener los mismo problemas con este.

Que Harry estuviera en el trabajo ayudo bastante para que consiguieran su cometido. Draco
después de haberles visto besarse supo que esos dos necesitaban algo de intimidad
urgentemente. Así que decidió hacerse el tonto y darle permiso a Ian para ir a Kerry.
Dejándole muy en clara la hora de su llegada y que no quería verlo con un solo rasguño.
Neville sonrió, pensaba decirle que no se preocupara, que el marcado siempre era él. Pero
eso no habría sido correcto.

En cuento Draco dio el sí definitivo, Ian tomó de la muñeca a Neville y los apareció frente
a la puerta de Kerry. Neville, quien aun traía en la cabeza lo sucedido con Sarah la noche
anterior, olvido todo en cuanto Ian se colgó de su nuca y empezó a besarle sin ningún
pudor. Cruzaron el lumbral de la puerta comiéndose y acariciándose sobre la ropa.

—Sarah —dijo Neville mientras abría los pantalones de Ian.

—¿Que…? —gimió Ian al sentir unas frías manos sobre la caliente piel de su entrepierna.

—Puede venir en cualquier momento —Neville tragó cuando Ian decidió morder su cuello
— ¿mi habitación? —Ian asintió y de inmediato fue aparecido en la recamara principal del
Castillo de Kerry.
Arrojó a Neville directo a la cama y subió a horcajadas sobre él: —Te extrañe —dijo
mientras jugueteaba con los botones de la camisa de Neville.

—Y yo… —Neville no pudo continuar porque se perdió en la imagen de Ian sin camiseta,
mostrando su maravilloso cuerpo.

La camisa de Neville terminó rompiéndose de los ojales cuando Ian la jaló con fuerza la
prenda. El chico se apoderó de toda la acción en ése momento. Desnudó al mayor con
manos ansiosas y sin darle oportunidad de nada más. Mordió, marcó y se bebió cada parte
de Neville, quien gimió al sentir la estrechez de su chico. Ian se movía con maestría sobre
él, estaba a punto de correrse con un vil principiante; se obligo a calmarse y pensar en el
placer de Ian más que en el suyo.

Colocó sus manos alrededor del los muslos de su chico y empezó a embestirle con fuerza,
ayudándole a impulsarse. Ian sintió que todo el placer de su cuerpo se acumulaba en su
polla y con un ahogado grito se corrió sobre el vientre de Neville mientras éste se derramó
en un glorioso orgasmo dentro de él.

—¡¡¡Eso fue…!!! —Exclamó Ian, sofocado.

—Te extrañaba —Neville abrazó fuertemente el cuerpo aun agitado de Ian y daba largas
caricias a la espalda del chico.

—Solo fueron dos semanas —Ian rodó hasta quedar al lado de Neville, sin embargo no dejó
de abrazarle firmemente acariciando su pecho y recorriendo con las yemas la marcas de una
fortísima mordida que le había dado en el cuello.

—¿Te duele? —preguntó Ian; pero más que consternado parecía excitado.

—Para nada —Neville tomó la mano de Ian y besó el dorso de la extremidad. Estuvieron en
silencio acariciándose, Ian no tardo en notaba que el castaño estaba algo ausente.

—¿Qué te pasa?

—Ayer que llegue encontré a Sarah follando con su… prometido —Ian no parecía
sorprendido —. ¿Tú lo sabías? —el chico asintió.
—Claro que lo sabía, lleva dos años con Richard —Neville se incorporó un poco.

—¿Por qué no me lo dijiste? Se van a casar y tú no me dijiste nada.

—No me tocaba a mí decírtelo. Eso es algo entre Sarah y ustedes —en ese momento
Neville entendió porque Ian no había dicho nada.

—Te cae bien ¿cierto? —Ian se incorporó completamente, fulminando a Neville.

—Claro que me cae bien. Richard es un tipo maravilloso —Neville bufó — ¿qué? Mira
Neville, papá quiere a Sarah como si fuera su hermana y yo he aprendido a quererla como
una tía. Sabes que quiero a Ryan pero no es lo mismo. Cuando él se fue le destrozó el
corazón a Sarah y no creas que Richard llegó al mes siguiente con su Gryffidoresca
armadura y la conquisto con solo guiñarle sus increíbles ojos marrones —el comentario le
cayó como plomo al Gryffindor. No tenía idea del porque le molestaba tanto que Ian se
fijara en los atributos de otras personas —. Luchó, la conquisto poco a poco y se ganó su
confianza. Sarah se merece ser feliz y que mejor con un forazo como Richard.

—Ese Richard es un dechado de virtudes pues… Pero eso no quita que Ryan es mi amigo y
que va a sufrir cuando sepa que Sarah se casa. Porque a pesar de todo, él la quiere.

—Pues vaya forma de quererla —Ian se dejó caer pesadamente en la cama —. Richard fue
un sol con ella. Es todo un caballero, bueno, atento y…

—Sir Richard corazón de león —los sentidos Slytherin’s de Ian despertaron notando la
ironía sonrió ampliamente.

—¿Estás celoso? —Neville se tensó. Él era un hombre hecho y derecho, no podía estar
celoso.

—No… —mascullo.

—¿En serio? Ni aunque te diga que tiene un abdomen perfecto, tallado a mano y una voz
sensual que hace estremecer a cualquiera.

Neville hirvió en ese momento: —Para ¿quieres? —dijo completamente molesto. Ian rió
descaradamente.

—¿Entonces?

—¿Quieres que te diga? —Neville apresó el cuerpo de Ian entre la cama —. Me vuelve
loco que hables así de otro hombre. Me mata pensar que en tu mente pude estar otro y sí,
¡¡¡coño!!! ¡¡¡Estoy celoso!!! —Ian estaba encantado con lo pasional que le resultaba ese
Neville Longbottom tan celoso. Deslizó sus manos por el torso del castaño, suprimió el
gemido al sentir esos músculos duros y terminó enredando los brazos en el cuello.
—Te quiero.

Fue en ese momento que Neville se dio cuenta de tres cosas: primero, estaba realmente
celoso. No soportaba pensar que Ian podría encontrar atractivo a alguien más. Eso jamás le
había pasado con nadie. Ese sentimiento era desconocido para él y quemaba todo su ser de
una forma terrible.

Un pensamiento que era completamente posesivo, se apodero de su mente: Ian era solo
suyo.

Segundo: Ian era realmente hermoso. Con ese cabello negro, unos impresionantes ojos
grises que brillaban como dos par de estrellas. Un increíble cuerpo y una piel tan suave que
era su delirio. Entendía perfectamente porque todo el colegio había caído a sus pies y se
preguntaba porque ese chico tan hermoso estaba con él. Eso lo llevaba a la tercera cosa…

—También te quiero.

Y era verdad, no concebía estar sin Ian, sin verlo y saber de él. Durante esas dos semanas
sin verse, su mundo se resumía a un móvil como instrumento para comunicarse con él. Ian
Malfoy era la única persona que despertaba en él cosas que nunca creyó y que le hacían
sentir un hombre.

No nuevo; pero si mejor.

Las palabras de Neville significaron mucho para Ian. Esa era la muestra de que estaba
haciendo lo correcto. Acarició lentamente la nuca del ex Gryffindor y quedamente se
acercó para besarlo. Era un beso muy diferente, suave y pausado. Ian acariciaba el cabello
de Neville y se frotaba en él. Esa piel provocaba sensaciones gloriosas; el castaño se estaba
volviendo loco embriagado entre la ternura y el… otro sentimiento que Neville no quería
aceptar.

Cuando el beso terminó, Neville suprimió el patético suspiro enamorado que iba a soltar.
Ian le sonrió y se quedo embobado por un minuto. Tenía unas inmensas ganas de dejarse
llevar por todo lo sentía pero no sabía si era correcto o no. Al final, Ian aun era joven y no
tenía porque atarse a la vida de nadie.

—En una semana regresó al colegio —Neville los hizo rodar para que Ian quedara sobre él.

—Lo sé —Ian bajó lentamente por el cuerpo de Neville dejando besos hasta llegar al
espeso vello oscuro que cubría su pubis.

—¿Irás a despedirme? —Neville cerró los ojos cuando el aliento de Ian chocó con su polla.

—Si… quieres…

—Quiero…

Para la hora en la que tenía que estar de regreso en la Mansión, Ian no podía sentirse más
satisfecho. Habían follado en cada parte que se le ocurrió dentro del castillo y afuera del
mismo. De hecho estaba seguro que el cofre del Jaguar donde lo hicieron por última vez
estaba abollado. Neville también estaba radiante y sintiéndose más feliz que nunca o por lo
menos eso le parecía a él.

*
Dos días después, en su apartamento de Londres, Neville estaba evocando esa felicidad y
sacando fuerzas de ella para decirle a su amigo que el amor de su vida se iba a casar con
otro. Ryan estaba por llegar desde Estados Unidos después de haber triunfado en las
negociaciones en la fábrica. Sin embargo, en el amor no saldría tan victorioso.

—Hey boss —Ryan le sonrió — fue un viaje súper entretenido —la sonrisa picara de su
amigo fue muy reveladora —. Las aeromozas son un encanto.

—Sí, me lo imagino, ¿quieres ir a comer algo? —Ryan arrojó las maletas.

—¡¡¡Sí!!! Muero de hambre. Es un insulto eso que me dieron en el avión. Se supone que es
nuestro, nos deberían dar un buen filete o más vino.

—Anda, te invito a comer.

Neville estaba nervioso; ya iba por su tercer whisky y hacía como que escuchaba a Ryan
pero en realidad poco le importaba lo que le decía. En su mente estaba buscando la forma
de decirle sobre el matrimonio de Sarah. Aunque Ian tuviera un poco de razón, él sabía que
Ryan amaba a Sarah, a su manera.

Trillado o no, así era su amigo.

—Ryan —Neville observó como su amigo dejaba de degustar su vino para ponerle toda la
atención —. Hay algo que… tengo… que decirte —los ojos celestes de Ryan centellaron.

—No… ¿Ian está esperando? Potter te mata. No lo conozco mucho; pero eso de ser el
salvador del mundo mágico le da un aura acojonante.
—¡¡¡¿Qué coño…?!!! ¡¡¡Claro que no!!! Ian ni siquiera… digo no sé… él… ¡¡¡Joder, no es
eso!!! —dijo Neville en cuanto salió de su estupor inicial.

—Oh…

—Es Sarah —las facciones de Ryan se tensaron y adquirió un matiz serio. Muy poco usual
en él.

—¿El paso algo? —Ryan habló en un tono neural pero Neville lo conocía los suficiente
como para saber que estaba fingiendo.

—Se va a casar.

Un silencio sepulcral se instaló entre ellos. Los ojos de Ryan enrojecieron, intentó tragar su
llanto pero no pudo. Un par de lágrimas se le escaparon. Neville hubiera querido decirle
algo… lo que fuera para hacerle sentir mejor. Lo único que pudo hacer fue sostener la
mano de su mejor amigo. Ryan de inmediato se aferró a ese gesto.

—¿Quién…? —dijo trémulamente.

—Richard Sheen. Es un empresario Gales… se casan el mes entrante.

Piel oscura, ojos azules claros, que con la luz adecuada podían verse grises. Un cuerpo
envidiable y esa maldita sonrisa que derretía a todas las mujeres a las que iba dirigida.
Sarah sabía que ese encuentro sucedería tarde o temprano. Desde que vio a Neville sabía
que Ryan no tardaría en aparecer y ahí estaba: Ryan Smith en todo su esplendor.

Cuando Sarah supo del regresó de sus jefes pensó en marcharse para no ver a Ryan. Pero
recordó las palabras de su padre: Tú vales mucho como para salir corriendo. Ella era una
mujer valiente y no dejaría su trabajo y proyectos sólo por la presencia de un antiguo amor.
Sí, incluso Richard había estado de acuerdo de que aun casados siguiera trabajando.

—Hola.

—Hola Ryan —el hombre se sentó frente a ella. En el despacho se podía sentir la tensión
de los dos.

Ryan observó a Sarah y se perdió en su belleza. Su rizada cabellera negra caía por sus
hombros y sus hermosos ojos avellana brillaban como siempre. Una punzada de celos
recorrió su cuerpo al pensar que ese monumento de mujer era de otro. De uno que estaba a
punto de apartarla de él para siempre.

—Te ves muy bien —Sarah no tenía ánimos para jugar. Así que se puso de pie y se sirvió
una copa. Había sido un día muy pesado de trabajo.

—¿Qué quieres Ryan?

—Ver si resplandecías como todas las mujeres a punto de casarse —Sarah sonrió y bebió
un poco de su copa.

—¿Y?

—Siempre has estado espectacular, Sarah —ella sonrió amargamente ante las palabras de
Ryan.
—Hace cinco años te fuiste después de romperme el corazón. Estúpidamente pensé que te
quedarías. Que me darías la cara como Harry y Neville lo hacen, ya sabes, vivir con las
consecuencias de sus actos. Pero tú huiste como el cobarde que eres y ¿ahora? ¿Quieres que
te dé explicaciones?

—Te ibas a casar sin decirme —Ryan se puso de pie y dio un paso hacia ella.

—Sí, ¿y? ¿Tú me vas a decir con cuantas putas te acostaste en estos cinco años? Yo me voy
a casar con un buen hombre; porque Richard es un caballero. Alguien que jamás me fallaría
¿y tú? ¿Con quién me sustituiste? ¿Alguien que valiera la pena? ¿Recuerdas el nombre de
alguna?

Las palabras de Sarah calaban muy hondo pero Ryan no se detuvo. Caminó los pasos que le
faltaban para llegar hasta la chica. Enredó el brazo izquierdo en la cintura de Sarah y su
mano derecha la colocó entre la rizada cabellara. Sin pensarlo, la beso con firmeza.

Sarah intentó liberarse del agarre pero como siempre, terminó sucumbiendo ante la cercanía
de Ryan. Había algo en el fondo de su ser que le impedía resistirse al americano. Envolvió
el cuello de Ryan con sus manos y le besó con el mismo ímpetu. Hundiéndose en el mar de
lujuria que representaba el reencuentro. Cuando por fin se separaron, Sarah se perdió en la
mirada de ese hombre que tantos tormentos le había traído.

Ryan acarició con ternura las mejillas de sonrosadas de Sarah y pegó su frente a la de ella:
—No quiero perderte, quiero ver si puedo enamorarte de nuevo y borrar con besos todos los
recuerdos malos que pudieras tener… Voy a cambiar por ti, Sarah.

Eso fue lo que hizo despertar a Sarah. Nadie debe cambiar por nadie. Es una cruz
demasiado pesada para una persona. El cambio debe ser interior, debe nacer de uno y para
uno. Ryan estaba tan equivocado.
Se alejó de inmediato de él, no le seguiría el juego. Decidió salir del despacho e ir con
Draco. Necesitaba hablar con alguien.

Ryan sintió que su corazón se detenía cuando Sarah se alejó de él: —Te amo — se giró
para ver la reacción de Sarah. Pero ella le daba la espalda y sin decir nada, despareció.

Harry jugaba en el jardín con Coñac, estaba algo aburrido. Los niños se habían ido con a
casa de los abuelos e Ian debía estar con el inútil de Longbottom y prefería no pensar que
estarían haciendo. Su rubio estaba ocupado, así que se entretenía jugando con Coñac; pero
se tuvieron cuando vio la figura de Sarah aparecerse en el jardín. Se alarmó de inmediato,
ella jamás se aparecía así. Siempre era en el despacho. Algo muy grave debió pasarle para
que no se concentrara lo suficiente. Corrió hasta ella al verla temblando.

—¿Estás bien Sarah? —Harry la abrazó, sintió de inmediato como se derrumbaba entre sus
brazos —¡¡¡Sully!!! —La elfina apareció —. Dile al amo Draco que Sarah esta aquí, que
venga de inmediato al jardín.

—¿Crees que las personas pueden cambiar? —Le preguntó Sarah escondiendo su cara en el
pecho. Harry la dejó hacer.

—Pues… creo que si tienen la convicción de hacerlo… pueden lograrlo.

—¿Tú cambiaste por Draco? —Tanta familiaridad estaba asustando a Harry; pero no podía
dejar sola a la pobre chica.
—No, en realidad cambie por mí. Para merecerlo a él. En alguna parte de aquellos años
descubrí que Draco podría ser feliz con cualquiera; pero yo solo sería feliz con él. Así que
decidí trabajar para obtener mi felicidad.

—Haces muy feliz a Draco —Harry no pudo evitar estrecharla más entre sus brazos, como
una muestra de infinito agradecimiento. Sarah nunca había dicho algo bueno de él. No sabía
que le sucedía pero debía ser algo terrible.

Draco corrió hasta ellos, preocupado, intercambio miradas con Harry. El auror deshizo el
abrazó y giró levemente a Sarah para que notara la presencia del rubio. Sin decir nada más,
les dejó solos. Sarah se abrazó a Draco y se permitió llorar de coraje, frustración y
melancolía.

—Regresó… él muy idiota fue al castillo para encararme. Me dijo que me amaba… Diez
malditos años esperando esas palabras de él… Para que me las diga justo ahora que estoy a
punto de olvidarle. No es justo Draco… no es justo que me joda así la vida… Que llegué
como si nunca se hubiera ido y que con un beso crea que puede cambiarlo todo.

—Sarah, ya habíamos hablado de esto cariño. Ya sabíamos que él regresaría. Tú misma me


lo has dicho incontables veces: Ryan no piensa en lo que hace.

—Lo sé pero…

—Nada —Draco tomó el mentón de Sarah y lo elevó —. Vamos al despacho, tomaremos


unas copas y hablaremos más tranquilos, ¿quieres? —Sarah asintió.

*
Harry pasó gran parte de la tarde viendo la televisión y muriéndose de la curiosidad por lo
ocurrido con Sarah. Remus había llamado para decirle que los niños se quedarían esa noche
con ellos, así que tenía mucho tiempo para esperar a Draco y hablar de lo sucedido.

Ya entrada la noche, Draco se apareció en la sala y se sentó en su sitio favorito: Las piernas
de Harry. El auror de inmediato percibió que su rubio estaba algo alegre. Draco algo
borracho era bastante más mimoso de lo común.

—¿Cómo está Sarah? —preguntó cuando el rubio apoyó la cabeza en su pecho.

—Confundida, enojada y bastante más tomada que yo —Harry sonrió y empezó a acariciar
la espalda del rubio —. ¿Puedes mandar matar a alguien?

—¿A quién quieres que desaparezca mi rubio?

—A Ryan Smith —En ese momento Harry pensó en Richard.

—¿Sarah dejara a Richard? —El rubio negó —. No me gustaría que sufriera, es un gran
tipo.

—Lo sé, Sarah lo sabe y lo quiere, por eso jamás lo dejara.

—No es bueno que este con él por lastima.

—Nadie dijo eso Potter. Sarah solo está pasando por una fase. Es normal que ese
reencuentro con Ryan la pusiera tan mal —guardaron silencio un momento, hasta que
Draco suspiro —. No entiendo a ese idiota, primero le destroza el corazón y ahora viene
con el cuento de que está arrepentido y que la quiere recuperar.

—Puedo mandar matar a los dos estorbos —Draco rodó los ojos y para sorpresa de Harry,
empezó a desabotonarle la camisa.

—Con Neville no hay nada que hacer. Aun es un buen chico —Harry estaba a punto de reír
ante la ironía pero justo en ese momento los labios de Draco llegaron hasta su cuello.

—Draco…

—¿Qué? El que tú y yo follemos no es algo que vaya perjudicar más a Sarah —con gran
habilidad, Draco logró que los pantalones de Harry terminaran en el suelo. Draco pocas
veces bebía pero cuando lo hacía era el doble de caliente y eso ya era decir.
El rubio se puso de pie y con movimientos suaves y sexy’s se desprendió de la parte
inferior de sus ropa. Harry estaba prácticamente babeando ante el espectáculo, su cuerpo
ardía de lo caliente que estaba. Gimió al sentir la piel del rubio cuando se colocó a
horcajadas sobre él. La lengua de Draco recorrió desde el esternón de Harry hasta la
manzana. El moreno se estremeció, llevó sus manos hasta las redondas nalgas del ex
Slytherin, provocando fricción entre sus cuerpos. La polla de Harry terminó atrapada entre
las deliciosas nalgas del rubio y éste de un solo movimiento se empaló provocando un
tremendo sonido gutural de parte de Harry. No se detuvieron, follaron como dos
adolescentes calientes, deseosos de llegar al orgasmo. Draco se movía con furia,
ayudándose por Harry y de pronto… Todo se volvió blanco para los dos terminando al
mismo tiempo con gritos desaforados.

—¡¡¡Hostia puta!!! —Harry dejó caer su cabeza sobre el sillón mientras Draco estaba semi
recostado sobre él, repartiendo mimos y mordidas sobre todo su torso —. Me vas a matar si
seguimos follando así.

—No, no creo. Te encanta, eres un pervertido y follar así te recuerda a tus tiempos de
semental ingles —Otra cosas que venía con la bebida era lo honesto que Draco se podía
volver.

—Mis noches contigo son las más apasionadas de mi vida. Eres el único capaz de
convertirme en un despojo humano.

—Señor Potter, usted jamás podría ser un despojo humano —Draco empezó a mover su
cadera. Fue en ese momento que Harry recordó que aun seguía dentro de su rubio. Jadeó al
sentir como su miembro empezaba a recuperar vigor gracias a los sutiles movimientos de
Draco. El rubio enredó sus brazos en el cuello de Harry y se acercó lo suficiente como para
susurrarle —. ¿Quieres ser mi semental? —rápidamente las manos de Harry llegaron hasta
la cintura del rubio y lo empaló en él.

—No tienes idea de cuánto —sollozó excitado.


Esa sería una noche muy caliente en la mansión Malfoy.

Mientes, me haces daño y luego te arrepientes

Ya no tiene caso que lo intentes

No me quedan ganas de sentir.

Llegas cuando estoy a punto de olvidarte

Busca tu camino en otra parte

Mientras busco el tiempo que perdí…

Y hoy estoy mejor sin ti.

Notas finales:

¿Qué tal? Ya estamos llegando a los ultimos capítulos. Espero que me sigan. Justo
ahora estoy escribiendo uno de los capítulos más difíciles del fic.

Mil gracias a mi beta, luxam9.

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Capítulo 23 Sentimientos por acm2099
Notas del autor:
Capítulo nuevo y nos acercamos a los momentos tragicos del fic. ^^
I can’t fight this feeling anymore

I’ve forgotten what I started fighting for

It’s time to bring this ship into the shore

And throw away the oars

Las caricias de Remus se sentían maravillosas. Severus gimió entre el beso apasionado que
se brindaban. Las grandes y varoniles manos del ex merodeador recorrieron el cuerpo de
Snape y las largas piernas del nuevo director de Hogwarts terminaron enredadas en la
espalda de Remus.

Severus poco a poco sintió la invasión en su cuerpo y se arqueó ante el contacto tan íntimo.
Remus siempre era tierno en sus primeros embates pero se volvía pasional, ansioso y fiero
como el león que era. No podía evitar gemir y abrazarse al cuerpo de su pareja. El ex
Gryffindor cayó sobre el cuerpo de Severus rindiéndose en un beso sin tregua.

—Buenos días Señor Director.

Severus sonrió, la mañana del primero de Septiembre, su primer día oficial de Director y
Remus le había despertado de una forma magnífica.

—¿Quiere un asenso Profesor? —Remus abrazó fuertemente todo el cuerpo de Severus.


—Solo si el asenso me lleva a tu despacho todos los días —Los ojos negros
resplandecieron. No se separaron hasta que fue inevitable. Tenían que irse al colegio.

Se dieron una larga ducha entre mimos, caricias picantes y nuevos orgasmos. Para Severus
ese se estaba convirtiendo en uno de los mejores días de su vida. Sabía que Remus se
esmeraba para que fuera así. Una vez vestidos como los serios hombres que eran, salieron
de su habitación.

Al pie de la escalera encontraron un águila volando, en sus garras tenía un pequeño estuche
negro. Severus sonrió, Teddy había pasado la noche en la mansión Malfoy e iría a
Hogwarts con Ian porque ellos debían estar en el colegio muchas horas antes. El águila voló
directamente hacia Severus y dejó caer el estuche en sus manos. Cuando Snape lo abrió se
quedo en una pieza al leer la nota.

Sé que vestirás tu acostumbrada túnica negra y no pude evitar regalarte algo para que me
recuerdes en tu primer día como director. Aun recuerdo tus palabras la primera noche que
pasé en el castillo.

Te quiero papá.

Severus tragó el nudo que se formaba en su garganta y agradeció estar de espaldas a


Remus. A pesar de los años no quería que lo vieran tan vulnerable. En el estuche estaba el
broche de una serpiente de oro blanco que en el pecho tenía incrustada una esmeralda y un
diamante azul. Snape sintió los fuertes brazos de Remus rodear su cintura.
—Te quiere tanto —Remus le dio un cariñoso beso en el cuello y después le colocó el
broche justo en su corazón—. Todo listo señor Director.

Neville e Ian mantenían un fuerte agarre entre sus manos pues era el contacto más íntimo
que podían tener con Harry Potter casi respirándoles en la nuca. El último silbido de la
locomotora les entristeció a ambos. Draco observó la mirada triste de su hijo y decidió darle
una mano.

—Harry —El moreno sintió una corriente circular por su cuerpo cuando Draco le habló al
oído con voz increíblemente sexy—, recuerdas cuando tomábamos el tren. Siempre he
tenido la fantasía de hacerlo en uno de los vagones —El auror tragó, joder con su rubio,
¿cómo le decía esas cosas en plena estación?—. Debimos utilizar nuestro tiempo en
mejores cosas, ¿no crees? Debí saltarte encima cuando te descubrí en mi vagón al inicio del
sexto año —El rubio enredó sus brazos en cuello de Harry, por un segundo intercambió
miradas con Ian y después entregó un apasionado beso.

Ian aprovechó la distracción para jalar a Neville hacia un pilar y pegarle tremendo beso
sujetando con fuerza el castaño cabello mientras sentía que las manos del mayor
acariciaban su espalda.

—Te voy a extrañar.


—Y yo…

—En dos semanas tendré mi primera salida…

—Estaré puntual —Ian volvió a la carga con beso terriblemente apasionado que dejó a
Neville con ganas de hacerlo justo ahí pero se contuvo.

Salieron del pilar, Ian subió al tren dejando a Neville con una sensación de vacío
indescriptible. No podía evitarlo, Ian era tan suyo y ahora estaba camino a un colegio lleno
de adolescentes hormonados. Longbottom prefirió tirar ese pensamiento, no debía ser un
maniaco celoso solo porque tenía un… novio más joven que él.

Ian y Teddy caminaron por los pasillos del tren hasta encontrar un buen vagón, en uno de
ellos se encontraron con James y Daniel, el último con un saco fucsia que hacía juego con
sus botas. Primero abrazó a Ian y después casi se derrumba entre los brazos de Teddy para
después someterlo a un escrutinio que no le hizo sentir muy cómodo. Parecía que Daniel le
veía como un vulgar trozo de carne.

—Las vacaciones te sentaron de maravilla Teddy. Tienes unos músculos magníficos,


¿haces mucho ejercicio? —Cuando Daniel estaba a punto de manosearle, Ian calmó la
situación.

—Basta Daniel, esa no es la forma y lo sabes.


—Aguafiestas.

Ian tenía una duda que se acrecentó en el tren. Teddy seguía con el pelo negro y una actitud
algo rara. En un principio se lo atribuyó al nombramiento de Severus y a que había
temporadas en las que su amigo adoptaba mucho del carácter del abuelo Severus. Sin
embargo, Ian notó que iba más allá de eso. Había algo que Teddy le ocultaba o mejor dicho,
que aun no le decía. Porque Ian sabía muy bien la gran diferencia que había entre ocultar
algo y no decir algo.

El viaje por en el tren fue tranquilo después de ese incidente. Teddy estaba un poco
nervioso y no era para menos. Además de ser el chico más brillante del colegio, un premio
anual y prefecto, Ted Lupin estaba nervioso pero esperaba que Severus tuviera mucho
éxito. Cuando por fin llegaron al gran comedor la presentación se hizo oficial. La casa de
Slytherin vitoreó a su ex Jefe de casa. Los Ravenclaw gritaron emocionados. Los
Gryffindor también recibieron a su nuevo director con felicidad y los tejones no se vieron
muy animados, aun parecían tenerle miedo a Severus.

El inicio de clases fue excelente, no había nada fuera de su sitio. Ian sabía que los
profesores habían sido examinandos por el mismo Severus antes del principio del año. Tal
vez el abuelo Remus fue más que examinado pero eso solo lo sabían ellos. A pesar del buen
ambiente en el colegio, Ian se la pasaba maldiciendo la mala recepción de su móvil. Había
lugares en los que era imposible tener algo de ella. Había demasiada magia añeja que
impedía el paso de la tecnología. Aunque debía agradecerle a tía Hermione que se esmerara
para que los magos entraran al mundo de la tecnología muggle y de paso poder
comunicarse con Neville.

Su novio se encontraba en Irlanda la mar de contento por reencontrarse con su castillo y sus
cosas mientras Ian se moría por verlo. Incluso lo había invitado al primer partido de
Quidditch pero Neville no podía asistir, debía comer con no se qué embajador. Eso
mosqueó al chico pero al mismo tiempo entendió que Neville no siempre podía estar para él
y que a pesar de quererse, había cosas que llegaban a ser prioritarias.

Como nueva medida, el nuevo director había recorrido las fechas de los partidos de
Quidditch con el fin de que no consumiera tanto tiempo para los alumnos de los tres
últimos grados. Así pues el primer partido de la temporada sería ese fin de semana:
Ravenclaw contra Hufflepuff.

Teddy, como buscador de Ravenclaw estaba casi seguro de triunfar. No era un secreto que
Hufflepuff era un mal equipo. La copa de Quidditch de ese año estaba entre leones,
serpientes y águilas.

Pasos seguros se dejaron sentir en el césped de la cancha. Una capa multicolor cayó a los
pies de esa persona y de inmediato una pegajosa música se escuchó por todo el largo
campo. Con movimientos de cadera, el brazo derecho flexionado y una sonrisa sugestiva en
los labios, Daniel Nott se trasformó en un delicioso acto antes del partido. Todo Hogwarts
estaba perplejo ante ese chico con leotardo rosa y bailando de forma sensual.

I put gloss on my lips, a man on my hips

In my Dereon jeans

Acting up, breaking my…

I could care less what you think

I need no permission did I mention

Don’t pay him any attention

Cuz you had your turn

But now you gonna learn

What it really feels to miss me.


Teddy observaba como todos, el ondulante movimiento de cadera del Slytherin. Ian muerto
de la risa llegó a su lado. Cuando Daniel se puso unos azotes en el trasero, media escuela
estaba fuera de control.

—¿De verdad tiene que hacer eso? —Ian se encogió en hombros—. ¿Y con ese leotardo
rosa?

—Ya sabes cómo es Daniel de ostentoso —Teddy negó.

La canción estaba por acabar, en ese momento apareció un gran letrero con letras neón
visibles por todo el campo, decía: “Arriba los Lupin, arriba de mi”, y una gran flecha roja
señalaba a Daniel que justo al terminar la música estaba dándose los últimos azotes y
lanzándole un predadora mirada a Teddy Lupin, éste más apenado que nunca estaba por
sacar su varita cuando el letrero ya había estallado. La ondeante túnica del Director cruzó el
campo hasta Daniel.

—¿Qué significa esto Señor Nott? —Bastante cohibido Daniel respondió.

—Era una pequeña coreografía para animar a los chicos de Ravenclaw —Severus enarcó
una de sus negras cejas.

—Usted debe de creer que yo me chupo el dedo, ¿cierto? Escúcheme Nott, si lo vuelvo a
ver haciendo esto, voy a quitarle el privilegio de ser miembro del equipo de su casa.

—No, usted no dejaría sin cazador a Slytherin —dijo no muy convencido.

—Pruebe señor Nott. Por lo pronto, váyase a cambiar. Ese leotardo parece querer cortarle la
circulación —El chico asintió, se colocó su capa multicolor en los hombros y caminó
rumbo a las mazmorras.

Teddy e Ian observaron todo el regaño desde sus posiciones.


—Creo que Severus le reprendió ya —Ian asintió.

—Ahora ya me vas a decir cuál es el secreto.

—No te entiendo —Hacerle al despistado no pegaba para nada con Teddy.

—¿Por qué el pelo negro y esa actitud tan seria? —Teddy sonrió de medio lado.

—Cuando se concrete te digo.

Chicas, bueno, una chica. Ian casi se patea mentalmente. Claro que era una chica pues era
lo único en lo que Teddy tenía reservas y era muy celoso de su vida amorosa. Ian conocía a
la perfección a cada una de las conquistas de su amigo pero en ese momento descubrió que
había algo más y de pronto una pesada losa cayó sobre su espalda. Si Teddy se enteraba
estaba frito.

Para la segunda semana Ian estaba que arañaba las paredes de la desesperación. Quería, le
urgía, necesitaba ver a Neville. Además estaba un poco nervioso, Teddy seguía con ese raro
estado de ánimo, entre serio y sonriente. Daba escalofríos verlo. Ian estaba seguro que su
amigo se había enamorado. Solo esperaba que no fuera nuevamente de ella porque de ser
así…

Desechó ese pensamiento en cuanto escuchó que era hora de la salida para el pueblo. Fue el
primero en salir del colegio y el primero en llegar a Hogsmeade. Neville le había dicho que
buscara un lugar llamado La cabeza de puerco. Para Ian todo eso era una aventura que
aumentaba la excitación por el encuentro, era como si se estuvieran escondiendo de todo
mundo.
Cuando Aberforth Dumbledore recibió la visita de Neville Longbottom, supo que andaba
en algo muy raro. Le pidió la habitación más alejada y que permitiera a uno de sus elfos
hacerle una limpieza. Le pagó el año completo de alquiler, pero no solo por la habitación,
pagó por todo el piso. Para Aberforth fue un gran negocio, nadie iba a la cabeza de puerco
para quedarse. Seguía siendo un pub de mala muerte.

Neville Longbottom llegó muy temprano y no pidió más que un café. Entonaba muy poco
en el lugar, no se cubría el rostro, iba demasiado elegante para un negocio turbio y estaba
expectante, cada cinco minutos checaba su elegante reloj. Dos horas después Aberforth vio
llegar a un chico de pelo negro y ojos grises, al que conocía muy bien por uno de sus
padres. Ian Malfoy prácticamente voló a los brazos de Neville Longbottom para besarse
con desesperación infinita.

Aberforth Dumbledore no era un hombre que se sorprendiera con nada pero debía admitir
que ver a esos dos juntos le brincaba bastante. Más por las condiciones en las que estaban
porque seguramente ellos no tenían pensado recostarse en la habitación para luego ir al té
de madame Pudipié y tomarse de las manos. Cuando los vio subir apresuradamente pensó
llamar a Harry pero luego recordó que el chico ya era mayor de edad y seguramente sus
padres ya sabían en lo que andaba metido.

Neville fue violentamente asaltado en el pasillo que conducía a la habitación. Ian lo despojó
de su chaqueta que quedó tirada en el suelo junto con el suéter de lana del chico.
Probablemente su habitación era la única limpia en todo cabeza de puerco. Ian cayó en la
gran cama envuelta en unas hermosas sabanas blancas.

Se besaban sin tregua intentando desnudarse sin apartarse ni momento. Cuando sus pieles
se reencontraron, ambos gimieron. Ian sintió una mordida en su nuca y hombros, se
encontró encantado con la reacción de Neville porque le fascinaba que el león perdiera el
control de esa forma, tomara la iniciativa y le demostrara lo mucho que le gustaba.

La lengua de Neville siguió la línea recta de la columna de Ian y término mordiendo las dos
perfectas nalgas de su chico, todo sin dejar marca porque era un hecho que la piel de Ian era
una cosa casi celestial para él.
—Eres tan perfecto —La voz ronca y amortiguada de Neville causó estragos en Ian quien
nunca se imaginó poder gemir con esa desesperación.

Las grandes manos de Neville separaron sus nalgas y por primera vez Ian Malfoy se sintió
sumiso y vulnerable. Era la primera vez que alguien le haría eso y joder, de tan solo
pensarlo era sumamente excitante. La lengua de Neville corrió por toda su raja, Ian se sintió
derretir cuando ese músculo empezó a hacer círculos sobre su culo. Los jadeos se
convirtieron en bramidos al sentir que la lengua intentaba penetrarle.

—Nev… Neville…

La entre cortada voz de Ian hizo mella en los sentidos de Neville, ladeó su cabeza para
intentar tener más exceso dentro de su chico. Lo incitó a levantar la cadera para poder colar
una de sus manos y acariciarle. La polla de Ian estaba caliente y palpitaba ávida con cada
caricia. Sin poder controlarse más apartó su cara de las nalgas del chico, sin dejar de
acariciarle empezó a hacer lo mismo sobre su miembro y después lo posicionó en la
dilatada entrada. Estaba a punto del desmayo.

Poco a poco fue entrando en él. Estaba tan excitado que temía derramarse en la primera
embestida pero aun así sabía que no durarían mucho. Estaban muy excitados y deseosos de
hacerlo. Las embestidas fueron profundas, deliciosas y calientes. Ian se encontró a si mismo
gimiendo como colegiala desesperada. Se vino en un espasmo terriblemente placentero.
Neville sujetó con fuerza la cadera de Ian y se derramó dentro de él dejando escapar el
nombre de su chico en un suspiro. Terminaron recostados y fuertemente abrazados.

—Te quiero —dije Neville mientras besaba tiernamente uno de los hombros de Ian.
—Y yo Neville. Te he extrañado mucho.

—Falta menos para que podamos estar juntos —Se fundieron en un beso cargado de amor.
Cuando se separaron, Neville le sonrió y le abrazó—. Esta será nuestra habitación gatito.
¿Qué te parece? Aunque podemos hacer lo que tú quieras, no tenemos por qué estar
encerrados aquí durante todo el día.

—¿Me dijiste gatito? —Neville abrió los ojos y se pateó mentalmente.

—No… fue… no ¿tienes hambre? —Ian enarcó una de sus cejas y le dio un beso en la nariz
a Neville.

—Hoy te quiero para mí. El fin de semana entrante podremos hacer otra cosa además.

Para la siguiente semana Ian decidió pasar la mañana con Neville en su habitación y por la
tarde salir un rato con sus amigos y su novio. En un principio el mayor no quería pero Ian
lo convenció. Así que en ese momento se encontraban en Honeydukes comprando dulces
con Daniel y James. Neville extrañamente se encontraba feliz, tenía años de no probar
grageas de todos los sabores.

Más tarde se fueron a un nuevo pub de moda: El Jabalí laico. Era un lugar donde se
permitía beber algo más que cerveza de mantequilla, era carísimo pero Neville estaba
pagando todo, desde los dulces hasta las entradas al pub. Los chicos estaban encantados
escuchando las historias de sus viajes, la guerra y los momentos con los carroñeros. Teddy
llegó un momento después y se unió a ellos.

—Tengo que decirlo, de todos los líos de Ian, que han sido un montón, tú has sido el mejor.
El más guapo y sobre todo el más rico, ¿lo haces igual? —James y Teddy se ahogaron con
su bebida mientras Ian casi pulverizaba con la mirada a Daniel.
—Creo que es hora de irnos —dijo Teddy checando su reloj. Neville se puso de pie
colocándose el abrigo.

—Escuchaste —susurró a Ian—. Soy el mejor y eso que ha habido un montón.

—No le ganas caso a Daniel, está loco —Neville le sonrió y salieron del lugar.

—Daniel está muerto —James le susurró a Teddy, este asintió.

Camino a Hogwarts, Ian iba algo molesto, Neville no entendía por qué. En todo caso el
debía ser el ofendido. Antes de llegar al castillo y tener que separarse, Neville sujetó al
chico por la cintura y le besó.

—¿Qué te pasa? —Acarició tiernamente el negro cabello de su chico.

—Que tú sabes cuál es mi número mágico. Sabes con cuantos chicos y chicas he estado.

—Bueno, yo siempre he sido gay, nunca he estado con ninguna chica y chicos pues han
sido muy pocos. Solo me he acostado con hombres que me interesan de verdad.

—¿Qué fue Brian? ¿Un sustituto por no poder acostarte con mi papá? —Neville se extrañó
ante la pregunta.

—Claro que no, Brian me gustaba era…

—Excitante por lo que fue, ¿no?

—Ian…

—Lo conociste cuando tenía mi edad…

—Pero no me acosté con él, ¿qué quieres decir?

—Es que… me pone celoso el pensar que Brian te interesó más de lo que tú creías y yo no
podría competir con él. Con todo lo que seguramente hiciste con él. Te enloqueció a tal
grado que lo convertiste en tu amante —Neville le sonrió indulgente. En ocasiones olvidaba
que Ian solo era un chico de diecisiete años con dudas y problemas que eran un grano de
arena.
—Tú me volviste loco Ian. Mírame, tengo casi treinta y cinco años y vengo a buscarte
desde Irlanda para verte una vez a la semana y pasarme el día contigo y tus amigos de
diecisiete. Comprando dulces, hablado de mis tonterías. Ellos me ven como un padre,
¿crees que no lo noto? Pero te amo gatito y por eso lo hago.

Los ojos de Ian brillaron y todo su cuerpo se estremeció. Se abrazó al cuerpo de Neville, no
podía creer que se lo hubiera dicho y menos así.

—Yo también te amo Neville.

Neville Longbottom, huérfano, con una guerra a cuestas y una historia llena de errores, se
sintió en ese momento el hombre más feliz del mundo. Besó a su chico con suavidad,
acariciando sus labios y dejando que su lengua viajera por la boca de Ian.

—La semana entrante podemos ir a Kerry, ¿qué te parece? —Ian asintió—. Enviaré un
traslador para ti —Ian volvió a asentir.

—Me llamaste gatito.

—Si —Ian le dio un nuevo beso y después con gran dolor tuvo que separarse de él. Esa
sería una noche que no olvidaría jamás.

Neville se hizo la nota mental de terminar con Brian durante esa semana. Era increíble que
hubiera postergado tanto hacerlo. Si Ian se llegaba a enterar, no quería ni pensar en lo que
le diría o peor, lo que haría. Sin embargo, el destino tenía otros planes para Neville y esa
semana sería imposible ver a Brian por lo menos hasta que el mismo se presentara en Kerry
por una crisis en la fábrica de Estados Unidos.

My life has been such a whirlwind since I saw you

I’ve been running round in circles in my mind

And it always seems that I’m following you…

Cause you take me to the places that alone I’d never find

Notas finales:

Sé que odian lo blando que son ambos padres pero que les puedo decir... Esperen un
poco porque lo mejor esta por venir ^^.

Un abrazote de oso polar a mi hermosa beta luxam9 que con todo y gripe estuvo al
pendiente del fic.

Ahora una duda que nada tiene que ver con esta historia.

¿Qué tan rara es la pareja Neville/James Sirius (o James III como me gusta más)? Es
para mi historia del BB de Harry Potter. Ya tengo todo planeado en mi cabecita
pervertida y ando muy feliz y preocupada porque es la primera vez que me propongo
seguir tanto el canon como el fanon.

Claro que mi pareja principal será Harry/Draco sin embargo quiero compartir con
ustedes la segunda pareja ¿qué les parece?

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Capítulo 24 ¡Hey! por acm2099
Notas del autor:
Empezamos con el drama. ^^

El domingo por la mañana Neville se despertó con un maravilloso sabor de boca. Había
soñado con Ian, sus caricias y besos. Checó su móvil y sonrió como idiota al ver el mensaje
de texto de parte de su chico. Se moría de ganas de verlo de nuevo, se le hacía tan lejano el
próximo fin de semana. Tenía planeado ir el lunes directamente a Estados Unidos y
terminar con Brian.

—Neville —La voz de Ryan sonaba angustiada. El ex Gryffindor inmediatamente salió de


su estado de estúpido enamorado y encaró a su amigo—. Se cayó el mercado de Estados
Unidos, la fábrica está al borde de la quiebra —El semblante de Ryan era terrible.

—No puede ser —Neville se reusaba a aceptar que las cosas fueran tan graves.

—Lo es, tenemos que hacer algo. Sarah ya está intentado detener el desastre pero todos los
trabajadores están preocupados. Ella dice que la mejor forma para que esto no nos pegue
es… —Ryan bajó la mirada y entre susurros continuó—, deshacernos de la fabrica —
Neville brincó de la cama de inmediato.

—No, eso no —Estaba dispuesto a lo que fuera para evitar eso—. Muchas familias muggles
dependen de esa fábrica y no podemos dejarlos varados. Debe haber otra solución, algo que
no sea solo ponerle dinero bueno al malo.

—Sabía que dirías eso Boss. Hay que prepararnos porque nos tocará una semanita muy
pesada. Neville… —El castaño se tensó. Ese tono solemne de su amigo era el aviso de
cosas terribles—. Hay otra cosa…

—¿Qué? —Solo faltaba que las nuevas plantas de su invernadero se quemaran.

—Burton, el abogado, dijo que no era buena idea que fueras a Estados Unidos. Así que
todo tendrá que hacerse desde aquí —Neville no veía el problema—. Quien viene para acá
es… —Los ojos de Ryan se desviaron—. Brian.

—No puede ser —Bueno, eso era peor.

—Sí, ¿por qué crees que me cae tan mal? Tu pretty boy se está agarrando de la crisis para
venir y acosarte —Neville le concedía algo de razón a su iracundo amigo—. Usa el pretexto
de venir a defender a los trabajadores...

—Bien, no importa. De todas formas tengo que hablar con él. Solo dile a los elfos que se
escondan porque un muggle vendrá. Me daré una ducha y enseguida bajo para empezar a
ver qué haremos.
El día de Neville, lleno de buenos momentos con Ian, se convirtió en una pesadilla sin
siquiera haber comenzado. Sentía muy lejos los momentos en los que se besaba con Ian y
disfrutaba de sus caricias. ¡¡¡Ah como necesitaba ver esos ojos!!! Esos brillantes ojos
grises. Siempre que estaba con Ian encontraba un poco de paz y podía pensar con
tranquilidad.

Salió de la ducha envuelto en una bata y se colocó unos vaqueros clásicos. En una de las
perchas del closet, con una cubierta transparente, encontró una camisa rosa neón que Ian le
había regalado en Ámsterdam. Como el color no era de su agrado la arrumbó; por lo regular
Neville vestía de negro, azul o gris, colores neutros. Pero al ver esa camisa, justo en ese día,
decidió ponérsela. Quería tener algo que le recordara a Ian durante cada momento de todo
ese proceso.

Entre sus cosas también encontró un frasco de la colonia de su chico. Lo abrió e inundó sus
sentidos con ese aroma tan característico, que era como él:, fino y a la vez un poco
salvaje. Se roció con ella y salió de su habitación. Ese sería un largo día, más con la
presencia de Brian Duval; se estremeció de solo recordarlo.

Para la hora del almuerzo, Neville tenía un dolor de cabeza insoportable y aun no
encontraban luz para resolver las cosas en la fábrica. Brian llegaría de un momento a otro,
aunque eso no preocupaba a nadie. Kerry en apariencia era un caserón, un castillo
completamente normal y no era el primer muggle que los visitaba. Los constantes negocios
hacían que Sarah tuviera reuniones con ellos.

—Señor, un helicóptero está llegando.

—Gracias David, es el señor Duval. Cuando baje lo traes para acá.

Sarah aun no conocía a Brian pero tampoco le gustaba mucho su presencia, además de que
le crispaba estar tan cerca de Ryan y de esas miradas que le lanzaba. Ya le tenían harta.
Cuando vio entrar a Brian Duval, se impresionó pero logró suprimir cualquier muestra de
sorpresa, en cambio le sonrió levemente. Era un chico guapo, comprendió por qué Neville
había caído con él.

—Brian, te presento al cerebro de todo: Sarah Neal.

Se dieron la mano cortésmente y de inmediato empaparon a Brian con las posibles


soluciones. Durante todo el día Neville estuvo pendiente a su móvil, contestando los
mensajes de Ian. No le había dicho nada para que no se preocupara, se consolaba pensando
que a su chico no le perjudicaba en nada esa situación. Neville seguiría siendo
asquerosamente rico, con o sin fábrica, pero no quería dejar sin empleo a todos los muggles
que dependían de él.

Ya entrada la noche todos estaban cansados y con hambre. La única posible solución era
despedir a más de la mitad de los trabajadores pero nadie quería eso. Sarah propuso comer
algo para luego continuar. Ryan la acompañó de forma inocente pero el castaño sabía
perfectamente que su amigo era todo menos inocente. Así fue como Neville y Brian se
quedaron solos en el despacho.

El león se levantó para estirarse, sentía todo su cuerpo tenso y el dolor de cabeza lacerante.
De pronto sintió que unas manos acariciaban su espalda. Se giró inmediatamente, tomó a
Brian por las muñecas y lo detuvo en cuanto quiso besarle.

—No Brian. Esto no puede ser así, yo… Estoy saliendo con alguien… —Intercambiaron
miradas. Brian quería perderse en ese mar azul que eran los ojos de Neville—. Alguien que
me importa mucho —Los ojos del rubio se aguaron pero intentó mantenerse estoico.

—Comprendo, pero yo no soy celoso —Hubo un nuevo intento de beso pero Neville lo
detuvo de nuevo.
—Pero yo sí y no me gustaría que él hiciera esto con otra persona. Hemos terminado Brian,
si estás aquí es para salvar la fábrica. Kerry es un condado pequeño y no encontrarás
alojamiento por eso te quedarás en el tercer piso. Pero quiero que entiendas… nosotros
hemos terminado, ¿lo tienes claro?

Brian aceptó y salió del despacho. Justo al cruzar el lumbral escuchó sonar el móvil de
Neville. No pudo evitar detenerse un momento a pesar de sentir que eso le lastimaría en el
alma.

—Hola gatito.

Efectivamente dolió. Brian bajó la mirada. No sabía qué hacer con ese sufrimiento y no
entendía por qué con ese chico y no con él. ¿Era tan difícil para Neville aceptar su pasado?
Que hubiera sido un prostituto estaba jodiendo su relación con el hombre al que amaba. Un
suspiro melancólico se le escapó, decidió dar una vuelta por el jardín para tranquilizarse y
admirar la belleza de ese lugar. Seguramente Ian Malfoy sería muy feliz en aquel castillo
con todo y el príncipe azul.

Para el miércoles por la tarde Ian estaba muriéndose de felicidad. Había conseguido que su
abuelo le diera un permiso especial para ausentarse desde el jueves por la mañana. Era
consentido por todos y lo sabía pero no podía evitarlo. ¿Quién era él para negarles el gran
placer de consentirle? Además, había trabajado por ese permiso, había adelantado sus
deberes y por fin había dicho en voz alta cual era el camino que quería seguir en el futuro.

—¿Entonces te vas con el señor por la mañana? —Los ojos de Daniel resplandecieron.

—Sip, tres días con él. Será genial —Ian tenía un brillo en los ojos. Daniel pensaba que era
un jodido suertudo.

—Lo saludas por mí y le das un beso inmenso a ese pedazo de hombre que es Ryan.

Por la mañana, un Ian de lo más alegre tomó su maleta y caminó hasta el despacho de su
abuelo. Sabía que Neville estaba en Kerry y en cuanto se vieran le saltaría encima al
castaño ex Gryffindor. Tenía unas ganas inmensas de hacer el amor en el escritorio del
despacho mientras veía todo el jardín por el gran ventanal. Ya se lo estaba imaginando y se
le hacía agua la boca.

En plena madrugada del jueves habían encontrado una solución. Dividirían a los
trabajadores en dos grupos. El primero trabajaría de lunes a jueves y el siguiente de jueves
a domingo, eso hasta que se normalizara la economía. Nadie se quedaría sin trabajo y
tendrían un bono por productividad. Pero para llegar a ese acuerdo las horas y los días
habían sido pocos. Todos estaban cansados. Cuatro días sin dormir más que dos horas era
demasiado.
—Vete a dormir Neville. Yo solo esperaré hasta que tengan listo mi helicóptero —Neville
asintió. Estaba tan cansado que no se dio cuenta del beso que le dio a Brian. Solo fue un
breve toque. Totalmente amigable pero que bastó para avivar los sentimientos de Brian.

—Cuídate Brian, nos estamos viendo —Caminó hasta las escaleras y las subió arrastrando
cuatro días de puro cansancio por cada uno de los escalones.

Una hora después Brian estaba listo para partir. El castillo de Kerry estaba en completo
silencio, sus dueños dormían. Estuvo tentado a subir, desnudarse y hacerle una de esas
mamadas que tanto le gustaban a Neville. De pronto escuchó los pasos de alguien desde el
vestíbulo, cuando llego ahí se encontró con un chico. En su corazón sintió una punzada de
celos desatarse. Ese era Ian Malfoy.

—¿Brian? —El último beso de Neville le había recordado que ellos tenían algo. Que ellos
podían ser algo. Pero para eso Ian tenía que saber una que otra verdad.

—Hola —Le sonrió indulgente.

—¿Qué haces aquí? —Ian sentía que todos sus sentidos se alteraban.

—Neville necesitaba de mí —Las palabras dichas en un doble sentido hicieron que Ian
ardiera de coraje.

—Él terminó contigo —Brian movió su cabeza negativamente.

—No, no lo hizo. Aunque si lo hiciera no me preocuparía. Siempre termina lo nuestro; pero


cada que tiene un problema recurre a mí. Esa es la diferencia, él sabe que cuenta conmigo
en todos los sentidos —Ian tensó sus maxilares.

—¿Qué se supone que Neville necesitaba de ti? Y, ¿dónde está? —El chico estaba
ardiendo. Podía matar al imbécil pero se estaba conteniendo.

—Durmiendo, está muy cansado. Imagino que Neville no te dijo nada; la fábrica de Estados
Unidos quebró y él de inmediato me llamó, es raro, ¿no? Digo, después de todo está
contigo. Claro que Neville no les dice nada porque no es de su incumbencia. Sus ligues son
para divertirse.

—¿Ligues? —Los ojos grises de Ian se enfurecieron.

—Niños como tú a los que él les dice que los quiere. Son su pequeña debilidad pero cuando
se cansa de ellos viene a mí. No pensaste que me dejaría por un niño como tú, ¿o sí?
¿Hacen otra cosa que follar? —Ian enarcó su ceja derecha—. Ni siquiera te cuenta sus
problemas, ¿sabes por qué? Porque yo soy su pareja, su amante. El único hombre en el que
confía —Ian no creía ninguna de las palabras de Brian—. Eres hijo de Draco y por eso te
digo esto. Eres un niño Ian, ¿qué tienes tú que ofrecerle a un hombre como él? Neville tiene
una vida hecha, una fortuna que cuidar, ¿y tú? ¿Qué tienes para él? Vive, crece y madura.
Hombres como Neville Longbottom se cansan de siempre estar cumpliendo caprichos y por
eso regresan con las personas que cumplen sus caprichos. Se necesita más que una cara
bonita, más que un cuerpo espectacular para que él se aleje de mí. Ahora, si me permites,
tengo que irme. Neville necesita que vaya a la fábrica. Por favor, piensa lo que te dije y no
desperdicies tu vida con alguien que podría ser tu padre. Dieciséis años son muchos.

Ian vio salir a ese hombre del castillo y subirse al helicóptero. Un inmenso dolor se apoderó
de todo su ser. Las palabras de Brian empezaron a calar. Él tenía toda la razón, era un niño.
Uno que se la pasaba de capricho en capricho… uno que no tenía nada que ofrecerle. Con
el corazón roto y lágrimas recorriendo su rostro, Ian desapareció.

Caminó con rumbo a las mazmorras completamente derrumbado. Era saber las mentiras,
era toparse con alguien que por primera vez le había dicho la verdad y le había quitado la
venda de los ojos, eso le dolía. Neville no dejó a Brian porque él era el hombre que
necesitaba, el que cumplía con sus expectativas y él… solo era un juguete. Llegó a la sala
común y la encontró complemente sola, todos debían estar en clases. Se dejó caer en su
cama pensando sin pensar, hasta que se quedó dormido.

—Alguien puede callar a ese imbécil —Fue la primera cosa que Ian escuchó al despertar.
Consultó su reloj, ya era de noche. El frío de octubre estaba empezando a hacerse notar.

—Ian, Teddy está afuera y quiere verte. No sé qué le pasa, le dije que no estabas porque
pensé que te habías ido con… —Ian no dejó que James continuara, se puso de pie. En
cuanto iba saliendo de las mazmorras fue brutalmente empujado hasta una de las frías
paredes.

—¡Eres una mierda! —Teddy lo azotó de nuevo y lo jaló del cuello de la camisa ante la
mirada estupefacta de Daniel. Todos los Slytherin que presenciaron el ataque les siguieron
pero no pudieron hacer nada cuando Teddy arrojó a Ian en una de las aulas vacías y selló la
puerta.

—¡¡¡¿Qué te pasa?!!! —Ian sentía que todo su cuerpo dolía. Teddy arremetió de nuevo en
su contra.

—¡¡¿Cómo te atreviste?!! Sabías que yo la amo, ¿por qué? ¡¡¡¿Por qué me traicionaste
así?!!! —Teddy lloraba de rabia, dolor y humillación—. Te acostaste con ella sin
importarte nada de mí y tú… para mi eras como un hermano…

—Teddy estaba tan quebrantado, en sus ojos solo existía el dolor de la traición. —Teddy,
ella es una put… —El primer golpe fue directamente al rostro de Ian.

—¡¡¡¿Y lo dices tú que eres la puta mayor de todo el colegio?!!! Te has follado a todo el
maldito cuerpo estudiantil y le has destrozado la vida a tantos. Emily tenía tanto derecho
como tú a experimentar y por lo menos ella se acostaba con quien le interesaba de verdad.
Hacía las cosas sin ofender, lastimar o lacerar. Ella jamás jugó con nadie como tú lo hiciste,
¡¡¡Hijo de puta!!! —Un brutal azote cimbró el cuerpo de Ian.

—Ella te dejó —El agarre que tenía Teddy sobre la camisa de Ian se hizo más fuerte.

—¡¡¡Nos dejamos!!! Te lo dije, teníamos catorce años y cada quien caminó por diferentes
lugares. Pero yo la amo, ella fue la primera, la única y tú… ¡¡¡Tú la sedujiste!!! ¡¡¡No te
importó que yo te contara que vivía pensando en ella!!! —Un nuevo impacto sobre la
pared—. ¡¡¡La follaste en un inmundo vagón del tren, sabiendo lo que significa para mí!!!

—Yo…

—Tú... ¡¡¡Tú!!! —Teddy oprimía sus maxilares de puro coraje—. ¡¡¡No eres más que un
estúpido niño mimado que se cree el maldito centro de universo!!! ¡¡¡Eso hizo de ti mi
padrino Harry!!! ¡¡¡Solapándote todo, dándote todo!!! —Los gritos de Teddy eran
desgarradores—. Porque tú eras el único que sufría, porque tú eras el único al que dañaban
¡¡¡PORQUE TÚ ERES EL IMBECIL MÁS GRANDE DEL MUNDO!!! Ni siquiera te das
cuenta que mi padrino podría matar por ti y… tú lo ves peor que una basura… cuando la
única basura eres tú.
Teddy cerró los ojos, le dio un último empujón al cuerpo de Ian y salió enardecido. Ian
cayó al suelo con el labio roto y un terrible dolor de cabeza, pero sobre todo, con la moral
desecha. En un solo día había perdido al hombre que amaba y a su mejor amigo. Daniel
entró al aula para ver a Ian en ese estado.

—¿Qué paso Ian? —El chico negó.

—Yo engañé a Teddy y Neville me engañó —Ian se puso de pie. Caminó por el pasillo
seguido de Daniel.

—¿A dónde vas? —Daniel intentó detenerlo pero Ian lo apartó violentamente.

—No te importa.

—Ian…

—¡¡¡Que me dejes en paz!!! —Ian apartó a Daniel con fuerza tal que terminó en el suelo.
Malfoy desapareció sin que pudieran detenerlo.

Durante todo el viernes James y Daniel se dedicaron a buscarle pero sabían perfectamente
que Ian no estaba en el castillo. Para la tarde de ese día, Daniel estaba tan desesperado que
decidió buscar a Teddy esperando que él pudiera ayudar. No fue esta la cena que le vio en
el gran comedor. Al terminar de cenar lo siguió hasta la entrada a Ravenclaw donde lo jaló
para llamar su atención y lo condujo hasta uno de los pasillos para hablar con tranquilidad.
—¿Qué quieres? —Teddy estaba visiblemente molesto y parecía tan triste. A Daniel le
dolió el corazón al verlo así.

—Ian no aparece desde ayer —El cuerpo del Ravenclaw se tensó.

—¿Y a mí que mierda me importa? Debe estar con su Señor —Teddy se iba pero Daniel le
detuvo.

—¿Qué fue lo que pasó entre ustedes? —Hubo un momento de vacilación que terminó
cuando Teddy notó la mirada decidida de Daniel.

—Se acostó con Emily. Le importó muy poco saber que yo la amo —La voz de Teddy se
quebró—. La enamoró, le dijo que la amaba, folló con ella y después la botó como si fuera
una puta cualquiera —Lágrimas gruesas resbalaron de los ojos miel—. Me traicionó.

Daniel no pudo evitar abrazarse a Teddy en un intento de consolarlo. Extrañamente, Ted


aceptó el abrazó escondiendo su rostro en el cuello del Slytherin. Al separarse un poco
Daniel no pudo suprimir el deseo y se lanzó a los labios de Teddy. Increíblemente se
encontró siendo correspondido con una pasión desbordante pero fue el mismo Teddy el que
paró todo.

—No puedo Daniel. No siento nada y si hago algo será solo para mitigar el dolor. Tú no te
mereces eso —Daniel escondió su rostro en el pecho de Teddy y empezó a llorar—.
Perdóname —Teddy acarició la espalda del Slytherin y enredó una de sus manos en el
rojizo cabello.

—Solo quería besarte… yo sé que tú no… Y no es por eso por lo que… Ustedes son mi
única familia. Mis padres siempre están tan ocupados para mí… Ustedes… no quiero
perderlos —Teddy besó el cabello de Daniel—. Neville engañó a Ian, él se enteró ayer.

—Lo vamos a encontrar —Ted levantó el rostro de Daniel, limpió sus lágrimas—. Si fuera
gay sería el hombre más feliz del mundo teniéndote a mi lado.

—Si algún día quieres experimentar…

—Serás el primero en saberlo —Teddy le dio un beso dulce en los labios y le sonrió—.
Ahora debemos hablar con el director.
*

Harry estaba tan cansado que muy apenas podía moverse. Sin embargo dio un último
estirón a sus fuerzas. Jugar con sus gemelos era algo que solo Coñac podía hacer, Draco
estaba la mar de contento al ver como soltaba un bufido cansino. Harry cargó a su hijo y lo
azotó en uno de los muebles de la sala.

—Ya está —jadeó Harry—. Tienen que irse a bañar y a dormir, mañana tienen escuela.

—¡¡¡No papá!!! —gritaron al unísono los niños. Harry rodó los ojos.

—Vamos hijos, dejen a su padre. Es hora de descansar —Sully apareció para llevarse a los
niños y Harry respiró profundamente.

—Me dejaron molido. No puedo creer que tengan tanta energía —Draco le sonrió; se sirvió
una copa de vino y una limonada para Harry.

—Crecen muy rápido. Estos son los momentos que debemos atesorar —Draco se dejó caer
en el sofá. Harry sonrió y se acurrucó al cuerpo del rubio.

Estaban tan inmersos en su momento que no escucharon ni el crepitar de las llamas.


Severus, Remus y Teddy caminaron hasta ellos. Cuando Harry los vio sintió que su
corazón se estrujaba. Se puso de pie observando directamente a los ojos de Severus, el alma
de ambos padres salió de su cuerpo al escuchar la noticia.
—Su varita… con ella podemos rastrarlo.

—La dejó en su habitación.

—Pero… pero no tiene dinero —dijo Draco un poco histérico. Teddy se aclaró la garganta.

—Ian siempre carga dinero muggle. Es una forma de prevenir las cosas según él.

—¿Cuánto dinero? —Harry estaba lívido de la angustia.

—Dos mil libras.

Por primera vez en mucho tiempo Draco lloró. El dolor de Harry se acrecentó al ver a su
rubio así. Había jurado que jamás lloraría, de inmediato lo abrazó con fuerza, dando besos
en su cabello y susurrándole que todo estaría bien. Ian tenía que estar bien, el destino le
debía por lo menos eso.

—Quiero que traigas a Neville. Él me tiene que responder por esto —Harry asintió.

—Llamaré a Ron y Hermione, necesitaremos a su investigador estrella —El moreno sabía


que eso pondría en riesgo a Hermione, seguramente hasta su matrimonio pero eso no le
importaba. En lo único que podía pensar era en su hijo y en todos los peligros a los que se
enfrentaría solo—. ¿Cómo pudo escaparse de Hogwarts?

—Ian encontró un camino para ir al pueblo sin ser detectado. Fue en segundo grado, yo
nunca pensé que… lo siento mucho padrino.

—Lo encontraré —Harry miró intensamente a Draco intentando darle la certeza de que su
hijo volvería a pesar de todo.

Ya ves, tú nunca me has querido ya lo ves

Que nunca he sido tuyo ya lo sé


Fue sólo por orgullo ese querer.

¡Hey! No creas que te guardo algún rencor

Es siempre más feliz quien más amó

Y ese siempre fui yo.

Notas finales:

¿Qué tal? Tengo varios puntos a tratar con ustedes. Ya saben, me fascinan los puntos:

a)Mil gracias a mi beta luxam9 por todo lo que ha hecho con este fic y por seguir al
pie del cañon.

b)Seguimos con el drama en el capítulo que sigue. No crean que se me olvida lo de


Hermione

c)¿Quién es Emily? La chica con la que folla Ian en el capítulo sigue soñando.

d)¿Creen que Daniel debe tener una oportunidad con Teddy? Es un punto en el que
he estado pensando y no sé. Es la primera vez que me pasa algo así con un personaje.
Quiero darle lo que quiere pero no sé si sea justo.

e)Por ultimo quiero compartir con ustedes una imagen:

http://bloghogwarts.com/wp-content/uploads/2011/01/Harry-Potter-BlogHogwarts-
HP7-Neville.jpg

Sip, la primera imagen que tengo de las Reliquias de la muerte parte II. Ya saben
empiezan las criticas. Que si se ve horrible, que si parece abuelo. Pero les recuerdo
que fue golpeado y torturado. Además están en la batalla final.
Un abrazote con todo mi cariño.

PD: Estoy atrasada con los comentarios de capítulos pasados. Prometo ponerme al
corriente en cuanto pueda. De verdad una disculpa.

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Capítulo 25 Vencido por acm2099
Notas del autor:
Más drama y veremos una cara de Ian que no conociamos.

—¡¡¡Tú, pedazo de mierda!!! —Draco se lanzó al cuello de Neville en cuanto lo vio. Harry
intentó apartarlo pero Draco logró liberarse y le dio un buen golpe al castaño—. ¿Cómo
pudiste hacerle eso a mi hijo?

—Draco... no sé qué sucedió. Yo estuve esperando a Ian durante toda la tarde de ayer.
Nosotros estamos bien —El castaño tenía un deje histérico en la voz. Le estaba
consumiendo no saber qué pasaba con Ian.

—No digas mentiras, animal. Engañaste a mi hijo y ahora él está en las calles mientras tú
estás aquí poniendo esa cara de inocente que no soporto.

—Draco, cálmate —Harry acunó el rostro de su rubio entre las su manos—. Déjame hablar
con Neville, ¿ok? —El rubio asintió de mala gana. Harry se giró para encarar a Neville—.
Lo último que sabemos de mi hijo es que pidió un permiso especial para irse a tu casa desde
el jueves por la mañana. En la noche del jueves se encontraba en el colegio y no en tu casa.
Le dijo a Daniel que le habías engañado... —La voz de Harry se volvió amenazante—.
Habla, es mejor para ti.

—Te juro por mis padres que no sé de qué me hablas. El domingo yo recibí la noticia de
que una de mis fábricas estaba por quebrar. Desde ese día trabajé en eso y el jueves casi por
la mañana yo dormía, estuve cuatro días sin hacerlo. Jamás vi a Ian en Kerry.

En ese momento entraron al despacho Remus acompañado de Ron. Hermione se apareció


junto con un hombre que Ronald Weasley conocía muy bien y al que jamás le hubiera
gustado volver a ver: Viktor Krum.
Los ojos azules de Ron se abrieron y el dolor de años atrás pareció revivir en ese momento.
Harry observó a su amigo y una angustia más se formó en su ser cuando vio que Ron salía
del despacho apresuradamente.

—Ve con él, yo ayudaré a Draco —Harry agradeció tener a Severus Snape en su vida,
porque a pesar de molestarse constantemente sabía que podía contar con él en los
momentos más difíciles. Claro, no era por él, Draco siempre había sido el mayor interés de
Severus.

Harry encontró a su amigo en la siguiente pieza mirando hacia la nada.

—¿Estás bien? —Ron no hizo amago de moverse.

—¿Tú lo sabías? ¿Desde cuándo? —Harry pasó saliva nerviosamente.

—Desde que Draco regresó, yo... lo descubrí —Un silencio pesado llegó—. Ron, es mi hijo
el que está perdido y tengo que echar mano de todo lo que me pueda ayudar. Viktor Krum
es el mejor investigador que he visto...

—No preocupes Harry. Te entiendo, yo haría lo mismo por mis hijos. Ahora, por favor...
déjame solo —Harry quería decir algo pero su mente estaba en otro lado. Como gesto de
amistad simplemente le dio un apretón en el hombro. Al girarse para irse, se encontró con
la mirada preocupada de Hermione.

—Ron...

—No quiero hablar ahora Hermione.

—Yo...

—El hijo de nuestros mejores amigos está perdido y es nuestro deber ayudarles. Por favor,
déjame solo. Cuando todo esto pase podremos hablar.
Ron escuchó los pasos de su mujer alejándose. Cerró los ojos intentado evitar esa amarga
sensación que le invadía. Al terminar la guerra todo mundo buscó su camino, Hermione
decidió irse a Noruega para estudiar y Ron que aun estaba de luto, decidió quedarse con su
familia. Durante meses Hermione y él mantuvieron conversaciones por medio de cartas.
Fue en una de tantas que Hermione le confesó que se había reencontrado con Krum y poco
después se fueron a vivir juntos. Tres largos años pasarían para que pudiera reencontrase
con ella. Hermione se había separado de Krum; según sus propias palabras lo dejó porque
no podían establecerse. Viktor Krum siempre iba por la aventura, estuviera donde
estuviera.

Ron siempre tuvo dudas del motivo por el cual Hermione se casó con él. Pues Ron no
estaba seguro hasta qué grado había influenciado el hecho de que él era pura seguridad para
Hermione, un hombre establecido, con una buena familia y que la amaba. Porque estaba
seguro de que su mujer se había enamorado de Viktor Krum a tal grado que dejó todo.
Vivió con él y se olvidó de Ronald Weasley; y ahora, después de tantos años, saber que su
mujer mantenía contacto con Krum a escondidas de él hacia mella en su autoestima y hacía
que las dudas se levantaran en forma de grandes focos rojos.

Draco se sentía como una fiera enjaulada, lo único que lo mantenía era sentir el tacto de la
mano de Harry sobre la suya. Para el rubio, Ian era algo muy suyo porque para su pesar casi
fue moldeado por él y ahora su hijo estaba lejos, sufriendo y él no podía hacer nada.
Observó casi en cámara lenta a las personas que estaban en ese momento esperando alguna
solución.

Remus y Severus parecían serenos pero Draco conocía la suficiente a su padrino como para
saber que, al igual que él, se estaba muriendo de la preocupación. De verdad quería a Ian,
para él era un nieto. Sarah además de preocupada, intentaba mantenerse alejada de Ryan
quien a su vez se mantenía sumamente pendiente de Neville.
Cuando llego a él, Draco casi le salta a la yugular. Ese hombre que creyó bueno, maduro y
sensato, le había hecho tanto daño a su hijo... Draco se arrepentía terriblemente, jamás
debió permitir que esa relación insana siguiera. Porque Neville se había vuelto la peor de
sus pesadillas.

Hermione regresó a la estancia, Draco la observó triste, llorosa, preocupada y lo peor de


todo... culpable. Sintió pena por ella, hasta cierto punto su matrimonio se estaba
tambaleando por esa ayuda que le estaba brindando. Hermione le había confesado que se
había casado sin amor, solo para poder tener la familia que tanto quería. Porque Ron
Weasley sería el mejor de los padres, ¿eso seguiría siendo así? ¿Ella aun amaría a Viktor
Krum? El apretón de la mano le hizo regresar a la realidad.

—Hay un lapso de una hora en que lo perdemos —Para sorpresa de todos, Viktor Krum
había perdido cualquier acento y ese porte que tenía le hacía ver más imponente.

—Sí —continúo Severus—. Me pidió permiso para visitar a Longbottom. Se iría el jueves
por la mañana y regresaría el domingo.

—Pero regresó antes, ¿no? —Severus lo afirmó, Krum hizo una anotación en su block—.
Bien, debo ir a Kerry —Neville y Ryan se pusieron de pie con intenciones de acompañarle.

—¿Puedes ir con ellos Sarah? —La chica asintió a la petición de Draco—. No confío en
ninguno...

—Draco... —Neville quiso defenderse. Ni siquiera tenía muy en claro de qué se le acusaba
y por qué. La fiera mirada de Harry le hizo olvidarse del intentó, además, lo importante era
encontrar a su chico. Sin decir más, sujetó el brazo derecho de Krum y desapareció.

Ian tenía cuarenta y ocho horas de desaparecido y Draco estaba que se subía por las
paredes. Sabía que todos los aurores estaban buscando a su hijo. Harry no había dormido
más de una hora. Seguía coordinando brigadas, trazaba planes y estrategias para encontrarle
pero todo parecía inútil. Hasta Krum tenía horas sin regresar.

—Un café mi rubio —Draco lo tomó de mala gana.

—¿Y el tuyo?

—Tengo que seguir con los reportes y mandar otro grupo de búsqueda —Draco lo miró
intensamente—. ¿Estás bien?

—No Harry, no estoy bien. Me siento como un mueble más, necesito salir a buscarlo.

—Calma mi rubio, lo encontraremos —Draco, sintiéndose furioso, se puso de pie y se


dirigió al moreno de forma amenazante.

—Es mi hijo, Harry. Jamás habían pasado más de veinticuatro horas sin que supiera donde
estaba y ahora... está perdido —Harry se debatía entre el sentimiento de impotencia y el
dolor de saber a lo que se refería Draco con esa frase.

Draco pareció entender que era lo que había dicho. Suavizó sus facciones y dijo—: Lo
siento Harry, no quise...

—No te preocupes. Todos decimos cosas raras cuando estamos molestos.

—Harry...

—Anda, daré una conferencia con los aurores Americanos. Puedes auxiliarme, conoces más
ciudades que yo.

Draco besó tiernamente a Harry y se prometió a si mismo que cuando esa pesadilla acabara
le resarciría cada mala palabra y mal modo. De verdad, su marido se merecía una buena
recompensa. Durante las siguientes horas, tanto Draco como Harry estuvieron
estableciendo contactos con casi todo el país.

Unas horas antes de anochecer, Neville, Krum, Sarah y Ryan estaban de regreso. Los cuatro
tenían el rostro desencajado; pero el peor era el ex león que aun no entendía como toda la
felicidad que sentía se había marchado de esa forma. Harry y Draco llegaron hasta ellos
esperando alguna respuesta.
—¿Y bien? —preguntó Draco bastante fastidiado por la actitud de los recién llegados.

—Brian Duval fue la persona que hablo con su hijo en el castillo de Kerry —El rubio miró
a Neville. Este cerró los ojos un segundo pero se obligó a recomponerse.

»Creemos que puede estar en el mundo muggle —continuó Krum.

—Pero... él no conoce a nadie en... No puede...

—Teddy debe saber si conoce a alguien en el Londres muggle. Enviaré por él y por Daniel
Nott —Severus rápidamente se comunicó al colegio.

—Ya estarás contento, ¿no? Tenías que seguir revolcándote con Brian y mira lo que le hizo
a mi hijo —Neville empuñó sus manos—. Ahora ya te puedes largar.

—Me iré un momento Draco pero regresaré. No voy a descansar hasta volverlo a ver —
Neville se desapareció.

Teddy y Daniel llegaron a la mansión Malfoy dispuestos a ayudar en lo que fuera. Harry,
quien era el más apto para los interrogatorios empezó con preguntas leves y tranquilas para
llegar justamente a lo que quería saber.

—¿Saben de alguien a quien pueda conocer en el mundo muggle? —Teddy negó pero
Daniel se quedó mirando a la nada por un segundo. Después se decidió.

—Edmund y Eve —Harry casi podía suspirar de alivio. Una pista siempre era buena.

—¿De dónde los conoce?

—En una de las noches que salimos. Llegamos a un lugar, nos encontramos a Edmund
primero y luego Eve se nos acercó. La primera vez de Ian con una mujer fue con ella.

—Bien —interrumpió Krum—, es suficiente.

—Pero... —Para Harry definitivamente eso no era suficiente.


—Conozco un par de personas que podrían decirnos quiénes son ellos. Tranquilo Potter,
estamos muy cerca de encontrarlo —El moreno desvió la mirada para observar a Draco.
Ambos querían creer que era así.

Neville se apareció frente a la puerta del departamento de Brian sin ninguna precaución. De
hecho ni siquiera recordó que aquel lugar estaba lleno de muggles. Lo único que tenía en
mente era conseguir una explicación y sobretodo, encontrar a Ian. Golpeó la puerta
violentamente, Brian abrió y se impactó al verlo ahí.

—¿Por qué? —Fue lo único que Neville pudo decir en cuanto lo vio. Brian se hizo a un
lado para dejarlo pasar.

—¿Estás bien, Neville? —El castaño lo miró fijamente.

—¿Por qué lo hiciste? —Brian tragó saliva pero se decidió a hablar.

—Es un niño, un chico que solo quiere jugar. Un...

—Un niño, sí. Pero soy suyo, caí como un imbécil, me enamore de él —Neville no pudo
evitar que sus lagrimas cayeran. Estaba tan desesperado, sentía que la felicidad se le iba sin
siquiera saber por qué.

—Estás equivocado Neville, es un niño que solo te ve como un padre.

—¿Y tú, como me ves? Para ti soy el príncipe de un castillo pero no me conoces. No sabes
nada de mí. Crees que soy el final feliz de un cuento de hadas pero no hay nada más lejos
de la realidad. No soy perfecto, no soy un santo, no soy lo que crees...

—Neville...
—Entiende que me enamoré de él. Que lo necesito para vivir, para respirar. Me siento
perdido sin su presencia —En ese momento Brian lo supo. Neville jamás había sido suyo y
entonces el dolor caló profundamente.

—¿Y yo? ¿Qué fui Neville? Si tú no me puedes amar, ¿quién lo hará? —Neville intentó
apartar su sufrimiento para ponerse en el lugar de Brian.

—Lo hará quien se enamore de ti. La persona que te ame, verá un futuro contigo y le
importará muy poco tu pasado —Brian se acercó a él para abrazarlo con desesperación.

—¿Por eso tú no te enamoraste de mi? Porque fui un... —Neville lo alejó de él.

—No, nunca tuvo que ver con eso. Es algo en Ian, una luz vital que llena mi ser...

—Algo que yo nunca desperté.

—Vales mucho Brian, encontrarás a alguien. Pero yo no soy, ¿entiendes? —Brian bajó la
cabeza, envuelto en una agonía que no podía apartar de su mente—. Brian, se escapó de su
casa. Dime qué le dijiste, eres la última persona que vio en Kerry —El rubio se perdió entre
sus recuerdos. No podía mentirle a Neville, se aclaró la garganta y empezó a contarle todo.

—Yo no quería hacerte daño —dijo Brian unos minutos después—. De verdad creía que
podía tener una oportunidad contigo. Espero que lo encuentren pronto —Neville suspiró y,
abatido se fue del departamento.

Brian mantuvo la mirada perdida por un momento, pero después tomó la decisión de
levantarse. Neville Longbottom no sería el fin, porque él se merecía encontrar a alguien que
lo amara de verdad.

Neville se apareció a las afueras de la mansión Malfoy, caminó unos cuantos metros. Se
detuvo al encontrar la figura del imponente Severus Snape. El castaño sudó frío al verlo
pero aguantaría lo que fuera con tal de seguir ahí y encontrar a Ian.
—No puedes entrar Longbottom —Neville paró en seco y retó al profesor con la mirada.

—Con todo respeto profesor. Usted no me puede detener y si lo intenta, créame, me


defenderé —Severus enarcó una ceja. No tenía ánimos de burlarse de él.

—Estoy seguro que sí Longbottom, pero eso no quiere decir que salga vivo de esto. Por
otro lado, te estoy pidiendo que no entres a la mansión. Draco no se sentirá tranquilo con tu
presencia. Sé que le tienes aprecio a mi ahijado y apelo a eso para que te alejes —Neville
negó. No podía, ni quería irse—. Me comprometo a mantenerte informado. En cuanto
sepamos algo, le diré a Remus que te lo comunique.

—Yo...

—Ian y Draco comparten similitudes. Ahora mismo mi ahijado está muy decepcionado de
ti y de él mismo por todo lo que pasó...

—No le fui infiel Profesor. No le mentí —Severus suavizó su mirada, sujetó a Neville de
los hombros.

—No me debes de convencer a mí. Cuando Ian regrese, entonces necesitarías de toda tu
suerte Gryffindor para que te escuche, ahora, por favor... vete. Dale un poco de paz a esos
dos padres que sufren un poco más que tú —Neville bajó la mirada y con el dolor de su
corazón, asintió y se desapareció. Severus suspiró, intentó tranquilizarse al sentir la mano
de Remus enredándose en la suya.

—Lo encontrarán —Severus afirmó y le dio un leve beso en los labios.

Draco tuvo que esperar seis horas más para que Krum apareciera con noticas. El rostro
desencajado del investigador fue preocupante para ambos padres. Harry se levantó del sofá
donde estaba sentado justo al lado de su rubio. Ron se quedó detrás de él, ambos lo miraron
expectantes.
—Lo encontramos —Hubo un suspiro general por parte de todos los presentes en aquella
estancia.

—¿Dónde está? —Ante la pregunta, Krum titubeó un poco. Observó a cada uno de los
miembros de esa familia.

—En un picadero, al sur de Londres —Los ojos de Harry se aguaron. Ron de inmediato lo
tomó de un hombro y tragó saliva. No podía ser que su amigo tuviera que pasar por eso de
nuevo. Draco, al ver la escena se preocupó aun más, se puso de pie para encarar a Harry.

—¿Qué pasa? ¿Está bien? Harry... —El moreno se recompuso. Draco no tenía porque saber
en dónde estaba su hijo.

—Está bien Draco, iré por él ahora mismo —Draco estaba casi seguro que algo andaba
mal.

—¿Qué es un picadero Harry? —Ron y Harry intercambiaron miradas. Por nada del mundo
Draco debía saber que era un lugar así.

—Es una zona muy peligrosa de Londres —dijo Ron—. Acompañaré a Harry, no te
preocupes —Draco no se tragó la explicación pero no discutiría mientras tuviera a su hijo
de regreso—. Vamos Krum.

Londres, ciudad orgullosa por su encanto, no podía erradicar del todo un lugar como ese.
Quizás el ultimo picadero de toda la urbe, una zona oscura donde existían sombras de los
seres humanos que fueron y que ahora estaban en el inframundo. Una tierra desconocida
para casi todas las personas: Un picadero de heroína.

Donde los seres humanos apenas y se diferenciaban de los animales. Donde los jóvenes se
drogan para vivir y viven para drogarse. Deambulan por el lugar como criaturas autómatas,
en medio de la podredumbre y el olvido de su familia. Harry conocía tan bien ese lugar que
le daba escalofríos de solo pensar que su hijo podía estar ahí.
—Por allá, Edmund acostumbra a inyectarse. Según mis informes, Ian debe estar con él —
Ron y Harry caminaron por el lugar intentando no prestar mucha atención—. Krum se
detuvo empezaron a buscar a Ian entre mares de rostros. De jóvenes que ya no tenían un
solo sueño que vivir.

Entre las penumbras, Harry alcanzó a distinguir a un chico que no era más que una piltrafa
humana. Caminó hasta la harapienta figura con el corazón a punto de salirse de su pecho.
Los ojos del chico navegaban extraviados, su respiración estaba agitada. La esquelética y
titubeante mano del joven empezó a hurgar entre las bolsas de su pantalón. Sacó un
envoltorio de plástico y lo miró con devoción. Harry observó como el cuerpo del chico se
tranquilizó y alcanzó a percibir el mal olor que desprendía el cuerpo de ese joven.

Depositó el contenido del envoltorio en el fondo de una botella y le agregó agua, con un
encendedor le dio calor hasta que aquello se trasformó en un líquido que Harry conocía
muy bien. De otra bolsa de su pantalón sacó una jeringa desechable. Estaba usada pero eso
no importaba mientras sirviera para sorber la sustancia. Llevó la jeringa hasta su boca y la
aprisionó entre los resecos labios.

Tembloroso, se desabrochó el pantalón. Con su mano derecha recuperó la jeringa usada. Se


cercioró de que el líquido fluyera. La mano izquierda sosteniendo su pene erecto y con la
derecha apuntó sobre la hinchada vena del miembro.

Instalado en su efímero paraíso, respiró con los ojos cerrados. Su mirada se avivó, las
facciones de su rostro se suavizaron. Intentó acomodarse la ropa para unirse con los demás
congregados. Harry cerró los ojos y agradeció a los dioses que ese no fuera su hijo pero al
mirar todo el lugar supo que no importaba, porque estaba ahí...
—¡¡¡Harry...!!! —El moreno corrió en dirección a la voz de su amigo. Ahí, acunado entre
los brazos de Ron, estaba su hijo. Con la ropa desgarrada, manchada de vomito, oliendo a
orina y completamente perdido. Al lado del irreconocible cuerpo de su hijo estaba una lata
de cerveza, un pequeño envoltorio y una jeringa—. Está bien, algo desorientado, pero bien.
Vámonos.

—No, no puedo llevárselo a Draco es este estado. Iremos a un hotel.

—Draco querrá verlo —Harry tomó entre sus brazos el cuerpo de su hijo y le dio un tierno
beso en su frente.

—Le diremos que nos detuvo el papeleo muggle. No sé, lo que sea para que él no sepa que
lo encontramos así.

—Tiene que saber lo que es su hijo.

—Y lo sabrá, pero no tiene porque ver el estado en el que está —Ron asintió.

Harry observaba como el suero caía gota a gota. Era una mezcla que conocía muy bien.
Poción revitalizante y un poco de suero muggle. Ayudaba a despabilar los sentidos y
evitaba los dolores del día siguiente.

Sabía que algún día tendría que pagar todo lo malo de su vida, pero nunca creyó que el
destino le cobraría con una de las personas que más amaba en la vida. Su propia sangre
atrapada en el infierno que él había vivido. Fue tan ciego, estaba tan ocupado solapando y
siendo permisivo, jamás se dio cuenta de lo que era su hijo... su...

—Ahg —Harry detuvo la mano de Ian que iba directamente a la aguja intravenosa.

—Calma, calma. Te está ayudando —Ian observó a Harry y de inmediato recordó todo.
—¿Cómo me encontraste? —Harry le sonrió.

—Conozco el picadero del sur. Muchas veces termine ahí —Ian no sabía que decir ante la
confesión y se impresionó cuando su padre empezó a llorar.—Hay tantas cosas, tantos
sentimientos y cosas que yo... que nunca —Era tanto el dolor de Harry. Imaginar a su hijo
en el mismo infierno que él—. Tenemos que hablar, tengo que decirte —Era tanto el
sufrimiento que notaba en ese hombre que decidió ablandarse.

—Habla.

Durante las siguientes horas, Harry desquebrajó su ser frente a su hijo. Desde la muerte de
sus padres, los maltratos de sus tíos, la guerra. Ian escuchó todo y en un momento tomó de
la mano a su padre. Ante él estaba un hombre cansado de sufrir, de equivocarse. Un hombre
que buscaba redención. Por primera vez se puso en su lugar y escuchó se dio cuenta de que
no fue el único que sufrió.

Cuando escuchó el paso de su padre por el picadero se sintió tan cercano a él. Afianzó el
agarre de su mano y se prometió a si mismo nunca olvidar lo que sentía en ese momento. El
momento en el que se dio cuenta que todos los seres humanos se pueden equivocar.

—¿Desde cuándo consumes? —La pregunta de su padre le llegó profundo.

—Desde hace un año. Todo empezó como un juego, para probar y luego cada vez que iba
al mundo muggle y ahora...

—Saldremos de esto hijo. Se lo diremos a tu papá —Harry acarició con ternura el negro
cabello de su hijo. Ian lo supo, lo sentía desde hace mucho pero nunca quiso decirlo. Sin
embargo en ese momento se sentía tan vulnerable y tan harto de luchar. Quería recuperar su
vida, recuperar su familia.

—Te quiero padre.


No me doy por vencido

Yo quiero un mundo contigo.J

uro que vale la pena esperar y esperar, y esperar un suspiro.

Una señal del destino.

No me canso, no me rindo, no me doy por vencido.

Este silencio esconde demasiadas palabras.

No me detengo; pase lo que pase seguiré.

No me doy por vencido...

Notas finales:

¿Qué tal? Sé que estuvo fuerte emocionalemente hablando. Pero era necesario.

Mil gracias a luxam9

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Capítulo 26 Que te vaya bonito por acm2099
Notas del autor:

Draco y sus tres hijos se fundieron en un abrazo lleno de cariño. Ian prácticamente se había
derrumbado entre los brazos de su rubio papá. Harry observaba unos pasos atrás, aun no
sabía cómo decirle a su rubio que Ian necesitaba ayuda urgentemente. Severus y Remus se
unieron a la felicidad de la familia.

—Harry —Ron se acercó a él—, me voy. Tú hijo ya está a salvo.


—Gracias Ron. ¿Hablarás con Hermione? —El pelirrojo negó.

—Es innecesario Harry. Me iré a un hotel por lo pronto y luego decidiré que hacer.

—Ron…

—No te desgastes compañero. Es lo que tengo que hacer —Ron desapareció y Harry sintió
como otro peso subía a su espalda. Debió hablar con su amigo antes, cuando se enteró de
todo. Un error más para la cuenta.

Unas horas después, todos los mayores estaban en la habitación de Ian. Draco se había
recostado en la cama a lado de su hijo quien se abrazaba a él como cuando era pequeño.
Severus y Remus barajaban las posibilidades para ayudarle a su nieto a no atrasarse tanto,
después de los días fuera del colegio.

Harry observó a su hijo, sus miradas se cruzaron. Ian asintió abrazándose aun más a su
papá. El moreno se aclaró la garganta. Todos voltearon a verle, con voz pausada y sin
perderse las reacciones de su hijo, Harry fue contando el problema que Ian arrastraba,
obviando las cosas que dañarían demasiado a Draco. Cuando terminó, Severus sujetaba con
fuerza el brazo derecho de Remus y el rubio tenía los nudillos casi blancos por la fuerza
que le imprimía a sus manos que sujetaban a su hijo.

—Necesita ayuda. Hablé con Luna, iniciará las terapias la próxima semana —Luna había
sido una gran ayuda cuando Harry había decidido dejar las drogas. La rubia era una gran
terapeuta y esperaba que ayudara a su hijo.

—Tendrás todo el tiempo que necesites —Severus observaba a su nieto. Ian se levantó de la
cama para abrazarlo y susurrarle que lo sentía.

—Veremos eso luego, saben que pueden contar con nosotros. Ahora debemos irnos
Severus, Ian debe descasar —Remus abrazó al chico y luego se fueron. El ex licántropo
sabía que su pareja estaba terriblemente perturbado y deshecho. Tenía que sacarlo de ahí
antes de que se derrumbara frente a todos.
Cuando se quedaron solos, Ian regresó a la cama al lado de su rubio papá quien aun no
decía nada. Estaba tan consternado. Harry se acercó a ellos, Ian instintivamente se hizo a un
lado y dejó que su padre se colocara en medio de los dos. El moreno pasó sus brazos por
ambos cuerpos y los acercó a su pecho. Draco reaccionó y sujetó con fuerza a su hijo.

—Saldremos de esto juntos —dijo el rubio con enorme convicción. Miró primero los
grisáceos ojos de su hijo quien asintió. Luego miró a Harry, quien le dio un tierno beso.

—Juntos mi rubio —Se quedaron así un largo rato. Los tres abrazados pensando en todo lo
que habían pasado para poder estar de esa manera. Ya entrada la noche, Sully se apareció
en la habitación. Draco e Ian se habían quedado dormidos pero Harry no podía por más
cansado que se sintiera.

—Amo, el Señor Longbottom está en la puerta de la mansión —Harry poco a poco salió de
los brazos de ambos Malfoy.

—Hazlo pasar a mi despacho. En un momento voy para allá —En un principió pensó que al
ver a Neville, lo mataría. Sin embargo, los acontecimientos recientes le habían hecho
reflexionar. Bajó hasta su despacho donde lo esperaba un nervioso Neville Longbottom.

—¿Dónde está? ¿Cómo está? Quiero verle. Por favor, déjame verle —No había arrogancia
en las palabras de Neville. Harry sintió un poco de lástima por él. Ian le había dicho que no
quería verlo. Que no quería saber nada de él.

—Siéntate Neville, debemos hablar y no será algo corto, ni agradable —El castaño se tensó
de inmediato.

—Le… ¿Le ha sucedido algo? —Harry no dijo nada. Le sirvió un whisky a Neville y él se
sirvió un café. Sully siempre le preparaba una jarra porque sabía que le encantaba y en ese
momento el moreno lo agradeció más que nunca.

—Tenemos que hablar de algo Neville —Vio como su ex compañero tragaba saliva e
intentaba hablar—. No digas nada, es importante. Para empezar, mi hijo no quiere saber
nada de ti —Neville intentó balbucear de nuevo pero Harry continuó—. Hay cosas que
debes saber. Tengo que contarte algo que es muy importante para el futuro de ustedes.

Cada vez que Harry contaba esa historia sentía como un peso se iba de su alma pero otro se
instalaba muy profundo. Uno que llevaba cincelado el titulo de: Mal Padre.

Al terminar de hablar, Harry observaba como Neville intentaba retener sus lágrimas. Vio el
sufrimiento en los ojos azules y el dolor de no saber el por qué.
—Yo no… no lo sabía. Nunca lo noté. Conmigo jamás…

—Parece que mi hijo se parece más a mí de lo que creíamos. Es un adicto funcional. Hacía
sus cosas y así nadie notaba nada.

—Pero que… —Neville cubrió su rostro con ambas manos. Harry le dio un largo trago a su
café y continuó.

—Te vi… con Narcissa. Vi cuando la besabas —El castaño de inmediato conectó su mirada
con la verde esmeralda.

—Tenía diecisiete años y aun no… me definía. Lo había intentado con Ginny; pero
Narcissa era una mujer hermosa, cautivadora —Neville desvió su mirada hasta el cuadro de
la Señora Malfoy—. Esa noche perdí la cabeza y me deje guiar por un tonto impulso de
niño. Ella me rechazó de una forma muy elegante. Me dijo que no fuera en contra de mi
naturaleza y que me dejara guiar por lo que quería, por lo que sentía —Un gran suspiro
escapó de él—. Nunca le había contado esto a nadie. Después, antes de la batalla final le
prometí que cuidaría a Draco, que lo protegería con mi vida si fuera necesario. Me suplicó
que lo cuidara de ti.

—Tu historia se parece cada vez más a la del Graduado. Primero con la abuela, luego con
el hijo y terminas con el nieto —Ambos esbozaron una sonrisa atenuada por el dolor—.
Debiste proteger a Ian de mí —dijo Harry con seriedad. Guardaron silencio un momento
observándose—. Tienes que darle algo de tiempo, él te buscará.

—¿Y si no lo hace?

—Querrá decir que lo suyo no era verdadero. Pero confía en mí. Ahora está pasando por
muchas cosas y tiene que encontrar un equilibrio.

—Lo haré. Esperaré. Gracias Harry —El moreno palmeó una de las piernas de Neville.

—¿Quién soy yo para juzgarte? No soy mejor que tú y lo que ha pasado me lo recordó más
que nunca. Anda, ve a tu casa, descansa. Yo te mantendré al tanto de todo lo que haga mi
hijo. Solo te suplico que le des un poco de tiempo —Neville asintió y después se marchó.
Esa sería una larga noche para los dos.
*

Severus Snape observaba como la noche bañaba cada parte del jardín de su colegio. Por
primera vez en años se sentía inútil, impotente y muerto de terror por no poder hacer nada.
Por no saber qué hacer. Los brazos de Remus rodearon su cuerpo, sintió un tibio aliento
chocar con la piel de su cuello.

—Deja de pensar en eso Severus —El director quiso zafarse de esos brazos pero no se lo
permitieron.

—No entiendo como nunca lo noté. Él me lo contaba todo… —Severus fue girado
violentamente por Remus.

—Deja de sentirte mal por eso. No eres su padre, no era tu deber cuidar de él o guiarlo por
el buen camino. Para eso tiene a sus padres. Severus, has cargado con tanto en tu vida, no
puedes con esto también. Harry y Draco reflexionarán, ayudarán a su hijo y a nosotros nos
toca apoyarles, ¿entiendes?

—¿Cómo puedes estar tan tranquilo? ¿Cómo puedes decir eso?

—No te digo nada malo. Solo quiero que comprendas cual es nuestro lugar en esto. Ian
saldrá adelante, tiene unos padres maravillosos y nos tiene a nosotros, sus abuelos. Deja de
comerte el cerebro con esto —Severus dejó caer su cabeza sobre el pecho del ex
merodeador. Esperaba que la fe de Remus tuviera algo de razón.

*
La mitigada luz del día estaba por entrar al despacho. Harry había pasado toda la noche ahí,
contemplando el cuadro de Draco y sintiéndose miserable como nunca. ¿Cómo pudo
hacerle tanto daño a su hijo? ¿Cómo no se dio cuenta? Estaba tan ocupado siendo blando y
permisivo. ¡¡¡Joder!!! Le estaba doliendo en el alma saber que seguía cometiendo los
mismo errores.

Los brazos de Draco se enredaron en su brazo derecho. Intentó ocultar sus lágrimas pero
fue imposible.

—¿Por qué pasaste toda la noche aquí? —Harry besó los dedos de su rubio.

—No quise molestarles.

—¿Cómo estás?

—Yo tengo la culpa de esto, Draco. Estaba tan ciego, fui tan estúpido al creer que dándole
cosas podía él… quise comprarlo cuando debía poner todo mi esfuerzo en ganarme su
cariño como un padre y no como un pelele.

—En todo caso…

—Me equivoqué —la voz de Ian se escuchó fuerte y clara. Ambos padres observaron a su
hijo. Quisieron decir algo pero Ian no les dejó. Sabía que si no hablaba en ese momento, no
lo haría jamás—. Yo… me aproveché de ustedes. En un principio estaba enojado porque
odié que perdonaras a mi padre tan rápido. Me decepcionó que solo necesitaras verlo como
para dejarlo todo por él. Sin embargo, después fue muy cómodo aprovecharme de la culpa
que sentías —dijo mirando a Harry—, y beneficiándome de tu felicidad papá. Fue sencillo,
era un adolescente y podía hacer casi cualquier cosa —Los tres se observaron por un
momento—. Ya no quiero que sea así. Quiero cambiar, dejar atrás al niño mimado y
reformarme como lo hizo mi padre.

—Hijo… —Ian caminó hasta sus padres. Se sentó al lado de Harry y tímidamente enredó
sus brazos en la misma forma que su papá.

—Hablé con Luna y ella me dijo que lo mejor era seguir una vida normal. Que podía
regresar al colegio y yo quisiera hacerlo. La vería a ella todos los lunes en el despacho de
mi abuelo Severus y… me gustaría venir todos los fines de semana aquí, ¿qué les parece?
—preguntó tímidamente observando a sus dos padres.
—Si es lo mejor para ti —Draco observaba a su hijo y luego miró a Harry quien, al igual
que su hijo, parecía resuelto a que todo saliera como debía. Esa sería una lucha de los tres.

—Regresarás al colegio el lunes y yo iré por ti el viernes por la tarde.

—Gracias padre. Debo arreglar las cosas con Teddy, pedirle disculpas por todo lo que le
hice.

Una semana después de los acontecimientos, Sarah estaba más tranquila. Había hablado
con Draco y lo había notado más calmado con la nueva actitud de Ian. Se la pasaba
hablando con Harry y él. Según Luna, el cambio de Ian era verdadero. Así que lo único que
podían hacer todos era ayudarlo.

—¿Qué tal esta? —Richard le pasó la información y la fotografía de la mansión. Sarah se


quedó maravillada.

—Está al lado del castillo —El hombre asintió con una sonrisa satisfecha en la cara. La
chica le sonrió—. Sabías que me encantaría, ¿no es cierto?

—Bueno, tanto como encantarte no sé. Es un lugar bonito y lo más cercano al castillo. No
fue fácil. Longbottom es dueño de casi todas las hectáreas —

Sarah lo besó. Richard siempre era tan maravilloso. Alguien tocó a la puerta—. Debe ser él.

—Cuanto antes terminar mejor, ¿no crees?


Richard se puso de pie y en ese momento la puerta se abrió para dejar entrar a Ryan Smith.
Ambos hombres se encontraron, levantando una lucha de miradas. Ryan se sorprendió con
el empresario Gales. Nunca pensó que sería un hombre mayor, tal vez unos diez años
mayor que Sarah.

—Richard Sheen—Le extendió la mano a Ryan, quien le dio un fuerte apretón—. Me tengo
que ir, ¿nos vemos esta noche? —Sarah asintió y luego tomó asiento en el sillón central.
Cuando Richard salió de la oficina, Ryan fulminó con la mirada a la ex Slytherin.

—¿Me citaste para que lo conociera?

—Te cité para pedirte que me dejes en paz. No quiero nada contigo Ryan. Me caso con
Richard porque lo quiero. Porque es el hombre de mi vida. Lo que hubo entre nosotros se
acabó y no quiero tener que cuidarme de ti todo el tiempo. No quiero tus miradas, ni tus
persecuciones. Tomé una decisión, me quedo con él para siempre —Ryan tensó sus
maxilares y estudió detenidamente a Sarah.

—Bien, si él te hace feliz, a mi no me queda más que… irme.

—Entiende, me enamoré… me preguntó si te amaba y yo le he dicho que no. Seguir con


esto sería aferrarse a un imposible y nos haríamos un daño inmenso. Richard me enseñó a
olvidar y a perdonar. No fue hasta que regresaste que me di cuenta de lo mucho que le amo.
Ryan, si tú quieres podemos ser amigos, te ayudaré a olvidar…

—Me tengo que ir.

El móvil de la chica sonó, al leer el mensaje de texto sonrió. Le había pedido a Richard que
alargaran la fecha para la boda, quería apoyar a Draco sin tener la presión de la boda
encima. Su prometido estaba reacio con la idea; primero porque seguramente perderían
todo lo adelantado y en segundo lugar porque Richard de verdad se moría por casarse con
ella. Sin embargo, el mensaje era muy claro:

Tú ganas serpiente. Nos casamos cuando quieras.


Sarah dejó reposar su espalda en el sillón. Había herido a su amigo y lo sabía pero no había
otra forma de terminar eso. Ya no le amaba, ya no podía, ni quería quererle. Solo esperaba
poder rescatar la amistad que durante tantos años les había unido.

Ojalá que te vaya bonito. Ojalá que se acaben tus penas, que te digan que yo ya no existo y
conozcas personas más buenas.

Que te den lo que no pude darte, aunque yo te haya dado de todo. Nunca más volveré a
molestarte. Te adoré, te perdí… ya ni modo.

Ian había regresado al colegio la mañana de un lunes muy frío. Luna le había dicho que
primer paso para recuperarse era pedir perdón y perdonarse en el proceso. Empezó con sus
padres, siguió con su abuelo y ahora le tocaba el turno a Teddy. Nunca pensó que follar con
Emily pudiera ser tan grave. Sin embargo, viéndolo en retrospectiva… la había cagado con
ganas.

Caminó por el castillo saludando uno que otro amigo y buscando sin buscar al que en otro
tiempo había sido su mejor amigo… Su hermano.

Encontró a Teddy Lupin hablando tranquilamente con Daniel. Sacó fuerza de su lado
Gryffindor y se encaminó hasta sus dos amigos.
—Hola —En cuanto Daniel lo vio, se lanzó a sus brazos y lo estrechó con fuerza.

—Ian… Maldito, me tenías muerto de la preocupación —Daniel sintió la tensión entre su


amigo Slytherin y el Ravenclaw—. Yo creo que… me voy… a buscar a James.

Ian se acercó a Teddy y a boca jarro le dijo: —Ted, siento mucho lo que te hice. No sé si
algún día podrás perdonarme pero quiero que de verdad sepas que lo siento. De todo
corazón —Teddy lo observó por un momento y luego golpeó amistosamente el hombro
derecho del Slytherin.

—Te perdono. ¿Qué clase de hipócrita sería si no lo hiciera? Soy un creyente de que se
debe dar segundas oportunidades a las personas. Sé que estás arrepentido, por primera vez
en estos años te veo sin el orgullo pintando en tus ojos. Además, eres como mi hermano no
podría odiarte aunque lo quisiera.

—Gracias Teddy —Un suspiro escapó de Ian—. ¿Ella y tú…? —Teddy sonrió.

—Sigue enamorada de ti —Ian cerró los ojos y se tragó el dolor que sentía al escuchar las
palabras tan decepcionadas de Teddy.

—Podría hablar con ella…

—No tiene caso. Por algo pasan las cosas, no es como si nunca la fuera a olvidar —En ese
momento Ian descubrió que lo más pesado de cometer errores era vivir con las
consecuencias de ellos. Les había destrozado el corazón a dos buenas personas y eso
pesaría mucho tiempo—. ¿Has hablado con tu señor?

—No, no es el momento. No quiero verlo, tengo mucho que resolver antes de eso, ¿no
crees? En ocasiones me pongo a pensar, que tanto es lo que yo le quería o lo que yo quería
molestar. Es complicado, ya lo resolveré —Teddy rió.

—Lo harás. Lo sé, por ahora, vamos. Hay mucho que hacer —Teddy le dio un apretado
abrazo y le sonrió.

Algo cálido se instaló en el pecho de Ian, algo que no olvidaría jamás: Un verdadero
cariño.

*
Harry sabía que olía a tabaco y alcohol, debía darse un baño antes de meterse a la cama con
su rubio. Sin embargo estaba tan cansado que al entrar a la habitación no pudo evitar
dejarse caer al lado de Draco y enredar sus brazos en la cintura de su pareja. La plática con
Ron en el bar le había dejado muerto.

—Hueles a cigarro —Harry suspiró cansinamente, aspiró el aroma suave que desprendía el
platinado cabello.

—El imbécil que estaba al lado de nosotros se la pasó fumando. Casi nos arrojaba el humo
en la cara, tuve que hechizarlo para que se fuera.

—También hueles a alcohol —Harry besó la nuca del rubio y le concedió razón.

—Ron me tiró una jarra de vodka encima cuando me hablaba de Krum. Iré a darme una
ducha, descansa —Draco retuvo los brazos de Harry. Se escuchaba tan decaído que no tuvo
corazón como para no escucharlo. Con un pase de varita dejó a su pareja como nuevo,
secretamente Harry se lo agradeció, odiaba esos aromas. Más cuando estaba cerca de su
rubio.

—¿Tan mal te fue? —El moreno apoyó su rostro en el hombro de Draco.

—Se va a ir de su casa, quiere separarse de Hermione —El rubio giró su rostro para darle
un beso en la mejilla.

—Estarán bien, sea cual sea su decisión, ellos estarán bien —Harry observó los finos labios
del rubio y lo besó profundamente. Draco se estremeció al sentir el aliento de Harry y los
rastros de té en su lengua, brevemente pensó si era de mal gusto empalmarse de esa forma
al hablar de los problemas maritales de sus amigos.

—Siempre pensé que envejeceríamos con ellos. Que veríamos a nuestros hijos crecer juntos
y lloraríamos cuando se casaran o nos dieran nietos.

—Eres un romántico, ¿lo sabes? —Harry rió.

—Algo, soy un necesitado de amor —Draco se dejó abrazar con más fuerza. Sabía que esa
era una broma que escondía mucha verdad. Su familia era un sueño para Harry y que sus
amigos de toda la vida estuvieran mal, le hacían sentir peor.
*

Hermione le dio una calada particularmente larga a su cigarrillo. Era un hábito muy malo y
lo sabía pero no podía evitar fumar cuando se sentía nerviosa como en ese momento. Ron
estaba por aparecerse para llevarse sus cosas y ella no tenía ni idea de que decirle para
convencerle de quedarse. Las barreras de la casa de movieron, segundos después Ron
Weasley se materializó en la estancia.

—Buenas noches —Ron no esperó la respuesta y caminó rápidamente rumbo a la


habitación. Hermione reaccionó y fue tras él.

—Ron… —Cuando llegó a la habitación, lo vio poner su ropa en una maleta—, escúchame
por favor.

—¿Qué Hermione? No hay nada que decir. Te casaste conmigo sin amor. Nunca fui nada
para ti, merecías algo mejor, alguien como Krum —Hermione bajó la mirada
avergonzada—. ¿Qué te puedo ofrecer? Ahora mismo no sé qué buscabas de mi —Ron
siguió metiendo sus cosas en la maleta a golpe de varita.

—Era sencillo lo que anhelaba Ron —Hermione se tragó el nudo en su garganta y se armó
de valor. Tenía que decírselo porque ahora más que nunca su marido necesitaba oírlo—.
Quería el tiempo de tus madrugadas, que tus labios sellaran mi piel, sabanas mojadas al
cansar mi cuerpo —Ron levantó la mirada, no dijo nada, simplemente tomó su maleta.

Caminó hasta el lumbral de la puerta, Hermione alcanzó a detenerlo al sujetarlo del


antebrazo—. Quiero amanecer con tu camisa puesta cada noche de mi vida.
Los brazos de Hermione reptaron hasta enrollarse en el cuello de Ron. El pelirrojo soltó la
maleta, tomó las muñecas de su mujer para alejarla pero perdió valor cuando ella se pegó
aun más a su cuerpo. Tragó saliva cuando la vio esforzarse por alcanzar su boca. Ron aun
se sentía furioso pero era un idiota enamorado. Llevó sus manos hasta la estrecha cintura de
Hermione y la elevó lo suficiente como para besarla con pasión desmedida.

Habías pasado una semana lejos de su mujer, de su casa y de sus hijos. Ron cerró la puerta
de la habitación sin separarse del beso y arrastró a su mujer hasta la cama. Esa sería una
noche que jamás olvidaría por la gran pasión que Hermione le demostró. Porque cada
caricia y beso parecía ser el primero. Se fundiría en ella llegando hasta ser uno.

Hermione se enredaba mimosa en los fuertes brazos de Ron y éste se dejaba hacer no muy
convencido de todo. Era terrible cuando la duda se instalaba entre un matrimonio. En ese
momento justo no sabía si Hermione había estado con él porque quería conquistarlo o
porque no quería perder la estabilidad de su familia.

—Lograré que me perdones Ron —El pelirrojo abrazó con fuerza el desnudo cuerpo de su
mujer y quiso creerle con todo el corazón.

—Sé que lo intentarás. Los niños merecen que lo intentemos —Hermione subió por el
cuerpo de su marido, se dejó llevar por su excitación que le dictaba besar cada musculo que
tenía a su alcance.

—Sí, claro. Pero no solo es por ellos, es por mí… por lo que siento por ti —Ron suspiró un
tanto por las caricias y otro tanto por las palabras. ¿Creer o no creer? No era tan fuerte
como para vivir en una mentira. —Sería tan fácil decirte que te amo. Pero no lo quiero de
esa forma, quiero demostrártelo, sin palabras… solo hechos.

Ron se dejó seducir por las palabras de Mione, acarició su ondulado cabello y la besó de
nuevo como si no hubiera mañana. Porque de verdad quería creer.
*

El móvil de Neville fue cerrado sin ninguna delicadeza, el pobre hombre estaba tan
desesperado. No sabía si sería buena idea ir al colegio y montar guardia hasta poder ver a
Ian. Harry le había dicho que le diera tiempo; pero nunca dijo cuánto y todo ese silencio le
estaba matando. Ian no contestaba sus llamadas, ni sus mensajes. Parecía como si le hubiera
borrado de su vida.

—¿Nada? —preguntó Ryan.

—Nada y ya no sé qué hacer.

—Es momento de volar, ¿no crees? Yo perdí a Sarah y por lo que veo, Ian no quiere saber
de ti —Neville frunció el ceño, Ryan tenía razón, sin embargo…

—No Ryan, yo no me voy. Me he cansado de huir, Kerry es mi hogar con o sin él. Además,
debo esperarle. Tiene que escucharme.

—Yo no puedo seguir aquí… no puedo verla con él. Por lo menos no ahora —Neville
entendió, era el momento de decirle adiós a su compañero de aventuras—. Me iré mañana.

—¿Sabes que la boda se retrasó? Sarah se casará en seis meses más —Ryan asintió.

—Eso no importa. Quiero irme, entre más pronto mejor —Smith dio media vuelta
directamente a las habitaciones.

Neville escuchó los pasos de su amigo perderse y luego un silencio que se le antojó
asfixiante. El crepitar del fuego le recordó los momentos que había vivido con Ian justo en
esa estancia. Le recordó los besos, las caricias pero sobre todo las miradas.
Cuantas cosas quedaron prendidas, hasta dentro del fondo de mi alma. Cuantos luces
dejaste encendidas. Yo no sé cómo voy a apagarlas.

¿Por qué nunca se había dado cuenta? Era tan horrible saber que la persona que amaba
vivía en el infierno. Estuvo tan ciego, se dejó llevar por la presencia autosuficiente de Ian y
nunca se dio cuenta de lo mucho que necesitaba de alguien.

Ojalá que mi amor no te duela y te olvides de mí para siempre. Que se llenen de sangre tus
venas y te vista la vida de suerte.

Se quedaría ahí, en medio de la soledad hasta que Ian decidiera regresar. Hasta que se
decidera y le diera la oportunidad de ser una pareja de verdad. Mientras se bebería la
soledad y se fumaria su tristeza.

Yo no sé si tu ausencia me mate; aunque tengo mi pecho de acero.

Pero nadie me llame cobarde sin saber hasta dónde lo quiero.

Ojalá que te vaya bonito.

Notas finales:

Bueno, como notaran la historia esta llegando a su fin. El próximo capítulo será el
ultimo. Tal vez escriba un epilogo pero de la historia será el ultimo. Ojalá les guste
porque al igual que todo el fic, será un final de lo más apegado a la realidad.
Un abrazote de luxam9.

Por cierto, la rola de hoy es: Que te vaya bonito de Jose Alfredo Jimenez.

Es un pedazo de canción, una de las mejores que se han escrito en mi muy humilde
opinion.

PD: No me torturen tanto ^^

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Capítulo 27 Excepciones por acm2099
Notas del autor:

Llegamos al ultimo.

Un besote.

Neville observaba todo el movimiento que había en el jardín. Elfos iban y venían, David
comandaba a otros tantos trabajadores del Castillo, todos colocando mesas, lonas y por
supuesto… flores.

Lilas, las flores favoritas de Ian. Neville no evitó suspirar por su chico. Seis meses sin saber
nada de él, sólo lo que Harry le decía. Por él sabía que Ian iba muy bien en su tratamiento,
que tenía mejores notas que nunca y que, para satisfacción del moreno, confiaba mucho en
él. Eso acojonaba bastante a Neville pues pensaba que Ian era muy feliz sin él.

El castaño agradecía en el alma haber organizado la boda. De no ser así, en esos seis meses
se habría vuelto loco. Sonrió al recordar la cara de su amiga cuando le dijo que él se haría
cargo de todo.

Sarah no tenía padres, había muerto en la guerra. Ambos al ser sangres puras sabían que por
tradición, la familia de la novia cubría los gastos de la boda por ello, Neville quiso hacerse
cargo de todo. Ryan y Sarah eran lo más cercano a su familia, así que decidió echar la casa
por la ventana y celebrar la boda en todo lo grande.

El castillo era perfecto para eso.


Le había prometido a Sarah no molestar a la familia Potter-Malfoy. Esperaría a que Ian se
le acercara y si eso no sucedía Neville no haría nada para forzarlo. Ya era un hombre con
edad suficiente para formar una familia y quería hacerlo con Ian; pero sabía muy bien que
entre lo que se desea y lo que se puede tener, hay un camino insospechado.

Ian se sentía feliz, la ceremonia de graduación había sido un éxito. Su abuelo estaba
resplandeciente, esa sería su primera generación como director del colegio. Un poco de
nostalgia golpeó en su ser cuando vio su habitación limpia. Acaba de guardar todas sus
pertenencias en el baúl, no volvería a Hogwarts, por lo menos no como alumno.

—¿Listo? James y Teddy deben estar esperándonos —Ian le sonrió a Daniel. Jamás
encontraría las palabras para agradecerle tanto cariño. En esa serpiente multicolor había
encontrado un verdadero amigo.

—Vamos Reina del drama.

Esos seis meses habían sido un viaje para Ian. Poco a poco fue retomando su vida y
teniendo nuevos logros como conocer mejor a su padre y aprender a tolerar todo lo que
antes le sacaba de quicio. Como el colorido comportamiento de Daniel Nott o los juegos de
los gemelos. Ian se había dado una segunda oportunidad y estaba aprovechando cada
momento de ella.
—¡¡Vaya!! Pensábamos que se había tomado una siesta. Vamos, hay que subir al tren.

Ian podía decir que antes quería a Teddy pero ahora lo adoraba. Por él daría su vida sin
pensarlo. El Ravenclaw estuvo con él en los momentos más difíciles, lo vio flaquear, lo vio
levantarse y le tendió siempre su mano para ayudarle. Cuando no podían estar sus padres o
sus abuelos, Teddy siempre estaba ahí para escucharlo, para apoyarlo y sobre todo para
tenerle confianza.

Lamentaba en el alma no haber podido hacer más por su relación con Emily. Había hablado
con la chica, le había pedido perdón; pero las cosas no siempre se arreglan así y para
desgracia de Ian, Emily Thomas de verdad estaba enamorada de él. Sin embargo se sentía
un poco más tranquilo pues Teddy parecía haber dejado atrás ese momento de su vida.

Ian de vez en cuando se preguntaba si algo había pasado entre Teddy y Daniel en los días
que estuvo desaparecido porque ahora que los veía juntos y ya no existía esa tensión por
parte de Lupin. Los coqueteos pervertidos de Daniel seguían pero ya no eran repelidos con
muestras de macho. Teddy le sonreía e incluso le contestaba y de vez en cuando lograba
sonrojar a Daniel. Cosa que era por demás difícil.

Lo que le encantaba era que Teddy trataba con respeto y camaradería a Daniel. No sabía si
existía algo entre ellos o si se podía dar, pero estaba contento de ver que se llevaban mejor
y que Daniel, con todo su colorido, había ayudado a Teddy en su bache depresivo.

—¿Crees que nos tengan alguna sorpresa? —La pregunta de Teddy hizo que Ian saliera de
sus pensamientos.

—No sé, la verdad es que yo no quiero nada —Ian era sincero, por primera vez en mucho
tiempo sentía que estaba completo.

—Pues yo sí. Me encantaría un nuevo conjuntito para la boda, necesito algo que resalte mi
belleza natural, ¿no crees hermoso? —Teddy sonrió y asintió.
—Claro que si —Los cuatro soltaron una risotada. James giró hacia la ventana.

—¿Esos no son tus padres, Daniel? —El chico de cabello cobrizo miró por la ventana y
casi se desmaya. Efectivamente, esos eran sus padres: Theo Nott y Blasie Zabini.

—¿Qué coño hacen ellos aquí? Deberían estar en Bombay o Budapest, no sé en algún tipo
de ciudad exótica de por ahí.

—Tal vez decidieron regresar —dijo Ian con aire reflexivo. Daniel miró de inmediato en
dirección a Teddy y lo supuso de pronto.

—Tú les llamaste, ¿verdad? —Daniel se debatía entre pegarle una buena cachetada por
entrometido o plantarle un glorioso beso. En el fondo de su ser tenía la esperanza de que
Teddy fuera bisexual y que un día le diera una desconocida, con mordidas y todo.

Teddy ni siquiera contestó, simplemente salió del vagón. Ian casi se burla de la perplejidad
de Daniel; quien si se rió a mares fue James. Este se ganó un buen golpe del Slytherin. Ian
salió del vagón para encontrarse con los ansiosos abrazos de sus hermanos. Un poco más
allá estaban sus padres con unas enormes sonrisas y tomados de las manos. Eso era algo
que admiraba profundamente de ellos, en esos seis meses había tenido la oportunidad de
ver la interacción entre esos dos muy de cerca.

Primero, lo suyo era amor de verdad. Eso era obvio, nadie que no se amara podía aguantar
lo que ellos. Segundo, se tenían una devoción infinita, sobre todo su padre que en cada
pequeño detalle demostraba su amor. Después de hablar con él supo que no había nadie
más necesitado de amor. No tuvo una buena infancia, su adolescencia fue pésima y de
adulto casi se deja morir.

Pero renació como un fénix y no había día que no diera muestra de su cambio, de las
inmensas ganas de vivir. Lo demostraba con los besos apasionados, con los pastelillos para
la comida y con esas caricias tiernas que le daba a su papá cuando creía que nadie les estaba
viendo. Esa era su familia, una buena familia.

Miró a Daniel con sus padres. Los señores Nott parecían estar encantados con él y le
agradecían a Teddy por haberles avisado de la llegada del tren. Era bueno ver a sus amigos
tan bien. De pronto un sentimiento de añoranza atravesó el cuerpo de Ian. Había evitado a
toda costa hablar con Neville y ahora no sabía que pretexto poner para seguir postergando
ese encuentro.

—¿Nos vamos a casa? —La mano de su padre en el hombro le hizo asentir sin pensar muy
bien lo que decía.

En casa, Coñac se le acercó corriendo, Ian le hizo uno que otro cariño y luego se encaminó
al comedor junto con toda la familia. Ya extrañaba la experta comida de Sully y ese
ambiente hogareño al que se había acostumbrado después de pasar todos los fines de
semana de los últimos seis meses.

La tarde fue tranquila, entre historias de los últimos días del colegio, el trabajo de Harry y
Draco y un berrinche de Violette porque Harry no le compró un unicornio la última vez que
fueron al callejón Diagon. Ya por la noche recibieron a Teddy quien se quedaría en la
mansión durante el primer mes de vacaciones. Severus y Remus aun estarían ocupados en
el colegio.

Cuando Lupin llegó, Ian se mordió la lengua para no hostigarle a preguntas sobre el día con
los Nott. Tenía la duda si había ido como amigo o como novio. Eso era algo que estaba
picando su curiosidad, ¿qué tanto había entre ellos? Hasta donde llegaba la broma y
empezaba la verdad. Bueno, mientras ninguno saliera lastimado no le preocupaba mucho si
esos dos se lo estaban montando o no. Claro que no estaba demás preguntar…

Por eso durante la noche se coló a la habitación de Teddy solo para hablar como amigos.
Bueno, siendo honestos, para hostigarlo hasta que le dijera algo sobre lo que en realidad
quería saber.
—¿Y bien? ¿Cómo están los suegros? —Teddy enarcó una de sus cejas al puro estilo
Snape. Pensó muy seriamente en decir que muertos. Bueno, imaginó que los padres de
Neville debían de estarlo.

—No te entiendo —Ian casi se ríe ante la cara de su amigo. Era una mala imitación del
abuelo Severus. La verdad es que no le pegaba para nada esa imagen de amargado. Teddy
pareció entenderlo porque sonrió abiertamente como siempre—. Así que estás curioso, ¿por
qué no vas a preguntarle directamente a Daniel? —Ian bufó.

—Me dice que te pregunte a ti —Teddy hizo una mueca y su pelo cambio de negro a un
azul oscuro muy brillante. El color de travesura.

—Entonces lo sabrás a su tiempo —Encendió la portátil. Ian imaginó que así daba por
terminada la conversación.

—Bien, como tú digas. Voy por algo a la cocina, ¿no quieres algo?

—Ni de idiota, eres capaz de ponerme Veritaserum hasta las cejas —Ian rodó los ojos y
salió de la habitación. Lo había intentado, tarde o temprano le dirían que es exactamente lo
había entre ellos.

Su intención era bajar hasta la cocina y servirse algo de tomar. Con un poco de suerte Sully
le habría dejado un poco de ese jugo que tanto le encantaba. Sin embargo se detuvo en la
puerta del despacho de su padre, le extrañó que hubiera luz. Por lo regular sus padres se
iban a su habitación juntos, tímidamente empujó la puerta y vio a su padre revisando una
torre de documentos.

—Hey —Harry levantó la vista de los papeles.

—Hola hijo, pasa, siéntate, ¿necesitas algo? —Ian observó a su padre directo a los
chispeantes ojos verdes. Luego pasó su vista en el escritorio. Había papeles, una humeante
taza de café sin crema y unas galletas de avena que tanto le gustaban.

—No, solo bajé por algo de beber y te vi aquí, ¿mucho trabajo? —Harry asintió mientras le
daba un sorbo a su café. De pronto Ian sintió ganas de probarlo pues parecía fascinar a su
padre.
—¿Quieres una taza? —Asintió y su padre levitó una taza sin necesidad de usar su varita. A
Ian le encantaba que hiciera eso, se sentía poderoso al saber que su padre podía hacer tal
despliegue de magia. Tomó un gran trago de café, degustándolo en su paladar descubrió de
inmediato por qué le gustaba tanto a su padre.

—¿Qué haces?

—Firmo permisos para salidas del país. Hay muchos por las fechas y uno que otro que se
acumula —Ian siendo curioso leyó por encima alguno de los permisos que estaban en la
mesa. De inmediato le brincó uno en especial.

—¿Neville se va del país? —Harry mordía tranquilamente una de sus galletas.

—Sí, me pidió un permiso especial indefinido. Se les hace a los héroes de guerra. Al
parecer se va de Europa, creo que piensa establecerse en algún país de América: Brasil,
Argentina o Chile. No sé muy bien —Ian sentía que un nudo se formaba en su estómago.
Durante esos seis meses no hubo día en el que no pensara en Neville. Sin embargo quiso
estar seguro de lo que sentía por él y ahora… se iba.

—¿Cuándo se va? —preguntó en un hilo de voz.

—Mañana por la mañana. Creo que tiene mucha prisa —Harry guardó silencio y observó a
su hijo—. A ti ya no te interesa, ¿cierto? —Ian no supo que contestar. Estaba más
concentrado en no explotar en ese momento—. ¿Hijo?

—Creo… que… me voy a dormir padre —En automático se puso de pie. Le dio un beso a
su padre y se fue a su habitación.

No pudo dormir, se pasó las horas intentando conciliar el sueño. Como cada maldita noche
recordaba las caricias de Neville. Eso labios que tanto extrañaba devorando los suyos. De
pronto ya no quiso postergar nada, quería ver a Neville inmediatamente. Se levantó de un
brinco de la cama, vio su reloj eran las cuatro treinta de la mañana. Neville debía estar en el
trasbordador a las cinco. Aun podía detenerle…

Era la primera tontería que hacía después de su rehabilitación, claro que había aprendido de
su experiencia pasada. Dejó una nota explicando que lamentaba mucho su acción pero que
debía detener a Neville. Además añadió que regresando cumpliría cualquier castigo. La
chimenea del despacho de su padre estaba conectada siempre al Ministerio.
Tenía exactamente quince segundos para llegar a la sala de trasbordadores. Si Neville
llegaba a tomar uno, ese sería su pase para el Aeropuerto de Londres muggle y de ahí a su
destino. Ian no podía dejar que eso pasara.

En cuanto llegó al ministerio, corrió como alma que llevaba el diablo hasta la sala donde
transbordaría. Con la mirada buscó al castaño. Lo encontró mirando una de las pizarras,
Neville sintió la pesada mirada de alguien y en cuanto volteó sintió que su piso se
tambaleaba un poco. Ian corrió hasta él, dio un brincó y cayó en sus fuertes brazos.

Decir que se fundieron en un beso era poco. Neville sujetó con fuerza el cuerpo de Ian y lo
besó como si no hubiera mañana, como si creyera que en cualquier momento podría irse.
Ian enredó sus manos en el castaño cabello, deleitándose con lo sedoso que se sentía. Era
como si nunca se hubieran separado y, al mismo tiempo resultaba tan malditamente lejano
el momento de su último encuentro.

—No te vayas —suplicó Ian entre el beso.

Neville lo abrazó con fuerza y arremetió con el beso haciendo suya la boca de su chico. Ian
sentía que estaba por desfallecer, Neville jamás había sido tan apasionado o intenso en
todos los sentidos. Lo había extrañado, lo necesitaba tanto y no quería por nada del mundo
que se fuera o que pudiera estar con otro.

—No quiero que te vayas —Neville se separó un poco de Ian pero aun continuó con sus
brazos sujetos firmemente en el cuerpo del chico.

—No me voy —Ian sonrió y regresó a la boca del castaño—. Espera, nadie se va. De hecho
vengo por Ryan. Harry me dijo que llegaba hoy desde Boston —Intercambiaron miradas y
de pronto parecieron recordar donde estaban. Las personas de la sala los miraban
extrañados, Ian de inmediato bajó del cuerpo de Neville.

—Ryan no llegará hoy —El chico sonrió—. Mi padre lo arregló todo, me hizo creer que tú
te ibas y a ti te mandó aquí.

—Parece que aprendió muchas cosas de Draco —Neville tomó la mano izquierda de Ian y
besó el dorso—. Tenemos que hablar, no puedes venir, darme un beso así y desaparecer —
Ian asintió.

Harry se estiró en la cama con pereza, besó la rubia cabellera que descansaba en su pecho y
después sonrió como idiota. Seguramente su hijo había corrido hasta el ministerio en plena
madrugada, solo para detener a Neville. Ian únicamente necesitaba un empujón y como
Harry no quería verlo sufrir decidió dárselo.

Él mejor que nadie sabía lo que era estar alejado de la persona que amas y eso nunca fue
bueno para nadie.

—El que solo se ríe, de sus maldades se acuerda. ¿Qué hizo esta vez señor Potter? —Harry
rió a carcajadas, se incorporó lo suficiente para plantarle un beso a su rubio.

—Juro que no hice nada malo. Solo me encargué de ser una especia de celestina —Draco le
dio una mirada amenazante—. No me mires así mi rubio. Ellos se quieren y tarde o
temprano tendrían que hablar —Draco negó con fuerza.

—No me gusta esto —Harry lo regresó a la cama y se colocó encima de él.

—Dale una pequeña oportunidad. Te recuerdo que él no lo engañó y en estos seis meses ha
estado sufriendo —El rubio jadeó cuando sintió la erección de su pareja chocar con su
muslo—. Le darás una oportunidad —Harry hundió su boca en el cuello del rubio y empezó
a frotarse en él con cadencia—. Anda, ¿qué dices? —Draco sujetó con fuerza el negro
cabello de Harry. Lo encaró por unos segundos y luego se rindió en un beso maravilloso.

Harry los hizo rodar por la cama hasta que Draco quedó sobre él permitiendo que las manos
del moreno viajaran sin pudor por todo su cuerpo. Sujetó con fuerza las deliciosas nalgas
haciendo que el rubio gimiera entre el beso. Harry estaba imposiblemente duro y por lo que
podía percibir, Draco no estaba en mejores condiciones.

Coló sus manos por la cinturilla del pijama y se deshizo de él. El tacto de la piel
inmaculada fue suficiente para que Harry emitiera un gemido gutural. Giró sus cuerpos,
dejando al rubio en cama mientras lo aprisionaba entre sus brazos y besos. Draco se frotaba
indecentemente en él aumentando la excitación. Sin varita, Harry hizo desparecer su ropa,
en un impulso guiado por la lujuria, llevó las piernas del rubio a sus hombros y lo penetró
con fuerza.

Las embestidas fueron furiosas y agonizantemente placenteras. Draco se retorcía debajo de


él, rasguñaba su espalda y suplicaba por más, más y más. La piel del rubio estaba
enrojecida, las piernas de su pareja se clavaron en la cintura de Harry quien aprovechó para
besar cada porción de piel que encontraba. El orgasmo llegó para ambos de una forma casi
cegadora, terminando abrazados intentando regular sus respiraciones y dándose besos.

—¡¡Diablos Potter!! Me encanta cuando te pones así —Harry sonrió y volvió a la carga
sobre los labios del rubio.

—Eres delicioso Draco. ¿Cómo no comerte así? Gracias por regresar conmigo, gracias por
hacerme feliz.

*
La cafetería estaba casi sola. Neville escogió la mesa más alejada para poder hablar con
tranquilidad. Cuando se sentaron pudo apreciar las diferencias que habían entre el Ian que
le dejó y el que estaba ahora ahí, sentado frente a él. La sombra de una insipiente barba se
dibujaba en el rostro del chico, estaba un poco más alto y sus músculos definitivamente
eran más definidos.

Se veía hermoso, guapo, varonil. Tal vez más parecido a la complexión de Harry pero con
esa piel de porcelana que lo volvía loco. Cuando Ian le sonrió, Neville se dio cuenta que
perdonaría casi cualquier cosa que le hiciera, incluso dejarlo por seis meses sin explicación
alguna. Tragó saliva dispuesto a empezar.

—Yo no te engañé Ian. Después de estar contigo jamás estuve con nadie más.

—Lo sé. Bueno, lo supe después, cuando papá me habló de lo que pasó mientras yo no
estuve —Neville se sintió un poco extrañado.

—¿Entonces? No entiendo.

—Necesitaba tiempo para mi, para saber qué camino seguir —Ian guardó silencio por un
momento. Intentaba poner en orden sus ideas—. Necesitaba saber si estaba contigo porque
te amo o porque era una forma más de molestar a mi familia y autodestruirme —Neville
sintió que su corazón se encogía ante las palabras de Ian—. Pero en estos seis meses tu
ausencia me pesaba cada día más. Sin embargo no podía correr hacia ti, quería convivir con
mis padres, con mis hermanos. Ganarme a mi familia. Descubrirme en ellos.

»Ahora sé que me gusta tanto el café como a mi padre. Que soy un snob como papá, que
los niños me gustan pero no cuando son bebés porque tengo miedo, son demasiado frágiles
—Neville sonrió y miró intensamente al chico—. Me encanta ver como mi abuelo molesta
a mi padre y luego le lanza miradas de orgullo. Porque todos sabemos muy bien que adora a
papá, pero… me hiciste mucha falta —Las manos se encontraron sobre la mesa y el agarre
fue firme.

—¿Aun tengo lugar en tu vida? —La pregunta fue tan anhelante. Por primera vez, Ian besó
el dorso de las manos de Neville.

—Sí, claro. Pero he cambiado mucho Neville, quiero trabajar para el Ministerio en un
nuevo puesto, no me gustaría por ahora separarme de mi familia, pero me encantaría estar
contigo y… —Neville se arrodilló al lado de Ian y lo besó.
—Haremos lo que tú quieras. Pero no vuelvas a alejarte de mí —Ian sonrió y empezó a
jugar con la chaqueta de Neville como un niño travieso.

—Quiero ser útil. ¿Sabes que en picaderos como en el que me encontraron hay magos que
ya perdieron sus facultades? Empezaré por ahí, ayudando a esas personas para que se
recuperen.

—Te has convertido en todo un hombre en estos seis meses.

—¿Tú crees eso bebé? —Las piernas de Neville temblaron. Pensó en ese momento follar a
Ian hasta el coma sobre la mesa de la cafetería, pero en vez de eso, besó al chico con
intensidad—. Me tienes que acompañar a la mansión para informarles a todos que estamos
saliendo de nuevo —Neville se quedó lívido en ese momento. No quería pasar por eso de
nuevo.

—Yo…

—Vamos, no será tan malo. Aunque, puede que sea peor. No sé si mi padre incluyó una
sesión de persuasión. Créeme papá está dispuesto a matarte. Ya sabes, se puso en plan de
mortífago infernal —Esa sería una tarde bastante interesante para Neville.

—Bueno, solo te digo que si muero no podré darte algo que tengo para ti —Los ojos de Ian
resplandecieron.

—¿Un regalo? ¿Qué es? —Neville le sonrió y le dio un beso más.

—Algo que solo se ve bien en rojo y es tan sexy como tú… algo que te prometí.

—¿Mi Ferrari? —El castaño asintió. Ian se lanzó a sus brazos besándolo con pasión—.
Aunque tal vez pronto tendremos que comprar algo más grande… ya sabes, cuando
aumente la familia —Neville estaba distraído acariciando el negro cabello su chico, en
cuanto escuchó esas palabras se quedo congelado—. ¿Sabes? Quiero tener tres hijos como
mínimo —Sin decir más, Ian se puso de pie guiando a un tembloroso Gryffindor con él.

—Viste que no fue tan difícil —Fue lo primero que Ian le dijo después de terminar la cena
en la mansión Malfoy. Neville asintió levente, vaya concepto que tenía su chico de difícil.
Primero, Draco le lanzó una maldición que Harry desvaneció, alegando que no quería
arrestar a su rubio. Como la maldición no le pegó, Draco decidió darle un buen derechazo,
Violette le dijo que se veía más viejo pero que lo perdonaba porque su padre le había dicho
que le regalaría un caballo y no cualquier caballo. Un pura sangre español que acaba de
comprar y por el cual había pagado lo que seguramente era el presupuesto de todo un año
en un país en vías de desarrollo. Neville tuvo que decir: Sí, muñeca.

Aunque había admitir que se sentía mejor con el apoyo de Harry y el de Noah. Por lo
menos ya no tenía que estar esperando a que Potter le friera los cojones a maldiciones.
Claro que le recordó muy bien, que si lastimaba a su hijo, sus partes nobles terminarían en
el mobiliario de su oficina.

Ian tomó posesión de su regazo. Neville estaba un poco inquieto, se encontraban en el


despacho de Harry y la última vez que habían estado ahí el padre de su chico casi lo mata.
Ian colocó las manos de Neville en su cintura.

—No te preocupes. Ellos ya saben que estamos juntos y que te quieres casar conmigo o
¿sólo fue por decir algo? —Neville le abrazó por la cintura con fuerza.

—Quiero que nos enlacemos. Por mí lo haría mañana mismo pero ya escuchaste a tu papá:
Hasta que termines tus estudios superiores —Ian se dejó caer mimoso sobre el pecho de
Neville.

—¿Entonces porque estas así? —Neville besó la azabache cabellera.

—No quiero molestar a tus padres.

—Mi padre está de acuerdo y seguramente mantiene ocupado a papá.

—¿De acuerdo con qué?

—Con que estemos aquí, hablando, besándonos —Ian besó con suavidad los labios de
Neville, un pequeño jadeo abandonó al castaño. La caricia era tan inocente pero a la vez tan
íntima—. Seguramente si le dijera que te vas a quedar aceptaría, ¿y sabes que es lo mejor?
Que lo haría porque sabe lo que significas para mí y no simplemente por consentirme —
Neville sonrió y se dejó besar de nuevo. Esta vez, Ian le dio una fiera mordida dejando una
de las marcas que tanto añoraba.

—No pienso quedarme gatito —Ian soltó una sonora carcajada. Se recostó de nuevo sobre
el pecho del castaño. Estuvieron un rato acariciándose, dándose mimos y escuchando el
crepitar de las llamas.

Neville sentía que se podía acostumbrar a su nuevo estatus de prometido. Con bendición de
ambos padres, hermanos y quizás, hasta del fiel Coñac que por lo menos ya no le enseñó
los caninos en cuanto lo vio.

—Neville —El castaño tomó la mano de Ian y la llevó hasta sus labios—. ¿Qué paso con
Brian? ¿Sigue trabajando para ti? —Neville se aclaró un poco la garganta.

—Bueno… sigue trabajando para la compañía pero yo ya no tengo tratos con él. De todos
mis negocios se encarga Ryan —Ian enarcó su ceja derecha al estilo Malfoy. Neville sintió
que sudaba frío—, y parece que sale con alguien desde hace unos meses. Un tal Cesar Díaz,
un empresario argentino.

—Debes ser muy feliz —La voz de Ian era un tanto irónica, Neville se removió un poco
inquieto. Lo que menos quería era pelear.

—Lo es… Bueno… quiero decir… puede que lo sea y…

—Ya, ya, deja de balbucear. Me alegra que sea feliz, que tenga a alguien. Pero sobre todo
que ya se haya olvidado de ti. En el fondo no era un mal tipo, él no tuvo la culpa de nada,
yo ya estaba mal y hasta cierto punto fue él quien levantó la tapa de la cloaca. Era un adicto
y no me había dado cuenta del todo.

—Ian…

—¿No crees mejor ocuparse que preocuparse? Soy un hombre y con muchas expectativas
para convertirme en un buen hombre.

—Por eso te amo.

—Lo sé.
*

Sarah intentaba calmarse pero no podía, estaba a una hora de casarse y el vestido no le
sentaba del todo bien.

—Sarah, cariño, podrías dejar de moverte. Esto ya de por si es complicado —Hermione


intentaba tener paciencia.

—No me queda el vestido. ¿Cómo quieres que me tranquilice? Esto es una pesadilla —
Draco rodó los ojos y con un movimiento de varita logró que el vestido se ajustara a la
chica con una perfección milimétrica.

—Mujeres, de verdad deberían tomarse algún tipo de tranquilizante. Yo me voy, necesito


algo más de testosterona en mi ser —Sarah elevó una de sus cejas.

—Seguro la irás a buscar con el varonil de Potter —Draco le lanzó un beso. Al abrir la
puerta se encontró con la figura que menos pensó ver: Ryan Smith.

—¿Puedo pasar? —Draco se quedó mudo—. Juro solemnemente que mis intenciones son
buenas.

—Déjalo pasar Draco —Hermione y el rubio salieron de la recamara del castillo.

—Te ves hermosa —Sarah intentó sonreír pero no sabía si sentirse amenazada con la
presencia de ese hombre—. Te traje algo —Sarah se percató que Ryan iba de frac—, lo
compré en Marruecos —Era un bello collar de brillantes.

—Ryan…

—Estoy feliz por ti. Me costó mucho aceptar que ya no eras para mí; pero no quiero
perderte del todo. Eres mi amiga y no podía simplemente ignorar un día tan importante para
ti. Quiero que seas feliz aunque no sea conmigo —Sarah lo abrazó con fuerza.

—Gracias Ryan. Solo quiero que encuentres a alguien que te haga feliz.
—Claro, lo haré. Por ahora quiero estar solo, disfrutarme. Ya llegará la mujer de mi vida —
Ryan atrapó una solitaria lágrima que estaba a punto de arruinar el maquillaje de la chica—.
Nada de llorar hermosa. Neville ya te está esperando para entregarte, ¿vamos? —Ryan le
tendió el brazo. Sarah aceptó.

La boda había sido todo un éxito. Sarah se veía radiante al lado del Richard. Draco observó
a Harry quien estaba pendiente de todos los invitados, se acercó a él y lo abrazó por detrás.
De inmediato el moreno tomó las manos de su rubio entre las suyas y se las llevo al
corazón.

—Me encanta esta chaqueta verde Slytherin —Harry se rió con ganas.

—Por eso la compré. Además va bien con mis ojos, ¿no crees? —Draco asintió, apoyó su
barbilla en el amplio hombro de su auror—. ¿Crees que serán felices?

—Sí, Richard es un caballero y la hará muy feliz. En ocasiones el amor esta donde menos
lo esperas —Harry asintió, luego su mirada se desvió hasta Ryan y Luna—. Parece que
Ryan está deslumbrado con nuestra Luna.

—¿Qué esperabas? Son un par de locos —Un poco más allá en la pista, Neville e Ian se
comían a besos—. Aun no puedo creer que me convencieras para aceptarlo de nuevo.

—Tú lo dijiste, es un buen hombre. Donó todo el capital que se necesitaba para hacer el
nuevo departamento de Ian en el ministerio. Claro, lo hizo de manera anónima. Esos dos
solo necesitaban un empujón para que terminaran así.

—Pues deberías poner tu plan de celestina en marcha con otros dos —Desviaron su mirada
hasta la mesa de Hermione y Ron. A pesar de los esfuerzos de la trigueña, Ron no había
regresado a casa. Iba todas las tardes a ver a sus hijos pero aun no perdonaba del todo a
Hermione.
—Ron la adora, solo necesita tiempo para retomar la confianza que tenía en ella. Solo es el
orgullo lo que le hace estar así. Ya verás, le doy un mes para que caiga de nuevo.

—¿También crees eso con ellos? —Harry observó a Teddy y Daniel quienes reían
animadamente en la mesa—. Yo sé la respuesta pero no te lo diré.—¿Sabes si se lo montan
o no? —El rubio asintió—. No te creo, ni tu padrino sabe bien qué es lo que se traen esos
dos —A dos mesas estaban Severus y Remus, éste ultimo tenía su cabeza sobre el hombro
del Director y parecía estarle contando algo. Draco dibujó una sonrisa en su rostro. Su
padrino era feliz.

—Vamos a bailar.

Maybe I know, somewhere deep in my soul that love never lasts and we´ve got to find other
ways to make it alone or keep a straight face.

And I’ve always lived like this keeping a comfortable distance and up until now I had
sworn to myself that I was content with loneliness

Cos none of it was ever worth the risk but:

You are, the only exception

Harry aferró la cintura del rubio a su cuerpo, se inclinó un poco para poder susurrarle al
rubio: —Me encontraste en un negro camino mi rubio. Era como un peregrino, que no tenía
rumbo y mucho menos fe. Solo la luz de tus ojos divinos, pudieron cambiar mis penas por
dicha y placer.

I’ve got a tight grip on reality but I can’t let go of what’s in front of me here I know your
leaving In the morning, when you wake up leave me with some proof it’s not a dream.
You are, the only exception.

—¿Es mejor vivir conmigo que con mi recuerdo? —preguntó el rubio un poco abrumado
por las palabas del moreno.

—No tienes idea de las cosas que hacíamos tu recuerdo y yo —Ambos rieron y Harry le dio
un beso suave a su rubio—. Te amo Draco, me has dado tanto que no sé si mi vida valga lo
suficiente, pero te la entrego.

—Vamos Harry, ahora lo que nos queda es ser felices. Poco a poco todo se ha ido
acomodando. Tal vez pronto seremos unos muy jóvenes abuelos, luego los gemelos irán al
colegio y nos sacaran más colores. Todo lo que sigue será genial.

—Como tú…

—Como yo.

El rubio enredó sus brazos en el cuello del auror, le sonrió sugestivamente para después
besarlo con pasión. Harry se había colado en su corazón y nunca había salido, siempre fue
su recuerdo y él.

Notas finales:
Bueno, pues otro fic más terminado y le quiero agradecer a mi beta por tanto tiempo
invertido en él. Luxam9 es un honor trabajar contigo cariño.
Este fic fue un viaje muy peculiar. Empezando porque me encantaba ver la dualidad
en los comentarios de cada capítulo.
Me decían que algún personaje era terrible y luego alguien defendía a ese personaje y
la verdad yo me divertí mucho leyendo y contestando sus comentarios. Intente que
esta fuera una historia de errores humanos. Mostrar que no siempre somos buenos,
buenos o malos, malos.
No saben el temor que le tuve a esta historia cuando empecé a ver por dónde iba,
además de alejar a este Neville del Neville que escribí en Aléjate, fue pesado.
Sin embargo, cada comentario me hizo levantar, me hizo tener la fuerza necesaria
para no dejar la historia y escribirla tal y como la imagine. Mil gracias por eso,
porque les puedo decir que ustedes me regalaron esta historia con su gran apoyo.

¿Qué sigue para mí? Pues estoy escribiendo mi fic para el BigBang pero no lo podrán
ver hasta Julio que sea publicado en la pagina del Lj y luego se los traigo. Tengo unas
ganas enormes de escribir un fic de Glee, no tienen una idea de cómo ando tras esa
idea. Seguro nadie lo leerá pero eso no me va a importar, mi perversa imaginación
tiende a enrollar a Kurt con Karofsky.
Quiero hacer un fic de humor clásico, algo así de veelas o matrimonios forzados por
un hechizo en un pepino. Ya saben, algo así. Quizás me dé un ataque de locura y haga
Veela a Severus y que su pareja multisoñada sea Neville (le agarre un gustillo a esa
pareja) o puede ser un buen desafío ¿no creen? Ya me pondré a elucubrar con tiempo.

Por lo pronto les digo que estén muy pendientes de mi Mine hermosa, la Profesora
Mcgonagall nos tiene unas historias bonísimas. Además de los finales de: Maldito
Veela y El dolor de Draco. Que son de 10, se los garantizo.

No se pierdan las traducciones de Xanath, porque las dos historias que tiene son
buenísimas y espero que se anime a darnos más de sus gloriosos trabajos al lado de
Luna oscura.

En fin, un besote. Mil gracias por todo.


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Capítulo 28 por acm2099
Notas del autor:

Por fin el epilogo ^^

El sol se estaba poniendo por el horizonte, Ian suspiró pesadamente y cerró su portátil.
Bebió un poco de su jugo de naranja y pasó su mirada por la estancia. Ted estaba tirado en
el sofá con un pesado tomo de anatomía entre las manos, era su último año de estudios
superiores para ser Sanador y la anatomía se le estaba complicando. James estaba en la
terraza practicando sus hechizos para su último examen en la academia de Aurores y él
estaba hasta el tope de documentación para arrancar con el nuevo proyecto de su
departamento en el Ministerio.

Aunque su concentración estaba a miles de kilómetros de ahí, de hecho, su concentración


estaba en Camerún junto con el amor de su vida, el hombre que les había regalado el
departamento: Neville Longbottom.

Neville seguía con sus negocios por el mundo, viajaba un poco menos pero aun así lo hacía
al lado de Ryan como siempre pero los dos portándose como angelitos porque Luna no
admitía malos comportamientos de su marido. Ryan y ella se habían casado un mes después
de haberse conocido; todo mundo pensaba que no durarían, al final era una locura más de
las suyas. Sin embargo los tres años que tenían juntos y felices hacían tambalear la teoría de
que se separarían tan rápido como se casaron.

Los viajes, los negocios y los estudios de Ian hicieron que Neville tomará la decisión de
comprarle un lugar a Ian cerca del Ministerio para que pudiera estudiar lo que necesitaba.
Ian no quería estar solo, así que convenció a sus amigos de seguirlo; al final el lugar no era
un departamentito. Neville había comprado un penthouse de lujo, con cuatro recamaras que
tenía la dimensión de un departamento normal, cada una con su baño y un mini estudio que
pocas veces usaban porque se la pasaban en la sala.

Las dimensiones de la sala eran proporcionales al lugar, lo mejor era que toda la pared que
daba a la terraza no había muro. Era un enorme ventanal por el cual entraban a la
perfección las luces del día y de la noche. Además esa terraza enorme había sido mudo
testigo de infinitas conversaciones entre los cuatro amigos y sus distintas parejas.

—Hola —Daniel salió de su habitación, enfundado en unos pantalones rojo quemado, una
camiseta blanca con el dibujo de Madonna y un largo suéter negro—. ¿Cómo me veo? —Le
sonrió pícaramente a Ted quien lo veía fijamente mientras se terminaba de arreglar el
cabello.

—Muy bien, ¿a dónde vas? —De su bolso Daniel tomó un brillo labial trasparente y se lo
puso en los labios para luego sonreírle a Ted.

—Voy a salir con los chicos —Le guiñó a Ted.


—¿No tienes algún tipo de examen en estos días? —Daniel se lo pensó un momento y
luego negó firmemente.

—Para nada. Te juro que ya hice mis deberes papi y tú mejor que nadie sabes qué voy muy
bien en mis estudios. Así que me merezco irme de paseo con mis amiguitos —Daniel le dio
una mirada a su móvil, sonrió pícaramente y lo guardó en su bolso—. Bueno, no me
esperen para dormir —Le dio un beso a Ian en la mejilla y se desapareció.

Teddy se quedó mirando al punto en el que Daniel había desparecido sin decir nada. Ian lo
miró y cuando sus ojos se encontraron, él esperaba algunas palabras de su amigo pero no
sucedió, Teddy regresó a su libro con el ceño fruncido. Ian desvió su mirada a la terraza
donde James también observaba todo atentamente. James entró al departamento y se fue
hasta la nevera para tomar una botella de agua y mirar hacia Teddy.

Ian no entendía lo que ocurría con Teddy y Daniel. Después de salir de Hogwarts parecían
tener algún tipo de relación romántica. Salían todo el tiempo, hablaban un montón, se
coqueteaban mutuamente pero luego, iniciando los estudios superiores, las cosas
cambiaron. Daniel decidió estudiar administración para encargarse de los negocios de su
familia después y para él esas cosas eran muy sencillas. Se vio con tanto tiempo libre que
empezó a salir con sus compañeros y Teddy se hizo de una novia con la cual estuvo durante
el primer año pero después nada.

Los coqueteos entre ellos siguieron, las frases sueltas y las miradas tontas estaban ahí pero
no parecían llegar a ningún lado y Teddy no les decía nada. James suspiró pesadamente y
desvió su mirada hacia Ian y después rodó los ojos con impaciencia.

—Bien, es suficiente, ¿qué coño pasa entre ustedes? —Teddy bajó nuevamente el pesado
libro y se sentó en el sofá.

—¿Qué quieres decir? —James caminó hasta él y se sentó en el sillón frente a Ted.
—Quiere decir que estoy harto —James miró a Ian—. Estamos hartos de esta idiotez. Nos
vas a decir qué pasa entre ustedes ahora. Tú hace siglos que no sales con nadie y cada vez
que Daniel tiene alguna relación con alguien estás que trinas de celos —Teddy bajó su
rostro mordiéndose el labio inferior.

—No lo sé. Sinceramente. No lo sé —Ian observó a su amigo tragarse el nudo de la


garganta—. Miren, al principió pensé que era una tontería, un juego. Ya saben cómo es
Daniel, siempre jugando, coqueteando con todos y yo… Bueno, cuando quise dar el salto
no puede. Es que no sé si soy…

Ian se levantó del taburete de la barra en el que estaba sentado y fue al lado de su amigo
para pasar un brazo por sus hombros.

—¿Te gusta? —Teddy asintió—. ¿Como amigo? ¿Como el chico que es? ¿O como el chico
al que podrías follarte en una tarde de tormenta? —James e Ian sonrieron; siempre hablaban
que las tarde de tormenta eran ideales para follar porque de otra forma podrían resultar muy
aburridas.

—No lo sé —Teddy respiró furiosamente—. Sólo nos hemos dado un beso y fue hace años.
Pero no sabes cómo me la he pasado mirando su trasero —Los tres amigos sonrieron con
una leve carcajada—. Tengo ganas de follar con él, tanto que duele, pero…

—No es únicamente eso, ¿verdad? —James preguntó levitando con su varita la botella de
agua que había dejado en la barra de la cocina.

—No lo sé —Teddy hundió el rostro entre sus manos. Ian y James se miraron, sabían que
no debían presionar más a su amigo pero estaban preocupados con su evidente confusión.

Escucharon unos golpes en la puerta y los tres se extrañaron. Ellos no tenían visitas que no
se aparecieran. Más de una vez sus padres se aparecieron sin decir nada. Ian se levanto del
sofá y abrió con una mala cara pero en cuanto vio a la persona que estaba detrás de la
puerta su rostro cambió iluminándose con una sonrisa. Ian prácticamente saltó enredando
las piernas en la cintura de Neville y besándole con un fuego febril.

—Bebé, ¿qué haces aquí? —Neville llevó sus manos hasta las nalgas de Ian y lo sostuvo
firmemente para besarlo con más fuerza.

Caminaron así hasta la barra de la cocina, Neville apartó los pergaminos y la portátil para
colocar a Ian y frotar sus cuerpos con pasión. Cuando las manos de Neville estaban a punto
de perderse entre la camiseta de Ian, James tosió fuertemente. Neville se apartó de Ian a
regañadientes pero al girar su rostro se sonrojó. Teddy y James los observaban atentamente
todo el numerito.
—Por nosotros ni se detengan. De hecho ya nos íbamos, ¿verdad Teddy? —Ted Lupin
parpadeó un poco y luego asintió.

—Sí —Apareció una chaqueta y se la puso. James hizo lo propio

—Ya sabes Neville, los exámenes finales y toda esa mierda. Ted necesita un urgente
descanso, vamos amigo —James palmeó la espalda de Neville. Éste quiso separarse de Ian
pero él no se lo permitió. James tomó la muñeca derecha de Teddy y desaparecieron.

Neville iba a decir algo pero Ian se lanzó a sus labios de nuevo. Las manos de Ian se
ocuparon de inmediato en sacarle el saco, la camisa y desabotonarle los pantalones. Neville
gimió al sentir la lengua de Ian sobre sus pezones, se permitió sentir un poco pero de
inmediato recuperó los sentidos para quitarle la camiseta a Ian, morder su cuello y dejar que
sus manos vagaran por el interior de los vaqueros de Ian para darse cuenta que no había
ningún tipo de ropa interior que le impidiera tocar las deliciosas nalgas de su prometido.

Neville levantó a Ian y en el proceso su chico perdió los vaqueros. Las manos de Neville
alcanzaban a cubrir perfectamente las nalgas de Ian y aprovechaba eso para masajearlas.
Sus dedos rosaban la abertura entre ellas. Neville se dejó caer, no tan suavemente como él
hubiera gustado, en el sofá. Uno de sus dedos medios buscaron el culo de Ian para
prepararlo sin embargo se encontró con una sorpresa. Su dedo prácticamente se hundió en
el interior de su chico.

—Gatito —dijo un tanto con sorpresa y otro tanto con una lujuria que hervía en su ser.

—Te he extrañado mucho.

Neville jadeó, imaginar a Ian tendido en la cama con sus dedos entrado y saliendo de él fue
más de lo que él podía aguantar. No esperó más; con ayuda de Ian bajó sus pantalones y
demás para quedar completamente desnudo. Ian miró la polla dura de Neville y sin más la
dejó resbalar en su interior.

—¡Ian! —Neville cerró los ojos un momento y sujetó con fuerza la cadera de Ian.
—¿Te gusta? Dime que te gusta bebé —Neville tragó saliva y besó a Ian mientras intentaba
recuperar el habla.

—Me encantas —Neville salió un poco y regresó penetrando con fuerza a Ian—, te amo
tanto.

Ian se movió salvajemente sobre Neville, retorciendo los pezones y con sus dedos, dejando
que sus manos recorrieran su pecho. Neville gemía fuertemente, besaba cada parte que
podía del cuerpo de Ian. Su boca, su cuello y esos deliciosos pezones que mordía para dejar
una marca visible de lo mucho que le amaba. Acarició a Ian con la misma intensidad con la
que se penetraba. Neville estaba punto, su mano derecha prácticamente se clavó en la
cadera de Ian y se corrió en un agonizante gemido. No detuvo su mano hasta que sintió el
caliente semen de Ian esparcirse por ella, segundos después su chico se desplomó sobre su
pecho jadeando y tan satisfecho como él.

—Te amo Neville.

Unos segundos después Neville se levantó con Ian en brazos y los apareció en el cuarto. Ian
sonrió cuando le dejó en la cama y terminó de desnudarlo. Neville preparó la tina con un
baño de burbujas en segundos y llevó a Ian entre sus brazos para que ambos se sumergieran
en el agua con olor a lavanda.

Ian suspiró feliz mientras escondía el rostro en el pecho de Neville y se dejaba acariciar.
Esos mimos era lo que necesitaba para tener una conversación muy seria con Neville
Longbottom, sólo que, no quería arruinar el momento tan pronto.

»Pensé que estarías en Camerún hasta la semana entrante —Neville frotó la espalda de Ian
y éste prácticamente ronroneó. Hacía tiempo que ellos no estaban de esa manera.

—Ayer que hablamos te noté triste y melancólico. Así que adelanté todos los pendientes
que de verdad eran urgentes durante toda la mañana. Cuando terminé, le dije a Ryan que se
hiciera cargo de lo demás y yo tomé en primer traslador que me trajera a Londres.
Ian se perdió por un segundo en los ojos de Neville; él siempre era así, pensando en su
bienestar y entonces Ian supo ese era el momento para hablar. Pero no podía hacerlo
mirando a la cara de Neville. Así que se acurrucó más al cuerpo de su novio y se lo susurró
al oído. Los brazos de Neville se aflojaron un poco, Ian se preparó en ese momento para la
discusión que vendría pero eso no sucedió.

—¿Cuándo lo supiste?

—Hace una semana —Neville tenía tres semanas de viaje de negocios.

—¿Cuánto tiempo…?

—Seis semanas —Neville sonrió como idiota y besó a Ian mientras sus brazos lo rodeaban
con una ternura infinita.

—¿Quién más lo sabe?

—Sólo nosotros. No quise decirle a nadie hasta que tú supieras —Neville se convirtió en
una mar de besos y caricias para ese momento—. ¿De verdad no estás molesto? —Las
manos de Neville se colocaron sobre el vientre de Ian con mucho cariño.

—¿Molesto? ¿Por qué debería de estarlo?

—Vamos a tener un hijo —Ian lo susurró de nuevo. Algo le impedía decirlo en voz alta.

—Lo sé gatito y eso me hace el puto hombre más feliz sobre la tierra. Ya no soy un
chamaco Ian, tener un hijo contigo es una de las cosas que más he querido —Neville
guardó silenció un momento mirando a Ian—. Pero también pienso en ti, en los planes que
tenías y no quiero que eso interfiera contigo.

—¿Tenía? Tengo bebé, que vayamos a tener un hijo no quiere decir que yo tenga que
quedarme recostado durante ese tiempo —Neville boqueó un poco, sonrió y asintió.

—Lo sé —Neville suspiró, besó el cuello de Ian y se decidió—. Cásate conmigo —Ian lo
miró un tanto divertido.

—¿Estás loco?

—¿Por qué? Te amo, me amas y vamos a tener un hijo. Sé que no se nota pero soy un
sangre pura. Para mí es importante que mi hijo nazca llevando mi apellido, la historia
familiar y sobre todo, un padre.

—Pero…
—Nada, sabes que he esperado pacientemente a que termines tus estudios. Pero ahora es
diferente, casi concluyes tu educación superior y quiero que ambos estén en un gran lugar.
Por favor Ian, cásate conmigo —Sin más, Ian asintió. Se casarían en una semana si todo
salía bien—. Ahora solo espero que tus padres no me maten.

—Para nada bebé, ellos te adoran —Neville cerró ojos esperando que ese cariño fuera
cierto.

Por la noche Neville no podía dormir, pensaba una y otra vez en el bebé que venía y en los
cambios de su vida. Se quedaría en Irlanda definitivamente, Ian tendría que viajar al
Ministerio pero eso era lo de menos, ventajas de ser magos. Sin embargo, la idea que más le
perturbaba era también la que más le emocionaba: ser padre.

Pero no ser cualquier padre; ser un buen padre y que su hijo lo amara tanto como Neville ya
estaba amando al ser que venía en camino. Salió de la habitación con mucho cuidado de no
hacer ruido, Ian dormía plácidamente en la cama, completamente desnudo, hermoso y feliz.
Neville buscó entre las gavetas de la cocina algo de licor pero los chicos parecían portarse
muy bien. Tal vez era alguna forma de mostrarle apoyo a Ian sin embargo Neville sabía por
experiencia que ese tipo de muestras eran un plomo para su chico.

Ian odiaba que la gente a su alrededor dejara de beber sólo porque sabían que él había
tenido un problema de adicción. Una de sus peores peleas había sucedido precisamente por
eso. Neville se deshizo de todo el alcohol que había en Kerry. Días después, cuando Ryan
había pedido una copa y Neville no había tenido más que café para ofrecerle, ardió Troya
entre la pareja. Ian le dejó muy claro que esa clase de cosas no hacía más que fomentar el
miedo a una recaída. Le dijo que él tenía que ser fuerte para vencer su problema a pesar de
tener la droga o el licor enfrente.

Neville amó más a Ian ese día porque descubrió en él al gran hombre en el que se estaba
convirtiendo.

Las protecciones del departamento se movieron, Neville pudo sentirlo porque él era quien
había puesto esas protecciones extras. No es que estuviera paranoico, sólo se quería
asegurar que su novio estuviera completamente seguro cuando él no andaba cerca. James y
Teddy se materializaron casi frente a él.
James había llegado un poco más alegre que Teddy y de inmediato había empezado a
sacarle plática a Neville sobre los negocios y su viaje pero Ted parecía ajeno a eso. Cuando
James se retiró a dormir, Neville esperó que Teddy le dijera algo pero al no suceder él
siguió con lo suyo, buscar algo que le calmara los nervios de nuevo padre. Teddy abrió una
de las gavetas inferiores y Neville pudo ver la pequeña cava que tenían.

—Nos turnamos James, Daniel y yo para comprar alcohol. Cada mes le toca a uno, por lo
regular James y yo compramos unas cuantas cervezas pero este mes le tocó a Daniel y ya
sabes como es.

Teddy sirvió dos copas de vino y ambos se sentaron en los taburetes de la barra. Neville
aun tenía la bruma de la noticia en la cabeza sin embargo la mirada perdida del chico a su
lado le estaba preocupando. Neville llevaba una buena amistad con los amigos de Ian.
James y Daniel parecían verlo como un padre pero Teddy no, Neville notaba que Ted de
verdad le consideraba un amigo.

—¿Estás bien Teddy? —El chico suspiró y se bebió la copa completa antes de negar con
firmeza.

—Neville… ¿Cómo supiste que eras…?

—¿Gay? —Ted asiente—. Pues, en realidad lo he sido toda la vida. Siempre me he sentido
atraído por los hombres. A los ocho años me encantaban los ojos de Harry y por favor, no
se lo vayas a decir a Ian porque se me arma —Teddy rió y asintió pero luego se volvió a
apagar—. ¿Esto tiene que ver con Daniel? —Teddy asintió de nuevo.

—Estoy tan confundido, no sé si soy o no… —El chico soltó un gemido de frustración—.
Sólo sé que me gusta Daniel.

—Ya —Neville se lo pensó un momento pero sabía que lo tenía que hacer—. Mira, cuando
yo era joven llegué a sentirme confundido, besé a una hermosa mujer que me dio la mejor
lección de elegancia y me dijo que nunca ocultara lo que soy.

—Daniel y yo nos besamos en el último año del colegio.

—¿Y te gusto? —Teddy se encogió en hombros.


—Yo no estaba del todo bien. Él quiso consolarme y pasó eso pero ahora quisiera repetir
ese momento para aclarar en mi mente tantas malditas dudas —Las últimas palabras dichas
con frustración terminaron de quebrar a Neville.

—Ted, el ser humano es experto en dos cosas: buscar culpables para casi todo lo que les
pasa a ellos y al mundo en general y etiquetarse en algo. ¿De verdad importa si es un
hombre? La mecánica del sexo sigue siendo la misma, la anatomía es levente diferente pero
lo más importante es que puedes encontrar en él algo que se llama amor —Teddy resopló—
. Puedes decir lo que quieras pero el amor está infravalorado. La gente se mantiene unida
por muchas cosas, interés, soledades pero no por amor y si tú tienes la oportunidad de
experimentar algo que te puede llevar al amor, ¿qué importa que ese algo venga con una
polla incluida? —Teddy se mordió nerviosamente el labio inferior—. Tenemos a tu padre,
me consta que amó a tu mamá, pero ella murió y él encontró en el profesor Snape una
ilusión para sentir de nuevo. ¿Qué es lo que te detiene a ti? ¿Los prejuicios tontos?

—No quiero lastimarlo. La última vez que alguien me gustó tanto como él, las cosas
terminaron muy mal y el que tenga tantas dudas le pone un estrés extra a las cosas.

—El amor, es muy difícil de encontrar pero muy fácil de perder. Sólo piénsalo.

Neville se sintió satisfecho al ver en los ojos de Ted una sombra de duda pero también una
reflexión por seguir. Se puso de pie, palmeó la espalda del chico y regresó a la cama con
Ian. En cuanto lo envolvió en sus brazos Ian se aferró a él con fuerza y luego una especie de
mágica chocó con él, sonrió pensando que ése era su hijo.

****

Teddy estaba duro, completamente y absolutamente duro; no podía creer su suerte.

Cuando Ian anunció que se enlazaría con Neville en una semana Daniel fue el primero en
protestar. Lo convenció de que necesitaba dos semanas como mínimo para organizar un
enlace decente. Así que el último día de clases Daniel los arrastró a James y a él
directamente al departamento para empezar con la planeación de todo. Sin excusas ni
pretextos, James fue enviado a Kerry para tener todo disponible en lo que los novios
trataban con la familia Potter-Malfoy.
Mientras, Teddy se quedaba con la peor de las torturas, un Daniel completamente hermoso.
Había algo en el hecho de ver a su amigo siempre vestido a la moda con unos vaqueros
desgastados y una camiseta blanca que dejaba ver a la perfección esos pezones que Ted no
podía dejar querer probar.

Daniel se levantó del sofá y empezó a dar vueltas por la sala hablando por el móvil con el
servicio de las flores. Su voz era profunda, sus rasgos eran duros pero no por ello menos
hermosos. La camiseta blanca se le pegaba a su torso, los vaqueros resbalaban un poco por
su cadera mostrando parte de sus huesos y una franja negra de los bóxers. Teddy intentó
concentrarse en escoger la caligrafía de las invitaciones pero era imposible.

Daniel arrojó su móvil al sofá completamente frustrado mientras se desplomaba en el sillón


frente a Teddy quien se tragó el gemido que quería escapar de él al verlo tan jodidamente
vulnerable y sexy a la vez.

—¿Qué sucede? —preguntó Teddy para dispersar sus malas ideas. Daniel resopló, subió las
piernas al sillón y las envolvió con sus brazos.

—No puedo encontrar lilas para los arreglos de la boda —Teddy sonrió. Las lilas siempre
habían sido las flores favoritas de Ian y era un enorme detalle que Daniel se esforzara tanto
por él—. ¿Todo está bien con las invitaciones? —Teddy asintió, sabía a la perfección que
no sólo era atracción lo que sentía por Daniel y eso le hacía dudar del siguiente paso.

****

—Vamos a ser abuelos.

—Lo sé —dijo Draco con la voz un poco estrangulada.

—¿No…? ¿No te molesta? —Harry jadeó un poco.

—Para nada. Me encanta la idea de ser abuelo —Las manos de Draco sujetaron con más
fuerza la cadera de Harry y entró por completo.

—¡Joder! —Harry se echó hacia adelante con los nudillos blancos de toda fuerza que estaba
utilizando para sujetarse del barandal de la terraza.
—¿Te lastime? —Harry negó echando la cadera para atrás. Draco resopló y mordió la nuca
de Harry antes de empezar a moverse en serio.

Draco estaba imparable; las embestidas que daba sobre Harry eran profundas y certeras.
Podían sentir el contraste que había entre el calima semi frio y sus cuerpos calientes
chocando una y otra vez. Harry gemía entre cortadamente, su cuerpo se estremecía con
cada toque de las manos de Draco. Los movimientos se hicieron más salvajes, más fuertes y
Draco estaba a punto de terminar pero quería que Harry lo hiciera primero. Apuró su mano
sobre la erección de Harry, tres rudas caricias fueron suficientes para que Harry se viniera
sobre el barandal de la terraza y poco después Draco se derramó en su interior.

Duraron un momento abrazados, apreciando el aire mover sus cuerpos. Cuando Harry sintió
un estremecimiento en Draco que no tenía nada que ver con el sexo se giró y envolvió el
cuerpo del rubio entre sus brazos para luego llevarlo al interior del cuarto y dejarlo en la
cama mientras buscaba las varitas y los vestía nuevamente.

—No tenías que hacer eso. Sabes que pronto nos vamos a desnudar de nuevo, ¿cierto? —
Harry sonrió ante el cinismo de su marido. Subió a la cama y empezó a besar al rubio con la
misma hambre que minutos atrás los había llevado a la terraza.

Cuando las manos de Harry estaban por colarse debajo de los pantalones de Draco se
escucharon unos fuertes golpes en la puerta y luego la voz sollozante de Noah congeló a los
dos padres.

—¡Papá! ¡Papá! ¡Coñac no se mueve! —Draco miró a Harry y ambos tragaron saliva. Era
el momento que tanto habían temido desde que les habían dicho que Coñac ya no era un
perro joven.

Harry salió de la cama de inmediato y abrió la puerta para encontrarse con la imagen de su
hijo al borde de las lágrimas. Eso partió el corazón de Harry.
Los tres fueron a la habitación de Noah; Coñac estaba echado en una de las esquinas del
cuarto y era evidente que ya no respiraba. Harry se acercó a él sólo para cerciorarse que
estuvieran en lo cierto y cuando lo hizo, miró a Draco negado. El rubio abrazó fuertemente
a su hijo que lloraba desconsolado, Violeta apareció unos segundos después con el ceño
ligeramente fruncido pero al ver la escena de inmediato su semblante cambió.

Esa noche los Potter-Malfoy se debatieron entre la felicidad de tener un nuevo miembro de
la familia y la tristeza de que un miembro de la misma ya no estaría más con ellos.

Llevaron el cuerpo del perro al jardín, Harry hizo su tumba y lo colocó en ella ante la
mirada de sus hijos, Draco y Neville. Para Harry era un momento de tremendos contrastes;
estaba enterrando al ser que le había dado muchos momentos de felicidad cuando más lo
necesito y también estaba dándole la vuelta a la página de su historia añeja.

Noah lloró desconsolado en los brazos de su padre, cuando se calmó una violeta apareció
en el centro de la tumba.

Esa noche, Violeta y Noah durmieron con sus padres, Ian y Neville durmieron juntos
íntimamente abrazados y esperando formar una familia tan unida como la de Ian.

****

Ron miraba por la ventana del jardín a su esposa y a sus hijos. Después de la separación las
cosas empezaron a mejorar, él necesitaba saber que su mujer lo amaba y Hermione se lo
demostró durante todos los días que no estuvieron juntos y mucho más cuando Ron regresó
a su casa. Así que no fue una sorpresa para nadie que Hugo viniera al mundo para coronar
su reconciliación y la más contenta por ello fue Rose.

Ron entró a su casa y fue recibido por un el abrazo de su hija, la sonrisa de su esposa y un
pequeño jadeo de Hugo. Comieron tranquilamente mientras Ron les contaba de su día,
había algo en especial que quería tratar con Hermione pero esperó hasta que Rose y Hugo
se quedaron dormidos. Se sentaron en el sofá acurrucados por un momento, sólo
disfrutando el calor de otro.

—Hay rumores de que Harry quiere dejar su puesto como Jefe —Hermione no dijo nada
por un momento pero se acurrucó más al cuerpo de Ron—. ¿Qué piensas? —Hermione
suspiró.

—Qué tú quieres ocupar ese puesto en caso de que el rumor sea cierto.

—¿Eso sería malo? —Hermione negó pero se incorporó un poco para ver a su marido.

—No, pero si sería muy peligroso y yo no quiero que nada te pase. Sabes bien que Harry
tiene atentados en su contra por lo menos cada veinticuatro horas y va desde una carta con
algún hechizo tonto hasta hechizos de magia oscura. No quiero perderte Ron.
Ron pensó un momento en las palabras de Hermione.

—Hablaremos de eso después, ahora sólo es un rumor y además, tenemos una boda encima.

—No puedo creer que Ian se case con Neville —Ron rió.

—Y que vayan ser padres. Espero que Neville tenga la misma vitalidad para follar que para
ser papá porque a nuestra edad empezar es… —Ron se cayó en cuanto vio los ojos de
Hermione y una mueca de preocupación—. ¿Hermione? —No hubo respuesta—. ¿Cariño?

—Dos meses, no quería decírtelo hasta pasado el tercer mes —Ron boqueó un poco, tragó
saliva y sintió que algo cálido se instaló en su pecho. Inexplicablemente Hermione empezó
a llorar y Ron la abrazó más.

—Vamos cariño, no es tan malo. Si Longbottom puede nosotros también. Ya le tenemos


ventaja con dos hijos —Hermione sonrió y Ron supo que con ella tendría veinte mil hijos
mientras se amaran como lo hacían.

****

La boda había resultado un éxito. Ian no podía estar más que contento, de hecho, todo
mundo estaba muy contento. Aunque Teddy se sentía un poco la excepción a esa regla,
estaba harto de tener que esconderse, necesitaba hablar con Daniel pero el chico no había
dejado de bailar toda la noche; no importaba con quien, niño, niña o ancianos y Teddy ya
estaba cansado de que ese hermoso chico no tuviera tiempo para él.
Daniel meneaba su cadera al ritmo de la música y acariciaba a una chica de cabello rubio
que no dejaba de sonreírle y tocarle. Cuando las manos de Daniel tomaron posesivamente
la cadera de la chica, algo dentro de Teddy rugió como un animal salvaje. Miró a la pista
donde sus padres estaban felices bailando sin ningún apuro y entonces pasó por su cabeza
que si ellos podían estar así, ¿por qué él no podría hacer lo mismo?

Caminó hacia Daniel, colocó sus manos en la cintura del chico y lo pegó a su cuerpo sin
decir nada más. La chica que bailaba con Daniel lo miró y luego se despareció entre la
multitud.

—¿Qué se supone que estás haciendo Teddy? —La voz de Daniel era pausada pero Teddy
no le respondió, simplemente los desapareció de ahí para ir directamente a su
departamento—. ¡¿Qué coño te pasa?! —Le gritó Daniel histérico cuando pasó la sensación
de aparecerse en otro lugar. Teddy no dejó que se alejara de él, lo envolvió entre sus fuertes
brazos y lo pegó a su pecho.

—Esto es algo que debí hacer hace tiempo —Teddy lo besó con fiereza porque Daniel se
estaba resistiendo pero él no claudicó y gimió cuando sintió a Daniel correspondiendo a su
beso. Al separarse lo miró a los ojos—. A partir de ahora eres mío —Posesivamente colocó
las manos sobre las nalgas de Daniel—, y ésta vez sí vamos a llegar al final.

Teddy empujó a Daniel sobre la cama mientras lo besaba con la misma hambre que un
momento atrás. La ropa de Daniel prácticamente fue arrancada de su cuerpo. Teddy se
desvestía haciendo malabares para no dejar de acariciar a Daniel. Encontró extremadamente
estimulantes los pezones del chico que al menor contacto con ellos gemía y se retorcía en la
cama.

La boca de Teddy fue bajando hasta llegar a los muslos de Daniel y también descubrió que
era una de las partes más sensibles de chico, podía ver como la polla de Daniel palpitaba
ante cada beso o lengüetazo que Teddy daba por esa zona. Los dedos de Ted buscaban la
entrada para proporcionarle más placer al chico que gemía debajo pero era demasiada su
excitación, así que con su varita convocó un hechizo lubricante y enterró dos de sus dedos
en el interior de Daniel. Jugó con el calor y la estrechez por un rato hasta que ambos no
podían más y Teddy simplemente lo embistió con fuerza.
Las piernas de Daniel se quedaron en los hombros de Teddy mientras éste prácticamente lo
doblaba a la mitad. Daniel gemía como loco al ver su fantasía más añeja hecha realidad.
Durante años había estado detrás de Teddy, seduciéndolo y casi empujándolo pero nunca
había sucedido nada y apenas unos meses atrás decidió no hacer más el intento y ahora, ahí
estaba, siendo follado por un salvaje y pasional Ted Lupin.

—¡Daniel! —Teddy se inclinó para besarle mientras le decía lo mucho que le gustaba estar
dentro de él—. Joder —Teddy se movió más y más rápido, Daniel estaba a punto de
correrse y lo logró cuando Teddy le dio una brutal embestida que lo dejó viendo blanco
mientras sentía que todo su interior era bañado por la esencia de Teddy.

Segundos después Teddy se desplomó en la cama y arrastró el cuerpo de Daniel sobre su


pecho para seguir abrazándolo. Duraron un momento así, compartiendo caricias y besos
tiernos, hasta que Daniel se levantó sentó de un golpe mirando preocupado a Teddy.

—¡Joder, joder, joder! ¡Esto no puede ser! —Teddy colocó uno de sus brazos sobre los
hombros de Daniel y lo quiso regresar a la cama.

—¿Qué pasa?

—Es que papá siempre ha sido extremadamente fértil. Me dijo que nunca follara sin un
hechizo y ahora… ¡joder! —Teddy sonrió de medio lado y jaló con más fuerza el tenso
cuerpo de Daniel Nott.

—No importa, será hermoso formar una familia contigo —Daniel se calmó y miró
extrañado a Ted.

—Creí que esto era cosa de una vez —Teddy negó.

—Te quiero conmigo porque he aprendido a amarte después de todo este tiempo y sé que tú
me harás feliz, ¿qué dices?

—Yo… —balbuceó Daniel.

—Espero que eso sea un sí.

Teddy no le dio tiempo de responder, lo besó de nuevo. Por primera vez en mucho tiempo
se sentía feliz y seguro.
Notas finales:

Ya sé que me van a decir, que esto más que un epilogo parece la continuación del fic
pero es un poco el cierre de un ciclo y el inicio de otro. Harry y Draco entran a una
etapa nueva de sus vidas aun siendo unos padres muy jóvenes. Neville e Ian inician
con su familia, al igual que Teddy, Daniel y Ron con Hermione.

La muerte de Coñac fue difícil de escribir pero es un gran momento porque Harry le
dice adiós a su pasado con ese evento. Tal vez haga el epilogo del epilogo pero eso ya
será más adelante por lo pronto voy por el epilogo de Little lion man.

Esta historia fue un viaje, uno hermoso, que me hizo revivir muchos de mis demonios
pero también me hizo exorcizarlos de mi alma al contárselos de esta forma.

PUBLICIDAD DESCARADA.

Hay un fic que les quiero recomendar y me urge que ustedes comentan en él para
animar a la autora:

http://www.fanfiction.net/s/7206837/1/Por_que_yo_entiendo

Es un fic inspirada en la imagen de Matt Lewis y Tom Felton que les mostre en
Somebody to love. Es un Neville/Draco y tiene muy poco apoyo a pasar de estar muy
bien escrito y darle una profundidad extrema a Neville. Por favor, les suplico que
muestren que esta publicidad sirve para todos y cada uno de los fics.

Y los acostumbrados fics geniales:

Los fics de mí querida Xanath, aquí

Mis fics, aquíLos fics de mi Mine hermosa, Aquí

Slytherin Ties and Teddy Bears... Traducción de la guapa Luna


Nos vemos el viernes en Somebody to love no se olviden por favor.

Mil gracias a mi beta luxam9 que también se me fue de vacaciones.

Un abrazote.

PS: Ya cumplí mi Mine hermosa.

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