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Danzando con la familia

Título original: Dancing with the Family. A symbolic-experential Appoach Publicado en


inglés por Brunner/Mazel, Inc., Nueva York
Traducción de Beatriz López Supervisión de Viviana Vammalle
Cubierta de Gustavo Macri
CEIITRO URWERSITARIO ®E LA COSTA
BIBUOTECA
1. edición, 1991
1.^ reimpresión, 1998
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del
«Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de
esta obra por cualquier método o procedimiento, comprendidos la reprografla y el
tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o
préstamo públicos.
© 1988 by Carl A. Whitaker y William M. Bumberry © de todas las ediciones en
castellano,
Ediciones Paidós Ibérica, S. A., Mariano Cubí, 92 - 08021 Barcelona y Editorial Paidós,
SAICF,
Defensa, 599 - Buenos Aires
ISBN: 84-7509-619-0 Depósito legal: B-8.091/1998
Impreso en Hurope, S. L., Lima, 3 - 08030 Barcelona
Impreso en España - Printed in Spain
Prefacio
1. Comienzo de la familia: acercamiento, reencuadre y ampliación del síntoma .
El comienzo .
En busca del padre .
Cambio de perspectivas: creación de un encuadre interactivo
Empieza a surgir el padre .
La persona del terapeuta: integridad personal y estructura del rol profesional .
Integridad personal .
La utilización de sí mismo .
La responsabilidad del terapeuta . La estructura del rol profesional .
El proceso de la terapia familiar: aspectos políticoadministrativos y etapas de la terapia .
La batalla de la estructura . La batalla por la iniciativa . Alianza terapéutica . Finalización
El nido vacío Otras cuestiones
SUMARIO
13 14 21
25 40
45 46 51 54 56
61 62 74 76 78 79 79
8 SUMARIO
4. Terapia familiar simbólico-experiencial . 81
El mundo de los símbolos . 83
Con la mirada hacia adentro .86
La terapia simbólico-experiencial . 86
Confusión . 90
La experiencia . 95
El crecimiento. 95
5. El proceso se personaliza: se cuestionan las rigideces
y se abren caminos . 97
Desafiar a la familia para que crezca . 98
6. El dilema universal: hombres sin esperanza y muje
res esperanzadas 125
Hombres/mujeres: la eterna dialéctica . 137
7. El secreto de la infelicidad: conseguir lo que se quiere 161
8. Una vez más, el cuidado por el paciente. 191
9. La familia sana. y la patología normal . 217
La vida familiar . El matrimonio Los padres
10. ¿En qué dirección se crece? Un seguimiento después
de tres años . 227
La familia vuelve . 230
Referencias bibliográficas . 255
218 222 225
PREFACIO
A las ocho de la mañana, un lunes, a finales del verano de 1981, estaba sentado frente al
consultorio de Carl Whitaker, esperando que llegase. Se trataba de mi primer encuentro con
Carl, una de esas citas concertadas con un desconocido. A tres años de haber terminado mi
posgrado, pensaba que sería una oportunidad interesante y enriquecedora para mí. Con mi
currículum en la mano, esperaba con nerviosismo. Mientras tanto preparaba mentalmente
una frase inteligente para empezar el diálogo y expresarle mi agradecimiento por haberme
concedido la visita de tres días que le había solicitado.
Unos minutos después apareció en. el pasillo. Cuando me puse de pie para saludarlo, vi
primero una madre... luego, un padre... y tres niños que lo siguieron hasta la puerta de su
consultorio. ¡Algo andaba mal! ¡Esto no era lo que yo había planeado! Antes de que pudiera
entender lo que estaba sucediendo, Carl dijo: «Hola, tú debes de ser Bill. Entra y enseguida
empezamos». Aturdido entré en el consultorio de Carl siguiendo a la faenflia, de algún
modo me las arreglé para sentarme y enseguida me hundí en el sofá. Es verdad que yo
había ido a aprender la tempia simbólico-experiencia¡, ¡pero no había previsto que seria
*¡paciente!
x. Cuando llegó el mediodía, ya habían pasado cuatro familias. etredida que avanzaba
la mañana, me había ido recuperando
Lda„mi estupor, y había superado mi sensación inicial de dad, irreali` dad, empezando a
disfrutar de la experiencia. Durante la tarde n dos familias más y una pareja, y hubo una
sesión dé susión con uno de los residentes.
10 DANZANDO CON LA FAMILIA
A las cinco y media, después de la sesión con la última familia, ¡estaba exhausto! Había
sido un día lleno de tensiones, excitación y drama. Mientras respiraba hondo y suspiraba,
prepa rándome para analizar con Carl los acontecimientos del día, él miró su reloj, saltó de
su silla y se encaminó hacia la puerta. Antes de desvanecerse en el pasillo se dio la vuelta y
dijo animadamente: «¿Mañana a la misma hora?». Asentí con la cabeza, y agregó: «Cierra
con llave el consultorio cuando hayas terminado. Te veo mañana a las ocho».
Otra vez me pilló desprevenido. Pasaron unos minutos antes de que pudiera moverme. Me
encontraba girando en un mundo surrealista, rodeado de los acontecimientos del día y de
los mu chos juguetes, artefactos y objetos del consultorio. Después de un día tan agotador,
la energía y el entusiasmo de Carl eran desconcertantes. Al fin y al cabo, tenía cerca de
setenta años. Y yo todavía no llegaba a los treinta.
Ése día sirvió para que comprendiera que había algo que aprender de ese hombre. En los
años siguientes hice muchas visitas. Cada experiencia fue valiosa de una manera diferente.
Cuando Carl se retiró de la Universidad de Wisconsin y ya no tenía objeto participar en sus
consultas, me vino la idea de transmitir algunas de las enseñanzas que recibí. Este libro y
un vídeo complementario son los resultados de esta idea.
La intención del libro es presentar un trabajo de importancia clínica y no ofrecer una teoría
total de la terapia familiar. Creo que al explorar el trabajo de Carl con esta familia
aparecerán los elementos principales de su trabajo. En lugar de recorrer apresuradamente el
museo para asegurarse de haber visto todos los cuadros, el hecho de detenerse frente a una
obra maestra puede brindar una mayor comprensión y apreciación del arte.
En todo el texto se subrayará un doble centro de atención. Se le pedirá al lector que esté
consciente del papel central de la persona del terapeuta, así como también del proceso de la
terapia que se desarrolla. Sin esta especie de visión binocular, tal vez sea imposible integrar
realmente el material.
Si bien las transcripciones proceden directamente del trabajo de Carl con la familia, el texto
de apoyo y el material teórico
PREFACIO 11
son productos compartidos. Las ideas de Carl, tal como me han impactado, son expresadas
con mi pluma. Los que conocen a Carl y su trabajo pueden pensar que hay distorsiones y
omisiones en el escrito. ¡Discúlpenme! Confío en que se sentirán libres de seguir
corrigiendo este texto y hacerlo más útil para su propio trabajo. ¡Que se diviertan!
Además de los esfuerzos de Carl y los míos en la elaboración de este libro, hay otras
personas que hicieron aportes significativos. Mi más cálido reconocimiento a Muriel
Whitaker por su participación en numerosas discusiones relativas a este proyecto. Mi
profunda gratitud para mi esposa, Kathy, por su constante estímulo y apoyo, y por la crítica
creativa que enriqueció enormemente este libro.
Asimismo, hago extensivo mi reconocimiento a Steven Tenenbaum por su colaboración en
la producción del vídeo, a Jan Martinson por su profesionalismo en la filmación del
material y a mis amigos del Instituto de Terapia Familiar de Southern California por su
apoyo para guiar la cinta.
Por último, me gustaría manifestar mi profunda gratitud a la familia que participó en la
terapia. Su generosidad en compartir esta parte de sus vidas, para que las nuestras se
enriquecieran, es digna de encomio. Fue un privilegio trabajar con ellos.
W. B.
Capítulo 1
COMIENZO DE LA FAMILIA: ACERCAMIENTO, REENCUADRE Y AMPLIACION
DEL SINTOMA
Cuando nos instalamos para la sesión inicial, había una sensación de tensión en el aire.
John y Marie eligieron el sofá que estaba a mi derecha, jugueteando nerviosamente
mientras tres de sus cinco hijos adultos se sentaban en el otro sofá. Los otros dos ausentes
se unirían a nosotros el último día de esta experiencia de tres días.
Se trataba evidentemente de una familia de granjeros, tal vez similar a la mía propia. El
padre estaba engalanado con un mono de trabajo flamante, mientras que la madre estaba
vestida con cuidado pero informalmente. Sus tres hijas, Vanessa, de 30 años, Doris, de 27 y
Marla, de 18, tenían un aspecto menos campesino y estaban más a la moda. Después de
pasar unos minutos en una charla trivial, Vanessa se perfiló como la portavoz de la familia.
Examinamos brevemente cómo decidieron venir a estas tres sesiones y planificamos una
estrategia para organizar esta experiencia de tres días. Vanessa había promovido la reunión.
Esta ba estudiando para ser terapeuta. Aunque ella se encontraba geográficamente distante
del resto de la familia, se sentía involucrada en las peleas familiares y deseaba encontrar un
alivio. Además, estaba preocupada por su hermana de 28 años, Gail. Esta había sido
hospitalizada debido a un estrés emocional. Acababa de ingresar en un programa de
readaptación y se la mantenía medicada.
14 DANZANDO CON LA FAMILIA
Resultaba interesante que el terapeuta de Gail considerara que el tratamiento individual
programado era bastante logrado y se opusiera a su participación en las sesiones familiares,
por temor a que perjudicara su progreso. A pesar de los riesgos, Gail decidió asistir el
último día, al parecer con la aprobación de su terapeuta.
Mike, de 23 años, el único varón de la familia, también había retrasado su llegada. Tenía
conflictos en su trabajo y era quien traería a Gail a las sesiones. Todos vivían fuera de la
ciudad y tenían que realizar un largo viaje hasta el consultorio.
EL COMIENZO
Los primeros momentos de la sesión inicial a menudo suelen ser fundamentales. El nivel de
ansiedad excede en mucho la simple incomodidad social. Comienza instintivamente un
inten so proceso encubierto y bilateral de evaluación. Si bien con frecuencia encubrimos las
tensiones subyacentes, éstas existen. En nuestro inconsciente colectivo flotan preguntas
como éstas: « ¿Córtio es usted realmente?», «¿Qué me va a hacer?» y «¿Hasta dónde
podremos ir juntos?»
Es el momento en que el terapeuta debe establecer alguna conexión personal y no
mantenerse en «profesional» distante. Una de las tareas iniciales es darles a conocer la
manera cómo trabajo y qué espero de ellos. Necesito establecer los parámetros de mi
compromiso con ellos y clarificar algunos de los términos en que se establecerá la relación.
En la medida en que adopto una posición, se desencadena un proceso interactivo. Mi acción
engendra su reacción. Cuando reaccionan, les respondo y se pone en marcha una serie de
inte racciones. Es de esperar que eventualmente esta dialéctica conduzca a una síntesis de
orden superior.
Otro componente para comprender cómo funciona este proceso es tener en cuenta la
diferencia muy real que existe entre afirmación y agresión. Cuando adopto una clara
posición usan
do la primera persona en mi discurso, en realidad no intento in
COMIENZO p E ki,A FAMILIA 15
timidarlos sino, por el cotltrar ¡o, ; me dispongo a compartir con ellos algunas de mis
conv,icciorles . Ellos, desde luego, son libres de responder en la forma que des een. Pueden
eludir, rebelarse, rendirse o fiostrarse completarne, te distantes e indiferentes. De todos
modos el proceso está en trnarcha. En lugar de pasar la primera hora girando en torno d,,- la
reveladora pornografía de una estéril «entrevista de evaluación», estamos aprendiendo a
bailar juntos.
En el breve espacio inicial que sigue a continuación, obsérvese la tomade posiciones que
fija la estructura de lo que seguirá. Mi intención es transmitirle a la f%milia mi convicción
de que su buena disposición a mostrar su 15adecimiento es esencial para crecer en la
terapia. Adernás, tüenYen que aceptar el hecho de que siguen siendo responsables de sIk
propia vida. Los intentos de delegar en rní el control y la resPUnsabilidad no contribuirán
en nada a mejorar su calidad de vid%.
Carl: ¿Cófo decidieron venir? ¿Qué les gustaría lograr corl estas sesiones? ¿Cómo puedo
ayudarlos?
Permítanme que les explique cómo trabajo. Quisiera que rne hablasen de uste
des pata poder sentir el sufrimiei,to por el que estári pasando Así yo Puedo ericontrar la vía
de acceso a la familia Pero tengo que ser claro con ustedes, yo soy una especie de
entrenador de béisbol, no estoy jugando en él. Ustedes son los que tienen que tomar las
decisiones definitivas sobre lo que hacen con su vida.
16
(Pausa.)
Debo advertirles que yo puedo ponerme desagradable o malo.
Padre: Estamos acostumbrados a eso en la granja.
DANZANDO CON LA FAMILIA
Ser sincero con la familia al establecer las condiciones para trabajar con ellos es
fundamental. Quiero que sepan que, si bien deseo trabajar con ellos, no tengo interés en
transformarme en un miembro más de la familia.
Mi responsabilidad consiste en ser todo lo personalmente receptivo posible a su
sufrimiento, pero no reside en aceptar responsabilidad alguna por su vida real.
El comentario acerca de que puedo resultar malo o desagradable tiene por objeto liberarlos
de la fantasía de cura con la que llegaron a mi consultorio. Trato de contagiarles esta idea.
El solo hecho de asistir a las sesiones no les hará ningún bien. Hay un arduo trabajo por
delante. Yo no puedo hacerlo por ellos ni ahorrarles el esfuerzo.
COMIENZO DE LA FAMILIA
Carl: ¿Están acostumbrados a eso en la granja? Yo nací y me crié en una granja lechera.
¡Debería haber traído mi vaca! Cuando hice un taller, alguien me regaló una vaquita de
juguete con ubres, por si me sentía solo y deseaba volver a acurrucarme junto a una vaca.
La reacción del padre ante mi propuesta dio pie a una respuesta de acercamiento de mi
parte. Yo quería que la familia supiera que yo también era granjero. Que podía ser capaz de
sentir con ellos. Que podría ser capaz de relacionarme con ellos de una manera personal
con respecto a sus conflictos.
Este tipo de contacto puede ser especialmente eficaz porque es auténtico. Procede de una
experiencia de la vida común. Es mucho más personal que el habitual ofrecimiento
profesional: «Me gustaría ayudarlos».
17
A esta altura de la entrevista, la madre parece nerviosa. Puede preocuparle el hecho de que
el padre y yo tengamos mucho en común. Su reacción automática es introducir una queja
levemente encubierta sobre él. Si logra desacreditarlo de alguna manera, puede reducir las
posibilidades de que yo quede seducido por él. Si bien su preocupación tal vez tenga algún
punto de
18
razón, yo no estaba dispuesto a dejarme pescar en un fuego cruzado tan pronto.
Madre: ¡Tenía que vestirse justo con este mono! Le dije: «¿Te parece bien ponértelo para
una reunión como ésta?».
Hace seis meses que lo tiene y nunca se lo probó. ¡Ni siquiera se lo probó! Se suponía que
yo tenía que acortarlo. Bueno, al final, lo medí con otro viejo y lo cosí anoche.
Carl: A menudo he tenido la sensación de que una de las cosas que conservo de mi niñez es
cuando algo se estropeaba, el tractor, la segadora o cualquier otra cosa...
Madre: Sí.
Carl: ... y mi padre venía hasta la casa a buscar las llaves del coche. Mi madre decía: «¿Vas
a la ciudad? ¿No crees que deberías ponerte los pantalones?», y él contestaba: « ¡No veo
qué tiene de malo el mono!». Esa era la discusión más violenta que tenían mis padres, por
lo menos, por lo que yo recuerdo.
DANZANDO CON LA FAMILIA
Madre: ¿De veras?
Carl: Tengo la sensación de que todavía lo arrastro. Que puedo comprarme un traje y que al
cabo de tres días se parecerá a un mono.
(Risas.)
Así que todavía estoy peleando con mi madre a causa de la ropa buena.
COMIENZO DE LA FAMILIA
Esta fue una reacción Mnstintiva ante el in -tento de_ la madre para pone_ rme de su lado
en contra del iwadre. Q- uería que yo estuvier-a de acumerdo con ella en que el padre &era
irresponsable,
Aunque ella hablaba .del mono, lo que quer--la decir estaba claro. Era unas manera de
definirse a sí misrnZa de no per la responsable de ninguna de sus peleas.
19
Hemos completado hasta ahora un ciclo de un proceso que- se producirá reiteradamente en
todo el transcursode la terapia. !En estos primeros momentos he tendido a ligarrnea ellas así
como también a distanciarme de ellos. Esta libertadpara entrar y e%alir es una tarea básica
de la terapia y de la vida en general. BL_iscamos simultáneamente niveles más
profundosde pertenencia y de individuación.
Cuando hablamos sobre la vida, en realidad estary:los hablaxndo sobre las relaciones. No
existimos aislados, En 1«-aL vida emocional siempre hay «otro» implicado.
20 DANZANDO CON LA FAMILIA
COMIENZO DE LA FAMILIA 21
Pregunta: Muy bien, Carl, tengo algunas preguntas sobre este punto para hacerte ahora
mismo. ¿Qué estabas tratando de conseguir con este tipo de apertura? ¿De advertirles
especialmente que podrías ponerte desagradable? ¿Se trata de que no te importan ellos o
qué?
Respuesta: ¡Desde luego que me importan ellos! ¡Acabo de conocerlos! Espero que lleguen
a importarme, porque me sentiría muy solo ahí sentado, hablando con extraños. Pero quiero
que les resulte claro que no estoy haciendo de anfitrión artificialmente. Soy como todo
cirujano. Me interesa extirpar la patología, en lugar de tratar de evitar que sangre. Ellos
tienen que saber que es doloroso, para que estén preparados. Lo mismo que un dentista te
diría: «Ya sabe que le va a doler», antes de ponerte la aguja en la encía.
A esto lo llamo en realidad la Batalla por la Iniciativa. Consiste en hacerles mantener la
iniciativa en su propia vida. En asegurarme de que la ansiedad con que llegaron siga ahí.
Que no se liberen de la ansiedad y se entreguen a esperar que yo dirija su mundo.
Pregunta: Pero ellos han venido para que los ayudes en su ansiedad. ¡Por eso están ahí!
¿Estás diciendo que no vas a hacerlo?
Respuesta: ¡Exacto! No deseo aliviar su ansiedad. Quiero que su ansiedad sea la energía
que haga mover las cosas. Luego puedo unirme a ella para que sea más productiva.
Pregunta: Hacia el final de ese punto, comenzaste a hablar sobre las vacas y la granja y de
que tú eras de una granja. ¿Qué tiene que ver todo eso?
Respuesta: Es una forma de lo que Minuchin llama joining o acercamiento. Si puedes hacer
una causa común...
Pienso que la transferencia,... Freud cometió un grave error,...
no debería decírselo... al suponer que es la transferencia del paciente lo que hace funcionar
la terapia. No creo que sea verdad.. Creo que es el amamantamiento de la madre lo que
hace que el niño ame a su madre y no que el amor del niño por la madre haga que la madre
tenga leche en sus pechos.
Pienso que el terapeuta necesita internalizar el sufrimiento del paciente para poder
conectarse empáticamente con él. Luego tiene que tener mucho cuidado de no ser llevado a
hacerse cargo.
EN BUSCA DEL PADRE
A poco de comenzar la sesión inicial trato de poner en marcha un proceso que me permita
obtener la historia de la familia. Pero no meramente la historia vinculada al motivo de la
consul ta, muy por el contrario, mi objetivo es obtener información respecto de la familia
como un todo. Al intentar lograr un cuadro global de la familia, les estoy haciendo saber
que yo los veo a través de una lente diferente. Les estoy diciendo que me interesan todos
ellos. Que no acepto que su víctima del sacrificio sea la estrella.
Esta clase de historia familiar brinda un contexto más rico como punto de partida. Aparecen
algunas de las fuentes principales del sufrimiento de la familia y de sus esfuerzos.
Comienza a aparecer una estructura que abarca tres generaciones. Sale a la luz su mitología
sobre temas como, por ejemplo, la muerte, la enfermedad, la rabia y el divorcio. Esto
amplía el marco familiar. Además, da la oportunidad de abordar algunas zonas cargadas
afectivamente de un modo que no resulte amenazador. Se pide a la familia que sea personal
sin más dilación. Puesto que se trata de nuestra reunión inicial, no tienen la sensación
inconsciente de paranoia que se origina en la creencia de sentirse adivinado o descubierto
de antemano.
Mi punto de partida normal es comenzar con el padre. En
22 DANZANDO CON LA FAMILIA
nuestra cultura, el padre es por lo general el progenitor más periférico. Mi intención es
comprometerlo inmediatamente.
No se trata de un acto de deferencia hacia el hombre como jefe de la familia, sino de
desafiar su posición de ser una no-persona, un no-miembro de la familia. A menudo he
tenido la expe
riencia de ver al padre no tanto como un miembro de la familia, sino como el hombre que
vive en la casa de al lado. Es como una persona que viene a casa para alimentarse o tener
relaciones sexuales, pero no para que se lo incluya en la intimidad. El cuestionamiento de
esta posición es fundamental para crear una sensación de unidad familiar. Es difícil llegar a
una sensación de nacionalismo familiar cuando el padre está físicamente presente pero
emocionalmente ausente. Al incorporarlo en la discusión, le estoy ofreciendo a la familia la
esperanza de que la vida puede cambiar realmente.
Carl (al padre): ¿Puede hablarme de la familia? No de las personas que la componen, sino
de la manera cómo funciona.
Padre: Bueno, hoy en día las cosas se han puesto difíciles en la granja. Hay mucha interfeí-
encia de afuera y... oh, podría decir competencia. Entonces, desde luego, el que está
clavado en la granja o tiene que hacerla funcionar... bueno, simplemente a uno no le gusta
eso. Se siente resentimiento. Se trata de que la cosa siga funcionando. Una cosa lleva a la
otra y ellos se van, a veces
no con el mejor de los humores. Vuelven únicamente de visita.
El padre siguió con la descripción, mencionando las edades de todos los hijos. Al hablar de
Mara, la más joven de todos, dijo: «Esta es el bebé». Tal vez el hecho de que esta
presentación pareció más personal fue lo que me llevó a hacer un comentario.
Carl: No te ves tan bebé desde aquí. Diría más bien que hoy en día eres una monada. 1
DE LA COSTA
•I UNIVEMAE110
Padre: Sí. Es una verdadera monada también, si quiere decirlo de ese modo.
Carl: Bueno, no quería decir eso, ya que usted está aquí. Ya sabe, hay que tener cuidado
cuando el «viejo» anda cerca.
Padre: Sí.
(Risas.)
COMIENZO DE LA FAMILIA 23
Los padres por lo general pasan un mal rato al responder a este tipo de pregunta. Si bien la
respuesta en este caso fue algo ambigua, no pareció evasiva. Identificó zonas de tensión y
reveló tener conciencia de una insatisfacción.
EMeUOTECA
Fue una manera encubierta de investigar la existencia de una corriente oculta de sexua-
24 DANZANDO CON LA FAMILIA
lidad que yo sentía pero no podía identificar.
Unos minutos después continuó la descripción que el padre hacía de la familia. Se hizo
necesario abordar a la madre directamente. Se estaba poniendo incómoda ante tanta
atención con centrada en el padre. Dada su posición de centro emocional de la familia, le
resultaba difícil tolerar demasiada información de parte de su marido.
Carl (al padre): Cuénteme cómo era la familia antes.
(A la madre) ¿Me permite que hable primero con su marido para poder hacerme una idea de
cómo piensa él sobre esto?
Madre: Muy bien. Si bien parece un comentario casi incidental, tiene un objetivo bien
claro. Le hago saber a la madre que no la he olvidado y, a la vez, le digo que no interfiera
en mi conversación con el marido.
El padre continuó explicando la dinámica interpersonal de los cinco hijos, así como
también subrayando un claro modelo de división del trabajo respecto al matrimonio. Era
evidente la falta de unión real entre los padres con respecto a la crianza de los hijos. El
observó que a menudo la falta de coherencia de ellos confundía a los hijos.
Cuando el proceso de la entrevista llevó a abordar los temas relacionados con la familia de
origen, la tensión se acentuó. En el próximo diálogo, se mostrará la relación entre la historia
de la familia y el presente, que ilustrará elocuentemente el estado actual de la relación
conyugal. Al retomar el diálogo, le pregunto al padre sobre sus progenitores.
Carl: ¿Su padre ha muerto también?
Padre: Sí.
Carl: ¿Cuándo murió?
Padre: En 1972.
Carl: ¿De qué murió?
Padre: Tenía 89 años. Enfermedad y vejez. Tuvo una vida bastante buena.
Carl: ¿Y su madre?... ¿Su padre era granjero también?
Padre: Sí.
Carl: ¿De qué murió su madre?
Padre: Murió a los 62 años de neumonía. Podríamos haberlo evitado si nos hubiéramos
dado cuenta.
CREACIóN DE UN ENCUADRE INTERACTIVO
COMIENZO DE LA FAMILIA 25
CAMBIO DE PERSPECTIVAS:
26
DANZANDO CON LA FAMILIA
Carl: ¿Y qué hizo su padre? ¿Volvió a casarse?
Padre: No.
Carl: ¿Cuántos hermanos y hermanas tiene?
Padre: Ninguno.
Carl: ¿Usted era el único hijo? ¡Con razón es tan malcriado!, ¿eh?
Madre: ¡Exacto!
Carl: Ahí está el verdadero problema, ¿eh?
Al desarrollarse la historia, me sorprendió esta afirmación. Tal vez parecía inusual en una
familia de granjeros. Mi respuesta fue impensada, en el sentido de que no tenía un objetivo
claro, pero fue muy pertinente en cuanto a presentar mi asociación interna de los datos a
medida que aparecían.
La capacidad para sentir y utilizar estas asociaciones es fundamental para mi trabajo. Pasar
del dato de que el padre era hijo único a llamarlo malcriado fue una reacción automática, no
una intervención planeada.
El comentario en voz alta
COMIENZO DE LA FAMILIA
de mi asociación también fue significativo por la respuesta que suscitó en la madre. La
interferencia era que ella se ve como una víctima inocente de la insensibilidad de él.
Madre: Sí, si hubiera sido criado... hubiera podido tener una hermana. ¡Realmente! Una
hermana que no hubiera tenido tanta diferencia de edad. María estaba en el corral de las
vacas un día y resbaló. Perdió el bebé a los ocho meses de embarazo.
Doris: ¿Mayor o menor?
Madre: Habría sido menor. Hubiera sido bueno para el, porque ella le hubiese dicho: «¡Sal
de ahí! ¡No hagas eso!». Los hermanos y las hermanas hacen observaciones uno al otro.
Los amigos tienen miedo.
Carl: ¿También sucede así con las esposas o usted es una buena hermana para él?
Madre: Tal vez lo soy. Tal vez soy demasiado buena con él.
27
2s
Carl: ¿Por qué no supera eso?
DANZANDO CON LA FAMILIA
Madre: ¡No lo sé! Es difícil para mí.
Carl: ¿Usted es una ingenua?... ¿Así, naturalmente?
En un esfuerzo para movilizar a la madre a fin de que fuese más directa, he personalizado
este tema para que se reflejase claramente en ella.
COMIENZO DE LA FAMILIA
puedo encontrar. Me vuelvo loca porque no discute. ¡Se va!
Aquí la madre revela que ella se da cuenta de que su método no funciona. Persiste con
respuestas ineficaces. Afirma que desea cambiar pero se siente impotente porque su esposo
no colabora. Ella vive con un punto fuera de control.
29
Madre: ¿Qué? ¿Qué ha dicho?
Carl: ¿Es usted una ingenua de nacimiento?
Madre: ¡Tal vez sí lo soy! Oh, me vuelvo loca con él a veces, pero él se va. ¡No pelea! Se
va caminado para el campo del fondo y no lo
Para liberar a la madre de su rol autodefinido de víctima de la falta de atención de su
marido, la he rotulado de ingenua. Estoy sugiriendo que hay cierta estupidez en tomarlo así.
Ahora el cuadro puede ser algo más complejo que el de un marido simplemente inepto.
Ahora ella también forma parte del rompecabezas, constituyendo una Gestalt completa de
mutualidad marital.
Carl: ¿Por qué no coge un arco y una flecha o cualquier cosa?
Doris: Toma el tractor.
Carl: ¿O una escopeta llena de sal gruesa? Cuando yo era niño, solían hablar de esas
escopetas.
Para contrarrestar su continua impotencia, decidí ampliar la situación. Trato de incitarla a la
acción con más intensidad sugiriendo el uso de un arco y una flecha. Mi esperanza es que la
ayude a darse cuenta de que hay otras maneras de actuar. ¡Quiero darle poder! También le
estoy diciendo que no acepto su propio sentimiento de víctima. De una manera cómica, le
estoy ofreciendo una esperanza.
30 DANZANDO CON LA FAMILIA
Pregunta: Carl, ¿qué estás tratando de lograr con esto? ¿Por qué tachaste con tanta rapidez
al padre de malcriado y a la madre de ingenua? ¿Qué te propones realmente?
Respuesta: No fue tan rápido. Situé al padre en su estilo de vida al averiguar sobre su padre
y su madre, y su hermana abortada. Supe que era hijo único y dije lo que creo sobre los
hijos únicos, que se casan con alguien que va a seguir malcriándolos. Luego acusé a la
madre de ser ingenua.
Al hacerlo en esta especie de metamanera, dejé establecido para ellos que cada uno es
víctima del otro y que, a la vez, domina al otro. De modo que tengo un sistema
interaccional. Ya estoy hablando de sistemas, no de individuos.
Pregunta: Pero del modo que lo hiciste... Es como si tomaras una idea de tu propia cabeza,
de tu propio pensamiento y se la impusieras a ellos. ¿No es peligroso? Quiero decir, ¡no
estabas usando información recogida en la entrevista!
Respuesta: No, ¡creo que es exactamente al revés! Si la tomas de ellos, entonces es
peligroso porque ellos tienen que luchar contigo. Si produces tus propias ideas, pueden
desecharlas, o guardarlas o aceptarlas más adelante. ¡No es su responsabilidad, sino la tuya!
Pregunta: ¿Pero no resulta profesionalmente arriesgado actuar así? ¿Poniéndote tú mismo
en el primer lugar y en el centro de una reunión como ésta? ¿No se supone que primero
tienes que hacer una evaluación?
Respuesta: ¡No lo creo! Pienso que hacer una evaluación es más bien pornográfico. Tiene
que ver con nuestra propia patología y nuestra propia curiosidad. Creo que la mejor manera
de encararlo es emitir un juicio y dejar que ellos decidan si es correcto o equivocado. Esto
los mantiene en una posición respe
COMIENZO DE LA FAMILIA 31
tada, en lugar de verse degradados por tu actitud de espía y detective, frente a la de ellos
supuestamente exhibicionista.
El próximo punto señala otro aspecto crucial del trabajo con las familias. Cuando conozco
una familia, estoy absolutamente seguro de que tienen dentro de sí la capacidad de
esforzarse y crecer. No es necesario evaluar esto. Sé que es posible. El verdadero problema
es tener coraje, tanto ellos como yo. ¿Estamos dispuestos a correr el riesgo de navegar en
aguas inexploradas?
Esta familia entró en el consultorio con el supuesto tácito de que el padre era el verdadero
problema. Que su incapacidad para hablar y brindar apoyo era la clave. Se lo percibe más
como su falta de voluntad a comprometerse y no como un problema familiar más general
que tiene que ver con la participación y la intimidad. Yo quiero liberarlos de esta lógica
estrecha y crear una esperanza desarrollando perspectivas alternativas. En este ejemplo en
particular, la madre es el reverso de la moneda. Debe activarse su poder para que comience
el cambio real. Al encuadrar juntos los conceptos de «malcriado» e «ingenua», es posible
ver su relación como una danza diseñada con una hábil coreografía. Una danza en la cual se
mueven en perfecta sincronía. Al establecer que el poder es mutuo y compartido, los dos
tienen libertad para iniciar el proceso de transformación.
¡Pero hace falta más! No sólo debe destruirse el viejo modelo y subrayarse su mutualidad,
sino que debe hacerse de una manera que no sea fácilmente repudiada. El ofrecerle a la
madre la fantasía de perseguir al padre con un arco y una flecha puede ayudarla a tomar la
iniciativa. Le deja el mensaje de que hay cosas que ella puede intentar. Al mismo tiempo,
desde luego, se está advirtiendo al padre que sea un poquito más cauteloso. Si la madre
realmente empieza a tomarse más en serio a sí misma y a sus necesidades, el marido puede
verse obligado a seguir el ejemplo. La metáfora del arco y la flecha es una magnífica
manera de animarla a que se tome más en serio sin correr el riesgo de tomarla yo más en
serio que ella misma.
32 DANZANDO CON LA FAMILIA
COMIENZO DE LA FAMILIA
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A medida que proseguía la sesión, persistía el tema del distanciamiento emocional entre el
padre y la madre. Si bien la madre se quejaba, parecía resignada. Seguía viendo esto como
una decisión de su marido y sintiéndose la víctima de su indiferencia.
Como en el punto anterior, mis esfuerzos tienen como finalidad ayudarla a despojarse de la
lógica lineal. Deseo lanzarla a un mundo de mutualidad y determinación bilateral. Este
tema reaparecerá reiteradamente, puesto que ha servido de verdadero pilar para su
equilibrio homeostático. Muy parecido al dilema chino de los esposados a fin de romper el
impasse, ella debe estar dispuesta a abandonar una posición a la que se aferra tenazmente.
Debe afrontar el hecho de su participación plena en la lucha.
Como en el diálogo anterior, nótese el esfuerzo para encuadrar su danza en la cooperación
mutua. No se trata de uno o de lo otro, sino de uno y el otro. Los dos han creado
mutuamente un estilo de vida que excluye la intimidad conyugal.
Madre: Bueno, no sé. No recuerdo. Tuve un niño tras otro. Es difícil. No sé.
Carl: ¿Con qué la reemplazó cuando usted comenzó a querer a los niños en lugar de
quererlo a él?
¿Se concentró en el dinero o simplemente en las vacas?
Madre: Se concentró en el trabajo, probablemente.
Al identificar un proceso paralelo al de su infidelidad, se toma una Gestalt más completa.
Quiero que vean claramente el curso que ha tomado su matrimonio.
Carl: ¿Cuánto tiempo de casados llevaban cuando usted decidió comenzar a pensar que su
marido amaba más a las vacas que a usted? Con este comentario, estoy tratando de darles
una metáfora absurda que les penetrará. Estoy ofreciéndoles una nueva manera de mirar los
hechos de su vida. La imagen del padre abrazando a las vacas seguirá en ellos mucho
tiempo después de que nuestras sesiones hayan terminado.
Carl: ¿Simplemente en el trabajo, eh?
Pregunta: Bien, puedo ver la mutualidad aquí, Carl. Puedo ver que están juntos, que los dos
forman parte del todo. Pero mira, la imagen del padre acariciando a las vacas y la madre a
los niños... ¡Qué imagen más disparatada!
Respuesta: ¡Es un asunto crucial! Si hablas de algo que es tan disparatado que no pueden
encuadrarlo en su proceso de pensamiento programado, les dejas un cuadro que es tuyo, no
de ellos, y pueden empezar a llenarlo de simbolismo. Pueden empezar a llenarlo de poder,
hasta que se convierte en una parte muy cargada de su vida.
34
Pregunta: ¿Es cierto que los granjeros se enamoran de sus vacas en lugar de enamorarse de
sus esposas?
Respuesta: ¡Desde luego! Tienen sesenta vacas y pueden nombrar a cada una.
Este punto expone una variedad general, culturalmente sancionada, de infidelidad
conyugal. La infidelidad bilateral del padre enamorado de su trabajo y la madre de sus hijos
está muy difundida.
Al descubrir esta especie de dinámica, a menudo me impongo la obligación de rotular las
traiciones emocionales del matrimonio con la palabra «aventura». Si bien esta palabra tiene
nor malmente una connotación sexual, me esfuerzo por ampliar la definición. Quiero
definirla como el hecho de brindar emocionalmente su corazón a alguien -o algo que no es
su cónyuge. Es importante ayudar a los integrantes de la pareja a darse cuenta de que hay
muchas maneras de distanciarse.
Quiero que ellos piensen en la idea de que una inversión significativa en cualquier otra cosa
puede agotar la vitalidad del matrimonio.
Si bien la variedad sexual de infidelidad suele provocar una sensación especial de
resentimiento y amargura, las aventuras no sexuales también son poderosas. Al
desexualizar la palabra «aventura», tengo la esperanza de transformarla en una descripción
que llegue a formar parte del pensamiento de la pareja en la vida cotidiana. Cuando lo
logro, parece tener el efecto de elevar su nivel de conciencia sobre la manera en que se
tratan uno al otro.
La evolución usual de esta infidelidad bilateral es la siguiente. A medida que avanza la
gestación del primogénito, la madre se siente cada vez más unida al niño. Ella y el niño son
una sola cosa, mientras que el padre está algo más distante. Después del nacimiento, la
aventura madre-niño continúa, mientras que el padre sigue excluido. Al sentirse rechazado
y abandonado, pue
DANZANDO CON LA FAMILIA
de volverse a cualquier otro lado en busca de afecto. Corre «el riesgo» de interesarse
demasiado por su trabajo, su juego de golf o su secretaria. La madurez para seguir centrado
en la familia parece faltar. Pocos hombres tienen la capacidad de contener el aliento y
esperar que la simbiosis madre-bebé se afloje para poder penetrar ellos más plenamente en
la relación.
Durante este período transicional que va de ser una pareja a ser una familia, las enormes
tareas de desarrollo que se presentan suelen abrumar a la pareja. A menos que logren
encontrar nuevamente el camino que los une, incorporando también al bebé, el matrimonio
está en peligro. Crecen juntos o crecen separados; no hay un camino neutral.
Siguiendo con el punto anterior, surge una dicotomía interesante. Se exponen las
complejidades de ser una madre para un marido.
Carl (a la madre): ¿Es realmenteun adicto al trabajo? ¿Ama su trabajo y nada más?
Madre: Sí.
Carl: ¿No disfruta del juego?
Madre: ¡Oh, sí! Baila muy bien.
Carl: ¿En serio?
Madre: Sí. Es un bailarín excelente. También patina. Es habilidoso. Las mujeres lo aman.
¡Todas las mujeres lo aman!
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DANZANDO CON LA FAMILIA
Carl: Excepto las que se casan con él.
Madre: Sí. Así es.
(Risas.)
Carl: Podría cambiar de lugar con algunas de ellas. Entonces usted podría amarlo y ellas
podrían cuidarlo.
Madre: Sí. ¡Eso es! No se dan cuenta de lo que significa vivir con él. Yo le digo: «Oh, es
difícil vivir contigo, papá. Eres tan exigente».
Carl: Usted lo llama papá. Pensé que él la llamaría mamá.
Madre: No.
Carl: ¿No la llama mamá? Simplemente espera que usted siga siendo su madre, ¿eh?
Aquí estamos discutiendo directamente el hecho de que las relaciones pueden verse desde
una variedad de ángulos. Estamos hablando sobre la diferencia de ser una esposa para un
esposo o una madre para un niño pequeño. Si bien los dos roles pueden formar parte de las
relaciones reales, uno de ellos debe ser el dominante.
La discusión se centró luego en la decisión de la familia de no pedir a la abuela materna que
asistiera a las sesiones. El padre era el miembro de la familia más partidario de invitarla,
mientras que la madre era, evidentemente, la que se oponía más.
Carl: Acabo de tener una idea disparatada. ¿A ustedes se les ocurren ideas disparatadas
alguna vez? Yo tengo esta teoría, las teorías me salen por las orejas. Una de ellas es que
usted se enamora de la madre y luego se casa con la hija. ¿Alguna vez pensó en eso? ¿Que
su marido se hubiera enamorado de su madre y luego se casara con usted?
Madre: Sí, porque se llevan perfectamente.
(Risas.)
Cuando entramos en la casa, ella viene corriendo y le dice: «¡Oh, John! ». ¡Lo abraza!
Carl: ¿La lleva a bailar?
Madre: No.
Carl: ¿Usted baila también?
Madre: Sí, pero no tan bien como...
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38
Carl. No tan bien como su madre, ¿eh?
Madre: Bueno, ella es bastante buena con sus pies. Es mucho más ágil que yo.
Carl: Tal vez ése sea el motivo por el cual usted no ha abandonado el matrimonio en todos
estos años. No puede llevarse a su madre.
Madre: Tenemos una relación tan estrecha, no se puede.
Carl: ¿Quiere decir que es una especie de bigamia? ¿Su marido está casado con las dos?
Madre: Sí. Probablemente sí.
Más adelante en la sesión, el tema central pasó a ser las antiguas novias del padre. Esto dio
otra oportunidad para abordar la tendencia de la madre a no tomarse a sí misma más en
serio. Al cuestionar esta actitud, trato de ayudarla a ser más persona. Esto daría el impulso
necesario para que toda la familia asumiera el riesgo de crecer.
DANZANDO CON LA FAMILIA
Esto es importante. Ahora está claro que el padre puede intimar con las personas. Se trata
simplemente de que él y su esposa están distanciados.
Madre: Papá todavía habla de sus antiguas novias.
Carl: ¿Alguna vez vuelven ellas para competir con usted?
Madre: Sí. El me las pone por delante todo el tiempo.
Carl: ¿Se preocupa usted por saber adónde va cuando sale a la ciudad?
Madre: No.
Carl: Piensa que es demasiado viejo, ¿eh?
Madre: No. Pienso que es... confío en él.
Carl: ¿Confía en él? Bueno, ¡Dios mío! ¡Es ridículo! ¿A quién se le ocurre? Una mujer que
confíe en un hombre.
Madre: Bueno, confío en él porque yo no hago nada que no debo.
Carl: Ella sigue siendo ingenua.
Dor: Sí.
COMIENZO DE LA FAMILIA
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COMIENZO DE LA FAMILIA
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Madre: Tal vez soy una ingenua.
Carl: ¡Confiar en un hombre! ¡Cualquiera que confíe en un hombre es un ingenuo!
Aquí estoy tratando de contaminar la sensación comodona de la madre con la visión
mortecina que tiene de su matrimonio. Lo que ella llama confianza puede ser, desde luego,
falta de interés.
en ese trabajo. Dispuesto a un cambio. Si fuera a decirlo abiertamente, creo que se sentía
suicida. Usted me entiende. En la cima de un monte y esperando que la muerte se lo lleve.
Madre: No sé. Siempre hablaba de cosas por el estilo. Se ponía enfermizo. Le gustaban los
funerales. Ahora no quiere ir más.
¡Fue divertido! Fue una oportunidad de hablar entre líneas y ser directo al mismo tiempo.
Al molestar a la madre con respecto a su confianza en el padre, estoy desafiando a toda la
familia para que reevalúe la idea de confianza.
EMPIEZA A SURGIR EL PADRE
Carl: ¿Ya no le gusta ir a los funerales?
Madre: No. No le gusta ir. Quiere mudarse para no tener que ir a los funerales de sus
amigos.
Cuando la sesión inicial se acercaba al final, el foco de atención volvió al padre. Esta vez la
conversación se centró en el tema de su infelicidad. Se dijo que estaba agotado por la granja
y el duro trabajo que le exigía.
Carl (a la madre): ¿Cómo es eso? ¿Piensa que el padre se agotó hace diez años?
Madre: Bueno, no sé lo que usted quiere decir con la palabra «agotado».
Carl: ¡Harto! Sin más interés
Carl: ¿Cuándo cambió?
Madre: Hace un año. Dijo: «Vayamos a California. Así no tendríamos que ir a todos sus
funerales.»
Carl (al padre): ¿Usted se siente solo?
Padre: Sí.
La progresión que va desde sentirse consumido a querer hablar de su soledad es alentadora.
Sugiere que puede ser capaz de afrontar su necesidad con los demás.
42
DANZANDO CON LA FAMILIA
COMIENZO DE LA FAMILIA
Carl: ¿Cuánto tiempo más piensa que va a vivir?
Padre: Bueno, es una buena pregunta. En lo que a mí se refiere, estoy preparado en
cualquier momento.
Carl: ¿En serio?
Padre: No lo dude.
Carl: ¿Por qué?
ejemplo, se gana bastante dinero, pero no se tiene nada para mostrar. Pero en la granja, si
tiene suerte y consigue una buena cosecha, puede hacerse cargo de su alimentación y su
ropa. No tiene deudas ni créditos..
Carl: Acabo de tener una sensación graciosa. ¿El es un blandengue? Pensé que iba a llorar.
Padre: Tuve una buena vida. Hice todo lo que alguna vez deseé hacer. Si volviera a vivir,
haría lo mismo.
Madre: Nunca llora en los funerales ni nada. Ni siquiera en el funeral de su padre. Yo me
deshice en llanto.
Carl: ¿No lo haría diez veces más?
Padre: Bueno,... ¿cómo podría usted hacerlo?
Carl: Bien, yo no iba a hablar de mí. Sólo de usted.
Padre: Bueno, si viviera de nuevo, haría lo mismo. No me arrepiento de nada. Fue un
trabajo duro, pero tiene algo importante. Uno tiene siempre la satisfacción de ver lo que ha
logrado. Mientras que con un buen empleo en una fábrica, por
Doris: Al final lloró.
Madre: Sí, lo vi al final. Un poquitito.
Dor: Bueno, todos tenemos un nivel distinto.
Carl: Yo pensé que iba a llorar ahora. ¿Sintió ganas de llorar hace un momento?
Padre: Bueno, siento... a veces me pongo de esa manera. Usted me entiende, pero... Bueno,
como con mi padre. Si usted hubiese visto por lo que él pasó. Me sentí con
44 DANZANDO CON LA FAMILIA
tento de que pudiera morirse.
Una vez más, poder tratar al padre de ser humano y no de máquina es fundamental.
Establecer el hecho de que también él tiene sentimientos es vital.
Capítulo 2
LA PERSONA DEL TERAPEUTA: INTEGRIDAD PERSONAL Y ESTRUCTURA DEL
ROL PROFESIONAL
Al terminar la sesión inicial, el padre ha empezado a mostrar signos de humanidad y la
relación conyugal ha sido redefinida como una sociedad conjunta. La sensación
inconsciente de que
hay un protagonista y un antagonista ha sido reemplazada por un modelo más fluido. Se ha
subrayado ahora su carácter interactivo.
El proceso de la terapia familiar gira en torno de personas y relaciones, no de técnicas de
intervención o abstracciones teóricas. El terapeuta, como ser humano, es fundamental.
Como lo dicen tan bien Betz y Whitehorn (1975): «La dinámica de la psicoterapia descansa
en la persona del terapeuta». La teoría y la técnica cobran vida y adquieren una forma
cuando pasan a través de la personalidad del terapeuta.
Como personas que además somos terapeutas, sería una tontería de nuestra parte no tomar
en serio el lugar central que ocupan nuestra personalidad, nuestros supuestos filosóficos y
nues tros prejuicios personales en el proceso de la terapia. Nuestras creencias sobre la
naturaleza de los seres humanos, el poder de las relaciones y la esencia del rol del terapeuta
constituyen guías que dirigen nuestras acciones, a menudo sin que haya un consentimiento
consciente.
Si la psicoterapia ha de ser realmente un encuentro entre seres humanos, requiere un
terapeuta que mantenga la capacidad de ser persona. Como terapeuta profesional, uno debe
interesar se lo suficiente por los problemas ajenos mientras conserva el suficiente amor por
sí mismo para poder resistir ante el mandato cultural de sacrificarse para salvar a la familia.
El supuesto social de que uno debe ser capaz de salvar a todas las familias que ingresan en
su consultorio es mortal. Para ser un salvador, debe pedir también una corona de espina. Si
bien la compasión
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LA PERSONA DEL TERAPEUTA 47
es esencial, el terapeuta profesional no puede tener la esperanza de ser útil, y menos aún de
sobrevivir, si está demasiado inclinado al altruismo. En este sentido, convertirse en
misionero es útil sólo para los caníbales... por lo menos para servirse una opípara comida.
Para ser útil a una familia que sufre, el terapeuta debe ser claro sobre la estructura del rol
profesional que adoptará. El rol que adoptamos habla elocuentemente de nuestra
personalidad,
así como también de cómo vemos a los demás. Considero que la guía básica de mi rol
profesional es la de desarrollar al máximo el crecimiento de todos los que participan en el
proceso terapéutico, incluido el mío propio. Tal vez, fundamentalmente, el mío propio. Tan
sólo siendo consciente de mi propia necesidad de crecer y del deseo de evitar mi
agotamiento, podría preservarse mi capacidad de ser útil a los demás. Pero se trata de algo
más que de una función preventiva. Mi capacidad de ser real, de estar vivo durante la
sesión, de responder de una manera personal es la esencia de lo que tengo para ofrecer. Esto
requiere que yo también obtenga algo. No existe nada realmente que sea puro altruismo.
INTEGRIDAD PERSONAL
Parece absurdo, incluso para mí, tratar de decirle al lector algo sobre su personalidad. Así
que permítaseme decir algo sobre mi «sistema de creencias». Permítaseme compartir
algunos
de mis supuestos y prejuicios para poder transmitir algo personal sobre mi trabajo con las
familias. Este «sistema de creencias», como lo he denominado, se encuentra en el núcleo
del trabajo de cualquier terapeuta.
El primer supuesto que hay que considerar es el punto de vista básico que tiene uno de las
personas. ¿Cómo las ve? ¿Qué las impulsa a actuar de la manera en que lo hacen? ¿Por qué
se tra
tan unas a otras del modo que lo hacen? Después de más de cuarenta años en esta loca
profesión, he terminado por darme cuenta de que no creo en la gente. No existe realmente
nada parecido
a un individuo. Todos nosotros somos sólo fragmentos de familias que andan flotando,
tratando de vivir la vida. Toda la vida y toda la patología es interpersonal. Centrar la
atención en los procesos intrapsíquicos de una persona determinada es apenas una manera
de simplificar la vida más allá de la realidad. Dada esta perspectiva, naturalmente prefiero
trabajar con familias. Es en ellas donde se encuentra el poder real y la energía de la vida.
Las familias no son frágiles. Son robustas y resistentes. Probablemente debería
preocuparnos menos el temor de ejercer demasiada influencia en ellas. Tal vez es más
justificable la preocupación sobre nuestra incapacidad para llegar a ellas de un modo
significativo. Cuando una familia entra en el consultorio de un terapeuta, ya han decidido
cuáles son los problemas, quién tiene la culpa y qué debe hacerse para corregirlos. Como se
dice que dijo Mark Twain: «Incluso ser el borracho del pueblo es un oficio elegido». En el
drama de la vida, las familias crean los roles, asignan las partes y dirigen la acción. En un
sentido, nos parecemos mucho al estudiante de primer año de cine que recomienda cambios
totales en el guión favorito de un director premiado con un Oscar. ¿Quién lo escucha?
Cuando una familia se acerca a un terapeuta, todos los miembros quieren que se legitimen
sus puntos de vista personales. Si bien éste es su deseo, no es lo que necesitan. Lo que
necesitan es una experiencia que los libere de las perspectivas bloqueadas que han
desarrollado. Necesitan que les den la oportunidad de ver a su familia en un contexto más
complicado. Que los despojen de las dicotomías distorsionantes, bueno-versusmalo, a las
cuales han retrocedido. En efecto, necesitan que les quiebren la situación de comodidad en
la que se encuentran. Tienen que ser liberados para poder generar el tipo de ansiedad
requerido que los impulse a realizar un esfuerzo de crecimiento gigantesco. He llegado a
pensar que este proceso es como un fertilizante de muy buena calidad. Aunque no huela
bien, es necesario para obtener un crecimiento óptimo. Y si no, pregúntele a cualquier
granjero.
Me siento cómodo impulsando a la familia porque creo en su
48 DANZANDO CON LA FAMILIA
LA PERSONA DEL TERAPEUTA 49
potencial ilimitado. Sus miembros tienen la capacidad de expandirse y progresar, si tan sólo
se animan a intentarlo. Mi tarea es esforzarme para movilizar ese coraje. Para hacerles ver
que los conflictos y las diferencias de opinión no tienen que ser necesariamente desastrosos.
Que la única manera de salir de la proverbial bolsa de papel húmeda es comenzar a
menearse. Pero es algo más que el ingenuo punto de vista «nada se arriesga, nada se gana».
¡Las familias se interesan en sus miembros! ¡Realizan profundas inversiones emocionales!
¡Se necesitan mutuamente!
Si no se los impulsa, dando por supuesto que podrían empeorar las cosas, se decide por la
familia que sus miembros están demasiado enfermos para curarse y son demasiado ineptos
para crecer. Se trata de supuestos peligrosos. Se refleja en ellos una posición
deshumanizadora. Según mi manera de pensar, no son verdaderos.
Sin embargo, se trata de un asunto delicado. Si bien mi tarea es impulsarlos, no es mi tarea
ni mi derecho decirles cómo crecer. Tratar de venderles mi modelo de vida sólo socavaría
sus re cursos, sus capacidades. Tienen que descubrir su propia fórmula, en lugar de tratar de
imitar la mía. Todo este asunto de «ayudarlos» es realmente bastante aterrador. Tratar de
«ayudarlos» los rebaja, porque sugiere que mi manera de vivir es superior a la de ellos.
Dados los muchos terapeutas que he conocido, incluido yo mismo, no veo que haya pruebas
de este supuesto. Para decirlo sucintamente: «ayudar no ayuda».
Los terapeutas no tienen el poder de imponer el crecimiento a una familia. No les pueden
decir cómo ser más reales. Su impacto sólo puede provenir del proceso personal en el que
partici pa con ellos. Si usted aprende a entrar y salir cuando trabaja con una familia, ellos
terminarán obteniendo algo valioso. Aprenderán algo sobre el proceso de individuación y
pertenencia. Si usted se pierde y no logra ser afectuoso y duro a la vez, ninguno ganará.
Otra manera de explicarlo es decir que las familias no crecen a causa de algo que el
terapeuta les hace. El verdadero crecimiento es algo que el terapeuta y la familia hacen
mutuamente. No se trata de la familia, tampoco del terapeuta, sino que la fami
lia y el terapeuta componen juntos el vehículo del crecimiento. Lo que convierte a esta idea
en extraña es el hecho de que implica que «nosotros» no somos diferentes de «ellos». Que
somos más semejantes a las familias que tratamos, que diferentes de ellas. Si esto es
verdad, ¿qué tenemos entonces para ofrecerles? ¿Cómo funcionamos cuando nos
despojamos de la bata de gurú o el traje de salvador? El rol de experto o gurú tiene cierto
atractivo porque nos engaña haciéndonos creer que somos especiales. Que tenemos la
sabiduría o la inteligencia necesaria para hacerles saber «a ellos» algo más sobre la vida. Es
atrayente, pero es mortífero. Después de todo, las probabilidades son que todos ustedes
también morirán. Incluso estoy llegando a la idea de que no sobreviviré para siempre.
La parte realmente traicionera de todo esto es que aun cuando hayamos podido captar algo
de nuestra propia fragilidad y humanidad, las familias que tratamos pueden estar dispuestas
a vernos como sabelotodos. Nuestra responsabilidad es entonces pincharles la ilusión.
Debemos hacerles saber que en realidad no podemos mostrarles el camino. Que para llegar
a cualquier parte deben ensuciarse las manos. Mi manera favorita de hacerlo es revelar
pedacitos de mi propia condición humana. Alentarlos a reconocer algunas de mis
limitaciones. Una réplica-tipo cuando piden que se les diga qué hacer con su vida es: «No
sabría ni cómo empezar a decirles qué hacer en su situación. Tengo bastantes problemas
para llevar adelante mi propia vida. Pero me alegraría tratar de ser de alguna utilidad en su
lucha con la vida».
Una vez que se ha superado todo eso de la propia grandiosidad y se ha llegado al
convencimiento de no ser nadie ofreciéndose a todos, ya se está preparado para considerar
lo que real mente implica ocuparse de los demás. Para ser un terapeuta verdaderamente
atento, o lo que es lo mismo, una persona, hay que ser capaz de caminar por una cuerda
floja. Mientras que la capacidad de ser cálido es fundamental, la capacidad de ser duro es
igualmente esencial. Tener una sola de ellas no basta. La calidez excesiva normalmente
hace caer en la trampa de la «ayuda», mientras que una dureza exagerada suele ser sádica.
Los
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LA PERSONA DEL TERAPEUTA 51
dos componentes de la dualidad calidez-dureza deben estar en equilibrio. Sólo se puede
realmente confrontar en la medida en que se puede proteger.
Se parece mucho al dilema que tienen todos los padres. Hay que ser capaz de estimular y
apoyar, así como también de disciplinar a los hijos. Encontrar un buen equilibrio resulta
difícil; mantenerse en ese nivel es imposible. Se ha dicho que no se trata realmente de
triunfar o fracasar en la educación de los hijos. No es ésa la opción. La verdadera opción
que se tiene es elegir la manera de fracasar. ¿Será usted demasiado estricto o demasiado
blando? ¿Controlará demasiado o será demasiado flexible? No importa cómo lo gradúe, el
fracaso será parte de la tarea. Sin embargo, persiste el cometido de encontrar un equilibrio
viable.
Su deseo de poner más y más de sí mismo en las sesiones es el ingrediente catalítico que
puede desencadenar la experiencia de crecimiento de la familia. Es un magnífico
aprendizaje cuan do la familia finalmente acepta que la preocupación que usted siente por
ellos puede manifestarse con dureza y a la vez con amabilidad. Y es incluso más profundo
cuando se dan cuenta de que a pesar de que se interesa por ellos, usted se interesa por usted
mismo aún más. Aunque esto puede provocar una conmoción si existe algún vestigio de la
ilusión del gurú, es también un alivio. Los alivia al no tener que preocuparse por usted. Una
vez liberada de esta carga latente, la familia puede centrarse libremente en sus propias
necesidades.
Por último, debemos comprender que debido a la intensidad y profundidad que aporta la
familia es probable que tengamos una intensa reacción de contratransferencia. Esta supera
en mu cho lo que es normal en la terapia individual. En realidad ahora pienso que se trata
de una co-transferencia, es decir, de una transferencia real más que de una simple
contratransferencia reactiva. A la inversa, los miembros de la familia, debido a su presencia
física como unidad, normalmente reaccionan con mayor profundidad entre sí, que con
respecto al terapeuta.
Estos supuestos, o prejuicios, si le parece, en realidad tienen su origen en mis creencias
sobre la gente. Tienen muy poco que ver con cualquier tipo de concepto teórico. En
realidad, yo no
creo que las teorías sobre las que hemos leído tengan mucho que ver con nuestros supuestos
básicos. Pienso que es a la inversa: encontramos teorías que encajan en nuestros prejuicios.
Cuando tropezamos con una idea que nos gusta, automáticamente la introducimos en
nuestra computadora. Si se adapta a nuestra programación, la ratificamos. Si no se adapta,
la rechazamos por ser incorrecta o, por lo menos, no útil.
LA UTILIZACIóN DE S1 MISMO
Antes de fortificarnos en la armadura de teorías y técnicas que ofrecen protección cuando
empieza a fallar nuestro coraje, es fundamental echar una ojeada a nuestro mundo de
valores y prejuicios. Sobre todo cuando la principal herramienta de un terapeuta es él
mismo.
En un sentido, esto sugiere que todos nosotros debemos reinventar la rueda para poder ser
terapeutas. Debemos enfrentarnos con la vida y con nosotros mismos antes de poder ver por
de bajo de la superficie. Debemos tener acceso a nuestros propios impulsos, intuiciones y
asociaciones. Tan sólo después de haber luchado con usted mismo podrá llevar su persona,
no sólo el uniforme de terapeuta, al consultorio.
Uno de los peligros reales existentes en nuestra especialidad es buscar con demasiado
ahínco en los hechos externos lo que nos capacitará para ser terapeutas. Es importante darse
cuenta de que nosotros filtramos y organizamos estos «hechos» a través de nuestros
mecanismos internos. Esto les permite encajar en nuestro sistema personalizado de
prejuicios. Recuerde, yo lo veo a usted sólo a través del filtro de mi familia. La búsqueda de
mí mismo, por consiguiente, es fundamental para poder utilizarme a mí mismo.
Uno de los primeros indicios sobre la manera en que podré trabajar con determinada familia
es la medida en la que puedo verme a mí mismo en ellos. Esto tiene cierto valor de
pronóstico con respecto al grado de penetración que lograré con la familia o de empatía con
ellos.
52 DANZANDO CON LA FAMILIA
LA PERSONA DEL TERAPEUTA 53
Si realmente puedo verme en sus luchas, tenemos una probabilidad. Si, en cambio, parecen
demasiado diferentes, demasiado ajenos, tenemos un problema. Si nuestros mundos son
dema siado diferentes, la colaboración de un coterapeuta que conozca más íntimamente el
mundo de ellos puede ser inestimable. Una grave disonancia cultural no impide
necesariamente la terapia, pero hay que tomarla en serio.
Siguiendo un estilo similar, si noto que me está resultando muy difícil ocuparme de
determinada familia, es una buena idea hacérselo saber. Respuestas como las siguientes:
«Miren, me está resultando difícil captar algo personal de parte de ustedes. No me
transmiten ninguna sensación de su sufrimiento. Si pudieran ser más personales, tal vez yo
podría sentirme más involucrado», pueden revitalizar una sesión.
Toda terapia que resulta útil implica cierto grado de agonía y lucha. A medida que la familia
se esfuerza por alcanzar nuevos territorios, el terreno se vuelve traicionero. Para que
puedan realmente asumir el riesgo de ese viaje, deben llegar a aceptar la idea de que el
sufrimiento no es un enemigo. Es más bien un compañero. Mi capacidad para ocuparme de
ellos, para invertir en ellos, es lo que ayuda a hacerlo tolerable. Si ellos perciben mi interés,
considerarán la posibilidad de hacer el viaje. De lo contrario, tienen razón en desistir.
La confrontación personal, desde luego, es la otra cara de la preocupación personal. Sólo
podemos amar en la medida en que podemos odiar. Como dijo una vez Winnicott (1949):
«Si no ha sido odiado por su terapeuta, ha sido engañado». La confrontación personal es
una experiencia valiosa. Es un acontecimiento que nos estimula a todos. Yo quiero que
«ellos» tengan que enfrentarse «conmigo». Hace que la sangre fluya. Lo que es importante
es la experiencia, no el resultado. Como sucede en el matrimonio, una relación que tiene
una infraestructura de afecto puede ser enriquecida y mejorada por la confrontación.
Aquella a la que le falte este cimiento se derrumbará. Tal vez incluso más fácil en el
escenario terapéutico que en el conyugal. Como terapeuta, mi tarea consiste en participar de
una experiencia real con la familia, no en tratar de cambiarlos. La confrontación tie
ne por objeto compartir la perspectiva, no manipular. Yo trato de ser honesto con ellos y les
dejo la libertad de decidir qué hacer frente a esa actitud. A continuación voy a dar un
ejemplo de esta forma de compartir.
Cuando había transcurrido la mitad de la entrevista inicial con una familia, la sesión había
perdido interés. Como se habían callado, empecé a pensar en un problema que tenía con mi
velero. Y entonces se entabló el siguiente diálogo:
Padre: Bueno, ¿de qué debemos hablar? Usted es el experto aquí.
Terapeuta: Resulta gracioso que usted lo pregunte. Yo estaba pensando cómo resolver un
problema que tengo con mi velero. Tiene la cadena rota y no he podido arreglarla.
(Pausa.)
Madre: Usted también está aburrido, ¿eh? Hace diez minutos que me muero de
aburrimiento y me preguntaba de qué nos estábamos escondiendo.
Lo curioso en todo esto es que yo ni siquiera me di cuenta de que estaba aburrido. Cuando
la madre lo dijo, vi que tenía razón. Mi honestidad espontánea en esta situación hizo que la
fa milia volviera al tema de asumir la responsabilidad. Los sacó de su fantasía de que
dependen de mí para que yo les enseñe. Otra de mis creencias es que cuando me reúno con
una familia, cualquier idea, pensamiento o asociación que se abre paso en mi conciencia les
pertenece a ellos tanto como a mí. Es el conjunto terapeuta-familia combinado lo que
suscita estas ideas o imágenes. Ya que es así, parece adecuado compartirlas con la familia.
Desde luego, mi conocimiento de estas asociaciones está relacionado con el grado de
conocimiento de mí mismo que posea. Con la capacidad que tenga para sintonizar mis
propios procesos internos.
54 DANZANDO CON LA FAMILIA
LA PERSONA DEL TERAPEUTA 55
A continuación presento algunos ejemplos.
«¿Vio esa sonrisita que pasó por su cara cuando dijo que nunca pensó en engañar a su
mujer? Bueno, a mí se me ocurrió una asociación absurda. Me recordó al chiquillo al que
pescaron
con la mano en el tarro de los dulces. Me pregunto por qué esos dulces son siempre más
ricos.»
«La manera en que ustedes dos se distancian tan cuidadosamente uno del otro me da miedo.
No me asombraría que se sintiesen tentados de tener una aventura. Por lo menos podrían
ilusionarse un rato con una seudointimidad.»
«Qué cosa, la manera que tiene su niño de pelear tanto con su padre me trajo a la memoria
una historia bíblica. Me vino la extraña asociación de que habían criado a un pequeño
David para matar a Goliat.»
LA RESPONSABILIDAD DEL TERAPEUTA
Una de las áreas más problemáticas para los terapeutas es la de determinar cuál es su
responsabilidad ante la familia con la que están trabajando. Se trata con un terreno
peligroso debido a
los supuestos tácitos, implícitos, que subyacen en las posiciones adoptadas. Cuanto mayor
es la necesidad que siente el terapeuta de asumir la responsabilidad de un paciente, menor
es su confianza en la capacidad del paciente para comportarse como una persona
competente. Debemos evitar que la gente se convenza de que es inepta. Por ejemplo,
durante mucho tiempo he rechazado la idea de llamar al maestro de un niño para discutir su
problema de conducta. La razón básica es que no quiero reforzar la idea de que los padres
son estúpidos. Son ellos los que tienen que hablar con el maestro, no yo. Ellos conocen
mejor a su hijo que yo. Lo aman más de lo que nunca podría llegar a amarlo yo.
Mi postura es esforzarme por ser receptivo a la familia sin
ser responsable por ellos. Yo trato con ellos en un nivel simbólico «como si», nunca asumo
un rol de la vida real. Mi objetivo es ser todo lo personalmente receptivo que pueda. Deseo
que se produzca un intercambio humano. Pero tengo el cuidado de evitar cualquier intento
encubierto de parte de ellos para renunciar a la responsabilidad de su vida. Es su juego, no
el mío. En realidad, mi responsabilidad es impulsarlos para que acepten la plena
responsabilidad de su vida.
El otro aspecto de mi responsabilidad es más técnico o teórico. Dados mis prejuicios y
creencias sobre la gente y lo que significa el crecimiento, debo tomar algunas decisiones
profesiona les. En este punto de mi trabajo me centro más en el crecimiento óptimo que en
el crecimiento poco significativo. Por consiguiente, asumo como mi responsabilidad la de
barajar las cartas a favor del cambio. Quiero crear las condiciones que acrecentarán la
posibilidad de un crecimiento real. Un alivio temporal o cambios menores sin un impacto
real revisten poco interés.
Este condicionamiento de las circunstancias requiere que toda la familia asista a la sesión.
Considero que el organismo familiar es la fuente real de poder e influencia. Si no se toma
esto en serio se crea una situación en la que todo crecimiento puede ser en realidad un
seudocrecimiento. La red familiar más amplia puede destruirlo con facilidad y volver a su
equilibrio homeostático. En este campo, tengo que.ser yo el que asuma la responsabilidad.
Se parece mucho a la situación del cirujano que necesita cierto instrumental antes de
comenzar una operación seria. Sería tonto de mi parte empezar sin tener ninguna
posibilidad de éxito. La presencia de toda la familia es la única manera que conozco para
generar la ansiedad y la motivación necesarias para el cambio.
Si bien cada situación familiar puede merecer una evaluación individual de las
«condiciones mínimas» necesarias antes de empezar, tenga cuidado con aceptar demasiado
poco. Es me
jor no empezar, que empezar y fracasar. Yo me esfuerzo para que ellos tomen su propia vida
emocional en serio. Pero es imperativo que yo no los tome más en serio de lo que ellos
están dispuestos a tomarse a sí mismos.
56 DANZANDO CON LA FAMILIA
LA PERSONA DEL TERAPEUTA 57
Por último, debo aceptar la responsabilidad plena por las decisiones que adopto y los actos
que realizo.
LA ESTRUCTURA DEL ROL PROFESIONAL
Además de los innumerables factores personales que influyen en nuestra manera
terapéutica de ser, también entra en juego un modelo profesional más formalizado. La
capacitación pro fesional que recibimos y las ideas y valores que encontramos en los libros,
cursos y supervisiones, contribuyen todos a formar este modelo que está en constante
evolución. Si bien puede resultar difícil definir este modelo en abstracto, resulta muy claro
cuando observamos nuestro funcionamiento clínico diario.
Uno de los primeros temas que hay que abordar es definir qué es un terapeuta. ¿Cómo
define usted su rol y su función profesionales? ¿Qué desea hacer? ¿Cómo decidirá
responder en di versas situaciones clínicas? No existe en realidad un modelo clínico
preformado que usted pueda adoptar. Su interpretación ideográfica de las ideas de los otros
le da su marca única. Examinemos esta cuestión.
He llegado a pensar que el rol del terapeuta es una especie de posición parental. Tal vez,
más bien, una función seudoparental, porque nunca estoy tan investido de ella que pueda
tomarse en el sentido del mundo real. No estoy dispuesto a llevarme a la familia a casa
cuando necesiten un lugar donde estar. He cumplido esa función para educar a mis hijos,
pero ya no estoy más en el mercado. Mi participación tiene que ver más con el ámbito de
un padre simbólico.
Tal vez la idea de un padre adoptivo lo explique mejor. Al terapeuta le falta sin duda el lazo
de identificación primitivo del padre biológico. Si bien puede ocuparse de los hijos, está
claro que no es realmente parte de ellos. Aparte de este componente biológico, incluso el
rol de un padre adoptivo es demasiado amplio. Mi investidura tiene más limitaciones de las
que evoca ese rol. Pero la imagen del padre adoptivo sirve. Los límites son claros y están
convenidos con franqueza. Yo me ofrezco a partici
par, pero retengo la opción de decidir cuándo deseo salir. No es un compromiso para toda la
vida. Por último, hay dinero de por medio, lo cual pone de manifiesto que nuestro acuerdo
no es totalmente altruista.
Con este modelo básico, es más fácil evitar la tentación de ser transformado en el rol de
cónyuge, amante o hermano. Tiene que quedar claro que pertenezco a una generación
diferente, que estoy actuando en un metanivel con respecto a su vida. Cuando siento que
me empujan a cumplir otro rol, me muevo rápidamente para ponerlo al descubierto e
invalidarlo.
En una sesión reciente con una pareja que se encontraba en un atolladero, salió a la luz una
situación así.
Esposa: Y bien, doctor, ¿qué piensa? Ya ha oído cuáles son nuestros problemas y ve lo
desdichada que soy. Usted debe de haber trabajado con otras parejas en situaciones
similares. ¿Cree que sería sensato divorciarme de él?
Terapeuta: Bueno, no sé. Yo no estoy disponible, sin embargo. Llevo cuarenta y siete años
de casado y no estoy dispuesto a dejar a mi mujer por usted. Y tampoco creo en la
poligamia.
Mi respuesta tiene por objeto poner al descubierto la maniobra manipuladora y subrayar lo
absurdo que resulta pedir a otro que dirija su vida.
La idea básica de participación merece también ser examinada de cerca cuando se trabaja
con familias. Si bien es relativamente sencillo poder empatizar y ofrecer apoyo a un indivi
duo angustiado, es mucho más complicado cuando se trata de una familia. Todo comentario
que uno hace es oído y filtrado por varios oídos. Si se trata de ser empático con la mujer, el
marido escucha que el terapeuta se ha dejado embaucar por la parte que le corresponde a
ella en la historia. Si se les dice a los padres que educar a los hijos es una tarea dura, éstos
interpretarán que usted está de parte del enemigo. Ejemplo de esta especie de mala
interpretación selectiva aparecen siempre.
58 DANZANDO CON LA FAMILIA
LA PERSONA DEL TERAPEUTA 59
La solución es hacerles saber que usted ha tomado a la unidad familiar como centro de
atención. Que usted no tiene interés en aliarse a favor o en contra de ningún miembro o
subgrupo en particular. Que usted está impulsando a toda la familia para que crezca.
Una de las cosas básicas por las cuales se nos elige como terapeutas es la honestidad. Nadie
necesita realmente un apoyo falso. Ser una prostituta psicológica puede ofrecer cierto nivel
de comodidad corrupta, pero no es lo que vale. Parte del rol, entonces, es establecer un
encuadre en el que usted desarrolla la libertad de ser franco con ellos sin emitir juicios.
Cuando usted se enfrenta con la familia, lo hace a partir de su propia honestidad, no con la
intención de que ellos lo acepten. Si yo digo: «No creo que esté siendo honesto», es
bastante diferente a decir: «Usted es un mentiroso». No estoy acusando ni tratando de
venderles un punto de vista, simplemente comparto mi impresión.
Padre: ¡Eso me ofende! Vinimos a verlo porque tenemos miedo de que Johnny vuelva a
intentar quitarse la vida. ¿Y ahora usted está tratando de convencernos de que está haciendo
estas locuras para evitar que yo mate a su madre? ¡Es ridículo!
Terapeuta: Bueno, yo sólo estoy tratando de ser honesto con usted. Creo que es algo que a
usted no le pasa muy a menudo. Según mi modo de ver, la familia está jugando con fuego.
Todos ellos parecen vivir temiendo sus arranques explosivos. Sobre todo su mujer. Johnny
ha encontrado una manera de hacer que usted piense en las posibles consecuencias, si la
cosa se le va de las manos.
Padre: ¡Es absurdo!
Terapeuta: Lo siento. Pero mi tarea es ser sincero con usted. No me interesa sumarme a la
lista de los que le temen y por lo tanto le mienten.
La cuestión de los secretos es otro componente de esta estructura de rol. Yo creo que no
puede haber secretos entre los miembros de la familia. Mi rol es facilitarles la lucha para
crecer. Ser un depositario de secretos o dejarse seducir para formar alianzas encubiertas son
actitudes que no encajan en este rol. Sin embargo, asumir esta posición tiene su precio. Uno
tiene que ser capaz de tolerar la idea de que los miembros de la familia deciden retener
información «crucial». Tal vez prefieran callarse para que no sea de conocimiento público
en la familia. Desde luego, si las reuniones sólo se realizan con la familia, se reducen al
mínimo las oportunidades de actuar así. Pero la cuestión suele presentarse de muy
diferentes maneras. Los terapeutas suelen recibir llamadas telefónicas, cartas o visitas
casuales no programadas.
La conclusión de este tema es más o menos así. No hay datos tan valiosos que puedan
convencerme para que ingrese en una conspiración con un miembro de la familia en contra
de otro. Prestarse a esa maniobra política puede efectivamente invalidar al terapeuta como
persona potencialmente útil. Por ejemplo, si usted acepta hablar a solas con el marido y éste
le cuenta que está metido en una aventura amorosa, ¿qué hace cuando se encuentra con la
pareja? Si usted se lo dice a la mujer, traiciona al marido. Si usted guarda la confidencia del
marido, está conspirando encubiertamente con él en contra de ella. Cuando ella dice luego
que siente que él ya no la ama, ¿usted qué hace? La opción de revelar tímidamente la
presencia de un «secreto» pero sin descubrir su contenido parece una jugarreta sin
demasiado valor real.
Lo importante aquí es que las guías que usted elige para actuar son importantes. Cuando
recibo una carta, una llamada telefónica, etcétera, tengo por norma empezar la reunión
siguiente describiendo el hecho. Esto por lo menos aclara las cosas y nos mantiene en el
buen camino. Desde luego, también me libera de la atadura y la preocupación de tener que
guardar un secreto. En uno de mis chistes favoritos aparece un terapeuta sentado en una
silla atado y amordazado. El paciente le dice: «Doctor, sufro tanto. ¿Por qué no me ayuda?»
Si bien esto es inevitable de vez
60 DANZANDO CON LA FAMILIA
en cuando, por lo menos no seamos nosotros los que aportemos la soga y la mordaza.
Hay otro elemento más para tener en cuenta. Puesto que una de mis creencias es que la
ansiedad es necesaria para impulsar el cambio, no tengo interés en reducir su tensión
prematura
mente. Hacerlo sería antiterapéutico. La aceptación de los secretos suele tener un efecto de
tipo confesional. Es decir, disminuye la culpa pero lamentablemente disminuye también la
motivación para cambiar.
Mi perspectiva de las familias es que sus miembros están interconectados masivamente.
Tengo poca confianza en el concepto de que las ideas o la información pueden promover el
creci miento. Para que se produzca un cambio verdadero, los miembros de la familia tienen
que comprometerse emocionalmente entre sí. Necesitan experiencias reales, no
iluminaciones cerebrales. Mi estilo consiste en insistir en las experiencias emocionales, no
en las enseñanzas educativas.
El objetivo de la terapia es ayudar a las familias a alcanzar un nivel de vida más
satisfactorio. La simple remisión de los síntomas no es suficiente. Considero que la
remisión de los sínto mas es un efecto secundario de una terapia productiva, pero no su
objetivo. En realidad, puede ser que vivir sin síntomas sea simplemente una ilusión
destructiva. Un objetivo más realista y agradable sería desarrollar la libertad de tener una
vida familiar que estimule la rotación de los chivos expiatorios. Todos los miembros de la
familia podrían beneficiarse entonces con la experiencia de ocupar todas las posiciones.
Capítulo 3
EL PROCESO DE LA TERAPIA FAMILIAR: ASPECTOS POLITICO-
ADMINISTRATIVOS Y ETAPAS DE LA TERAPIA
El viaje de la terapia familiar empieza con una cita a ciegas y termina con un nido vacío.
Como sucede con cualquier otro tipo de relación, pasa a través de una serie de fases y
luchas. Mientras que muchas de las cosas que sucederán son predecibles, respecto del
resultado final siempre hay incertidumbre. Nunca se sabe realmente si uno va a lograr
entenderse bien con una persona desconocida.
Supongamos, por ejemplo, que usted atiende el teléfono y lo invita a salir un perfecto, o no
tan perfecto, desconocido, inmediatamente comienza una complicada secuencia de
evaluacio nes y pruebas. Además de averiguar cómo consiguió su nombre y su número de
teléfono, usted rápidamente saca a colación temas referidos a conocidos comunes, intereses
coincidentes y planes específicos para la cita. Si esto siguiera las pautas clásicas para una
cita, la mujer en cuestión que está siendo invitada, evaluaría cuidadosamente al potencial
pretendiente y sus intenciones. Si su propuesta incluyera un encuentro en un lugar aislado
en horas de la noche, ella podría contrarrestarla con su propia sugerencia. Tal vez ella le
propondría ir a comer con tres de sus mejores amigas en el lugar más público de la ciudad.
El, entonces, podría aceptarlo o rechazarlo. En todo caso, la mujer creería que ha actuado
sabiamente.
Cuando es requerido inicialmente por una familia, el tera-
62 DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO DE LA TERAPIA FAMILIAR 63
peuta se encuentra en un dilema similar. ¿Usted acepta sin cuestionar la propuesta que le
hacen? ¿O trata de llegar a un acuerdo de concesiones mutuas para asegurarse de que la
relación se establezca en términos aceptables? Tengo la convicción de que el terapeuta debe
empezar siempre identificando la propuesta de la familia y luego hacer una contrapropuesta
que, considerada adecuada, no interrumpa el juego. En realidad, creo que es aconsejable
hacer algún tipo de contraexigencia inmediatamente. Tiene que protegerse a sí mismo para
no ser atrapado por la familia. Si bien no es necesario que dicte rígidamente una serie
imposible de condiciones, usted tiene que asumir una posición clara. Seguidamente se
desarrolla un proceso político de ida y vuelta. Este intercambio telefónico inicial para fijar
la entrevista determina el tono de lo que va a seguir. A esta lucha inicial se la denomina la
Batalla de la Estructura.
hombre muy ocupado. Además, en realidad no cree que sea necesario hablar sobre los
problemas.
Carl: Me parece que se nos presenta un inconveniente. No trabajo con pacientes
individuales.
Madre: Bueno, ¿pero no podría entrevistarme a mí sola esta primera vez? Así podría
explicarle toda la situación.
Carl: No, lo siento. No podría hacerlo.
Madre: Pero yo no le he dicho que lo iba a llamar a usted. Podría disgustarlo.
Carl: Lo siento.
LA BATALLA DE LA ESTRUCTURA
El punto clave aquí es que el terapeuta se enfrente a la necesidad de actuar con integridad
personal y profesional. Usted debe actuar de acuerdo con sus creencias. Las traiciones no le
sirven a nadie. La Batalla de la Estructura consiste en realidad en que usted se enfrente
consigo mismo y luego les presente el resultado a ellos. No es una técnica ni un juego de
poder. Es la fijación de las condiciones mínimas que se requieren antes de empezar.
Madre: Hola, ¿el doctor Whitaker? Soy la señora Johnson y me gustaría hablar con usted
con respecto a algunos problemas que tengo. Mi médico de cabecera, el doctor Jones, me
dio su nombre.
Carl: Cómo no. Hable con su marido, así fijaremos la hora.
Madre: Bueno, no era eso en lo que estaba pensando. El es un
Madre: Pero el doctor Jones dijo que usted podría ayudarme. Me dio su nombre
expresamente. ¿Y ahora me dice que no quiere ayudarme?
Carl: No, no le estoy diciendo eso.
Madre: ¿Entonces me recibirá sin mi marido?
Carl: No... pero si usted lo trae, podemos reunirnos.
Madre: Bueno... Trataré. Pero no puedo prometerle nada.
Carl: Muy bien. Yo tampoco. Cuando lo haya organizado, podemos reunirnos. A propósito,
sería importante también que trajera a los chicos.
Madre: Eso sería realmente un error. Ellos no saben que Jack y yo tenemos problemas. No
queremos mezclarlos demasiado en esto.
Carl: A mí me parece que ellos también son importantes en la familia. Realmente es
necesario que vengan.
64 DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO DE LA TERAPIA FAMILIAR 65
Madre: Me es imposible llevarlos.
Carl: Está bien, respeto su derecho a hacer esa opción.
Madre: ¿Entonces nos verá sin los chicos?
Carl: No, yo no dije eso.
Madre: Muy bien. Muy bien. ¿Qué hora puede darme?
Después de haber luchado con este obstáculo inicial, la terapia tiene la probabilidad de
empezar con una nota productiva. El descubrimiento más conmovedor que he hecho con
este tipo
de lucha telefónica es que el resultado tiene que ver más conmigo que con ellos. Ellos
perciben mi firme convicción en lo que estoy diciendo y responden en consecuencia.
Si usted cree que necesita un grupo determinado antes de que valga la pena invertir su
tiempo o la energía de ellos para empezar, lo obtendrá. No se trata de intimidarlos. Se trata
de
hacerles saber lo que es importante para usted. Desde luego, hasta que usted sepa lo que
cree, es difícil ser claro. Pero cuidado, la flexibilidad excesiva sólo es buena para los
contorsionistas. Usted puede lograr reunir dos generaciones, tres generaciones, a veces
cuatro, si las pide. Novios, novias, ex cónyuges, amantes actuales, etcétera, son todos
presas de caza si usted los aborda.
Recuerdo una sesión a la que asistieron un abogado y su esposa, su ex esposa y su actual
amiga. Fue terrible escuchar a las tres mujeres comparando observaciones sobre él durante
dos horas. El se alegró cuando pudo librarse de ellas y volver a la sala del tribunal.
La Batalla de la Estructura es el período del torneo político inicial con la familia. Necesito
establecer lo que Bowen llamaría una «posición "yo"» con respecto a la familia. Cuando
empiezan
a oír y a captar las condiciones y limitaciones que les presento, su respuesta automática es
comenzar a construir su propia «po
sición "nosotros"». Si bien normalmente lleva tiempo desarrollarla totalmente, la iniciación
de este tipo de proceso unificador es uno de los aspectos centrales del trabajo con las
familias. Es un paso en la evolución de un sentido de la lealtad o nacionalismo familiar. En
algún nivel, todas las familias tienen un sentido de lealtad que espera ser convocado. La
aparición clara de este sentido de identificación y orgullo familiar no es algo que necesita
ser creado; las semillas ya están ahí. Necesita sólo la oportunidad de echar raíces y crecer.
Hay que tener en cuenta por lo menos dos niveles al considerar estas condiciones de la
terapia. Abordamos el componente, basado en los hechos, de la realidad: quién asiste a las
sesiones, a quién se le pide que hable primero, qué acepta el terapeuta como definición del
problema, etcétera. Estas decisiones las toma siempre (incluso decidir no decidir es una
decisión) el terapeuta y merecen su atención directa. Sus decisiones reales pueden variar de
vez en cuando. Por cierto, se supone que varían entre un terapeuta y otro. Mi propia manera
de pensar con respecto a estos asuntos se ha cristalizado con el tiempo pero sigue variable
en cierta medida. Estas variaciones en general obedecen a mis propios procesos en un nivel
más profundo. Mis creencias y mis valores me dictan lo que es negociable y lo que no lo es.
Al fijar estas condiciones, lo que deseo es hacer participar a la familia en un proceso
interactivo que culmine en un intercambio experiencial. Para que el proceso de la terapia
produzca efectos y no sea simplemente educacional o social, debe consistir en experiencias
reales, no sólo en viajes mentales. Si bien la educación puede parecer útil, normalmente
produce sólo una manera más sofisticada de explicar la vida, no de vivirla.
El otro componente fundamental de este proceso es la capacidad del terapeuta para tomar
en serio sus propias necesidades. Convertirse en un mártir profesional sacrificándose por la
fami lia no constituye un modelo adecuado. Ceder o comprometer sus creencias, pautas y
necesidades lo único que produce es el agotamiento del terapeuta. Estoy convencido de que
el agotamiento es un efecto secundario del fracaso en nuestra lucha por la inte-
66 DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO DE LA TERAPIA FAMILIAR 67
gridad, no una función de nuestra lucha con ellos. Su decisión de convertirse en lo que
usted cree que ellos desean es un error suyo.
El comentario que hago normalmente a las familias: «En realidad yo no estoy aquí por
ustedes. Estoy aquí por lo que yo puedo obtener», es una manera de decir que no estoy aquí
para ofrecer los servicios de una prostituta profesional. Les hace saber que seguiré siendo el
centro de mi propia vida, que no tienen que preocuparse de protegerme. Una vez más, el
interés real requiere un distanciamiento (interés por uno mismo) y la capacidad de
comprometerse personalmente. Si el impulso fundamental para usted no es su propio
crecimiento, degenera en «ayuda». Una vez que ocurre eso, todo está perdido. Ellos se
vuelven ineptos y usted impotente.
En esta observación se refleja también mi convicción de que si puedo lograr algo personal
en mi contacto con la familia, la experiencia entre nosotros será algo vivo. La vitalidad de
la ex periencia les brinda también a ellos la oportunidad de crecer. Yo deseo crear las
condiciones en las que el crecimiento sea posible, pero acepto plenamente que no puedo
forzarlo ni orquestarlo.
mos responder de una manera real y no falsa? ¿Sentimos que son personas en las cuales
estamos dispuestos a invertir esfuerzos? Los criterios personales son infinitos.
Otro factor es la participación automática que surge a partir de antecedentes comunes,
experiencias similares o perspectivas compartidas. Esta especie de esencia común implica
una mayor capacidad de empatía. No dependemos tanto sólo de las palabras para transmitir
la profundidad de nuestra experiencia. Desde luego, este nivel de conexión también implica
el dilema de los puntos ciegos y la superidentificación. Yo «sé» lo que quiere decir un
granjero, padre de familia, cuando dice que está aislado o habla de su amor por las vacas.
Lamentablemente, tal vez no me parezca que haya algo problemático en eso. Pero por lo
menos puedo entenderlo.
Con esta clase de familia demasiado familiar, debo tratar de descubrir maneras de alejarme
de ellos y poner cierta distancia. Podría jugar con objetos de manera distraída, tomar notas
para desviar la vista de ellos o trabajar con un coterapeuta para tener un «nosotros» al cual
pertenecer.
Cómo establecer una metaposición
El joining o coparticipación
Es importante examinar aquí la idea de la participación. La participación consiste en
desarrollar suficientemente una conexión para sentir por lo menos que vale la pena
continuar. Mien tras que se suele pensar que se trata de algo que el terapeuta le hace a la
familia, yo he llegado a considerarlo como algo que hacemos con una familia. Es decir,
realizamos una especie de experiencia mutua.
La calidad de esa experiencia es el resultado de una serie de factores. En parte, la sensación
subyacente que tenemos del deseo que nos mueve a relacionarnos mutuamente. ¿La familia
siente que tenemos capacidad e incluso ganas de conocerlos y comprenderlos? ¿Somos
capaces realmente de escuchar? ¿Pode
Al comienzo trato de establecer una metaposición con respecto a la familia. Quiero que
ellos entiendan qué pueden esperar de mí y qué espero yo de ellos. Esta relación no se
concibe como si fuese entre iguales. Deseo que se entienda que en mi rol de terapeuta soy
miembro de una generación mayor.
La metáfora de un entrenador de un equipo de béisbol es una buena manera de describir
cómo será la relación. Al igual que el entrenador, no me interesa realmente jugar en el
equipo, tan sólo me interesa ayudarlos a jugar mejor. Si me dejo convencer para jugar de
primer bateador, resultará difícil que vuelva a la metaposición de entrenador. Ellos tendrán
todo el derecho de esperar que yo juegue por ellos.
Sin embargo, el mensaje más destructivo de esa situación es que yo no valoro demasiado al
primer bateador que ellos ya tie-
68 DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO DE LA TERAPIA FAMILIAR 69
nen. Es una manera de decirles que mi manera de vivir es mejor que la de ellos. Es una
forma engañosa de tratar de convencerlos para que dejen de desarrollar sus propios recursos
y elijan a cambio mi propio estilo. Se trata de un tipo de sabotaje del que pueden prescindir.
Cómo convocar al grupo
Uno de mis métodos para concretar este tema es tratar de convocar a todo el grupo antes de
empezar. Al igual que sería torpe que un entrenador comenzase el juego sin presentar a todo
el equipo, se corre un riesgo considerable si se comienza la terapia sin que estén presentes
todos los personajes clave. Los miembros ausentes pueden sentirse dejados de lado por no
ser considerados vitales para el funcionamiento global de la familia. Además, por lo general
se produce en ellos una sensación justificable de paranoia con respecto a lo que se dijo en
su ausencia. Cuando se dan cualesquiera de estas dos reacciones, las semillas del sabotaje
echan raíces. Yo deseo el permiso de toda la unidad para participar. El esfuerzo coordinado
de cualquier miembro de la familia ausente para socavar la capacidad de cambio de la
familia, por lo general, tiene éxito.
Esta directriz de convocar al grupo constituye un esfuerzo para crear la sensación de la
familia como unidad y legitimar el valor de cada miembro individual. También sirve para
impedir la acción de una poderosa fuente de sabotaje y los obliga a aceptar mi principio de
que el paciente es toda la familia. Por último, reduce al mínimo la probabilidad de que yo
sea arrastrado a una excesiva participación, que podría resultar contraproducente.
Un efecto secundario de esta decisión es que, con toda la familia presente, hay un evidente
incremento de su nivel de ansiedad. Al estar todos allí, no hay nadie de quien hablar a sus
espaldas, nadie a quien culpar sin producir repercusiones interpersonales y no hay modo de
negar lo que se ha discutido. Este tipo de ansiedad por lo general hace más posible el
cambio.
Parece sobre todo peligroso decidir realizar la sesión cuando la esposa-madre o el marido-
padre está ausente. Por ejemplo, reunirse sin el esposo-padre es una manera evidente de
declarar su papel vacante. Usted se está reuniendo con personas que ya tienen relaciones
establecidas. Por consiguiente, inmiscuirse en la díada marido-esposa ocupando su lugar
automáticamente crea un triángulo. Los hijos, también, pueden considerar que usted es
preferible a su padre. Se trata de una extraña posición para alguien que tiene interés en ser
útil a una familia, a menos, desde luego, que esté descontento con la suya propia.
El concepto teórico de la propiedad emergente también tiene que ver en esto. El concepto
de la propiedad emergente establece que no se puede conocer un organismo
diseccionándolo y exa minando sus partes componentes. Si bien uno puede generar ideas y
desarrollar hipótesis sobre toda la familia basadas en el contacto con una parte de ella, el
error o el factor de distorsión es innecesariamente elevado. Por definición, el nivel de
inferencia implícito se intensifica. Esto recuerda el cuento de los tres ciegos que trataban de
describir a un elefante basándose en el contacto que tenían sólo con una de sus partes. Las
perspectivas que proporcionan la trompa, la oreja y la pata son muy diferentes. Igual sucede
con las familias.
Tal vez el efecto más desastroso, sin embargo, sea lo que le sucede a la familia. No reunirse
con todo el grupo los priva de la oportunidad de tener una experiencia terapéutica óptima.
En lugar de unificar a la familia, se forman triángulos, alianzas y coaliciones.
Comenzando por el padre
Al comienzo de la sesión inicial hay algunos otros caminos que recorro. Mi estilo más usual
de empezar realmente la entrevista es preguntarle al padre cómo funciona la familia. Esta
ma nera de proceder obedece directamente a mi principio de que los hombres son menos
emocionales y accesibles que las mujeres. Si se puede impulsar al padre para que surja
emocionalmente y
70 DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO DE LA TERAPIA FAMILIAR 71
se convierta en un verdadero ser humano, esto puede ofrecer una esperanza inesperada a
toda la familia. En lugar de dejar que el padre actúe como si fuese el vecino de al lado,
quiero que se mude a su propia casa.
para el final. Quiero conversar con todos los otros miembros de la familia antes de
dirigirme a ellos.
Ampliar los síntomas
Carl: A ver, ¿puede decirme algo de la familia?
Padre: Desde luego. Decidimos llamarlo por un problema que tenemos con nuestra hija. Ha
estado faltando mucho a la escuela y esto tiene que terminar.
Carl: Eso es lo que me dijo su mujer por teléfono. Me estuvo hablando de ese problema.
Ahora lo que me interesa sobre todo es oír algo sobre la familia y su funcionamiento.
Padre: No estoy seguro de lo que quiere decir.
Carl: Si yo le hubiese preguntado sobre un equipo de fútbol, usted sabría qué contestarme.
Usted me entiende, quién produce, quién no produce. Cómo trabajan la defensa y el ataque.
Quién es el líder espiritual-emocional.
Supongo que sabe más de su familia que del equipo de fútbol.
Padre: Todavía no estoy seguro de lo que quiere oír.
Carl: Bueno, tal vez podría empezar contando algo sobre usted. Por ejemplo, cuáles son sus
preocupaciones. Las cosas que lo mantienen despierto por la noche. Cuáles son sus temores
más íntimos. Cualquier cosa que nos permita empezar a hablar.
Esta forma de comenzar es más complicada que la de simplemente centrarse primero en el
padre. Se trata en realidad de atraer y comprometer a los marginados emocionales. Al
involu crarlos, la configuración cambia. Se abren nuevas posibilidades. Es normal que yo
deje a la madre y a todo paciente identificado
El diálogo anterior también alude a otra de las primeras maniobras. Por lo general, las
familias llegan a la terapia con un miembro determinado que manifiesta un síntoma que
preocupa a toda la familia. Mi perspectiva es que esto debe considerarse como un billete de
entrada. Nunca hay que creer el cuento de que ése es el único problema de la familia, ni
siquiera el más importante. Mi objetivo es ampliar el panorama lo más pronto posible sobre
cuáles son los problemas y por qué han venido.
Es como empezar un juego de póquer. Es importante que todos apuesten. Algunas familias
lo hacen con relativa facilidad, mientras que otras se resisten completamente a la idea. Las
que se resisten en realidad tienen más miedo que resistencia y a menudo resulta estimulante
desafiarlas en este sentido.
Hace poco, una familia compuesta de tres integrantes -la madre, el padre y una hija de seis
años- asistieron a una sesión inicial. Pensaban que la niña tenía fobia a la escuela. La madre
era bastante obesa y el padre era evidentemente un profesional de carrera, clase «A». Mis
primeros intentos para ampliar el síntoma de la familia más allá de los temores escolares de
Sarah no dieron resultado. El padre permanecía mudo, rehusando abordar ninguna
preocupación personal y negando que hubiese problema alguno de relación. La madre
acudió en su ayuda cuando yo lo apremié respecto a su dedicación excesiva a su profesión.
Ella comentó que se sentía orgullosa de su marido y del éxito de su carrera. En pocos años
había llegado a tener una elevada posición en una firma respetada. Aunque él trabajaba casi
setenta y cinco horas a la semana y con frecuencia volvía tarde, ella había aceptado esta
situación como precio de su éxito. Terminó su comentario agregando que su marido era la
clase de hombre que necesitaba estar inmerso en el excitante y vertiginoso mundo de los
negocios. A continuación siguió el siguiente diálogo.
72 DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO DE LA TERAPIA FAMILIAR 73
Carl: ¿Usted quiere decir que él ha perdido completamente el interés por usted?
Carl (dirigiéndose al padre): ¿A usted también le preocupa el peso de su mujer o prefiere
jugar con otros compañeros?
Madre: Bueno, no, no se trata de eso. Sólo que su manera de contribuir a la familia es
asegurarse de que tengamos todo lo que necesitamos.
Padre: Por supuesto que me encantaría que ella se dedicara a este deporte, pero no es
posible. Sería peligroso para ella esforzarse, con su obesidad.
Carl: Excepto un padre y un marido, quiere decir.
Madre: No, es un buen padre.
Carl (dirigiéndose a la hija): Sarah, ¿crees que tu madre se preocupa pensando que tu padre
podría estar besándose con su secretaria? Ya sabes que él pasa muchas horas en su trabajo.
Tal vez se sienta solo también.
Sarah: No. Los papás no se sienten solos. Sólo las mamás, pero como mamá me tiene a mí,
ella tampoco tiene por qué estar sola.
Carl: Bueno, sin duda me alegra que cuides tan bien a tu madre pero me siguen
preocupando los papás. Es muy difícil decir cuándo están solos.
Después de haber sentado las bases para que ellos empezaran a indagar en su relación,
aunque sin impulsar una exploración abierta por el momento, continué la sesión en otra
dirección. Naturalmente ellos volvieron al tema de la negativa de Sarah de ir a la escuela.
Danzamos en torno del tema evidente de su dedicación a la madre y el deseo de ayudarla a
disimular su sensación de depresión.
Más adelante en la misma sesión, quise que la madre tuviese la oportunidad de mirarse
realmente a sí misma. Ella se estaba quejando de su incapacidad para jugar tenis con su
marido a causa de su peso.
Carl: De modo que usted no quiere sentirse como si la hubiese matado por haberla incitado
a jugar tenis. Creo que puedo entenderlo. ¿Cómo se las arregla para vivir sabiendo que ella
se va suicidando lentamente con su obesidad?
El marco del síntoma ahora se ha ampliado. Aventuras extraconyugales, sobrealimentación
autodestructiva y una brecha en la relación se han puesto al descubierto. Si bien pueden no
estar de acuerdo con algunas de estas formulaciones, se van de la sesión con más cosas para
tener en cuenta. No es necesario que estén de acuerdo. Mi tarea es complicar su excesiva
simplificación inicial que distorsionaba la realidad familiar.
Además de ampliar la constelación del síntoma, también trato de cambiar su perspectiva
para que logren una visión interpersonal. Cuando la negativa de Sarah se vincula a la
función de proteger a su madre, el cuadro se modifica. Comienza a centrarse en un
problema familiar, no en caprichos o patologías individuales. Al implicar al padre en el
hábito de sobrealimentación de la madre, hago de esto una función de la relación, no un
indicio de falta de voluntad.
Otro aspecto de este trabajo se centra en la capacidad del terapeuta para ser «mordaz». En
este contexto, significa tanto el deseo de ser honesto en mi reacción ante ellos, como el
rechazo a traicionarlos siendo artificialmente protector. Es mi responsabilidad ayudarlos
para que puedan mirarse a sí mismos con más coraje. El hecho de ocultar las
preocupaciones e ignorar las zonas problemáticas no tiene valor para nadie. Eso lo pueden
conseguir en casa.
Al tratar de ser lo más honesto posible, mi objetivo es des-
74 DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO DE LA TERAPIA FAMILIAR 75
encadenar una interacción real que no se limite a una simple representación de roles
sociales. Yo quiero que sea más personal. Vista desde esta perspectiva, la postura
tradicional de la preocupación espontánea por el otro puede verse sólo como algo
dolorosamente superficial. Para que el interés sea real, tiene que insertarse en un contexto
que sea honesto. De algún modo, ser «mordaz» es ser capaz de interesarme por el otro.
A estas alturas, la familia ya conoce algo de mi modo de pensar. Se inicia entonces otra fase
de la terapia. A ésta se la denomina la Batalla por la Iniciativa. En esta fase, el objetivo es
impulsar a la familia para que sea más proactiva. Tienen que asumir más responsabilidad
por lo que se va revelando en la terapia.
Carl: No, no gracias. Estoy bien así.
(Silencio.)
Madre: ¿Cree que debemos continuar donde lo dejamos la vez pasada, o prefiere que
pasemos a un tema nuevo?
Carl: Para mí está bien de cualesquiera de las dos maneras.
(Silencio.)
Padre: Bueno, a mí me gustaría que nos orientase un poco. Después de todo, le estamos
pagando por sus conocimientos, no sólo para que esté ahí sentado.
LA BATALLA POR LA INICIATIVA
Cuando usted ya ha librado con éxito la Batalla de la Estructura estableciendo su
metaposición y las condiciones de la terapia, el proceso cambia. Ahora que la familia ha
aceptado, en cierto sentido, sus exigencias, se corre el riesgo de que se quede abatida y le
pase la pelota a usted. La fase siguiente, entonces, es hacer que ellos asuman la
responsabilidad de lo que sucede en la terapia. La sensación subconsciente a veces es:
«Está bien, Whitaker, usted nos hizo jugar a su manera. Si cree que es tan extraordinario,
ahora arréglenos.» Se trata de un territorio peligroso. Puede ser que satisfaga el narcisismo
de algunos. A mi me resulta pavoroso y absurdo.
No es de extrañar que la segunda entrevista empiece más o menos así:
Carl: No me interesa realmente decirles sobre qué es importante que hablen. Ustedes se
conocen mejor que yo.
Mis conocimientos me dicen que lo que yo pienso no es muy importante ahora. Lo
fundamental es lo que ustedes decidan hacer entre sí.
Padre: ¿Entonces de qué nos sirve usted? ¿Para qué lo necesitamos?
Carl: No estoy seguro de que me necesiten. Yo estoy aquí para tratar de intensificar el
esfuerzo que ustedes hacen para tener una relación más vital.
Sería absolutamente estúpido de mi parte que intentase decirles cómo vivir. Mis pautas de
vida no son más válidas que las suyas. Ustedes son lo que tienen que iniciar el juego.
Padre: Bueno, ¿de qué debemos hablar?
Carl: No estoy seguro, realmente.
Padre: ¿Tiene más preguntas que hacernos? ¿Necesita más información?
En este punto de la terapia, el esfuerzo está dirigido a conseguir que ellos se hagan cargo de
sí mismos. Que tengan el coraje de tomar la iniciativa para enfrentarse a sí mismos en lugar
de esperar que el terapeuta lo haga por ellos. Hay que acabar con la fantasía de que el
terapeuta lo hará todo mejor.
76 DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO DE LA TERAPIA FAMILIAR 77
Suele ser un período marcado por tensiones y silencios cargados de ansiedad. Lo comparo
con el momento en que el agua está calentándose en la cafetera pero todavía no llega al
punto
de ebullición. No se trata de que el terapeuta sea un «don Nadie». Sino de que la familia
llegue a ser alguien. Necesitan enfrentarse unos con otros. Es una invitación a vivir y a
dejar de simular.
El hecho de que esperen que la solución provenga de mí, así como la idea de que si alguien
nos diera las «palabras mágicas» lograríamos lo que queremos, puede ser perjudicial para la
fa
milia. Cuando ellos conscientemente ponen la posibilidad de cambio directamente en mis
manos, se están socavando a sí mismos. Yo quiero que se enfrenten a la realidad de que
ellos son los verdaderos jugadores, pero les ofrezco el alivio de que soy un entrenador
competente.
Es imperativo que este aprendizaje se produzca gracias a algún tipo de intercambio
experiencial, no mediante una enseñanza aislada. Otra manera en la que trato de comunicar
esta idea es la de no iniciar nunca el tema de si habrá otra sesión. Son ellos los que tienen
que abordarlo. Si no lo hacen, yo tampoco. A menudo hago hincapié en el sentido contrario,
negándome a fijar otra entrevista hasta que vuelvan a su casa y hablen del tema.
ALIANZA TERAPÉUTICA
Si se logra completar con buenos resultados la Batalla de la Estructura y la Batalla de la
Iniciativa, se constituye lo que considero una alianza terapéutica. Así que hemos
establecido el ca rácter de nuestra relación y ellos han tomado las riendas, estamos
preparados para seguir adelante. Constituimos ahora un suprasistema funcional.
La idea de formar una alianza terapéutica con una familia es complicada. Mi intención es
identificar a la familia como paciente. No me interesa aceptar a la oveja negra que ellos
ofrecen,
o al caballero inmaculado que veneran (¡tenga cuidado! El caba
llero inmaculado es tan vulnerable como la oveja negra) o, incluso, a un subsistema, como
paciente válido. Tampoco estoy dispuesto a aceptarlos como pacientes en serie. Mi trato lo
hago con la familia. La familia es más que la suma de las partes.
Mi capacidad para verlos siempre como un organismo multifacético, densamente
interconectado, es lo que permite mi alianza con ellos. Si bien puede que no resulte
detectable para un observador, yo he percibido que la familia puede darse cuenta de que
estoy interesado en ellos como unidad.
Esto desemboca en una fase en la que la política es menos fundamental. Nuestra conexión
adquiere un carácter más personal. Como estamos liberados de este esfuerzo, tenemos más
li bertad para ser espontáneos y creativos. Soy capaz de percibir cada vez más mis
asociaciones e imágenes internas. Puedo ser receptivo con ellos en lugar de sentirme
responsable por ellos. Por lo general, la familia acepta más mis intentos de ser más
personal, así como también mis decisiones de separarme o distanciarme. Puedo ejercer una
individualización y la pertenencia sin demasiadas distorsiones. Son sin duda, menos
dependientes y tienen una mejor percepción de sí mismos. El hecho de sentirnos cada vez
más cómodos en el proceso de individualización y participación revela un crecimiento real
y señala la existencia de un sistema sano, más adaptativo.
En este período es cuando la familia empieza a hacer algunos cambios. Avanzan y son
capaces de arriesgar más sin la pantalla del problema que presentaron al llegar a la terapia.
Cada paso que dan es importante y yo quiero asegurarme de que se den cuenta de que
fueron ellos y no yo los que hicieron el cambio. Trato de alentar su esfuerzo sin dirigirlo.
Podríamos comparar experiencias, compartir sueños, etcétera. Mis asociaciones se hacen
más vívidas. Por ejemplo, cuando hablaba con una familia sobre el efecto que el enojo del
padre producía en todos ellos, es decir, que los deprimía .inmediatamente, surgió una
imagen en mi cabeza. «Miren, se me acaba de ocurrir una idea de lo más absurda. ¿A
ustedes también se les ocurren a veces? Era la imagen de uno de esos artefactos que se usan
en la cocina, de tamaño gigante, con un rótulo que decía
78 DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO DE LA TERAPIA FAMILIAR 79
"trituradora de personas". Supongo que la función de este aparato es hacer con su padre lo
mismo que el enojo de él hace con todos ustedes. ¿Están pensando en comprarse una?»
Este comentario dio por resultado una discusión mucho más directa sobre el temor que les
inspiraba el padre. Con el tiempo, permitió descubrir que al padre no le gustaba el rol de
ogro pero no sabía cómo hacer para comportarse de otro modo.
FINALIZACIóN
A medida que continúa el crecimiento de la familia, los integrantes usan cada vez más sus
recursos. Adquieren la confianza necesaria para rechazar lo que yo pienso y comienzan a
confiar más profundamente en lo que piensan ellos. Me ven cada vez más humano, ahora
con fragilidades y todo. Se toman la libertad de hacerme bromas con respecto a errores o
ideas estúpidas. En efecto, empiezan a verme como una persona, no sólo como un rol.
Llegan a ser su propio terapeuta. Asumen la responsabilidad de su vida.
Independientemente de la sensación que experimento de inminente pérdida, mi tarea es
despedirlos dándoles mi bendición. Como le sucede a cualquier padre cuando sus hijos se
van
a la universidad, experimento una sensación de pérdida. Pero les doy mi bendición y son
libres de regresar cuando quieran. Sin embargo, no se van con las manos vacías. El impacto
de la experiencia de una terapia compartida queda entretejido en el tapiz de sus vidas.
La decisión de partir deben tomarla ellos. Es su vida. Si las cosas han salido bien, parten
con más afectividad y más libertad para ser personas reales.
Cuando me doy cuenta de que se aproxima esta fase, trato de registrar pistas o indicios que
sugieran que están listos para partir. Cuando los detecto, los pongo de manifiesto. La
decisión de terminar la terapia debe adoptarse con cuidado. Es antiterapéutico tratar de
interferir en su decisión de partir. El terapeuta debe respetar este proceso.
EL NIDO VACÍO
El nuevo jarrito de café con la leyenda: «La vida es dura. Luego te mueres», a veces parece
tener razón. Cuando la familia se va, hay una sensación de pérdida. Hemos invertido afecto
mutuo y ahora experimentamos el dolor de la separación. Si bien suele haber una parte de
alegría, la pérdida es real. Puesto que se trata de algo corriente en la vida del terapeuta, es
necesario tomar algunas precauciones. La mejor manera de aliviar el sufrimiento es contar
con un grupo profesional de apoyo. Cuando se pertenece a un grupo, nunca se está
realmente solo. Es mejor no insistir en que la familia propia satisfaga todas esas
necesidades. La capacidad de separar el rol profesional de la vida real es esencial.
OTRAS CUESTIONES
Cómo se determina el menú
Uno de los aspectos realmente interesantes de la sesión inicial es que, como se trata de una
cita concertada a ciegas, nadie se conoce. Esto le permite al terapeuta andar hurgando y
tanteando sin la sensación de que es premeditado. Por lo general me propongo introducirme
en una amplia gama de temas difíciles en la primera reunión. Es uno de esos momentos
mágicos. Las familias pueden soportar investigaciones sobre casi todo sin quedarse mudos.
Cuando se establece que esos temas son importantes para la vida, hay un acuerdo tácito de
que podemos volver a ellos más adelante. Los impulsos asesinos, suicidas, sexuales,
etcétera, son todos temas que merecen ser mencionados. Cuando queda claro que estos
temas son normales, se vuelven menos tóxicos.
Si el terapeuta no lo hace al principio, más adelante se encontrará con actitudes más
negativas y defensivas. Cuando en la décima sesión pregunta a la madre sobre sus impulsos
homicidas, ella sospecha que la pregunta está motivada por algo que
80 DANZANDO CON LA FAMILIA
observa en ella y no sólo porque el terapeuta sabe que todo el mundo tiene ese tipo de
impulsos.
Capítulo 4
TERAPIA FAMILIAR SIMBOLICO-EXPERIENCIAL
Cómo encarar los impasses
¡Los impasses son inevitables! Los períodos en los que usted se siente bloqueado y no sabe
qué camino seguir son parte del proceso.
Mi manera favorita de salir de este tipo de situación es invitar a un consultor a la sesión
siguiente. Esto me permite tener a alguien con quien sentirme unido. Brinda una visión
binocular y
me da el espacio necesario para ver las cosas de manera diferente. Además de ayudarme, el
consultor ayuda a la familia a destruir su fantasía mágica de que sólo yo podría ayudarlos.
Como ahora ven más claramente parte de la duda que me embarga a mí mismo, afrontan el
tema de la necesidad de cambiar.
El punto de vista nuevo del consultor a menudo despeja la situación y le permite al
terapeuta salir del atolladero. A veces es necesaria una verdadera sacudida.
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Resulta difícil hablar de todo este asunto de la terapia simbólica de una manera que no sea
simbólica. Es como hablar sobre el amor. Se pueden encontrar palabras que representan
sólo un nivel superficial. La única esperanza tal vez sea la de hablar con metáforas, como
han descubierto los poetas.
Se me ocurre comparar la terapia simbólica con la infraestructura de una ciudad. Lo
importante es mirar todo lo que existe por debajo de sus calles y edificios. Esto es lo que
permite que la vida sobre la superficie siga su marcha. Aun cuando no pueda verlas, cuando
miro para afuera sé que hay cañerías de gas y de agua corriente, a veces líneas telefónicas,
que corren por debajo de la superficie. Este mundo subterráneo es esencial para la vida de
la ciudad. Además de no ser directamente observable, este nivel de operaciones también se
caracteriza porque tiene un efecto de tipo general en todas las variedades existentes de
hogares, comercios y oficinas. El efecto es omnipresente.
De una manera similar conceptualizo la terapia simbólica. Nuestros mundos personales
subterráneos están dominados por una corriente de impulsos y símbolos en desarrollo.
Aunque no siempre son visibles, sé que están ahí. No tengo que sorprenderme por su
existencia ni cuestionarla. Así como el agua fluye por las cañerías debajo de nuestras calles,
los impulsos fluyen por nuestro inconsciente. Somos todos iguales en este sentido. Todos
tenemos estas infraestructuras emocionales que aseguran el flujo de nuestros impulsos.
Aunque a veces permanecen ocultos a la vista, o por los menos disfrazados, esos impulsos
existen.
82 DANZANDO CON LA FAMILIA
TERAPIA FAMILIAR SIMBóLICO-EXPERIENCIAL 83
Es difícil examinar la terapia familiar sin verla como un proyecto de paternidad simbólica
de primera magnitud. Después de todo, la familia viene a nosotros con la idea de que
podemos
ayudarla, que podemos mejorarla. Nosotros, desde luego, no estaríamos en esta
descabellada profesión si no nos perturbara, en alguna medida, la misma idea. Queremos
ser útiles a los demás, hacerlos alcanzar vidas más plenas y felices. Queremos mitigar algo
del sufrimiento que hay en el mundo.
La dificultad aparece cuando pasamos de esta idea a poner en práctica lo que se supone que
tenemos que hacer. ¿Cómo nos ingeniamos para ayudar, o ser útiles, en el esfuerzo de creci
miento de la familia, sin socavar torpemente el mismo progreso que buscamos? Una vez
más, ¿se trata de vernos como padres reales, con todas las obligaciones correspondientes de
ocuparnos de que nuestros hijos hagan lo correcto, o tenemos una obligación menos
concreta? ¿Podemos permitirnos dejar en sus manos la dimensión real de acción y
elección? Tal vez la verdadera pregunta sea: ¿podemos permitirnos no hacerlo?
Tengo bien claro en mi mente que el terapeuta debe ocupar una metaposición con respecto
a la familia. Es decir, hay que mantener la visión de todo el grupo, guardar cierta distancia
y
no ser absorbido para asumir el control en el nivel de la realidad. Si bien me interesa mucho
conversar con ellos sobre su vida y participar en una verdadera experiencia en el
consultorio, aquí acaba todo. No tengo interés en ser un elemento fundamental en el
proceso de adopción de decisiones de la vida real. Ellos deben conservar el control en este
nivel y a mí me corresponde ocuparme de que ellos lo hagan. No sólo tengo que evitar
hacerme cargo, sino que además tengo que impedir que ellos me vean como alguien que
podría hacerlo. Los acontecimientos concretos de su vida revisten interés tan sólo porque
son manifestaciones de sus infraestructuras emocionales y de relaciones, y no por su
realidad literal.
Se trata de una yuxtaposición interesante. Ingreso en la relación con la intención de no
dejarme convencer por ellos y así llegar a ser demasiado literal y orientado hacia la
realidad. La fa milia llega al consultorio pensando que desea cosas concretas.
Ellos quieren que yo les ofrezca soluciones para su vida, que les proporcione la poción
mágica que terminará con sus males. Incluso el médico que hay en mí sabe que eso es
ridículo. Suelo responder a esa clase de demanda contándoles que mi varita mágica está
descompuesta desde que un pequeño curioso de cuatro años arrancó la estrella del palito,
convirtiéndola en una estrella china. No existen palabras mágicas, artilugios o ejercicios
que puedan transformarlos en un grupo perpetuamente eufórico. No hay manera de evitarlo.
¡Pero no es imposible! La gente puede aprender a vivir una vida más íntima y
enriquecedora. Pueden encontrar niveles crecientes de satisfacción y alegría. La clave
reside en su capacidad para experimentar el mundo de una manera más amplia y profunda.
A medida que se amplía nuestra experiencia de la vida, tenemos vidas más ricas, aun
cuando los elementos de la realidad se mantengan igual.
Desde luego, las situaciones de la realidad a veces cambian también. No se trata de que me
oponga a un cambio mundial real. ¡Lejos de eso! Se trata simplemente de que el rol que
labro para mí mismo no está centrado en los acontecimientos de la realidad de sus vidas.
No vivo con la fantasía de que soy responsable de su realidad. Sin embargo, como
interactuamos en el mundo simbólico-experiencial, ellos pueden extraer algo que les hará
modificar su vida. Yo no los cambio, pero sucede a menudo que ellos cambian.
EL MUNDO DE LOS SIMBOLOS
Todos nosotros filtramos nuestra experiencia de la vida a través de un número
relativamente pequeño de conceptos. Es la riqueza o pobreza de estos conceptos lo que
determina en gran medida la experiencia subjetiva de la vida. Como la capacidad del
esquimal para percibir diecisiete clases diferentes de nieve, frente a la única categoría de
nieve que conoce el habitante urbano de los Estados Unidos. El significado y el efecto de la
realidad externa están determinados por nuestra realidad interna.
84 DANZANDO CON LA FAMILIA
TERAPIA FAMILIAR SIMBóLICO-EXPERIENCIAL 85
La misma sinfonía puede resultar magníficamente estimulante o terriblemente aburrida.
Depende del oído del oyente.
En una terapia orientada al crecimiento, lo fundamental es concentrarse en la expansión del
significado de la experiencia y en la ampliación de los horizontes de la vida. Organizamos
nuestra vida en torno de nuestros limitados sistemas de representación internos. Cuanto más
rico y diverso sea este mundo, mayor será la libertad y la creatividad que tendremos. Si
podemos ayudar a ampliar el mundo simbólico de las familias que tratamos, podrán tener-
vidas más plenas.
Hay una serie de cuestiones universales que, por pertenecer a la categoría de seres
humanos, tenemos que afrontar, para nuestra bendición y también nuestra maldición. La
soledad, la ira, la sexualidad y la muerte forman parte de todos nosotros. Todos tenemos
impulsos sexuales primitivos, homicidas y suicidas. Es parte de la condición humana. Gran
parte de nuestra vida interna alude a esto, mientras que casi todo lo que mostramos
externamente está diseñado para alcanzar una mayor tolerancia social. Nuestra cultura
prohíbe la expresión de estos impulsos, obligándonos a tenerlos bajo control. A pesar de
estos mandatos sociales, siguen siendo profundamente activos en nuestro interior. Estos
impulsos dejan su marca en gran parte de nuestra vida concreta, o en toda ella. En el nivel
subterráneo de los impulsos primitivos, la vida está fuera del tiempo. El pasado, el presente
y el futuro se funden en uno.
Además de ser omnipresente, el mundo de los impulsos y los símbolos tiene múltiples
niveles. Los símbolos abarcan desde los universales absolutos hasta los totalmente
ideográficos. Las representaciones directas de nuestro impulso básico de vida existen
universalmente. Estos impulsos primarios encuentran una expresión similar en todas las
culturas. Los símbolos sexuales, la mirada desesperada de soledad o el terror a enfrentarse
con la muerte son conocidos para todos los pueblos. Cada cultura puede dejar también una
impronta particular en el mundo de representaciones de su pueblo. Mientras que el tema
edípico recorre todas las culturas, existen literalmente docenas de variantes culturales. Cada
cultura puede desarrollar también su forma
de manifestar la amistad, celebrar el nacimiento, marcar el ingreso en la adolescencia y
llorar la muerte.
Cada zona del mundo simbólico se ha de definir más personalmente dentro de la mitología
de cada familia. Así, el instinto de supervivencia universal, glorificado en esta cultura por el
mito del hombre que triunfa por su propio esfuerzo, recibe un aspecto más ideográfico
cuando es interpretado por una familia determinada. «Nosotros somos los Smith. Ser un
Smith significa no tener que pedir nunca una limosna. Asumimos nuestra propia manera de
ser», es una interpretación típica del instinto universal. La manera específica en que se
aplique esta perspectiva influirá poderosamente en cada uno de los miembros de la familia.
En algunas familias, el instinto de supervivencia fundamental con el que comenzamos
puede terminar distorsionado, convirtiéndose en una necesidad intensa, implacable, de
lograr cosas... una interpretación de adicción al trabajo. Algunos pueden ir tras el «éxito» a
expensas de sus relaciones, terminando con la cuenta del banco llena y sus vidas personales
vacías. Otros pueden buscar una vida más equilibrada, pero estar angustiados por el
sentimiento de culpa que les provoca su relativa falta de éxito tangible. Las variaciones son
infinitas.
La manera en que cada familia representa su mundo simbólico puede evolucionar con el
tiempo, pero por lo general mantiene algunas manifestaciones básicas que son más o menos
consistentes. Una manera de poder vislumbrar el modelo básico de una familia es observar
los rituales familiares interpersonales. Observar cómo actúan cuando están físicamente
juntos es revelador. La rutina de las mañanas, el ritual de la cena y cómo se comportan en
las vacaciones son elementos que manifiestan cómo está organizado su mundo.
¿Cómo se adapta el padre a la imagen cultural de la fuerza y la madre a la de la protección?
¿Cómo se definen y manifiestan la masculinidad y la feminidad? ¿El grupo tiene demasiado
po der sobre los individuos o menos del necesario? ¿Cómo negocian la individualización y
la pertenencia? ¿Cómo se aborda el tema de las vacaciones? El sistema de las
representaciones simbólicas
86 DANZANDO CON LA FAMILIA
TERAPIA FAMILIAR SIMBÓLICO-EXPERIENCIAL 87
de la familia aparece expuesto en estas preguntas. Estos acontecimientos muestran por lo
general cómo es la familia.
CON LA MIRADA HACIA ADENTRO
En realidad existe una sola manera de «comprender» el complejo mundo de los impulsos y
los símbolos. Y esa manera consiste en mirar hacia adentro. Sólo cuando usted puede
identifi
car cierto impulso básico dentro de sí mismo, sabrá realmente si existe. Una vez que lo ha
descubierto, se vuelve real. Hasta entonces, es simplemente un bonito concepto o teoría,
pero tiene poco valor para usted. Creo que la fórmula también funciona al revés. Si usted no
puede encontrarlo en su interior, entonces no existe. Si nunca ha podido identificar y
encararse a sus propios impulsos homicidas, no podrá creer que existen. Por lo menos, no
en la gente «normal». Por definición, entonces, cualquiera que admita esos impulsos es
anormal de acuerdo con sus normas internas encubiertas.
Yo creo lo contrario. Pienso que parte de la condición humana es tener dentro de uno un
rico y burbujeante impulso de vida. Somos todos homicidas, todos luchamos con impulsos
suicidas,
todos tenemos fantasías incestuosas, todos estamos aterrorizados por la idea de la muerte.
Si no se afronta estos simples hechos de la vida, se limita una gran parte de nuestra
condición humana.
Nuestra propia toma de conciencia del mundo de impulsos que albergamos es un requisito
necesario para poder ver, no digamos comprender, el mundo simbólico de los demás. En la
me
dida en que podemos enfrentarnos a las manifestaciones simbólicas múltiples de nuestros
propios impulsos, podemos generalizar esta capacidad en el trato con los demás.
LA TERAPIA SIMBÓLICO-EXPERIENCIAL
La idea de la terapia simbólico-experiencia) surge del hecho de que mientras pensamos y
hablamos de las cosas en un nivel,
vivimos en otro nivel que es un territorio muy diferente. La terapia simbólica se ocupa del
intento de moverse directamente en el nivel de la vida, y no en el del reino del pensamiento,
la conversación o el razonamiento. Es una terapia en la que no se trabaja con los datos que
la familia presenta como tales. No se trata de una educación. El antiguo dicho «Nada que
merezca saberse puede enseñarse» me viene a la mente. No es un aprendizaje de adaptación
social. La terapia simbólica es un intento de abordar el sistema de representaciones que
subyace en lo que se está diciendo realmente. Implica recoger los fragmentos simbólicos
que uno detecta o percibe. Cada uno de estos fragmentos constituye otro territorio, una
infraestructura que corre por debajo de nuestra vida de superficie.
Para mí, la terapia simbólica es un intento de penetrar en un territorio de vida más holístico,
para no quedarse atrapado en el territorio del pensamiento. Es uña especie de extrapolación
del viejo modelo gestáltico que comprendía el movimiento del cuerpo, la sensación
corporal y una conciencia más total. La veo como una evolución gradual que se aleja de la
serie intrapsíquica freudiana hacia un modelo de terapia interpersonal y una visión del
mundo interactiva.
La terapia simbólica se centra en la idea de que hay una serie de temas universales en la
vida. Temas que son tan cruciales que a menudo los abordamos sólo de una manera
encubierta. Mien tras que nos aterrorizan demasiado para enfrentarnos en el nivel de la
superficie, invaden el nivel de la infraestructura de nuestra vida.
Por consiguiente, la terapia simbólica se centra en ayudar a la gente a estar más cómoda
con su impulso de vida, a temerlo menos y a integrarlo más plenamente en su vida concreta.
El mundo de los impulsos no puede evitarse. ¡No se puede escapar de él!
La única manera de alentar honestamente a la gente a aventurarse en un territorio tan
temido es usarse a uno mismo. El terapeuta debe estar dispuesto a exponer algunas de sus
propias experiencias simbólicas. A revelar su sistema personal de creencias. A ofrecer
algunos vislumbres de su infraestructura. Cuando
88 DANZANDO CON LA FAMILIA
TERAPIA FAMILIAR SIMBÓLICO-EXPERIENCIAL 89
usted se atreve a mostrar este aspecto suyo a la familia, en pequeños fragmentos, ellos se
quedan con trocitos suyos en ellos. Cuando se enfrentan con parte de su mundo interior,
tienen que decidir qué hacer con él. Pueden producir sus propias extrapolaciones, de
acuerdo con la manera en que eso resuene dentro de ellos.
Si el terapeuta, por ejemplo, empieza a decir de sí mismo que es un ser imperfecto, o revela
sus sentimientos de dependencia, temor o confusión, la familia puede sentirse tentada a
mirar
en su interior también. Este enfoque tiene el objeto de ofrecerles la oportunidad de
explorarse contando con una imagen en la cual reflejarse y tal vez exponer más cosas de su
propio sistema de creencias, de su infraestructura. Asumir personalmente la feminidad en
los hombres, la masculinidad en las mujeres o la infantilización que todos sentimos puede
producir un crecimiento. Pueden abrirse todos estos territorios. Son temas sobre los que por
lo común no se habla, o ni siquiera piensa, probablemente porque son demasiado
importantes.
Uno de los aspectos interesantes de este tipo de trabajo es el descubrimiento de que a
medida que evoluciona la terapia y nos sentimos cada vez más libres para realizar un
intercambio sim
bólico, se convierte en una experiencia de crecimiento para mí. A menudo parece que
cuanto más obtengo yo, más obtienen ellos. El resultado del encuentro de nuestros mundos
simbólicos puede ser verdaderamente interesante. En un sentido, todos llegamos a ser
pacientes en ese proceso.
Uno de los temas clásicos de la terapia simbólica es el proceso de abordar el tema de la
muerte. La muerte del terapeuta, la muerte de un miembro de la familia, el hecho universal
de la
muerte y del que nadie está exento. Todos estos planteamientos pueden tener un efecto
profundo. Todos nosotros deseamos ser capaces de congelar el tiempo, de vivir para
siempre y ser eternamente recordados. En una cultura que se empeña en despersonalizar a
la muerte y la rehúye automáticamente para negarla, la experiencia de enfrentarse a ella con
los ojos abiertos puede ser profunda. La idea de que sólo encarándose a la propia muerte se
puede vivir realmente es atormentadoramente exacta.
De manera similar, los temas de la «locura», el suicidio, el homicidio, la sexualidad,
etcétera, tienen una influencia considerable. Por ejemplo, suelo decirles a los miembros de
la familia: « Si se volvieran realmente locos, me entienden, chiflados de verdad, ¿cómo se
comportarían? ¿Tomarían un rifle y se pondrían a practicar tiro desde una torre apuntando a
la gente que pasa? ¿Se escaparían a un bosque para convertirse en árbol? ¿Qué aspecto
tendría su propia locura personal?». De este modo, estoy alentando la expresión externa de
su vida interna de una manera no destructiva. Es una oportunidad para mirar el propio
mundo de impulsos sin el temor de que éste lo domine a uno. Al enfrentarse a ellos, puede
empezar a integrar los impulsos en lugar de preservarlos intactos mediante su aislamiento.
Los esfuerzos por aislar o negar los impulsos por lo general los intensifican, a menudo
hasta el punto de que cuando logran expresarse, se está más propenso a descontrolarse y
explotar.
Mi indagación no requiere que todo el cúmulo de impulsos aparezca de una vez. Suele ser
preferible hacerlo emerger poco a poco. Por ejemplo, pedirle a una recién casada que nos
cuente sobre sus impulsos homicidas con respecto a su marido puede resultar demasiado
duro. Sin embargo, preguntarle si alguna vez pensó en salar excesivamente la comida para
desquitarse o incluso liberarse de él, es más tolerable.
Para ayudarlos a ingresar en territorios nuevos, podría compartir algunas de mis
asociaciones o presionarlos para que consideren la posición polarmente opuesta a la que
presentan ini cialmente. Por ejemplo, al marido que proclama que ama tanto a su mujer que
se moriría si ella lo rechazase, le podría preguntar: « ¿Ha decidido que el homicidio es la
única manera de terminar con la tiranía?». A la esposa que afirma amar demasiado a su
marido como para criticarlo, podría contestarle: «Eso es puro vicio».
En estos ejemplos quiero romper el esquema de que el amor es lo opuesto al odio. Los
quiero presentar como sentimientos unidos. Si usted siente uno, el otro está
automáticamente presente. Cuando se elimina la dicotomía artificial de estas emociones, se
establece un marco de mayor honestidad. Con el esfuerzo
90 DANZANDO CON LA FAMILIA
TERAPIA FAMILIAR SIMBóLICO-EXPERIENCIAL 91
suficiente, incluso puede culminar en intimidad. Quiero impulsarlos para que ingresen en
un nuevo territorio, uno en el que su viejo nivel de vida y de pensamiento sobre la vida, ya
no basta. Al contaminarlos con mi sistema de creencias, pueden sentirse libres para
experimentar más su propio mundo de impulsos, volviéndose con ello más humanos.
A menudo trato de ampliar la comprensión que tiene la familia de los síntomas
extendiéndolos hacia las generaciones anteriores. Otro método es proyectarlos hacia la
generación siguien
te. Suponiendo que los síntomas tienen una continuidad en las generaciones, quiero
ayudarlos a tener acceso al rico mundo simbólico que pertenece a toda la familia ampliada.
Si la familia tiene diez hijos, deseo que sepan que la manera en que la generación siguiente
resolverá el número de integrantes de la familia está relacionada evidentemente con la
experiencia de la familia actual. Pueden tratar de tener diez hijos o rehusarse
terminantemente a tener ninguno. El modelo puede ser positivo o negativo. Lo más usual es
que tenga un poco de los dos. De manera similar, los mitos familiares de la paternidad, la
vida conyugal, etcétera, están ricamente entretejidos.
Alentarlos para que sean menos opresivos entre sí también puede facilitar el crecimiento.
Suelo molestar con la flexibilidad de los roles dentro de la familia. Al preguntarle al padre
cuándo
fue la última vez que se sintió lo suficientemente seguro para dejar que el pequeño Mikey,
de seis años, se sirviera la leche, o dirigiera las oraciones o decidiera qué programas de
televisión podría ver la familia, se introduce la idea de cambio. Esto funciona también al
revés. Tal vez el padre pueda aprender a acurrucarse y hablar en media lengua mientras los
niños de cuatro y cinco años hacen de papá y mamá. Estos tipos de inversión de roles
pueden tener un efecto liberador en los miembros de la familia.
CONFUSIóN
Uno de los objetivos básicos del trabajo simbólico es ayudar a las personas a ampliar su
experiencia de vida. Abrirlas a una
gama más amplia de posibilidades de vida. Para poder romper su esquema normalmente se
requiere una contaminación real de la perspectiva que tienen... una experiencia de
desprogramación. Una de las maneras más efectivas de hacerlo es a través del poder de la
confusión. Yo quiero ser capaz de perturbar sus certidumbres y destruir la idea que tienen
de que la vida es simple. Cuando se elimina la nitidez de su dicotomía bien-mal, se abre un
mundo nuevo. Se enfrentan entonces con aspectos del crecimiento como la elección, los
valores y la responsabilidad en un mundo incierto. Una vez más, quiero participar en una
experiencia que los sacuda. Que los sorprenda lo suficiente como para liberarse de la
hipnosis de la familia de origen a la que todos estamos sujetos.
La confusión es, en sí misma, una de las maneras más potentes de abrir simbólicamente la
infraestructura de la familia. Cada vez que un miembro de la familia dice algo, deseo poder
serle útil corrigiendo o modificando o distorsionando lo que ha dicho de forma tal que no se
queden con una afirmación vacía. Quiero darles nuevas opciones y consideraciones para
explorar. Esto les permite adentrarse en nuevos territorios, mientras que en el peor de los
casos los deja con una contaminación que, debido a su universalidad, no puede ser
fácilmente descartada.
En el caso de un marido infantilmente exigente, el comentario «Yo también extraño a mi
mamá» puede causar un impacto significativo. Aun cuando no se vuelva a mencionar,
puede pro
ducir un resultado importante. Como tampoco le he dicho nada tan concreto sobre lo que
pueda estar en desacuerdo conmigo, se queda adherido al mensaje.
Una de las mejores maneras de ofrecer a una familia el beneficio de la confusión es que el
terapeuta utilice libremente los principios universales que él tiene sobre la gente y las
familias.
Al centrarse deliberadamente en el hecho de que todas las familias tienen ciertas cosas en
común, usted se puede mover con menos inhibiciones. Al dar por supuesto que toda la
tensión, toda la salud, toda la patología de cualquier familia también se encuentran y actúan
en las demás familias, usted ya está preparado para bailar con ellos. Si bien algunos de
estos aspectos pue-
92 DANZANDO CON LA FAMILIA
TERAPIA FAMILIAR SIMBóLICO-EXPERIENCIAL 93
den parecer encubiertos y ocultos a nivel consciente, sin embargo existen.
La capacidad del terapeuta para actuar a partir de esa base de principios universales, aun
cuando todavía no se pongan de manifiesto en la familia determinada que está tratando, es
fundamental. Le permite actuar en el nivel de las inferencias. Mientras ellos permanecen
leales a los «hechos» de su conciencia, usted puede actuar en un plano diferente. Esta
situación le permitirá moverse directamente en el nivel de la infraestructura, mientras ellos
están limitados por su realidad. Esta discontinuidad puede producir confusión. Más
concretamente, cualquier parte del proceso de la psicoterapia que pueda ser directamente
incluido en el proceso de pensamiento ordinario, programado, de la familia, no produce
crecimiento o no es útil. La confusión constituye la esencia real del desaprendizaje y el
nuevo aprendizaje. Si no hay confusión, no puede haber cambio ni progreso. Hasta que
usted rompe con sus esquemas, las rutinas siguen profundizándose. La vida sigue, mientras
que lo que vive muere.
Una de las principales preocupaciones que obsesiona a todo el que trabaja con familias es
cómo producir un efecto que signifique algo. Cómo intervenir de modo que realmente
produzca
una diferencia sin dar vueltas a la noria. Nuevamente, la importancia de abordar el mundo
de los símbolos reside en que es la infraestructura que conecta. Como tal, el crecimiento en
este aspecto puede tener repercusiones de efecto duradero.
Recuerde, sin embargo, que el efecto puede no ser inmediato. La expansión del mundo de
las representaciones puede necesitar algún tiempo para fijarse y encontrar expresión en un
con texto real. Puesto que mis esfuerzos no están orientados a producir un cambio de
conducta sino que más bien se orientan hacia el crecimiento, las conductas concretas
pueden resultar engañosas. Yo abrigo la esperanza de que puedan encontrar una especie de
integración personalizada para la vida, no una conducta diferente.
La expresión que utilizo para explicar cómo funciona realmente mi método es «sembrar en
el inconsciente». Considero que gran parte de lo que aporto a la familia es algo similar a
sembrar semillas en un campo. Si las semillas resultan bastante resistentes, el campo es
suficientemente fértil y las condiciones son las adecuadas, echan raíces y crecen. Cuando la
familia y yo conectamos, las semillas parecen salir buenas, dando con frecuencia un fruto
que se puede cosechar. Cuando algo sale torcido, no brotan. Pero la cosecha real es de ellos,
no mía. Ellos la cuidan y tienen derecho a reclamar su propiedad. Si yo me comprometo
demasiado en el resultado, se reduce su capacidad para poseerla realmente.
El otro componente de la siembra del inconsciente, que resulta tan agradable, es que en
realidad no necesito batallar con ellos conscientemente para sembrar las semillas. Puedo
deslizar ideas a un nivel de inferencia que no suscita motivo alguno para discutir
concretamente o estar en desacuerdo. Como no necesito convencerlos realmente de mi
interpretación, no los hostigo para que contraataquen mi posición. No me encuentro en la
necesidad de jugar la carta tramposa de rotular el desacuerdo de la familia conmigo con el
término «resistencia», como hacen algunos terapeutas. Al no plantearse un desacuerdo
sobre quién tiene razón, ellos se quedan con la experiencia. No se les ha dado la
oportunidad de descartarla basándose en un debate intelectual que creen haber ganado.
Hay muchas maneras de introducir de un modo útil el beneficio de la confusión o la
desorientación en las sesiones. Una de mis maneras favoritas es jugar con la confusión de
roles. Vuelvo a rotular las interacciones que veo en función de los roles,
independientemente de quien desempeñe la parte. Por ejemplo, al niño pequeño que está
regañando a su mamá por no haber mantenido su palabra, le digo: «Vamos a ver. Si eres el
padre de tu madre... por la manera en que la estás corrigiendo, ¿no?... enton• ces eres tu
propio abuelo». O a la mujer que se somete a su marido explosivo: «Vea, apuesto a que su
marido está tan enojado porque usted no se está comportando como una mamá suficien4
temente buena con él». Esta especie de juego con sus roles, aun= que al principio parece
bastante tonto, con frecuencia inflo;
significativamente cuando ellos deciden que ha llegado el mento de vivir de otro modo.
94 DANZANDO CON LA FAMILIA
TERAPIA FAMILIAR SIMBóLICO-EXPERIENCIAL 95
Otro método consiste en ofrecerles una serie de «soluciones» ridículas cuando piden una
respuesta para un problema. Así ellos toman contacto con la necesidad de ser responsables
de sí mismos, en lugar de actuar como si yo tuviese la respuesta y no se la diese hasta que
ellos fuesen capaces de sacármela con triquiñuelas. El empleo de palabras con doble
significado o de frases singulares también puede tener un gran efecto. La mezcla de
significados literales y contextuales puede revelar motivaciones encubiertas. Por ejemplo,
vino a verme una nueva familia en la que el marido criticaba a su mujer por no haberle
comprado para Navidad un encendedor para la chimenea. Estaba furioso porque había
comprado uno para su padre y otro para su hermano y ninguno para él. Cuando ella le
replicó diciendo que la hacía sentir muy culpable, yo comenté: «Vean, se me acaba de
ocurrir una idea extraña. Mientras ustedes hablaban me vino la imagen del encendedor de la
chimenea como si fuese un objeto sexual». Ellos estallaron en carcajadas y con cierto
embarazo en la mirada mencionaron que el verdadero motivo que los había traído a mi
consultorio era que tenían problemas sexuales. Al parecer, la mujer había estado fingiendo
orgasmos durante años y hacía muy poco que se lo había hecho saber a su marido. Al
marido realmente le hubiera ido bien un encendedor.
Además, trato de usar de forma afectiva palabras explosivas para atraer la atención y
subrayar algunos temas. A veces, la única manera de hacer que un tema salga a la luz es
exagerán
dolo. Puede llegar a ser necesario acusar a alguien de no ser honesto o, mejor aún, de ser
mentiroso, para provocar una respuesta. También se puede obtener una respuesta si se les
pregunta dónde adquirieron esa capacidad tan refinada que demuestran para negar los
problemas con una sonrisa tan convincente.
A los niños a menudo les encantan las historias que les cuento de lo que hacía cuando yo
era una niñita. Ellos pueden disfrutar de las tonterías y con frecuencia realizan una
magnífica ta rea al enseñarles a sus padres a relajarse. Sólo los más infantiles de los adultos
se toman demasiado en serio a sí mismos.
LA EXPERIENCIA
Todavía no he encontrado la persona capaz de crecer emocionalmente por medio de la
educación intelectual. El verdadero crecimiento emocional se produce sólo como
consecuencia de la experiencia. Mi próximo autoadhesivo dirá: «Nada que valga la pena de
ser conocido puede ser enseñado.» Esto no significa que el aprendizaje y el crecimiento no
son posibles, sino que presentar sugerencias, recomendaciones o conocimientos carece de
importancia. Y no sólo eso, con frecuencia resulta perjudicial para el proceso.
La introspección y la comprensión se producen como resultado de la experiencia, no como
precursoras de ella. Como dijo Kierkegaard: «Vivimos nuestras vidas hacia delante, pero
sólo las comprendemos hacia atrás». Todos tenemos que reinventar la rueda si hemos de
beneficiarnos alguna vez. Se parece mucho a la divertida experiencia de ser padre. Hasta
que tuve mi primer hijo, yo sabía todo lo que había que saber sobre la crianza de los niños.
Cuando fui padre, mi conocimiento se derrumbó y empezó mi aprendizaje.
EL CRECIMIENTO
Me doy cuenta de que las familias crecen con este tipo de trabajo cuando adquieren una
mayor tolerancia ante lo absurdo de la vida. Parecen más capaces de superar el sufrimiento
que antes les parecía insoportable. El hecho de que la vida siga siendo dolorosa ya no les
impide vivir.
Son más capaces de enfrentarse con su temor, eliminando así el dominio que éste ejerce
sobre ellos. Es como la idea de que los alcohólicos beben porque tienen miedo de tener
miedo. Una vez
que nos hemos enfrentado de verdad al terror que es real, podemos vivir con él, en lugar de
huir de él perpetuamente.
Tal vez la mejor manera de explicar el crecimiento sea pensarlo como el modo de lograr un
estado de equilibrio entre la pertenencia y la individualización. El crecimiento es un
proceso
96 DANZANDO CON LA FAMILIA
que dura toda la vida y consisteen la lucha constante por lograr mayores niveles de
pertenencia, yuna mayor individualización. La corriente entre una y otra crea la flexibilidad
necesaria para expandirse y agregar más en los dos sentidos. Cuanto más nos atrevemos a
pertenecer, más libertad tenemos para ser independientes. Cuanto mayor es nuestra
capacidad de individualización, más libertad tenemos parapertenecer.
Capítulo 5
EL PROCESO SE PERSONALIZA:
SE CUESTIONAN LAS RIGIDECES Y SE ABREN CAMINOS
Una vez que se ha completado el encuentro inicial y se han intentado algunas de las
políticas introductorias, el carácter del proceso de la terapia empieza a cambiar. Mientras
que la prime ra sesión suele estar coloreada por la fantasía de curación con la que llega la
familia, en la reunión siguiente la perspectiva cambia. El terapeuta empieza a ser una
persona, y no la imagen bidiménsional de un gurú. En este momento deseo guiar el
suprasistema terapeuta-familia que se está desarrollando en la dirección de una mayor
apertura y honestidad. Quiero que se vuelva más personal.
Mi manera de hacerlo es responder a la familia de una manera más personal. Cuando soy
capaz de ser más personal en mis respuestas, las sesiones naturalmente se deslizan en esa
direc ción. Hay una divertida paradoja en esto. Cuando me esfuerzo en ser más personal ó
respondo con la intención de obligarlos a ellos a responder de la misma manera, no pasa
nada. Por obligación, el afecto no funciona. Es necesario que surja libremente de mi
capacidad de crecimiento para experimentar su sufrimiento y relacionarme con su esfuerzo.
Decir incluso que trato de ser más personal suena demasiado artificial. Se trata más bien de
estar más vivo. Si puedo estar realmente allí, en el presente, lograr una sensación personal
de sufrimiento, entonces puedo ser instintivamente receptivo a lo que está sucediendo. Mi
responsabilidad ante la familia es ser
98 DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO SE PERSONALIZA 99
todo lo personalmente receptivo posible. Lo cual difiere de ser responsable por ellos o
simplemente reactivo. No actúo sólo por reacción ante ellos, sino que les ofrezco también
una vislumbre de mis propias respuestas internas. En otras palabras, ellos tienen la
experiencia de mi propia experiencia, no sólo una devolución de lo suyo.
Por ejemplo, en algún momento de la segunda entrevista a menudo surge el siguiente tipo
de comentarios:
Carl: Escuchen una cosa, estoy preocupado por nosotros. Hace veinte minutos que estoy
sentado aquí y no he tenido sensación alguna del sufrimiento que dicen estar padeciendo.
Tenemos que solucionar esta situación o no les serviré para nada. ¿Cómo pueden atraerme
lo suficiente para hacerme sentir conectado con ustedes?
Carl: ¡Oh! ¡Es alarmante! Esa mirada que acaba de dirigirle a su marido. Tuve la seguridad
de que usted podría clavarle realmente un cuchillo si él le volviera a pegar.
¿Qué opina usted, Jim? ¿Su mujer dejará por fin su papel de «don Nadie»?
mental que ellos asuman la responsabilidad de ponernos en marcha. Si yo me adelanto a
romper la tensión dándoles un centro de atención, los privo de la experiencia de hacerse
cargo de su propia vida.
Después de unos momentos, Vanessa dio pie para seguir trabajando. Planteó que sus padres
trataban de recibir demasiada atención de sus hijos. Si bien el comienzo fue lento, era
evidente que se esforzaban. Por último, la conversación se centró en el hecho de que la
madre le había pedido a Marla que la ayudara a decidir qué ropa traer para esta experiencia
de tres días. Luego comentó que había olvidado su camisón y también el pijama de su
marido. Cuando ella pronunció esas palabras, surgió en mi mente la imagen visual del
padre y la madre desnudos revolviendo en la maleta. Me uní instintivamente a la
conversación.
La alusión al camisón y mi asociación fueron suficientes para indicarme el trasfondo
sexualizado de ese momento. Con la intención de tomarles el pelo, subrayé más
directamente el tema de la sexualidad. Mi intención era descubrir lo encubierto. Esta actitud
brinda la oportunidad de centra la atención en un tema cargado emocionalmente.
Carl: Mire, Jill, la manera que tiene Larry de ponerse furioso cuando usted dice que se
siente sola me hace pensar que es posible que él la ame después de todo. ¿A usted nunca le
da esa impresión? ¿Que se siente él tan incapaz que se desquita con usted?
DESAFIAR A LA FAMILIA PARA QUE CREZCA
Cuando nos reencontramos a la mañana siguiente, la familia había recuperado la
compostura. Aun así, el nuevo día vino teñido de tentativas e incertidumbre. ¿Cómo
haríamos para volver a empezar? ¿Quién tomaría la iniciativa? ¿Cuáles eran las
expectativas de todos nosotros? ¡Es un período importante! Es funda
Vanessa: Tú deseabas algún tipo de ayuda.
Doris: De atención.
Van: Marla dijo esta mañana que querías... que estabas poniendo ropa en una maleta y
querías saber qué ropa traer. ¡Le estaba preguntando a Marla!
Madre: Sí.
Padre: Sí.
100
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EL PROCESO SE PERSONALIZA
Madre: Sí. Yo no sabía qué traer. De todos modos, me olvidé el camisón. Y tampoco traje el
pijama de él.
Carl: ¿No trajo tampoco el pijama de él? Bueno, me parece que se han metido en un lío.
¿Qué van a hacer esta noche? Pueden pedir habitaciones separadas.
(Risas.)
A estas alturas me sorprende el trasfondo sexualizado. Mi comentario es una respuesta ante
esta sensación. Los provoco hablándoles del deseo de estar desnudos y actuar
inocentemente.
Carl: Creo que es hermoso que ella pueda admitirlo delante de vosotros. La educación
sexual es algo difícil de abordar. Sobre todo si se trata de que tu madre lo haga.
Madre: Es algo... cuando estaba embarazada de Marla traté de explicarles lo que pasa con
los bebés. No sé si les dije lo suficiente.
Carl: Su marido probablemente les dijo que era como con las vacas.
Madre: Yo no les conté realmente eso.
Carl: Los problemas de los «viejos» se vuelven complicados.
Marla: Sí. Las vacas y los toros.
Madre: ¡Así es! ¡Así, realmente! ¡Es terrible!
Van: Pienso que es hermoso.
El comentario de la madre ratifica que se trata de un problema. Su capacidad para reírse de
sí misma, con la exagerada exclamación «¡Es terrible!», permite seguir con la atención
centrada en la sexualidad.
Madre: Les conté más sobre el parto, no cómo el bebé se mete ahí.
Dor: Nos mostraste algunos libros.
Madre: Sí, yo pedí algunos libros, pero eran tan densos que no pude siquiera... Los puse
bien arriba en la biblioteca. No sé. Pero compré libros.
102
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EL PROCESO SE PERSONALIZA
103
Carl: Si alguna vez se pone muy nerviosa por el sexo puede buscar una escalera y subir a la
biblioteca.
(Risas.)
Dor: ¡Si lo necesitas realmente, de verdad!
Carl: Esto no se puede conseguir en la farmacia de la esquina.
(Silencio.)
Van: En este momento se trata de un tema algo difícil para mí.
Este silencio notable, incómodo, indicó que se sentían menos a gusto con el tema de la
sexualidad. En este punto pueden decidir seguir o retroceder.
Al tener claramente a la sexualidad como centro de atención, Vanessa optó por correr el
riesgo de ser más personal. Este es un buen ejemplo de lo que llamo «sembrar en el
inconsciente». Al ayudarlos a enfrentarse al trasfondo sexual, les hago saber que me doy
cuenta de que es un problema real. Estoy dispuesto a afrontarlo, pero no voy a forzarlo. La
opción es de ellos.
Carl: ¿La educación sexual?
Van: Sí. Bueno, el sexo y el amor. Están separados... No sé. Tengo dos imágenes. Una es la
de casarse y tener bebés. Es algo doloroso, difícil y serio. Una se encuentra atada y yo no
quiero tener nada que ver con eso. La otra parte consiste en que el sexo es divertido y
alegre, y por lo tanto es divertido ser soltera. Es como si fueran dos cuadros totalmente
diferentes.
Cuando empiezo a pensar en casarme, tengo un montón de sensaciones contradictorias. Me
ha costado mucho encontrar un compañero adecuado para mí. No sé realmente si elijo mal
o si repito el mismo problema. Es algo que me preocupa.
Carl: ¿Le preocupa el temor de no «hacerlo» nunca?
(Risas.)
El uso de los mensajes con doble sentido producen un doble «gancho». Estos comentarios
pueden llevar a mayor apertura y libertad. En este caso, la familia «pescó» el sentido jocoso
de la frase «hacerlo nunca».
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DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO SE PERSONALIZA 105
Van: ¡Sí!
Carl: Muy bien. ¿Tú tienes la sensación de que el sexo puede impedir el amor? Yo tengo
una fantasía que... una de las cosas de la generación joven contra la que lucho es... y soy
como la madre de tu madre, me siento anticuado... es como si un pene y una vagina se
fueran de viaje juntos pero no hubiese persona alguna. Espero que la gente no llegue nunca
ahí.
Aquí, también, la capacidad de dejarlos con otra metáfora visual, la del pene y la vagina en
una cita, es interesante. Tal vez revele algo sobre el tema del sexo sin amor.
Mi comentario de que me siento anticuado constituye un esfuerzo para alejar la posibilidad
de ser descalificado por no estar al corriente. Como yo mismo me he decía= rado estúpido,
ellos tienen menos necesidad de hacerlo.
so de desciframiento, en el cual yo los oí hablar de sexualidad a través de la metáfora de
haberse olvidado el camisón y el pijama. Si bien ellos pueden no haber sido conscientes de
esta comunicación, para mí fue suficientemente clara.
El proceso de estar abierto a mis asociaciones internas es fundamental para mi trabajo. Es la
manera en que puedo participar personalmente. Además, hace que la sesión sea una verda
dera experiencia para mí. No estoy limitado por la idea de que me encuentro ahí sólo para
ayudarlos. Estoy ahí también para lograr algo personal para mí mismo. Si yo puedo
liberarme del rol del que ayuda, la familia puede liberarse de la necesidad de ser inferior.
Pueden conservar el coraje requerido para explorar sus propias vidas con la sensación de
una aventura. Vanessa manifestó esta capacidad al abordar tan abiertamente sus
preocupaciones sobre la sexualidad.
Su disposición a hacerlo refleja no sólo su coraje sino también el hecho de que yo corrí el
riesgo de abordar el tema de la sexualidad. Al compartir nuestras propias respuestas y
reacciones, pueden abrirse nuevos territorios.
Al continuar la sesión, salió a la superficie una interesante dinámica triangular entre
Vanessa y sus padres. Yo quiero ayudar rotulando los componentes patológicos de esa
dinámica. Al romper una rigidez, espero promover la apertura de un camino.
Padre: Vanessa se preocupa demasiado por las cosas que no le afectan a ella.
Carl: ¿Como la artritis de su madre?
Iniciar tan pronto un tema tabú como el de la sexualidad me sorprendió bastante. Es más
bien inusual que se desarrolle una conversación como la descrita tan pronto en la terapia.
Consti
tuye una manera atípica de establecer una relación terapéutica más abierta. Sin embargo, yo
la percibí en su conversación y opté por ponerla de manifiesto. Se trata en realidad de un
proce
Padre: Sí, y como el hecho de que Gail y yo no nos llevemos tan bien en casa. Yo sé que
ella es sensible. Cuando escribo una carta, siempre contesta llamando por telé-
106
DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO SE PERSONALIZA
fono. Por lo tanto, no escribo más. La irrita y se preocupa. En la última carta que escribí,
me olvidé de poner la dirección y vino de vuelta.
Madre: Yo le digo: «No le escribas, porque ella se preocupa mucho por la familia». Le
cuenta que las cosas no van tan bien. Y claro, eso es peor. Yo directamente no le digo nada.
Van: Bueno, yo prefiero tener noticias vuestras. Ya sé que a veces reacciono de una manera
exagerada.
Madre: ¡Y tanto que reaccionas de una manera exagerada!
Van: Me gusta saber qué está pasando.
Carl: ¿Prefiere la dolorosa verdad en lugar de las hermosas mentiras de mamá?
Van: ¡Sí!
Carl: ¿Sabías que tu madre te mentía?
Carl: Como ella estaba diciendo: «! No se lo cuentes!».
Madre: Le digo a papá que no te lo cuente.
Van: Tengo la impresión de que te gusta guardar secretos. ¡Y no me gusta! Sé que lo que
quieres es protegernos, pero creo que es duro para ti.
Madre: Sí, yo soy la gran protectora.
Carl: Así que usted sigue pensando que ellos todavía tienen cuatro o seis años.
buscando maneras de evitar el contacto real con los demás. Aquí tenemos un ejemplo.
Cuando se retiene información, puede evitarse el malestar pero se fomenta el
distanciamiento. Lo que trato de hacer es investigar este insidioso proceso rotulándolo con
una etiqueta menos benevolente. El hecho de llamar mentirosa a la madre obliga a ponerlo
de manifiesto y permite hacer una reevaluación.
Van: ¿Mentirme? ¡No!
Una de las formas en que las familias se bloquean es
Madre: ¿Qué quiere decir?
108
DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO SE PERSONALIZA 109
Carl. Bueno... ¡que son demasiado jóvenes para saber!
Madre: Sí.
Van: Es verdad. A veces nos tratas como si fuésemos verdaderamente pequeños. Como si
no pudiésemos enfrentarnos a la verdad.
Para poder alterar este proceso, es necesario desprestigiar la idea de que esto cumple una
función positiva de protección. Les estoy ayudando a verlo como algo que infantiliza o
inhibe el crecimiento. Una vez que se lo ha definido de esta manera, la familia tratará de
corregirlo.
estaban haciendo para impedir que resurgiera la tensión. Cuando uno les quita la red de
seguridad que implica la conversación sobre un miembro ausente, se crea un vacío que
ellos deben llenar. Esto significa que los que están presentes tendrán que dar un paso
adelante o dejar que la sesión fracase.
En este caso en particular, alenté a Vanessa para que se arriesgase. A menudo soy menos
participátivo y espero que ellos tomen la decisión.
Carl: Permítanme que volvamos atrás. Hablemos de tus problemas en lugar de hablar de
Gail, hasta que la tengamos aquí. Es un poco injusto hablar de ella a sus espaldas.
(Pausa.)
La palabra «mentira» tiene algo de especial. Es una palabra que no pasa desapercibida. Es
una palabra difícil de ignorar. Cuando se elige una palabra de tanta fuerza, una discusión
que
podría haberse olvidado rápidamente cobra mucha importancia. Al atacar un proceso
interactivo que evita la intensidad y disminuye así la intimidad, abro el camino para
desarrollar un tipo de comunicación más abierto y honesto.
No creo que se pueda lograr el mismo efecto recurriendo a los eufemismos. Lo que se
necesita es una experiencia, algo que se sienta, no sólo que se comprenda. Además, no me
interesa ser absorbido y tener que aceptar el estilo de la familia. Ellos son capaces de alejar
las crisis restándoles importancia. Yo tengo que desafiar este estilo apaciguante.
Al continuar la sesión, empezaron a hablar con soltura de Gail, la hija ausente. La sesión
inmediatamente se calmó. Decidí entonces desafiar este statu quo. Quería bloquear el
esfuerzo que
Van: Muy bien. (Pausa.) Una de las cosas de las que deseo hablar es de mis relaciones con
los hombres. Me siento frustrada porque no encuentro pareja. En cierto modo me parece
que esto tiene que ver con el tipo de relación que tengo con papá.
Me siento triste, verdaderamente triste y harta. (Empieza a llorar.) No sé cómo encontrar a
alguien que realmente me ame. ¡No lo aguanto más!
DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO SE PERSONALIZA
Madre: Ella tiene un carácter bastante fuerte. Es agresiva. No sé, pero ahora muchas chicas
son así.
Padre: Bueno, tal vez todo esto provenga de cuando tú naciste, porque te quedaste con la
abuela.
Madre: Sí, tal vez.
Van: No sé.
Madre: No resultó demasiado bien. Cuando la tuve a ella nos quedamos con mi madre
durante seis semanas porque me sentía muy débil.
Van: No sé si proviene de ese momento. Lo único que sé es que me resulta difícil encontrar
un hombre que me ame.
Cuando Vanessa aborda una zona de gran sufrimiento personal, sus padres intentan diluir la
intensidad. Se alejan del presente, optando por un tema histórico. Vanessa persiste, creando
así un nuevo camino en el mapa dula familia.
Van: No lo entiendo. Me importa mucho. Ahora estoy saliendo con este hombre, Mark. Me
interesa mucho, pero no es para mí. Tiene otra novia.
Madre: Entonces no deberías perder el tiempo con él.
Van: No sé por qué sigo saliendo con hombres que ya tienen compromisos. Hace doce años
que hago lo mismo. Estoy realmente cansada. Cuando llegué a los treinta, algo se despertó
en mi interior ¡y decidí que tenía que cambiar esta manera de proceder!
Cark ¿Y qué me dices de un hombre a quien tú quieras?
Van: Los encuentro y luego se van. Se van siempre, o ¡me rechazan!
Padre: ¡Sí!
Van: Para celebrar mis treinta años hice una gran fiesta de cumpleaños. Uno de mis amigos,
Peter, conoció - a una de mis amigas y se fueron juntos. Siento que perdí
Padre: Parece que es la tendencia actual.
DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO SE PERSONALIZA
a otro hombre del que me estaba empezando a enamorar realmente. ¡Siento que me sigue
pasando lo mismo!
Padre: Tal vez te parezcas a mí en ese sentido. Yo ya era mayor cuando me casé.
Esta vez el comentario del padre es más personal. Tiene un matiz de preocupación y no de
evasión.
casé fue porque mi madre había muerto. Necesitaba tener a alguien que se ocupase de la
casa. Yo conocía a la familia de mi mujer y sabía que era una buena chica. Pero
probablemente no me habría casado con ella si mi madre no se hubiese muerto.
Madre: No, no lo habría hecho.
Van: Estaba pensando en eso.
Madre: Sí. Se divirtió muchísimo hasta los treinta y tres años.
Mientras que Cristo fue crucificado a los treinta y tres, John se casó.
Padre: Algunas de las chicas con las que yo salía no se han casado todavía.
Carl: ¿Lo que usted quiere decir es que Vanessa no se casará hasta que usted muera?
Padre: ¡Me jubilé cuando me casé!
Padre: No sé. Tal vez se case mayor.
Carl: ¡Qué buena idea! Eso le evita meterse en líos con su mujer.
Padre: La razón por la cual me
Esta fue una respuesta intuitiva, que plantea la posibilidad de considerar el tema de una
aventura. Ellos decidieron pasarlo por alto en este momento.
Madre: ¡Claro que se casará mayor!
Este breve fragmento echa algo de luz sobre parte de los contenidos inconscientes de la
familia. Puede ser que Vanessa esté tratando de evitar el tipo de relación que ella ve entre
sus padres. Lo hace con tanta intensidad que a ella, también, le cuesta mucho.
DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO SE PERSONALIZA 115
Van: Pero me molesta. Me siento muy frustrada.
para llenar el vacío que hay en tu interior?
Padre: ¡A mí no me molestaba! Si estaba saliendo con una chica y ella se iba y se casaba...
Bueno, hay muchos guijarros sobre la playa. Yo. hacía amistades con facilidad.
Van: Yo también trabo amistad fácilmente con los hombres, pero no elijo el adecuado para
una relación. Uno era reservado y no me daba afecto. Otro se fue con otra chica. Ahora
Mark también tiene novia.
Carl: ¿Tiene miedo de que vayas a devorarlo?
Van: Creo que muchos hombres tienen miedo de la intensidad de mi deseo.
Carl: ¿Crees que los devoras
Esta enumeración de relaciones frustradas parecía tener relación con la intensidad de su
necesidad de encontrar un compañero.
Mi intento aquí es ofrecer una metáfora que ilustre la manera en que ella espanta a los
hombres.
Van: Sí.
Carl: No puedes llenar tu propio vacío con otra persona.
Van: ¡Ya lo sé! Tengo que hacer algo conmigo misma. Pero no sé cómo llenarlo.
Últimamente he estado comiendo muchísimo, tratando de llenarme.
El asunto de los contenidos inconscientes y las pautas de la familia tiene mucho peso. La
relación emocional que existe entre los padres suele tener profundas repercusiones en los
hijos. El hecho de crecer en un clima familiar caracterizado por el distanciamiento y la falta
de comunicación entre los cónyuges por lo general provoca problemas relacionados con la
intimidad de los hijos. En este caso en particular, es notable la descripción que hace el
padre del matrimonio como una cuestión práctica. Los hijos se esfuerzan para evitar un
destino similar, pero con frecuencia llegan al mismo resultado.
Nuestra capacidad para enfrentarnos con estos temas de una manera más abierta y directa
puede crear las condiciones que permitan el cambio. Puede romper el conjuro hipnótico que
pa rece mantener la lealtad de los hijos hacia las pautas de la familia. El hecho de
enfrentarse al distanciamiento de los cónyuges y el consiguiente sufrimiento y aislamiento
plantea con intensidad la pregunta: «¿Voy a elegir este camino?». Ofrece la opción de
buscar un tipo de relación diferente.
Más adelante en la sesión, salió a la superficie la red más amplia de la dinámica familiar.
DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO SE PERSONALIZA
Carl: -¿Sabía que si usted desvaloriza a su marido le estaría enseñando a sus hijas a
desvalorizar a sus novios?
Madre: Sí. Probablemente. ¿Usted quiere decir en su presencia? A veces lo hago a sus
espaldas.
Madre: Sí. Es eso.
Carl: ¡Hombre! Qué familia más confusa. ¡Nadie sabe quién es quién!
Madre: Mike y yo podíamos . hablar. El comprende todo con mucha claridad.
Carl: Oh, ya veo. Va apareciendo la verdad.
Madre: Bueno, él siempre se iba. Nunca se sentaba a conversar.
Carl: Podría haberle hecho una zancadilla al cruzar la puerta.
Carl: Así que si Mike es su madre... (risas)... quiere decir que él es la abuela de Marla.
Doris: ¿Quién es mi hermano?
Aquí estoy impulsando la confusión de roles. Quiero que capten realmente ciertos aspectos
absurdos del funcionamiento de la familia.
Madre: El dice que tiene prisa y que ha de irse. Entonces solía ponerse furioso cuando yo
hablaba con Mike.
Carl: ¿Usted quiere decir que Mike era su madre?
Al atribuirle a Mike un rol maternal con respecto a su madre, espero llamar la atención
sobre el carácter disfuncional del triángulo. Una vez más, esta manera de hacerlo es ajena al
estilo normal de la familia. Puede producir un impacto.
Carl: Se vuelve muy complicado.
Me gustaría hablar más sobre esta «técnica» que consiste en jugar con los roles familiares.
Mi intención es exponer algunos de los aspectos en los que los roles o las funciones que
éstos cum plen son disfuncionales. Hacerlo de esta manera medio ridícula suele tener el
efecto de permitir que las familias vean el absurdo de su situación con claridad. El hecho de
que Mike consuele a su madre cuando ella está afligida con su marido es un problema. Esta
especie de alianza transgeneracional puede ser bastante perjudicial para la familia en su
totalidad. Yo quiero perturbar la tranquilidad que les da mantener esa posición, pero no
quiero «enseñarles» cómo ser la familia ideal. Esta especie de juego metafórico con la
estructura de roles destructiva de la familia
118 DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO SE PERSONALIZA
hace que la verdadera adopción de decisiones quede en sus manos. Su capacidad para entrar
en parte de este absurdo indica que pueden trabajar con este tipo de acicate.
La idea de que un terapeuta puede «enseñarle» a una familia a llevarse mejor es
evidentemente narcisista. Me resulta bastante complicado resolver mi propia vida como
para creer que pue do embotellar y exportar mi propio estilo de vivir. Y tratar de vender
algo que yo no soy capaz de vivir es psicopático. Lo mejor que puedo hacer es ayudarlos a
mirarse a sí mismos y a aceptar plenamente la responsabilidad de decidir y vivir.
Pero no se trata de dejarlos solos. Ellos tienen recursos internos y capacidades que hay que
hacer aparecer. Es mi responsabilidad confiar en que esos recursos existan y motivarlos
para que los busquen. Cualquier otro tipo de respuesta es hacerles un perjuicio suponiendo
que en realidad son estériles y están desconectados. Los contenidos emocionales
inconscientes de la familia están siempre allí y son invariablemente ricos. Sólo es necesario
llegar a ellos. Aun cuando haya familias que no cuenten con estos recursos, yo ya he dejado
de amamantar. ¡Me exige demasiado!
Más adelante, en la misma sesión, la madre comenzó a hablar de la frustración que sentía
con el padre. Concretamente se refirió a su conducta cuando iban al baile. Se quejó de que.
él la acompañaba, pero pasaba casi toda la noche bailando con otras mujeres. Afirmó que su
marido no escuchaba sus protestas y la dejaba sola.
Carl: ¿Usted no les decía que le sorprendía que nadie bailase con usted a menos que
estuviese bebido?
Dor: ¿Por qué pasa eso?
Madre: La artritis, un poco. Tienen miedo.
Dor: ¿Tienen miedo de no poder llevarte?
Madre: Pero ellos me ven bailar allí. Pero no quieren... Yo soy rígida. Tienen miedo, creo.
Dor: Bueno, podrías sacarlos tú a bailar. Si ellos tienen miedo de sacarte a ti... pero si vas y
les dices: «¡No me voy a romper una pierna! ».
Carl: O podría hacer que su marido se niegue a bailar con nadie a menos que encuentre a
alguien que baile con usted.
Aquí estoy subrayando el hecho de que ellos constituyen una pareja. Que lo que hace uno
tiene consecuencias en el otro. Asimismo estoy alentando a la madre a ser menos pasiva y a
darse cuenta de que ella podría actuar.
Madre: No, no se lo decía. Es cierto que me molesta que nadie baile conmigo.
Madre: Sí. Bueno, eso es lo que sucede. Quiero decir si una pareja... él saca a bailar a la
mujer, ¡y el tipo se que
120
DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO SE PERSONALIZA 121
da allí plantado o se va! Así sucede siempre. ¿No es cierto, papá?
Padre: Sí, así es. Ultimamente no he estado bailando con muchas otras.
Carl: ¿Por qué no le dice al tipo: «Mi mujer es una buena bailarina y a mí me gusta la suya.
¡Hagamos cambio! ».
(Los hijos se ríen entre dientes.)
Madre: Sí.
Carl: «¡Te veré en el desayuno!»
(Risas.)
Ahora he tomado su juego social y lo he vuelto sexual. Al ampliar el escenario, estoy
contaminando su cómoda falta de coraje.
Quiero que tengan más libertad para asociar esto del baile con una infidelidad más
profunda. Al hacerles saber que creo que el asunto del baile tiene un componente sexual, he
aumentado su ansiedad. Su nivel de comodidad ha sido contaminado. En el próximo baile,
el juego será diferente.
Carl: Tenemos que parar.
Padre: Sí. Es un enfoque diferente.
(Risas.)
Carl: ¡Usted podría ofrecerse para pagar el desayuno!
(Risas.) Al desarrollar esta conversación en presencia de los hijos, estoy destruyendo
la fan tasía que sus padres son seres asexuados. Intento que puedan reírse de sí mismos.
Como la acusación de infidelidad queda en el nivel de la inferencia, ellos no pueden
realmente rechazarla. ¡Terminar con las cosas en el aire, con una sensación de algo
inacabado o confuso, suele llegar a producir una integración y crecimiento reales!
Una vez más, esta clase de siembra puede producir un fuerte efecto. Todo el tema de la
infidelidad ha sido abordado de manera que ellos pudieran oír, pero sin sentirse presionados
a responder. Si termina por ser real, producirá resonancias después.
Desde una perspectiva «técnica», esta clase de interacción puede ser considerada un
movimiento de amplificación. Tomo lo que ellos presentan, un problema reiterado en los
bailes, y subo la apuesta dando a entender que significa mucho más. Mi actitud puede
producir el efecto de contaminar la comodidad que ellos sienten ante esa situación.
Modificará el contexto del
122 DANZANDO CON LA FAMILIA
EL PROCESO SE PERSONALIZA 123
próximo baile. ¡Pueden seguir realizando el juego, pero ya no podrán dejar de percibirlo!
Pregunta: ¡Carl, todo esto es brutal! ¿Estás diciendo realmente que el baile es una aventura
sexual?
Respuesta: ¡Desde luego! Creo... la idea de que una aventura amorosa lo único que tiene es
una vagina y un pene es absurda. Tenemos aventuras psicológicas continuamente.
Este hombre tiene aventuras psicológicas con todas esas personas cuando baila. El baile es
una experiencia sexual. Pones tu pierna entre las de la mujer y ella pone la suya entre las
tuyas. Lo que debería haber dicho, pero no dije, es que tal vez los hombres no bailan con
ella porque su aspecto es demasiado sensual y tienen miedo de tener una erección.
La idea de quedarse para el desayuno, es lo que llamo sembrar en el inconsciente. Los deja
con una extrapolación de su fantasía, porque la mía va más lejos.
Mira, ésa es la idea más absurda, que la educación que da el terapeuta profesional no se
diferencia en nada de la que da el predicador, los diez mandamientos, el mandato cultural, o
el vecino. ¡No puedes hacer eso! Enseñar... ¡no somos capaces de dirigir nuestra vida
usando la introspección intelectual! Tiene que ser algo más penetrante. De eso se trata
cuando nos referimos al inconsciente. De eso se trata cuando hablamos de sembrar su
fantasía. Y no tienes que preocuparte por echar demasiadas semillas. La parábola de Cristo
sobre aquel sembrador que arroja las semillas... si no caen en tierra fértil, las semillas no
crecerán. ¡Si caen en tierra fértil, crecerán! Entonces, salga lo que salga será cosechable. De
modo, que creo que es muy posible que esto los afecte unas semanas después.
Pregunta: ¿Así que no crees en la educación?
Respuesta: Tal vez al final de la terapia puedas empezar a decir cosas que por tu relación
con ellos sean bastante significativas para durar, pero habitualmente la educación no es
terapéutica.
Pregunta: Bueno, realmente parece que estuvieras echando leña al fuego. Que les estés
haciendo imposible...
Respuesta: ¡No puedes tener un orgasmo si no te calientas! Tienes que movilizar a estas
personas. No puedes simplemente quedarte con la vida que llevan. Estás tratando de
incrementar su vitalidad para hacerla más provechosa y agradable.
Pregunta: Bueno, permíteme hacerte una pregunta simple: ¿por qué no les enseñas? ¿Por
qué no los educas y les dices directamente que necesitan comunicarse mejor? ¿Que tienen
que ser más respetuosos el uno con el otro? ¿Que tienen que ser más amables entre ellos?
Respuesta: Hombre, ¡me alegra que hayas sacado el tema!
Capítulo 6
EL DILEMA UNIVERSAL: HOMBRES SIN ESPERANZA Y MUJERES
ESPERANZADAS
Mujer: Dime que me amas. Marido: Te amo.
Mujer. ¡No lo dices en serio!
¡La vida es absurda! Buscamos por todas partes tratando de encontrar intimidad y un
compromiso personal y, al final, cuando aparece la posibilidad, la rehuimos aterrorizados. A
menudo es más cómodo definirnos por nuestros roles sociales -soy un terapeuta, o un padre,
o un marido- que enfrentarse con la realidad de ser humano. Cuanto más hablamos de ser
personales, mayor es la fuerza con que nos adherimos a nuestras funciones de roles.
Así como cada persona debe luchar con este dilema, también cada familia debe hacerlo.
Cada familia comprende una matriz compleja de valores, imágenes y mitos que tienen que
ver con el territorio que le corresponde al ser humano. ¿Qué grado de apertura tenemos
entre nosotros? ¿En qué medida nuestra familia está determinada por los roles? ¿Podemos
afrontar nuestros impulsos o tienen que estar ocultos? ¿Los hombres y las mujeres son más
similares o más diferentes? ¿Los hijos son personas autónomas o simples reflejos de sus
padres? ¿La familia allegada ha de ser valorada o temida? Los temas son infinitos. El
proceso de abordarlos es eterno.
126 DANZANDO CON LA FAMILIA
EL DILEMA UNIVERSAL
127
Uno de los temas cargados afectivamente en la familia cuyo caso estamos siguiendo es el
tema de las relaciones hombre-mujer. Cómo se relacionan, cómo se mantiene la distancia y
cómo
buscan la intimidad son cuestiones fundamentales. Cuando volvemos a las sesiones,
Vanessa está hablando de su anterior participación en un grupo de meditación y de sus
dificultades con respecto a los hombres.
Vanessa: Medito todas las mañanas durante diez minutos pero no asisto a prácticas o grupos
especiales ni nada de eso.
Carl: ¿Cómo lograste liberarte? O, mejor dicho, ¿alguna vez estuviste realmente
enganchada?
Van: ¡Oh, sí! ¡Estuve realmente enganchada! Creo que me alejé de la meditación y esas
prácticas para poner mi. energía en mis relaciones personales.
respecto al novio que no resultaba, era que de algún modo estabas tratando de poner a tu
novio en el lugar del gurú que tenías antes.
Van: Ya lo sé. Es cierto. Mi novio solía decirlo. Me decía: «Confundes a tus novios con tus
gurúes».
Carl: ¿Te parece que podrías vivir sin tener un gurú?
Van: ¿O un novio?
Uno de los problemas reales de la vida es empezar una relación con la fantasía de ser
protegido y cuidado. Esperar que el novio la proteja de la necesidad de ser una persona real
es peligroso. Si él no lo hace, usted se sentirá terriblemente desilusionada. Y peor aún, si él
lo hace, usted no será nadie.
Carl: ¿Cómo lo hiciste?
Carl: No, no.
Van: En mis relaciones amorosas.
Van: ¿Sólo sin un gurú?
Carl: ¡Vaya, vaya! Es lo que dije en mi discusión (después de las sesiones de ayer). Que
sospechaba que tu sufrimiento de ayer, con
Carl: Sí. Porque si pudieras vivir sin un gurú, tal vez podrías tener un novio.
Madre: Exacto.
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DANZANDO CON LA FAMILIA
EL DILEMA UNIVERSAL
129
Van: Eso me... me... me asusta. Siento que necesito algo a lo que aferrarme.
Aquí Vanessa es capaz de expresar con palabras el sentimiento de querer ser protegi da.
Quiere hacer creer que es otra vez una niña, esta vez consiguiendo el cuidado y la
protección que desea.
La fuerza de su necesidad sugiere que se trata de un aspecto que hay que investigar más a
fondo. Trato de relacionar estas necesidades con la familia y su deseo de obtener más
atención del padre.
en mi relación con él. Creo que no podría decirle: «Papá, ¡estoy realmente asustada!». No
creo tener este tipo de relación con él.
Carl: ¿Cuándo dejaste de abrazar a tu padre?
Van: Oh, ¡no sé!, ¡no sé! (cada vez más ansiosa) ¡Ni siquiera lo sé!
Carl: ¿Cuando eras pequeña, eh?
Van: Sí.
Carl: ¿Y no puedes aferrarte a tu padre?
Madre: ¡Sí! ¡Exactamente!
Carl: ¿Tuviste la sensación de que él temiera que tú le suscitases algún sentimiento sexual?
Van: Sí. No lo sé.
Carl. Ayer dijiste que este asunto del novio tenía algo que ver con tu padre.
Van: Sí.
Carl: ¿Crees que no puedes aferrarte a él porque no se aferra a Dios como un gurú?
Van: No sé. Sólo pasa que no me siento realmente segura
Van: Sí. Tuve esa sensación.
A medida que analizábamos la dificultad real que tenía para acercarse a su padre, se ponía
más y más ansiosa, lo cual se acentuó especialmente cuando le pregunté cuánto hacía que
no abrazaba a su padre. Mi reacción pretendía hacer salir este tema a la superficie. Al poner
de manifiesto la ansiedad relativa al tabú del incesto, espero ayudar a Vanessa para que vea
su vida actual con mayor claridad.
e!
Van: Sí. No lo sé.
Carl: Ayer dijiste que este asunto del novio tenía algo que ver con tu padre.
Van: Sí.
Carl: ¿Crees que no puedes aferrarte a él porque no se aferra a Dios como un gurú?
Van: No sé. Sólo pasa que no me siento realmente segura
DANZANDO CON LA FAMILIA
Aquí Vanessa es capaz de expresar con palabras el sentimiento de querer ser protegi da.
Quiere hacer creer que es otra vez una niña, esta vez consiguiendo el cuidado y la
protección que desea.
La fuerza de su necesidad sugiere que se trata de un aspecto que hay que investigar más a
fondo. Trato de relacionar estas necesidades con la familia y su deseo de obtener más
atención del padre.
en mi relación con él. Creo que no podría decirle: «papá, ¡estoy realmente asustada!». No
creo tener este tipo de relación con él.
Carl: ¿Cuándo dejaste de abrazar a tu padre?
Van: Oh, ¡no sé!, ¡no sé! (cada vez más ansiosa) ¡Ni siquiera lo sé!
Carl: ¿Cuando eras pequeña, eh?
Van: Sí.
Carl: ¿Tuviste la sensación de que él temiera que tú le suscitases algún sentimiento sexual?
Van: Sí. Tuve esa sensación.
EL DILEMA UNIVERSAL
A medida que analizábamos la dificultad real que tenía para acercarse a su padre, se ponía
más y más ansiosa, lo cual se acentuó especialmente cuando le pregunté cuánto hacía que
no abrazaba a su padre. Mi reacción pretendía hacer salir este tema a la superficie. Al poner
de manifiesto la ansiedad relativa al tabú del incesto, espero ayudar a Vanessa para que vea
su vida actual con mayor claridad.
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DANZANDO CON LA FAMILIA
Carl: ¿Tienes alguna idea de cuándo fue? Porque para mí fue muy claro, desde luego se me
hizo más claro, con los años, el hecho de que mi madre sintiera pánico por sentir una
atracción sexual hacia mí, cuando yo tenía trece años.
Van: Hummmmmm.
Carl: ¿Tienes alguna idea de cuál era tu edad cuando ni tú ni tu padre podíais soportar
vuestra mutua atracción?
Al compartir esa parte de mi vida, le he dado a la cuestión de los sentimientos se xuales
existentes entre padres e hijos un carácter normal. Esto por lo general atenúa la actitud
defensiva de los pacientes.
Se trata de una manera de comunicación difícil derechazar. Ellos podrían haber pasa do por
alto fácilmente cualquier pregunta directa sobre los sentimientos incestuosos. Sin embargo,
cuando me oyen hablar sobre mi propia vida, no pueden invalidarla con tanta facilidad. Es
parte de mí, no de ellos. Pero como además es universal, ¡también se refiere a ellos!
EL DILEMA UNIVERSAL 131
Van: Diría que un poco después de los doce años. Es la edad que me viene a la mente.
La forma cómo Vanessa respondió a mi pregunta con respecto a la falta de acercamiento
físico con su padre indicó que se trataba de una zona cargada. Una vez más, mi inclinación
natu ral fue la de llevarla a un nivel de mayor ansiedad. Para dar a la familia el beneficio de
ahondar en nuevas zonas.
No se trata realmente de una cuestión controvertida, sin embargo, tan sólo estoy poniendo
de manifiesto una realidad universal. Por el hecho de sacar los impulsos a la luz no se los
crea, simplemente se los expone. Los padres tienen sentimientos e impulsos sexualizados
con respecto a sus hijos y éstos con respecto a sus padres. Lo que suele hacerlos tan
peligrosos es el pánico que los lleva a negarlos. Si uno se aparta de sus hijos como reacción
ante esos impulsos que lo descentran, se perjudica a la familia. Yo quiero que ellos sean
capaces de afrontar el impulso, no de vivir aterrorizados por él.
La decisión de compartir con ellos esta parte de mi vida se basa en mi convicción de que
para poder penetrar realmente es necesario ser personal. Cuando los miro, tengo que ser
capaz de encontrar parte de mí mismo. Cuando ellos me miran a mí, deseo que encuentren
parte de sí mismos. La capacidad de ver al otro como un ser humano es fundamental para
cualquier terapia. No temo que me consideren inepto o incapaz a causa de la información
que decido darles sobre mí. No necesito su aprobación o adoración para sentirme bien
como persona. Cuando el terapeuta depende de la respuesta de sus pacientes para sentir que
vale, algo anda mal. Le impide ser un terapeuta y lo coloca en un Vínculo sociopático.
En realidad, todo este asunto de tratar de eludir la dicotomía profesional de «terapeuta
sano» y «paciente enfermo» es jun fenómeno interesante. El mantenimiento de la dicotomía
crea una brecha tal que los intercambios reales son minimizados. Deja a
132 DANZANDO CON LA FAMILIA
EL DILEMA UNIVERSAL 133
los pacientes con el convencimiento de que nosotros podemos arreglarlos y de que ellos son
lo suficientemente anómalos para necesitar ese arreglo. Tal vez lo que resulta más
destructivo es la ilusión de grandeza que imprime en el terapeuta. Parece que la capacidad
de un terapeuta de ser útil está directamente relacionada con la aceptación del hecho de que
no puede ayudar.
Pregunta: ¿Y cuál es la diferencia? Porque, loco y estúpido... ¡lo dices como si fuera
diferente!
Respuesta: Bueno, si eres estúpido y loco terminas en un hospital psiquiátrico. Si eres
inteligente y loco, terminas como Picasso y haces un aporte al mundo. O por lo menos te
ganas la vida como yo.
Pregunta: Carl, fue una conversación densa. Usaste tu vida, tu propia experiencia para
hablar de un tema muy difícil y personal. ¿Por qué hurgaste en todo este asunto del incesto?
Y todavía peor, ¿por qué metiste a tu madre en esto?
Respuesta: Bueno, creo que cuando uno habla de la sexualidad transgeneracional, hay que
justificar el hecho de ponerlos al descubierto poniéndose uno mismo al descubierto. Si no
lo haces, estás actuando pornográficamente. ¡Estás jugando sucio! Si te pones al
descubierto,... y creo que lo puedes hacer sólo si has tenido suficiente terapia para no tener
que pedir ayuda en ese tema... lo cuentas simplemente como una experiencia simbólica de
tu pasado. Con esta actitud se logra abrir el terreno para que ellos puedan pensar sobre eso.
Trato de no pedirles que comenten su experiencia. Les puedo hacer preguntas académicas
como por ejemplo: « ¿Cuántos años tenías cuando te diste cuenta del temor de tu padre?»,
sin decir nada sobre el momento en que ella se atemorizó. Entonces le puedo contar mi
experiencia con mi madre, porque es un hecho. Y a mí ya no me produce ningún pánico.
Pregunta: Bueno, parece que tu método dio resultado en este caso. Fue eficaz y tal vez útil.
Pero debe haber ciertas directrices sobre todo este asunto. Se supone que no andas contando
la relación que tuviste con tu madre a cualquiera de tus pacientes, a todos los que atiendes.
¿Cómo sabes cuándo hacerlo y cuándo no hacerlo?
Respuesta: No lo decido por anticipado. Creo que uno de los problemas que tienen los
terapeutas con frecuencia es que tratan de desdoblarse. Y en cuanto te desdoblas... Es como
preguntarle a una chica si la puedes besar. Ya es demasiado tarde. Si tienes que desdoblar
tus acciones terapéuticas, eres un impostor. Como reacción ante tu actitud, ellos serán
impostores porque van a distorsionar sus respuestas.
De modo que así es como sucede. Es una experiencia creativa para mí. Supongo que es una
especie de corazonada clínica.
Pregunta: ¡Me sigo sintiendo incómodo! ¿La idea es que cualquier cosa que te pasa por la
mente en la sesión la manifiestas tranquilamente?
Pregunta: ¿Pero no corres el riesgo de que te haga parecer insano? Como si hubieras tenido
esa relación absurda...
Respuesta: ¡Desde luego que soy insano! No tengo intención alguna de tratar de encajar en
el mito de ser sano. Creo que yo soy más loco que ellos. ¡Salvo que me gano la vida con
ello y lo disfruto! Y los estimulo para que sean locos. ¡El problema es cómo evitar que sean
estúpidos!
Respuesta: Claro. Claro. A ver si puedo explicarte... debería haber algún tipo de formación
para hacerlo. Estos veinte, treinta, cuarenta años en la profesión que me respaldan me hacen
sentir mucho más confiado y cómodo para realizar mis intervenciones. Los primeros diez,
quince, veinte años fui protegido, guiado, formado por un coterapeuta para saber modificar,
rechazar, aceptar, darme la clase de libertad que necesitaba porque los dos formábamos
parte del terapeuta. Al igual que
134 DANZANDO CON LA FAMILIA
EL DILEMA UNIVERSAL
135
el progenitor solo, el terapeuta solo está enfermo. La familia es demasiado fuerte para un
solo terapeuta. Es necesario que sean dos los progenitores. Y es necesario que sean dos los
terapeutas. Cuando te haces mayor, cuando llegas a ser una abuela, puedes criar a un niño
sin ayuda. Cuando llego a ser un abue-. lo, puedo tratar a algunas familias sin ayuda. Pero
prefiero tener un compañero y dejar que el equipo haga el trabajo.
Padre: No.
Madre: Yo daba los niños a papá y él sólo los sostenía. Los sostenía pero no los abrazaba.
Simplemente se ocupaba de sostenerlos.
Carl. Los hombres son descorazonadores.
Al continuar la sesión, surgió como centro de atención la capacidad del padre para
comprometerse personalmente. Nos enteramos de que se sintió desplazado por su padre en
su relación con sus propios hijos.
Carl: (dirigiéndose al padre) ¿Cómo fue? ¿Recuerda las veces en que era capaz de abrazar a
su hija mayor?
Padre: Bueno, el abuelo más o menos me desplazó. El lo hacía todo el tiempo.
Carl: Los hombres viejos somos muy seductores. Nos volvemos tan ávidos.
Padre: El quería tener a alguien cerca.
Madre: El quería tener alguien a quien aferrarse y lo hacía. Abrazaba a todos los niños.
Papá no abrazaba a ninguno.
Madre: Sí.
Carl: Por eso hablan de una segunda niñez. Porque la mayoría de los hombres dejan de ser
seres humanos cuando son jóvenes. Cuando envejecen se dan cuenta de lo que se perdieron
y se empeñan frenéticamente en acercarse a alguien. ¿Ha notado algo parecido en él?
Madre: Un poquito, tal vez.
Le estoy ofreciendo al padre la oportunidad de examinar el estado actual de su vida y de
atreverse a mirar su soledad.
Los hombres a menudo parecen tratar de sobrevivir permaneciendo como paraliza dos
frente a la vida real y actuando como si fuesen cosas y no personas. Le estoy ofreciendo al
padre la posibilidad de vislumbrar su condición
136
DANZANDO CON LA FAMILIA
EL DILEMA UNIVERSAL 137
Carl: Desde luego, es complicado con usted porque él puede abrazar a su madre ya que ella
está desprovista de sexualidad. Es como si fuese la madre de él.
Madre: Exacto. Estaba muy ligado a su madre. El y su madre eran así (la madre cruza los
dedos), y su padre estaba afuera.
Carl: Se me ocurrió un pensamiento de lo más absurdo (riendo). Cuando usted dijo que él y
su madre eran así (cruzando los dedos), yo veía los dedos nudosos y que había algo nudoso
entre él y su madre.
Esta comunicación reflexiva de otra de mis imágenes visuales es indicativa de mi creciente
capacidad para actuar libremente con ellos. Ya hemos pasado la fase política inicial. Si bien
la política sigue siendo una parte de la relación, ellos ahora retroceden hacia el fondo.
Es como cualquier otra relación que crece en etapas. Ahora
humana como alternativa a seguir paralizado.
Al compartir mi imagen, ellos se quedarán con el cuadro claro de que había algo malsano
entre el padre y su madre.
me encuentro menos atado a su conflicto con la realidad y más libre para estar en contacto
con mis propias reacciones internas. Se trata de una fase esencial si queremos que nuestras
sesiones sean provechosas. En la medida en que sea capturado por el dilema que tienen
ellos con la realidad y la búsqueda de soluciones, quedo capturado por su sistema. Una vez
dentro de él, quedo neutralizado. Una vez persuadido de este modo, mis esfuerzos se
parecen a los de Alicia, quien mientras corría con la Reina de Corazones, exclamaba: «
¡Cuanto más rápido corro, más atrás me quedo!».
HOMBRES/MUJERES: LA ETERNA DIALÉCTICA
El antiguo axioma: «Los hombres se valen del amor para lograr una gratificación sexual,
mientras que las mujeres se valen de lo sexual para obtener amor», parece tener cierta
validez. Ejemplifica las perspectivas diferentes, primitivas, básicas, que tienen los
elementos masculinos y femeninos de muchas culturas. Si bien en la compleja sociedad
moderna de nuestros días puede parecer que se trata de algo anticuado, es difícil refutar la
evidencia humana.
Para los hombres, lograr intimidad es un asunto imposible. En lugar de buscar un sentido en
las relaciones personales, los hombres tratan de encontrarlo en los logros, la adquisición y
la posesión. Como el niño que colecciona cochecitos o cromos de fútbol, los niños grandes
hacen lo mismo. En lugar de juguetes juntan dinero, o coches deportivos, o empresas... es
todo lo mismo. Los hombres se visten con realizaciones y éxitos. Sin ellos se sienten
desnudos y avergonzados. Se definen a sí mismos por lo que tienen, no por lo que son. La
pregunta misma sobre quiénes son suena incluso grotesca. ¿Qué significa realmente?
¡Pero hay más! Los hombres parecen necesitar este tipo de centro de atención para
protegerse de algo aterrador. La idea misma de dejar realmente que alguien sepa quién es
uno resulta demasiado amenazadora incluso para admitirla. Cuando los hombres se
encuentran con otros hombres, no es tan difícil. En-
138 DANZANDO CON LA FAMILIA
EL DILEMA UNIVERSAL
139
tonces se concentran en asuntos que tienen cierta importancia. Por ejemplo, cómo fue el
partido de fútbol, qué está ocurriendo en la bolsa de valores, mira mi nuevo coche, ¿viste
cómo trabaja la nueva secretaria?
Este nivel de relación, o no-relación si se prefiere, parece ser perfectamente aceptable para
la mayoría de los hombres. Comienza a derrumbarse sólo cuando aparecen las mujeres. Las
mujeres parecen saber que vale la pena buscar la intimidad y que es posible. Yo supongo
que esto viene de la relación íntima que las mujeres tienen con sus hijos en el útero. Al
desarrollarse esa relación, se vuelve una experiencia profunda para la madre. El padre por
lo general no se percata hasta que nace el bebé. No creo que lleguen nunca a tener con los
hijos la misma relación que la madre. Sin duda, la histórica división del trabajo, según la
cual el hombre salía para matar al dinosaurio mientras la mujer protegía a los niños en la
cueva, ha contribuido a este desequilibrio.
A pesar de las objeciones de nuestra cultura actual, creo que la biología trasciende a la
psicología. Desde luego que los hombres pueden aprender a ser más personales y
protectores, pero dudo de que alguna vez puedan ser tan intuitivamente afectuosos como
una madre. Aun cuando se intente forzar el modelo sociocultural tradicional no se logrará
realmente ese resultado. Yo uso la analogía de una rueda de bicicleta para describir el
modelo de la familia tradicional. La madre es el eje de la rueda. Es la responsable del
mundo interior de la familia, de ocuparse de que haya suficiente protección y cuidados. El
padre es la llanta y la goma. Su función es tratar más directamente con el mundo exterior.
El tiene que proteger al resto de la familia de algunos de los aspectos peligrosos del mundo
real, así como también preparar a los niños para ser capaces de enfrentarse a las exigencias
de ese mundo. Los niños son los radios de la rueda. Son lo que unen al padre y a la madre.
Supongo que también tienden a separarlos si llevamos la analogía demasiado lejos. En todo
caso, este modelo no es precisamente el que fomenta la intimidad entre la madre y el padre,
como mujer y marido.
Cuando vuelvo a reunirme con la familia, sale a la luz la ver
sión ideográfica que tienen sus miembros de esta cuestión universal.
Carl: El problema real es, en el caso de la mayoría de los hombres, que ellos abandonan
toda esperanza de conseguir algo de la vida cuando son muy jóvenes. Están entrenados para
enamorarse de las cosas. De las máquinas, de los animales y del trabajo.
Madre: ¡Sí! ¡Sí! ¡Exactamente! Mi marido está enamorado de su tractor. Cuando se
estropeó y dejó de funcionar, se quejaba: «¡Oh! ¡Tengo que tener ese tractor! ¡Sabes que
necesito ese tractor! » Así que Mike tuvo que arreglarlo.
Carl: Con pasión.
Madre: ¡Sí! ¡Con pasión! ¡Es su pasión!
Para el varón, a quien se le enseña desde muy pequeño que el comportamiento emo cional
es frívolo, la vida se vuelve un desafío para encontrar zonas seguras, cuestiones u objetos
en los cuales invertir su esfuerzo..
140
DANZANDO CON LA FAMILIA
EL DILEMA UNIVERSAL 141
Carl: ¿Tiene idea de cuándo dejó de intentar humanizarlo? ¿Cuánto tiempo pasó desde que
se casaron hasta que usted se convenció que él no tenía remedio?
Madre: Oh, no fue enseguida.
(Risas.)
Este comentario subraya la típica lucha de los primeros años de vida matrimonial. La mujer
trata de ayudar al hombre a vivir en el presente. A que se relacione con ella en un nivel
personal. Sus risas confirmaron que reconocía esta lucha y, tal vez, la desesperación de su
realidad.
irremediables, quiero que la madre pueda mirar la realidad de su propia vida. Enfrentarse
realmente al hecho de que su marido no le brinda mucha ternura. Que está sola.
Una de las formas más antiguas que tienen las mujeres para tratar de convencerse de que se
las ama es dejarse engañar por el interés del hombre en el sexo. Si bien es algo que
tranquiliza durante un tiempo resulta deshumanizante a la larga.
Yo trabajo partiendo del supuesto de que antes de que la madre pueda movilizarse
realmente para crecer, tendrá que enfrentarse a la realidad que ella trata de ignorar. Sólo
entonces su sufrimiento y su soledad se vuelven aliados en su esfuerzo para crecer. Hasta
que pueda aceptar el sufrimiento, se mantendrá congelada y aislada. Desde luego, aceptarlo
también será doloroso, pero se trata de un dolor que aporta cierta promesa y esperanza que
no debilita.
Carl: ... ¿y desde entonces usted se ha sentido deprimida?
Carl: Bueno, por lo general no es enseguida porque la mujer suele confundir el sexo con el
amor. No se da cuenta de que el hombre en realidad no ama, simplemente ejerce su
sexualidad.
Madre: Correcto. Bueno, debe de haber sido por lo menos durante un par de años. Tal vez
cinco años.
Mi intento consiste aquí en conducir a la madre nuevamente a la ecuación. Ahora que
hemos establecido que los hombres son
Madre: No sé. Sé que desde que he tenido artritis reumatoidea me he sentido deprimida.
Hace catorce años.
Carl: ¿Está empeorando?
Madre: No lo sé.
Carl: Permítame que le haga una pregunta absurda que acaba de pasar por mi cabeza. ¿Cree
que la enfermedad de Gail ha evitado que empeore su artritis?
142
Madre: Tal vez un poquito. No sé.
Carl. Yo pienso así de las familias.
Madre: No tengo tiempo de pensar en mí misma a causa de ella.
Van: Tú también le gritas muchísimo a Gail. Te enojas muchísimo con ella.
Madre: Sí. Me desquito con ella.
Carl: ¿Así que en realidad usted tiene una aventura con Gail, mientras que su marido la
tiene con el tractor?
Madre: Tal vez.
Se trata de un claro ejemplo de los dobles niveles de impacto que llenan nuestras vidas y
crean las paradojas con las cuales luchamos. Mientras que en la superficie parece que la
capacidad
de la madre para descargarse con Gail puede al menos aliviar su enojo, en niveles más
profundos se vuelve contra ella. No se re
DANZANDO CON LA FAMILIA
Una vez más, las aventuras psicológicas están marcadas por una intensa inversión de
afecto. Esta puede tener el beneficio de permitirle a la madre expresar parte de su rabia
reprimida, pero a la larga es contraproducente.
EL DILEMA UNIVERSAL 143
suelve nada realmente y se refuerza un sistema interactivo triangulado.
Dada esta forma de actuar, Gail ahora está empleada. Si bien la paga es baja, da mucho
prestigio ser el primordial objeto de preocupación de la madre. La consecuencia lógica de
no ser ca paz de crecer nunca constituye un precio bajo a cambio de la seguridad de ser
necesitada para toda la vida con tanta desesperación. Parte del problema es que si bien la
madre puede realmente conseguir algún alivio, en un nivel más profundo ella sabe que se
está escondiendo de los problemas reales que la perturban. Incluso ella puede saber de
algún modo que está perpetuándolos activamente.
Más allá de esto, no es conveniente para el padre que se lo saque del apuro tan fácilmente.
El tiene que sentir que se le necesita... ya sea muerto o vivo. Ser necesitado es una parte
esencial de la vida. La distancia existente entre ellos mantiene desde luego el nivel de
comodidad del padre, pero también contribuye enormemente a que se sienta insignificante.
Tal vez el componente más devastador de esta clase de estilo familiar se relaciona con la
renuencia que ellos tienen a enfrentarse realmente con ellos mismos y con los temas de la
relación que serán transmitidos a generaciones futuras. ¡La fantasía de que uno puede
escapar indemne es absolutamente desastrosa!
Carl: ¿En dónde más hay pasión en la familia? Tuve una sensación cuando su marido hizo
un chiste sobre... es Marla? ¿Ese es su nombre?... ¡Qué absurdo! Mi abuela se llamaba
Marla. Por eso no estaba seguro. Cuando su marido hizo ese chiste sobre lo que había
bebido Marla ayer, tuve la sensación de que hubo una
144
verdadera pelea pasional entre ellos. ¿Es cierto que su padre está preocupado por su futuro?
¿Que cree que va a terminar siendo una mala chica y está tratando de volverla sumisa, para
que sea una buena esposa de algún granjero?
Madre: Creo que es correcto.
Marla: Nunca se me había ocurrido antes. Supongo que podría ser.
Madre: Sí, él está preocupado.
Carl: (dirigiéndose a Marla) ¿Puedes pelear con él? ¿Puedes enfrentarte con el «viejo»?
Mar: Sí.
Carl: ¿Puedes ganar alguna vez realmente?
Mar. No. En verdad, no.
DANZANDO CON LA FAMILIA
Mi impresión era que la queja del padre sobre la conducta de Marla con la bebida era una
manera de decir que él estaba interesado en lo que le pasaba a ella. Si bien tenía la
apariencia de un control, demostraba algún tipo de afecto. Tal vez el único que es capaz de
compartir.
Carl: ¿En verdad, no, eh? Cuando él gana y tú quedas en mal lugar... ¿alguna vez vuelve y
se disculpa cuando descubre que estaba equivocado?
Mar: No.
Carl: ¿Alguna vez se lo pediste?
Mar. No.
Carl: ¿Qué crees que pasaría si lo hiciera? Si tú te dirigieras a él veinticuatro horas después
y le dijeses: « ¡Mira! Lo busqué en la enciclopedia, es "viejo de tal por cual", ¡y estabas
equivocado! ¡Sencillamente equivocado! Me lo hundiste en la garganta hasta que tuve que
ceder. Ahora quiero que te disculpes». ¿Alguna vez lo hizo?
Mar: No.
Carl: ¿Qué crees que sucedería?
Madre: Ninguno de nosotros lo ha hecho.
Mar: Probablemente nada.
EL DILEMA UNIVERSAL
Aquí deseo inculcar la idea
145
146
Carl. Bueno, no me sorprendería, podría estar envejeciendo lo suficiente como para que si
se lo planteas directamente, él tuviera más agallas de las que crees. O más amor, si es que
puedo usar un término algo torpe. ¿Piensas que él te quiere?
Mar. Sí.
Carl. A su manera, ¿eh?
Carl: ¿Crees que él ama a tu madre?
Mar: Sí.
DANZANDO CON LA FAMILIA
EL DILEMA UNIVERSAL
147
de que hay maneras de aproximarse al «viejo». Todavía no está muerto.
Ahora quiero que admitan el aspecto cariñoso, afectuoso de la familia. Si bien no es fácil de
ver, ¡sé que ahí está! Si puedo ayudarlos a mirarlo, serán más capaces de tratarse
mutuamente como personas, no como actuaciones de roles.
Después de haber obtenido el primer reconocimiento, sigo adelante para llegar a lo más
importante. Quiero forzarlos a enfrentarse directamente a la pregunta: «¿El padre ama
realmente a la madre? » Se trata de algo que
Carl: ¡Porque ayer yo creí ese disparate de que había sido un matrimonio de conveniencia!
Creo que es una manera de engañarse a sí mismos sobre el interés que el uno tiene por el
otro.
Tal vez no sea la clase de amor que les gustaría, pero no creo que puedan dejar de
interesarse uno en el otro. ¡Y no creo que puedan retractarse! Aun cuando se divorcien y
vuelvan a casarse dos o tres veces, una tras otra.
Tú puedes enamorarte pero no creo que alguna vez puedas realmente desenamorarte. Ese
novio con el que estás rompiendo la relación estará siempre en tu cabeza. Tú puedes decidir
no vivir tu vida
todos rehúyen tímidamente y dejan sin definir. ¡Ellos necesitan abordarlo!
El matrimonio es un proceso que entrelaza a las personas de una manera profunda. La vida
compartida que supone es real, con profundas raíces. A pesar de lo difundido que está el
divorcio, no creo que se pueda erradicar nunca ese sistema de arraigamiento.
148
con él, pero eso es otra cosa. Igual lo seguirás teniendo en tus entrañas.
Madre: ¡Estoy segura de que eso la aflige!
(María tiene los ojos llenos de lágrimas)
Carl: La parte más hermosa del amor es que no es como un jabón. Uno no lo gasta. Se
parece más a los músculos, cuanto más se aprende a amar, más se puede amar.
El modo en que nuestra cultura ve el matrimonio es de lo más absurdo. Es como si
creyésemos que es posible vivir una vida compartida juntos sin comprometerse
emocionalmente uno con el otro. ¡Sencillamente no es posible! El hecho de vivir juntos
durante años automáticamente implica mimetización y compenetración con el otro. Aunque
tal vez no sea lo ideal, así sucede en la realidad.
Yo creo que elegimos parejas que se corresponden psicológicamente con nosotros. No se
trata de un proceso fortuito en absoluto. No creo que terminemos casándonos con
determinada persona por error. La excusa de la «locura temporal» no se ajusta a mi
experiencia. Desde luego, por lo general hay una conspiración gigantesca en este proceso
por la cual nos ponemos mutuamente de acuerdo en ser de determinada manera con el otro
para poder conquistarlo. El temperamento de él río se muestra hasta después de la
ceremonia. Al perfeccionismo de ella se lo considera esmero, hasta que se vuelve en su
contra durante,la luna de miel. Pero decir que ellos lo ignoraban completamente, inferir que
no se dieron cuenta de lo que estaban haciendo, es ridículo.
DANZANDO CON LA FAMILIA
EL DILEMA UNIVERSAL 149
Mientras que en la superficie parece que elegimos a alguien que satisfará todas nuestras
necesidades y nos hará completos, la relación real se encuentra en un nivel más profundo.
Paradó jicamente, cuanto con mayor claridad nuestra elección parece satisfacer nuestras
necesidades en la superficie, más intenso será el esfuerzo para llegar a ser realmente una
pareja sana. A menudo parece que en virtud de nuestra elección matrimonial nos
enfrentamos con la oportunidad de luchar con algunos de nuestros temores más profundos.
El hecho de casarse con un hombre porque su fuerza la hace sentirse segura, con el tiempo
llega a despertar en la mujer la necesidad de desafiar y vencer esa fuerza para poder ser una
persona. Cuando ella desafía la fuerza del cónyuge, él debe enfrentarse entonces a los
temores e incertidumbres que aquélla ocultaba. El hecho de elegir a una esposa porque es
muy considerada y atenta con respecto a las propias necesidades termina en el dilema de
sentirse aburrido ante su falta de individualidad. Las combinaciones son infinitas, con
tremendas variaciones y diversidad de estilo.
A pesar de los esfuerzos posteriores, puede ser que estas dificultades sean fundamentales
para desarrollar un sentido real de intimidad. Después de todo, la intimidad es un proceso,
no un acontecimiento. Es algo que se desarrolla y crece con el tiempo, y no que existe
simplemente. Cuando el matrimonio puede brindar la seguridad para enfrentarse
bilateralmente a los propios miedos interiores, así como también a los del cónyuge, aparece
la intimidad. Si la pareja se queda encallada en un proceso bilateral de proyección de
culpas, es poco lo que se hace para alentar el crecimiento.
Al volver con la familia, todas las mujeres están llorando por el sufrimiento que les
producen los problemas de Marla con su novio. Como de costumbre, el padre parece
inconmovible.
Carl: Fue algo muy hermoso. Fue muy hermoso para mí lo de ayer, la forma en que ustedes
pueden llorar.
150
DANZANDO CON LA FAMILIA
Creo q4 S¡
hayan e lo malo es que no parle estilo capaces de enseal «viejo».
Madre: El
llora.
Carl.. Tal e llore 2
día, por, pueda hacer que el tractor algún
Madre: ¡ph,
Padre: ¡Yo sé que sí! ¡Sí ¡C
conducirlo dando no pueda ás!
Carl.. ¿Cuando
ducirlo fiásaho pueda congracioso, lo lueno
YO... es
que, cuando que pensé fue más o menos enía diez años a manejar c1— yo, empecé rededor
de si ando tenía aldiez rne pasé k te años. A los un tractor vi
muy é ha curva. Era orilla bien, Me p y no giraba
del río i contra la hasta la partza y me hundí tor quedó bajo codo el trac1 agua.
Mi comentario aquí pone de manifiesto una herida a flor: de piel de la familia. Mientras
que las mujeres participan, el padre lo elude.
Aquí, como respuesta a la demostración de afecto del padre por su tractor, le seguí
el tema. Si bien se trató de una reacción espontánea, rni
Vanessa: ¡No quiero hablar más de tractores! (Gritando enojada.) ¡No quiero hablar de esos
malditos tractores! ¡Quiero saber cómo le está yendo a Marla! ¡No quiero saber nada de
tractores! ¡Cristo! ¡Aquí hay alguien que sufre! ¡No quiero oír hablar de tractores!
¡Quiero saber qué le pasa a Marla! ¡Quiero saber qué sucede con su novio!
Padre: Sí. Es cierto. Pero antes o después tienes que hablar de las cosas materiales también.
Van: Bueno, pero quiero oír hablar de Marla. ¡No quiero oiros a vosotros dos hablar de esos
malditos tractores! ¡No doy un céntimo por ellos!
EL DILEMA UNIVERSAL
La explosión de Vanessa en oposición al hasta ahora exagerado estilo familiar es intensa. Es
su manera de pelear en la batalla de la madre y de compartir más su desesperación con
respecto a los hombres.
anécdota personal sirvió para acrecentar la opresión que les produce normalmente la
conversación del padre sobre el tractor.
152
Pregunta: Carl, cuando Vanessa tuvo ese estallido, ¿por qué no hiciste nada para
consolarla? ¡Parecía que ignorabas su sufrimiento!
Respuesta: ¡Desde luego! Si la hubiese consolado, habría sido la madre, no el padre. Habría
representado la persona atenta que ella desea, y no la persona desatenta con la cual necesita
aprender a tratar. Vanessa está tratando de encontrar a un hombre que sea un ser humano.
Que me encontrase a mí no serviría. ¡Tiene que encontrar a su padre! Tiene que atreverse a
ser personal con él.
Su reacción tuvo una extraña clase de carácter personal. Ella se enfurece con él, pero por lo
menos se trata de un rasgo explosivo de su carácter, y no de una persona irremediable y
disociada como su padre.
Pregunta: Mira, la idea de que los hombres no tienen remedio me parece un concepto
anticuado. ¿No nos hemos apartado bastante en las últimas generaciones de esa
concepción?
DANZANDO CON LA FAMILIA
Al unirme a su padre, le entró el pánico de pensar que todos los hombres son irremediables.
Que todos los hombres la ven básicamente como un tractor. Si ella actúa lo suficientemente
bien, en el sexo o en lo que sea, a ellos se les despierta el interés. Si no, están ocupados en
cualquier otra cosa. La respuesta del padre a su súplica apasionada fue desalentadora.
Respuesta: ¡No creo que hayamos adelantado ni un centímetro! Pienso en ese viejo cliché
clásico... de que la única diferencia entre los hombres y los niños es que los juguetes de los
hombres cuestan más, se trate de un aeroplano, o un satélite, o una teoría psiquiátrica. No
creo que haya la más leve diferencia. Creo que estamos todavía en el parque de bebés,
donde nos dejó nuestra madre.
Después del estallido de Vanessa se produjo un profundo y doloroso silencio, interrumpido
sólo por los sollozos sofocados de Marla. La madre habló primero, lo que constituyó una
maniobra instintivamente protectora para aliviar la tensión.
Madre: Parte de esto es que en cada comida...
Carl: Déjela hablar a ella, por
favor. Quiero que se permitan el lujo de poder experimentar el sufrimiento más a fondo.
Tal vez serán capaces de obtener algún beneficio si no huyen de él con tanta rapidez.
(Silencio.)
Marla: No sé si debería romper con él.
Madre: ¿Se lo has dicho?
EL DILEMA UNIVERSAL 153
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DANZANDO CON LA FAMILIA
EL DILEMA UNIVERSAL 155
Mar: Todavía no.
Carl: ¿Quieres romper porque lo dice tu familia o porque tú quieres hacerlo?
Mar: Porque yo quiero. La familia probablemente no quiere que lo haga.
Padre: Sí. Va a ser difícil. A mí me gusta ese muchacho.
Más adelante, en la misma sesión, estoy conversando con Vanessa sobre los problemas que
tiene con los hombres. Ella habla de su típico estilo de aproximarse hasta que le parece que
ese hombre podría ser realmente para ella. En ese momento se retira, retrocede.
Carl: ¿Te resulta claro que ahora puedes romper tu relación y volver con él dentro de cinco
años si quieres?
Carl: ¿Tienes miedo, si no te retiras, de quedar atrapada como tu madre?
Mar: No lo sé.
Van: ¿Sientes que ya no te gusta más?
Van: Sí. ¡Exactamente es así! Aquí estoy llamando la atención sobre las influencias
transgeneracionales. Esto pue de servir para impulsar un verdadero esfuerzo para cambiar.
Mar: No, no siento eso.
Madre: ¿Entonces, por qué quieres romper con él?
Mar. No lo sé. ¡No quiero estar tan comprometida con nadie! (El padre le alcanza la caja de
pañuelos de papel.)
Madre: El tiene intenciones bien serias con respecto a ti. Va a ser difícil para los dos.
Marla revela una dolorosa realidad de la familia. La renuencia a comprometerse por el
sufrimiento que podría ocasionar.
Carl: ¿Entonces por qué no ayudas a tu madre a afirmarse bien sobre sus dos piernas y a
luchar contra tu padre?
Van: He estado tratando de hacerlo de diferentes maneras, durante años. Creo que por eso
yo quería que viniésemos a estas sesiones de terapia familiar. ¡Yo tampoco sé enfrentarme
con papá!
Madre: ¡Nadie lo hace! ¡Nadie sabe cómo hacerlo! Ningu
156
no de los vecinos se pelea con él. ¡Lo que él dice se hace!
Carl: Marla dijo que ella sí. No puede ganar, pero se enfrenta.
Madre: Nadie puede ganar.
Carl: (dirigiéndose al padre) Bueno, ¿y qué piensa hacer con usted, viejo zorro?
Carl: Luego se va a morir, ¿eh?
Padre: Bueno, supongo que no hay otra alternativa. Es inevitable.
Carl. ¿Supone que su mujer se curará de la artritis cuando usted se muera?
Padre: Tal vez.
Madre: No lo creo.
Carl: ¿Piensa usted que ella tiene un hombre más joven a ruano? A lo mejor está es
DANZANDO CON LA FAMILIA
Aquí he expresado la rabia que ellos sienten con respecto al padre con palabras más
gráficas, con la esperanza de impulsar el proceso.
perando que usted se quite del medio para poder tener una vida más feliz.
Padre: No sabría decirlo. Pero hay algunos chicos dando vueltas.
Carl: ¿Lo ha sospechado?
Padre: Bueno, yo trato más o menos de alentar a la gente para que no dependa de una sola
persona. Tarde o temprano uno va a necesitar a alguien para seguir. En la situación de mi
mujer sería muy malo para ella y para el resto de la familia si ella no tuviese alguien a
quien aferrarse.
Carl: A lo mejor ella podría entrar en un bar y llamar a alguien.
Van: Creo que ella depende de Mike.
Madre: Sí. Así es.
EL DILEMA UNIVERSAL
Como el padre continúa definiendo el tema como un notema, yo sigo tanteando. Si bien no
se manifiesta efecto alguno, puede aparecer más adelante.
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158
Padre: Por supuesto.
Van: Y eso hace que para Mike sea difícil mantener una relación.
Carl: ¿Por eso no ha venido? ¿No quería poner de manifiesto que él es el nuevo hombre de
mamá?
Van: Vendrá mañana.
Carl: Sí, pero... ya sabe.
Madre: Yo lo sé. El no quiere venir.
Padre: Eso es malo. Si dependes demasiado de...
Madre: ¡Es el único que me comprende! El se da cuenta de toda la situación. Lo ve todo tan
claro como el agua. ¡Como si fuese un cuadro!
DANZANDO CON LA FAMILIA
Con la familia más amplia, ahora en el centro de la atención, aumenta la temperatura. La
madre revela cuál es su manera de hacer frente al distanciamiento del padre. Admite que su
hijo ocupa un lugar central en su vida. El padre vuelve a optar por lo irrelevante volviendo
a la realidad.
EL DILEMA UNIVERSAL 159
Padre: Cuando me muera, alguien tiene que hacerse cargo. Desde luego, él ya se ha hecho
cargo de la granja.
Madre: ¡Es demasiado para él!
Cuando la sesión se acerca al final, Vanessa y su madre vuelven a hablar sobre la
imposibilidad de tratar con el padre. Si bien se trata de un tema antiguo, resulta alentador el
deseo de ellas de discutirlo en presencia de él.
Madre: No me gusta lo que hace. No puedo abordarlo. Se va. Si se queda, enciende la radio
y pone el volumen bien alto. Come y come... o se va. No puedo hablar con él sobre las
cosas humanas.
Van: Creo que por eso realmente reaccioné así cuando os pusisteis a hablar del tractor
(mirando al padre). Me enojé cuando no escuchabas lo que Marla estaba contando o lo que
mamá estaba contando. Tú quieres hablar de las cosas de la granja y nosotras tenemos que
escuchar tu conversación.
Estamos cenando y tú hablas del tiempo. Hay otras cosas más importantes sobre las cuales
hablar. Ya sé
160 DANZANDO CON LA FAMILIA
que es difícil hablar sobre las cosas. Sé que no hemos logrado mucho con Marla, pero creo
que tenemos que intentarlo.
Madre: Lo he dicho siempre, estoy enferma y cansada de sentarme a la mesa con los dos
hombres. De todo lo que hablan es del tiempo y el trabajo. El tractor y los tornillos. Yo
siempre interrumpo cien veces al día.
Carl: Todavía no ha dejado de hacerlo, ¿eh?
Madre: No.
Carl: Pero, ¿es como usar un martillo de goma contra una pared de piedra?
Capítulo 7
EL SECRETO DE LA INFELICIDAD: CONSEGUIR LO QUE SE QUIERE
«Si hay algo peor que no conseguir lo que se quiere es precisamente conseguirlo. »
La verdad que encierra esta afirmación aparentemente ridícula es en realidad aterradora.
Todos nosotros trabajamos y nos esforzamos para alcanzar ciertos objetivos. Nos sacrifica
mos para llegar adonde nos proponemos, para descubrir al final que la alegría esperada es
huidiza y evasiva.
Aunque parezca reiteradamente registrado en la historia, ¿por qué me debe suceder a mí?
¿No soy diferente? ¿No voy a encontrar la verdadera alegría al lograr mis metas? Tal vez la
dificultad resida no en la idea de que el logro no sirve, sino en la noción de que la vida será
más fácil gracias a él. Que viviré sin sufrimiento, dolor ni tristeza. ¡Esta creencia es
destructiva! Una perspectiva más productiva sería luchar para superar el sufrimiento,
aceptándolo. Tan sólo incorporando el sufrimiento nos liberamos de su dominio. Como dijo
Sheldon Kopp tan sucintamente: «Usted puede correr, pero no puede esconderse».
El motivo por el cual obtener lo que se desea es tan devastador se debe a que el logro está
muy mal orientado. Cuando nos concentramos en el logro, estamos destinados a fracasar,
aun cuando tengamos éxito. Cuando perseguimos objetivos ilusorios, la respuesta será de la
misma índole. Unicamente si nos en-
162 DANZANDO CON LA FAMILIA
frentamos con nuestros conflictos y aceptamos huyOtra responsabilidad, podemos empezar
realmente a crecer. so
Al reanudarse las sesiones, la familia estaba ¢rsado sobre la similitud existente entre las
distintas a couiclones con respecto a los estilos de noviazgos. Cuando Dorgs he JannoSa
dije
ron que las dos habían salido con el mismo india d¡10do simultáneamente desde luego, la
madre mencionó que el p e había salido con su hermana antes de casarse con ella.
Enseguida celebramos que saliera a la luz este m bién oculto
hasta entonces. Sugerí que tal vez Marla y Gaile mere
cían tener una oportunidad con ese ex tac s hablába
mos, se formó una imagen visual en mi mente. Mi tac con mi estilo usual, la compartí
con ellos. pnemoo qu De rae desencadenó la imagen era nuestro intercambio mutuo, co llos
como a mí. plenos. La imagen les pertenecía a e tanto
Carl: ¡Caramba! Yo y mis descabelladas ideas. La imagen que se me presentó fue la de uno
de esos dormitorios de moteles. Había dos camas matrimoniales en el mismo cuarto.
(Pausa.)
Me parece demasiado absurda incluso hasta a mí. Nunca tuve bien claro cuál es el mensaje
encerrado en el hecho de que en esos moteles haya dos camas matrimoniales en cada
dormitorio.
EL SECRETO DE L.A INFELICIDAD
No sé.
Madre: S"
,A impresión de que Carl: Da Amas musicales. fuese¡]
cuando fuimos a Madre: de mi hermano, esla boJO mi madre y yo y tábar0Jps camas
matrimohabía pensé que era raro. niales. dé no podían tener ¿Por 9,pdividuales?
camas
p por lo menos que Carl: Sí. ofrecieran un notambié pasar la noche. vio pata
Así es.
Madre: Si
pd debería haberle Carl: Ustado al gerente. pregu¡]
No le pregunté. De Madre: Si, No no me gustaba todos
la. idea, verdes,supongo, Estabai el cuento del zorro como e as.
y las u
Esta manera de bromear puede cumplir una función vital. Establece un clima en el que la
comunicación puede producirse más abiertamente,
con menos interferencia de la parte consciente.
La predisposición de la madre a participar en esta especie de toma y daca pone de
163
164 DANZANDO CON LA FAMILIA
EL SECRETO DE LA INFELICIDAD
165
Dada esta atmósfera emergente de apertura y aceptación de riesgos, Vanessa decide tener
otra oportunidad. Continúa con el planteamiento del problema de su novio. Pide ayuda.
Vanessa: Así que, Carl, no sé en qué punto me encuentro con el problema de mi novio. ¡No
sé qué hacer!
Carl: ¿Esperabas encontrar una solución?
Van: Bueno, sí. Deseo de algún modo encontrar alguna solución.
manifiesto una confianza creciente. Ella está más dispuesta a arriesgarse.
Carl: ¡Es una gran fantasía! Te. digo que... acabo de pensar en una solución: ¡hazte
lesbiana!
Van: Ya lo he pensado.
Carl: ¿Ves? ¿Por qué me preguntas a mí? Si ya tienes la respuesta. ¡Así no tendrás que
preocuparte en absoluto por los novios!
obligarla a asumir la responsabilidad de su propia vida. Hacerle saber que ella tendrá que
asumir la plena responsabilidad de su propio estilo de vida.
Carl: ¿Oh? ¡Feliz Navidad!
(Risas.) Aquí se manifiesta la fantasía de Vanessa de ser cuidada o de conseguir una
solución para su vida. Si bien es atrayente la idea de ser su gurú, o marido, o lo que sea,
¡también es traicionera!
Mi respuesta de «¡Feliz Navidad! » es una manera sintética de decir que ella tendrá que ser
su propio Papá Noel.
Este es un intercambio que corresponde a la Batalla por la Iniciativa. Mi objetivo es
Van: Pero no me dio resultado.
Carl: ¿No te dio resultado? Bueno, tal vez es porque no encontraste la mujer adecuada.
Van: Ya lo pensé.
Carl: ¿Sabes? ... Nunca lo había pensado... ¿crees que el incesto entre, hermanas sería tabú?
(Risas.)
166
DANZANDO CON LA FAMILIA
EL SECRETO DE LA INFELICIDAD
167
Entre hermanos lo es, pero no veo cómo puede serlo entre hermanas.
Mi ofrecimiento de una variedad de «soluciones» no tradicionales tiene por objeto
convencerla de la necesidad de tomar sus propias decisiones. No quiero tratarla como si
fuese estúpida.
Carl: ¿En serio?
Padre: Lo he sabido no hace mucho.
(Risas.)
cir sexo prematerial en lugar de premarital resulta sumamente revelador.
Carl: ¡La vida se está volviendo tan complicada! Podríamos volver a los buenos tiempos
cuando todos sabían lo que estaba bien y mal. Cuáles eran las reglas.
Carl: ¿Por eso es que lleva usted ese mono? ¿Así que usted puede ser amish?
Padre: No, pero fui a una subasta no hace mucho...
Madre: Entonces también las transgredían.
Carl: ¿Y una de las mujeres amish se le ofreció?
Carl: Bueno, eso es otra cosa. Mientras usted las conocierá, no importaba si las observaba o
no. Es como si los diez mandamientos fuesen un examen final. Enumere cinco. ¿Qué decía?
(dirigiéndose al padre).
Padre: No, pero algunas personas que estaban allí eran amish. Estaban hablando y yo
escuchaba. Eso es lo que estaban diciendo. ¡Yo no sé!
Carl: Usted no sabe, ¿eh? Debería ir a otra subasta y averiguar.
Padre: Bueno, cuando regían las antiguas reglas e incluso en la actualidad... tome a los
amish por ejemplo. Son tan estrictos, ¡pero sin embargo tienen sexo prematerial!
¡Vaya lapsus machista! De
Padre: Ellos primero prueban a las mujeres antes de casarse.
Madre: Para ver si pueden tener hijos, supongo.
168
Padre: Incluso los cuáqueros, ¡ojo! Debería preguntarles a los cuáqueros.
DANZANDO CON LA FAMILIA
EL SECRETO DE LA INFELICIDAD 169
Pregunta: Pero la muchacha te estaba preguntando: «¿Es posible alguna solución para esto?
¿Puede ayudarme con una solución? ».
Carl: ¿Incluso los cuáqueros, eh? Tal vez debería preguntarles.
Padre: No sé, pero leí algo sobre ellos.
Respuesta: Y si dijera que no, no sería ninguna ayuda. Si le dijera que sí, le estaría
mintiendo. Lo que le estoy diciendo es: No hagas esa pregunta. ¡No hables así! No tienes
cinco años. Eres un adulto, sabes que no hay solución. No voy a tolerar que juegues
conmigo. ¡Le devuelvo el juego!
Carl: Mi mujer es muy celosa.
La intervención del padre en este punto revela que tiene interés en el problema de su hija.
Sus comentarios dan validez a la búsqueda de ella.
El carácter absurdo, ridículo, casi caprichoso de esta discusión resulta alentador. La familia
ha superado momentáneamente la seriedad de la vida y puede jugar con un mundo de
posibilidades.
Pregunta: ¿Pero por qué planteaste todas esas alternativas absurdas? ¿Todas esas
posibilidades ridículas que enumeraste?
Pregunta: Porque ella destapó la sensación de futilidad que es absurda. Ella destapó su
ambivalencia, su indecisión y yo le ofrecí las alternativas absurdas que la harían ir más allá
del temor de su propio absurdo. Todos tenemos una vida interior y una vida exterior.
Tenemos miedo de unir las dos. De modo que yo produje una fantasía de mi propia vida
interior con la cual ella no tenía por qué estar de acuerdo y ni siquiera tenía que sumarse a
ella. Pero podía darse cuenta de que estaba bien que yo pensara de ese modo y, por lo tanto,
podía sentirse un poco más libre para pensar ella también de esa manera.
Pregunta: ¿Feliz Navidad? Vamos, Carl, ¿qué quieres decir con Feliz Navidad?
Respuesta: Bueno, es una manera de decir algo que señala lo absurdo de la pregunta. Es
darle una respuesta con la que ella no puede hacer nada.
La vida es difícil y el sentido del absurdo es una manera de ver por encima de ella.
Pregunta: Así que tú actúas de modo que todo esto tenga el aspecto de algún tipo de vías
paralelas. Que tú sigues el mismo curso, el mismo camino que ellos.
Respuesta: ¡Exacto! La respuesta a una pregunta absurda debe ser una respuesta absurda.
Quisiera decir algo más sobre todo este asunto. Esta esfera de lo absurdo y lo ridículo no
debe confundirse con divagaciones tangenciales o irrelevantes. Es en realidad una manera
de pro fundizar. De ir más allá de las limitaciones de la dimensión de
170 DANZANDO CON LA FAMILIA
la realidad y desencadenar un tipo de respuesta más abarcadora y profunda.
En este ejemplo en particular, Vanessa pedía una solución concreta para el dilema con su
novio. Se trata de una cuestión con la gi.ie ha estado luchando durante años sin resultado.
Perci bí en ella una expectativa o deseo inconsciente de que la respuesta pudiera dársela
alguna otra persona. Está empeñada en la búsqueda desesperada para encontrar el gurú que
pueda ofrecerle la sabiduría que busca, pero no ha podido mirar dentro de sí misma. Sin
duda otros han intentado satisfacer su pedido y brindarle la dirección buscada, pero
inútilmente. A mí no me interesa agregar mi nombre a la lista de consejeros bien
intencionados, pero mal orientados. Yo quiero ser útil, ¡no quiero insultarla! Responder en
un nivel superficial sería en realidad una manera de decir que estoy de acuerdo con ella en
considerarla demasiado estúpida para encontrar su propia solución.
A menudo he pensado que, en lo que se refiere a los terapeutas, el peor vicio es dar
consejos. Es una manera de satisfacer su propio ego actuando como si realmente
conociesen un modo me jor de actuar, y reforzando la posición de «inferior» del paciente.
Si bien es una propuesta atrayente, tiene poco que ver con el objetivo del crecimiento. ¡En
realidad impide que se cumpla!
De modo que quiero pinchar este globo de fantasía. Obligarla a buscar en sí misma a su
propio gurú. En cierto sentido, que empiece a tomarse más en serio y tenga cierto respeto
por sí
misma. Mi respuesta «Feliz Navidad» es una manera concisa de traer a la superficie su
expectativa fantasiosa de recibir una solución como si fuese un regalo. ¡Ella debe aceptar el
trabajo de ser su propio Papá Noel! Se parece mucho a Dorothy en El mago de Oz. Ponía
todas sus esperanzas en la fantasía de que el Maravilloso Mago la salvaría. Como después
resultó, Dorothy tenía la solución todo el tiempo, pero sin saberlo. Y del mismo modo
sucedió con el León, el Hombre de Paja y el Hombre de Lata. ¡Yo quiero ayudarla a darse
cuenta!
Tal vez el Mago tenía una opinión similar. Después de todo, cuando le pidieron por primera
vez que cumpliera sus deseos, los envió a buscar el palo de escoba de la Bruja Maldita del
Oes
EL SECRETO DE LA INFELICIDAD 171
te antes de conceder una audiencia. En otras palabras, los impulsó a realizar un proceso que
requería que empleasen los mismos recursos de los cuales ellos creían carecer. Yo trato de
hacer lo mismo. Quiero impulsarlos para que utilicen sus propios recursos. Una manera de
hacerlo es no sólo rechazar su invitación a señalarles el camino, sino ofrecerles activamente
varias «soluciones» que los obligará a confiar en sus propios recursos latentes. Esto subraya
la ridiculez de pedirles a los demás que solucionen sus problemas. Cuanto más absurdas
sean mis sugerencias, tanto más aceptarán la necesidad de guiar su propio barco.
Pero se trata de algo más que de ser simplemente cínico, ridículo o indiferente. El proceso
mismo de negarme a asumir la respuesta es en sí mismo una demostración de interés por el
otro... pero de un tipo diferente de interés. Con esta maniobra le estoy diciendo a Vanessa
que ni siquiera trataré de decirle qué tiene que hacer y que creo que ella cuenta con todos
los recursos necesarios para completar el viaje. Es este tipo de confidencia lo que ofrece el
apoyo necesario para seguir adelante. Se parece a la actitud parental que requieren los hijos
cuando se enfrentan con la necesidad de tomar sus propias decisiones con respecto a la
vida. No necesitan que los padres decidan por ellos, pero sí que les ayuden en el proceso de
decidir. Que les ofrezcan la sensación de apoyo que necesitan.
Este tipo de esfuerzo produce una clase de cambio de segundo orden que nunca podría
lograr consejo profesional alguno. Le deja al paciente la realización y aceptación así como
también la confianza necesarias para tomar sus propias decisiones y vivir con las
consecuencias. Al evitar la trampa de la realidad, Vanessa tiene más libertad para tomarse
en serio, para crear una nueva realidad. Para relacionar esto con un término que hemos
analizado con anterioridad, es un aspecto de la Batalla por la Iniciativa.
Al continuar la sesión, Vanessa deja el tema de la búsqueda de una solución para el
problema del novio y dice que ella ya no quiere desempeñar el papel de progenitora de sus
padres.
Vanessa: (a sus padres) Estar
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aquí con la familia otra vez me hace sentir que necesito cuidarlos nuevamente.
Doris: A veces también siento lo mismo, cuando estoy cerca de los dos. Que vosotros me
preguntáis qué debéis hacer. Es como cuando llegamos a casa y me decís: «Bueno,
¿debemos vender la granja, o construir una casa o qué? » Siento que nos delegáis la
responsabilidad y no es nuestra responsabilidad.
Madre: Creo que Mike y Marla sienten lo mismo.
Van: Me parece que mi enojo surge cuando nos usáis para que nos ocupemos de vosotros.
Cuando vivía y trabajaba allí, hasta los dieciocho años, veía claro cuál era mi contrato.
Vivía en vuestra casa y me ocupaba de vosotros. Después de los dieciocho, ya no quiero
trabajar para vosotros ni ocuparme de cuidaros. No quiero tener la responsabilidad de
vuestra vida. Siento que vosotros la delegáis en mí.
Como la nueva casa que no podéis hacer construir. Es
DANZANDO CON LA FAMILIA
EL SECRETO DE LA INFELICIDAD
como si necesitarais que fuéramos y habláramos con la Junta de Supervisores en lugar de
hacerlo vosotros. Estoy segura de que yo podría reunir todas las reglamentaciones en una
semana. Podría hacerlo por vosotros, ¡pero no voy a hacerlo! Quiero que vosotros dos lo
hagáis. ¡Que vosotros construyáis vuestra propia casa! Eso es lo que importa realmente.
Pienso que no seguís con la casa porque entonces tendríais que sentaros frente a frente.
Pienso que no queréis enfrentaros uno con el otro. ¡Estoy tan cansada de ser una distracción
en medio de vosotros dos cuando ya no tenéis niños a quienes gritar!
Madre: Bueno, supongo que es verdad. Comenzó hace tantos años. Papá decía: «Muy bien,
mamá, ve a la iglesia con los niños. Ve a la boda con los niños». El nunca iba conmigo. Así
que mandaba a los chicos conmigo como si fueran sustitutos.
Después de la apasionada queja de su hija, la madre habló para evitar toda responsa-
173
174
Carl: (dirigiéndose a la madre) ¿Alguna vez se dio cuenta de cuál era el truco que usted
usaba para que actuase así?
Madre: No sé. No pensaba que era... él simplemente no quería venir. No sé por qué.
Carl: Oh, creo que usted debería asumir el cincuenta por ciento de la situación. No debería
atribuírsela toda a él.
La idea de asumir responsabilidades iguales en los conflictos
DANZANDO CON LA FAMILIA
EL SECRETO DE LA INFELICIDAD 175
conyugales o, también, en los éxitos conyugales, es muy alabada pero tiene poco sustento
en el mundo real. Cuando es puesta a prueba, esta posición se derrumba fácilmente. Esto
hace que resulte una postura potencialmente traicionera. Cuando se dice una cosa y se hace
otra se siembra la semilla del autoengaño.
Según mi modo de ver, la confusión empieza cuando clasificamos los acontecimientos y las
interacciones durante un período, luego los rotulamos para ver quién era realmente el
villano y quién la víctima. Las listas de conductas inaceptables por lo general son
desiguales, o cual obedece a que se toma nota de las conductas observables y no del ciclo
completo de una secuencia interactiva. Registramos la conducta sin observar la respuesta
pasiva o «no-respuesta» del cónyuge que completa el ciclo. Cuando vemos el «hecho» de
toda la secuencia interactiva, se igualan las columnas. Toda acción es compartida, aun
cuando esto resulte encubierto.
Van: Me parece que otro de los motivos por los cuales me enojo es que vosotros no me dais
el apoyo que necesito para resolver algunos de mis problemas. Siento que no puedo contar
con vosotros como un recurso o como padres.
Carl: ¡Espera un minuto! ¿Quieres decir que deseas ser un adulto y no ocuparte de ellos, y a
la vez ser una niña para que ellos puedan ocuparse de ti? Decídete: ¿Cuántos años quieres
te ner, siete o dieciocho? Trato aquí de contaminar lo que me parecía ser un apego
bilidad. Trató de escudarse detrás de la seguridad familiar de presentar al padre como
verdadero villano. Así ella quedaría como simple víctima.
Entonces yo trato de contaminar la comodidad de esta posición. Quiero que la familia vea
esta situación como una sociedad entre el padre y la madre, no como una danza rutinaria
entre la víctima y el villano.
Quiero que la madre tenga la oportunidad de encarar toda su participación. Mientras no lo
haga, es incapaz de cambiar.
176
Van: Bueno, deseo ser un adulto pero no quiero ocuparme de ellos. Y además quiero que
ellos me brinden algo de apoyo. Siento... ¿cómo puedo decirlo...?
Carl: No puedes decirlo. Ya lo has dicho.
Van: ¿Que quiero ser a la vez un adulto y un niño?
Carl: ¡Por supuesto! Tú quieres que ellos te cuiden, pero no quieres pagar la deuda. Si vas a
ser su niña y les obligas a que te cuiden, deberías dejarlos ser tus hijos ocupándote de ellos.
Van: Bueno, tampoco quiero hacerlo. Quiero librarme de eso.
DANZANDO CON LA FAMILIA
excesivo al mundo de deseos de un niño pequeño. Quiero que Vanessa luche realmente
contra la idea de que sus padres tienen la responsabilidad de hacer su vida más plena. Si
bien es normal desear el apoyo y el cuidado de los padres, la intensidad de sus sentimientos
era problemática. Esto no la deja crecer.
EL SECRETO DE LA INFELICIDAD 177
Carl. Bien... ¡Buena suerte! Después que ella considera una propuesta alternativa, trato de
volver al hecho de que los deseos inseparables de pertenencia e individualización son
compañeros de toda la vida.
¡Así es como tiene que ser! Si bien produce una sensación paradójica, en realidad no es tan
complicado. Todos nosotros tenemos durante toda la vida el deseo de ser cuidados,
protegidos y adorados. No conozco realmente a nadie que lo haya superado realmente.
Junto a esta necesidad se encuentra el deseo de ser independiente, autosuficiente y
autónomo. Es decir, sentir que estamos a cargo de nuestra propia vida y no demasiado
influidos o controlados por los demás. Nadie lo supera nunca, ni tampoco lo logra
realmente.
De modo que las dos fuerzas se hallan en interacción durante todo el curso de la vida.
Encontramos muchos lugares donde concretar esta lucha. La solución consiste en no
esperar que haya un ganador claro sino, en cambio, combinar estas necesidades de manera
complementaria. Nuestra capacidad definitiva de ser una persona autónoma y
autosuficiente está directamente relacionada con nuestra capacidad de ser parte de los
demás y de pertenecer realmente a ellos. La pertenencia y la individualización están
entrelazadas. No se trata de conceptos antagónicos, actúan de forma simétrica. Cuanto más
tenemos de uno, mayor acceso tenemos al otro. Se mejoran mutuamente en lugar de
oponerse. Este tipo de relación ying-yang apunta a la integración como objetivo último.
Como sucede con gran parte de nuestra vida emocional, estamos influidos, tal vez
hipnotizados, por la forma en que nuestros padres encaran estas cuestiones universales. El
deseo de poner las al descubierto puede servir para aclarar el poder de esta influencia. Al
luchar con el tema de la pertenencia y la individualización en voz alta, toda la familia tiene
la oportunidad de verlo
178 DANZANDO CON LA FAMILIA
bajo una luz diferente. Pueden empezar a tomar algunas decisiones basadas en lo que
realmente desean de la vida, no simplemente en la sutil música que suena en sus cabezas.
Van: Frente a la gente me siento tímida. Me siento como una niña pequeña.
Carl: ¿No te sientes como una niña de todos modos?
Van: ¡Oh, sí! ¡Sí!
Carl: Supongo que es parte de tu ambivalencia... que te sientes como una niña pequeña.
Van: Sí. Es algo que aparece en mi trabajo y con mis novios también. Esa parte infantil
interfiere enormemente en mi vida.
Carl: Bueno, también resulta útil. Sucede también en el reino animal. Cuando la pajarita
está en celo, actúa como si fuera un pichoncito.
En este momento estoy ayudando a Vanessa a enfrentarse directamente a sus sentimientos
de ser infantil. Estos sentimientos no se corresponden con su deseo de ser independiente.
Atrae al macho de esa manera. Muchas mujeres han aprendido ese truco... hacerse la
indefensa. Fíjate en tu madre. Sospecho que se hizo la indefensa y por eso tu padre se
apodero de ella. El pensó que podría librarse apartándola. ¡Funcionó bastante bien!
Van: Bueno, esa táctica puede resultar buena para atraer a alguien, ¡pero no es buena para
una relación!
Carl: Bueno...
Van: Bueno, para mí... Carl: ¡Entonces, a sufrir!
EL SECRETO DE LA INFELICIDAD
Ahora, de una manera más acentuada, se revela el poder de la indefensión. Al luchar contra
la idea de seducir a los hombres con la táctica de mostrarse débil, se enfrenta con el
sufrimiento de su propia relación. Si quiere desviarse de los métodos de su madre, primero
tiene que hacer frente al precio que hay que pagar.
Con este comentario le estoy diciendo que tal vez no se encuentre solución alguna. Que la
verdadera cuestión puede ser cómo tolerar mejor el sufrimiento. Aceptar el dolor
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Van: ... o luchar hasta llegar a una decisión.
Carl: ... ¡o ambas cosas! Si tú luchas hasta resolverlo, te vas a quedar sola. Ya ves, tu madre
está esclavizada, pero no está sola. Tú puedes resolverlo y ser independiente y no casarte
con nadie, pero entonces te encontrarás terriblemente sola.
Madre: Así es.
Carl: Así que puedes elegir lo que quieras. Tienes que pagar los platos rotos y el precio es
elevado en los dos casos.
Madre: Es difícil estar sola.
Carl: No debes casarte a menos que desees estar sola.
DANZANDO CON LA FAMILIA
EL SECRETO DE LA INFELICIDAD 181
Este diálogo alude al conflicto humano básico de querer ser adulto, pero a la vez no querer
estar solo. Lo complicado de esto es la ilusión universal de que podemos tener siempre las
dos cosas. Tal vez algún día aceptemos la idea de que el conflicto es una dialéctica para ser
vivida, no para ser resuelta. Es fundamental para nuestra existencia.
La compleja visión del matrimonio que tiene nuestra cultura puede constituir la forma más
avanzada de este dilema. Como ha dicho tan atinadamente Helmuth Kaiser (1965),
entramos en el matrimonio con una «ilusión de fusión» totalmente desarrollada. Lo cual
constituye una reiteración de la simbiosis que experimentamos cuando niños con la Madre.
La expectativa de que, una vez que se, han intercambiado debidamente las promesas de
casamiento, nuestras vidas serán más completas, nuestros vacíos se llenarán y se satisfarán
nuestras necesidades. Si bien puede ocurrir así durante un período limitado, por lo general
es empañado antes de que llegue la mañana siguiente. Lo que resulta especialmente
atractivo de esa ilusión es el convencimiento de que no sólo la fusión será maravillosa sino
que, después de la fusión, uno se encontrará a cargo del otro. Se espera tener intimidad,
dando por supuesto que la vida seguirá el guión que ha creado nuestra fantasía. Es algo
lamentable que los cónyuges sean tan imperfectos. Al final, la necesidad de estrecharse
mutuamente y contaminar las fantasías debe surgir si se quiere tener intimidad.
Un primer paso para superar esta «ilusión de fusión» es llegar a ser más persona uno
mismo. Los ingredientes básicos de una persona completa «ella» y una persona completa
«él» son necesarios para la creación de un «nosotros» que pueda abordar la intimidad. Si
falta un «él» y un «ella» con cierta madurez, el proceso de tratar de llegar a ser un
«nosotros» está preñado de confusión, malentendidos y decepciones.
Al dejar a Vanessa con la frase: «No debes casarte a menos que desees estar sola», estoy
tratando de contaminar su fantasía «y ellos vivieron felices para siempre jamás». Para
nuestra cultura
es inapreciable la fantasía de que el matrimonio es un fin que hay que lograr y no un
proceso en el que hay que embarcarse.
como un compañero de la vida, no tratar de evitarlo.
Este comentario final, aparentemente frívolo, dirige la atención hacia la imposibilidad de
casarse y mantener la independencia a la vez. Tiene por objeto contaminar la fantasía de
que el matrimonio es una cura para la soledad. ¡A menudo la intensifica!
182 DANZANDO CON LA FAMILIA
Resulta gracioso cómo las reglas y las maniobras del noviazgo rara vez toleran las
realidades de la vida de casados.
Si bien el diálogo de esta secuencia se da especialmente entre Vanessa y yo, el comentario
de la madre revela que ella reconoce el modelo que se está analizando. De una manera
solapada, la elección hecha por John y ella es subrayada y vista como un acto volitivo, no
como un accidente. La explicación típica usada por tantas parejas de casados, la de «una
locura temporal», para explicar su elección de pareja ha quedado desenmascarada.
Esta conversación pública con respecto a la dinámica de la elección de pareja abre el
camino para que todos- los miembros de la familia piensen con más claridad. Ahora pueden
examinar, fantasear y buscar activamente los tipos de relaciones que deseen. Al oír estas
políticas en un lenguaje claro, los hijos pueden eludir el comportamiento familiar y no
reproducir una dinámica idéntica en su propia elección de pareja. Asimismo, es probable
que sean menos proclives a la otra reacción de tratar de compensar en exceso los problemas
que perciben en el matrimonio de sus padres, buscando inconscientemente el tipo de
persona opuesta. Esto, desde luego, suele resultar ser una copia de papel carbón ligeramente
disfrazada, del mismo modelo que estaban dispuestos a evitar. En cuanto a los padres, su
dinámica ya no será exactamente la misma ahora que su danza ha sido puesta de manifiesto.
Tal vez decidan repetir los pasos, pero ahora podrán recuperar totalmente el mismo nivel de
comodidad y aplomo mientras bailan.
Pero los modelos muy arraigados son difíciles de cambiar. Aquí la madre cita otro ejemplo
de cómo la dejaban sola con los niños. Sin embargo, hay una diferencia. Ahora introduce la
idea de que podría haber tratado de hacer algo más serio. Si bien puede haber dicho
«Obligarlo apuntándolo con un revólver» de una manera caprichosa, o sin la idea de
hacerlo realmente, decidí tomarlo en serio. Quise construir a partir de su fantasía.
Madre: Nunca estábamos mucho tiempo juntos porque
los niños siempre estaban allí. Iban a todos lados conmigo. Un par de veces dije: «Mira,
John, debes ir al lavadero automático». Por supuesto, no lo obligué apuntándolo con un
revólver, como debería haber hecho.
Carl: ¿Usted tiene revólver? Podría comprarse un pequeño Beretta italiano. Son muy
pequeños y podría llevarlo en su monedero. El calibre 25 es mejor que el calibre 22.
Madre: La última vez que se lo dije...
Carl: Podría conseguirse un azuzador eléctrico para el ganado. ¿Los conoce?
Madre: Sí.
Carl: ¡Son estupendos! Entonces, cada vez que desea que su marido vaya a alguna parte con
usted le podría
EL SECRETO DE LA INFELICIDAD
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Tomar como base la idea de la madre de obligar al padre a participar apuntándolo con un
revólver es interesante. Amplía la sustentación de la madre en su decisión de ser una
persona.
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DANZANDO CD>__tN LA FAMILIA
EL SECRETO DE LA INFELICIDAD
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deci_ür: «Por favor, John, ¡zzz zzz!».
Vanessa: Ser una niña de siete años.
Madre.2: El dice siempre: « iEstoy • cansado y me voy a ir a la ca:anta! ».
Carl: Pexo cambiará. Puedo oírlo.o ahora: «Estoy cansado. Tengo que acostarme aho-ora._.
i AAAAYYYY!»
Madres: Seguro que puede carmbiar.
(Risas.)
Carl: Te puede comprar una enorme muñeca en el circo.
Van: ¡Jesús! ¡Me parece que esto ya se está volviendo ridículo!
Al materializar el aspecto infantil de su ambivalencia, abrigo la esperanza de que se sienta
libre para actuar.
Carl: «Está bien. Vayamos al baille. ¡Iré! ¡No me vuelvas a azuazar! »
Cuando continúa la sesión reaparece el tema de Vanessa y sus novios. Resurge su manera
áe atraer a los hombres haciéndose la niña pequeña. Menc¡0na que elige a los hombres que
gustan de esa imagen de niña.
Carl: Así que ahora tú sabe cómo conseguir uno si lo ne., cesitas.
Nuestra conversación metafórica se acerca más a lo familiar aludiendo a un implemento
que los granjeros conocen. Esta conversación puede despertar al padre. Al ampliar la
fantasía, reproduciendo la situación tal como podría desarrollarse, agrega un componente
de realidad.
Carl: Bueno, ya es ridículo. ¡Sólo estoy tratando de hacerlo más pintoresco!
(Risas.)
Van: ¡Ya lo sé! Usted se la está tomando con eso. Tengo realmente este rol infantil con los
hombres. Quiero que me cuiden y sean maternales. Quiero que sean mis padres los que
satisfagan estas necesidades, pero veo que tampoco es adecuado hacerlo.
Quiero que ellos se hagan cargo de su propia vida. Su protesta calificando la situación de
ridícula es simplemente otra manera de pedirme que sea yo el que me haga cargo. Yo
rechazo la petición.
186
Carl: Bueno, puede resultar adecuado, pero si tú los contratas, les tienes que pagar.
Van: ¡Correcto! El intercambio completo.
Marla: Tal vez tu gurú te daba, sin desear, nada a cambio.
Van: Sí.
Carl: ¿Qué quieres decir? El quiere tu alma, ¿no es cierto?
Van: ¡Oh, sí! ¡Exacto!
(Risas.)
¡He regalado mi alma!
Cuando la sesión se acerca al final, el padre decide participar de un modo más personal.
Como se observó antes, la sensación de apertura que emerge en la familia le da ahora
seguridad para
aventurarse y avanzar. Aquí él pregunta si los abortos podrían relacionarse con el fumigado
de herbicidas para eliminar las
DANZANDO CON LA FAMILIA
Una vez más, es fundamental desenmascarar la creencia de que algún otro puede hacer las
cosas por uno. Confiar la vida a un gurú puede resultar momentáneamente tranquilizador,
pero hay que recuperarla antes de poder ser una verdadera persona.
malezas. Manifestó bastante culpa por los cuatro abortos de la familia, relacionándolos con
el fumigado de las malezas.
Carl: ¿Alguna vez habló de esto con su mujer antes? ¿De su sentimiento de culpa?
Madre: No.
Padre: Bueno, hablamos de que no me gustaba utilizar la fumigación.
Carl: (a la madre) Su marido puede terminar siendo un ser humano si usted se descuida. Ha
estado viviendo con toda esa culpa durante años y no se lo dijo a nadie. Ni a usted ni a
ninguno de los chicos. ¿Alguno de ustedes lo sabía?
Doris: No.
Carl: ¿Por qué no le cuenta las cosas a la gente? ¿Simplemente por estupidez?
Padre: Podría ser. A veces no lo pienso hasta que es demasiado tarde.
Carl: No me refiero a los hechos. Me refiero a que cuen
EL SECRETO DE LA INFELICIDAD
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DANZANDO CON LA FAMILIA
te su sufrimiento. Ellos le cuentan. ¿Por qué no debería contarles usted a ellos?
Si bien esta situación apareció de una manera levemente encubierta, el hecho de que el
padre pusiese su propia vida emocional interior ante la familia es impresionante. Después
de años de mantener tapados la culpa y el terror que sentía por haber causado posiblemente
cuatro abortos, está buscando alivio. Su decisión de ser más personal y correr más de un
riesgo es una prueba del potencial de crecimiento de la familia.
Se trata de un fenómeno típico del proceso de terapia familiar. A medida que las sesiones
progresan y se establece el juego terapéutico, los diversos miembros de la familia adquieren
sufi ciente comodidad y coraje para ser más personales. Cuando se hace evidente que el
sufrimiento no es realmente el enemigo y que los conflictos no terminan en la aniquilación,
surge el lado humano.
Yo quise subrayar el riesgo que corrió el padre, para asegurarme de que no pase
inadvertido. Se trata de un acontecimiento raro en la familia y puede comenzar el camino
de un cambio continuo. Mi intento es apoyar este tipo de cambio tomándole el pelo al padre
con eso del riesgo que implica convertirse en ser humano. No resultaría provechoso ser
demasiado efusivo con él. Deseo también que los hijos se den cuenta de que tal vez se trata
de algo más complicado que no sólo la máscara de un padre distante. Mientras desempeñó
ese rol durante años, no tenía que estar condenado a él. Quiero que ellos consideren la
posibilidad de que él es una persona completa, con sentimientos, temores y debilidades, no
sólo un tirano estoico.
Más que un modo de mantener a los otros al margen, el caparazón protector del padre sirve
claramente para contener su propio dolor. Yo le sugiero una manera de aliviar la presión.
EL SECRETO DE LA INFELICIDAD 189
Llamarlo estúpido es otro modo de cuestionar el rol, mientras que se alienta a la persona a
dar un paso adelante. Quiero dirigirme a él de una manera que atraiga su atención. Llamar
estúpido a un hombre constituye un buen método para lograrlo. Luego deseo sugerir otro
modo de ser que quizá no sea tan estúpido. Es decir, hablar con la familia sobre su mundo
interior. Es una especie de reencuadre. Mientras que antes él actuaba como si compartir su
vida emocional fuese estúpido, ahora quiero invertir la situación de modo que lo que resulte
estúpido sea la contención de todo sufrimiento. Cuando proviene de otro hombre, él puede
ser capaz de tenerlo en cuenta.
Su silencio durante años no es desde luego sólo un rasgo de su personalidad. La familia
también debe ser considerada. Tal vez nadie quería realmente conocer ese aspecto del
padre. Quizá se le obligó a aislarse, o por lo menos a vivir alejado por temor. Un padre-
marido tierno como un osito de peluche puede resultar demasiado amenazador.
Capítulo 8
UNA VEZ MAS, EL CUIDADO POR EL PACIENTE
Uno de los aspectos más complejos de la tarea del terapeuta es el de preocuparse por el
paciente de una manera que lo ayude a crecer y no que resulte simplemente informativa o
incluso des tructiva. Casi todos nosotros ingresamos en esta profesión con la capacidad
innata para ser empáticos y preocuparnos por el paciente. Nos desenvolvemos bien en
cuanto a lo que se refiere a brindar protección en. el sentido tradicional de ofrecer apoyo y
ser comprensivos. Esta capacidad es fundamental para nuestro rol. Sin ella no podemos
hacer nada. Para ser útiles, tenemos que ser capaces de sentir el sufrimiento de nuestros
pacientes y apreciar sus conflictos. ¡Pero si bien es esencial, no es suficiente! Si este tipo de
protección es todo lo que tenemos para ofrecer, la relación terapéutica se verá seriamente
limitada. Como en cualquier otro tipo de relación, la profundidad o la intimidad puede
crecer sólo como resultado de un intercambio y un esfuerzo verdaderos.
Para demostrar realmente interés, debemos también desarrollar la capacidad de
confrontación. Tenemos,que estar dispuestos a desafiar a la gente para que se enfrente a
temas que preferiría no admitir. Cuando impulso a una familia o a un miembro de una
familia a tomar una posición, estoy demostrándo que realmente tengo interés. Les estoy
haciendo saber que sé hacer algo mejor que tratarlos como si no fuesen nadie. Desde luego,
la pura confrontación sin protección tampoco tiene mu-
192 DANZANDO CON LA FAMILIA
cho valor. Ser sádico y ocultarlo a través de un sentido farisaico de profesionalismo
constituye un truco sucio.
La verdadera preocupación requiere una mezcla de protección y confrontación, una
integración de amor y odio como conceptos paralelos. Son complementarios por naturaleza,
no anta gónicos. Al aumentar nuestra capacidad de amar, también se acrecienta nuestra
libertad para odiar. Nuestra preocupación es el ingrediente que permite que la confrontación
sea útil y no abusiva. La confrontación sin preocupación es simplemente sadismo.
Otro aspecto de la preocupación se relaciona con la amplitud de emociones que sentimos
por nuestros pacientes. La diversidad de sentimientos normalmente aumenta con el tiempo.
A me dida que interactuamos, la riqueza emocional se amplía. Una vez más, todo el
espectro, del amor al odio, es importante. Los pacientes pueden percibir los sentimientos
del terapeuta hacia ellos y por lo general responden de la misma manera.
El otro componente fundamental de todo lo relativo a la preocupación consiste en ser
respetuoso de los recursos y capacidades de nuestros pacientes. Parte de esto consiste en ser
cons cientes de nuestras propias limitaciones como terapeutas. Si bien puede ser que las
familias se acerquen a nosotros en medio de una crisis, no son de ningún modo impotentes.
En virtud de su interconexión, tienen tremendos recursos para explotar. El dicho «Un beso
de mamá vale por mil del terapeuta» es cierto. Los miembros de la familia tienen el
potencial de ser útiles entre sí, de inspirar el crecimiento. En comparación, nuestra potencia
es bastante débil.
De un modo un tanto extraño, nuestro mayor poder o efecto reside en nuestra capacidad de
ser verdaderos. En la medida en que somos verdaderos con ellos, ellos aprenderán a ser
verdaderos con nosotros.
Parte de esto significa no traicionarse nunca a uno mismo. Una vez que a uno le resulta
claro que sigue siendo el centro de su vida, ellos empezarán a ser su propio centro.
Conspirar con la ilusión conjunta de que el terapeuta será justo el dios que necesitan no le
hace bien a nadie. Es algo condenado a la amargura
EL CUIDADO POR EL PACIENTE 193
y al resentimiento. Yo suelo decirles a las familias: «Miren, yo no estoy en esa situación por
ustedes. Estoy aquí por mí y por lo que puedo lograr con esto.» Quiero que se enfrenten con
su propio deber y responsabilidad. Cuando nos reunimos con la familia, el tema de mi
preocupación y de sus recursos se vuelve central.
El tercer día de la consulta se caracterizó por la llegada de Gail y Mike, los dos hermanos
ausentes. Con toda la familia nuclear ahora reunida, el aire estaba cargado de una renovada
sensación de aprensión e incertidumbre. Si bien esto es en parte una consecuencia natural
del hecho de estar toda la familia presente, en parte obedecía al cambio de nuestro
ambiente. En cierto sentido, Gail y Mike eran ahora intrusos en un proceso ya establecido
con el subsistema original. Si bien no se ponían en tela de juicio sus derechos de
nacimiento como miembros plenos de la familia, su posición en el suprasistema terapéutico
no era clara.
Carl: No sé cómo introducirte en esto, Mike. ¿Te pusieron al corriente?
Mike: En realidad, no. Ustedes podrían continuar simplemente.
Carl: Bueno, si lo hago te vas a ver en problemas. Mi sensación es que todos en la familia
son igualmente absurdos. Tratamos de exteriorizarlo en todos. Sé que a ti te encantan los
tractores y que eres bastante absurdo como para ponerte al frente de la granja y reemplazar
al «viejo». Es algo bastante desca-
194 DANZANDO CON LA FAMILIA
bellado porque él va a estar siempre vigilando detrás de ti para ver qué estás haciendo con
«su» granja.
Así que podrías compartir con nosotros algo de tu locura.
Mike: ¿Qué quiere que muestre?
Carl: No sé. Supongo que lo absurdo que puedes ser... o lo absurdo que solías ser. Como
cuando pensabas que tú dirigirías tu propia vida, en lugar de hacer que la familia lo hiciera
por ti.
Mike: No sé, no he cambiado tanto.
Carl: ¿Qué vas a hacer cuando el «viejo» se mude a la casa nueva y ya no esté allí para
molestarte? ¿Conseguirte una esposa? ¿Supongo que podrías usar a tu hermana?
Mike: No lo sé. Tal vez hacer que se muden a casa otras personas. Tipos que conozco.
Carl: ¡Esa sí que es una idea! Podrías iniciar una comunidad de hombres. Deberían tener un
buen cocinero.
EL CUIDADO POR EL PACIENTE 195
Mike: Sí. Alguien que pudiese ayudar realmente.
Carl: Podrías poner un aviso en uno de los periódicos de homosexuales pidiendo un
cocinero hombre.
Mike: ¡No es eso lo que busco! Llamaría a amigos que conozco.
Siempre se trata de algo extraño cuando se intenta encajar a alguien en un grupo ya
establecido. Mike es comprensiblemente cauteloso y no desea mostrar demasiado de sí
mismo. Pero no se debe sólo a la dificultad de la situación, sino también a su estilo
personal. Parece preferir orientarse primero, antes de arriesgarse. En esto puede reflejarse
lo que él cree que es prudente hacer en la familia. Pero hemos llegado al último día y no
hay tiempo para realizar una entrada lenta. Como los demás miembros de la familia, él
también necesitaba ser iniciado. Cuando se replegó ante mi invitación abierta para revelarse
a sí mismo, volví a la fórmula que se había puesto de manifiesto antes en la familia, la de la
sexualidad. Cuando le pregunté por qué no se conseguía una esposa y contestó con la idea
de llevar a vivir en su casa a algunos amigos, yo respondí espontáneamente. El comentario
de poner un aviso en el periódico de homosexuales fue involuntario, no planificado.
Una vez hecho este intento y confiando en que Mike estaba comprometido al menos
mínimamente, me dirigí a Gail. Puesto que conocía el rol de chivo expiatorio que cumplía
en la familia, traté de cuestionar esa condición.
Carl: Tú sabes que una de las cosas sobre las que habla
196
mos, Gail, fue que tu madre es muy ingenua. Al parecer, ella es una víctima para cualquier
miembro de la familia. Me preguntaba si tú no estarías tratando de ser la víctima de la
familia para que no tuviese que serlo ella.
Gail: No sé si encajo en el rol de víctima. Yo sólo quiero ser yo misma... no necesariamente
como mi madre.
Carl: Bueno, ella no ha tenido ninguna oportunidad de ser ella misma, ¡así que es mejor que
no trates de ser como ella!
Gail: Bueno, no pienso ser como ella en ese sentido. Creo que soy yo misma. Quiero ser yo
misma.
Carl: ¿Crees que tienes alguna posibilidad de lograrlo?
Gail: Así lo espero.
Carl: ¡Esa no es una respuesta! Me estás tomando el pelo. ¿Crees que tienes alguna
posibilidad de lograrlo?
Gail: Quiero lograrlo.
DANZANDO CON LA FAMILIA
Carl: ¡Esta es otra no-respuesta! ¿Crees que lo harás?
Gail: Sí.
Carl: ¿Crees que sí? Eso está bien. ¡Vas a necesitar tener muchas agallas!
Carl: ¿Contra quién tendrás que luchar?
Gail: Bueno... no tengo que luchar contra nadie, en realidad. Se trata simplemente de
enfrentarme conmigo misma. Tengo que aprender a hacer las cosas yo sola.
Carl. Mira, ¡no creo que sea así! ¡Tú vas a tener que aprender a luchar contra ellos si es que
alguna vez has logrado ser una persona, en lugar del Cristo de la familia!
EL CUIDADO POR EL PACIENTE
Aquí Gail no se compromete y se muestra ambigua. La impulsé para que diese una
respuesta definida, abandonando así su postura de hacer el papel de una «don Nadie» y
asumiendo la de una persona. Esto, desde luego, está destinado también a la madre.
197
198 DANZANDO CON LA FAMILIA
Ahora estoy insistiendo más en el tema familiar de ser nopersonas. La libertad y el coraje
de luchar entre sí y cuestionarse mutuamente son decisivos. Yo los modelaré y los
impulsaré para que adopten ese estilo. Tal vez sean capaces de correr el riesgo.
La llegada de Gail permite subrayar esta cuestión con mayor intensidad. Es evidente en ella
el temor a ser una persona y toda la familia tiende a verla como alguien sin utilidad. Gracias
a mi discusión abierta con ella, los problemas se plantean con mayor claridad. Esto podría
obligar a todos los miembros de la familia a mirarse a sí mismos con más honestidad.
Cuando reanudamos la sesión, esta conversación continúa.
Carl: Si te quedaras en pañales creo que tu madre sería feliz. No tendría que notar que está
envejeciendo. Pero si tú tratas de ser una persona, en lugar de un bebé para ella...
Gail: ¡Lo estoy tratando! Creo que es una identidad que tiene que llegar con los años.
Carl: Esa es una de las cosas que me molestan. ¡No digas que lo estás tratando! ¡Tratar no
ayuda! Lo único que ayuda es que lo hagas. Es como decir que estás tratando de hacer
dinero. Importa sólo si lo logras. Puedes tener que ser durísima para lograrlo. ¿Aprendiste
alguna vez a ser dura?
Mi ataque bastante directo
EL CUIDADO POR EL PACIENTE
contra su condición de no-persona es de veras. Temo que ella haya sacrificado su propia
personalidad para salvar a la familia. Mis sondeos están destinados a ayudarla a tomar su
vida más en serio. Esto puede ayudarla a defenderse y a no ser la víctima de la familia.
Gail: ¡Oh, y ahora con lo que sale! ¡Soy básicamente demasiado buena para ser dura!
Carl: Eso es lo que me preocupa. Así es tu madre. Es demasiado buena incluso para entrar
en el Cielo. No creo que puedan soportarla. Dios se sentiría confundido.
Gail: Es una buena mujer.
Carl: ¡Es terrible! ¡Es insultante! Debería avergonzarse de sí misma. Esto quiere decir que
no es una persona, es sólo una cosa.
Me interesa contaminar la creencia de que ser víctima pasiva equivale a ser una persona.
Quiero señalar el elemento deshumanizante que hay en ello. Sobre todo, tengo inten-
199
200
Gail: Es una persona.
Carl: ¡No he visto prueba alguna de que lo sea! Todo lo que vi fue su dolor, su sufrimiento
y su vacío. Ni siquiera creo la historia que cuenta del «viejo». Creo que ella hizo que él
actuara así. Fue ella la que hizo que él la apartase, así ella podría no ser nadie y echarle la
culpa a él. Parece que tú estuvieras haciendo lo mismo.
Gail: No, no soy exactamente como ella.
Carl: Tú eres más joven, ¿eh?
(Risas.)
Carl: ¿Nunca te sientes des
DANZANDO CON LA FAMILIA
ción de hacerles ver con más claridad el espantoso precio que están pagando.
Una vez más, se revela la otra cara de la moneda. El rol de víctima de la madre se define
ahora como si fuese construido por ella misma. Al padre se lo encuadra como cómplice. El
está allí para soportar para siempre el peso de la culpa de ella.
preciable, en tu interior? ¿Como si quisieras matar a toda la pandilla?
(Pausa.)
Una de mis hijas, cuando tenía diez años, se despertó una noche llorando. Dijo que había
tenido un mal sueño y que tenía que matar a toda la familia.
Gail: ¡Eso suena como una pesadilla!
Carl. Bueno, fue una pesadilla. Nunca ha vuelto a recordarla. Yo sí, porque temía que me
disparase un tiro al día siguiente.
¡Tú tienes que aprender a sentirte asesina! Tienes que ser capaz de sentir que quieres matar
a la gente dentro de ti misma para llegar a ser una persona. De lo contrario terminarás
siendo una ingenua. Tu madre nunca ha tenido el coraje ni siquiera de querer matar a
alguien, excepto a mí. (Dirigiéndose a la madre.) Si fuera a matarme, ¿cómo lo haría?
(Risas.)
EL CUIDADO POR EL PACIENTE
Al compartir un fragmento
201
202 DANZANDO CON LA FAMILIA
de mi propia vida relativo a un impulso homicida manifestado en un sueño, estoy
normalizando la existencia de esos dos impulsos. Si tienen lugar en mi vida, sin duda son
normales. Tal vez eso los liberará para ser más reales ellos también.
¿Me pondrías vidrio molido en la sopa?
Doris: Tal vez lo ahogaría en su cacerola.
Mike: ¡Le arrojaría agua hirviendo!
Carl: ¡O grasa hirviendo!
Dor: Hay mucha grasa de cer
do en casa. A partir del intento anterior de normalizar los impulsos homicidas, ahora
estoy tra tando de que la familia los afronte aquí y ahora. Quiero que reconozcan que son
humanos. Si bien la madre no contestó directamente, los hijos participaron alegremente en
la fantasía homicida. Este es un signo positivo.
EL CUIDADO POR EL PACIENTE 203
pregunta: Carl, no comprendo. ¿Qué tiene que ver toda esa insistencia en la violencia y en
los impulsos homicidas? Peor aún, ¿por qué le pediste a la madre que te dijese cómo haría
para matarte? ¡Parece totalmente absurdo!
Respuesta: Bueno, permíteme dar un paso adelante. Estuvimos hablando antes sobre la
sexualidad y sobre las maneras de manifestarla y de ese modo hacerlas menos
atemorizadoras. Esto es lo mismo. ¡Lo único más importante que el sexo en el mundo es la
muerte! Y todos nosotros somos suicidas y homicidas en potencia. Como dijo bien Camus
(1955): «No puedes formular ninguna otra pregunta hasta que hayas decidido si vale la
pena vivir».
Así que yo supongo esto... Gail ha mostrado muy claramente que se ha convertido en una
no-persona. Lo ha hecho para evitar que empeore la artritis de su madre, para evitar que ella
se enfrente al hecho de que está envejeciendo, para evitarle que se sienta tan mal con
respecto a su matrimonio, etcétera. ¡Y yo la acuso de estar desperdiciando su vida! De
manifestar un afecto de una manera equivocada. Estoy diciendo que no debe quedarse en
pañales. ¡Que la única manera para superarlo es aprendiendo a ser peligrosa, violenta,
egoísta, homicida!
Ahora bien, se puede llegar tan lejos en esta cuestión únicamente recurriendo al absurdo y
al hostigamiento con humor. Entonces me vuelvo a la madre porque supongo que Gail
podría aprender a ser despreciable sólo si la madre lo fuese. Hasta ahora la madre no ha
tenido el coraje de serlo. Así que le brindo la posibilidad de que me odie porque soy una
no-persona. Yo pregunto: ¿cómo podría matarme si decidiera hacerlo? El uso del «si» le
permite tener fantasías. Esto es sembrar en el inconsciente, como lo denomino a veces.
Dejo caer cosas que son ridículas, pero que pueden formar una experiencia simbólica que
más adelante se vuelve fundamental. Entonces tal vez ella pueda hablar de asesinarme.
Pregunta: ¿Pero no es peligroso? ¿No resulta peligroso alentarla
204 DANZANDO CON LA FAMILIA
a fantasear sobre algo contra lo que ella podría sentirse obligada a actuar?
Respuesta: ¡Es justo al revés! No es hablar de eso lo que lo hace peligroso. Hablar sobre el
sexo no lo vuelve peligroso. Es hacer creer que no es importante lo que es peligroso. Es
decirle a tu hija: «Espero que te diviertas esta noche. Te esperaré levantado», en lugar de
decirle: « ¡No lo olvides! En cuanto sales de casa, es responsabilidad tuya si te quedas
embarazada, ¡no mía! ».
Afrontas la realidad en su fantasía y así desinflas la realidad de su vida. No puedes hacer
creer que allí no hay nada. ¡Somos todos homicidas!
Como se analizó anteriormente, la universalidad del mundo de los impulsos es una realidad
psicológica que en cierto modo está subvalorada y a menudo ignorada. Quizá la mejor
manera de redescubrirla y volver a familiarizarse con su poder sea mirar dentro de nosotros
mismos. Mirar a nuestros pacientes desde una posición ventajosa es poner demasiada
distancia. Si los impulsos homicidas son fenómenos universales, y yo creo que lo son,
entonces debemos ser capaces de encontrarlos dentro de nosotros mismos. ¿Qué significa si
no los encontramos? ¿Prueba eso que en realidad no existen? ¿O indica que sólo existen en
algunas personas, es decir, en nuestros pacientes enfermos? ¿O podría ser que en realidad
no nos atrevemos a mirar tan adentro?
Es absurdo pensar que podemos trabajar con una familia y su mundo de impulsos si no
tenemos acceso al nuestro. ¡Es peor que absurdo! ¡Es peligroso para todos! Durante
muchísimo tiempo solía llevar conmigo una lista con las seis personas que deseaba ver
muertas. Luego, cuando fueron muriendo una tras otra, la lista disminuyó. ¡Supongo que es
hora de hacer una lista nueva!
Si bien el diálogo anterior con la familia abordaba claramente un aspecto crucial, me sentía
frustrado por no ser capaz de
EL CUIDADO POR EL PACIENTE 205
ayudarlos más plenamente a tener acceso al enojo subterráneo. De pronto surgió una
asociación en mi cabeza. Me levanté de un salto y salí del consultorio para ir a buscar un
juego de cuatro palos acolchados. Esta idea surgió a partir de mi interacción con la familia.
No fue premeditada. Regresé unos minutos después con los cuatro palos, dos rojos y dos
azules.
(Dirigiéndose a Gail.)
Carl: ¿Cuál te gusta, rojo 0 azul?
Gail: Me gusta el rojo.
Carl: Le daremos éste al «viejo». Está un poco roto, como suelen estar las cosas de los
viejos.
(Risas.) Otra vez, la familia reaccionó ante la insinuación sexual.
¿Quiere uno? ¿Y tú? Sólo tengo cuatro. Se me ocurrió que tal vez ustedes podrían hacer
creer que están haciendo algo cariñoso mientras se golpean el uno al otro con estos palos
blandos que en realidad no lastiman.
(Los miembros de la familia sostienen los palos pero no se deciden a usarlos.)
206
Pueden pegar con fuerza y así y todo no lastiman.
(La madre se golpea suavemente con un palo, igual que Marla.)
Vanessa: Es propio de mamá golpearse a sí misma con el palo.
Carl: Es lo mismo que hizo Marla.
Marla: Lo estaba probando.
Carl: ¿Lo estabas probando? Ayer pensé que tú tenías la mayor probabilidad de convertirte
en un ser humano. No parecías demasiado santurrona.
Marla: Eso es lo que me dicen.
Carl: Golpeadla en la cabeza y veréis qué pasa.
(El padre entonces le pega sua
DANZANDO CON LA FAMILIA
En respuesta a la real dificultad que tenían para demostrar abiertamente su enojo, cambié de
velocidad. Me sentía obstaculizado en el nivel verbal y esperaba que la introducción de los
palos acolchados estimularía una mayor libertad.
EL CUIDADO POR EL PACIENTE
vemente a la madre y ella le devuelve el golpe. La madre lo golpea reiteradamente en la
cabeza, mientras él baja los brazos y recibe los golpes.)
(En toda esta etapa los hijos gritan y ríen entusiasmados.)
¡Más fuerte! ¡Más fuerte! ¡Más fuerte!
A medida que la madre fue animándose perdió su aspecto de mujer vencida y fue
transformándose en un ser humano lleno de energía, activo, agresivo. Los palos sirvieron
para intensificar y aliviar a la vez su agresión interior.
Lo mejor de este intercambio fue el carácter «como si» que tenía. Mientras golpeaba al
padre, el palo era a la vez un palo acolchado simulado y un palo de béisbol real. Después de
todo, se trata sólo de un juego. No, no lo es, ¡es real! ¡Es juego! ¡Es real! ¡Juego! ¡Real!
La madre y toda la familia están aprendiendo algo sobre sus sentimientos. Están viviendo la
experiencia de que sus impulsos homicidas no tienen realmente que terminar en homicidio.
Sabiendo esto, pueden tener la libertad de expresar sus sentimientos.
207
208
Carl: (dirigiéndose a la madre) No es un cachorrito. ¡Tiene que hacerlo mejor!
Madre: Ahora golpéame a mí.
(Risas.)
Carl: Ella es más ingenua que él.
(El padre se guita los anteojos.)
Carl: Ahora que se sacó los anteojos, usted puede golpearlo de verdad. ¡Ahora puede
golpearlo en la cara!
Madre: ¿Con esto? No. Lo lastimaría.
Carl: No. Le hará bien. De todos modos, su nariz es demasiado grande.
DANZANDO CON LA FAMILIA
Cuando la madre comienza a retroceder ante el sorprendente estallido de agresión y rabia,
trata de apartarse de lo que acaba de ocurrir. Quiero que sepa que yo lo vi y creo que es
importante. Demasiado importante para actuar como si nunca hubiese sucedido. Al sugerir
que ella podría ser todavía más dura y más despiadada, espero eliminar la clase de culpa
que produce enmascaramiento y negación.
EL CUIDADO POR EL PACIENTE 209
Pregunta: ¿Cuál es el objeto de esta escena con los palos? ¡Parece peligroso! Parece
arriesgado impulsar a la gente para que represente realmente esta clase de impulsos en el
mundo real.
Respuesta: No es verdad. Es justo al revés. Las personas que no tienen la oportunidad de
jugar y manifestar su violencia son las que llegan a ser violentas. Son los muchachos
buenos los peligrosos. Desde luego, están también los delincuentes. No me estoy refiriendo
a ellos. Pero la gente común tiene tanto miedo a sus fantasías que si los puedes ayudar a
tenerlas de una manera justificada, que no los atemorice, no tienen que preocuparse por esa
conducta. Además ésa ha sido la experiencia que he tenido. Lo he hecho durante mucho,
mucho tiempo y nunca he tenido repercusiones realmente malas.
Pregunta: ¿Pero cuál es el mensaje que tiene la madre mientras golpea a su marido? ¿Piensa
que es un juego o cree realmente que lo está matando?
Respuesta: ¡Las dos cosas! ¡Las dos cosas! Ella está experimentando la fantasía de
destruirlo, pero no está sucediendo nada tan peligroso. Ella lo está expresando
emocionalmente. Es una especie de psicodrama, si quieres. Es una manera de actuar
peligrosamente, porque sientes que eres peligroso, pero sin serlo.
Pregunta: ¿Y no te preocupa pensar que cuando ella vuelva a su casa puede reemplazar el
palo acolchado por un hacha?
Respuesta: No, seguro que no. Pienso que es al revés. Creo que es muy posible que la
artritis sea una manera de evitar el uso de un hacha. Pero los palos acolchados son una
mejor manera de no usar el hacha.
210 DANZANDO CON LA FAMILIA
Cuando continuó la sesión, la familia estaba tratando de que Gail usase los palos
acolchados para pegarle al padre. Ella se resistía. Vanessa comentó que quería ver a Gail
realmente enojada alguna vez. Gail respondió que a veces se sentía realmente enojada con
Vanessa. Agregó que en ese momento estaba disgustada con ella porque se iba a despedir de
la familia inmediatamente después de las sesiones para hacer un viaje a Nueva York. Gail
pensaba que, puesto que la familia rara vez se reunía completa, estar juntos debería haber
sido lo más importante para su hermana.
En medio de esta discusión, el padre interrumpió con una pregunta sobre los palos
acolchados.
Padre: ¿Existe algún juego que se practique con estos palos?
Carl: Sí. El que estaban jugando ustedes dos.
Padre: ¿Quién es el ganador?
Carl: El que golpea más fuerte. El que abandona primero es el perdedor.
Doris: ¡Inténtalo, Gail! Madre: ¡Vamos, Gail! Gail: Bueno, no sé. Vanessa: Yo lo haré
contigo.
EL CUIDADO POR EL PACIENTE 211
(Las dos hermanas se levantan, y Vanessa golpea de una manera normal pero Gail apenas la
toca.)
Van: Gail apenas me toca.
Gail: No golpees demasiado fuerte.
Van: No eres frágil.
(Mientras Vanessa golpea a Gail y ésta se defiende débilmente, la familia alienta la acción.)
Gail: ¿Tenéis que estar ahí sentados aclamándonos?
Dor: ¿Qué quieres que hagamos?
Van: ¡Ha sido divertido!
Una vez finalizada la segunda batalla de los palos acolchados, la familia volvió a sentarse
en los sillones. Gail inició la conversación.
Gail: A veces sí me enojo.
Madre: Todos nos enojamos. Yo me enfurezco contigo a veces.
Gail: Se trata de cómo nos en
212
DANZANDO CON LA FAMILIA
frentamos con nuestro enojo y nuestras emociones.
Carl: ¡Qué asco! ¿Por qué no hablan directamente, en lugar de dar tantas vueltas? ¡Digan lo
que quieren decir! ¡Todo lo que les oigo decir es esta conversación que parece de
manicomio!
(Silencio.)
Carl: (dirigiéndose a Gail) ¿Quién te parece que será el nuevo Cristo de la familia si tú
decides dejar ese puesto?
Gail: ¿El nuevo Cristo?
Carl: Sí. ¿Quién se volverá loco si tú recuperas la normalidad?
Gail: Vanessa.
Carl: No sé. Tal vez sea demasiado tonta. No sé si sería Marla o Doris.
Si tú te recuperas, algún otro tendrá que ocupar tu puesto.
Una vez más, trato de sacarla de su posición de paciente o enferma y la aliento a ser más
real.
Aquí estoy impulsando la idea de que ellos están interconectados, en realidad. Que
Madre: ¿Todas las familias tienen que tener un chivo expiatorio?
Carl: Si la tensión es muy fuerte. Si hay un matrimonio de conveniencia y si la madre y el
padre no se llevan bien. Entonces ponen a los hijos en el medio para lograr unos cuantos
mimos de ellos. Frecuentemente termina habiendo una víctima.
(Silencio.)
Van: ¿Así fue como Gail se enfermó?
Carl: Sin duda. Fue elegida.
Van: ¿Qué sucederá si no queremos elegirla más?
Carl: Supongo que tendrán que votar otra vez. No es fácil cambiar de presidente
EL CUIDADO POR EL PACIENTE
la familia funciona como una unidad interactiva, y todos pueden cumplir todos los roles.
Necesitan tener bien claro cuánto trabajo hace falta para lograr un cambio real. No es fácil.
213
214
una vez que ha asumido el cargo. Hacen muchas cosas para los demás. Como dejarlos a
ustedes que los golpeen sin devolver los golpes.
Al acercarnos al final de esta experiencia de tres días, les doy la oportunidad de expresar
algún pensamiento final.
Carl: ¿Hay alguna pregunta que quieran hacer antes de despedirnos?
Van: Una cosa que noté en las sesiones es que hay mucha tristeza, muchas lágrimas en la
familia. Siento que papá está esperando la muerte. A veces me preocupo por la bebida de
Marla. A veces tú conduces demasiado rápido y eso parece autodestructivo. A veces no sé
dónde estás, Gail. Siento que te has rendido. Me parece que vosotros, Doris y Mike, no os
habéis rendido. Estáis luchando. Sois bastante estables. A veces siento oleadas de depresión
y que la familia está realmente enferma.
Madre: La vida ha sido siempre bastante angustiante.
DANZANDO CON LA FAMILIA
Carl: Sí, vivir es bastante angustiante.
Madre: Así es.
Carl: Pero no hay motivos para que ustedes no puedan...
Madre: ... tener un poquito de humor. Yo traté de ponerle un poco de humor. Cada vez que
lo hice, papá lo cortó.
Carl: ¿Así que al final usted se rindió después de dos años de casada?
Madre: No. Seguí intentándolo.
Carl: ¿Alguna pregunta, Mike?
Mike: No. Nada por el momento.
Carl: ¿Gail? Gail: No. Carl: ¿Doris? Doris: No, por cierto. Carl: ¿Marla? Marla: No.
EL CUIDADO POR EL PACIENTE
216 DANZANDO CON LA FAMILIA
Carl: ¿Madre?
Madre: No.
Carl: ¿Padre?
Papá: No.
Carl: Para mí ha sido un gran placer tenerlos aquí y poder llegar a conocerlos. Los tendré
siempre presentes.
El proceso de terminar la relación con la familia forma parte integrante del proceso de la
terapia. Constituye un componente fundamental con respecto a cómo ven la terapia y cómo
la inte gran en su experiencia actual de la vida. Igual que cualquier padre, en el rol de
terapeuta que asumo como padre adoptivo, estoy triste de verlos partir y, a la vez, contento
de que sean capaces de seguir adelante.
Quiero transmitir un mensaje de interés, preocupación y afecto, sin sugerir a la vez de
alguna manera que estoy en desacuerdo con su decisión de terminar. Ellos necesitan saber
que tengo cierta confianza en ellos. Que ellos pueden afrontar el mundo solos, por su
cuenta. Además deseo que sepan que si bien no me aferro a ellos, estaré siempre disponible
si alguna vez deciden regresar.
Este tipo de final coloca a la responsabilidad de vivir en el lugar que le corresponde,
directamente en sus manos, como grupo. Ellos tienen que dirigir su propio barco. Desde
luego, siem pre pueden llamarme cuando deseen volver a reunirse. Quiero hacerles saber
que estaré disponible para ellos.
Como todos los demás, cuando se van me siento abandonado. Contar con un grupo
profesional de apoyo es la mejor manera que conozco para encontrar alivio y mantener la
esperanza para el futuro.
Capítulo 9
LA FAMILIA SANA Y LA PATOLOGIA NORMAL
Una de las dificultades que se presentan cuando se trabaja con familias es la de tratar de
determinar cuándo una familia es sana y cuándo no lo es. ¿Cómo establecemos la diferencia
entre una familia que funciona dentro de lo «normal» y otra inmersa en una «patología»? Si
bien en realidad no hay ningún criterio aceptado universalmente, todos tenemos algunas
ideas que guían nuestro pensamiento.
Tal vez el punto de partida más válido es tener en cuenta nuestros propios criterios
personales. Todos nosotros siempre estamos emitiendo ese tipo de juicios sobre los demás.
No existe magnitud alguna de pensamiento científico, neutralidad clínica o amplitud de
criterio personal que pueda realmente suprimir este fenómeno humano natural.
Independientemente de nuestra educación y formación profesional, en el patrón que
aplicamos automáticamente se refleja nuestra propia constelación de perspectivas,
prejuicios y distorsiones personales. Vemos a los demás sólo a través de nuestra propia
experiencia.
Cuando empiezo a trabajar con una familia, lo más común es que comience con el padre. Al
hacerlo, lo comparo naturalmente con las nociones que tengo internalizadas de lo que un
padre es y lo que un padre hace. Este conjunto de nociones refleja en gran medida mi
propia personalidad, se relaciona moderadamente con la imagen que tengo de mi padre y
levemente con otras figuras paternales que he conocido. Este nuevo padre bajo el
microscopio obtiene desde luego una buena evaluación por las cualidades
218 DANZANDO CON LA FAMILIA
que me gustan de mí mismo, de mi padre y de las demás figuras paternales que he
internalizado. Análogamente, se acumulan las malas notas de la misma manera en el lado
opuesto del espectro. Esta evaluación instintiva también se produce con respecto a la
madre, la relación entre la madre y el padre, los hijos, sus relaciones mutuas, las relaciones
entre padres e hijos, etcétera, etcétera. Este tipo de sistema de evaluación personalizado se
encuentra en el núcleo de todos los juicios e inferencias que hago sobre las personas.
Naturalmente, coloco a las personas que se me presentan en la matriz interpersonal interna
que he formado con el paso de los años.
No se trata en realidad de un proceso planificado o consciente. ¡Simplemente es algo que se
da! Cuando la madre dice algo que desencadena un recuerdo de mi propia madre, supongo
au tomáticamente que quiere decir lo mismo que quería decir mi madre. Si bien puede tener
poco que ver con la intención de esta madre o con la forma en que su familia lo percibe, lo
oigo de la única manera en que puedo oírlo. El hecho de que puedo tener cierto
conocimiento de este proceso no lo evita. Todos nosotros estamos siempre transfiriéndonos
unos a otros. Puedo percibir al otro sólo a través del yo que conozco. Tal vez la ventaja de
tener por lo menos esto en claro es que he aprendido a no tratar de forzar al otro a ser como
yo. Sin duda no me gustaría que el otro tratase de que yo fuera él, de modo que trato de
devolverle el cumplido de antemano. El otro no tiene que percibir el mundo de la manera
en que lo percibo yo para que yo lo considere «sano».
LA VIDA FAMILIAR
A pesar de la omnipresencia de este factor personal, hay una serie de maneras significativas
de ver a las familias y hablar de ellas. En primer lugar, la familia sana es dinámica, no
estática. Está en un proceso de evolución y cambio continuos. La salud es un estado
perpetuo de «llegar a ser». Nunca «llegamos» realmente o terminamos el viaje. De modo
que la familia sana es un
LA FAMILIA SANA Y LA PATOLOGÍA NORMAL 219
sistema en movimiento. Si bien podemos considerar situaciones congeladas o evaluar una
imagen que resulte representativa, el cuadro que obtenemos puede distorsionar el conjunto.
Cuando empezamos a observar a la familia en movimiento, nos damos cuenta de que la
danza no es casual. Como en cualquier otra organización social, hay reglas, políticas y
pautas. Las reglas normalmente son encubiertas y no están articuladas, a menudo ni
siquiera son conscientes; sin embargo, son potentes. En las familias sanas, estas reglas
sirven como directrices y están al servicio de un esfuerzo de crecimiento. En las familias
patológicas, las reglas se usan para restringir el cambio y mantener el statu quo.
Uno de los componentes básicos de la estructura de una familia que funciona bien es la
separación clara de las generaciones. Resulta claro que los padres y los hijos no son iguales
en cuanto a la autoridad y la responsabilidad. Los padres son la verdadera columna
vertebral de la familia, y los hijos obtienen una sensación de seguridad de la dirección y la
solidaridad de los padres. Pero no debe confundirse una separación sana de las
generaciones con una estructura jerárquica rígida. Esa separación no se basa en la idea de
que los padres ejercen un dominio sobre los hijos, sino, en cambio, en la idea de que su
fuerza les brinda seguridad y protección. Se trata más bien de un fenómeno subterráneo. La
fuerza de los padres se percibe pero no siempre se manifiesta abiertamente.
En la familia sana, la fuerza de los padres funciona de una manera encubierta. Puesto que
su fuerza es clara, no tienen necesidad de probarla constantemente ante sus hijos ni ante sí
mismos. Fomentan una actitud abierta con respecto al juego y a la experimentación y el
intercambio de roles. La familia puede vivir en una estructura del tipo «como si», en la cual
todos tienen libertad para intercambiar roles y funciones dentro de la seguridad que brinda
una subestructura sólida. Por ejemplo, el padre está bastante seguro de no tener que ganar
todas las luchas por el poder con su hijo de cuatro años. No necesita conservar un modelo
de vida rígido para sentir que realmente es el que manda. Puede dejar que el pequeño
Johnny juegue a ser papá y
220 DANZANDO CON LA FAMILIA
trate de cortar la carne en la cena. El padre puede incluso llegar a actuar en el rol de Johnny
cuando lloriquea ante las verduras o se queja del arroz integral. Por su parte, la madre
puede permitirle a su hija de ocho años que le dé masajes en la espalda cuando se siente
cansada, o que doble la ropa lavada aunque no lo haga perfectamente. Puede darle a su hijo
la flexibilidad de decidir cuándo limpiar su habitación sin llegar a ser demasiado rígida. Los
chicos pueden prestarle a la madre una atención especial sin que el padre se ponga celoso, o
hacer algo agradable para el padre sin que la madre se sienta traicionada. Este tipo de
flexibilidad de los roles no desgasta una estructura cuando es sólida, la refuerza.
La familia sana puede vivir con triángulos cambiantes y coaliciones fluctuantes sin generar
celos ni inseguridad. De hecho, tener la libertad de experimentar todas las combinaciones y
per mutaciones posibles de triángulos es una experiencia enriquecedora. Tener la libertad de
unirse en equipos, luego separarse y cambiar de compañeros es fundamental para establecer
límites sanos. Esto abarca también la necesidad de separarse realmente, de irse y ser un
individuo sin sentirse culpable por separarse de la familia. Sólo cuando tenemos la libertad
de no pertenecer, unirse a alguien cobra significado. La manera de constituirse en equipo es
claramente una cuestión de la voluntad, de elección y no de obligación.
Esta clase de estructura brinda a cada miembro de la familia la experiencia de formar parte
de un todo seguro y protector, mientras que estimula a la vez la independencia y la
manifesta ción de sí mismo. La unión que surge es real porque se establece en un marco de
libertad. Cada persona tiene libertad para irse y volver, volver a separarse y regresar, una y
otra vez hasta el infinito. Estas capacidades crecen en sincronía, no son conceptos
antagónicos. En estas condiciones, surge cierta sensación de lealtad o nacionalismo
familiar. Tienden a desear estar juntos. Al estar junto a los demás, cada miembro de la
familia se siente más entero, más completo.
A medida que una familia sana va realizando el ciclo vital, puede cambiar, adaptarse y
crecer sin temor ni aprensión. Las
LA FAMILIA SANA Y LA PATOLOGÍA NORMAL 221
nuevas circunstancias constituyen una oportunidad, no una amenaza. Los conflictos y
problemas que surgen inevitablemente son afrontados sin perder de vista el cariño y el
interés que existe entre ellos. En diferentes momentos, en diferentes situaciones, diferentes
miembros de la familia terminarán siendo el chivo expiatorio. Esta capacidad de tener y
aceptar chivos expiatorios rotativos es más sana que vivir estérilmente, esperando que no
surja ningún chivo expiatorio. Este rol resulta devastador sólo cuando se vuelve fijo y
rígido. Las familias que viven en un mundo semifóbico, tratando de evitar toda patología,
normalmente llegan a ser su víctima.
Tal vez uno de los verdaderos hitos de una familia sana sea su capacidad para hacer que las
crisis alienten el crecimiento en lugar de permitir que los destruya. El conflicto debe ser
conside rado el fertilizante de la vida. Si bien no siempre huele bien, es decisivo para lograr
un crecimiento óptimo.
Otro indicador de la salud de la familia es el espacio que se brinda a la intimidad del amor,
así como también a la violencia del odio. Todos pueden realizar un intercambio intenso, a
partir del amor y también del odio. Los temas emocionales como, por ejemplo, la
sexualidad, la religión, la educación de los hijos, etcétera, pueden discutirse sin amenazar la
continuidad y unión del grupo. El núcleo es suficientemente sólido no sólo para soportar
esos enfrentamientos sino también para crecer a partir de ellos.
Asimismo, existe también la libertad para reconocer y aceptar la unidad familiar de tres o
incluso cuatro generaciones. Los padres pueden referirse a los viejos tiempos, y los hijos
intere sarse en escuchar. Los hijos pueden tener una relación con sus abuelos sin que ello
signifique desarrollar una triangulación patológica contra los padres. La generación mayor
puede relacionarse con la generación más joven sin ocultarse detrás de una exigencia de
«respeto» impersonal que resulta distanciadora. Todos ellos pueden mirar el futuro y hablar
sobre la próxima generación sin temer que eso los aleje del presente. Todo este intercambio
familiar en evolución es considerado como parte de una cultura familiar siempre en
crecimiento.
222 DANZANDO CON LA FAMILIA
Por último, la familia sana es un organismo social abierto, no cerrado. Las personas que no
forman parte de la familia son incorporadas a ella y no expulsadas de ella. Los amigos,
vecinos, etcétera, pueden entrar en el espacio familiar y ser aceptados y disfrutados, no
mirados con sospecha. Cualquiera de los miembros de la familia tiene libertad para llevar a
un amigo a la familia, sin temor a que sea rechazado.
Cuando hablamos de las familias, es importante tener presente que estamos más unidos por
similitudes que separados por diferencias, que todos los modelos o mecánicas que
considera mos patológicos y, por consiguiente, indicadores de familias enfermas, también
se encuentran en toda familia «normal». La diferencia reside por lo general en la intensidad,
rigidez y duración más que en la aparición de estos problemas.
Cuando vemos a una familia durante un tiempo, su conducta no sólo se vuelve más
comprensible, sino que además por lo general tiene sentido. Su intensa interconexión en la
que cada ac ción es un estímulo y una respuesta a la vez, mantiene a todo el sistema en un
movimiento que es internamente coherente.
EL MATRIMONIO
Al hablar sobre la familia, es importante detenerse un momento para concentrarse
específicamente en la base de la familia: el matrimonio.
Un matrimonio sano es una mezcla de dos culturas extranjeras. El esfuerzo de mezclar estas
dos culturas para formar una nueva es lo que resulta a la vez similar a los dos clanes que
inter vienen, y claramente diferente de ellos. Con frecuencia he descrito la política
transgeneracional como dos familias que se envían chivos expiatorios para duplicarse a sí
mismas. La vida se vive entonces para ver quién gana. La verdadera clave para evitar esta
especie de competición ridícula es alcanzar un nivel trascendente de vida. No es aceptable
que se duplique una familia o la otra. En esas condiciones, pierden todos. La nueva pareja
debe ser claramente diferente de cada familia de origen, a la vez
LA FAMILIA SANA Y LA PATOLOGfA NORMAL 223
que conoce cuáles son los aspectos que vale la pena conservar de cada una.
Esto no sucede mágicamente, ni siquiera por el intercambio de las promesas conyugales. La
conspiración del «felices para siempre» que considera a la boda como el punto final, y no
como un comienzo, es horriblemente destructiva. Hace que los dos cónyuges prevean un
estado de amor y satisfacción espontáneo y todopoderoso, y que ignoren la realidad de que
es necesario formar una relación más, madura. Cuanto antes nos liberamos del mito de la
pareja perfecta, del matrimonio hecho en el Cielo, más pronto podremos comenzar a
construir nuestra intimidad.
¿Por qué el matrimonio es algo tan especial? ¿Tan especial que a pesar de todos los
conflictos y problemas sigue siendo una institución maravillosamente vigente? Si bien
suele empezar con la creencia ilusoria de que nos completa, o que satisface todas nuestras
necesidades, pocas veces se queda en este nivel. La promesa de euforia rápidamente se
adapta a la realidad cotidiana. Para ser capaz de elevarse por encima de la vida cotidiana,
debemos ser capaces de ir más allá de un «él» y un «ella» y buscar el «nosotros» que
faculta al matrimonio. Esta zona del «nosotros» es el lugar de las superposiciones y la
integración. El esfuerzo consiste realmente en encontrar un equilibrio viable.
Dicho sea de paso, la pérdida de este «nosotros» es lo que hace que el divorcio sea tan
devastador y la infidelidad tan destructiva. El divorcio declara legalmente que el «nosotros»
es una no-entidad. Declara que el conjunto ya no existe. Si bien puede ser un hecho legal,
no creo que suceda de este modo en el mundo de las realidades emocionales. Nunca se
puede retirar realmente la inversión emocional que se ha puesto en un cónyuge. Queda
encerrada en el conjunto del «nosotros». Sin duda, se puede decidir no vivir juntos, pero no
se puede decidir que lo que sucedió no ha sucedido. Se sigue siendo parte del otro para
siempre. Lo que hace que las aventuras sexuales sean tan desastrosas es que no sólo definen
al «nosotros» actual como algo sin importancia, sino que además crean otro
«seudonosotros».
Las aventuras amorosas a menudo parecen surgir en relaciones que ya están terminadas. El
término «paralización» parece
224 DANZANDO CON LA FAMILIA
ser el adecuado aquí. Cuando los cónyuges están totalmente desanimados uno del otro y se
produce un estancamiento, se dan cuenta de la creciente soledad y falta de vida. La idea de
tratar de encontrar nuevamente el tipo de entusiasmo que alguna vez existió es tentadora. Si
bien la fantasía incorporada suele alimentar a la verdadera acción que lleva a la aventura
amorosa, a menudo es relativamente superficial. La fantasía de descubrir que la pareja
perfecta y el logro de la felicidad se dan espontáneamente es tentadora pero escurridiza. La
intimidad cuesta trabajo. Surge con el tiempo gracias a los esfuerzos conjuntos y a la acción
de compartir. Los matrimonios crecen juntos o crecen separados. No hay un punto medio.
Mientras que una aventura amorosa puede cumplir el objetivo de hacer subir el termostato y
crear cierta intensidad, el costo suele ser muy alto. El residuo emocional nunca se elimina
realmente.
La idea de compromiso en el matrimonio también es fundamental, pero por lo general se la
comprende muy mal. La promesa «hasta que la muerte nos separe» no debería percibirse
como una sentencia perpetua sin la posibilidad de una conmutación de la pena por buena
conducta. El compromiso que en realidad trata de asegurar el matrimonio es el que
constituye un acuerdo de crecer verdaderamente más cerca uno de otro, de hacerse
partícipes mutuamente de las inquietudes y de dar a las necesidades del cónyuge la misma
prioridad que a las propias. La idea de compromiso tiene por objeto contrarrestar el impulso
de salir corriendo ante el primer signo de desilusión.
Todos los matrimonios sanos experimentan literalmente decenas de divorcios emocionales
en el transcurso de los años. Ya sea que duren tres minutos, tres horas o tres días, la
sensación de pérdida puede ser abrumadora. Para la pareja comprometida, estos períodos de
separación emocional son dolorosos, pero están lejos de la desesperación o la desesperanza
irreversibles. Conservan la sensación de seguridad que les da su propia historia, la de estar
dispuestos a trabajar y luchar productivamente y ser capaces de hacerlo. Ellos «saben» que
pueden sobrevivir a este período doloroso.
La capacidad de abordar las diferencias es algo que estabili
LA FAMILIA SANA Y LA PATOLOGÍA NORMAL 225
za enormemente y mejora la calidad del matrimonio. Cuando las diferencias se ven como
inherentemente malas o como algo que debe eliminarse, producen un cisma, hacen estar a
la defensiva y terminan por producir un alejamiento. Sin embargo, cuando las diferencias
pueden verse como oportunidades para crecer, se vuelven valiosas. Nuestras diferencias son
las que nos permiten expandirnos. La capacidad de participar realmente en un proceso
bilateral de contaminación mutua es fundamental en una relación dinámica y no estática.
Los pasos necesarios para llegar al punto de utilizar las diferencias productivamente van
desde el reconocimiento hasta la aceptación, el respeto, el disfrute y la valoración de ellas.
LOS PADRES
Ese tipo de crecimiento como pareja es también lo que nos prepara para tener éxito como
padres. La calidad de la relación entre los cónyuges es lo que se requiere cuando la pareja
se transforma en mamá y papá. Este vínculo entre la madre y el padre es fundamental para
los niños. Ellos se insertan directamente en la calidad del interés y el amor existentes entre
sus padres. Su sensación de seguridad o pánico es un reflejo del vínculo emocional
existente entre sus padres. Lo fundamental no es la relación del niño con su madre o con su
padre, sino la relación que tiene con la relación de ellos dos.
Por el contrario, la incapacidad del marido y la mujer para establecer su relación antes de
llegar a ser mamá y papá sienta la base para la infelicidad emocional y la triangulación
genera cional. Al carecer de una relación de pareja afectuosa, el marido y la mujer se
sienten fácilmente sobrecargados frente a las exigencias de la paternidad. La pareja que
nunca solucionó el conflicto acerca de quién «gana» con respecto a las actividades del fin
de semana, los quehaceres domésticos, la familia de origen, los programas de televisión,
etcétera, no tiene posibilidades cuando los hijos ingresan en la escena.
La ilusión de que el hecho de tener un bebé permitirá curar
226 DANZANDO CON LA FAMILIA
una relación conyugal dañada es peligrosa. Tratar al bebé como otro Cristo con la misión de
salvar el matrimonio es ridículo. Normalmente termina por crear un cisma mayor y
acrecentar la desesperación.
El proceso que transforma a una pareja en una familia comprende varios cambios
predecibles. La simbiosis natural madrebebé es el punto central de afecto de la familia. Si el
padre tiene la suficiente madurez para darse cuenta y no ponerse celoso, la familia puede
avanzar. Cuando el padre se vuelve muy resentido, sin embargo, o está de mal humor o
grita porque sus necesidades sexuales de adolescente le están siendo usurpadas, empieza el
verdadero problema. Si él vocifera y se enoja, la esposa se siente atrapada entre la
necesidad del niño y la del marido. Si él busca intimidad fuera de la casa, ya sea en su
trabajo, en el tenis o en su secretaria, la esposa se siente abandonada. Se la deja sola con la
responsabilidad del niño. Al ampliarse la distancia entre ellos, queda fijado el modelo de
alejamiento entre los dos.
A medida que la vida pasa y el bebé se hace niño, la falta de unión entre los padres vuelve a
hacerse dolorosamente evidente. La madre puede sentirse abrumada al tener que arreglarse
sola con Johnny. Este quizá perciba a la madre como demasiado restrictiva y en
consecuencia se rebelará. Si el padre no adopta una posición clara de apoyo a la madre,
Johnny sabe que se trata realmente de una ayuda encubierta para él. Sigue presionando,
seguro de saber que le está agradando a su padre. Una vez más, la cuestión de la unión entre
los padres es fundamental.
Otra de las danzas comunes es la que tiene lugar cuando una madre excesivamente apegada
no es capaz de controlar a su hija. Ella entonces logra que el padre distante actúe
imponiendo disciplina. Cuando el padre la complace con resentimiento, la madre lo percibe
como demasiado duro y punitivo. Esta situación lleva a la madre a salir en defensa de la
hija y sirve para hacer más rígido el conjunto patológico. El excesivo apego entre madre e
hija se intensifica y el distanciamiento del padre se ve reforzado.
Capítulo 10
¿EN QUE DIRECCION SE CRECE? UN SEGUIMIENTO DESPUES DE TRES AÑOS
Tratar de evaluar el éxito o el fracaso de la terapia familiar es un asunto escurridizo y
decepcionante. La pregunta obvia: «¿Dio buen resultado la terapia?» suele ser bastante
peligrosa. Peligrosa porque en ella se dan por supuestos criterios de éxito convenidos en
general. Criterios que no sólo son clínicamente válidos sino que además están medidos y
reunidos de una manera confiable. En este momento, nuestro campo tiene más de arte
quede ciencia. Sin embargo, a pesar de esto, cada uno de nosotros debe enfrentarse de algún
modo con la cuestión de lo que funciona y lo que no funciona. Todos tenemos alguna idea
de lo que constituye el «éxito» y de lo que significa fracasar.
Estoy convencido de que la terapia es un proceso dirigido al crecimiento. Su objetivo
básico no es la eliminación de los síntomas ni el cambio de primer orden. Tenemos que ir
más allá de la idea de que los referentes conductistas reduccionistas son reflejos adecuados
de la «realidad». El crecimiento o el «éxito» se relaciona más con el proceso en desarrollo
de la familia, con la capacidad de sus miembros para ser auténticamente personales con
respecto a los demás. La idea de «enseñar» técnicas de comunicación directa también
parece estar mal orientada. No lo podemos hacer suficientemente bien para crear intimidad.
El proceso de crecimiento realmente empieza con el coraje de cada miembro de la familia
para asumir el riesgo de ser más personal con los otros. Lo que resulta esencial es su
predisposi-
228 DANZANDO CON LA FAMILIA
ción a iniciar el viaje, no la claridad con que esté marcada la ruta. La acción del terapeuta
con respecto a la familia no debe tener por objeto privarlos de su ansiedad. Debe centrarse
en transformar su ansiedad en algo útil, algo productivo. Si bienal bajar la temperatura de la
familia a veces se pueden evitar estallidos, cualquier alejamiento prematuro de la intensidad
también disminuye la perspectiva de crecimiento real. En una cultura de creciente
alienación, el terapeuta tiene que ser capaz de tolerar los esfuerzos que impliquen riesgo e
intensidad.
Aunque tenga cierto atractivo el hecho de ser capaz de identificar el cambio en función de
conductas concretas, el crecimiento es un proceso más trascendente. Se me ocurre la
analogía con los cambios de velocidad de un automóvil. En primera no se puede hacer
mucho. La velocidad máxima y las posibilidades óptimas de funcionamiento para el motor
son bastante limitadas. Sin duda, se puede hacer funcionar el vehículo en primera, pero
resulta a la vez ineficiente y bastante restringido. No obstante, al cambiar a segunda en el
momento adecuado, se obtienen mejores resultados y una gama de posibilidades más
amplia. Así es como veo a las familias. Mi tarea es ayudarlas a acceder á otro nivel de vida.
Deseo ayudarlas para que tengan acceso a sus habilidades y capacidades desaprovechadas.
Un componente esencial de este cambio es ayudarlas a mirar por encima de su sufrimiento.
Ayudarlas a reconocer y llegar a apreciar el carácter absurdo de la vida. Quiero que
aprendan no sólo a tolerar sino también a disfrutar de la ansiedad y el dolor que hace que la
vida sea real. A menudo la opción se reduce a permanecer anestesiado o a experimentar
tanto la agonía como la felicidad. Quiero que sean capaces de considerar la experiencia de
vivir, no de elegir automáticamente una acción sedante. ¿Qué preferiría, pelear con su
esposa o esconderse detrás del televisor? Los temas difíciles no pueden evitarse. Cuando
existe un acuerdo tácito para escapar de los problemas reales normalmente se crea un
ambiente de frialdad y distanciamiento.
Una de las formas en que trato de evitar la trampa -de llegar a interesarme demasiado en la
vida concreta de la familia es permanecer centrado en mi propia experiencia de vida.
Incluso
¿EN QUÉ DIRECCIóN SE CRECE? 229
durante la sesión de terapia, trato de seguir siendo el centro de mi existencia. Me dedico
más a mi esfuerzo por expandirme y crecer que a tratar servicialmente de estirarlos a ellos.
Cuando trato de hacerlo, se vuelven elásticos y recuperan con facilidad su forma original
cuando los suelto. En cambio, cuando son ellos los que asumen la tarea de remodelarse, hay
una probabilidad de que los cambios se realicen verdaderamente. Parte del problema
consiste en que yo no sé en realidad cómo formarlos. Mis esfuerzos para hacerlos tomar
una forma determinada están destinados a ser los de un contorsionista. Sin embargo,
cuando son ellos los que los guían, la nueva forma será más naturalmente agradable.
Si bien he dejado de tratar de influir en la forma de creación de la familia, tengo en cambio
ideas muy firmes sobre el proceso que se requiere para llegar allí. Este es el tipo de carrera
en el que procuro comprometerlos. Interactuamos con respecto al proceso de sus vidas,
pero no con respecto a la concentración de ese proceso.
Mientras mi proceso interactivo con ellos es lo que puede estimular el crecimiento, éste se
constituye por el proceso que ellos mismos desarrollan. Por ejemplo, el hecho de que yo le
dé la lata a la madre con respecto a su martirologio y su autovictimización puede impulsarla
a considerar la posibilidad de cambiar, pero eso no es el crecimiento. El crecimiento sólo se
produce cuando empieza el viaje. Ni siquiera es necesario que ella tenga éxito. Tal vez todo
lo que haga falta sean las agallas para tratar de cambiar. Superar el miedo que suscita tratar
de cambiar puede ser suficiente.
Pero, una vez más, no me interesa tanto cómo cambian ni que el cambio siga un modelo
determinado. Me concentro en sacudir las cosas hasta llegar al punto en que ellos se sientan
li bres para empezar. Cuando las personas se vuelven más libres para vivir, se detecta
normalmente en la calidad de su dinámica interpersonal. Hay una sensación de
espontaneidad y apertura, una capacidad de ser diferente y aceptar las diferencias sin pánico
ni terror. La necesidad de que exista una conformidad familiar total es reemplazada por la
alegría de gozar las diferen-
230 DANZANDO CON LA FAMILIA
cias. La capacidad de reírse de uno mismo y con los demás reemplaza al hecho de reírse
cínicamente del otro.
Es una sensación de trascendencia. Mientras que los sucesos y los dilemas de la realidad
externa a veces tardan en cambiar, la familia los afronta con menos dificultad y miedo. La
sensa ción creciente de conexión y libertad sirve como una liberación del aislamiento y la
irrealidad que los agobia.
El problema no reside en que Johnny siga mojando la cama o la madre todavía no pueda
decidirse sobre la elección de un nuevo trabajo. Si el terapeuta se deja convencer por el
modelo de cambio conductista, se convierte en su empleado y será controlado por las
acciones de ellos. Si bien pueden complacerlo con cambios temporales de conducta, el
terapeuta está en última instancia a su merced. Cuando ellos no hacen un cambio
significativo, el terapeuta queda bloqueado. La única salida es declararse inepto-o decir que
los pacientes ofrecen resistencia.
Lo que yo. trato de hacer es mantenerme totalmente fuera de esa confusión. Al mantenerme
en el centro de mi vida y proteger mis fronteras, puede iniciarse un proceso paralelo. Al
establecer ellos fronteras más adecuadas y asumir la responsabilidad de su propia vida,
comienza su crecimiento.
LA FAMILIA VUELVE
Tres años después de las sesiones iniciales, la familia volvió para hacer una sesión de
seguimiento. Al examinar esta sesión, préstese atención para detectar los indicadores de
crecimiento o cambio que pueden haber ocurrido. La sesión de seguimiento quedó
concertada después de una llamada de Vanessa, quien dijo que la familia estaba pensando
en tener otra reunión. Me preguntó si yo podría reunirme con ellos. Acepté en seguida,
porque recordaba cómo había disfrutado de las sesiones anteriores.
Al elaborar la logística para el seguimiento, Gail pidió que se tratase de una sesión doble.
Quería que la primera parte fuese
¿EN QUÉ DIRECCIóN SE CRECE? 231
una sesión de terapia más y no sólo un seguimiento del trabajo anterior.
Cuando la familia entró, había una sensación de ansiedad y excitación, pero no de miedo o
aprensión. Se veían diferentes. El padre había adelgazado y tenía un aspecto menos rural.
El atuendo de Vanessa era más moderado, menos llamativo. Gail estaba más alerta y tenía
los ojos brillantes, además había aumentado considerablemente de peso. La madre usaba
muñequeras para la artritis.
Una vez que nos sentamos y empezamos a sondearnos, Gail se adelantó. Comenzó
informando sobre los acontecimientos sucedidos en su vida desde las reuniones anteriores.
Había reducido significativamente sus medicamentos. La lentitud y el embotamiento que la
habían afectado tanto anteriormente habían desaparecido. Había logrado mudarse de la
institución donde estaba y ahora vivía sola. Además trabajaba.
Gail abordó el tema de sus conflictos con los novios. Parecía que ahora realmente era una
hija hecha y derecha de esta familia: ¡ella también tenía problemas amorosos!
Al proseguir la conversación, obsérvese el cambio con respecto a las sesiones anteriores.
Carl (dirigiéndose a Gail): ¿Por qué dejaste a tu novio?
Gail: Me engañaba. Comenzó a salir con otras chicas. Yo le dije que podía hacerlo y lo
hizo.
Vanessa: ¡Pero había otras cosas además! Como que el sexo y el matrimonio son cosas
importantes. A ti no te interesaba, así que te dijo adiós.
232
Madre: Sí.
Marla: Te pidió que te casaras con él, ¿no es así?
Carl: ¿El quería una de las dos cosas o ambas? ¿Casarse o sólo tener relaciones sexuales?
Gail: Las dos cosas.
Carl: Bueno, es mejor que si quisiera sólo una, de todos modos.
Madre: Sí.
Carl: A veces esta gente quiere casarse, pero no quiere sexo. Hace unos días vi una pareja
que llevaban un año de casados. Convinieron en casarse porque el marido dijo que no
habría sexo.
Mar: ¡Oh, por favor!
Carl: Resultó que lo que él quería decir era que casarse estaba muy bien, pero que él iba a
ser homosexual. No resultó tan bien.
DANZANDO CON LA FAMILIA
La intercalación de esta historia es una manera de jugar con el hecho de que la gen te vive
según muchos modelos. La apertura del diálogo es
¿EN QUÉ DIRECCIóN SE CRECE?
elocuente. Hay una nueva libertad para participar.
¿No has encontrado otro novio todavía?
Gail: Así es. Ni siquiera está buscando.
Carl: ¿Qué te sucede? No buscar un hombre es ridículo.
Gail: Bueno, no ahora. Estoy saliendo con amigos. Quiero unirme a algún grupo de una
iglesia. ¡Un grupo de solteros de una iglesia!
Mar: Solteros alegres en la iglesia.
Carl: ¡Sin duda! Algunos de los mejores novios se pescan en la iglesia. La primera novia
que conseguí allí, sin embargo, era un personaje viejo y pesado. Me alegro de no haberla
conservado.
Van: He notado, Gail, que has estado acercándote a Marla y Doris y que ellas te han
apartado. Yo también estaba empezando a irritarme contigo. Ahora lo entiendo
233
234
con la pérdida de tu novio. A mí se me deshace el corazón cuando rompo con un novio.
Carl: Tal vez vosotras dos podríais haceros mutuamente de Celestinas.
Van: ¿Qué?
Carl: Ya me entendéis, hacer de Celestinas. Ella te consigue un novio a ti y tú le consigues
un novio a ella.
Van: Bueno, yo ahora tengo un novio.
Carl: ¿Entonces ahora no necesitas ayuda? Bueno, podrías enviarle uno desde donde vives.
Aunque sé que no son muy apasionados allí. Podrías enviarle uno por intermedio de una
empresa de transporte. En un cajón.
Mike: O en uno de mudanzas.
Doris: Pero necesitas el cajón del tamaño adecuado.
DANZANDO CON LA FAMILIA
Este es un bonito cambio. Vanessa espontáneamente responde de una manera empáti ca, de
apoyo. Es personal, sin rastros de crítica o desaprobación.
¿EN QUÉ DIRECCIÓN SE CRECE? 235
Carl: Sí. Tal vez tendrías que
estrujarlo un poco. Conviene observar aquí el aire juguetón. Todos ellos parecen
disfrutar de la conversa ción. Han aprendido algo sobre el juego.
Además de ser más espontáneos con respecto a los temas que soh de una intensidad baja o
moderada, deben abordar otros más difíciles. Antes, la familia tendía a identificar al padre y
a Gail como los únicos que tenían problemas «reales». En el fragmento siguiente esto
cambia.
Uno de los hitos de una familia sana es la presencia de chivos expiatorios rotativos, no
fijos. Es patológico tratar de encapsular todo el dolor de la familia dentro de la piel de uno
o dos de sus miembros. El sufrimiento es parte de la vida, no es algo que ha de evitarse. La
capacidad para afrontar y aceptar el sufrimiento es un elemento esencial para tener una vida
equilibrada. Todos los miembros de la familia tienen derecho a experimentar su propio
sufrimiento y a tener la oportunidad de recibir apoyo de los demás.
La capacidad de aceptar el sufrimiento, en lugar de negarlo, y de hacerlo en presencia de la
familia revela una apertura y una sensación de confianza que hace a la vida más personal y
gratificante.
Aquí la conversación se centra en la madre.
Madre: ¡Detesto que se me considere una minusválida! (por la artritis). Mi hermana dice
que debo conseguir una licencia con el dibujo de una silla de ruedas para poder estacionar
en los lugares destinados a los minusválidos.
236
Carl:: Una madre desempleada.
Madre: Sí. ¡No sé si quiero estar en esa categoría tampoco! ¡A veces no sé cuál es mi lugar!
Carl: ¿Le duele mucho?
Madre: Bueno, desde luego, si trabajo demasiado. Sobre todo con mis muñecas y también
mis pies.
Mike: Sus tobillos están tan mal.
Dor: Sus tobillos están muy débiles. Tiene esguinces casi todos los meses.
Madre: Tengo abrazaderas ortopédicas.
Carl: Miren, tuve otra idea absurda. Cuando habló de no saber cuál era su lugar, tuve la
sensación de que se refería al suicidio. ¿Se siente suicida?
DANZANDO CON LA FAMILIA
Lo que dijo la madre con respecto a no saber dónde pertenecía y su depresión por la artritis
me hizo sentir su desesperanza. Cuando se le preguntó directamente, ella fue capaz de
hacerle saber a la familia lo mal que se sentía.
Madre: Bueno... aveces.
Carl: ¿Puede llamar por teléfono a estos sujetos cuando se siente así y decirles: «Dime
algunas palabras»?
Madre: ¿Usted se refiere al teléfono de la esperanza?
Carl: ¡No! ¡Al diablo con el teléfono de la esperanza!
(Risas.)
Carl: ¡En serio! Cuando se siente sola... usted sabe que no puede hablar con este viejo
personaje, él habla con las vacas.
¿Puede llamar a la pandilla y decirles: «¡Me siento mal, me siento deprimida! »?
Madre: No lo sé (con los ojos llenos de lágrimas).
Van: Puedes llamarme a mí, mamá.
Madre: Supongo que prefiero guardármelo para mí. No quiero agobiaros.
¿EN QUÉ DIRECCIÓN SE CRECE?
Cuando Doris y Mike compartieron su preocupación, la madre se sintió más libre para
continuar.
237
238
Carl: Por Dios, no diga bobadas. Usted les sirvió de madre a ellos durante todos estos años.
¿Por qué no deberían servirle ellos de madre a usted?
Si la cosa empeora, podría recurrir al «viejo» y ver si quiere abrazarla. A lo mejor no sabe
cómo hacerlo, pero usted podría enseñarle. Incluso a él quizá le llegaría a gustar.
DANZANDO CON LA FAMILIA
Aquí estoy impulsando a la madre para que transforme su impulso suicida interno en un
problema familiar. Si ellos logran poner en evidencia y hacerlo interpersonal, participando
toda la familia, la esperanza de cambio puede ser mayor.
Tal vez, en su nivel más básico, el suicidio es un esfuerzo por hacer que el orga nismo
biológico concuerde con el mundo emocional. La creencia de que uno no, le importa
realmente a nadie es entonces la bala que sirve para ejecutarlo. Pero cuando esta fantasía es
puesta de manifiesto ante la realidad familiar, puede ser que el aislamiento termine y se
reanimen las relaciones.
¿EN QUÉ DIRECCIÓN SE CRECE?
Madre: El siempre se escapa.
Carl: ¡Desde luego! Se supone que todos los hombres tienen miedo a la intimidad. Somos
todos unos ridículos, ¡unos malditos ridículos!
Dor: Yo quiero que me llames. A veces me llamas y pienso: «Vaya, ¡qué sorpresa!».
Madre: Pero no tengo dinero suficiente para llamar.
Dor: ¿Y a quién le importa el dinero? Del dinero nos ocuparemos luego. Lo que importa es
cómo te sientes. Si estás sola y te sientes triste, ¡quiero que nos lo cuentes!
Este tipo de acercamiento puede salvar una vida. La preocupación subterránea ha
comenzado a emerger. Este fenómeno puede servir para contrarrestar el sufrimiento del
aislamiento crónico.
239
Pregunta: Carl, en esta secuencia, ¿cómo te diste cuenta de que ella tenía sentimientos
suicidas? En realidad, no lo parecía.
Respuesta: En realidad, no lo sé. Muchas de estas cosas son presentimientos clínicos. No sé
de dónde vienen.
Hubo un indicio cuando yo dije: «Es una madre desemplea-
240 DANZANDO CON LA FAMILIA
da», y ella dijo: «Eso tampoco me gusta», queriendo decir que nunca había sido algo que
realmente quisiese saber. Para mí es una afirmación suicida.
Pregunta: Tú sabes que el suicidio es un asunto serio. Tienes éxito una vez y se acabó todo.
En esta situación, ¿pensaste alguna vez en medicarla u hospitalizarla? ¿Consideraste las
maneras más comunes de tratar a alguien por quien sientes verdadera preocupación?
Respuesta: Bueno, si ella fuese una suicida activa, deliberada y funcional... No creo que sea
cierto. Creo que es como un alcohólico crónico. Está metida en un tipo de autodestrucción
que la va invadiendo gradualmente. Como la hija que llegó a ser un «don Nadie». Ella ha
desempeñado el papel de «don Nadie» durante tanto tiempo que la muerte simplemente la
alcanzará. Una de las maneras de cometer suicidio es seguir viviendo. No la veo
peligrosamente suicida. Si lo fuera y yo estuviera convencido de que es peligrosa hablaría
mucho más abiertamente del tema. Los implicaría a todos, dando por supuesto que ella no
será peligrosamente suicida a menos que haya alguien en la familia que la quiera ver
muerta. La persona lógica sería el marido.
Pregunta: Bueno, es una idea extraña. ¿Quieres decir que si la madre tiene sentimientos
suicidas, es porque algún otro desea que esté muerta?
Respuesta: ¡Por supuesto! ¡Por supuesto! El suicidio es como cualquier otra cosa. Todas
estas cosas son interpersonales. ¡Yo creo realmente en los sistemas! No creo que los
individuos funcionen como unidades. Creo que funcionan sólo como parte de unidades más
grandes.
Pregunta: ¿No podría ser que simplemente se sintiese desesperadamente sola?
¿EN QUÉ DIRECCIóN SE CRECE? 241
Respuesta: ¡Por supuesto! Eso significa que él no la desea. Eso significa que él la quiere
fuera de su camino. Entonces podría bailar con la que quisiese.
Así es cómo pienso de este asunto. Se trata de un suicidio subclínico, esto de lo que
estamos hablando ahora. Si ella fuese realmente suicida, yo haría que la familia se
convirtiese en su hospital.
pregunta: ¡No entiendo! ¿Cómo podrías hacerlo?
Respuesta: Los haría responsables de que ella sea suicida. Nuestra tarea sería averiguar por
qué esta familia quiere que esté muerta. ¿Quién está al frente de la manada? ¿Qué sucedería
si ella muriese? Si se suicidase, ¿quién lloraría? ¿Estaría dispuesto el padre a dejar su
tractor para ir al funeral? ¿Los hijos querrían, Vanessa querría ir al funeral de su madre?
¿Quién lloraría más? Yo le formularía todas estas preguntas a la madre. La obligaría a
extender la fantasía más allá de su muerte, con lo cual se contamina la fantasía que hace
posible el suicidio.
Es como esa famosa historia sobre el policía que estaba tratando de convencer a un hombre
para que se bajase de un puente. ¡Una historia real! El hombre no estaba interesado en lo
que le decía el otro. Al final, el policía ya no aguantó más y sacó su revólver, diciéndole: «
¡Hijo de una gran perra, si salta le dispararé! ». Entonces el hombre se bajó. ¡Esa si que es
psicoterapia real¡ El policía terminó con la fantasía que tenía este hombre sobre lo que
sucedería si él muriera. ¡La destruyó completamente! Eso es lo que me gusta hacer. Es lo
que creo que es útil e importante.
La medicación simplemente la encubre. Del mismo modo que irse a dormir es una manera
de poner fin a una pelea con la propia esposa, pero no ayuda mucho. Simplemente la tapa.
Uno se despierta a la mañana siguiente y se convence de que nada ha sucedido.
242 DANZANDO CON LA FAMILIA
Cuando continuamos, nos quedamos en el tema del suicidio. Procedí, con la intención de
agregar otro vector interactivo, conversando con la madre con respecto a cómo lo
enfrentaría el padre si ella se matase.
Carl: ¿Usted sabe qué le sucedería a él si usted se suicidase?
Madre: No.
Carl: Se lo diré. Apuesto a que se iría apagando y se moriría a los seis meses.
Madre: No lo sé.
Carl: Yo tengo una fantasía sobre mí mismo si mi mujer se muriese. Creo que desaparecería
en un bosque. No sé cuánto tiempo pasaría antes de que fuera capaz de volver. No creo que
realmente me matase, pero me encontraría muy mal.
Aquí estoy ampliando el espectro del suicidio para que abarque tambien al padre. Le estoy
diciendo a él que la culpa que siente por los abortos, etcétera, volvería.
Esto también destaca la dependencia oculta que él tiene con respecto a ella y desen mascara
el mito de que su actitud sería simplemente la de
Madre: ¿Qué pasaría si él se muriese primero? Yo también me sentiría muy mal realmente.
Carl: Sin duda.
Madre: No podría enfrentarlo.
Carl: Sin duda. Podría curar su artritis, pero esté bien segura de que se sentiría deprimida y
terriblemente sola.
¿Alguna vez le escribe a estos personajes y les habla de su soledad en la carta?
Doris: ¡No! Sólo envía cartas llenas de noticias. No habla de ella.
Carl: ¡Así que usted se escapa igual que él!
Madre: Sí.
Carl: No creo que deba escaparse de sus propios hijos.
¿EN QUÉ DIRECCIÓN SE CRECE?
conquistar el corazón de una mujer más joven.
Al dejarles latente la fantasía con respecto a mí mismo, les queda poco contra lo cual
rebelarse.
243
244
¿Cree que se sumaría a su carga si les contase?
Madre: No hay motivos de que esté tan deprimida. Simplemente estoy sola.
Carl: Sin duda. Usted está sola por la granja y por cinco hijos y todo un pasado que ya no
tendrá nunca más.
La conversación se centra brevemente en las realidades concretas de la vida en la granja.
Hablan de que el padre todavía trabaja en la granja con Mike y de que la madre también
suele acercarse a ayudar. Está claro que Mike tiene un contacto frecuente con sus padres.
Aquí Vanessa decide preguntar a su hermano, desafiando así la creencia familiar de que los
hombres no son seres humanos. Le pregunta si él no ha percibido el sufrimiento de la
madre o si simplemente es su manera de actuar.
Vanessa: Ves a Mike- casi todos los días, ¿verdad, mamá?
DANZANDO CON LA FAMILIA
La clave aquí es desafiar abiertamente la postura de mártir que adopta la madre en el
sentido de que no tiene motivos para estar deprimida. Quiero que se dé cuenta de que se
está escondiendo de su familia con la excusa de no querer agobiarlos.
Termino esto con un claro recordatorio de lo que la madre ha perdido. Ahora toda la familia
conoce su sufrimiento.
Madre: Sí.
Mike: Casi todos los días, seguro.
Padre: Nadie tiene tiempo.
Van: Mike, ¿sabías que mamá se sentía tan sola? ¿Pudiste darte cuenta en los últimos
meses?
Mike: Algo... pero... mira, ¡yo tampoco tengo tiempo! (Mike se pone a llorar.)
Carl: Eres como tu padre. Siempre trabajando en esa maldita granja.
(La familia llora.)
Mike: ¡Nunca hay tiempo!
Van: ¿Entonces no tienes tiempo de visitar a mamá?
Madre: Me visita mucho. No sabemos hacer otra cosa que trabajar.
¿EN QUÉ DIRECCIóN SE CRECE?
Qué hermoso indicador de cambio. Ahora uno de los hombres puede hacerse cargo de su
sufrimiento y atreverse a expresarlo con lágrimas. ¡Esto es crecimiento! Mike ya no está
encerrado en el mito familiar de que los hombres no sienten afecto.
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246 DANZANDO CON LA FAMILIA
La mayor libertad que manifiesta la familia para hacer frente a su sufrimiento y para
interesarse por los otros es impresionante. La otra cara de la moneda es su mayor capacidad
de jue go y de risa. Esta sensación emergente de apertura es fundamental para el
crecimiento.
Al continuar la sesión, les pregunté más directamente sobre los efectos secundarios de
nuestras sesiones anteriores. Como suele ser mi estilo, opté por empezar con el padre.
Quería que asumiese una posición.
Carl: De modo que ésta es mi fiesta. Así que puedo enterarme del resultado de las seis
entrevistas que tuvimos. Tener alguna idea del efecto que ejercieron en la familia.
(Dirigiéndose al padre.) ¿Quiere hablar usted? ¿Puede decir algo sobre lo que significó esa
experiencia para usted?
Padre: Bueno... fue esclarecedor tener una comprensión más estrecha de la familia. Lo que
la familia significa para uno y lo que uno significa para la familia.
Desde que tuvimos la última reunión, no la de hoy sino antes, construí una casa. El padre,
también, se ha vuelto más perceptivo con respecto a las personas. Está más consciente del
componente interpersonal de la vida.
Me siento bien de haber podido construir esta casa. Sobre todo por Marie, porque es
cómoda y práctica.
Madre: Es hermoso ir a casa.
Padre: No he sido un marido realmente bueno, pero me imagino que eso es lo que podía
aportar.
(Risas.)
En este momento había una abierta discusión sobre la vida en la granja. Como es normal,
esta parte de la conversación se centró en el trabajo y los proyectos que tenían que
terminarse. El padre fue la figura central de esta conversación y las mujeres permanecieron
en una posición bastante periférica. Si bien los hechos de esta charla eran bastante
parecidos a los de tres años antes, hubo una diferencia interesante que fue tremendamente
clara. No había sensación de enojo, rabia, o resentimiento por parte de las mujeres. En todo
caso, parecían un tanto interesadas y disfrutar de la charla.
¿EN QUÉ DIRECCIóN SE CRECE?
Esto es un testimonio de la creciente intimidad de la familia. Si bien el modo de ex presión
puede ser deficiente en lo que se refiere a la comunicación verbal, es real.
La capacidad del padre para rotular la construcción de la casa como el intento de ser un
mejor marido es impresionante. Puede llevar a una mayor intimidad con el tiempo.
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248 DANZANDO CON LA FAMILIA
Cuando miro hacia atrás, parece bastante claro. Al aumentar la capacidad del padre para
estar presente en la familia, los demás se han vuelto más capaces de verlo como una
persona, no como un impedimento para la intimidad de la familia. Ahora, cuando se pone a
hablar de la granja, ellos pueden verlo como su manera de afrontar el mundo, y no como
algo que- hace en contra de ellos.
Al terminar esta conversación, me dirigí a la madre.
Carl: Fue hermoso esta mañana que usted pudiera llorar con respecto a sus impulsos
suicidas. Fue muy impresionante e inusualmente flexible. La mayoría de las personas son
mucho más rígidas. Cuando se les pregunta por el suicidio, dicen: « ¡Oh, no! ¡Yo no!
¡Nunca he pensado en suicidarme en toda mi vida!».
Madre: No lo admitiría ante otras personas. No ante mis vecinos, porque no lo
comprenderían.
Carl: Puede reconocerle un mérito a su marido por merecer un punto más que un vecino.
Madre: Sí.
(Risas.)
¿EN QUÉ DIRECCIÓN SE CRECE?
Dor: Tal vez medio punto.
Carl: ¿Medio punto? Lo siento. ¿Y qué más pasó durante las sesiones?
Madre: Hubo sesiones de llanto. Vanessa estuvo dramática en una sesión.
Marla: Hubo almohadones para golpearse.
Mike: Y Gail no quiso hacerlo.
Madre: Papá y yo peleamos. No, sólo fui yo. El no peleó. Igual que Gail.
Carl: Entonces él tiene la culpa.
Van: Mamá derramó muchas lágrimas. Papá habló de sentirse vencido y lloró. Daba la
impresión de que tu vida estaba terminada. Recuerdo que me alegré de estar presente en un
momento en el que os sentíais tan mal.
Padre: Sí. Me imaginaba que nunca lograría lo que hice. El tiempo sigue su marcha si uno
se detiene. También pienso que Marie tiene nue-
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ve años menos que yo. Si tiene que ver con la edad, a ella le quedan nueve años más que a
mí para sufrir.
(Risas.)
Carl: ¿Qué sucedió en las entrevistas que lo hizo cambiar?
Padre: Bueno, se señaló que yo no era... vosotros, chicos, estabais siempre cerca de mamá y
yo nunca podía estarlo. Nunca podía estar cerca. Pensé que lo único que podía daros a todos
vosotros es la casa. Ahora tenéis una casa a donde venir.
Van: Yo te lo agradezco.
Gail: He visto que la relación entre mamá y papá está floreciendo realmente. Los he visto
mucho. Papá se ha esforzado. La adaptación de mamá ha sido más difícil, porque ella está
más aislada. Ella tiene que acercarse a los otros como hago yo.
DANZANDO CON LA FAMILIA
Otra vez, un gesto conmovedor de un hombre que no está acostumbrado al mundo de las
palabras.
Con este tono tan optimista, la diferencia muy real se hacía cada vez más evidente. Quise
preguntar directamente sobre este cambio de actitud. Quería saber cómo veía al padre ahora
el resto de la familia y cómo se relacionaba con él.
Carl: La última vez tuve la sensación, no estoy seguro de recordarlo muy exactamente, de
que la familia en general estaba enojada con el padre. ¿Es cierto?
Todos: i Sí!
Carl: ¿Y ahora ha cambiado esa situación? Tuve la sensación de que vuestra madre estaba
enojada con vuestro padre. Ahora parece que ella todavía está resentida con él porque no
tiene un trato más íntimo o personal con ella, pero parece haber más afecto en la manera
que tiene de decirlo ahora.
Van: Yo puedo decir lo que me pasa a mí. Yo estaba más enojada contigo, papá, hace tres o
cuatro años, por las cosas que hacías o que no hacías. Ahora te acepto más como eres.
Todavía no... Sé que no me siento realmente cerca de ti, pero ya no se
¿EN QUÉ DIRECCIóN SE CRECE?
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trata dé que esté enojada. Es más la distancia.
Carl: Ahora te gustaría acercarte, pero no lo has hecho. Antes no querías hacerlo.
Van: Sí.
Gail: Me encuentro más cerca de mis padres ahora. Antes tenía un leve enojo hacia papá,
pero ahora no.
Cuando la sesión comenzó a acercarse a su fin, hice un ofrecimiento más abierto para que
hablaran más sobre el cambio producido en la familia. Vanessa decidió aprovechar la
oportunidad.
Carl: ¿Y entonces?
Van: Creo que las sesiones familiares nos han acercado como familia. Lo veo en mamá y
papá. Sobre todo desde que te mudaste a esa casa. Es como si tu relación comenzase por
segunda vez.
DANZANDO CON LA FAMILIA
¿EN QUÉ DIRECCIóN SE CRECE?
Madre: Sí. Bueno, sin hijos, es más fácil.
Van: Creo que me ayudó con las relaciones. La clase de gente que elijo ahora es muy
diferente. Pienso que las sesiones me ayudaron en eso.
Carl: Tuve la sensación de que una de las cosas que he notado que ha cambiado en ti es que
pareces más seria. Antes, me daba la impresión de que te reías de ti misma.
Van: Sí. Me siento más seria.
Carl: Más dispuesta a utilizar tus agallas.
253
Hay otro cambio claro. Ahora Vanessa es más capaz de ver a su padre como una persona,
no sólo como un rol. Puede sentir el deseo de relacionarse con él, no sólo el deseo de
escapar de su tiranía.
La madre aprovecha la oportunidad de comunicar un cambio básico de su perspec tiva.
Hace entender que, al no estar los hijos, ella y John pueden desarrollar su relación. Hay
incluso un indicio de que le agrada. Tal vez ella ya no representa el rol de «don Nadie».
Este es uno de los objetivos reales de la terapia. Liberar a las personas para que puedan usar
sus agallas en la vida. Para que puedan experimentar realmente la vida, no sólo pensar en
ella.
254 DANZANDO CON LA FAMILIA
Cuando la sesión terminó, había un clima de aflojamiento y calma. No les causaba pánico
la perspectiva de quedarse solos frente a frente. No había sensación alguna de que me
necesita ran para tener el coraje de ser ellos. Habían formado un conjunto familiar y yo
estaba claramente más afuera que antes.
Era notable su mayor grado de libertad y coraje. Analizaban abiertamente su capacidad para
disfrutar la compañía de los demás y no sólo tolerarla. Habían desarrollado la capacidad de
es tar realmente con los demás. De mirar la vida y responder de un modo personal,
verdaderamente afectuoso.
Cuando la terapia finaliza, también continúa. La familia lleva al terapeuta con ellos y el
terapeuta tiene incorporada a la familia. Al continuar la vida, al terapeuta le queda la alegría
de haber participado en una experiencia humana conmovedora.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFIAS
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York, Aronson, 1975.
Bowen, M., Family Therapy in Clinical Practice, Nueva York, Aronson, 1978.
Camus, A., The Myth of Sisyphus, Nueva York, Random House, 1955.
Kaiser, H. En L. Fierman (comp.), Effective Psychotherapy: The Contributions of. Helmuth
Kaiser, Nueva York, Free Press, 1965.
Kopp, S., I f You Meet the Buddha on the Road, Kill Him, Palo Alto, Calif., Science and
Behavior Books, Inc., 1972. Minuchin, S., Families and Family Therapy, Cambridge,
Mass., Harvard University Press, 1974.
Winnicott, D., «Hate in the countertransferencer, International Journal of Psychoanalysis,
1949, 30, 69-79.
L
Danzando con la familia permite al lector compartir los procesos internos de uno de los
verdaderos genios de nuestro tiempo. Para quienes siempre se hayan sentido atraídos, pero
también desorientados, por el trabajo del doctor Whitaker, este volumen pone orden en lo
que antes resultaba extraño, puesto que describe vívidamente las ideas y los métodos del
autor, así como su enfoque de las sesiones terapéuticas. Además, en ciertos momentos del
libro, el doctor responde directamente a las distintas dudas que puede suscitar su
tratamiento de las cuestiones.
A lo largo del texto, la densidad del trabajo clínico sc enriquece aún más mediante la
adición del material teórico, incluyendo los puntos de vista de Whitaker sobre la naturaleza
de las familias, el papel del terapeuta y las metas de la terapia. Por todo ello, la obra
constituye una aportación muy importante y será de incalculable valor para todos los
terapeutas familiares.
El doctor Carl A. Whitaker, uno de los fundadores de la terapia familiar, ha practicado la
psicoterapia durante más de cuarenta años. William M. Bumberry, doctor en filosofa, es
director del Instituto de Terapia Familiar de St. Louis y miembro de la Asociación de
Terapia Familiar Norteamericana (AFTA).
ISBN 84-7509-619-0
,78u475 096193

IAIDOS

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